Está en la página 1de 20

Ciudad y exilio

Santiago Gamboa

El exilio es uno de los nombres del viaje.


Si el exilio es forzado se convierte en un viaje triste, en una suerte
de condena. Y de este modo, ser un exiliado, en el fondo, es ser
alguien mutilado, y sólo algunos han tenido la suerte de trans-
formar ese sentimiento triste en algo perdurable. El poeta turco
Nizam Hikmet fue condenado al exilio, nunca pudo regresar a
Estambul, su ciudad, y por eso el exilio fue uno de los motores de
su poesía y de su vida. El exilio como una llama, siempre encen-
dida dentro de él. Podía sentirse bien en otros lugares, amar en
otros lugares, pero era un hombre mutilado. Sobre esto escribió
versos memorables, como este que dice:

Entré a Sofía un día de primavera, bella mía.


La ciudad en la que naciste huele a tilos florecidos.
Y todos me dieron la bienvenida.
Agradecemos a la La ciudad en la que naciste es hoy para mí la casa de un hermano.
Cátedra Latinoamericana Pero uno no olvida nunca su propia casa,
Julio Cortázar por la cesión ni siquiera en la casa del hermano.
de derechos del presente Duro oficio es el exilio, muy duro.
texto para su publicación
en nuestra revista Mucho más atrás, ya los Salmos nos hablan de la dureza del
exilio. Los versos de quienes fueron expulsados de Jerusalén nos
Santiago Gamboa hablan de la profundidad de esa pérdida. Estos versos están en el
Escritor colombiano Antiguo Testamento:

verbum et lingua Si yo te olvido, Jerusalén


núm. 2 que mi mano diestra pierda su destreza
julio / diciembre 2013 y que mi lengua se pegue al paladar
issn 2007-7319 si yo perdiera tu recuerdo.
Las ciudades que reciben al exiliado cruel porque todo lo que habla de exilia-
abren sus brazos, pero todo es muy triste. dos es cruel.
Esas ciudades se convierten en el espacio A principios de los 90, en París, co-
privilegiado de la nostalgia. De plegarias nocí a muchos exiliados. Sobre todo po-
que nadie escucha ni responde, plegarias líticos y económicos, dos formas muy
tristes y nocturnas. El exiliado no camina parecidas de lo mismo porque en ambas
por la ciudad real sino por la que lleva la posibilidad de volver es un sueño im-
adentro, y cruza calles, entra a cafeterías, posible. Sus casas, apartamentos pobres
se detiene por un rato en la fila de un cine, de periferia, eran verdaderos templos de
enciende un cigarrillo al lado de un puente, la nostalgia al punto que llegué a conven-
pero en realidad no está ahí. El exilio con- cerme de que ellos, en el fondo, eran los
vierte a las ciudades en espacios invisibles. verdaderos colombianos. O incluso: los
verdaderos latinoamericanos, pues había
Espacios, eso sí, llenos de historias de todas partes. Esas casas parecían agen-
Me contaron en una ocasión de una pare- cias de turismo, llenas de afiches del país,
ja de cubanos que, después de mil aventu- artesanías del país, música y libros del
ras y angustias para salir de la isla, logró país y por supuesto cocina tradicional. En
reunirse en la ciudad de Gotemburgo, sus reuniones, a parte de bailar la música
Suecia, donde empezaron a recibir un propia, cantar obsesivamente las cancio-
subsidio del Estado mientras aprendían el nes locales y comentar la actualidad des-
idioma y podían encontrar algún trabajo. de todos los ángulos posibles, se discutían
De todas las ciudades tristes del norte de también las recetas y todos sabían dónde
Europa, Gotemburgo puede ser la más conseguir la yuca y la hoja de guasca para
triste y la más fría. Más o menos un mes el ajiaco o los mil tipos de sancocho. Eran
después de llegar, una tarde, los cubanos los perfectos latinoamericanos.
vieron el anuncio de un concurso de bai- Pero cuando el exilio es voluntario,
le de salsa. Aún no hablaban sueco, pero cuando se trata de una elección vital y
entendieron lo esencial y fueron a inscri- necesaria, como en mi caso, entonces el
birse, seguros de que ganarían y que po- viaje no es triste y se vuelve permanente.
drían ajustarse un dinero extra. La noche “Las raíces de los hombres son los
del concurso la cosa no pintó nada fácil. pies”, dice Juan Goytisolo, “y los pies se
Los suecos también sabían bailar, y había mueven”. Siempre he creído que echar
otros latinoamericanos. La pareja sudó, raíces, detener ese movimiento, es apagar
hizo sus mejores pasos, y, después de una uno de los motores de mi curiosidad, de
reñida final, lograron ganar el primer pre- mi escritura, de mi vida. Viajar ha sido
mio. Se abrazaron de alegría y subieron al siempre, para mí, caminar hacia el centro
escenario, pero se llevaron una sorpresa. oscuro de la creación. Por supuesto cami-
El primer premio era una estadía de una nar solo. Entrar a un país por una fron-
semana en Cuba. tera solitaria, en el corazón de la noche.
Esto parece un chiste pero a mí me Mirar el amanecer desde la ventana de
lo contaron como algo real. Es un chiste un hotel de paso y entender que ese lugar

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 9


que veo es mi esquina del mundo. Estar ejemplo, el amor. Todo el mundo ama a
solo frente a una mesa y un espejo, en alguien. Todos extrañan a alguien que
alguna pensión, escuchando el goteo de vino al aeropuerto o a la estación y les
una llave. Dice Nicholas Shakespeare que hizo, a lo lejos, un sentido adiós. Todo el
la soledad acentúa lo que uno es, lo que mundo tiene una sobrina a la que compró
hay dentro de uno. El creyente se entre- un vestido típico, una abuela a la que lleva
gará con más ardor a su dios, el bebedor una artesanía y una botella de vino. Todo
se aferrará a la botella con más fuerza, y el mundo ama a alguien. En el fondo, es
el que escribe, escribirá más. Las mesas lo más banal y al mismo tiempo único de
de los hoteles, con su lámpara y su jarra nuestra experiencia.
de agua y su teléfono, me han visto ha- El escritor de viajes no viaja sólo para
cerlo muchas veces: escribir, escribir, es- escribir. Tal vez esto lo hace el cronista,
cribir una historia, contar lo que vi o creí el que debe redactar una convincente his-
ver, contar lo que habría querido ver y no toria para un medio impreso. El escritor
pude o lo que soñé que vi. Contar tam- de viajes va un poco más allá: viaja para
bién lo que nunca he visto y sólo algunas que lugares remotos y personas de otros
veces, muy pocas, lo que jamás ha visto mundos modifiquen su espíritu, lo trans-
nadie. Escribir y viajar son por eso, para formen. El libro es el resultado de esa
mí, como esas mesas desvencijadas de los transformación.
hoteles. El espacio en donde todo lo que
aún no existe se vuelve posible. ¿Cuáles son sus armas?
El escritor viajero Paul Theroux, El poder descriptivo, acompañado de un
en una entrevista reciente, dio un único buen glosario. El escritor francés Pierre
consejo a los jóvenes que desean ser es- Loti nos enseña que cada cosa en este
critores: “Lee muchos libros y lárgate de mundo tiene un nombre, y describir,
tu casa”. muchas veces, consiste en encontrar ese
nombre. Ya mencionamos la soledad,
Viajar, viajar. que hace más intensas las creencias y los
Un viajero es básicamente un tipo solita- credos estéticos. Tener buen oído. Los
rio con los ojos bien abiertos, que escru- diálogos, lo que dicen los demás. Es nece-
ta el mundo. Observa a sus compañeros sario saber escuchar, estar atento. Y esto
de vagón, de compartimiento, de sillón. incluye saber elegir al que, hablando, nos
Come solo en restaurantes móviles o muestra con más intensidad el alma de los
flotantes, sin dejar de pensar. Y piensa y lugares o las cosas. Y esto nos lleva al úl-
escribe porque está solo. Lee los periódi- timo punto.
cos y anota algunas opiniones. Lee algún
libro y lo subraya, por lo general libros de La intuición
autores del lugar por donde pasa. Desde Esta nos indica, ante dos caminos, cuál
la soledad los demás se ven no como in- tomar. Ante dos compartimientos de tren
dividualidades sino como tipos humanos con un puesto vacío, en cuál sentarnos.
(formas humanas). En los viajes se ve, por Ante dos o más conversaciones, a cuál

