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DERECHOS REALES

VII SEMESTRE

INTRODUCCION

Las cosas y su apropiación, son elementos vitales para la vida del hombre,


para su bienestar, para su cultura y moral. Pero ocurre que la apropiación y
goce de una cosa por el hombre, supone la exclusión de la apropiación y goce
de esa misma cosa por otros.
En torno al derecho de las cosas gira la organización social y política de los
pueblos, su estilo de vida, su filosofía.
De un derecho absoluto e ilimitado como lo era la propiedad y los
demás derechos reales en Roma, hoy día se reconocen límites y restricciones
al mismo, a tal punto de ser concebido como relativo y limitado.
Estas restricciones surgieron con la concepción de estado social de derecho
que pregona una superioridad de los intereses sociales ante los individuales.
Así la misma Iglesia Católica, mediante sus encíclicas pregona que la
propiedad debe cumplir una función social.
ETIMOLOGIA Y CONCEPTO DE LOS DERECHOS REALES

Etimología de los Derechos Reales: Los derechos reales, como su


etimología lo dice (del latín realis, derivado de res, rei ‘cosa’).

Concepto de Derechos Reales: Son los derechos que se constituyen sobre


las cosas, en oposición a los derechos personales que se constituyen sobre
las personas (derechos de hacer, o sobre su patrimonio).

El Derecho Real es un derecho absoluto, de contenido patrimonial,


cuyas normas substancialmente de orden público, establecen entre
una persona (sujeto activo) y una cosa (objeto) una relación inmediata, que
previa publicidad, obliga a la sociedad (sujeto pasivo) a abstenerse de realizar
cualquier acto contrario al uso y goce del derecho real.

Ejemplos de derechos reales

El derecho real por excelencia es la propiedad. Para el derecho, la propiedad


se compone por tres elementos: el derecho a usar, el derecho a disfrutar y
el derecho a disponer. El derecho a usar no requiere mayor explicación.

El derecho a disfrutar, se refiere a que la persona que lo tiene puede no solo


beneficiarse del uso del bien, sino que también puede aprovechar los frutos
(literales como en el caso de las crías de animales, las cosechas de un terreno
o civiles que pueden ser rentas, intereses u otros pagos producto del bien).
Finalmente, el derecho a disponer, que se refiere a la facultad que tiene el
dueño de enajenar o cambiar la naturaleza e incluso de destruir el bien del cual
es propietario.

Características de los derechos reales:

 Es un derecho absoluto: es decir no reconoce límites. Hoy día se


reconocen más límites a favor de la sociedad
 Es de contenido patrimonial: solo importa aquello que sea susceptible
de valoración económica. Los derechos reales conjuntamente con los
derechos de créditos e intelectuales constituyen los derechos
patrimoniales en nuestra legislación.
 Es un vínculo entre una persona y una cosa, y sólo a nivel subsidiario
es un vínculo entre dos personas.
 Es una relación inmediata, pues el uso y goce de las cosas es de
manera directa sin necesidad de ningún acto de terceros.
 Son erga omnes: se ejerce contra todos.
 Se rigen por el principio de legalidad, pues solo existen aquellos
derechos reales creados por la Ley, conforme al artículo 1953.

CLASIFICACION DE LOS DERECHOS REALES

Los derechos reales se pueden clasificar de diversas maneras según la teoría,


así como también existen diversos medios de transmitirlos. Los principales
derechos reales son:

1. La propiedad, misma que ya explicamos.

2. El usufructo consiste en el derecho de usar que se transfiere a un


tercero distinto al propietario.

3. La reserva de dominio que es cuando del derecho a disponer no se


transfiere cuando un bien inmueble se enajena (cambia de dueño).

4. La hipoteca, que es un derecho de garantía, en que un bien inmueble


sirve como respaldo de un crédito (deuda, obligación, etc.) y si este no
se paga el acreedor podrá poner a la venta (mediante autoridad judicial)
el bien o adjudicárselo (que se habla de su propiedad).

5. La prenda, que es esencialmente lo mismo que la hipoteca, únicamente


que para los bienes muebles.

6. La servidumbre, que es cuando un bien inmueble genera una


obstrucción para otro bien inmueble, por lo tanto el propietario del
obstructor debe proporcionar algún derecho de tránsito dentro del
mismo, tal es el caso de las servidumbres de paso, servidumbres de
acueducto, servidumbres de vista, etcétera.
LOS BIENES EN EL DERECHO REAL

1. Noción

Los bienes son el objeto de los derechos reales. Los bienes son distintos unos
de otros y su diferente naturaleza determina que estos se encuentren sujetos
en ciertas ocasiones a un régimen legal distinto. Así, por ejemplo, la
transferencia de un bien inmueble está afecta al impuesto de alcabala (3%),
mientras que la de un mueble no. Por esto es necesario estudiar la noción y las
clasificaciones de los bienes. Por lo demás, el Código Civil dedica una sección
a los bienes, antes de regular cada uno de los derechos reales.

Antiguamente se hablaba de las cosas como objeto de los derechos reales.


Más aún, la disciplina de los derechos reales era conocida como «derecho de
cosas». Sin embargo, el término cosa alude a lo corporal, mientras que la
noción de bien comprende no solo las cosas sino también los derechos. De
esto se desprende que los derechos reales pueden recaer no solamente sobre
cosas o bienes corporales, como por ejemplo una casa o una nave, sino
también sobre derechos, tales como la concesión para explotar un servicio
público o los derechos patrimoniales de autor o inventor.

Los bienes son siempre distintos de la persona. Esta es el sujeto de los


derechos y obligaciones. No puede ser objeto de los derechos reales.

Los bienes son entidades materiales o inmateriales, tomadas en consideración


por la ley en cuanto constituyen o pueden constituir objeto de relaciones
jurídicas. Tienen valor económico y son susceptibles de ser apropiados,
transferidos en el mercado y utilizados por las personas con la finalidad de
satisfacer necesidades.

2. Clasificaciones de los Bienes

Hay numerosas clasificaciones de los bienes. Las más importantes y de mayor


trascendencia para los derechos reales en el Perú son las siguientes: bienes
corporales e incorporales, bienes consumibles y no consumibles, bienes
fungibles y no fungibles y bienes muebles e inmuebles.
2.1. Corporales e incorporales

Los bienes corporales son los perceptibles por los sentidos. Por ejemplo, son
corporales los bienes que se ven, como un edificio o un avión. Pero también es
corporal la energía eléctrica, que no se ve pero se siente.

Los bienes incorporales no son percibidos por los sentidos, como la cuota parte
en un condominio, sobre la cual recae la titularidad del copropietario.

2.2. Consumibles y no consumibles

Todas las cosas se consumen con el uso porque la materia es esencialmente


agotable. Pero los bienes que el derecho califica como consumibles se agotan
con el primer uso. Es el caso de los alimentos, las bebidas o el dinero. Los
bienes no consumibles son los que subsisten al primer uso.

Hay dos clases de consumo: el físico o material, que importa la destrucción o


desaparición del bien, y el jurídico, que implica que el bien se consuma para el
titular. Este es el caso del dinero, que no desaparece materialmente pero sí se
agota para quien lo usa.

Hay bienes que siendo en principio consumibles, no se agotan cuando se les


da un uso atípico. Esto ocurre, por ejemplo, cuando el dinero no se lo utiliza
como medio de pago sino en una muestra o exhibición. En este caso
excepcional deja de ser un bien consumible.

