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El Colegio de Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to A la
sombra de los libros
Korda: "Nunca olvides que quien le paga a un escritor tiene siempre más
poder y más dinero que él, ya sea que se trate de una casa editorial, un
estudio cinematográfico o una cadena de televisión", Michael Korda,
Editar la vida, México, Debate, 2004, p. 21.
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246 FERNANDO ESCALANTE GONZALBO
ENEMIGO PÚBLICO
' "El siglo XIX lleva en germen desde sus comienzos este pesimismo
de los intelectuales modernos, esta idea de un sacerdocio alejado de los
hombres ... ", Paul Bénichou, La coronación del escritor, 1750-1830.
1990, p. 289.
los gustos masivos, pero tampoco es algo tan arbitrario. Dice Gabriel
Zaid, con razón, que "la cultura moderna nace rechazando las mediacio-
nes tradicionales, cree en la revelación independiente: una lectura propia
de la cosa misma, revelándose al lector. Pero lo que se llama 'culeo' sigue
siendo lo contrario". De donde infiere que se puede ver "en el asco de los
nuevos clericalismos al comercio un asco reaccionario contra los horrores
de la libertad ... " (Zaid, Los demasiados libros, en Crítica del mundo
cultural, México, El Colegio Nacional, 1999, Obras, vol. 3, pp. 38-
39). Hay algo de eso, sin duda, pero conviene no exagerar la identifica-
ción del mercado con la libertad. No existe esa lectura absolutamente
escritor que va al gimnasio, del escritor que cura sus males en Houston
zado ... " .22 El cambio se explica en una frase: no tiene nada de
particular que el negocio de los libros sea un negocio, pero sí es
novedad que el contenido de los libros sea absolutamente se-
cundario, insignificante.
Las pequeñas empresas editoriales de otro tiempo podían
permitirse tirajes reducidos, rotación lenta, una tasa moderada
de beneficios, podían aventurarse a publicar libros más comple-
jos, originales o más exigentes, los que se venden despacio y que
forman, de hecho, el corazón de la cultura del libro. Miraban al
gran público, por supuesto, pero sin descuidar la demanda dis-
persa de los lectores habituales, que son quienes dan estabilidad
al mercado, pero piden buenas traducciones, títulos interesan-
tes, ediciones anotadas. No ha desaparecido nada de eso, pero su
presencia es mucho menor, casi marginal.
Todo eso quiere decir, en resumidas cuentas, que la inclina-
ción por los grandes tirajes significa un empobrecimiento de la
oferta editorial.
La multitud de pequefíos públicos de lectores habituales
no permiten los tirajes que necesita la nueva industria para au-
mentar sus beneficios y por eso tienen menos importancia que el
gran público, que se orienta mediante la televisión y la actuali-
dad. Lo que éste pide, o lo que compra en todo caso, son libros
sencillos y entretenidos. Y es lo que se produce masivamente,
literatura pensada a partir del mínimo común denominador,
asequible para cualquiera y atractiva para alguien que no está
acostumbrado a leer. Hay un número limitado de fórmulas que
"funcionan" para eso y, como es natural, se repiten; por tempo-
23Pierre Bourdieu, Contrefeux, 2, París, Raisons d' agir, 2000, .p. 77.
24Las pequeñas edicoriales, dice Frarn;;ois Boddaert, obstruyen las
vías de circulación que han sido despejadas "para acelerar la rotación de
obras, para que vayan lo más rápido posible de la imprenta al compra-
dor, con retorno inmediaco a los lugares de destrucción para la gran
mayoría de los ejemplares no vendidos", Fram;;ois Boddaert, "Grandeur
et misere de la perite édition", Lignes, París, núm. 20, mayo 2006, p. 11.
superación tecnológica del libro'', en Zaid, Critica del mundo cultural, op.
cit., pp. 50 y SS.
27 "Por supuesto que las bibliotecas contienen libros y los libros
Claire Kirch, "Fewer Titles: good news", Publishers Wéek{)', núm. 204,
15 de mayo de 2006.
32 S6lo como ejemplo, un apunte del informe elaborado para la
2003, p. 167.
bien surtidos, en los que los libros se irán vendiendo uno por
uno, lentamente. 39 Si no invierten en eso, que era lo que acredi-
taba a la librería tradicional, es que no está ahí el negocio.
El porvenir de las viejas librerías es problemático. No van a
desaparecer por completo en el futuro inmediato, pero es indu-
dable que su participación en el mercado disminuye, por la
sencilla razón de que su modo de funcionar corresponde a unas
prácticas de lectura y de consumo de libros, a un modelo de
industria editorial que ya no es dominante. Con mecanismos
legales de protección como el esquema de precio fijo se puede
evitar que desaparezcan masivamente, como ha sucedido en
Estados Unidos o en México. El problema es que por su volu-
men de ventas y por su manera de vender interesan poco a las
nuevas empresas y a los grandes distribuidores, no pueden so-
brevivir sólo con la oferta de las pequeñas editoriales, están en
general fuera del mercado de libros de texto, y por mucho inte-
rés que tengan en conservar un fondo completo, dependen de
que las editoriales decidan también mantener vivo su catálogo.
El sistema actual en su conjunto está diseñado a partir de la
mecánica del best-seller. el libro de actualidad, de fama corta, que
se exhibe aparatosamente un tiempo muy breve y después des-
aparece, sin que nadie piense en comprarlo uno o dos años
después. Los demás libros, los de circulación más lenta y público
reducido, los de las pequeñas editoriales que no pueden dejar
miles de ejemplares en consignación, tienen una vida más com-
EL MERCADO PERIFÉRICO
44 Tomo como referencia el 2005, pero los daros son muy similares
para los anteriores. España exportó libros por valor de 477 millones de
euros, importó 130 millones. Entre el 30 y el 40% de las exportaciones
fueron a Hispanoamérica (a México algo más del 15% del toral). En
cuanto a las importaciones, el 98% fueron de la Unión Europea, y sólo
un uno por ciento fueron de Hispanoamérica. FGEE, Perfil del sector
editorial español, 2005, http://www.prensa.ifema.es/SalaPrensa/
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