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La creciente importancia alcanzada por esta El comercio ilícito, que fue sofocado durante
gobernación y los peligros [de]... la unos años por una política severa... adquirió
expansión lusitana determinaron a la Corona, nueva fuerza cuando el Río de la Plata se separó
en 1617, a dividir el extenso territorio en dos del Paraguay en 1617 (...) El contrabando floreció
gobernaciones, atendiendo al pedido de en el Plata. Para evitar que la región entrara en
Hernandarias. Una era la del Guayrá - agonía, cada tres años o más la Corona enviaba
llamada más tarde del Paraguay-, que dos o tres fragatas desde Sevilla, que poco podían
comprendía aproximadamente la actual hacer para arrancar del estado de postración en
República del Paraguay, la provincia de que se encontraba el comercio rioplatense.
Formosa y los vastos territorios al norte del
nacimiento del río Uruguay, que actualmente La política económica de la metrópoli con
pertenecen al Brasil. respecto a estas tierras se basaba en la creencia
de que las provincias del Plata eran de escasa
La otra gobernación, que siguió llamándose importancia (no producían ni oro ni plata), que
del Río de la Plata, comprendía el resto del había en ellas lo necesario para la vida humana y
territorio de la primitiva gobernación, con que debían, por tanto, subsistir sin mayores
cuatro ciudades principales: Buenos Aires, relaciones comerciales con el mundo exterior. El
Santa Fe, Corrientes y Concepción del perjuicio que este régimen pudiese ocasionarles
Bermejo [Chaco]. La primera de estas se reputaba mínimo frente al supremo interés de
ciudades era la residencia de las autoridades, mantener el sistema de monopolio por la vía de
y a fines de 1695 se le confirió el rango de los galeones.
capital de la provincia, consagrándose de
esta manera la evidencia que los hechos ya Sobre este aspecto señala José Luís Romero:
Siglo XVII
Desde 1564 a 1785, con una breve interrupción, todas las gobernaciones señaladas dependían de la
AUDIENCIA DE CHARCAS, incluso la misma Audiencia de Lima dependerá de esta.
En Buenos Aires, la querella entre obispos y gobernadores fue durante toda la época colonial una
de las causas de agitación en el vecindario. Fuera de las pequeñas cuestiones personales y del
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conflicto entre las distintas tendencias políticas que se suscitó después, un motivo frecuente de
discrepancia fue el problema de los indios, más grave, sin duda, en el Paraguay y en el Tucumán
que en el Río de la Plata.
Lo que más los agitó fueron las querellas entre el obispo y las autoridades civiles, todos celosos de
sus prerrogativas y todos acusados o acusadores en relación con los negocios de contrabando. Así se
desenvolvió, durante el siglo XVII y buena parte del XVIII, la vida de Buenos Aires, la pequeña aldea
en la que los viajeros advertían la vida patriarcal que transcurría en las casas de techos de paja, en
cuyos patios abundaban las higueras y los limoneros.
Bibliografía:
Víctor TAU ANZOÁTEGUI; Eduardo MARTIRÉ. Manual de Historia de las Instituciones Argentinas, Macchi,
Buenos Aires, 1996, 6º ed. revisada y actualizada, Capítulo V, pp. 109-116; a cargo de Víctor Tau Anzoátegui.
José Luis ROMERO, Historia de la Argentina. F. C. E., Buenos Aires, 1996, pp. 19-48.
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Política exterior de Carlos III
Según Zorraquín Becú, es con Carlos III (1759-1788) cuando la política internacional de España
alcanza sus auténticos fines. Bajo su reinado se logró cancelar el tratado de permuta de 1750, que
había marcado el momento de mayor abandono por los problemas indianos, y se mantuvieron
también incólumes los derechos sobre las Malvinas. Al mismo tiempo, se hicieron esfuerzos
notables para liberalizar el comercio con las Indias y aumentar las comunicaciones, procurando
asimismo asegurar su defensa.
Por su parte, Vicente Sierra afirma que si la política de Carlos III, hubiera sido aplicada dos
siglos antes, habría podido ser factor de un sorprendente poderío económico español. Esta además
abrió a Buenos Aires las puertas de la prosperidad y el progreso.
Con la implantación de las intendencias quedaba cercenada la autoridad del virrey del Perú,
quien había sido considerado jefe casi autónomo de su respectiva provincia y hasta había recibido
las prerrogativas del vice-patronato.
El concepto de vice-patronato estaba conectado a la autoridad de las intendencias y ello trajo
muchas desavenencias entre las autoridades civiles y eclesiásticas. La tensión entre el estado y la
iglesia culmino con la expulsión de los Jesuitas por decreto de 27 de marzo de 1767, con lo cual se
ocuparon militarmente las casas, las misiones, los colegios de la compañía de Jesús y se expulso a
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sus miembros a Italia. Se tuvieron que contener manifestaciones adversas a esta expulsión en el
Perú, Chile, Buenos Aires y Cuba.
Las intendencias fueron un esbozo de descentralización administrativa y en la republica del
siglo XIX se les dio el nombre de departamentos.
Las funciones de los intendentes se concentraban en cuatro materias o ramos:
Política, de hacienda, de guerra y de justicia. Inicialmente, las intendencias causaron desorden
administrativo pero se fueron asentando cada vez más.
Las sentencias expedidas por los intendentes era materia de apelación ante la audiencia y de
esa manera se recorto la facultad judiciaria de los alcaldes. Las intendencias supervigilaban el
cobro de impuestos o rentas reales y estaban obligadas a presupuestarlas.
La vida municipal con los Borbones, la ordenanza dictada para establecer las intendencias en
Argentina se refiere a los alcaldes ordinarios aparece si fuerza en la administración de justicia, lo
que significaría que el sistema de intendencias no extinguió la vida municipal.
· La vida municipal con los Borbones.
La ordenanza dictada para establecer las intendencias en Argentina se refiere a los alcaldes
ordinarios aparece si fuerza en la administración de justicia, lo que significaría que el sistema de
intendencias no extinguió la vida municipal.
La ordenanza dispuso que todas las ciudades, villas y pueblos procedieran a elegir dos alcaldes
dentro del año siguiente a la creación de las intendencias; si no había ayuntamiento, el
nombramiento del alcalde seria efectuado por el intendente o gobernador.El cabildo fue la base
del espíritu de las nacionalidades de América. Los regidores podían ser oriundos del viejo
continente y también criollos.El municipio indiano había conocido la existencia de dos categorías
de cabildos: el abierto y el cerrado.