La consumibilidad de los bienes tiene importancia no solo para los derechos


reales. También la tiene para los contratos. Así, por ejemplo, el préstamo de un
bien no consumible se denomina comodato (artículo 1728° del Código Civil),
mientras que el que recae sobre una cosa consumible se llama mutuo (artículo
1648° del Código Civil).

2.3. Fungibles y no fungibles

Los bienes fungibles son los sustituibles o reemplazables. Son bienes


equivalentes entre sí. Por ejemplo, un lapicero de una marca determinada es
fungible con otro de la misma marca y de igual tipo. La fungibilidad de los
bienes tiene importancia cuando se trata del cumplimiento de una obligación.
Así, quien se ha obligado a entregar cien lapiceros de una cierta marca y
determinadas características, cumple con su obligación entregando cien
lapiceros cualquiera que respondan a esas características.

Los bienes no fungibles son los que no se pueden reemplazar por otros. Son
bienes únicos y, por tanto, tienen particularidades propias y exclusivas. No son
sustituibles. Es el caso, por ejemplo, de un cuadro valioso pintado por un
determinado artista.

2.4. Muebles e inmuebles

Esta es la clasificación más conocida y de mayor trascendencia. Los bienes


muebles han sido tradicionalmente los susceptibles de ser trasladados de un
lugar a otro por una fuerza extraña. Son los bienes móviles. Dentro de esta
categoría quedaban comprendidos los semovientes, como los animales. Los
inmuebles, por otra parte, son los bienes inmóviles, los arraigados. Es el caso
de los predios, a los cuales se conoce como bienes raíces.

Esta es la clasificación más importante y es la recogida por el Código Civil en


los artículos 885° y 886°. En su origen, la clasificación estaba referida a los
bienes corporales o cosas. La clasificación se remonta al derecho romano. En
aquella época las cosas se dividían en dos categorías: los muebles y los
inmuebles. Los muebles eran las cosas que podían ser desplazadas de un
lugar a otro. Los inmuebles eran las cosas que estaban inmovilizadas, que
tenían una situación fija, arraigada.

Los romanos distinguieron entre inmuebles por naturaleza, inmuebles por


destinación e inmuebles por accesión. Los inmuebles por naturaleza eran los
predios, los bienes raíces, naturalmente inmovilizados. Los inmuebles por
destinación eran originalmente cosas muebles, que servían para la explotación
de un predio. Jurídicamente quedaban inmovilizadas, por lo que se creó la
ficción de considerarlas inmuebles. Los inmuebles por accesión, finalmente,
también eran originalmente cosas muebles que se incorporaban materialmente
a un predio. De alguna manera, los inmuebles por destinación del derecho
romano son los accesorios que regula el artículo 888° y los inmuebles por
accesión son las partes integrantes contempladas en el artículo 887° del
Código Civil.

La clasificación en muebles e inmuebles se convirtió en la summa divisio del


antiguo derecho francés. La clasificación llegó al Perú, y el Código Civil de
1852 dividió las cosas en corporales e incorporales (artículo 454°). Las cosas
corporales podían ser muebles o inmuebles. Los muebles eran las cosas
susceptibles de ser llevadas de un lugar a otro y los inmuebles las demás
cosas (artículo 455°). El código de 1852 respetó pues el criterio de la movilidad
para clasificar las cosas.

El Código Civil de 1936 se refirió a los bienes y no a las cosas y los clasificó
también en muebles e inmuebles. El artículo 812° enumeró los bienes
inmuebles y el artículo 819° los muebles, como lo hacen los artículos 885° y
886° del Código Civil de 1984.

La clasificación adoptada por el código de 1936 se apartó del criterio de la


movilidad. En efecto, en la lista de los inmuebles aparecen las naves,
aeronaves y los ferrocarriles, que son bienes que se mueven. La razón de la
inclusión, en el caso de las naves, data de 1916. Las naves (buques) son
bienes que se pueden desplazar de un lugar a otro. Para el Código Civil de
1852 eran cosas muebles, por lo que la garantía que recaía sobre ellos era la
prenda con entrega del bien. El inconveniente de la prenda radicaba en que el
deudor debía entregar la nave al acreedor o al tercero, con lo cual se privaba
de su utilización, lo que hacía que disminuyera su capacidad de producción y
por consiguiente de pago de la deuda. La nave se convertía así en un bien
improductivo. Este problema fue solucionado por el legislador cambiándole la
etiqueta de muebles a las naves, por la de inmuebles, en lugar de darle al
problema de la garantía una solución apropiada. En efecto, la Ley de Hipoteca
Naval (la N° 2411, de 30 de diciembre de 1916), dijo que los buques debían
considerarse como inmuebles, a fin de que pudieran ser hipotecados. Años
después, las naves pasaron a formar parte de la relación de bienes inmuebles
del artículo 812° del código de 1936.

Las aeronaves y los ferrocarriles siguieron la misma suerte que las naves. Sin
embargo, otros bienes muebles necesarios para la producción, como el arado
del agricultor o la maquinaria del industrial o del minero, se mantuvieron en el
Código Civil de 1936 como muebles. Para permitir que continuaran en posesión
del deudor se crearon las prendas sin desplazamiento. En estos casos prendas
agrícola, industrial y minera el legislador prefirió cambiar la naturaleza de la
prenda eliminó la entrega, elemento esencial de la garantía, que la de los
bienes. Aquí empieza a observarse la incoherencia del legislador. En vez de
decir que todos estos bienes son inmuebles, para que la garantía sea la
hipoteca, o que siendo muebles la prenda es sin desplazamiento, se dio una
solución distinta.

De otro lado, la clasificación del código de 1936 comprende derechos, como los
patrimoniales de autor o las concesiones para explotar servicios públicos, tanto
en la relación de bienes muebles como en la de inmuebles. Sucede que los
derechos no son bienes móviles o fijos, ni tienen color o son apreciables por los
sentidos. Son bienes incorporales, creaciones intelectuales, por lo que la
distinción entre muebles e inmuebles no tiene fundamento alguno respecto de
ellos. Una segunda incoherencia.

En realidad, la clasificación de bienes del Código Civil de 1936, recogida luego


por el Código Civil de 1984, se hizo en parte sobre la base de un criterio
económico: las garantías. Por eso se puede decir que la clasificación no
atiende a la naturaleza de los bienes, movilidad o no, sino a un criterio legal. Es
la ley la que determina cuáles son bienes muebles y cuáles son inmuebles. El
problema es que eso evidencia que el criterio para la clasificación movilidad
carece de utilidad. Y las clasificaciones tienen sentido cuando la inclusión a una
u otra categoría aporta alguna utilidad o determina una consecuencia jurídica.

La clasificación de bienes muebles e inmuebles es, como ya se dijo, la de


mayor importancia y tiene enorme trascendencia. El régimen jurídico de los
derechos reales es distinto según se trate de un bien mueble o de un inmueble.
La distinción influye en el sistema de transmisión de los derechos reales, en la
defensa posesoria, en la prescripción adquisitiva, en las garantías, en los
contratos, en el sistema de publicidad, en el sistema tributario, en el régimen
penal, etcétera.

