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ílaba dcfciicliíla cou reJuclo, bnliados y-fosos, j a medio desmantelada por loa acertados (fis-
y eon la artillería gruesa doee suba rea lia á e»^ paroi de la artillería cristiana. Kste combate
te fin. No dejaba de causar soj-presa ua apa- fue terrible; loi moros desde laa tponeraada-
rato militar tan forañdable; los cerros eontigiiOB ban laego & las escalas y ari'ojaudo grau caa-
i la ciudad estabau coronados de tiendas coa tidad de resina y pez hirviendo, ofuscaban A ,
'os enseñas de los mas íucUtos gerreroa de Cas-^ los que subían, sacrlficindolos ai caer con dar- -.
tlUn. Dú quiera chíspeahau las ferrci-ias oca- dos y piedras arrojadizas. Perplejos por un
padas en construir m.lquinas para el asalto; segundo aquellos bravos cspaQoles y reforza-
en otras partes haLila talleres de varios oficios dos oportunamoute por el duque ¿e Naxera
alternando su martilleo cou el estruendo de y el comendador de Calatravn, repiten al día si-
las lombardiis. Aili un tropel de picapedreros guiente aqui'Ua arrítjgula caprcs^i, haciendo- '
redoudeaban las balas de piedra que habla de se dueños al momento de esta iucspugnabla '^^
irrojar la artillería: allí se alzaban las buraa- t o r r e ; pero los moros que la abandonaron,
redas producidas por los hornos de carbón, reforzados por los de la ciudad, la socaban iu- "
por la InflainaeioQ de la pólrora v por la» fo- teríorment*, poniendo bajo de su» ciiniento'
gatas cristiauas: alU en fin A la claridad de la ? uuos puntales de madera que incendian ÍIH
luua empuñando su tizona, Veiíise un hermoso mediatamentL'. Faltan estos leves apoyos j h ú n -
joven, vigilar por la seguridad de Fernando, dese la torre con estrepito dejando sepaltadoi
?
é al seusible Garcileso escribiendo ou los des- ? mncbos cristianos entre sus escomljros j es-
cansos del combate aquellas églogas snblimei. ? pneslos los demás á los tiros del enemigo. En -
Desde lo alto del castillo complacíase íla- tan crítica situación y favorecidos de una bre-
met elZegrícou el horror ds la guerra, y con cha, penetran nuevos refuerzos cu el murado
el frocuciite estrago de las baterías cristiauas. arrabal, y sosteniendo otra lucha no menos
Su atezada fisononiíñ se animaba con su es- tenaz y sangrienta lograron desnlojar al e » « - „ , ¿ ^
truendo j asomado á sus almenas veía cou migo d« esta fortificaciou avanzada.
cierto placer el efecto de los combustibles que
cruzaban como meteoros la oscuridad del fir- . Cuniimavá.,
mamento. Lai mas opulenta* casas converti-
da» en líirámidt-'S de fuego, resplandcciau un
instante T después dcspareciau entre clamo-
res y sombras. Daba el bárbaro una carcaja-
da al ens^n^•ha^ el sepulcro de esta ciudad iu-
felli decidido como estaba en entregar al ven*
•edor por tL'i'mino de la contienda uu vasto
«zmpo de ruiuai.
Era la Puerta de Granada acaso la mas Errata. = ^ E n alg-nnos cjemplavís del
íVeríe de la ciudad porque ademas desús tor- mimcvo anterior, cu la última línea del úl-
res tuuia un doble muro avanzado y circu- timo párrafo de la historia de Alála^a, donds
lar con sus competentes defensa». (8) En su dicel8U7icáse l i U 7 .
ámbito se recogían los ganador, como TadicliO
en Pata historia, haciomlo de que los moros ade-
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lantasen sus guerrillas liasta la linca enemiga.
Beseoso da nuevos laureles se encarga el con-
de de Clfuentes, con alguuoj caballeros de la
EDITOR, J . BE M i m m .
Casa-Real de asaltar una alta torre (¡UG defen- Kt=a)
día los arrabales por esta p^rta del pueblo,
I M l ' I l E ^ T A DEL CÜMEStCIÜ.
(6) Vc.ite la plauta Ar,,b0 dt Málaga-
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VISTA DE LA ADUAISTA DE MALAOA.