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JOE

McANDREW EL PLANTADOR
DE CAROLINA DEL SUR

CAPÍTULO I

Estados Unidos de Norteamérica. Carolina del Sur. Año 1832

En una luminosa mañana de principios de verano un espléndido landó
tirado por dos caballos se dirige hacia Columbia, la capital del estado
en el condado de Richland, ha partido de una de las más grandes y
prósperas plantaciones de algodón de todo el estado, una hacienda que
todos conocen con el nombre de "Las Seis Columnas", llamada así
porque en la entrada principal de la extensa propiedad hay seis
enormes y grandes columnas blancas de mármol.

La gran plantación está situada a unas veinticinco millas de Columbia y
en uno de sus extremos pasa la ruta de ciento dieciséis millas que
separan Columbia de la ciudad de Charleston en la costa, el puerto más
importante para la exportación de algodón de Carolina del Sur,
motivando un constante y frenético movimiento diario de barcos
cargados con la preciada mercancía hacia dispares y lejanos destinos.
La actividad humana es incesante en este ir y venir de buques, como
también es sorprendente y habitual el colorido, el bullicio y la mezcla
de razas, notándose a simple vista que todo el trabajo de carga de los
enormes fardos es efectuado por jóvenes y fornidos esclavos negros con
la atenta vigilancia de rudos capataces blancos, los cuales colocados en
lugares estratégicos de vez en cuando hacen estallar sus látigos en las
negras espaldas de los esclavos para incrementar e incentivar su labor.

El sumamente cómodo y lujoso carruaje lo conducen a buen ritmo dos
esclavos postillones, van sentados en el banco de madera del pescante
exterior y a pesar de su juventud llevan las riendas con seguridad y lo
guían con la confianza que da el haberlo hecho desde chicos. Hoy están
muy atentos y pendientes de la irregularidad de la calzada porque son
conscientes de la responsabilidad que implica el llevar a los dueños de
la plantación y desean que el viaje sea lo más plácido y tranquilo para
sus amos tratando de evitar que las piedras y los baches que abundan
en la ruta puedan molestar a sus señores.

En el interior y cómodamente sentados hay dos muchachos, uno de
veinticuatro años y de fuerte complexión atlética, atractivo y muy
fibroso luce un pelo rubio bastante ondulado y el color de sus ojos es de
un azul muy claro, el típico hombre americano con antecedentes
irlandeses o escoceses, se llama Joe McAndrew. Es el nuevo dueño de la
plantación, la ha heredado de su padre, viudo desde hace años y que
falleció hace unas semanas aquejado de una gripe mal curada. Joe es
arrogante, decidido y autoritario, ha nacido para mandar y ser
obedecido, le gusta ser admirado por su complexión fuerte, porte y
belleza física.

Joe mira de vez en cuando el exterior a través de los cristales de las
ventanas de las puertas laterales para saber el lugar donde se
encuentran y el tiempo que les queda aún para llegar. Viste unos
ajustados pantalones muy ceñidos, una camisa blanca de manga larga,
botas altas de cuero marrón con orla dorada que le llegan hasta las
rodillas y en la cabeza y muy bien sujeto y ajustado, un sombrero de
panamá con ala, hecho con las hojas trenzadas de la palmera.

Sentado a su lado le acompaña un muchacho más joven que deberá
rozar los veinte años, es su hermano Benjamín pero lo llaman Ben,
también es rubio como Joe, los dos visten de forma similar. Ben es
mucho más extrovertido que su hermano y a los dos les gusta la buena
vida, aunque ambos son conscientes del trabajo que supone llevar la
plantación.

Por ser el mayor y para no dividir la plantación, el único amo es Joe
pero se lleva muy bien con su hermano el cual le ayuda a llevar el
latifundio repartiéndose al mando de los esclavos en el cultivo del
algodón además de una extensa parte de la propiedad que han
dedicado al tabaco, una apuesta de su padre que estaba seguro que
también podría ser un buen negocio.

La plantación la creó su abuelo Horacio, un hombre rudo, austero y de
pocas palabras, muy ambicioso y trabajador como el que más, no sabía
lo que era un día festivo y despreciaba el despilfarro. Su única meta era
atesorar la mayor cantidad de dinero posible y según le habían contado
a Joe, su abuelo fue déspota y cruel con los que le rodeaban. Murió
pisoteado por un caballo al que había castigado más de la cuenta.

El padre de Joe se llamaba Abraham, mucho más tolerante que el
abuelo, construyó la mansión de "Las Seis Columnas" y con una
inteligencia y una suerte fuera de lo normal, triplicó y cuadriplicó las
ganancias de la plantación convirtiéndose en pocos años en uno de los
hombres más ricos del estado. Sin embargo era de carácter
contradictorio, muy religioso y temeroso de dios y a la vez un gran
libertino, eran incontables las esclavas negras que se follaba sabiéndolo
incluso su mujer. Su esposa murió de parto cuando nació Ben.

Abraham consideraba que al ser comprensivo y bondadoso con los
esclavos le beneficiaba, ellos le demostraban su cariño esforzándose
más en el trabajo por lo cual lo hacían aún más rico, el amo era
generoso con la comida y permitía que celebrasen sus fiestas
ancestrales y paganas sin reprimirles en nada. Como consecuencia la
natalidad aumentaba y cada mes tenía nuevos esclavitos, de tal forma
que apenas debía comprar de nuevos e incluso hacía negocio
vendiéndolos, sobre todo a los mulatos que eran muy apreciados por los
plantadores que los usaban de esclavos personales.

Joe nunca estuvo de acuerdo con este sistema, según él de extrema
consideración hacia los negros y pensaba que los esclavos, bien
llevados, podían rendir mucho más pero su padre era el que mandaba y
nunca lo contradijo. Ahora todo ha cambiado y como su hermano piensa
como él, han desenfundado de nuevo los látigos y es habitual ver a
esclavos atados en las columnas de la mansión, con los cuerpos
azotados y la sangre resbalando por su piel alimentando a decenas de
moscas, como un ejemplo viviente de lo que les sucede con los que no
obedecen las nuevas leyes de los amos.

Los dos se dirigen a Columbia a visitar a un esclavista recién llegado de
África y que va a subastar a los negros que ha traído en una reunión de
terratenientes la próxima semana. Los McAndrew debido a su gran
poder económico han sido avisados con antelación para que sean los
primeros en examinar todo el "ganado" antes que los demás y puedan
comprar las mejores piezas sin tener que juntarse con los dueños de
otras plantaciones ni dar explicaciones de para que los quieren.

Los hermanos McAndrew no necesitan nuevos esclavos, actualmente
disponen de suficientes, lo que buscan son esclavos personales. Así se lo
han hecho saber al traficante para que no les haga perder el tiempo
viendo cuerpos vulgares y medio enfermos. El esclavista como buen
vendedor les ha dicho que todos los que logran sobrevivir a la larga
travesía son dignos de ser valorados pero siguiendo los deseos de los
acaudalados clientes ha escogido según su experta experiencia a los
diez mejores y más apuestos, los cuales han sido bañados, acicalados y
untados con aceites perfumados para que ellos mismos puedan
valorarlos y comprar los que deseen. La cita es para hoy.

El sol ya empieza apretar y en el horizonte se vislumbran los primeros
edificios de Columbia. A los dos hermanos no les gusta mucho el
ambiente de la ciudad, han sido criados en el campo y la ciudad les
agobia, en las calles son gente anónima que se mezclan con los demás y
en la plantación son los amos, temidos y respetados por todos, allí
imponen su ley y en la ciudad se deben a las normas sociales.

Pero tampoco les asusta, saben que tienen dinero y por eso son
bienvenidos en cualquier parte, les gusta que los adulen aunque son
conscientes de que es sólo por su poder económico. Cuando Joe ha de
acudir por los negocios nunca va uno solo, habitualmente suele
acompañarle su hermano o alguien de confianza como algún capataz de
la finca, de este modo se siente más fuerte y seguro.

Se dirigen al hotel más elegante de Columbia, El Gran Hotel, siempre se
alojan allí cuando deben pasar la noche en la capital, en este lugar los
conocen y son muy bien atendidos. El dueño les recibe con un
entusiasmo extremo que denota a la legua su falsedad, les da la
bienvenida unida a la condolencia por el fallecimiento de su padre. Se
alegra de ver juntos a ambos hermanos.

_ La familia al completo, es un honor para el hotel, seguramente la
visita ha de ser muy importante.

_ ¿Cómo estás Max?

_ Encantado de servirte a ti y a tu hermano. ¿Cuántos días estaréis?

_ Solo esta noche. Danos una habitación para cada uno.

El Gran Hotel está ubicado en la calle mayor y más importante de la
ciudad, es el mejor lugar para conocer el ambiente urbano y saber las
últimas noticias, es el centro social de la ciudad y para estar bien
informado no hace falta ir a otro lugar, siempre hay mucho bullicio y el
ir y venir de gente es constante, allí se reúnen los personajes más
influyentes para hablar de negocios y de política, para ver y ser vistos,
para comer y beber en sus elegantes salones y jugar a cartas en un
ambiente agradable, distendido y para efectuar una cana al aire con
una absoluta discreción.

A Joe y a Ben todo el mundo los conoce y acepta con agrado por dos
motivos, el dinero que tienen y que nunca se meten en peleas ni líos,
son unos tíos tranquilos que sólo quieren disfrutar y pasarlo bien, no se
meten con nadie y nadie con ellos. Al verlos en el hall la noticia corre
de boca en boca. Están aquí los McAndrew.

Pero el centro de las miradas es para el joven y apuesto Joe McAndrew,
el soltero más codiciado de todo el estado, mientras esperan que
alguien les acompañe a las habitaciones, se acercan varios conocidos a
saludarlo.

El dueño del hotel les entrega las llaves y él mismo les acompaña a los
pisos superiores donde están las habitaciones.

_ Como siempre todo el hotel está a vuestra disposición. Ya sabéis
pedid lo que queráis, comida, bebida, compañía femenina, lo que os
apetezca.

Joe le mira sonriendo.

_ Muy bien, lo tendremos en cuenta. Ahora vamos a tomar un baño, di
que suba alguien para afeitarnos.

Una vez aseados aprovechan para comer, con el viaje les ha entrado el
apetito, los dos son muy buenos comensales y comen con ganas todo lo
que les ponen. Al terminar se dirigen al lugar del motivo de su viaje.
Está casi en las afueras de la ciudad, es una gran finca amurallada por
unas altas paredes y con una sola entrada.

El landó de los hermanos McAndrew se dirige hacia allí. Después de que
dos negros les abren la verja llegan a un patio, donde se ven varios
barracones destacando la casa principal.

Varios empleados les están esperando, descienden del landó y después
de la bienvenida entran en la casa acompañándoles hasta un salón.
Enseguida aparece un tío de unos cincuenta años, es Julius Morgan en
persona, uno de los principales traficantes de esclavos de todo el
estado. Su cara y aspecto físico nada atractivo y bastante deteriorado
lo intenta disimular vistiendo ropa cara. Les saluda dándoles la mano.

_ Me alegro de veros, estáis de suerte tenemos el cargamento de más
calidad de los últimos tiempos. Siguiendo vuestra petición, para
ahorraros tiempo he escogido a los mejores y más fuertes. Entre todos
ellos no hay ni uno mayor de veinte años y están completamente sanos,
sois los primeros en verlos y os aseguro que os va a ser difícil escoger.

Joe con un ademán de aburrimiento le corta la palabra y dice:

_ Esto ya lo veremos. Venga hazlos pasar para que los examinemos.
¿Cuántos son?

_ Los mejores quince que tengo.

_ Queremos verlos todos juntos.

Julios asiente con la cabeza, les invita a sentarse en unos grandes y
suntuosos sillones llenos de cojines y mientras Joe y Ben se acomodan
aparece un joven y casi adolescente mulato llevando con las dos manos
y con orgullo una bandeja de plata con dos copas de té helado que
ofrece a ambos hermanos para que se refresquen inclinando la cabeza
con sumisión, después queda a su disposición de pie y a su lado.

El esclavista da una par de palmadas gritando a sus ayudantes:

_ ¡Muchachos, hacedlos entrar!

Se abre una puerta lateral y apelotonadamente y a trompicones van
apareciendo negros encadenados por los pies y las manos unos a otros,
junto a ellos varios tíos con látigos los azuzan con gritos, empujones y
golpes. Los alinean junto a la pared ocupando la mayor parte de la sala
quedando frente a los sillones donde están ambos hermanos.

Joe se levanta para verlos mejor y también su hermano, pero por el
momento Ben se mantiene en un segundo plano para que sea Joe el que
se adelante a escoger. Como habían quedado con el esclavista, los
negros están limpios, completamente desnudos y su piel les brilla casi
en exceso al estar muy untados de aceite.

Joe a pesar de ser tan joven es un experto en esclavos, desde muy niño
había acompañado a su abuelo y a su padre en las subastas y se fijaba
en como examinaban a los esclavos. Se acerca a ellos y hace un repaso
general, les observa como si fueran animales, les mira el cuerpo con
detalle por si tienen alguna herida, la cara, la boca, sobre todo la
dentadura que es el reflejo de algunas enfermedades y finalmente los
ojos.

Según Joe, los ojos reflejan el carácter, el estado de ánimo, la
rebeldía, la masculinidad y así infinidad de cosas que un experto sabe
ver. Ve ojos asustados, tristes, temerosos y la mayoría reflejan miedo.
Unos ojos que han visto como han sido capturados en sus tierras de
nacimiento, encadenados y llevados a las pestilentes e inmundas
bodegas de un barco y semanas más tarde, los que han sobrevivido,
llegar a una nueva tierra para que igual que a otros cientos y cientos de
negros como ellos, ser vendidos como esclavos para cultivar las tierras
de las plantaciones de los hacendados.

Joe los mira uno a uno, reconoce que el esclavista tiene razón, nunca
había visto tanta calidad junta, unos rostros, dentadura y cuerpos
perfectos y finalmente escoge a cinco que los separan del resto, les
quitan las cadenas y los ponen juntos para que pueda compararlos
mejor. A estos los examina aún con más atención. El vendedor es
consciente y listo, y sabe perfectamente que no los quiere para mano
de obra, entonces realza la calidad del producto que le ofrece.

_ Como ves son perfectos, unos cuerpos que parece que los hayan
hecho para el placer.

Joe sabe que tiene razón, unas caras con las facciones agradables, ojos
hermosos y profundos, nariz grande y achatada, labios especialmente
carnosos, orejas pequeñas y pegadas a la cabeza. Unos cuerpos altos
con cuellos anchos, grandes hombros, pecho voluminoso, marcadas
abdominales, enormes muslos y piernas poderosas, brazos fuertes y
musculosos, gruesas, redondas y duras nalgas, pubis con un pelo corto,
pequeño, rizado y ensortijado, colgándoles unas pollas que estando
flácidas y dormidas ya tienen una longitud y grosor considerable,
destacando en todos ellos un grueso y perfecto capullo circuncidado.

Joe asiente satisfecho y ya sólo le queda la última inspección, señala al
primero de los cinco negros y mirando a uno de los capataces le ordena:

_ Venga, preséntame su culo.

El rudo capataz con dureza y sin miramientos pone al negro a cuatro
patas y se sienta en su espalda a horcajadas colocando una mano en
cada nalga, las separa manteniéndolas en esta posición. Joe observa
que el agujero del negro aunque lo tenga cerrado es muy pequeño
comparado con el volumen de su cuerpo, acerca el dedo índice y pasa
la yema por el ojete acariciándolo un par de veces. El negro está
nervioso, Joe piensa que probablemente nunca le ha entrado nada y
que pronto aprenderá a abrirlo y a dilatarlo a gusto del amo. El dedo
poco a poco se abre paso y cuando lo tiene metido entero dentro lo
empieza a mover sintiendo el calor de las paredes interiores y la
presión del esfínter.

Joe siente el tacto de la carne en su dedo y al sacarlo se acerca al
joven mulato metiéndolo en su boca. El chico chupa y limpia con ganas
la posible mierda que haya podido quedar enganchada. Lo lame y
succiona con los labios y la lengua envolviéndolo con saliva y tragándola
inmediatamente hasta dejarlo completamente limpio. Al mismo tiempo
Joe ordena al capataz repetir la operación con el segundo negro y así
sucesivamente con los cinco.

Joe no tiene prisa y se toma el tiempo suficiente para cada uno, los
negros están algo nerviosos pero no oponen resistencia, el miedo los
acojona. Ben y Julius miran todo el proceso con expectación y están
pendientes de la cara y reacción de Joe que una vez acabada la
inspección dice:

_ Julius tienes razón, me es difícil escoger.

_ Llévate a los cinco.

_ No, he quedado con mi hermano que por ahora son suficientes tres
para cada uno.

_ Insisto, toma a los cinco y hazlos pelear a muerte entre ellos y te
quedas con los tres más fuertes que sobrevivan.

Ben que ha permanecido en silencio, se acerca a su hermano y le dice:

_ No hay problema Joe, escoge a tres y yo me quedo con los dos
restantes junto con otro y así los tienes juntos en la plantación.

_ Te lo agradezco pero tú debes escoger los que te gustan a ti.

_ Estos también me gustan hermano.

_ Me parece bien pero eres tú el que debe elegir según tus apetencias.

Joe escoge a tres e inmediatamente con pintura roja les hacen una
señal en el hombro para indicar que ya están vendidos. Luego es Ben el
que escoge, mientras se decide, Joe se retira con Julius a ratificar la
venta en el despacho.

_ Aquí tienes el dinero que acordamos por los seis esclavos.

El traficante lo toma y mientras lo cuenta con una no disimulada
avaricia, empieza a lamentarse.

_ Hoy estoy haciendo un mal negocio, seguramente en la subasta de la
próxima semana hubiera sacado más dinero por ellos.

Joe da una risotada.

_ No te quejes Julius, te doy mucho dinero por seis negros, no digo que
no lo valgan pero un trato es un trato.

Joe concreta al traficante que durante el día vendrá un carro de la
plantación para llevárselos y el esclavista ordena a sus ayudantes que
se ocupen de los negros escogidos y ya los dispongan para la marcha.
Acabados todos los trámites, los hermanos se despiden de Julius y
regresan al carruaje. Joe le dice a su hermano.

_ Venga, tengo algo que hacer en la ciudad, quedamos para más tarde.

Ben le contesta:

_ Aprovecharé para comprar unas botas y algo de ropa. Me apeo en el
almacén, nos vemos en el hotel.

Después de dejar a Ben en la zona de almacenes Joe ordena a sus
esclavos cocheros que lo lleven al ayuntamiento. El landó se detiene
frente la entrada principal y Joe desciende con rapidez. El edificio es
una magnífica y esplendida construcción neoclásica con grandes
columnas en la fachada que llegan hasta la cornisa y consta de varias
plantas, está recién construido y situado dominando una plaza que da a
la calle mayor. Joe sube rápidamente las escaleras que llevan a la
planta noble y se dirige al despacho del alcalde, anda con decisión con
paso seguro y firme, al verlo varios empleados que trabajan en mesas
independientes rodeados de papeles lo reconocen y se levantan para
saludarlo, la secretaria que está al lado de la puerta también le saluda
y pretende detenerlo.

_ Buenas tardes señor McAndrew, por favor espere un momento avisaré
al alcalde.

Joe no le hace ni puto caso, sabe que él es una de las personas más
importante de todo el estado y no sabe lo que es esperar, una simple
empleada no lo va a detener, ni siquiera la mira, abre la puerta y entra
cerrándola de golpe.

El alcalde está sentado frente a una imponente mesa de caoba tallada
revisando unos papeles, en una gran sala en cuyas paredes figuran tres
grandes cuadros de los políticos más relevantes del estado, al oír la
puerta levanta la mirada, se levanta y sonríe abiertamente.

_ Joe McAndrew esperaba verte, me han dicho que esta mañana han
visto tu landó entrar a la ciudad y pensé que tú o tu hermano andabais
por aquí.

_ Hola Will.

William O´Brien es desde hace unos meses el alcalde de Columbia,
tiene la misma edad de Joe y es el primogénito de una importante
familia de la ciudad, siempre le ha gustado la política y por ahora ha
cumplido su sueño al alcanzar la alcaldía de la capital. Es también rubio
y con ojos azules, el elegante traje que lleva la hace aún más atractivo.

Joe sin titubear se acerca a Will y ambos se saludan abrazándose. Al
separarse Will le recrimina.

_ Venga, cada vez nos vemos menos.

_ No es por culpa mía, ya sabes dónde vivo.

_ Tienes razón, me gustaría visitarte más a menudo pero lo cierto es
que el cargo y el trabajo me absorben.

Se acomodan en unos sillones de estilo colonial.

_ Como está tu mujer Carol y el pequeño Matthew.

_ Están muy bien y el niño ya no es tan pequeño, cada día está más
crecido y come como un caballo. Cada vez se parece más a mí.

_ No te molesto por mucho tiempo sé que estas ocupado, sólo he venido
a saludarte, ahora ya no es como antes que teníamos tiempo para todo.

El alcalde Will le responde.

_ Tienes razón, en unos meses nuestra vida ha cambiado y hemos
conseguido más poder, tú al morir tu padre te has puesto al frente de la
plantación más grande del estado y yo la alcaldía de la capital, ambos
tenemos lo que queríamos.

Joe sonríe.

_ Y la buena vida nos sienta bien.

Will le pregunta.

_ ¿Cuántos días te quedas en Columbia?

_ Solo uno nos vamos mañana por la mañana, tengo bastante trabajo en
la plantación, he venido con mi hermano a comprar varios esclavos.

_ ¿Aún necesitas más negros?

_ Esta vez es distinto, no hemos venido a comprar mano de obra sino
esclavos para disfrutar de ellos.

Will sonriendo, comenta.

_ Joder, que bien vivís los hermanos McAndrew.

_ Lo intentamos, buscamos quien nos puede dar el máximo de placer y
no paramos hasta conseguirlo.

Alguien llama a la puerta y aparece la secretaria.

_ Señor alcalde ha llegado el Marshall Henry Carmichael.

_ Que espere un momento, enseguida lo atiendo.

La secretaria se retira cerrando la puerta tras ella. Joe se da cuenta de
que su amigo está ocupado y es mejor acabar la visita. Se levanta.

_ Venga me voy.

Will también se levanta y le acompaña hasta la puerta, antes de abrirla
se abrazan de nuevo.

Al despedirse Joe le ofrece una invitación.

_ Tomate unos días de descanso y ven a Las Seis Columnas, procura
venir solo, recordaremos viejos tiempos como gozábamos los dos
juntos.

El alcalde sonríe una vez más.

_ Te tomo la palabra, a lo mejor vengo antes de lo que esperas.

Joe sale de la alcaldía, sube a su carruaje y ordena a los postillones que
se dirijan hacia el hotel. Sube directamente a su habitación y se
acuesta en la cama, se siente un poco cansado y va a dormir la siesta.















CAPÍTULO 2

Joe McAndrew y el alcalde Will O´Brien descubrieron el sexo juntos
siendo niños y a partir de ahí siempre han mantenido relaciones
sexuales, unas relaciones la mayoría de las veces muy rápidas en las
que primero es Joe el que peta el culo a Will y luego es Will el que se
folla a Joe. Cuando no han tenido el tiempo suficiente para hacerlo sin
prisas, han aprovechado cualquier fiesta o celebración para encontrarse
en un lavabo o en un seguro rincón para darse gusto. Empezó como un
juego y continuó como un disfrute compartido.

En las plantaciones sureñas el descubrimiento del sexo es abierto, sin
tapujos y forma parte de la educación de los hijos de los plantadores,
los cuales desde muy pequeños saben perfectamente que la polla no
sólo sirve para mear. Están acostumbrados a ver sexo casi diariamente y
sin darle importancia forma parte de su vida diaria como comer o
dormir.

En el mismo momento que nacieron Joe y Ben, como era habitual en las
clases acomodadas ya tuvieron sus esclavos personales, eran niños más
o menos de su misma edad conocidos como muleques, niños esclavos
usados como sirvientes y juguetes por los jóvenes amos.

Para Joe fue el mulato Sam, un año menor que él. Desde el día que
nació sabía cuál era su destino, servir al amito blanco. Para Ben fue el
mulato Isaac, con la misma diferencia de edad. De muy niños
aprendieron a usar a sus esclavitos en los juegos muchas veces violentos
en los que ellos siempre eran los ganadores, haciendo travesuras y al
mismo tiempo practicando la dominación y el sometimiento que
ejercían en ellos con el consentimiento y alegría de sus padres, los
muleques eran conscientes de su rol en estas relaciones sabiendo en
todo momento su condición de servidores y por lo tanto siempre de
perdedores.

Cuando el calor era agobiante y Joe y Ben dormían la siesta en el gran
porche de la plantación, los pequeños esclavos abanicaban a sus niños
amos para refrescarles y les masajeaban los pies con sus manos
mientras sus amitos descansaban. Así comenzaba la educación de los
jóvenes y futuros plantadores. Sólo se desprendían de sus muleques
cuando iban a la escuela en Charleston, un lugar muy exclusivo donde
aprendían a ser caballeros en todo el sentido de la palabra. Durante su
estancia en el colegio el pupilo Joe conoció a su amigo Brad y al futuro
alcalde Will.

Los comportamientos y modales que aprendían en la refinada
Charleston, las ponían en práctica en su casa con los muleques los
cuales estaban guiados por el viejo esclavo Tom siempre pendiente de
las necesidades de los amitos. A los muleques Tom ya les había educado
en el sexo con la antelación necesaria para que fueran usados cuando
llegara el momento y no tuvieran problemas.

Un día Tom, habiendo ya iniciado al muleque Sam en estos nuevos
apetitos que los amitos iban a tener, le dijo:

_ Debes saber que el amito Joe ya está creciendo y tú como buen
esclavo debes saber complacerlo dándole gusto, primero contigo y
después con las esclavas cuando te lo mande, poniendo la máxima
entrega para su placer.

_ Si viejo Tom, ya tengo doce años y cuando me lo ordene ya se lo que
tendré que hacer.

En el verano, una vez acabados los estudios anuales, los jóvenes amitos
volvieron a la plantación para pasar toda la temporada de estío junto a
sus padres, en el resto del año sólo acudían durante los fines de semana
y en fiestas señaladas. Joe había crecido mucho, despuntaba su cuerpo
atlético y una melena rubia. El amito Ben, para su edad estaba más
alto, Joe tenía trece años y Ben pronto cumpliría diez.

Los muleques los recibieron con alegría colaborando como siempre en
los juegos y diversiones. Al principio todo fue como antes, pero una
tarde muy calurosa de verano, a la hora de la siesta Sam se percibió del
cambio, como cada día estaban aquella hora en el porche en la parte
más fresca junto a varios frondosos y centenarios álamos, pero hoy eran
los dos solos, Ben había ido con su padre a los establos para ver el
nacimiento de un potrillo.

El silencio era total incluso el aire estaba calmado y las hojas de los
árboles apenas se movían, el sol brillaba con fuerza lanzando
implacable sus rayos de fuego que los espesos y densos álamos detenían
con poderío, ni siquiera se oía el trinar de los pájaros que debido al
fuerte bochorno permanecían en los nidos esperando la llegada del
atardecer, al respirar se notaba el aire caliente pasando por la nariz,
una calma tensa envolvía el ambiente que invitaba al relax y al placer.

Sam después de sacarle las botas al amito Joe y estando junto a la
cama arrodillado en el suelo dándole masaje en los pies, notó como el
joven le pasaba de forma muy diferente los pies por la cara, mejilla y
nariz. Sam vio enseguida que no se trataba de un juego, Joe le miraba
muy serio.

_ Huele, esclavo.

Sam como siempre, cumple las órdenes al momento y sin rechistar.

_ Si amito.

Joe disfruta viéndolo y exige más.

_ Con ganas, que estas muy lento.

El joven Joe recostado en el camastro ahora goza de una forma distinta
de la de otros días y le gusta disfrutar de este nuevo placer. Se los pasa
por el rostro una y otra vez de forma sensual y de repente se los mete
de una dentro de la boca, el muleque sabe lo que ha de hacer y
empieza a chupar y lamer con deseo, primero los dedos y después el
resto, empeine, talón, planta. Joe inconscientemente se toca y acaricia
la polla. Mientras comprueba el interés de su esclavo en la lamida, le
gusta lo que ve y disfruta con ello.

_ Debe molarte oler mis pies y de ahora en adelante me lo harás así.

El esclavo con sumisión acepta la orden.

_ Si amito Joe.

Sam se percata que Joe se pone en pie, le hace levantar y se coloca
detrás de él. El rubio adolescente se frota contra sus nalgas de manera
muy sensual. Luego Joe procede acariciar su culo, lo va tocando varias
veces de forma circular.

El mulato puede sentir a través de la tela de los pantalones los fuertes
dedos del amito que lo palpan, en ese momento nota como de un tirón
le baja los pantalones y las toscas gayumbas de esclavo. Joe ahora
tiene a su esclavo desnudo de cintura para abajo y sigue acariciando
ese culo marrón perfecto. Le introduce en el agujero dos dedos muy
toscamente que hacen gritar al chico. Joe con la otra mano le da un
fuerte bofetón con autoridad y dureza junto con una orden.

_ No grites.

El joven muleque sabe lo que le espera y aunque está preparado le ha
supuesto una cierta sorpresa. Sabía que cualquier día podía ocurrir pero
no suponía que fuera hoy y aquí. Siente como los dos dedos de Joe se
mueven en el interior de su culo.

_ Si amito, pero duele.

Joe en lugar de ceder continúa presionando sin importarle el dolor que
pueda sentir su esclavito.

_ Ya te acostumbraras.

Joe sigue trabajándole el culito, abriéndolo poco a poco. Ahora
parándose frente a él, le hace poner de rodillas.

_ Chupa mi polla.

Joe se saca el rabo y Sam comienza a chuparlo poco a poco. La polla
blanca y rosada crece con cada mamada. Joe se la mete hasta el fondo
de su boca tocando casi su garganta. En el enorme silencio de la tarde
sólo se oyen los jadeos del amito. Joe saca su polla de la boca para
pasarla repetidamente por la cara de Sam una y otra vez.

_ Venga boy, besa mi polla.


Sam la besa varias veces y la vuelve a chupar, cada vez se hace más
grande y dura. Luego el amito se desnuda completamente y se vuelve a
frotar sobre su culo, lo lleva a la cama y lo acuesta. Sam queda rígido,
cuando Joe se monta sobre él siente la dureza de su polla y como la
frota sobre su ano para darse más placer. De repente junta sus manos y
le clava la polla dura y jadeante en su culo. Lo penetra rápido y duro.
El dolor hace gritar al boy, pero su amito le tapa la boca, sigue duro y
fuerte, es insaciable en su follada hasta que el muchacho siente como
sale de su culo. Entonces Joe lo voltea y se monta sobre su pecho, con
una mano manipula su polla hasta que suelta un fuerte chorro de leche
que cae sobre la boca y los labios del esclavo. Luego le mete toda la
polla en la boca para que la limpie con la lengua. Instantes después Joe
se siente relajado y feliz, respira hondo y ordena.

_ Venga boy prepárame el baño.

_ Si, enseguida amito Joe.

Joe lo detiene un momento con autoridad.

_ Una cosa boy, desde ahora no me llamaras más amito, ahora soy tu
macho. Me tratas de “amo activo”.

_ Si amo activo Joe.

Cuando Joe abre los ojos está anocheciendo, el fuerte ruido de la
música lo ha despertado, se despereza, se levanta de la cama y se mira
en el espejo. Le gusta lo que ve reflejado en él, se alisa la ropa y va en
busca de su hermano. En la planta baja del hotel los distintos salones
están abarrotados de gente, hay varios desde el más elegante para que
los ricos de la ciudad hagan vida social, hasta el más mundano. No le
resulta difícil encontrar a su hermano que está tomando un whisky con
unos conocidos, el joven Ben se alegra de verlo.

_ Donde te habías metido, has desaparecido.

_ He ido a saludar al alcalde Will y luego he estado durmiendo en mi
habitación.

Ambos hermanos no son muy dados a las relaciones sociales y a los
falsos halagos de los ricos, por esta razón Joe se disculpa con los
conocidos de Ben, éste apura su vaso y los dos se marchan del hotel.

Joe conoce el exquisito burdel de Jerome David un francés que ha
hecho mucho dinero en New Orleans con casas de citas al estilo
francés. Su extraordinaria reputación remonta todo el Mississippi
llegando hasta Carolina del Sur, abriendo también un lujoso local en su
capital Columbia. Sabe cómo complacer los gustos de sus clientes con
rapidez y mucha discreción y aunque no es nada barato su calidad e
higiene están fuera de toda duda.

El lugar se halla a las afueras de la ciudad en una bella casa al estilo
francés con verjas en los balcones y en la entrada un gran jardín con
cantidad de plantas y flores de distintos colores. Al llegar los dos rubios
hermanos son conducidos por un esclavo mulato y elegantemente
vestido al interior de un gran salón. La gran araña de cristal ilumina a
todos los caballeros y damas de la noche que toman sus copas y hablan
en animadas y divertidas tertulias.

En el local hay plantadores de todas las edades, Ben con sus veinte años
no es el más joven, hay incluso alguno de catorce o quince años que va
con su padre para que lo empiecen a educar en el sexo, también hay
varios amigos más o menos de la misma edad que quieren correrse una
fiesta a lo grande, todos comparten con hermosas cortesanas francesas,
irlandesas y mulatas creoles. El ambiente animado, desenfadado y
lujurioso invita a los sentidos del placer y del morbo.

La presencia de los McAndrew no pasa inadvertida, al verlos, el mismo
dueño del sitio, el cuarentón de muy buen ver Jerome David, se acerca
con rapidez a saludarlos y les da la bienvenida.

_ Como estas Joe, llevas tiempo sin visitarnos.

Joe es un cliente habitual desde que era adolescente junto con el
alcalde Will eran asiduos del local y lo frecuentaban a menudo. El
dueño conoce a la precisión los cambiantes gustos sexuales del joven
plantador.

_ Si Jerome, ocupado con la plantación no dispongo de todo el tiempo
que quisiera para venir. Hoy he traído a mi hermano Ben para que se
desfogue un poco. ¿Qué tienes de nuevo para mí?

Jerome ríe y con esmerada educación le hace un ademán para que le
acompañe.

_ Vamos al reservado especial y te muestro a los nuevos boys creoles, a
dos franceses recién llegados y dos lindas magnolias de Alabama.

Joe y Ben le siguen con interés. Pasan por un pequeño pasillo llegando a
su destino. Jerome abre la puerta invitándoles a pasar. El salón es
pequeño tapizado de terciopelo rojo carmesí, está iluminado
tenuemente por grandes briseras de cristal y dos candelabros de pie,
ubicados al lado de unas mesas laterales junto a un gran sofá tapizado
en carmesí profundo.

Jerome les convida a sentarse y él permanece en pie. Una vez
acomodados aparecen dos sirvientes que les ofrecen champaña helado y
sin más preámbulos el desfile va empezar. A un palmeo comparecen dos
gemelos creoles muy bien parecidos con cuerpos delgados pero
definidos, luciendo una magnifica piel café con leche clara, que les
gusta a los plantadores blancos. Delicados pero varoniles con el pelo
crespo para ser acariciados. Van semi desnudos, descalzos y sus cuerpos
brillan por los ungüentos que les han puesto.

Jerome empieza la explicación, mira a ambos hermanos que siguen
cómodamente sentados observando a los boys, pero siempre se dirige a
Joe por ser el mayor.

_ Hoy los reservaba para un plantador del alto Mississippi, pero tú eres
mi mejor cliente y te doy la exclusividad para que los uses esta noche.

Los muchachos, muy jóvenes, miran a Joe y a Ben con aire picaresco y
tímido a la vez. El dueño sigue con la explicación.

_ Son Tim y Jacob, gemelos, su padre es blanco y su madre mulata, por
eso son tan claros, casi parecen blancos. A pesar de su juventud son
unos tigres en la cama, puedes usarlos juntos o por separado como te
parezca.

Joe escucha atentamente a su anfitrión y a la vez observa con atención
a los gemelos, los cuales son de su gusto y lo demuestra asintiendo con
la cabeza. Jerome continúa hablando.

