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l~eorges Didi··Huberman

Ante el tiempo
Historia del arte y anacronismo de las imágenes

Traducción y nota preliminar de Antonio ()viedo

Adriana Hidalgo editora


Didi-Í' lubennan, Georgcs
Ante el ticrnpo - 1a e<l. 2a rdmp.
Biicnos Aires : Adriana Hidalgo editora, 20 l l.
39(i p.; l9xlJ cm. - (fllosofía e historia)

ISBN 978-987·· l '! 56-32-0


1. Filosofía francesa L I'índo
CDD 19'1

filosoj!'t1 e historia

'fítulo ori¡:;i;inal: l)e¡;ant le tanps. "En cierto sentido, todo problerna es


/Iistoíre del 'rir;- et aru1chronisme des
Traducción: ()scar Antonio ()viedn Funes
el de un empleo del tiempo."
G. Baraille, Método de meditación (1947)
tditor: hibián Lebenglik
Maqueta original: Eduardo Stupía
Diseúo: c;abriela [)i C;iuseppc

'.}'edición en Argentina: octubre de 2011


"La rr1ancra por la que el pasado recibe la impresión
l ·' edición en España: octubre de 201 l
de una actualidad más reciente está dada por la ilna-
~) 2000 bv Les f:ditions de i'v1inuit gen en la cual se halla comprendido.
QJ Adriana 1-Iidalg~ editora S.A., 2006, 2008, 2011
Córdoba 8:36 - P 13 - ()f. 1301
Y esta penetración dialéctica, esta capacidad de ha-
(1054) Buenos Aires cer presentes las correlaciones pasadas, es la prueba
e-uiai!: info@ladrianahidalgo.co1n de verdad de la acción presente. Eso significa que ella
W\V\v.adria11ahitblgn.con1 enciende la mecha del explosivo que mora en lo que
ISBN Argentina: 978-987-1156-32-0 ha sido."
ISBN Espafia: 978-84-92857-58-6 W Benjamin, Paris capita!e du XIX si?!cle. Le livre des
Irnpreso en Argentina passages (1927-1940)
Printed in A.rgentinrt
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en el n1cs de scptie1nbre de 20 J l.
L Fra Angdico, parte inferior de la Virgen de las Sornbras, hacia 1440-1450.
Fresco. Florencia, convento de San Marcos, corredor septennional. Altura:
1,50 in. Foto:(;. 1).-H.
NOTA PRELIMINAR
Si se trata de establecer los alcances del contenido del libro
de Georges Didi-Huberman, el subtítulo de Ante el tiempo
puede acaso resumirlos con cierta precisión, siempre y cuan-
do luego se examinen al menos' sus desarrollos fundamenta-
les: Historia del arte y anacronismo de las imágenes. Pese a ser
tan escuetos, los ocho términos "abren') (un verbo insepa-
rable de los recorridos teóricos hubermanianos) una multi-
plicidad de problemas y debates inherentes a la historia del
arte, a las relaciones y tironeas de esa historia del arte con los
modelos temporales de la historia tout court, a la noción epis-
temológicamente decisiva de anacronismo y sus nexos con
la supervivencia, el síntoma y la imagen, si se adrr1ite que
esta última, siendo portadora de una memoria, da cabida a
un montaje de tiempos heterogéneos y discontinuos que, sin
embargo, se conectan y se iI1terpenetran. Pero son dos pre-
guntas formuladas por Didi-Huberman las que introducen
las problemáticas más álgidas, planteadas y retomadas, discu-
tidas y cuestionadas a la luz de diferentes matices y enfoques
en el curso de Ante el tiempo: "¿qué relación de la historia
con el tiempo nos impone la imagen?" y "¿qué consecuencia
tiene esto para la práctica de la historia del arte?".
Es cierto que Ante el tiempo viene a ser como una conti-
nuación, o incluso, dicho con las debidas precauciones, una

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Georgcs Didi-Huberman Nota preliminar

segunda parte de una obra anterior de Didi-Huberman, Devant examinar es el "objeto historia". AsC lo qtte se pone en juego
llmage (editada en J 990). De todos modos, en uno y en son los modelos o los valores de uso del tiempo en el campo
c~tro, la noción de la imagen adquiere igual pron1inencia. histórico, en la historia del arte, cuyos objetos de investiga-
Su tratamiento, desde ángulos diferentes pero estrechamente ción y estudio son precisamente las imágenes. El ideal del
conectados a través de sus respectivos ca1ninos de análisis, le hístoriad.or no consistiría en otra cosa qt1e en interpretar el
~torga un papel central a esa tan recurrente atracción por la pasado con las categorías del pasado, evitando cuidadosa-
imagen, por sus movimientos de inagotables metamorfosis, mente proyectar nuestros conceptos o gustos .sobre las rea-
~or el e.sr:e~or proteico que sacude sus inflexiones, por su ap- lídades del pasado, dado que, de acuerdo a esta posición, la
titud d1r1g1da a proveerse de nuevas formas reacias a dejarse clave para comprender un objeto del pasado se encuentra
asimilar. A todas ellas Didi-Huberman las ha sabido explorar en el mismo pasado: para comprender los fragmentos de los
y cultivar sin pausa: uno de sus últimos libros publicados, muros de Fra Angelico habrá que hallar una fuente de época
lmages malgré tout (2003) lo confirma en relación a los he·· que permita acceder a la actividad pictórica del monje. Bajo
chos atroces de un campo de exterrninio captados por cuatro esta actitud canónica del historiador, que procura, advierte
fotografías. Ade1nás no es menos enfática otra afir1naclón
1
Didi-Huberman, la concordancia de tiempos, los tiempos
suya -en un reportaje del 23/ l l /2000, en Libération- acerca eucrónicos o correctos (factuales, contextuales), lo que subya-
del poder ejercido por la imagen, que es capaz de "pertur- ce es lísa y llanamente una expulsión de un tiempo que no es
bar y hacer recomenzar el pensamiento en todos los planos". el del pasado sino el de la memoria, que es a la cual, en rigor,
l..~ cual entraña una virtual recomendación según la cual "se el historiador convoca e interpela, y que es también un recep··
pide muy poco a la imagen al reducirla a una apariencia; se le táculo de tiempos heterogéneos, repletos de disparidades que
pide demasiado cuando se busca en ella a lo real". hacen trizas las cronologías. Aquí es donde emerge o irrumpe
El objetivo, como asegura Didi-Huberman en Ante el el anacronismo (una "intrusión)' de una época en otra, de-
tiempo, consiste en plantear una arqueología de la historia finido por los surrealistas con la frase: "Julio César muerto
del arte, cuestionando sin eufemismos ni vacilaciones la por un disparo de Browning") para romper precisamente "la
visión pan,?fskiana d.e la "historia del arte como disciplina linealidad del relato histórico". Su "fermento de irracionali-
humanista (antecedida por una tradición teórica que une dad" no excluye la muy afianzada posibilidad de convertir
a Vasari con Kant y con el mismo Panofsky, y que se pro- al anacronismo (error, bestia negra, vergüenza, pecado im-
longa hasta el presente tras haberle cerrado el paso a quienes perdonable, herejía: denominaciones todas acuñadas por un
se propusieron "reinventada'', produciendo lo que se puede gran núrnero de historiadores encabezados en su momento
llamar su "mutación epistemológica": Aby Warburg, Walter por Lucien Fébvre y Ernst Bloch, a los que más adelante se
~eniamm, ~arl Einstein. Esta meta focaliza desde luego al agregan, entre otros, Georges Duby o J.-P. Vernant, pero a
objeto arte albergado en el nombre mismo de historia del los cuales no corresponde sumar el nombre de Michel de
arte. De modo simultáneo, el otro objeto que corresponde Certeau) en un paradigma de la interrogación histórica, esto

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Georges f)idi-Huberrnan Nota preliminar
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es, asevera Didi-Huberman, concederle explícitamente la ca- sus efectos y su legibilidad hayan permanecido obturados por
tegoría de aquello que desborda el tiempo pacificado de la largas décadas, si bien sólo muy recientemente han empezado
narración ordenada. Paralelamente, el anacronismo conlleva a convocar una exploración escrupulosa y reproble1nati.zada
un modo temporal susceptible de expresar la exhuberancia, la (la del autor de Ante el tiempo, sin ninguna duda) que está
complejidad, "la sobredeterrninación" de las imágenes; de allí a la altura de sus adquisiciones teóricas más intempestivas y
que se lo pueda concebir como una necesidad interna a los novedosas en el ámbito de la historia y del arte. Ellos pusieron
objetos --las imágenes- de los cuales intentamos, dice Didi- la imagen en el centro de su práctica histórica y de su teoría
Huberman, "hacer la historia". Esta historia de las imágenes, de la historicidad, y construyeron una concepción del tiempo
agrega, es una historia de objetos "temporalmente impuros", animada por la noción operatoria del anacronismo: tales son
fracturados, indóciles -cabría decir-, a interpretaciones que las dos facetas descriptas por Didi-Huberman. Ambas dibu-
sólo buscan suprimir esas "anon1alías". Y la eclosión o surgi- jan un suelo común que Didí-Huberman comparte mediante
miento de este modo temporal se localiza en el pliegue exacto una lectura crítica acerca de los tres pensadores alemanes. Si se
de la relación entre imagen e historia. pronuncia la palabra "confluencias", cabe aplicarla también a
Sin desconocer su fecundidad, este conjunto de secuencias estos tres que, en muy corto tiempo, compartieron un destino
rápidamente formuladas tampoco podría omitir que el mo- tan amargo como trágico, acorde con las drásticas circunstan-
vimiento que le es propio a las imágenes se manifiesta a tra- cias de cataclismo y desintegración imperantes en la "Europa
vés del síntoma, no en tanto concepto clírüco o semiológico, criminal" (así la llama con sobradas razones Didi-Huberman)
sino como expresión de un malestar, de lo que aparece para de las tres primeras décadas del siglo XX. Por si fuera poco,
"interrumpir el curso normal de las cosas" y de lo que en esa la condición de historiadores no académicos y el rechazo que
aparición sobreviene a destiempo. Por otra parte, el dilema sufrieron por parte de la institución universitaria los colocó
que se plantea para la historia está básicamente asociado al rol en otro suelo igualmente hostil que, sin embargo, no fue su-
desestabilizador del anacronismo: o bien ocultarlo, sellando ficiente para doblegar sus originales trabajos intelectuales, ha-
bajo la historia el tiempo "inverificable" del anacronismo, o ciéndolos, por el contrario, más imperiosos y exigentes. Car!
abrir el pliegue donde el anacronismo, como se dijo antes, co- Einstein y Walter Benjamín se suicidaron en 1940, mientras
necta imagen e historia, dejando, propone Didi-Huberman, que Aby Warburg, desde 1918, se precipitó en la locura que,
"florecer la paradoja". excepto durante algunos períodos, lo acompañó hasta su
Dentro de este Borecimie11to corresponde situar a esos "tres muerte en 1929. A propósito de este último, su nombre ad-
'hilos rojos' teóricos": Aby Warburg, Walter Benjamin y Car! quirió relevancia por el célebre Instituto homónimo que fun-
Einstein, creadores de obras poderosamente innovadoras que ciona actualmente en Londres, constituido, como se sabe, con
Didi-Huberman ha seguido en su libro con justificada admi- los 60.000 volúmenes de su biblioteca trasladados clandesti-
ración y reconocin1iento, sin perder de vista, además, la rup- namente en 1933 desde Hamburgo, única manera de evitar
tura epistemológica que se atrevieron a producir aun cuando que los nazis la incautaran si es que no ocurría algo peor.

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Georgcs Didi-·HuberrnJ.n Nota preliminar
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Resulta íneludible practicar este 'pequeño acercamiento parecía salido del siglo XIX. Fundador de una antropología
(léase: comprobación) hacia el libro de Didi-Huberman: c,n histórica de las imágenes, la principal categoría creada por
sus páginas la figura de Walter Benjamin alcanza cma mas Warburg, la supervivencia (Nachleben), a la que Didi-Hu-
que evidente ubicuidad. Si hay alguien que, desde s~s obr.as, berman consagró en L'image survivante (2002) una reflexión
puede ocupar el lugar de un insisten~e,. de un-por qu.e no- m· insoslayable, concentra el intento de dar cuenta de la com-·
flexible perturbador del tiempo h1stonco, es Ben¡amm, y alre- pleja temporalidad de las imágenes, de "sus largas duracio-
dedor de semejante lugar giran sus escritos, sean estos lnfancza nes, latencias y síntomas, n1emorias enterradas y resurgidas,
en Berlín, determinados temas en Baudelaire, las tesis sobre anacronismos y umbrales críticos", según la enun1eración d.e
filosofía de la bistoria, Dirección única o el genialmente in· Didi-Huberman. Por supuesto que los modelos históricos
concluso Libro de los Pasajes. Si se toma el ejemplo del primer estándar mues[ran su total limitación para acceder a esa
capítulo, el dedicado a la imagen·matriz, donde Did,i-Huber· complejidad y Benjamin, por haberlo captado raudamente,
man deslinda con su habitual sagacidad los dos ongenes de comprendió de inmediato que la supervivencia ("pos-vida, o
la historia del arte (el de Plinio el Viejo y muchos siglos des- capacidad-dice Didi-Huberm~n en Art Press N° 277, fobrero
pués el de Giorgio Vasari, incluidas sus respectivas version~s de 2002-, que tienen las formas de jamás morir completa-
e imbricaciones de la semejanza, la belleza o el arte), ese pn· mente y resurgir allí y cuando menos se las espera") ver1Ía
mer capítulo, al culminar, conecta sus demostraciones con el a alimentar y corroborar los nuevos modelos temporales a
pensamiento benjaminiano acerca de la historia y del origen: cuya elaboración se hallaba también abocado. La imagen no
este, en relación a la historia del arte, debe entenderse como se reduce a un mero acontecimiento del pasado ni a un blo-
torbellino capaz de aparecer en todo momento, súbitamen· que de eternidad despojada de las condiciones de ese devenir.
te, imparable, haciendo trastabillar o resquebrajando el saber Ostenta una temporalidad de doble faz a la que Benjamín
histórico unívoco. La relación con Warburg tuvo un sesgo denominó "imagen dialéctica" y cuyos correlatos, el anacro-
eminentemente intelectual, aunque sin duda se cuelan en ella nismo y el síntoma, son vehículos de paradojas que se com-
otros aspectos contrastantes: Benjamin, con iguales interes_e~, plementan o incluso se superponen. Sobre todo cuando en el
carecía de medios mientras que al erudito riquísimo su familia presente del objeto resurge la duración de un pasado latente,
lo había liberado de todo esfuerzo para ganarse el sustento; es decir, la noción warburguiana de supervivencia: en el París
pero uno y otro, aparte de estar aislados, no fueron admitidos del siglo XIX del Libro de los Pasajes, Benjamín detecta a Dá-
por la universidad. La atracción no positivi,~t.a de Warburg P~,r nae en la cajera de tienda, a las bocas del infierno en las del
los despojos de la historia, su hurgar en los tiempos perdidos , metro o al mendigo medieval en el clochard. Esta insistencia
en absoluto evolucionistas, que agitan la memoria hurnana lo del anacronismo junto a su disímil temporalidad de imáge-
volvían un perfecto anacrónico, tanto como lo era, sirva de nes afecta a todos los niveles de la cronología y por consi-
ocasional ejemplo, el mismo aspecto físico o la gestualidad de guiente es menester, según la expresión d_e RPnjamin, "ton1ar
Benjamín que, de acuerdo a la evocación de Hannah Arendt, la historia a contrapelo". Vinculado al anterior emmciado es

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que hay que leer la aseveración tajante, perentoria de Benja- benjaminiana y el símbolo de Panofsky, entre sus respecti-
min, que reza: "la historia del arte no existe". Estos términos vas lecturas de Platón y Kant son insolubles y cubren -cabe
-subraya Didi-Huberman-, apuntan a una reformulación de inferirlo, tal como lo hace Didi-Huberman-, un territorio
los problemas y de los términos del sintagma "historia del donde no pueden coexistir los dos a la vez. Para la historia··
arte". Respecto del "arte'', Benjamin anhela acabar con las deducción del modelo epistemológico de Panofsky resultaba
repetitivas y enganosas oposiciones (iconología/formalismo, intolerable el modelo epistemológico del origen-torbellino
análisis técnico/ síntesis histórica, etc.). Respecto de la "his- (incierto, inaferrable, avasallador) postulado por Benjamín,
toria'1 son las causas, las paternidades o las influencias las que así como la idea de una porosidad temporal adjudicada, en
provocan su claro desdén. Así, la historia del arte desem- su libro sobre el barroco alemán, a la Edad Media, el Rena··
boca en la negación de la temporalidad de su objeto y no cimiento y el Barroco. Y aunque esta apreciación había sido
contempla la historicidad "específica" que le concierne. No sustentada por Warburg, es del todo evidente que Panofsky
son pocos los lazos que vinculan a Benjamin con el pensa- se acercaba cada vez más a desalentada y a distanciarse de
miento de Warburg. En el marco de esta misma profusión, sus incontrolables dislocaciones y riesgos. "Panofsky -escri-
no se puede omitir" el intento -fracasado- de Benjamín por be Didi-Huberman- comprendió bien que con Benjamín la
acercarse, a fines de los 20 y con su libro Origen del drama historia era tomada a contrapelo."
barroco alemán, a Warburg, más exactamente al Instituto, y Este sintagma -"tomar la historia a contrapelo"- apunta
particularmente a quienes por esa época ya eran sus virtuales de n1anera casi diáfana a cobijar diversas localizaciones teóri-
herederos, de los cuales Erwin Panofsky era el más indiscu- cas de la escritura ensayística benjaminiana. Por ello, la tarea
tido. Un verdadero punto de inflexión se cifra en lo que fue de encararlas se renueva al reactualizar sus orientaciones dis-
la inapelable decisión -"cargada de resentimiento", declara cursivas. La renuncia al modelo del progreso histórico pre-
Benjamín- no solamente doctrinaria y estética tomada por supone que la historia (como objeto de la disciplina) no es
Panofsky a fin de no darle el lugar ni la oportunidad a los que algo fijo ni un elemental proceso sin interrupciones, y que la
aspiraba el autor del libro sobre el barroco alemán. Lo testi- historia (en tanto disciplina) tampoco es un saber fijo y mu-
monian las cartas (de Benjamín, del poeta Hugo von Hof- cho menos un relato lineal. La actitud del historiador-según
mannsrhal -que actuó de intermediario ante Panofsky-, y de Didi-Huberman- deberá radicar en llevar su propio saber a
Gershom Scholem -que recibió las confidencias del propio "las discontinuidades y a los anacronismos del tiempo". Des-
Benjamín), que al mismo tiempo testimonian una suerte de de este punto de vista, entonces, los hechos del pasado "no
inocultable escisión, acentuada desde 1940, cuando se sui- son cosas inertes" que se pueden encontrar y a los que luego
cida Benjamin, entre dos concepciones acerca de la historia se relata, por así decirlo, distraídamente. Al contrario, poseen
del arte y de esas "cosas esenciales", para Benjamín, inhe- una dialéctica, un movimiento. De ahí que la "revolución co-
rentes a las imágenes. Las antinomias entre la antropología pernicana" de la historia habrá sido, para Benjamín, "pasar del
benjaminiana y la iconología panofskiana, entre la alegoría punto de vista del pasado como hecho objetivo al del pasado

18 19
Georges Didi-l·{uberman
· - -........ _____ ____
Nota preliminar
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como hecho de memoria", vale decir, como hecho dorado de Didi-Huberman-·- se erige, para Benjan1in, el conocimiento,
movimiento. Lo singular es que se parte no de los hechos pa- al CL!al Freud y Proust contribuyeron a darle la sustentación
sados en sí inismos sino de ese movilniento que los recuerda. que el arduo trabajo teórico benja1niniano buscó y finahnen-·
La actualidad del presente es la que prevalece y el historiador, te consiguió fo.rmtilar. Según Benjamü1, entonces, a lo que
ante la me1noria corno instancia dinámica, debe actuar corno err1erge de ese instante se lo puede l.{esignar co1no una inia-
el receptor y el intérprete. Suprimiendo jerarqcdas entre he·· ~en, que, por otra parte, no imita las cosas sino que traza una
chos nimios y hechos relevantes, debe tratar de acceder a la l1ne~ ~e ~ractura o ur.1 intervalo entre las cosas. Y esa ünagen
mirada minuciosa del antropólogo, convertirse en un trapero es d1alectica pues oscila entre la presencia y la representación,
de la memoria, el que recoge deshechos, aun los más hnmil- entre las mutaciones y las permanencias. Benjamín utiliza el
des y despreciados, colecciona cosas heteróclitas y toda cla- término "fulguración" para abarcar lo visual y lo temporal
se de harapos sucios. lndisociable del coleccionista, se halla reumdos en la imagen dialéctica. En la imagen, chocan y se
el niiio y su impetuosa práctica dirigida a gestar sin tregua desparraman todos los tiempos con los cuales está hecha la
nuevas colecciones. El niño, escribe Benjamin corroborando historia. Y ese choque emite uná fulguración cuya duración
su razonamiento, "se siente irresistiblemente atraído por los es muy breve pero que hace visible, que ilumina "la auténtica
desechos". En esta actividad del niiio, o del trapero, todo es historicidad de las cosas" que acto seguido desaparecen o que-
anacronismo porque todo tiene la dimensión de la impureza dan veladas. El paso siguiente, derivado de las observaciones
y es en esta donde perdura o, mejor, sobrevive el pasado. Otra precedentes, se cumple al ceiiir el destello, la fulguración 0 el
de las definiciones sobre el historiador propuesta por Benja- relampagueo, como los instantes en que el Ahora y el Otrora
min considera que aquél es un niño "que juega con jirones (que no son el presente y el pasado), fusionándose, permiten
del tiempo". Idéntico sentido se reafirma a través de una ob- definir a la imagen como "dialéctica en suspenso".
servación de Didi-Huberman acerca de la "desesperación sin . Mediante esta especie de doble y fogacísimo chisporroteo,
salida" que él atribuye por igual a los textos de Kafka y de D1d1-Huberman introduce la imagen-malicia, la imagen que
Benjamín. Pero agrega que esta desesperación queda relegada es la malicia en la historia. La malicia del tiempo en la historia
y lo que en realidad campea, al menos en el caso de Benja- aparece, se muestra y vertiginosarnente se dispersa, sus n1ani-
min, es el regocijo o, más exactamente, lo festivo. Benjamin, festaciones se disuelven) o mejor: se desmontar1, del mismo
que en toda su obra se ocupa de la historia y del pasado, es que se desmontan o desarman las piezas de un reloj, según el
portador de una "energía infantil" que remite al juego, a los eJemplo de Didi-Huberman. Sin embargo, previo al desmon-
movimientos que el niiio ejecuta al practicarlo. La acción del taje existe el montaje, y uno y otro son términos asun1idos
niño, aden1ás ele revolver, contar, clasificar caprichosamente por Benjamín para referirse al conocimiento y al método que
los trapos, incluye el dormir sobre ellos y el despertarse tras la operación histórica emplea para efectuarse. Los desechos
haber sonado. En esta intersección producida entre el dormir -viene a decir Benjamin- son remontados por el historiador,
y el despertar -"el instante bifacial del despertar", propone pues esos deshechos pueden desmontar la historia y montar

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Georges Didi-Hubern1an Nota preliminar
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las discontinuidades, los tiexnpos heterogéneos que congre- su texto lo que llama el "juguete científico", sea este estereos-
gan supervivencias, anacronisrnos, sínton1as, late~~ias, etc. copio, fenakisticopio, telescopio o bien caleidoscopio. No se
Para la perspectiva del historiador, la imagen-malicia queda ignora el papel central que estos juguetes alcanzaron en el des-·
certeramente expuesta a través de una paradoja en virtud de la cubrimiento de la fotografía y el cine. Benjamin, en particular,
cual la "fuente del pecado" (anacronismo, contenidos fantas- hallaba en el caleidoscopio -·como destaca Didi-Huberman-·
máticos, inabarcables diseminaciones) conviven con la "fuen- configuraciones visuales siempre "entrecortadas", pues al sa-·
te del conocimiento" (desmontaje de la historia y montaje cudir el aparato aparecen nuevas formas constituidas a partir
de su historicidad). Pero esta imagen-malicia queda también de la diseminación que se desencadenó. Al mismo tiempo,
canalizada por una "doble inflexión" en la cual las cosas se las formas visibles que despiertan la atracción provienen de
desmontan por el síntoma, repleto de insidias, turbia irracio- los trozos de telas deshilachadas, baratijas de vidrio trituradas,
nalidad y malestar, y por el saber, el conocimiento, cuyos pro- pequeñas conchillas, plumas rotas, polvo, etc. El material de
cedimientos en todo caso transitan por senderos distintos. esta imagen dialéctica surgida en el caleidoscopio está hecha
Con la actividad lúdica de los niños, Didi-Huberrnan mar- de restos dispersos: la importanc'ia teórica del caleidoscopio
ca otra for1na o "paradigmd) de malícia que adquiere no poca debe valorarse -según Dicli-Huberman- en relación al histo-
importancia debido a que tanto las situaciones turnultuosas, riador como trapero. Una cita del Libro de los Pasajes dedicada
de comicidacl concatenada y creciente como los artefactos a la pintura de la modernidad es muy elocuente en este aspec-
-juguetes- que las sostienen e impulsan cad.a vez más intensa- to: "Crear la historia con los mismos detritus de la historia".
mente, conforman un dominio al que algunos textos de Freud Para esta "caja de malicias" (colmada de formas caprichosas,
(sobre el síntoma en relación al mal), de Proust, de Baudelaire, imprevisibles, díscolas, titilantes, incongruentes más allá de
supieron visitar y captar con perspicacia. Pero es sobre todo en cualquier explicación, al igual que el juego no menos desafian-
un texto de este último, titulado "Moral del juguete", donde temente arbitrario y errático de los niúos), Benjamin encon-
Benjamin leyó nexos y proximidades con sus teorías. "Poderes tró otras tantas prolongaciones con similares registros en los
dialécticos") de eso se trata, del juguete: ur1a mezcla incesante grabados de Grandville (con su mundo de flores y vegetales
de elementos contrapuestos en los que Baudelaire discierne traspuestos a los objeros de la higiene burguesa del siglo XIX),
1
tanto la "prin1era iniciación del niño en el arte' como una en las fotografías amplificadas de plantas de Karl Blossfeldt o
instancia de conocin1iento. En Benjamin, este fenómeno ori- en el rompecabezas chino.
ginario conlleva una imagen dialéctica que abarca lo "inani- Didi-Huberman estudia no menos exhaustivamente otra
mado" del objeto y la "animación" de la práctica del juego. El imagen en su libro Ante el tiempo: la imagen-aura. Si en rigor
siguiente paso incumbe a una doble temporalidad trasuntada carece de localización muy precisa en el opus benjaminiano,
en la "destrucción" (sacudir, arrojar, golpear el juguete) y el la noción de aura tiene una forn1ulación más concreta en un
"conocimiento» (averiguar cuál es el mecanismo, de un re- ensayo breve de Benjamin que lleva como título La obra de
loj, por ejemplo). Paralelamente, Baudelaire no descuida en arte en la época de su reproductibilidad técnica, y es esta época

22 23
(;eorges I)idi-l-Iubcrman Nora prelirninar

la que, en el marco de la producción de obj eros artísticos, pro- ilegibilidad tenaz. 1dnto de su escritura con10 de su pensa-
vocó la desaparición o la decadencia del aura. La aclaración de miento emana un fulgor que llega a ser --dice Didi-Huber-
Didi-Huberman respecto del término "decadencia" en Ben- man- sofocante. Parafraseanclo a Nietzsche) corresponde
jamín es la de que su acepción debe recoger "un rodeo hacia decir-según Didi-Hubcrman- que es un historiador del arte
abajo'') "una inclinación", "una desviación," una inflexión nue- que historiza a golpes de martillo, que los movimieotos críti-
va ". N
l o l.itera lrnente pero s1"' aurat1carnente
' . " (en vlrtud de las cos de sus frases a menudo trasladan borbotones de razona-
cuatro suposiciones que expone Didi-Hubermao: del objeto, mientos vehementes paradojas y retruécanos que acentúan
1

del tiempo, del lugar y del sujeto), esa "inflexión nueva" remi- una voluntad de abrir, de escarbar con denuedo la superficie
te al modo por el cual se busca comprender, en un cuadro del de lo dado. Emigra en 1928 y se instala en París, donde par-
pintor norteamericano Barnett Newman, la cuestión del aura. ticipa en la revista Documents, .activamente y en pie de igual-
Ese cuadro recibió el extraño título de Onement l. Y Onement dad con Georges Bataille y Michel Leiris. Antes de salir de
I es el objeto del estudio que lleva a cabo Didi-Huberman: Alemania, con su teoría del arte ya enfrentaba a Wolffiin,
un estudio no del aura en la obra de Walter Benjamin sino Alois Riegl, Worringer; los conceptos que utilizaba prove-
de una obra plástica-de Bamett Newman- que propone una nían de los aforismos de un Konrad Fiedler y de los escritos
definición benjaminiana del aura. Por ello quizás Didi-Hu- epistemológicos de Emst Mach, ambos obsoletos antes de
berman insiste en decir que hay "algo que la obra de Newman haber sido estudiados. La historia del arte anglosajona,
nos enseña más allá incluso de lo que Benjamin podía decir". "triunfalmente orientada hacia la iconología panofakiana y la
No falta, ni aquí ni en otras zonas de su libro, lo que es el historia social del arte, contribuyó -afirma Didi-Huber-
sesgo -también el acontecer- del pensamiento ensayístico de man- a tejer la tra1na (le un olvido que f11e también un acto
Didi .. Huberman, el cual procura retomar desarrollos u obser- de censura hacia un "historiador inadmisible". Releer hoy a
vaciones efectuadas con antelación a fin ele reafirmarlas me- Carl Einstein es encontrar, lejos de las domesticaciones aca-
díante nuevas precisiones que no necesariamente responden al démicas, algo que se asemeja a una parte maldita de la histo-
punto de vista ya empleado. Con la figura de Carl Einstein ria del arte, en cuyos avatares el historiador debe ser capaz de
ocurre algo así. La imagen dialéctica (que se halla atravesada incorporar sus propios cuestionamientos, las amenazas y
por recurrentes incursiones benjamínianas), por ejen1plo, en- riesgos que lo perturban e inquietan. El "pensamiento mul-
cuentra en el curso de la obra einsteniana las vías para que tifocal" einsteiniano desbordó los límites de la historia del
pueda circular convincenten1ente. La defi11ición que expresó arte y criticó el satisfecho inmovilismo que la legitimaba
Clara Malraux acerca de Carl Einstein es, aparte de magnífica, dentro de un saber disciplinario específico y cerrado. Su libro
Inuy certera: "el hon1bre de todos los nuevos acercamientos". sobre Georges Braque con el n1ismo título) sus estudios sobre
Quizás en esta vocación por lo nuevo haya una explicación el cubismo y sobre el arte africano (Negerplastik), e incluso su
para una obra a la que se califica de inactual. Ni cuando se novela Bebuquin, consideran que las obras de arte deben tener
publicó ni más recienten1ente sus textos l1an salido de ur1a un ímpetu de excepcionalidad y traducir estados extremos

24 25
Georges Didi-I--luberman preli1ninar
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que el criterio de la belleza o de lo bello -"una burocracia de de ur1a misma región o las for1nas no progresan de lo más
las emociones", según sus palabras- sólo consiguen apaciguar simple a lo más complejo. Lo que Einstein postula entonces es
ya que "castran cobardemente las fuerzas peligrosas de la vi- cambiar los modelos epistemológicos de lo que se entiende
sión". Para Einstein cuestionar el objeto de la historia del arte por historia y los modelos estéticos relacionados con el arte.
preSllpone cuestionar sin rodeos el modelo de temporalidad "La escultura africana -aclara Didi-Huberman- va a surgir
que la anin1a. Se trata, entonces de practicar una historia del
1 no del campo de conocimiento donde ella estaba capturada
arte contra una cierta concepción de la historia, contra el _mo- sino de un valor de uso muy particular en el que el arte mo-
delo "positivista, evolucionista y teleológico" que sostiene el derno, el cubismo", se atreve a utilizarla, transformándola,
análisis histórico de las imágenes. Frente a dicho modelo, desplazándola. Esta operación teórica es lo que ejecuta Eins-
Car! Einstein erige una comprensión "genealógica" que pue- tein y es la que también va a aflorar d.e manera constante
da interrogarse sobre las condiciones de engendramiento de -constantemente resignifica(la- en los escritos suyos poste-
las obras y con igual énfasis sobre el ritmo agonístico de sus riores a 1915, cuando Negerplastik es publicado por primera
destrucciones, de sus supervivencias, anacronismos, retroce- vez. La contigüidad de este trabajo de especulación teórica
sos y revoluciones. Todo ello con el propósito de no rehuir la con la imagen dialéctica benjaminiana es indiscutible. Una
exuberante complejidad de los objetos artísticos, la exuberan- teoría de la experiencia visual tiene en la anterior elaboración
te complejidad del tiempo "que esos objetos producen y del un punto de partida luego encauzado, cada vez más definida-
cual son los productos". La máxima exige11cia de esta obra de mente, en su Arte del siglo XX, en el Georges Braque y en la
Carl f:instein ilnpidió que sus resultados tuvieran culmina- descollante participación con sus textos en la revista Docu-
ción) pero esa exigencia se mantiene, desde su actualidad, con ments al lado de esos pensadores "energúmenos" (como Didi-
una urgencia absolutamente plena. En su libro sobre la escul- Huberman llama también a Einstein) que fueron Bataille y
tura africana (Negerplastik) arremete contra la etnografía po- Leiris. La teoría de la experiencia visual se identifica, siguien-
sitivista, que niega 1a existencia de un arte africano en dos do el desarrollo de Didi-Huberman, con una descomposi-
niveles: niega la existencia de esos objetos llamados fetiches ción de la for1na o n1ás exactarr1ente, una destrucción de la
1

como obras, y que esas formas tengan historicidad. El ade- forma reflejada en el siguiente precepto einsteiniano: "Toda
mán teórico efectuado por Car! Einstein adquirirá toda la forma precisa es un asesinato de otras versiones". Dicha des-
fuerza de un trastoca1niento por el cual se reconocerá que arte composición o destrucción tendrá en el cubismo "la dignidad
e historia tienen cabida en la producción escultural africana. de un método irreversible": deviene síntoma global de una
Esta decisión, como lo advierte Didi-Huberman, choca contra civilización que puso el espacio, el tiempo y el sujeto "patas
una serie de obstáculos en apariencia insalvables alzados por el para arriba". Para Car! Einstein la alucinación no se separa
discurso occidental: allí no existe historia fechada, los artistas más de lo real sino que lo crea. Lo hace a través de una vio-
no fir1nan sus objetos la escultura es realizada en el marco
1 lencia operatoria de la forma, que a su vez perturba el pensa-
de sociedades secretas, hay estilos diferentes que provienen miento del sujeto. El cubismo viene a ser un cuestionamiento

26 27
Georges Didi-Hubennan

radical de la sustancia donde objetos y humanos se habían


visto fijados por la metafísica clásica. Hace añicos el sujeto
estable y liquida la estúpida actitud antropocéntrica. Su acti-
tud es anrihumanista, no por atracción hacia las formas puras
o no hu.manas sino por gestar una nueva posición del sujeto.
El cuadro cubista no tiene que "representar" sino que "ser" o
"trabajar", un trabajo que se realiza en la incesante dialéctica APERTURA
de una descomposición focunda y de una producción que
jamás descansa. I~as i1nágcnes para Einstein, son focos de
1 LA HISTORIA DEL ARTE
energía y de intersecciones de experiencias decisivas. El ver- COMO DISCIPLINA ANACRÓNICA
dadero sentido de las obras de arte, agrega, proviene de "la
fuerza insurrecciona! que ellas encierran)). Por último, la his-
toria del arte no debe perder de vista la intensa y dramática
complejidad de las obras de arte. Semejante complejidad alo-
ja procesos destructivos y agonísticos que hacen de toda ex-
periencia visual un verdadero combate. Muy cerca de todo
este hervidero de virulencias y desorden Car! Einstein coloca
una historia del arte capaz de hacer jugar o trabajar la imagen
"a la vista de conceptos insospechados, a la vista de lógicas
insólitas". c;eorges Didi-Huberrr1an recorre con esclarecedo-
res análisis esta y otras tentativas a través de los capítulos de
Ante el tiempo, forjados siguiendo unas vías heurísticas sin
duda rigurosas y sutiles, nunca definitivas pues siempre vuel-
ven a repensar sus hallazgos.

