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Dependientes y (auto) coloniales

Después de una introducción a las principales tendencias y autores del pensamiento


sociológico clásico, fundamentalmente a las ideas de Emile Durkheim y Max Weber,
expuestas en sus respectivas obras Las reglas del método sociológico y Economía y
sociedad, nos acercamos en la Unidad 1 de este curso a las teorías del desarrollo y la
dependencia desde un enfoque latinoamericano.

El análisis de estos presupuestos teóricos los hicimos a través de dos aristas: el


estructuralismo latinoamericano y el colonialismo interno, mediante las posturas de
Fernando Cardoso y Enzo Faletto (¨Dependencia y desarrollo en América Latina¨
(1969)), Pablo González Casanova (¨El colonialismo interno¨ (1963)) y Silvia Rivera
Cusicanqui (¨Un mundo ix´ichi es posible. Ensayos desde un presente en crisis¨ (2018)).

Primeramente debemos señalar el papel desempeñado por la historia para entender los
procesos estructurales de una región como América Latina, la cual presenta una
condición colonial, no resuelta con su independencia política, que se manifiesta desde lo
económico, pero también desde lo intelectual.

Así, la entidad denominada Occidente persiste en escindirse del ¨otro¨ para otorgarse
significado propio y, a la vez, le da a ese otro un carácter homogeneizado, que impide el
estudio de las diferencias internas de esos países, su historia propia y las relaciones de
colonialismo, imperialismo y dependencia social establecidas con Occidente.

De la ruptura con ese binarismo preestablecido que intenta ocultar la heterogeneidad


partimos para explicar una relación centro-periferia, condicionada por fuerzas
dominantes desde lo externo, pero también a lo interno.

Considerando esta perspectiva, durante finales de la década los 50 y principios de los 60


del siglo XX la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) desarrolla a partir
del método histórico-estructuralista una teoría normativa centrada en las causas del
subdesarrollo y la pobreza de la región más desigual del mundo, con énfasis en los
factores externos resultantes del sistema económico internacional.

Fernando Cardoso y Enzo Faletto (1969), miembros de la escuela cepalina,


caracterizaron el proceso histórico estructural de la dependencia en función de las
relaciones de clase y enfatizaron que los problemas de desarrollo en la región tenían
también una naturaleza social y política. En ese sentido, el estudio del desarrollo
necesariamente debe concebir el análisis integrado entre la sociología y la economía,
puesto que ninguna de las dos puede reemplazar a la otra.

Durante su estudio, Cardoso y Faletto (1969) hicieron un bosquejo del subdesarrollo


latinoamericano durante el período de 1929 a 1950, donde señalan como en ese
momento en algunos países de la región pareciera que se daban las condiciones para
iniciar transformaciones que tributarían a un posible desarrollo auto sustentado.

Sin embargo, la transformación del sistema económico, aparejada a la inmovilidad del


sistema socio-político, conllevó al fracaso de esa posibilidad motivado, sobre todo, por
la carencia de condiciones institucionales y sociales, que garantizaran una política de
desarrollo integral que considerara, entre otras, las demandas de los nuevos grupos
sociales surgidos con los procesos de industrialización.

Asimismo, estos autores señalan que el análisis tipológico de sociedades tradicionales y


modernas no es suficiente para abarcar todas las situaciones sociales existentes.
Mediante la reproducción de las diversas etapas que caracterizaron las transformaciones
sociales de los países occidentales se intentaría solapar las singularidades de cada
proceso de desarrollo y las relaciones entre grupos, fuerzas y clases sociales.

Cardoso y Faletto (1969) concluyeron que en el análisis integrado del desarrollo están
presentes las dimensiones interna y externa, lo cual está fundamentado por la existencia
de factores político-sociales internos vinculados a centros hegemónicos y en la
posibilidad de que esos grupos tradicionales de dominación se opongan a entregar el
control del poder.

En ese sentido, la idea del colonialismo interno como marco teórico-metodológico está
condicionada por las relaciones de desarrollo-subdesarrollo al interior de países que
fueron colonizados. Así se establecen relaciones sociales entre dominados-dominantes,
conquistados-conquistadores, índigenas/mestizos-occidentales y, simultáneamente, se
dan procesos de resistencia como alternativa a los mecanismos preestablecidos.

