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Clase 5
¡Hola colegas!
En las dos clases anteriores hemos abordado la temática de la lectura en las clases de
ciencias. En esta clase y en la siguiente, centraremos la mirada en la escritura de textos
de ciencias naturales en la escuela primaria, especialmente en el segundo ciclo. Esperamos que los
aportes teóricos y las propuestas centradas en el trabajo áulico que presentaremos, contribuyan con
su tarea como docentes del área para el logro de una alfabetización científica de sus alumnos.
Introducción
Tal como hemos expresado en clases anteriores en relación con el desarrollo de la habilidad para
comprender textos, la enseñanza de la producción de textos no sólo se lleva a cabo en el espacio de
las clases de lengua. Los especialistas en esta área de investigación en la didáctica, consideran que la
enseñanza de la producción de textos debería desarrollarse en todos los espacios curriculares con los
formatos textuales y el vocabulario propio de cada disciplina que integran las áreas.
La expresión escrita posibilita a los alumnos, entre otras cuestiones, dar a conocer sus ideas con un
nivel de formulación adecuado a su edad y posibilidades; explicar hechos y procesos del mundo
natural; dar respuestas a las preguntas del docente, de los compañeros y a las propias; organizar e
integrar conceptos; contrastar distintas interpretaciones sobre los fenómenos; y validar y justificar sus
ideas.
Producir textos en el espacio curricular de ciencias naturales no sólo es una herramienta fundamental
para que los alumnos sigan aprendiendo, sino también es un requisito indispensable para adquirir
niveles adecuados de alfabetización científica, tal como expresáramos en relación con la comprensión
lectora.
Son propósitos de esta clase:
Reflexionar sobre la importancia de enseñar a producir textos en el ámbito de las
disciplinas que integran las áreas curriculares, especialmente a partir del segundo
ciclo de la escuela primaria.
Comprender cuáles son las funciones que cumple la escritura de textos y
entenderla como un proceso recursivo que conlleva diferentes etapas.
Conocer las habilidades cognitivo-lingüísticas que se ponen en juego en las
actividades de producción de textos en el ámbito de las clases de ciencias
naturales.
Analizar las características de cada una de las habilidades cognitivo-lingüísticas a
desarrollar en las clases de ciencias naturales, algunas dificultades de los
estudiantes en su aprendizaje y recomendaciones para su enseñanza.
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La comunicación escrita
A diferencia del habla, cuyo aprendizaje es natural para los seres humanos, la escritura
está regida por reglas que se aprenden, generalmente en contexto escolar.
El discurso oral se produce en un ambiente compartido y al hablar se pueden utilizar otros
códigos además del verbal (gestos, posturas, señales con las manos) que enfatizan,
desmienten o agregan significados a lo que se dice. En este tipo de intercambios “cara a
cara” es posible aclarar o acreditar lo que se dijo, de acuerdo con la reacción del
interlocutor.
La escritura, por el contrario, instala una comunicación diferida y a distancia, en la que el
destinatario está ausente. Al no haber un contexto compartido, el lenguaje escrito tendrá
que ser lo suficientemente claro como para comunicar eficazmente el mensaje. Por ello el
que escribe debe tener cuidado en brindar toda la información necesaria y pertinente, con
las palabras adecuadas, las relaciones lógicas o temporales notoriamente identificables
por el lector, las estructuras sintácticas cuidadas, etc.
Es por ello que aprender a escribir incluye una serie de conocimientos, entre otros:
Saberes lingüísticos, que son los conocimientos que quienes escriben tienen
acerca de la lengua, desde las convenciones gráficas hasta el conocimiento léxico y
gramatical. El grado de desarrollo lingüístico de quien escribe incide en la
legibilidad de sus producciones.
Saberes sobre los textos, los que incluyen el conocimiento acerca de los géneros
o clases de textos y de los propósitos comunicativos de cada uno de ellos.
Saberes sobre los destinatarios, pues para poder cumplir con su propósito
comunicativo, el escritor debe tener en cuenta los conocimientos, las expectativas
y las emociones de los sujetos a los que va dirigida su producción.
Conocimiento sobre el tema, ya que sin conocimiento profundo del tema, el
escritor solo es capaz de dar cuenta de este de manera superficial, repitiendo una
información leída o escuchada o brindando una opinión infundada.
