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“Año del fortalecimiento de la soberanía Nacional”

La acción pauliana en el Código Civil Los Efectos de la acción pauliana Acción


subrogatoria

Aponte Valladolid, Iliana Paola


Gonzales Reyes, Daniela Gabriela.
Espinoza Galiano, Eduardo Fabricio
Sernaque Nima, Diana Elizabeth
Vasquez Navarro, Diego Emilio

Derecho, Universidad tecnológica del Perú.

35548, Teoría General del Acto Jurídico.

Lic.Olaya Celi, Nirda Nohely.

Piura-Perú, 18 de mayo de 2022.

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Índice

1.Introducción 3

2.Desarrollo 4

2.1. Acción Pauliana en el Código Civil 4

2.2. Requisitos de la Acción Pauliana 5

2.3. Efectos Jurídicos de la Acción Pauliana 6

2.4. Objeto de la Acción Pauliana 8

2.5. Naturaleza Jurídica de la Acción Pauliana 9

2.5.1. Naturaleza Jurídica de la Acción Pauliana y Figuras Afines 10

2.5.1.1. Acción Pauliana y Acción de Simulación 10

2.5.1.2. Acción Pauliana y Acción Nulidad 10

2.5.1.3. Acción Pauliana y Acción Anulabilidad 11

2.5.1.4. Acción Pauliana y Acción Subrogatoria 11

2.5.1.5. Acción Pauliana y Acción Rescisoria 11

2.5.1.6. Acción Pauliana y acción de Inoponibilidad 11

2.6. Sentencia 11
2.7. Acción Subrogatoria 14
2.8. Requisitos de la Acción Subrogatoria 14

2.9. Objeto de la Acción Subrogatoria 15

2.10. Naturaleza Jurídica de la Acción Subrogatoria 16

3.Conclusiones 17

4.Referencias 18

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1. Introducción

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2. Cuerpo

2.1 Acción Pauliana en el Código Civil

Artículo 195.- Acción pauliana


Según el artículo 195 del código civil nos dice que el acreedor, aunque el crédito esté
sujeto a condición o a plazo, puede pedir que se declaren ineficaces respecto de él los
actos gratuitos del deudor por los que renuncie a derechos o con los que disminuya su
patrimonio conocido y perjudiquen el cobro del crédito. Se presume la existencia de
perjuicio cuando del acto del deudor resulta la imposibilidad de pagar íntegramente la
prestación debida, o se dificulte la posibilidad de cobro.
Si se trata de un acto a título oneroso se deben recurrir a los siguientes requisitos.

1) Si el crédito es anterior al acto de disminución patrimonial, que el tercero haya


tenido conocimiento del perjuicio a los derechos del acreedor o que, según las
circunstancias, haya estado en razonable situación de conocer o de no ignorarlos
y el perjuicio eventual de los mismos.
2) Si el acto cuya ineficacia se solicita fuera anterior al surgimiento del crédito, que
el deudor y el tercero lo hubiesen celebrado con el propósito de perjudicar la
satisfacción del crédito del futuro acreedor. Se presume dicha intención en el
deudor cuando ha dispuesto de bienes de cuya existencia había informado por
escrito al futuro acreedor. Se presume la intención del tercero cuando conocía o
estaba en aptitud de conocer el futuro crédito y que el deudor carece de otros
bienes registrados.

Incumbe al acreedor la prueba sobre la existencia del crédito y, en su caso, la


concurrencia de los requisitos indicados en los incisos 1 y 2 de este artículo.
Corresponde al deudor y al tercero la carga de la prueba sobre la inexistencia del
perjuicio, o sobre la existencia de bienes libres suficientes para garantizar la satisfacción
del crédito.

Según Diez Picazo, una acción de impugnación de carácter general que permite a los
acreedores atacar los actos fraudulentos del deudor. Esta acción, conocida normalmente
con el nombre de acción pauliana, puede definirse como el poder que el ordenamiento
jurídico confiere a los acreedores para impugnar los actos que el deudor realice en
fraude de sus derechos. (…) En rigor, la finalidad de la acción es permitir a los
acreedores cobrar aquello que se les debe y por consiguiente poner remedio al daño o
perjuicio que se les ocasiona. De este planteamiento se deduce que la consecuencia de la

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acción debe ser la ineficacia del acto fraudulento cuando a través de la ineficacia el
perjuicio puede ser rectificado.

2.2 Requisitos de la Acción Pauliana


Si el acto de disposición o gravamen es gratuito, el acreedor demandante debe probar:

1) La existencia del crédito.


