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EVOLUCIÓN DE LA DANZA FOLCLÓRICA EN MÉXICO

La tradición del baile folclórica moderno de México es una mezcla de elementos de


su patrimonio indígena y europeo. Antes de la llegada de los españoles, la danza
indígena se había desarrollado con fuertes lazos con las prácticas religiosas. Para
los aztecas, había dos niveles de la danza, una para la gente común, a menudo
relacionada con el ciclo agrícola y la de las élites.
Después de la Conquista, los españoles inicialmente trabajaron en erradicar las
danzas indígenas, por considerarlas "demasiado paganas" y tuvieron éxito con una
serie de formas, especialmente las relacionadas con el sacerdote y las clases
dominantes. Sin embargo, no fueron capaces de erradicar las formas más
populares, sobre todo en las regiones rurales y más inaccesibles de la Nueva
España. En cambio, los evangelizadores trabajaron para adaptar las danzas al
cristianismo, dándoles nuevos significados. Por esta razón, la mayoría de estas
danzas han sufrido al menos alguna modificación desde la época prehispánica.
La danza evolucionó drásticamente desde 1520 hasta 1750, sobre todo entre los
indígenas de clase baja, mestizos y afrodescendientes. Una de las primeras
adaptaciones permitía a los indígenas continuar danzas con aspectos religiosos
pero en homenaje a la Virgen María otro personaje católico. Además, se han
introducido una serie de bailes europeos, música e instrumentos incluyendo Moros
y cristianos, La Zarabanda, La
Contradanza, seguidillas, fandangos, huapangos, jotas, boleros, zambras y zapate
ados entre otros. En algunos casos, estas danzas fueron modificadas o dadas
enteramente nueva coreografía en México.
La mayoría de los bailes tradicionales realizados hoy en día tomaron sus formas
durante el período colonial pero no eran firmemente parte de la identidad mexicana
hasta después de la Guerra de Independencia de México cuando recibieron su
primer aumento en la popularidad. Por ejemplo, la danza del jarabe de Jalisco, se
convirtió en una herramienta política para evocar sentimientos de patriotismo y de
"libertad". De hecho, esta danza se convirtió íntimamente ligada al movimiento de
independencia, haciendo que sea llamada el Jarabe Mexicano. Su popularidad llevó
a la participación en otros bailes tradicionales mexicanos, especialmente
aquellos bailes al son.
A pesar de las influencias modernas y extranjeras en la cultura de México en los
siglos 19 y 20, las olas de nacionalismo han mantenido gran parte de la tradición
del baile folclórico del país vivo hasta la actualidad.
La próxima ola de la popularidad se produjo después de la Revolución Mexicana,
que también creó nuevas canciones en estilos folclóricos como la todavía popular La
Adelita, La Valentina y La Cucaracha. Los años posteriores a la Revolución también
despertaron el interés en la herencia indígena de México alejándose del énfasis
europeo de la época porfiriana.
En la década de 1930, la popularidad de la danza impulsó la educación y la
formación más formal de la misma, con centros educativos en todo México
ofreciendo clases, incluyendo el Departamento de Bellas Artes de la Ciudad de
México. El interés en el baile folklórico declinó en los años 1950 y 1960, pero el
gobierno mexicano siguió subvencionándolo por su valor estético y social. Esto
incluyó el apoyo de compañías de baile folclórico o de ballet folclórico, el más
famoso de ellos es el Ballet Folklórico de México, fundada por Amalia Hernández en
1952.
Hoy en día, el baile folclórico mexicano tradicional es un elemento definitorio de la
cultura popular de México a nivel nacional e internacional. La preservación y
promoción de los bailes a nivel nacional han dependido de si son o no vistos como
parte de la identidad nacional de México
EL DANZON
ORIGEN
El danzón proviene de una fusión de ritmos haitianos, como la
contradanza inglesa (country dance) adoptada en Francia en el
siglo XVII, y de cubanos de ascendencia africana, también de
ritmos europeos aclimatados como el minueto, el rigodón, los
lanceros y otros bailes del mismo origen.

Durante el siglo XIX en Cuba, la contradanza devino en la criolla y


después en la “danza cubana”. En 1842 “surgieron las primeras
contradanzas cantadas, que luego se convirtieron en las famosas
habaneras”.

El primer danzón se atribuye al célebre músico de Matanzas,


Miguel Faílde Pérez (1852-1921), y fue tocado por primera vez el 12
de agosto de 1879. Se llama Las alturas de Simpson, en
referencia a un barrio matancero. También compuso otro
titulado Cuba libre, abundó el especialista.

Muchos danzones cubanos llegaron a México a través de los


puertos del Caribe y el Golfo de México durante la segunda
mitad del siglo XIX; el primero de origen mexicano fue
compuesto para piano por Juventino Rosas, en 1883, y se
llamó Flores de Romana. Las primeras grabaciones datan de
1904: Danzones mexicanos y Danzones Veracruzanos, y fueron
realizadas por el compositor y director de compañías bufo-
cubanas Enrique Guerrero

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