Antonio Oviedo

28
Ante la imagen: ante el tiempo

Siempre ante la imagen, estamos ante el tiempo. Como el


1

pobre ignorante del relato de Kafka, estamos ante la imagen


como Ante la ley: como ante el marco de una puerta abierta.
Ella no nos oculta nada) bastaría con entrar, su luz casi nos
ciega, nos controla. Su misn1a apertura -y no menciono al
guardia- nos detiene: mirarla es desearla, es esperar, es estar
ante el tiempo. Pero ¿qué clase de tiempo? ¿De qué plastici-
dades y de qué fracturas, de qué ritmos y de qué golpes de
tiempo puede tratarse en esta apertura de la imagen'
Dirijamos un instante nuestra mirada hacia ese muro de
pintura renacentista (jíg. 1). Es un fresco del convento de San
Marco, en Florencia. Verosímilmente fue pintado en los años
1440 por un hermano dominico que vivía allí y al que más
tarde se conoció como Beato Angelico. Se encuentra a la al-
tura de la mirada, en el corredor oriental de la clausura. Justo
más arriba está pintada una Santa Conversación. Jodo el resto
de la galería está, igual que las celdas, pintado a la cal. En esta
doble diferencia -con la escena figurada arriba, con el fondo
blanco circundante-, el muro de fresco rojo, acribillado por

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r1.
::
-·-~-·-~---· ··--·---·-
1

Apertura
---- 1:
manchas erráticas, produce corno una deflagración: un fuego sus zonas marginales, los registros bien --o rnal- llarnados 1
de artificio coloreado que lleva incluso la huella de su apa- "inferiores" de los ciclos de frescos, los registros del "decorado",
rición originaria (el pigmento que fue arrojado a distancia, de los "falsos mármoles". Pero entrada paradoja! (y, para mí, I'
como lluvia, en fracción de instantes) y que, desde entonces, decisiva), pues ro que se trataba de comprender la necesidad
se perpetuó con10 una constelación de estrellas fijas. intrínseca,~ la necesidad figurativa, o mejor figura! de una ,ii
Ante esta ilnagen de golpe nuestro presente puede verse
1 zona de pintura fácilmente aprehensible bajo la etiqueta de
atrapado y, de una sola vez, expuesto a la experiencia de la "arte abstracto"(2).
mirada. Aunque desde esta singular experiencia han transcu- Se trataba, en el mismo movimiento -en la misma perple-
rrido (1) -en lo que a mí concierne- más de quince años, mi jidad-, de comprender por qué toda esta actividad pictórica,
"presente ren1iniscente" no ha terminado, 1ne parece, de sacar en Fra Angelico (pero también en Giotto, Simone Martini,
todas las lecciones. Ante una in1agen -tan antigua corno sea-, Pietro Lorenzetti, Lorenzo Monaco, Piero della Francesca,
el presente no cesa jamás de reconfigurarse por poco que el Andrea del Castagno, Mantegna y tantos otros también), es-
desasimiento de la mirada no haya cedido del todo el lugar taba íntimamente mezclada con la' iconografía religiosa, por
a la costumbre infatuada del "especialista'. Ante una imagen qué todo ese mundo de imágenes perfectamente visibles no
-tan reciente, tan conte1nporánea como sea-, el pasado no había sido, hasta allí, ni mirado, ni interpretado, ni incluso
cesa nunca de reconfigurarse, dado que esta imagen sólo de- entrevisto en la inn1ensa literatura científica consagrada a la
viene pensable en una construcción de la memoria) cuando pintura del Renacimiento(3). Es así que surgió, fatalmente,
no de la obsesión. En fin, ante una imagen, tenemos humil-- la cuestión epistemológica. Es así que el estudio de caso -una
demente que reconocer lo siguiente: que probablemente ella singularidad pictórica que un día interrumpió mi paso en el
nos sobrevivirá, que ante ella somos el elemento frágil, el ele- corredor de San Marco- hizo aparecer una exigencia más ge-
mento de paso, y que ante nosotros ella es el elemento del fu- neral en cuanto a la "arqueología'', como hubiera dicho Michel
turo, el elemento de la duración. La imagen a menudo tiene Foucault, del saber sobre el arte y sobre las imágenes.
más de memoria y más de porvenir que el ser que la mira. Positivamente, esta exigencia podría formularse así: ¿en
Pero -cómo estar a la altura de todos los tiempos que esta qué condiciones un objeto, o un cuestionamiento histórico
imagen, 'ante nosotros, conjuga sobre tantos planos? Y, pri- nuevo puede, asimismo, elnerger tardíamente en un contex-
mero, ¿cómo dar cuenta del presente de esta experiencia, de to tan conocido y tan, por así decirlo, ''documentado", con10
la memoria que convocaba, del porvenir que comprometía? es el Renacimiento florentino? Uno podría, con razón, ex-
Detenerse ante el muro de Fra Angelico, someterse a su mis- presarse más negativarnente: ¿qué es lo que, en la historia
terio figural, en eso consistía entrar, modesta y paradójica- del arte como disciplina, como "orden del discurso", pudo
mente, en el saber que se llama historia del arte. Entrada mantener tal condición de enceguecimiento, tal '"voluntad 1
modesta, porque la gran pintura del Renacimiemo floren- de no ver" y de no saber? ¿(~uáles son las razones epistemo-
tino era abordada justamente desde sus bordes: sus parerga, lógicas de tal negación -la negación que consiste en saber
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Georges Didi-Huberman
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identificar, en una !3anta Conversación, el menor atributo ico- teológico, exegético y litúrgico de los dominicos. Y, de rebo-
nográfico y, al n1isrno tiempo no prestar la menor atención al te) hacer surgir la exigencia de una semiología no iconológica
pasmoso fuego de artificio coloreado que se despliega justo -en el sentido "científico" y actual, tomado de Panofsky-,
debajo en una superficie de tres metros de ancho y un 1netro una semiología que no fuese ni positivista (la representación
cincuenta de altura? como espejo de las cosas) ni incluso estructuralista (la re-
Estas preguntas muy simples, tomadas de un caso parti- presentación como sisten1a de signos). Era la representación
cular (pero que poseen, espero, algún valor ejemplar) com- misma la que debía ser cuestionada ante el muro. Y en conse-
prometen a la historia del arte en su método, en su mismo cuencia comprometerse a un debate de orden epistemológico
estatuto -su estatuto '(científico)), según suele decirse- así sobre los medios y los fines de la historia del arte en tanto
como en su historia. Detenerse ante el muro de Fra Angelíco, que disciplina.
era primero intentar dar una dignidad histórica, incluso una Intentar, en definitiva, una arqueología crítica de la histo-
sutileza intelectual y estética, a objetos visuales considerados ria del arte capaz de desplazar el postulado panofskiano de "la
hasta entonces como inexistentes, o al menos desprovistos de historia del arte como disciplina humanista" (6). Era por eso
sentido. Se hizo evidente enseguida que, para llegar a esto, necesario cuestionar todo un conjunto de certezas en cuanto
por poco qtte fuera, era necesario tomar otras vías que las al objeto "arte" -el objeto mismo de nuestra disciplina his-
fijadas magistral y canónicamente por Erwin Panofsky bajo tórica-1 certezas que tienen por trasfondo una larga tradi-
el nombre de "iconología"(4): era difícil, aquí, inferir una ción teórica que corre sobre todo de Vasarí a Kant y más allá
"significación convencional" a partir de t1n "sujeto natural"; (especialmente hasta el mismo Panofsky)(7). Pero detenerse
difícil de encontrar un "motivo" o una "alegoría" en el sen- ante el muro no es solamente interrogar al objeto de nuestras
tido habitual de esos términos; difícil identificar un "asun- miradas. Es detenerse también ante el tiempo. Es interrogar
to" bien claro o un "tema" bien distinto; difícil exhibir una en la historia del arte, al objeto "historia", a la historicidad
"fuente" escrita que hubiera podido servir de interpretación misma. Tal es la apuesta del presente trabajo: empezar una
verificable. No había ninguna "clave" para sacar de los archi- arqueología crÍtica de los modelos de tiempo, de los valores
vos o de la Kunstliteratur, como el mago-iconólogo sabe sacar de uso del tiempo en la disciplina histórica que quiso hacer
tan bien de su sombrero la única clave "simbólica" de una de las imágenes su objeto de estudio. Cuestión tan vital, tan
imagen "figurativa>'. concreta y cotidiana -cada gesto, cada decisión del historia-
Hubiera sido necesario desplazar y complejizar las cosas, dor, desde la más humilde clasificación de sus fichas hasta
volver a qué pueden decir, en el fondo, para un historiador sus más altas ambiciones sintéticas ¿no fundan, cada vez, una {'
del arte) "tema)), "significación'', "alegoría" o "fuente". Era ne- elección de tiempo, un acto de temporalización? Es difícil de
cesario sumergirse de nuevo en la semiología no iconológica esclarecer. Muy rápido se manifiesta que nada, aquí, perma-
-en el sentido humanista de Cesare Ripa (5)- que constituía, nece mucho tiempo bajo la serena luz de las evidencias.
dentro de los muros del convento de San Marco, el universo

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C:eorgcs Didi-f-Iubcrman Apertura
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Partamos, justamente, de lo que parece constituir la evi- pertinenten en el sentido de que pertenece, como el fresco
dencia de las evidencias: el rechazo del anacronismo para e1 de Fra Angelico, a la civilización italiana del Renacimiento:
historiador. fara es la regla de oro: sobre todo no "proyectar", testirnonia, en ese sentido, la recepción humanista de una
como suele decirse, nuestras propias realidades -nuestros pintura producida bajo el mecenazgo de Cosme de Medicis.
conceptos) nuestros gustos) nuestros valores- sobre las rea- ¿Es por lo tanto '·'históricamente pertinente" en el sentido
lidades del pasado, objeto de nuestra investigación histórica. de que permita comprender la necesidad pictórica -pero
¿No es evidente que la "clave" para comprender un objeto también intelectual, religiosa- de los muros coloreados de
del pasado se encuentra en el pasado misrr10, y más aún, en el San Marco' De ningún modo. Comparado con la misma
mismo pasado que el del objeto' Regla de buen sentido: para producción de Fra Angelico, el juicio de Landino nos lleva
comprender los muros coloreados de Fra Angelico, será ne- a imaginar que él jamás pisó la clausura del convento flo-
cesario buscar una fuente de época capaz de hacernos acceder rentino -cosa bastante probable-, y que vio esta pintura sin
a la (<herramienta mental" -técnica, estética, religiosa-- que prestarle atención, sin entender gran cosa. Cada una de sus
hizo posible ese tipo de elección pictórica. Definamos esta "categorías" -la facilidad, la jovialidad, la devoción ingenua--
actitud canónica del historiador: no es otra cosa que una está en las antípodas de la complejidad, de la gravedad y de
búsqueda de la concordancia de tiempos, una búsqueda de la sutileza ejecutadas por la pintura claramente exegética del
la concordanci~l eucrónica. hermano dominico (9).
,._fratándose de Fra Angelico, tene1nos una "interpretación Estamos pues ante el muro con10 ante una pregunta nue-
cucrónica" de prünerísin10 orden: el juicio pronunciado acer- va planteada al historiador: sí la fuente "ideal" -específica,
ca del pintor por el humanista Crístoforo Landino en 148 L eucrónica- no es capaz de decir algo, lo que sea, acerca del
Michael Baxandall presentó este juicio como el tipo mismo objeto de la investigación y sólo nos ofrece una fuente sobre
de una fuente de época capaz de hacernos comprender una su recepción y no sobre su estructura, ¿a qué sar1tos, a qué
actividad pictórica muy cerca de su realidad intrínseca, según interpretaciones es necesario entonces encomendarse? Hay
las "categorías visuales" propias de su tiempo -es decir, "his- un primer elemento a subrayar que concierne a la dignidad
tóricamente pertinentes" (8). Tal es la evidencia eucrónica. Se abusivamente concedida al texto de Landíno: se lo declara
llega a exhibir una fuente específica (el juicio de Landino, en pertinente porque es "contemporáneo" (no hablo aquí de eu-
efecto, no es en cuanto al género sino al nombre) y, gracias cronía más que para destacar el valor de coherencia ideal, de
a eso, llegamos a interpretar el pasado con las categor.ías del Zeitgeist, prestada a una tal contemporaneidad), Pero ¿ver-
pasado. ¿No es ese el ideal del historiador? daderamente lo es' O mejor: ¿según c¡ué escala, según qué
Pero ¿qué es el ideal sí no el resultado de un proceso de orden de magnitud puede ser considerada como tal' Landi-
idealización? ¿Qué es el ideal si no la edulcoración, la simpli- no escribió una treintena de años después de la muerte del
ficación, la síntesis abstracta) la negación de la encarnadura pintor -y en ese lapso muchas cosas se habrán transformado,
de las cosas' Sin duda el texto de Landino es "históricamente aquí y allá, en la esfera estética, religiosa y humanista. Landino

36 37
(~eorges Didi-I-Iubennan
Apertura

era versado en latín clásico {con sus categorías, su retórica


la exuberancia, la complejidad, la sobredeterminación de
propia), pero también era un defensor ardiente de la lengua
las imágenes.
vulgar(! O); Fra Angelico no conocía más que el latín medie-
En el único ejemplo del muro manchado de Fra Angdico,
val de sus lecturas del noviciado, con sus distinciones escoLís-
al menos tres tiempos -tres tiempos heterogéneos, anacróni-
ticas y sus jerarquías sin fin: eso sólo bastaría para sospechar
cos los unos en relación a los otros- se trenzan de manera no-
entre el pintor y el humanista la escisión de un verdadero
anacronismo. table. El cuadro en trompe-!' ceil muestra sin lugar a dudas un
rnimetisrno "rnoderno" y una noción de la prospectiva que se
Vayamos imís lejos: Landino füe anacrónico respecto de
puede calificar, gruesarnente, como albertiana: "eucrónica"
Fra Angelico no sólo en la diferencia de tiempo y de cultura
a ese siglo XV florentino del primer Renacimiento. Pero la
queJ con toda evidencia, los separaba; ta111bién el misn10 Fra
función memorativa del color mismo supone, por otra parte,
Angelico parece haber sido anacrónico con relación a sus
una noción de la figura que el pintor había tomado de los es-
contemporáneos más cercanos, si se quiere considerar como
critos dominicos de los siglos XIII y XIV: artes de la memo-
tal a Leon Battista Alberti, por ejemplo, que teorizaba acerca
ria, "sumas de similitudes" o exégesis de la Escritura bíblica
de la pintura en el mismo momento y a algunos centenares
(en este sentido se ha podido calificar a Fra Angelico como
de metros del pasillo donde las superficies rojas se cubrían de
pintor "anticuado", adjetivo que en lengua corriente se da
manchas blancas arrojadas a distancia. Tampoco De pictura
como equivalente a "anacrónico"). En fin, la dissimilitudo, la
podría adecuadamente -aunque fuera eucrónica-- dar cuenta
desemejanza que existe en ese muro de pintura se remonta
de la necesidad pictórica en los frescos de San Marco (11).
más lejos aún: constituye la interpretación específica de toda
Sacamos la impresión de que los contemporáneos a n1enudo
una tradición textual cuidadosamente recibida en la biblio-
no se comprenden mejor que los individuos separados en el
teca de San Marco (Dioniso el Areopagita comentado por
tien1po: el anacronismo atraviesa todas las contemporaneida-
Alberto Magno o Santo Tomás de Aquino), así como una
des. No existe -casi- la concordancia entre los tiempos.
antigua tradición figurativa llegada hasta Italia desde Bizan-
;Fatalidad del anacronismo? Es factible separar a esos dos
cio (uso litúrgico de las piedras semi preciosas multicolores)
perfectos contemporáneos que fueron Alberti y Fra Angelico
via el arte gótico y Giotto mismo (los mármoles falsos de
ya que ambos no pensaban entre sí totalmente "en el mismo
la capilla Scrovegni),,, Todo esto dedicado a otra paradop
tiempo". Ahora bien, esta situación no puede ser califica-
del tiempo: la repetición litúrgica -propagación y difracción
da de "fatal" -negativa, destructiva- sino respecto de una
temporales- del momento originario y capital de toda esta
concepción ideal, empobrecida de la misma historia. Es más
economía, el momento mítico de la Encarnación (12).
válido reconocer la necesidad de! anacronismo como una ri-
Estamos ante e! muro como frente a un objeto de tiempo
queza: parece interior a los objetos mismos -a las imágenes-
complejo, de tiempo impuro: un extraordinario mont~Je.de
cuya historia intenta1nos hacer. El anacronismo sería así, en
tiempos heterogéneos que forman anacronismos..En la d~n~~1ca
una primera aproximación, el modo temporal de expres.ar
y en la complejidad de este montaje, las noc10nes hrstoncas

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39
Georges Didi-l·Jubcrman Apertura
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tan fundamentales como la de "estilo" o la de "época" alcan- cuadro religioso se habría presentado sobre el modo facilis,
zan de pronto una peligrosa plasticidad (peligrosa solamente fácil de mirar desde el punto de vista de la iconografía, pero
p~1ra quien quisiera que todas las cosas per1nanecieran en al mismo tiempo subtilis, practicando el punto de vista más
su lugar para sie1npre en la rnisma época: figura bastante complejo de la exégesis b.íblica y de la teología encarnacional
común además de lo que llamaré el "historiador fobico del (l 5). El modo facilis, ante nuestro muro de pintllra, consis-
tie1npoJ'). Plantear la cuestión del anacronisn10, es pues in-· tiría en no ver allí rnás que un registro suntuario, desprovisto
terrogar esta plasticidad fundamental y, con ella, la mezcla, de sentido "simbólico": un simple marco ornamental, un pa-
tan difícil de analizar, de los diferenciales de tiempo qt1c operan nel de falso mármol en trompe-l'oeil sirviendo de base a una
en cada imagen. Santa Conversación. El modo subtilis emerge desde muchos
L~ historia social del arte, que desde bace algunos años planos posibles, según se esté atento a la indicación litúrgi-
domina toda la disciplina, abusa a menudo de la noción es- ca propuesta aquí por el pintor (el muro de falso mármol
tática -semiótica y temporaltnente rígida- de "herramienta es exactan1ente a la ~5anta Conversación lo que un altar es a
me~tal": lo" que Baxandall, a propósito de Fra Angelico, llamó un retablo); o bien a sus asociaé:iones devocionales (las man-·
un eqmpo (equzpment) cultural o cognitivo (13). Como si chas blancas cubren la pared del pasillo como lo hacían, se
le bastara a cada ~no sacar de una caja de herramientas, pala- dice, las gotas de la leche de la Virgen sobre la pared de la
bras, repre~entac1ones o conceptos ya formados y listos para gruta de la Navidad): o bien, a las alusiones alegóricas que
el uso. Olvida que, desde la caja hasta la mano que las utili- hacen del mármol multicolor una figura Christi; o aun a las
za, las herramientas están forn1ándose a sí mismas, es decir, implicaciones performativas de la proyección a distancia de
aparecen menos como entidades que como formas plásticas un pigmento (acto técnico definible, estrictamente hablan-
en tr~nsfor1nación peq.1etua. Es me}or que imaginemos he- do, como una unción); o, en fin, a las numerosas referencias
rra_m1enras maleables, herramientas de cera dúctil que ad- místicas que asocian el acto de contemplación con la fron-
qmeren para cada mano y para cada material utilizado, una talidad "abstracta'' de las superficies multicolores (el mármol
forma, tma significación y un valor de uso diferentes. Quizás manchado como materia/is manuductio de la visio Dei, según
Fra Angel1co saque de su caja mental de herramientas la dis- Juan Escoto Erígena, el abate Suger o el dominico Giovanni
ti~ci.ón contemporánea entre los cuatro tipos de sermones di San Gimignano) (16).
religiosos ---subtilis,facilis, curiosus, devotus-, como utilmente La imagen está fuertemente sobredeterminada: ella juega,
nos recuerda Baxandall (14). Pero decir esto es sólo un breve se podría decir, en varios cuadros a la vez. El abanico de posi-
coínienzo del trayecto. bilidades simbólicas que acabo de esbozar a propósito de ese
'.:l
historiador del arte debe sobre todo comprender en qué único muro de ffesco italiano no encuentra en sí n1ismo su
Y como el trabajo pictórico de Fra Angelico habría consisti- sentido -y no puede obtener un principio de verificación-
do, j~stamente, en subvertir tal distinción, en transformar, más que respecto del abanico abierto del sentido cuyas con-
en reinventar dicha caja de herramientas mental. Cómo un diciones había forjado, en general, la exégesis medieval (17).

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Georges Didi-Huberinan Apertura

Es en tal campo de posibilidades que sin duda es necesario incluso, un obstáculo para la co1nprensión de sí mismo. Lo
con1prender el aspecto de tr1ontaje de diferencias que caracte- que Alberti o Landino no nos permiten comprender en el
rizan esta simple -pero paradoja]- imagen. Ahora bien, con muro de FraAngelico, sí lo permiten ampliamente las múlti-
este montaje, todo el abanico del tiempo se abre ampliamente. ples combinaciones de pensamientos separados en el tiempo
La dinámica temporal de este montaje debería, con toda ló- -Alberto el Grande con el seudo Dionisia, Tomás de Aquino
gica, depender de un paradigma teórico y de una tecnicidad con Alberto Magno, Jacques de Voragine con san Agustín.
propia: lo que ofrecen exactamente las '(artes de la rnemoria" Pensamos que el artista dominico los tenía a su disposición y
en la larga duración de la Edad Media (18). en su tiempo en ese lugar anacrónico por excelencia que fue
La imagen está, pues, abiertarr1ente sobredeterminacla res- la biblioteca del convento de San Marco: pensamientos de
pecto del tiempo. Eso implica reconocer el principio funcio- todos los tiempos -diecinueve siglos al menos, de Platón a
nal de esta sobredeterminación dentro de una cierta dinámica San Antonino- reunidos sobre los mismos anaqueles (19).
de la memoria. Mucho antes de que el arte tuviera una histo- No se puede, por lo tanto, en. un caso semejante, conten-
ria -que comenzó o recomenzó, se dice, con ·vasari-- las imá-
1
tarse con hacer la historia de un arte bajo el ángulo de la "eu-
genes han tenido, han llevado, han producido la memoria. cronía", es decir, bajo el ángulo convencional de" el artista y su
Ahora bien, la memoria también juega en todos los cuadros tiempo". Tal visualidad exige que se lo examine bajo el ángulo
del tiempo. A ella y a su "arte" medieval se debe el monta- de su memoria, es decir, de sus manipulaciones del tiempo,
je de tiempos heterogéneos por el cual, en nuestro muro de cuyos hilos nos descubren mejor a un artista anacrónico, a
pintura, podemos encontrar un pensamiento 1nístico del si- un "artista contra su tiempo". ~fambién debemos considerar
glo V -el del seudo Dioniso el Areopagita a propósito de los a Fra Angelico como un artista del pasado histórico (un artis-
mármoles manchados- diez siglos más tarde, sobreviviente y ta de su tiempo, que fue el Quattrocento), pero igualmente
transformado, embutido dentro del marco de una perspecti- como un artista del más-que-pasado me1norativo (un artista
va totalmente "moderna" y albertiana. que manipula tiempos que no eran los suyos). Esta situación
Soberanía del anacronismo: en algunos lapsos de presente, engendra una paradoja suplementaria: si el pasado eucróni-
un artista del Renacimiento -que justo acababa de arrojar el co (Landino) hace pantalla u obstaculiza al más-que-pasado
pigmento blanco sobre un fondo de fresco rojo rodeado por anacrónico (Dionisio el Areopagita), ¿cómo hacer pata rom-
su ribete en trompe-l'oeil- habrá concretado para el futuro per la pantalla, para superar el obstáculo?
esta verdadera constelación, hecha imagen, de tiempos hete- Es necesaria, me atrevería a decir, una extrañeza más, en la
rogéneos. Soberanía del anacronismo: el historiador que hoy cual se confirme la paradójica fecundidad del anacronismo. Para
volviera al pasado sólo "eucrónico" -al solo Zeitgeist de Fra acceder a los múltiples tiempos estratificados, a las supervi-
Angelico- carecería completamente del sentido de su gesto vencias, a las largas duraciones del más-que-pasado mnésico,
pictórico. El anacronismo es necesario, el anacronismo es fe- es necesario el más-que-presente de un acto: un choque, un
cundo, cuando el pasado se muestra insuficiente, y constituye desgarramiento del velo, una irrupción o aparición del tiempo,

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Gcorges Didi-.f-Iubern1an Apertura
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aquello de lo cual hablaron tan bien Proust y Benjamín bajo Jleurística del anacronismo: ¿có1no un recorrido hasta ese
la denominación de «rnernoria involuntaria". Jackson Po1lock punto contrario a los axiomas del método h.ist~rico puede lle·
--he ahí el anacronismo- demostró ser extremadarnente capaz r.:ar al descubrin1iento de nuevos objetos h1stor1cos? La cues-
de ver y de mostrar aquello que Landino y todos los historia· ~ión, con su paradójica respuesta ~-es Pollock y no Al?erti1 es
dores del arte no pudieron percibir ante el muro manchado Jean Clay y no André Chastel, quienes han hecho posible que
del siglo XV Si hoy intento acordarme de lo que pudo inte·· se haya "recobrado" una gran superficie del fresco .pmtaclo
rrumpir mi paso en el pasillo de San Marco, no creo equivo· por Fra Angelico, visible para todos pero ma1;remda mvlSlble
canne al decir que foe una especie de semejanza desplazada para la misma historia del arte-, remite al dtflCll problema de
entre lo que descubrí allí, en un convento del Renacimiento, la "buena distancia' que el historiador sueña mantener de su
y los drippings del artista americano admirados y descubiertos objeto. Demasiado presente, el objeto corre el riesgo ~e. no
tantos años antes (20). ser más que un soporte de fantasmas; demas1~~0 preter1to,
Es cierto que tal semejanza concierne al dominio de lo que corre el riesgo d.e no ser más que un residuo pos1t1vo, muerto,
se llama un seudomorfismo: las relaciones de analogía entre una estocada dirigida a su misma "objetividad" (otro fantas·
el muro manchado de Fra Angelico y un cuadro ele Jackson ma). No es necesario pretender fijar, ni pretender el1mmar
Pollock no resisten demasiado el análisis (desde la cuestión esta distancia: hay que hacerla trabajar en el tempo diferencial
de la horizontalidad hasta la de las apuestas simbólicas). En de los instantes de proxilnidad empática, intempestivos e ín-
ningñn caso, Fra Angelico es el antecesor del action paintingy verificables, y los morr1cntos de rechazo críticos, escrup~l~­
hubiera sido totalmente estúpido buscar, en las proyecciones sos y verificadores. Toda cuestión de n1étodo se vuelve qu1zas
pigmentarias de nuestro pasillo, cualquier "economía libidi· una cuestión de tempo (21).
na!", o el género "expresionismo abstracto". El arte de Pollock, El anacronismo, ahora, podría no reducirse ni ser visto
evidentemente, no puede servir para interpretar adecuada- como el horrible pecado que ve en él, espontáneamente, todo
mente de las manchas de Fra Angelico. Pero el historiador no historiador patentado. Podría ser pensado como un segmen·
escapa gratuitamente a esta cuestión, pues subsiste la parado- to de tiempo, como un golpeteo rÍtmico del método, aun
ja, el malestar en el método: la emergencia del objeto histórico cuando fuese su momento de síncopa. Aun siendo paradopl
como tal no habría sido el fruto de un recorrido histórico stan- 0 peligroso, como lo es toda situación ele riesgo. El presente
dard -factual, contextual, eucrónico-, sino de un momento libro quisiera set una tentativa que explore algunos de esos
anacrónico casi aberrante, algo como un síntoma en el saber tempi, y corra el riesgo de dar algunos ejemplos para a~rzr el
histórico. Es la violencia misma y la incongruencia, es la dife. método. Se trata, principalmente, de extender la cuest10n del
rencia misma y la inverificabilidad las que habrían provocado tiempo a una hipótesis ya emitida y argumentada.acerca del
de hecho, como levantando la censura, el surgimiento de un sentido: si la historia de las imágenes es una h1storta ele obJe·
nuevo objeto a ver y, más allá, la constitución de un nuevo ros sobredeter.minados, entonces es necesario aceptar -pero
problema para la historia del arte. ¿hasta dónde? ¿cómo?, toda la cuestión está allí-- que a estos

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Georges Didi-Hubennan Apertura

objetos sobredetern1inados corresponde un saber sobreinter- método cuando se n1ultiplican las excepciones, los síntomas,
pretativo (22). La vertiente temporal de esta hipótesis podría los casos que deberían ser ilegítimos y que, sin embargo, de-
formularse así: la historia de las imágenes es una historia de n1uestran ser fecundos. Me aparecieron así configuraciones
objetos temporalmente impuros, complejos, sobredetermi- anacrónicas que estructuraban objetos o prob!err1as históri-
nados. Es una historia de objetos policrónicos, de objetos cos tan diferentes entre sí como una escultura de l)onatello
heterocrónicos o anacrónicos. ¿Esto no implica clecir que la -capaz de reunir referencias heterogéneas de la an t:igüedad,
historia del arte es en sí misma una disciplina anacrónica, para de lo medieval y de lo moderno--, la evolución de una téc-
peor, pero también para mejor' nica como el grabado -capaz de reunir el gesto prehistórico
y la palabra vanguardista-, el abanico antropológico de un
material como la cera -capaz de reunir la larga duración
Todas estas reflexiones en realidad corresponden a un es- de las supervivencias formales y la corta duración del ob-
tado de trabajo ya viejo (23). Su límite consistió, por su- jeto a fundir- ... O la inclinación característica de nume-
puesto, en la singularidad, incluso en el estrechamiento de la rosas obras del siglo XX -de Rodin a Marce! Duchamp, de
experiencia descripta. Aunque Aby Warburg, Walter Benja- Giacometti a Tony Smith, de Barnett Newman a Simon
mín y Car! Einstein -dicho de otro modo, los tres "hilos ro- Hantal--, que tienden a practicar, aun sólo en busca de re-
jos" teóricos seguidos en el presente trabajo- hubiesen sido, sultados formalmente homogéneos, este "montaje de tiem-
desde ahora, convocados a este banquete clel anacronismo, pos heterogéneos" (24).
parece difícil todavía sacar conclusiones generales a partir de Una epistemología del anacronismo no se concibe sin la "ar-
este caso tan limitado, tan atípico, que ofrecen los muros queología" discursiva de la que ya hablé antes. Es raro que
multicolores de Fra Angelico. Pero durante los quince años miremos críticamente el rr1ot{o según el cual trabajamos en
que siguieron aproximadamente a esta experiencia inicial, nuestra especialidad: a menudo rechazamos cuestionar la his-
otras configuraciones de una misma complejidad temporal, toria estratificada, no siempre gloriosa, de palabras, catego-
otros montajes de tiempos heterogéneos que no tenía previstos, rías o géneros literarios que empleamos cotidianamente para
siguieron emergiendo. Es a partir de allí que podía plantear- producir nuestro saber histórico. Esta arqueología no tarda
se, en un plano general más convincente, la cuestión propia- en mostrar regiones íntegras de censura o de irreflexión, y
mente epistemológica del anacronismo. así termina siempre provocando un debate o, al menos la
El trabajo teórico no tiene como función primera, según intervención en un debate. Nada más preciso que esta obser-
se cree con frecuencia, los planteos axiomáticos: vale de- vación de Michel Foucault: "Saber, incluso en el orden histó-
cir, fundar jurídicamente las condiciones generales de una rico, no significa 'recobrar', ni mucho menos 'recobrarnos'.
práctica. Su primer objetivo -en las disciplinas históricas La historia será 'efectiva' en la medida en que introduzca lo
al menos- es reflexionar acerca de los aspectos heurísticos discontinuo en nuestro propio ser( ... ). El saber no está hecho
de la experiencia: es decir, poner en duda las evidencias del para comprender, sino para cortar" (25).