10 Santiago Gamboa. Ciudad y exilio


acercar nuestra oreja. Pero nada de lo de Orson Wells, y su sombra se proyecta
anterior tiene validez sin un arma funda- sobre los muros cuando las luces de algún
mental, tal vez la única imprescindible: carro lo iluminan.
la vocación, la capacidad de hacer un es- Esta visión urbana, de la ciudad de
fuerzo sostenido, de llevarlo a término. Y noche, es también, de algún modo, la
esto en el fondo equivale a decir: un des- imagen de la novela moderna, pues es
medido amor por los libros. precisamente en la ciudad donde se en-
cuentran los desconocidos y surgen las
Al principio está el viaje, y luego historias, donde dos coinciden en un as-
aparece la ciudad, con toda su fuerza censor y algo sucede, donde alguno se
“Una ciudad es un mundo cuando se ama enamora perdidamente de la cara de una
a uno de sus habitantes”, nos dice Lawren- mujer en un cartel publicitario, donde
ce Durrell en El cuarteto de Alejandría. hay amantes que se dan cita en moteles
Yo he vivido en muchas ciudades y sórdidos y son felices mientras que afuera,
casi siempre en capitales, al menos desde en la calle, hay hombres y mujeres des-
que tuve libertad para elegir mi ciudad esperados que se entregan al alcohol y
de residencia. Después de Bogotá, donde prostitutas y mafiosos y mujeres bellas y
nací, vino Madrid, en 1985, y luego París, frívolas, como las de las novelas de Scott
Roma, Nueva Delhi y finalmente Roma, Fitzgerald, y claro, mucha gente común,
de nuevo, la misma Ciudad Eterna en la la gente que vive en las mejores novelas
que ya había vivido también de niño du- del siglo, la gente común que puebla las
rante un tiempo, en 1974. ciudades y los trenes nocturnos.
Siempre ciudades, pues desde muy Hay una estética de bares y esquinas
joven sentí atracción por esa imagen ro- oscuras y callejones o largas avenidas que
mántica que proviene del viejo cine nor- le pertenece a la literatura urbana, que
teamericano: la del hombre solitario, de sólo es posible desde que hay faroles y
gabardina y sombrero, que se baja de alumbrado público y policías patrullan-
un tren con una maleta y busca un hotel do en automóviles con sirenas que pare-
en una ciudad desconocida. Ese perso- cen partir la oscuridad en dos y tabernas
naje está en Jungla de asfalto, de Huston, abiertas toda la noche, como en las que
o en El asesinato, de Kubrick, por cierto beben y se emborrachan los personajes de
ambas con el mismo actor, Sterling Ha- Tennessee Williams o de John Dos Passos,
yden, que parecía ser el prototipo de ese o los cafés parisinos en los que el inspector
hombre solo enfrentado a la gran ciudad. Maigret pasa el tiempo bebiendo café con
Un hombre con una maleta en la mano y cognac cuando una investigación le va a
una gabardina, un desconocido de som- tomar toda la noche. La noche, como se
brero al que vemos alejarse, y lo vemos ve en las novelas de Dostoievski, parece
desde atrás, fumando, y el humo queda por momentos más literaria. Gogol, en
en el aire mientras sus pasos resuenan con La perspectiva Nevski, describe los persona-
fuerza sobre la calle, como los pasos de El jes que habitan la avenida central de San
tercer hombre, de Carol Reed, que son los Petersburgo, y nos ilustra sobre cómo los

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 11


mismos andenes por los que, de día, pa- ños domicilios nocturnos, encuentra indi-
sean las madres empujando coches de ni- cios, golpea a un drogadicto un poco más
ños y los colegiales juegan y los ancianos de la cuenta y obtiene el nombre de una
toman el sol, durante la noche son habi- casa de masajes, hace conjeturas, se des-
tados por gente muy diferente, delincuen- vela y por lo general, al amanecer, llega
tes, tahúres, alcohólicos y prostitutas. Es la a conclusiones escalofriantes: vivimos en
ley de la ciudad y de sus calles. También un mundo extraño y las urbes anónimas
Joseph Roth, en Hotel Savoy, nos dice que despiertan al monstruo que duerme en
la noche esconde el vicio y la pobreza y la ciertos transeúntes, ciudadanos con his-
desesperanza, y lo cubre con un velo pu- torias infantiles que podrían ponernos la
doroso, casi maternal. Es por esa avenida, piel de gallina, sufrimientos atroces que
la Perspectiva Nevski de Gogol o el puen- sólo pueden ser atenuados con altas dosis
te de Kalilingrad de Las noches blancas, de de alcohol, drogas duras, sexo frenético y
Dostoievski, o por el puente de Brooklyn, brutal entre actores desesperados.
siempre en la noche, por donde se pasea
ese hombre de gabardina, ese personaje Una vida es poca vida, y vale poco
que puebla las novelas y que, con su mis- La corrupción y el delito son tan banales
terio, llena de sentido tantos libros. como el atardecer o la lluvia o los dispa-
Con la ciudad llegamos a la literatura, ros en las cafeterías. Hemos perdido el
pues en ella está el corazón más palpitan- decoro, ya nadie respeta nada. “Mesero,
te de la novela del siglo xx y del xxi. sírvame un café debajo de la mesa”. El
Y además la ciudad es el territorio de detective camina al lado de un puente
la novela negra. peatonal repleto de grafitis y moho. La
poesía de los callejones está siendo escrita
Alguien mata a alguien con dedos embarrados de crack y alguien
Hay un cadáver en un sillón y un arma duerme en el cubo de la basura, al fondo,
de fuego. Los vecinos opinan que el oxci- junto al cadáver de un gato. El hospital
so era un hombre extraño pero amable, y de poetas está lleno a reventar y ningu-
coinciden en que no lo merecía. Las hue- no quiere irse. Boggie El aceitoso, el merce-
llas conducen a la ventana y hay un cristal nario urbano de Fontanarrosa, le dice a
roto, pero es mejor desconfiar. El aparta- un amigo: “Cuando en Quinta Avenida
mento está en un tercer piso. Suenan las te estrangule un drogadicto pervertido,
sirenas y un desconocido huye por las co- recuerda dónde reside el encanto de los
cinas de un restaurante chino, causando poetas: en que viven poco. Son efímeros”.
un estrépito de ollas y sartenes. El detective, bebiendo un vaso de bour-
El detective, un hombre solitario, bon ante un mesero sonámbulo, evoca la
acosado por las deudas y en cuyo test psi- sonrisa de una mujer y se retira una lágri-
quiátrico hay una triple D que equivale ma. Luego, en silencio, paga el consumo y
a Depresivo, Divorciado y Dipsómano, camina hasta la puerta, la empuja hacien-
decide tomar el caso; investiga y persigue, do rechinar los goznes y se pierde entre
pregunta, irrumpe con violencia a extra- las sombras, pateando una lata vacía de