Al Abierto concurrían los vecinos constituyendo el vocerío colectivo de las masas que podían
dirigir sus pedimentos al rey en idioma diferente al ruego y a la alabanza, originando debates en
temas políticos y económicos, además, estos cabildos abiertos aperturaron el periodo colonial y lo
cerraron como preludio patriótico a las republicas. Luego aparecerían los cabildos revolucionarios a
partir de 1810 con renovados bríos y expectativa popular.En los cerrados, solo los regidores y
magistrados bajo la presidencia de los alcaldes ordinarios o alcaldes mayores o corregidores
tomaban acuerdos sobre las funciones locales y de interés general. Los cabildos cerrados podían
proceder a la designación de los procuradores en la corte para constituirse en la voz de los vecinos.
Los municipios canalizaron las quejas y pedidos de los ciudadanos; en algunos casos, algunos
enviados de los municipios defendieron los intereses gremiales y hasta de indios en una republica
que empieza a desaparecer en el siglo XVIII con la integración borbónica.
· Transformaciones políticas y administrativas en el siglo XVIII.
Al producirse los primeros movimientos a favor de la independencia en 1810, muchísimas leyes
de la Recopilación de 1680 ya no regían. Las bases mismas del Derecho indiano fueron obra de la
dinastía austriaca, un siglo más vieja que la borbónica en América, pues aquella rigió en los siglos
XVI y XVII y esta en el siglo XVIII, primero con las perturbaciones de la Guerra de Sucesión y más
tarde dentro de la postración que significara el reinado de Carlos IV. Los Borbones tuvieron en
España un sentido más centralista del gobierno, como se comprueba en la política de Felipe V. En
América desdoblaron los dos virreinatos ya existentes cuya base histórica eran los dos grandes
imperios indígenas. Encontraron que era difícil el gobierno, vislumbraron peligros y asechanzas
internacionales, así como ventajas y conveniencias económicas y erigieron los virreinatos de Nueva
Granada y del Río de la Plata.
Estas reformas fueron de trascendencia fundamental para la creación de las nacionalidades
americanas, así como la creación de dos Capitanías Generales de Venezuela y de Chile y de las
audiencias de Cuzco y Buenos Aires. El antiguo virreinato del Perú quedo cercenado y mediatizado.
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Y sin embargo en el siglo XIX no apareció en el Perú una doctrina que aspirase al regreso de algún
territorio perdido a causa de las reformas borbónicas. Las reformas borbónicas afirmaron en
América el poder personal. La existencia de la Ley del Nuevo Código y La lucha entre "adicionistas"
y "comentaristas", la verdad es que hubo frecuentes tentativas para promulgar lo que se llamo la
ley del Nuevo Código. Muchos especialistas en esos estudios llegaron a negar la existencia de dicha
ley. Ella ha sido descubierta por modestos rebuscadores de archivos. Es Antonio Muro Oregón quien
da a conocer documentos relativos a las juntas para una recopilación nueva durante los reinados de
Carlos IV y Fernando VII.
A inicios del siglo XVIII empezó el periodo revisionista de la recopilación de 1680. Hubo una
tendencia que pretendía ir a una obra puramente comentarista de la recopilación; y otra tendencia
mas ambiciosa, que podría calificarse de adicionista. La obra reformadora de la legislación indiana
quedo fijada con el notable decreto de 9 de mayo de 1776 ordenando la formación del nuevo
código de las Leyes de Indias, donde triunfa la corriente adicionista.
El proyecto Ansotegui, varias juntas se formaron para cumplir este propósito. La primera estuvo
compuesta por don Miguel José Serrador don Juan Crisóstomo Ansotegui. El que lleno
efectivamente su cometido fue Ansotegui presentando un tomo con el libro 1. del nuevo código.
Una junta de letrados fue nombrada para revisarla.
Antonio Muro Oregón halla los siguientes defectos en el proyecto de Ansotegui:
"Extraordinaria ampulosidad, exceso de preámbulos, falta de autoridad en la sanción,
repetición, dentro de diferentes leyes, de un mismo asunto que perfectamente pudo reunirse en
una sola, alterar sistemáticamente y sin necesidad alguna las palabras de Recopilación con el solo
pretexto de introducir su pluma; equivocaciones en las citas de cedulas y resoluciones que al
margen de las leyes formadas indicaban su procedencia; en fin, un sinnúmero de pequeños detalles
que prolijamente enumera la junta a través de sus actas en su dilatada revisión".
El proyecto aprobado en 1792. Últimos trabajos, la junta codificadora formo un proyecto de
Libro I del Nuevo Código.
El rey Carlos IV aprobó dicho proyecto por decreto de 25 de marzo de 1792 pero ese decreto no
se publico.
En 1799 el mismo monarca encargo a don Antonio Porcel la reforma de Recopilación de Indias,
sin indicar si el libro I seria excluido de esta obra.
La obra de Porcel no ha sido descubierta y se cree que presento el Libro I del Código,
adicionado con las resoluciones expedidas a partir de 1791.
En 1817, Fernando VII acepto la formación de una nueva junta codificadora, a iniciativa de don
Juan Miguel Represa, antiguo escribiente del Consejo de Indias; y en 1818 nombro a los miembros
de ella. En 1820 fue ella suprimida.
¿Rigió la ley del nuevo código? La Ley del Nuevo Código no llego a aplicarse, a pesar de la
cedula de Carlos IV. La Ley del Nuevo Código no fue impresa jamás ni fue conocida en buena parte
de América; y sobre la rareza de sus copias da idea el mucho trabajo que ha costado encontrar una
sola. Seguramente fueron aplicadas muchas de sus leyes: pero, en forma aislada, en virtud de su
carácter de Reales Cedulas particularizadas.
Importancia de los trabajos de Manuel José de Ayala, en esta labor intensa, realizada durante
los gobiernos de Carlos III, Carlos IV y Fernando VII se destaca la figura del jurista panameño
Manuel José de Ayala, que reunió muchos materiales para el nuevo código. Ayala llego a anotar en
un ejemplar de la Recopilación de 1680 todas las modificaciones en ella introducidas y reunió una
inmensa documentación; de modo que la publicación de sus manuscritos ha de dar bastante luz
sobre esta etapa jurídica.