2) La existencia del acto o actos por los que el deudor ha renunciado a derechos o
disminuido su patrimonio conocido, perjudicando el cobro del crédito.
No está en la obligación del demandante probar el perjuicio, sino solamente los actos
por los cuales el deudor ha disminuido o desaparecido su patrimonio conocido, Por
supuesto que nada impide que el acreedor demandante, si lo desea, pueda aportar
pruebas que estén a su alcance para demostrar la existencia del perjuicio, como sería,
por ejemplo, la presentación de un certificado negativo de propiedad del deudor
demandado, expedido por los registros públicos
Tratándose de actos onerosos hay que distinguir si han sido realizados antes o después
del nacimiento del crédito. Si el acto es posterior al surgimiento del crédito, el acreedor
demandante debe probar:
1) La existencia del crédito.
2) La existencia del acto o actos con los que el deudor ha renunciado a derechos o
disminuido su patrimonio conocido, perjudicando el cobro del crédito.
3) Que estos actos se han realizado con posterioridad al acto o hecho que ha
originado el crédito.
4) Que el tercero ha actuado de mala fe, conociendo el perjuicio causado al
acreedor o estando en razonable situación de conocer la existencia del crédito o
de no ignorarlo.
Nuestra ley no establece ninguna presunción de conocimiento del perjuicio por parte del
tercero adquirente con el fin de invertir la carga de la prueba. En algunos casos la
prueba de la mala fe del adquirente es fácil, por ejemplo, cuando la insolvencia del
deudor es notoria o de las relaciones entre deudor y adquirente se deduce que este
conoció el perjuicio, conforme al art. 195. dos son los requisitos para que proceda la
acción pauliana contra actos de disposición o gravamen posteriores al nacimiento del
crédito, si los demandados no prueban la inexistencia del perjuicio o la existencia de
bienes libres suficientes y el demandante prueba la mala fe del tercero, la demanda es
fundada, pero si no se prueba la mala fe del tercero, la demanda es infundada aun
cuando esté probado el perjuicio causado al acreedor demandante.

Si el acto es anterior al nacimiento del crédito, el acreedor debe probar:


1. La existencia del crédito.

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2. La existencia del acto de disposición.
3. Que este acto ha sido realizado con anterioridad al hecho que ha originado el
crédito.
4. Que tanto el deudor como el tercero han celebrado el acto de disposición con el
propósito de perjudicar el cobro del futuro crédito.

Pero como la connivencia fraudulenta entre el deudor y el tercero es de prueba difícil


que impide la aplicación de la acción pauliana, la ley presume la intención fraudulenta
en el deudor cuando ha dispuesto de bienes de cuya existencia había informado por
escrito al futuro acreedor, y se presume la intención del tercero cuando conocía o estaba
en la aptitud de conocer el futuro crédito y que el deudor carece de otros bienes
registrados, es decir que en estos casos se invierte la carga de la prueba,
correspondiendo al tercero adquirente demostrar su buena fe, acreditando, que el deudor
tiene otros bienes embargables en el territorio de la República o que desconocía la
existencia de acreedores.

2.3 Efectos Jurídicos de la Acción Pauliana


El acreedor persigue que se declare respecto de él la ineficacia de los actos realizados
por su deudor con los cuales renuncie a derechos o disminuya su patrimonio conocido,
perjudicando el cobro del crédito actual o futuro. Está orientada asegurar el recupero del
crédito, razón por la que la ley (C.C art. 195) confiere al acreedor el poder de obtener la
declaración judicial de ineficacia, respecto de él, de los actos realizados por el su deudor
que inciden negativamente sobre la estabilidad patrimonial del mismo, perjudicando el
recupero del crédito.
Con la acción pauliana, el acreedor perjudicado no ataca solamente los actos de graves
realizados por su deudor sino también los que impiden su enriquecimiento, como la
renuncia de derechos. (Vásquez Aníbal, 20018, párr.2-3)
Con la sentencia con la cual se declara la ineficacia no se invalida el acto jurídico
realizado por el deudor, sino solamente se establece que dicho acto no surte efectos con
relación al acreedor vencedor en la contienda judicial, permitiéndole que pueda
embargar y rematar los bienes que el tercero ha adquirido mediante el acto ineficaz. Se
trata de una ineficacia relativa y parcial: el acto realizado por el deudor es perfectamente
válido y eficaz entre las partes y frente a terceros, pero es inoponible al acreedor
vencedero en la acción pauliana.
Por tanto, la disposición por el deudor es idónea para producir una transmisión de
dominio, cuyo resultado es que los bienes se integrarán a todos los efectos en el
patrimonio del adquirente. En pocas palabras, la acción pauliana impide que el bien sea
sustraído de la acción del acreedor, triunfante en dicha acción. (Vásquez Aníbal, 2018,
párr.4-5-6)

