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Mi nombre es Biani García, venezolana, mayor de edad, soltera, titular de la cédula de

identidad Nro. V-18.308.375, pasaporte Nro. 096454314. Nací el 27 de octubre de


1986 en el Hospital Universitario De Los Andes IHULA, Municipio Libertador del
Estado Mérida, Venezuela.
Desde pequeña viví en un pueblo llamado El Molino, con mis abuelos, parroquia del
Municipio Arzobispo Chacón, del mismo Estado, estudié primaria en la escuela
Nacional concentrada La Ye (1993-1999); Secundaria o bachillerato en la Unidad
Educativa El Molino II en el periodo (1999-2004) y me gradué de bachiller en el 2004.
En el 2005, Viaje a Mérida la capital del estado y comencé a estudiar Economía, en la
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de los Andes, carrera
que culminé en el 2009; mientras estudiaba para ser economista, en el mismo periodo,
es decir, del 2005 al 2009 comencé a incursionar en la política, a partir de ese
momento siempre participé como activista político de mi ciudad, en oposición al
gobierno de turno, en todas las campañas electorales cooperaba trabajando y
ayudando a los candidatos de oposición que hubiesen para el momento. En el 2012,
comencé a estudiar en Derecho en la facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la
Universidad de los Andes, esta carrera la culminé el 2 de octubre de 2015, obteniendo
el título de Abogado.
La situación en Venezuela empeoró con los años, tornándose insostenible en todos los
ámbitos de la sociedad, por lo que muchos compañeros de oposición junto a los
líderes políticos de mi estado, decidimos tomar las calles para protestar en desacuerdo
de lo que el gobierno estaba haciendo con nuestro país, en ese momento, en el 2014,
cuando comenzaron las protestas en todo el territorio nacional, todo se paralizó, la
gente dejaba todo lo que estaba haciendo para lanzarse a las calles a defender la
democracia y soberanía del estado, proteger el estado de Derecho, lamentablemente
sin obtener resultados.
Luego, en el 2015, cuando las elecciones para diputados a la Asamblea Nacional,
participé de la campaña electoral, trabajamos muy duro y el resultado pudo verse con
la indiscutible victoria que logró la oposición, esa parte de la historia de nuestro país,
hizo resucitar la esperanza para todos los venezolanos, el poder legislativo era de la
oposición, y podía hacerle frente a ese gobierno nefasto que aún se mantiene en el
poder, por supuesto, ese grupo de bandidos que lideran el partido de la izquierda, no
podía aceptar los resultados de las elecciones y pretendían declarar nula de pleno
derecho a la Asamblea Nacional, entonces, comenzaron nuevamente las protestas.
El grupo político al que pertenecí en ese momento, estaba liderado por el alcalde de
Mérida Carlos García, Líder del partido político Primero justicia; en el 2017, fue tanta la
corrupción para ese entonces que, en cuanto fuimos a validar nuestro partido en el
CNE, el gobierno nos sancionó, diciendo que nuestro partido no era válido.
En marzo del 2017 comenzamos las protestas otra vez, la lucha era diaria, el país
nuevamente se paralizó, no había gasolina, tampoco gas, escaseaban los alimentos,
las medicinas, estábamos en un punto de quiebre sin retorno, o por lo menos eso
creímos, porque faltaba aun más sufrimiento; pero el venezolano es fuerte y gran parte
de la población salía día a día a apoyarnos en las calles, la desesperación era una
constante en el hogar y la gente no podía quedarse en casa a esperar.
Desde marzo, cada día que pasaba se sumaba más gente a la causa, el 19 de abril de
2017 salió a protestar más de la mitad de los venezolanos residentes en nuestro país,
y el gobierno arremetió contra nosotros, la Guardia Nacional, la Policía Nacional y
todos los funcionarios del Estado, se volvieron contra la población que caminaba por
las calles venezolanas, hubo muchísimos heridos y cientos de muertos en todo el país,
ese día, el 19 de abril de 2017 marcó el punto de partida para lo fueran muchos meses
de lucha, aun sabiendo el peligro que asechaba en las calles, las personas se
arriesgaban a todo por rescatar a Venezuela, después de ese día, crecía la cantidad
de muertos y heridos en cada protesta.