2. Reformas Económicas.
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En lo que respecta al sistema económico, surgen en el siglo XVIII innovaciones importantes, de
donde encuentran su fundamento en las teorías filosóficas y económicas que fueron imperando en
Europa durante esa época y los ensayos por Catalina II (Rusia), José II (Austria), Pombal (Portugal),
Federico II (Prusia), Turgot y Mallesherbes (Francia).
En América, los cambios en el sistema económico empiezan en el tratado de Utrecht (1713) que
permitió que el comercio y el trafico marítimo tomaron nuevos rumbos dando ciertas ventajas
económicas respecto del comercio colonial al reino de Inglaterra, entre estos cambios podemos
mencionar:
El comercio de los esclavos: España dejo el comercio de negros a los extranjeros ya que no
contaba con posesiones africanas para proveerse de ellos ni de marina mercante adecuada para
ejercer el comercio esclavista.
Haremos una breve historia sobre las concesiones que dio España a los comerciantes de
esclavos, en 1518 (Carlos V) Laurente de Gouvenod obtuvo el beneficio de una cedula para
introducir cuatro mil negros en Haití, Puerto Rico, Cuba y Jamaica; este permiso fue transferido a
los genoveses sin buenos resultados no sacando beneficio la corona y en el año 1528 se otorgo un
nuevo asiento en Venezuela a los alemanes Ehinger y Sailer quienes pagaron a la caja real y se
comprometieron a no vender a cada negro en más de cuarenta ducados.
Esta nueva forma dio muchas quejas, por lo que la corona adopto el régimen de concesiones
individuales, asientos parciales, sin monopolios, de donde se produjo una lucha contra los
competidores autorizados y los contrabandistas, por el cual surgieron primacías en el trafico de
esclavos, primero Portugal por poseer Guinea, después Holanda; después de la guerra de sucesión
de España los franceses.
El régimen del asiento se ajusto en 1713 o tratado de asiento, que era el monopolio del
comercio de esclavos negros con la América española, por el cual surgió la supremacía de los
ingleses; "La Compañía del Mar del Sur" (South Sea Company) tuvo derecho a introducir 4800 negros
por año (el permiso era por treinta años), por cada negro esclavo se pagaba treinta y tres pesos y
se permitía a esta compañía el uso de un buque de permiso, navío de permiso, que podía ir cada
año a Portobello con quinientas toneladas de mercancías, en cada puerto se reservo un turno para
el asiento esclavista, detrás de esto se escondía el contrabando que tuvo su auge en el siglo XVIII.
En el siglo XVIII hubo la proliferación de esclavos del África, la travesía de los esclavos fue
inhumana, de donde uno de tres arribaba a feliz puerto, teniendo devastadoras consecuencias, su
principal trabajo era la agricultura tropical antillana (Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo) sobre
todo el cultivo de caña de azúcar y el algodón; el programa esclavista no fue igual en todo el
continente americano, México y Buenos Aires suspendieron la importación de esclavos y el Perú, en
menor cantidad fue utilizado para la costa porque en la cordillera debido a la agresión
climatológica impidió el asentimiento como hábitat.
El fin del régimen de las flotas y galeones: Nuevas condiciones económicas dieron una
perspectiva singular al comercio marítimo y tuvo que ocurrir el fin del llamado sistema de flotas y
galeones, cambiado por el de los navíos sueltos que se registraban aisladamente para los distintos
puertos de las Indias, con lo cual el comercio del Perú con España vino a hacerse directamente por
el cabo de Hornos, suprimiéndose la feria de Porto-Bello la vía de Panamá, disminuyendo los
privilegios y monopolios antes obtenidos por la oligarquía mercantil de Sevilla y Cádiz; y en distinto
puertos de España se organizaron compañías –La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas- con
privilegios especiales para dedicarse al tráfico de ciertos géneros en distintos lugares de América;
además el Océano Pacifico paso a ser el mar abierto a barcos de otros reinos.
En 1764 se establecieron los correos marítimos mensuales entre España y sus colonias.
En 16 de octubre de1765 se habilitaron para el comercio con las Indias los puertos de
Barcelona, Santander, La Coruña, Gijón, Cartagena, Málaga y alicante con las Antillas.
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De 1768 a 1776 aparecieron las franquicias ampliadas para Nueva España, Guatemala, Nueva
Granada y el Perú.
En 1778 se apertura Buenos Aires como centro de comercio marítimo y la promulgación del
Reglamento y Aranceles Reales para el comercio libre de España e Indias, según el cual fueron
habilitados para el comercio con las Indias, varios puertos españoles, además de Mallorca y
Canarias y veinticuatro puertos en América, suprimiendo algunos derechos lesivos para este
comercio.
Modificaciones de algunos sistemas jurídicos.
Derecho minero: Rigieron en el Perú las Ordenanzas de Nueva España de 7 de octubre de 1786,
cincuenta y seis modificaciones o declaraciones fueron hechas por don Jorge Escobedo y Alarcón,
Visitador del Virreinato y Superintendente de Real Hacienda, y esa es la razón de que dichas
ordenanzas sean conocidas con el nombre de "Declaraciones de Escobedo", colocando a las
ordenanzas del Virrey Toledo y las del sistema de Castilla con un valor supletorio y por debajo de
ésta en cuanto a su prelación.
No hubo tope o limite para el derecho de una persona a poseer minas porque el interés de la
corona era obtener la máxima explotación de la riqueza minera.
En 1786 se instalo el Tribunal de Minería con sede en Lima y se fundo el colegio de metalurgia.
Las Declaraciones de Escobedo también establecieron el sistema de denuncio registrado ante la
autoridad para obtener derechos mineros y que fue decepcionado por los códigos mineros peruanos
de la república en los años de 1901, 1950, y los posteriores a estos dictados por los gobiernos de
Juan Velasco Alvarado, Fernando Belaunde Terry y Alberto Fujimori.
Reglamentación de la vida urbana: Mencionaremos la creación del juzgado de aguas, la división
en cuarteles correspondientes al número de alcaldes de la Real Sala del Crimen, el Reglamento de
Policía de 1769 y diversas disposiciones sobre aseo, alumbrado y vigilancia; pero se nota la
decadencia del espíritu local, con la Ordenanza de Intendentes, el Virrey o el Intendente absorben
las mas importantes atribuciones municipales, el Cabildo queda como una entidad decorativa.