_ Ahora te mostraría a los franceses, pero como te conozco bien, sabía
que estos te iban a gustar.

Joe sonríe, sabe que el listo Jerome está en lo cierto.

_ Eres un celestino de primera, por eso te busco siempre, conoces todos
mis gustos y hoy has acertado con lo que me apetece en este momento.
Claro que me quedo con los gemelos, Ben y yo los vamos a gozar esta
noche. Por supuesto me quedo con el reservado de lujo y cena además
de plus-café gemelos.

Jerome se frota las manos pensando en el dinero que va a ingresar
aquella noche sólo con los hermanos McAndrew y sonriendo añade.

_ Muy bien, Joe. Para ti y tú hermano lo mejor de lo mejor y que no os
falte de nada. Yo personalmente enseguida voy a disponerlo todo.

Después de comer una espléndida y suculenta cena, los dos hermanos
pasan a la habitación de los espejos, es la más famosa y más cara del
lugar porque está decorada con espejos en el techo, consolas con
espejos barrocos franceses, una inmensa cama con sábanas de satén de
seda y grandes almohadones. Una gran alfombra oriental, dos grandes
butacas Luis XVI para sentarse cómodamente y unas grandes cristaleras
con vista al bello jardín.

Al entrar, los dos gemelos ya los esperan completamente desnudos
mostrando su bella piel café lait para ser acariciados y usados. Les
ofrecen una copa mientras los hermanos se sientan relajados en los
sillones. Joe da un pequeño sorbo a su copa, mira a su hermano y
pregunta:

_ Bueno, Ben cual de los dos quieres.

El joven Ben mira a uno y a otro, los boys se dan la vuelta para que los
vean de espaldas y vuelven a girarse quedando ahora más cerca,
frontalmente delante de ambos hermanos, apenas a un metro de
distancia para que les puedan observar en detalle.

_ Es difícil los dos son iguales, pero me quedo con Jacob.

_ Bien, tomo a Tim. Venga boy, quítame las botas.

_ Si master top.

El esclavo Tim le quita las botas a Joe y besa con delicadeza sus pies.

_ Venga boy, demuestra lo que vales. Complace a tu macho.

Tim pasa la lengua por los pies de Joe, los huele, se los pasa por la cara
oliendo profundamente y con placer, chupa los calcetos grises de Joe
con deleite.

_ Que rico huelen, master top. Olor de amo blanco macho.

Quita definitivamente los calcetos y le lame los pies, chupando los
dedos uno por uno, escuchando por primera vez los gemidos de placer
del amo. Joe se transporta cuando lamen sus pies.

Mientras, el rubio y adolescente Ben acaricia y palpa el culo perfecto
del otro gemelo, lo chupa haciendo que el creole se acueste sobre sus
piernas mientras él lo lame y come.

_ Bien boy, a la cama y sácame las botas.

El esclavo cumple los deseos de su joven master y procede hacer un
worship parecido al que ha hecho su hermano con Joe.

Joe ya está a tope y completamente desnudo, le pasa su polla por el
rostro del boy y este ávidamente la come, la lame desde los huevos
hasta el capullo como si fuera una chupeta de caramelo, luego se
centra sólo en dar lametadas en la cabeza que hacen delirar a Joe, que
la vuelve a pasar una y otra vez por su cara y folla parcialmente su
boca.

_ Vamos boy.

Joe toma al muchacho y lo acuesta en la cama, mientras le come el
ojete le mete los dedos de forma circular dentro de su culo, el boy
grita de placer, se contornea. En el techo se refleja al musculoso Ben
montado sobre el pecho del esclavo Jacob mientras este se traga toda
su polla hasta la garganta.

Ambos hermanos gozan a plenitud. Joe se monta sobre su boy y
empieza a follarlo. Jadeos de placer, respiración entrecortada, resoplar
sobre la nuca del boy. Joe aprieta con fuerza y la clava metiéndola más
dura y profunda dentro del culo de Tim, se apoya sobre sus brazos y con
el impulso penetra aún más duro. Joe gime de placer, el muchacho grita
y los suyos se unen a los de su hermano que grita más que él cuando
Ben lo penetra sin piedad, duro y brutalmente, con un bombeo
continuo su boy también se estremece en medio del placer.

Joe le grita a Ben.

_ Cambiemos de boy.

Ahora Joe penetra sin miramientos al boy de Ben y viceversa. Al acabar
Joe se corre con un chorro de lefa en la boca de Jacob y Ben vierte
toda su lefa en las mejillas de Tim, mientras delirante le restriega toda
la leche por la cara. Al terminar, ambos hermanos están relajados y
satisfechos, mientras los boys besan sus pies y los lamen para
agradecerles las folladas a los dos amos activos.

El fuerte sol que deja pasar su resplandor a través de las cortinas de
encaje y seda, da de lleno sobre el cuerpo de Joe que comienza a
despertarse. Ve de reojo a su hermano Ben profundamente dormido y
los dos boys durmiendo a sus pies. La escena le pone a tope otra vez y
empalmado. Con un manotazo despierta al boy que aún semi dormido y
sin saber que ocurre, no se da cuenta y Joe ya lo ha volteado y sin darle
tiempo a reaccionar lo folla duro y preciso mientras el creole grita de
dolor o de placer. Los alaridos de Tim despiertan a Ben que lo primero
que ve es a su hermano follando a conciencia al boy.

_ Joder Joe, eres insaciable hermano. Otra vez.

Joe lo mira sonriendo y con una mueca de placer en la cara sigue
cabalgando más fuerte al boy, al terminar arroja la primera lefada del
día en su culo.

Ben sigue su ejemplo, pero en vez de follar el culo de Jacob, decide
hacerse un pajazo al estilo oriental que ha leído en el Kama Sutra. Se
monta sobre el boy y repetidamente frota su polla sobre su culo, una,
dos y a la tercera sólo le mete la cabeza de su polla dentro del culo, así
repetidamente hasta acabar lefándose en la espalda del boy.

Después los boys besan las manos y pies de los hermanos activos y
proceden a bañarlos. Una vez relajados y colmados de placer los dos
ricos terratenientes vuelven a la ciudad para emprender el camino
hacia la plantación.

Durante el viaje de regreso ambos comentan el entrenamiento
particular de educación sexual que tienen reservado a los seis perfectos
ejemplares que acaban de comprar. Saben que estos fuertes guerreros
son unos recién llegados a América y aún poseen por completo el
espíritu rebelde e indomable de su raza. Joe y Ben son conscientes que
sólo los pueden domar y someter mediante sofisticados, dolorosos y
largos castigos los cuales son expertos en aplicar. Ambos disfrutan
viendo fluir la sangre y con el olor de carne quemada pero esta vez al
ser esclavos sexuales personales trataran de deteriorar lo mínimo su
cuerpo y mantener su piel lo mejor posible.

Los dos hermanos no cederán en absoluto hasta que estos africanos
acepten su nueva condición de esclavos y comprendan que con la
sumisión y entrega no pierden su masculinidad, hombría y machismo,
sino todo lo contrario, sus amos desean que mantengan estas cualidades
porque al follárselos el placer de sus dueños será todavía mayor.

Joe y Ben saben que les va a costar conseguirlo pero sólo es cuestión de
tiempo, están convencidos de su éxito porque en la plantación disponen
de medios y métodos suficientes para doblegarlos, ambos hermanos
llevan tiempo haciendo estas prácticas y son maestros en modelar la
voluntad de sus víctimas por muy firme y sólida que esta sea sin
importarles ni la edad ni el sexo. Hasta ahora nadie ha resistido sus
métodos y cuando se trata de sexo el desarrollo y evolución de la doma
todavía es más especial.

Ambos recuerdan con agrado que domar esclavos rebeldes siempre les
ha excitado sobre todo cuando se trata de educarlos para el sexo. Para
Joe y Ben el hacerlo les motiva y significa un estímulo peculiar y
diferente. Saben que todos los esclavos han acabado comiéndoles la
polla con deseo y pasión sin importarles hacerlo delante de sus propios
congéneres y mientras los amos los follan incluso colaboran con ganas
en aumentar su placer moviendo el culo de forma acompasada para que
sus señores tengan aún más gusto.

Joe y Ben dan por supuesto que estos seis negrazos que acaban de
comprar, los mejores cuerpos que han visto en años, son unos
auténticos ejemplos de guerreros africanos muy difíciles de domesticar
y someter pero por muy aguerridos, belicosos y fuertes que sean pronto
serán doblegados adaptándose a los gustos y necesidades de sus nuevos
dueños. Los dos hermanos impondrán su autoridad y en poco tiempo los
seis esclavos se convertirán en magnificas máquinas de placer,
obedeciendo como corderos todas las órdenes que les den. Unos
preciosos animales ahora violentos y agresivos que en poco tiempo
pasarán a ser dóciles y mansos para dar gusto a sus amos.












CAPITULO III

El sol aprieta lo máximo a estas horas del día en las tierras cercanas al
río y el calor es agobiante. El elegante carruaje de los McAndrew se
mueve a buen ritmo hacia la gran plantación, en su interior los dos
ricos y jóvenes ocupantes lo soportan como pueden con bebidas
refrescantes y permitiendo que el aire circule a través de las ventanas
a pesar de que algunas veces se mezcla con el polvo del camino. Hoy el
viaje se hace largo para ambos hermanos, los dos desean llegar a su
mansión lo antes posible. Con un grito Joe azuza al cochero y a los
esclavos postillones para que aumenten el trote de los caballos. Varios
gritos del cochero y un par de latigazos en el lomo estimulan a los
caballos que aumentan rápidamente la velocidad dejando una gran
polvareda.

El gran y largo camino atraviesa cientos de hectáreas dedicadas al
cultivo del algodón perdiéndose su imagen en el horizonte. Las grandes
plantaciones del condado se alinean al lado de esta importante vía que
une la ciudad de Charleston en la costa con la capital del estado
Columbia y aún continua más allá. La mayor parte de la ruta está
bordeada por sauces, álamos y nogales propios de esta región del sur,
un mismo paisaje que parece interminable y se repite continuamente
como si no tuviera fin.

Joe siempre se emociona cuando más o menos a la mitad de distancia
de una a otra ciudad y después de desviarse unas millas del camino
principal, el landó ya va por el propio camino de la plantación y a lo
lejos empieza a distinguirse entre los árboles la entrada imponente de
Seis Columnas. Un gran pórtico de estilo neo clásico de seis columnas
dóricas blancas de mármol que sostienen un gran frontón con el enorme
escudo familiar esculpido en relieve y la fecha de la fundación de la
plantación 1783, dando la bienvenida a los visitantes amigos y siendo el
punto de sin retorno al mundo de los esclavos que están en la
plantación. En el centro una inmensa y alta verja de hierro negro
forjado impide la entrada de toda persona ajena a la finca y la salida
de cualquier esclavo sin autorización. Toda la propiedad en su frente
está cercada por unas grandes vallas blancas que demarcan toda la
hacienda.

Al mirarlo a través de la ventana del carruaje mientras aparta las
cortinas con la mano para verlo mejor, Joe recuerda que es el legado
que le dejaron sus antepasados y ahora es suyo, él es el amo y señor de
todo lo que la vista puede abarcar en cientos de hectáreas: tierras,
animales y esclavos. Sabe que es la plantación más rica y próspera del
estado y se enorgullece que siendo tan joven tiene una inmensa fortuna
que le vino de herencia añadiendo además los mejores campos de
algodón y cientos de esclavos que trabajan para él y su hermano. Todo
eso conlleva que sea al plantador más joven y rico del territorio. En el
interior del carruaje respira hondo, se siente poderoso.

Joe mantiene mano dura con los negros pero sin embargo los alimenta
bien, cada semana distribuye por los núcleos donde tienen sus cabañas
cercanas a los campos, carretas llenas de abundante comida, incluida
carne de cordero y vaca. Los mismos esclavos hacen sus comidas y Joe
permite que tengan sus propios cultivos incluidos gallinas ponedoras de
huevos y aves de corral para su propio consumo, tolerando también que
celebren sus fiestas religiosas, bodas, defunciones y nacimientos según
su propia tradición africana.

Los esclavos, con el paso del tiempo y en general aceptan su destino, se
pueden oír diariamente y casi desde cualquier lugar sus cánticos
religiosos y espirituales mientras están trabajando en los campos, de
esta forma recuerdan constantemente sus orígenes y mantienen viva en
el alma la esencia de sus antepasados y el paisaje de sus lejanas tierras
africanas donde eran libres, las cuales nunca más volverán a ver.

Antes trabajaban durante todo el día casi de sol a sol pero Joe
actualmente lo ha incrementado formando dos turnos uno que empieza
un poco antes del alba, al amanecer ya han de estar en los campos, y el
otro turno termina después del ocaso cuando la oscuridad de la noche
ya no permite continuar, además para aumentar su riqueza ha
eliminado el día de descanso semanal que había puesto su padre, lo
considera absurdo e innecesario.

Todos los esclavos llevan marcada en la piel las letras SC
correspondientes al nombre de la plantación. Cada semana un capataz
reúne a su núcleo y pasa lista anotando las defunciones y nacimientos.
Los recién nacidos ya forman parte de los bienes del amo y se les marca
primero con un tatuaje y cuando ya tienen la edad suficiente se
reemplaza con un hierro al rojo, siempre en un lugar bien visible ya sea
hombros o brazos por si escapan poder ser reconocidos y devueltos.

Las leyes las impone Joe y él mismo dicta sentencia, todos los
problemas se solucionan dentro de la plantación. Los mismos capataces
las siguen al pie de la letra ocupándose de castigar ellos mismos las
faltas leves. Para las más graves los acusados son llevados frente a los
amos y deciden el castigo cualquiera de los dos hermanos, o Joe, o
Ben.

Atacar a un blanco está considerado falta grave, igualmente un intento
de fuga, si logran huir y son cazados y devueltos a la plantación porque
han reconocido su marca en la piel, su muerte es obligada y después de
ser torturados salvajemente son colgados por los brazos de un árbol
delante de todos, permaneciendo su cuerpo expuesto varios días incluso
semanas mientras va siendo devorado por los pájaros, hasta que uno de
los dos amos permite desatarlo y enterrarlo.

El robo, la sedición, las peleas entre ellos, los actos sexuales no
consentidos, las desvirgaciones a niños, el adulterio, el hablar mal de
los amos, etc. también son consideradas faltas graves y según las leyes
de Joe también deben ser castigados y torturados por ello. La muerte
de un esclavo por otro esclavo, sea por violencia o accidente es juzgada
sólo por Joe porque el acusado o acusados han atentado gravemente
contra el patrimonio del amo y es Joe el que dicta la sentencia que
siempre es despiadada y cruel. La mayoría de veces la decisión es usada
para el disfrute de los amos, siendo bastante habitual que el condenado
sea devorado por perros hambrientos en presencia de los dos hermanos.

Nunca se ha dado el caso pero cualquier atentado, por pequeño que
sea, de un esclavo al intentar agredir a uno de los amos, todos saben
que la tortura puede durar días, antes de terminar con la muerte.

La negligencia, gandulería, rebeldía, etc. al igual que las mentiras y
engaños también son castigados con dureza, los convictos atados con
cadenas a las columnas de la fachada principal son azotados y
expuestos un día o más sin comer ni beber para que sirvan de ejemplo.
Joe no tolera enfermos en la plantación si alguien lleva dos días
seguidos sin poder ir a trabajar es ejecutado de inmediato, por este
motivo no hay esclavos viejos ni enfermos en la hacienda. Las
embarazadas no tienen ni un día de descanso, muchas de ellas dan a luz
en pleno campo mientras trabajan, algunas de las cuales mueren en el
parto pero se intenta salvar al recién nacido sobre todo si es varón.

Joe no impone que acepten la religión cristiana y acepta sus creencias y
fiestas religiosas siempre que no perturben la vida laboral, en la
plantación los esclavos tienen su propio cementerio y hacen sus
pócimas y usan sus brujerías para invocar a los buenos espíritus y
protegerse de los malos. El comer, dormir, follar, enterrar a sus
muertos, celebrar sus fiestas, etc. lo deben hacer fuera de las horas de
trabajo.

En definitiva, a Joe le ha venido por herencia ser el amo y señor de la
vida y la muerte de centenares de esclavos de todas las edades que
trabajan para él y su hermano y que con su esfuerzo contribuyen a
aumenten su riqueza y para que cada día sean más poderosos.

Ahora, una vez ha dejado atrás el gran pórtico, el elegante carruaje
avanza por la gran avenida de la plantación entre grandes y centenarios
robles y álamos que le dan sombra y atraviesa el inmenso jardín francés
que el abuelo de Joe proyectó para dar más grandiosidad a la finca. En
los estados del sur es símbolo de status que el jardín se proyecte varios
kilómetros desde la entrada hasta la mansión principal. En el caso de
Las Seis Columnas este camino es de casi seis kilómetros. Joe exige que
el enorme jardín siempre esté en perfectas condiciones y tiene esclavos
jardineros dedicados diariamente a su mantenimiento. Al finalizar la
gran vía aparece con gran esplendor la magnífica e imponente mansión
blanca.

Cerca de una gran fuente rodeada de magnolias y rosales se encuentra
Gorka el apuesto primer capataz en jefe dirigiendo un pelotón de
esclavos que acondicionan la gran pérgola francesa que se alza en el
jardín que usaba la madre de Joe para recibir visitas y tomar el té.
Arreglan las enredaderas, un trabajo aburrido pero mucho mejor que
vérselas en los grandes campos con el algodón o el tabaco. Al llegar
junto a él Joe ordena detener el carruaje. Ambos hermanos descienden
y el landó continúa su camino hasta la cochera. Ben se dirige con
rapidez al interior de la mansión, tiene necesidades biológicas urgentes
y bastante hambre. Joe se queda hablando con el capataz, lo saluda
amablemente.

_ Hola Gorka, como va esto.

En realidad su nombre correcto es John Taylor pero todo el mundo lo
conoce como Gorka, un nombre exótico en aquellas tierras pero que
tiene su explicación, es el hijo de unos emigrantes procedentes de la
parte sur de Europa. El padre de Joe lo contrató al cumplir diecisiete
años para formarlo como capataz y al ser muy listo y espabilado lo
consiguió en poco tiempo, ahora es uno de los hombres de confianza de
Joe y el responsable de que en la mansión todo funcione, está casado y
a sus veintidós años ya tiene tres hijos. Como todos los blancos que
tienen niños, cuando lleguen a la edad escolar se trasladarán a vivir
junto con su madre a Columbia para que asistan al colegio y sólo verán
a su padre en el día de descanso, los maridos al quedar solos, para
liberar su necesidad sexual se follan a las esclavas incluso sin su
consentimiento, los amos siempre han permitido y tolerado que sus
empleados blancos follen y violen a las jóvenes negras aun teniendo a
sus mujeres en la finca y el resultado es de que nazcan muchos
mulatos, seguramente el mismo Gorka puede ser el padre de más de
una decena de pequeños mulatitos que corren por la plantación y que
nunca han sido ni serán reconocidos por él como su padre. Los blancos
siempre se han desentendido de la preñez que han ocasionado a las
muchachas negras y estas deben ocuparse solas de todo su embarazo y
parto, debiendo cuidar al hijo desde el nacimiento porque ya es
propiedad de Joe.

El capataz lo mira sonriendo.

_ Bien boss, pero algo lento por el calor, a los esclavos hay que
vigilarlos constantemente para que trabajen, ya sabes que son gandules
y vagos por naturaleza, por lo cual a menudo he de usar el látigo. Ayer
por la tarde llegaron los seis esclavos que comprasteis, les eché un
vistazo y todos ellos son unos magníficos ejemplares. Esperando tus
órdenes los he puesto en los barracones laterales, el viejo Tom se ha
ocupado de ellos, creo que los ha bañado, alimentado y vestido.

Es mediodía, empiezan las horas más calurosas en el sur, la hora del
lunch y de la siesta. Gorka se despide de su patrón y se va a su casa
situada detrás del hermoso jardín, la vivienda es de tamaño mediano
con la fachada de color blanco y con las típicas contraventanas verde
bosque.

Joe entra en la mansión en donde es recibido por un joven esclavo que
viste librea de terciopelo y calzón también de terciopelo con medias
blancas y zapatos de tacón Luis XV, es el uniforme habitual de los
esclavos domésticos. El muchacho se inclina ante su amo, los negros
tienen prohibido mirar de frente a sus amos. Con la mirada baja se
acerca a su señor y responde.

_ Mi amo Joe, su hermano está en el comedor.

_ Bien, avisa a Tom para que prepare los esclavos nuevos para el
reconocimiento.

Ben ya está almorzando en el comedor informal, el que se usa a diario.
Es un espacioso salón pintado de color blanco adornado en las paredes
con enormes grabados ingleses y franceses que reproducen vistas
cotidianas de las ciudades de Londres y Paris. En los laterales dos
grandes armarios ingleses y grandes floreros de porcelana inglesa
Wedgwood Bone China blanca, decorados con pavos reales y motivos
florales, todos llenos de espectaculares ramos de magnolias. En el
centro una enorme mesa rectangular marrón de nogal americano con
doce sillas de estilo colonial americano. La mesa está dispuesta con
todo lujo de vajilla, cristalería y mantelería para el uso de Joe y Ben. A
los dos hermanos les gusta comer en aquella gran mesa aunque sólo sea
para ellos solos. A ambos lados dos esclavos adolescentes, al igual que
los antiguos efebos griegos, provistos de grandes abanicos de plumas de
pavo real, dan aire a cada uno de los hermanos durante todo el
almuerzo.

Los negros de librea sirven la comida con todo el protocolo francés,
ahora es servido té helado en una gran jarra de cristal de bohemia en
las copas de los señores.

Los hermanos van hablando de diversos temas que les interesan, la
plantación, la ciudad de Charleston y las últimas noticias provenientes
de Europa y del norte del país, finalmente se refieren a la reciente
adquisición de los seis esclavos. Joe le dice a su hermano:

_ Debemos ponerle un nombre a cada uno.

Ya están en los postres y mientras saborean el clásico pie de limón,
aparece el viejo esclavo Tom, después de una gran reverencia a ambos
hermanos, se dirige a Joe:

_ Mi amo y señor Joe, como has ordenado los nuevos esclavos están ya
listos para su inspección.

_ Bien Tom, ahora vamos al estudio y hazlos pasar.

Los dos hermanos se levantan y dirigen al antiguo estudio de su padre y
que ahora es donde se administra la plantación de Las Seis Columnas. El
estudio es una de las habitaciones más amplias de la casa, toda
revestida de paneles de madera marrón de arce canadiense, decorada a
ambos lados con los retratos de cuerpo entero de los padres y abuelo
de Joe y Ben, además de los retratos de ambos hermanos en la pared
principal, que fueron pintados en París por Corot cuando Joe tenía
diecinueve años y Ben quince.

Los hermanos se sientan en los cómodos sillones tapizados en cuero
negro capitoneado y estiran las piernas, para su mayor comodidad
varios jóvenes esclavos mulatos se apresuran a colocarles los reposa
pies con los mullidos cojines de terciopelo dejando ver las magníficas
botas marrones de cuero inglés de los dos amos, Joe toma un whisky en
un vaso de cristal tallado que centellea y brilla con la luz, apreciándose
el color ambarino del bourbon sureño. Los esclavos efebos con los
abanicos de plumas de pavo real del comedor ahora se han trasladado
detrás de sus amos y continúan su servicio abanicándolos.

Tom hace pasar a los esclavos que no van encadenados ni atados ni
llevan ningún tipo de ligaduras, se van situando al frente de ellos en la
gran alfombra persa de fondo azul. Los negros se alinean en fila según
su altura, visten camisa de algodón blanco de manga larga con un gran
escote en V y la llevan amarrada con cordones, los pantalones son
blancos ceñidos y también sujetos a la cintura, llegando hasta los
tobillos, por expreso deseo del amo Ben, no llevan interiores de esta
forma se les puede apreciar siempre y a simple vista el tamaño de su
polla marcada en los pantalones. No llevan ningún tipo de calzado, van
descalzos.

Aquellos seis hermosos ejemplares negros vieron como sus tierras y
campos eran arrasados, sus poblados quemados y destruidos, y ellos a
pesar de su heroica resistencia fueron acorralados y encadenados,
mientras los llevaban a la costa para ser embarcados, el odio y la rabia
dio paso al lamento y el miedo. No comprendían que les había pasado,
todo fue muy rápido y apenas pudieron defenderse.

Los metieron en las bodegas encadenados unos a otros poniéndolos muy
juntos y apretados, apenas podían moverse. Durante las semanas de
travesía en su largo viaje por el mar, fueron perdiendo la confianza en
ellos mismos y en una posible fuga. Los lamentos y sollozos que oían
constantemente de los que viajaban con ellos acabaron por derrumbar
su autoestima y en su mente acabó por desaparecer cualquier vestigio
de esperanza de libertad. El tener que hacer sus necesidades allí
mismo, la escasa comida y el aire viciado que respiraban propició a que
aparecieran enfermedades. Al paso de los días se abandonaron a su
suerte renunciando a mantener la ilusión de una hipotética huida y
pensaban sólo en sobrevivir. Sabían que nadie les podría ayudar,
aquellos blancos eran muy poderosos.

Cuando llegaron a la costa y los sacaron de las bodegas vieron que
habían sobrevivido gracias a su extraordinaria complexión física,
algunos de sus compañeros habían muerto como consecuencia de las
heridas sufridas cuando los cazaron o por tener un cuerpo más débil y
vulnerable. Dentro de su tristeza se alegraron de abandonar aquel
barco y poder pisar de nuevo tierra firme. Una nueva y extraña tierra
dominada por el hombre blanco.

Separaron a los varones de las hembras siendo llevados a unos
barracones de madera, sin embargo vieron que su situación apenas
había cambiado, su tristeza y desolación era tan grande que incluso
dejaron de pensar en su futuro, les daba igual, se sentían
desamparados e incluso no tenían hambre, en cierto modo habían
renunciado a vivir. Con el paso de las semanas su cerebro había dejado
de enviar mensajes de odio contra el hombre blanco y algunos pensaron
que sus cuerpos servirían de comida a los animales como hacen algunas
de sus tribus con los enemigos que capturan.

Pero al menos allí estaban más anchos que en el barco y tenían unos
lugares para depositar sus residuos orgánicos, les lavaban tirándoles
cubos de agua y la comida era algo mejor, en algo habían mejorado.
Unos dos días después apareció un hombre blanco y mirándolos a todos,
escogió a algunos que fueron separados del resto. Los seis estaban
dentro de este grupo de elegidos y los llevaron a un lugar donde
pudieron bañarse con jabón, pero siempre encadenados de pies y
manos. Después les dieron unos recipientes con aceite aromático para
que se untasen unos a otros y finalmente los condujeron a una
habitación donde fueron examinados físicamente primero por otro
hombre blanco que escogió a tres y luego otro blanco más joven que
escogió a tres más, formando así los seis que fueron marcados en el
hombro, tres con pintura roja y los otros tres verde, permaneciendo
desde aquel momento en otro barracón aislados y separados de los
demás.

Después de tanto tiempo de llevarlos de un lado a otro, tienen la
sensación de que finalmente han llegado a su destino, han abandonado
la costa, están muchas millas tierra adentro en el campo y en una
enorme casa que nunca habían imaginado que pudiera existir por lo
grande que es, otros de su misma raza les han ayudado a lavarse, les
han dado ropa para cubrir su desnudez y una buena comida que hace
mucho tiempo no habían degustado, con certeza desde que aún estaban
en sus tierras antes de que fueran apresados.

Los seis miran con miedo aquella sala donde se encuentran y todo es
diferente a lo que conocen, no tienen ni idea de para qué sirven
aquellos extraños muebles que la decoran y que están viendo por
primera vez, para ellos todo es nuevo, distinto, un mundo
completamente opuesto al suyo. Ahora les han puesto frente a dos
hombres blancos que les miran como si fueran animales y recuerdan
que son los mismos que les vieron ayer y les escogieron de entre todo el
grupo, los seis están inquietos porque no saben qué va a ser de ellos.

Joe ha alquilado a un traductor todo el tiempo que dure el
entrenamiento de los esclavos. Es un joven esclavo muy bien parecido y
de buen cuerpo, mulato creole hijo bastardo de un capitán francés
tratante de esclavos y de una esclava negra bantú, se llama Jean, ha
pasado toda su infancia entre África y los campos del sur en donde se
depositan a los esclavos negros para ser entrenados y vendidos en las
próximas subastas.

El joven mulato habla la lengua yoruba para los negros de La Costa de
Marfil, el bantú para los de Angola y Senegal y domina los dialectos del
Ifni para los esclavos del Congo y de tierra adentro. Por eso es un
esclavo muy apreciado y ha sido rentado por Joe para este fin. Se
coloca al lado de los hermanos para traducir toda la conversación.

Joe y Ben miran a los esclavos, Joe reconoce perfectamente los tres
que ha elegido y los pone frente a él quedando los otros tres frente a
Ben. El negro más alto del grupo de Joe se arma de valor y comienza
hablar con voz fuerte, segura y llena de orgullo en una lengua extraña e
incomprensible para los hermanos. Joe mira a Jean el traductor y le
pregunta.

_ Jean, que es lo que dice y que carajo está hablando

_ Si amo, ahora mismo les digo. Se llama Mandakal, es un guerrero de
una tribu del alto Congo, está hablando en yoruba, la lengua del cuerno
de oro de África.

El negro termina de hablar y Jean sigue traduciendo para Joe. Mientras
otro esclavo de la casa que también habla yoruba, al mismo tiempo
traduce para Ben. Jean y el otro traductor van diciéndole a los negros
de su respectivo grupo que el hombre que está viéndoles, es ahora su
dueño, los ha comprado y ellos ahora ya forman parte de su propiedad
y por lo tanto son sus esclavos.

Jean le explica a Mandakal y a los demás que Joe es su amo, porque es
muy superior a ellos. Va diciéndoles que en estas tierras los blancos
mandan y dominan, que por su superioridad racial los blancos tienen la
misión de educar y guiar a los negros que son inferiores y por eso deben
servir a los amos blancos.

Mientras los esclavos oyen las palabras de Jean y del otro traductor con
extrema atención, Joe ve a Mandakal como un ejemplar perfecto de
raza negra, con un cuerpo musculoso y atlético, de anchas espaldas y
marcado abdominal. Lo más impactante es su gran altura, Mandakal
mide un metro noventa de estatura. Joe se levanta, se acerca a él, le
acaricia el rizado cabello y le dice su nuevo nombre.

_ A partir de ahora te llamaras T.

Jean se lo dice, luego Joe se dirige hacia su otro negro, aún más
musculoso y de facciones perfectas, otro magnífico guerrero bantú
atrapado por los traficantes negreros mientras estaba haciendo su ritual
de iniciación tribal, es de menor estatura pero mucho más fornido, su
nombre bantú es Luongo. A este le pasa la mano por entre la camisa y
le acaricia los voluminosos pectorales sintiendo entre los dedos el tacto
del roce de la punta gruesa y erecta del pezón, el negrazo sin saber aún
porque, quizás por el miedo a lo desconocido o a las posibles
represalias, se deja tocar sin oponer ninguna resistencia, si alguien,
varón o hembra se hubiera atrevido hacer esto en su tribu sin antes
haberle pedido permiso, lo hubiera matado al instante, pero ahora está
en otro lugar un sitio extraño con gente extraña en el que sabe que
cualquier resistencia se puede pagar con la muerte.

_ Tu nombre será Dakota.

Finalmente el tercero es un zulú de estatura mediana, pero con un
impresionante color negro brillante de piel, es de un color ébano
profundo, con unos músculos al igual que los otros exageradamente
marcados.

_ Tú serás Jim.

Ben toma nota de los nombres que su hermano ha puesto a sus esclavos
y se dispone a realizar con los suyos la misma rutina. Ben puede que al
ser más joven sea más imaginativo, cree que los esclavos deben tener
un nombre según su aspecto y también debe tener más relación con la
historia o con su lugar de origen.

Los esclavos negros están desconcertados, sus mentes tratan de
asimilar toda la información que acaban de recibir, son espabilados y su
instinto les aconseja que en la situación en que se encuentran lo mejor
para ellos es obedecer todo lo que su amo les ordene, si permanecen
allí seguramente ya tendrán tiempo más adelante de preparar una
posible fuga, además todavía no están familiarizados con el lugar, no
saben cuantos guerreros tienen estos blancos a su servicio y cualquier
acto de rebeldía podría ser letal para ellos acabando su vida con una
muerte seguramente muy dolorosa, por ahora lo principal y más
importante es mantenerse vivos, lo que implica obedecer a los amos.

Mientras, Joe ha vuelto a sentarse en su sillón y con voz firme y
autoritaria ordena a Tom.

_ Lleva a mis tres negros a mi habitación que hoy van aprender a tratar
a un amo blanco dueño de plantación.

Tom se retira con los tres esclavos, el traductor y dos mulatos del
servicio doméstico, Joe le dice a su hermano.

_ Ahora pequeño Ben vas a demostrar que eres un amito activo en
transición a ser real master top. Te dejo para que nombres a tus negros
y comiences su adiestramiento.

Dicho esto, Joe se retira a sus habitaciones. Antes de entrar encuentra
al viejo y fiel Tom.

_ ¿Los has revisado por si tienen alguna enfermedad?

_ Si amo, les he mirado a fondo y están sanos, igual que los otros del
amito Ben. Parece que su vigor y corpulencia les haga inmunes a
cualquier afección.

_ Bien, deberás ocuparte de ellos y de los de mi hermano, los
alimentaremos bien y además tenemos que proporcionarles alguna
actividad para que se entretengan, pero debe ser dentro de la mansión
y un trabajo que no corran ningún riesgo ni les pueda producir algún
deterioro en la piel, los quiero perfectos y que mantengan el mismo
cuerpo que ahora. Hablaré con mi hermano y decidiremos. Comerán
todos juntos en vuestras dependencias y estos dormirán aquí en la
habitación anexa a mi dormitorio.

_ Muy bien amo. Ahora mismo me ocupo de todo.

_ Venga, puedes irte.

El viejo Tom se despide con una profunda reverencia inclinando todo su
cuerpo. Joe entra en sus habitaciones privadas que ocupan el piso
superior de la mansión. El dormitorio de Joe está en la habitación más
espaciosa y su balcón ocupa casi toda la fachada principal. Es grande,
luminoso, decorado al estilo colonial americano de tendencia
georgiano. La parte principal se centra en una gran cama con un
espectacular dosel que se levanta a más de cinco metros sobre el suelo,
colgando de él un gran mosquitero de tul blanco finísimo y
transparente. La habitación se complementa con grandes y pesados
cortinajes de terciopelo de distintos colores y lujosos muebles con
grandes alfombras orientales. Joe se instala en su suntuoso sillón inglés.
Los mulatos de servicio se colocan a su lado y el amo por si le fuera
necesario tiene a mano la fusta y el látigo bien a la vista reposando
sobre una gran bandeja de plata. Encima de una mesa han puesto dos
jarras de cristal tallado, una llena de té helado y la otra de agua fresca
junto con una botella de whisky y varias copas y vasos, además de una
caja de plata maciza con cigarros puros y un mechero por si el amo le
apetece fumar.

Los tres esclavos de pie oyen las palabras de Jean que ahora se dirige a
ellos en cada una de sus lenguas y luego en bantú que todos dominan.

_ A partir de este momento sois esclavos personales del amo Joe y vais
aprender a dirigiros a él y a servirlo en todo lo que os ordene.

Los negrazos se mantienen callados escuchando atentamente.

_ Primero, nunca se ve de frente al amo, segundo el amo es vuestro
superior, vuestro dios que tiene el poder de haceros vivir o morir, por lo
tanto tiene el mismo rol divino que vuestro gran elefante o jefe de
tribu. Para vosotros debe ser un honor servir y dar placer al amo
superior blanco, el cual debéis servir desde lo doméstico hasta lo sexual
y hacerlo bien. El que no cumpla su misión, sea rebelde o no acate las
órdenes será castigado con extrema dureza. Nunca olvidéis que
vosotros habéis sido escogidos entre muchos para esta importante labor.