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El efecto de la acción pauliana no es hacer que los bienes adquiridos por el tercero
vuelvan al patrimonio del deudor, sino únicamente permitir al acreedor victorioso
realizar los bienes del tercero para con el producto hacerse pago de su crédito.
El acto de disposición celebrado por el deudor con el tercero, al no estar viciado de
invalidez conserva su eficacia interpartes y frente a terceros. La sentencia únicamente
faculta al acreedor a embargar y rematar judicialmente los bienes adquiridos por el
tercero que perjudican el recupero del crédito. Es decir, el acreedor vencedor en la
acción pauliana está facultado para actuar como si no existiera el acto de disposición o
de renuncia a derechos realizado por el deudor, pues los bienes objeto del acto
declarado ineficaz siguen formando parte del patrimonio que constituye garantía general
del acreedor vencedor en la pauliana. (Vásquez Aníbal,2018, párr.7)
La acción pauliana, al igual que la subrogatoria, tiene una función conservativa de la
garantía patrimonial genérica, o sea es un instrumento orientado a asegurar la
realización judicial de los bienes que el deudor ha dispuesto o gravado, los que, de otro
modo, habiendo salido del patrimonio del deudor, no podrían ser embargados y
rematados por el acreedor. (Vásquez Aníbal ,2018, párr.8)
Con la acción pauliana se protege el crédito de un determinado acreedor, declarando la
ineficacia del acto por el cual su deudor dispone de su patrimonio, de manera que lo
disminuya, o no acepte que ingresen en él bienes o derechos que lo incrementen,
perjudicando, de este modo, el cobro eventual que con ello se pudiera hacer aquél.
En el caso de la anulación o nulidad del acto jurídico los efectos son evidentes, se anula
el asiento registral donde se inscribió el acto de transferencia. No así en el caso de la
inoponibilidad, donde los efectos son distintos. (Espinoza Jean,2008, párr.19)
Parece no haber un criterio unificado tampoco respecto a las consecuencias de la
inoponibilidad del acto frente al acreedor. Deben revisar sentencias en las que se
declaraba inoponible el acto jurídico, pero anulando el asiento registral, lo cual sería
contradictorio al espíritu mismo de la figura de la inoponibilidad. (Párr.20)
Los efectos de la acción pauliana deben ser la inoponibilidad del acto jurídico,
definitivamente no la nulidad del acto jurídico, de modo tal que el acto jurídico continúa
surtiendo los mismos efectos que después de celebrado el acto. Por lo tanto, el efecto
final de la inoponibilidad debería ser la inscripción de la sentencia que declara ineficaz
el acto jurídico en la partida registral del bien transferido, a fin de cumplir con el
principio de publicidad y la protección del derecho del acreedor. (Espinosa Jean,2008,
párr.21)
Finalmente, los estándares unificadores de la Corte Suprema sobre la naturaleza legal de
los litigios múltiples ayudarán a las jurisdicciones inferiores a aplicar la ley. Es muy
necesario que los magistrados empiecen a entender la acción pauliana prevista en el
artículo 195 del Código Civil como una acción de revocación, pero en la que la
revocación es ficticia, porque el acreedor que la invoca no obtiene la nulidad del acto,
sino la incapacidad. de la cesión hecha por el deudor. Obligatorio. Se trata de buscar la
correcta aplicación de la ley y la necesaria uniformidad de las normas del poder judicial.
(Párr.22).

