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Índice
1.Introducción 3
2.Desarrollo 4
2.6. Sentencia 11
2.7. Acción Subrogatoria 14
2.8. Requisitos de la Acción Subrogatoria 14
3.Conclusiones 17
4.Referencias 18
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1. Introducción
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2. Cuerpo
Según Diez Picazo, una acción de impugnación de carácter general que permite a los
acreedores atacar los actos fraudulentos del deudor. Esta acción, conocida normalmente
con el nombre de acción pauliana, puede definirse como el poder que el ordenamiento
jurídico confiere a los acreedores para impugnar los actos que el deudor realice en
fraude de sus derechos. (…) En rigor, la finalidad de la acción es permitir a los
acreedores cobrar aquello que se les debe y por consiguiente poner remedio al daño o
perjuicio que se les ocasiona. De este planteamiento se deduce que la consecuencia de la
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acción debe ser la ineficacia del acto fraudulento cuando a través de la ineficacia el
perjuicio puede ser rectificado.
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2. La existencia del acto de disposición.
3. Que este acto ha sido realizado con anterioridad al hecho que ha originado el
crédito.
4. Que tanto el deudor como el tercero han celebrado el acto de disposición con el
propósito de perjudicar el cobro del futuro crédito.
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El efecto de la acción pauliana no es hacer que los bienes adquiridos por el tercero
vuelvan al patrimonio del deudor, sino únicamente permitir al acreedor victorioso
realizar los bienes del tercero para con el producto hacerse pago de su crédito.
El acto de disposición celebrado por el deudor con el tercero, al no estar viciado de
invalidez conserva su eficacia interpartes y frente a terceros. La sentencia únicamente
faculta al acreedor a embargar y rematar judicialmente los bienes adquiridos por el
tercero que perjudican el recupero del crédito. Es decir, el acreedor vencedor en la
acción pauliana está facultado para actuar como si no existiera el acto de disposición o
de renuncia a derechos realizado por el deudor, pues los bienes objeto del acto
declarado ineficaz siguen formando parte del patrimonio que constituye garantía general
del acreedor vencedor en la pauliana. (Vásquez Aníbal,2018, párr.7)
La acción pauliana, al igual que la subrogatoria, tiene una función conservativa de la
garantía patrimonial genérica, o sea es un instrumento orientado a asegurar la
realización judicial de los bienes que el deudor ha dispuesto o gravado, los que, de otro
modo, habiendo salido del patrimonio del deudor, no podrían ser embargados y
rematados por el acreedor. (Vásquez Aníbal ,2018, párr.8)
Con la acción pauliana se protege el crédito de un determinado acreedor, declarando la
ineficacia del acto por el cual su deudor dispone de su patrimonio, de manera que lo
disminuya, o no acepte que ingresen en él bienes o derechos que lo incrementen,
perjudicando, de este modo, el cobro eventual que con ello se pudiera hacer aquél.
En el caso de la anulación o nulidad del acto jurídico los efectos son evidentes, se anula
el asiento registral donde se inscribió el acto de transferencia. No así en el caso de la
inoponibilidad, donde los efectos son distintos. (Espinoza Jean,2008, párr.19)
Parece no haber un criterio unificado tampoco respecto a las consecuencias de la
inoponibilidad del acto frente al acreedor. Deben revisar sentencias en las que se
declaraba inoponible el acto jurídico, pero anulando el asiento registral, lo cual sería
contradictorio al espíritu mismo de la figura de la inoponibilidad. (Párr.20)
Los efectos de la acción pauliana deben ser la inoponibilidad del acto jurídico,
definitivamente no la nulidad del acto jurídico, de modo tal que el acto jurídico continúa
surtiendo los mismos efectos que después de celebrado el acto. Por lo tanto, el efecto
final de la inoponibilidad debería ser la inscripción de la sentencia que declara ineficaz
el acto jurídico en la partida registral del bien transferido, a fin de cumplir con el
principio de publicidad y la protección del derecho del acreedor. (Espinosa Jean,2008,
párr.21)
Finalmente, los estándares unificadores de la Corte Suprema sobre la naturaleza legal de
los litigios múltiples ayudarán a las jurisdicciones inferiores a aplicar la ley. Es muy
necesario que los magistrados empiecen a entender la acción pauliana prevista en el
artículo 195 del Código Civil como una acción de revocación, pero en la que la
revocación es ficticia, porque el acreedor que la invoca no obtiene la nulidad del acto,
sino la incapacidad. de la cesión hecha por el deudor. Obligatorio. Se trata de buscar la
correcta aplicación de la ley y la necesaria uniformidad de las normas del poder judicial.