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(;corges Didi-l-Iuberman Apertura

El debate que está en juego tiene quizás su principio en será reconocida como ral en tanto el elernento l1istórico que
esta única pregunta: ¿cudl es la relación entre la historitz y el la produce no se vea dialectizado por el elemento a11acrónico
tiempo impuc:sta por !ti imagen? y· ¿qné consecu.encia tiene esto que la atraviesa.
para la historia del arte? No hacen1os este planteo convocan- Es lo que Gilles Deleuze, en el plano filosófico, indicó con
do a filósofos para quienes simplemente el tiempo se opon- fue1~La cuando introdujo la noción de imagen-tienzpo en do-·
dría a la historia. Ni interrogaremos "al tiempo de la obra" ble referencia al tnontaje y al n1ovimiento aberrante (que, por
corno lo han hecho, con mayor o menor agL1deza, los fcno- mi parte, yo llamaría el síntoma) (31). Es también lo que
menólogos del arte (26). Tampoco interrogaremos al tiempo algunos historiadores del arre ·-además de aquellos que seco-
de la in1agen como un "tiempo de lecturan serniológicoJ aun- menten aquí- han querido dar cuenta: por ejemplo, George
que se prolongara en el modelo del seméion -de la tumba- y Kubler, cuyas Formas en el tiempo se despliegan sobre el regis-
allí se presentara 1 interno a ésta, "el límite de la representa- tro siempre dialectizado de la 01ientación y de la red sobrede-
ción (27)''. Ni seguiremos a los historiadores para quienes terminada, del "tra11scurso" y de la "resistencia" a los carnbios,
el tiempo se reduce al de la historirt. Reducción típicamente de i as " ' pro 1ongad
series as "y d l"
e as ' deteni das" , erran-
series
positivista, bastante habitual, a fin de cuentas, que reduce las tes, intermitentes o simultáneas (32). Iienti Focillon, en el
imágenes a simples documentos de la historia, modo de hegar último capítulo de su Vida de las formas, ya había opuesto al
la perversidad de unas y la complejidad de la otra (28). Pero Rujo de la historia el obstáculo del acontecimiento --el acon-
no es mejor declarar la incompetencia de la historia como tal: tecimiento entendido como una "brusquedad eficaz" (33).
cuando se la declara "acabada" o cuando se pretende "acabar" .Focillon, en esas herrnosas páginas, terminaba por dedicar a
con ella (29). Los debates actuales sobre el "fin de la historia'' las "fisuras" y a los "desacuerdos (34)" el tema del determi-
y, --paralelamente- sobre el fin del arte, son burdos y están nismo histórico.
mal planteados, porque se fundan en modelos de tiempo in- Así se ve mejur el problema que este "plegado" encubre:
consistentes y no dialécticos (30). La noción de anacronismo hacer la historia del arte fatalmente nos impone hacer jugar
será aquí examinada y trabajada, así lo espero, por su vir- cada uno de los dos tér1ninos como una herramienta crítict
tud dialéctica. En primer lugar, el anacronismo parece surgir aplicable al otro. Así, el punto de vista de la historia aporta
en el pliegue exacto de la relación entre imagen e historia: las una duda saludable acerca de los sistemas de valores que, en
imágenes, desde luego, tienen una historia; pero lo que ellas 1
un mon1ento dado, contiene la palabra "arte' Pero el punto

son, su movimiento propio, su poder específico, no aparece de vista del arte -o, al menos, el de la imagen, el del objeto vi-
en la historia n1ás que como un síntoma -un malestar, una sual- aporta, recíprocamente, una duda saludable de los mo-
desmenticla n1ás o menos violento, una suspensión. Por el delos de inteligibilidad que, en un momento dado, contiene
contrario, sobre todo quiero decir que la imagen es "atempo- la palabra "historia". ¿En qué "momento dado" estamos? Sin
ral", "absoluta", "eterna", que escapa, por esencia, a la histo- duda en un momento de crisis y de hegemonía mezcladas: al
ricidad. Al contrario, quiero afirmar que su temporalidad no mismo tierr1po que la historia como disciplina está investida

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Georges Didi-Huberman
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de un poder cada vez rnayor -estimación pericial, predicción, historia del arte podría tomar prestado- no existe verdade-
jurisdicción-, la disciplina histórica parece perder su coheren- ramente. Muy bien lo enunció Michel Foucault: "(La) mu-
cia epistemológica. Ahora bien, en el mismo tiempo donde tación epistemológica de la historia aún no ha acabado hoy.
duda de su método y de sus posiciones, la historia extiende Sin embargo, ella no data ele ayer (.37)" -modo de aludir
siempre más el campo de sus competencias: el arte y la ima- al eterno retorno y al anacronisn10 de las cuestio_nes funda·-
gen, en lo sucesivo, están en el menú -y eso es tanto mejor- mentales en historia (38). Estamos en el pliegue exacto de la
clel "ogro historiador (35)". relación entre tiempo e historia. Cabría preguntar ahora a la
Pero si la historia del arte contiene en su propio título la misma disciplina histórica qué quiere hacer de este pliegue:
operación de "regreso crítico" del cual he hablado -regreso ¿ocultar el anacronismo que emerge, y por eso aplastar calla-
crítico del arte sobre la historia y de la historia sobre el arte, damente el tiempo bajo la historia -o bien abrir el pliegue y
regreso crítico de la imagen sobre el tiempo y del tiempo dejar florecer la paradoja'
sobre la imagen-, entonces no es satisfactorio considerar la
historia del arte como una rama particular de la historia. La
pregunta más adecuada para formular sería ésta: ¿hacer historia Paradoja y parte maldita
del arte es hacer historia, en el sentido en que se la entiende, en
el sentido en que se la practica habitualmente' ¿O es mejor Dejemos florecer la paradoja: hay en la historia un tiempo
modificar en profundidad el esquema epistemológico de la para el anacronlsrno. ¿Qué hace el historiad.orante tal estado
propia historia? Hans Robert Jauss se preguntaba una vez de cosas? Con frecuencia se debate en una actitud mental
"sí verdaderamente la historia del arte puede hacer algo más analizada en el pasado por Octave Mannoni (39): Sé muy
que tomar prestado a la historia su propio principio de sín- bien, dirá, que el anacronismo es inevitable, que nos es par-
tesis (36)", Pienso, en efecto, que la historia del arte debe ticularmente imposible interpretar el pasado sin recurrir a
hacer otra cosa: se confesó capaz de eso en un momento nuestro propio presente,,,, pero a pesar de todo, agregará muy
-el que marcaron los nombres de Wolffiin, de Warburg, de rápido, el anacronismo sigue siendo algo que nos es necesa-
Ríegl- en que proporcionó a la historia un modelo de rigor rio evitar a todo precio. Es el pecado mayor del historiador,
analítico así como de invención conceptual. La historia del su obsesión, su bestia negra. Es lo que debe alejar de sí bajo
arte se mostró entonces tan fi'losóficamente audaz como fi- pena de perder su propia identidad -tanto es así que "caer
lológicamente rigurosa, y es en eso, posiblemente, que pudo en el anacronismo", corno bien suele decirse equivale a no
1

jugar, respecto de las disciplinas históricas en general, ese rol hacer historia, a no ser historiador (40).
"piloto" que la lingüística asumió más tarde en la época del La "bestia negra'' a menudo se hace figura de lo impen-
estructuralismo naciente. sado: lo que se expulsa lejos de sí, lo que se rechaza a todo
Otra razón para rechazar el juicio de Jauss es que el prin- precio pero que no deja ele volver como "la mosca a la nariz
cipio de síntesis que la historia podría hoy probar -y que la del orador (41)". La bestia negra de una disciplina es su parte

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Apertura
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maldita) su vertlad mal dicha. Los n1anuales y las síntesis rne- deben ton1arse y de prescripciones a que uno debe someterse
todológicas nos serán poco útiles. El anacronismo no existe para evitar el pecado mayor de todos los pecados, el mi':>
como concepto individualizado -o como entrada de Ín(1ice- irremisible de todos: el anacronisrno (44).
en las bibliografías sobre el tiempo, en la "teoría de la histo""
riografía" de Benedetto Croce, en la "filosofía de la historia" " 1o de "C,
e;err1p .,,esar muerto ele un d"isparo {:! e orowntng
' · "
contada por IZaymoncl Aron, en el "conocilniento históricon establecía con claridad que al anacronisrr10 se lo ubica en
según Henri-Irénée Marrou en las "categorías en la historia"
1 el rango de los errores históricos, incluso de la producción
según Chaim Perelman, en la "metodología de la historia'' de fraudulenta de los "falsos documentos" (notemos que aquí el
los discípulos de Braudel, en las "reflexiones sobre la historia" vocabulario vacila entre el error, la enférrnedad contra la cual !I }:
de Georges Lefebvre, en los temas de los índices de la revista es necesario armarse de "precauciones" de "prescripciones
1
10
1
Annales, incluso en "la historia deconstruccionista" de algL1- y el pecado)" Ahora bien, Lucien Febvre agregaba que "este 11!
nos autores anglosajones (42)""" anacronismo como herran1ienta material no es na(la en com-
Al recorrer los escritos metodológicos de los historiadores paración con el anacronismo como herramienta mental" ...
)

contemporáneos se extrae la impresión de que la definición


1 Pero <:cómo evitarlo? Si '(cada época se fabrica 1nentalmente I'
y la refutación de la herejía anacrónica fueron hechas de una su universo" ¿córno el historiador podrá salir con11)letan1en--
1

vez por todas por Lucíen Febvre -uno de los padres, como te de su propio '(universo 1nental1' y pensar solamente en la
se sabe de la escuela de los Annales- sin que luego haya ha- "herramienta" de épocas perimidas' La misma elección de un
bido gran cosa que agregar. Al final de los años 30, Febvre objeto de estudio histórico -el problema de la incredulidad,
se pronunciaba ya contra el anacronismo, definido como la o la obra de Rabelais-" ¿no es un indicio del universo mental
intrusión de una época en otra, e ilustrado por el ejemplo su- al cual pertenece el historiador' Existe aquí, a no dudarlo,
rrealista de "César muerto por un disparo de browning (43)"" una prin1era aporía que Olivier Dun1oulin, elegantemente,
Poco tiempo después, el historiador ofrecía, en su clásico expresa en estos términos:"(..") el pecado original es también
estudio sobre El problema de la incredulidad en el siglo XVI, la fuente del conocimiento (45)"" r
una crítica del anacronismo que sirve casi de punto de vista La aporía es tan molesta que Marc Bloch -el otro "padre" ':.',,•'I'1I
introductorio al libro en su totalidad: de losAnnales- en suApologie pour l'histoire no teme introdu-
cir el clavo de este anacronismo estructural que el historiador
La historia, hija del iiempo" No lo digo, en verdad, para re- no puede rehuir: no solamente es imposible comprender el
bajarla" (... )Cada época se forja mentalmente su universo" C"") presente ignorando el pasado (46), sino, incluso, es necesa-
La elabora con sus propias dotes, con su ingenio específico, rio conocer el presente -apoyarse en él- para comprender
sus cualidades y sus inclinaciones, con todo lo que la dis- el pasado y, entonces, saber plantearle las preguntas conve-
tingue de las épocas anteriores. (. .. ) ... el problerr1a consiste nientes:
en determinar con exactitud la serie de precauciones que

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Apertura
c;-eorgcs l)idi-f-lubcrn1;u1

I~n verdad, conscientemente o no, sie.rnpre to1narnos de histórico sería un proceso al revés del orden cronológico, "un
nuestras experiencias cotidianas, 1natizadas o no con nue- retroceso en el tlen1po", es decir, estrictan1ente, un anacro-
vos tintes, donde sea preciso, los elerncntos que nos sirven nismo. El anacronismo_, como "definición a contrario de la his-
para reconstruir el pasado. ¿Q_ué sentido tendrían para no- toria" (48), proporciona también la definición heurística de la
sotros los no1nbrcs que usamos para caracterizar los estados historia con10 ana1nnesia cronológica, regresión del tiempo a
de aln1a desaparecidos, las formas sociales desvanecidas, si contrario del orden de los acontecimientos. "(=ésar 1nuerto de
no hubiérarnos visto antes vivir a los hornbres? Es cien ve- un disparo de browning': la historia es aquí falsificada porque
ces preferible sustituir esa irnpregnación instintiva por una se hizo "retroceder" un arma de fuego contemporánea hasta la
observación voluntaria y controlada. ( ... ) Ocurre que en antigüedad romana, Pero la historia también puede constrnirse,
una líne:J detenninada, el conocirniento del presente es aún incluso verificarse, haciendo "retroceder)', hasta la antigüe<-lad
inás itnportante para la co1nprensión directa del pasado. romana, un análisis de la conjura política buscando sus ejem-
Sería un grave error pensar que el orden adoptado por los plos -o sus supervivencias- en la época conten1poránea.
historiadores en sus investigaciones deba rnodelarse nccesa- Tal es pues la paradoja: se dice que hacer la historia es no
rian1ente por la cronología de los acontecimientos. Aunque hacer anacronismo; pero también se dice que remontarse ha-
acaben restituyendo a la historia su verdadero 1novimicnto, cia el pasado no se hace más que con 11uestros actos de cono-
inuchas veces pueden obtener un gran provecho si comien- cimiento que están en el presente. Se reconoce así que hacer
zan a leerla, co1no decía Maidand, "al revés". Porque el ca- la historia es hacer -al menos- un anacronisn10. ¿Qué acti-
1nino natural de toda investigación es el que va de lo n1ás tud adoptar ante esta paradoja' Permanecer mudo, ignorando
conocido o de lo tnenos desconocido, a lo rr1ás oscuro. ( ... ) algunos anacronismos en1nascarados y protestando contra el
En forn1a menos excepcional de lo que se piensa ocurre que enemigo teórico que sería el único culpable, Es lo más fre-
para encontrar la luz es necesario llegar hasta el presente. cuente, En el otro extremo del espectro, algunos provocado-
( ... )Aquí, corno en todo, lo que el historiador busca captar res reivindicaron el anacronisrno en nombre de una "historia
es un cambio. Pero en el filin que considera, sólo está intac- lúdica" o experimental que se tomaría la libertad de desfasar
ta la última película. Para reconstruir los trozos rotos de las el calendario en algunos años o bien imaginar una historia de
deinás, ha sido necesario pasar la cinta al revés de có1no se la Europa de posguerra en la que hubieran sido derrotados los
totnaron las vistas (47). aliados (49),,, Se puede considerar el anacronismo también
bajo el aspecto de objeto de historia, buscando los momentos
Aunque la metáfora cinematográfica no esté trabajada en qne se lo mostró verdaderamente como un tabú (50),
hasta las paradojas que implica corno reconstrucción te1n- O bien, en la línea directa de las "precauciones" y de las
poral -Marc Bloch imaginando un film sin montaje, un "prescripciones" deseadas por Luden Febvre, se buscará dis-
siro.ple montón de eJfuerzos-- la idea que emerge n1anifiesta
1
tinguir en el anacronismo -verdadero phárrnakon de la histo-
ya la marca, paradójica, de un anacronisn10: el conocimiento ria- lo que es bueno y lo que es malo: el anacronis1no-veneno

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Apertura ___ ___ _
......

contra el cual protegerse, y el anacronismo-remedio a pres- de su saber. "Nunca se insistirá lo suficiente sobre hasta qué
cribir, mediando algunas precauciones de uso y algunas limi- punto el iniedo al anacronismo es bloqueante", escribe Nicole
taciones de dosificación (51). En este orden de ideas, algunas l,oraux en un '~Elogio del anacronismo" orientado por la si-
veces se quiso distinguir entre el anacronisrno como error rne- guiente exhortación: "(. .. ) importa tnenos sentirse a sí n1isrno
todológico en la historia y el 11nacronismo co1110 errancia on- culpable que tener la ¡1ud11cit1 de ser histDri11dor, lo que quizás
tológica en el rien1po: a uno se lo proscribiría absolutarr1ente, corresponda a asumir el riesgo del anacronismo (o, al inenos,
' inevitable en tanto que "anacronismo
el otro seria ' d e 1 ser
. "o de una cierta dosis de anacronismo) bajo la condición de que
~en el dorrlinio que nos interesa 111;-Ís particularn1ente-·· tem·" sea con conocimiento de causa y eligiendo las modalidades
poralidad ontológica de la obra de arte (52). Pero el discurso de la operación (54)". Aquí se propone un "levantamiento
1
no se desernbaraza de su "anacronls1no' al arrojar toda la del tabú historiador del anacronismo)) y, en consecuencia,
"anacronía" del lado de lo real. J acques Ranciere tiene razón una puerta abierta a su "práctica controlada" (55). Audacia
al afirmar que "existen modos de conexión (en la historia coherente. Pero audacia difícil de legislar -·¿hacer la historia
con10 proceso) que poL{en1os lLunar positiva1nente anacro- sería una cuestión de tacto?--- p'orque el anacronismo, con10
nías: acontecimientos, nociones, significaciones que toman el toda sustancia fuerte, como toclo phármakon, 1nodifica com-
tiempo al revés, que hacen circular el sentido de una manera pletamente el aspecto de las cosas según el valor de uso _que
que escapa a toda contemporaneídad, a toda ídentidad del se le quiera acordar. Puede hacer aparecer una nueva obJet1-
tien1po consigo mismo ... " Tiene razón en concluir que "la vidad histórica, pero puede hacernos caer en un delirio ele
multiplicidad de las líneas de temporalidades, de los senti- interpretaciones subjetivas. Es lo que inmediatamente revela
dos n1ismos de tiernpos incluídos en un 'misrno) tiempo es la nuestra manipulación, nuestro tacto del tiempo.
condición del hacer histórico" (53). ¿Sería por lo tanto nern- La extrema dificultad en la que se encuentra el historiador
sario renunciar a interrogar, en este n1istno hacer histórico) al para definir, en el uso de sus modelos de tiempo, las "pre-
anacronismo -esta noción más vulgar> menos filosófica, me- 1
cauciones", las "p.rescripcionesn y "controles a a(loptar, es
'

nos care:ada
o de 1nisterios ontolóe:icos?
0 ~
;No es el anacronis1no una dificultad no solamente de orden metodológico. O, más
la única forma posible de dar cuenta, en el saber histórico, de bien, la dificultad metodológica no parece poder, en una si-
las anacronías de la historia real? tuación parecida, resolverse en el interior de sí misma, por
ejemplo bajo la forma de un régimen de cosas a hacer o no
para guardar el buen anacronismo y rechazar el malo. "Es la
Sólo hay historia anacrónica: el montaje idea misma de anacronismo como error acerca del tiempo lo
que debe ser deconstruido", escribe Jacques Ranciere: modo
Pero ¿cómo asumir esta paradoja' Abordándola como un de decir que el problema es, ante todo, de orden filosófico.
riesgo necesario a la misma actividad del historiador, es decir, Algo que el historiador positivista tendrá cierta dificultad en
incluso al descubrimiento y a la constitución de los objetos querer admitir (56).

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Ceorges Didi-1--luberman Apertura

l,o que no carece por otra parte de Ltna cierta rnanera fi- estabilidad de parámetro temporal y, sobre todo, de "ele-
losófica de plantear las preguntas que el propio Marc Bloch ha- mento natura!" donde se mueven las ciencias históricas. F,n
br~í_ reflexionado respecto clel estatuto de su pr<Íctica histórica. realidad, Bloch señalaba hacia dos direcciones de pensa-
Para él, la historia está fundada sobre una duda metódica -es miento: no es necesario clecir que "la historia es la ciencia
necesario, cHce, can1inar constantctnente "en persecución de del pasado", primero porque no es exactamente e/pasado el
la inentira y el error"~ y sobre un "n1étodo crítico)' a ela- que se constituye en el objero de las disciplinas históricas,
borar tan racionalmente como sea posible (57). Es también luego porque no es exactamente una ciencia la que practica el
como filósofo que reprochará a las palabras comodines del historiador, El primer punto nos ayuda a comprender algo
historiador el constituirse en ídolos: cada uno sabe del sano que depende de una memoria, es decir, de una organízacíón
cuestionamiento del "ídolo de los orígenes" (58). Pero la ob- impura, de un montaje -no "histórico"- del tiempo. El se-
servación vale igualmente para lo gue se podría llamar, por gtmdo punto nos ayuda a comprender algo que depende
inferencia, el "ídolo del presente" descalificado por Bloch de una poética, es decir, de una organización impura, de 1111
con la ayuda de rma cita de Goethe: "No hay presente, sólo montaje -no científico- del saber.
devenir" (59). Peor todavía: es el mismo pasado, en tanto La historia no es exactamente la ciencia del pasado porque
que principal objeto de la ciencia histórica, el qrce debe sufrir el "pasado exacto" no existe. El pasado sólo existe a través de
el fuego de la duda metódica: esa "decantación" de la cual nos habla Marc Bloch -decan-·
tación paradójica puesto que consiste en extraer del tiempo
Se ha dicho alguna vez: "la historia es la ciencia del pasa- pasado su misma pureza, su cadcter de absoluto físico (astro-
do". Me parece una forrna ilnpropi;:i de hablar. Porque, nómico, geológico, geográfico) o de abstracción metafísica.
en prirner lugar, es absurda la idea de c1ue el pasado, con- El pasado que hace la historia es el pasado humano. Bloch
siderado cotno tal, pueda ser objeto de la ciencia. Porque frunce el ceño incluso para decir "el hombre", prefiere decir
¿cón10 puede ser objeto de un conocirniento racional sin "los hombres", a tal punto piensa la historia como fundamen-
una delirnitación previa, una serie de fenón1enos que no talmente consagrada a lo diverso (63). Todo pasado, enton-
tienen otro carácter en co1nún que el no ser nuestros con- ces, debe estar implicado en una antropología del tiempo. Toda
temporáneos? (GO) historia será la historia de los hombres -este objeto diver-
so, pero también esta extensa duración de la interrogación
Este aspecto fundamental de la exigencia teórica en Marc histórica.
Bloch me parece que fue poco comentado. Se admite fácil- En tanto diverso, semejante objeto nos prohibe el ana-
n1ente que e! objeto histórico es el fruto de una construcción cronismo (así, para comprender lo que quiere decir figura en
racional (61). Se admite que el presente del historiador tie- Fra Angelico, es preciso desprendernos de nuestro uso es-
ne su parte en esa construcción del objeto pasado (62). Pero pontáneo de la palabra "figura"). Porque sobreviviendo en la
se adrnite menos fáciln1ente que el misn10 pasado pierda su larga duración, este objeto no es al mismo tiempo más que

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c;eorges Didi-t1uberman Apertura

una organización de anacronisn1os sutiles: fibras ele tiem~ aquí contra la de Lucicn f.'ebvre. I~n éste, la acusación de ana-
pos entremezclados, campo arqueológico a descifrar (es pues cronismo, ha sido, por ocra parte, desmaneada por Jacques
necesario cavar en nuestro uso de la palabra figura para re- l:Zanciere co1no se desmonta un sofistna: decir que "eso no
cobrar los indicios las fibras que conducen a lafigurtl rnedie·"
1 put1o existir en esa fecha", (-iecir que "la época no lo per.mite"
J

val). I~os ho1nbres son diversos, los hon1bres son cambiantes es postular sin .razón ~en el misrno ejernplo d.e la incredu.li-·
~pero los hombres cluran en el tien1po re1)roduciéndose por1
dad del siglo XVI-- que "la forma del tiempo es idéntica a la
tanto se parecen unos a otros. Nosotros 110 son1os solamen- forn1a de la creencia", es afir111ar sin razón que "se pertenece
te extraños a los hombres del pasado, también somos sus a su tiempo en el modo de la adhesión indefectible" (67),
descendientes sus semejantes: ;quí se hace escuchar, en el
1 Ranciere rnuestra además, que el anacronisn10 viene a ser,
1

elemento de la inquietante extrañeza, lo armónico de las su- en Lucien Febvre, un "pecado" respecto del orden causal y un
pervivencias, ese "transhistórico" al cual el historiador no concepto abstracto del tlernpo que funciona, en el historia-
puede dejar de lado incluso cuando sabe que debe desconfiar dor) con10 un st1stituto c{e eternidad: una abstracción 1netafí-
de él (64), sica. "El anacronismo en1blerr1atiza un concepto y un uso del
Ya estamos "precisamente allí donde se detiene el dominio tiempo en el que éste absorbió, sin dejar trazos, las propieda-
de lo verificable'', precisamente allí "donde comienza a ejer- des de su contrario, la eternidad" ( G8),
cerse la ü11putación de anacronisn·10": esta1nos ante un tiem- El anacronisn10 sería, pues, n1enos un error científico que
po "que no es el tiempo de las fechas" (65), Ese tiempo que una jtzlta cometida respecto de la conveniencia de los tiernpos.
no es exactarnente el p11sado tiene un nombre: es la memoria. l,o misn10 que la historia del arte como "ciencia" es incapaz
Es ella la que decanta el pasado de su exactitud, Es ella la de camuflar hasta el final su arraigo literario, retórico, ín-
que hurnaniza y configura el tiempo, entrelaza sus fibras) ase- cluso cortesano (69), lo mismo la historia como "ciencia" es
gura sus transmisiones, consagrándolo a L1na impureza esen- incapaz de recusar hasta el final la ambivalencia de su propio
ciaL Es la memoria lo qc1e el historiador convoca e interroga, nombre, que supone la trama de las ficciones (contar histo-
no exactamente "el pasado". No hay historia que no sea me- rias) ranto corno el saber de acontecimientos reales (hacer la
morativa o n1ne1notécnica: decir esto es decir una evidencia 1
historia), Muchos han insistido sobre este punto, La h.istoria
pero es también hacer entrar al lobo en el corral de las ovejas construye intrigas, la historia es una forma poética, incluso
del cientificls1no. Pues la memoria es pslquica en su proceso, una retórica del tiempo explorado (70), Ya Barthes señala-
anr1crónicY1 en sus efectos de montaje, de reconstrucción o de ba la importancia considerable de los shiften -embragues lin-
"decantación" del tiempo, No se puede aceptar la dimensión güísticos llamados de "escucha" o de "organización" - en el
memorativa de la historia sin aceptar, al mis1r10 tiempo, su discurso del historiador, para constatar acto seguido su fun-
anclaje en el inconsciente y su dimensión anacrónica (66), ción des-cronologizante, su 1nanera de deconstruir el relato en
¿Qué decir de esto sino que la historia no es exactamente zig-zag, en cambios de tempi, en complejidades no lineales,
una ciencia? La formulación de Marc Bloch parece volverse con roces entre tiempos heterogéneos (71),,,