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2.4 Objeto de la acción Pauliana
El objetivo que persigue el acreedor con esta acción es el de obtener que se reponga la
garantía general hasta límites que permitan la satisfacción de su crédito.
El acreedor tiene el derecho de pedir que se declaren ineficaces los actos de su deudor
con los que renuncie a derechos (ejemplo, renuncia de la herencia o legado art. 674,
constitución de patrimonio familiar art. 488, renuncia a una prescripción ya ganada) o
disminuya su patrimonio (venta, donación, hipoteca, garantía mobiliaria, etc.),
solamente hasta el límite a que asciende su crédito. (Vásquez Aníbal, 2008, Párr.11)
Los actos de disposición (donación, venta, etc.) o de gravamen (hipoteca, constitución
de garantía mobiliaria, etc.), con los cual deudor provoca o agrava su insolvencia; y
los actos de renuncia a derechos con los cuales el deudor impide enriquecimiento,
como el pago de una deuda no vencida, la renuncia a una herencia, a un privilegio, a una
prescripción ya ganada, la renuncia a percibir una indemnización. (Vásquez
Aníbal,2018, párr.13)
Tanto los actos de enajenación (de disposición o gravamen) como los de renuncia a
derechos realizados por el deudor pueden ser atacados por vía de la acción pauliana
cuando agravan o provocan su insolvencia, poniendo en peligro la garantía común de
sus acreedores.
El legitimado para ejercitar la acción pauliana es el acreedor cuyos bienes se ven
reducidos por renuncia de derechos o disposición, imposibilitando o dificultando la
recuperación del crédito por parte del acreedor. Por otro lado, los actos jurídicos que
pueden ser impugnados vía acción pauliana son aquellos mediante los cuales el deudor
renuncia a derechos o dispone o o hipoteca sus bienes, siempre que reduzcan la garantía
patrimonial general o solidaria y comprometan la ejecución del crédito del acreedor.
( Vásquez Aníbal ,2018, párr.14-15)
El deudor goza de autonomía para renunciar a sus derechos o para disponer o grabar sus
bienes, sin ninguna injerencia ajena, siempre y cuando no ponga en peligro la
satisfacción de los intereses económicos de sus acreedores. Si el acto del deudor con el
cual causa perjuicio a su acreedor es gratuito, la acción pauliana procede
independientemente de la buena o mala fe del adquirente.
El art. 195 empieza estableciendo directamente el efecto principal de la acción pauliana
o de ineficacia. Señala que, a pedido del acreedor, puede declararse la ineficacia de los
actos de enajenación o renuncia de derechos celebrados por su deudor con los que
perjudique el cobro del crédito. De esta forma queda clara la distinción entre los efectos
de la acción pauliana (ineficacia) y los de la simulación (la nulidad).
El acto de renuncia a derechos, o de disposición o de gravamen realizado por el deudor
no es ineficaz, sino que sobreviene ineficaz a consecuencia de la pretensión del acreedor
perjudicado y solo hasta la cuantía del perjuicio. Además, se requiere la subsistencia del
perjuicio; si el deudor adquiere bienes con los que se recupera la garantía general para
sus acreedores, o él o el adquirente satisfacen el crédito u otorgan garantías específicas

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suficientes, no hay razón para que se declare la ineficacia. (Vásquez Aníbal, 2018,
párr.17-18)
La acción pauliana o revocatoria tiene por objeto la revocación de los actos del deudor
realizados en perjuicio de los acreedores. En efecto, siendo el patrimonio del deudor la
prenda común de los acreedores, es indudable el derecho de éstos a dejar sin efecto los
actos del deudor, que, con fraude, lo disminuyen, ocasionándoles de esta manera un
perjuicio (Espinoza, 2008, párr.11).

2.5 Naturaleza Jurídica de la acción Pauliana


La acción pauliana nació en el Derecho Romano, aparece como remedio contra el fraus
creditorum, cuando la responsabilidad de los deudores se fue tornando solo patrimonial,
y que su origen es concordante con el surgimiento de la responsabilidad patrimonial, no
existe consenso en la doctrina para reconocerle la autoría al pretor Paulus, de quien
deriva su nomen iuris.
En la actualidad integra el derecho a la libertad y seguridad de la persona como un
derecho fundamental, aunque permite las penas de prisión por incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. El deudor que a sabiendas sustraía sus bienes de la
persecución de sus acreedores comete un delito punible y, por la acción pauliana, está
sujeto a una sanción penal que le obliga a devolver los bienes sustraídos por el mismo
valor sólo si dispone de los mismos. Por ello era una acción restitutoria, pero además
por su carácter colectivo, era una acción revocatoria, pues la revocación del acto
fraudulento beneficiaba a todos los acreedores del deudor y no solo al que había
ejercitado la acción pauliana. (Vidal,2011. p.454-457)
En cuanto a la naturaleza jurídica no se concluye sobre si la acción pauliana es
revocable, de nulidad, de rescisión o de ineficacia relativa.
Según Colín y Capitant, la acción pauliana busca deshacer las acciones del deudor que
causaron daño al acreedor en caso de fraude.
Para autores como Baudry Lacantinerie y Barde, Josserand, Maynz, la acción pauliana
es una acción de nulidad.
Solazzi, afirma que el fin de la acción pauliana es la rescisión del acto para que el
acreedor pueda disponer del bien alienado como si perteneciera aún a su deudor. Por
otro lado, Messineo asegura que la acción pauliana siempre desemboca en la ineficacia
relativa del acto perjudicial.
El derogado Código Civil peruano de 1936, otorgó a la acción pauliana el carácter de
revocación y de anulabilidad. La revocación, al igual que la declaración de nulidad de
un acto anulable, priva al acto de sus efectos erga omnes, el acto queda liquidado y los
bienes transferidos vuelven al dominio del deudor, restableciéndose la garantía general
para todos los acreedores. Un acreedor astuto podía embargar los bienes antes que el
acreedor vencedor en la acción pauliana, quien se quedaba sin poder recuperar su
crédito.