El discurso se alarga repitiendo el mensaje varias veces para que lo
asimilen perfectamente y asienten en sus mentes, mezclando lo
afortunados que son y la suerte que han tenido al ser los elegidos del
amo, con las horribles torturas que sufrirán en caso de rebeldía,
negligencia o negándose a cumplir cualquier orden.

_ Sois esclavos, no tenéis derecho a nada, vuestra única obligación es
servir y dar placer al amo Joe. La primera frase a aprender, “yes master
top”, a un amo blanco jamás se le dice no o no puedo, al amo no se le
contradice nunca y por último vosotros tres sois esclavos personales
para el servicio exclusivo del amo Joe, por lo tanto sois esclavos
pasivos.

Los esclavos se muestran sorprendidos al saber que serán utilizados
para el sexo, pero ya han visto en los campamentos de esclavos y en los
barcos como los amos blancos usan para su placer, el culo, la boca y el
cuerpo de los negros. Los tres negros saben que si no se dejan hacer, les
pasará como Mandakal recuerda, le sucedió en el barco a un negro
mandinga que no se dejó follar por un pelirrojo irlandés. El negro fue
azotado y violado por todos los marineros que después lo empalaron y
lo dejaron morir así en cubierta. Esto lo cuenta rápidamente, mientras
Jean de rodillas traduce a Joe.

Los negros están admirados del lujo y comodidad de la habitación,
nunca se habían imaginado esto en sus tribus. Ni siquiera el gran Shaka
zulu tiene esto. Jean les sigue hablando en su lengua.

_ Ahora esclavos, vuestro amo os va a revisar como vuestro macho y
vosotros os dejaréis hacer como perros pasivos que sois. Sólo tendréis
sexo con el amo, jamás entre vosotros bajo pena de dolorosos castigos
y sufrimientos. Luego aprenderéis los rituales básicos para servir a un
amo blanco activo.

Joe no deja de mirar a sus esclavos, se levanta, esta excitado por la
belleza perfecta de sus negros. Comienza a tocar al negro Mandakal, le
pone la mano en el interior de la camisa, la abre y se la quita con
brusquedad arrojándola al suelo, lo acaricia en el pecho, después toca
su gran polla que se marca perfecta dentro de los ceñidos pantalones,
para luego acariciar varias veces el culo. El gran negrazo se mantiene
quieto, impasible, mirando al suelo y dejándose tocar, manosear y
palpar. Respira profundamente y al hacerlo hace oscilar a un ritmo
constante sus anchos pectorales.

Joe decide empezar con este.

_ Bien Jean, ahora despide a los otros, voy a empezar con Mandakal,
bueno con T como se llama ahora.

Jean conduce a los otros dos negros a la antesala en donde siempre
permanecen los esclavos esperando que el amo les llame y regresa.
Ahora en la habitación están Joe, el traductor Jean, los dos jóvenes
mulatos del servicio doméstico y el macizo y desarrollado T.

Joe esta cachondo pero decide esperar hasta que el negro aprenda lo
medio básico. Jean le dice a Mandakal que recuerde su nuevo nombre y
que se disponga a ver con mucha atención lo que hace un esclavo.

_ Vas a ver y aprender. Ve con detalle lo que va hacer el mulato.

Joe se quita la camisa y se queda semi desnudo con los pantalones
ceñidos y las botas. Se sienta otra vez en el sillón. A una orden suya, el
boy mulato se arrodilla en el suelo frente a él y besa las botas del amo.
Lo hace de una manera dulce, suave, perfecta, las lame y se postra
ante su amo.

Joe no quiere esperar más, mira al negro, necesita que lo haga él y
ordena.

_ Ahora tú.

Jean le traduce la orden. El esclavo imita al boy, se arrodilla y
comienza a besar, primero tímidamente con miedo y temor a hacerlo
mal y luego azuzado por un grito de Joe pasa hacerlo con más decisión
y entrega.

Al mismo tiempo Jean le dice en su idioma:

_ Recuerda esclavo, tienes el honor de lamer y besar las botas del amo,
un privilegio que no tienen los cientos de esclavos de la plantación.

Él lo hace mecánicamente, por primera vez su lengua lame un cuero
duro y al mismo tiempo suave. Al rato un pequeño golpe con la punta
de la bota en la boca le hace separarse y luego el negro ve como el boy
se arrodilla otra vez, toma la bota del amo y suavemente comienza a
sacarla al mismo tiempo que Joe afloja un poco el pie para que salga
más rápido. Después el boy se pone de espaldas entre la pierna del amo
para que Joe apoye la otra bota en su culo y el esclavo mulato jalando
suave, pero firme, hace que la bota salga.

Cuando ha sacado la bota, el boy se vuelve rápidamente y con las
manos toma el pie del amo que usa un calceto beige, besa el pie, lo
huele, se lo pasa repetidamente por la cara oliendo profundamente el
olor de su amo. Jean le dice a T en su lengua.

_ Para un esclavo es un deber y un honor oler los pies del amo y
adorarlo. Un buen esclavo reconoce y goza con el sudor y olor de pies
de su macho y amo.

T se queda algo aturdido cuando ve al boy chupar el calceto de Joe y al
sacarlo ve por primera vez de cerca un pie blanco perfecto, rosado y
varonil que el mulato lame, huele y adora. Joe goza con cada lamida
del boy pero ahora le excita, motiva y desea que lo haga T.

El forzudo esclavo primero desconcertado y después animado por una
fuerte colleja que le da el boy por orden de Joe, se pone a sacarle la
otra bota a su amo. Lo hace torpemente pero es listo y rápidamente
capta la idea. Cuando Joe pasa su pie sudoroso por su cara, siente un
olor duro y fuerte que lo repele. No tiene tiempo de más, ni de pensar
ni reaccionar porque ahora Joe le restriega el pie por la nariz, la boca,
los ojos. El olor le invade todo su aparato respiratorio y vuelve una y
otra vez. De repente el amo le dice:

_ Di mi nombre. Yes master top Joe. Dilo esclavo.

Como un loro, el negro lo repite y Joe piensa, joder lo hace bien el
perro y aprende rápido. El amo ahora va pasándole el pie por la cara, le
abre la boca y se lo mete en la misma. El negro se traga todos los dedos
del pie que aún tiene dentro del calceto. Joe le da otra orden.

_ Quítamelo.

Jean lo traduce y el negro lo quita. Por primera vez en su vida sostiene
un pie blanco entre sus manos, ahora el olor es menos intenso. Le llama
la atención el color rosado del pie, lo toma con las manos y huele el
centro del mismo, su amo Joe le saca de su asombro con una orden.

_ Chupa esclavo.

El negro capta la orden de manera visual y por el tono de voz ahora
sabe que debe lamerlo, no lo piensa dos veces y chupa torpemente
como lo ha visto hacer.

T enseguida coge el ritmo que quiere el amo. Hazlo, hazlo, son las
nuevas palabras que T aprende. Hazlo esclavo, hazlo esclavo. T ya
puede repetir, yes master, si amo. Joe siente el suave contacto y el
movimiento de la lengua y la saliva desplazándose por su pie, mira
excitado la nuca del negro y el vaivén de su cabeza al hacerlo y piensa
para sí, para ser la primera vez y viniendo de un joven y valiente
guerrero africano lo está haciendo muy bien.

Joe ahora le pone los pies sobre la cara y los mantiene quietos unos
instantes para que los huela una vez más y sepa y conozca en su olor
quien es su amo. El aprendizaje está empezando y T sabe que su meta
será hacerlo lo mejor posible para el placer de su señor, recuerda
constantemente que se juega la vida en ello.

Joe sigue embelesado con su nuevo esclavo, le pasa otra vez los pies
por la cara y después lo hace levantar y que termine de desnudarse. Al
quedar en pelotas Joe comienza acariciar el culo perfecto del negro, el
esclavo sigue desconcertado pero se deja tocar, está dispuesto a todo
con tal de sobrevivir.

_ Jean dile al negro que esto será una rutina habitual y que debe
hacerlo todos los días, También que debe enseñársela a los otros
negros.

_ Si master top Joe.

El negro comprende perfectamente todo lo que el traductor le ha dicho
y para que vea que lo ha entendido baja la cabeza en señal de
sumisión. Joe cada vez está más excitado con el morbo a tope y a flor
de piel. Para su sorpresa el negrazo está cumpliendo perfectamente lo
que se le ordena y quiere dar un paso adelante. Se dirige al traductor.

_ Jean ahora le vas a decir que lo voy hacer mío y que ponga atención
en lo que va hacer el boy. Después sólo nos quedaremos él y yo.

El boy ya sabe lo que ha de hacer y se desviste, una vez desnudo
muestra una espectacular piel marrón clara que tanto gusta a los amos
blancos y un cuerpo bien proporcionado pero muy lejos del
impresionante aspecto de T. Se arrodilla frente a su amo, mientras a
una señal de Joe comienza a quitarle los pantalones. Joe desnudo
muestra su musculoso cuerpo, muy bien definido de pectorales y con
unas marcadas abdominales dejando ver un bello semi rubio que
impresiona al negrazo, las nalgas redondas y perfectas se unen a unos
musculosos muslos acabando con unas magníficas piernas torneadas.

El boy sabe que no debe perder el tiempo e inmediatamente acerca su
rostro a los genitales del amo, acaricia la polla de Joe con su boca
comenzando a chuparla suavemente lo que provoca al amo pequeños
jadeos. Jean y el negro miran atentamente la escena. El traductor le
explica a T que lo mismo debe hacerlo él y que después el amo puede
follarle la boca y luego irá a la cama con él, lo follará y al terminar
debe agradecer la follada, besando y lamiendo los pies del amo.

T ve por primera vez una polla blanca, grande y rosada, y se fija como
un vello rojizo rodea el rabo de Joe y que le cubre los huevos. Mira con
atención como el boy va desplazando la piel del prepucio hasta mostrar
por completo el capullo al descubierto, esto también es novedad, no lo
había visto nunca, en su tribu todos están circuncidados, observa como
lo lame repetidas veces haciendo especial hincapié frotando con la
punta de la lengua el agujero de mear, esto excita a Joe de una manera
especial y el traductor se lo advierte al esclavo para que lo tenga en
cuenta cuando lo tenga que hacer él. El negro ve con expectación todo
lo que está sucediendo.

Joe considera que T ya ha visto suficiente y con un ademán le ordena
que se acerque. El boy mulato se separa y ahora es el negro el que se
arrodilla frente a Joe que se la zampa de una a la boca del esclavo, el
espectacular negrazo se atraganta un poco, pero chupa y come el rabo
un poco torpe al principio, pero al final consigue darle placer a su amo,
poco a poco la polla de Joe llega a tope de dureza y erección y empieza
a follarle la boca. Un pequeño mordisco le provoca algo de dolor, pero
sigue follando al esclavo. Saca de la boca del negro su polla a tope y la
pasa repetidamente por toda la cara del esclavo, rozando las mejillas,
la nariz, los ojos, la frente. Una y otra vez va marcando a su negro.

Jean sigue a su lado pendiente de lo que pasa hablando continuamente
al negro, animándolo y estimulándolo diciendo que lo está haciendo
muy bien y el amo está muy contento de su comportamiento. Alienta y
exhorta al negrazo diciéndole que lo acepte, es un privilegio para él
que su amo y macho lo marque para si con su polla. El esclavo se deja
acariciar en la cabeza, mira la polla rosada y grande de su amo y huele
su olor penetrante ya que él está arrodillado mientras su amo está de
pie. Joe apoya el capullo en sus gruesos labios, T comprende el gesto,
toma la polla con su mano y le besa el capullo como señal de sumisión.
Joe está gratamente sorprendido, mira sonriente al traductor y dice:

_ Aprende rápido el negro, good boy.

Joe como premio le vuelve acariciar el rizado cabello y a un gesto del
amo, el boy mulato se pone al lado de la cama a cuatro patas para que
Joe lo use como escabel para poder subir a la alta cama colonial. Una
vez sobre ella se desplaza de rodillas hasta quedar acostado
cómodamente boca arriba entre sus almohadones, separa los brazos
apoyándolos en unos grandes y suaves cojines de seda y ordena al negro
que suba. T asciende por el otro lado usando una escalerilla de madera
y a una indicación de Joe se estira a su lado. Entonces los dos boys
proceden a cubrir la gran cama envolviéndola con el delicado
mosquitero de tul transparente dejando al amo y a su espectacular
negrazo en su interior.

Los dos esclavos mulatos y el traductor saben que ahora ya no son
necesarios y se retiran permaneciendo en la antesala por si son
llamados. El amo Joe y T quedan solos en la espaciosa cama de la gran
habitación, no se escucha nada, el silencio es total, la luz de la tarde
pasa entre los cortinajes abiertos y el sol cada vez está más bajo
camino del horizonte, sus rayos penetran por los ventanales y van
avanzando lentamente por el suelo del dormitorio, pronto llegaran a la
cama.

T está algo asustado, nervioso y acojonado, permanece quieto y sin
moverse, no atina hacer nada por miedo a equivocarse. No se
perdonaría que cualquier involuntario error suyo pudiera enfadar al
amo y el castigo podría ser muy duro. Joe sabe que ahora todo depende
de él y de su condición de macho dominante para imponerse. Se
incorpora un poco quedando de lado apoyando el codo en una
almohada. Acaricia al esclavo, le toca las tetillas y se las chupa
delicadamente. Joe está fascinado con la piel negra mate del esclavo,
el gran contraste que ve entre su blancura y la negritud de T, lo excita
aún más.

El esclavo se deja hacer, siente como su cuerpo es explorado,
manoseado, palpado y tocado. Joe se impone poco a poco sobre el
fornido negro que pese a ser más fuerte, musculoso y unos centímetros
más alto, sabe que no puede reaccionar, Joe lo va guiando y con varias
señas le indica que le coma el rabo como antes, el negro lo hace otra
vez muy mecánicamente, pero no deja de ser placentero para él, con el
tiempo ya lo convertirá en un experto en dar placer.

El negro lame los huevos uno a uno, nunca había estado con un blanco
de esta manera. Joe le fuerza a comer rabo con más ganas, al mismo
tiempo se gira y se monta sobre el pecho del esclavo metiéndole la
polla en la boca, una, dos, tres veces hasta que él aprende por
intuición a chuparla y lamerla. Joe respira unos largos jadeos producto
de la excitación que está viviendo.

Ahora va abrir el ojete del negro, lo voltea y abre muy despacio ese
oscuro ojete con centro rosado, escupe para lubricarlo y mete poco a
poco dos dedos para dilatar bien el culo. El negro se retuerce, nunca ha
experimentado eso, Joe se da cuenta y piensa para sí: Joder, estás virgo
que placer, el ser un guerrero tan fuerte te has librado de que en tu
tribu nadie haya intentado follarte, voy a ser el primer y único macho
que tendrá este culo.

El musculoso africano sabe perfectamente lo que va ocurrir, por su
fuerza en su tribu al igual que otros guerreros jóvenes y corpulentos
como él, estaba acostumbrado a follar a quien quería, lo hacía cuantas
veces le apetecía sin importarle si eran varones o hembras, todos
sucumbían ante sus deseos sin atreverse a contradecirle por miedo a
una paliza. Los follaba sin ningún miramiento buscando sólo su placer
sin importarle si ellos también gozaban y el daño que les hacía al
meterles a la fuerza su enorme polla por el ojete, ni siquiera pensaba
que estaba destrozando el culo o el coño de sus congéneres los cuales
siempre acababan sangrando, además al acabar de darse gusto y
correrse disfrutaba terminando el acto sexual burlándose de ellos y
ejercitaba sus músculos dándoles una gran paliza dejándolos casi sin
sentido.

Ahora todo se ha dado la vuelta y él va a ser el follado, por primera vez
experimentará lo que se siente cuando una buena polla se abre paso en
el agujero del culo y se acomoda dentro de él, notará los constantes y
duros mete saca mientras las paredes de su interior arropan y abrazan
un grueso y duro rabo y le dan gusto. Sin embargo está mentalizado,
será lo mismo que él ha hecho muchas veces con los supervivientes de
sus enemigos tribales al vencerles en cruentas emboscadas y sabía
perfectamente que algún día él podría perder, ser el prisionero y le
ocurriría lo mismo. Ahora él es por primera vez en su vida el derrotado,
el vencido, el esclavo y el amo puede hacer lo que le plazca con su
cuerpo.

Joe se monta sobre el negro, le muerde las orejas para ponerse más a
tope y se frota la polla varias veces sobre el negro culo para que él
vaya sintiendo la polla de su amo. El esclavo se siente sofocado por el
calor y el peso de Joe sobre él. Joe no le da tiempo de nada, en el
momento que él iba a reaccionar, le clava la polla dura, erecta, que lo
penetra de una, al principio sólo la cabeza y luego toda la gruesa polla
entera, el negro grita de dolor, pero Joe lo cabalga duro y fuerte con
movimientos precisos. El negro siente que lo parten en dos. Joe está
insaciable, bombea cada vez más fuerte, resopla sudado y excitado. El
negro sigue gritando pero cada vez menos, se va acostumbrando al peso
y al dolor de la penetrada.

Joe se lo folla en varias posiciones y al rato, para acabar, saca la polla
del culo y se monta casi en su cara, se bate la polla y derrama toda su
lefada en el rostro del negro, lo marca ya definitivamente con su leche.
Después jadeante y algo relajado coge a T y lo manda a sus pies. El
negro se acuerda de la explicación anterior que le dieron y besa los pies
de su amo y macho activo.

La tarde está llegando a su fin, los rayos del sol ya alcanzan toda la
superficie de la cama. Joe respira hondo contento y satisfecho, mira
como el sol da por entero en el cuerpo sudoroso del negrazo y como sus
músculos brillan relucientes mientras lame y besa sus pies con ganas y
sumisión. Es en estos momentos cuando se da cuenta de su inmenso
poder y que siempre consigue lo que le pasa por los cojones. Por su
dócil comportamiento de estos momentos, Joe siente que el negro ha
aceptado su condición y ya es su verdadero esclavo.

Lentamente la habitación va adquiriendo el tono rojizo del atardecer y
va tiñendo de este color las paredes, los muebles y el tul ahora cada
vez más de color rojo, que envuelve toda la cama y protege la
intimidad de Joe junto a su musculoso esclavo. La penumbra empieza
adueñarse del dormitorio cuando Joe da un grito y efectúa un par de
palmadas reclamando a los esclavos que aguardan en la antesala.
Entran en la habitación los dos mulatos adolescentes, quedando de pie
firme y con la cabeza baja esperando órdenes, desde el interior de la
cama y apenas visible por el tul que la rodea, Joe con autoridad sólo
dice dos palabras.

_ Quiero luz.

Los dos muchachos ya saben lo que tienen que hacer y rápidamente
giran una manivela medio escondida en una de las paredes y de la parte
central del techo y frente a la cama va descendiendo una fastuosa
araña de hierro forjado de doce brazos adornada con numerosos
colgantes de cristal de roca, una vez está a un palmo del suelo
encienden las numerosas velas y al acabar la vuelven ascender
dejándola en el mismo lugar que estaba, después prosiguen el
alumbrado con las velas de dos grandes candelabros de pie hechos de
bronce trabajado con incrustaciones de vidrio de varios colores. En
momentos la luz vuelve a la gran habitación.

Joe está contento de la compra de aquellos cuerpos, la prueba del
primero ha sido muy positiva. Ahora a Joe le darán un buen baño con
jabones olorosos junto un reparador masaje de aceites aromáticos y
después cenará con Ben, que espera que también haya disfrutado con
sus esclavos. Mientras comen comentaran los detalles de la
experiencia.

Al mismo tiempo que los hermanos cenen en el salón también lo harán
los seis esclavos en los barracones. Antes de que puedan requerir el
servicio de algunos de ellos, tendrán tiempo suficiente para poner en
antecedentes a los otros esclavos de todo lo que les ha ocurrido.

Al terminar de cenar, Joe probará el comportamiento del más
musculoso de los tres, Dakota, que ya estará avisado por T de lo que le
pasará, pero el forzudo y espectacular negrazo va a tener una sorpresa
porque Joe tiene pensado para él y sus músculos algo especial y muy
distinto de lo que ha vivido su compañero, además no lo gozará y
disfrutará en la comodidad de su dormitorio sino en una sala menos
confortable pero mucho más excitante y con otro tipo de muebles. Para
llevarlo a cabo contará con la ayuda y complicidad de su capataz Gorka
especializado en servir a Joe cuando quiere gozar momentos peculiares,
complementarios y violentos derivados del sexo pero que también
forman parte de él.











CAPÍTULO IV

DOS AÑOS DESPUÉS

La demanda de algodón sureño por las industrias inglesas ha aumentado
considerablemente y ha hecho que las grandes plantaciones del sur
estén prosperando a un ritmo acelerado.

Joe es un excelente administrador y ha apostado por la nueva visión
laboral que está en boga en los Estados del Sur, tratar de unir la
modernidad con la labor de sus esclavos, esto lo ha llevado a continuar
con el plan de trabajo para los negros manteniendo los dos turnos
además de mejorar las condiciones higiénicas de los mismos, buenas
chozas y comida abundante sin faltarles el agua en ningún momento,
tanto para beber como para cocinar o asearse, pero siempre sujetos al
fuerte código de disciplina del joven amo el cual continua implacable
en el trato.

Joe en persona ha contratado a emigrantes irlandeses duros, violentos y
despiadados para vigilar los trabajos en los campos, dando preferencia
a los jóvenes y solteros. La mayoría llegados a América en busca de
fortuna, impulsados por los éxitos de sus paisanos que emigraron hace
unos años. Unos meses después se han convertido en unos tíos
decepcionados y hundidos porque América no era lo que pensaban en
sus sueños y buscan trabajo de cualquier cosa pasando la mayor parte
del día en las pestilentes y sucias tabernas de los barrios pobres
cercanos al puerto.

De fuerte carácter y casi siempre borrachos, van de pelea en pelea
hasta que aparecen muertos a navajazos en un callejón o flotando en el
mar. Es el tipo de gente que buscan Gorka y sus capataces en
Charleston. Cuando Gorka veía que alguno reunía las condiciones
precisas, hablaba con él y lo llevaba a Las Seis Columnas, una vez
examinado por Joe y Ben, y comprobando que cumplía el perfil que
necesitaban era contratado. Lo primero que les enseñaron fue a
manejar el látigo con destreza, habilidad y agilidad. Aprendieron muy
rápido porque para ellos era como darle una antorcha a un pirómano.

Por supuesto la prosperidad también ha sonreído a la enorme y extensa
plantación de Las Seis Columnas, Joe y Ben han extendido los cultivos
de algodón y modernizado su recolección con las nuevas máquinas
traídas de Inglaterra para separar las semillas de algodón, ahorrando
más tiempo y destinando a los esclavos exclusivamente a la producción
intensa, tanto de algodón como de tabaco. El inicio de la nueva fábrica
de cigarros también está dando excelentes resultados.

Todo ha sido gracias a su dedicación, entrega y trabajo, y también a esa
mano dura cada vez más evidente en todos los rincones de la finca
donde la dictadura de los dos hermanos los está convirtiendo en
tiranos. En sus tierras Joe y Ben son dioses, escoltados siempre por su
lugarteniente Gorka que está al mando de los duros capataces y de sus
esbirros los emigrantes irlandeses.

En los campos trabajan los más aptos de los esclavos y las mujeres
arman los cigarros en la fábrica, pero a la vez, para su placer, ahora
Joe recurre al uso del látigo y la tortura para los castigos de faltas leves
por lo cual cada vez es más fácil ver espaldas marcadas con las
cicatrices de los azotes y señales de quemaduras en el cuerpo
producidas con hierros al rojo vivo.

Por si esto fuera poco ha añadido una nueva forma de castigar a los
esclavos rebeldes, los aparta de los campos y los hace entrenar para
peleas clandestinas a muerte en Charleston o New Orleans que son las
nuevas formas que tienen los plantadores para divertirse y ganar dinero
al mismo tiempo. Time is money, es el lema de los yanquis que los
sureños como Joe tratan de imponer en sus tierras. Todo tiene una
utilidad y por supuesto los esclavos también.

Joe es diferente a los plantadores tradicionales, desde hace año y
medio incentiva la maternidad de sus esclavas y con un preciso, rígido y
eficaz control llevado por Gorka, usa a los inmigrantes irlandeses para
preñarlas y luego tener los codiciados mulatos que se venden muy bien
en el mercado de esclavos desde el mismo vientre de su madre,
generando mucho dinero para él. Cuando las niñas de la plantación ya
llegan a la edad de ser madres, cada irlandés las deja embarazadas y
en la finca Joe exige que todas las negras a partir de trece o catorce
años ya se vean con barriga. Una vez han parido y después de dejar
pasar un tiempo prudencial las vuelven a preñar, de esta forma Joe y
Ben incrementan su fortuna y multiplican la ganancia al vender a los
niños antes de nacer o de pocos meses.

Pero donde todavía se nota aún más la nueva ola de opulencia y
bienestar es en la mansión. La gran casa ha sido remodelada otra vez,
suntuosas arañas de cristal francés iluminan el gran salón con lujosos
muebles estilo imperio, grandes alfombras y enormes candelabros. El
oro cada vez está más presente en la casa, de oro macizo son todos los
grifos de los baños de las habitaciones principales, las molduras de las
puertas que comunican los distintos salones, los marcos de los cuadros
de los retratos de los dos hermanos, una vajilla incluidos los cubiertos y
las copas para dos personas y que usan a menudo, además de bandejas
para servir bebidas y cajas de distintos tamaños para guardar joyas y
objetos íntimos, así como también son de oro los revestimientos de las
columnas que sostienen los doseles de sus respectivas camas.

Pero la gran envidia de la región es el espectacular gran salón de baile
que los hermanos han estrenado comenzando la temporada social de
Carolina del Sur. Aquella tarde varias decenas de carruajes a cual más
elegante y señorial están alineados en el jardín francés permaneciendo
a la espera de sus dueños. Hasta allí les llega a los cocheros y
postillones la algarabía, el bullicio y la música de la fiesta que se
celebra en el gran salón deslumbrante de luz, belleza y esplendor.

Todos, desde el gobernador, destacados políticos, renombrados
militares en su más alta graduación, el alcalde de la capital y las
ciudades más importantes, industriales y navieros influyentes,
eminentes abogados, ilustres jueces y prestigiosos médicos, hasta el
último plantador fueron invitados a este gran baile, siendo
acompañados de sus esposas e hijos. Se consideró la mejor fiesta del
año en el estado a la cual todo el que se precie quiso asistir para ver y
ser visto, donde hubo las más deslumbrantes exquisiteces alimenticias
europeas, champaña francés y la mejor música. Ambos hermanos
fascinaron por su elegancia. Ahora Las Seis Columnas es una de las
plantaciones referenciales del estado en lo social y económico. Joe y
Ben destacaron por su apostura y sus modales de caballeros que tanto
impactan a las señoritas y damas de la alta sociedad.

Joe seguro de sí mismo, egocéntrico y narcisista es el más admirado no
sólo por su dinero sino por su figura atlética perfecta, atractivo físico y
masculinidad, es el más arrogante y el que más se muestra entre la flor
y nata de la distinguida comunidad sureña. Los insignes e importantes
caballeros del estado compiten entre ellos para conversar y departir un
rato con él invitándole a los mejores eventos privados organizados por
cada uno y sintiéndose muy honrados si él y su hermano se dignan
realzarlos y prestigiarlos con su presencia. A Joe le gusta que intenten
seducirle y siempre acaba mirándoles exhibiendo una sonrisa entre
cómplice e irónica, se lo agradece y les contesta con la más exquisita
educación que lo pensará.

Ben algo más tímido, por la edad, ya empieza a mostrar sus dotes
sociales de caballero pero no es tan vanidoso como su hermano mayor
por eso es buscado y acosado por las madres de hijas casaderas al que
ven más vulnerable que su hermano y lo consideran el mejor yerno que
puedan tener de todo el estado. Ben se deshace como puede de tan
ilustres damas argumentando que todavía es muy joven y ya tendrá
tiempo dentro de unos años para pensar en el matrimonio.

Con su nueva riqueza, Joe y Ben pueden pagarse largas temporadas en
Europa, especialmente en Londres y París donde se han hecho notar en
los círculos sociales más elitistas, elegantes y aristocráticos, y se les
conoce como los Blondie Brothers. Se pasean para la admiración y
espasmo de los que les ven casi siempre seguidos de sus seis apuestos y
atractivos esclavos negros los cuales se han adaptado fácilmente a su
nuevo cometido olvidando por completo sus ansias de libertad y
disfrutando de la calidad de vida que les ofrecen los dos hermanos.
Aunque siempre tienen presente que son esclavos y que los amos no les
permiten el más pequeño descuido, equivocación o error bajo pena de
severos castigos. Atrás quedan los tiempos africanos donde tenían que
cazar para comer. Ambos hermanos visten al estilo inglés de cross
country, deportivos pero con estilo.

En Londres ha empezado la mejor época inglesa de todos los tiempos,
lo que se ha llamado la Era Victoriana, la reina Victoria hace poco que
ha subido al trono. En Inglaterra acaba de comenzar la revolución
industrial. Está en lo más alto la doble moral sexual lo que ha
provocado que se ponga de moda que la mantelería de las mesas llegue
hasta el suelo para evitar los tocamientos de los comensales con los
pies incluso en palacio. También está de moda escuchar la música de
las bandas en los quioscos de música que hay en los parques mientras la
gente se pasea. La aristocracia tiene el poder y la riqueza siendo el dos
por ciento de la población, después vienen los burgueses seguidos de la
clase trabajadora y finalmente los pobres. Es la época que Charles
Dickens escribe sus novelas costumbristas y está tomando mucha
popularidad la hipnosis, la comunicación con los muertos por medio de
videntes y las invocaciones a fantasmas y espíritus.

París ha dejado atrás la revolución y los cuarenta mil cuellos cortados
por la guillotina. En el trono está Napoleón III, que moderniza la ciudad
con el diseño de los grandes bulevares, se han inaugurado los Campos
Elíseos, el Arco de Triunfo y el mercado de Les Halles, este año se han
puesto treinta mil farolas de gas y ya empiezan a llamar a París la
ciudad luz. Desde hace muy poco funciona el primer ferrocarril a vapor
y Víctor Hugo acaba de escribir Les Miserables, dentro de pocas décadas
se construirá la Torre Eiffel y se abrirá el Moulin Rouge. Francia abolió
la esclavitud en 1794 pero Napoleón III la ha vuelto a instaurar, sin
embargo está en pleno declive y desuso por el elevado precio de los
esclavos.

Al igual que Londres los aristócratas viven por todo lo alto, de espaldas
a la miseria del pueblo, estando siempre de fiesta en fiesta. Rivalizan
en originalidad y esplendor organizando veladas donde el sexo siempre
está presente de manera directa y está de moda y de manera muy
especial los cuerpos exóticos, asiáticos, árabes, hindúes, negros, etc.
llenan las alcobas de los más ricos. Todos se deleitan disfrutando con
los cuerpos de hermosos muchachos y preciosas chicas poniendo en
práctica no sólo las antiguas costumbres griegas y romanas sino también
las árabes y asiáticas. Cualquier nueva y exótica información de
variaciones sexuales es bienvenida y desarrollada en sofisticadas orgías
donde no existe el límite ni la moral.

Hace bastantes años que murió en la guillotina el Marqués de Sade pero
todos han leído sus novelas y consideran que lo que se dice en ellas es
el perfecto complemento al sexo, por eso muy a menudo se realizan
actos de extrema violencia en exclusivas fiestas reservadas a adictos a
los métodos del Marqués de Sade donde son sacrificados chicos y chicas
para disfrute y deleite de los escogidos y reducidos participantes y en la
que los Blondie Brothers asisten con regularidad.

Al ser dueños y poseer en su plantación cientos de esclavos, los
hermanos McAndrew son admirados y envidiados, en estas reuniones
que se venera el estilo del Marqués de Sade, se les ruega que expliquen
sus experiencias personales erótico-sádicas con sus esclavos. A Joe le
gusta ser el centro de la velada y nunca los defrauda contando al
detalle lo que sus amigos discípulos de Sade, desean oír. Les comenta
las variadas y sádicas torturas que somete a sus esclavos para su
disfrute y placer, y los aparatos y artilugios que se ha hecho construir
para mejorar la originalidad de los suplicios, algunos de ellos
imaginados por él y otros sacados de libros que hablan de la historia de
la Inquisición.

La admiración de todos alcanza lo más alto cuando explica que un día a
su hermano Ben le apeteció comer pezones de hombre, con tijeras
fueron cortados los pezones de diez esclavos y se los comió una vez
pasados por la sartén. Los aplausos de los reunidos y las alabanzas a
Ben hacen que el muchacho se levante y agradezca los elogios
sonriendo abrumado y medio avergonzado por los agasajos. Joe para no
ser menos y volver a ocupar la atención de los reunidos les comenta,
siguiendo con la gastronomía, el sabor de los testículos humanos,
matizando que al igual que la carne de cordero o de cerdo el gusto es
distinto dependiendo de la edad. Admite que no ha probado cojones de
hombre blanco y que le gustaría hacerlo para comprobar si hay alguna
diferencia de sabor entre un blanco y un negro.

Todos le felicitan sin apenas disimular su envidia y hacen sus
comentarios, pero el asombro, sorpresa y entusiasmo de los presentes
llega al éxtasis cuando Joe comenta que casi siempre se los hace
cocinar sin haberlos separado del cuerpo. Excitados por lo que acaban
de oír piden que lo detalle con más precisión y Joe les complace
contando que acuestan al tío boca arriba encima de un gran parrilla de
hierro colocada sobre una mesa de piedra, le separan las piernas
dejando bien visibles sus genitales, debajo colocan un brasero
encendido y se los cocinan delante de él. Cuando empieza a respirar el
agradable olor de carne quemada es un aviso de que pronto el cocinero
retirará el brasero y le dirá que ya puede tomar el cuchillo y el tenedor
porque ya están en su punto para comer.

El interés de todos es máximo cuando su hermano Ben le interrumpe y
añade que por proximidad también queda asada la polla y sobre todo el
capullo que también es apetecible para ser degustado. Reconoce que al
estar colgando, para cortarlo es más práctico usar las tijeras que el
cuchillo, clavan el tenedor en el tronco de la polla, de esta forma la
tienen bien sujeta y con la otra mano con las tijeras pueden ir cortando
en pedazos el capullo, pero hay un pequeño inconveniente, la enorme
cantidad de sangre que brota en cada corte. Para impedirlo la mejor
solución es aplicar a la herida un hierro al rojo que enseguida corta la
hemorragia, para hacer este singular y delicado trabajo usan a los
chicos que los abanican que se colocan a su lado y lo hacen con
precisión cada vez que ellos cortan un pedazo y se lo comen.

Los reunidos alucinan con lo que están oyendo y mientras escuchan con
la máxima atención, se masturban unos a otros llegando al orgasmo
colectivo. Las copiosas, magnificas y sentidas lefadas de todos los
presentes llegan a su culminación cuando Joe les aclara que
naturalmente es preciso que el tío ha de estar vivo y muy bien atado
para que vea con sus propios ojos como le asan los huevos y el glande, y
el amo se los come. Añade que el sabor salado de la sangre que brota
incesante desde el primer corte es el justo aderezo a esta singular
comida y que le encanta masticarla mirándole a los ojos que parece
que quieran saltar de sus órbitas como consecuencia del extremo dolor
y más aún al ver que está siendo comido vivo. Recomienda a los
presentes que si lo quieren probar tengan la precaución de tapar la
boca de la víctima para evitar que sus gritos alteren la placidez de la
comida de tan suculento y delicado manjar.

A partir de ahí los presentes, influenciados por lo que acaban de
escuchar, se entregan a las orgías y bacanales más brutales,
sofisticadas y sangrientas que el ser humano pueda imaginar, a las
cuales normalmente los hermanos participan muy poco y prácticamente
se limitan a ser unos simples espectadores porque ya están curtidos y
acostumbrados a estas prácticas, además tanto Joe como Ben gozan
más cuando las hacen en privado en su mansión.