La reglamentación del régimen de las aguas fue delegada por los Reyes a los Virreyes, las
disposiciones adoptadas por estos vinieron también a constituir una legislación susceptible de ser
recopilada, junto con los dictámenes decisivos de los superiores Tribunales, las costumbres
vigentes, etc. En 1793 el Reglamento de Aguas que dio Ambrosio Cerdán y Pontero para la zona de
Lima aplicada a otros valles costeños, incluyendo las ordenanzas de Toledo sobre las aguas
interiores, las aguas del campo y otras como la del repartimiento de las aguas del Rímac.
En 1699 el Dean de la Catedral de Trujillo y Juez Superintendente de Aguas don Antonio
Saavedra y Leiva llevo a cabo el repartimiento de las aguas pertenecientes a los valles de Chicama,
Santa Catalina y Virú, por especial comisión del Real Gobierno, teniendo a la vista reconociendo los
títulos presentados por los interesados, rigiendo en el valle de 1700 y tuvo efectos en el Derecho
Republicano del siglo XIX.
Régimen mercantil: Algunas ordenanzas españolas que, por cedulas especiales, pasaron a regir
las colonias, ordenanzas que podrían llamarse de Derecho Indiano no por su origen sino por su
naturalización; unas de estas son las Ordenanzas de Bilbao promulgadas en 1737 que llegan a regir
durante la vida republicana como antecedente del primer código de comercio peruano de 1853, sus
fuentes de están en las"Ordenanzas" de 1560, las Ordenanzas francesas del Comercio de 1673 y por
las Ordenanzas de la Marina de 1687 también francesas, rigieron en segundo lugar después de lo
dispuesto en las cédulas ereccionales de los distintos Tribunales del Consulado; con el tiempo
demostraron serias deficiencias, por ejemplo no se precisaba con certeza quienes eran
comerciantes ni se declaraba la noción jurídica de los actos de comercio, en lo no previsto, se
debía estar a lo resuelto por la legislación de Indias y en subsidio por las antiguas ordenanzas para
los consulados de Burgos (terrestre) y Sevilla (marítimo fluvial).
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Estatuto Jurídico Castrense Peruano rigió por las ordenanzas militares españolas de 1728 que
fueron alteradas luego de 1788 y la Ordenanza Naval de 1802, que tuvo un largo radio de ingerencia
en la etapa de la república, las Ordenanzas de Matrículas (referente al arreglo y disciplina de los
matriculados de marina, milicias navales) son también de 1802 y su duración fue análoga.
3.2.3 Reformas Eclesiásticas.
Al advenimiento de los Borbones en 1700 se impone la moda francesa que choca con lo
tradicional y democrático que habían en las instituciones. Viene después el Despotismo Ilustrado,
promovido por unos mismos reyes que no dejan de ser católicos y hasta religiosos, pero que
conciben el catolicismo a su manera, como una Iglesia Nacional, tutelada y dirigida por los
principios regalistas de la Ilustración. El Cesaropapismo de los primeros Borbones, fue admitido y
aun aplaudido por eminentes eclesiásticos y por algunos obispos, que se aprovechan de él para
llevar a cabo no pocas reformas en la Iglesia española y en la sociedad, a pesar de los
inconvenientes que pudieran presentarse para la misma Iglesia.
Los Borbones afirmaron el derecho de patronato no como privilegio recibido, sino como regalía,
o sea como consecuencia de la soberanía, bajo la influencia del galicanismo francés, con el apoyo
de sectores del mismo clero, excepto los jesuitas.
Durante el reinado de Felipe V, las relaciones entre España y la Curia Romana se
interrumpieron, quien pensó romper con el Papado. Famoso fue el Memorial que Melchor Rafael de
Macanaz escribe entonces contra la Curia Romana, en el que insinúa que se instaure una Iglesia
Nacional. Después de varias alternativas se clero un Concordato en 1737 y otro en 1753, reinando
ya Fernando VI, el mas ventajoso para España dentro de los concertados hasta entonces con la
Santa Sede, pues en el se confirmaba el Patronato Regio para todas las Iglesias y beneficios de la
Iglesia española, este fue vigente hasta 1851.
Además el asilo eclesiastico fue restringido, el numero de personas exentas de la jurisdicción
ordinaria sufrió limitaciones, la bula de la Santa Cruzada quedo a favor del Estado, la necesidad del
pase regio fue restablecida hasta para cuestiones del dogma, la celebración de concilios quedo
bajo el control de los jueces civiles.
En tiempo de Carlos III, se recibe el total influjo del Despotismo Ilustrado, todo había de entrar,
aun lo relativo al estamento eclesiástico, en el capitulo de las reformas, de donde se rodeo de
buenos ministros colaboradores, alguno de ellos de ideas enciclopedistas exageradamente
regalistas, uno de estos Jose Moñino, conde después de Floriblanca, quien siendo representante
español en Roma arranco del Papa Clemente XIV la supresión de la Compañía de Jesús.
La tensión entre el Estado y la Iglesia culmino con la expulsión de los jesuitas por decreto de 27
de marzo de 1767. Los jesuitas fueron repudiados por la mayor parte de reinos por su oposición al
absolutismo regio y por la aversión de los regalista y jansenistas. Para ejecutar esta medida se
ocuparon militarmente las casas, las misiones, las reducciones, los colegios de la compañía y se
expulso a sus miembros a Italia.
Fue notable la labor de los jesuita en un proceso de organización jurídica-política de tipo
comunitario para las poblaciones aborígenes en las celebres misiones que se establecieron en el
occidente de Paraguay y parte de estados brasileros. La propiedad se reconoció limitada en estas
misiones. Todos los indígenas fueron considerados iguales y aportaban en conjunto su cuota para la
defensa común, así para su manutención y la satisfacción de los gastos de la comunidad.
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Creación del Virreinato
Causas de la creación del Virreinato
Zorraquín Becú especifica que las razones inmediatas del establecimiento del Virreinato fueron
el conflicto con Portugal, la importancia militar y política de la expedición que se enviaba al Plata,
y la conveniencia de que un jefe de igual jerarquía enfrentara al virrey del Brasil [Virreinato creado
en 1763, 13 años antes que el del Río de la Plata]. Pero sin duda se tuvieron en cuenta, al mismo
tiempo, otras razones que aconsejaban modernizar la organización indiana adecuándola a la
realidad y a las necesidades de la época.
