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Recursos poéticos

Figuras literarias
La anáfora
Es una figura que consiste en la repetición de
una o más palabras al principio de versos o
enunciados sucesivos, poniendo énfasis en el
elemento reiterado. La anáfora es uno de los
medios que sirven para lograr coherencia y
unidad sintácticas.

Es el caso de los siguientes versos de Blanca


Varela, pertenecientes a “Canto villano”:
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea
XIV
¡Cuídate, España de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima apesar suyo,
del verdugo apesar suyo
y del indiferente apesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaveras!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!...
César Vallejo, España, aparta de mí este cáliz
La antítesis
Figura que consiste en la contraposición de dos palabras o
frases de significación opuesta, o términos subjetivos que se
perciben como opuestos. Fue muy utilizada en el Barroco y
en el Romanticismo.

La contraposición puede surgir por medio de formas


negativas: “Que muero porque no muero” (Santa Teresa).
También es posible que el poeta logre oponer en sus versos
términos que, semánticamente, no se oponen en la lengua:
“púrpura nevada o nieve roja” (Luis de Góngora).

La forma más contrastada y sintética de la antítesis se


denomina oxímoron: “música callada” (San Juan de la Cruz).
Variaciones sobre un tema de
Jorge Guillén

nada casi nada: cielo


aletazos de nada
en la nada: vuelo
y el cielo que se vuelve suelo

todo casi todo: suelo


aletazos de todo
en todo: nado
y el suelo que se vuelve cielo

nada casi nada: suelo


todo casi todo: cielo

Jorge Eduardo Eielson, Tema y variaciones


El hipérbaton
Figura sintáctica que consiste en la alteración
del orden de algunos elementos de la oración
respecto al que normalmente presentan. Por
lo general, sirve para destacar el elemento
desplazado al primer lugar.

En la literatura en lengua española, Luis de


Góngora y Argote es considerado un maestro
en el arte del hipérbaton.

Lo utilizamos también en el lenguaje


cotidiano, en expresiones como “Si mal no
recuerdo” y “A Dios gracias”.
El olvido
No es tu final como una copa vana
que hay que apurar. Arroja el casco, y muere.

Por eso lentamente levantas en tu mano


un brillo o su mención, y arden tus dedos,
como una nieve súbita.
Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno;
peor: es triste. Olvidar es morir.

Con dignidad murió. Su sombra cruza.

Vicente Aleixandre, Poemas de la consumación


La metáfora
Es una comparación que equipara dos objetos
(personas, animales, cosas, eventualmente
conceptos) a partir de una cualidad sensible que
ambos comparten.

En “manos de nieve”, se comparan las manos con


la nieve en la medida en que los dos objetos son de
color blanco o connotan frialdad.

Esta figura retórica, que se empleó en la literatura


clásica, desaparece durante la Edad Media y vuelve
a surgir a inicios del Renacimiento.
La metáfora puede adoptar varias formas. La más
común, también llamada símil o comparación, es
aquella que hace evidente el término comparativo,
con el empleo de nexos del tipo de “como”, “cual”,
“así”, “igual que”, etc.; por ejemplo: “suave como la
espuma”. Pero hay otras formas que usan o bien la
preposición “de” (“cabellos de oro”), o bien el verbo
ser (“Tu vientre es una lucha de raíces”). Incluso
hay formas en que el nexo gramatical no aparece.

Cuando la relación entre los objetos es ya muy


conocida, puede suprimirse uno de ellos. Así, en el
Siglo de Oro, era frecuente decir “oro” en vez de
cabello, pues a menudo se había comparado el
cabello rubio con el oro, a veces con alguna
calificación, como “oro undoso” (con ondas).
Toast
La inquieta fronda rubia de tu pelo
hace de mí un raptor;
hace de mí un gorrión
la derramada taza de tu pelo.

La colina irisada de tu pecho


hace de mí un pintor;
hace de mí un alción
la levantada ola de tu pecho.

Rebaño tibio bajo el sol tu cuerpo


hace de mí un pastor;
hace de mí un halcón
el apretado blanco de tu cuerpo.

Javier Sologuren (1921-2004)


La imagen
Puede ser definida como un cuadro visual. Es también, en
muchos casos, una comparación que no se descifra porque el
término comparativo no es evidente y, si se fuerza una
equivalencia, solo se obtiene un resultado aproximado. “La
verdadera imagen comunica muchas cosas a la vez”. Para
Bachelard, es producto de la imaginación pura, no de la
percepción, y es creadora de lenguaje.

En una imagen como “nuestras vidas eran barcos al


mediodía”, el complejo de sensaciones, ideas y sentimientos
que convoca “barcos al mediodía” es demasiado amplio como
para que hallemos una sola equivalencia con “nuestras
vidas”.

Ezra Pound, el gran poeta norteamericano, definió la imagen


como “un complejo intelectual y emocional en un instante de
tiempo”.
Visitas
A través de la noche urbana de piedra y sequía
entra el campo a mi cuarto.
Alarga brazos verdes con pulseras de pájaros,
con pulseras de hojas.
Lleva un río de la mano.
El cielo del campo también entra,
con su cesta de joyas acabadas de cortar.
Y el mar se sienta junto a mí,
extendiendo su cola blanquísima en el suelo.
Del silencio brota un árbol.
Del árbol cuelgan palabras hermosas
que brillan, maduran, caen.
En mi frente, cueva que habita un relámpago…
Pero todo se ha poblado de alas.