Recientemente ha ocurrido un nuevo cambio en la clasificación de los bienes


muebles e inmuebles. Mediante la Ley N° 28677 se creó la garantía mobiliaria,
que consiste en la afectación de un bien mueble mediante un acto jurídico
unilateral o plurilateral, en respaldo de una obligación de cualquier naturaleza.
El concepto de bien mueble de la Ley de la Garantía Mobiliaria es sumamente
amplio. No solo están los bienes muebles enumerados en el artículo 886° del
Código Civil y otros bienes muebles, sino también las naves y aeronaves, los
pontones, plataformas y edificios rodantes, las locomotoras, vagones y demás
material rodante afecto al servicio de ferrocarriles, que eran considerados
bienes inmuebles según la enumeración contenida en el artículo 885° del
Código Civil. Para tal efecto, la Ley N° 28677 derogó los incisos 4, 6 y 9 del
artículo 885°.

De alguna manera con la Ley N° 28677 se ha regresado al criterio de movilidad


que rigen a los bienes muebles e inmuebles.

2.5. Partes integrantes y accesorios

Como se señaló en el acápite anterior, antiguamente se distinguían tres clases


de inmuebles: por naturaleza, por accesión o adherencia y por destino. El bien
inmueble por naturaleza era el naturalmente fijo o arraigado, es decir, el suelo.
Los segundos serán los adheridos o incorporados permanentemente al suelo,
como las construcciones. Los inmuebles por destino eran los que podían
separarse del suelo, pero que tenían el mismo destino o finalidad que el suelo.
Así, por ejemplo, los arados en un fundo agrícola.

Esta clasificación ha sido reemplazada por las partes integrantes y los


accesorios. Parte integrante es aquella que se ha integrado al bien, que forma
parte de él, por lo que si se la separara, el bien se destruiría, se deterioraría o
alteraría. Las partes integrantes no pueden ser objeto de derechos singulares
(artículo 887° del Código Civil). Esto significa que no es posible que las partes
integrantes pertenezcan a un titular distinto que el bien principal. Dicho en otros
términos, no puede practicarse un acto jurídico únicamente respecto de las
partes integrantes. Cualquier acto debe comprender tanto el bien principal
como sus partes integrantes. Y es que los bienes integrantes no son
autónomos; se deben al bien principal. Esta es la razón por la que son
indesligables entre sí y, por tanto, su explotación debe realizarse
necesariamente de manera conjunta.
Los accesorios son los antiguos inmuebles por destino. Son bienes distintos al
bien original, y mantienen su individualidad, pero están permanentemente
afectados o destinados a la finalidad económica u ornamental del bien
principal. A diferencia de las partes integrantes, los accesorios sí pueden ser
objeto de derechos singulares (artículo 888° del Código Civil).

Las partes integrantes de un bien y sus accesorios siguen la condición jurídica


del bien principal. Sin embargo, se admite que la ley o el contrato permitan la
diferenciación (artículo 889° del Código Civil).

LOS FRUTOS Y PRODUCTOS

LOS FRUTOS: son bienes que se originan de otros bienes. Tienen dos
características: son renovables y su aparición no altera ni disminuye la
sustancia del bien del cual se originan. Esto último es lo que lo diferencia al
fruto del producto. El fruto es necesariamente un bien distinto de aquel del cual
se origina. Luego de generado el fruto, el bien original se mantiene intacto.

Los frutos pueden ser naturales, industriales y civiles. Los primeros son los que
provienen del bien sin intervención humana. Es el caso de los frutos silvestres,
que aparecen sin que el hombre los cultive, y también es el caso de las crías
de ganado en las que el hombre no tiene participación alguna. Los segundos,
también conocidos como mixtos, son los originados por la intervención
humana. Son típicamente los frutos agrícolas, en los que concurren el bien, que
es el predio, y la actividad del hombre que siembra la tierra, la riega y luego
cosecha. Es igualmente el caso de las crías de ganado cuando media la
inseminación artificial. Finalmente, los frutos civiles son lo que provienen de
una relación jurídica, es decir, de un contrato. Ejemplos son la renta en un
contrato de arrendamiento y los intereses de un préstamo dinerario.

Lo que distingue al fruto del producto es que el primero es renovable y el último


no lo es. Cuando se extrae el producto se está afectando el bien mismo, lo que
no ocurre con el fruto, que es un bien nuevo y distinto del bien que lo origina.
Típicos ejemplos son el producto minero o petrolero.

LOS FRUTOS EN EL DERECHO COMPARADO


De acuerdo al 890 del Código Civil:

“Son frutos los provechos renovables que produce un bien, sin que se altere ni
disminuya su sustancia”.

Según una doctrina portuguesa los frutos son las utilidades que nacen,


resultan o se extraen periódicamente (en intervalos de tiempo más o menos
ciertos y regulares) de algo sin disminuir su sustancia. Por lo tanto, hay dos
características fundamentales de los frutos: su producción periódica y la no
afectación de la sustancia de la cosa que los produce. (Soares, Crispim,
Fernandes y Alves, 2017, p. 68)

Para una doctrina española, en sentido jurídico, es fruto todo producto o


utilidad que constituye el rendimiento económico de una cosa (cosa-madre),
conforme a su destino y sin alteración de su sustancia. (Díez Soto, 2017, p. 39)

En suma, entendemos por frutos a aquello que produce el bien de manera


periódica, que tiene la característica de renovable (ya que no altera ni
disminuye la sustancia del bien que lo produce) y que además le reporta al
titular del bien utilidades o provechos económicos al ser explotados.

Los frutos y su distinción con los productos

Doctrina nacional entiende por frutos los que produce un bien sin que haya
alteración ni disminución alguna de su sustancia, lo que lo distingue de los
productos, pues estos constituyen, a su vez, lo que se separa de algún bien y
con ello disminuye o se altera su sustancia. (Arias Schreiber Pezet, 2011, p.
75)

Siguiendo a Salvat, tanto, “los frutos como los productos son producciones de
las cosas, pero existen entre unos y otros, dos diferencias principales:

1) los frutos se producen y reproducen periódicamente, en periodos variables


de duración pero más o menos regulares; ejemplo: las frutas y cosechas, los
cortes de los árboles, las crías de los animales, etc; los productos por el
contrario, una vez extraídos ya no se reproducen; como las piedras de una
cantera, el mineral de una mina, etc.;

2) la extracción de los frutos no altera ni disminuye la sustancia de la cosa que


los produce, la cual continúa siendo siempre la misma; la extracción de los
productos, por el contrario, trae como consecuencia la extinción paulatina de la
cosa que los produce, la cual se extingue o inutiliza en un periodo más o
menos largo; la distinción entre frutos y productos puede ser importante en
algunos casos, especialmente en materia de reivindicación y de usufructo”.
(Ibídem)

En suma, entendemos por productos a aquello que se puede retirar o extraer


del bien pero que paulatinamente altera y disminuye su sustancia hasta que
eventualmente se extinga en un periodo más o menos largo.