La molestia que tenía el gobierno fue la negativa del pueblo sobre la constituyente,
nuestra Asamblea Nacional era Legítima y no íbamos a permitir más atropellos.
Con la intensidad que para entonces tenían la protestas, comenzamos a tener
problemas, nos habían marcado, fuimos visibles en todas las marchas, en las
concentraciones y cooperábamos como activistas para eso, el gobierno sabía quienes
éramos y el 20 de abril, saliendo de mi casa vi una camioneta fuera de mi casa
estacionada, Toyota chasis largo Blanco, y en adelante, todos los días siempre había
alguien ahí, luego supe que en esa camioneta se trasladaban los tupamaros, grupo de
personas que trabajan en actividades ilícitas para el gobierno, cometiendo cualquier
tipo de atrocidades. Empecé a tener miedo, sin embargo, tenía muchas ganas de salir
a luchar por mi país.
A todas las actividades que se prolongaron durante esos meses, siempre salía con mi
hermano y mis amigas, para la organización de las protestas, eventos sociales, de
caridad, había mucha necesidad en distintos sectores e hicimos cuanto pudimos para
ayudar, se sensibilizó a mucha gente, y, además, buscábamos comida para las
personas que estaban luchando por nuestro país.

Con la participación de solo el 5% de los votantes inscritos en Venezuela el gobierno


monto la constituyente, esa injusticia que nos indujo a planificar un plebiscito, la forma
de decirle que no a esa constituyente, no paramos de protestar en la calle y activando
la gente para que saliera a firmar en el plebiscito. Eran muchos las muertes,
principalmente en Caracas, se organizó que en todo el país se colocarán los nombres
de los fallecidos en alguna de las calles de la ciudad, y puesto que nosotros activistas
del grupo del alcalde Carlos García decidimos que colaboraríamos de esa actividad,
haciéndolo en la avenida principal Andrés Bello, a las afueras de la urbanización San
Antonio, casco central de Mérida, ya que era nuestra zona de confort, todos vivíamos
muy cerca. Ese día desde bien temprano, varias personas amigas y compañeras de
las protestas, muchas personas de la urbanización San Antonio, de las Delias, de la
San Cristóbal y algunos activistas políticos, mi hermano y yo, fuimos bien temprano y
comenzamos a escribir los nombres de los fallecidos en la calle.
Pasado el mediodía, después de bastantes nombres escritos, vimos llegar una
camioneta chasis largo blanca, la misma que se estacionaba fuera de la casa, y de la
cual se bajaron aproximadamente 10 personas, que venían dispuestos a amedrentar
y herir a todos los que estábamos ahí, traían cadenas y correas con los que golpeaban
a las personas, por supuesto que no podíamos hacer otra cosa que correr de allí, la
mayoría nos refugiamos en el McDonald´s que estaba en la esquina de la calle, pero
de repente, me di cuenta de que mi hermano se había quedado afuera, tuve
muchísimo miedo y desesperación, caí en cuenta de que lo había agarrado esa partida
de organización criminal, salí nuevamente y divisé que estaban sobre él golpeándole
como tres hombres, no pensé en nada y corrí a ayudarlo, por supuesto que contra
ellos era poco lo que yo podía hacer, pero no podía dejarlo allí, mi hermano era un
muchacho muy joven para entonces, solo tenía 19 años, intenté golpearlos, y me
golpearon, le mostré un rosario a uno de ellos y les grité que si no tenían temor a Dios,
se acobardaron un poco y por eso pudimos escapar y regresar a la tienda McDonald
´s.
La situación de ese día, suscitó una persecución más fuerte hacia nosotros, es decir,
hacia mi hermano y hacia mí, porque se acobardaron, nos defendimos con palabras, y
porque seguimos, no dejamos de seguir.