Recién llegados a París, en poco tiempo y con rapidez consiguieron
introducirse en la alta sociedad, influyendo no sólo por su atractivo
físico sino porque derrochaban el dinero a manos llenas y enseguida
hicieron amistades por todas partes. Se hospedan en uno de los mejores
hoteles de París, el hotel de Crillón propiedad del conde del mismo
nombre y situado en la recientemente renombrada plaza de La
Concordia, antes llamada de la Revolución y anteriormente de Luis XV.
El hotel está justo enfrente al obelisco de Luxor y en sus fastuosos
salones de mármol italiano y refulgentes arañas se reúne diariamente el
París aristocrático y de altos vuelos.

Entre la aristocracia, nobleza y alta sociedad parisina, el marqués de
Saint André, erotómano consumado ha tomado a los hermanos a su
cargo deslumbrado por su físico y apostura. Joe se encuentra cómodo
con su anfitrión y sabe que con él se le abrirán todas las puertas incluso
las más secretas. El maduro marqués a cambio de unas buenas folladas
de los negros, los ha introducido en los círculos más exclusivos del París
social y erótico.

Dejándose aconsejar por el marqués, los hermanos McAndrew han
decidido que sus esclavos sean educados en los secretos del arte del
sexo para hacer disfrutar al hombre. Con la excusa de que aprendan a
darles a él y a su hermano el máximo de placer, los negros han sido
adiestrados por los sirvientes personales del marqués y ahora son team
sex machine. Los seis negros dominan las artes eróticas en todos sus
niveles, desde la acupuntura erótica china, pasando por los masajes
orientales, especialmente de Indochina, que han aprendido de los
sirvientes asiáticos del propio marqués.

La fama de los hermanos llega a oídos de los más ricos y los Blondie
Brothers son invitados y agasajados en los palacios y mansiones más
selectas de la ciudad. Normalmente acuden acompañados de sus
jóvenes y atractivos esclavos siendo sus cuerpos y músculos la
admiración de todos, reconociendo los presentes que para poder ver
juntos seis tíos como ellos han de acudir a los más importantes
gimnasios de boxeo. Si además Joe permite que conozcan sus artes
amatorias autorizando que alguno de ellos sirva al anfitrión o a alguno
de sus invitados, el favorecido que consigue llevárselo a la cama
comenta después a sus amigos que ha estado en el cielo y que cuando
Joe se lo ofreció no sabía a cual escoger de lo hermosos y perfectos que
son los seis.

Unos días antes de su partida de Europa para iniciar el viaje de regreso
a Estados Unidos, solicitado por el marqués y para comprobar si han
asimilado la educación sexual, dos de los seis esclavos negros son
escogidos para someterlos a realizar una prueba final, esta consiste en
dar el máximo de placer a un amo activo y lograr con las artes
aprendidas que llegue a gozar al más alto nivel del orgasmo y
conducirle por un disfrute sin límites.

Joe y Ben saben que sus esclavos lo pueden conseguir y como la alta
aristocracia es tan entusiasta y dada a los desafíos, han apostado una
considerable cantidad de dinero para ello. El marqués ha aceptado el
reto pero pone como condición que el afortunado participante ha de ser
alguien desconocido por todos y ha pensado en su sobrino el duque de
Guermantes.

Albi, el jovencísimo duque de Guermantes, es el único sobrino del
marqués, un joven refinado que pertenece a la alta sociedad, desde
muy niño está estudiando y formándose en los mejores colegios
europeos, pero que su tío, a pesar de su apostura y buen cuerpo, lo
considera algo vergonzoso y cohibido, y quiere probar si los negros de
Joe y Ben hacen que Albi tome su naturaleza natural, sensual y
dominante como quiere el marqués, dejando para siempre la niñez y
asumiendo la adolescencia como un verdadero hombre con todas sus
ventajas.

Si los esclavos de los Blondie Brothers logran que el joven amo activo
francés deje su timidez, el marqués invertirá una fuerte cantidad de
dinero en la compra de la plantación vecina a Las Seis Columnas,
conocida como The Rose para hacer junto con la de ellos una de las
propiedades más grandes del estado y dominar por completo el
comercio del algodón y tabaco.

Si al contrario, los esclavos no logran su cometido, Joe y Ben deberán
invertir en el castillo del marqués y sus viñedos que tiene en la
Borgoña. Joe añade que los esclavos como sanción por su falla, al
regresar serán castigados con la muerte en las peleas clandestinas de
New Orleans. Joe, Ben y Luis Felipe que es como se llama de nombre el
marqués, firman ante un juez con testigos y se establece el pacto. La
prueba será en París, en el palacio de Luis Felipe, que invitará a su
sobrino, el cual es esencial que no deba saber el verdadero motivo de
su presencia. El marqués como pretexto usará que es la cena de
despedida que le ofrece a los hermanos, días antes de su viaje de
regreso a Estados Unidos.

Se ha preparado una cámara especial en el palacio, donde han colocado
una gran cama con sábanas de seda blanca, almohadones y grandes
espejos en el techo, más dos lujosos espejos venecianos de cuerpo
entero a ambos lados de la cama para reflejar mejor lo que pasa y lo
más importante, una falsa pared para que el jurado vea la acción,
disimulada por otro gran espejo.

Se verá a la perfección y sin perder ningún detalle la técnica usada por
los esclavos y las reacciones del joven Albi para quien se ha dispuesto
que lleve un antifaz para que la visión no pueda desviar ni alterar el
trabajo de los negros. Consideran que el uso del antifaz es básico para
la prueba, de esta forma el muchacho no estará influido por el color y
los cuerpos de los que le darán placer, sin embargo permitirán que los
pueda tocar y por lo tanto desatar su imaginación al apretar sus
músculos. Los expertos caballeros comprobaran si los esclavos logran
quebrar su timidez y hacer aflorar su condición de macho Alfa
dominante.

El viernes es el día fijado para la prueba. A las diez de la noche, Joe,
Ben y Luis Felipe, vestidos con una elegancia extrema, esperan en el
lujoso vestíbulo del palacio a los escogidos y selectos convidados al
evento y que forman parte del jurado, también aguardan la llegada de
Albi, al que han citado media hora más tarde para que sea el último en
llegar, el cual desconoce y no sabe nada de la astuta celada que le han
preparado.

Paulatinamente van compareciendo en sus lujosos carruajes los tres
ilustres invitados: el mandarín de Wuao, el príncipe de Lijes un
erotómano consumado y el disoluto lord Davenport famoso por sus
hazañas sexuales.

Sentados en unos confortables y amplios sillones en la parte derecha
del gran salón el marqués está departiendo con Joe y Ben. Mientras en
el centro, el guapo mandarín Lee de unos treinta y cinco años da un
sorbo de su copa de champán, esperando con impaciencia la llegada del
novato Albi, el cual, si todo va bien, hoy hará su ingreso en el club. El
príncipe de Lijes conocido ampliamente por su colección pornográfica y
su nuevo manejo de la fotografía es un cuarentón bien parecido que
conversa animadamente con el dandy Steven, el joven pelirrojo lord
que ha destacado por ser el miembro más activo del club, sus hazañas
sexuales en la India le abrieron expediente.

A las diez y media llega el sobrino muy elegantemente vestido de
etiqueta pues la ocasión lo requiere, es un joven y atractivo muchacho
de dieciocho años recién cumplidos y muy bien parecido, rubio y de
ojos tremendamente azules. Destaca su rubia y cuidada melena y su
piel muy blanca, casi de porcelana. Saluda a todos y de manera
especial a su tío.

Sin más preámbulos pasan al señorial comedor. La cena transcurre muy
alegremente, en la amplia, exquisita y bien puesta mesa. Sólo se toma
champán, ostras y distintos platos del más excelente marisco servidos
en la soberbia vajilla del marqués, durante toda la cena se habla de
viajes, amantes, aventuras y proezas sexuales.

A la hora de la sobremesa, mientras todos toman un excelente coñac
incluido el joven Albi, el marqués suelta la bomba a su sobrino. Le dice
que ahora experimentara uno de los mejores placeres que puede
disfrutar el hombre, sin especificar de qué se trata y por supuesto sin
decirle que hay una apuesta de por medio. Sólo le adelanta que será
atendido por dos esclavos. Albi no entiende lo que pasa y su timidez
juvenil le hace sonrojar, lo que provoca risas en todos los presentes.
Aunque le han puesto en un aprieto el muchacho sabe que no puede
negarse y decide que no tiene ninguna otra opción, el joven es listo y
entiende perfectamente que se trata de un juego o de una prueba y por
lo que su tío le ha dicho, será sexual. Su mente empieza a reaccionar,
quizá se trate de contar el tiempo que tarda en eyacular o medirán la
cantidad de leche que saca o también puede ser que lo penetren por el
culo. Medio aturdido por estas y otras dudas ve como Lee se presta a
vendarle los ojos y al terminar lo va guiando por los largos pasillos
hasta llegar a la habitación especial.

Joe y Ben han decidido que sean sus dos esclavos T y Dakota los que
hagan la prueba, están convencidos que ganaran al considerar que
aunque los seis son magníficos amantes y expertos en recurrir a todas
las artes sexuales para ofrecer más placer, ellos dos son los mejores.
Creen que el antifaz juega a favor suyo, porque a lo mejor al muchacho
no le gustan los negros y al ignorarlo puede que acariciando y tocando
sus potentes y desarrollados músculos imagine que son los amantes que
siempre ha soñado.

Ambos hermanos confían plenamente en T y Dakota, los negros han sido
educados en modales, dicción y protocolo, y sobre todo han sido
adiestrados en todas las técnicas sexuales que actualmente se estilan
en los mejores burdeles de París y Niza, y han completado su
aprendizaje de ambos idiomas, el francés y el inglés.

El mandarín Lee introduce al joven en la habitación y lo deja solo con
los esclavos T y Dakota que le están esperando completamente
desnudos en aquella singular sala convenientemente iluminada por
cuatro grandes candelabros de pie de hierro forjado recubiertos de oro
y repletos de velas que han colocado en las esquinas. El poderoso
cuerpo de los negros junto con el del muchacho queda reflejado en
todos los espejos pudiéndose ver desde todos los ángulos.

El muchacho es sentado en un gran sillón estilo Luis XV con un gran y
policromado respaldo y unos trabajados apoyabrazos. Los esclavos se
arrodillan a sus pies.

_ Estamos a tus órdenes amo activo Albi.

Para hacer que el joven reaccione, T comienza a lamer sus zapatos,
mientras Dakota besa su mano. Albi se desconcierta al principio y sólo
deja que los esclavos hagan lo que saben sin apenas atreverse a mover.
El chico ignora que todos los invitados ya se han colocado detrás del
falso espejo y muy excitados le están mirando a través de él. Se han
convertido en unos auténticos voyeurs disfrutando del placer de mirar
sin ser visto.

Cuando el negro intenta quitarle el zapato, recibe un fuerte patadón
del joven que además retira la mano de los labios de Dakota y se pone
rápidamente en pie.

_ ¡Qué es esto! ¡Hablen!

_ Estamos aquí para servirle amo activo y darle todo el placer posible.

Albi, después de aquel arrebato producido por los nervios, respira
hondo y se relaja. Sin embargo agudiza el oído y el olfato, la respuesta
del esclavo le tranquiliza y le da ánimos.

_ Bien, pero quiero que lo hagáis a mi modo.

_ Si, tu mandas en todo amo. Sólo esperamos tus órdenes.

_ Bien.

Dicho esto, Albi se vuelve a sentar pero ahora con autoridad y tomando
una actitud dominante que deja a su tío pasmado. No esperaba que su
sobrino tan pronto tuviera esta reacción de superioridad. Positivamente
sorprendido y optimista, comenta:

_ Ese chaval es una caja de sorpresas.

Steve le contesta.

_ Los que tienen cara de ángel suelen ser siempre los peores. Vamos a
ver como lo hacen los negros.

Para sorpresa del jurado, T y Dakota comienzan muy entregados con el
ritual básico, saben que aunque sea un juego para los ilustres señores,
ellos han de hacerlo de una manera perfecta porque su amo Joe les ha
dicho esta tarde que la vida les va en ello. Ambos se arrodillan en señal
de sumisión, besan cada uno una mano del amo y luego inclinan la
cabeza hasta sus pies. Albi por instinto coloca un pie en la cabeza de
cada negro y los aprieta con fuerza manteniéndolos así durante unos
largos instantes, esto es lo que su mente desea hacer, imagina con
agrado la expresión de dolor del rostro de los dos esclavos sintiendo la
fuerte presión en su cabeza. Cuando ha gozado del momento aparta los
pies y les ordena que le quiten los zapatos. T quita muy suavemente el
fino calzado y toma el pie delicadamente envuelto en un fino calceto
de seda negra, lo huele y aspira con placer el olor del amo.

El muchacho se pone otra vez de pie, Dakota le saca la chaqueta del
frac y desata el nudo de seda de la blanca corbata para continuar
quitándole la elegante y cara camisa de seda. Albi experimenta por
primera vez el dominio completo sobre un inferior, siente el placer que
un sub huela su sudor y en especial sus pies.

T sigue postrado en el suelo besando los calcetos. Cada vez que el
negro toma el pie con delicadeza, se lo pasa por el rostro y chupa el
calceto, el chico siente en su interior un cosquilleo agradable que
recorre todo su cuerpo y hace que pierda su compostura habitual. Cada
olida provoca una sensación nueva que lo va excitando. Para él es una
maravillosa experiencia. Respira hondo y por ahora se abandona al buen
hacer de sus servidores. Sin tocarla, su polla ha empezado a crecer.
Recuerda lo que le ha dicho el esclavo al inicio. "Estamos aquí para
servirle amo activo y darle todo el placer posible". Y ahora el muchacho
lo quiere, lo necesita y se lo ordena:

_ Bien esclavo, haz lo que sabes. Quiero experimentar.

Sin embargo quiere que le hagan algo que siempre le ha motivado y
excitado, y estos esclavos deben saberlo hacer a la perfección. Estira la
mano y toca el pecho de Dakota que se encuentra a su lado, se
sorprende de lo grande y musculoso que lo tiene, y al mismo tiempo
que levanta los brazos da una orden.

_ Tú, lame mis axilas.

Al negro no hace falta que se lo manden dos veces, y las lame con
largas lenguaradas haciendo que el joven se estremezca de gusto y se
vaya abriendo a los sentidos del placer por placer. Albi deja a un lado la
timidez y mientras T sigue besando, lamiendo y chupando sus pies, sabe
que tiene a Dakota desnudo lamiendo sus sobacos.

Se acuerda de lo que le dijo un amigo en el college en esos casos. Pone
su dedo en forma de polla y hace que Dakota lo chupe, cuando el dedo
brilla y está empapado con la saliva del negro, palpa su cuerpo en
busca de su culo y procede a metérselo en el ojete del esclavo. El
negro hace un tornillo, el mismo da vueltas con su culo, para que el
amo tenga más placer.

T ahora, desabrocha el pantalón y lo saca, quita los ligueros que
sostenían los calcetos para sacar las gayumbas. En unos momentos el
chico queda completamente desnudo mostrando un cuerpo muy bien
proporcionado y musculoso con una piel muy blanca, casi de alabastro
con un culo redondo que invita adorarlo y su polla ya aparece en todo
su esplendor, gorda, dura y erecta, se tira el pellejo para abajo
enseñando entero su sonrosado glande esperando que hagan con él lo
que tengan previsto, que es por supuesto hacerle gozar, después se
acomoda de nuevo sentándose reclinado, apoyado en su espalda,
separando las piernas y levanta los genitales mostrándolos
abiertamente para facilitar de esta forma su acceso a los esclavos para
que le trabajen los huevos y la polla, que la mantiene completamente
derecha y erguida. Termina apoyando ambos brazos en los brazos del
ostentoso y recargado sillón.

T le lame con profusión las piernas subiendo lentamente hasta las ingles
y una vez bien lamidas empieza a ocuparse de los huevos, los cuales
lame y chupa con apetencia y deseo. El negro sabe perfectamente que
hacer para dar más gusto al muchacho y pone todo lo que ha aprendido
en ello. Lo hace entregándose a fondo, sin descansar ni un segundo.
Ahora pasa repetidas veces su amplia lengua por el despellejado
capullo mostrándose duro y en la parte de arriba, en el agujero del meo
asoman unas gotas de líquido pre seminal. El negrazo abre la boca y
engulle de golpe, entera y hasta el fondo toda la polla del muchacho
que consigue pasar a la primera embestida, toda la boca y la epiglotis,
rascándole la garganta.

Albi está rosado, la sangre le fluye por su excitación coloreando su
rostro, es algo habitual en él cuando su cuerpo y su mente están
disfrutando, Dakota ahora le lame el cuello y el pecho. El muchacho
permanece quieto dejándose lamer, succionar y chupar, una experiencia
por ahora nueva que le agrada y le hace gozar, instantes después
empieza a dar jadeos de placer y su respiración fluye entrecortada. Los
dos negrazos se miran satisfechos de los resultados de su trabajo y
muestran una inapreciable sonrisa de complicidad, saben por su
experiencia que el chico ya ha entrado en la órbita del placer, es
cuando lo levantan y en brazos lo llevan hasta la gran cama, lo colocan
en el centro y para su mayor comodidad lo acuestan boca arriba entre
los suaves almohadones, cada uno de los negros se pone a ambos lados
del chico, ahora se disponen a rematar la labor, los dos piensan que les
está siendo más fácil dar gusto a este chico que a cualquiera de sus dos
amos.

El príncipe de Lijes tiene la polla a tope apretando con fuerza sus
pantalones queriendo salir al exterior y muy excitado dice:

_ Joder, Luis Felipe donde tenías a este sobrino guardado.

_ Estudiaba con los jesuitas en Normandía.

El príncipe responde.

_ Joda con el chaval, va bien.

Joe y Ben advierten con satisfacción como los negros se comportan a la
perfección haciendo todo lo que han aprendido. Sus conocimientos de
hacer disfrutar al hombre están haciendo su efecto. Ben, refiriéndose a
sus esclavos le aclara al inglés.

_ Hace apenas dos años eran unos perfectos salvajes, ahora son unas
máquinas de placer.

Todos los presentes no dejan de observar ni un momento. Los grandes
espejos reflejan en distintos ángulos y a la perfección todos los
detalles. Pueden ver que Albi, en medio de la gran cama tiene a los dos
negros comiéndole la polla, ambos se alternan chupando polla y
huevos. De repente Dakota se desliza hacia la parte de arriba
empezando a lamer y chupar con lujuria los pezones del joven amo, un
arte en el cual los seis esclavos son expertos porque Joe se ha
interesado especialmente en que maestros orientales les enseñaran
todos los secretos de cómo hacer disfrutar al hombre a través de dar
gusto a sus pezones, y que los negros aprendieron usando no sólo la
lengua, los labios y los dientes sino también con las yemas de los dedos
e incluso con la punta del capullo.

Al notar Dakota que el chico está a punto de correrse y considerando
que aún es muy pronto para que saque la lefa, decide terminar de
trabajarle los pezones, desea darle un respiro y se dedica ahora a pasar
su lengua por todas las abdominales, de allí baja por las piernas hasta
llegar a los pies donde chupa con ganas cada uno de los dedos.

T mientras tanto se ha tragado otra vez toda la polla que pendula rígida
como un mástil, desde la cabeza hasta la base, el capullo le va rozando
la garganta y la mantiene quieta en su interior succionando sin parar. Se
escuchan varios profundos gemidos de placer de Albi que hace que
sujete con la mano la cabeza del negro para que la mantenga tragada
sin dejar de mamar. El muchacho desearía estar así toda la vida.

De repente Dakota con suavidad y extrema delicadeza va deshaciendo
la venda que cubre el antifaz de los ojos del muchacho y al quitárselo
del todo, Albi, cuando sus ojos se adaptan a la visibilidad de la sala
queda gratamente sorprendido de lo que ve. Primero la amplia estancia
sólo iluminada por velas que centellean y se multiplican por cientos o
miles en los grandes espejos y después los espectaculares cuerpos de
dos jóvenes, forzudos y atractivos negros que a su lado se dedican sólo
a darle placer en una inmensa y gran cama, la realidad supera con
creces lo que imaginaba con los ojos tapados.

Ahora el disfrute es mucho mejor ya tiene todos los sentidos al
completo para gozar y el de la vista es uno de los principales, ahora
desea formar parte de la acción y acaricia los glúteos y muslos de
Dakota, siente que el tacto con la piel es mucho más suave de lo que
pensaba. Saca la polla de la boca de T y se sienta en la cama. Piensa
que ya lleva demasiado tiempo siendo pasivo y quiere demostrar que él
es el que manda, el puto amo. Permanece así unos momentos y después
se incorpora para colocarle la polla en la cara y restregarla por su
rostro.

Al mismo tiempo Dakota sorprende al joven por detrás, lamiéndole el
blanco culo, desde la nalga hasta llegar al centro. Albi está en estado
de pura excitación, nunca le habían hecho nada parecido. El negro usa
su lengua en forma circular para darle más placer, luego lame la base
de la espalda subiendo lentamente hasta llegar a la nuca del joven amo
sin separar ni un momento la lengua de la piel.

T ahora se acuesta e invita al amo a montarse sobre él, el joven lo
hace, y cada vez se siente más seguro, llevado por su instinto le mete
de nuevo la polla en la boca empujando con fuerza hasta el fondo del
cuello. Le da un gusto extra de placer sentir su capullo acomodado en
el gaznate del musculoso negrazo. T al igual que los otros esclavos han
aprendido a relajar los músculos de la garganta tragando infinidad de
veces enormes y gruesos dildos para no molestar al amo con posibles
arcadas, les costó bastante pero lo consiguieron y ahora las paredes de
sus gargantas acogen y abrazan cualquier longitud y grosor de polla,
mientras los amos sienten con placer como su vello púbico es
presionado con sus carnosos labios. El seguido y continuo roce del
extremo del capullo con el hueco interior de la garganta y el
aplastamiento de los labios en su pubis provoca en Albi más gemidos de
gusto.

La polla de Albi está dura y fuerte, el saber que muy pronto la hundirá
en el culo de los dos negros le excita todavía más, piensa que de
inmediato la alojará dentro del ojete y sentirá el calor de sus entrañas.
Está muy motivado y hace grandes esfuerzos mentales para evitar
correrse tan pronto, centrándose sólo en el gozo del placer.

Los atractivos negros se dan cuenta que ha llegado el momento, Dakota
se acuesta al lado a cuatro patas, con la cabeza baja apoya la frente en
una almohada, pone el culo en pompa y con las manos se separa las
nalgas dejando el agujero bien a la vista para facilitar la entrada del
rabo del chico, Albi con la cabeza de la polla busca la entrada del ojete
y lo penetra de una vez fuerte y seguro, lo embiste una y otra vez. Su
placer es aumentado por T que primero le lame las plantas de los pies y
después sigue lamiendo delicadamente su espalda.

Ahora T se tumba boca arriba, levanta sus piernas, agarra sus rodillas
con sus poderosas manazas y ofrece su culo al joven amo, Albi lo mira
con deseo y sus ojos le brillan llenos de vicio, saca la polla del culo de
Dakota y en décimas de segundo lo mete duro en el de T para follarlo
con fuerza mientras se apoya sosteniendo sus piernas. Alarido del negro
cuando el amo se inclina sobre su voluminoso pecho y le muerde sus
tetillas, el negro no lo esperaba y aquel grito motiva y excita aún más
al joven muchacho que decide cambiar de culo, deja de follar a T y
procede de nuevo a follar a Dakota. El chico ya no puede resistir más y
al fin se corre dentro de Dakota con dos bruscas convulsiones inundando
sus entrañas de lefa caliente y espesa, después saca la polla y se la da a
T para que la chupe, limpie con la lengua y trague lo que queda de
lefada.

Albi se recuesta para relajarse y ambos negros agradecen la follada con
un masaje indochino a su joven amo que incluye una lamida general y
suave de su cuerpo los dos al mismo tiempo. En pocos minutos y
motivado por la excelsa lamida de piernas, vientre, pecho y axilas, el
rabo de Albi vuelve a ponerse otra vez a tope y con la sorpresa de todos
los miembros del jurado y aún más la de su tío, coloca a los dos negros
juntos, a cuatro patas, uno al lado del otro y los folla de nuevo a los
dos alternándose en cada culo hasta volver acabar corriéndose, ahora
de manera más rápida en la boca de T, al cual con un manotazo le ha
obligado a voltearse y a presentarle la cara con la boca bien abierta
para dar cabida a su rabo vaciando en su garganta otra gran cantidad
de leche.

Joe ha visto como los ilustres amigos que componen el jurado están con
la boca abierta, no pueden hacer lo que les gustaría, su categoría no les
permite sacarse las duras pollas que tienen babeando desde hace
tiempo y poder pajearse como sería su deseo para darse gusto después
de lo que acaban de ver. Joe orgulloso y jactancioso les dice:

_ Veis como mis negros son lo máximo.

Los presentes le dicen que están muy bien pero se sienten excitados y
quieren más. Ahora para tener más seguridad y ver el aguante, Steven y
el chino los van a probar. Ambos entran en la sala, se desnudan, se
acercan a la cama y suben a ella. El joven Albi agotado de tanto placer
se sienta en el gran y ostentoso sillón y observa con atención. Sin
mediar palabra los dos señores les dan sus pollas a los dos esclavos. Los
negrazos incansables los atienden con la misma entrega y pasión que
han demostrado con Albi. De esta forma empieza de nuevo una sesión
de sexo al más alto nivel de calidad, el menáge a cuatro se convierte
en una mini orgía en toda regla.

Al terminar satisfechos con los esclavos, que ahora son cabalgados otra
vez por el amo Albi aprovechando la lujuria del momento y los
espectaculares cuerpos de los dos negros, el príncipe se reúne con el
resto de invitados y dice su veredicto.

_ Sinceramente los negros son los ganadores por dos razones, han
demostrado su capacidad de aguante y el entrenamiento lo veo
excelente, comportándose de principio a fin con la misma entrega sin
ningún momento de cansancio ni dejadez y ocupándose únicamente de
dar el máximo de placer al amo como debe ser, además su calidad en el
servicio lo he visto en muy pocos tíos y sabéis que soy experto en esto,
creo que vosotros también compartís mi opinión.

Todos responden afirmativamente y dirigiéndose al marqués le
comenta.

_ Tu sobrino es un deleite para los sentidos, dominante por instinto, ha
sometido bien a los negros superando un inicio en el que estaba algo
incierto, de otra parte muy lógico porque todo era nuevo para él
además de su inexperiencia juvenil, la sorpresa que esto significa y el
tratarse de sexo al más alto nivel de calidad. Una vez superada esta
contrariedad se ha comportado como un verdadero amo activo y ha
experimentado el máximo placer en una cama, no está mal para un
novato, sin embargo a mi modo de ver debía haber impuesto aún más
su autoridad abofeteando y pateando de vez en cuando a los esclavos y
le hace falta aprender a saber controlar y retrasar las corridas más
tiempo para prolongar el placer, sinceramente tu sobrino ha sucumbido
al buen hacer de los negros.

El marqués agradece las palabras de su amigo el príncipe de Lijes y está
completamente de acuerdo con lo que ha expresado. Enseguida felicita
a Joe por su triunfo y se dan las manos pasando a firmar el acuerdo.
Luis Felipe, más que dolorido por la pérdida de la apuesta, está feliz
por el comportamiento de su sobrino que en ningún momento se ha
acojonado y los poderosos cuerpos de los negrazos en lugar de
intimidarlo lo han espoleado y estimulado en hacer valer su autoridad,
lo sospechaba, pero ahora tiene la comprobación que su heredero es un
Alfa activo dominante, sólo le faltó la lógica experiencia y está seguro
que en pocos años se convertirá en un gran experto en el placer del
sexo con todas sus variantes.

El marqués deja a sus invitados comentando las incidencias de la
prueba y entra en la habitación, se acerca a la cama donde el chico,
ahora estirado boca arriba, es masajeado suavemente por los dos
negros a la vez, y demuestra su alegría con una gran sonrisa, está lelo
por él, se acerca delirante, el muchacho al verlo se incorpora y ambos
se abrazan.

_ Ya lo decía yo, eres un tigre chaval, Debes haberte follado a medio
colegio.

Albi sonríe, se acuesta de nuevo y mientras su cuerpo sigue siendo
friccionado a cuatro manos, responde:

_ Creo querido tío, que después de esto quiero más y más. De lo que
me medio perdía por pensar que era pecado.

Ambos ríen y se abrazan otra vez. Joe y Ben están contentos por ganar
la apuesta y sobretodo porque han conseguido lo que deseaban, tener
en propiedad los mejores esclavos de placer, el veredicto de unos
expertos se lo han confirmado. Sonriendo, Ben le dice a Joe:

_ Si queremos, con estos negros hasta quebraremos el burdel de
Jerome.





















CAPÍTULO V

Después de haber ganado la millonaria apuesta, Joe y Ben están
delirantes de alegría. Saben que la unión entre su extensa plantación
de Las Seis Columnas junto con la de The Roses, les hará mucho más
poderosos e inmensamente ricos. Cuando regresen a América tendrán
una de las mayores fortunas del país, su plantación unida a la de Albi
alcanzará casi medio estado, millas y millas de campos cultivándose
algodón y tabaco que parece no tengan fin, por consiguiente eso
conlleva disponer de un auténtico ejército de esclavos que trabajan de
sol a sol solamente para ellos y una catarata de dinero que entrará
constantemente llenando diariamente sus ya repletas arcas por lo cual
el dinero da autoridad y conduce al poder y el suyo será casi ilimitado.

Pensando en su inminente futuro no se privan de nada, ambos hermanos
se bañan en champán, se regalan suculentas comidas y opíparas cenas
en los mejores y más exclusivos restaurantes de Paris y gozan de los
servicios de sus seis atractivos y musculosos esclavos en deliciosas
orgías privadas que les recuerdan su querida mansión de Las Seis
Columnas.

Conscientes del extraordinario aumento de su fortuna derrochan el
dinero a manos llenas siendo la envidia de aristócratas y grandes
potentados que viéndoles tan jóvenes ven en ellos un largo y triunfal
porvenir rodeados siempre de los máximos lujos y placeres.

El éxito y satisfacción de los dos hermanos es total, porque por si esto
fuera poco, disponen de los mejores esclavos para el placer, saben que
son de su propiedad y su uso es sólo para ellos, unos esclavos
reconocidos y aplaudidos por los personajes más competentes de la más
alta, sofisticada y exigente sociedad europea. Unas celebridades que
dedican su vida a los placeres de la sexualidad de las cuales son
expertos y que han confirmado la dificultad de encontrar otros esclavos
negros, blancos, árabes o asiáticos que les puedan superar en atractivo
físico y en educación sexual.

Joe y Ben no pueden pedir más, saben que ellos son el referente y su
admiración no tiene límites, desde que se ha sabido la noticia del
incremento espectacular de su fortuna, son invitados a suntuosas y
elegantes fiestas que organizan en su honor los clubs más selectos y los
políticos y particulares de renombre, más acaudalados y elitistas. Todos
quieren ser amigos suyos.

Los dos hermanos han estado en Europa un año y medio, concretamente
viviendo en París durante un año, para ambos han sido unos meses muy
bien aprovechados donde han pulido y ampliado sus conocimientos en
todas las áreas, especialmente en el placer sexual. Tuvieron la suerte
de conocer al marqués de Saint André que junto con sus amigos y su
influencia en determinados ambientes muy especiales, vivieron todo
tipo de experiencias y placenteras sensaciones. Sin embargo todo lo
que empieza tiene su fin y para ellos ha llegado el momento de partir a
USA.

Aquí han conocido a gente importante, muy rica, nobles y aristócratas
que viven en impresionantes castillos, y ellos sólo son dos muchachos
americanos muy atractivos y muy ricos sin alcurnia ni genealogía que lo
único que les diferencia es que poseen más esclavos que los que tienen
todos ellos juntos, pero que no pueden competir en alcurnia y
ascendencia con los nobles europeos.

Se sienten un poco cansados de Europa y echan de menos Carolina del
Sur, además prefieren las montañas y cabalgar en los grandes espacios
de los campos que la opresión que les significa las grandes ciudades
donde es obligatorio el vestir cada día con extrema elegancia como
exige el protocolo, y ya desean ponerse a diario su ropa más informal.
Añoran su tierra, su plantación y sus esclavos, su vida rural y
provinciana y todo lo que esto significa, donde no hay nobleza ni
aristocracia y ellos son los únicos dioses de todo el estado.

Muy triste, Ben se lo comunica al marqués durante una cena, el cual
comprende perfectamente su decisión, en cierto modo hacía semanas
que esperaba la triste noticia y lamenta su partida reconociendo que ha
pasado unos meses insuperables con la compañía de los Blondie
Brothers.

_ Ya firmé con tu hermano el acuerdo, por esta razón mi sobrino Albi
irá con ustedes para hacerse cargo de la plantación The Rose y unirlas.
Será mi asociado y representante en América. Espero que lo tratéis
bien, me gustaría poder acompañaros, pero por motivos comerciales
debo quedarme aquí. Deseo que los tres lo paséis muy bien. Albi
todavía es algo tímido, pero después de lo que pasó en la prueba y
conociéndole bien, no va a parar, por eso Lang mi fiel sirviente chino,
lo va acompañar, tengo que cuidar al muchacho y te ruego que tú, que
por edad sois más afines, lo tomes con un especial interés y seas su
amigo y confidente.

El marqués, le entrega a Ben, las copias de las transacciones y la nueva
asociación entre los cuatro nuevos socios formados por el marqués,
Albi, Joe y Ben. Al terminar ambos se besan y abrazan sellando de este
modo el acuerdo.

En el puerto todo es algarabía y movimiento entre los pasajeros que van
abordar el buque francés Bagattel con destino a Charleston en USA. Un
gran vapor de los más modernos que han construido en Francia. Una
banda de música ameniza las horas previas a la salida con melodías
alegres y ritmos festivos de marchas triunfales, el ambiente es
formidable, el muelle está repleto de gente que ha venido a despedir a
los afortunados viajeros que tienen la suerte de poder viajar rumbo
América y se contagia de su nerviosismo y expectación. El bullicio y
griterío es constante.

La salida del Bagattel es todo un acontecimiento social, en la pasarela
principal más amplia y ostentosa que las demás con alfombra roja
incluida sólo para pasajeros de primera clase, los reporteros y
periodistas se afanan en busca de famosos y gente de gran nivel social
que se apresuran a embarcar llevando consigo gran cantidad de pesados
baúles que son subidos en grandes carretillas por los empleados del
barco, quieren saber su opinión y el motivo del viaje, deben informar a
sus lectores siempre ávidos de noticias de la gente famosa. Al igual que
Joe y Ben y mucho más ligeros de equipaje sin las decenas de grandes
baúles de los dos hermanos y sin esclavos personales, también embarca
pero en pasarelas más sencillas y en el otro extremo del buque, todo
tipo de gente incluido emigrantes en busca de la soñada fortuna en
tierras lejanas.

La gente se amontona, aprieta y empuja detrás de las vallas de
protección custodiadas por agentes municipales que les impide
acercarse a los distinguidos pasajeros, el populacho quiere estar en
primera fila y no perderse el espectáculo, llevan ahí desde hace muchas
horas para no perder ningún detalle, a veces aumenta
considerablemente el jolgorio y vocerío al reconocer a algún personaje
célebre y conocido.

Como siempre, los hermanos destacan entre los pasajeros, van
ataviados con caras levitas azules y pantalones negros de la mejor
gabardina inglesa. Los McAndrew han tomado los tres mejores
camarotes de primera clase, los tres son seguidos, con vistas y balcón
privado, colindando con tres camarotes normales e interiores para sus
esclavos, tres en cada compartimento para los negros y uno para el
sirviente chino de Albi, todos con acceso directo a los aposentos de sus
amos por si requieren sus servicios tanto de día como de noche.

En toda la parte del buque que da al muelle, inmensas y espesas
cortinas de serpentinas y tiras de papel de diferentes anchuras y todos
los colores, unen a los pasajeros con los que quedan en tierra, es el
último contacto que tienen con ellos y se mueven al viento provocando
un colorido y un ambiente festivo único, constantemente y sin cesar
nuevas bandas y cintas se unen a las otras.