Especifica, que el Río de la Plata era ese centro orientado hacia Europa, que España había
querido hasta entonces mantener en un relativo aislamiento, pero que ella misma se vio obligada a
defender cuando advirtió que era codiciado tanto por los lusitanos como por los ingleses. Y como
esa defensa no podía ser dirigida por las autoridades del Perú, tan alejadas del teatro de la guerra,
fue necesario formar en el Plata un poder que supliera aquella incapacidad. Para que el nuevo
núcleo pudiera oponerse por sí solo al constante peligro lusitano, se le incorporaron además todas
las comarcas ubicadas al oriente de la cordillera andina, y las que lindaban con el enemigo
tradicional. España buscó en esa forma el equilibrio de las fuerzas que operaban al este del
continente.
Si bien la creación del Virreinato fue decidida con toda urgencia ante los acontecimientos
producidos, no puede decirse que fuera una medida sorpresiva ni precipitada. La creciente
importancia de estas regiones, y especialmente de Buenos Aires, había dado al gobernador
rioplatense una jerarquía que sobrepasaba la de los otros mandatarios de igual categoría. Tres
gobernadores -los de Montevideo, Malvinas y Misiones- estaban ya bajo su dependencia, y otros dos
-los de Tucumán y Paraguay- debían obedecer sus mandatos en importantes asuntos. En realidad,
la creación del virreinato fue la culminación de un proceso de transformación política,
administrativa, económica y militar que venía produciéndose desde 1766, y que continúa hasta
luego completarse con la implantación de otros organismos y autoridades. No debe sorprender, por
tanto, que reconociendo esa transformación fundamental que ya se venía operando, en 1771 el
fiscal [Acevedo] y la Audiencia de Charcas sostuvieran que “la ciudad de Buenos Aires por su
postura y circunstancias, y por las consideraciones y razones que quedan expuestas, está
pidiendo... [con justicia] que se establezca en ella un Virrey con su Real Audiencia a que hayan de
estar enteramente subordinadas las Provincias del Paraguay, Tucumán y Cuyo”.
El virrey del Perú [Amat] insistió en la necesidad de crear un nuevo virreinato. Por tanto, la
elevación de Buenos Aires a la más alta de las jerarquías indianas no era sino el reconocimiento de
lo que convenía hacer por imperio de las circunstancias y de la profunda transformación de estas
regiones. Sin embargo, la medida fue tomada por el rey sin consultar al Consejo de Indias ni al
Consejo de Estado, y sólo hizo público el nombramiento de Cevallos cuando se tuvieron noticias de
sus victorias.
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Hitos en la conformación del Virreinato
La crisis de Malvinas
José Luis Comellas especifica que en 1765, los ingleses ocuparon una base estratégica de
privilegiada situación y en la que, sin embargo, los españoles no habían reparado: las islas
Malvinas, frente a la Patagona y a un paso del estrecho de Magallanes. En 1766, una segunda
expedición, ésta ya colonizadora, fundaba en la isla principal una ciudad, Port Egmont. En Madrid
hubo el revuelo consiguiente. Se enviaron al Gobierno británico las más violentas protestas,
basadas en los derechos españoles a la virtual soberanía sobre aquellas tierras, y sobre todo, en el
principio del equilibrio mundial (...).
El gobernador de Buenos Aires, Bucarelli, reconquistó las islas en 1770, operación que fue
desautorizada por Madrid, ante el peligro de un conflicto general. Pero pronto, mediante
negociaciones, se llegó a la neutralización de las Malvinas, y a la retirada de unos y otros. Eso sí,
nuestros políticos comprendieron su error de antes, y desde entonces fomentaron la colonización
de Patagonia y la vigilancia de la zona de Cabo de Hornos. El centro de interés siguió en los años
sucesivos localizado en la zona del Plata, pero más al norte. Volvía a ponerse en el tapete la
cuestión de la Colonia del Sacramento, la estratégica base a la entrada del estuario platense, que
por la paz de París había sido preciso devolver a Portugal.
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7. Año 1776. Cevallos, el primer virrey del Río de la Plata, parte de Cádiz con una flota de más
de cien barcos. Conquista la isla de Santa Catalina, destruye la Colonia del Sacramento y toma
la isla de San Gabriel. Cumple instrucciones reales con relación a la Colonia: ciega su puerto y
arrasa con las fortificaciones.
8. Año 1777. Entre España y Portugal se firma el Tratado de San Ildefonso. Dispone que “la
navegación de los ríos de la Plata y Uruguay, y los terrenos de las dos márgenes septentrional y
meridional pertenezcan privativamente a la Corona de España”.
La expedición de Cevallos
Zorraquín Becú explica que después de la victoriosa campaña de don Pedro Cevallos (1762-63),
los españoles quedaron en posesión de toda la Banda Oriental incluyendo Río Grande, pero se
vieron obligados a devolver la Colonia del Sacramento. En mayo de 1767 los portugueses ocuparon
sorpresivamente la ribera septentrional de aquel río, sin que sus enemigos hicieran esfuerzos para
recuperarla.
El conflicto radicaba principalmente en la posesión del Río Grande, cuya estratégica ubicación
dominaba la entrada a las zonas del interior. Carlos III dio orden a Vértiz para recuperar la ribera
septentrional, pero éste anteponiendo la prudencia a la energía, hizo saber al rey que no se
consideraba en condiciones de realizar tal empresa.
Ni España ni Portugal querían desatar una nueva guerra por la secular controversia, y se llegó
en julio de 1775 a un convenio de suspensión de hostilidades, destinado a durar hasta que se
establecieran de común acuerdo los límites respectivos. Pero mientras España comunicaba a Vértiz
que debía abstenerse de actos ofensivos, el astuto marqués de Pombal insistía en sus anteriores
instrucciones destinadas a apoderarse de la villa de San Pedro de Río Grande. ...[se] puso sitio al
fuerte [español] de Santa Tecla. Mediante esta serie de ataques realizados en plena paz, y en
momentos en que ambas cortes tramitaban el arreglo de sus antiguos diferendos, Portugal
consiguió recuperar casi todos los territorios de los cuales había sido expulsado por Cevallos trece
años antes.