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c;eorges Didi-Hubennan Apertura
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lJna vez más) el anacronismo juega, en la posición de este chance heurística que le permite, eventualmente, acceder a
problema, un rol absolutamente cruciaL De un lado, aparece la situación de parte nativa, esencial a la emergencia rnis1na
como la marca n1isrna de la ficción, que se concede todas las de los objetos de ese saber. Hablar así del saber historiador
discordancias posibles en el orden temporal: a este respecto, implica decir algo sobre su objeto: es proponer la hipótesis
será dado corno el contrario de la historia, como el cierre de de que sólo hay historia de los anacronismos. Quiero decir al
la historia (72). Pero de otro, legítimamente puede aparecer menos que el objeto cronológico no es en sí mismo pensable
como una apertura de la historia, una complejización saluda- más que en su contra-ritmo anacrónico.
ble de sus modelos de tiempo: los géneros de montajes ana- Un objeto dialéctico. Una cosa de doble faz, una percusión
crónicos introducidos por Marcel Proust o por James Joyce rítmica. ¿Cómo llamar a este objeto, si la palabra "anacro-
quizás habrán -a sus espaldas- enriquecido la historia de este nisrno" no designa eventualmente más que una vertiente de
"elemento de omnitemporalidad", del cual habló tan bien su oscilación? Arriesguemos un paso más -arriesguemos una
Erich Auberbach (73), y que supone una fenomenología no palabra para tratar de dar cuerpo a la hipótesis: sólo hay histo·
trivial del tiempo humano, una fenomenología atenta primero ~ia de los síntomas. Este trabajo ho constituye quizás más que
a los procesos, individuales y colectivos, de la memoria. una exploración de la mencionada hipótesis, a través de algu·
Respecto de esta fenomenología, la historia demuestra la nos ejemplos elegidos en el campo -tan vasto- de las imáge·
insuficiencia de su vocación -vocación necesaria, nadie lo ne- nes visuales. Sería necesario, pt1es, interrogarse ta1nbién sobre
gará jamás, por restituir las cronologías. Es probable que no lo que quiere decir, sobre lo que implica la palabra "síntoma"
haya historia interesante excepto en el montaje, el juego rÍt· (74). Palabra difícil de delimitar: no designa una cosa aisla-
mico, la contradanza de las cronologías y los anacronismos. da, ni incluso un proceso reductible a uno o dos vectores, o a
un número preciso de componentes. Es una complejidad de
segundo grado. No es lo mismo que un concepto semioló-
Sólo hay historia de los anacronismos: el síntoma gico o clínico, incluso cuando compromete una determina-
da comprensión de la emergencia (fenoménica) del sentido, e
Sólo hay historia anacrónica: es decir que, para dar cuen- incluso si compromete una determinada comprensión de la
ta de la "vida histórica" -expresión de Burckhardt, entre pregnancia (estructural) de la disfuncionalidad. Esta noción
otros-, el saber histórico debería aprender a complejizar sus denota por lo menos una doble paradoja, visual y temporal,
propios modelos de tiempo, atravesar el espesor de memorias cuyo interés resulta comprensible para nuestro campo de in-
múltiples, tejer de nuevo las fibras de tiempos heterogéneos, terrogación sobre las imágenes y el tiempo.
recomponer los ritmos a los tempi dislocados. El anacronis- La paradoja visual es la de la aparición: un síntoma apa-
mo recibe, de esta complejización, una situación renovada, rece, un síntoma sobreviene, interrumpe el curso normal de
dialectizada: parte maldita del saber historiador, encuentra las cosas según una ley -tan soberana como subterránea-
en su misma negatividad -en su poder de extrañeza- una que resiste a la observación banal. Lo que la imagen-síntoma

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Georges Didi-Huberman Apertura
· · - -.. ~·----

interrumpe no es otra cosa que el CLtrso normal de la repre- temporal, desde las largas duraciones hasta los puntos de refe-
sentación. !)ero lo que ella contraría, en un sentido lo sostiene: rencia 1nicrohistóricos, desde las estructuras globales hasta las
eila podría pensarse bajo el ángulo de un inconsciente de la singularidades locales. Los sociólogos y los antropólogos han
representación. E~n cuanto a la paradoja te1nporal, se habrá admitido una "multiplicidad de tiempos sociales" (77), Fer-
reconocido la del anacronismo: un síntorr1a jarr1ás sobrevie- nand Braudel ha reconocido que "no hay historia unilateral"
ne en el rnomento correcto, aparece siempre a destiempo y ha afirmado, en consecuencia, la sobredeterrrünación de los
1

co1no una vieja enfermedad que vuelve a importunar nues- factores históricos (78), Reinhart Koselleck vio "en cada pre ..
tro presente. Y también allí, según una ley <]lle resiste a la sen te las dimensiones temporales del pasado y del foturo pues-
observación banal, una ley subterránea que compone dura- tos en relación" (79). Paul Veyne criticó el fantasma eucrónico
ciones múltiples, tiempos heterogéneos y memorias entrela- y abogó por un "inventario de las diferencias" capaz de "ex-
zadas. Lo que el síntoma-tiernpo interrumpe no es otra cosa plicitar la originalidad de lo desconocido", bajo el riesgo de
que el curso de la historia cronológica. Pero lo que contraría, mezclar las cartas del "relato continuo", pero también las de
también lo sostiene: se lo podría pensar bajo el ángulo de un la sucesión de períodos (80). ¿Por qué, entonces, en nombre
inconsciente de la historia. de la periodización -ese "instrun1ento de comprensión de los
¿En qué esta hipótesis prolonga las lecciones de la escuela cambios significativos" (81)- rechazar el anacronismo cuando
de los Annales y de la llamada "nueva historia" -en qué, más éste, mirándolo bien, no expresa más que el aspecto clarame11-
allá, abre una brecha? Una vez más, la cuestión del anacronisrno te co1nplejo y sintomático de esos mismos carnbios?
se revela crucial en un debate donde parece que dibujara cada Finalmente, en el terreno del tempo -en el terreno de las
línea de fractura. En el plano, si puedo decir, de la línea meló- lentitudes o de las velocidades rítmicas- ya no se justifica el
dica-en el plano de la continuidad histórica-, se ha afirmado tabú del anacronismo en una disciplina que ya reconoció, de
con frecuencia el carácter crítico de u11a historia que "plantea una vez para siempre, la coexistencia ele duraciones heterogé-
problemas" y, al mismo tiempo, rompe la linealidad del relato neas. Fernand Braudel pudo escribir, en 1958, que "entre los
histórico (75). En su Arqueología del saber, Michel Foucault tiempos diferentes de la historia, la larga duración se presenta
describió las "emergencias distintas", desfasadas, los llmbrales como un personaje embarazoso, a menudo inédito" (82). La
heterogéneos en función de que la historia de un mismo ob- situación, se sabe, ya cambió, puesto que la '(larga duración"
jeto pueda presentar una "cronología (que no es) regular ni devino un paradigma privilegiado, si no dominante, ele la in-
homogénea" (76). ¿Por qué, entonces, rechazar el anacronis- vestigación histórica (83). Pero, en el mismo movimiento,
n10 si éste no expresa, después de todo, más que los aspectos
un temor espontáneo ante lo heterogéneo -el anacronismo
crÍticos del desarrollo temporal mismo' apareciendo como lo heterogéneo o la disparidad del tiempo,
En el plano de la medida -recorte de las duraciones-, se sentido en este aspecto corno un fermento de irracionalidad-
ha afirmado abiertamente en todas las ciencias humanas el engendró algo parecido a una reacción de defensa, una resis-
carácter complejo y diferenciado de los órdenes de magnitud tencia interna a la hipótesis fundadora.

64 G5
Georges Didi-Huberman Apertura

Por una parte, se redujo la polirritmia histórica a una re- No es fortuito qcte todo el "Elogio del anacronismo" de
seña cuya pobreza haría sonreír al más insignificante músico: Nicole Loraux terminó replanteando la cuestión, todavía ál-
"tiempo rápido" de la historia acontecimiental; tiempo de gida, de saber qué hacer de Nietzsche y de Freud cuando se
"realidades que cambian lentamente", "historia casi inmó- es historiador y, en particular, historiador de la Grecia an-·
vil" de la larga duración (84). Por otra parte, se ha conjurado tigua (87). Es evidente que Nietzsche y Freud no vacilaron
la sensación de desmenuzamiento temporal ·-¿cómo hacer la en hacer un uso deliberadamente anacrónico ele la mitolo.~
historia si el tiempo se disemina?- situando la larga duración gía y la tragedia griega. Pero reprocharles este anacronismo
en el ámbito de una historia inmóvil donde dominan "sis- como una falta fundamental -la "falta histórica" mayor, el
temas" masivos y regulaciones perpetuas (85). Por último y "pecado más imperdonable de todos", es simplemente no
sobre todo, se ha privilegiado una aproximación separada de escuchar la lección que este anacronismo impartía en el te-
esos diferentes ritmos, cuando el verdadero problema consiste rreno mismo del pensamiento del tiempo, de la historia. Los
en pensar la formación mezclada -es decir, su anacronismo. anacronismos de Nietzsche no funcionan sin una cierta idea
No es necesario decir que hay objetos históricos mostrando de repetición en La cultura, y que implican una cierta crítica
tal o cual duración: es necesario comprender que en cada ob- de los modelos historicistas del siglo XIX. Los anacronismos de
jeto histórico todos los tiempos se encuentran, entran en colisión Freud no funcionan sin una cierta itlea de la repetición en la
o bien se funden plásticamente los unos en los otros, se bifurcan psiquis -pulsión de muerte, represión, retorno de lo repri-
o bien se enredan los unos en los otros. mido) aprCs-coup, etc.-, que implican una cierta teoría de
¿Hacer del anacronismo un paradigma central de la in- la memoria.
terrogación histórica? Eso significa, como lo escribe Nicole Antes incluso de tener que examinar el impacto y la fecun-
Loraux, "atarse a todo lo que desborda el tiempo de la narra- didad de esos modelos de tiempo en algunos dominios preci-
ción ordenada: tanto a las aceleraciones, como a los islotes de sos de la historia de las imágenes -como intentaremos hacerlo
inmovilismo" (86). Pero ¿qué es un síntoma sino justamente a propósito del concepto de supervivencia según Aby Warburg
la extraña conjunción de esas dos duraciones heterogéneas: (88)-, podemos comprobar hasta qué punto el historiador,
la apertura repentina y la aparición (aceleración) de una la- incluso actualmente, evita la cuestión corno si huyera de un
tencia o de una supervivencia (islote de inmovilismo)? ¿Qué malestar profundo. Signo más amplio de una relación muy
es un síntoma sino precisamente la extraña conjunción de compleja entre la historia, la filosofía y, más, el psicoanálisis.
la diferencia y la repetición? La "atención a lo repetitivo" y Incluso Jacques Le Golf -uno de los más fecundos y abiertos
a los tempi siempre imprevisibles de sus manifestaciones -el de nuestros historiadores- niega a Nietzsche un mínimo lu-
síntoma como juego no cronológico de latencias y de crisis-, gar en su bibliografía metodológica; incluso, reivindica gus-
he allí la más simple justificación de una necesaria inserción tosamente el célebre aforismo de Fuste! de Coulanges ("Hay
del anacronismo en los modelos de tiempo utilizados por el una filosofía y hay una historia, pero no hay una filosofía de
historiador. la historia") como el juicio, una vez más de devolución y

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Georges Didi-Huberrnan Apertura

rechazo, de Lucien Febvre: "Filosofar -lo que en labios de las cuatro o cinco décadas siguientes. En 1961, por ejemplo,
historiador significa ... el crimen capital" (89). Roben Mandrou reivindicaba una "psicología histórica'' que
Las cosas parecen todavía rnás retorcidas en el ca1npo de la reconocía sus funclan1entos teóricos en Lucien Febvre por
psiquis omnipresente e irnposiblc de contener como "territo-
1 una parre y Henri Wallon y Jean Piager por otra -noción de
rio". En 1938, Lucien Febvre se decía "resignado de entrada" "herramienta mental" en última instancia (96).
al carácter "decepcionante" de las relaciones entre la historia El mismo año, Georges Duby proponía una síntesis me··
y la psicología (90). ¿Por qué? Precisamente porque la psyché todológica sobre la "historia de las mentalidades" que reto-
es una fuente constante de anacronisrnos: "... ni la psicología rnaba, una a una, todas las "precauciones" ya adelantadas
de nuestros psicólogos contemporáneos tiene curso posible en por Lucien Febvre: la psicología, aunque necesaria, expo·
el pasado ni la psicología de nuestros a11cestros tiene aplica-
1 ne al historiador a la "ingenuidad" y al anacronismo, peli-
ción global posible en los hombres de hoy" (91). Para apoyar gro contra el cual la noción, más objetiva, de herramienta
sus afirmaciones, Lucien Febvre daba el ejemplo de las anti- mental debe prevenirnos. Charles Blondel, Henri Wallon,
guas "artes de morir" cuya "crueldad psicológica -a nuestro Érnile Durkheirn -su noción de "conciencia colectiva", resig-
juicio al menos- nos transporta, de golpe, singularmente le- nificada como "mentalidad"-, e incluso la psicología social
jos de nosotros mismos y de nuestra mentalidad" (92). Como anglosajona, son quienes habrán dado a Georges Duby las
si el hombre de 1938 hubiera terminado con toda "crueldad referencias fundamentales para definir lo que en historia la
psicológica"... Como si la crueldad no tuviera, en la psiquis y palabra psiquis quiere decir (97). Paralelamente, Jean-Pierre
en la pr<ktica de los hombres, una historia de larga duración, Vernant reivindicaba una "psicología histórica" en la cual Ig-
con st1s supervivencias y sus eternos retornos ... nace Meyerson era elevado a padre fundador (98).
Pero el objeto psíquico no puede, sin caer en la inconse- La excepción notoria que constituye la obra de Michel
cuencia, ser excluido del campo de la historia. Lucien de Certeau (99) no puede atenuar esta impresión global: la
Febvre descubría en 1941 la "historia de la sensibilidad": escuela histórica francesa siguió en todo -y en su mala lógi-
"( ... ) tema nuevo. No sé de ningún libro donde sea tratado" ca también- las lecciones de la escuela psicológica francesa.
(93). Sin embargo, no olvidaba a Huizinga. Pero olvidaba o Adoptó, sin discutir con precisión sus conceptos, una posi-~
fingía olvidar a Warburg, Lamprecht, Burckhardt y toda la ción de rechazo tácito, incluso de resentimiento irracional,
Kulturgeschichte alemana (94) y repetía, por enésima vez, el respecto de esta nueva "ciencia humana>) que era el psicoaná-
peligro que acechaba: anacronismo. Remitía a Charles Blande! lisis. Los silencios sobre Freud de Jean-Pierre Vernant, los
y a su !ntroduction a la psychologie collective para expresar el cuales sorprenden a Nicole Loraux, fueron antes los de Igna-
subjetivismo -otra bestia negra del historiador- donde, por ce Meyerson que, en sus propios trabajos de "psicología de
definición, evoluciona la "vida afectiva" (95). Así planteaba las obras" e incluso de "psicología del sueño", quiso ignorar -y
los hitos de una "historia de las mentalidades" y de una "psi- por tanto negar y rechazar- el psicoanálisis freudiano (100).
cología histórica" que, en Francia, se desarrollaron durante En cuanto a Jacques Le Golf, incluyó el psicoanálisis "entre

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las evoluciones interesantes, pero con resultados aún limita- emerger en sus análisis del signo cLísico y de la iconografía del
dos" en la llamada "nueva historia'' ( 1Ol) y vio en los psicoa-
poder en el siglo XVII (105). . ..
nalistas sólo a teóricos dorninados por "la tentación ele tratar Proposición justa en su sentido -pero con una JUSt1fica-
la memoria como una cosa, (quienes) impulsan la búsqueda ción a mitad de caniino. Por un lado, toma nota de la posi-
de lo intemporal y buscan evacuar el pasado" (102). Que el ción crucial de las imágenes, mentales o cosificadas) para la
psicoanálisis sea finalmente reducido a un "vasto movimien-- psicología histórica, incluso para la antropología histórica:
to antihistórico", es algo que, al fin de cuentas, no hace nJás su fecundidad está testimoniada por los trabajos actuales de
que dar una visión de la obra freudiana completamente ses- los discípulos de Jean-Pierre Vernant o de Jacques Le Goff
gada a través de las referencias de Pierre Janet, de Fraisse o de (l 06). Por otro, ella rechaza tomar nota de que la problemá-
Jean Piaget (103). tica de la imagen -entiendo la imagen como concepto opera-
Lo que falta a la "psicología histórica'' es sencillamente una torio y no como simple soporte de iconografía- supone dos
teoría de lo psíquico (104). Lo que empobrece la "historia de inflexiones, incluso dos revisiones básicas que implican críti-
las mentalidades" es simplemente el hecho de que sus nocio- cas profundas: no podemos producir una noción coherente
nes operatorias -las "herramientas mentales", en particular- de la imagen sin un pensamiento de la psiquis, que implica
dependen de una psicología superada, positivista y, en primer el síntoma y el inconsciente, es decir, sin hacer una crítica
término, de una psicología sin el concepto de inconsciente. de la representación (107). Del mismo modo, no podemos
Algunos historiadores parecen haber sentido el impasse al que producir una noción coherente de la itnagen sin una noción
los conducía esta pereza -o este temor- teórico respecto de lo de tiempo, que implica la diferencia y la repetición (108), el
"psíquico", de lo "cultural", en síntesis, de todo lo que en la síntoma y el anacronismo, es decir, una crítica de la historia
historia resiste a la objetivación positiva. Roger Chartier, entre como sumisa totalmente al tiempo cronológico. Críticas que
otros, ha puesto en tela de juicio las lagunas de una historia sería necesario llevar a cabo no desde el exterior, sino más
social preocupada por "globalidades" o por simples "recortes", bien desde el interior de la práctica histórica.
"definiciones territoriales" incapaces de hacer justicia a lapo-
rosidad -la expresión es mía- del campo cultural: ha propues-
to una "historia cultural de lo social" en lugar de la "historia Constelación del anacronismo:
social de la cultura'' (permutación ya operada hace un siglo la historia del arte ante nuestro tiempo
por Aby Warburg, como comprobaremos). Y ha propuesto a
rnodo de concepto operatorio -un recurso, dice, para la "crisis ·Programa ambicioso v -en estos tiempos de positivismo
general de las ciencias sociales"-, la representación: la represen- ' ,
reinante- paradoja!' Quizás. Sin embargo, la intuición que
tación ampliamente entendida corno "herramienta nocional me llevó a escribir este trabajo sigue siendo que este programa
que los contemporáneos utilizan" y como dispositivo más es- fue ya pensado hace mucho tiempo y, hasta un cierto punto,
tructural también, del tipo de lo que Louis Marin pudo hacer realizado. Pero no ha sido reconocido, no ha sido leído como

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tal. A cuenta de una historia de las imágenes -historia del sus conceptos fundamentales, la supervivencia (Nachleben),
arte en sentitlo tradicional, historia de las "representaciones" que procura hacer justicia a la compleja temporalidad de las
en el sentido en que quieren entenderlo algunos historiado- imágenes: largas duraciones y "grietas en el tiempo", laten-
res-, retomaría la fórmula empleada por Michel Foucault a cias y síntomas, memorias enterradas y memorias surgidas,
propósito de la historia en general: su mutación epistemoló- anacronismos y umbrales críticos (11 O).
gica todavía hoy no acabó ... aunque ella no data de ayer. El segundo es célebre entre los filósofos, pero especial-
Entonces ¿de cuándo data' ¿De dónde nos llega esta mu- mente ignorado por los historiadores y los historiadores del
tación epistemológica a la cual la historia del arte debe vol- arte. Intentaré, sin embargo, describir cómo fundó una de-
ver con tanta urgencia como el psicoanálisis, en tiempo ele terminada historia de las imágenes a través de su práctica
Lacan, debió redefinir su propia mutación epistemológica a "epistemo-crítica" del "montaje" (Montage), que induce un
partir de una relectura, de un "retorno a Freud"? (109). Ella nuevo estilo de saber -por tanto de nuevos contenidos de sa-
nos llega de un puñado de historiadores alemanes contempo- ber- en el cuadro de una cor¡cepcíón original y, para decirlo
ráneos de Freud: historiadores no académicos -más o menos claro, perturbadora del tiempo histórico.
rechazados de frente por la enseñanza universitaria- etnpe- El tercero es desconocido en todos los dominios (salvo,
ñados en la constitución práctica de sus objetos de estudio quizás, para algunos antropólogos del arte africano y para
tanto como en la reflexi6n filosófica sobre la episteme de su algunos historiadores de vanguardia interesados en el cu-
disciplina. Comparten dos órdenes de puntos en común bismo, para Georges Bataille o para la revista Documents),
esenciales a nuestro tema: han puesto la imagen en el centro fue quien literalmente inventó, desde 1915, nuevos objetos,
de su práctica histórica y de su teoría de la historicidad; han nuevos problemas, nuevos dominios históricos y teóricos. Es
deducido una concepción del tiempo animada por la noci6n cierto que esas vías fueron abiertas en medio de un extraor-
operatoria de anacronismo. dinario riesgo anacrónico al cual trataré de restituirle el mo-
Entre este puñado -o, para decirlo mejor, esta constela- vimiento heurístico tanto como sea posible.
ción de pensadores muertos hace ya tiempo, pero cuyos es- Esos tres autores hacen época pero no forman un movi-
tilos y conceptos dibujan algo bien reconocible, una figura miento constituido. Aunque las relaciones entre sus pensa-
ciertamente compleja pero que nos ayuda, en la oscuridad mientos sean múltiples, son como tres estrellas solitarias en
de hoy, a orientarnos-, elegí interrogar a tres autores: Aby medio de esa extraña constelación cuya historia, de acuerdo
Warburg, Walter Benjamin y Carl Einstein. El primero es con lo que sé, no ha sido hecha de modo exhaustivo. Su
célebre en la historia del arte (más por el instituto que lle- carácter relativamente disperso, aunque reconocible, vuelve
va su nombre que por su propia obra) pero singularmente difíciles las cosas: no dibuja un campo disciplinario sino que
ignorado, en Francia al menos, por los historiadores y los traza como un rizoma de todos los intervalos que deberían
filósofos. Trataré, sin embargo, de describir cómo fundó una comunicar entre sí las disciplinas que plantean un conjunto
antropología histórica de las imágenes ateniéndome a uno de de problemas del tiempo y de la imagen.

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Del lado del tiempo, la constelación de la cual hablo fue olvido, quedarían por redescubrir en esta constelación ana-
contetnporánea -algunas veces deudora, a menudo crítica- crónica que hoy nos parece tan lejana (113).
de grandes obras filosóficas que florecieron al fin de los aflos Pero ¿por qué nos parece tan lejana' Walter Benjamin res ..
veinte: en particular, las Lecciones para una finomenología de pondió, probablemente en nombre de todos, al escribir en sus
!a conciencia íntima de! tiempo de Husserl y Ser y tiempo de tesis Sobre el concepto de historia escritas en l 940: "Nuestra
Heidegger (111). En esta misma época, Warburg componía generación pagó caro el saber, puesto que la única imagen que
su atlas Mnemosyne y Benjamin abría la cantera del Libro de va a dejar es la de una generación vencida. Ese será su legado a
!os Pasajes. Pero sería preciso ampliar, hablar de las reflexiones los que vienen" (114). Sería también justo decir que toda esta
sobre la historia efectuadas por Georg Simmel o por Ernst generación de judíos alemanes pagó caro el saber-literalmente
Cassirer -así corno por esas otras "estrellas" de la constela- habrá pagado en su carne por sentirse libres en el gai savoir
ción que füeron Ernst Bloch, Franz Rosenzweig, Gershom histórico. De los tres autores que releeremos, dos se suicida-
Scholem o, más tarde, Hannah Arendt (112). ron en 1940 al acercarse a una sentencia de la Historia que
Del lado de Ja imagen, la constelación que forman estos los perseguía desde hacía largos ~ños de exilio. Una veintena
pensadores es inseparable de las conmociones estéticas ins- de aflos antes, el tercero -Aby Warburg- se había hundido
criptas en los tres primeros decenios del siglo XX. Imposible en la locura como en una fisura abierta por el primer gran
de comprender la historia de la cultura tal como Benjamin rerremoro mundial. Los pensadores anacrónicos de los cuales
la practicó, sin implicar -de un modo que sería necesario hablo quizás practicaron la historia "por afición'', si por esto
interrogar sobre sus efectos anacrónicos de conocimiento-, se entiende el hecho de inventarse: nuevas vías heurísticas y
la actualidad de Proust, de Kafka, de Brecht, pero también de no tener cátedra en la universidad. Pero la historia en ellos
del surrealismo y del cine. Es imposible de comprender los se hacía carne, lo que es una cosa distinta [N. del T: juego de
combates críticos de Car! Einstein en el terreno mismo de palabras entre chaire (cátedra) y chair (carne)].
la historia sin la actualidad de James Joyce y del cubismo, Michael Lówy, evocando, además de Ernst Bloch y Wal-
de Musil, de Karl Kraus o del cine de Jean Renoir. Antes ter Benjamin, a personalidades tales como Gustav Landauer,
de ellos, Warburg había dado los medios para comprender Gyürgy Luckacs, Erich Fromm y algunos otros, completa
las sedimentaciones históricas y antropológicas de una tal nuestra idea de esta constelación al insistir sobre la "revolu-
implicación en el arte vivo. 1..ejos de "estetlzar" su méto- ción permanenten conducida por estos espíritus que sinte-
do histórico, todos estos pensadores han hecho, al revés -a tizaron, según él, el romanticismo alemán y el mesianismo
contrapelo de la historia del atte tradicional-, de la imagen judío-y de donde habría surgido, escribe," una nueva concep-
una cuestión vital, viva y altamente compleja: un verdadero ción de la historia, una nueva percepción de la temporalidad,
centro neurálgico, la clavija dialéctica por excelencia de la que rompe con el evolucionismo y la filosofía del progreso".
"vida histórica'' en general. Historiadores atípicos tales como Agrega Lówy que esta generación de "profetas desarmados"
Kracauer, Giedion o Max Raphael, entre otros que sin duda aparece "extrañamente anacrónica'' hoy día, formando sin

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- - - - - - - - · · - - - - - - - - --·--···-·-···- · -.. -~-.. -- -
...

en:ibargo -o por eso mismo- "la más actual (en los pensa- negado -sus huellas abandonadas- por sus mismos herede-
1

rruenros) Y la mas cargada de explosividad utópica" (115). ros. En su gran mayoría, los discípulos de Warburg emigraron
Ahora bien, lo que dice en el plano de la teoría política y de al mundo universitario anglosajón. Ese mundo se hallaba dis-
la filosofía de la historia vale exacta1nentei n 1e parece, en el puesto a acogerlos pero no estaba dispuesto intelectualmente,
1

de la historia del arte. a recoger todo ese fondo gern1ánico de pensan1iento, con sus
Cuando hoy se entra, en Hamburgo, a la casa-biblioteca referencias propias, sus giros de estilo y de pensan1iento, sus
de Aby Warburg vacía de todos sris libros -los sesenta mil palabras intraducibles,,. Los discípulos de Warburg debieron
v,olúmenes fueron trasladados una noche de 1933 bajo el cambiar de lengua y por ende de vocabulario. Guardaron las
nesgo _de la amenaza nazi-, uno queda sorprendido por una herramientas filológicas y dejaron de lado las herramientas
pequena pieza llena de dossicrs, de viejos papeles: reúnen los críticas: los aforismos de Fiedler, el haptisch de Alois Riegl, el
destinos de todos los historiadores del arre alemán, en su concepto de Einfiih!ung, las nociones directamente salidas del
mayor parte judíos, que debieron emigrar en los años treinta psicoanálisis freudiano, de la dialéctica o de la fenomenolo-
(116). Esto, testimoniado por Archiv zur kunstgeschic;tfichen gía, todo eso cedió su lugar a un ·vocabulario deliberadamente
Wissenchaftsemigration es la gran fractura de la cual la historia más pragn1ático, n1ás, como se dice, positivo y -se ha creído-
del an; -tan científica y tan segura de sí misma-, hoy cree más científico. Al renunciar a su lengua, los historiadores del
sin razon haberse recuperado. arte de la Europa herida terminaron por renunciar a su pensa-
La fractura_ de la que hablo nos despojó cuanto menos, de rniento teórico. En este sentido) eso se comprende muy bien
nuestr~s. p~~p1os n1~mentos fundadores. La "mutacíón epis- -se comprende, por ejemplo, que después de 1933 Panofsky
temolog1ca de la historia del arte tuvo lugar en Alemania no haya citado jamás a Heidegger, se comprende incluso que
y en_V1ena en las primeras décadas del siglo: con Warburg haya podido expresar un franco rechazo por ese vocabulario
Y Wolffim, con Alo1s Riegl, Julius von Schlosser y algunos no solamente "envejecido" sino también "contarninado)' ele
otros, hasta Panofsky ( 117). Momento de una extraordinaria su propio destino ( 118). En otro sentido, es la misma genera-
fecundidad porque los presupuestos generales de la estéti- ción vencida que era vencida una segunda vez.
ca clásica eran pue~tos a prueba p~r una filología rigurosa y En Francia, el problema se planteó, por supuesto, de for-
1

porque esta filologia a su vez se ve1a cuestionada sin tregua y ma diferente, pero los reSllltados habrían sido los mismos:
reon,entada por u,na crítica capaz de plantear los problemas un rechazo de la historia del arte germánico a partir de una
en, termmos filosoficos precisos. Se podría resumir la situa- situación explosiva (119) -pero que terminan por rechazar
cion que prevaleció desde entonces diciendo que la Segunda con ella ese estilo de pensamiento, ese conjunto de exigencias
Guerra mundial quebró este movimiento pero que la pos- conceptuales donde la historia del arte se había constituído,
guerra enterró su memoria. aunque sea por una vez,, como vanguardia del pensan1iento.
Como si el momento fecundo del que hablo, hubiera Releer hoy los textos de esta "constelación anacrónica" no es
muerto dos veces: primero, destruido por sus enemigos, luego fáciL Yo mismo formo parte de una generación cuyos padres

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querían escuchar todas las músicas del mundo, salvo la de


la lengua alemana. Así, mi entrada en estos textos -además
de su dificultad- lleva la marca de una verdadera inquietante
extrañeza de la !enr;ua: sentir un "en sí" en una lengua extran-
jera, acercándosele a tientas, que se la enfatiza un poco, que
da un poco de miedo cuando se piensa en su historia a la vez
tan prestigiosa y tan trágica. NOTAS
Relectura sin embargo necesaria, Que corresponde, para
terminar, a un triple deseo, a una triple apuesta: arqueoló- 1) Cf G. Didi-Huberman, "La dissemblance des figures selon
gica, anacrónica y prospectiva. Arqueológica, para ahondar Fra Angelico'', Mélanges de l'École franraise de Rome, Moyen Áge-
a través de los espesores del olvido que la disciplina no cesó Temps modernes, XCV!Il, 1986, nº 2, p. 709-802,
de acumular respecto de sus propios fundamentos, Anacró- 2) Id, FraAngelico -Dissemblance et figuration, Paris, Flamma-
nica, para remontar, desde el malestar actual, hasta quienes rion, 1990 (rééd.1995, colL"Chai:nps"),
la generación de nuestros "padres" no sentía co1no padres. 3) En la Inonografía más autorizada de la época en que este
Prospectiva, para reinventar, si fuera posible, un valor de uso trabajo fue emprendido, la Santa Conversación de Fra Angelico no
de los conceptos marcados por la historia -el "origen" según era así interpretada y fotografiada y sólo era medida la mitad de su
Benjamín, la "supervivencia" según Warburg, la "moder- superficie real, co1no si sencillamente no existiera el registro tan sor-
nidad" según Carl Einstein- pero que pueden revestir hoy prendente de los "muros" multicolores. Cf. J. Pope-Hennessy, l~"'ra
alguna actualidad en nuestros debates sobre las imágenes y Angelico, Londres, Phaidon, 1952 (2da, ed. revisada, 1974), p. 206.
sobre el tiempo. La apuesta es que ellos puedan intervenir 4) Cf E Panofsky, Essais d'iconologie, Thi:mes humanistes dans
tanto en un debate sobre el valor de la palabra imago según /'art de la Renaissance (1939), trad. C Herbette y B. Teyssedre,
Plinío el Viejo, como sobre el valor del now artístico según París, Gallimard, 1967, p. 13-45. (Hay traducción al español: Es-
Barnett Newman. tudios sobre iconología, Alianza Universidad, Madrid, 1972).
5) Cf C Ripa, lconologia overo Descritione dell1magini uni-
(1992, 1999) versali cavate dell'Antichita y da a/tri luoghi (,) per reppresentare le
virtu, vitti, affetti, e passioni humane (1593), Padoue, Tozzi, 1611
(2da, ed, ilustrada), réed. New York-Londres, Garland, 1976.
6) E, Panofsky, "L'histoire de l'arr est une discipline humanis-
te" (1940), rrad, B. y M, Teyssedre, L'a:uvre d'art et ses significa-
tions, Essais sur les "arts visuels", Paris, Gallimard, 1969, p. 27-52.
(Hay traducción al español: E"i significado en las artes visuales, Edi-
ciones Infinito, Buenos Aires, 1970).