12 Santiago Gamboa. Ciudad y exilio


refresco, leyendo el titular de una hoja de mundo. Aparecen los barrios bajos y la
periódico mecida por el viento. periferia de Los Ángeles, Chicago, Nueva
En el fondo él es tan frágil y solitario York. Las afueras de Baltimore. Raymond
como los monstruos que persigue. Chandler y Dashiel Hammet pululan por
Este detective ya no es el mismo de ahí y sus detectives son perfiles, sombras
antes. El primero de todos, si dejamos de proyectadas en la pared.
lado a Edipo Rey, es Auguste Dupin, crea- “Hasta la vista, amigo. No le digo
do por Edgar Allan Poe en su cuento “los adiós. Se lo dije cuando tenía algún senti-
crímenes de la rue Morgue”: un hombre do. Cuando decirlo era algo triste, solitario
elegante y lúcido que se mueve por los sa- y final”, escribe Chandler en El largo adiós.
lones de la aristocracia. Es el modelo de Las novelas ya no se hacen para na-
Sherlock Holmes y Hércules Poirot, y el rrar la resolución de un enigma. Se inven-
crimen es sobre todo un enigma que reta ta un conflicto para retratar la golpeada
su enorme inteligencia. Estamos en la psique de la ciudad: el modo en que en
primera mitad del siglo xx. Son novelas ella se vive y se muere. “Tú piensa en el
de salón y el mayordomo es sumamente american way of life”, dice Boggie El acei-
sospechoso. El cadáver estaba en el baño, toso, “que yo me ocuparé de la america-
afeitándose. Los parientes beben té y co- na forma de morir”. Lo relevante no es
pas de jerez o Bristol Cream. La esposa el misterio sino el camino recorrido: los
del muerto está francamente nerviosa y paisajes, no después de la batalla sino de
responde con evasivas. El cuñado evoca las cotidianas escaramuzas de la vida.
los golpes en la puerta de Macbeth. La Las novelas son radiografías de las urbes,
secretaria se repasa los labios de carmín cada vez más desesperadas y nerviosas.
y dice por tercera vez que a esa hora esta- El hombre solitario, el ser anónimo de la
ba con su marido. La solución del enigma ciudad, sigue siendo el héroe, pero está
llega de pronto a la mente del detective a muy cansado, se siente solo y tiene mie-
través de un indicio, algo que desata una do. Cree, y no se equivoca, que es hora de
complicada álgebra mental, y al final todo tomarse un buen trago. En El largo adiós
está claro. Los criminales usan objetos re- lo más relevante no es el crimen sino el
finados, dagas y estatuillas de jade, y su nacimiento y el fin de una amistad.
móvil, en ciertos casos, es poético, o filo- Las novelas se escriben para hablar de
sófico: buscan el crimen perfecto. los desacuerdos humanos, no sólo para re-
solver enigmas. Lo que está en juego es el
*** control de zonas, la venta de protección;
Luego, la novela negra norteamericana las familias se unen contra la peligrosidad
cambia un poco las cosas de los callejones. El detective golpea a los
Suben los grados de alcohol, pasamos al sospechosos y, como siempre, se le va un
whisky de centeno y la ginebra Gilbey’s. poco la mano, como en los libros de James
Los asesinos ya no son aristócratas sino Ellroy. El detective está muy nervioso: lle-
personas desesperadas y marginales. O va dos semanas sin ir a la reunión de los
inmigrantes que buscan un lugar en el martes de Alcohólicos Anónimos.

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 13


Donlad Westlake o Chester Himes y en ellas no todo lo que brilla es oro. A
muestran la violencia de los barrios ne- veces, demasiado frecuentemente, lo que
gros de Nueva York. Harlem es el centro brilla es el cañón de una mini Uzi o de
del mundo. El tráfico de drogas estimula una Browning con silenciador.
los nervios de los vagos y llueven ríos de La narrativa negra de nuestras urbes
billetes que, muy pronto, se convierten usa el modelo de Estados Unidos, pero le
en balazos por la espalda y puñaladas. suma algo nuevo: el compromiso político,
El espíritu se contamina de una dicha el compromiso con la realidad. Paco Ig-
neblinosa pero el humo del crack quema nacio Taibo II contra las fuerzas oscuras
los pulmones y los jóvenes, muy pronto, del represor presidente Díaz Ordaz, en
escupen sangre. La vida, más que nunca, los años setenta mexicanos. Rubem Fon-
es el breve lapso entre un coito violento y seca vagabundeando entre los escombros
el depósito de cadáveres. de la megalópolis de Río de Janeiro y sus
Bret Easton Ellis lleva las cosas aún calcinados sobrevivientes; Juan Sasturain
más lejos y su asesino, un yuppie de Wall y su catálogo de perdedores en un Bue-
Street, mata mendigos por el placer de nos Aires vespertino, al acecho de los Ford
ver correr la sangre, y a bellas mujeres Falcon verde oliva; Leonardo Padura, en
para comérselas, no en el sentido sexual Cuba, con su policía Conde que quiere
sino gourmet. Las tasajea y se las come. ser novelista telúrico y bebe ron al clima
Guarda los restos en la nevera. Es el desde muy temprano.
ancestro de Hannibal Lecter. Estos re- Son los años setenta y ochenta del pa-
finados asesinos demuestran que para sado siglo.
matar no es absolutamente indispensable Pero en América Latina, con el tiempo
ser un resentido social, tener motivos y sobre todo con el avance de la realidad,
crematísticos o haber sido violado en la novela negra presenta una característi-
el orfanato. Las infancias ricas y sobre- ca insólita y es que deja de ser un subgé-
protegidas, las vidas nobles, rodeadas de nero y se confunde con la novela urbana.
arte y filosofía, también pueden llevar al La novela de la ciudad.
crimen. La desidia ante la suerte o el do- ¿Por qué? Es la negra realidad, la in-
lor ajenos es un fenómeno democrático. finitamente oscura realidad de algunas de
Schopenhauer, Kant y Stravinski no son nuestras ciudades lo que le da el color pre-
antídotos. El ser humano, grosso modo, dominante a la novela, el sombreado, los
es alguien con mucho miedo y los nervios grises de fondo y el violeta, que puede ser
destrozados. Alguien peligroso y a la vez también el de la sangre. No hay novelas
entrañable. negras sino ciudades negras.
Es la ciudad contemporánea la que
*** transforma las novelas y las vuelve negras.
La ciudad es también la madre de la no- Veamos algunos ejemplos.
vela negra en América Latina. Nuestras Negro es el color que predomina en
nobles, villanas, presuntuosas aldeas, es- los libros de Rodrigo Rey Rosa, en Guate-
tán llenas de oscuridad en medio de la luz mala, y de Horacio Castellanos Moya, en

14 Santiago Gamboa. Ciudad y exilio


El Salvador, escribiendo ambos la historia arrabales llamados limonadas, los bota-
del horror en Centroamérica. deros y rellenos de basura, que zopilotes
Hablando de su propio país, Castella- hediondos sobrevuelan en parvadas
nos Moya le hace decir a uno de los per- ‘igual que enormes cenizas levantadas
sonajes de su novela El asco lo siguiente: por el viento’ –como escribió un viajero
inglés– mientras la sangre que fluye de
Moya, este país está fuera del tiem- los mataderos se mezcla con el agua de
po y del mundo, sólo existió cuando arroyos o albañales que corren hacia el
hubo carnicería, sólo existió gracias fondo de las cañadas, y las chozas de
a los miles de asesinados, gracias a la miles de pobres (cinco mil por kilóme-
capacidad criminal de los militares y tro cuadrado) se deslizan hacia el fondo
los comunistas, fuera de esa capacidad año tras año con los torrentes de lluvia
criminal no tiene ninguna posibilidad o los temblores de tierra.
de existencia.
La descripción de Ciudad de Gua-
Rodrigo Rey Rosa nos habla también temala, que contiene un eco sutil de la
de su ciudad y de su país, al inicio de su imprecación de Ixca Cienfuegos a la Ciu-
novela Piedras encantadas: dad de México al inicio de La región más
transparente, de Carlos Fuentes, podría ser
Guatemala. Centroamérica. la descripción de muchas otras ciudades
El país más hermoso, la gente más fea. de la región, casi diría: de cualquiera de
Guatemala. La pequeña república nuestras violentas aldeas.
donde la pena de muerte no fue abo- En Piedras encantadas un niño es atro-
lida nunca, donde el linchamiento ha pellado y el conductor huye. Una cosa
sido la única manifestación perdurable normal por estos lados. Recuerdo que un
de organización social. conocido abogado me dijo una vez, en
Ciudad de Guatemala. Doscien- Bogotá, que no había que ponerle calco-
tos kilómetros cuadrados de asfalto y manías llamativas a los carros ni aceptar
hormigón (producido y monopolizado placas con números repetidos para poder
por una sola familia durante el último escapar y que nadie memorizara nada,
siglo). Prototipo de la ciudad dura, en casos como este. Escapar, escapar, es
donde la gente rica va en blindados y lo que todo el mundo hace, porque en el
los hombres de negocios más exitosos fondo, parece decirnos Rey Rosa, nadie es
llevan chalecos antibalas. inocente en estas ciudades sin ley y todos
Ciudad plana, levantada en una tienen algún motivo para llegar al crimen.
meseta orillada por montañas y hendi- Todos, de algún modo, son asesinos, y tal
da por barrancos o cañadas. Hacia el vez por eso nunca hay justicia.
Sureste, en las laderas de las montañas Aún si se esclarece el crimen, no se
azules, están las fortalezas de los ricos. condena a nadie.
Hacia el Noreste y el Oeste están los ba- No se recupera la armonía por medio
rrancos; y en sus vertientes oscuras, los de la ley, como en la novela anglosajona.