Llegada la hora, se han separado las pasarelas y la sirena anuncia varias
veces que el vapor está a punto de zarpar, todos los pasajeros están en
cubierta despidiéndose de los allegados y la gente que ha venido a ver
su partida, el buque muy despacio se va separando del muelle, la
excitación y el jolgorio llega a su máximo nivel, la estridencia es
mayúscula, las tiras de papel se van rompiendo paulatinamente y la
emoción embarga a todos, poco a poco el barco adquiere más velocidad
hasta salir del puerto y adentrarse a alta mar. En unas horas apenas se
advierte la figura de la costa quedando difuminada en el horizonte.

Los esclavos de los McAndrew tienen prohibido salir del camarote
durante toda la navegación y tres veces al día varios camareros les
sirven la comida, en su compartimento también disponen de los
servicios necesarios para asearse y hacer sus necesidades y al igual que
a sus amos diariamente les limpian el camarote y les hacen las camas.
Para T, Dakota y los otros esclavos les supone vivir como reyes. Sólo
llegar se han ocupado de abrir dos grandes baúles de ropa y otro de
accesorios que son los que los amos han destinado usar para el viaje y
han dispuesto el contenido en los armarios de cada uno de los
camarotes de sus amos, cuidando que cualquier vestimenta esté limpia,
planchada y a disposición de sus señores cuando estos la necesiten,
aparte de responsabilizarse de los otros baúles y cajas con demás ropa,
complementos e infinidad de objetos que han comprado como recuerdo
y que forman su amplio y extenso equipaje.

Las primeras horas de travesía son plácidas y agradables, el día es
radiante, el barco se desliza con suavidad por un mar en calma y la
tranquilidad en aquella parte del buque es absoluta. En el camarote de
Ben, están los tres cómodamente sentados en los sillones, departiendo
animadamente, rodeados del bienestar y el confort que proporciona el
camarote de lujo. Los tres esclavos de Ben han colocado sus ropas y
accesorios en los armarios correspondientes y después de abrir dos
botellas de champán, servirlo a sus señores con tres copas de cristal
tallado y colocarlas en un recipiente frío, se retiran. Los tres
millonarios amigos brindan varias veces por ellos y por su espléndido y
prometedor futuro.

Joe, Ben y Albi hablan de la plantación y los proyectos que tienen en
ella, además de ir informando a Albi de la vida diaria en la propiedad,
sus costumbres y hábitos. Además de ayudarle en los inicios y que la
toma de contacto sea lo más agradable posible, se ocuparán de
introducirlo en la alta sociedad del estado. Ben le advierte bromeando
entre divertido e irónico que seguramente será el punto de mira de las
madres con hijas casaderas. Albi está muy animado, confía plenamente
en sus nuevos amigos y este viaje a América le supone de manera
oficial entrar de lleno en el mundo social por la puerta grande.

Albi habla inglés con un leve acento francés, su rubia cabellera brilla
con los reflejos del sol que se cuela a través de los cortinajes de los
ventanales. Sigue tomando champán para celebrar la partida de Europa
y su viaje al Nuevo Mundo, mientras Ben con cierta picardía no deja de
mirar al francés, le atrae su apostura y la mezcla entre sensualidad y
timidez que a veces desprende.

Albi se muestra con ciertas dudas.

_ Amigos para mí es un alivio el que cuente con vosotros para dirigir
The Rose, yo no tengo ni idea de cómo llevar la plantación y el trato
con los esclavos. Acabo de salir del colegio y soy muy joven y sin
experiencia.

Joe está a punto de responder pero Ben toma la palabra.

_ Para ti será un poco diferente por no estar acostumbrado, pero pronto
te adaptarás al trato de aquellos animales.

Albi lo mira serio, y con ganas de aprender se atreve con su primera
pregunta.

_ ¿Debo ser muy duro y exigente?

Ben da un pequeño sorbo a su copa y dice:

_ Por supuesto Albi. Al principio a lo mejor te cuesta pero enseguida te
será fácil mandar azotar a un esclavo que se ha mostrado torpe, inepto
o descuidado.

Joe añade.

_ Tenemos irlandeses dedicados a efectuar los castigos. Son expertos
con el látigo y con el uso de los hierros al rojo. Además de ser muy
obedientes, no tienen escrúpulos.

Para animarlo Ben añade.

_ Cuando lleguemos me acompañarás a uno de los cobertizos y mandaré
que desuellen a un par de negros en tu honor. Será tu primera toma de
contacto con las duras tierras de las plantaciones.

A Albi aquellas palabras le suenan extrañas y está confundido.

_ Te lo agradezco Ben, pero no creo que sea necesario.

Joe mientras apura la copa de champaña añade.

_ No es que sea necesario, es imprescindible que te adaptes desde el
primer día, el ver arrancar la piel a un negro o alguno de sus órganos es
algo normal en la plantación y para ti verlo no te ha de suponer ningún
trauma, sino todo lo contrario, te dará la fuerza necesaria para
empezar con mano dura, ha de ser así. Por el bien de la plantación, los
esclavos no nos han de ver nunca débiles y blandos.

A Albi su tío no le ha explicado nada de todo esto, confiando en que lo
harían los hermanos, no quería que su sobrino se echase atrás y ahora
ya están en alta mar y no hay posibilidad de retorno. Albi sabe que
debe hacer frente a su destino y pondrá todo su empeño en salir airoso
de lo que se le ponga por delante, Ben continúa.

_ Eres el amo y has de demostrar tu autoridad desde el primer día.
Seguro que en los exclusivos y elegantes colegios donde has estado no
te han educado informándote de que esto existe.

_ La verdad es que no. Allí todo era cultura, arte, educación y buenos
modales.

Ben sigue abriéndole los ojos, sin engaños ni falsas verdades.

_ Pues es la realidad, pero no te ha de preocupar nosotros estamos a tu
lado, somos duros y te ayudaremos hasta que tú mismo impongas tu ley.
Además, para demostrar a todos tu valía, tú mismo deberás escoger
entre diez negros a los dos que desees que desuellen.

Cada vez Albi está más sorprendido de lo que está oyendo, Ben
continúa hablando.

_ Será bueno para ti decidir quién debe vivir y quien debe morir. Veras
que después de esta decisión no pasa nada y esto te dará fuerzas. Te
sorprenderás de ti mismo y tendrás más confianza y seguridad. Además
para que sea aún más agradable para nosotros usaremos al mismo
tiempo a unos mulatitos para que nos laman los pies y nos coman la
polla y así la sesión será mucho más amena.

Albi no sabe que decir. Joe llena otra vez de champaña las copas y
entra de nuevo en la conversación.

_ Seguramente en el colegio de jesuitas habéis salido alguna vez al
campo a comer carne a la parrilla.

_ Si, dos veces al mes, siempre que hiciese buen tiempo.

_ Muy bien, así no te sorprenderá el olor de la carne quemada de los
esclavos cuando les aplican los hierros al rojo, es el mismo que el de los
bistecs que os cocinaban en el campo.

Joe y Ben miran a Albi y sueltan una gran carcajada. El joven francés
quiere sonreírle la gracia pero no puede. Su cerebro está empezando a
cambiar la mente del muchacho, el ambiente y la forma de vida que
tenía en el colegio se alejan a pasos agigantados y pronto serán un
recuerdo lejano de su niñez, la realidad le hace madurar
precipitadamente, primero ha sido en el castillo de su tío el marqués,
con el descubrimiento del gran placer del sexo con muchas de sus
variantes y ahora con una impuesta crueldad que ya le acompañará
siempre. Durante el transcurso de este viaje sabe que no tiene otro
camino que dejar de ser adolescente y convertirse en hombre.

Los tres siguen bebiendo y la conversación sigue muy amena
informándole de más detalles, ahora hablan de las diferentes comidas y
sabores que encontrará en América, de las nuevas costumbres sobre
todo gastronómicas y de la también brillante actividad social de las
gentes importantes de allí, hasta que al rato Joe dice:

_ Bueno muchachos, os dejo. Voy a cubierta para ver quiénes son
nuestros compañeros de viaje y saludar al capitán. ¿Queréis
acompañarme?

Ben le dice que por ahora no le apetece y Albi alega que quiere
instalarse en su camarote. Joe y Albi salen del camarote dejando solo a
Ben y después ambos se separan. El joven francés entra a sus
aposentos, advierte que el sirviente chino está terminando de arreglar
su equipaje colocando en los armarios su nuevo vestuario a la moda que
se mandó hacer con los mejores sastres de París. Se acerca a una de las
ventanas, aparta los cortinajes, contempla el mar y medita sobre su
futuro.

El monótono ruido de la navegación y el silencio de la estancia hacen
que Albi se sienta un poco triste y algo temeroso por su nueva vida, un
nuevo país y unas nuevas costumbres que por lo que ha escuchado son
muy distintas de todo lo que ha conocido hasta ahora, sin embargo
tiene la suerte de tener estos buenos amigos que además de estar muy
a gusto con ellos, tienen clase y son muy amables, abiertos, elegantes y
atractivos.

Desde que hizo su iniciación, el gusanillo del sexo está dentro de él,
cuando está solo piensa en el sexo constantemente, quiere más y más
placer para sí. Se sienta algo relajado en un sillón para evitar marearse
y pensar. No se percata, cuando el joven Ben, casi dos años mayor que
él entra en su camarote.

_ Hola de nuevo, Albi. ¿Qué haces?

_ Nada, sólo pensando.

_ Bien, quise venir hacerte compañía. Sé que estar solo no es bueno.

_ Que bien que estés aquí, Ben.

Albi ve como Ben se acomoda en otro sillón y no deja de mirarlo, alto,
fuerte, rubio y joven como él, sólo le lleva unos cinco centímetros de
más.

_ Vale, amigo, lo vas a pasar bien.

Ben bate sus palmas y aparece uno de sus negros semi vestido con
pantalones marrones de satén y el torso desnudo marcando sus
musculosos pectorales. Se pone frente a los señores con la cabeza baja
y las manos a la espalda esperando instrucciones.

_ Este es Jimy boy, uno de mis tres esclavos personales. Verás que buen
tiempo pasamos con él.

Albi lo mira con agrado, intuye lo que se avecina y ordena al chino que
se retire.

_ Lang vete, desaparece.

El chino se va del camarote por la puerta que comunica con el suyo,
mientras Ben bate de nuevo las palmas, se levanta del sillón y se sienta
en la cama, señalando a Albi da la primera orden a Jimy.

_ Boy atiende al amo, como tú sabes.

El esclavo, lo hace de inmediato. Se arroja a los pies de Albi y besa y
lame sus botas marrones, mientras este sonríe algo sorprendido por la
agradable novedad de los acontecimientos y le dice a Ben.

_ Muy buena sorpresa amigo.

Aún no ha terminado de hablar cuando, requerido por las palmadas de
su amo, llega Marcus su otro esclavo, ya completamente desnudo con la
gran polla dormida mirando hacia abajo y balanceándola de un lado a
otro al andar, los esclavos conocen perfectamente a su amo Ben y no
necesitan órdenes, saben lo que desea en cada momento, ha estado
haciendo flexiones durante unos minutos para despertar sus músculos y
poder mostrarse ante Ben luciendo un cuerpo espectacular como a él le
gusta verlo, sin detenerse se postra arrodillado ante su joven amo.

_ Good boy.

Enseguida comienza a descalzar a su señor. Jimy ha quitado las botas a
Albi y tomando sus pies los huele con pasión, los besa, chupa, adora. El
chico francés da un gemido de placer, pero su atención no está en el
negro, sino en Ben, que en estos momentos restriega su pie sobre la
cara del esclavo Marcus, mientras su olor impregna la nariz del boy,
este chupa los calcetos de su amo, con energía y rapidez como sabe
que a Ben le gusta.

Albi ordena al esclavo quitar sus calcetos, éste lo hace primero con los
dientes, cosa que agrada muchísimo al joven francés, le motiva y
excita, y después con las manos. Toma el blanco, rosado y delicado pie
del amo, un pie con un arco perfecto, viril y delicado a la vez, los lame
extendiendo toda la lengua y luego chupa los dedos, uno por uno. Ahora
Albi gime con más placer.

Mientras Ben le observa y se deleita viendo su cambio, ve sus ojos azul
claro como relampaguean con pasión, esto excita aún más a Ben que le
mete los dedos de sus pies a la boca de Marcus presionando con fuerza
inmediatamente después de retirarle los calcetos.

Ahora Jimy comienza a desvestir a Albi, le quita con experiencia y buen
hacer la chaqueta, la camisa y la ropa interior, aparece su cuerpo y piel
muy blanco con vellos pequeños y rubios que cubren sus magníficas
pectorales, definidas y tentadoras, y vuelve a sentarse. A su vez Marcus
desnuda a Ben que ya se había percatado del vello de Albi durante la
prueba en París, los desea, quiere tocarlos, acariciarlos.

Una vez en pelotas y sin mediar palabra, Ben aparta al boy Marcus de
un fuerte manotazo y se acerca a Albi, pone el rostro en su pecho y
siente el vello en la cara, comienza a besarlo y a chuparlo.
Rápidamente Albi se pone más cachondo, se levanta y besa a Ben en la
boca con un beso profundo lleno de ternura y pasión.

Al terminar ambos se ríen y se abrazan sintiendo por primera vez el
calor de sus cuerpos. Jimy boy a su vez se arrodilla y traga la polla de
Albi entera, hasta la garganta, este desea seguir abrazado a su amigo y
con el gusto que le da el esclavo, jadea y respira entrecortado, pero no
deja de mirar a Ben quien le corresponde de igual modo abrazándolo
con sus fuertes brazos. Al mismo tiempo Marcus también arrodillado en
el suelo engulle la polla de su amo Ben.

Ahora los dos amigos están desnudos, los dos con mirada de deseo, se
mantienen abrazados, juntando sus rostros y con sus pollas a tope. Los
dos negros postrados a sus pies les van lamiendo, chupando y comiendo
la polla y los huevos de cada uno. Ben y Albi se vuelven a besar y se
acarician el cabello, hay química entre los dos.

Ahora los dos jóvenes se acuestan en la cama. Los negros adoptan
posiciones extrañas pero muy concisas y estudiadas para efectuar sus
servicios sin molestar con su peso a los amos y chupan, lamen, besan y
tragan sus pollas erectas y de buen tamaño. Los jóvenes señores se
colocan boca arriba y dejan hacer que los esclavos cumplan con su
trabajo, lamen al unísono y acompasados a ambos amos desde los pies,
pasando por las piernas, el vientre y el pecho con grandes lenguaradas,
utilizando una técnica sexual turca que sólo usando ese tipo de
lenguaradas se logra que la piel se ponga de gallina y produce un gran
estremecimiento corporal de placer.

Ben acostumbrado a gozar de esta técnica gime de placer y se
transporta cada vez que su negro lo hace. Albi lo mira y coge su polla
para pasarla por los labios del esclavo. Ahora está a tope, no quiere
aguantar más, toma a su boy y lo pone en posición.

Jimy una vez está colocado permanece quieto esperando que Albi lo
folle, con sus manazas separa los glúteos y presenta su culo
completamente abierto para facilitar la máxima comodidad del amo al
follarlo, Albi se levanta y lo penetra rápido, con ímpetu y seguro. El boy
atina gritar un poco mientras el joven amo lo folla muy duro con
vaivenes activos y ágiles.

Ben, al ver la oscilación de la polla de Albi en el culo del negro se
excita más, se levanta y besa la nuca de Albi que al sentir el contacto
de los labios de Ben, aún le da más duro al culo del esclavo. A Ben el
ver el culo blanco y fresco de Albi le pone más, a tope. Hace un
chasquido con los dedos y con rapidez Marcus se pone en postura para
ser follado, Ben toma las piernas del negro y las abre en dos, le mete la
polla de una fuerte y dura embestida que le arranca al esclavo un grito
de dolor, se mueve rápido.

El negro aguanta la embestida de Ben. Albi, ahora voltea al negro y lo
folla al mismo estilo de Ben, están los dos amigos uno al lado del otro
dándose gusto con sus negros respectivos, los dos bombean con ganas al
unísono y se miran con cara de vicio. Albi mientras folla ve la espalda
ancha y fuerte de Ben y su excitación aumenta.

Jimy vuelve a gemir, Albi saca la polla y se monta sobre las muy
marcadas abdominales del esclavo para acabar con una fuerte lefada en
la boca del negro. Después le pasa la polla por la comisura de los
labios, mientras la leche y la saliva brillan sobre su capullo, el negro
pasa la lengua alrededor de sus labios para recoger la parte de lefa que
ha quedado en ellos y tragarla junto la leche que tiene en la boca. Ben
acaba corriéndose en la profundidad del culo de Marcus, una lechada
blanca y espesa queda depositada en la parte interna del negro culo del
esclavo.

Los amos se estiran en la cama boca arriba y como si fuese un ballet
sincronizado, los negros se colocan a los pies de cada amo activo y los
lamen y masajean al estilo thai para agradecer al macho activo la
follada, es una delicada combinación de masaje realizada con las yemas
de los dedos y chupadas de los mismos, luego suben por las piernas
hasta llegar a los huevos y comerlos. Mientras ambos esclavos les están
trabajando, Albi mira satisfecho a Ben y sonriendo le dice:

_ Esto es lo máximo.

Ben ríe. Albi se fija en los dos negros y le comenta a su amigo que ha
advertido que las pollas de los dos esclavos siempre han estado flácidas
y dormidas y le pregunta si están castrados. Ben le contesta que a él y
a su hermano les gusta y exigen que cuando los esclavos les dan placer
tengan sus rabos bajos y dormidos, los únicos que deben gozar y sentir
placer son los amos, pero no quieren que pierdan su virilidad por lo
tanto no los han castrado y mantienen toda su hombría y su capacidad
reproductora. Han aprendido a controlar sus impulsos mentales y saben
que están para darnos gusto, es su trabajo. Pero a veces nos gusta
verlos con su rabo erecto y ordenamos que se den gusto entre ellos, es
todo un espectáculo ver como gozan viendo oscilar sus rígidas y duras
pollas las cuales por su tamaño y grosor apenas pueden sostenerse
derechas y erguidas. Para su información añade.

_ Algunos vendedores de esclavos los castran para incrementar su valor
comercial. Después de negarle cualquier líquido en un día o dos, les
extraen los testículos y después usan un hierro candente para cicatrizar
la herida, Posteriormente obligan al esclavo a tomar grandes cantidades
de agua para que se le abran los canales de la orina. No está mal visto
comprar esclavos castrados pero nosotros los preferimos completos,
cuando compramos a estos seis les obligamos que se pajearan hasta
correrse varias veces para ver el grosor y longitud de sus pollas en
estado de máxima erección.

_ Muy interesante.

_ Para que los esclavos no se exciten utilizamos un secreto de los
harenes árabes, estos negros toman durante todo el día un fuerte te de
menta pura mezclado con bromuro que también los guerreros jeniaros
tomaban antes de las batallas. Ellos mismos lo preparan y la beben, no
hace falta obligarles a tomarlo porque saben que si advertimos que
tienen una erección que no hemos autorizado, por pequeña que sea, sin
nuestro consentimiento, serán castigados.

Los dos amos siguen acostados uno al lado del otro y los negros
continúan trabajando su cuerpo. Al terminar de hablar, Ben da una
patada a su boy tirándolo al suelo y les ordena que ambos se retiren,
gira la cabeza para ver a Albi que ya lo está observando y mirándolo a
los ojos dice:

_ Ahora, creo que tú y yo nos debemos algo de privacidad.

Cuando los negros después de saludar a sus amos con una gran
inclinación de cabeza, se han marchado, Ben abraza a Albi, lo besa y lo
acaricia con ternura. Ben quiere darle confianza y dice:

_ Creo que ambos nos gustamos, me agradas y no quiero que estés solo,
siempre he esperado a un tío como tú, que sea mi revés, mi alter ego,
romántico y pasional como tú.

Albi sorprendido, sonríe medio nervioso, pero toma su mano y la besa
con un cariño extremo, lo ve de frente y le dice:

_ Si, lo soy y tú también para mí. Veremos qué pasa.

Los dos se abrazan y besan de nuevo. Ben añade:

_ Por ahora iremos lentamente, nos vamos conociendo, dominamos
juntos a estos perros y si después estamos seguros que nuestro
sentimiento es fuerte, yo me entregaré a tú y tú a mí.

Albi le contesta:

_ Estoy de acuerdo, creo que irnos explorando lentamente y sin darnos
prisa será lo mejor, la travesía dura muchos días y disponemos de
mucho tiempo, no hay duda en mí, somos uno para uno.

Ben lo abraza fuertemente.

_ De eso no hay duda alguna.

Ben se levanta y lentamente se va vistiendo, Albi lo mira sin perder
detalle y dice:

_ Ben esta noche vístete con la misma ropa que llevaste el día de la
cena en el castillo de mi tío cuando me sorprendisteis con la prueba.

Ben sonríe y contesta.

_ Aquella fue una noche especial de rigurosa etiqueta, te prometo
ponérmela en la primera noche de gran gala que tengamos a bordo.

Tumbado en la cama, Albi comienza acariciarse la polla que ya la tiene
morcillona y sin dejar de mirar a Ben dice:

_ Estabas muy elegante, me impresionaste.

_ Seguramente porque tu tío y los demás eran mayores y aparte de mi
hermano, tú y yo éramos los más jóvenes de la velada. Ahora descansa,
te vengo a buscar para la cena. Una cosa, lo nuestro se lo diremos a Joe
cuando ambos estemos seguros.

_ Por supuesto Ben.

Albi queda solo estirado sobre la cama, sus pensamientos le desbordan,
los acontecimientos se están precipitando, primero la información de
cómo será su vida en la plantación y segundo el saber que Ben está
interesado por él. Le satisface saberlo porque los sentimientos son
recíprocos, desde que le conoció ya tuvo una cierta atracción hacia el
joven y apuesto McAndrew y pensaba en Ben muchas veces al día. Le
pedirá que sea su maestro en el sexo, que le enseñe todo lo que sabe y
que quiere aprenderlo a través de él, desea aceptar todo lo que le
proponga y no negarse a nada. Sabe que a sus dieciocho años ya es
tiempo de dar un paso adelante y vivir la vida que le ha tocado, tomará
como ejemplo a los hermanos McAndrew y desde el día que pise por
primera vez su plantación piensa comportarse como ellos.

La penumbra del aposento, el monótono y acompasado ruido de los
motores y el suave movimiento del barco hace que sumido en sus
pensamientos y agotado de placer se duerma, seguro y confiado.





































CAPÍTULO VI


Luego de pasar un buen rato dominando con Albi y haberlo dejado
descansando, Ben se ha retirado a su camarote y tumbándose en la
cama ha caído en un profundo sueño. Se despierta cuando Joe entra en
el elegante y señorial aposento de su hermano para comunicarle que los
tres están invitados a cenar con el capitán. Ben sin moverse de la
cama, abre los ojos, sonríe y le dice:

_ Somos importantes hermano, la primera noche y ya cenamos con el
capitán, muchos lo desean y pocos lo consiguen.

Ben da un par de sonoras palmadas, se abre la puerta de conexión entre
camarotes y aparece su esclavo Marcus vestido con los pantalones
marrones de satén manteniendo el torso desnudo, Ben le ordena que le
prepare el baño.

Joe se acomoda en uno de los sillones y continúa con la conversación.

_ No creas, me ha costado lo mío, le he dicho que le hacía mucha
ilusión a Albi en la primera noche de este viaje tan importante para él.
Explicándole que es la primera vez que deja Francia y quizás será por
mucho tiempo, empezando una nueva vida en América.

Ben le responde.

_ Seguro que en la cena tendremos ocasión de alternar con alguien
interesante, como cuando conocimos al tío de Albi, Luis Felipe el
marqués de Saint André, durante el transcurso del viaje en barco que
realizamos de Niza a Brindisi.

Ahora los dos se ríen al recordar el encuentro con su mentor y socio.
Fue una noche mágica, ese día los dos hermanos estaban como siempre
muy elegantes, los dos estrenaban sus nuevos fraques, hechos a medida
en una de las mejores y más caras sastrerías de Londres. Durante la
cena en la lujosa mesa del capitán del vapor HSM Marianne, conocieron
al marqués, este se había sentado junto a Ben y dos damas italianas, lo
que llamó la atención de Ben hacía su persona fue su belleza, juventud,
elegancia y estilo.

El marqués de unos cuarenta y tres años se veía imponente en su traje
de etiqueta, Ben notó que también lo miraba, entre copa y copa de
champaña ambos fueron rompiendo el hielo. Al final de la cena Ben ya
reía de sus historias y relatos de doble sentido. El marqués al salir, los
convidó a seguir tomando y hablar más con los dos hermanos, estaba
impactado con ambos.

El camarote de primera del noble estaba decorado muy similar al suyo,
con grandes cortinajes de terciopelo azul rey y grandes sofás de estilo
imperio tapizados en la misma tela. Los tres se sentaron a hablar y
pronto descubrieron sus mutuas pasiones, esa noche se selló
definitivamente la amistad entre los tres, aunque el marqués doblaba
en edad a Ben, el menáge a trois fue un completo éxito, propiciado a
partes iguales por el vicio del marqués experto conocedor de cómo
hacer disfrutar al hombre y el resultado de haber ingerido en
abundancia fuertes bebidas alcohólicas.

El marqués como buen versátil, variable y caprichoso usó todo tipo de
técnicas sexuales para hacer gozar a ambos hermanos y finalmente fue
follado de lo lindo por los dos y estos lo hicieron con estilo,
encontrándolo mucho más placentero que follarse a un negro. Avanzada
la noche para hacerles disfrutar aún más, se les unieron los sirvientes
del marqués y Joe y Ben descubrieron placeres que antes no habían
imaginado ni en sus mejores fantasías.

A partir de aquel día el marqués de Saint André, para ellos simplemente
Luis Felipe los guió por los caminos del libertinaje, la lujuria y el placer,
y junto a él entraron en el mundo de la lascivia y el vicio en sus más
altas cimas. Ambos recordaban con agrado y deleite las aventuras
sexuales con el marqués.

El esclavo Marcus avisó a su amo que el baño estaba a punto y su señor
le dijo que fuera a buscar a Jimy, hoy le apetecía que lo bañasen entre
los dos. A su vez Joe dijo que a él también le agradaría bañarse y se
marchó a su camarote para llevarlo a cabo. Al despedirse quedaron
para verse antes de ir a la cena.

Poco antes de la hora y con puntualidad británica ambos hermanos
fueron a buscar a Albi que ya los estaba esperando y los tres vestidos
con la elegancia que exige el protocolo, se encaminaron al comedor
principal que resplandecía por la iluminación de dos grandes arañas de
cristal y la perfecta disposición de las mesas, decoradas con manteles
de hilo y encajes de Bruselas. En el centro del salón grandes briseras de
cristal iluminaban y decoraban los centros de las mesas, con lo cual el
cristal brillaba de una manera especial y junto con la platería parecía
que tuvieran luz propia.

Los tres se distinguían entre el resto de invitados por su juventud,
belleza, simpatía y atractivo físico natural, se dirigieron hacia la mesa
del capitán que ocupaba un lugar preferente del salón. Las tarjetas
decían el nombre del invitado y su lugar en la mesa. Ben se sentó junto
a la hermosa hija de un plantador muy rico de Charleston, Albi al lado
de la esposa del primer oficial y Joe para su sorpresa, se halló sentado
al lado de un guapo y joven plantador de New Orleans, Javier de
Berenguer, alto, de cabello negro azabache y la piel blanca, con un
cuerpo que se le marcaba atlético dentro de su elegante vestimenta. El
típico mediterráneo que le mola y fascina a Joe.

Inmediatamente después de las presentaciones, Joe comienza hablar
con él y ambos se dan a conocer entre sí, los dos intercambian
opiniones sobre cultivos, esclavos y la producción de sus respectivas
plantaciones. La de Javier llamada El Paso es una de las más grandes de
Louisiana, tiene más de ciento cincuenta mil acres y más de mil
esclavos negros, la llaman La Reina del Algodón.

La familia de Javier por parte de padre es española, proviene de la alta
nobleza de las Vascongadas, su abuelo fue el último gobernador español
antes que los franceses tomaran la colonia para vendérsela después a
los norteaméricanos. Javier es una mezcla de lo español y lo francés
con un toque yanqui.

Joe está deslumbrado por el joven de veinticuatro años, su apostura,
sus modales y su virilidad también seducen a Ben, piensa para sí mismo
que si Joe no hubiese insistido con el capitán, seguramente nunca
hubiera conocido a este bocato di cardenale porque normalmente este
tipo de gente mantienen una extrema reserva de su intimidad,
aparecen en público sólo en contadas ocasiones y muy poco o casi
nunca en cubierta.

Todos ya están en la mesa y hablan de temas banales, no se toca la
política y menos de la esclavitud por respeto a las damas presentes,
aunque la mayoría de invitados a la cena son familia de los más ricos
plantadores del sur que vienen de vuelta después de haber pasado sus
temporadas sociales y vacacionales en Francia, Inglaterra e Italia.

Todos hablan en el más exquisito francés mezclado con el inglés y su
fuerte acento sureño. Ben ha captado las intenciones de Joe y dice para
sí mismo, ha comenzado la cacería, cada vez que Joe gusta de alguien,
se transmuta, sus ojos azules profundos se tornan brillantes y chisposos,
y las mejillas tienden a colorearse más, mira a su hermano, cruzan sus
miradas y sonríen. Joe por la cara que ha puesto Ben ha percibido que
su hermano lo ha descubierto otra vez.

Al terminar la cena las damas se retiran y los caballeros permanecen
sentados, hacen la sobremesa entre copas de cognac y excelentes
puros, incluso el joven Albi se atreve con un gran habano, para Joe y
Ben ya es habitual. Todos están hablando, ahora sobre la política del
Norte hacia el Sur y la posible suspensión de la trata de esclavos, sólo
cuatro países en América tienen trata de esclavos, Brasil, Cuba, el Sur
de USA y Puerto Rico.

Entre copa y copa, Joe intima más con el apuesto y guapo Javier, los
demás caballeros se van retirando paulatinamente, sólo Ben, Albi y el
primer oficial permanecen todavía sentados alrededor de la mesa,
siguen hablando. Al acabar los puros el oficial se retira. Al despedirse
Joe cae en la cuenta que tiene que irse, es el momento para saber si
Javier es un tío de la misma índole, tirará la caña, si acepta ir a su
camarote es que siente la misma química, pero Joe el altivo cazador es
sorprendido porque el mismo Javier es el que se adelanta.

_ Tengo un excelente brandy español en mi camarote, estáis los tres
invitados para probarlo y os mostraré unos nuevos libros sobre los
adelantos técnicos para las plantaciones.

Ben y Albi ligeramente mareado por el coñac y sobre todo por el
habano al ser todavía un fumador novato, declinan amablemente para
mejor ocasión, Joe acepta pretextando su interés por los libros. Ahora
ambos plantadores caminan despacio hablando muy animadamente y
tomando la fresca brisa de la cubierta que les da suavemente en el
rostro, están completamente solos y la noche es casi perfecta,
estrellada y sin luna, el silencio es total abortado sólo por el pequeño
pero constante ruido producido por el vapor y el choque de las olas con
el casco del buque.

Dejan la cubierta y llegan al camarote de Javier donde reina un lujo y
un refinamiento de bon vivant, de alguien que siempre ha sido rico y
aristócrata, ambos se sientan en dos magníficas poltronas de cuero
marrón tachonado con bronce. La luz apacible y tenue de las velas de
dos candelabros proporciona una perfecta penumbra que invita a una
intimidad relajante. Javier hace sonar una pequeña campana de cristal
y al instante aparece un joven mulato de piel clara y ojos verdes.

_ Boy, trae brandy y habanos.

El esclavo se retira y aparece después con una enorme bandeja de plata
llevando dos grandes copas de cristal de bohemia tallado, una botella,
mechero y una caja de plata maciza, lisa y en la tapa el escudo de
armas de la familia de Javier.

El boy sirve el licor con extrema profesionalidad, enciende los puros
con la confianza y experiencia que da el haberlo hecho cientos de veces
y después de una reverencia inclinando la cabeza, se retira. Al
quedarse solos comienzan a verse mutuamente y medirse uno con el
otro. Beben el brandy muy despacio manteniéndolo unos momentos en
la boca para degustar completamente su sabor antes de tragarlo y dan
buenas caladas a los puros haciendo unos perfectos anillos de humo que
lentamente suben al techo deshaciéndose por el camino. El silencio y la
semioscuridad de la sala propicia al disfrute y al placer pero ninguno se
atreve a dar el primer paso. Joe está algo desconcentrado, Javier no es
nada novato como él creía. Javier nota la turbación que produce en
Joe, lo mira fijamente y lo increpa.

_ Venga tío, llevas toda la noche tirándome los tejos y ahora estás
cortado.

_ No es eso, me atraes mucho, tiendo a llevar siempre la iniciativa,
pero hoy tú te has adelantado.

Javier ríe.

_ Soy un Alfa hunter Joe, amo cazador por naturaleza, tío activo.

Javier deja la copa en la mesa, el puro en el cenicero, se levanta, se
aproxima a Joe y sin mediar palabras se inclina en el sillón, acerca su
cara al rostro de Joe, su boca se junta con los labios del rubio
americano y lo besa en la boca de forma apasionada, al separase
quedan unos hilos de saliva en los labios de ambos. Joe se levanta y
ahora responde igual, abrazos, más besos en la boca, jadeos, besos en
el cuello y tocamientos de cuerpos. Cuando Joe trata de acariciar su
culo es detenido por él.

_ No tan deprisa, lento Joe, no soy pasivo, aquí, veremos quien manda
a quien.

Dejan la antesala y pasan al dormitorio que está iluminado muy
tenuemente por tres candelabros pero de sólo dos velas cada uno y
deja la iluminación como cuadro barroco de Georges de La Tour. Javier
lo guía y ambos comienzan a quitarse las chaquetas, quedan sólo en
pantalones, tirantes y las camisas de seda blanca abiertas mostrando
todo el pecho. Ahora con la mano buscan los pezones, se acarician, se
besan, hay pequeños resuellos de placer en ambos.

Joe está pletórico de gusto, para él hacerlo con un igual es lo mejor.
Sus piernas tiemblan, pero al mismo tiempo quiere más. Javier lo
acaricia ahora por la espalda, termina sacándole la camisa, la
camiseta, le lame la espalda y se detiene especialmente en la nuca, la
besa, lo vuelve a lamer.

Joe se estremece como nunca lo ha experimentado, ahora Javier lo
empuja hacia la cama y se monta sobre él, le besa el pecho y lo
empieza a lamer, le chupa y come los pezones, primero uno después el
otro y de vuelta otra vez al primero hasta conseguir ponerlos duros y
erectos, lo que lleva a Joe hacia un relax sexual que nunca había
sentido.

Javier ahora se desnuda del todo, Joe lo observa y ve con placer como
aparece un cuerpo muy blanco con poco vello corporal, que deja ver un
pecho perfecto con pectorales definidos y macizos y un vientre plano.
Las piernas musculosas y fuertes, piernas de jinete y unos hermosos
pies, grandes y varoniles.

Joe a su vez se quita los pantalones y termina de desnudarse. No
aguanta más, se arroja sobre Javier, lo besa, lame, hace cosas que
nunca hubiese hecho, como lamerle las axilas, lo continua besando.
Javier explora su cuerpo, lo toca delicadamente en el abdomen con sus
labios dándole pequeñas lamidas seguido de un abrazo profundo y un
prolongado beso francés en donde ambos se tocan casi la garganta con
sus lenguas, mientras ambos se dan profundas y largas caricias por
todas partes del cuerpo de cada uno.

Ahora Javier está jadeante, con una actitud algo dominante pone a Joe
completamente estirado baca arriba y come su polla hasta el fondo,
lame sus huevos, toca y acaricia cada parte íntima de su cuerpo. Vuelve
a tragar su rabo, pero al chuparlo le da pequeñas lenguaradas en la
cabeza de su polla que ponen a Joe aún más a tope.