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c;corges Didi-Hubcrm<Ul Apertura

7) (~f. G. Didi-Huberman, Devant l'irnage. Question posée aux Memory, A Study ofMemory in Medieval Culture, Cambridge-New
fins d'une histoire de l'art, Paris, Minuit, 1990. York, Ca1nbridge University Press, 1990.
8) M, Baxandall, L '(Eil du Quattrocento, L 'usage de la pein- 19) Cf B,L Ullman y PA Sradrer, '!he Public Library of'
ture dans l'!talie de la Renaissance (1972), trad, Y, Delsaut, París, Renaissance Florence. Nicco!O Niccoli, L-.ósirno de' Medici and the
Gallimard, 1985, p, 224-2,3 L El texto de Landino es este: "Fra Library ofSan Marco, Padouc, Antenore, 1972,
A no-elico
º - acicalado y dotado de gran faci-
era alegre , devoto ' 1nuy 20) _Es necesario agregar a esta reminiscencia un elemento
lidad" (Fra Giovanni Angelico et vezoso et divoto et ornato rnoltD con ünportante de "toma en consideración de la figurabilidad": es la
grandissilna facilita). arnistad, la proxinlidad intelectual con Jean Clay (autor, particu-
9) Cf G, Didi-Huberman, Fra Angelico - DiJmnblance et jigu- larmente, de un ardculo luminoso titulado "Pollock, Mondrian,
ration, op,cit,, p, 25-29 (rééd, 1995, p, 41-49), Seurar: la profondeur plate" (1977), L 'Atelier de ]t1ckson Pollock,
1O) Cf M, San toro, "Cristoforo Landino e il volgare", Giornale Paris, Macula, 1982, p, 15-28) bajo la consigna de,,, la mancha
storico della letteratura italiana, CXXXI, 1954, p, 501-547, (rnacula). Esta consigna teórica,,co1nprometida en el debate con-
11) Cf, G, Didi-Huberman, Fra Angelico - Dissemblance et temporáneo alrededor de artistas tales como Robert Ryman, Mar-
jiguration, op,cit, p, 49-51(réed,1995, p, 70-74), tin Barré o Christian Bonnefoi, parecía de pronto tomar cuerpo,
12) Ibíd, passim, especialmente p, 113-241 (rééd, 1995, p, en Florencia, en la dimensión histórica n1ás desapercibida, la de
209-381) sobre la Anunciación analizada como figura paradoja! la Edad Media y el Renacimiento, Seflalemos que Jean,,Claude
del tiempo, Lebensztejn, quien entregó a la revista Macula importantes con-
13) M, Baxandall, L '(Eil du Quattrocento, op, cit,, p, J 68, tribuciones entre 1976 y 1979, elaboró después otra anamnesia de
14) !bid, p, 227-23L la mancha a partir de las experiencias de Cozens en el siglo XV!IL
15) Cf G, Didi-Huberman, Fra Angelico - Dissemblance et Cf J,-C Lebensztejn, L 'Art de la tache, lntroduction a la "Nouvelle
jiguration, p, 17-42 (rééd, 1995, p, 27-56), rnéthode" d'Alexander Cozens, sJ,, É,ditions du Limon, 1990,
16) !bíd, p, 55-lll (rééd, 1995, p, 74-145), 21) Patrice Loraux incluso n1ostró, de modo admirable, que
l 7) Cf H, de Lubac, Exégi:se médievale, Les quatre sens de toda cuesción de pensamiento es una cuestión de ternpo. Cf. P.
l'Écriture, Paris, Aubier, 1959-1964, E, Auerbach, Figura ( l 938),
Loraux, Le Tempo de la pensée, Paris, Le Seuil, 1993,
trad, M,A Bemier, Paris, Berlin, 1993, (Hay traducción al es- 22) Cf G, Didi-Huberman, Devant l'irnage, op,cit,, p, 192-
pañol: Figura, Editorial Trotta, Madrid, 1998), G, Didi-Hu- 193, donde la respuesta era buscada en relación con las formula-
berman, "Puissances de la figure. Exégtse et visualité dans I'art ciones freudianas.
chrétien", E'ncyclopaedia Universa/is - Syrnposium, Paris, E.U., 23) Ellas fueron presentadas como tales en una "Journée de
1990, p, 596-609, discussion interdisciplinaire", de la EHESS, consagrada, en marzo
18) Cf FA Yates, L'Artde la mémoire (1966), trad, D, Arasse, de 1992, a la cuestión del Tiempo de las disciplinas, Allí partici-
Paris, Gallimard, 1975, (Hay traducción al español: El arte de la paron igualmente André BurguiCre, Jacques Derrida, Christiane
memoria, Taurus, Madrid, 1974), M,J- Carruthers, The Book o/ Klapisch-Zuber, Hervé Le Bras, Jacgues Le Golf y Nicole Loraux,

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Todavía recuerdo cómo Jacques Le Goff, con mucha honestidad, 27) Cf. L. Marin, Études sémio!ogiques. Ecritures, peintures,
introducía las comunicaciones de esta jornada de estudios: reco- París, Klincksieck, 1971, p. 85-123. Id "Déposition du temps
nociendo que si el historiador considera como un lugar común dans la représenratlon peinre" ( 1990). De la représentation, Paris,
la multiplicidad de los tiempos, preserva al menos una tendencia Gallimard-Le Seuil, 1994, p. 282-300.
obstinada en querer unificar el tiernpo. 28) Cf. F. Haske!l, L 'Historien et les images (1993), trad. A.
24) Cf: especialmente G. Didi-Huberman, Ce que nous voyons, Tacbet et L Évrard, París, Gallimatd, 1995, especialmente p.
ce qui nous regarde, Paris, Minuit, 1992. (Hay traducción al espa- 409-570. S. Bann "The road to Roscommon", OxfardArtfournaf,
ñol: Lo que vemos, lo que nos mira, Ediciones Manantial, Buenos XVII, 1994, nº 1, p. 98-102 (informe del trabajo de Haskell).
Aires, 1997). Id. "La le<;on d'anachronie", Art Press nº 185, 1993, 29) H. Belting, L1!istoire de l'art est-elle finie' (1983), trad.
p. 23-25. Id. "Regard historique, regard intempestif (entretien avec J.-F. Poirier et Y. Michaud, Nímes, Jacqueline Chambon, 1989
S. Germer et F. Perrin)", Bloc-Notes. Artcontemporain, nº 3, 1993, (donde, desde el comienzo, el autor toma nota de que la cuestión,
p. 30-35. Id "The History of Arrs is an Anachronistic Discipline. en esos términos, está mal plantea~a). S. Bann, The True Vtne on
Critica] Reflections", Artforum International, XXXIll, 1995, nº 5, Visual Representation and the Western Tradition, (~ambridge-New
p. 64-65 et 103-104. !d. L 'Empreinte, París, Éditions du Centre York, Cambridge University Press, 1989, p. 244-263 ("Endings
Pompidou, 1997, p. 16-22. Id. Viscosités et survivances. L' histoire and Beginnings"). D. Preziosi, Rethinking Art History. Meditatio-
de l'art a l'epreuve du matériau", Critique, LIV, 1998, nº 611, p. ns on a Coy Science, New Haven-Londres, Yale University Press,
138-162. 1989, p. 156-179 (""lbe End(s) of Art History"). R. Michel, "De
25) M. Foucault, "Nietzsche, la généalogie, l'histoire" (1971), la non histoire de l'art. Plaidoyer pour la tolérance et le pluralisme
Dits et écrits 1954-1988, JI, 1910-1915, ed. D.Deferr et F. Ewald, dans une discipline hantée par la violence et l'exclusion", David
Paris, Gallimard, 1994, p. 147-148. contre David Actes du colloque organisé au musée du Louvre, Paris,
26) Cf. especialmente J. Patocka, L 'art et le temps. Essais (1952- La Documentation franqaise, 1993, !, p. XIII-LXII. J. Robetts,
1968), trad. E.Abrams, Paris, POL, 1990, p. 305-368. É. Souriau, "lntroduction: Arr has No History! Reflections on Art History
"La insertion temporelle de l' ceuvre d' arr", ]ournal de psychologie and Historical Materialism", Art has No History! The Making and
norma/e et pathologique, XLIV, 1951, p. 38-62. M. Dufrenne, Unmaking of Modern Art, dir. J. Roberts, Londres-New York,
Phénoménologie de l'experience esthétique, I.L 'objet esthétique, Paris, Verso, 1994, p. 1-36.
PUF, 1953 (ed. 1992), p. 346-355. G. Picon, Admirable trem- 30) Cf. G. Didi-Huberman, "D'un ressentiment en mal esthé-
blement du temps, Géneve, Skira, 1970. H. Maldiney, Aítres de la tique", Les Cahiers du Musée national d'Art moderne, nº 43, 1993,
langue et demeures de la pensée, Laussane, l'Age d'homme, 1975. p. 102-118. Id., L'Empreinte, op. cit., p. 16-22.
B. Lamblin, Peinture et temps, Paris, Klincksieck, 1983. M. Ri- 31) G. Deleuze, Cinema2. L 'image-temps, Paris, Minuir, 1985,
bon, L 'art et !'or du temps. Essais sur l'art et le temps, Paris, Kimé, p. 51-54: "( ... )el propio montaje constituye el todo, y nos da así
1997. E. Escoubas (dir.), Phénoménologie et expérience esthétique, la imagen "del" tiempo. Es, por lo tanto, el acto principal del
La Versanne, Encre marine, 1998. cine. El tiempo es necesariamente una representación indirecta,

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porque emana del montaje ( ... ). Una presentación directa del Baschet et J.C. Schmitt (dir.), L 'fmage. ronctions et usages des images
tien1po no implica la detención del movinliento sino rnás bien tfans /'Occident médiéval, París, Le Leopard d'or, l 996.
la promoción del movimiento aberrante. Lo que hace de este 36) H.R. Jauss, "Histoire et histoire de l'art" (1974), trad.
proble1na un proble1na cinematográfico tanto co1no filosófico es C. J\1aillard, J>our une esthétique de la réception, Paris, Gallimard,
que la irr1agen-movüniento parece ser en sí misma un tnovimien- 1978, p. 83.
to fundamentalmente aberrante, anormal. (. .. ) Si el movin1iento 37) M. Foucault, L'archéologie du savoir, Paris, Gallimard,
normal subordina al tiempo, del que nos da una representación 1969, p. 21.
indirecta, el movimiento aberrante da fe de una anterioridad del 38) Lo que hace decir a Paul Veyne, en la misma época, que
tien1po que él nos presenta directamente, desde el fondo de la "Foucault revoluciona la historia" y que ésta, por lo tanto, "carece
desproporción de las escalas, de la disipación de los centros, del de método" fijado. Cf. Paul Veyne, Comment on écrit f'histoire,
falso-raccord de las propias imágenes" (Hay traducción al es- París, Le Seuil, 1971(ed.1996), p. 146-151y383-429.
pañol: La imagen-tiempo. Estudios sobre cine 2, Paidós, Buenos 39) O. Mannoni, "Je sais bien, mais quand méme ... " (1963),
Aires, 1987). Más allá de las diferencias de aproximación, de ma- Clefi pour l'irnaginaire, ou l'autre ;cene, Paris, Le Seuil. l 969, p.
teriales interrogados, así corno de algunas divergencias de sensi- 9-33.
bilidad filosófica (la relación con el psicoanálisis, el rol atribuido 40) Cf. N. Loraux, "Éloge de l'anachronisme en histoire", I.e
a las "recapitulaciones" tipológicas de las imágenes, entre otras Genre humain, nº 27, 1993, p. 23.
cosas), la organización mistna de los capítulos del presente libro 41) G. Bataille, "Figure humaine", a~uvres completes,!, Paris,
testimonia, como se habrá advertido, un homenaje efectuado a la Gallimard, 1970, p. 184.
imagen-tie;npo deleuziana. 42) Cf. E.S. Krudy, B.T. Bacon y R Turner (dir.), Time: A
32) G. Kubler, Formes du temps. Remarques sur l'histoire des Bibliogrt1phy, Londres-Washington, lnformation Retrieval, 1976.
choses (1962), trad. Y. Kornel et C. Naggar, Paris, Champ libre, J. Bender y D.E. Wellbery (dir.), Chronotypes. The Construction of
1973. Time, Stanford, Stanford Universiry Press, 199 l. B. Croce, Théorie
33) H. Focillon, Vie des formes, Paris, PUF, 1943 (éd. 1970), ethistoirede l'historiographie (1915), trad.A. Dufour, Geneve, Droz,
p. 99. (Hay traducción al español: La vida de las formas y Elogio de 1968. R. Aron, !ntroduction ala philosophie de l'histoire. ESsais sur les
la mano, Xarait ediciones, 1983) limites de l'objectivité historique (1938), éd. revue et annotée par S.
34) lbíd, p. 100: "Esta multiplicidad de factores es lo que se Mesure, Paris, Gallimard, 1986. H.-L Marrou, De la connaissance
opone al rigor del determinisrno y que, al dividirlo en acciones y historique, Paris, Le Seuil, 1954 (éd. 1975). C. Perelman (dir.), Les
reacciones innumerables, provoca por todas partes desacuerdos y Catégories en histoire, Bruxelles, Éditions de l'lnstitut de sociologie-
fisuras". Université libre de Bruxelles, 1969. Mélanges en l'honneur de Fer-
35) Cf. particularmente J. Le Golf, L 'lmaginaire médiéval. nand Braudel, JI. Méthodologie de l'histoire et des sciences hurnaines,
ESsais, Paris, Gallimard, 1985. lmage et histoire, Paris, Publisud, Toulousse, Privar, 1973. G. Lefebvre, Réflexions sur l'histoire, Paris,
1987. Arma/es ES.C LXVIll, 1993, nº 6 ("Mondes de l'art").]. Ma.spero, 1978. M. Grinberg y Y. Trabut, Vingt années d'histoire

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--"~--"---"--"------------ --- "--~~

et des sciences humaines. Table anafytique des Annales, 1969-1988, tiempos y los lugares, las circunstancias y los hombres. Han querido
Paris, Armand Colin, 1991. G. Mairet, Le Discours et !histoire. hacer de Francia una nueva Esparta: de allí provino la catástrofe.
Essai sur la représentation historien ne du temps, '[ ours, Marne, 197 4. La interpenetración que en adelante se llamará anacronismo no
E Jameson, The Seeds ofTime, New York, Columbia University perdona. F,s necesario 'analizar' el presente en el presente y dejar
Press, 1994" E Ankersmit y H. Kellner (diL), A New Philosophy of que el pasado sea el pasado" (p. 53).
History, Londres, Reaktion Books, 1995. A. Munslow, Deconstruc- 5 !) Cf. A. Du Toit, "Legitimare Anachronism as a problem
ting History, Londres-New York, Routlcdge, 1997" for lnrellectual History and for Philosophy", SouthAfrican}ournal
43) Citado y comentado por O. Dumoulin, "Anachronisme", of Philosophy, X, 1991, nº 3, p" 87-95" LK. Arnovic, "lt's a Sign
Dictionnaire des sciences historiques, dir. A. BurguiCre, Paris, PUF, of the Times: Uses of Anachronism in Medieval Drama and the
1986, p" 34" Postmodern Novel", Studia neophilologica, LXV, 1993, nº 2, p.
44) L Febvre, Le Probli:me de l'incroyance au XV! sii:cle" La 157-168. F Rigolot, "lnterpréter Rabelais ajourd'hui: anachro-
religion de Rabelais, Paris, Alban Michel, 1942 (ed" 1968), p" 12 y nies et catachronies", Poétique, nº 103, 1995, p. 269-283.
15" (Hay traducción al español: El problema de la incredulidad en 52) Cf]. Lichtenstein, "Ediroiial", Traverses, N"S., nº 2, 1992,
el siglo XVL La religión de Rabelais, UTEHA, México, 1959)" p. 5. F. Coblence, "La passion du collectionneur'', ibíd., p" 67-68"
45) O. Dumoulin, "Anachronisme'', are cic, p" 34" D. Payot, Anachronies de /'ceuvre d'art, Paris, Galilée, 1990. En
46) M" füoch, Apologie pour l'histoire ou Métier d'historien (1941- este trabajo, D. Payot construye menos la noción de "anacronía"
1942), éd" K Bloch, Paris, Armand Colin,1993, p" 93" (Hay tra- -Íntegramente deducida de un único pasaje de Derrida (citado p.
ducción al español: Introducción a la historia, FCE, México, 1970)" 86, 21 O y 215) que la propuesta de un mesianismo del arte sobre
47) !bíd, p" 96-97" el fondo de la pérdida del aura (la obra de arte como "precedencia
48) O. Dumoulin, "Anachronisme'', are cit., p" 34. de la promesa" [p" 201-220]). Sobre la noción de "anacronía",
49) Cf DS Milo, "Pour une histoire experimental, ou le gai cf. igualmente J. Derrida, Spectres de Marx. L 'État de la dette, le
savoir", Alter histoire. Essais d'histoire experimenta/e, dir. A. Boureau travail du deuil et la nouvelle lnternational, Paris, Galilée, 1993,
YD.S. Milo, Paris, Les Belles Lettres, 1991, p" 9-55 (en particular p. 43-57. (Hay traducción al español: Espectros de Marx. El estado
p. 39-40). Posición criticada por P. Boutry, "Assurances et errances de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva Internacional, Editorial
de la raison histo~ienne", Passés recomposés. Champs et chantiers de Trota, Madrid, 1995)"
la histoire, Paris, Editions Autrement, 1995, p" 56-68. 53) J. Rancii:re, "Le concept d'anachronisme et la verité de
50) Cf Franyois Hartog, "La Révolution frans:aise et la Anti- !'historien", L 'fnactuel, nº 6, 1996, p. 67-68"
quité. Avenir d'une illusion ou cheminement d'un quiproquo?'', 54) N. Loraux, "Eloge de l'anachronisme en hisroire", art. cit.,
La Pensée politique, nº !, 1993., p" 30-61: "Tal era el porvenir p. 23-24.
político del concepto de ilusión, convocado para dar cuenta, .muy 55) Ibíd, p. 28 y 34.
particularmente, de la relación que los jacobinos entablaron con 56) J. Ranciere, "Le concept d'anachronisme et la verité de
la Antigüedad. Invocando antiguas repúblicas, 'confundieron' los !'historien'', art. cit., p. 53 y 66.

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57) M, Bloch, Apologie pour l'histoire, op, cit,, p, ¡ ¡ 9,,¡ 55, menester que exista en la naturaleza humana y en las sociedades
58) lbíd, p, 85-89, humanas un fondo permanente, sin el cual ni aun las palabras
59) lbíd, p, 90, 'ho1nbre' y 'sociedad' querrían decir nada".
60) Ibíd p, 8L 65) J. Ranciere, "Le concept d'anachronisme et la verité de
61) Cf particularmente R Aron, lntroduction a la philosophie ['historien", are cit,, p. 54-58,
de l'hístoire, op.cít. M. de Ccrteau, "L'opéracion historique", /<"aire 66) Eso dicho de modo diferente a J, Le Golf, Histoire et mé-,
de l'histoire, I Nouveaux problémes, die J, Le Goff y P, Nora, París, moire, op, cit,, p, 190 y 194: "Esta dependencia de la historia del
Gallimard, 1974, p, 3. Retomado en L 'Écriture de l'histoire Paris pasado en relación con el presente del historiador debe hacerle
' '
Gallimard, 1975, p. 65-66. (Hay traducción al español: La escritu- tomar algunas precauciones( ... ) para respetarlo y evitar el anacro-
ra de la historia, Universidad Iberoamericana, México DF, 1993). nismo. (. .. ) Hay dos historias al 1nenos: la de la memoria colectiva
62) Cf particularmente F. Brauclel, "Positions de l'histoire" y la de los historiadores. La primera aparece como esencialmente
(1950), Écrits sur l'histoire, Paris, Flammarion, 1969, p. 15. L-E, mítica, deformada, anacrónica. (... ) La historia debe esclarecer la
Halkin, lnitiation ala critique historique. Paris, Armand Colín, 1963 memoria y ayudar a rectificar sus érrores". El problema capital es
(ed. revisada). A. Schaff, 1-Iistoire et verité. Essai sur l'objectivité de la el de la relación de la historia con la psicología y, más aún, con
conaissance historique (1970), rracl. A Kaminska et C. Brendel, Pa,, el psicoanálisis. Notamos, ya, que esa relación está en el corazón
ris, Amhropos, 1971, p. 107-150 y 203-217. P. Veyne, Cornrnent de la argumentación de N. Loraux, "Éloge de l'anachronisme en
on écrit l'histoire, op. cit., p. 194-234. M. de Cerceau, "L'opération histoire'', are. cit., p. 24-27.
historique", art. cit. p. 3. Reto1nado en L '1:,"'criture de l'histoire, op. 68) !bíd, p, 65.
cit,, p. 63.]. Le Goff, Histoire et mérnoire, París, Gallimarcl, 1988, 69) Cf. G, Dicli-Huberman, Devant !'image, op, cit., p. 65-103.
p. 11,57, 186-193. B, Lepetit, "Le présent ele l'hístoite", Les For- 70) Cf. P, Veyne, Comment on écrit !'histoire, op, cit, p. 50-69,
mes de l'experience. [fne autre histoire socia/e, dir. B. Lepetit, París, P. Ricoeur, T'en1ps et récit, l. L 'intrigue et le récit historíque, Paris,
Albin Michel, 1995, p, 273-297 (en particular p, 295-297), Le Seuil, 1983 (éd, 1991). Hay traducción al español: Tiempo y
63) M. Bloch, Apologie pour l'histoire, op. cít,, p. 83: "( .. ,) el narración J, Siglo XXI, México DF, 1995). J. Ranciere, Les Noms
objeto de la historia es esencialmente el hombre. Mejor dicho: los de !'histoire, ~Essai du poétique du savoir, Paris, Le Seuil, 1992.
hombres. Más que el singular, favorable a la abstracción, conviene 71) R Barthes, "Le discours de l'histoire" (1967), Essais criti-
a una ciencia de lo diverso el plural, que es el modo gra1natical de ques, IV Le bruissement de la langue, Paris, Le Seuil, 1984, p, 154-
la relatividad". 157. (Hay traducción al español: El susurro del lenguaje, Paiclós,
64) lbíd,, p. 95: "Hemos aprendido que también el hombre Barcelona, 1987).
ha cambiado mucho: en su espíritu y, sin duda, hasta en los más 72) Cf. G, Genette, Figures III, Paris, Le Seuil, 1972, p. 77-12 l.
delicados mecanismos de su cuerpo. ¿Cómo había de ser de otro Define los anacronisrnos narra ti.vos como "formas de discordancia
modo? Su atmósfera mental se ha transformado profundamente, entre el orden de la historia y el del relato" (p. 79), distingue las
y no menos su higiene, su alimentación. Pero, a pesar de todo, es prolepsis (evocaciones por anticipado) de las ana!epsis (evocaciones

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__________Georges .~idi-Hu~erm~---------- Apertura

a posteriori) y, en fin, toma sus ejemplos de Homero y Proust para 78) F. Braudel, "Position de l'histoire", arr. cit., p. 20-21. "Ya
evocar un movimiento narrativo capaz de "emanciparse del tierr1- no creemos que la historia se explique por tal o cual factor domi-
po". Cf. Id, Nouveaux discours du récit, Paris, Le Seuil, 1983, p. nante. No hay historia unilateral. No la dominan exclusivamente
15-22. P. Ricoeur, Ternps et récit; JI. la configuration dans le récit ni los conflictos de raza, cuyas rispideces o concordias habrían de-
defiction, Paris, Le Seuil, 1984 (éd. 1991), p. 115-188 (en parti- terminado todo el pasado de los hornbres; ni los poderosos ritmos
cular p. 156-158). (Hay traducción al español: ltempo y narración económicos en tanto factores de progreso o de debacle; ni las cons-
Il Siglo XXI, México DF, 1995). tantes tensiones sociales; ni ese espiritualisrno difuso de un Ranke
73) E. Auerbach, Mimésis. la représentation de la realité dans por el que se subliman el individuo y la vasta historia general; ni
la litterature accidenta/e (1946), trad. C. Heim, Paris, Gallimard, el reino de la técnica; ni la explosión demográfica; ni la explosión
1968, p. 539. (Hay traducción al español: Mímesis. La representa- vegetal con sus consecuencias de atraso en la vida de 1as colectivi-
ción de la realidad en la literatura occidental, FCE, México, 1950). dades ... El hombre es mucho más complejo''.
74) Cf particularmente G. Didi-Huberman, Invention de 79) B. Koselleck, Le Futur passé. Contribution a la sémantique
l'hysterie. Charcot et l'iconographie photographique de la Salpétriere, des temps historiques (1979), trad. M.-C. Hoock, Paris, Éditions de
Paris, Macula, 1982. Id., Devant /'image, op. cit. p. 195-218. Id., l'EHESS, 1990, p. 11. Cf. igualmente p. 119-144 y 307-329.
La Resse1nblance irifbrme, ou le gai savoir visue! selon Ceorges Bataille, 80) P. Veyne, Comment on écrit Lñistoire, op.cit., p. 42 {contra
Paris, Macula, 1995, p. 165-383. Id, "Dialogue sur le symptóme "la idea de que todos los acontecimientos de una misma época
(avec Patrice Lacoste)", L'Inactueln° 3, 1995, p. 191-226. tienen una misma fisonomía y forman una totalidad expresiva").
75) Cf. particularmente F. Furet "De la histoire-récit a Id. L '[nventaire des diffirences, Paris, Le Seuil, 1976, p. 44-49. Cf
l'histoire-probleme" (1975), L'Ate!ier de /'histoire, Paris, Flamma- igualmente P. Aries, Le Temps de l'histoire (1954), Paris, Le Seuil,
rion, J 982, p. 73-90. 1986, p. 248 ("La historia debe restituir el sentido perdido de las
76) M. Foucault, L'Archéologie du savoir, op. cit., p. 243-247. particularidades"). Sobre la crítica de la periodización, cf. O. Du-
(Hay traducción al español: La arqueología del saber, Siglo XXI, moulin y R. Valéry (dir.) Périodes. La construction du temps histo-
México, 1970). Cf. G. Deleuze, Foucau!t, Paris,Minuit, 1986, p. 55- rique, Paris, F,ditions de l'F.HESS-Histoire au présent, 1991. D.S.
75 ("les srrates ou formations historiques: le visible et l'énorn;able") Milo, Trahir le temps (histoire), Paris, Les Belles Lemes, 1991.
(Hay traducción al español: Foucau[t, Paidós, Buenos Aires, 1987). 81)]. Le Goff, Histoire et mémoire, op. cit., p. 218.
77) Cf G. Gurvitch, La multiplicité des temps sociaux, Paris, 82) F. Braudel, "Histoire et sciences sociales. La longue durée"
Centre de documcntation universitaire, 1958. A. Grass, Socio!o- (1958). Écrits sur l'histoire, op. cit. p. 54.
gie des ruptures. Les pieges du temps en sciences sociales, Paris, PUF, 83) Cf. M. Vovelle, "L'histoire er la longue durée" (1978), La
1979 (donde se trata sobre "tiempos heterogéneos'', "inversiones nouvelle histoire, dir.]. Le Goff, Paris, Complexe, 1988, p. 77-108.
de tendencias", "fluctuaciones", "invariancias'', "rupturas'', etc.). E. Le Roy Ladurie, "Événement et longue durée dans l'hístoire so-
A. Gel!, The Anthropo!ogy o/ Time. Cultural Constructions of Tem- ciale: l'exemple chouan" (1972), Le territoire de !'historien, París,
poral Maps and Images, Oxford-Providence, Berg, ] 992. Gallimard, 1973, p. 169-186.

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Gcorgcs Didi~Hubern1an

84) F. Braudel, La Médíterranée et le monde méditerranéen a de tipo psicológico (y) el privilegiar las nociones y el vocabulario
l'époque de Philippe JI (1949), Paris, Annand Colin, 1966, p. Xlll- filosóficos" (ibíd., p. 34). En cuanto a la cita de Lucien Febvre,
XIV. (Hay traducción al español: El Ivlediterráneo en la época de Fe- termina con una última contorsión interdisciplinaria: "Se trata de
lipe JI, FCE, México, 1953) J. Le Goff, Histoire et mémoire, op. cit., hacer de Inodo que, permaneciendo uno y otro en sus posiciones (el
p. 27-28 y 231. El simplisn10 de este recorte -a menudo reducido historiador y el filósofo) no ignoren al vecino al punto de serle, sino
al sünple binornio lento/rápido~ ha sido rccjentemente captado en hostil, por lo rnenos extraño". L. Febvre, "Leur histoire et. la n6tre",
particular por B. Lepetit, "Del' échelle en histoire", .feux d'échelles. Combats pour l'histoire, Paris, Armand Colin, 1992, p. 282.
La mú:ro-analyse a léxpérience, dir. J. Reve1, Paris, Gallin1ard-Le 90) L. Febvrc, "Histoire et psychologie" (1938), Combats pour
Seuil, 1996, p. 75: "Entre la pluralidad de tiempos, dos dimen- l'histoire, op. cit., p. 207.
siones han sido generaln1ente privilegiadas por la historiografía: 91) fbíd, p. 213.
las tendencias largas y las oscilaciones cíclicas. El acoplamiento de 92) Jbíd., p. 214.
estas categorías temporales fundó desde hace largo tiempo el orden 93) !d., "La sensibilité et l'his.toire" (1941), ibíd, p. 221.
de exposición de los resultados de las investigaciones: de un lado la 94) Cf el dossier reciente consagrado a esta cuestión por la Re-·
estructura( ... ) y del otro el recitativo de la coyuntura". Cf. M. Vo- vue gerrnanique internationafe, nº 10, 1998 ("Histoire culturelle").
velle, ''L'histoire et la longue durée", art. cit., p. 102: "( ... )creo que 95) l,. Febvre, "La sensibiliré et l'histoirc", art. cit., p. 223.
pronto el problema de la dialéctica del tiempo corto y del tiempo 96) R. Mandour, !ntroduction a la France moderne (J 500-
largo quedará superada y sin duda históricamente fechada". J 640). Essai de psychologie historique, Paris, Albin Michel, 1961
85) E. Le Roy Ladurie, "L'histoire immobile", Annales E.S. C, (ed. 1994), p. 11- 13 y 91-104.
XXIX, 1974, nº 3, p. 673-692. Cf. F. Dosse, L 'Histoire en miettes. 97) e;. Duby, "Hisroire des mentalités", L 'Histoire et ses mé-
Des ''Annales" a la ªnouvelle hístoire'~ Paris, La Découverte, 1987, thodes, dir. C. Samaran, Paris, Gallimard, 1961, p. 937-966. Cf.
p.105-118y231-235. igualmente J. Le Goff, "Les menralités. Une histoire an1bigue",
86) N. Loraux, "Éloge de l'anachronisme en histoire", art. cit., Paire de /'histoire I!l Nouveaux objets, dir.]. Le Goff y P. Nora, Pa-
p. 37. ris, Gallimard, 1974, p. 76-94. (Hay traducción al español: Hacer
87) Ibíd, p. 24-27, donde Nicole Loraux evoca a la vez su la historia !, JI y JI!, Edit. Laia, Barcelona, 1978, 1979, 1980) ·
admiración por Jean-Pierre Vernant que escribió en 1962 Les Ori- 98) Cf. J.-P. Vernant, "Histoire et psychologie", Revue de syn-
gines de la pensée grecque "al uso del tiempo presente" (p. 25) -y thi:se, LXXXVI, 1965, nº 37-39, p. 85-94. Id., "Pour une psy-
su toma de distancia respecto de una "psicología histórica" de la chologie hisrorique" (1987), J)assé etprésent. Contributíons a une
Grecia antigua incapaz de hablar sobre Nietzsche y Freud de otro psychologie hístorique, éd. IZ. Di Donato, Roma, Edizione di Storia
modo que "no sea con el silencio" (p. 27). e Lettetatura, 1995, !, p. 3-9. Id., "Les fonctions psichologiques et
88) Cf. infra, nota 110. les reuvres" (1989), ibíd., p. 9-14.
89) J. Le Goff, Histoire et mémoire, op. cit., p. 257. En otra parte, 99) Cf. M. de Certeau, L 'Écriture de l'histoire, op. cit., p. 289-
dice no apreciar en Paul Veyne "la predilección por la explicación 358 ("Écritures freudiennes").