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 15


Pero es que ellos son protestantes y creen en hace tiempo. A veces me miraba ca-
otros principios. Las leyes humanas deben sualmente en un espejo y reconocía a
triunfar y el orden, temporalmente deshe- Roberto Bolaño.
cho por una anomalía, debe restablecerse.
Nosotros, en cambio, somos hijos de la El triunfo de la novela urbana, en
Contrareforma, del hombre que reta a dios América Latina, es otro de los motivos del
y sus leyes, y después es perdonado. Nues- auge de la temática negra en las novelas,
tro antepasado es un Juan Tenorio sentado de ese modo de radiografiar la realidad de
en una cafetería de Ciudad Guatemala o una ciudad y de una sociedad que permi-
Monterrey, esperando que no empiece una te el método de la novela negra.
balacera y pueda terminar su desayuno. Esto lo podemos ver en Colombia en
En América Latina el formato de la libros muy conocidos y que retratan nues-
novela anglosajona importada de la lite- tra realidad: el mundo sicarial de Rosario
ratura de Estados Unidos se da vuelta, Tijeras, de Jorge Franco, la demencia de
porque el triunfo de la ley es poco realista. un veterano de Vietnam en Satanás, de
Por eso la figura del detective casi no se Mario Mendoza, e incluso la vida priva-
usa. El detective representa la ley, y por da de un narcotraficante en El ruido de
lo tanto si él accede a la verdad automá- las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez.
ticamente la ley se impone. ¿Podría esto Todas ellas son excelentes novelas a secas,
ser creíble? Puede incluso que sí, aunque pero también pueden verse como formas
muy de vez en cuando. no convencionales de novela negra en la
Por eso el detective, en América Lati- medida en que desentrañan e interrogan
na, es más bien una metáfora. Un modo la realidad a través de sus dolencias, sus
de mirar, un modo romántico de estar fracturas, sus anomalías.
solo. Es también un modo de ser poeta.
La literatura y la ciudad
Soñé que era un detective latinoameri- Desde su primera novela, La ciudad de los
cano muy viejo”, dice Roberto Bolaño umbrales, Mario Mendoza se dio a la ta-
en un poema, “Vivía en Nueva York rea literaria de interrogar la ciudad, en su
y Mark Twain me contrataba para caso Bogotá, haciendo de ella una presen-
salvarle la vida a alguien que no tenía tación que se emparenta, a su vez, con la
rostro. Va a ser un caso condenada- de Ciudad de Guatemala de Rey Rosa y
mente difícil, señor Twain, le decía. con el DF de Carlos Fuentes. Escuchen:

Una de las mejores novelas publica- Al fondo, allá abajo, la ciudad par-
das en español en las últimas décadas se padeaba y comprendía. Bogotá, ciu-
llama Los detectives salvajes y sus personajes dad flamen entregada al culto de un
son poetas, no detectives. dios desconocido... Bogotá, ciudad
nictálope envenenada de sombras y
Soñé que era un detective viejo y en- tinieblas que convierten cada casa en
fermo y que buscaba a gente perdida un burdel, cada parque en un cemen-

16 Santiago Gamboa. Ciudad y exilio


terio, cada ciudadano en un cadáver tes de matar a un tendero, el jefe narco
aferrado a la vida con desesperación... alias Rey le dice:
Bogotá clítoris monstruoso que te des-
angras en las bienaventuranzas de tu –No creo que hayas oído nada, ¿y sa-
extraño y promiscuo delirio... Bogotá, bes por qué? Porque los difuntos tie-
ciudad de vesánicos y mendigos des- nen muy mal oído. Le acercó la pistola
truidos por las caricias de un suplicio como si le palpara las tripas y disparó.
terebrante, hora de despojos humanos Fue un estallido simple, sin importan-
que son la promesa de una hecatom- cia. El briago peló los ojos, se quiso
be... Bogotá, rostro de la infamia... detener de una mesa, resbaló y cayó.
Bogotá, sin escritores que te busquen Un charco de sangre asomó bajo su
y te inventen... Bogotá: yo tampoco cuerpo. El Rey se volvió hacia el bo-
puedo hacer nada por ti. rracho que lo acompañaba: –Y usté,
¿también quiere platicarme?.
En Angosta, Héctor Abad Faciolince
describe una infernal ciudad de tres pisos, Las ciudades, tan bellas y violentas
económica y climáticamente diferencia- también en nuestros libros
dos, metáfora de nuestras opresivas ciu- Pero, permítanme volver a mi propia
dades contemporáneas del Tercer Mun- experiencia de hombre que se ha pasado
do, donde hay grupos guerrilleros que la vida saltando de ciudad en ciudad, en
atentan con bombas humanas, tras de lo ese exilio voluntario que me he impuesto
cual las autoridades contratacan con mi- como necesario para mi creación, para mi
siles dirigidos por satélite. Esto ha creado supervivencia, para mi escritura. Como
una terrible situación de orden público, dijo alguna vez Bryce Echenique: “Me he
las medidas de seguridad son oprimentes pasado la vida buscando un lugar en don-
y todo el mundo es sospechoso. Dice el li- de pueda empezar una nueva vida”.
bro: “miradas torvas y llenas de sospecha En 1985, yo no llegué a Madrid ni de
tratan de identificar a cualquier portador sombrero ni de gabardina, aunque a pesar
de la peste. Todos los que vienen de abajo, del calor de septiembre sí traía un abrigo
sobre todo si son calentanos, pueden lle- puesto que estaba del todo fuera de lugar,
var adentro la semilla de la muerte”. por la temperatura, y que hacía que todos
me miraran como si en mi cabeza algún
Las ciudades cable estuviera quemado. Me iba de Bo-
Elmer Mendoza, el novelista del mundo gotá por 5 años y debía prever los fríos
del Narco mexicano, dice al principio de del invierno, llevar ropa en la maleta para
Balas de plata: “La modernidad de una ciu- toda una vida. En esa época las ciudades
dad se mide por las armas que truenan en europeas estaban mucho más lejos de lo
sus calles”. Su discípulo más joven allá en que están hoy, y no porque los continen-
México, Yuri Herrera, autor de una nove- tes se hayan movido sino porque en esos
la muy celebrada y premiada, Los trabajos años no había correo electrónico ni tar-
del reino, sigue por esta misma senda. An- jetas de teléfono con descuentos, y sobre