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Por otro lado, para el Código Civil de 1984(arts. 195 y 199) y para el Código italiano
(arts. 2901 y 2902), la pauliana es una conducta relativamente ineficaz frente a los
acreedores. El acreedor demandante pide que se declaren ineficaces respecto de él (más
no respecto de las partes ni de otros acreedores) los actos de renuncia de derechos o de
enajenación del patrimonio por los cuales el deudor origine perjuicio a sus derechos. El
acto se declara nulo y el acreedor puede embargar el objeto del acto impugnado a un
tercero adquirente. El acto que ha sido declarado ineficaz es inoponible al acreedor
vencedor en la acción pauliana, pero es oponible entre las partes y frente a cualquier
otro tercero distinto del acreedor accionante.
El acreedor que realiza la acción pauliana no pide la revocación, nulidad, resolución o
rescisión del acto de disposición, de gravamen o de renuncia a derechos, sino que su
petitorio (petitum) es la de declarar nula la acción sólo contra él. El acto jurídico
declarado ineficaz vía acción pauliana adolece de ineficacia relativa y no de ineficacia
absoluta (erga omnes), ya que esta no produce efectos solamente frente al acreedor
vencedor en la acción pauliana, pero su validez y eficacia la mantiene entre las partes
que lo celebraron y frente a cualquier otro tercero distinto del acreedor vencedor.
La primera cuestión que ha sido planteada es si esta acción es de naturaleza real o
personal, en la actualidad prácticamente nadie sostiene que dicha acción sea real, debido
a que existe consenso en que el acreedor no readquiere la propiedad, ni tampoco el bien
se reincorpora al patrimonio del deudor.
2.5.1 Naturaleza jurídica de la acción pauliana y figuras afines.
Para ir enmarcando la acción pauliana y determinar su naturaleza jurídica se debe
distinguir dicha acción de otras figuras afines para conocer las diferencias y qué es
propio de cada una porque el fraude de acreedores no sólo es la base de la acción
pauliana, sino que, dependiendo de la simultaneidad de diferentes requisitos, así como
de la naturaleza del fraude se podrá ejercitar una acción u otras.
2.5.1.1 Acción Pauliana y Acción de Simulación.
La acción de simulación y la acción pauliana son dos remedios que los acreedores
pueden usar para evitar que los bienes del deudor disminuyan, por lo que no podrá
recuperar el crédito. Sin embargo, se diferencian porque no reaccionan contra los
mismos actos jurídicos. Por un lado, la acción de simulación protege a los acreedores de
aquellos actos simulados por parte del deudor para intentar quedarse sin patrimonio, por
tanto, hay un acto que solo es aparente porque no existe jurídicamente. Mientras que en
la acción pauliana los actos son verdaderos y válidos, por tanto, sí existe una real
transmisión de los bienes del patrimonio del deudor a un tercero.
2.5.1.2 Acción Pauliana y Acción Nulidad.
Mediante la acción pauliana, como ya se ha visto, se impugna la eficacia de un acto que
es perjudicial, pero no su validez, porque en nuestro Ordenamiento jurídico no se
considera como una causa de nulidad. Por tanto, no tiene la naturaleza de la acción de
nulidad, que pretende eliminar todos los efectos del acto impugnado. Esto se refleja en
que el acto impugnado por la acción pauliana sigue subsistiendo posteriormente, porque
la ineficacia sólo afecta a la parte que sea necesaria para neutralizar el daño sufrido por

