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Es el corazón de Dios que nosotros vivamos libres de cualquier obstrucción que pueda frustrar
nuestro crecimiento espiritual. A nuestro adversario, el diablo, le gustaría que nosotros
apartásemos nuestros ojos de las promesas de Dios y que tengamos tropiezos en nuestro
crecimiento. El, el Adversario, no quiere que nosotros estemos libres mentalmente para
disfrutar y crecer en La Palabra de Dios. Y una de las formas en que el adversario trata de detener
nuestro crecimiento es por medio de tentarnos a que nos enfoquemos en cuan heridos nos
podamos sentir debido a las palabras o acciones de otras personas.
La Palabra de Dios nos da todo lo que necesitamos para superar la ofensa. A medida que
mantenemos nuestros corazones arraigados y cimentados en La Palabra de Dios, nosotros
podemos superar este ataque por medio de mostrar perdón y por medio de controlar nuestras
emociones.
Perdonar a otros como Cristo nos perdonó es una acción que podemos tomar para superar la
ofensa.
Colosenses 3:13
Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.
De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Mateo 6:20.21
Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no
minan ni hurtan.
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
El relato de José en el antiguo testamento es un gran ejemplo de alguien que puso a Dios
primero en medio de circunstancias adversas. El no permitió que las ofensas de sus hermanos
le impidieran hacer la voluntad de Dios para su vida. Sus hermanos estaban celosos de él y lo
vendieron como esclavo, luego él fue comprado por un egipcio y más tarde fue echado en
prisión. Él pudo haberse sentido herido y llegar a estar furioso con sus hermanos. Después de
todo, ellos eran sus hermanos, y se suponía que él podía confiar en ellos.
A pesar de que él fue maltratado, José siguió siendo fuerte, el confió en que Dios tomaría
cuidado de su vida, y él no permitió que las ofensas lo hicieran tropezar y caer en una trampa.
José fue eventualmente elevado a la posición de administrador de todo Egipto. El perdonó a sus
hermanos y trajo a toda su familia a Egipto para cuidar de ellos durante una hambruna. Durante
todos esos años, el mantuvo su corazón abierto para perdonar a sus hermanos.
Génesis 45:5.7
Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación
de vida me envió Dios delante de vosotros.
Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros
vida por medio de gran liberación.
José elevó a Dios en su pensamiento por encima de las malas acciones de sus hermanos.
Nosotros podemos ser como José, y no permitir que una acción equivocada hacia nosotros nos
haga tropezar.
Poner a Dios primero en nuestros pensamientos y nuestras acciones es la clave para nosotros
poder superar la ofensa. A medida que nosotros profundamente nos arraigamos en la Palabra,
nosotros aprendemos a reconocer cuando seamos tentados a permitir que el dolor de una
ofensa eche raíces en nuestros corazones e interrumpa nuestro crecimiento espiritual.
Salmo 119:165
Mucha paz tienen los que aman tu ley,
Y no hay para ellos tropiezo.
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