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 17


todo no había plata para hacer llamadas, lita y villana ciudad actual, fue el sonido
por lo que, en mi caso, ir a España era de los buses frenando en las paradas, un
como irse a otro planeta. Veo todavía los sonido similar al de los trolleys que hace
ojos en lágrimas de 25 familiares y amigos mil años atravesaban Bogotá por los ba-
despidiéndome en el aeropuerto -yo tenía rrios de la Soledad o el Park Way. El olor
19 años-, cada uno con un consejo, cada de Madrid, en esos años, era el del aire
uno diciendo algo solemne o simplemente caliente del verano, un calor seco que pa-
dándome una palmada en el hombro. recía derretir el asfalto e inquietar a los
Los aeropuertos. Hermosos lugares transeúntes. Pero Madrid me impresionó
de encuentro y de despedida. El aero- pues era la capital de un antiguo imperio:
puerto en la literatura o en el cine, como tenía avenidas anchas, andenes, gigan-
en la vida, es el lugar donde todo termina, tescos parques, calles peatonales, fuentes
donde las parejas se abrazan y se besan y rococós y barrocas, y muchos árboles.
se dicen adiós, o donde alguien, después Se podía caminar y además tenía Metro.
de avanzar en la fila, decide regresar y Eran los años de la célebre “movida”, esa
quedarse, y entonces la pantalla o la pági- fiesta permanente que convirtió a Madrid
na se llenan de lágrimas, de una felicidad en una especie de La Habana Años Cin-
que apenas comienza, pues salir del aero- cuenta, la de los Tres Tristes Tigres, pero sin
puerto es regresar de la frontera y volver subtítulos en español, una “movida” que,
al mundo. Bryce Echenique habló de los por cierto, yo atravesé sin darme mucha
aeropuertos tristes, esos en los que uno se cuenta, como ese personaje de Stendhal,
despide de la mujer que lo acaba de aban- Fabrizio Il Dongo, que pasó por la bata-
donar para irse a vivir, por ejemplo, con lla de Waterloo sin saber muy bien dónde
un médico en Brasil, o los aeropuertos estaba. En ese Madrid había cafeterías
del cine empezando por el de Casablanca, para beber anís o pacharán en todas las
donde el capitán de la policía francesa y esquinas y a cualquier hora del día, y mu-
Humphrey Bogart opinan que la historia chísimas librerías.
que los llevó hasta allí podría ser el prin- Recién llegado a Madrid, sin amigos,
cipio de una buena amistad. Todo puede la gran diversión fue caminar sin rumbo
suceder en un aeropuerto, donde se inti- mirando vitrinas, abriendo los ojos de sor-
ma con personas con las cuales compar- presa ante la abundancia y la diversidad.
tiremos un breve momento de la vida y Pero con el tiempo me fui acostumbrando
luego desaparecerán para siempre. y, por detrás, en la nostalgia y las cartas,
Dice Ribeyro, con razón, que todas comenzó a aparecer de nuevo Bogotá,
las ciudades tienen un olor y, en ocasio- una Bogotá magnificada por el recuerdo,
nes, un “hedor”, pero también un ruido una Bogotá en la que yo siempre tenía
que las caracteriza, una música de fondo 18 años y siempre era feliz, intensamente
que se forma con los pitos de los taxis y el feliz, pues todas las noches iba a bailar y
rumor de las multitudes, y para mí Ma- entre cerveza y cerveza leía el mejor libro
drid, o esa aldea que era el Madrid de de mi vida, cada día, y enamoraba a la
1985 si la comparamos con la cosmopo- mujer más bella, la mujer de mis sueños

18 Santiago Gamboa. Ciudad y exilio


de ese día, y también, cada día, veía la tura en contraste con Bogotá, que era en
mejor película de mi vida. esa época una ciudad huérfana de letras,
Qué nostalgia de toda esa alegría. incluso si se la comparaba con otras ur-
Sobre esa ciudad comencé a escribir bes latinoamericanas como Buenos Aires,
para no perderla, pues la otra Bogotá, Lima o México DF.
la de ahora, es una urbe diferente en la Después de Madrid fui a París, una
que las calles han cambiado de sentido y ciudad difícil para el que llega con poca
los buses ya no van para el mismo lado. plata y pocos amigos. Yo creía, como
Yo pertenezco a la Bogotá de fines de los dijo Vargas Llosa, que para ser escritor
años 70 y de un modo poético siempre había que hacer una “vela de armas” en
estaré exiliado de ella, pues ya no existe. París. Pero más que para ser escritor, yo
Bogotá y Madrid, tan distintas, tan diría que París es una escuela en la que se
opuestas. Cuando hoy, después de tantos aprende la infinita frialdad a la que puede
años, regreso a Madrid, encuentro los llegar el alma humana.
mismos bares en los mismos lugares; la li- Tras la maravillosa fiesta de Madrid,
brería de viejo en la que compré una pri- la cáscara amarga de París fue una ver-
mera edición de Sobre héroes y tumbas sigue dadera prueba. El frío era más frío, el
ahí, lo mismo que el restaurante Anaur, hambre calaba más y la soledad era ma-
de comida popular, o los cines Alphaville, yor. Sin embargo en París me hice adul-
detrás de la Plaza España, donde vi la pri- to: cobré mi primer cheque de sueldo,
mera película de Almodóvar que no me contraté seguros y pedí créditos, compré
gustó y tuve que esperar más de diez años un carro que luego vendí, me casé y me
para cambiar de opinión. divorcié, me hice periodista, trabajé en
Madrid tenía otra ventaja sobre Bogo- la Agencia France Presse, fui correspon-
tá y era contar con una historia literaria. sal de El Tiempo durante cinco años y
Las novelas de Benito Pérez Galdós ha- acabé siendo funcionario del Estado en
blaban de una ciudad que había queda- la redacción latinoamericana de Radio
do atrás, pues era el Madrid de fines del Francia Internacional, un trabajo al que
siglo xix, pero muchas de las escenas de luego renuncié. Pero durante todo ese
Fortunata y Jacinta pueden todavía ser vi- tiempo jamás logré sentir que la ciudad
sitadas en el Madrid de los Austrias. El era mía. Todo lo contrario: cada mañana,
célebre Callejón del Gato, con sus espejos al salir a la calle, me parecía que llegaba
deformantes, del que habla Valle Inclán por primera vez. Todos los tópicos sobre
en Luces de Bohemia, existe aún y se puede París me parecieron falsos. ¿A quién se le
visitar yendo hacia la Plaza Mayor. Existe, habrá ocurrido decir que es la “ciudad del
aunque cambiado, el bar Chicote, sobre amor”? Seguramente a algún turista adúl-
la Gran Vía, donde Hemingway bebía gin tero que nunca volvió. Lo de “Ciudad
fizz en sus épocas de corresponsal en la Luz” es más comprensible si se trata del
Guerra Civil española, y al que le dedicó apabullante derroche de luz con que la
un libro entero de cuentos, La mariposa y alcaldía ilumina los monumentos para in-
los tanques. Madrid estaba llena de litera- flar la vanidad de los ciudadanos. Madrid

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 19


era una pequeña aldea en comparación, París o Buenos Aires. Supongo que tam-
pero me parecía más humana. París era bién nos hacía ir el mito de Hemingway
demasiado grande. En todas partes había y de Miller; o la sensación general de
que esperar haciendo fila, el Metro era un que era la capital del arte y de las letras,
socavón repleto de gentes que olían a can- que todo lo que nos sucediera en ella,
sancio y sudor, las calles vivían atascadas por duro o triste que fuera, podría trans-
y todo era difícil. La petit misère, esa “pe- formarnos en artistas. Tal vez esa sea
queña miseria” parisina se veía por todas la respuesta: fuimos creyendo que París
partes, y era como si la atmósfera general nos haría mejores. En nuestras cabezas
fuera triste. Ese fue el París en el que yo resonaban dos frases, una de Cortázar
viví, una gigantesca ciudad de hombres que decía: “París fue un poco mi camino
solos y tristes. De viejos abandonados de Damasco; sólo un chauvinismo ciego
comprando vino y comida para gatos en puede no ver lo que significó para mí la
los supermercados. experiencia europea”. Y, al menos en
La novela en la que narro las peripe- mi caso, otra de André Malraux: “Las
cias de esos años duros y alocados comien- tentaciones vencidas se transforman en
za con la siguiente frase: “Por esa época la conocimiento”. Ese era el objeto secreto
vida no me sonreía”. Y era verdad. Esta- de mi búsqueda.
ba en París, como siempre soñé, pero me Pero París, ¡qué ciudad fría y difícil!
sentía profundamente desdichado. Las Y no digo más por respeto a Álvaro
dificultades me llevaron al límite, pero ese Mutis, que la adora porque nunca ha vivi-
límite, en el recuerdo, fue una verdadera do en ella, pero jamás olvidaré la víspera
escuela. Tal vez una escuela militar, pero de mi partida, cuando estaba a punto de
escuela al fin y al cabo. Yo venía de Ma- irme a vivir en Roma. En la rue Pascal,
drid, que era un gigantesco bar, y un poco muy cerca de mi casa, una señora de 50
de disciplina tampoco venía mal. años saltó a la calle desde el séptimo piso
¿Qué nos hacía ir a París, o incluso, de un edificio. Yo había pasado por ahí
a Europa, a los de mi generación? En 15 minutos antes, cuando la mujer debía
primer lugar Cortázar y sobre todo su de estar en el momento más alto de la
Rayuela, que era el libro sagrado de esos desesperación, cuando tal vez una voz de
años. Nuestro Corán, nuestro Chilam Ba- aliento le hubiera podido salvar la vida.
lam, nuestro Baghavad Ghita. De quienes Seguramente ella, ya asomada a la ven-
estábamos en la literatura, se entiende. tana, me vio cruzar la calle y caminar ha-
Ese libro, que hoy empieza a ser reliquia cia la esquina del boulevard Aragó, lejos
y tiende a desaparecer, en esa época no de su dolor. Y pienso que tal vez me odió
tenía lectores sino seguidores. En Bogotá por no mirar hacia arriba, por no com-
jurábamos por Rayuela y nos sabíamos de prenderla, y luego continuó con su idea
memoria párrafos, diálogos, en fin, que- de saltar para irse de esa misma ciudad de
ríamos ser esa novela, no sólo leerla hasta la que yo me estaba yendo.
el cansancio sino consubstanciarnos en Claro, hablo del París real, no del lite-
ella, ser cada personaje y cada calle de rario, que es tan bello.

