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LA VIDA NO ES SAGRADA

OPINIÓN · 29/02/2020 · 4 MINUTO DE LECTURA · 124 VIEWS

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La vida no es sagrada, la vida es simplemente un hecho biológico producto de la evolución de la naturaleza.
No es un don ni un regalo divino, es un hecho corriente.

Por / Gloria Inés Escobar

Los seres humanos, no olvidemos, somos solamente una


especie más entre millones, ni más ni menos perfectas o
especiales que las demás que nos acompañan en este
planeta. Solo somos diferentes, y una de las diferencias
radica en que nuestra especie tiene la capacidad de
moldear el entorno y de organizar la sociedad a voluntad.

Es por ello que la manera en la que vivimos no es la única


posible. Los humanos podemos rehacer la sociedad
totalmente y en múltiples direcciones. En otras palabras,
en nuestra sociedad nada de lo establecido es
inmodi cable y eterno. Por tanto, los valores instituidos
no responden a un ordenamiento predeterminado o a
una fatalidad o a un propósito divino. Lo que somos como
humanos es producto del proceso de socialización que

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cada cultura impone y legitima como normal, como correcto, de tal manera que absolutamente todo
responde a unos intereses y propósitos creados por una minoría que se erige como la elegida, y es
validado, consciente o inconscientemente, de modo activo o pasivo, por la mayoría supeditada a aquélla.
Así se conforma la sociedad. De ahí surgen sus valores.

Sacralizar la vida, establecer este hecho biológico como un valor absoluto inviolable, obedece pues a unos
intereses muy humanos y concretos de nuestra cultura. Por supuesto que la vida una vez brotada, una vez
nacida, debe ser protegida por todos para que alcance su completo desarrollo en las mejores condiciones
posibles; sin embargo, no es necesario otorgarle el estatus de sagrada para cuidarla y ayudarla a prosperar.

Ahora bien, esta preocupación por la vida humana, por su viabilidad una vez nacida, no signi ca que
mientras se geste en el vientre, la mujer esté obligada a conservarla sino puede o no quiere hacerlo. La
maternidad es una opción, jamás una obligación. Las mujeres por el hecho de estar dotadas por la
naturaleza para procrear la vida, no estamos condenadas a parir cada que se fecunde un óvulo. A rmar
que un óvulo fecundado es intocable, es un valor cultural que, por lo tanto, puede ser discutido y
modi cado.

De otro lado, el dominio del hombre en nuestra cultura ha llevado al control de la vida de las mujeres en
todos los aspectos y la maternidad no escapa a ello. Y claro, para facilitar dicho control, la vida ha sido
divinizada, como una forma de blindarla frente a la voluntad humana, frente a la decisión de las mujeres.
De ahí el rechazo al aborto en nuestra cultura.

Es así como el aborto desde esta perspectiva no puede ser juzgado más que como un delito, un crimen
atroz. Por el contrario, si despojamos de sacralidad a la vida y lo consideramos como lo que realmente es,
un hecho contingente y corriente, podemos asumir la discusión del aborto sin el enceguecimiento y el
fanatismo que lo cubre.

Por otra parte, no nos digamos mentiras, la interrupción voluntaria del embarazo es considerado un
crimen cuando es la mujer quien toma la decisión de hacerlo. Pero si la interrupción ocurre como producto
de la violencia física del hombre, de una golpiza, por ejemplo; o por omisión de los cuidados que debe
procurar el Estado desde sus entidades, a la mujer gestante; o por el abuso y exceso de trabajo en
condiciones de sobreexplotación, no pasa nada, nadie es condenado, nadie resulta estigmatizado ni
señalado. En estos casos el que la vida sea sagrada no importa, se hace caso omiso de este valor tan
socorrido por quienes están en contra del aborto.

En efecto, en la discusión del aborto lo que realmente no se perdona es que la interrupción del embarazo
sea producto de la decisión de la mujer, el resto es prosa. No importan los millones de vidas nacidas y
tiradas al mundo, carentes de todo cuidado, de todo amor. Los miles de niños “buscando su hogar”,
mendigando que alguien se ocupe de ellos, no llenan páginas ni discursos ni generan marchas de agravio.
Esas vidas, olvidadas de todos, no importan. Como tampoco importa la vida de las mujeres que fruto de un
embarazo obligado, terminan su vida en la miseria, en el dolor, en la locura, en la frustración.

Esta sociedad se ensaña con las mujeres de un modo despiadado: además de indicarles qué decir, qué
hacer y qué pensar; de usarlas como esclavas sexuales; de sobreexplotarlas laboralmente; de negarle el
valor al trabajo doméstico que ellas realizan; las señala y las condena como criminales cuando
desobedecen la estricta y tácita ley de parir, aun cuando quien lo haga sea una menor de edad violada que
sin dejar de ser niña se tiene que convertir en madre.

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Dejemos de estar apelando a valores que carecen de todo sentido cuando son mirados con los ltros de la
razón y la realidad. Interrumpir un embarazo no es un delito, las mujeres que deciden hacerlo no son
criminales, los fetos son solo humanos en potencia, un óvulo fecundado no es sagrado.

Abandonemos tanta hipocresía y centrémonos en buscar más bien cómo resolver los problemas enormes
de esta sociedad tan desigual en la que millones de seres humanos viven de forma tan indigna y oprobiosa.
Eso sí debería quitarnos el sueño y volcarnos a las calles.

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#ABORTO #DERECHOS #MUJER #VIDA

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