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el acreedor. Cabe señalar que la nulidad de la acción tiene legalidad general mientras
que la acción pauliana es muy limitada, ya que sólo puede ser ejercida por el acreedor
incurriendo en perjuicio.
2.4.1.3 Acción pauliana y acción de anulabilidad
Hay situaciones en las cuáles el acto fraudulento también es anulable de modo que
podría ser objeto de la acción pauliana, así como de la acción de anulabilidad. Sin
embargo, para respetar la nota, de subsidiaridad de la acción pauliana, ésta debería
interponerse en segundo lugar, es decir, después de la acción de anulabilidad.
2.5.1.4 Acción pauliana y acción subrogatoria.
La acción subrogatoria implica que el acreedor ejercite sus derechos y actividades
pertenecientes al deudor, pero en relación con su patrimonio. Por tanto, esta acción
aparece cuando el deudor todavía es solvente. Además, en la acción subrogatoria el
acreedor debe perseguir todos los bienes que son del deudor, pero en la acción pauliana,
además, debe utilizar cualquier otro medio de cobro disponible. En consecuencia, se
entiende que la acción subrogatoria se ejercitará antes que la acción pauliana.
2.5.1.5 Acción pauliana y acción rescisoria.
La acción pauliana se encuentra enmarcada dentro de nuestro Código Civil junto con las
demás causales de rescisión de los contratos y esto permite entender que pueda tener
sólo una ineficacia parcial. Ahora bien, dentro de las causas de rescisión se encuentran
causas de distinta naturaleza, pero en las cuales se produce una lesión o un perjuicio.
Por lo tanto, el hecho de que la acción pauliana se encuentre recopilada en este capítulo
permite mostrar más aún que no se trata de una acción de nulidad. Sin embargo,
tampoco tiene los mismos efectos, presupuestos y naturaleza que la rescisión de
contratos.
2.5.1.6 Acción pauliana y acción de inoponibilidad.
Tampoco puede considerarse que la acción pauliana sea lo mismo que la inoponibilidad
por varias razones. La acción pauliana requiere un procedimiento judicial y que exista
un perjuicio concreto para el acreedor, mientras que la inoponibilidad es más bien una
facultad automática basada en un perjuicio potencial y abstracto, que tiene como efecto
considerar que la transmisión nunca se ha producido. Y, además, en la acción pauliana
este perjuicio se encuentra en último lugar, porque sólo puede ejercitarse la acción
cuando no exista ningún otro medio. (Palau, 2019, p. 21-26). Por tanto, el alcance de la
acción pauliana solo importa para la inoponibilidad frente al acreedor ejecutante.

2.6. Sentencia

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2.7 Acción Subrogatoria
Es un medio legal de conservación de la garantía patrimonial y defensa con el que
cuentan los acreedores de una relación obligatoria que se activa ante el desinterés y
despreocupación del deudor de reclamar algún bien, derecho o dinero con el que pueda
incrementar su patrimonio, y así hacer posible el cumplimento de sus obligaciones
frente a su acreedor.
El jurista Javier Tapia Ramírez, afirma que “La acción subrogatoria, también llamada
acción indirecta u oblicua, es una acción o derecho propio del acreedor para proteger su
crédito, cuya finalidad es la de conservar el patrimonio del deudor ante la inactividad de
éste, y, para tal efecto, la ley faculta al acreedor para ejercer todos los derechos y
acciones que no sean de carácter personalísimo, por intermediación del deudor, contra el
tercero deudor de su deudor. Por ejemplo, si el deudor no cobra un pagaré que está a
punto de prescribir, el acreedor puede intentar la acción ejecutiva de tal pagaré, en
nombre del deudor. O bien, el deudor puede exigir la indemnización de daños y
perjuicios sufridos y no lo hace, también el acreedor podrá intentar la acción para hacer
efectivo el cobro y con esto garantizar su crédito.”
Para una doctrina peruana se le llama acción subrogatoria en razón de que el acreedor se
sustituye en los derechos de su deudor y los ejercita, ya sea para dirigirse contra un
deudor de su deudor a fin de que mediante la ejecución forzada pueda obtener la
satisfacción de su crédito, o, para oponerse a las pretensiones de un acreedor de su
deudor a fin de preservar los bienes de su patrimonio con los que él pretende hacerse
pago. (Vidal Ramírez, 2010, p. 100)
Es el carácter conservador de los bienes del deudor y constituye una garantía general
para todos los acreedores, salvo los bienes inembargables o los inherentes a la persona
física. Es decir, esta institución persigue una finalidad práctica consistente en introducir
en el patrimonio del deudor un bien que pueda ser adquirido por el individuo en
ejercicio de sus derechos frente a un tercero, o en el conservar un bien que podría salir
del patrimonio del deudor si este omite ejercitar el derecho que le corresponde o si no se
defiende frente a una pretensión ajena ilegítima: en el primer caso se trata de aumentar
el patrimonio del deudor; y en el segundo se trata de mantener la estabilidad patrimonial
actual.
De conformidad con el artículo 199 del CC en la acción subrogatoria:
“El acreedor puede ejercitar frente a los terceros adquirentes las acciones que le
correspondan sobre los bienes objeto del acto ineficaz. El tercero adquirente que tenga
frente al deudor derechos de crédito pendientes de la declaración de ineficacia, no puede
concurrir sobre el producto de los bienes que han sido objeto del acto ineficaz, sino
después que el acreedor haya sido satisfecho”.
La acción subrogatoria, en cuanto constituye una interferencia excepcional en el ámbito
jurídico del deudor, sólo se permite si concurren ciertos supuestos:
a) Inercia del deudor, no ejerciendo sus derechos ni defendiéndose.
b) La existencia de un peligro de daño, como consecuencia de la omisión del deudor.