20 Santiago Gamboa. Ciudad y exilio


París es hermosa en la literatura por- mismo que sus casas, que escondían con
que es el escenario de quien considero el elegantes fachadas corredores repletos de
escritor más grande y genial de todos los ratas y cucarachas.
tiempos: Balzac. Uno puede atravesar Pa- Había otra literatura, ésta menos
rís de lado a lado sin salirse de las nove- conocida. La literatura árabe, que pro-
las de Balzac, recorrer los malecones del venía también de la experiencia del exi-
Sena y las iglesias y las estaciones de tren lio político y de la inmigración. En ese
y encontrar en ellas resonancias de libros mundo estaba el marroquí Mohamed
geniales como Ilusiones perdidas o Esplen- Khair-Eddine, que vapuleó y zarandeó el
dores y miserias de las cortesanas, o de Piel de idioma francés hasta convertirlo en algo
zapa. Balzac, que se emborrachó hasta la maleable, óptimo para narrar sus histo-
saciedad, bebió litros de café al día y fue rias de la región Beréber, en Marruecos,
adúltero todas las veces que pudo y con- y para describir como pocos la miseria de
trajo deudas, encontró tiempo para es- los callejones de la inmigración árabe en
cribir más de diez mil páginas geniales, y Francia. Junto a él, con un registro me-
además morir joven, con apenas 52 años. nos duro y más poético, estaba el también
París es también una larga novela. marroquí Tahar Ben Jalloun, ganador del
Hemingway, Joyce, Ribeyro, Cortázar, Premio Goncourt con La noche sagrada, un
Caballero Calderón, Bryce Echenique, representante, podríamos decir, del rea-
Scott Fitzgerald, Vargas Llosa, el poeta lismo mágico maghrebí. Entre los poetas,
e.e. cummings, y tantos otros. Para Ezra recuerdo especialmente a dos: el iraquí
Pound, el París de los años veinte era “el Kadhim Jihad, con su durísima visión,
laboratorio mundial de las ideas y las ar- pesimista y desgarrada, del inmigrante y
tes”. En 1919 nació el surrealismo con la del exilio político, y el tunecino Abdelwa-
revista Literaturas, dirigida por André Bre- hab Meddeb, más poético, centrado en
ton, y luego, en 1920, nació el movimien- temas como la lealtad o la ensoñación. En
to Dadá, con el rumano Tristán Tzara a medio de este París árabe estaba la figura
la cabeza, pues París, todos lo saben, no tutelar de Juan Goytisolo, cuya novela pa-
es francesa cuando se trata de las artes, risina Paisajes después de la batalla, una ver-
sino una suerte de república liberada por dadera obra maestra, lograba describir
la poesía y los movimientos y credos es- a la perfección el modo en que era per-
téticos. Tantos escritores vivían en ella y cibido el inmigrante, visto por las clases
experimentaban con el lenguaje y la pala- conservadoras como la personificación
bra: Cocteau, Genet, Paul Claudel y Paul del mal.
Valery, André Gide. Un poco después No de ese sino de otros males parisi-
llegó el malvado Henry Miller a beber y nos salí huyendo, al final, después de siete
fornicar y, sólo de vez en cuando, a vivir años en una ciudad que, como dije antes,
días tranquilos en Clichy, en la periferia nunca sentí mía, y a la que cada mañana
de una ciudad que, como él mismo dijo, llegaba por primera vez, y entonces sí me
por detrás de las caras maquilladas esta- sentía como ese desconocido del cine del
ba llena de sífilis, blenorragia y piojos, lo que hablamos al principio.

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 21


Después de París la siguiente etapa fue que hablen sólo de mujeres: de las que
Roma, una ciudad de color sepia repleta conocieron en su último viaje de negocios
de palmeras, ruinas arqueológicas y gatos. o en las vacaciones. Una vez le escuché a
Yo había vivido en ella de niño y volver un piloto de Alitalia contar un affaire con
a ella era un modo de desandar algunos tanto detalle y pantomima que su histo-
pasos. Pero ahora volvía siendo escritor, ria, por reloj, duró bastante más de lo que
o al menos en una dimensión modesta y debió durar el hecho real. Si el tema es
casera de eso que se llama ser escritor, y la cocina, nunca están de acuerdo. Hay
entonces recordaba a Enrique Vila Ma- aproximadamente 3.800 modos de hacer
tas, que a su vez recordaba a Mastroianni pasta y no es fácil que dos coincidan en
en La noche, esa película de Antonioni, en los ingredientes o los tiempos de cocción.
la que él es un escritor en crisis que no Si el tema es el fútbol las rivalidades
logra empezar un nuevo libro y, a causa despuntan, crece la tensión. Cada roma-
de eso, en una fiesta mundana a la que va no es un potencial director técnico. Cada
con su esposa, que en la película es nada romano es un historiador del fútbol. Cada
menos que Jeane Moreau, intenta sedu- romano es un comentarista profesional de
cir a la hija de un millonario. La película fútbol. En ningún otro país se ha hecho de
sucede en una Roma en blanco y negro esto una ciencia tan exacta. “Le pegó con
bastante diferente de la que yo llegué, el externo del pie en velocidad al inter-
pero es bueno tener imágenes imposibles no del balón y fue recto, convirtiendo un
y secretamente anheladas de las ciudades centro al área en pase filtrante”. Los que
que habitamos, para que sean más reales. escuchan no están muy de acuerdo, “¡no
Roma huele a moho y por las maña- le pegó con el externo!”.
nas a café recién molido, y lo que más Los jóvenes romanos son víctimas de
resuena son las motos (Lambretta, Vespa) la moda hasta extremos delirantes. Un
serpenteando en las calles intoxicadas por mesero de bar puede gastarse la tercera
el tráfico, pero también por la algarabía parte de su sueldo en una docena de cal-
del romano, que todo lo habla y discute, zoncillos de marca; el celular, el carro y las
que todo lo comenta, ocupando el aire gafas oscuras tienen un culto que recuer-
con una monstruosa masa verbal que va da los antiguos dioses de la mitología lati-
y viene, como una perpetua marea. El si- na. Quieren a sus madres y se van tarde
lencio es escaso. Se podría aplicar la frase de la casa, hacia los 35 años. Por eso pue-
de Manuel Azaña: “Si en España la gente den disponer del sueldo a su antojo. Sue-
se limitara a hablar de lo que sabe, se pro- len tener la misma novia desde el colegio,
duciría un gran silencio nacional”. ¿De pero su obsesión es seducir a las turistas
qué hablan los romanos? Yo lo sé, pues los extranjeras, pues dicen que son más fáci-
he escuchado en los baños turcos (ellos los les que sus novias, y menos problemáticas,
llaman termas), que son espacios de since- aunque casi siempre menos bellas. Las ro-
ridad y recogimiento. Hablan de cocina, manas están obsesionadas con el cuerpo
de mujeres y de fútbol, aunque no nece- y salen semidesnudas a la calle, pero son
sariamente en ese orden. O puede ocurrir las mujeres más difíciles del planeta Tie-

