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¿CÓMO TE RECORDARÁN?

El 2 de noviembre, fecha muy especial. Todos tenemos un


ser querido, familiar o amigo cuya memoria queremos
perpetuar.

Llevamos ofrendas florales, visitamos sus tumbas, y allí


nuestros pensamientos y corazones reviven nostalgias y
recuerdos; sentimos dolor por su ausencia, pero
misteriosamente nos parece que su espíritu nos
acompaña.

Un poeta se despedía de su madre, ya moribunda: “¡La


vida es tan maravillosa! Una vida como la tuya, la muerte
no puede terminarla, querida madre mía”. “Vivir en los corazones que dejamos
detrás de nosotros, no es ciertamente morir” (T.Campbell).
Todos quisiéramos ser recordados, y dependerá de la sabiduría con que
llevemos cada instante de nuestra vida, que dejaremos algo significativo y
trascendente.

Una persona que había logrado ser querido por todos, especificó en su
testamento que sólo quería que escribiesen dos palabras en su tumba, después
de su nombre: “EL ORABA”.

El señor James Dobson pasaba mucho tiempo intercediendo por otros en


oración, y consideraba esa era su ocupación más importante en la tierra.
Tal vez, algunos serán tristemente recordados por sus funestas acciones: “EL
DESTRUYÓ” “EL ENGAÑÓ” o “EL ADULTERÓ”.

No es demasiado tarde para arrepentirse y cambiar esas


descripciones por otras que honren a Cristo. Las buenas
acciones, el buen carácter, y un amor desinteresado,
que se da a si mismo por otros, todo esto proviene de
Dios.

Jesucristo dijo a Marta, acongojada por la perdida de su


hermano Lázaro: “El que vive y cree en mi, no morirá
eternamente”.

¿Crees esto? También en la Revelación dice:


“Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor, porque sus OBRAS con
ELLOS SIGUEN”.

Confía a Jesucristo el control de tu vida: Recíbele como tu Salvador y


Señor y así vivirás eternamente.
 

Rosa de Chamyan

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