(Párr.22).
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2.4 Objeto de la acción Pauliana
El objetivo que persigue el acreedor con esta acción es el de obtener que se reponga la
garantía general hasta límites que permitan la satisfacción de su crédito.
El acreedor tiene el derecho de pedir que se declaren ineficaces los actos de su deudor
con los que renuncie a derechos (ejemplo, renuncia de la herencia o legado art. 674,
constitución de patrimonio familiar art. 488, renuncia a una prescripción ya ganada) o
disminuya su patrimonio (venta, donación, hipoteca, garantía mobiliaria, etc.),
solamente hasta el límite a que asciende su crédito. (Vásquez Aníbal, 2008, Párr.11)
Los actos de disposición (donación, venta, etc.) o de gravamen (hipoteca, constitución
de garantía mobiliaria, etc.), con los cual deudor provoca o agrava su insolvencia; y
los actos de renuncia a derechos con los cuales el deudor impide enriquecimiento,
como el pago de una deuda no vencida, la renuncia a una herencia, a un privilegio, a una
prescripción ya ganada, la renuncia a percibir una indemnización. (Vásquez
Aníbal,2018, párr.13)
Tanto los actos de enajenación (de disposición o gravamen) como los de renuncia a
derechos realizados por el deudor pueden ser atacados por vía de la acción pauliana
cuando agravan o provocan su insolvencia, poniendo en peligro la garantía común de
sus acreedores.
El legitimado para ejercitar la acción pauliana es el acreedor cuyos bienes se ven
reducidos por renuncia de derechos o disposición, imposibilitando o dificultando la
recuperación del crédito por parte del acreedor. Por otro lado, los actos jurídicos que
pueden ser impugnados vía acción pauliana son aquellos mediante los cuales el deudor
renuncia a derechos o dispone o o hipoteca sus bienes, siempre que reduzcan la garantía
patrimonial general o solidaria y comprometan la ejecución del crédito del acreedor.
( Vásquez Aníbal ,2018, párr.14-15)
El deudor goza de autonomía para renunciar a sus derechos o para disponer o grabar sus
bienes, sin ninguna injerencia ajena, siempre y cuando no ponga en peligro la
satisfacción de los intereses económicos de sus acreedores. Si el acto del deudor con el
cual causa perjuicio a su acreedor es gratuito, la acción pauliana procede
independientemente de la buena o mala fe del adquirente.
El art. 195 empieza estableciendo directamente el efecto principal de la acción pauliana
o de ineficacia. Señala que, a pedido del acreedor, puede declararse la ineficacia de los
actos de enajenación o renuncia de derechos celebrados por su deudor con los que
perjudique el cobro del crédito. De esta forma queda clara la distinción entre los efectos
de la acción pauliana (ineficacia) y los de la simulación (la nulidad).
El acto de renuncia a derechos, o de disposición o de gravamen realizado por el deudor
no es ineficaz, sino que sobreviene ineficaz a consecuencia de la pretensión del acreedor
perjudicado y solo hasta la cuantía del perjuicio. Además, se requiere la subsistencia del
perjuicio; si el deudor adquiere bienes con los que se recupera la garantía general para
sus acreedores, o él o el adquirente satisfacen el crédito u otorgan garantías específicas
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suficientes, no hay razón para que se declare la ineficacia. (Vásquez Aníbal, 2018,
párr.17-18)
La acción pauliana o revocatoria tiene por objeto la revocación de los actos del deudor
realizados en perjuicio de los acreedores. En efecto, siendo el patrimonio del deudor la
prenda común de los acreedores, es indudable el derecho de éstos a dejar sin efecto los
actos del deudor, que, con fraude, lo disminuyen, ocasionándoles de esta manera un
perjuicio (Espinoza, 2008, párr.11).
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Por otro lado, para el Código Civil de 1984(arts. 195 y 199) y para el Código italiano
(arts. 2901 y 2902), la pauliana es una conducta relativamente ineficaz frente a los
acreedores. El acreedor demandante pide que se declaren ineficaces respecto de él (más
no respecto de las partes ni de otros acreedores) los actos de renuncia de derechos o de
enajenación del patrimonio por los cuales el deudor origine perjuicio a sus derechos. El
acto se declara nulo y el acreedor puede embargar el objeto del acto impugnado a un
tercero adquirente. El acto que ha sido declarado ineficaz es inoponible al acreedor
vencedor en la acción pauliana, pero es oponible entre las partes y frente a cualquier
otro tercero distinto del acreedor accionante.