Muchas veces, me reuní con un grupo de personas para crear estrategias, para atraer
más gente, para realizar activismo en las diferentes partes de la ciudad, El 8 de junio
de 2017 recibí una llamada de un número desconocido, esa persona decía ser el jefe
del Sodi, no le conocía, como podía saber, y verificar que efectivamente era cierto lo
que decía; me dijo, sé dónde vives, estamos al tanto de tu familia, si tú no paras con
las protestas y con la organización de las Guarimbas (así llamaba el gobierno a la
protesta), te vamos a meter presa, por qué estás incumpliendo con el orden social,
porque el gobierno no está de acuerdo con lo que tú estás haciendo, tu hermano y tu
deben dejar de salir a protestar porque vas a ir presa; yo le contesté que era una
persona libre, independiente, que tenía derecho la protesta, que la Constitución de mi
país reglamentaba ese derecho para quien estuviese en desacuerdo con los sucesos
en el mismo, pero él me lo volvió a repetir varias veces, tienes que dejar de protestar
porque te vamos a meter presa, me llamó tres veces el mismo día.
Las personas más cercanas a mí, me dijeron que yo tenía que ir a denunciar eso al
Centro de Investigaciones Científicas y Criminalísticas, que es la institución que se
encarga de ese tipo de denuncias, pero como todos los organismos en Venezuela son
afectos al gobierno, pues no lo hice, porque, además, también me sentía indignada de
que no les importa defender al pueblo, todo lo hacen en favor del gobierno nacional y
era inútil realizar la denuncia. Eso se mostraba evidentemente en las marchas y
concentraciones, mientras que necesitábamos ayuda, ellos en cambio nos ultrajaban,
nos tiraban bombas lacrimógenas, nos disparaban con perdigones, yo siempre
intentaba resguardar mi integridad física y gracias a Dios salí ilesa.
El 16 de julio fue el plebiscito y logramos que muchos venezolanos salieran a firmar,
obtuvimos más de 7 millones de firmas y para el gobierno eso no existió, no lo
validaron, pero el pueblo lo sintió. Poco a poco inundó la desesperanza por las calles
de Venezuela.
El miedo no se fue, pero tampoco las ganas de luchar, no deje que me intimidaran,
esos ideales de Justicia, Libertad, de ser correcto y apegarse a la ley, de luchar por lo
que es menester para el bienestar social que me inculcó mi abuelo desde muy joven,
me hicieron valiente, con él siempre estuve presente desde pequeña en cada capítulo
electoral.
En mi vida, jamás imaginé que migraría, salir de Venezuela, no era una idea que podía
validar, ya había estudiado mucho y quería utilizar ese conocimiento para hacer de mi
país, un mejor país, ese era mi sueño, o tal vez el sueño de la mayoría de los
venezolanos que tuvimos que enfrentar esta época, nuestros profesores, nuestros
padres, todo nuestro entorno giraba en levantar a Venezuela del fondo donde estos
corruptos le habían dejado abandonada, , se hundía el barco y yo no podía dejar que
mi familia se hundiera con él y con el corazón destruido tuve que abandonar la
protesta porque ya la situación se tornó muy difícil para mí, para mi familia y pues yo
venía afectándolos a ellos por algo que solo yo había logrado.
El gobierno hizo sus elecciones para constituyente, muy poca gente salió a votar, pero
ellos dijeron que habían tenido 10 millones de votos y con eso la aprobaron, La
oposición venezolana no se rinde, decidió ir a las elecciones de gobernadores y
comenzamos una campaña política, como habían dicho que Primero Justicia no era un
partido válido, empecé a incursionar en Acción Democrática, otro partido muy
conocido de mi país y la campaña se hizo en favor del candidato gobernador que era
RAMON GUEVARA, fue el 15 de Octubre cuando ganamos las elecciones y entramos
a la gobernación, me nombraron Comisionada Del Gobernador en el despacho.
Trabajé con el gobernador aproximadamente cinco meses, mientras lo hacía, recibía
llamadas diciéndome que tenía que dejar la política o que me atuviera a las
consecuencias. Continué trabajando, pero con más cuidado, decidí seguir trabajando
en la gobernación hasta el punto donde ya no pude más, porque cada vez que salía de
trabajar, me perseguían los tupamaros y me decían cualquier cantidad de cosas, me
amenazaban con golpearme, que me iban a llevar a la policía, que me iban a detener.