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c) La calidad de acreedor del sujeto accionante.
Por tanto, la acción subrogatoria sirve tanto al acreedor contra el deudor de su deudor
(vía de acción) y así obtener la prestación que le era debida; como contra el acreedor de
su deudor (asumiendo su defensa) conservando los bienes de este para luego obtener la
prestación que se le debía.

2.8 Requisitos de la acción subrogatoria


a) Que se trate de un deudor negligente o inercia del deudor.
Primero, es un deudor negligente. Es decir, el deudor deja de ejercer el derecho que
puede y debe actuar o actuar para defenderse. La negligencia es culpa, la falta de
responsabilidad para proteger sus bienes. Tal falta u omisión debe ser verdadera, ya que
una simple o breve demora impedirían que el acreedor se inmiscuyera en los asuntos de
los demás, es decir, en los derechos de sus deudores. (Parodi, 2008, p. 439)
Según Gallo (2007) la subrogación de los acreedores es posible solo si el deudor se
abstiene de ejercer sus derechos o acciones, más no en caso de que se ejerza de manera
incorrecta o perjudicial para sus acreedores. En resumen, la falta de interés de un deudor
en ejercer derechos frente a otro deudor, aumentando así sus activos o tomar acción
contra otro acreedor, manteniendo así sus activos existentes, pone en peligro la
satisfacción de los intereses del acreedor.
b) Que el deudor esté en situación de insolvencia o perjuicio para los acreedores.
En este requisito, la insolvencia del deudor es entonces esencial porque de lo contrario
el acreedor carecerá de interés legítimo para actuar o asumir la defensa. Entonces, las
reclamaciones garantizadas por activos sustanciales evitarán que los acreedores violen
la jurisdicción de su deudor para emprender acciones contra terceros. (Osterling Parodi
y Castillo Freyre, 2008, p. 440)
En otras palabras, la subrogación no sería posible en caso de que la dimensión del
patrimonio sea tal que permita una fácil satisfacción de las pretensiones de los
acreedores. (Gallo, 2007, p. 168)
En suma, que el patrimonio del deudor resulte insuficiente o no sé de abasto para
satisfacer el interés de su acreedor causándole un perjuicio.

c) Que no se trate de asuntos inherentes al propio deudor ni que la ley los prohíba o
el carácter patrimonial de los derechos o de las acciones en cuestión.
Aquí, aluden a los obstáculos de la subrogación para las acciones indirectas en la
tramitación de materias propias del deudor o prohibidas por la propia ley. (Parodi y
Castillo Freyre, 2008, p. 440)
En efecto, no pueden sustituir el ejercicio por el deudor de derechos o acciones que
tengan contenido personal o familiar, aunque el ejercicio de esos derechos pueda tener
carácter hereditario. Por ejemplo, pensemos en el desconocimiento sobre la paternidad

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de los hijos, la separación de los cónyuges, etc. Tampoco pueden ejercerse derechos o
acciones por subrogación y, a pesar de su carácter hereditario, pertenecen estrictamente
a la persona: por ejemplo, el derecho a considerar alimentos, el derecho a revocar las
donaciones por ingratitud. (Gallo, 2007)
En conclusión, que sea la ley misma la que prohíbe expresamente el ejercicio de las
acciones o derechos del deudor en las circunstancias en que no puedan ejercitarse, o
cuando dichas acciones o derechos sean de carácter personal o familiar.

2.9 Objeto de la Acción Subrogatoria


Claramente la acción subrogatoria está orientada a evitar la pérdida del patrimonio del
deudor que responde a la deuda y tutela al acreedor frente a la inercia del obligado. Por
ende, en situaciones en que el patrimonio del deudor pueda verse mermado debido a su
inactividad o inercia, es decir en peligro de caer en situación de insolvencia, es ahí
donde el ordenamiento jurídico le da la faculta al acreedor para que pueda ejercer la
acción subrogatoria con el objetivo de que este mismo pueda ejercer los derechos y
acciones del deudor y de esta manera se pueda evitar así daños que pueda producir
dicha inercia, como por ejemplo quedar en una situación que no le permita cumplir con
sus obligaciones en detrimento claro para los acreedores (Lacruz, 1985).
Según Lacruz (1985) con la acción subrogatoria se busca incrementar el patrimonio del
deudor teniendo en tal sentido dicha acción naturaleza conservativa. Pues el acreedor
actúa en lugar del deudor ejercitando los derechos y acciones de éste que tiene
abandonados y había de producir un aumento en su patrimonio (pp. 319).
La facultad de intervenir en la esfera jurídica del deudor es conocida también como
acción oblicua o indirecta, ya que, el acreedor no interviene en los negocios
directamente, en nombre propio, sino que lo hace en representación del deudor (Brenes,
Tratado de las obligaciones, p.115).
En la jurisprudencia podemos observar que la acción subrogatoria es el instrumento
destinado para intervenir en una fase de actuación de la relación obligatoria no afectada
aún por la patología del incumplimiento, tratándose de una acción eminente
conservativa y cautelar cuyo fundamento se encuentra en el principio de responsabilidad
patrimonial del deudor asumiendo el patrimonio de éste, es decir, el conjunto de sus
bienes presentes y futuros, así también, el carácter de garantía genérica del
incumplimiento de las obligaciones asumidas por él o relacionadas con él.
En definitiva, podemos hablar del objeto de la acción subrogatoria como aquella acción
que el ordenamiento le otorga al acreedor como una medida para tutelar su crédito, para
que de esa manera pueda ejercer los derechos y acciones del deudor en caso de que éste
tenga una actitud de inercia o pasividad para el ejercicio de dichos derechos y acciones,
produciendo con ello que su patrimonio se debilite o desaparezca, provocando con ello
que el deudor no tenga un patrimonio suficiente para sustentar el pago de sus créditos.