El acreedor que realiza la acción pauliana no pide la revocación, nulidad, resolución o
rescisión del acto de disposición, de gravamen o de renuncia a derechos, sino que su
petitorio (petitum) es la de declarar nula la acción sólo contra él. El acto jurídico
declarado ineficaz vía acción pauliana adolece de ineficacia relativa y no de ineficacia
absoluta (erga omnes), ya que esta no produce efectos solamente frente al acreedor
vencedor en la acción pauliana, pero su validez y eficacia la mantiene entre las partes
que lo celebraron y frente a cualquier otro tercero distinto del acreedor vencedor.
La primera cuestión que ha sido planteada es si esta acción es de naturaleza real o
personal, en la actualidad prácticamente nadie sostiene que dicha acción sea real, debido
a que existe consenso en que el acreedor no readquiere la propiedad, ni tampoco el bien
se reincorpora al patrimonio del deudor.
2.5.1 Naturaleza jurídica de la acción pauliana y figuras afines.
Para ir enmarcando la acción pauliana y determinar su naturaleza jurídica se debe
distinguir dicha acción de otras figuras afines para conocer las diferencias y qué es
propio de cada una porque el fraude de acreedores no sólo es la base de la acción
pauliana, sino que, dependiendo de la simultaneidad de diferentes requisitos, así como
de la naturaleza del fraude se podrá ejercitar una acción u otras.
2.5.1.1 Acción Pauliana y Acción de Simulación.
La acción de simulación y la acción pauliana son dos remedios que los acreedores
pueden usar para evitar que los bienes del deudor disminuyan, por lo que no podrá
recuperar el crédito. Sin embargo, se diferencian porque no reaccionan contra los
mismos actos jurídicos. Por un lado, la acción de simulación protege a los acreedores de
aquellos actos simulados por parte del deudor para intentar quedarse sin patrimonio, por
tanto, hay un acto que solo es aparente porque no existe jurídicamente. Mientras que en
la acción pauliana los actos son verdaderos y válidos, por tanto, sí existe una real
transmisión de los bienes del patrimonio del deudor a un tercero.
2.5.1.2 Acción Pauliana y Acción Nulidad.
Mediante la acción pauliana, como ya se ha visto, se impugna la eficacia de un acto que
es perjudicial, pero no su validez, porque en nuestro Ordenamiento jurídico no se
considera como una causa de nulidad. Por tanto, no tiene la naturaleza de la acción de
nulidad, que pretende eliminar todos los efectos del acto impugnado. Esto se refleja en
que el acto impugnado por la acción pauliana sigue subsistiendo posteriormente, porque
la ineficacia sólo afecta a la parte que sea necesaria para neutralizar el daño sufrido por
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el acreedor. Cabe señalar que la nulidad de la acción tiene legalidad general mientras
que la acción pauliana es muy limitada, ya que sólo puede ser ejercida por el acreedor
incurriendo en perjuicio.
2.4.1.3 Acción pauliana y acción de anulabilidad
Hay situaciones en las cuáles el acto fraudulento también es anulable de modo que
podría ser objeto de la acción pauliana, así como de la acción de anulabilidad. Sin
embargo, para respetar la nota, de subsidiaridad de la acción pauliana, ésta debería
interponerse en segundo lugar, es decir, después de la acción de anulabilidad.
2.5.1.4 Acción pauliana y acción subrogatoria.
La acción subrogatoria implica que el acreedor ejercite sus derechos y actividades
pertenecientes al deudor, pero en relación con su patrimonio. Por tanto, esta acción
aparece cuando el deudor todavía es solvente. Además, en la acción subrogatoria el
acreedor debe perseguir todos los bienes que son del deudor, pero en la acción pauliana,
además, debe utilizar cualquier otro medio de cobro disponible. En consecuencia, se
entiende que la acción subrogatoria se ejercitará antes que la acción pauliana.
2.5.1.5 Acción pauliana y acción rescisoria.
La acción pauliana se encuentra enmarcada dentro de nuestro Código Civil junto con las
demás causales de rescisión de los contratos y esto permite entender que pueda tener
sólo una ineficacia parcial. Ahora bien, dentro de las causas de rescisión se encuentran
causas de distinta naturaleza, pero en las cuales se produce una lesión o un perjuicio.
Por lo tanto, el hecho de que la acción pauliana se encuentre recopilada en este capítulo
permite mostrar más aún que no se trata de una acción de nulidad. Sin embargo,
tampoco tiene los mismos efectos, presupuestos y naturaleza que la rescisión de
contratos.