Me retiré de la gobernación y seguí trabajando en el libre ejercicio, y un día como a las
siete de la mañana yo estaba haciendo ejercicio, caminando por la urbanización con
una amiga y mi hermano, y apareció de nuevo la camioneta chasis largo blanco con la
misma gente afecta al gobierno, nos amenazaron con armas de fuego apuntándonos a
la cabeza, sin saber que hacer por el miedo, me rendí a sus amenazas. De repente vi
llegar unos carros que venían por la urbanización y se detuvieron porque nos conocían
y también conocían que esa camioneta pertenecía a los tupamaros, en uno de los
carros venía un señor que los conocía, me dijo que me montara en su carro, así lo
hice, salí corriendo, me monté en su carro y me llevó hasta mi casa.
Ya la situación había pasado de grave a insostenible, las cosas que estaban
ocurriendo eran indicios de que estaba arriesgando mi vida y las de las personas con
las que frecuentaba, nos apuntaron a la cabeza y esa amenaza física ya era algo
terrible, mi mamá estaba muy asustada, tomamos la decisión de que me iría a vivir al
campo por un tiempo mientras calmaba un poco las cosas. Retorné al pueblo del
Molino, donde viví mi infancia con los abuelos, fue temporalmente, pasé unos meses
allí.
En septiembre de 2018 regresé a Mérida, a la capital del estado, para seguir
trabajando en mi profesión, todo estuvo normal hasta noviembre de 2018 que
comenzaron de nuevo los problemas, el pueblo de Venezuela volvía a salir a las calles
a protestar porque tenía Esperanza de que esta vez sí íbamos a salir Del gobierno.
El 15 diciembre del 2018, saliendo de mi casa para ir a trabajar, me interceptaron 4
motorizados y me hicieron bajar del carro con la amenaza de qué me iban a partir los
vidrios del carro, uno de los tupamaros me agarró el cabello y de un jalón me tiró al
piso, me dijo que si yo no me retiraba inmediatamente de la política, le iban a hacer a
mi mamá lo mismo que me hicieron ese día a mí.
Yo tenía que seguir con mi vida y pues no estaba de acuerdo con la situación que
estábamos viviendo, aunque tuviese mucho miedo, tenía que continuar y mi mamá me
apoyaba, ella también quería un mejor país y salía todos los días a protestar conmigo.
En enero del 2019 seguí protestando porque en ese mes, fue la autoproclamación de
Juan Guaidó como presidente de Venezuela, quien fuera en ese momento el
presidente de la Asamblea nacional y estaba siendo apoyado por la mayoría del
pueblo venezolano que se mantenía en las calles apostando a un mejor futuro.
El 23 de enero de 2019, fui a la marcha más grande que pude ver en Venezuela, todos
los merideños estaban en la calle, la Policía y la Guardia Nacional comenzaron a tirar
bombas y gases lacrimógenos, salí de ahí con un amigo que me llevó a casa, al día
siguiente por la mañana, volvía a estar un tupamaro en moto fuera de mi casa,
amenazando mi integridad física, luego me mostró un arma, llamó a alguien por
teléfono y se fue.
Seguí trabajando y también seguí activa en la política, pero eso traía consecuencias,
cuando iba a los registros y notarías a introducir documentos, no me dejaban hacer
ningún tipo de trámite, pues todos los registradores y trabajadores de esas
instituciones públicas también son afectos al gobierno, ya me conocían y no me
permitían trabajar libremente, solo había uno de los registros y una de las notarías en
las que podía trabajar porque no me conocían ninguno de sus trabajadores.

