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Las figuras literarias son formas no convencionales de emplear las palabras para dotarlas de
expresividad, vivacidad o belleza, con el objeto de sorprender, emocionar, sugerir o persuadir al
lector. Son conocidas también como figuras retóricas o tropos.
Entre las múltiples figuras literarias, prestaremos atención a las más usadas: la anáfora, la
antítesis, el hipérbaton, la imagen, la metáfora, el símil, el símbolo y la sinestesia.
1.- La anáfora.- Es una figura que consiste en la repetición de una o más palabras al principio de
versos o enunciados sucesivos, poniendo énfasis en el elemento reiterado. La anáfora es uno de
los medios que sirven para lograr coherencia y unidad sintácticas.
Es el caso de los siguientes versos de la poeta peruana Blanca Varela (Lima, 1926-2008),
pertenecientes a “Canto villano”:
En el poema XIV de España, aparta de mí este cáliz, de César Vallejo, también se evidencia la
presencia de la anáfora:
La contraposición puede surgir por medio de formas negativas: “Que muero porque no muero”
(Santa Teresa). También es posible que el poeta logre oponer en sus versos términos que,
semánticamente, no se oponen en la lengua: “púrpura nevada o nieve roja” (Luis de Góngora).
En el poema “Variaciones de Jorge Guillén”, del peruano Jorge Eduardo Eielson (Lima, 1924 –
Cerdeña, 2006), leemos:
3.- El hipérbaton.- Figura sintáctica que consiste en la alteración del orden de algunos
elementos de la oración respecto al que normalmente presentan. Por lo general, sirve para
destacar el elemento desplazado al primer lugar.
En esta estrofa de la rima LIII, del español Gustavo Adolfo Bécquer, encontramos la presencia
del hipérbaton:
Las golondrinas oscuras volverán / a colgar sus nidos en tu balcón / y otra vez llamarán a sus
cristales / jugando con el ala.
4.- La imagen.- Puede ser definida como un cuadro visual. Es también, en muchos casos, una
comparación que no se descifra porque el término comparativo no es evidente y, si se fuerza
una equivalencia, solo se obtiene un resultado aproximado. “La verdadera imagen comunica
muchas cosas a la vez”.
En una imagen como “nuestras vidas eran barcos al mediodía”, el complejo de sensaciones,
ideas y sentimientos que convoca “barcos al mediodía” es demasiado amplio como para que
hallemos una sola equivalencia con “nuestras vidas”.
Ezra Pound, el gran poeta norteamericano, definió la imagen como “un complejo intelectual y
emocional en un instante de tiempo”.
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5.- La metáfora.- Tradicionalmente, esta figura ha sido considerada una comparación abreviada.
Por ejemplo, “Aquiles es un león” deriva de Aquiles combate como un león. Pero hoy se la
define de acuerdo a un mecanismo lingüístico de traslación o un desplazamiento semántico. En
“cabellos de oro”, “oro” tiene un significado distinto del literal, se ha desplazado el significado
‘metal’ para que prevalezca la propiedad del color y se ha sustituido ‘rubio’ por “oro”.
Aristóteles aludía a una relación analógica, en la que, por ejemplo, entre la vejez y la vida existe
la misma relación que entre la tarde y el día. De ahí que surgiera la metáfora “la vejez es la tarde
de la vida”.
La metáfora puede adoptar varias formas. Entre ellas: la sustitución del nombre (“luna de
pergamino” = pandereta); las que usan la preposición “de” (“manos de nieve”); las que adoptan
el verbo ser (“Tu vientre es una lucha de raíces”); cadenas de dos o más nombres (“relámpagos
de risas carmesíes”); metáforas verbales (“brilla por su inteligencia”); metáforas adjetivas
(“mirada angelical”). Incluso hay metáforas de un solo término.
En las metáforas verbales, no se aprecia una sustitución, sino un cambio de significado. En “el
tiempo vuela”, el tiempo se convierte en un ser animado. El mecanismo metafórico funciona
también en el lenguaje cotidiano (“es una fiera”, “voltear la esquina”). En realidad, más que
expresar semejanzas, la metáfora las crea.
Leamos el poema "Toast", del poeta peruano Javier Sologuren (Lima, 1921-2002):
6.- Símil o comparación.- Aristóteles definió esta figura como una especie de metáfora. Pero los
estudios modernos han abandonado esta definición. En ella se establece una relación de
semejanza entre dos términos, que se manifiesta por la presencia explícita de la conjunción
“como”, o la correlación comparativa (como…así), o por otro conector que establezca dicha
comparación (tan, más que, tal, cual, parece). Ejemplos: “espadas como labios”; “hombre más
apenado que ninguno”.
Leamos el poema "Me gustas cuando callas...", del poeta chileno Pablo Neruda:
7.- El símbolo.- Es un recurso complejo para cuyo desciframiento hay que recurrir a la
experiencia, a la cultura o al marco que propone cada poema. Aun así, muchas veces permanece
hermético.
Hay símbolos más o menos extendidos, como “blanco” = pureza; “círculo” = perfección; “olivo” =
paz; “búho” = sabiduría. Pero hay otros privativos de un autor o de una obra.
En “La niña de la lámpara azul”, de Eguren, el personaje no puede ser reducido a “ilusión”,
“amor”, “poesía” ni nociones parecidas. Su sentido permanece abierto.
La presencia de un sentido simbólico puede ser subrayada por la insuficiencia del sentido literal
en el contexto en que el término simbólico aparece.
Puede tomar diversas formas, desde la adjetivación, como en los casos anteriores, a la
comparación como en “Correspondencias”, de Baudelaire: perfumes “verdes como praderas”.
Leamos el texto "El poeta le pide a su amor que le escriba", de Federico García Lorca:
3) “En la orilla contemplo / suaves, ligeras, / con sus penachos finos, las cañaveras”.
(_HIPÉRBATON__)
7) “Borro palabras nuevamente / borro pájaros hojas secas viento / borro todo por fin”.
(_ANÁFORA__)
11) “Viene por las calles / a la luna parva, / un caballo muerto / en antigua batalla”.
(_HIPÉRBATON__)
(_METÁFORA__)
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1.- EL "YO" POÉTICO.- También llamado “yo lírico” o “hablante lírico”, es la voz que habla en el
poema. Por ejemplo, “Esta tarde llueve, como nunca; y no / tengo ganas de vivir, corazón”
(Vallejo).
El yo poético existe en el ámbito del poema y no tiene que ver, necesariamente, con el yo real o
empírico; pertenece al mundo imaginario.
Algunas veces esa voz es impersonal, pero se expresa en un tono que es posible describir. Tal es
el caso de “Ser río que corre, ser nube que pasa” (Chocano).
2.- EL TONO POÉTICO.- Es la perspectiva o actitud que asume el yo poético y que guarda
relación con las emociones que revela esta voz y sus modulaciones.
Así, en el fragmento siguiente se puede reconocer un tono melancólico: “Las tardes rielan / en
mi memoria / tal amarillas / fotografías” (Francisco Bendezú).
3.- EL TEMA POÉTICO.- Aunque en la lírica la ausencia de contexto es notoria, siempre es posible
identificar las circunstancias en que se “dice” el poema y establecer el tema principal al que se
refiere. Reconocemos el tema porque a él se supeditan los demás elementos significativos del
poema.
Así, por ejemplo, el tema puede ser el amor fraternal, el contraste entre la vida y la muerte, o
una estación del año, entre muchos otros.
En el poema de García Lorca, antes citado, el tema es el abandono del ser amado.