Está en la página 1de 3

Mi nombre es Anderson Eduardo Romero Caicedo, venezolano de 28 anos de edad, nacido en la

ciudad de San Cristóbal, Estado Táchira, Venezuela el 10 de Julio de 1993. Hijo de Blanca
Aurora Caicedo Barón y de Oscar Luis Romero Ruiz.
Pertenecí a la selección Tachirense de Kenpo desde el año 2006, campeón nacional mas de 8
anos consecutivos, medalla de plata en los juegos nacionales Bicentenarios 2011, recibí mi
cinturón negro en diciembre de 2013. Me gradué de técnica medio en Marcadeo en la escuela
técnica de comercio Alberto Adriani en el año 2013.
En marzo 3 del 2013, mi casa se incendió, perdimos todo, mi sobrino de 4 años murió en el
incendio. Ese mismo ano comencé a trabajar en multiservicios, Melgara onde trabajé durante 6
años. Mientras crecía, estaba consciente del fuerte tema político en mi país, pero no fue hasta que
me convertí en un adulto joven a la edad de 18 años que asistí a mi primera protesta el 29 de
septiembre de 2012, cuando Henríquez Capriles estaba cerrando su campaña electoral contra
Hugo Chávez. Desde mi primera asistencia a las marchas, comencé a sentirme fuertemente en mi
opinión política opositora. Una razón importante que pesó mucho en mi opinión política fue mi
orientación sexual, supe de mi orientación sexual desde muy joven, me sentía diferente, pero no
se lo dije a mis padres hasta los 12 años. Tuve suerte, mis padres no me repudiaron, no me
alejaron como hacen la mayoría de los padres venezolanos. Me aceptaron y me dieron apoyo. A
medida que me involucraba más en la crisis política de mi país, sentí que debía usar mi voz para
apoyar la crisis política de mi país y apoyar un cambio en la visión LGBT de Venezuela. Seguí
asistiendo a las marchas, sobre todo cuando surgían eventos importantes como el "Día de la
Juventud" y el 19 de abril por el Día de la Declaración de la Independencia de Venezuela.
También fui testigo de las marchas llenas de violencia que se estaban dando durante el año 2014,
cuando en mi pueblo San Cristóbal hubo una estudiante casi violada en una universidad por una
de las fuerzas del gobierno. Desde entonces, muchos estudiantes han salido a protestar contra el
régimen, pero solo han sido recibidos con fuerza excesiva y grupos de personas desarmadas
disparadas. El 19 de abril de 2019 hubo una marcha de la oposición celebrando el día de la firma
de la independencia de Venezuela y en contra de Nicolas Maduro, actual presidente de
Venezuela. Salí a marchar en apoyo de la oposición con mi amiga Barbara Melgarejo y su
esposo Leuris Cardenas, portaba con orgullo la bandera de Venezuela y una bandera del Orgullo
Gay. Caminábamos pacíficamente, disfrutando de la marcha y nos dirigíamos a la avenida
principal, cuando vemos llegar los colectivos, que son un cuerpo armado bajo el régimen del
presidente. Los Colectivos nos interceptaron por los lados mientras caminábamos y nos
rodearon. Intentamos frenéticamente seguir caminando, pero había tantos que no pudimos
continuar. Entramos en pánico y comenzamos a correr. Hicimos todo lo posible por permanecer
juntos, pero no hubo manera, desafortunadamente tuvimos que separarnos para tratar de superar
a los Colectivos. Mientras huía, pude ver a mi amiga Bárbara corriendo entre la multitud
frenética, huyendo lo más rápido que podía, pero luego mis ojos se clavaron en su esposo Leuris,
estaba destrozado, los Colectivos lo habían atrapado y lo estaban golpeando. Mi instinto me
decía que siguiera corriendo, pero no podía, no podía dejar atrás a Leuris. Así que corrí hacia él y
traté de quitarle los Colectivos, gritando que se detuviera, que lo soltaran, pero esos cabrones
desagradecidos no lo soltaron, los intenté de tirarlos y traté de empujarlos, pero no detuvieron,
eso es cuando sentí dos manos diferentes agarrándome, alejándome, arrastrándome más lejos de
Leuris. Grité, pataleé, gritaba que me soltaran y gritaba que alguien me ayudara. Nadie vino.
Estos hombres no me decían nada. Me estaban arrastrando lejos. Mientras me arrastran, pude ver
todo el caos que estaba ocurriendo, la violencia que estas fuerzas gubernamentales estaban
trayendo a nuestra marcha pacífica. Pude ver a otras personas siendo arrastradas como yo. Ese
día, en esa marcha, fue el peor día de mi vida, un día que hasta el día de hoy me ha costado
mucho procesar. Fui secuestrado por 2 Colectivos, me tuvieron secuestrado por más de 5 horas.
Me torturaron durante esas horas, de diferentes maneras, me daban cachetadas con un trapo
mojado en mi rostro, me quitaron los zapatos y me pisoteaban, me golpeaban en todo el cuerpo,
especialmente en el pecho. Mientras yacía allí asustada e insegura de lo que me iba a pasar,
nunca me hubiera imaginado que lo hubieran llevado al siguiente nivel. Después de horas de
tortura me violaron, entre los 2 Colectivos, se turnaron para violarme varias veces. Me metían
cosas en el ano, que hasta el día de hoy no sé qué eran. Supliqué por mi vida, lloré, me oriné, me
quedé allí en completo entumecimiento. Nunca me había sentido tan muerto en mi vida, me
acosté allí y por un breve momento deseé que me mataran para que esta pesadilla pudiera
terminar. Mientras me abusaban y torturaban me gritaban cosas grotescas, diciéndome que yo era
una abominación por ser gay, que me iban a matar por ser gay. Me torturaron, me amenazaron de
muerte y hasta me extorsionaron, exigiéndome que les pagara 500 dólares para salvarme la vida