Octavio Paz
El símbolo
Es un recurso complejo para cuyo desciframiento hay que
recurrir a la experiencia, a la cultura o al marco que propone
cada poema. Aun así, muchas veces permanece hermético.

Hay símbolos más o menos extendidos, como “piedra” =


dureza; “círculo” = perfección; “olivo” = paz. Pero hay otros
privativos de un autor o de una obra.

En “La niña de la lámpara azul”, de Eguren, el personaje no


puede ser reducido a “ilusión”, “amor”, “poesía” ni nociones
parecidas. Su sentido permanece abierto.

La presencia de un sentido simbólico puede ser subrayada


por la insuficiencia del sentido literal en el contexto en que el
término simbólico aparece.
El albatros
Suelen, por divertirse, los mozos marineros
cazar albatros, grandes pájaros de los mares
que siguen lentamente, indolentes viajeros,
al barco, que navega sobre abismos y azares.

Apenas los arrojan allí sobre cubierta,


príncipes del azul, torpes y avergonzados,
el ala grande y blanca aflojan como muerta
y la dejan, cual remos, caer a sus costados.

¡Qué débil y qué inútil ahora el viajero alado!


Él, antes tan hermoso, ¡qué grotesco en el suelo!
Con su pipa uno de ellos el pico le ha quemado,
otro imita, renqueando, del inválido el vuelo.

El poeta es igual … Allá arriba, en la altura,


¡qué importan flechas, rayos, tempestad desatada!
Desterrado en el mundo, concluyó la aventura:
¡sus alas de gigante no le sirven de nada!

Charles Baudelaire, Las flores del mal


La sinestesia
Consiste en la mezcla de sensaciones provenientes
de distintos sentidos. Así, “música espectral” es
una sinestesia porque la música se percibe con el
oído y lo espectral, con la vista.

Como la imagen y el símbolo, se emplea de manera


frecuente durante el Simbolismo. También se usa
en el habla corriente, como “color chillón”, que
involucra los sentidos de la vista y el oído, o como
“dulce melodía”, que mezcla la percepción gustativa
con la auditiva.

Puede tomar diversas formas, desde la adjetivación,


como en los casos anteriores, a la comparación
como en “Correspondencias”, de Baudelaire:
perfumes “verdes como praderas”.
El poeta pide a su amor que le escriba
Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal, la piedra inerte


ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte
.
Pero yo te sufrí, rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues de palabras mi locura


o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
Federico García Lorca, Sonetos del amor oscuro
Reconocer las figuras en los siguientes versos:

- “Oí sonidos de aves, dulces y moduladas”.

- “Eres simple, Rubén, como el aire que huía”.

- “En la orilla contemplo / suaves, ligeras, /con sus penachos finos, las
cañaveras”.

- “Cuando quiero llorar no lloro / y a veces lloro sin querer”.

- “El valle es de oro amargo”.

- “El ramaje denso de árboles y árboles de angustia”.

- “Borro palabras nuevamente / borro pájaros hojas secas viento / borro


todo por fin”.

- “En el cenit azul, una caricia rosa”.

- “Volverán las oscuras golondrinas / de tu balcón sus nidos a colgar”.

- “Morir como una rosa cortada al fuego de la noche”.

- “Viene por las calles / a la luna parva,/ un caballo muerto / en antigua


batalla”.
Elementos del
discurso poético
El yo poético
También llamado “yo lírico” o “hablante lírico”, es la
voz que habla en el poema. Por ejemplo, “Esta
tarde llueve, como nunca; y no / tengo ganas de
vivir, corazón” (Vallejo).

El yo poético existe en el ámbito del poema y no


tiene que ver, necesariamente, con el yo real o
empírico; pertenece al mundo imaginario.

Algunas veces esa voz es impersonal, pero se


expresa en un tono que es posible describir. Tal es
el caso de “Ser río que corre, ser nube que pasa”
(Chocano).
El tono poético
Es la perspectiva o actitud que asume el yo poético
y que guarda relación con las emociones que revela
esta voz y sus modulaciones.

Así, en el fragmento siguiente se puede reconocer


un tono melancólico: “Las tardes rielan / en mi
memoria / tal amarillas / fotografías” (Francisco
Bendezú).

En esta estrofa, en cambio, el tono es rebelde y de


reclamación: “Basta ya de agonía. No me importa /
la soledad, la angustia ni la nada. / Estoy harto de
escombros y de sombras. / Quiero salir al sol. […]”
(Alejandro Romualdo)
El tema poético
Aunque en la lírica la ausencia de contexto es
notoria, siempre es posible identificar las
circunstancias en que se “dice” el poema y
establecer el tema principal al que se refiere.
Reconocemos el tema porque a él se supeditan los
demás elementos significativos del poema.

Así, por ejemplo, el tema puede ser el amor


fraternal, el contraste entre la vida y la muerte, o
una estación del año, entre muchos otros.

En el poema de García Lorca, antes citado, el tema


es el abandono del ser amado.
Pasos para el análisis

 Lectura general del poema. División en partes o


unidades.
 Identificación de los asuntos.
 Reconocimiento y caracterización del yo poético.
 Análisis externo: búsqueda de regularidades,
paralelismos y distanciamientos de las normas.
Reconocimiento del tono del poema.
 Análisis interno: identificación de las figuras
retóricas o literarias.
 Formulación de hipótesis de interpretación: el tema
poético y su formulación.
Texto consultado

Angelo Marchese y Joaquín Forradellas.


Diccionario de retórica, crítica y
terminología literaria. 4ª edición,
Barcelona, Ariel, 1994.

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