Javier, con su polla al máximo de erección se la da a Joe para que se la
coma. Joe se la traga, la lame, la succiona y chupa. Es la primera vez
en mucho tiempo que él traga y complace una polla. Javier se la pasa
por la cara, las mejillas y con el capullo le roza los labios una y otra
vez. Joe delicadamente los separa, abre la boca y Javier se la mete de
nuevo hasta el fondo, Joe siente la polla caliente en su boca, se
atraganta, pero mientras la chupa y la traga, Javier le acaricia la de él,
placer mutuo que hace delirar a ambos.

Luego estando los dos a tope, Javier vuelve a sorprender, lo voltea y
comienza a chupar el ojete de Joe, lo lame y lo lengüetea, le come el
culo con pasión, Joe vuelve a estremecerse otra vez, pocas veces le
habían tocado su culete. Javier lo sigue chupando, con las manos
levanta la cintura de Joe para tener el culo más accesible y lo vuelve a
devorar, el placer es el máximo.

Joe en su delirio de placer no se percata cuando Javier se le monta
encima y une sus manos con las de él y frota su polla en el agujero para
penetrarlo, primero le introduce sólo la cabeza, luego todo el cuerpo
completo de la polla, dura y erecta desvirga el blanco culo de Joe que
grita, le sale una lágrima por el dolor, Javier le susurra.

_ Calma, vas a gozar a tope.

A cada movimiento de Javier dentro del cuerpo de Joe, le produce a
Joe dolor y placer al mismo tiempo. Cada vez el empuje es más fuerte
y se la mete con más profundidad llegando al centro del culo. Joe grita
pero ahora de placer, quiere que termine ya pero a la vez su cuerpo
pide más, Javier capta el movimiento corporal de Joe que le permite
meterla aún más, el bombeo es rápido, duro, Javier jadea y resopla
sobre él.

De repente la saca del cuerpo de Joe, lo abraza y se corre. Luego chupa
la polla de Joe y lo hace acabar estallando la gran lefada en su cara.
Ambos están jadeantes y se abrazan. Quedan uno al lado del otro en la
amplia y confortable cama, apoyan su cabeza en los blandos
almohadones y se cubren con la sábana de seda. Joe le dice:

_ Y te veías tímido, tío.

_ A veces engaño, tío. Eres de lo mejor.

_ Creo que esta travesía va a ser muy interesante, más aún contigo.

Para sellar su amistad se abrazan, se besan y ambos se duermen juntos.

Un rayo de sol se filtra por la claraboya y da de lleno sobre la cara de
Joe, este se despierta todavía algo mareado por la resaca del día
anterior. El silencio es total, mira a su alrededor y advierte que no está
en su camarote, enseguida recuerda lo que ha pasado la noche anterior.
En la cama a su lado Javier duerme a pierna suelta. Lo mira durante un
rato, incluso dormido no ha perdido su atractivo. Piensa para sí, joda,
este ángel durmiendo tranquilo después de follarme ayer, todavía me
duele el ojete, pero, ya verás cazador lo que te va pasar.

Joe se toca los huevos y acaricia la polla, la tiene dura y rígida aprieta
suavemente el tronco y pasa dos dedos por el capullo, está a tope. Se
levanta muy despacio, lo más lento posible y con extrema precaución
para no hacer ningún ruido, consigue que Javier no se despierte. Agarra
el extremo de la sábana de seda y poco a poco lo va destapando,
aparece primero su magnífica espalda. Joe sigue tirando suavemente y
ahora ve un hermoso culo con nalgas que parecen dos nectarinas para
acariciar.

Joe se empieza a excitar y la acompasada respiración de Javier le
confirma que sigue completamente dormido, mira el cuerpo relajado de
su nuevo amigo, se agarra la polla y comienza a trabajarla, cuando la
siente dura y erecta, se coloca al lado de Javier, lo ve desprotegido y
con un sueño profundo, prepárate hunter, el gran cazador va a ser
cazado.

Joe le acaricia el ojete y lo comienza abrir con los dedos muy
suavemente. Ensaliva su polla lo suficiente para lubricar para clavarle
de una, se monta sobre él y lo empieza a follar duro metiéndola toda
de golpe y moviéndose rápido y fuerte. Le sujeta las manos
fuertemente. Javier despierta con un gran grito.

_ Joda, que estás haciendo.

_ Mi caro Javi, haciéndote mío.

Joe enseguida le tapa la boca y los gritos y protestas de Javier quedan
ahogados, no se oyen. Joe lo tiene inmovilizado con su peso. Ahora sólo
se escucha su fuerte resoplar, su movimiento de pelvis hundiendo aún
más su potente polla dentro de él. Javier se agita, intenta mover las
piernas pero no puede hacer nada, Joe le está follando en toda regla.
Le susurra al oído.

_ Me mola tu culo. Está cerrado y virginal como un bebé.

Joe sigue bombeando durante un tiempo hasta que ya no puede
contenerse y acaba corriéndose en la espalda de Javier. Joe cede y
Javier se voltea rojo por la excitación y sólo atina a lanzar un fuerte
golpe que Joe esquiva hábilmente.

_ Eres un puto bastardo, cómo te atreviste a violarme.

_ Tranquilo Javier, sabes que te gustó que lo hiciera. Deja la bronca y
dame lo mío.

Joe lo abraza bien fuerte, al principio Javier quiere zafarse pero al
final cede, lo mira fijamente y después le dice:

_ Bien Joe, estamos a mano, ya se bien que sabes jugar, tío.

_ Vale Javi, te puedo decir así.

_ Tú dime como te provoqué, pero esto no acabará aquí.

Joe lo mira sonriendo y contesta:

_ Lo sé y eso me estimula mucho más. Esta travesía será de lo mejor.



CAPÍTULO VII

Las semanas han transcurrido rápidamente y el viaje está resultando
excelente para los viajeros de primera clase, además el tiempo ha
acompañado y el mar ha estado siempre tranquilo con el aire en calma,
el capitán les ha dicho que está siendo uno de los viajes más apacibles
que ha vivido en toda su carrera como máximo responsable de un gran
vapor, sin ninguna tormenta importante ni cualquier inconveniente ni
dificultad que pudiese empañar la placentera travesía.

Los cuatro amigos han tenido tiempo para conocerse bien, solazarse
entre ellos y servirse de sus esclavos en los momentos que necesitan
más acompañamiento sexual. Actividad a la que se dedican diariamente
durante toda la navegación, acompañándola con la relación social con
el resto de viajeros de primera clase en los elegantes y prolongados
almuerzos y cenas, los suntuosos bailes y los amenos juegos de salón.

Ahora sólo están a tres días de Florida y del golfo de México, después
de parar en Martinica y Veracruz, la siguiente escala es New Orleans, en
la cual el vapor Bagattel estará cinco días antes de zarpar de nuevo
hasta su destino final, la ciudad de Charleston. Estos días se emplean
para descargar y cargar mercancías en el buque y los pasajeros
aprovechan para visitar la famosa y gran ciudad de New Orleans.

Joe ha consolidado su amistad con Javier, son el uno para el otro,
tratándose de dominar mutuamente, apenas disimulan la pasión que
siente el uno por el otro. Se han violado muchas veces, sometido ambos
y han jugado fuerte.

Javier les invita a pasar estos días en la mansión que su familia posee
en la ciudad, les hará de guía enseñándoles los lugares más importantes
e interesantes. La mansión de la ciudad es un símbolo de status ya que
es habitual que los grandes plantadores tengan dos grandes casas, una
en la plantación y la otra en la ciudad para pasar las temporadas
sociales. La de la familia de Javier se encuentra en La Salle Street, una
de las más exclusivas de la ciudad.

Los cuatro amigos desembarcan, los recoge un lujoso coche negro inglés
con el escudo de armas de los Berenguer pintado en las puertas y
cuatro carretas para cargar el inmenso equipaje que Javier trae de
Europa y los cuatro esclavos personales que lo sirven. Joe, Ben, Albi y
Javier se sientan en el lujoso carruaje para ser llevados a la mansión.

La ciudad reina del sur se muestra ante los cuatro amigos esplendorosa.
New Orleans es un auténtico cruce de muchas culturas, la ciudad ofrece
una hermosa arquitectura de influencia francesa, a Joe, Ben y Albi les
impresiona el lujo, el bullicio del ambiente, los balcones enrejados y la
belleza de mulatas y mulatos que deambulan por las calles.

Albi está deslumbrado, es la primera vez que pisa tierra americana, le
fascina el sol, el colorido de las calles y sobre todo la gente de todos
los colores que va caminando por las calles, los vendedores y la música
que se escucha aquí y allá. Por todos los comentarios que hace el joven
francés, los tres sureños se ríen. Javier le dice:

_ Te prometo que vas a conocer toda la ciudad y la vas a gozar
totalmente a plenitud.

El carruaje se detiene frente a una imponente mansión de estilo
neoclásico con imponentes columnas corintias y una monumental
escalera de entrada. Al llegar son recibidos por dos esclavos mulatos
vestidos con magníficas libreas de terciopelo azul, calzones azul claro
de seda y medias blancas también de seda con zapatos negros Luis XV
con hebillas de plata.

El interior reboza lujo, refinamiento, con una decoración francesa
estilo imperio. Una gran araña de cristal ilumina un gran hall con un
piso de mármol blanco y una gran escalera de madera impresionante
que da vuelta en si misma toda de roble. Javier les da la bienvenida a
sus amigos.

_ Desde ahora consideraos como en vuestra casa.

Aparece su mayordomo inglés y Javier le da instrucciones para que
ubique a los invitados en las habitaciones de huéspedes importantes.
Joe mira con curiosidad la lujosa decoración, cuando Javier los invita a
la gran biblioteca que también sirve como despacho y salón informal, él
traga hondo al ver una inmensa librería tallada en roble y nogal.
Impresiona la tracería de los ornamentos góticos y los grandes cuadros
de los antepasados de Javier. Grandes alfombras persas cubren el
pulido suelo de madera, sillería gótica en nogal negro, grandes consolas
con espejos del mismo estilo y una gran araña de cristal con globos
tallados y adornos de bronce.

Joe se queda casi mudo, no sabe que decir, hasta ahora es lo más lujoso
que ha visto en el sur. Una gran vitrina de nogal y cristal sirve para
guardar una gran colección de armas de todas las épocas a los lados de
dos armaduras españolas en acero y adornos de plata sobre dorada del
siglo XV.

Los cuatro amigos toman un buen brandy mientras charlan y planean lo
que van hacer después de cenar. Javier les ha prometido una gran
noche en New Orleans, pero Ben y Albi se retiran. Con una excusa
Javier retiene a Joe. Espera que los otros hayan marchado y dice:

_ Mientras tu hermano Ben y Albi descansan, ahora vas a ver una de mis
pasiones. Te voy a llevar a un lugar donde vas a flipar.

_ Vale Javier, que cosa es.

_ Ahora lo veras.

Javier abre una puerta falsa que está en la librería y a través de ella lo
conduce por una escalera estrecha iluminada a duras penas por dos
faroles. Llegan a un gran sótano iluminado por luz cenital y lámparas de
gas. Javier lo va guiando hasta llegar. El lugar es muy amplio, hay
aparatos de entrenamiento y una especie de ring donde están
entrenando dos grandes negros musculosos con dos rudos irlandeses.

La luz cenital es un tipo de iluminación concentrada que se consigue
mediante un especie de focos que cuelgan del techo y la luz que
proyectan incide sobre los objetos de forma vertical describiendo un
ángulo muy agudo, desfigura los rostros y los cuerpos de los que están
debajo produciendo un efecto muy especial, muy apropiado para incitar
el morbo viendo entrenar y luchar a los negros bajo esta luz.

Nick un fornido y alto irlandés le da la bienvenida.

_ Cómo está sir Javier, me alegro de verle.

_ Bien Nick, llegando de viaje. Cómo está todo en el sitio.

_ Bien señor, esperando su llegada. Vamos a luchar hoy. Usted me había
dicho que se haría con usted o sin su presencia.

_ Claro Nick, tienes carta blanca. Vamos a ver a los luchadores. A
propósito, te presento al caballero Joe.

_ Encantado sir. Vamos a ver a los mandingos.

Nick bate palmas, los forzudos negros dejan de entrenar y se acercan a
ellos, los dos son altos de casi uno noventa cada uno. Javier le comenta
a Joe.

_ Los dos son mandingos de una raza guerrera, los utilizamos para la
lucha y para controlar a los esclavos rebeldes.

Javier ordena a uno de ellos que se acerque aún más para que Joe
pueda apreciar su calidad. Joe palpa al mandingo, este se pone firmes y
se deja tocar, todo él es pura fibra y músculo.

Mientras Joe lo soba, Javier mirando al mandingo, le comenta a Nick.

_ Te felicito por el entrenamiento, los dos están mucho mejor que
cuando les vi por última vez.

_ Gracias sir, es mi trabajo. Me alegro que le complazca.

Javier se dirige a su amigo Joe, señalando unos negros que están más
alejados. Forman un grupo variopinto que van desde los veinte hasta los
cuarenta años.

_ Estos que ves atrás son esclavos rebeldes, son los esclavos que han
tratado de huir, que han sido castigados más de tres veces con azotes,
pero que no aprenden, los usamos para los entrenamientos y para lo
que pronto vas a ver.

_ Venga Nick, todo listo.

_ Sí, sir.

_ Entonces manos a la obra, ocúpate de todo, nos vamos.

Ahora Javier y Joe se dirigen a las afueras de la ciudad, muy cerca del
señorial cementerio de la ciudad se alza un gran tinglado apenas
disimulado por los grandes árboles y muy cerca de los pantanos, a pesar
que estamos a media tarde y que la intensidad del sol ya disminuye, en
esta parte el calor es casi insoportable por estar cerca de los
manglares.

El carruaje que los lleva se para junto a otros y los dos esclavos
postillones descienden raudos para abrir la puerta a los señores. Javier
y Joe descienden y se dirigen hacia las escaleras principales del gran
cobertizo, el cochero y los postillones se quedan vigilando el carruaje
junto a los cocheros de los otros vehículos.

Es un gran galpón cuadrado de construcción sencilla pero robusta,
grandes pilares de madera sostienen un rústico techo cubierto por
cañas que protegen a los espectadores de los rayos del sol, en el centro
un amplio suelo de arena destinado para la lucha, está rodeado de
vallas de unos dos metros de altura y encima de ellas un elevado
entarimado también de madera donde hay ocho filas de bancos a
distintos niveles para tener una completa visibilidad dando la vuelta a
todo el perímetro del recinto. El público accede a ellos por varias
escaleras, una en cada esquina del cobertizo.

De los cuatro lados, uno está reservado a los plantadores y a los blancos
ricos no permitiendo su acceso a mulatos, es la tribuna principal y hay
grandes diferencias, los sencillos bancos de madera han sido sustituidos
por sillas de ratán y mimbre, y también en distintos niveles. Entre silla
y silla hay unas pequeñas mesas o soportes.

En la parte delantera no existe ninguna valla ni tipo de protección hacia
la arena para de este modo permitir la visión de las primeras filas, al
moverse por el extremo hay que ir con cuidado en no resbalar porque
cualquier tropiezo puede precipitar al espectador al vacío.

Al no haber paredes el aire circula libremente para refrescar durante
los calurosos días de verano, a pesar de esto la parte noble está situada
en el lado más fresco del tinglado.

A las mujeres les está prohibida la entrada, tanto blancas como
mulatas, sin embargo a los hombres les es permitido el acceso y sin
límite de edad, los niños varones pueden acompañar al padre o ir con
los amigos o solos.

En la parte de atrás y a todo lo largo de la tribuna hay un mostrador de
madera en el que han depositado platos de distintas frutas ya peladas y
troceadas, tortas de maíz, grandes copas de cristal para servir brandy y
varias cajas de puros, es atendido por diez esclavos mulatos que están
atentos a cualquier señal o indicación de los señores para servirles los
productos.

Javier y Joe han subido las escaleras y llegado a la tribuna, todavía hay
poca gente. Javier saluda a dos jóvenes a los cuales les presenta a Joe.
Javier tiene sillas reservadas en primera fila, es un privilegio para los
que suministran esclavos para el espectáculo. Mientras van hacia el
lugar que les corresponde también le presenta a dos grandes
plantadores de la ciudad y a varios personajes importantes, todos traen
luchadores negros mandingos y esclavos rebeldes. Se acomodan junto a
un joven de su misma edad, atractivo y muy bien parecido.

_ Hola Javier. ¿Recién llegado?

_ Si Nelson, no me iba a perder esto. Con cuanto entras.

_ Con mil dólares oro.

_ Bien, apuesta tomada.

Enseguida aparecen dos servidores mulatos que depositan en las
mesitas de Javier y Joe los platos de frutas y tortas, les sirven las copas
de brandy y les encienden los puros. Poco a poco la zona se va
llenando. Joe esta perplejo y asombrado del gran ambiente, mira las
graderías de enfrente y de los lados, la visión es perfecta. Se está
formando una congregación de hombres de todas las razas.

Se va llenando todo el recinto siendo la parte del populacho el lugar
donde están más apretados buscando la mejor visibilidad. La algarabía
es general, los que más gritan son los blancos pobres llamados withe
trash por los ricos. Todos blanden billetes pequeños y monedas de dólar
de plata o de oro.

Javier y Joe comen algo de fruta, saborean el brandy y dan buenas
caladas a los habanos. Ya es la hora, las graderías se han llenado por
completo y en la tribuna no queda ninguna silla vacía, todo el mundo
está expectante.

En la arena comparecen dos fornidos negros de casi dos metros de
altura y al estar muy untados de aceite su musculatura se ve
espectacular, los dos llevan un pequeño taparrabos, uno de color rojo y
el otro blanco, se colocan uno junto al otro frente a la tribuna principal
permaneciendo quietos, firmes, esperando la orden de empezar, miran
al plantador de mayor edad que autorice el comienzo de la lucha.
Javier le dice a Joe:

_ Estoy arrepentido de no haber invitado a tu hermano a que viera esto,
porque creo que Ben aguantaría muy bien, sin embargo me alegro que
Albi no esté porque es muy joven y todavía no tiene el suficiente
estómago.

En todo el recinto se hacen comentarios sobre la calidad de los
luchadores, por su cuerpo, juventud y envergadura se adivina una
buena lucha. Los de tribuna son los que los pueden apreciar mejor
porque los tienen más cerca, sobre todo Javier y Joe que están en
primera línea.

El plantador decano mira a todos lados y tira un pañuelo blanco.
Comienza la pelea, uno de los negros ataca con los puños a su rival,
parece que se tanteen, estudien, pero fuertes golpes van del uno al
otro, los espectadores azuzan más con sus gritos. El primer negro el del
taparrabos rojo es el más agresivo, viene de una plantación río arriba
en lo profundo del Misisipi, pega un golpe duro y rápido sobre la mejilla
de su contrincante que le hace tambalear, esto produce que el pómulo
se rasgue y brote sangre a granel. Joe al verlo le pregunta a Javier.

_ ¿Esto se para aquí?

Javier le mira sonriendo y responde.

_ Tú sólo mira.

El otro negro contraataca con un fuerte golpe en la mandíbula que
provoca que le salten varios dientes y más sangre, los escupe y le tira
otro puño al estómago que dobla a su oponente. El ruido de la gente es
ensordecedor. Un amigo de Javier que tiene al otro lado le grita: está
buena hoy. Más golpes y patadas, la pelea no tiene descanso, dura buen
tiempo más de diez minutos de golpes seguidos del uno al otro.

En medio de un forcejeo el negro arranca el taparrabos blanco de su
rival quedando completamente desnudo, pero la lucha continúa. La
gente chilla animada hasta desgañitarse. Otro golpe rompe la nariz del
negro, mientras bufa y grita con todo el ardor de la lucha.

La sangre y el sudor marcan todo su cuerpo, su oponente ataca de
nuevo con una doble combinación de golpes que éste los esquiva a
duras penas con habilidad asombrosa, le tira un fuerte golpe en toda la
sien y le parte las cejas, la sangre le entra en los ojos, sin embargo se
recupera con rapidez respondiendo con un fuerte golpe en el cuello.

En la tribuna todos vociferan animando a uno y otro. Los dos amigos se
revuelven en sus cómodas sillas, se nota que Javier está disfrutando y
Joe fija la vista en la lucha sin perder detalle de los golpes oyendo
perfectamente el chasquido de los impactos y el resoplar de los
luchadores.

Más sangre brota del otro negro, el negro de las cejas partidas
trastabilla, su oponente no espera, le mete un triple gancho en la
mandíbula, las mejillas y al costado, ya lo tiene. Joe oye como los
gritos de la plebe se junta con los de la tribuna de los blancos ricos.

Sangre, sudor, dolor y más golpes hacen que el negro caiga, formando
en el suelo un gran charco de sangre espesa que se une en la tierra,
intenta levantarse pero tres golpes más hacen que tratando de
defenderse vuelva a caer pero el otro se le monta encima y le propina
una lluvia de fuertes golpes que le deforma la cara convirtiéndola en
una masa sanguinolenta. Excitado y sonriente le dice Javier a Joe:

_ Está listo.

El negro inconsciente cae en las manos de su contenedor, el esclavo
ganador totalmente ensangrentado mira a la tribuna esperando una
señal. Un hacendado pelirrojo le pregunta al dueño del negro derrotado
que está muy cerca de donde se encuentran Javier y Joe.

_ Lo vas a sacrificar o te quedas con un negro guiñapo.

El amo respira hondo y le dice:

_ Que más, ahora ya no me sirve para nada. No lo quiero.

El pelirrojo da una señal y el luchador vencedor procede a partirle el
cuello a su oponente vencido. Al hacerlo un grito atroz se oye y después
el bullicio y alboroto general. Los corredores pagan las apuestas, Javier
gana tres mil dólares, es feliz y eso mismo grita perdiendo su
compostura habitual. Joe está maravillado esto es el delirio, lo que ha
visto le ha excitado mucho, está en las nubes del placer.

_ Javier, eres lo máximo, ha sido fabuloso.

_ Si Joe, sabía que te agradaría verlo, pero todo esto en secreto.

El negro vencedor completamente ensangrentado y agotado saluda al
público que lo vitorea levantando los brazos, mientras dos empleados
negros cogen por las piernas el cadáver del vencido y se lo llevan
arrastrando por el suelo dejando tras si un pequeño reguero de sangre.

De repente se escucha un grito unánime de la multitud pidiendo,
perros, perros, wild dog. El vocerío es unánime. Joe pregunta:

_ Qué pasa ahora Javi.

_ Estate atento, vas a ver.

Se abren las apuestas que dan a la arena, en unos momentos aparecen
unos cincuenta esclavos rebeldes de las plantaciones de El Paso,
Bagatelle, Pardise, The Forte y Mont Blanc, van desde los diecinueve
hasta los cincuenta años de variada condición. Se desplazan hacia el
centro de la arena formando un grupo, miran asustados y con pánico las
graderías. Todos están espantados y algunos tiemblan de terror llorando
de miedo.

Los bunkers recorren la tribuna de los ricos y se reparten entre el
populacho, recogiendo dinero de las apuestas para la próxima
atracción.

Javier da un buen sorbo a su brandy, Joe ya lo ha terminado y aparece
un servidor mulato sirviendo de nuevo una buena cantidad de licor en
las dos copas. Javier le indica a Joe cuáles son sus esclavos
señalándolos con un dedo y después de hacer un comentario con dos
conocidos sentados en la fila de atrás, apuesta mil dólares por sus
esclavos de El Paso.

Para informar a los presentes, el voceador repite que son algunos de los
negros más rebeldes de Luisiana, sus amos los han traído hasta aquí
para que tengan un final digno. Joe no da cabida a lo que está oyendo y
a lo que ven sus ojos, parece los juegos del circo romano. Gratamente
sorprendido y sobreexcitado, mientras bebe un poco de brandy,
comenta:

_ Joda, Javier, esto es alucinante.

Javier sabe que su amigo está gozando como nunca y para su
información le dice:

_ El esclavo que sobreviva, pagan cien a uno.

Más gritos de algarabía general, a los negros les han entregado para
defenderse sólo rastrillos y pequeños cuchillos. A una orden del juez se
abre una puerta y aparecen cien perros salvajes de los más bravos y
agresivos de la región, la gran mayoría parecen lobos. Para aumentar su
ferocidad les han mantenido bastantes días sin comer y están muy
hambrientos, todos tienen afilados colmillos y su mordida es fatal.

Los negros quedan aterrados cuando son rodeados de inmediato por los
perros, los esclavos intentan mantenerse agrupados y tratan de
defenderse con los rastrillos y puñales, pero hay dos perros por cada
negro. Los animales salvajes no esperan, el hambre aprieta y se
abalanzan en manada sobre los negros, con inusitada ferocidad saltan
sobre ellos deshaciendo con rapidez el compacto corro que habían
formado los esclavos.

A zarpazos y dentelladas casi la mitad de los negros caen al suelo
abatidos revolviéndose de dolor mientras son comidos, algunos perros
empiezan devorando la polla y los cojones y luego siguen con muslos y
brazos, contrastan con la quietud de los negros que permanecen de pie.

Joe se fija que frente suyo un negro sale corriendo del grupo en
dirección a la puerta donde han venido los perros que ha quedado
media abierta. La carrera dura poco, uno de los perros más salvajes se
lanza a la caza detrás de él y de una gran dentellada le arranca de
cuajo casi toda la nalga. El negro cae derribado y Joe ve cómo mientras
se revuelve en el suelo, abre completamente la boca con alaridos de
dolor y ojos de pánico. El perro con el hocico y las fauces llenas de
sangre, está masticando y mira de donde proceden los gritos. Se acerca
a la cabeza del esclavo y de una buen mordisco le arranca la nariz y
toda la mejilla.

Gritos de dolor cuando los perros muerden, profundas dentelladas que
arrancan brazos, piernas, orejas, pies. La arena se convierte
rápidamente en un inmenso charco de sangre viscosa, algunos negros
logran matar a uno de aquellos dingos, pero es imposible luchar contra
toda la jauría.

Joe está atento de lo que está sucediendo delante de él, pero está
pasando tan rápido que apenas puede verlo todo, mira aquí y allá. Los
ladridos de los perros y los gritos de dolor de los negros se mezclan y
confunden. Los perros atacan por oleadas y en perfecta sincronización
se abalanzan sobre lo que queda del grupo.

Javier comenta a su amigo que se ha dado cuenta que hay unos diez
perros más feroces y mucho más salvajes que los otros y le llama la
atención para que se fije atentamente en ellos porque seguramente su
ataque será espectacular y darán la mejor diversión de la tarde.

Los gritos de dolor de los negros se juntan con el vocerío de los
asistentes que no pierden detalle de lo que está sucediendo, se
aprecian caras, pechos y muslos mordidos y arrancados, ahora pocos
negros logran mantenerse en pie. Todo sucede con extrema rapidez,
Joe apenas tiene tiempo de apreciar lo que está ocurriendo, todo está
pasando al mismo tiempo, quiere ver lo más interesante y morboso, en
su afán de verlo todo su mirada va de un lugar a otro.

En las últimas filas, el hijo de diez años de un rico empresario se ha
puesto de pie sobre su silla para verlo mejor y otro niño de ocho años
su padre lo ha sentado sobre los hombros de uno de los servidores
mulatos para mejorar su visión.

Los perros no se pelean entre ellos porque hay comida de sobra y
mientras muchos negros son devorados, un blanco grita animando a uno
de los pocos que continua alzado, pertenece a la plantación de Mont
Blanc, es un negro fuerte de unos veinticinco años que resiste con
heroicidad el ataque de veinte perros.

Ahora Joe está atento observando cómo va acabar aquel negro tan
valiente. Los perros abren sus fauces y presentan sus afilados colmillos
muchos de ellos ya cubiertos de sangre. No esperan y se lanzan sobre el
muchacho negro. Gritos y alaridos de todos los presentes mientras el
chico cae al suelo y es comido por los perros salvajes, apenas se le
puede ver por la gran cantidad de perros que le están devorando a la
vez. El delirio se adueña de los asistentes.

Joe está alucinando, nunca pensó ver algo parecido y lo está viviendo
desde la mejor ubicación, la primera fila en el lugar más preferente de
la tribuna, delante suyo no hay nada que le prive la completa visión del
espectáculo.

Javier, a su lado y en pleno éxtasis, señalando un lugar concreto de la
arena le dice:

_ Fíjate como aquel perro está arrancando el brazo del negro.

Joe asiente con la cabeza mirando como el perro ya ha conseguido
separar el brazo del cuerpo y al mismo tiempo ve como dos perros se
han abalanzado sobre otro de los esclavos negros y una vez caído en la
arena, con fuertes y precisas dentelladas le están comiendo la polla y
los cojones, mientras el joven negro se retuerce de dolor sabiendo que
está siendo devorado.

Joe de un trago apura de nuevo la copa de brandy. Todos los
espectadores gritan gozosos, los negros en su agonía gimen de dolor en
medio de sangre y miembros mutilados por las fauces de los perros. Al
final quedan muchos regueros de sangre, cuerpos medio comidos y toda
la arena encharcada de sangre y restos de negros.

Javier es ahora el que acaba de una vez con el licor de su copa y mira a
Joe con rostro de desagrado.

_ Que mala suerte, hoy no podrán pelear mis negros, la arena está
atroz, debieron dejar esto al final como siempre. Eso pasa por
complacer a los paletos. Hoy he perdido, ninguno de mis luchadores ha
podido dar pelea y ninguno de mis negros ha sobrevivido. Adiós dos mil
dólares.

Todos los negros han sido despedazados por los perros, algunos todavía
sobrevivientes son aún mordidos por los perros. En este momento un
nutrido grupo de fornidos blancos entran en la arena con bozales y
redes. Proceden a retirar a los perros, la gritería sube más de tono al
ver la pericia de los empleados al ir capturando a los animales salvajes
que una vez saciados ya no son tan agresivos pero que son difíciles de
dominar y alguno de ellos se enfrenta a sus cazadores.

Joe no deja de oír los gritos y gemidos de los negros agónicos. Una vez
los empleados blancos se han llevado a los perros retiran los cuerpos de
los pocos perros muertos que han quedado en la arena y un grupo de
negros recogen en grandes sacos de algodón los brazos, piernas,
narices, manos, orejas y pies que los perros han desmembrado y están
esparcidos por todos lados.

El espectáculo ha llegado a su fin, la gente va abandonando su posición,
los ricos plantadores se despiden unos a otros, todos están sonrientes y
alborozados. Joe pregunta a Javier.

_ ¿Qué hacen con los despojos?

Su amigo le responde.

_ ¿Tú que crees? Al pantano con los cocodrilos, venga. Has de saber que
nadie se atreve a meterse por allí porque está plagado de cocodrilos.
También se arrojan a los negros mutilados sobrevivientes.

_ Venga, han pensado en todo, de alimento para los cocodrilos.

_ Esto lo organiza la Hermandad de la Magnolia, mañana te presento a
ellos.

Javier abrumado por el excesivo calor y el fastidio de haber perdido
decide irse con Joe. Se despide de sus amigos terratenientes y al salir
del lugar le dice:

_ Vamos a casa. Espero que esto te haya molado.

Joe respira hondo y muy satisfecho y sonriente responde:

_ Todo ha sido excelente, perfecto.

_ Estaba seguro que te gustaría verlo. No tenía ninguna duda de ello,
eres como yo.

Joe no cabe en su asombro, lo que acaba de presenciar ha sido una
experiencia única que espera repetir y disfrutar. Al saber lo que va a
ocurrir, la próxima vez ya estará mentalizado y podrá gozar del evento
en todo su esplendor. Ambos se dirigen hacia su carruaje y Joe casi no
habla recordando lo que ha vivido, sólo da su opinión cuando Javier le
pregunta algo.

Cómodamente sentados en el interior del elegante carruaje se dirigen
de nuevo a la mansión de Javier. Finalmente Joe comienza a hacer
preguntas sobre las peleas y el sacrificio de los esclavos rebeldes.
Javier las va contestando con naturalidad.

_ Javier. ¿Siempre hacen esto aquí?

_ Claro, se ha realizado desde hace más de doscientos años en toda la
región, pero es aquí en New Orleans donde traemos a los luchadores
más fuertes y donde se ven las peleas más sangrientas.

_ ¿Todas a muerte?

_ Por supuesto, esto es lo que motiva y da esplendor a la lucha. Los dos
contendientes saben que uno de ellos no vera la puesta del sol.

_ Es extraordinario.

_ De vez en cuando también celebramos luchas privadas, sólo para los
amigos y con motivo de alguna celebración o aniversario.

_ Muy interesante.

_ Las luchas de New Orleans están organizada por la Hermandad de la
Magnolia, de todo esto te enterarás, cuando mañana te lleve y seas
aceptado como miembro a pleno derecho por nuestra fraternidad y
hagamos tu iniciación. Ahora sólo prepárate mental y físicamente.
Después de esta agradable excitación nos toca relajarnos, no crees tú.

_ Claro Javier.






CAPÍTULO VIII

Horas más tarde se han reunido de nuevo los cuatro amigos y durante la
suculenta y agradable cena en el comedor privado de la mansión de
Javier, Joe ha comentado a su hermano Ben y a Albi el espectáculo
vivido por la tarde. Ha lamentado el que ellos no asistieran omitiendo
que fue Javier quien lo propuso para evitar un posible rechazo de Albi
al no estar acostumbrado a presenciar sacrificios de esclavos, porque su
hubiesen asistido todos menos Albi, este podía sentirse menospreciado.
De todas formas el muchacho se mostró muy interesado en el tema
confirmando que la próxima vez cuenten con él.

Ahora los cuatro están disfrutando de la vida nocturna de New Orleans.
Javier los ha llevado al Gran Casino y a los famosos burdeles de la
ciudad, aquí ven los bailes más provocativos y se embriagan con la
música creole que invita a la lujuria y al placer. Javier y su inmensa
riqueza son conocidos por todos y en todos los locales son agasajados
ocupando siempre las mejores mesas, sirviéndose de lo mejor de cada
lugar y viviendo todo el ambiente acompañados del humo de excelentes
cigarros y del olor a burbón sureño.

Para Albi todo sigue siendo nuevo y maravilloso mientras sigue fumando
y tomando tragos de whisky, fuerte y cargado. Ya de madrugada Ben y
él se han separado de Joe y Javier y en medio de la marcha por las
estrechas calles de la ciudad, achispados por el licor, Ben le propone a
Albi:

_ Ahora ya es el momento. Busquemos un lugar para nosotros.

Entran en uno de los mejores hoteles, donde los ricos llevan a sus
amantes mulatas y Ben pide la mejor habitación. Al llegar a ella y sin
ver casi nada de las excelentes prestaciones, servicios y calidad de la
misma, Ben ya no puede contenerse más y besa a Albi con pasión,
ambos se abrazan, los dos se desnudan rápidamente, permanecen de
pie y se acarician todo el cuerpo.

Ben lame y chupa delicadamente los pezones de Albi, que al contacto
con su lengua se ponen erectos, Ben se los coge con los dientes y tira
de ellos suavemente proporcionando a Albi un pequeño dolor que le
hace gozar gimiendo de placer mientras con sus manos acaricia la polla
y los huevos de Ben.

Los dos se acuestan en la cama, grande y cómoda. Se ven reflejados en
un gran espejo del techo y en otro frontal a los pies de la cama. Los
ventanales están abiertos de par en par y mientras el aire nocturno
refresca la habitación, oyen el bullicio de la gente que aún pasea y se
divierte por la calle.

Ben acaricia otra vez a Albi, lo lame literalmente con su lengua desde
el cuello hasta llegar a chupar su polla, la tiene a tope, blanca, rosada
y erecta. La traga con pasión hasta al fondo. Albi gime de placer
cuando Ben le lame la cabeza del pene con una delicadeza única. Él
sólo jadea, mientras Ben lo complace.

Un impulso muy dentro de Albi aflora con fuerza, quiere estar y sentirse
dentro de Ben, le pasa la polla por los labios dándole pequeños golpes
para luego meterla en su boca, se siente en las nubes cuando Ben chupa
uno de sus huevos. No aguanta más, voltea a Ben y comienza a darle
unas fuertes lamidas a su ojete. Con la saliva lo deja brillante, mete la
lengua dentro del agujero, lo vuelve acariciar de forma circular,
introduciendo parte de sus dedos.