Vigorosa y rápida fue la reacción española. Inglaterra, ocupada en reprimir el alzamiento de las
trece colonias de Norteamérica, no quiso avalar la pérfida conducta de Pombal y se abstuvo de
intervenir militarmente. Francia también trató de evitar una contienda internacional, y así pudo
localizarse el conflicto en América. Mientras lograba tales resultados diplomáticos, Carlos III iba
preparando la expedición militar más importante que hasta entonces había enviado al nuevo
mundo.
Al frente de la misma puso a don Pedro de Cevallos, cuya experiencia en los asuntos del Plata
había sido ya aprovechada por las autoridades al pedirle informes y opiniones sobre la expedición.
Este sostuvo antes de ser nombrado para presidirla, que el que fuese mandado ha de tener
precisamente con el Gobierno y Mando Militar, el Gobierno y Mando Político de la Provincia de
Buenos Aires porque sin él no podrá mover aquellas gentes (...).
La sugestión de Cevallos fue decisiva en cuanto a la acumulación del mando político y militar, y
a la mayor jerarquía que debía darse a aquél incorporándole las provincias y regiones que
mencionaba. Y como esta mayor jerarquía exigía también, en el sistema indiano, darle un título de
categoría superior, Carlos III lo designó, en agosto 1º de 1776, “Virrey, Gobernador, y Capitán
General de las [provincias] de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán Potosí, Santa Cruz de la Sierra,
Charcas, y de todos los Corregimientos, Pueblos y Territorios a que se extiende la Jurisdicción de
aquella Audiencia. ...asimismo los territorios de las ciudades de Mendoza y San Juan del Pico, que
hoy se hallan dependientes de la Gobernación de Chile, con absoluta independencia de mi Virrey
de los Reinos del Perú durante permanezcáis en aquellos Países, así en todo lo respectivo al
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Gobierno Militar, como al Político, y Superintendencia General de Real Hacienda en todos los
ramos, y productos de ella”.
La expedición realizará plenamente sus propósitos. El 13/11/1776 zarpaban de Cádiz 116
embarcaciones, de las cuales 19 armadas en guerra, conduciendo un ejército de 8.900 soldados y
500 oficiales, además de otros numerosos elementos auxiliares. El primer objetivo fue la isla de
Santa Catalina, de la cual se apoderó Cevallos sin combatir a fines de febrero siguiente. Intentó
luego éste seguir hacia el río Grande, pero un violento temporal le hizo cambiar de rumbo,
dirigiéndose entonces a la Colonia del Sacramento cuya rendición se produjo el 3 de junio. De
inmediato dispuso el nuevo virrey continuar la campaña, pero cuando se encontraba en Santa
Teresa rumbo al norte le llegaron las noticias de haberse convenido en Europa una cesación de
hostilidades que lo obligó a detenerse. En efecto, en cuanto se supo en Portugal la ocupación de
Santa Catalina, la corte lusitana se apresuró a reanudar las interrumpidas negociaciones.
Coincidía ello con la muerte del rey de Portugal [José I murió el 24/2/1777. Su viuda, que era
hermana de Carlos III, se trasladó a España para apresurar la reconciliación entre ambos reinos
ibéricos], el alejamiento de su ministro el marqués de Pombal, y la falta de apoyo de Inglaterra,
cada vez más ocupada en combatir a sus antiguas colonias. Estas circunstancias fortalecían
enormemente la posición de España, que victoriosa en América, tenía también la oportunidad de
triunfar en esta nueva batalla diplomática.
A la orden de suspender las hostilidades, remitida a Cevallos el 11 de junio de 1777, siguió la
firma del Tratado de San Ildefonso, el 1º de octubre. España conservaba esta vez la Colonia del
Sacramento, cediendo en cambio a Portugal el Río Grande y la isla de Santa Catalina.
Este acuerdo trascendental se completó, el 11 de marzo de 1778, con otro firmado en el Pardo,
en el cual se comprometían ambas naciones a no entrar en ninguna alianza que pudiera perjudicar
a la otra y a garantice recíprocamente las fronteras americanas y las costas atlánticas de sus
colonias.
Es importante saber que Cevallos dicta el 6 de noviembre de 1777 un “Auto de libre
internación” en virtud del cual quedó autorizado el comercio de Buenos Aires con Perú y Chile.
Esta medida, resistida por los peruanos como la creación misma del virreinato, revelaba una nueva
política económica y fue completada poco después con otra que ampliaba el comercio con la
península. Se advirtió entonces un florecimiento en la vida de la colonia, tanto en las pequeñas
ciudades del interior como en Buenos Aires, hacia la que empezaban ahora a mirar las que antes se
orientaban hacia el Perú y Chile.
Es esta una de las grandes controversias, sobre la misma la mayoría de los autores, entre ellos
Barba y Acevedo, siguen la tesis de Octavio Gil Munilla, quien especifica lo siguiente:
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No puede perderse de vista que Carlos III pretendía poner remedio en América del Sur al
peligro inglés y portugués, que la expedición militar sólo significaba un arreglo pasajero y que
el Virreinato es la única medida que, junto a la garantía exterior, puede solucionar los
problemas internos.
Estas realidades hacen sospechoso el carácter honorífico del cargo de virrey concedido a
Cevallos. Ciertamente la palabra “condecoración” aparece en algunos documentos
ministeriales privados, pero no en los oficiales; por otra parte, es una fórmula de cortesía
propia de la época; y, por último, el interesado no parecía interpretar la concesión del
Virreinato como una recompensa honorífica puesto que pidió el título de conde de Cevallos.
(80)
Las mismas circunstancias impiden aceptar a priori la provisionalidad del Virreinato. El
nombramiento de Cevallos se hizo con absoluta ignorancia del Consejo de Indias,
conociéndolo solamente los Ministros y el Monarca, que celebró en San Ildefonso varias
reuniones con Cevallos antes y después de ser nombrado Virrey. En ellas está la clave del
enigma que, probablemente, permanecerá siempre tan inexpresivo; como dice gráficamente
un contemporáneo, “lo que pasó entre los dos nadie lo sabe, ni será tan fácil saberlo hasta
que en el juicio final se sepa todo”. (81) Sin embargo, lo interesante es advertir que hubo
ocasión de dar y recibir órdenes particulares, y de mantener un cambio de impresiones al que
se adaptarían perfectamente las cartas que con posterioridad envió Cevallos, refiriéndose a
la permanencia del Virreinato como algo tratado de antemano.