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c;eorges .Didi-l-Iubern1an Apertura
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100) Cf. I. Meyerson, "Remarques pour une théorie du reve. 107) Cf G, Didi-Huberman, Devant !'image, op, ch, P- 171-
Observations sur le cauchemar" (1937), f'crits 1920-1983, Pour 218. Id., "Imitation, représentation, fonction. Remarques sur un
une psychologie historique, París, PUF, 1987, P- 195-207, Id, "Pro- mythe épistemologique", L 'itnage. Fonctions et usages des images
blemes d'histoire psycho1ogique des reuvres: spécificité, variation, dans !'Occident médiévale, op, cit P- 59-86,
expérience" (1953), ibíd, p, 8!-9L Id Les Fonctions psychologiques 108) Cf G, Deleuze, Difftrence et répétition, Paris, PUF, 1968,
et Les fl!Uvres, Paris, V rin, I 948. P- 7-9, 337-339 y passim, donde queda claramente establecido que
101)], Le Golf, "L'histoire nouvelle" (1978), La nouvelle his- repensar el tiempo con la diferencia y la repetición, es, en el n1is-
toire, dir, J, Le Golf, Paris, Complexe, 1988, P- 57, mo movimiento, criticar la noción clásica de representación.
102) Id, Histoire et mémoire, op, cit,, P- 55 y 169, 109) Cf ], Lacan, "La chose freudienne, ou sens du retour a
103) lbíd P- 33-36, 54, 105-11 O, Freud en psychanalyse" (1956), E'crits, Paris, Le Seuil, 1966, P-
104) Cf, por ejemplo: A Dufour, Histoire politique et psycho- 401-436, (Hay numerosas ediciones al español en Ed, Siglo XXI),
logie historique, Geneve, Droz, 1966, p, 9-35, donde ni un solo Hace una docena de años) Pierre Fédida me preguntaba, durante
concepto técnico de la psicología es discutido, utilizado o incluso un seminario, quién había jugadO, en historia del arte, el rol de
evocado. "Freud" (Cf, Devant /'image, op, cit,, p- 16-17), La primera res-
105) R. Chartier, "Le monde comrne représentation'', Annales puesta fue decirle que no era Erwin Panofsky, como se acostum-
ESC, XLIV, 1989, nº 6, p, 1505-1520, donde cita a L Ma- bra, aún hoy, a presuponerlo. El presente trabajo quizás aportará
rin, La critique du discours. É'tude sur Ltt Logique de Port-Royal una respuesta más precisa a la pregunta fonnulada.
et les Pensées de Pascal, Paris, Minuit, 1975, Cf desde id, De 11 O) Este análisis del Nachleben warburguiano ha ido tomando
la représentation, op. cit. c:f.igualmente las reflexiones paralelas con el tiempo la amplitud de un volu1nen al cual me permito re-
de A. Boureau, "La compétence inductive. Un modele d'analyse mitir co1no al tronco común de los estudios reunidos en el presen-
des représentations rares", Les Forrnes de léxpérience. Une autre te libro: L 'image survivante. Histoire de l'art et temps des fantómes
histoire socia/e, Dir. R Lepetit, Paris, Albin Michel, 1995, P- 23- selon Aby Warburg, Paris, Minuit, 2002,
38 (donde la esperanza está puesta, finalmente, en la psicología 111) E, Husserl, Lerons pour une phénoménologie de la conscien-
cognitiva como herramienta operatoria para una "historia de la ce intíme du temps (1928), trad. H, Dussort, Paris, PUF, 1964, M,
represen ración"). Heidegger, Etre et temps (1927), trad, f, Vezin et aL, Paris, Galli-
106) Cf. especialmente F. Lisarrague, Un jlot d'images_ Une mard, 1986. Para una idea general sobre estos pensamientos del
esthétiquedu banquetgrec, Paris, Adam Biro, 1987, F Frontisi-Du- tiempo, cf K Pomian, L 'Ordre du temps, París, Gallimard, 1984,
croux, Du masque au visage. Aspects de l'identité en Grice ancienne, P- 323-447,
Paris, Flammarion, 1990, J,-C Schmidt, La raison des gestes dans 112) Cf particularmente G. Simmel, Les probli:mes de la phi-
l'Occident médiéval, París, Ga!limard, 1990, ], Baschet, Les Justices losophie de l'histoire, Une étude d'épistémologie (1892-1907), trad,
de l'au-dela. Les représentations de lénfer en France et en !ta!ie (Xll- R Boudon, Paris, PUF, 1984, E, Cassirer, "La philosophie de
XV siecles}, Rome, École frarn;aise de Rome, 1993, l'histoire" (1944), ttad, f, Capeilleresy L Thomas, L 'Jdéede l'histoire,

94 95
(_;eorges Didi-f-Iubennan
- - - -- ------- - - - - - ~-"---
Apertura
Les i~édites de Ya/e et autres écrits d'exil, París, Le Cer( 1988, p. 51-
67_ E_ Bloch, Héritage de ce temps (1935), trad. J. Lacoste, París, evocación de Walter Benjamin, Hannah Arendt insistía ya sobre
Payot, 1978, p. 37-187 ("Non-conternporanéité et cnivrcment") su lado físican1ente anacrónico: "Sus gestos y la inclinación de la
Ypassim. H. Arendt, La C'rise ele ltz culture, Huit exercises de pensée cabeza al escuchar y al conversar; el n1odo de desplazarse; sus rno-
politique ( 1954-1968), trad. dirigida por P. Lévy, Paris, Gallimard, dalcs, y especialmente su estilo al hablar, hasta la elección de sus
1972 (éd. 1989), p. 11-120 ("La breche entre le passé et le futur" palabras y la configuración de su sintaxis; en fin, sus gustos absoÍu·-
- "La tradition et l'áge rnoderne" - "Le concept d'hisroire: antique ramente idiosincrásicos: todo ello parecía tan pasado de moda que
et moderne"). Sobre esta constelación de pensadores de la hiscoria, era como si hubiera desembocado del siglo XIX en el siglo al
cf sobre rodo el hermoso libro de S. Mases, L'Ange de /'histoire. modo de uno que fuera en1pujado a la costa de una tierra extra-
Rosenzweig, Benjamín, Scholem, París, Le Seuil, 1992. ña". H. Arendt, "Walter Benjamín, 1892-1940" (1968), trad. A
113) Cf. especialrr1enre S. Kracauer, 7he rnass Ornarnent Wei- Oppenbeimcr-Faure y P. Lévy, Vies politiques, Paris, Gallimatd,
mar Essays (1920-1931), trad. TY. Levin, Cambridge-Londres, 1974, p. 268-269. (Hay traducción al español: Walter Benjamin,
Harvard University Press, 1995. Id., "Time and History" (1963), Bertolt Brecht, Herrnann Broch, Rosq Luxemburgo, Ed. Anagrama,
History and 7heory. Studies in the Philosophy ofHistory, Supplement Barcelona, 1971).
V[, 1966, p. 65-78. S. Giedion, 7he Eternal Present. A contribution 116) Cf: H. Dilly, Deutsche Kunsthistoriker, 1933,1945, Munich,
on (7onstanly and C}Jange, Londres, Oxford U niversity Press, 1962 Bcrlin, Deutscher Kunstverlag, 1988.
(el volumen I, p. VII, lleva un epígrafe de Ezra Pound: "Al! ages 117) Cf. especialmente U. Kultermann, The History of Art
are contemporaneous"). M. llaphael, Trois essais sur la signification History, New York, Abaris Books, 1993, P- l 57-22G.
de l'art pariéta! paléolithique (1945), trad. dirigée par P. Brault, 118) Cf. E. Panofsky, "Threc Decades of Art History in rhe
s.l., Kronos, 1986, p. 185-203 ("Sur le progres historique"). Unitcd States. lmpressions of a Transplanted European" (1953),
, 114) W. Benjamin, "Sur le coneept d'histoire" (1940), XII, Meaning in the Visual Arts, Chicago, 1he University of Chicago
Ecrits franrais; éd. J.-M. Monnoyer , París ' Gallimard ' 1991 , p. Press, 1955 (ed. 1982), p. 321-346. Sobre el desvío nazi del vo-
345. (Hay traducción al español en: f'nsayos escogidos, Sur, Buenos cabulario alemán, incluido el filosófico, cf. V. Klempercr, L TI,
Aires, 1967). la langue du Ille. Reich. Carnets d'un philologue (l 947), trad. E.
115) M. Lowy, Rédemption et utopie. Le judaisme libertaire en Guillot, París, Albín Michel, 1996.
Europe centra/e. Une étude d'ajfínité élective, Paris, PUF, 1988, p. 119) Cf. P. Francastel, L 'Histoire de l'art, instrument de la pro-
7-10. Sobre la "nueva concepción de la historia y de la ten1 pora- pagande germanique (1940), Paris, Librairie de Médicis, 1945.
lidad", cf ibíd., p. 249-258. Cf. igualmente H. Mayer, Allemands
et fuifs. La révocation. Des Lurnil:res a nos jours (1994), rrad. J.-C.
Crespy, Paris, PUF, 1999, donde aderr1ás son evocados Hugo von
Hofm~nnsthal, Karl ~raus, Orto Weininger, Arnold Schónberg,
Anna Seghers, Hans Eisler, Max Brod, Stefiu1 Zweig, etc. l~n su

96
97
I
ARQUEOLOGÍA DEL ANACRONISMO
l, LA IMAGEN-MATRIZ
HISTORIA DEL ARTE Y GENEALOGÍA DE LA SEMEJANZA

La historia del arte comienza siempre dos veces

El historiador del arte cree a menudo que el único asunto


que le ata.ñe es el de los objetos, En realidad, las relaciones
organizan esos objetos les dan vida y significación: son tanto
1

elecciones teóricas -aún cuando fuesen inconscientes-, cuya


historia y crítica piden ser desarrolladas, pese a que los mis-
mos objetos corren el riesgo de no ser comprendidos, o hasta
rebajados a la banal proyección de una "filosofía espontánea''
generalmente idealista e inadaptada, Antes, entonces, de hablar
de "imagen" o de "retrato'', por ejemplo, es imprescindible
plantear la cuestión, histórica y crítica, de las relaciones que
conforman su misma existencia. De estas relaciones, la más
fundamental -la más evidente, pero también la más impen-
sada- es sin duda la relación de semejanza. No es difícil com-
prender que resulta esencial, práctica y teóricamente, a toda
historia del arte (esencial, me parece, al punto de excederla,
porque esta noción desborda su campo epistémico ya que es
su fundamento, en la medida que le asegura darle un apoyo
en función de la inteligibilidad de cada objeto, de cada con-
junto figurativo).
Parece entonces necesario establecer el tenor de esa rela-
ción de semejanza en el punto exacto en el que la historia del

101
La imagen-matriz

arte se erige como discurso. ¿Cuál es ese punto? Admitamos


nece inadvertido, este último punto merece ser desarrollado:
que no se trata de un punto. Sí, al menos, de un sistema de
la tradición humanista salida de los medios académicos del
punteados. Ni en ese dominio ni en ningún otro busque-
siglo XVI, luego del XVII, modi,~có pro;:mdam2nte b co~;
1nos el "origen original". No existe la fuente absoluta. Gran
cepción que aún hoy tiene de la imagen , del.a seme;anza ,
parte de la literatura griega consagrada a las artes figurativas
del "arte" en general. 1ambién el legado vasanano nos hace
desapareció. Por lo tanto, de todas las primeras "historias del
leer muy a menudo --y, como se puede comprobar, tradu-
arte" occidentales, apenas sabemos algo ( 1). Desde luego que
cir- las palabras de Pl.inio de acuerdo con un orden de inteli-
en este paisaje de cosas perdidas nos quedan algunas referen-
gibilidad que, en este caso, traiciona totalmente el sentid,º .de
cias. Simplificando, y sin abusar, espero, de la simplificación,
las proposiciones contenidas en la Historia natural a proposito
podríamos admitir que la historia del arte debió al menos
de las artes figurativas.
tener dos puntos de partida para empezar: una vez nació con
Lo que está en juego en esta inversión puede aprehenderse
Plínio el Viejo en el año 77 de nuestra era (fecha de la carta
a través de la diferencia que, radicalmente, separa el proyecto
en la que dedica su Historia natural al emperador Vespasiano
pliniano del proyecto vasariano. Allí donde Vasari inaugura
(2)); por segunda vez nació casi quince siglos más tarde, con
un régimen epistémico cerrado del discurso sobre d arte (un
Vasari, cuando éste le dedica en 1550 sus Vidas no a un em-
régimen según el cual la historia del arte se constituye como
perador, sino a un papa y "al muy ilustre y excelente príncipe
el saber "específico" y "autónomo" de los objetos figurativos),
Cosme de Medicis" (3).
el texto pliniano ofrece al contrario la arborescencia enciclo-
Estos dos comienzos conforman un sistema. l)e una parte,
pédica de un régimen epistémico abiert~, en el ;ual los objetos
el Renacimiento vasariano en cuanto tal es presentado como
figurativos no son n1ás que una man1festac1on, entre otras,
una repetición del primer nacimiento romano de la historia
del arte humano. Lo que Plinio entiende por "artes" (artes) es
del arte que Plinio encarnaba para todos. La historia natural
extensivo a la Historia natural completa; en consecuencia, la
jamás cesó de proporcionar un modelo espontáneo a los dis-
noción estética de "arte" no forma parte de su primera defini-
cursos sobre el arte pictórico o escultórico; el vocabulario
ción. Hay "arte" cada vez que el hombre utiliza, instrumen-
vasariano se presentó con frecuencia como una traducción
taliza, imita, o supera la natura1eza. El "arte " por exce lenc1a,
.
literal de las nociones plinianas (4); en fin, el moderno vasa-
en el texto pliniano, es ante todo la medicina, a la cual la His-
riano se dio explícitamente como una resurrección del antico
toria natural consagra sus mayores desarrollos. En cuanto al
romano, más allá de este "tiempo oscuro", vecchio, impuesto
arte de la pintura-en el sentido en que hoy lo entendemos-,
por la Edad Media según el historiador florentino. Sin em-
solamente ocupa una parte del libro XXXV, al final del reco-
bargo, por otro lado -y más allá de una evidencia relativa que
rrido de un libro gigantesco.
la lectura de esos textos posibilita-, el Renacimiento vasaria-
Lo que Vasari entiende por "artes" (arti del disegno) es,
no habría surgido también de una subrepticia inversión del
como sabemos, bastante distinto (5). Lo que se halla en ¡uego,
"nacimiento" pliniano de la historia del arte. En tanto perma-
el objeto de las Vidas se asienta en una definición específica y

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103
c;eorges Didi-Hubcrrnan La imagcn-n1atriz
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"exaltada" -elevada-, estética y humanista, del arte, de modo partición donde se enfrentan una co11cepción académica y
que .la apertura en~,iclopédica o :mropológica del proyecto una concepción jurídic11 de los objetos visuales.
plm1ano reducida, deshilachada al objetivo de ese cenácu-
lo académi;o, la Accada:zia del/e arti del disegno a las que Va-
sar1 re1v1na1ca, pr1vileg1a y distingue abierta1ncnte de otras Plin.io el Viejo: "La semeja11za está _muerta"
actividades humanas, sobre todo de las manuales. El régi-
men cerrado o estrecho de las Vidas hace así de la imitazione Primera línea ele partición: allí donde Vasari privilegia en la
della natura un privilegio de las artes liberales practicadas práctica pictórica un orden de la idea -·-que responde al sentido
fi;era de la ley común por algunos académicos que, como intelectualista que da al concepto de disegno, por ejemplo,
sabemos, conquistaron su libertad gracias a su condición de y que corresponde en nuestro tiempo a la evidencia pano-
hombres de mundo, de cortesanos (la misma existencia de fskiana en virtud de la cual la historia de una teoría del arte
la empresa vasariana fue posible por la actividad cortesana sólo puede hacerse bajo la auroridad de la palabra idea (7)-,
de su autor). Plinio el Viejo desarrolla todo ;u proyecto según un orden
Aun cuando en determinado momento Plinio advierte que de materias, reivindicado desde el prefacio como una justifi-
el arte de la pintura en Grecia les fue prohibido a los esclavos cación del carácter no elegante y no retórico del saber que se
(6), su concepción global del arte -que es romana incluso propor1e consignar:
explícita1nente "anti griega"- supone una similitut!~ naturae
antropológicamente legitimada por la ley común. Vale decir Pues la 1nateria que yo estudio es árida: se trata de las cosas
que .lª. pintura, co1no todas las demás -"artes" (agricultura de la naturaleza, es decir, de la vida, y en lo que ella tiene de
1

med1~ma o arte .militar) tiene el propósito ele establecer una más bajo (sterli materia: rerurn natura, hoc est vita, et haec
relac10n de dignzdad con el mundo jurídico y social y con el sordidissima sui parte) exige para muchos objetos el empleo
mundo de la~ materias y las formas naturales. Esta dignidad de términos campesinos o extranjeros, e incluso hasta de
~d'K",;tas) e~;a en el :entro d,; todo lo q~e Plinio entiende por nombres bárbaros (8).
a;te ' po~ .imagen y por semepnza . Pienso que esta no-
c10n cond1c10na todas las líneas de partición que se pueden ¿Puede este materialismo "sórdido", este "bajo materialis-
e~tablecer entre las nociones vasarianas preeminentes -no- mo" admitir, lejos de Cicerón, por ejemplo, una concepción
ción de historia, de Renacimiento, de imitación, de cultura del arte? Apare11temente no, si creemos a algunos comentaris-
~stét~ca, de licenza o de invenzione retóricas- y las nociones tas -tales Eugenie Sellers o Raymond Schoder- que deducen
I~phcadas en el n1oralismo pliniano, nociones simétricas de espontáneamente del materialismo pliníano una incapacidad
origen'. de muerte, de huella, de culto cívico, de dignitas 0 fundamental para todo pensamiento estético (9). Es verdad
de estricta transmisión genealógica. Aunque fuese a un nivel que el comienzo del libro XXXV logra sorprender a un lec-
de esbozo, vale la pena examinar estas diferentes líneas de tor que esperaría algo como un De pictura ames de tiempo:

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Georges Didi-Huberman La imagen-matriz
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nuestra primera historia del arte occidental comienza por no propone una temporalidad partida, incluso desgarrada. Es
plantear el problema de la pintura en términos de géneros en el mismo corazón de esa desgarradura que aparecen las
artísticos (retrato, paisaje) o en términos de períodos esti- palabras pictura e imago, como si estas palabras -que ponen
lísticos (arcaísmo, madurez clásica, decadencia 1nanierista). en juego toda la cuestión- debieran entenderse diferente·-
Aquí no se trata de materiales brutos (metales, piedras, y esos mente, según dos tiempos heterogéneos. El que esperamos es-
terrae que revelan ser el verdadero "tema"~ o sea en térn1inos
1 pontáneamente es por supuesto, el tiempo de la historia;
1

plinianos, la verdadera materia del libro) y de actividades que pero sólo aparece en el decimoquinto parágrafo, es decir, en
Vasari llamó artesanales, en las que los términos de "pintura" el momento en que Plinio abre su lista de artistas célebres
y de "escultura" incluso no aparecen, en provecho de activi- planteándose la cuestión de los "comienzos de la pintura"
dades como la cinceladura, el modelaje y la tintura (10). (de picturae initiis) cuya invención se disputan egipcios y
Segunda línea de partición: concierne a la situación tem- griegos (11). Este punto de vista de los comienzos -un punto de
poral en la cual el arte de la pintura, en uno u otro caso, se vista trivialmente histórico- focalizó toda la atención de los
vio investido por el orden del discurso. Es bien conocido el exégetas al extremo de eclipsar lisa y llanamente, en algunas
esquema vasariano: es una época de oro (antico) que, más ediciones, los catorce parágrafos que preceden a la expresión
allá del eclipse medieval, "resucita el buen arte" (según el de picturae initíis (12).
sentido más obvio de la palabra rinascita), abriendo literal- ¿Qué enuncian estos catorce primeros parágrafos del libro
mente a la edad moderna (moderno) y, con ésta, a la com- XXXV, estos catorce parágrafos anteriores al comienzo de la
prensión histórica específica de la evolución pictórica en tres historia' Enuncian el origen, o sea un orden temporal absolu-
grandes períodos que trazan el plan general de las mismas tamente distinto, que no tiene nada que ver con una crono-
Vidas. La historia vasariana, aunque cíclica, está dirigida en logía histórica de tipo vasariana. El origen es antropológico,
sus apuestas fundamentales y es triunfalista y teleológica. jurídico y estructural: esto explica por qué Plinio, en esos ca-
Como es sabido, su punto máximo lleva el nombre de Mi- torce primeros parágrafos, reivindica un origen romano de las
guel Angel. Nada de esto hay en Plinio el Viejo. Su elogio nociones de "imagen" o de "pintura", fuera del determinismo
del pintor Apeles, por ejemplo, no supone ningún sentido histórico donde se ubicará, en el parágrafo 15, la cuestión de
explícito de la historia, ninguna teología del arte, ningún saber si los "comienzos de la pintura" son egipcios o griegos.
elogio de la modernidad. Esta escisión temporal es fundamental: ella opone a la teleo-
Ahora bien, mejor que suponer -como se lo hace a me- logía histórica, que será la primera preocupación de Vasari,
nudo- una pura y simple carencia de "espíritu histórico" o una genealogía de la imagen y de la semejanza expresada por
de "sentido del progreso" en Plinio, parece preferible pres- Plinio en términos de ley, de justicia y de derecho.
tar atención al extraño modelo de temporalidad que la His- Pero este punto de vista genealógico implica de entrada
toria natural propone con respecto a la cuestión pictórica. -exactamente en los parágrafos 2 a 5 del libro pliniano- una
En realidad, percibimos que el comienzo del libro XXXV paradoja crucial que revela, en nuestro esquema de análisis,

JOG 107
Georges Di<li~Huberrnan
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una tercera línea de partición: allí donde comienza Vasari su ]mago y pictura son, por supuesto, dos palabras muy simples,
historia hablando de "resurrección", de "renacin1iento" y de dos palabras corrientes cuya comprensión no debería plan-
"gloria inmortal", esta eterna fama por la cual lo grandes ar·- tear ningún problema de traducción. La frase de Plinio es
tistas son presentados corno "hombres que jamás perecieron restituida del siguiente modo:
y no fueron vencidos por la muerte" (13), Plinio el Viejo por
su parte, introduce su punto de vista genealógico mediante el En todo caso, la pintura de retratos {imaginum quidern
testimonio de una muerte. Y rápido se comprende que para él pictura), que permitÍa transmitir a través de las épocas re-
el comienzo de la historia del arte implica la muerte de un ori- presentaciones perfectamente semejantes (nzaxime simi!es)
gen del cual reivindica sin embargo la legitimidad, la ley, para ~ayó completamente en desuso (in totum exolevit) (17).
toda noción "digna" de la imagen y de la semejanza.
Cuando en el parágrafo 2, por ejemplo, Plinio dice que Es comprensible: para Plinio el Viejo ·-para este romano
va a hablarnos de "lo que queda de la pintura" (quae restant del siglo I-··, la semejanza ya está muerta. La cadena de su
de pictura), juega, me parece, con sus propias palabras. De transmisión in aevum, "a través dC: las generaciones'), ya se in-
un lado, da el sentido obvio de lo que esperamos de toda terrumpió. Antes de designar al agente de dicha interrupción,
sistematicidad enciclopédica: quae restant de pictura, corres- de su desaparición, interroguémonos sobre el notnbre dado
ponde aquí a "lo que queda por decir sobre la pintura" (14). por Plinio al objeto desaparecido: imaginum pictura. Perci-
Pero, de otro lado, Plinio sugiere un sentido más melancóli- birnos entonces que esta simple expresión lleva en sí todo el
co de su frase, co1no si ese "resto,, de pintura hiciera referen- desgarramiento del que hablé, el desgarramiento del origen
cia a un arte que) según él, habría existido sólo en estado de y de la historia.
vestigio: la supervivencia fantasmática de u11a desaparición En todas las traducciones académicas de la Historia na-
(15). Para Plinio -para este romano del siglo primero-, el tural, las dos palabras imaginum pictura son, naturalmente,
arte no existe más, mientras que para Vasari, por supuesto, el traducidas por "pintura de retratos" (18), género descollante
arte deviene objeto para una historia en la medida que resu- en el siglo I, más particularmente en Pompeya y en toda esta
citó de sus cenizas medievales (paradójicamente, para Vasari, región campesina donde Plinio tenía su villa. No han falta-
lo que resucita no es otra cosa que el arte romano, especial- do coi.nentadores que expresaron su molestia ante una frase
mente el del siglo l), -"la pintura de retratos (,,,) cayó completamente en desu-
¿Qué muere en esta muerte del arte? Ni más ni menos que so" - manifiestamente falsa desde e/punto de vista de la histo-
el origen del arte. Pero ¿qué es para Plinio el origen del arte' ria del arte (19). La solución de esta dificultad no consiste
Su respuesta pese a ser tan clara no fue bien traducida. Plinio en decir que Plinio era ciego o idiota sino en preguntarse
1

escribe en el cuarto parágrafo: imaginurn pictura, precisando si, hablando de la imaginum pictura en el contexto preciso
sobre la marcha que lo que entiende por esto supone la pro- de los parágrafos l a 14, no habla en realidad de otra cosa.
ducción y la transmisión de una "semejanza extrema" (16). El asunto es entonces este: si la imaginurn pictura quiere

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decir "pintt1ra de retratos)) en el contexto de una historia del y siernpre, cuando moría alguien, estaba presente la mul-
arte ya con1enzada ¿qué quiere decir en este contexto desde el titud de sus parientes desaparecidos; y las ran1as del árbol
punto de vista del origen> genealógico, con sus ra1nificaciones lineales, se propagaban
en todas direcciones hasta esas imágenes pintadas (imagines
picta). Los archivos fa1niliares escaban llenos de registros y
Impresiones del rostro, impresiones de la ley de colecciones consagradas a los actos efectuados en el ejer-
cicio de una magistratura. Fu era y alrededor del umbral,
Existe una cuarta línea de partición que se manifiesta en la había otras imágenes (imagines) de esas aln1as heroicas, cerca
cuestión, aparentemente minúscula, de saber cómo traducir la de las cuales se acumulaban los despojos tomados al ene-
imaginum píctura del texto pliniano. El legado vasariano nos migo, sin que fuera permitido a un comprador ocasional
hace pensar que el estatuto de todo objeto figurativo debe desparra1narlos; así, aun cuando el propiecario cambiara,
expresarse en términos de historia de los estilos, de buen o subsisda eternamente el recuerdo de los triunfos que había
mal disegno -es decir de juicio del gusto-, dicho brevemente, conocido la nación (20)" ·
en términos de actividades y de géneros artísticos, donde el re""
trato tiene su lugar entre todos los otros modos de componer Releyendo este texto, estamos desde ahora constreflidos
una pintura. E1 texto pliniano, al contrario, nos obliga, en a una paradoja, a un clivaje de todos los puntos de vista so""
ese comienzo del libro XXXV, a pensar el estatuto del objeto bre esta cosa de la que nos habla Plínio bajo la expresión de
figurativo según una categoría llamada imago (la traducimos imaginum pictura o de imagines pictae Por un lado, debemos
modestamente corno "imagen"), una categoría en relación a convenir que la "pintura", la pictura, es aquí nombrada antes
la cual se entiende muy rápido que no se refiere ni a la "pin- que la historia de la pintura, es decir, antes de toda presupo-
tura" en el sentido usual (quiero decir la pintura de cuadros), sición de géneros artísticos, e incluso antes de toda noción de
ni a los géneros artísticos también en el sentido usual, sino "cuadro". 1,a "pintura" no es aquí más que una digna materia
a una suerte de género jurídico del cual los parágrafos 6 y 7 colorante con la cual los objetos de cera hechos en molde
describen muy precisamente los protocolos: sobre los rostros de los "ancestros" -los romanos de la Repúbli-
ca- debían ser preparados a fin de conseguir una "semejanza
Ocurre de otro modo con nuestros ancestros (a!iter apud extrema" (la maxima similitudo evocada en el parágrafo 2).
maiores}: en los atrios se exponía un tipo de efigie, destina- Por otro lado, debemos convenir que la "imagen", la imago,
das a ser conternp1adas: pero no estatuas, ni de bronce ni es aquí nombrada antes que la historia del retrato, es decir,
de márrno1, hechas por artistas extranjeros (non signa exter- antes de roda presuposición del carácter artístico de la repre-
norum artificum) sino máscaras moldeadas en cera (expressi sentación visual. La imagen no es aquí n1ás que un soporte
cera vu!tus) colocadas cada una en un nicho: había, pues, ritual que compete al derecho privado: una matriz de seme-
imágenes (imagines) para acompañar a los grupos familiares janza destinada a hacer legítima una determinada posición

l IO lll
Georgcs Didi-I-Iuberman

de los individuos en la institución genealógica de la gens ro-


n1ana (21). l_,a i1naginu1n pictura, antes que ser el encuentro
de una alta idea de la pintura y de un género especializado
en l.a in1iración de los .rasgos inclividuales'.l aparece aquí con10
el encuentro n1ás árido (ster'ili rnateria) de una rnateria y de
un rito. encuentro paraclojal no deja de producir, en
las ideas que espontánearnente nos forrnamos del arte, de la
imagen, del retrato o de la semejanza, algunas líneas de
tición, algunas paradojas suplementarias.
Una quinta línea de partición puede deducirse de los as-·
pectos materiales y procesales sobre los cuales Plinio insiste
cttando enuncia que las imagines romanas no son otras que
"rostros expresadas en la cerá' (expressi cera vultus). Lejos de
nuestra traclición vasariana, donlie el retrato se define como
una iinitación óptica (a distancia) del individuo retrata(_{o,
cuando mucho como una illusion factice de su presencia vi-
sible, la noción romana de la imago supone una duplicación
por contacto del rostro, un proceso de impresión (el molde en
yeso que "toma"l e rostro como ta l)l , ucgo "expres1on Hs1ca d e
"'"Í:'"
la forma obtenida (la tirada positiva en cera realizada a partir
del molde). La imago no es ona imitación en el sentido clásico
del tér1nino; no es fáctica y no requiere ninguna idea ningún
1

talento, ninguna magia artísticas. Por el contrario, es una ima-


gen matriz producida por adherencia, por contacto directo de
.2. M~ldc_e~ yeso de una inascarilh fúnebre rove . _, , ..,
la materia (el yeso) con la materia (del rostro) (fig. 2-3). nnpcnal, funcz, il\Auseo del Ba,·c! F. !)p n1ente de El-Yern. Arre rornano
' o. ot·o: .. R.