Ben grita de placer a medida que Albi va explorando su ojete, cuando
Ben levanta el culo Albi lo atrae hacia su boca y lo chupa con más
fuerza. Ben se agita, es la primera vez que le comen el culo con tanta
dedicación, Albi no para, sus fuertes y constantes lamidas producen a
Ben un fuerte escalofrío y en consecuencia consigue una sensación
agradable y relajante a la vez.

Albi sigue chupando con más intensidad, para luego tomar un cojín,
colocarlo debajo del culo de Ben y mantenerlo arriba. Albi suda y está
completamente rosado, está ardiendo de placer, se monta sobre Ben,
besa su cabello, su nuca y frota su miembro muchas veces sobre esas
nalgas blancas con tonos rojizos de Ben a la tenue luz de la brisera que
los alumbra. Albi muerde muy delicadamente sus orejas y agarra sus
manos.

_ Ahora relájate, Ben.

Zumba un buen salivazo sobre su ojete, apunta la cabeza de la polla y
empieza a follarlo, al principio muy despacio para no hacerle daño,
pero va subiendo. Poco a poco va introduciendo su miembro y el ritmo
cada vez se hace más duro, más fuerte y profundo dentro de Ben que
ha gritado un poco al principio, pero se relaja con ese vaivén a la vez
doloroso y de un placer único.

Ben quiere que él siga, puede oír su fuerte resoplar, sentir el aliento
sobre su nuca, sus palabras dulces al oído, el sudor pegajoso de su
estómago en su espalda. Todo esto excita aún más a Ben, quiere que
Albi entre más profundo y para ello se mueve a un ritmo
acompasado. La follada es dura y para terminar Albi la mete aún más
dura provocando un fuerte gemido de Ben. De pronto saca la polla de
su culo y Albi jadeante se corre de gusto en sus piernas.

Ahora, Albi, voltea a su amigo y le lame los huevos, se traga su polla
completa y la come, succiona, lame y chupa con insistencia y sin parar
hasta que Ben acaba en una fuerte lefada que mancha su cara y sus
labios, Albi abre la boca y con la lengua recoge la leche, la saborea y
traga. Ambos se abrazan de una forma total y completa, es la entrega
mutua de dos amantes, es profunda y pasional.

Mientras Joe y Javier en el lujoso dormitorio principal de la gran
mansión hacen lo propio. Hoy Javier ha sorprendido a Joe con una
dominada que lo ha dejado agotado. Lo ha seducido en toda regla y
para ponerlo a tope, le vendó los ojos y le ató las manos para follarlo
hasta el fondo sin que pusiera resistencia alguna.

A pesar de ser una hora muy temprana, en el vestidor de Javier el
ambiente es muy activo, él y Joe están muy excitados pero ahora de
distinta manera, el hacer el amor con entrega y ganas apenas les
disminuye la pasión por lo que van a vivir. Después de bañarlos y
afeitarlos, los esclavos personales les han vestido, pese al calor que van
a sentir, al estilo de los cazadores ingleses.

Se han levantado muy pronto y después de un rápido desayuno han
salido de la mansión, hoy Joe va a conocer la Hermandad de la
Magnolia, una de las sociedades más cerradas del sur.

Nadie se percata cuando Ben y Albi llegan al mediodía.

_ Seguramente ese Javier y Joe se han estado dando duro.

_ No lo dudo, Albi, son la misma cosa él y mi hermano. Unos Alfas
dominantes con fuertes tendencias a la violencia.

_ Es verdad, lo he notado en algunas cosas.

_ Venga, no hablemos más de ellos y vivamos lo nuestro.

Están en medio del gran hall y aparece el mayordomo inglés.

_ Buenos días, señores. Sir Javier y sir Joe han salido a primera hora,
estarán fuera durante todo el día. El amo me ha ordenado que les
atienda al máximo en todas sus necesidades. Estoy a su disposición para
ofrecerles todo lo que les apetezca.

En cierto modo Ben se alegra de estar solos en la espléndida mansión.
Ahora ejerce de anfitrión y más habituado que Albi en dar órdenes
desde niño a subalternos y esclavos, toma la palabra:

_ Bien correcto, lo tendremos en cuenta, ahora queremos desayunar.

El mayordomo asiente con la cabeza y les conduce hacia un salón donde
la mesa principal está elegantemente dispuesta con una lujosa vajilla,
cristalería y mantelería de la mejor calidad.

Los dos jóvenes se sientan en unas ostentosas sillas de estilo colonial e
inmediatamente dos esclavos mulatos vestidos con librea empiezan a
servirles. Al mismo tiempo a ambos lados dos mulatos adolescentes
vestidos al modo clásico con librea, calzones y medias de seda y
zapatos con hebilla les refrescan dándoles aire a cada uno mediante
unos grandes abanicos de plumas de pavo real.

Al comprobar que todo está perfecto, el mayordomo efectúa una gran
reverencia y se retira.

Mientras están desayunando, Ben sugiere a Albi algunos planes para
distraerse durante el resto del día, el joven francés sonríe y asiente.
Ben hace sonar una campanilla que tienen en la mesa y aparece de
nuevo el mayordomo, Ben acostumbrado a que todo el mundo le
obedezca, lo mira con prepotencia y con autoridad ordena.

_ Después de desayunar nos retiraremos a descansar, necesitamos a dos
mulatitos, uno para cada uno, para que nos sirvan en la cama y también
otros dos que nos den aire con los abanicos.

El mayordomo asiente.

_ Todo será como usted ordena sir, cuando ustedes suban a sus
aposentos ya les estarán esperando.

Ben añade.

_ Todavía hay más. Después del reposo queremos que nos den un baño
de relajación completo, incluido masaje sexual.

El moderno carruaje lleva a Javier y a Joe hasta una gran plantación
dominada por una espectacular mansión blanca con grandes columnas
jónicas y contra ventanas verdes de estilo paladino inglés.

Los miembros de la Hermandad van llegando en sus lujosos carruajes.
Se entra con una contraseña secreta, los miembros activos llevan
chaquetas rojas, los aspirantes van con una azul, todos llevan en el
pecho una pequeña magnolia de plata.

Se van juntando en el salón principal lleno de grandes retratos de los
miembros fundadores y del senado de la Hermandad realizados por los
mejores pintores de la época. Javier se despide de Joe.

_ Ahora sólo depende de ti, hasta aquí llega mi ayuda.

Todos están ya reunidos, el acto va a empezar. Los aspirantes se
colocan al centro y en línea. Adam, presidente del senado, un alto,
rubio y con la cara pecosa, situado en lugar preferente y frente a ellos,
lee el decálogo a los aspirantes, los cuales les han vendado los ojos y
colocado de rodillas mientras los miembros del senado pasan entre ellos
y los van revisando uno a uno. Hay treinta candidatos provenientes de
todo el sur, deben permanecer de rodillas durante todo el tiempo que
dure la inspección. A los elegidos se les da una palmada en el hombro,
se ponen de pie y son conducidos todavía con los ojos vendados a otro
salón.

Los novatos son escogidos con estas características físicas: altos,
atléticos, atractivos, alfas y sexualmente activos. Para la hermandad
además del control político, de la fortuna y patrimonio de los
aspirantes, es básico el dominio y sumisión de los esclavos negros que
son la gran riqueza del sur.

Todos los miembros palpan y ven a los candidatos, entre ellos hacen sus
comentarios con la voz muy baja, como un susurro y muy cerca de la
oreja para que ningún aspirante lo pueda oír, es un proceso lento que
requiere su tiempo. Joe siente cuando lo van tocando por todas sus
partes, se siente examinado por todos los componentes de la
hermandad, el silencio es casi total.

De repente nota que alguien le da un pequeño golpe en el hombro y oye
que le dicen al oído:

_ Levántate y sígueme.

Joe se levanta y como puede trata de seguirlo, dos hermanos lo ayudan
guiándole hacia otro salón. Al entrar le dan un empujón y le quitan la
venda de los ojos. Ve a otros novatos como él que están de rodillas y le
indican que también se arrodille junto a ellos. Joe ha sido el último en
entrar, han reducido el grupo de treinta a doce y todos son altos y bien
parecidos, los hay de rubios claros, oscuros, castaño claro y un
pelirrojo.

Ahora todos los novatos están de rodillas y se miran unos a otros con
cara de asombro o de susto, entra un joven rubio y muy corpulento,
sólo su presencia impresiona. Se coloca frente a ellos, se siente
admirado por su físico, permanece unos momentos quieto y en silencio
para que le vean bien y asuman su autoridad. Pasados unos segundos da
una orden.

_ En pie, novatos.

Inmediatamente y como empujados por un resorte todos se levantan. El
musculoso rubio con una voz seca y autoritaria, se presenta:

_ Soy Garen, jefe de novatos y quien va hacer la segunda selección para
su ingreso. He aquí las tres reglas básicas que deben seguir para
garantizar su ingreso a esta Hermandad: Un novato no tiene nombre y
apellido, contesta por su número y obedece. Realiza las pruebas sin
protestar y sirve a los miembros de la Hermandad, mientras se hace
uno de ellos. De acuerdo novatos.

Todos contestan al unísono con voz alta y contundente.

_ Sí, señor Garen.

El forzudo Garen se dirige a la puerta y dice:

_ Entonces, sigan adelante y empecemos.

Ahora Joe y los otros son llevados a un pabellón, caminan a lo largo de
un hermoso jardín adornado con grandes esculturas grecolatinas de
dioses y diosas de un tamaño superior al natural hechas todas del más
puro mármol blanco. Al llegar les vendan de nuevo los ojos. Joe siente
que le quitan la americana y queda en camisa. Alguien le susurra al
oído un número.

_ Eres el cuatro.

Joe contesta con firmeza.

_ Sí, señor.

Dentro todo está en penumbras, sólo atina a ver, después que le dejan
quitar la venda, tres candelabros que iluminan parcamente un gran
salón y frente a ellos al imponente Garen que parcialmente alumbrado
parece aún más fuerte y poderoso. El cual con el mismo tono de voz,
les dice:

_ Bien novatos, va su primera prueba. Tienen una escopeta, un látigo,
un par de esposas, tres horas y un mapa. El objetivo es que ustedes
solos y sin ayudarse deben cazar y atrapar a cuatro esclavos fugitivos
muy rebeldes, vivos o muertos. Como comprenderán, al ser sólo cuatro,
al terminar la prueba cinco de ustedes quedarán descalificados y por lo
tanto sólo seguirán los cuatro vencedores y los tres que se hayan
acercado más.

Abren un gran portón lateral y se oyen tres disparos. Joe ve
rápidamente como salen cuatro negros altos y fuertes corriendo muy
veloces rumbo a los campos de algodón tratando de llegar a los
pantanos para escapar. Garen mira a los aspirantes que están nerviosos
e impacientes.

_ Ahora es su turno novatos, van a demostrar lo superiores que son.

Suena la pistola otra vez y salen todos corriendo detrás de las huellas
de los negros. Joe al principio corre como los demás a pesar del sol y
del calor. Se adentra en la plantación, suda profusamente, maldice su
curiosidad y al puto Javier.

Pasados unos instantes de enfado y cólera, Joe aplica la lógica a la
situación, se pone en el papel de un negro fugitivo y enseguida llega a
una idea. Los negros no van atravesar los campos de algodón como
creen los memos que están detrás de ellos. Seguramente lo van a
bordear para poder llegar al río más rápido y de allí a los pantanos. Por
intuición irán corriendo por el borde del camino borrando sus huellas
con el agua. Si tiene razón podrá superar la prueba, sino una patada en
el culo y todo habrá terminado.

Joe está casi agotado, ha caminado cerca de media hora buscando las
huellas y no ha conseguido encontrar el más mínimo rastro, ya se da por
perdido cuando un pedazo de tela rota de una camisa de esclavo
enganchada en un arbusto, lo trae de vuelta. Este descubrimiento le
renueva las energías y aumenta considerablemente sus ganas y
autoestima, está de nuevo animado a seguir con la captura.

Huele el trozo, su aroma es de sudor fresco, el negro debe de estar
cerca. Joe se alegra, sabe que ha obrado correctamente, camina muy
rápido pero a la vez pendiente de cualquier ruido y con la vista puesta
en los movimientos de los matorrales y la maleza.

Así sigue por espacio de casi otra media hora, hasta que por fin localiza
otro rastro, una huella de pie, grande, descalzo y es muy reciente. Es
su objetivo, el negro, seguramente es el más inteligente de los cuatro,
estará solo, debe haberse separado del grupo. Joe carga la escopeta y
toca el mango del látigo, mira constantemente alrededor suyo, está
cansado pero tiene en alerta todos sus sentidos, el momento es tenso,
apenas sopla el aire y el ambiente es húmedo, caluroso y pesado. Anda
muy despacio haciendo el mínimo ruido hasta que mira a un gran árbol
y ve que escondido entre sus ramas está el negro que ha conseguido
trepar y permanece inmóvil esperando la noche para seguir la huida,
por suerte no lo ha visto. Joe lo atisba desde abajo y se parapeta detrás
de unos espesos matorrales. Muy cauteloso se pone en la mejor
posición, lo va a disparar en una pierna para inmovilizarlo y poder
llevarlo en el plazo previsto. Se concentra, tiene fama de ser un
excelente cazador, apunta bien y dispara. Se oye un grito fuerte y
lastimero de dolor del negro al caer de la rama. Joe corre a toda prisa,
el negro está en el suelo herido en la pierna y se ha roto un brazo en la
caída.

_ Ay, no me mate amo, por favor.

Joe lo mira contento y con desprecio.

_ Venga perro, creías que podías escapar. Un amo es más inteligente
que un puto esclavo.

Joe le da una fuerte patada en la boca que le hace gritar y le ordena.

_ Pues a caminar, perro.

El negro lo mira con cara lastimera y le suplica.

_ Si amo, pero tengo la pierna herida y el brazo partido.

A Joe esto no le importa, sabe que el tiempo está en su contra y no
puede perderlo haciendo un torniquete, sin embargo rápidamente corta
su camisa y le amarra el brazo pero antes le esposa una mano y le pega
un fuerte golpe en el estómago diciendo.

_ Si tratas de escapar te mato en el acto.

Joe mira su reloj de bolsillo, está dentro del tiempo, todavía tiene
margen, sólo tiene que caminar con el negro hasta llegar al lugar de
salida. Pero al estar herido deberán ir más despacio, piensa que
tardarán alrededor de una hora y media.

Mientras los distintos miembros que componen la Hermandad pasan el
tiempo siendo servidos en las confortables dependencias de la
espectacular y elegante mansión. Ahora Javier y otros hermanos
sentados muy cómodos en los sofás chester de cuero, miran a una mesa
grande de madera policromada donde hay un gran mapa desplegado.
Con él siguen los posibles movimientos de los novatos. Garen al mismo
tiempo que saborea un exquisito licor en una gran copa de cristal
tallado, da su opinión.

_ Venga, yo creo que el tejano Wilson sale uno de los ganadores. ¿Qué
crees tú Javier?

_ Puede, tiene pinta de ser aguerrido, por mi parte apuesto por Joe.

Garen lo mira entre extrañado y sorprendido.

_ ¿Quién es este tío?

Javier da un sorbo a su copa y responde.

_ El rubio plantador de Carolina.

Garen sonríe moviendo involuntariamente sus músculos.

_ Ese no tiene pinta, sino de galán, vas a perder tu dinero.

Javier, acomodándose en su sillón y con el semblante serio, le contesta
con rapidez.

_ No creas, lo he estudiado bien, tiene todo lo que se requiere para ser
un hermano.

Garen se levanta y le da una palmada en el hombro.

_ Venga, ojalá ganes.

Joe ya divisa la plantación, al momento cuatro hermanos lo ven y
registran su captura.

_ Enhorabuena novato, eres el segundo en llegar, por lo menos no has
perdido el negro como el primero que avisó que lo había matado.

Al ver llegar a Joe con su captura a través de los visillos de los grandes
ventanales, Garen felicita a Javier.

_ Javier ganaste, el rubial trajo a uno de los negros.

Javier se alegra de la noticia y la recibe con satisfacción.

_ No lo dije, tiene las condiciones.

Todos salen al exterior. Garen ve tirado en el suelo al negro que ha
traído Joe. Comprueba que el brazo roto tiene una forma y posición
extraña, y la pierna herida está completamente hinchada y sangrando.
Respira con dificultad. Este esclavo ya es completamente inservible. Se
dirige hacia Joe que acaba de tomarse una jarra de agua para
refrescarse y le entrega una afilada daga. Señalando al negro dice:

_ Venga, no le hagamos sufrir más y acaba con él.

Joe empuña la daga, se acerca al negro, se agacha, apoya una rodilla
sobre su pecho y mientras con una mano le sujeta la cabeza con la otra
hunde todo el puñal en su garganta hasta la empuñadura. No se oye
ningún grito, sólo un chasquido de carne y huesos troceándose he
inmediatamente aparece la sangre que sale por el agujero del cuello a
borbotones.

Joe se levanta, deja la daga ensangrentada sobre una mesa y Garen le
dice:

_ Ahora ve al salón de novatos, allí serás atendido y esperarás a los
demás.

En aquel lugar Joe encuentra a Wilson, el tejano que había llegado
antes y comentan la prueba.

_ Yo también acabo de llegar, lo atrapé en el campo de algodón, justo
en la mitad. El muy cabrón se había escondido, trató de defenderse y
tuve que matarlo.

_ El mío era algo listo, se dirigía al río y se escondió en los alrededores,
lo traje herido pero vivo.

_ Joda, que bien. Hemos tenido suerte. Quien no pase esta prueba, va
fuera.

En aquellos momentos acaban de llegar dos esclavos con el cadáver del
negro abatido por Wilson, lo llevan sujeto de pies y manos a un grueso
palo que apoyan horizontalmente en sus hombros. El cuerpo está
colgando oscilando de un lado a otro según el ritmo del paso de los
porteadores. Es la típica visión del traslado de un animal cazado.

Al rato y a punto de cumplirse el tiempo concedido, aparecen el
pelirrojo Red y David con sus respectivos negros. Garen les felicita y les
dice:

_ Ahora van al salón de novatos a descansar junto a Wilson y Joe. Solo
ustedes cuatro y tres más que estuvieron cerca pasaran la siguiente
prueba. Los doce se reducen a siete.















CAPÍTULO IX

Joe ahora está descansando para la segunda prueba junto a los siete
novatos que todavía siguen. Disponen de una habitación para cada uno
en la primera planta de la mansión al lado de un salón reservado
también sólo para ellos. Les han concedido dos horas para asearse,
comer y descansar. La relación entre los candidatos es excelente
porque no compiten para demostrar quién es el mejor sino que son
sometidos a unos exámenes de admisión y cuantos más los consigan
superar mucho mejor.

Joe no está acostumbrado a estos trámites y se siente raro, desde niño
siempre ha sido el juez y ahora es él el juzgado. Igual que a los demás
un esclavo lo ha atendido y bañado, y se ha cambiado de ropa, sin
embargo y a pesar de todo lo extraño y ambiguo que le rodea, consigue
mantener la moral bien alta y el espíritu ganador que lo caracteriza,
pero una vez transcurrido el tiempo concedido para el descanso sólo se
ha repuesto a medias.

Los novatos han permanecido aislados durante las dos horas en sus
respectivas habitaciones y en el salón comiendo, bebiendo y fumando
siendo servidos por varios esclavos que los atienden en sus necesidades,
están concentrados en sus pensamientos y animándose unos a otros. De
pronto se abre una puerta y les informan que de nuevo son requeridos
por el atractivo y musculoso Garen que los convoca en uno de los
salones principales para informarles de la segunda prueba. Dominación
de esclavo.

En los laterales del salón están acomodados los distintos miembros que
componen la Hermandad, en el centro y de pie hay diez mulatos
adolescentes de entre diecisiete y diecinueve años, cada novato
escogerá a uno de ellos y en un plazo de una hora deberá demostrar su
capacidad de dominio y entrenamiento sobre un inferior.

Una vez pasado el tiempo, el esclavo con los ojos vendados deberá
reconocer a su amo por su olor y demostrar así que el entrenamiento ha
sido perfecto. Si reconoce al amo, el esclavo pasará a ser de su
propiedad y el candidato habrá superado el segundo paso para su
ingreso en la Orden de la Magnolia. Quien no pase la prueba recibirá
humillación pública de todos los asistentes por no saber dominar a un
esclavo.

Los siete novatos puestos en línea frente a los adolescentes escuchan
las instrucciones con mucha atención, una vez acabadas y sin más
preámbulos, Garen da por empezado al inicio de la prueba.

_ Así, novatos en movimiento porque el tiempo corre.

Todos asienten y se dirigen a los jóvenes mulatos, en medio de la rapiña
de los participantes para tomar según su aspecto y apariencia, al más
listo y espabilado de los muchachos.

Joe escoge a un chico de unos dieciocho años que ya le había puesto el
ojo desde que entró en el salón. Es de estatura mediana, claro de piel,
buen cuerpo, pelo ensortijado y color canela.

_ Venga, esclavo sígueme y dime tu nombre.

_ Mi nombre es Justin, amo.

Una vez elegido su esclavo cada aspirante se acerca con él a Garen que
en un cuaderno va anotando el número del novato junto el nombre del
esclavo para tener constancia de las siete parejas de amos y esclavos
que se han formado. Joe dice:

_ Soy el cuatro y mi esclavo responde por Justin.

Seguidamente Joe lo lleva a su habitación donde antes se había
cambiado. Dos fornidos guardias de la Hermandad custodian la entrada
al salón de los novatos que da acceso a sus habitaciones y cronometran
el tiempo para llevar de nuevo al esclavo a la prueba.

En la habitación, Joe ordena al esclavo ponerse de rodillas frente a él.
Piensa en la mejor forma que ese inferior lo reconozca, primero toma
de una mesa los calcetos usados por él durante la cacería y que todavía
están bien sudados y le ordena olerlos. Se los pasa repetidamente por
la cara, la nariz, le obliga a chuparlos.

_ Huele bien, perro, quiero que grabes este olor en tu mente, chúpalo
bien.

El chico obedece a conciencia sabiendo que le puede ir la vida en ello.

_ Ahora quítame las botas y lame mis pies.

Joe se acomoda en un sillón para que el adolescente cumpla lo
ordenado y después el joven Justin ve los pies del amo y sin titubear
comienza a lamerlos bien, Joe le vuelve a pasar los pies por el rostro
una y otra vez.

_ Ahora perro, quiero que te fijes bien en mis pies porque si fallas te
mandaré matar a latigazos.

El mulato pone cara de susto y se postra ante Joe.

_ Si amo, lo haré.

El chico toma otra vez el pie de Joe y lo lame todo. El esclavo mira
atento la forma de los pies, largos y anchos con dedos alargados y con
un arco perfecto. Lo memoriza bien, mientras Joe constantemente se
los sigue pasando por la cara, la nariz, las mejillas, los ojos, los labios,
la boca.

Joe saca su reloj del bolsillo y comprueba la hora.

_ Vamos a ver cuánto has aprendido, sólo quedan quince minutos y no
sé cómo será la prueba. Huele mis botas otra vez.

El esclavo lo hace de nuevo y repetidamente hasta que logra grabarse
un poco el olor más fuerte y duro de Joe. Ahora le amarra uno de los
calcetos a la nariz mientras le susurra que para seguir vivo le conviene
hacerlo bien. Finalmente el esclavo vuelve a calzar al amo, con el
tiempo justo.

Casi al mismo tiempo los guardias abren la puerta para llevarse al
esclavo a la prueba. Joe deberá acudir a los diez minutos.

El gran salón de baile ha sido transformado para la ocasión, en medio
de la sala y debajo de las tres enormes arañas de cristal que cuelgan
del techo para alumbrar con infinidad de velas la parte central, se ha
hecho un gran círculo de sillas en donde se sentarán alternándose un
aspirante, un capataz y un miembro de la fraternidad.

El apuesto Garen lo prepara todo, señala a Andrew un alto y musculoso
irlandés que es el capataz de esclavos y le dice:

_ Tú en la primera silla. Sólo te quitaran las botas. Pobres mulatos, con
lo que huelen tus pies esto pronto apestará.

Al lado de él se sienta el rubio tejano Wilson y Albert un miembro de la
hermandad, así van alternándose hasta llegar a Joe que está sentado al
lado de un miembro de Alabama.

A la hora, el gran salón está casi lleno. Los novatos sólo oyen, tienen
prohibido hablar, solamente atinan oír los murmullos de los hermanos
que hablan alto y apostando a ver que novato falla la prueba. El
escarmiento será ejemplar y se sabrá en todo el sur.

Garen bate las palmas con energía, todos los presentes hacen un
silencio total, la prueba comienza ya. Se abre una puerta y aparecen
siete guardias que acompañan a cada uno de los adolescentes mulatos a
los cuales les han vendado los ojos. Garen, puesto en pie, sigue dando
informaciones de la prueba.

_ Cada esclavo tendrá quince minutos para identificar por el olor de sus
pies al amo novato que lo ha entrenado. El esclavo que acierte, hace
que su amo pase a la última prueba. Si falla lo hunde definitivamente
como mal amo dominante. Que empiece el primer esclavo.

Uno de los corpulentos y altos guardias empuja a uno de los
adolescentes mulatos colocándolo frente al ocupante de una silla.
Garen le da una orden.

_ Esclavo y esto también sirve para los demás, vas a empezar a oler
siguiendo tu derecha. Le quitas una bota, hueles calcetos, si no estás
seguro quitas el calceto, después lo mismo con quien está sentado a su
lado y así sucesivamente. Si es tu amo, te arrodillas, besas sus pies y
dices en voz alta tu nombre. Si te equivocas, serás azotado delante de
todos durante nuestra cena para amenizar la velada y dado de esclavo
al amo que has identificado mal para que él decida tu suerte. Si has
acertado serás entregado al mismo amo que te ha educado.

El esclavo está serio, concentrado y responde con decisión.

_ Si amo.

_ Venga a que esperas, empieza.

El joven esclavo se arrodilla frente a Andrew, busca su mano, la besa y
procede a quitarle la bota, cuando el muchacho jala la bota una risa
brota de todos los presentes, el olor fuerte y áspero del rudo irlandés
impregna el círculo con el carraspeo educado de los más cercanos.
Andrew le pasa los pies por la cara del esclavo durante varios
segundos.

Garen le pregunta:

_ ¿Es este tu amo novato?

El esclavo responde con voz clara y alta.

_ No. Señor.

El guardia toca el hombro del chico para que pase al siguiente. Poco a
poco va oliendo pies y más pies. Los esclavos saben que si no aciertan,
la pena consiste en diez latigazos por persona olida. Ahora le quita una
bota a uno de los miembros de la cofradía, se trata de del pelirrojo
Steven de Virginia. El esclavo huele profundamente su calceto gris, un
olor suave con aroma de rico le avisa que este puede ser su amo
novato, su estado de concentración es máximo, todas las miradas de los
miembros de la Hermandad están puestas en él. Ahora vuelve a oler el
centro del pie y chupa fervorosamente el calceto para estar más
seguro. Se lo quita y aparece un blanco y delicado pie rosado, el tacto
del pie le da seguridad y sin pensarlo más, se arrodilla, le besa el pie y
decide:

_ Señor, este es mi amo novato.

Garen le da otra oportunidad y vuelve a preguntar.

_ ¿Estás seguro, esclavo?

El muchacho responde convencido.

_ Si amo.

Mientras el guardia le ordena incorporarse, Garen sentencia.

_ Pues te acabas de ganar sesenta latigazos y serás esclavo personal del
pelirrojo Steven de Virginia que a partir de ahora será tu amo y el
dueño de tu vida.

Garen mira a uno de los pretendientes a pasar la prueba y lo señala con
el dedo.

_ Fuera del salón novato, por mal amo.

Un guapo muchacho se pone en pie para irse, pero antes es rechiflado y
los miembros de la cofradía forman un largo pasillo donde el aspirante
debe pasar por en medio y al hacerlo es empujado, pateado, insultado
y escupido. Venga fuera de aquí, vergüenza blanca, amo de pacotilla,
cutre, mientras le dan collejas, patadas y toda clase de golpes. Al
finalizar el pasillo humano el tío parece una berenjena y busca
rápidamente la puerta de salida para marcharse lo antes posible. La voz
de Garen alerta a todos.

_ Que empiece el segundo esclavo.

El silencio reina otra vez en el gran salón, caras de póker y comienzan
las apuestas. Un joven mulato huele al irlandés, sigue con el pelirrojo,
pasa al siguiente y al de más allá. Al llegar al tejano Wilson, quita su
bota, huele el pie del tejano varias veces y con gran seguridad se
arrodilla, le besa el pie y dice:

_ Este es mi amo novato.

Garen le responde:

_ Seguro esclavo, si no aciertas son cincuenta latigazos porque has olido
cinco amos.

El muchacho insiste su afirmación.

_ Si amo, estoy seguro.

Garen mueve sus músculos y sonríe, el chico ha acertado, han
encontrado un buen amo. El guardia que escolta al adolescente mulato
quita la venda de los ojos del esclavo. Garen se dirige al aspirante.

_ Número dos estás adentro y el mulato es tuyo, puedes hacer con él lo
que te plazca.

Lentamente va transcurriendo la prueba, por ahora tres fallos y un
acierto. Joe piensa para sí mismo: si el puto negro falla, lo que va
hacerle. No quiere pasar por la humillación del pasillo de la
hermandad, dándole golpes. Si el chico no acierta lo comprará para
darle una muerte lenta y muy dolorosa. Ahora es su turno, oye como
Garen ordena a Justin que empiece.

El chico mulato está temblando pero lo trata de disimular bien, huele
los apestosos calcetos del irlandés, sigue con el pelirrojo, llega hasta
Frank, el amo de Virginia del Sur, casi se confunde con Albert. Recuerda
que si se equivoca serán muchos latigazos porque ha olido bastantes
pies y si queda vivo será el esclavo de cualquiera de estos duros amos.
Al quitar la bota del siguiente amo, cree haber dado con Joe y es
verdad pero él no lo sabe, al no ver absolutamente nada su pericia
consiste en acentuar el sentido del tacto y del olfato. El mulato huele
el calceto negro, pero su memoria olfativa tarda en activarse porque
Joe ha tenido que cambiarse de calcetos antes de la prueba, los huele
de nuevo, los quita para oler los pies desnudos y hace una súplica.

_ Amo, puedo quitarle la otra bota, para tener más seguridad.

Garen le contesta:

_ Puedes, esclavo.

Joe tiene que estar rígido, cualquier movimiento de sus pies será
interpretado como una señal convenida con el esclavo y lo vejaran
como tramposo. El mulato los toca, acaricia, vuelve a olerlos. Al tocar
el dedo pequeño tiene la sensación de que es algo conocido y le da la
seguridad que es su amo. Se arrodilla, le besa el pie y con firmeza y voz
alta dice:

_ Es mi amo novato.

Garen le contesta:

_ Este seguro mulato, porque son noventa latigazos y al ser tan joven tu
complexión física no los podrá aguantar y seguramente morirás.

_ Si amo.

Justin se reafirma y Joe siente una inmensa alegría al oír el veredicto
de Garen.

_ Has acertado esclavo, felicitaciones número cuatro, estás adentro
pendiente de la última prueba.

Los miembros de la hermandad hacen sus comentarios y el bullicio es
general. Entre ellos Javier está feliz, ha apostado por su amigo y
gracias a Joe se anota otros cinco mil dólares en oro. Otro componente
de la cofradía felicita a Javier.

_ Estas arrasando, chaval, este tío que apadrinas tiene madera, ojalá
pase la tercera prueba. Reconocer al miembro que le invitó.

De los treinta novatos que llegaron como aspirantes a primera hora de
la mañana, sólo quedan cuatro para pasar la última prueba. Joe se
encuentra entre ellos, se daba por expulsado en la prueba anterior,
menos mal que el puto mulato cumplió. Ahora espera impaciente en su
habitación las instrucciones para la tercera y última, según la han dicho
es de obediencia y reconocimiento a los hermanos y para respetar la
jerarquía de la Hermandad.

Después de comer algo ligero, Joe trata de descansar, cuando está
logrando dormirse, abren su puerta y uno de los guardias le entrega un
sobre.

_ Señor novato número cuatro, esto es para usted, léalo y tiene diez
minutos para estar preparado.

Joe abre el sobre, extrae un escrito y comienza a leer: "Felicitaciones
por haber llegado a la última prueba, ahora la deberás realizar siendo
esta la más delicada porque la harás con un igual. Bajarás hasta el hall
desnudo sólo con ropa interior, esperando con los otros novatos tu
entrada al salón hasta que se os invite pasar. En esta prueba estará el
hermano que te ha apadrinado y al cual deberás reconocer con los ojos
tapados entre cinco hermanos más. Suerte número cuatro".

Joe lo vuelve a leer, esta vez con más detenimiento. Como va a
reconocer al jodido Javier entre los pringados de esta fraternidad.
Pasado el tiempo se desnuda y sigue con sus pensamientos mientras
baja por la gran escalera de roble pulido, trata de recordar un olor
característico del pringado ese, al llegar están Wilson el tejano, el
guapo Bruce de Misisipi y Adán de New Orleans. Todos con el torso
desnudo, descalzos y con ropa interior blanca, mostrando su perfecta
musculatura.

Aparece Garen vestido de frac, la etiqueta es imprescindible en la
convivencia entre los miembros de la hermandad y esta prueba la
requiere. Destacando la extrema elegancia de Garen con la desnudez
de los aspirantes.

_ Hola novatos, supongo que están listos para la última prueba, den
media vuelta y vista al frente.

Todos obedecen, Joe siente cuando le colocan primero una venda negra
de seda en los ojos, bien amarrada y luego un antifaz. La oscuridad es
total, se siente desesperado por la sensación de no ver. Ahora nota una
mano en su hombro que le empuja hacia delante, parece que le
conducen como un borrego al matadero, sólo siente el frío del suelo de
madera. Mientras es llevado siente murmullos y risas a su alrededor. Eso
le pone más tenso y aumenta su incertidumbre. Nota como tocan su
cuerpo, especialmente sus nalgas y culo. Finalmente una presión de la
mano que lo lleva le induce para que se detenga, está en el centro de
algo, ya no lo tocan, hay un silencio total. Escucha la voz de Garen.

_ Novatos, ahora está comenzando su prueba, van a ser conducidos a un
estrado con cama a la vista de todos, allí diez miembros de la
hermandad los van a tocar y deben reconocer al hermano que los
invitó, porque este será su iniciador. Si fallan en reconocerlo, no hace
falta decir que serán el plato principal de los hermanos de esta fiesta.
Conduzcan al primero sobre la cama.

En el salón hay un silencio total, Joe cada vez está más nervioso y
tenso, trata de recordar al Javier, pero no atina una sensación
específica que lo identifique, sólo consigue oír.

Va el vaquero primero, Wilson, el tejano, muestra a todos su cuerpo
musculoso y bien formado. El rubio tiene un culo redondo perfecto y un
arco de piernas seductor, un fino vello rubio cobrizo cubre su ancho y
ondulado pecho. Se estira en la cama boca arriba, el primer hermano
también sube a la cama y se pone junto a él. Lo toca lascivamente por
todo el cuerpo, le quita la ropa interior dejándolo completamente
desnudo, le mete mano por el culo, los huevos, la polla, lo besa en la
boca. El tejano se estremece cuando el hermano lo acaricia con más
pasión y se saca la polla erecta para que el tejano la toque, luego se la
pasa por el culo.

Garen hace la pregunta.

_ Novato. Fue este el que te invitó.

El vaquero se relaja y contesta.

_ No, señor.

Garen hace una aclaración.

_ Una cosa novato. Si pasan los nueve hermanos que quedan y no atinas
a saber quién es tu padrino no podrás repetir y por consiguiente pierdes
la prueba.