Pues bien, este nombramiento de tan relevante importancia se ocultó al Consejo de
Indias hasta el 17 de junio de 1777, es decir, casi un año después de haberse concedido. Y
para que se le manifestara hubo de mediar un detalle muy significativo: la capitulación de
Santa Catalina.
No cabe más que una interpretación: Carlos III ordenó se mantuviera en secreto el título
de Virrey dado a Cevallos y la existencia del nuevo organismo, hasta que se obtuviese la
victoria sobre Portugal. Una vez conseguida ésta, comenzaba simultáneamente una doble
acción; Cevallos, por una parte, representaba desde Buenos Aires la conveniencia de
mantener lo establecido y el Rey, por otra, hacía que en España fuese conocido el nuevo
Virreinato.
Carlos III se había percatado, desde el principio, que la erección del Virreinato era la
mejor manera de poner en definitiva defensa las tierras sudamericanas; pero mal podía
comenzarse el fortalecimiento del Río de la Plata con una derrota, o con un fracaso si la
intervención británica motivaba la suspensión del castigo. Por lo mismo, la mejor solución era
obrar ocultamente y perseguir con cautela una finalidad concreta que, sin manifestarla, era
anhelada por el Monarca. Todo esto, y más que nada la complicidad de Cevallos en la intriga,
quedó puesto de manifiesto cuando, al saberse la ocupación de Santa Catalina, el Rey
Católico notificó a los que le rodeaban que Cevallos “tiene orden absoluta de obrar como le
parezca sin atender órdenes ni nuevos avisos que no vayan expresamente firmados del
Rey”…”
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Virreyes del Río de la Plata
Como especifica Edberto Oscar Acevedo, los virreyes del Río de la Plata, entre 1776 y 1810
fueron, en total, once (se exceptúa a Javier de Elío, que lo fue en Montevideo). Nueve eran
militares de alta graduación; los dos últimos fueron marinos. Se los escogió porque eran
funcionarios experimentados, que habían cumplido una correcta carrera administrativa y llegado a
altos cargos en la burocracia americana.
A cinco de ellos, se les dieron precisas instrucciones de gobierno cuando asumieron sus cargos.
Y también fueron cinco (pero no los mismos) quienes cumplieron con la orden de dejar una
Memoria para su sucesor, escritos en los que se nota una marcada predilección por analizar y
atender los problemas de la capital y su comarca, junto a una postergación de muchas cuestiones
que afectaban la vida del interior del Virreinato.
No se puede dejar de mencionar, como dato ilustrativo, que virreyes peruanos, como Guirior,
Croix y Gil y Lemos, criticaron y combatieron la existencia del Virreinato rioplatense. Pero en 1802
el rey Carlos III resolvió definitivamente su permanencia.
Carlos IV.
En julio de 1825 el rey Fernando VII nombró como virrey del Río de la
Plata a Pedro Antonio de Olañeta, pero él había muerto tres meses
antes en la Batalla del Tumusla (Bolivia). Pese a que en 1816 el
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Virreinato del Río de la Plata se declara oficialmente independiente de
España
1. La primera, concierne a la calidad de las naves que deben ser propiedad de españoles y
tripularse con éstos, pues no se admite la participación de extranjeros; lo único que se tolera es
la compra de barcos a estos últimos. Esta disposición será hábilmente violada en América, vale
decir, en el Río de la Plata, aprovechando circunstancias accidentales.
2. Protege las construcciones de naves en España. El Estado suministrará las maderas para ellos,
a semejanza de lo que había hecho Luis XIV en Francia o de lo que han practicado o practican
habitualmente, países como Inglaterra, Alemania, Italia, Francia, Estados Unidos que auxilian a
sus marinas mercantes por medio de primas (...).
3. La tripulación constará de dos terceras partes -por lo menos- de españoles nativos y una
tercera parte de extranjeros naturalizados. Esta será la puerta de entrada a Indias de una
enorme cantidad de extranjeros, la que, en el Río de la Plata, se irá acrecentando a partir de
1805.
4. Repetir, o mejor dicho, estabilizar la habilitación de los puertos desde el descubrimiento
hasta 1778. Por ella, que dan firmes en América e islas Filipinas, ya sea como menores o mayores
-para el intercambio con España- los siguientes: “Panamá, en fecha remota; Villahermosa, de
fecha ignorada. En 1720: Veracruz; en 1728: Maracaibo y Cumaná; en 1765: Honduras y
Margarita; en 1768, Pensacola; en 1770, Campeche; en 1774, Acapulco; en 1778, Santo Tomás,
0moa, Chagres, Portobelo, Cartagena, Santa Marta, Río de la Hacha, Guayana, Maldonado,
Montevideo, Buenos Aires, Concepción, Valparaíso, Arica, Callao, Guayaquil y Manila. Este
número irá acrecentándose con nuevos agregados, a saber: en 1785, Manila con Asia; en 1789;
Nicaragua, Puerto Cabello y Trujillo; en 1796, El Carmen, Pacasmayu y San Blas; en 1803, Tola
de Popayán y Sonsonate”.
La Península, que contó en un comienzo con Cádiz sobre el mar y Sevilla… también se beneficiará
por aperturas otorgadas a todos sus puertos del Mediterráneo v del Atlántico, y se distribuirá,
así, más equitativamente, la producción americana. En síntesis, a fines del siglo XVIII y
comienzos del XIX todas las colonias de, América reciben la inyección de la actividad comercial.
5. La quinta disposición somete los barcos españoles a la carpa del Registro en cada viaje;
exigencia que aun subsiste en las naciones modernas.
6. Se crea una protección de diez años, consistente en la liberación de derechos a favor de las
manufacturas de tejidos españoles, con lo que se quiere restaurar esta floreciente industria del
reinado de los Reyes Católicos. A su vez muchas materias primas americanas no pagan derechos
de entrada a España.
7. Se permite comerciar entre varios puertos de América, manteniéndose la concesión de 1774.
8. Se estatuye que, en atención al acrecentamiento de las actividades económicas deberán
formarse consulados en todos los puertos. He aquí la causa por que Buenos Aires tramitará la
Implantación de este organismo, a fin de emanciparse de la tutela del que existía en Lima. Más
tarde, Montevideo seguirá el mismo camino.