Respecto a la sustancia de la cosa doctrina portuguesa precisa que en verdad


los minerales extraídos de una mina se consideran frutos, aunque se obtengan
a expensas de la sustancia de la cosa; lo mismo ocurre con los árboles de un
inmueble que se consideran frutos cuando están destinados a la tala regular
(bosques de matorral). En estas situaciones, en las que la extracción de los
frutos afecta la sustancia de la cosa que los produce, debe tenerse en cuenta el
destino económico de esta; en este sentido, el mineral extraído de una mina o
los árboles de un bosque constituyen frutos, en la medida en que son el
rendimiento de capital que representa la mina o el bosque. (Soares, Crispim,
Fernandes y Alves, 2017, p. 68)

Para una doctrina nacional, los “provechos renovables” son los rendimientos
económicos susceptibles de ser periódicamente producidos por los bienes, sin
que ello importe la alteración o disminución de su sustancia. Valencia añade
que es suficiente que se trate de simples rendimientos económicos de la cosa,
obtenidos dentro de una explotación regular, opinión que también es
compartida por Enneccerus. (Vásquez Ríos, 2005, p. 130)

3.- Conclusiones
Entendemos por frutos a aquello que produce el bien de manera periódica,
que tiene la característica de renovable (ya que no altera ni disminuye la
sustancia del bien que lo produce), y que además le reporta al titular del bien
utilidades o provechos económicos al ser explotados.

Entendemos por productos a aquello que se puede retirar o extraer del bien,


pero que paulatinamente altera y disminuye su sustancia hasta que
eventualmente se extinga en un periodo más o menos largo.

El destino económico del bien, para un sector de la doctrina portuguesa, podrá


determinar que lo que en teoría sean productos en realidad se consideren
frutos.

CLASES DE FRUTOS

 1.- Clases de frutos, 1.1.- Frutos naturales, 1.2.- Frutos industriales, 1.3.-
Frutos civiles, 2.- Conclusiones.

De acuerdo con el 890 del Código Civil:

“Son frutos los provechos renovables que produce un bien, sin que se altere ni
disminuya su sustancia”.

Frutos son los que produce un bien sin que haya alteración ni disminución
alguna de su sustancia, lo que lo distingue de los productos, pues estos
constituyen, a su vez, lo que se separa de algún bien y con ello disminuye o se
altera su sustancia.

Lea también: Derecho civil: ¿qué son los «frutos» y «productos»? Bien


explicado

1.- Clases de frutos

De acuerdo con el artículo 891 del Código Civil:


“Los frutos son naturales, industriales y civiles. Son frutos naturales los que
provienen del bien, sin intervención humana. Son frutos industriales los que
produce el bien, por la intervención humana. Son frutos civiles los que el bien
produce como consecuencia de una relación jurídica”.

1.1.- Frutos naturales

Los frutos naturales son aquellos que nacen o se producen de modo


espontáneo y sin la intervención del hombre siendo su ejemplo más claro el de
la cría de los animales. (Arias Schreiber Pezet, 2011, p. 76)

Los frutos naturales antes de su separación forman parte del bien, esto es son
partes accesorias del bien. Por consiguiente, todo negocio jurídico que recaiga
sobre la cosa, comprende sus frutos aún no separados. Por ejemplo, la venta
de una vaca o de una yegua comprende la de la cría que lleve en el vientre.
(Vásquez Ríos, 2005, p. 132)

Diferente es por cierto el caso de los frutos naturales no separados o


pendientes. Estos se adhieren a la cosa que los produce: como por ejemplo,
las plantas que están arraigadas al suelo. Ciertamente esta clase de frutos
pueden ser objeto de enajenación antes de su separación como es el caso de
una venta de la cosecha o la cría de un animal de raza fina. Como también es
cierto que los frutos naturales pendientes de un inmueble que los produce, se
presumen separados para efectos de su enajenación. (Ídem)

Según una doctrina portuguesa los frutos naturales provienen directamente de


otro bien; pudiendo ser productos orgánicos (leche, frutos de los árboles, crías
de animales, etc.) o productos inorgánicos (petróleo, mineral extraído de minas
o piedras de canteras). (Soares, Crispim, Fernandes y Alves, 2017, p. 69)

Para nosotros los productos inorgánicos mencionados no son frutos sino


productos en la medida en que lo extraído no se reproduce y altera o modifica
paulatinamente la sustancia del bien que los produce hasta que eventualmente
se extinga en un periodo más o menos largo.

De acuerdo con una doctrina española los frutos naturales son los productos
orgánicos de la cosa (cosecha, productos de los animales, minerales, madera,
etc.), ya sean producidos espontáneamente por esta o gracias a la actividad
humana; en este último caso el CC habla de “frutos industriales”. (Díez Soto,
2017, p. 39)

Haciendo un poco de derecho comparado hemos advertido que la clasificación


de los frutos no es tripartita sino bipartita, es decir se hace referencia
mayoritariamente a los frutos naturales y a los frutos civiles, no así a los frutos
industriales y cuando se lo hace no hay mayor desarrollo en su concepto.

En suma, entendemos por frutos naturales a aquello que proviene, nace o


produce de un bien de modo espontáneo y sin la intervención del hombre.
Pudiendo el bien ser enajenado con todos sus frutos aún no separados o
enajenarse solo los frutos antes de su separación o estando pendientes.

1.2.- Frutos industriales

Los frutos industriales, por su parte, son los que por el contrario se obtienen por
el concurso de la industria o sea del trabajo del hombre aplicado a la
producción en general. (Arias Schreiber Pezet, 2011, p. 76)

En suma, entendemos por frutos industriales a aquello que proviene o nace


de un bien pero que requiere de la intervención del hombre para producirse.
Predominando la labor de este por sobre la labor de la naturaleza para su
producción.

1.3.- Frutos civiles

Finalmente, los frutos civiles son los producidos por el bien por determinación
de la ley. Se trata por lo tanto de frutos ficticios, siendo ejemplo de ellos los
sueldos, salarios y honorarios, las pensiones de jubilación, cesantía y
montepío, las rentas vitalicias y otras similares. (Arias Schreiber Pezet, 2011, p.
76)

Jorge Eugenio Castañeda termina diciendo que los frutos civiles son los
rendimientos obtenidos por el uso de la cosa fructífera por otro que no es el
dueño. Así, los intereses, las rentas, los alquileres, las mercedes conductivas.
Dichos frutos son “Non Natura, sed jure praecipiuntur” (no por la naturaleza
sino por el derecho que reciben). Concomitantemente a ello, los frutos civiles
se llaman pendientes, mientras se deben y percibidos desde que se reciben.
(Vásquez Ríos, 2005, p. 134)

Para una doctrina portuguesa, los frutos civiles son las prestaciones periódicas
producidas por el bien resultante de una relación jurídica que lo afecta (por
ejemplo, alquileres, intereses). (Soares, Crispim, Fernandes y Alves, 2017, p.
69)

En suma, entendemos por frutos civiles a aquellos provechos, rendimientos


económicos o compensaciones debidas por la persona que usa o disfruta un
bien o dinero de otro (dueño) producto de la relación jurídica que ambos
entablaron.

2.- Conclusiones

Entendemos por frutos naturales a aquello que proviene, nace o produce de


un bien de modo espontáneo y sin la intervención del hombre. Pudiendo el bien
ser enajenado con todos sus frutos aún no separados o enajenarse solo los
frutos antes de su separación o estando pendientes.

Entendemos por frutos industriales a aquello que proviene o nace de un bien


pero que requiere de la intervención del hombre para producirse.
Predominando la labor de este por sobre la labor de la naturaleza para su
producción.

Entendemos por frutos civiles a aquellos provechos, rendimientos económicos


o compensaciones debidos por la persona que usa o disfruta un bien o dinero
de otro (dueño) producto de la relación jurídica que ambos entablaron.