2.5.1.6 Acción pauliana y acción de inoponibilidad.
Tampoco puede considerarse que la acción pauliana sea lo mismo que la inoponibilidad
por varias razones. La acción pauliana requiere un procedimiento judicial y que exista
un perjuicio concreto para el acreedor, mientras que la inoponibilidad es más bien una
facultad automática basada en un perjuicio potencial y abstracto, que tiene como efecto
considerar que la transmisión nunca se ha producido. Y, además, en la acción pauliana
este perjuicio se encuentra en último lugar, porque sólo puede ejercitarse la acción
cuando no exista ningún otro medio. (Palau, 2019, p. 21-26). Por tanto, el alcance de la
acción pauliana solo importa para la inoponibilidad frente al acreedor ejecutante.
2.6. Sentencia
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2.7 Acción Subrogatoria
Es un medio legal de conservación de la garantía patrimonial y defensa con el que
cuentan los acreedores de una relación obligatoria que se activa ante el desinterés y
despreocupación del deudor de reclamar algún bien, derecho o dinero con el que pueda
incrementar su patrimonio, y así hacer posible el cumplimento de sus obligaciones
frente a su acreedor.
El jurista Javier Tapia Ramírez, afirma que “La acción subrogatoria, también llamada
acción indirecta u oblicua, es una acción o derecho propio del acreedor para proteger su
crédito, cuya finalidad es la de conservar el patrimonio del deudor ante la inactividad de
éste, y, para tal efecto, la ley faculta al acreedor para ejercer todos los derechos y
acciones que no sean de carácter personalísimo, por intermediación del deudor, contra el
tercero deudor de su deudor. Por ejemplo, si el deudor no cobra un pagaré que está a
punto de prescribir, el acreedor puede intentar la acción ejecutiva de tal pagaré, en
nombre del deudor. O bien, el deudor puede exigir la indemnización de daños y
perjuicios sufridos y no lo hace, también el acreedor podrá intentar la acción para hacer
efectivo el cobro y con esto garantizar su crédito.”
Para una doctrina peruana se le llama acción subrogatoria en razón de que el acreedor se
sustituye en los derechos de su deudor y los ejercita, ya sea para dirigirse contra un
deudor de su deudor a fin de que mediante la ejecución forzada pueda obtener la
satisfacción de su crédito, o, para oponerse a las pretensiones de un acreedor de su
deudor a fin de preservar los bienes de su patrimonio con los que él pretende hacerse
pago. (Vidal Ramírez, 2010, p. 100)
Es el carácter conservador de los bienes del deudor y constituye una garantía general
para todos los acreedores, salvo los bienes inembargables o los inherentes a la persona
física. Es decir, esta institución persigue una finalidad práctica consistente en introducir
en el patrimonio del deudor un bien que pueda ser adquirido por el individuo en
ejercicio de sus derechos frente a un tercero, o en el conservar un bien que podría salir
del patrimonio del deudor si este omite ejercitar el derecho que le corresponde o si no se
defiende frente a una pretensión ajena ilegítima: en el primer caso se trata de aumentar
el patrimonio del deudor; y en el segundo se trata de mantener la estabilidad patrimonial
actual.
De conformidad con el artículo 199 del CC en la acción subrogatoria:
“El acreedor puede ejercitar frente a los terceros adquirentes las acciones que le
correspondan sobre los bienes objeto del acto ineficaz. El tercero adquirente que tenga
frente al deudor derechos de crédito pendientes de la declaración de ineficacia, no puede
concurrir sobre el producto de los bienes que han sido objeto del acto ineficaz, sino
después que el acreedor haya sido satisfecho”.
La acción subrogatoria, en cuanto constituye una interferencia excepcional en el ámbito
jurídico del deudor, sólo se permite si concurren ciertos supuestos:
a) Inercia del deudor, no ejerciendo sus derechos ni defendiéndose.
b) La existencia de un peligro de daño, como consecuencia de la omisión del deudor.
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c) La calidad de acreedor del sujeto accionante.
Por tanto, la acción subrogatoria sirve tanto al acreedor contra el deudor de su deudor
(vía de acción) y así obtener la prestación que le era debida; como contra el acreedor de
su deudor (asumiendo su defensa) conservando los bienes de este para luego obtener la
prestación que se le debía.
c) Que no se trate de asuntos inherentes al propio deudor ni que la ley los prohíba o
el carácter patrimonial de los derechos o de las acciones en cuestión.