Funciones de la escritura
La escritura amplía las posibilidades de comunicación pues permite interactuar con otros,
con los que no se comparte ni el tiempo ni el espacio. Esta es la función que se privilegia
desde una perspectiva comunicativa de la enseñanza de la escritura. A su vez, desde el
campo de la psicología cognitiva, numerosas investigaciones sobre los procesos implicados
en la composición de un texto ponen de relieve la función epistémica de la escritura, al
analizar cómo se transforma el conocimiento durante el proceso de composición
(Scardamalia y Bereiter, 1992).
Al escribir, el productor del texto necesariamente toma conciencia de sus conocimientos, y
al darse cuenta de lo que sabe, de lo que no sabe, y al pensar cómo organizar esos
conocimientos para comunicarlo a otro, establece relaciones nuevas. La tarea de escritura
permite, además, realizar procesos de análisis de los significados que se van
construyendo, de las relaciones entre esos significados y del modo de expresarlos.
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La escritura
Giroux (1990) entiende la escritura como una manera de estructurar la conciencia y
cree que no se puede considerar el hecho de escribir como una habilidad técnica,
instrumental, sino que habría que considerarla como un proceso dialéctico que
comporta una serie de relaciones entre el escritor y la materia, el escritor y el lector, y
entre la materia que se trata y el lector. Este autor afirma que aprender a escribir es
aprender a pensar.
En resumen, la escritura no solo brinda posibilidades comunicativas, sino que tiene
juntamente una función epistémica. Por eso las investigaciones en torno a esta función la
caracterizan como una herramienta intelectual y ponen de relieve el impacto que su
interiorización tiene en la transformación de los procesos de pensamiento.
La escritura como proceso
Una perspectiva que permite reflexionar acerca de las relaciones entre escritura y
conocimiento es la formulada por Scardamalia y Bereiter (1992). Esta investigación sobre
el proceso de producción o composición de textos escritos intenta explicar las diferencias
entre las estrategias utilizadas por los escritores expertos y por los no expertos.
A partir de esta comparación, consideran que la diferencia fundamental entre ambos se
relaciona con el modo en que elaboran una representación retórica de la tarea de
escritura.
Esto significa que los escritores inexpertos no se plantean la producción de un texto
como un problema retórico, que involucra la búsqueda de ideas, la adecuación a un
género (previo conocimiento de las reglas del género seleccionado) y a un lector (que
tiene que construir como destinatario virtual de su texto). Lo que suelen hacer es decir
por escrito lo que saben sobre el tema dentro de alguna forma que conocen.
En cambio, los escritores expertos, que sí se plantean la tarea de escritura como
resolución de un problema, dedican tiempo a la planificación, que incluye tomar en cuenta
el propósito del texto, las características del destinatario, la delimitación del género más
pertinente, de acuerdo con el tema, el propósito y el lector, así como la selección y
secuenciación del contenido. Este plan guía la etapa de redacción, que se combina con la
de revisión.
No se trata de etapas lineales, sino recursivas: mientras escribe, el escritor experto
revisa, corrige, busca más información (en su memoria o consultando textos que amplíen
su conocimiento sobre el tema), hace ajustes para adecuar el texto al género y al
destinatario, y somete el texto producido a varias lecturas en las que realiza nuevas
reformulaciones. A lo largo de este proceso de reformulación, descubre nuevas
asociaciones y genera nuevas ideas, por lo que, cuando concluye el texto, siente que sabe
más que antes de empezar a escribir. Por ello, lo que centralmente sostiene el
modelo de Scardamalia y Bereiter es que durante el proceso de escritura se
produce una transformación del conocimiento.
Este modelo resulta un aporte sumamente valioso al campo de la enseñanza, ya que pone
de relieve que la escritura no es solamente un instrumento de comunicación, sino que su
dominio redunda en beneficio del desarrollo del conocimiento
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Incorporar estos aspectos del lenguaje en las actividades didácticas requiere que los
docentes tomemos conciencia de las demandas cognitivas que promueve cada consigna.
Por ejemplo, no es lo mismo solicitar a los alumnos que describan un hecho o un
procedimiento a que justifiquen un resultado sobre la base de determinado modelo
científico.
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Es probable que, al leer los casos anteriores, hayan reconocido muchas o algunas de las
preguntas y consignas que suelen hacer o plantear a sus estudiantes en las clases de
ciencias.
Asimismo, entre las respuestas de los alumnos, quizás hayan encontrado muchas o
algunas de las que suele obtener de ellos.