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2.10 Naturaleza Jurídica de la Acción Subrogatoria
Generalmente, todo aquel que sea titular de un derecho, como, por ejemplo, un derecho
de crédito, es puntual en su ejercicio o en pretender su cumplimiento en primer lugar,
para proteger así su interés. Solo que puede ocurrir que este no tenga lugar. Pensando de
manera particular, en un deudor que se abstiene de reivindicar sus bienes, de demandar
judicialmente el resarcimiento de daños por él sufridos, o incluso de pretender por esta
última vía el pago de sus créditos (Gallo, 2007).
Es así que, la inercia del deudor puede deberse al hecho de que sus bienes serían
expropiados por sus acreedores, o tal vez a otras razones. Cuando surgen estos casos,
los acreedores pueden, de todas formas, sustituir al deudor en el ejercicio de sus
derechos o de sus acciones frente a terceros. 
Por ende, la acción subrogatoria se reconoce como aquel mecanismo de defensa con el
que cuentan los acreedores de una relación obligatoria que se activa ante la desidia,
desinterés, despreocupación del deudor de reclamar algún bien, derecho o dinero con el
que pueda incrementar su patrimonio, y así hacer posible el cumplimento de sus
obligaciones frente a su acreedor.
De conformidad con el artículo 199 del Código Civil Peruano en la acción subrogatoria:
“El acreedor puede ejercitar frente a los terceros adquirentes las acciones que le
correspondan sobre los bienes objeto del acto ineficaz.
El tercero adquirente que tenga frente al deudor derechos de crédito pendientes de la
declaración de ineficacia, no puede concurrir sobre el producto de los bienes que han
sido objeto del acto ineficaz, sino después que el acreedor haya sido satisfecho”.
En ese marco, la facultad conferida viene a ser una autorización legal expresa al
acreedor para poder iniciar un proceso en contra del deudor, a fin de abordar una
pretensión, la cual, en principio, solo podría ser pretendida por este último, al ser éste
titular de la misma; asimismo, es “un instrumento de control crediticio que tutela el
legítimo interés del acreedor frente a la inercia del deudor insolvente que, a su vez, es
acreedor en otras relaciones jurídicas patrimoniales, a efectos que no se perjudique su
derecho de crédito y se traduce en el ejercicio de una pretensión procesal para asumir la
posición jurídica del deudor-acreedor para contrarrestar dicha inercia” (Aliaga
Huaripata, 2017).
Por un lado, tenemos que para una doctrina peruana se le llama acción subrogatoria en
razón de que el acreedor se sustituye en los derechos de su deudor y los ejercita, ya sea
para dirigirse contra un deudor de su deudor a fin de que mediante la ejecución forzada
pueda obtener la satisfacción de su crédito, o también para oponerse a las prestaciones
de un acreedor de su deudor a fin de preservar los bienes de su patrimonio con los que él
pretende hacerse pago. (Ramírez, 2010)
Así mismo encontramos en otra doctrina peruana, la cual señala que el acreedor, ante un
deudor negligente e insolvente, tiene el derecho de ejercitar, en vía de acción o para
asumir su defensa, los derechos de su deudor, con excepción de los inherentes a la
persona de tal deudor o cuando lo prohíba la ley (Parodi y Freyre, 2008).

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Por consiguiente, a través de estas distintas doctrinas, afirmamos que la acción
subrogatoria sirve al acreedor para poder dirigirse contra el deudor de su deudor
mediante una vía de acción, así mismo obtener la prestación que le era debida, y para
oponerse al acreedor de su deudor, es decir, asumir su defensa, de tal manera en la que
pueda conservar los bienes de este, para luego obtener la prestación que le debía.

3. Conclusiones

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5. Referencias

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