22 Santiago Gamboa. Ciudad y exilio


rra. La gran mayoría se tiñe el pelo y por pensarse que el consumismo los lleva a
eso la ciudad está llena de rubias. Es lo querer ser millonarios, y por eso votan
que más les gusta. Las vías de entrada a por Silvio Berlusconi, que es el supremo
Roma, sobre todo la vía Salaria, está re- millonario del país. En el fondo tiene su
pleta de prostitutas rusas o moldavas que lógica. ¿Quién manda en Arabia Saudita?
exhiben al viento sus doradas cabelleras. El hombre más rico, que es el rey Fahd.
Aparte de la archiconocida zona ar- ¿Quién manda en Brunei? El sultán, que
queológica, la vía Veneto es uno de mis es el más rico. Lo mismo pasa en Italia.
lugares favritos. Casi el decorado de una Berlusconi no sólo es el más rico sino que
película, como La dolce vita. Ahí está el Ho- está obsesionado, como sus coterráneos,
tel Excelsior, donde el Sha de Irán cono- por el aspecto físico. Siempre está bron-
ció a su primera esposa, Soraya Esfandia- ceado, hace curas de adelgazamiento,
ri, y donde se alojó la sueca Anita Ekberg, implantes de pelo y estiramiento de piel.
casada con el actor inglés Anthony Steel, Berlusconi es el estereotipo de un italia-
mientras grababa el film de Fellini; según no. Siempre está sonriendo, siempre está
dicen era fácil verla, a cualquier hora, en a punto de contar un chiste. Una especie
el lobby o en el café Doney, que queda al de italiano profesional.
frente, en interminables y ruidosas bata- Hay refinamiento en Roma, claro, y
llas conyugales. Fellini, de algún modo, el mejor arte. En la iglesia de Santa María
inventó los paparazzis, que tienen que ver del Popolo están dos de los más importan-
con el Hotel Excelsior, pues ahí se alojaba tes cuadros de Caravaggio: La conversión de
y se aloja aún el jet set del mundo. Un Pablo y La crucifixión de Pedro. Y las estatuas
poco más arriba está el Harry’s Bar de de Bernini en la galería Borghese. Hay
Roma, con sus cócteles. La verdad es que belleza por todas partes. No hay que olvi-
la vía está llena de cafés, que son el alma dar que el Renacimiento nació en Italia y
de la ciudad. Fellini y Alberto Moravia se que Da Vinci y Dante eran italianos. Allí
reunían en el Rosatti, en el Strega o en el se inventó además la forma del soneto. Ya
Café de París, todos extendidos sobre los lo dije al principio: Roma huele a café,
andenes en terrazas, bajo frescos toldos. pero también a harina recién horneada,
Peter O’Toole fue perseguido por fotó- a pinos, a tierra mojada. Y lo más impor-
grafos en la vía Veneto, y hay registro de tante: la gente sonríe por la calle. ¿Cómo
las borracheras de Ernest Borgnine en al valorar algo tan simple? Todo el mundo
menos tres de estos cafés. El más famo- tiene una imagen de Roma, todos la han
so paparazzi se llamó Tazio Seccharoli. visto. De algún modo nos pertenece, pues
Dice Manu Leguineche, en una crónica todos, en occidente, somos hijos de ella.
sobre Roma, que la actriz Anna Magnani Tal vez por eso su desorden mediterráneo
le lanzó a la cara un plato de espaguetis, y su luz son el antídoto ideal contra la lo-
Ava Gardner le escupió y el depuesto rey cura del mundo.
Faruk de Egipto le partió dos costillas. No quiero terminar sin darle una vuel-
En política, los romanos son impre- ta más a esta conferencia que sube y baja
decibles. Igual al resto del país. Podría al capricho de la narración, que se interna

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 23


en paisajes extraños y a veces se detiene a perros dormidos, taxis destartalados, un
pensar. Una conferencia algo extravagan- infecto orinal del que emergían nubes de
te, y por eso he decidido terminarla en In- zancudos y friterías de calle que más pare-
dia, concretamente en Nueva Delhi, una cían fábricas de tifo o disentería.
de las más extravagantes ciudades que he Las oficinas de la embajada estaban
conocido y en la que viví en una extraña en Vasant Vihar, un barrio rico aunque
época de mi vida. repleto de polvo y con el inconveniente
Por esos años yo era diplomático y de estar justo debajo de la línea de des-
Nueva Delhi una ciudad que para un lati- censo de los aviones que iban a posarse
noamericano no era nada convencional y, al aeropuerto Indira Gandhi, con lo cual
por eso, creía yo, exigía un cierto talante más o menos cada tres minutos era nece-
aventurero. Era lo que pensaba en esos sario gritar para oírse de un lado a otro
días. Había pasado demasiado tiempo en de una habitación. Y esto no era todo: el
Europa, ¡veinticuatro años!, diciéndome frontis del edificio daba a la avenida Olof
que si en verdad fuera un hombre osado Palme, en la cual, durante un tiempo de-
—como quería e incluso creía ser— de- mencialmente largo, bulldozers y grúas
bía haberme ido a vivir hacía mucho a construían un puente —llamado “fly
lugares más fieros y lejanos como Pekín, over” en inglés de la India— gigantesco
Jakarta o Nairobi. Por eso cuando se me produciendo increíbles montañas de pol-
propuso el cargo de consejero, encargado vo, ruido de taladros y terroríficos olores
de funciones consulares en la embajada a cañería, sin hablar de los atascos. El pa-
de Colombia ante la India, no lo dudé un roxismo llegó el día en que, tal vez por las
segundo y me preparé para abandonar el excavaciones para echar los cimientos del
Continente Triste. “fly over”, una serpiente de dos metros y
Todo fue alegría, esperanzas y el deseo quince centímetros de diámetro atravesó
de una nueva vida. Me las prometía muy la Olof Palme Marg y llegó a las puer-
felices, pero la realidad siempre lo pone a tas de nuestra embajada, donde murió
uno en su sitio. En vista del paupérrimo herida por las ruedas de un camión cuyo
sueldo de mi cargo —cifra que el decoro chofer, por cierto, se detuvo y lloró por el
me impide precisar, como diría Julio Ra- accidente, agarrándose la cabeza con las
món Ribeyro— no pude instalarme en las dos manos, pues en India toda expresión
tradicionales zonas de extranjeros como de la vida es sagrada.
Vasant Vihar, Sundar Nagar o Nizzamu- En el segundo piso estaba mi oficina,
din East, sino elegir algo más económico con vista a los jardines de una empolvada
en Jangpura Extention, un barrio de clase mansión que era la embajada del Emi-
media que al principio me pareció polvo- rato árabe de Bahrein, y cada vez que
riento y algo tremebundo, y al final, como miraba por la ventana o salía a mi por-
suele suceder, acabé queriendo. Uno se tentoso balcón veía a dos guardias y a un
acostumbra a todo, incluso al hecho de perro dormir en las garitas de seguridad.
que a doscientos metros de su casa haya La función consular consistía en firmar
una esquina repleta de ruidosos rickshaws, visas para ciudadanos indios que iban a

24 Santiago Gamboa. Ciudad y exilio


Colombia a hacer negocios, visitas técni- el mismo año que él, cien años después, y
cas, de estudios o, raramente, de turismo. sobre todo por El libro de la selva, que llenó
Otra de las obligaciones era tramitar unos mi infancia de imágenes sobre la amistad,
documentos llamados “exhortos” para la pero esa India colonial, con la miseria
oficina nacional de impuestos, en la prác- local como telón de fondo, me dejó algo
tica legalización de facturas hechas por perplejo. Era más real Naipaul. Naipaul
compañías colombianas a empresas de escribió y retrató un país más parecido al
India, Bangladesh y Pakistán, e incluso que yo llegué, una sociedad inmersa en
de Irán, Myanmar, Sri Lanka y Nepal, los unas tremendas contradicciones: con una
países en los que éramos concurrentes. pobreza que yo no conocía y, asimismo,
Mi colaboradora, Olympia León de con una clase aristocrática cuyas riquezas
Singh, era una mujer entrada en la cin- harían palidecer a cualquiera de nuestros
cuentena que llevaba en la oficina más ricos latinoamericanos –hay 9 indios en
de diez años y conocía los entresijos de la los primeros 50 lugares de la lista Forbes-,
“función consular”, además de ser la úni- todo en las mismas polvorientas calles: el
ca que hablaba hindi, pues estaba casada absurdo Ferrari color zanahoria sortean-
con un sikh del que se había enamorado do huecos y rickshaws y vacas, y la mujer
veinticinco años atrás, en la Universidad con un bebé desnudo que defeca sobre el
Patricio Lumumba de Moscú, donde es- andén mientras pide limosna.
tudió Relaciones Internacionales. Sus his- Las palabras de Naipaul tras su primer
torias, que soltaba con cuentagotas y sólo viaje son muy claras: “Ningún otro país
cuando su terrible genio de santanderea- que yo conociera tenía tantos estratos de
na amainaba, eran geniales. Contaba que desdicha, y pocos países tanta población.
a principios de los ochenta las embajadas Me dio la impresión de que estaba en un
traían el papel higiénico por valija diplo- continente que, aislado del resto del mun-
mática; que las calles eran de tierra y sólo do, había sufrido una catástrofe misterio-
había automóviles Ambassador; que la sa”. Naipaul vino a mediados de los años
proporción de leprosos y poliomelíticos sesenta, pero mi impresión fue la misma.
era de cinco a uno comparado con lo que Por supuesto que hoy la India ha avanzado
se ve hoy. Y yo le creía, pues por esos años espectacularmente. Un mes después de mi
un conocido hizo una escala en Delhi, llegada, en noviembre de 2008, ocurrieron
viajando hacia Japón, y contaba aterrado tres hechos bastante reveladores.
cómo durante la espera una multitud de
pordioseros, tullidos y enfermos subieron 1. Por primera vez un cohete espacial in-
al aparato a pedir limosna, ¡en la pista del dio no tripulado salió al sistema solar
aeropuerto! con destino a la Luna.
Cuando supe que iba a vivir en la India 2. El joven novelista Aravind Adiga ganó
pensé que debía leer a Tagore y a Kipling, ese año el Man Booker Prize en Lon-
pero la verdad es que me pasé el tiempo dres, lo que equivale a decir: el más
leyendo a V.S. Naipaul. Le tengo simpatía importante premio literario de la len-
a Kipling por haber nacido el mismo día y gua inglesa.