En el Caso 1 pareciera que el alumno aprendió qué es una célula o, tal vez, lo sepa de
memoria. Sin embargo, llama la atención que a la pregunta que demandaba una
explicación, haya respondido con una definición. Entonces, cabría preguntarse si la
pregunta estuvo bien formulada.
Tras la lectura del Caso 2 es posible que hayan recordado las innumerables ocasiones en
las que las respuestas de los estudiantes comienzan con esa famosa frase. No obstante,
luego del “es cuando…” aparece la definición solicitada por la pregunta.
Es probable que una respuesta como la del Caso 3 lleve una nota lateral en rojo o en
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verde que dice: “No responde”. En este caso no podríamos aventurarnos en creer que,
frente al desconocimiento del fenómeno, los estudiantes quieran conformarnos con una
ejemplificación. Podría darse el caso que muchos crean que “explicar con sus propias
palabras” significa ejemplificar con organismos conocidos por ellos. Desde ya, cuando
demandamos a los estudiantes que hablen o escriban sobre un fenómeno con sus propias
palabras, estamos esperando de ellos un nivel de procesamiento cognitivo mayor que si
les solicitamos la definición del libro de texto. Sin embargo, en estos casos podríamos
hacernos dos preguntas. Una relacionada con la posibilidad de que cualquier estudiante
encuentre en su bagaje léxico las palabras apropiadas para expresar qué entiende por
fotosíntesis sin usar los términos literales de la definición del libro de texto. Otra,
enfocada en la pregunta de la prueba escrita, quizás revele que no es una explicación la
que se espera de los alumnos.
En la respuesta del Caso 4 tal vez el docente esperaba que el estudiante pudiera
relacionar el cambio de color del reactivo con la presencia de almidón. La consigna
termina con la habitual demanda “justificá tu respuesta”, ya que nos hubiera dejado más
conformes que respondiera: “Porque el lugol es un reactivo que reacciona cambiando de
color ante la presencia de almidón”.Si bien esta última respuesta nos dejaría satisfechos,
cabría preguntarse por qué la consideraríamos una justificación correcta o más
adecuada. Tal vez por la extensión de la respuesta; o porque mencionó conceptos con un
vocabulario científico; o porque respondió según uno espera que lo hagan.
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En las clases de ciencias describir implica una “forma de mirar” el fenómeno objeto de
estudio y los aspectos en los que se debe centrar la observación.
Entre las dificultades que se detectan en los alumnos cuando se les solicita que
realicen una descripción se encuentran fundamentalmente mezclar observaciones
con inferencias. En general los alumnos tienen problemas para diferenciar “aquello
que ven” con lo que piensan que sucede.
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El planeta Marte
Marte es el planeta que se encuentra después de la Tierra con respecto al Sol. Desde la
Tierra se lo ve de color rojizo y por eso se lo llama el “planeta rojo”. Su diámetro es la
mitad del de nuestro planeta. La superficie marciana tiene grandes planicies, algunas con
cráteres, montañas volcánicas y profundos cañones. El día de Marte tiene casi la misma
duración que el de la Tierra, pero tarda casi dos años terrestres en completar una vuelta
alrededor del Sol. Tiene dos satélites que son pequeños y de forma irregular.
Consiste en construir frases para explicar términos desconocidos con la ayuda de otros
conocidos. La complejidad varía en función de si es concreto o abstracto, observable o no,
directamente perceptible o no.
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a través de la exposición de las causas por las cuales se producen y el modo en que se
desarrollan.
La génesis de las explicaciones se encuentra en la producción de ideas de manera
ordenada, relacionadas causalmente. Fundamentalmente responden a las siguientes
preguntas: ¿por qué? ¿cómo?
Según Ogborn y otros (1996), toda explicación es como un iceberg. El siguiente esquema
permite comprender esta analogía:
Los alumnos suelen pensar que las explicaciones describen los fenómenos tal como son y
muchas veces elaboran las explicaciones al mismo nivel del fenómeno que quieren
explicar.
Por ejemplo, para explicar "¿Por qué un árbol hoy pesa
100 kg más que hace 20 años?", muchos alumnos Así, para Veslin (1988), una
responden diciendo "porque se ha hecho más grande" explicación científica
o “porque le han salido ramas y hojas”, argumentos consiste, en general, en
que se sitúan en el mismo nivel de organización. En relacionar un hecho
cambio, cuando una alumna escribe que es “porque se observado en un cierto nivel
ha alimentado de comida que ha fabricado con el agua de organización con el nivel
y un gas del aire que ha tomado” quiere decir que está de organización
pensando en otro nivel de organización: lo que inmediatamente inferior, lo
acontece dentro del árbol y cómo ocurre. que consiste en cambiar de
escala.