El tejano asiente con la cabeza. Los hermanos se van sucediendo unos a
otros sobre el lecho, el octavo es un veinteañero alto con cabello muy
negro, destacan sus ojos tremendamente azules y un proporcionado
cuerpo, este no se va por las ramas, se mete un dedo en la boca y luego
lo introduce en el culo del vaquero. Le agarra los huevos apretándolos
con fuerza y lo lame por la nuca. Wilson se contornea por la sensación
de placer y grita.

_ Es él.

Garen le pregunta:

_ ¿Estás seguro novato?

_ Si lo estoy.

Garen pregunta al veinteañero.

_ Hermano Alfa ¿Es correcto lo que dice el aspirante?

El muchacho sonríe y contesta.

_ Sí.

Aplausos y algarabía generalizada de todos los presentes, el mismo Alfa
procede a quitarle el antifaz y la venda.

_ Bienvenido a la hermandad, Alfa Wilson.

Entre los aplausos y las felicitaciones ambos se abrazan y pasan a otro
salón para celebrarlo más íntimamente. Ahora conducen a Bruce hacia
el estrado y lo acuestan en la cama, el muchacho viene del Mississippi y
es uno de los jóvenes esclavistas con mayor futuro del estado, es muy
atlético y destaca en su cuerpo su extraordinaria piel blanca. Lo van
sobando como al anterior y al sentir las caricias y tocamientos del
quinto, grita:

_ Este es mi anfitrión

Garen le previene.

_ Estas seguro, novato. Si fallas te violaran todos los que les apetezca y
deberás esperar hasta el otro año para presentarte para entrar en la
Cofradía.

_ Sí, estoy seguro.

Garen pregunta al hermano que lo acaba de hacer disfrutar.

_ ¿Alfa, eres tú su padrino?

El hermano se separa de Bruce, se levanta de la cama y contesta:

_ No.

Entonces Garen dicta sentencia.

_ Llévense a este paleto y a gozar con su culo virgen.

Los diez hermanos dan cánticos de emoción entre risas y gritos de
alegría y se llevan a Bruce sosteniéndolo en lo alto entre sus manos y
trasladándolo en volandas hacia otro salón donde está acondicionado
para que todos a la vez den rienda suelta a sus instintos sexuales más
primarios y con la mayor comodidad posible.

Ahora es el turno de Adán, viene de New Orleans y es uno de los
jóvenes más ricos de la ciudad y al igual que Joe, el poder y la riqueza
le vino de herencia aunque también ha sabido aumentarla
considerablemente. Con él se sigue el mismo procedimiento de los dos
anteriores. Adán acierta y es bienvenido.

Joe está aterrorizado, ser violado no estaba entre sus planes, si falla
como mínimo ocho o diez tíos le destrozaran el culo, uno después de
otro. Es el último y ahora llega su turno, está muy asustado.

Se acuesta en la cama y pone en alerta todos sus sentidos, siente como
un tío le resopla en la nuca y después de quitarle la ropa interior le
mete mano por todo su cuerpo, se siente como una puta, una zorra. El
tío continúa sobándolo, le acaricia los huevos y juega con su polla
descubriendo y tapando su hermoso capullo con el pellejo del prepucio.
Al rato Garen pregunta:

_ ¿Novato, es este tu anfitrión?

Joe lo tiene muy claro.

_ No. señor.

El tío se retira y ahora es el turno del siguiente. Joe tiembla tanto por
dentro como por fuera. Más manoseo morboso por su cuerpo. Este le
hace gritar cuando le mete tres dedos en el culo y al mismo tiempo.
Luego pasa otro y otro, ninguno de ellos le hace recordar a Javier.

Ya es la novena vez que Garen le hace la misma pregunta y siempre el
"no" como respuesta. Ahora le advierte que sólo queda uno, el último y
no podrá repetir, si no acierta va a ser la perra de diez tíos ansiosos y
deseosos de meter su polla en un culo nuevo y blanco.

Joe está más nervioso que nunca, se pregunta si habrán dejado
expresamente a Javier para el final porque así de esta manera los diez
lo han podido sobar a su gusto. Hasta nota cierta repugnancia cuando
siente que vuelve a ser tocado. Pero esta vez es distinto, su memoria
evoca la caricia, aquella forma de sobar tan característica y sobre todo
cuando él le ha abierto el culo para meterle los dedos. Joe no tiene
ninguna duda, no necesita más y antes que Garen le haga la pregunta,
Joe se adelanta.

_ Este es mi anfitrión.

Pero Garen tiene la obligación de formularla.

_ ¿Estás seguro? número cuatro.

_ Sí señor, este es mi amigo Javier.

Garen sonríe abiertamente mostrando unos dientes blancos y perfectos
cuando pregunta:

_ Señor Alfa. ¿Es correcto?

Javier rebosando felicidad contesta.

_ Si apreciado Garen. Es correcto.

_ Bienvenido a la Hermandad.

Entre los aplausos de los asistentes Joe y Javier se abrazan con pasión,
lloran de alegría y felicidad sabiendo que los dos han cumplido lo que
querían. Al formar parte de la Cofradía de la Magnolia, el poder, la
autoridad y la categoría de Joe ha aumentado considerablemente. A
partir de hoy cualquier decisión suya será respaldada por los restantes
miembros. Vaya donde vaya su autoridad es inapelable y sus decisiones
irrevocables. Sin saber porque siente que su polla se está poniendo
dura.





















CAPÍTULO X

En una de las habitaciones principales de la planta noble de la gran
mansión del rico plantador Javier de Berenguer, en la populosa ciudad
de New Orleans, Ben y Albi van a entregarse el uno al otro. Aquella
hora de la tarde el calor es sofocante y la suntuosa y amplia habitación
está sumergida en una excitante penumbra dispuesta a envolver a los
dos jóvenes muchachos estimulándolos al placer del gozo del sexo.

Los rayos del sol intentan filtrarse entre los ricos cortinajes que cubren
los grandes ventanales queriendo también colaborar en el próximo
placer de ambos. La quietud y silencio es total, sólo roto por el rítmico,
acompasado y silencioso vaivén de dos enormes abanicos de plumas de
avestruz llevados por dos mulatos adolescentes que permanecen de pie
a ambos lados de la gran cama, los dos intentan proporcionar un cierto
frescor que apenas alivia el calor de los cuerpos de sus amos.

Ben toma de la mano a Albi y lo conduce hacia el lujoso lecho cubierto
por sábanas, almohadas y cojines de suave seda que esperan acomodar
a los dos jóvenes. Lo abraza fuertemente, lo besa con pasión en la
boca, cuello y acaricia su rubia cabellera, no se cansa de darle besos y
tocar y acariciar todo su cuerpo. Los dos se miran profundamente, una
chispa relampaguea en los ojos azules de Albi y comienza a desnudar
muy lentamente a Ben, la camisa, los pantalones.

Ya desnudo ambos se tumban en la cama y Albi lo acaricia suavemente,
especialmente el macizo y musculoso pecho, chupa delicadamente un
pezón hasta conseguir que se ponga erecto y enseguida pasa la lengua
repetidamente por el otro hasta también alcanzar su propósito, ahora
le pasa la yema del dedo índice de cada mano con suavidad, a la vez y
haciendo pequeños círculos por los dos erguidos y tiesos pezones de su
amigo.

Albi sigue lamiendo hacia abajo hasta llegar a la polla, toma
delicadamente el sonrosado y grueso capullo con los labios, introduce
el rabo en el interior de la boca y chupa repetidamente una y otra vez.
Ben lanza pequeños gemidos de placer acariciando con la mano la
melena rubia de su amigo. Ahora Albi separa las piernas de Ben y le
chupa cada huevo, esto estremece a Ben en profundidad como un
fuerte escalofrío de gusto que recorre todo su cuerpo paralizado por
esta corriente placentera.

Ben pasa su polla varias veces por la mejilla, ojos y nariz de Albi y se la
ofrece otra vez en los labios. El muchacho los abre y vuelve a mamar la
cabeza con delicadeza, la lame pasando pequeñas lenguaradas que la
hacen brillar, para tragársela de una hasta llegar a su garganta. Sentir
el capullo arropado en las paredes de la garganta le da un placer muy
especial a Ben y aún aprieta más, Albi lo sabe y se la mete todavía más
adentro en la boca.

Ahora Ben ha desnudado a Albi y lo ha estirado boca abajo. Le lame la
espalda desde la nuca hasta el comienzo del culo. Gemidos y jadeos de
excitación de Albi, su blanco cuerpo se torna rosado, Ben al verlo se
pone más excitado y cachondo, lo vuelve a lamer más rápido
alternándose con suaves y placenteras caricias en cada parte de su
cuerpo. Le pone a tope chupar sus pecas y los pequeños lunares de su
amigo.

Ben se monta sobre él y Albi nota la dureza de la polla apretando sus
nalgas. Ben lo cubre de besos susurrando suaves palabras de amor que
aumentan el deseo y la excitación de ambos, mientras Ben lo voltea y
acerca las manos a los pezones de su joven amigo, al encontrarlos
rígidos los pellizca los dos a la vez con delicadeza pero con ardor.

_ Albi, ahora te toca a ti entregarte a mí.

_ Claro Ben, seré tuyo, eres lo primero para mí.

Albi se prepara poniendo el culo en pompa. Ben acerca la boca al
agujero y le chupa el ojete, Albi tiene un culo redondo, prieto, macizo,
perfecto que incita a más. Lo come con voracidad, lo abre poco a poco
con sus largos dedos, el rosado ojete como una fresa se abre a cada
toque de Ben, los jadeos y la respiración entrecortada de Albi le ponen
aún más a tope, agarra su polla bien dura y erecta, la llena de saliva,
acerca la cabeza al agujero y lo frota varias veces para aumentar su
placer.

Le mete primero la cabeza de la polla, Albi se estremece cuando siente
que la va introduciendo en su interior y la mete por completo
empezando a bombear, al principio suave, luego más fuerte, Ben
aumenta el ritmo haciendo un movimiento de cintura rápido y
acompasado para lograr un perfecto orgasmo que mezcla amor y placer.
Albi y Ben jadean fuerte y al unísono en cada embestida hasta que
acaba con la expulsión de un potente chorro de leche dentro de él.

Ben extrae la polla del interior del culo de su amigo e inmediatamente
se estira a su lado y se dan un beso largo y profundo donde sus lenguas
se rozan una y otra vez intercambiándose la saliva del uno al otro. Ben
se incorpora y se pone a chupar la polla de su amigo, no cesa hasta que
un arqueo profundo de Albi, le hace separar la boca y el muchacho
acaba derramando la espesa lefada en sus mejillas. Luego las limpia
con la lengua y ambos se funden en un abrazo final.

Los dos agotados y cansados permanecen quietos y en silencio estirados
boca arriba encima de la cama. Sienten como el aire de los abanicos
llega hasta su piel en unas agradables oleadas impulsadas por los
jóvenes esclavos mulatos que no han dejado de mover sus brazos
haciendo que el aire llegue hasta el cuerpo de los amos para que
pudieran aliviar el calor durante todo el tiempo.

Joe y Javier llevan dos días si aparecer. Están en una mansión a las
afueras de New Orleans dónde Joe trata de ingresar a la Orden de la
Magnolia, para su hermano Ben han sido unos días únicos, junto con Albi
han explorado sin ninguna traba sus cuerpos y el amor. Ambos disfrutan
de esta inusual libertad para vivir su pasión durante el día y la noche.

Han frecuentado la vida nocturna de la ciudad de fiesta en fiesta, en
los más elegantes y exclusivos burdeles derrochando dinero a manos
llenas, por lo cual son atendidos con extrema amabilidad y cortesía,
cumpliéndose al momento la más mínima de sus sugerencias, al mismo
tiempo han hecho amistad con otros jóvenes de su misma clase social y
las orgías se suceden unas tras otras en medio de un ambiente
licencioso y depravado, siendo el vicio y la perversión sus mejores,
inseparables y habituales aliados. Quien paga manda y en estos lugares
tan especiales, a cambio de dinero todo está permitido por extraño y
raro que fuese.

Para Albi todo es alucinante y vertiginoso, ha ganado sobre la marcha
una enorme destreza desenvolviéndose cada vez mejor y sintiéndose
cómodo y seguro de sí mismo. Recuerda con agrado su experiencia con
una joven y hermosa mulata virgen que Ben le consiguió en uno de los
mejores burdeles del centro, ambos amigos comentan sonriendo y con
gran alegría como al acabar le dejó el coño destrozado y
ensangrentado. Algo que a Ben le encanta, desde su adolescencia
siempre le ha motivado de una manera especial ser el primero en
desflorar completamente un coño. Ahora Albi se ha convertido en un
depredador sexual, ha completado su educación en el sexo abriendo
todos los sentidos a las distintas y variadas formas de placer.

Ambos amantes han logrado consolidar su pasión. Con este largo viaje,
Ben ha conseguido encontrarse así mismo y se siente más sereno, fuerte
y seguro para enfrentar su realidad en Las Seis Columnas. Los dos
amigos, para estar más tiempo juntos, han decidido compartir
habitación y en sólo dos días se han apoderado de la mansión de Javier,
al ser los únicos amos blancos, los esclavos se esmeran por atenderles
de la mejor manera.

Están todavía desnudos y en la cama, cuando un esclavo toca la puerta
dando un par de golpes con los nudillos. Ben da un grito.

_ ¡¡¡Adelante!!!

Se abre la puerta de la habitación y aparece un esclavo mulato vestido
con librea, peluca blanca, y todos los complementos, llevando en la
mano una pulida y brillante bandeja de plata, sobre la cual hay un
sobre. El esclavo se acerca al lecho e inclinando la cabeza se la ofrece
con extrema sumisión.

_ Amo, para usted.

Ben lo toma, ordena al esclavo que separe las cortinas para dar paso a
la luz y después le ordena que se retire, luego apoyando su cabeza en
el pecho de Albi mira el escrito del sobre. “Para Ben de Joe ".

Ben rasga el sello del sobre y lee el escrito. En él, Joe le informa que
ya es miembro de la Hermandad de la Magnolia y le insta para que se
ocupe de preparar la partida para Charlestón, porque él llegará el día
antes de partir, ahora está ocupado con la celebración de los festejos
propios del recibimiento e iniciación a la Orden. La carta termina con "
tu hermano Joe " y su firma.

Albi también lee la carta, después mira a Ben y le dice:

_ Casi nadie es perfecto, pero creo que ambos nos lo vamos a pasar
muy bien en la plantación.
Ben le sonríe con complicidad y mientras hace sonar con insistencia una
campanilla que hay en una de las mesas del lado de la cama,
reclamando la presencia de los esclavos para que los atiendan,
contesta:

_ Esto no lo dudes, Albi.

Está amaneciendo y la primera luz del sol de la mañana tiñe con unos
intensos reflejos dorados el agua de un mar calmado y apacible. El cielo
despejado y la tranquilidad extrema auguran que el día será cálido y
bochornoso.
De pronto el molesto y repetido ruido de la sirena del barco avisa una y
otra vez a los pasajeros la próxima llegada del moderno vapor francés
Bagattel a su destino final, la ciudad de Charleston.

En el amplio y suntuoso lecho de uno de los camarotes de primera


clase, Ben alertado por la sirena abre los ojos con pesadez, separa los
brazos de la cintura de Albi y se incorpora de la cama. Todavía medio
dormido va directamente a una de las ventanas, aparta los visillos y
mientras da un gran bostezo y se rasca los huevos, echa una ojeada al
exterior. Ha sido sólo un momento porque de nuevo regresa a la cama y
se tumba dejándose caer pesadamente al lado de su amigo. Con una
mano le agarra la polla y coloca la otra en su nuca tirando de él para
besarle la boca. Después de besarse le dice:

_ El cabrón del capitán está avisando con demasiada antelación, apenas


se ve la costa por lo cual aún tardaremos unas dos horas en llegar.
Disponemos del tiempo suficiente para hacer lo que más nos gusta.

Los pasajeros de primera clase nunca son amantes de las prisas y


mientras el buque realiza las maniobras de amarraje, los ricos viajeros
desayunan en el elegante comedor con el sosiego y placidez de
cualquier otro día de navegación, mientras los músicos los acompañan
tocando melodías relajantes.

En una mesa Joe, Ben y Albi comen con apetito, saben que hoy será un
día de emociones al reencontrarse después de tantos meses con Las Seis
Columnas.

En el resto del barco ocurre todo lo contrario, nada es como los días
anteriores, el movimiento de la gente es frenético. En los camarotes de
Joe y Ben sus seis esclavos están ocupados en acomodar las
pertenencias de los amos en grandes baúles al mismo tiempo que Lang,
el esclavo chino de Albi hace lo propio en el camarote de su señor.

Finalmente todo está dispuesto para descender del barco, el capitán


hace los honores de la despedida a los pasajeros importantes e informa
a los hermanos McAndrew que su carruaje ya les está esperando junto a
la escalera del barco. El fiel Gorka, el primer capataz en jefe de Las
Seis Columnas los recibe al pie de las escalerillas dándoles la
bienvenida.

Después de los saludos de rigor y de comunicarle que Albi duque de


Guermantes irá con ellos, los tres amos suben al carruaje que
inmediatamente guiados por el conductor y los postillones se pone en
marcha mientras Gorka toma el mando de los seis esclavos que les
acompañaban junto con el esclavo chino para dirigir el traslado de los
pesados baúles de los amos hacia los carros correspondientes.

El viaje hacia la plantación a los dos hermanos les supone el


reencuentro con lo suyo, su paisaje, su tierra, su olor. Para Albi es un
mundo nuevo, su primer contacto en New Orleans ha sido positivo pero
al llegar a Las Seis Columnas su sorpresa es mayúscula, primero por la
gran extensión de la plantación y segundo por la espectacular mansión.
Se esperaba algo grande pero la realidad ha superado con creces lo que
había imaginado. A medida que Joe y Ben le van mostrando los salones
y las habitaciones su impresión y admiración va en aumento por el lujo,
refinamiento y comodidades de la casa.

_ No sé qué decir, esto es fabuloso, es un palacio. En una gran ciudad
como Londres, Paris lo vería lógico pero ver todo esto en medio del
campo es fantástico.

Ben lo acompaña para mostrarle sus dependencias, el muchacho vivirá
con ellos mientras efectúa los trámites de legalización de su nueva
propiedad y se hacen las reformas pertinentes en la mansión de la
plantación de The Roses de acuerdo con sus gustos. Las obras pueden
durar cerca de un año por este motivo vivirá en Las Seis Columnas. El
chico se maravilla al ver la amplitud y el lujo en muebles y detalles de
su habitación, baño y vestidor. Ben aprovecha para mostrarle la suya.

_ Como puedes comprobar mi dormitorio no está muy lejos del tuyo.

Enseguida llegan los carros con los baúles y ahora son los esclavos
domésticos los que se ocupan de distribuirlos a los lugares
correspondientes. Ben y Albi regresan al salón donde les está esperando
Joe el cual propone una invitación.

_ ¿Qué os parece si tomamos un baño antes de comer?

Los dos aceptan la oferta, Joe hace sonar una campanilla y aparece el
fiel Tom.

_ Vamos a tomar un baño los tres juntos, avisa a T, Dakota y Jim para
que nos atiendan.

El viejo esclavo Tom se retira dando una reverencia. Joe tiene otra
propuesta.

_ Venga, mientras esperamos que nos digan que el baño ya está
dispuesto, vamos a tomar un whisky para celebrar el regreso.






































CAPÍTULO XI

Durante el plácido viaje de vuelta desde New Orleans a Charleston, Joe
recordó los importantes acontecimientos personales de los últimos días
y que seguramente le van a cambiar la vida a mucho mejor, estos
hechos fueron: la superación de las pruebas a que fue sometido para
poderse integrar en la prestigiosa Hermandad de la Magnolia, el
prestigio y poder que esto significa a nivel político, social y hasta
religioso, la buena acogida que tuvo con el resto de los integrantes
durante la celebración de la espectacular fiesta de iniciación y
bienvenida, y sobre todo la gran e íntima amistad que ha surgido con el
noble de ascendencia española Javier de Berenguer dueño de la enorme
y rica plantación llamada Los Pasos en Louisiana y destacado miembro
de la Hermandad. Se siente orgulloso del reconocimiento de Adam, el
presidente del senado con el poder absoluto de la Hermandad que lo ha
adoptado como si fuera su hijo y para dejarlo bien claro, delante de
todos, lo ha sentado a su lado en la mesa presidencial y además Joe
cuenta con la complicidad del musculoso Garen, el responsable de
hacer realidad lo decidido y aprobado en las periódicas reuniones y
asambleas de la Hermandad, el cual al comprobar la especial
estimación que siente Adam hacia Joe, en un acto de sumisión,
arrodillado ante él le ha jurado fidelidad absoluta y cumplir y hacer
cumplir todas sus órdenes por extrañas que fuesen, sin dudas ni
preguntas.

Los tres amigos son servidos por dos jóvenes esclavos negros vestidos
con librea que les ofrecen la bebida en copas de cristal tallado. Ben
propone un brindis.

_ Por mi hermano Joe, por formar parte en un lugar destacado en la
Hermandad de la Magnolia.

Los tres levantan la copa, Joe sonríe orgulloso y añade:

_ Y por vosotros, y por Javier de Berenguer que pronto nos visitará
porque ha aceptado mi invitación de pasar una temporada con
nosotros.

Hacen sonar sus copas y apuran su contenido de un solo trago,
rápidamente los esclavos las vuelven a llenar cuando aparece Dakota
descalzo y vestido únicamente con una brillante tela de seda blanca
que apenas le cubre sus partes íntimas y que es muy fácil de quitar. El
esclavo haciendo una reverencia anuncia que el baño está a punto.

Joe, Ben y Albi salen al exterior por una puerta lateral y se dirigen a
una parte del jardín donde debajo de una gran pérgola por cuyas
columnas trepan enormes rosales que llegan a cubrir el techo con rosas
de distintos colores, hay una alberca rectangular llegando
constantemente y sin cesar el agua cristalina de dos fuentes cercanas a
través de varios canalillos.

El estanque tiene un metro de profundidad, lo suficiente para bañarse
en aquellos días de excesivo calor y a la sombra de los rosales es un
lugar idílico para el relax, al lado y entre la hierba varios bancos de
piedra tienen doble uso, el de servir de asiento y una vez acolchados
también de mesa de masaje.

Varios esclavos han montado dos mesas con manteles de hilo, en una de
ellas hay muchas toallas de distintas tamaños y medidas para el secado
de los amos y en la otra han dispuesto refrescos y te frío junto con
alguna bebida alcohólica y bandejas de fruta ya cortada por si les
apetece a los amos. Esperan atentos, de pie, en silencio y con la
cabeza baja si son requeridos para servir a sus dueños.

Al llegar los señores, los esclavos T y Jim ya los están esperando, junto
con Dakota proceden a desvestirles y al quedar completamente
desnudos, luego son ellos los que se quitan la ropa de seda que les tapa
sus partes quedando también en pelotas mostrando abiertamente sus
excelentes atributos. Primero entran en la piscina los amos y después
de jugar un poco tirándose agua ordenan a los esclavos que accedan
junto a ellos. Enseguida se forman las parejas, T atiende a Joe, Dakota
a Ben y Jim a Albi.

Joe pregunta a su hermano si le parece que son suficientes o llaman
también a sus tres esclavos personales, Ben parece meditar, mira a Albi
que ya está muy excitado, sin embargo hace un gesto de negación con
la cabeza. Ben contesta:

_ Es una buena idea, pero creo que dos para cada uno en estos
momentos puede resultar excesivo. No olvidemos que sólo se trata de
refrescarnos.

Joe al oír las palabras de su hermano estalla en una sonora carcajada,
sabe de antemano que estos sencillos baños siempre acaban de una
manera distinta. Como les ocurre muchas veces, sin premeditarlo están
a punto de celebrar una pequeña orgía íntima.

La última campaña ha sido extraordinaria, el tiempo acompañó, la


recolección de algodón superó en cantidad y calidad la de otros años y
la demanda fue mayor que en los últimos tiempos, los barcos salían
repletos hacia lejanos destinos y las arcas de los hermanos McAndrew
rebosaban dinero.

En las plantaciones no hay descanso, el trabajo en los campos de


algodón y tabaco es continuo al igual que el de limpiar diariamente las
estancias y salas de la mansión, todo ha de estar siempre perfecto y
esto se consigue con una fuerte disciplina. La labor nunca cesa, ya se
están preparando a un fuerte ritmo nuevos campos para próximas
partidas, nadie puede dormirse y aunque las fiestas de los amos se
suceden sin apenas pausa y sin escatimar nada derrochándose dinero a
manos llenas, también se tiene que cuidar y vigilar el negocio.

Albi aunque está instalado en Las Seis Columnas pasa pequeñas


temporadas en su plantación supervisando las obras de su mansión y
dirigiendo los trabajos en los campos. Ya ha escogido a sus esclavos
sexuales, sin embargo sus encuentros con Ben siguen siendo fabulosos y
no desperdician ningún momento para disfrutar del sexo entre ellos.

Para su presentación a la alta sociedad los hermanos organizaron en Las


Seis Columnas una gran fiesta donde no faltó nadie, su aceptación fue
muy cálida y excelente, la calidad que representa para ellos convivir
con un europeo con linaje y alcurnia les hace sentir más importantes y
continuamente es invitado por las familias más poderosas e influyentes
donde siempre es el centro de atención. La admiración por su extrema
elegancia, educación y comportamiento siempre es habitual en los
presentes. Las preguntas sobre la vida social en Europa son constantes y
las largas respuestas satisfacen a todos. Albi es listo, inteligente,
abierto y simpático y sabe perfectamente lo que debe contestar
omitiendo en presencia de las damas cualquier comentario sexual o de
violencia. Al mismo tiempo es campechano cuando ellas se retiran y al
quedar solo los caballeros la conversación cambia de tono y entre el
brandy y los habanos sólo se habla de sexo y de temas más escabrosos
que excitan a los varones.

Aquel día los dos hermanos han comido solos, la gran mesa estaba
dispuesta como le gusta a Joe con todos los detalles como si celebrasen
un gran evento pero sólo para el disfrute de ellos dos. Al terminar y en
plena sobremesa, mientras saborean unos excelentes habanos y
degustan un exquisito brandy, Joe saca el tema de los esclavos.

Había ordenado un estudio sobre ellos y ya tenía el resultado. Era la
primera vez que hablaba de ese tema con su hermano y lo hacía de
memoria sin tener los papeles del informe a mano.

_ Ben, he ordenado un nuevo censo de esclavos y creo que tenemos un
pequeño problema.

Para mantener toda su atención, Ben retira el pie de la boca de un
hermoso y atlético mulato que tumbado en el suelo se los esta
lamiendo y con un gesto indica al muchacho que lo abanica que
incremente un poco más el movimiento. Joe sigue hablando
anticipándose a cualquier pregunta.

_ Con el paso del tiempo se han hecho mayores y si no lo controlamos,
pronto hablaremos de muertes debidas al cansancio, de los accidentes
por fallarles los reflejos y de las enfermedades que con la edad van
apareciendo, tenemos demasiados esclavos mayores de treinta y cinco
años y esto no es bueno para la plantación.

Joe hace sonar una campanilla y aparece un atlético mulato casi
adolescente, el amo con la mano indica que se acerque y
despóticamente le da una orden:

_ Cómeme la polla, perro.

El chico se arrodilla a sus pies, con suma pericia saca la polla de su amo
de los pantalones, se la introduce en la boca y empieza a chupar. Al
mismo tiempo Ben mete su pie en la boca de su esclavo lamedor para
que siga con su trabajo. Mientras da un sorbo al brandy y una buena
calada al puro expulsa el humo hacia el techo intentando formar
anillos, Ben dice:

_ Estoy de acuerdo contigo, hermano. Que propones.

Joe observa los movimientos de cabeza de su esclavo mientras le come
la polla y con la mano le acaricia suavemente la nuca, mira a su
hermano y dice:

_ Sencillamente quitárnoslos de encima, los daremos a la Hermandad
de la Magnolia para que los hagan luchar, para que se los coman los
perros o para lo que quieran. Además con esta entrega gratuita de
carne humana aumentará mi posición e influencia dentro de la
Hermandad y matamos dos pájaros de un tiro, eliminamos esclavos que
ya no nos interesan y damos carnaza y materia prima a la Hermandad
para sus fiestas. Pero sólo entregaremos varones, tampoco disponemos
de tantas hembras para regalarlas y son necesarias para la convivencia
además de ser útiles sobre todo en partos y embarazos. Esta especie de
granja reproductora nos funciona bastante bien, cada vez mueren
menos críos al nacer y para las ventas tenemos una buena lista de
espera.

Ben sonríe con agrado, le gusta la idea.

_ Déjame ocuparme de todo esto.

_ De acuerdo, pero aunque lleguen a esta edad, nos quedaremos los
más fuertes para nosotros, tu mismo los escoges y que los traigan aquí
para tenerlos a mano para cuando los necesitemos para divertirnos con
ellos. Los demás que los lleven a New Orleans.

Aunque los esclavos que necesitan son caros, los hermanos McAndrew
no quieren tullidos, cojos o heridos en sus campos y los capataces
tienen orden de rematarlos cuando sufren un accidente. Los esclavos lo
saben y son conscientes de que les va la vida en ello, a pesar de eso
cada semana hay bajas y con todo aún hay esclavos que llevan
bastantes años en la plantación y se están haciendo mayores. Esta
reestructuración era obligada y a Ben le encanta sentirse como un dios
decidiendo la vida o la muerte de sus esclavos.

Ben es consciente que eliminará para siempre amistades e incluso
parejas y esto le da un morbo añadido. Sabe que habrá protestas e
incluso alguna rebeldía que deberá cortar de cuajo con extrema
dureza, los esclavos han de ser como un rebaño de corderos y aunque
estén en grupo son seres individuales, pertenecen al amo que hace con
ellos lo que le plazca.

Joe no quiere correrse y aparta de un manotazo a su esclavo mamador


que cae de espaldas al suelo. Aprovecha para levantarse y darle una
patada en las costillas metiendo al mismo tiempo el resto del puro en la
boca del mulato para que lo apague con su saliva y luego lo trague.

_ Hermano, una vez se termine esa depuración deberemos comprar
nuevos esclavos, tengo entendido que dentro de unas semanas llega un
nuevo cargamento.

Al día siguiente por casualidad visitando los campos descubre a un
mulatito casi adolescente, medio escondido detrás de su madre que
había pasado inadvertido para su venta y le apetece llevárselo a la
mansión. El momento en que es separado de su madre y las súplicas y
lloros de esta para retenerlo, le ponen a tope. Se le pone la polla dura
como el hierro cuando en los ojos de la madre ve reflejado el espanto y
el horror de lo que sabe le va a pasar a su hijo y sonríe al saber que la
mujer está en lo cierto. A Ben le gusta montar sin silla, el contacto con
el cuerpo del caballo le excita y lo hace siempre que puede. Tirándolo
de un brazo lo sube al caballo colocándolo delante de él, empieza el
galope y el roce de su polla con el culito del chico hace que se la ponga
otra vez dura, el niño siente la polla de su amo en su espalda durante
todo el trayecto de regreso.
Para los trabajos de la mansión están los escogidos, desde los
adolescentes que han nacido en la misma plantación y son todos
mulatos cuyo padre debe ser algún capataz o irlandés de la plantación,
hasta los más fuertes y atractivos como Dakota y los demás comprados
solo para el disfrute de los amos. Sin embargo a Joe y a Ben entre
músculos y músculos también les gusta disfrutar de otros manjares más
tiernos.

Al llegar con su trofeo lo entrega a su fiel esclavo Tom para que lo


prepare para la ocasión y disfrutar de él sin esperar a la noche. Después
durante la cena se lo comenta a su hermano, el cual lo felicita por su
descubrimiento.

_ ¿Has disfrutado?

_ Hermano, ha sido perfecto, he gozado como nunca corriéndome


varias veces hasta destrozarle el culo. Al terminar se lo he entregado a
Tom para que lo cure.

Casi acabada la cena aparece Tom, se dirige a Ben y después de una


reverencia espera autorización para hablar, el joven Ben le da permiso.
Con miedo y casi titubeando el viejo esclavo dice:

_ Perdone que le moleste amo. Siento comunicarle que no he podido


controlar la hemorragia del culo y el chico acaba de morir.

Ben lo mira serio y enfadado, Tom baja la cabeza y espera oír el castigo
por su incompetencia. Joe aprecia a Tom por los múltiples servicios
prestados durante años y aún desea conservarlo, como conoce bien a su
hermano seguramente está pensando que una muerte se paga con otra
muerte y decide salvar a Tom.

_ Hermano yo no le daría importancia. Creo que no ha sido culpa de


Tom sino de que tienes una polla demasiado gruesa y dura.

Ben está dudando, Joe sabe que no debe intervenir porque esta
situación sólo depende de su hermano y sin embargo insiste.
_ Venga Ben, vamos al salón tomamos un brandy, fumamos unos
habanos y olvidamos el asunto.

Ben comprende que su hermano tiene razón, de muchachos no le van a


faltar. Con un ademán indica que Tom se retire y dice:

_ Que el chico sirva de comida a los perros, seguramente sabrán


apreciar la carne tierna.

Todo es paz, bienestar y prosperidad en Carolina del Sur, nada hace


pensar en cambios. Ni los más visionarios han detectado el más mínimo
síntoma de preocupación para un próximo y cercano futuro. Los
caballeros y caballeretes que dominan la política, la economía y las
finanzas sólo se preocupan en pasarlo bien de fiesta en fiesta,
inconscientes de que lejos de allí comienzan a estar en el punto de
mira de muchos estados que no ven con buenos ojos la esclavitud y
cada vez se habla más en contra de ellos, de su manera de vivir y del
trato cruel, despiadado e inhumano que tienen con sus esclavos.

Pasan los meses y aparecen amenazantes, negros nubarrones que se


instalan en los estados esclavistas avivados por las cada vez más altas
voces de protesta contra la esclavitud. Los estados del norte disponen
de un ejército duro y experimentado en la protección de las
migraciones hacia California o Montana de los buscadores de oro y de
las caravanas de colonos hacia Oregón, protegiéndolos de los ataques
de los indios. Los señoritos sureños completamente ajenos a estos
acontecimientos disponen de un pequeño ejército sólo para lucir sus
uniformes en reuniones, fiestas y desfiles despreocupándose de
cualquier entrenamiento militar.

En el estado de Illinois consigue un asiento de diputado en la Cámara de


representantes del Congreso de los Estados Unidos, con una excelente
cantidad de votos, un joven de treinta años que cada vez tiene más
seguidores, sus discursos contra la esclavitud son aclamados por todo
tipo de gente llenando por completo los lugares que los pronuncia. Su
popularidad va en aumento y empieza a ser conocido en todos los
estados del norte.

Dentro de unos meses será el único tema de conversación y gran motivo


de preocupación de los ricos sureños al ver peligrar seriamente y por
primera vez su forma de vivir. Se avecinan tiempos muy duros para los
estados del sur, sus habitantes están en contra de las reformas que
quieren implantar los del norte y esto con el tiempo dará paso a la
guerra civil, una guerra que arrasará todo el sur barriendo por
completo, como un tsunami, fincas y plantaciones llevándose consigo
unos tiempos de esplendor dejando a los terratenientes en la más
absoluta miseria.

Los ricos hacendados como Joe y Ben acostumbrados a que en la vida


todo les ha salido bien y siempre han hecho lo que les ha pasado por los
cojones, están convencidos del éxito de su ejército y destinan la mayor
parte de su fortuna para potenciar a los Confederados, pero los casi
millón y medio de hombres que lo forman, aunque ganan un número
significativo de batallas, caen derrotados. Una nueva época empieza a
despuntar en Estados Unidos capitaneados por aquel diputado de
Illinois.

El insigne y brillante político con un futuro impresionante quedará en


un lugar preferente en los libros de historia americanos y del resto del
mundo en letras mayúsculas. Pondrán su nombre en calles o plazas de
todos los pueblos y ciudades de Estados Unidos, se le erigirán estatuas y
monumentos, grandes edificios públicos, escuelas y centros
universitarios tendrán su denominación, incluso pondrán su efigie en los
billetes de cinco dólares. Su nombre es Abraham Lincoln.

FIN.








ÍNDICE

CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
CAPÍTULO XI

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