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 25


3. El ajedrecista indio Viswanathan lows oficiales, rickshaws color verde y ama-
Anand, de 38 años, se proclamó en rillo brotando como insectos, esa pobreza
Alemania campeón mundial de la Fe- inhumana en esquinas y semáforos, el trá-
deración Internacional de Ajedrez. fico colosal y la enorme sabiduría para no
enloquecer en medio de semejante caos.
Estos tres hechos hablan de una so- Pero nadie parecía enloquecer sino todo
ciedad educada, exquisita y con muy lo contrario. Incluso una silenciosa ma-
altos niveles de tecnología. Y es cierto, yoría, sentados en los muros de las calles
esa sociedad existe, pero convive simul- y con expresión ausente, daban la impre-
táneamente con “estratos de desdicha” sión de ser moderadamente felices.
que pueden verse en las siguientes cifras: Pocos países como este tienen tantos
2.230.000 niños muertos de desnutrición dioses, tantas cosas sagradas. El panteón
por año; 800 millones de pobres; carencia hinduísta es tan superpoblado como
de agua potable, ni siquiera en las ciu- el continente. Se le calculan 3.600.000
dades importantes; cortes permanentes dioses, a lo que se debe sumar el islam,
de luz; inexistencia de un salario míni- el cristianismo, el jainismo, el budismo,
mo; violencia intra religiosa en la que, el judaísmo y otras religiosidades mino-
el Islam, con 160 millones de personas, ritarias como los parsis. Por este motivo
es una minoría constantemente agredi- casi todo es sagrado: la montaña y el río
da y en desigualdad de oportunidades. (el Ganges), ciertos árboles bajo los cuales
120.000.000 de “intocables”, la casta más se hace meditación, muchos animales-
baja en el sistema religioso hinduísta, los dioses, como el mono Hanumán, y por
cuales son tratados poco menos que como extensión todos los monos, o el elefante
animales y que, a pesar de todo, han lo- Ganesh, y por extensión todos los elefan-
grado triunfos aislados y participación en tes. Otros dioses hinduístas convirtieron
política. El país en cuyos semáforos piden en sagradas a las ratas, a las serpientes,
limosna las formas más horripilantes y Casi todo lo que existe o se mueve es
crueles de la miseria humana –leprosos, sagrado para alguien en India. Los jai-
poliomelíticos, niños quemados, mujeres nistas no comen productos extraídos de
desnutridas, amputados, y un largo etcé- la tierra por miedo a que en ellos haya
tera- es el mismo que acababa de firmar bacterias, que son formas de vida y por
un contrato con Estados Unidos por lo tanto ellos veneran. La tierra, el aire
30.000 millones de dólares para actuali- y el fuego son sagrados para los parsis,
zar sus arsenales defensivos, ¿cómo puede de modo que ni entierran ni incineran
ser esto posible? a sus muertos sino que los dejan en unas
La primera vez que atravesé la ciudad, parrillas elevadas, llamadas Torres del
de lado a lado y por la zona sur, fue sobre silencio, para que los buitres y gallinazos
todo una experiencia visual. Vi avenidas se los coman.
cubiertas de árboles de sombra y enormes El tema de la suciedad en India está
casas desconchadas, terrenos de más de en muchas conversaciones de extranjeros.
una hectárea rodeando elegantes bunga- Pretender ignorarla, como hacen algunos

26 Santiago Gamboa. Ciudad y exilio


en actitud políticamente correcta, es hi- literatura, muy viva. Una visita a la Feria
pócrita e incluso paternalista. También del Libro de Delhi me dejó impactado,
es una bobería el contrario: quienes sólo ¡cuántas editoriales en idiomas diversos
ven la inmundicia y limitan su visión de y cuántos libros! Porque los indios leen
la India a eso, no pudiendo ir más allá. mucho. Lo leen todo y lo discuten todo.
Pero, ¿cómo negar que las calles de Delhi Hay 2.500 periódicos y 74 partidos polí-
o Calcuta son en la práctica gigantescos ticos. Uno los ve sentados en sus bancas
vertederos de basura, polvo y escupitajos, con periódicos abiertos. En los buses y
sanitarios horizontales de materias fecales el metro. En medio de esas polvorientas
humanas y animales, surtidores de olores y sucias calles en las que, de cualquier
homicidas, charcas repletas de detritus y modo, fui muy feliz, pues en ellas uno
podredumbre? Por contraste, los parques podía encontrar el horror pero también
de Delhi son muy limpios, y entonces uno toda la belleza del mundo.
se pregunta, ¿por qué? La suciedad no es Porque la belleza de una ciudad,
sólo explicable por la pobreza. La pobre- cuando uno llega de afuera, es muy
za y la suciedad no son sinónimas. Pero variable. Las ciudades europeas son
la gente amolda el ojo y ya no percibe la relucientes y hermosas en su superficie,
inmundicia. De cualquier modo tampoco bien iluminadas, llenas de esculturas y
harían nada por evitarla. edificios imponentes. Pero en ellas, muy
Otras ciudades de la región, como despacio y con el tiempo, aparece el
Bangkok o Yakarta, y ya no digamos Sin- horror, que es el que emana de socie-
gapur, parecen relucientes tazas de por- dades cansadas, depresivas y nerviosas.
celana. Katmandú y Dakkha, en cambio, Sociedades que se han vuelto egoístas y
son tan polvorientas y sucias como las ya no creen en la vida ni en los demás,
ciudades indias. Pero Delhi y Calcuta y en los que son diferentes. En las ciudades
Bombay tienen algo especial, y es una indias, como en las de África, ocurre lo
vibrante vida cultural. Sospecho que en contrario. Por lo general la superficie es
Delhi hay más librerías que en París, y horrorosa: polvo, mugre enfermedad,
los recitales de poesía a los que se puede miseria, contaminación, un paisaje hu-
asistir en Calcuta no tienen parangón. mano devastado y convulso. Pero con el
Ni hablar de las artes plásticas. India es tiempo surge una belleza. La que está en
una sociedad compleja, indisciplinada, la gente, que con bocas a veces desdenta-
a veces violenta, pero es una sociedad das y con ojos ansiosos siguen creyendo
tremendamente culta. En ella hay filo- en la vida y contra todo pronóstico le
sofía, sociología, debate político, y por apuestan a la esperanza.
supuesto mucha literatura. Apostaría a Estas últimas son las ciudades que hoy,
que el próximo Nobel indio será Vikram en mi particular exilio, amo con el alma,
Seth, entre los escritores de expresión y en las que seguiré buscando eso que to-
inglesa. Alrededor, en lenguas menos co- davía no encuentro y que hará que siga
nocidas como el tagalu, el maharashtra, viajando y escribiendo, hasta el día del
el tamil o el mismo bengali, hay una gran último viaje.

núm. 2 / julio-diciembre / 2013 27

También podría gustarte