Pablo González Casanova (1963) señala que con la desaparición del dominio de los
extranjeros surge la explotación de los nativos por los propios nativos, determinada por
una estructura de relaciones sociales entre grupos culturales heterogéneos en cuanto al
monopolio y dependencia, las relaciones de producción y discriminación y la cultura y
niveles de vida.
Ejemplo de estas relaciones se encuentran la idea de la existencia de un ¨centro rector¨,
el despojo de las tierras, la discriminación social, lingüística o sindical y la carencia de
servicios básicos, por lo que la noción de colonialismo interno no es solo psicológica,
sino estructural. De ese modo, el colonialismo interno se convierte en ¨continuum¨ de la
estructura social preexistente y constituye parte de la explicación del desarrollo desigual
de los países.

Entre los aportes de González Casanova destacan el carácter analítico y político


otorgado al concepto de colonialismo interno y su interés teórico por otros temas como
la resistencia popular y la exclusión social, que permiten dar cuenta de las prácticas
identitarias de los oprimidos en relación con las categorías de etnicidad y nacionalidad.

Con la finalidad de comprender su naturaleza simbólica y profundizar en el estudio de


las realidades postcoloniales es preciso entender los discursos, valores y marcadores
sociales (étnicos, raciales, género) de las prácticas de resistencia social, las
instituciones, el poder y la dominación.

Además es necesario partir de la tesis del colonialismo interno en el debate de los


mecanismos de dominación y la búsqueda dentro de las estrategias de los movimientos
sociales y comunitarios de modelos más solidarios.

Desde otra perspectiva, nos encontramos con la postura de Silvia Rivera Cusicanqui,
quien utiliza la denominación del mundo ix´ichi como principio epistemológico para
entender lo heterogéneo de América Latina y así romper marcadamente con el
binarismo homogenizado del pensamiento occidental.

Centrada en el estudio de los procesos de colonización y la emergencia de luchas e


insurgencias populares en las sociedades andinas, Rivera Cusicanqui ve a América
Latina como un dispositivo colonial que se perpetúa a lo interno de forma inconsciente,
desde la enseñanza y las acciones de las instituciones académicas.

En sus interesantes metodologías de investigación social coloca a lo local como espacio


de resistencia epistemológica y ontológica, donde el conocimiento es compartido y
creado a partir de la experiencia colectiva y la relación directa y recíproca.

El marco histórico-interpretativo en la construcción del colonialismo interno expuesto


por Rivera Cusicanqui (2018) es versátil al momento de mirar de forma analítica los
procesos sociales. En el mismo se visibiliza, además de su pensamiento intelectual, sus
vivencias en organizaciones políticas de Bolivia.

Más allá de ser un simple sistema de referencias históricas, el modelo de Rivera


Cusicanqui tiene la capacidad de reformular prácticas y subjetividades que permiten
analizar la constitución de sujetos, identificaciones políticas y procesos sociales
regionales, a través de la historiografía multitemporal y la noción de memoria
colectiva, que resignifican las luchas pasadas y potencian las proyecciones políticas
emancipatorias.

El colonialismo interno, además de abarcar las formas de opresiones y resistencias


étnicas y raciales, se extiende a los procesos de toda la sociedad porque, según Rivera
Cusicanqui (2018), la colonización, más allá de los indígenas, afecta con mayor fuerza a
los mestizos, pero también a los colonizadores, los cuales están en una relación de poder
‘ilegítima, espuria y violenta”

Es preciso preguntarnos si este marco interpretativo de la teoría del colonialismo interno


es válido para otros procesos de dominación que sobrepasan lo étnico y lo racial. Así se
visibilizarían otras modalidades de ¨ racismo sin razas¨ que movilizan ámbitos como la
cultura o la religión y aumentaría la efectividad de la deconstrucción de otros
mecanismos discursivos.

Referencias

Cardoso, F. H., y Faletto, E. (1969). Desarrollo y dependencia en América Latina.


México: Siglo XXI.

González-Casanova, P. (1963). Sociedad plural, colonialismo interno y desarrollo.


América Latina, 6(3), 15-32.

Rivera-Cusicanqui, S.(2018). Un mundo ix´ichi es posible. Ensayos desde un presente


en crisis. Tinta y Limón: Argentina.

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