En septiembre del 2019, no recuerdo la fecha exacta, me encontraba con mi hermano


en la estación de gasolina, después de haber pasado por una fila de 400 carros,
cuando ya faltaba poco y me acercaba a la estación de servicio surtir gasolina, se me
acercó un funcionario qué decía ser del Sodi para decirme que yo no podía surtir
gasolina en ese lugar, debido a que no tenía carnet de la patria (asi llaman a un carnet
que tienen todas las personas afectas al gobierno o también lo tienen personas que ha
sido amenazadas de perder la oportunidad de surtir gasolina, recibir una caja de
comida, el gas, y esas cosas que el gobierno reparte en algunas oportunidades en
Venezuela, programa en el que yo nunca participé por qué soy de la oposición y para
ellos no lo debía recibir), entonces, me decía el hombre, que tenía que retirarme
porque iban a llamar a otro funcionario de la policía, que me iban a arrestar, porque yo
no debía estar ahí, me mostraba la pistola, que me retirara o que me atuviese a las
consecuencias. Continue en la fila esperando para surtir la gasolina y cuando llego a la
estación, me dijeron que no podía surtir combustible, porque yo estaba bloqueada en
el sistema en Venezuela, el sistema que usan para distribuir la gasolina, para regular
su consumo y que a mí me habían bloqueado, no puede hacer absolutamente nada y
me tuve que retirar a casa, a partir de ese momento. solo podía surtir gasolina en una
estación específica, en un horario Nocturno y sin. registro
El día 10 de diciembre de 2019 yo estaba en una reunión de política con algunos
profesores de la Universidad De Los Andes y resultó que al salir de la casa de uno de
ellos, estaban tres motorizados y un carro, esas personas me dijeron que eran de la
policía inteligencia, que los tenía que acompañar a su oficina, que está ubicada en
Santa Juana de municipio libertador, todo eso con arma en mano, me asusté
muchísimo, me hicieron subir al carro y me llevaron hasta la supuesta oficina, ahí
había mucha gente afecta al gobierno, muchas cosas con alusión al mismo, no sabía
qué hacer, todavía tenía mi teléfono conmigo y mandé un audio a una amiga que
trabaja en el CICPC, diciéndole lo que estaba ocurriendo y donde estaba, ella fue para
el lugar y como conocía a esos funcionarios, después de más o menos tres horas me
dejaron salir. Pero mientras estaba ahí, me dejaron bien claro que yo me debía retirar
de la política, que no podía trabajar en nada que tuviese que ver con protestas o en
contra del gobierno, que sabían donde vivía y que para la próxima me iban a detener,
yo sabía de los presos políticos y por supuesto que no había ley que los protegía, no
podía arriesgarme a tanto.
A partir de ese día ya nunca dejé de tener miedo, siempre andaba con la angustia de
qué algo me iba a pasar en la calle, ni siquiera tenía libertad de trabajar, de acceso a
la gasolina, siempre escondiéndome o haciéndome pasar desapercibida para evitar el
acercamiento a esa gente, mi familia y yo estábamos aterrados, ya no teníamos paz,
porque a mi hermano y a mí, en reiteradas oportunidades nos habían amenazado.
En enero del 2020, decidí volver a mi pueblo para evadir tanto problema, allí estuve
todo este año, porque aunado a la situación que vivía, vino la pandemia COVID 19 y
pues ya no podemos movilizarnos ni salir de casa.
Cuándo comenzó a darse libertades y se levantó el estado de excepción que habían
decretado en Venezuela, yo comencé de nuevo a trabajar, pensando que ya había
evadido un poco todo lo que había vivido en el año anterior, pero volvieron las
llamadas de intimidación, reiterando las amenazas de detención y agresión física,
hasta el punto de amenazarme con secuestrar a mi mamá, pretendían obligarme a
dejar de trabajar o que me escribiera en el partido del gobierno y que trabajara con
ellos en su política corrupta. No tenía salidas, era imposible unirme a ellos porque no
estaba en mis principios actuar de esta forma, Prefería cualquier cosa antes de actuar
o ayudar a fortalecer ese sistema político, me mantenía al margen de cualquier acto
público y tratando de hacerme invisible.
A causa de todo lo ocurrido en esos años, las agresiones, las amanezas, la
persecución, el miedo, la agonía, el dolor y el secuestro de mis libertades tuve que
tomar la desición de emigrar en septiembre de 2021, tuve que dejar mi país, ese país
que tanto amo, donde está toda la gente que amo, todo lo que quiero en mi vida, pero
esa misma vida corría un grave peligro, esa vida en la que no podía hacer nada, y sin
que se torne modestia o egolatría me sentía inútil porque mi familia, la que siempre
contó conmigo, para ellos me convertía en una carga, no tenía como ayudarlos, las
necesidades y las carencias no me dejaban respirar, me sentía impotente, y todas
esas situaciones me impiden regresar, porque mi vida y la de mi familia cuándo yo
estoy presente, corre peligro.
Biani Yenicse García Mancilla

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