LA POSESION

1. Introducción; 2. La posesión como expresión del derecho de propiedad; 2.1.


Usar; 2.2. Gozar o disfrutar; 2.3. Disponer; 2.4. Reivindicar; 3. La posesión
inmediata y mediata; 4. La posesión ilegítima de buena fe y la posesión
ilegítima de mala fe; 5. La posesión precaria; 6. El servidor de la posesión; 7.
La presunción de propiedad; 8. La defensa posesoria; 8.1. La defensa
posesoria judicial; 8.1.1. Trámite de las acciones posesorias y de los
interdictos; 8.2. La defensa posesoria extrajudicial; 8.2.1. Requisitos de la
defensa posesoria extrajudicial; 9. Conclusiones; 10. Bibliografía.

1. Introducción

Todos somos o hemos sido poseedores de algún bien en algún momento de


nuestras vidas. Ejemplos los encontramos a borbotones en la vida cotidiana,
así el smartphone que usamos para chatear con la gente de nuestro entorno o
incluso en otros continentes; la laptop con la que contamos para realizar
nuestro trabajo o para entretenernos con los juegos en línea; el anillo que
tengamos puesto en algún dedo de la mano; el monedero, la billetera, el morral
o la cartera en los que guardemos dinero, tarjetas y otros objetos; la casa
dónde vivamos, pudiendo ser poseedores inmediatos (si pagamos renta al
propietario), o poseedores mediatos (si siendo propietarios alquilamos cuartos
a terceros percibiendo con ello dinero).

Institución que al ser abordada en el curso de derechos reales presenta dos


teorías que explicarían cuándo es que hay posesión y cuándo no. Nos
referimos a la teoría del corpus de Ihering y del corpus más el animus
domini de Savigny.

La primera señala que basta el contacto con el bien (meterse en el bien,


ocuparlo) para ser calificado de poseedor (elemento objetivo). En cambio, la
segunda refiere que no es suficiente entrar en contacto con el bien (elemento
objetivo) sino que además debe tenerse la intención de ocuparlo, de meterse
en el bien, de comportarse como sino uno fuese el propietario del mismo
(elemento subjetivo) por más que, en realidad, uno no lo sea.

Fuera de que la posesión es condición indispensable para el ejercicio del


derecho de propiedad, también lo es para la efectividad de los demás derechos
reales. ¿Podría concebirse el usufructo sobre un inmueble sin su correlativa
posesión por parte del usufructuario? ¿Acaso la garantía prendaria común
(ahora garantía mobiliaria) no exigía ineludiblemente la posesión del bien
mueble por el acreedor o un tercero? ¿Y cómo podría ser eficaz la anticresis si
el acreedor no poseyera el bien anticrético? Las respuestas tienen un
denominador común: en ninguna de esas figuras puede ignorarse la presencia
de la posesión (Arias Schreiber Pezet, 2011, pp. 83-84)

También la posesión interviene como figura autónoma en la interrelación de la


vida en comunidad. Funciona, además, en la transferencia de la propiedad
mobiliaria pues sin ella no habría adquisición del derecho, e interviene en forma
activa e inevitable en la prescripción adquisitiva, pues esta no es otra que la
posesión alargada en el tiempo y a título de dueño.  (Ibídem, p. 84)

Como hemos podido apreciar, la posesión es un atributo del derecho de


propiedad presente en otros derechos reales tales como la propiedad, garantía
mobiliaria, anticresis, usufructo, prescripción adquisitiva, etc. Es por ello que
sostenemos que la posesión es una expresión del derecho de propiedad y de
los derechos reales.

En el presente trabajo desarrollaremos, puntualmente, el concepto y las


modalidades que adopta la posesión en el Código Civil peruano.

2. LA POSESIÓN COMO EXPRESIÓN DEL DERECHO DE PROPIEDAD

De acuerdo con el artículo 896 del Código Civil:

Artículo 896 Código Civil.-  Noción de posesión

La posesión es el ejercicio de hecho de uno o más poderes inherentes a la


propiedad.

La posesión es una expresión del derecho de propiedad por ello su definición


nos reenvía a la noción de propiedad:

Artículo 923.- Noción de propiedad


La propiedad es el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y
reivindicar un bien. Debe ejercerse en armonía con el interés social y dentro de
los límites de la ley.

LOS ATRIBUTOS DE LA PROPIEDAD

Para comenzar a entender a la posesión y posteriormente a las modalidades


que adopta en el Código Civil resulta indispensable desarrollar cada uno de
los atributos de la propiedad, es decir, el uso, disfrute o goce, disposición y
reivindicación.

2.1. Usar

Entendemos por uso o ius utendi a la utilización del bien (en algunos casos
ajenos) de conformidad con su naturaleza o destino sin llegar a alterar su
sustancia y que además presupone la posesión. Así, en el caso de una casa o
departamento el uso consistirá en habitar el bien; en el caso de un automóvil,
bicicleta o scooter el uso consistirá en utilizarlos como medios de transporte.
En ambos casos los bienes no se extinguirán, sino que solo tendrán un
desgaste natural producto del tipo y el tiempo de uso que se les haya dado.
Pudiendo beneficiar tal derecho a quien goce del mismo o a un tercero.

En el contrato de arrendamiento (o alquiler), el arrendatario (inquilino) tiene


derecho a usar un bien (viviendo en él) por un tiempo determinado a cambio de
una renta convenida a favor del arrendador (propietario) (art. 1666 del CC)

En el contrato de comodato el comodatario (poseedor inmediato) tiene


derecho a usar un bien mueble o inmueble (un automóvil), de forma gratuita,
para cierto tiempo (horas, días o meses) o para cierto fin (un viaje) y luego
devolverlo al comodante (poseedor mediato o propietario) sin mas deterioro
que el de su uso ordinario (art. 1728 del CC).

El usurpador, es decir, aquel sujeto que de mala fe ocupa un bien inmueble, a


sabiendas que pertenece a otro, para vivir (usar) en este.

2.2. Gozar o disfrutar


Entendemos por uso o goce o ius fruendi al aprovechamiento de los frutos y
productos del bien incluyendo su consumo cuando el bien sea consumible.
Teniendo este atributo carácter económico, social y político. Presuponiendo el
disfrute o goce el uso.

En el contrato de arrendamiento (o alquiler), el arrendador (propietario) tiene


derecho a recibir una renta convenida a cambio de ceder a favor de un
arrendatario (inquilino) el uso de un bien (viviendo en él) por un tiempo
determinado (art. 1666 del CC).

En un arrendamiento, pues, se obtiene pues un provecho económico de la


misma forma aquella persona que cede el uso temporal de su auto, bicicleta o
scooter por ejemplo a través de una cesión de uso a título oneroso.

El usurpador, es decir, aquel sujeto que de mala fe ocupa un bien inmueble, a


sabiendas que pertenece a otro, para vivir (usar) en este y además explotarlo
(disfrutarlo).

El usurpador, pues, podría alquilar un espacio del bien a cambio de una renta
convenida o percibir los frutos del mismo.

El arrendatario (inquilino) que subarrienda (alquila) el bien que posee a un


tercero (subarrendatario), a cambio de una renta convenida, con el
asentimiento escrito del arrendador (propietario). Nos encontramos aquí frente
a la figura del subarrendamiento (art. 1692 del CC)

Qué duda cabe que el en el subarrendamiento el arrendatario, al percibir una


renta convenida a cambio de la cesión en uso de todo o una parte del bien
arrendado, está ejerciendo de hecho uno de los atributos del derecho de
propiedad, el goce o disfrute.