Loreto
▪ Inició la política pacificadora con los indios, basada en la coexistencia y en el intercambio
comercial.
▪ Continúa con el empedrado de la ciudad, sólo una calle en realidad.
▪ Fomentará la producción agrícola-ganadera. Exige la marcación de la hacienda y de los
cueros y fomentó la exportación del trigo.
▪ En 1785 instala el Consulado. Con esto la vida institucional del Virreinato iba alcanzando
su definitivo perfil. Su establecimiento estaba determinado por los artículos 53 y 54 del
Reglamento de Comercio de 1778, entendidos de manera amplia.
Desde 1785, los comerciantes de Buenos Aires lo habían pedido. La real cédula de su
erección se dictó el 30 de enero de 1794 y se estableció el 28 de mayo de ese año. Estará
integrado por un prior, dos cónsules, nueve conciliarios, un secretario y otros cargos.
Dispone la existencia de diputaciones en Montevideo, Santa Fe, Corrientes, Asunción del
Paraguay, Córdoba, Mendoza, San Juan, Santiago del Estero, San Miguel del Tucumán,
Salta, Jujuy, Chuquisaca, La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí.
Tuvo originalmente funciones judiciales, pues entendía en todos los pleitos entre
comerciantes y mercaderes por sus actividades. Se regia por las Ordenanzas de Bilbao.
Pero su labor principal consistía en procurar el adelantamiento de la agricultura, la
mejora de los cultivos y frutos, la ampliación del comercio interior y todo lo relativo al
tráfico. Para esto debía averiguar el estado de tales cuestiones en las tierras del interior
del Virreinato. El secretario del consulado, Manuel Belgrano, desde su primer Memoria
presentada en 1795, subrayó la importancia de esas noticias.
Feliú ▪ Durante su mandato, la amenaza portuguesa e inglesa absorbió todas sus preocupaciones,
así como también el temor a las perturbaciones internas, como la que se había desatado
en el Perú (Túpac Amaru).
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Avilés ▪ Continúa con el empedrado de la ciudad, según García Belsunce es el gran impulsor del
empedrado de la ciudad de Buenos Aires.
▪ En 1801, Francisco Antonio Cabello comenzó a publicar en Buenos Aires el Telégrafo
Mercantil (primer periódico argentino) y al año siguiente editó Hipólito Viertes el
Semanario de agricultura, industria y comercio.
Cuadro en base a los textos de Jose Luis Romero, Emilio Ravignani y García Belsunse.
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virreyes tenían el mando directo de la provincia
en donde estaba su sede, y lo ejercían allí de la
misma manera que los demás gobernadores,
tanto en el orden espiritual como en los
problemas temporales.
Gobernador
Corregidor
Consideraciones finales
Está claro, entonces, que en 1810 dimos el primer paso en el proceso de constituirnos en la
entidad política que se va a ir particularizando gradualmente en nuestro diferenciado soberano
Estado. Desde entonces, y no desde 1853, estamos perfeccionando nuestra voluntad de vivir en una
Nación organizada jurídica y políticamente, con o sin uno o varios documentos escritos (...) Y éste,
nuestro Estado, nunca practicó la forma puramente federal. Nació unitario, en 1810, reconociendo
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como grandes elementos unificadores: a Buenos Aires como capital natural -elemento que Bidart
Campos califica como mesológico-, (14) y a la vasta y común legislación indiana que conformaba
los demás elementos propios de la sociedad nacional ya existente y un gobierno revolucionario
independizante único (...).
El estudioso José M. MARILUZ URQUIJO señala que el Virreinato era en 1800 un enorme baldío
con islotes de población distribuidos en forma desigual y unidos por caminos de existencia precaria.
Variados accidentes geográficos se interponían entre las partes, dificultando las comunicaciones y
determinando el semiaislamiento de grandes sectores: hacia el noroeste las montañas, hacia el
noreste la selva, en el centro desiertos estériles salpicados de aguadas espaciadas.
Como esos planetas jóvenes cuyo contenido es una masa ígnea e inestable, el interior de su
territorio era ocupado por grupos nómades de salvajes que no habían llegado a estabilizarse.
Periódicamente su cuerpo era sacudido por las convulsiones de los indígenas ya reducidos o se
estremecía con los rumores de insurrecciones siempre posibles. Bandas organizadas de asesinos y
de gauchos matreros merodeaban por los campos de la Banda Oriental y de la Mesopotamia,
hostilizaban a las estancias y llegaban a veces hasta las villas indefensas (...).
El extenso litoral era acechado por los navíos de Inglaterra y en los lindes del este, Portugal
esperaba la oportunidad propicia para ensanchar sus fronteras. La forzada incomunicación con
Europa había producido el estancamiento de los frutos de la tierra, la suba de precios de los
artículos de ultramar y la escasez de algunos abastecimientos esenciales. Especialmente la falta de
los azogues de Almadén amenazaba paralizar los ingenios de Potosí, con el consiguiente trastorno
de toda la economía altoperuana.
Bibliografía:
Edberto Oscar ACEVEDO. Las reformas borbónicas en la segunda mitad del siglo XVIII. El Virreinato y las
Intendencias. En: Nueva Historia de la Nación Argentina, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires,
tomo 2, pp. 251-283.
Horacio Juan CUCCORESE; José PANETTIERI. Argentina, Manual de Historia Económica y social, I. Argentina
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Edberto Oscar ACEVEDO. Las reformas borbónicas en la segunda
Emilio RAVIGNANI. El Virreinato del Río de la Plata, 1776-1810. A. N. H., Buenos Aires, 1940, tomo IV, 1º
mitad del
sección, pp. siglo229-230.
126-131; XVIII. El Virreinato y las Intendencias. En: Nueva
Historia de la Nación Argentina, Academia Nacional de la Historia,
Dardo PEREZ GUILHOU. Nación y provincias: competencias. Enfoque histórico-político. En: Atribuciones del
Buenos Aires,Depalma,
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Aires, 1986, pp. 66-88.
José M. MARILUZ URQUIJO. El Virreinato del Río de la Plata en la época del Marqués de Avilés (1799-1801).
Horacio Juan
A. N. H., Buenos Aires,CUCCORESE;
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49; 223,PANETTIERI.
224, 247, 262, 267-8,Argentina,
272-3, 279, 285. Manual
de Historia Económica y social, I. Argentina Criolla. Buenos
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