Una explicación se puede “empaquetar” y esta alumna
hubiera podido hablar sencillamente de fotosíntesis.
Pero en la escuela primaria casi siempre pedimos al alumnado que escriba textos que
expliquen, pensando en que mucha información empaquetada en términos como
"fotosíntesis", aun no es compartida.
Reiteramos, entonces que la mayor dificultad que suelen tener los alumnos es que para
explicar hechos observables debemos referirnos a entidades no observables, es decir a
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modelos científicos.
Ejemplo de texto explicativo redactado por un alumno de quinto grado en una primera
versión.
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Alumno 3: Porque si arrancamos las flores no puede crecer el fruto. Y la planta no podría
hacer su función…
Maestro: Reproductora.
En la última respuesta se puede comprobar que el alumno ha sido capaz de utilizar una
idea teórica (función de reproducción de las plantas) relacionándola con un hecho, si no
hay flores, no crecen los frutos, es decir, ha justificado.
No es fácil conseguir que los niños y niñas justifiquen sus respuestas y muy a menudo
renunciamos a ello porque lo consideramos casi imposible. Pero muchos docentes hemos
comprobado que, poco a poco, comprenden qué se les pide y cómo hacerlo.
La mayor dificultad que tiene el alumnado para justificar es diferenciar entre el nivel de
los hechos que se quieren justificar y el de los modelos teóricos que se utilizan para la
justificación.
En el discurso científico, la justificación se realiza sobre la base de los modelos teóricos
vigentes en el momento histórico en que se elabora el razonamiento. Es por ello que en
un texto científico se cita permanentemente las fuentes sobre las que se apoya la
investigación o el documento que se está elaborando. Así, en muchos documentos se
puede leer, “como afirma Veslin (1988)…”.
Dada las características de los textos científicos escolares, “justificar” y “argumentar”
pueden considerarse sinónimos ya que en ambos casos se pide al alumnado que elabore
un texto basado en el conocimiento escolar introducido en el aula que se pretende sea
compartido por todos sus miembros. Por eso cuando solicitamos una justificación no
esperamos que los alumnos citen a la autoridad/es académica/s, como referente/s
teóricos del tema en estudio.
Argumentar es una manera de enfrentarse a una situación problemática, a una duda
real, a una situación o problema para el que no hay una respuesta concluyente. El texto
argumentativo está orientado a convencer a los demás de que una de las explicaciones
dadas es más válida que otras (Sanmartí et al., 1999). Argumentar es establecer un
diálogo real o imaginario con un destinatario que utiliza razones distintas. Implica
reconocer desde qué marco teórico la otra persona elabora su argumentación y
seleccionar, en el marco de referencia propio, los razonamientos más adecuados para
contrarrestar los puntos de vista contrarios.
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Al analizar el texto anterior, se puede observar que cuenta con las condiciones de una
argumentación:
Hecho: “El tiempo de conservación es de 3 meses a un año”.
Justificación: “Porque con esta técnica se inhibe la acción de los microorganismos que a
temperaturas muy bajas quedan en vida latente”.
Argumentación:
Ventajas: “Anulamos la posibilidad de que el alimento se descomponga”.
Inconvenientes: “Hay que vigilar mucho con este método, porque al congelarse
puede estropearse el alimento”.
Comparaciones: “Otros métodos como la refrigeración no inhiben a todos los
microorganismos y los que permanecen pueden reproducirse”.
Conclusiones: “La congelación de los alimentos es una buena técnica para conservarlos
durante bastante tiempo, que cuesta muy poco preparar y no varía las características
nutritivas”
En la Clase 6 continuaremos con la producción de textos en las clases de ciencias
naturales y nos enfocaremos especialmente en la escritura de informes de actividades
experimentales y en otros textos que habitualmente utilizamos en el proceso de
enseñanza, como tablas, gráficos, etc.
¡Hasta la próxima clase!
Lectura de la clase.
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Foro de consultas
Este espacio estará habilitado durante toda la cursada del módulo para compartir y
resolver juntos/as las dudas o inquietudes que se puedan presentar durante la
elaboración de las actividades o lectura de los materiales
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