El usufructuario a quien se le conceden las facultades de uso y disfrute


temporales de un bien ajeno no consumible (un bien inmueble) conservando el
propietario la facultad de disposición (art. 999 del CC).

El usufructuario, pues, podría no solo vivir en el bien sino también explotarlo y


percibir sus frutos.
2.3. Disponer

La disposición o ius abutendi es aquella que involucra la libertad de


enajenación del bien (jurídica) o el deterioro o destrucción del mismo (material).
Lo usual es la transferencia de la titularidad del bien a través de una
compraventa, permuta o donación; sin embargo nada impide que el dueño
altere la sustancia del bien deteriorándolo o destruyéndolo siempre y cuando
ello no riña con el interés social o los límites de la ley.

Es el propietario quien reúne todos los atributos del derecho de propiedad, es


decir, el uso, disfrute o goce, disposición y reivindicación del bien.

2.4. Reivindicar

Entendemos por la reivindicación o ius vindicandi a aquella acción


imprescriptible interpuesta, como se señala en doctrina, por el propietario no
poseedor contra el poseedor no propietario quien usualmente posee el bien sin
causa jurídica alguna o injustamente. Los requisitos de dicha acción, siguiendo
a Vásquez Ríos, son a) que el demandante sea el dueño del bien; b) que el
bien esté individualizado y c) que el demandado esté en posesión del bien.

En la acción reivindicatoria (art. 927 del CC) el propietario no está ejerciendo


posesión (uso) alguna ya que el bien está siendo ocupado por un tercero.

3. LA POSESIÓN INMEDIATA Y MEDIATA

De acuerdo con el artículo 905 del Código Civil:

Artículo 905.- Posesión inmediata y mediata

Es poseedor inmediato el poseedor temporal en virtud de un título.


Corresponde la posesión mediata a quien confirió el título.

Cuando la norma señala que el poseedor mediato es quien confiere el título,


quiere decir que este poseedor-propietario del bien ejerce el disfrute o goce,
atributo que implica la obtención de un beneficio del bien a través de,
verbigracia, la celebración de un contrato de arrendamiento.
Cuando la norma precisa que el poseedor inmediato es aquel poseedor
temporal en virtud de un título, quiere decir que este poseedor ejerce uno de
los atributos del bien, uno de los cuales podría ser el uso además, el hecho que
este atributo sea ejercido de manera temporal y en virtud de un título implicaría
que este poseedor reconoce a otro sujeto de derecho como propietario del
mismo. Es más, el sujeto que confirió el título es el que tendría la propiedad del
bien, en principio, y no de manera temporal sino perpetua, siendo esta última
una de las características propias de los derechos de propiedad.

4. LA POSESIÓN ILEGÍTIMA DE BUENA FE Y LA POSESIÓN ILEGÍTIMA DE


MALA FE

De acuerdo con el artículo 906 del Código Civil:

Artículo 906.- Posesión ilegítima de buena fe

La posesión ilegítima es de buena fe cuando el poseedor cree en su


legitimidad, por ignorancia o error de hecho o de derecho sobre el vicio que
invalida su título.

Este poseedor ilegitimo de buena fe ejercería uno de los atributos de la


propiedad, tales como el uso (arrendatario) o disfrute o goce (un arrendatario
que a su vez subarriende con el consentimiento del propietario) sin embargo su
posesión sería ilegítima, pero de buena fe en la medida en que, debido a un
error de hecho o de derecho, creyera en la legitimidad de su título viciado.

Contrario sensu, un poseedor ilegítimo de mala fe sería aquel que


conscientemente sepa del vicio que invalida su título y a pesar de ellos siga
ejerciendo uno de los atributos de la propiedad como el uso o el disfrute.

Para nosotros, la buena fe es una sola, en consecuencia, tanto su aspecto


subjetivo (creencia) como su aspecto objetivo (comportamiento) deberán
concurrir copulativamente para que se pueda alegar, valga la redundancia, la
buena fe y, de ese modo, el ordenamiento jurídico pueda tutelar el derecho del
tercero (o de quien alegue haber tenido buena fe).
Esto es, el estado de ignorancia del tercero (o de la personas que aleguen
haber tenido buena fe) solo será legítimo (buena fe subjetiva) en la medida en
que el comportamiento que lo acompañe sea el correcto (buena fe objetiva) lo
cual involucra, en primer lugar, que tercero (o la personas que aleguen haber
tenido buena fe) actué con diligencia, es decir, que haya practicado todos los
actos necesarios tendientes a buscar la información relevante acerca de la
situación jurídica que lo afecta (por ejemplos ir a registros públicos y verificar
que el inmueble que pretende adquirir no cuente con cargas y gravámenes)
acto seguido, en ese momento, su estado de ignorancia podrá considerarse
legítimo configurándose así finalmente la buena fe.

5. La posesión precaria

De acuerdo con el artículo 911 del Código Civil:

Artículo 911.- Posesión precaria

La posesión precaria es la que se ejerce sin título alguno o cuando el que se


tenía ha fenecido.

El presente artículo prevé dos supuestos. El primero de aquel poseedor, o sea


aquel sujeto de derecho que ejerce uno de los atributos inherentes a la
propiedad (como el uso o el disfrute) sobre un bien sin contar con título alguno
que le confiera alguna calidad posesoria como la de arrendatario, usufructuario,
superficiario, etc. Podría asimilarse este primer supuesto al del poseedor
ilegítimo de mala fe.

El segundo supuesto es de aquel poseedor cuyo título ha fenecido, es decir,


podría tratarse del caso del arrendatario, usufructuario o superficiario a quien el
propietario le confirió un título posesorio pero transcurrido un plazo
determinado este vence. En caso este poseedor siga ejercitando uno o mas
atributos inherentes a la propiedad podría calificárselo también como
un poseedor ilegítimo de mala fe.

La figura del poseedor precario es una muy polémica, así para el profesor
Jorge Avendaño es equiparable a una posesión ilegítima, para el Dr. Arias
Schreiber es una posesión sin derecho o de mala fe y para nosotros es una
posesión ilegítima de mala fe.

6. El servidor de la posesión

De acuerdo con el artículo 897 del Código Civil:

Artículo 897.- Servidor de la posesión

No es poseedor quien, encontrándose en relación de dependencia respecto a


otro, conserva la posesión en nombre de éste y en cumplimiento de órdenes e
instrucciones suyas.

Es el típico caso del vigilante o guardián de edificio, quien se encarga de


custodiar un bien inmueble bajo una relación de dependencia, es decir en
cumplimiento de órdenes e instrucciones del o de los propietarios a cambio,
normalmente, de una suma de dinero. En esa línea, el servidor de la posesión
jamás podrá ser considerado poseedor por tanto, no ejercerá ninguno de los
atributos del derecho de propiedad: uso, disfrute o goce, disposición y
reivindicación.

Consecuencia lógica de que el servidor de la posesión no sea considerado


poseedor es que no podrá adquirir la propiedad del bien inmueble que custodia
por prescripción adquisitiva de dominio ya sea de buena fe (5 años) o de
mala fe (10 años). Es decir, el solo paso del tiempo no podrá configurar modo
de adquisición de la propiedad alguno ya que ninguno de los requisitos se
cumpliría, comenzando por el hecho de que el servidor no es poseedor.