Semejanza por generación y semejanza por permutación

Por otra parte -y ésta será nuestra sexta línea de partición-,


el culto genealógico descripto por Plinio se opone palabra
por palabra a los diversos refinamientos que implica la cultura

112
La irnagcn-n1atriz

estética montada por Vasari para dar a conocer el concepto


occidental, el concepto moderno de las artes figurativas. Un
retrato, según Vasari, es bueno o malo; y la instancia que
permite juzgarlo se sitúa en el mundo cerrado, autolegislante,
de la accademia. Mientras que una imagen, en el sentido de
Plinio, es justa o injusta, legal o ilegal. Toma su legitimidad
de un espacio jurídico en la frontera del derecho público y el
derecho privado, un espacio tradicionalmente llamado por
los autores el ius imaginum, el "derecho a las imágenes" (22).
Es en relación al mencionado derecho que los objetos visua-
les descriptos dependen, como lo sugerí, de un campo social
común distinto de lo que constituye el espacio académico.
Su historia no podría ser "especifica)), como Vasari, y n1ás
tarde Panofsky, quisieron plantearlo para la historia del arte:
ella depende de un punto de vista ampliado, de una antropo-
logía de la semejanza que excede por todas partes el punto de
vista "disciplinario" de la historia del arre humanista.
Sin embargo, en el momento en que !'linio torna la pluma
para escribir lo que se n1antiene corno nuestra primera histo-
ria del arte occidental, esta eficacia jurídica y antropológica
ya sólo existe en el estado de nostalgia republicana: "imagi-
num píctura... in totum exolevít". ¿Cuál es, a los ojos de !'li-
nio, el agente de tal desaparición? ¿Qué es esta cosa para la
que la semejanza -la extrema semejanza de las imágenes de
3. Iinpresión positiva (actual) de la anterior. Foto: [).R. ancestros, la justa semejanza del ius irnaginum- está muerta?
La respuesta del libro XXXV establece una séptima línea de
partición en virtud de la cual podremos circunscribir con un
poco más de precisión la diferencia ética que separa la imagen
(originaria) pliniana y el arte (histórico) vasariano.
Igual que todo el mundo, Plinio -como lo hará Vasarí
más tarde- define el arte humano como una imitación de la
naturaleza. Pero es evidente que esta clase de definición jamás

l 15
La irnagcn-.. ¡natriz
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ocurre sin la mediación de un punto de vista cultural, de una Plinio fustiga primero la luxuria de las rnaterias a través
ética incluso de una política. Así, la similitudo naturae apa- de los gastos insensatos consentidos por sus conte.tnporáneos
rece ~ensada en la Historia natural, segúr1 la divi~ión entre de para la indigna decoración de sus residencias. Incluso n1ás
dos nociones obsesivas en Plinio ..--obsesivas, part1cular1nente, allá de esta "locura ele las costun1bres humanas" (morum in-
al comienzo o casi de cada libro-, la dignitas y la !uxuria. Si stznia) que consiste en "trasladar las entrañas cte la ~··es
antes de toda historia, el libro XXXV comienza por la expo· decir, los rn~-ir1noles-· hasta los dornlitorios (25), l)linio acusa
sición del culto de las imágenes, se debe a que Plinío desea al uso pletórico de su tien1po de las rncntiras sobre !a ma-
establecer, como destino y como origen (no desde la historia), teria, que constituyen, para él, los n1ár1r1oles pintados, esos
lo que parad aparece como la dignitas.propia del mundo de "falsos mármoles" en los cuales se quería reinventar la natLt-
las represent :Hi<mes figuradas que utilizan la. pintura como raleza hasta imponerle "manchas que no existen" (26). Lujos
una de sus nLitcrias constitutivas. Pero esta d1gn1dad, con la y locuras dd mármol están aquí en un pie de igualdad con
semejam.a dla supunc. ya está muerta para Plinio: es la las "delicias" y las "obscenidades" del bronce, del oro o de la
lujuria la la inató, co1r1u si, en adelante, nos l1ub1era dado plata: escudos de bronce (aerei c!ipei), paredes doradas a la
a entender 'l'"' d mundo histórico del arte, al superar. la esfe-. hoja o efigies de plata (argentae facies), son todos objetos que
ra artesanal (así pensar;i Vasari), incluso la esfera religiosa (as1 repugnan a nuestro historiador n1oralista. Es que ellos atraen
pensará Hegel), deja detrás suyo, cual u~ ve_sng10'. cual un la mirada sobre el material utilizado y no sobre la semejanza
duelo, la misma dignidad que lo consmu1a ongmanameme. en tanto que tal: 'f\sí son estas in1ágeoes de su dinero (ima·-
¿Qué es la !uxuria' Moralmente hablando, es la lujuna .(el gines pecuniae)i y no de sí 1nismos, que dejan (los romanos
vicio ligado al exceso); estéticamente hablando, es lo lu¡u- decadentes) a la posteridad" (27).
riante (la abundancia excesiva); estructuralmente hablando, segunda !uxuria es la de los cuerpos: es la lujuria como
es el gasto iinproductivo, el exceso o la tran~~resión.en tanto tal, el exceso sexual evocado en el quinto parágrafo a través de
que tales. En el texto de Plinio, la traducc10n comente por la descripción de las "imágenes de Epicuro" qcie decoran los
la palabra "lujo" parece mucho más débi,l (23) que el voca- dormitorios de todos los que practican la orgía y el intercam-
bulario vinculado a luxuria y consta de termmos tales como bio erótico. "La molicie causó la pérdida de las artes" (artes
"delicias" (deliciae), "deseos" (desideria), "rabia ciega" (temeri- desidia perdidit), escribe Plinio sugiriendo la decadencia de las
tas), "codicia" (avaritia), "obscenidades" (obscenitates) o a~n costumbres mediante un sutil juego de palabras: el uso digno
"locura" (insania) (24). Ahora bien, todas estas palabras estan de la cera (cera) en la confección de imágenes ancestrales se ha
convocadas al comienzo del libro XXXV, como un exacto diSlldto -por ende, disoluto- en beneficio de un uso indigno,
contramotivo de la imago, o más bien como una expresión el de embadurnarse el cuerpo con un ceroma (mezcla de cera y
de la decadencia y del olvido en los cuales los romanos de la de aceite) para realizar toda clase de ejercicios físicos (28).
época de Plinio precipitaron las "dignas" nociones de imagen La tercera luxuria es aquella de las se;nejanzas en tanto que
y de semejanza. tales: concierne a las relaciones establecidas entre la forma de