Aquí, aluden a los obstáculos de la subrogación para las acciones indirectas en la
tramitación de materias propias del deudor o prohibidas por la propia ley. (Parodi y
Castillo Freyre, 2008, p. 440)
En efecto, no pueden sustituir el ejercicio por el deudor de derechos o acciones que
tengan contenido personal o familiar, aunque el ejercicio de esos derechos pueda tener
carácter hereditario. Por ejemplo, pensemos en el desconocimiento sobre la paternidad
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de los hijos, la separación de los cónyuges, etc. Tampoco pueden ejercerse derechos o
acciones por subrogación y, a pesar de su carácter hereditario, pertenecen estrictamente
a la persona: por ejemplo, el derecho a considerar alimentos, el derecho a revocar las
donaciones por ingratitud. (Gallo, 2007)
En conclusión, que sea la ley misma la que prohíbe expresamente el ejercicio de las
acciones o derechos del deudor en las circunstancias en que no puedan ejercitarse, o
cuando dichas acciones o derechos sean de carácter personal o familiar.
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2.10 Naturaleza Jurídica de la Acción Subrogatoria
Generalmente, todo aquel que sea titular de un derecho, como, por ejemplo, un derecho
de crédito, es puntual en su ejercicio o en pretender su cumplimiento en primer lugar,
para proteger así su interés. Solo que puede ocurrir que este no tenga lugar. Pensando de
manera particular, en un deudor que se abstiene de reivindicar sus bienes, de demandar
judicialmente el resarcimiento de daños por él sufridos, o incluso de pretender por esta
última vía el pago de sus créditos (Gallo, 2007).
Es así que, la inercia del deudor puede deberse al hecho de que sus bienes serían
expropiados por sus acreedores, o tal vez a otras razones. Cuando surgen estos casos,
los acreedores pueden, de todas formas, sustituir al deudor en el ejercicio de sus
derechos o de sus acciones frente a terceros.
Por ende, la acción subrogatoria se reconoce como aquel mecanismo de defensa con el
que cuentan los acreedores de una relación obligatoria que se activa ante la desidia,
desinterés, despreocupación del deudor de reclamar algún bien, derecho o dinero con el
que pueda incrementar su patrimonio, y así hacer posible el cumplimento de sus
obligaciones frente a su acreedor.
De conformidad con el artículo 199 del Código Civil Peruano en la acción subrogatoria:
“El acreedor puede ejercitar frente a los terceros adquirentes las acciones que le
correspondan sobre los bienes objeto del acto ineficaz.
El tercero adquirente que tenga frente al deudor derechos de crédito pendientes de la
declaración de ineficacia, no puede concurrir sobre el producto de los bienes que han
sido objeto del acto ineficaz, sino después que el acreedor haya sido satisfecho”.
En ese marco, la facultad conferida viene a ser una autorización legal expresa al
acreedor para poder iniciar un proceso en contra del deudor, a fin de abordar una
pretensión, la cual, en principio, solo podría ser pretendida por este último, al ser éste
titular de la misma; asimismo, es “un instrumento de control crediticio que tutela el
legítimo interés del acreedor frente a la inercia del deudor insolvente que, a su vez, es
acreedor en otras relaciones jurídicas patrimoniales, a efectos que no se perjudique su
derecho de crédito y se traduce en el ejercicio de una pretensión procesal para asumir la
posición jurídica del deudor-acreedor para contrarrestar dicha inercia” (Aliaga
Huaripata, 2017).
Por un lado, tenemos que para una doctrina peruana se le llama acción subrogatoria en
razón de que el acreedor se sustituye en los derechos de su deudor y los ejercita, ya sea
para dirigirse contra un deudor de su deudor a fin de que mediante la ejecución forzada
pueda obtener la satisfacción de su crédito, o también para oponerse a las prestaciones
de un acreedor de su deudor a fin de preservar los bienes de su patrimonio con los que él
pretende hacerse pago. (Ramírez, 2010)
Así mismo encontramos en otra doctrina peruana, la cual señala que el acreedor, ante un
deudor negligente e insolvente, tiene el derecho de ejercitar, en vía de acción o para
asumir su defensa, los derechos de su deudor, con excepción de los inherentes a la
persona de tal deudor o cuando lo prohíba la ley (Parodi y Freyre, 2008).
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Por consiguiente, a través de estas distintas doctrinas, afirmamos que la acción
subrogatoria sirve al acreedor para poder dirigirse contra el deudor de su deudor
mediante una vía de acción, así mismo obtener la prestación que le era debida, y para
oponerse al acreedor de su deudor, es decir, asumir su defensa, de tal manera en la que
pueda conservar los bienes de este, para luego obtener la prestación que le debía.
3. Conclusiones
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5. Referencias
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