7. La presunción de propiedad

De acuerdo con el artículo 912 del Código Civil:

Artículo 912.- Presunción de propiedad


El poseedor es reputado propietario, mientras no se pruebe lo contrario. Esta
presunción no puede oponerla el poseedor inmediato al poseedor mediato.
Tampoco puede oponerse al propietario con derecho inscrito.

El poseedor, es decir quien ejerza alguno de los atributos del derecho de


propiedad (uso, disfrute o goce, disposición y reivindicación), está premunido
de una presunción iuris tantum de propiedad, es decir, de tener la titularidad
del bien que posee ya sea mueble o inmueble. En esa línea de pensamiento, si
el poseedor es reputado propietario a fortiori se presume que ostenta también,
al lado de la facultad de disposición, los otros atributos del derecho de
propiedad, o sea, se entiende que pueda usar el bien (viviendo en él) o
disfrutarlo (mediante contrato de arrendamiento o explotación y percepción de
sus frutos).

Naturalmente el poseedor inmediato (inquilino) no podrá oponer tal presunción


al poseedor mediato (propietario) ya que el contrato de arrendamiento
claramente están señalados los derechos y obligaciones de cada uno, entre
ellos el derecho del inquilino de usar un bien inmueble por cierto tiempo y el del
propietario de recibir una renta. En esta situación el arrendador confiere el uso
al arrendatario pero mantiene para sí las facultades de disfrute o goce y
disposición.

No se puede oponer tampoco la presunción a quien tiene su derecho de


propiedad inscrito en registros públicos ya que en ese caso el bien inmueble
gozará de publicidad erga omnes y además en materia registral en virtud
del principio de publicidad se presume, sin admitirse prueba en contrario, que
toda persona tiene conocimiento del contenido de las inscripciones (art. 2012
del CC).

8. LA DEFENSA POSESORIA

La defensa posesoria del bien la puede ejercer cualquier poseedor, sea este


legítimo, ilegítimo o precario, bastando con que ejerza uno o más atributos del
derecho de propiedad (como el uso y el disfrute). Resultando pertinente advertir
que, de acuerdo con nuestro Código Civil, el poseedor se presume propietario
salvo prueba en contrario. Es decir, la calidad de poseedor es tan fuerte que se
asume jurídica y extrajurídicamente que quien posee es el verdadero
propietario, aunque en la realidad pueda no serlo.

A continuación abordaremos los dos tipos de defensa posesoria, la judicial


y la extrajudicial.

8.1. La defensa posesoria judicial

Artículo 921.- Defensa posesoria judicial

Todo poseedor de muebles inscritos y de inmuebles puede utilizar las acciones


posesorias y los interdictos. Si su posesión es de más de un año puede
rechazar los interdictos que se promuevan contra él.

El artículo 921 del CC dice que todo poseedor puede utilizar las acciones
posesorias y los interdictos. Conforme a una tesis, las acciones posesorias
son el género y los interdictos son la especie, esto es un tipo especial de
acciones posesorias en las que no se discute el derecho a la posesión. Otra
concepción señala que si bien ambas acciones protegen la posesión, en las
acciones posesorias se discute siempre el derecho mientras que en
los interdictos no. En las primeras se ampara a quien tiene derecho a poseer,
es decir, al poseedor legítimo, y en las segundas se ampara al poseedor, así
no tenga derecho a poseer. (Avendaño Valdez y Avendaño Arana, 2017, p. 42)

Hay diversos casos de poseedores legítimos -con derecho a poseer- pero que
sin embargo no son propietarios. Por ejemplo, un usufructuario con título y con
derecho, a quien se ha desalojado o por la razón que fuere o no se lo permite
entrar a poseer el bien materia del usufructo. Este usufructuario, si ha sido
despojado, puede sin duda acudir a un interdicto, pero también puede
promover una acción posesoria en la cual discuta su derecho a poseer. Otro
ejemplo es el del arrendatario, también con título y derecho, a quien se priva o
cuestiona su posesión. Puede recurrir a la acción posesoria, que es el juicio
de derecho. (Ídem)

Para el presente trabajo lo que nos interesan son los interdictos (derecho de


posesión) y no las acciones posesorias (derecho a la posesión, juicio de
derecho), dicho en otras palabras, conocer cómo es que funciona la defensa de
la posesión como hecho y no como derecho, de tal suerte que cualquier clase
de poseedor, ya sea legítimo, ilegítimo o precario sepa que existe una vía para
proteger el ejercicio de hecho (uso y quizás hasta disfrute) que haga sobre un
bien incluso en el caso que ese bien sea propiedad de otra persona

8.1.1. Trámite de las acciones posesorias y de los interdictos

Las acciones posesorias e interdictos se tramitan por la vía del proceso


establecido en los artículos 597 del Código Procesal Civil. Este consagra dos
clases de interdictos como son: el interdicto de retener y el interdicto de
recobrar. Nada dice sobre el interdicto de adquirir; y en cuanto a los interdictos
de obra nueva y de obra ruinosa, estos se hallan subsumidos dentro del
interdicto de retener, siéndoles aplicables las normas sobre la cautela
posesoria (ver artículos 606 y 684 del Código Procesal Civil) (Arias Schreiber
Pezet 2011, p. 138)

Como podemos apreciar, el trámite que siguen ambas figuras es el mismo sin
embargo, los interdictos admiten varias clases, doctrinalmente hablando, de las
cuales solo dos se encuentran plasmadas legislativamente.

8.2. La defensa posesoria extrajudicial

Artículo 920.- Defensa posesoria extrajudicial

El poseedor puede repeler la fuerza que se emplee contra él o el bien y


recobrarlo, si fuere desposeído. La acción se realiza dentro de los quince (15)
días siguientes a que tome conocimiento de la desposesión. En cualquier caso,
debe abstenerse de las vías de hecho no justificadas por las circunstancias.

El propietario de un inmueble que no tenga edificación o esta se encuentre en


dicho proceso, puede invocar también la defensa señalada en el párrafo
anterior en caso de que su inmueble fuera ocupado por un poseedor precario.
En ningún caso procede la defensa posesoria si el poseedor precario ha
usufructuado el bien como propietario por lo menos diez (10) años.

La Policía Nacional del Perú así como las Municipalidades respectivas, en el


marco de sus competencias previstas en la Ley Orgánica de Municipalidades,
deben prestar el apoyo necesario a efectos de garantizar el estricto
cumplimiento del presente artículo, bajo responsabilidad.

En ningún caso procede la defensa posesoria contra el propietario de un


inmueble, salvo que haya operado la prescripción, regulada en el artículo 950
de este Código.