y me prohibieron caminar en la calle porque yo era un rechazo a la humanidad por ser gay, que
era una aberración para la sociedad. Después de varias horas de tortura me sacaron fotos, fotos
cerca de mi cara, luego me vendaron los ojos, me subieron a su camioneta y me dejaron tirada en
un parque sin ningún de mis documentos y sin teléfono. Tan pronto como escuché que la
camioneta despegaba, me levanté y corrí, corrí lo más rápido que pude a casa. Con miedo le
conté a mi familia lo que había pasado porque necesitaba ayuda para conseguir el dinero que los
Colectivos querían para salvarme la vida. Me habían dicho que tenía 2 horas para sacar el dinero
y llevarlo al mismo parque dejaron varado y dejar el dinero en un área donde están los juegos de
los niños. Mi familia con mucho miedo y tristeza de verme en las condiciones que llegue,
pidieron el dinero prestado porque si no lo entregaba en el tiempo que ellos me dijeron, me
buscarían y me asesinarían. Después de dejar el dinero en el parque, volví a mi casa donde no
sali de mi casa por varias semanas. Tenía miedo, temía que si salía de mi casa los Colectivos me
vieran y me hicieran daño otra vez. Caí en una profunda depresión, me costaba dormir, recordaba
ese día y recordaba todo el daño que me hicieron. No me estaba yendo bien mentalmente, y mis
padres se estaban dando cuenta y se preocupaban por mí. Incluso mientras me escondía en casa,
los Colectivos extorsionaban a mis padres. Los Colectivos acosaban a mis padres afuera de su
casa, pasaban por nuestra casa en sus motos y les gritaban, les gritaban que tenían que pagarles
dinero si no querían que me mataran. Mis padres y yo después de varias semanas tomamos la
decisión de irme del país porque mis padres temían por mi vida, que los Colectivos me llegaran a
matar y también porque yo ya no era la misma persona, se preocupaban por mi salud mental. Así
que ellos y otros familiares me ayudaron económicamente para irme a Bogotá, Colombia, donde
el 22 de junio de 2019 Sali de Venezuela y el 23 de junio llegue a la ciudad de Bogotá donde
llegue a casa del hermano de una amiga. Empecé a instalarme en Bogotá, comencé a trabajar en
mi y de intentar de volver a ser la persona que era espiritual y mentalmente. Tuve la suerte de
empezar a trabajar en un restaurante de comida paisa el 1 de julio de 2020, trabajé allí hasta el 31
de diciembre por lo que restauran lo cerraron. El 11 de febrero de 2020 comencé a trabajar para
Terminados Gráficos Foris, empresa la cual se encargaban en la terminación y empaque de libros
y revistas hechos por Quad Graphics en el cual duré 1 uno y 2 meses, gracias a un permiso de
trabajo que me dio el gobierno colombiano. Mi estancia en Bogotá no fue del todo bien, aunque
estaba tratando de sacar lo mejor de vivir en Colombia y superar el trauma que experimenté en
Venezuela, todavía había tanta agresión y hostilidad que soporté por parte de los colombianos.
Experimenté mucha xenofobia de ellos, mientras caminaba hacia y desde el trabajo y mientras
viajaba en el transporte público. Transmilenio es el transporte público más utilizado en Bogotá,
pero también era donde ocurrió la mayor parte del acoso. Los colombianos se metían con los
venezolanos y nadie los ayudaba. Trataba de mantenerme a mí mismo porque si hablaba con
alguien salía mi acento y ahí comenzaban a insultarme, a gritarme que me fuera de su país,
algunos hasta lo llevaban al extremo y trataban de pelear y todos simplemente miraría y se reiría
o se uniría a ellos. Los trabajadores del tránsito incluso se ponían del lado de los colombianos y
nos acusaban de ser la perturbación y nos pedían que nos bajáramos del Transmilenio. Empecé a
sentir el mismo miedo y ansiedad que sentía en Venezuela, tenía miedo de encontrarme con el
colombiano equivocado un día mientras iba al trabajo y que me hicieran daño solo por ser
venezolano. Me costó mucho tomar la decisión de huir de Colombia, ya había desarraigado mi
vida en Venezuela, dejando a mi familia y mis deseos de trabajar en mi carrera que la idea de
venirme a los Estados Unidos me daba tanto miedo pero era el único salvo. No estaba mejorando
mentalmente, vivía con miedo constante y sentía que mis fuerzas se debilitaban. Sabía que en
Estados Unidos la gente si recibe reproches por sus crímenes y un comportamiento así era
imperdonable, un país donde la gente respeta la ley y convive y así compre un pasaje a México
con mis ahorros y el día 16 de mayo salí de Bogotá hacia México donde estuve allí tres días y el
19 de mayo cruce el rio en la ciudad de Acuna hacia los Estados Unidos, allí me entregue al
Border Patrol para pedir asilo. Estuve allí 6 días y el 26 de junio me trasladaron a New México a
una prisión llamado CoreCivic, donde estuve allí durante 52 días y Sali libre el 22 de julio de
2021. Desde mi liberación y viviendo en los Estados Unidos he mejorado mucho. Puedo vivir y
caminar por la ciudad sin temor a que alguien me haga daño, me acose o intente pelear. También
tengo tanto alivio que realmente puedo ser quien soy, decir lo que pienso sobre mi punto de vista
político y mi orientación sexual sin el temor de que las fuerzas armadas como los Colectivos
sean enviados por el gobierno para reprimir a quienes creen de manera diferente. Estoy muy
agradecido de estar aquí y tengo muchas ganas de hacer bien en este país, de estudiar y contribuir
a este país, si me dan la oportunidad.

También podría gustarte