Doctrina peruana advierte que todo acto de violencia practicado por mano
propia está prohibido pues para ello existen autoridades, que actuando a través
de la norma jurídica son las encargadas de resolver los conflictos y restituir las
cosas a su estado anterior. (Arias Schreiber Pezet 2011, p. 135)

Sin embargo, el 920 del CC autoriza al poseedor a emplear la fuerza en


defensa de su posesión, así pues, por regla general, solo cabe decir, en
principio, que podrá defender violentamente su posesión en la misma medida
en la que pueda hacer uso del derecho de legítima defensa. En tal sentido, la
posesión encuentra o puede encontrar, como afirma Messineo, su primera
tutela en la legítima defensa contra el peligro actual de defensa injusta. Por
tanto, quien es despojado de la posesión (ya sea titular o no titular), puede
mientras lo haga inmediatamente (no en intervalo), esto es, mientras dure la
ofensa, quitar legítimamente, él mismo, al usurpador de la cosa, sin que con
ello incurra en el delito de “tomarse la justicia por su mano”. (Vásquez Ríos,
2005, p. 228)

En las primeras clases de derecho procesal se les enseña a los alumnos que la
“autotutela” está proscrita, es decir, la justicia por mano propia está vedada ya
que la coacción solo puede ser ejercida por el Estado y no por los particulares.
Sin embargo, bien sabemos que toda regla admite una excepción, así, tanto en
el derecho penal como en el derecho civil tenemos a la legítima defensa que
autoriza a los particulares a defender su vida (derecho penal, responsabilidad
civil) y posesión (derechos reales) recurriendo a la violencia física. En el primer
caso cuando la integridad de una persona se vea amenazada ante un peligro
inminente y en el segundo cuando existan actos perturbatorios o de despojo.
8.2.1. Requisitos de la defensa posesoria extrajudicial 

Señala una doctrina brasileña, que fuera de la acción judicial, o antes, el


poseedor tiene el poder de repeler el ataque contra la posesión, manteniéndola
o reintegrándola por la fuerza. Para legitimar la reacción, el esfuerzo debe
cumplir con ciertos requisitos, sin los cuales la autodefensa, a su vez, se
convierte en un comportamiento antijurídico:

a) Su inmediatez, es decir, la repulsión a la violencia sin demora, sin permitir


que el tiempo fluya después de su inicio, y antes de que el invasor o el
perturbador consoliden la posición -non ex intervallo, sed ex continenti-.

b) La proporcionalidad entre la agresión y la reacción, que deberá estar


dentro del límite de lo que es indispensable para repelerla – moderamen
inculpatae tutelae – sin convertirse en una base para la violencia inversa,
similar a lo que sucede con la legítima defensa. Para Kohler, esta anula al
derecho mismo. Teniendo el titular el goce de un derecho, naturalmente, le
debe ser reconocida la facultad de defenderlo contra la agresión de terceros,
en la medida en que la paz pública lo permita. (Da Silva Pereira, 2014, pp. 73)

Para su configuración se requiere:

 Un acto de violencia contra el poseedor del bien mueble o inmueble.


 Que el poseedor responda ante este acto de violencia de forma
inmediata.
 Que la autoridad no pueda intervenir oportunamente.
 Que el poseedor responda ante el acto de violencia de manera
proporcional.

9. Conclusiones referidas a la Posesión

Todos somos o hemos sido poseedores de algún bien en algún momento de


nuestras vidas. Ejemplos los encontramos a borbotones en la vida cotidiana.

La posesión al ser abordada en el curso de derechos reales presenta dos


teorías que explicarían cuándo hay posesión y cuándo no. Nos referimos a la
teoría del corpus de Ihering y del corpus más el animus domini de Savigny.
La posesión es un atributo del derecho de propiedad presente en otros
derechos reales tales como la propiedad, garantía mobiliaria, anticresis,
usufructo, prescripción adquisitiva, etc. Es por ello que sostenemos que la
posesión es una expresión del derecho de propiedad y de los derechos reales.

La posesión (art. 896) es una expresión del derecho de propiedad, por ello su
definición nos reenvía a la noción de propiedad (art. 923).

La posesión adopta como modalidades a la posesión inmediata y posesión


mediata (art. 905), la posesión ilegítima de buena fe y la posesión ilegítima de
mala fe (art. 906) y finalmente a la posesión precaria (art. 911).

El servidor de la posesión es el típico vigilante o guardián de edificio, quien


se encarga de custodiar un bien inmueble bajo una relación de dependencia,
es decir en cumplimiento de órdenes e instrucciones del o de los propietarios a
cambio, normalmente, de una suma de dinero. En esa línea, el servidor de la
posesión jamás podrá ser considerado poseedor por tanto, no ejercerá ninguno
de los atributos del derecho de propiedad: uso, disfrute o goce, disposición y
reivindicación.

El poseedor, es decir quien ejerza alguno de los atributos del derecho de


propiedad (uso, disfrute o goce, disposición y reivindicación), está premunido
de una presunción iuris tantum de propiedad, es decir, de tener la titularidad
del bien que posee ya sea mueble o inmueble. En esa línea de pensamiento, si
el poseedor es reputado propietario a fortiori se presume que ostenta también,
al lado de la facultad de disposición, los otros atributos del derecho de
propiedad, o sea, se entiende que pueda usar el bien (viviendo en él) o
disfrutarlo (mediante contrato de arrendamiento o explotación y percepción de
sus frutos).

La defensa posesoria del bien la puede ejercer cualquier poseedor, sea este


legítimo, ilegítimo o precario, bastando con que ejerza uno o más atributos del
derecho de propiedad (como el uso y el disfrute). Resultando pertinente advertir
que, de acuerdo con nuestro Código Civil, el poseedor se presume propietario
salvo prueba en contrario. Es decir, la calidad de poseedor es tan fuerte que se
asume jurídica y extrajurídicamente que quien posee es el verdadero
propietario, aunque en la realidad pueda no serlo.
Las clases de defensa posesoria son la defensa posesoria judicial (art. 921
del CC) y la defensa posesoria extrajudicial (art. 920 del CC).

Defensa posesoria judicial: Para el presente trabajo lo que nos interesan son


los interdictos (derecho de posesión) y no las acciones posesorias (derecho
a la posesión, juicio de derecho), dicho en otras palabras, conocer cómo es que
funciona la defensa de la posesión como hecho y no como derecho, de tal
suerte que cualquier clase de poseedor, ya sea legítimo, ilegítimo o precario
sepa que existe una vía para proteger el ejercicio de hecho (uso y quizás hasta
disfrute) que haga sobre un bien incluso en el caso que ese bien sea propiedad
de otra persona.

Siguiendo a Max Arias Schreiber, las acciones posesorias e interdictos se


tramitan por la vía del proceso establecido en los artículos 597 del Código
Procesal Civil. Este consagra dos clases de interdictos como son: el interdicto
de retener y el interdicto de recobrar

Defensa posesoria extrajudicial: En las primeras clases de derecho procesal


se les enseña a los alumnos que la “autotutela” está proscrita, es decir, la
justicia por mano propia está vedada ya que la coacción solo puede ser
ejercida por el Estado y no por los particulares. Sin embargo, bien sabemos
que toda regla admite una excepción, así, tanto en el derecho penal como en el
derecho civil tenemos a la legítima defensa que autoriza a los particulares a
defender su vida (derecho penal, responsabilidad civil) y posesión (derechos
reales) recurriendo a la violencia física. En el primer caso cuando la integridad
de una persona se vea amenazada ante un peligro inminente y en el segundo
cuando existan actos perturbatorios o de despojo.

Para la configuración de la legítima defensa se requiere:

 Un acto de violencia contra el poseedor del bien mueble o inmueble.


 Que el poseedor responda ante este acto de violencia de forma
inmediata.
 Que la autoridad no pueda intervenir oportunamente.
 Que el poseedor responda ante el acto de violencia de manera
proporcional.

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