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C;corges
" _
Didi-f.Jubcrman La imagen-n1arriz
~~~~~~~~~~ ~~~~~~

los cuerpos y las materias informes, figuradas por el trabajo roda la práctica dd connoisseurship y de la historia del arte.
humano. Advertimos entonces que la "molicie (que) causó Pero para Plinio el Viejo, toclo eso no es más que "codicia",
la pérdida de las artes" no es otra que el gusto inmoderado ... "o bscen1.dad" , "l ocura" . por otra parte, las tres l uxurzae
. de
por el arte mismo. Es el gusto decadente por las semejanzas las cuales habla forman un sistema y cuando una de ellas es
1
que no son "naturales" ni "individuales' semejanzas usurpa-
: evocada en la Historia natural, las dos restantes no tardan en
das, mentirosas y, en síntesis, monstruosas: ser convocadas: así el "hambre del oro" fostigada en el libro
XXXIII es inseparable de la crítica al refinamiento excesivo de
( ... ) la distinción entre los rasgos individuales es ignorada. las cinceladuras en los objetos domésticos, lo mismo que ele la
Se cambian las cabezas de las estatuas (statuarurn capita perversión de la cual se hacen culpables los que "se sirven ele
perrnutantur), y acerca de este hecho circulan desde hace vasos de oro para todas (sus) groseras necesidades" (30). Del
tiempo versos satíricos. A tal extremo que todo el mundo mismo mod.o, la evocación de las artes figurativas -pintura o
prefiere atraer las rrliradas sobre la materia utilizada antes escultura- se relaciona con la idea de una !uxuritt financiera de
que ofrecer una irr1agen de sí reconocible. Y se tapizan las los coleccionistas, también ligada a la luxuria a la que recurre
paredes de las pinacotecas con viejos cuadros, y se veneran la iconografía erótica omnipresente en el arte romano (31).
las efigies de extranjeros (alienasque ejfigies colunt), rrüentras Subrayemos igualmente que este verdadero sistema del ex-
que para uno mismo sólo el precio es objeto de considera- ceso se concentra sobre algunas figuras célebres de empera-
ción: es sin duda para que un heredero rompa estas obras dores que se distinguieron en la aborninación de !uxuriae al
y que la habilidad del ladrón se las apropie. Además, no mismo tiempo eróticas, éticas y estéticas. No será pues sor-
siendo jamás representados bajo sus rasgos vivos (nullius prendente ver figurar a Nerón desde el tercer parágrafo del
ejjigie vivente), se trata de imágenes de su dinero y no de libro XXXV: aquí y allá aparece como la figura emblemática
ellos mismos (imagines pecuniae, non suas) que dejan a la de este conjunto de infamias. Paralelamente a Sueronio, que
posteridad. (29) hizo el catálogo preciso de las exacciones imperiales -la !uxu-
ria estética de Nerón figura exactamente entre la exposición
Aquí están colocadas bajo el sello infamante de la !uxuria de sus obscenidades y ele sus gastos por una parte, y el de
un conjunto de prácticas que Vasari, mucho más tarde, deberá sus "parricidios" por la otra (32)-, Plinio el Viejo evoca, en
reivindicar para la misma institución de una conciencia históri- todo su libro XXXV, las insignes monstruosidades de las cua-
ca del arre: el nuevo empleo y el montaje modernos de frag- les Nerón fue capaz respecto de la dignidad de !a semejanza.
mentos arqueológicos, la constitución de n1useos donde "se Cuando incitó a los artistas de su tiempo a inventar mármoles
tapiza los muros de viejos cuadros") la importancia creciente imposibles y embusteros, cuando hizo cubrir su Domus aurea
de un mercado de antigüedades donde viajan y se intercam- de grotescos, cuando se hizo pintar con proporciones colo-
bian las obras de arte -los dibujos de los maestros, en el caso sales sobre una tela de lino de ciento veinte pies de alto, o
del mismo Vasari- en un movimiento que traduce finalmente cuando sustituyó sin inmutarse a la Afrodita anadió1nena de

118 119
Georges [)ldi-l:-Iubern1::in La imagen-matriz

Apeles por una sin1plc copia, Nerón transgredió cada vez lo de esta -últin1 a y fundamenta! línea ele partición que in-
que a los ojos de Plinio aparecía como la verdad y la dignidad tentamos delimitar: el primero, aplicado al "digno" culto
intrínsecas de toda similitudo naturae (3.3). de las imágenes ancestrales, es el verbo tradere; el segun·-
¿Se puede hoy notnbrar lo que organiza estructuralrnenre doi que se aplica a la "lujuriosa" cultura ele las obras de arte,
un tal sisten1a de oposiciones entre la cl<~nitas y la de es el verbo permutare (36). El primero nombra lo que para
las se1nejanzas? Sorprende constatar que las líneas de parti- Plinio sigue siendo la vida de la semejanza -su ley natural,
ción establecidas por Plinio el Viejo convergen finalrnente su jurisdicción hurnana, su clignidad genealó?ica. Consiste
11acia una proble1nática que la ancropología co.nten1poránea exactamente en trans1nitir, en regalar, en ensenar (todos son
parece reconocer corno funda1nentaL Esta problernática ex·- 1 sentidos implicados por la noción latina de traditio). Coloca
plorada por Maurice Godelier mediante enfoques que al- a las generaciones futuras bajo la mira~a inamovible de las
canzan resonancias en los estados críticos 1T1ás actuales de_l generaciones pasad.as. Otorga a la relac1.on de serne3anza.,un~
intercan1bio generalizado, consiste justamente en interro- verdad y un movimiento meno~ espaciales que tempo1~t~es.
gar lo que, en una sociedad, no J'e intercambia. Más allá de tanto es así que el rostro ele nuestros padres se rransrn1te,
Lévi-Strauss, corresponde interrogar esta nueva necesidad pero no se intercan1bia indefinidarnente has:a. perclerse en la
estructural: "Es preciso en tocla sociedad, que junto con los f3.cticidad de una circulación puran1entc estet1ca.
intercambios existan puntos de anclaje, estables, fijos, de re- El verbo permutare aparece, desde ese rnon1ento, ~on10
laciones sociales y de iclentidad que estén separados d.el in-- la operación por excelencia de una muerte de la seme!anza,
tercambio y que al mismo tiempo lo permitan, lo funden y Plinio Ja introduce evocando la práctica -tan extendida en
lo limiten erigiéndose como sus fronteras, sus bordes" (34). el mundo romano imperial como en la época renacenrista
Es cierto que para Plínio el Viejo, la imago constituía este "lí- de Vasari, lo que equivale, aún hoy a la inscripció1~ te~ta non
1

mite" en la sociedad romana republicana. Ella era ese punto perninente bajo los bustos antiguos de los rnuseos 1tahanos- :
1
de anclaje jmídico capaz de prohibir a la semejanza intercam- práctica que consiste en "permutar la ca~~za de las ~statuas
biarse y de prescribir simétricamente el modo en que pudiera (statuarum capita permutantur). El patncro que ubica en el
transmitirse genealógicamente. Por este motivo, para Plinio atrio de su residencia estatuas griegas no hace otra cosa, se-
se debía insistir sobre el carácter inalienable de las imágenes gún !'linio, que invadir o infectar su espacio genealógico con
de ancestros o de spolia colocadas en el atrio y "alrededor "efigies extranjeras" (alienasque ejfigies colunt) (37). Basta en-
del umbral" (circa limina) de la casa romana, "sin que fuera tonces recorrer el conjunto de la Historia naturrd para perc1b1r
permitido a un comprador eventual quitarlas: así, incluso si que los valores teóricos de la permutatio, en.Plini~, recubren
cambiaba el propietario, subsistía eternarnente el recuerdo de exactamente los de la !uxurit1. La permutatto esta en pnmer
los triunfos que había logrado la casa" (35). lugar ligada al mundo del intercambio, del comercio, de la
Dos verbos empleados por Plinio en la totalidad de los moneda, y luego de esta avaritia deshonrosa para el enciclo-
primeros parágrafos del libro XXXV, dan la exacta medida pedista romano: hay permutatio cuando el dictador Fab1us

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Gcorges Didi-I·Iubcrman La i111agen-1natriz
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Maximus cambia la cotización de la n1oneda con el fin de en- de semejanza hace proliferar imágenes fácticas, simulacros en
riquecer artificialmente a su gobierno (38). Hay permutatio la red de los cuales las semejanzas devienen un puro y sim-
cuando 1os valores desiguales se intercambian abusiva1nente, ple valor de interca1nbio, de sustitución, de inversión, de
cuando por ejen1plo los indios trocan ingenuamente sus pie- perversión. El patricio pompeyano que exhibe su colección
dras preciosas por el plomo que no tienen (39). de bustos en lugar de sus imágenes familiares, el emperador
Pero la permutatio no designa solamente el intercambio megalómano que hace injertar su retrato sobre una estatua de
abusivo de las materias. Ella designa también el intercam- Zeus olímpico, no se satisfacen con exponer montajes ficcio-
bio de los mismos cuerpos y, a este respecto, interviene en la nales: mienten sobre su propio origen, reniegan de su propio
descripción pliniana de las obscenidades que sugiere el pasaje sustrato antropológico, cometen un crimen de lesa-se1ncjan-
del libro XXXV sobre las prácticas "epicúreas". En la orgía za1 osan convertir a la transmisión genealógica en un simple
sexual, en efecto, todo está mezclado, todo está "puesto patas juego, juego de intercambios retóricos, juego de s11stituciones
para arriba" (otro sentido del verbo permutare), ya que inclu- estéticas.
so lo femenino es capaz de "pern1utarse" con lo masculino Desde su punto de vista, si podemos llamarlo "fundamcn-
(40). La permutatio designa también la inversión sexual, esta talista", la sequedad del juicio pliniano es tan coherente como
perversión de las costumbres humanas sobre la cual !'linio no pavorosa. Si se cierra a toda "cultura extranjera" -de modo
cesa de afligirse al repetir que ella arruina la buena generatio atenuado cuando se trata de la Grecia ateniense, pero siempre
familiar, la buena transmissio de la integridad y de la dignidad con odio cuando se trata de la cultura pergan1iniana "asiática'',
gentilicias. No nos sorprendamos de que la noción de seme- como en ese pasaje donde nuestro autor.• que era n1ilitar de
janza, culturalmente anclada por Plinio en la práctica de las carrera, lan1enta que "nuestras prin1eras victorias sobre Asia
imágenes ancestrales, llega a recibir su definición (eÓrica más hayan introducido la lujuria en Italia" (Asia primum devicta
general de ese mismo modelo -el fantasma- en el que domi- !uxuriam misit in !ta!iam) (42)-, es que pretende defender no
nan la "pureza" de una transmisión genealógica y la indefecti- solamente la inmemorialidad de un mundo jurídico autóctono
bilidad de una dignitas cívica encarnada en la imago (41). sino también el modelo teórico de una semejanza pensada
Según !'linio, hay pues dos géneros de semejanzas: le- genealógicamente. El arte imita a la naturaleza, dice !'linio,
gítima es la semejanza por generación (modo de expresar su con la condición de pensar esta imitación en el sentido de
ley natural) o por transmisión (modo de expresar su institu- una estricta filiación. A lo largo de toda la Historia natural
ción jurídica). Ilegítima es la semejanza por permutación, que vuelve la expresión natura omnium parens, "la naturaleza es el
desordena la ley natural y la institución jurídica. El primer padre (padre o madre) de toda cosa" (43). Desde esta óptica,
género de semejanza instituye imágenes-rnatriz que son los todas las artes deben producir objetos que tienen una seme-
moldes en yeso con los cuales se "engendra'', por contacto di- janza con la naturaleza (similitudo naturae) equivalente a la
recto, por ünpresión, esas máscaras de cera pintada que hon- semejanza que los hijos ton1an -genérica y genealógicamente,
ran (honos) a roda familia noble romana. El segundo género natural e institucionalmente- de sus padres.

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c;corgcs Didi-I-Iubcrrnan

de la se1T1ejanza. Para ilustrar el colmo de esta perrn-utatio,


lJn paradigrna que esclarece este pen.">an1iento de [a se-
J>linio da un ejen1plo extraor({inario que se po({ría llan1ar, en
rnejanza rne parece localizado en los desarrollos que Plinio
térn1inos de estética neroniana, un grotesco agrícola: se trata
con~agra a la cuestión del injerto. Esta ct1estión es ejerr1plar
de un árbol lnJ·crta(lo de n1J.nera exao-erada siP-tiiendo
o una
debido a que ella concierne a un arte --la agricultura, ta1nbién b
técnica que no es ni el "injerto sirnple" nl el "injerto de púa"
legitirnada por un cierto uso de la sc1nejanza- que se halla en
sino el injerto ¡;or cornbirutción, para el cual Plinio utiliza el
la frontern precisa de la natmaleza y la cultura, El arte imita a
verbo lniscere) que significa rnezclar, confundir) perturbar.
la naturaleza y, algunas veces t::unbi,~n, "viene en ayuda de la
r:.,~rur~:lcza" (naturt!m ar.li-uvat), con10 lo dice en alguna parte
~Ien1os visto, cerca de las cascadas de ~ribur, un árbol in--
C~1ceron (44). lJcga para prolongar el n1isn10 rnovirnicnto de
la naruraleza, con10 !o expresa l,ucrecio al hablar de la insitio- jertado de todos los modos, cargado de frutos de toda clase
nis origo, el ªorigen del injerto": (ornni genere ponzorum), con nueces en una rarr1a, bayas en
otra, u vas, peras, higos, granadas y di versas variedades de
manzanas en otras; pero su vida file breve (set! huic brevis
I~! eje111plo de la sic111bra, el origen del injcrro fueron dados
jitit vita). Pues nuestros intentos no oueden rivalizar con la
(a los hornbrcs) por la 1nisma naturaleza, creadora de tod;1s
las cosas (reru1n prirnurn natura creatrix), que les n1ostraba naturaleza (nec tarnen ornnia experi1nentis arisequi (in) natura
que las bayas y las bellotas caídas en el suelo producían en
possumus) (47),
la estación 1nanojos de broces cayéndose al pie de los <Írbo-
les. L)e ahí les vino L1 idea de injertar en Jjs ramas nuevos
Allí hay al mismo tiempo un prodigio y una muerte, El
rallos y de plantar nuevos retoños en la tierra a través de los prodigio de este árbol --prodigio humano, prodigio expe-
can1pos. Pues intcnr:aban sin pausa nueva5 cuhuras en su rimental y no natural--, es que era 1nás que un árbol, en
arnado pequeño ca1npo, y veían c1uc poco a poco m<idura- resu1nidas cuentas, una ficción de árbol, ~na obra de arte
ban los frutos salvajes merced a la atención va los delicados "manierista" o barroca. R.01npía el ciclo normal de la sen1e-
cuidados prodigados a la tierra (45). , janza, la generatio o la transmissio que van del árbol-padre
al árbol-niüo que se le asemeja, Extraflo brote éste: era de-
l)e igual rnodo, Plinio escribe que la r11is1na "naturaleza masiado parecido a los padres para no ser más que el fruto
ensefla" (naturc1 docuit) el injerto a los hombres (46), Tal es de alguna orgía, de alguna perversión fundamentaL Extrafla
el n1ovünicnto de la d(r;nitas y de la filiación) el 1novilniento criatura ésta: criatura híbrida) se asen1ejaba por permuta-
de la btH~na sen1cjanza. Pero, con10 es bien sabido 1 los ho1n- ción y no, estrictamente hablando, por trJ.nsmisión. Ahora
bres son niños difíciles: se con1placen en trastocar todo, en bien, en tanto que prodigio, monstruo u obra de arte, en tan-
romper todo límite, en transgredir la humildad fundamental to incluso que montaje sobreinjertado) este árbol transgredía
que entrafia la jerarquía de la rel:-1ción de serr1ejanza. Creen todos los límites de la ley de semejanza: se tZsemejaba a todo,
superar a sus padres al entregarse a !.os juegos perrnutativos luego, no se asemejaba a nadtZ en tanto c¡ue árhol individuaL

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Gcorges I)idi-Huberrnan La imagen-1natriz
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No era más que una simple "retórica" de la vida vegetal, ha. de alianzas matrimoniales. Porque está siempre allí (en la fa.
biendo perdido el sustrato de esa vida. Y como contrapar· milia) y porque siempre está disponible para transmitirse
tida de su naturaleza prodigiosa o artística se encontraba
1 en otra parte (en las familias de alianzas), la imago roma·
fatalmente, como lo dice Plinio, consagrado al deterioro, a na responde muy bien a esta doble función antropológica
la muerte rápida. -función en apariencia paradoja]"- de limitar el intcrcam·
FJ injerto excesivo es pues como el grotesco neroniano, bio simbólico encamando su misma posibilidad. Tal es,
o como esos gestos de lornra grandilocuente que llevaron a sin duda, su 1nás fundamental eficacia jurídica: instituir
algunos e1nperadores a injertar sus rostros de n1ortales sobre el la semejanza como ritual de duplicación táctil -y no como
cuerpo de los dioses. Es una serne.Janza consagrada a la rnuerte, retórica de representación óptica- del origen.
dado que es una semejanza sin huella, sin memoria, sin tradi-
ción, sin transmisión genealógica. Es una semejanza que toca
a todo y luego se dispersa, se agota, aun cuando el lazo ge· El origen como torbellino
nealógico suponga un contacto sustancial y subsistente con
el origen. De allí que las máscaras de ancestros, más allá de Pero ¿qué aparece en este movirniento -en esta escisión del
sus usos funerarios dan vida a la seme.Janza al perpetuar de
1 1 1 origen y de la historia' ¿ el proyecto mismo o simplemente la
generación en generación, el rostro de los que darán a lag·ente idea de una historia de las imágenes? Probablemente es ne·
su honor y su dignidad cívicas. cesario entencler las palabras origen e historia en un sentido
En este sentido, la impresión aparece como el modelo diferente. Walter Benjarnin lo intentó en 1928: su propósito
indispensable e insuperable de un injerto legítimo de la serne- era perturbador y, por supuesto, "irritante" para todo histo·
.Janza: el contacto directo con el rostro, la función matricial riador positivista (esto le valió, como se sabe, a su autor la
del molde negativo aseguran que cada brote -cada tirada no "habilitación" de su trabajo y su apartamiento del mundo
positiva- será el "hijo", legítimamente semejante, del rostro universitario). Consistió en plantear la historia en términos
que él expresa (expressi cera vultus). Es así que cada hijo de de origen, y la cuestión del origen en términos de novedad.
familia noble que, casándose, deja la casa paterna, está le. Contra la noción lógica de origen defendida por Hermann
gitimado para hacer reproducir nuevas imágenes y para in- Cohen (48), Benjamin procuraba confrontar la disciplina
cluirlas en el árbol genealógico de su nueva casa. El modelo histórica con la cuestión del origen, no a través de la imagine·
técnico de la impresión revela aquí toda su eficacia simbó. ría espontánea de la fuente (lo que permanece por encima de
lica: por un lado, el molde realizado directamente sobre el todo, lo que precede en el pasado a toda génesis (49), sino a
rostro garantiza metonímicamente la presencia única e ina- través del torbellino dinámico y presente en cada objeto hís·
movible del referente de la representación; por otro lado, la tórico (que puede aparecer en cualquier momento, imprevi·
tirada positiva garantiza la posibilidad de una multiplicación siblemente, en el curso del río):
indefinida que responde a todas las combinaciones posibles

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c;eorgcs Didi-}~Iubennan
La imagen-matriz
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El origen ( Urs¡Jrung), aun siendo una categoría plenan1ente


, ¡ saber que ella misma produce. Llamamos a esto una
histórica (historische Kategorie), no tiene nada que ver con en e l d" . r
capacidad de crear nuevos umbrales teóricos en a isc1p tna.
la génesis (J-1,~ntrtehung). Por "origen" no se entiende el llegar
a ser de algo que ha surgido, sino lo que est~i en catnino de (1995)
ser en el devenir y en el decllnar. l] origen es un torbellino
en el río del devenir (im Fluss des Werdens als Strudel), y
entrafi.a en su riuno la 1nateria de lo que está en tren de
aparecer (in seine Rhythtnik das Entstehungsmaterial heinen).
El origen nunca se da a conocer en Ja existencia desnuda y
rr1anicsta de lo ractico, y su ritrno no puede ser percibido
rnás que en una doble óptica (J)oppeleinsich1). Pide ser re··
conocida por una parte corno una restauración, una restitu-
ción, y por otra corno algo que de ese n1odo está inacabado,
siempre abierto ( Unvoiiendetes, Unabgeschlossenes) (SO).

Una historia del arte que, en este sentido preciso, plantea


la cuestión L{cl origen será) pues, una historia del arte atenta
a los torbellinos en el río de los estilos, a las fracturas en el
suelo de las doctrinas estéticas, a los desgarramientos en el
tejido de las representaciones. Liberada por la "doble óptica"
de la cual habla Benjamín, ella se abre al riesgo -al hermoso
riesgo- de un torbellino, de una fractura o de un desga-
rramiento en el misn10 saber histórico. Porque "nada tiene
que ver con la génesis de .las cosas", el origen en este sentido
cristaliza dialécticamente (51) la novedad y la re¡Jetición, la
supervivencia y la ruptura: es prirnero anacronismo. A este
respecto la historia del arte sobreviene en el relato histórico
constituído como una falla, un accidente, un malestar, la
formación de un síntoma. Una historia del arte capaz de
inventar, en el doble sentido del verbo, imaginativo y ar-
quelógico, "nuevos objetos originarios" será una historia clcl
arte capaz de crear torbellinos, fracturas, desgarramientos

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Warburg, 1924. (Hay traducción al espaiíol: Idea, Edic Cátedra,


Madrid, 1977). Trad. H. Joly, Idea. Contribution a l'histoire du
concept de !'ancienne théorie de l'art, Paris, Gallin1ard, 1983, donde,
significativarnente, Plinio el Viejo casi no es citado. Sobre el idea-
lismo vasariano y su revisitación neo-kantiana por Panofsky, cf.
Devant l'image, op. cit,, p. 89- l 03 y l 53- l 68.
NOTAS 8) Plinio el Viejo, Hístoíre naturel/e, 1, 12-13, trad. cit., p. 50-
51 (traducción modificada).
l) Cf. A Reinach, Textes grecs et latín relatifi a /'histoire de la 9) E. Sellers et K Jex-Blake, The E/der Plyny's Chapters on the
peínture ancíenne. Recueil Milliet ( 1921 ), éd. revue par A Rouveret, History ofArt (1896), ed. aumentada por R.V. Schoder, Cbicago,
Paris, Macula, 1985. G. Didi-Huberman, "La couleur d'écume, Ares, 1976, p. A Cf, igualmente], lsager, Pliny on Art and Society. 7he
ou le paradoxe d'Apelle'', Critique XLII, 1986, nº 469-470, p. Elder P/iny's Chapters on the History of Art, Londres-New York,
606-629. Rourledge, 1991, p. 9-17. . .
2) Plinio el Viejo, Histoíre naturelle, !, 1-33, éd. et trad. J. 10) Plinio el Viejo, Histoire naturelle, XXXV, 1, trad. cit., p.
Beaujeu, Les Belles Lemes, 1950, p. 47-57. 36. Se trata de "tierras" colorantes y no de la pintura en el sentido
3) G. Vasari, Le vite de'piú eccellenti pittori, scultori et architte- "noble" del término, así como de actividades expresadas por los
torí (1550-1568), éd. G. Milanesi, Florence, Sansoni, 1878-1885 verbos cae/are ("cincelar"),fingere ("tnodelar" más bien que "escul-
(réed. 1981), !, p. 1-7. Trad. dirigida por A Chastel, Les vies des pir") y tinguere ("teiíir" y no "pintar").
meilleurs peintres, sculpteurs et architectes, Paris, Berger-Levrault, 11) lbíd., XXXV, 15, trad. cit., p. 42 (donde el término initia,
1981 .. 1987, !, p. 41-45. a mi entender, está incorrectamente traducido por "orígenes").
4) Por ejemplo: ingegno por ingenium, studio por studiurn, inven- 12) Cf. E. Sellers y K Jex-Blake, The E/der Pliny's Chapter on
zione por inventio, diligen:za por diligentia, facilita por facilitas, sotti- the History ofArt, op. cit.
gliezza por subtilitas, maesta por maiestas, venusta por venustas, etc. 13) Es el mismo texto del frontispicio de las Vidas en la edición
5) Para estas indicaciones sobre el estatuto teórico de la historia Giunti de 1568 (Hac sospite nunquam hos periisse viros, victos aut
vasariana, me permito remitir a una esquema previo desarrollado morte fatebor).
en Devant l'image. Question posée aux fins d'une histoire de l'art, 14) Plinio el Viejo, Histoire naturelle, XXXV, 2, trad. cit., p.
Paris, Minuit, 1990. Cf. luego P.L Rubin, Giorgio Vasari. Art and 36. La expresión quae restant de pictura hace eco de la expresión
Hístory, New Haven-Londres, Yale University Press, 1995. restant terrae del parágrafo l.
6) Plinio el Viejo, Hístoire naturel/e, XXXV, 77, éd. y trad. J.- 15) La expresión hace en este sentido eco de otras fórmulas
M. Croisille, París, Les Belles Lemes, 1985, p. 70. empleadas por Plinio en el mis1no contexto, tales como imaginurn
7) Cf. E.Panofsky, Idea. Eíne Beitrag zur Begrijfsgeschichte pictura... in totum exolevit (XXXV, 4), ars moriens (XXXV, 28) o
der alteren Kunsttheoríe, Leipzig-Berlin, Studien der Bibliothek también cessavit deinde aes (XXXV, 52).

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16) !bid. XXXV, 4, trad. cit., p. 37. "( ... )y el lujo persiste por ese camino" (nec cessat luxuria id agere).
17) Ibíd. 24) Cf. particularmente ibíd. XIV, l-6; XXI, 1-4; XXXlll, l-3
18) "Pittura del ritratto" en la edición italiana de S. Ferri y 148; XXXIV, 1-4, etc.
(Roma, Palombi, 1946). "Painrings of portrait" en la edición in- 25) lbíd., XXXVI, 1-4, trad. R. Bloch, París, Les Belles Lemes,
glesa de H. Rackham (Londres-Cambridge, The Loeb Classical 1981, p. 48-49.
Library, 1952). 26) lbíd., XXXV, 2-3, trad. cit., p. 36-37. Se destacará aquí
19) Cf. ].-M. Croisille en la edición francesa (op. cit., p. 133) que Plinio sitúa como decadencia de la pintura lo que Vitruvio
que, a continuación de S. Ferri resalta "la extrañeza de palabras de (De architectura, VII, 5, .1) consideraba, por el contrario, como
Plinio en un momento donde existía una tradición aparentemente origen de la pintura.
vivace del retrato verista". 27) Ibíd., XXXV, 4-5, trad. cit., p. 37-38. Es menester vincu-
20) Plinio el Viejo, Histoire naturelle, XXXV, 6-7, trad. cit., p. lar esta crítica de los pecuniae a la crÍtica de la moneda que Plinio
38-39 (traducción modificada). desarrolla en otra parte (XXXIII, 48-50).
21) Para una aproximación teórica de esta institución, cf. Pierre 28) lbíd., XXXV, 5, trad. cit., p. 38.
Legendre, Ler¡ons, IV L'inestirnable objet de la transmission. Étude sur 29) lbíd., XXXV, 4-5, rrad. cit., p. 37-38 (traducción modifi-
le principe généalogique en Occident, Paris, Fayard, 1985, y, desde cada).
un punto de vista más especLfico e histórico, Y. Thomas, ''A Rome, 30) lbíd., XXXlll, 48-50, éd. y trad. H. Zehnacker, Paris, Les
peres citoyens et cité des p2:res (lle. siCcle avant J.C.- lle. siecle apres Belles Lettres, 1983, p. 66-67.
J.C.)", Histoire de la farnille, dir. A. Burguiere, C. Klapisch-Zuber, 31) Cf. especialmente la buena síntesis de C. Johns, Sex or
M. Segalen, P. Zonabend, Paris, Armand Colin, 1986, l, p. 195- S'yrnbol? Erotic images o/ G'reece and Rome, Londres, British Mu-
229. Para una descripción antropológica de la práctica romana seum, 1982 (reed. 1993).
de las imagines, cf particularmente E Dupont, "Les morts et la 32) Suetonio, Vies des douze Césars, Nerón, XXV!ll-XXXI, ed.
mémoire: le masque funebre", La Mort, les morts et l'au-delil. dans Ytrad. H. Ailloud, Paris, Les Belles Lertres, 1931-1932, ll, p. 172-
le monde romain, dir. F. Hinard, Caen, Centre de publications de 176. La misma articulación de las tres luxuriae se encuentra en
l'université de Caen, 1987, p. 167-172. Séneca, Lettres a Lucilius, XIV, 90, 19; 94, 56-58; 95, 20-21, éd.
22) Entre la abundante bibliografía, J. Marquardt, Le Culte F. Prechac y trad. H. Noblot, Paris, Les Belles Lettres, 1945-1962,
chez les Romains (1878), trad. M. Brissaud, Paris, Thorin, 1889, IV, p. 34, 82-83 y 94.
l, p. 146-173. Id. La vie privée des Romains (1864-1879), trad. V. 33) Plinio el Viejo, Histoire naturelle, XXXV, 3,51 y 91, trad.
Henry, Paris, Thorin, 1892, l, p. 283-287. T. Mommsen, Le droit cit., p. 37, 59 y 75.
public romain, trad. P.F. Girare\, Paris, Thorin, 1982, !, p. 84-89. 34) M. Godelier, L'Énigme du don (en prensa). Y el texto sigue
A. Dubourdieu, Les Origines et fe dévefoppement du cufte des Péna- así: "Hoy, en nuestra sociedad capitalista, donde todo o casi todo
tes a Rorne, Rome, École fran<;aise de Rome, 1989, p. 93-122. encuentra su equivalente en el dinero, y donde las cosas y las perso-
23) Plinio el Viejo, Histoire naturelle, XXXV, 3, trad. cit., p. 37: nas sólo existen si se miden y se metamorfosean en dinero, la realidad

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deviene rnás y más irreal, el n1undo se desrnaterializa. Deviene más el rol pasivo (¡quieran los dioses y las diosas acabar con semejante
y más un mundo de signos que son ellos misinos signos de signos casta!), han inventado, monstruosas libertinas, rnontar al macho.
que aparecen rr1ás reales que la realidad que significan. Y sin em-
¿Cómo pues sorprenderse que el más grande de los médicos, el
bargo, existen aún razones para dudar de que todo en lo real va a que mejor conoce la naturaleza, sea desmentido, y que haya tantas
transformarse en sín1bolos, símbolos que finalmente serán símbo- rnujeres gotosas y calvas? A fuerza de vicios, han rnancillado el
los de nada. ( ... ) La tarea, para el hombre, de aprender a recono-
privilegio de su sexo. Por haberse_ despojado de su naturale:,ª de
cerse en los dobles que crea de sí misn10 y que le escapan y que, mujer, he alií condenadas a las enferrnedades de los hombres .
devenidos extraños a sí mismo, lo denominan, ese trabajo, desde 41) Se trata aquí de la expresión jurídica dignitas non mori-
hace largo tiempo co1nenzado debe más que nunca ser proseguido" tur, comentada a menudo por Pierre Legendre, especialmente en
(Cf. ahora M. Godelier, L'Énigme du don, París, Fayard, 1996). Let¡ons 111. Dieu au miroir. Étude sur l'institution des images, Paris,
35) Plinio el Viejo, Histoire naturelle, XXXV, 7, trad. cit., p. 38-39. Fayard, 1994, p. 99 (donde, desgraciadamente, no nos es propues-
36) lbíd, XXXV, 2 y 4, trad. cit., p. 36-37.
to ningún análisis jurídico de la i[llago ro1nana).
37) !bíd, XXXV, 4, trad. cit., p. 37.
42) Plinio el Viejo, Histoire naturelle, XXXIII, 148, trad. cit., p. 108.
38) Ibíd, XXX!ll, 46, trad. cit., p. 65.
43) !bíd, XXVII, 2; XXVII, 8; XXVII, 146; XXIX, 64, etc.
39) Ibíd., 163, ed. y trad. H. Le Bonniec, París, Les Belles 44) C.:icerón, Des tenrtes extrérnes des biens et des maux, IV, 7,
Lemes, 1983, p. 162.
!G, éd. y trad. J. Martha, París, Les Bel!es Lemes,1928-1930, ll,
40) Ibíd, XXXV, 5, trad. cit., p. 38. Se piensa en ese texto
p. 63.
de Séneca (Cartas a Lucilo, XIV, 95, 20-21, trad. cit., IV, p. 94) 45) Lucrecio, De Natura, V, 1361-1366, ed. y trad. A. Ernout,
en el que se llan1a !uxuria a la confusión de los géneros sexuales, París, Les Belles Lemes, 1964-1966, Il, p. 234.
y a la atribución a las mujeres de las enfern1edades propias de los 46) Plinio el Viejo, Histoire naturelle, XVII, 99, ed. Y trad. J.
hombres: "El más grande de los médicos, el fundador de la medi-
André, París, Les Belles Lemes, 1964, p. 53.
cina, ha dicho que las mujeres no pierden sus cabellos, y que jamás 47) !bíd, XVII, 120, trad. cit., p. 61.
tienen gota en sus pies. Sin embargo (en nuestros días) ellas ven 48) Cf H. Cohen, Logik der Erkenntnis (System der Philosophie,
desaparecer sus cabellos y la gota las aflige. ¿Cambio sobrevenido [),Berlín, B. Cassirer, 1902, p. 32-36 (W. Benjamin se refiere a la
en la naturaleza femenina? No, victoria de las mujeres sobre su
2da. edición, 1914).
constitución; igualan al hombre en sus desbordes, se igualan a él 49) Es una concepción del origen como "co1nienzo absoluto"
en sus miserias físicas. También envejecen, también beben; en la que Mate Bloch fustiga también con razón hablando del "[dolo
gimnástica, en la orgía, desafían a los hombres. Como ellos, luego de los orígenes". Cf. Marc Bloch, Apologie pour l'histoire ou Mé-
de atiborrar de comida sus vientres que deberían tener gracia, los tier d'historien (1949), éd. É. Bloch, París, Armand Colin, 1993,
liberan por la boca; en cuanto al vino absorbido lo devuelven poco
p. 85-89.
a poco. Como ellos, ellas pellizcan en la nieve, que 'calma' un estó- 50) W. Benjamín, Ursprung des deutschen Trauerspiel (1928),
mago abrasado. En el a.mor, no dan su brazo a torcer: nacidas para Gesamme!te Schriften, ed. R. Tiedemann y H. Schweppenhauser,

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135
-----... Georgcs Didi-Hubennan
-- -
.... -····-'"--·------ ·------ ~· ... ·~-

Francfort, Suhrkamp, 1972 ' LI , P · 225 (rr a d . S. M u ¡¡ er, Orzgtne


..
du drama baroque a!lemand, París, Flammarion 1985 43-44)
H d ·• ' 'p. ·
~( ay tra ucc1on al español: El origen del drarna barroco a!et.n •
r aurus, ,M adn.d , l 990). . an,

~ 1) ~obr~ la naturaleza dialéctica de la noción de origen en Walter


B~nJarrun, cf. R. ~iedemann, Studien zur Phi!osophíe Walter Ben ·a-
mms, Francfo~t, Europiiische Verlagsanstalt, 1965, p. 58-69 (tr;d. 2. LA IMAGEN··MALICIA
R. Rochlttz, Etudes sur la philoso.•nhie
r . . A rles
de Walte1· B en;arntn, HISTORIA DEL ARTE Y ROMPECABEZAS DEL TIEMPO
Acres Sud, 1987, p. 79-92). Cf igualmente G. Didi-Huberrnan'
Ce que nous voyons, ce qui nous regarde, Paris Minuit 1992 p'
125-152. . ' .' ' .
La historia del arte está siempre por recomenzar
11
Los nuevos conceptos, los nuevos "umbrales teóricos in-
troducidos por Walter Beojamio en el peosamiento históri-
co y en el pensamiento de la imageo parecen haber conocido
suertes muy diversas. Disciplioas muy geoerales o, al contra-
rio, muy especializadas han, ciertamente, adoptado, discuti-
do, "trabajado" esos conceptos: los filósofos han comeotado
profusamente las tesis Sobre el concepto de historia; los histo-
riadores de la fotografía -y las vanguardias del siglo XX- no
han glosado meaos las nociones de aura o de reproductibi!i-
dad técnica. Pero a los espacios iostituciooales de la historia
como a los de la historia del arte, sin embargo, disciplinas
directameote involucradas, oo parece habérseles movido uo
pelo bajo el ouevo viento procedeote de la obra benjamioiana
(1). Ésta, en verdad, había explícitameote reivindicado la
tarea de tomar la historia -incluso la historia del arte- "a
cootrapelo (2)".
Sin embargo, es necesario rendirnos a la evidencia. To-
maodo las cosas a contrapelo es que llegamos a revelar la piel
subyaceote, la carne oculta de las cosas. "Tomar la historia a
contrapelo" sería, en síntesis, una expresión particularmente

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horripilante del 1novimienro dialéctico necesario para la re- (... ) sufro de una cierta soledad en la que me acorralaron
cuperación -para la completa reestructLLración- de un pro- tanto las condiciones de existencia como el objeto de mi
blema capital, el de la historicidad como taL El desafío para trabajo. La reflexión que llevo a cabo se vincula con las re··
Benjamín era actualizar modelos de temporalidad menos laciones entre las obras de arte (Kunstwerke) y la vida histó-
idealistas y a la vez menos triviales que los usados por el his- rica (geschichtlichen Leben). Considero desde este mornento
toricismo heredado del siglo XIX El único medio consis- como adquirido que no hay historia del arre (dabei gilt mit
tió en contradecir, en contrtlriar violentarnente el "sentido als ausgemacht, da(í es Kunstgeschichte nicht gibt) (4).
del pelo'', es decir, el movimiento espontáneo en virtud del
cual un historiador constituye, globalmente, la historicidad A esta comprobación brusca sigue una larga página ex-
misma de sus objetos de estudio. Que esos objetos de estudio ploratoria de la que surgirán hipótesis, tentativas de formu-
sean imágenes, que la cuestión planteada acuse a la historia lación y convocatorias de modelos teóricos (en particular, el
del arte como disciplina, hace que la contrariedad se acen- de la mónada leibniziana). "A establecer -Disculpa si todo
túe, que se exaspere un poco rnás. esto no era inuy comprensible", escribe para terminar Benja-
La crítica encarada por Benjamín con relación a dicho mín a su amigo (5). De entrada, hay que ponerse en guardia
problema manifiesta un tono tan radical y solitario que es- contra la interpretación dogmática o unívoca de este texto.
tamos casi dispuestos a comprender al historiador del arte Cuando Benjamín escribe que "no hay historia del arte", me
que no quiera saber nada de todo esto: el practicante de una parece que no quiere decir ni que las obras de arte son in-
disciplina ¿en qué medida debería sentirse involucrado por temporales (6), ni que la historia del arte como disciplina no
alguien que, en primer lugar, no practica esa disciplina de tiene derecho a la existencia. Decir que "no hay historia del
manera oficial -es decir, socializada- y en segundo lugar ha arte" no es expresar una sentencia definitiva de inexistencia.
empezado por poner en duda la existencia misma de dicha Es expresar primero una exigencia, al menos un deseo: que
disciplina? Recordemos la severidad con la que Benjamín, en la historia del arte comience a existir o más bien recomience.
el plano estético, pudo barrer el subjetivismo inductivo de un Y que ella comience a existir bajo la forma, escribe Benja-
Johannes Volkelt y zarandear las concepciones de un Konrad mín, de una "historia de las mismas obras (eine Geschichte
Burdach, incluso de un Benedetto Croce -lo que Catherine der Kunstwerke selbst)" (7).
Coquio llama una "limpieza a través del vacío metódico (3)". "No hay historia del arte": quien habla así no juzga desde
Recordemos sobre todo cómo Benjamin marcó su ingreso en el exterior, exige desde el interior. ¿Qué exige exactan1ente?
la historia del arte diciendo que ésta no existe. Así le escribe el Una reformulación de los problemas, de los términos mismos
9 de diciembre de 1923 a su amigo Florens Christian Rang que constituyen la expresión "historia del arte". Del lado del
en unas líneas que expresan un sentimiento de gran soledad arte, Benjamín exige que se termine con las interminables y
y cuya significativa transición suena extraña: falaces oposiciones entre el contenido y la forma (a lo que
corresponde, en la disciplina, la no menos interminable y

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falaz oposición entre la "iconología" y el "formalismo", tradi- "historicidad específica" (spezijische Geschichtlichkeit)º Cuando
ción de Warburg contra tradición de Wolfflin) o bien entre ía habla de "conexiones atemporales" (zeitlos), no es para caer
materia y la forma (lo que corresponde, en la disciplina, a la en un esencialisrno del arte -que contradice, por otra par-
oposición entre análisis técnico y síntesis histórica, por ejem- te toda su obra crítica y filosófica-, sino para recurrir a una
plo): "Ordinariamente, en las investigaciones de historia del te~rporalídad más fundamental, que permanece aún en el
arte, siernpre se desen1boca en una historia d.el contenido misterio, susceptible t.1e descubrir o constrt1ir. En fin, cuando
(StojfGeschichte) o en una historia de la forma (Form-Ges·· dice que "la historia del arte no existe", eso no significa que
chichte), para lo que las obras de arte no brindan más que arroja toda una disciplina al cesto de papeles: la saca, por el
ejemplos, o en alguna medida modelos" (8). contrario, de allí y de ese modo vuelve a hacerla v1v1L
Del lado de la historia, Benjamín exige que se termine con De un extremo al otro, la obra de Benjamin concierne -re-
la eterna y falaz apelación a las "causas" -o "paternidades" o interroga y reinventa- a la historia el arte. Desde 1917,, bus-
"influencias"-- y a los "efectos". La historia del arte termina caba sus "bases conceptuales" particularn1ente en una 'n~ta
1

por negar la temporalidad misma de su objeto adjudicándo- provisoria" titulada "Pinrura y grifismo": e~ una carta a Er-
sela a la "única forma de la causalidad", siguiendo la lección nst Schoen justifica esa nota como una busqueda de nuevos
historicista común. Pero las obras de arte, dice Benjamín, modelos temporales destinados a extinguir el relato causal Y
tienen una "historicidad específica" (spezijiSlhe Geschichtli- también la teleología y "teoría del progreso". Resulta claro
chkeit) que no se expresa en el "modo extensivo" (extensive) que, desde esta época, Benjamín no aceptaba la autmuficien-
de un relato causal o familiar de tipo vasariano, por ejemplo. cía de la antigua historia del arte (mcapaz de articular su
Se despliega multiplicadamente en un "modo intensivo" (in- interpretación del pasado con un anclaje en el presente) m
tensive) que, entre las obras) "hace brotar conexiones que son la "absolutización indebida" de la historia del arte contempo-
atemporales (zeitlos) sin estar por lo tanto privadas de im- ránea (incapaz de articular su interpretación del presente con
portancia histórica" ... de donde obtienen el aspecto monádico un anclaje en el pasado) (11). Se puede, dicho sea al pasar,
-en el sentido leibnizíano- de esta historicidad propia de las corroborar que la situación global, desdichadamente, no ha
obras de arte (9). evolucionado desde Benjamín -testimonio de lo cual es, por
Debido a que exige más de lo que explica, debido a que ejemplo, la trivialidad de los modelos temporales esgrimidos
anula más de lo que construye, la carta de Benjamín a Rang en el actual debate sobre el arte contemporáneo (12)º
nos enfrenta a serias dificultades de interpreración (10). Sobre Una relación con la historia del arte hecha de exigencias
todo no leemos su movimiento "a contrapelo)' co1no una pura denota por supuesto una insatisfacción pero también ~n deseo
y simple negación: cuando Benjamín reivindica un punto de y ·-por encima- algo similar a un impulso. En las ~1ferentes
vista "ahistórico" (geschichtslos), no lo hace para negar la histo- versiones de su curriculum vitae, Benjam1n reconoc10 su deu-
ricidad como tal, sino para dejar de lado el punto de vista da con la historia del arte: "Estoy principalmente interesado
de una historia abstracta y apelar, de rebote, a un modelo de en la filosofía, en la historia de la literatura alemana así como

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en la historia del arte. (. .. ) En el curso de mis estudios recibí "Espíritu noble y notable", Aby Warburg representaba
in1pulsos decisivos de parte de una serie de textos ajenos a a los ojos de Benjamín "el tipo de sabio señorial, espléndi-
mi esfera de estudios en sentido estricto" ... y el primer texto damente inaugurado por Leibniz" y perpetuado en el siglo
citado por Benjamín no es otro que el libro de Alois Riegl XIX por Goethe o Bachofen (16). Sin embargo, más allá
Die spdtrornische Kunstindustrie, al que erige en base metodo- del prestigio ético, más allá de la figura del pensador erudi-
lógica de su propio estudio sobre el drama barroco alemán to, es en el terreno de la misma problemática donde Benja-
(13). No es sorprendente que Benjamin, en contraste con mín pudo sentirse próximo a Warburg (se habría reconocido
su severa refutación de la historia del arte académica, haya todavía más próximo si, en verdad, hubiera accedido a la
aprovechado abundantemente la obra de los historiadores intimidad de la investigación warburguiana, al estilo explo-
del arte más inspiradores de la época: Alois Riegl, pero tam- ratorio de sus textos ínéditos, a sus fórn1t1las de pensamien-
bién Heinrích Wolffiin y Aby Warburg. De cada uno, retuvo to, a su humor y a su desesperación). Igual que Warburg,
algunas polaridades fundadoras: háptíco-óptico (Ríegl), pic- Benjamin puso la imagen (Bild) en el centro neurálgico de
tórico-lineal (Wiilfllin), dionisíaco-apolíneo, dinámico-está- la "vida histórica". Comprendió corno él que tal punto de
tico, realismo-idealismo (Warburg) ... (14). vista exigía la elaboración de nuevos modelos de tiempo:
La relación más interesante según nuestro punto de vista la imagen no está en la historia como un punto sobre una
-es decir, según nuestra problemática del tiempo- concier- línea. La imagen no es ni un simple acontecimiento en el
ne a la obra de Aby Warburg. Relación que es al mismo devenir histórico ni un bloque de eternidad insensible a las
tiempo muy próxima y muy opuesta, muy intensa y muy condiciones de ese devenir. Posee -o más bien produce- una
desdichada. Relación antes que nada de un extraño respeto: temporalidad de doble faz: lo que Warburg había captado en
incluso cuando Benjamín acusa a la Kulturgeschichte, por términos de "polaridad" (Polaritdt) localizable en todas las
ejemplo a la de Karl Lamprecht parece resguardar de su crí- escalas del análisis, Benjamín terminó de captarlo en tér-
tica a la Kulturwissenschaft de Warburg (15) -término que, minos de "dialéctica" y de "imagen dialéctica'' (Dialektik,
además, podría aplicarse sin equivocación al gran proyecto dialektische Bild).
del Libro de los Pasajes. Incluso si Benjamín, errante y po- Esta temporalidad de doble faz fue dada por Warburg,
bre, pudo sentir la distancia social que lo separaba del viejo luego por Benjamín -cada uno con su propio vocabulario-,
erudito riquísimo, probablemente se reconoció en el inves- como la condición rnínirna para no reducir la imagen a un
tigador judío aislado, sin cátedra -habiendo sufrido ambos simple documento de la historia y, simétricamente, para no
el rechazo de la habilitación universitaria-, perfectamente idealizar la obra de arte en un puro momento de lo absolu-
anacrónico en su interés no positivista por los "despojos de to. Pero las consecuencias eran graves: esta temporalidad de
la historia'', en su búsqueda no evolucionista de los "tiem- doble faz debía ser reconocida sólo como productora de
pos perdidos" que sacuden la memoria humana y su larga una historicidad anacrónica y de una sig11ificación sintomtiti-
duración culturaL ca. Paradojas constitutivas de los "umbrales teóricos'', de las

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radicales novedades introducidas en las disciplinas históricas rnuy especialmente: supervivencias del gesto tnímico, su-
por Warburg y más tarde por Benjamin. pervivencias de las afinidades mágicas y de ese "mimetismo
La paradoja del síntoma es primero la del despojo, la de del tiempo" que representa, de modo ejemplar, la creencia
lo no observado y minúsculo: Benjamín, sabemos, hizo suya astrológica (21).
muy pronto la famosa divisa de Warburg: "Dios vive en el paradoja del anacronismo termina de desplegarse cuan--
detalle" (der liebe Gott steckt im Detai[) (J 7). Pero esta para-- do se pone en juego la temporalidad en todos los sentidos de
doja del despojo cobra una nueva dimensión cuando se te-- la cronología y alcanza, incluso de ese modo, el estatuto 16-
conoce su sobredeterrrlinación, su apertura, su complejidad gico y narrativo del saber histórico: cuando el historiador se
intrínsecas. Lo que Fteud llamaba -a propósito del sueño- da cuenta de que, para analizar su complejidad de ritmos y
un "rébus" (Bilderrdtse[), \Varburg y Benjamin lo habrán contrarritmos, de latencias y de crisis, de supervivencias y de
puesto en práctica en el carácter de "montaje" (Montage) síntomas, es necesario "ton1ar la historia a contrapelo". Lo
del saber histórico que ellos producían. La concepción ini- que Benjamin retuvo de los historiadores del arte idealistas
cial del Libro de los Pasajes, en 1927-1929, es estrictamente o positivistas es que ('la historia del arte no existen. I)ero lo
contempor~ínea a Mnemosyne pero tan1bién a los {{montajes
1 que habrá retenido de Warburg -y de algunos otros- es todo
ele atracciones" cinematográficos de .F~isensteín o a los "mon- muy "horripilante", aunque expresado bajo una forma más
tajes de repulsiones" surrealistas de Georgcs Bataille en la positiva: la historia del arte es una historia de profecías.
revista Documents (18).
La paradoja del anacronismo comienza a desplegarse des- La historia de1 arte es una historia de profecías (die Geschi-
de que el objeto histórico es analizado como sínto1na: se reco- chte der Kunst ist eine Geschichte von Prophetien). Sólo puede
noce su aparición ~el presente de su acontecimiento--- cuando ser descripta desde el punto de vista del presente inmediaro,
se hace aparecer la larga duración de un pasado latente, lo actual; pues cada época tiene una posibilidad nueva, pero
que Warburg llamaba una "supervivencia" (Nachleben) (19). no transmisible por herencia (unvererbbar), que le es pro-
Cuando en su Libro de los Pasajes, Benjamín analiza el "Pa- pia, de interpretar las profecías que le son dirigidas y que
rís que se volvía anticuado" del siglo XIX, pone muy preci- el arte de las épocas anteriores contiene. No hay tarea más
samente en juego la noción warburgiana de supervivencia. importante para la historia del arte que descifrar las profe-
En la cajera de tienda sobrevive Dánae, en las bocas del CÍ<Vl,lo que -en las grandes obras del pasado- les daba valor
metro sobreviven las bocas del infierno, en el clochard de la en la época de su redacción. ¿Qué porvenir? De hecho, pero
esquina sobrevive el antiguo mendigo, en el desfile bajo el no siempre un futuro inrnediato, y nunca un futuro com-
Arco de Triunfo sobreviven antiguos ritos de pasaje (20) ... Y pletamente determinado. No hay nada que esté más suje-
cuando en los años 1932-1933, Benjamin propone su "Teo- to a transformaciones en la obra de arte que este so1nbrío
ría de la se1nejanza"i la imagen deviene nuevarnente la en- espacio del porvenir donde fermenta (diesen dunklen und
crucijada de supervivencias que Warburg había estudiado brauenden Raum der Zukunft) (... ) (22).

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c;eorges Didi-Huben11an La imagen-malicia

La historia del arte -la disciplina- es entonces una historia lo une al pensamiento de Warburg. El primero se relaciona
de las profecías del arte: una historia de acontecimientos, pero con los efectos anacrónicos de una época sobre otra -defini-
ta1nbién una historia de sus extemporaneidades. Co1110 cae.la ción mínima de la supervivencia. El seg11r1do enuncia el ca-
época realiza solarnente las profecías de las cuales es capaz rácter psíquico de un tal fenómeno "profético". Así como
-como cada obra hace ele su "espacio sorr1brío del porve11ir" Warburg, se definía a sí mismo como "psico-hisroriador",
un campo de posibilidades sie1npre "sujeto a transforn1acio- Benjamin comprendió que no había historia posible sin teo-
nes"--1 es necesario deducir que la historia de! arte siempre está rías del "inconsciente del tiempo": las supervivencias exigen
por recomenzar. Cada nuevo síntoma nos reconduce al ori- del historiador algo así como una interpretación de los sue-
gen. Cada nueva legibilidad de las supervivencias, cada nueva ños (25). Se comprende que hace falta ampliar, abrir la his-
emergencia del largo pasado vuelve a poner todo en juego y da toria a nuevos modelos de temporalidad: modelos capaces de
la impresión que, hasta allí, "la historia del arte no existía''. Es hacer justicia a los anacronismos de la n1isma n1e1noria.
a partir de la situación actual -del presente dialéctico- que el El tercer aspecto concierne a la apertura del campo de
pasado más lejano debe analizarse en sus efectos de autodesci- los objetos: si, como señala Benjamin, "la imaginación des-
framiento "profético". Resulta significativo que Aby Warburg, borda por todos lados los límites del arte", eso quiere decir
por su parte, haya considerado, según su punto de vista, a los que Warburg tenía mucha razón en apelar, más allá de la
pensadores decisivos de la historia -Burckhardt y Nietzsche- historia del arte "autónoma'', a una verdadera antropología
no como simples eruditos, no corno espíritus sisten1áticos sino de las imágenes capaz de analizar los aspectos fundamentales,
más bien como pensadores del "género profético" (Sehertypus) pero también específicos -incluso formales-, de esos mismos
(23). Michelet ya había dicho que "cada época sueña a la si- "desbordamientos" (26). En este sentido, Walter Benjamin
guiente" ~lo que Benjamin retotnó por su cuenta para precisar analizó a Grandville (artista de la moda y de la mercadería-
en térrninos psíquicos lo que entendía por "profecía": fetiche) en el París burgués del siglo XIX del mismo modo
que Aby Warburg pudo, algunos decenios antes, analizar a
Mlchclet: "cada época sueña a la siguiente". Sin esta prefi- Ghirlandaio (artista de las guirnaldas y del retrato-feticbe) en
guración fantástica (phantd.stische Voiform) en el interior de la Florencia burguesa del siglo XV (27).
la conciencia onírica, nada nuevo surge. Sin e1nbargo, las Una intensa relación reúne esos dos pensamientos. Pero
1nanifesraciones de esta misma conciencia no se encuen- para Benjamín, como lo dije, fue una relación desdichada.
tran solamente en el arte. Es determinante para el siglo La principal desdicha fue que jamás se atrevió a acercarse
XIX que la imaginación desborda por todos lados los límites a Warburg como individuo (éste, además, murió en octu-
del arte (24). bre de 1929). Solamente intentó entrar en contacto con su
institución, es decir, con los guardianes de esta instirución 1

Ya en esta sola frase de Benjamín se podrían marcar tres los defensores ya oficiales de la herencia warburguiana. La
aspectos significativos del lazo epistemológico profundo que desgracia fue que Benjamin no se dirigiera a Warburg sino a

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Panofsky. El episodio es bien conocido (28): habiendo inco;- F.,n esta última cuestión, lo que Benjamin parece no com-
porado en su libro sobre el Origen del drama ~arroco alem~n prender es la novedad "horripilante" de su propio punto de
los análisis efectuados del grabado Melancolza 1 de Dmero vista. Claude Imbert y Catherine Coquio mostraron muy
por algunos historiadores del arte como Carl Giehlow 09y3- bien el "conflicto latente" que, fundamentalmente, opone la
!904), Aby Warburg (1920), luego Erwin Panofsky y hitz antropología benjaminiana a la iconología panofskiana. La
Saxl (1923), Benjamín procuraba si no la aprobación plena, "idea" de Benjamín no es la Idea de Panofsky (es decir, que
al menos la apreciación de Panofsky sobre su proyecto en sus lecturas de Platón son antitéticas), la "alegoría" de Benja··
general y su visión de la melancolía en particular (29): rJ_ugo min no es el "símbolo" de Panofsky (es decir, que sus lecturas
von Hofmannsthal, que hizo de intermediano, rcc1b10 de de Kant son antitétícas (31)).
Panofaky una carta -hoy perdida, según parece- que a Ben Particularmente Benjamín pareció no comprender la ac-
jamin le pareció por lo menos "insólita" _(así se expresa ;¡j titud cerrada que adoptó Panofsky al respecto: actitud del
escribirle a su protector Hofmannsthal), s1 no francamente especialista, del historiador "de oficio". Actitud tanto más
('fría y cargada de resentimiento" (así se lo dice a su arn1gP _;orprendente como que provenía de Ún círculo de pensamien-
Gcrshom Scholcm): to -el Instituto Warburg- que había precisamente abierto la
historia a la larga duración de las supervivencias y de las "co-
(A Hugo von Hofmannsthal:) Le agradezco por haberme sas esenciales" que, según escribe Benjamin, conciernen a la
enviado la insólita carta de Panofsky. Sabía que su "oficio" imagen. La decepcionante actitud de Panofsky ocultaba más
era el de historiador del arte. Sin e1nbargo, me creía con bien un desacuerdo sobre los fundamentos. En primer lugar,
derecho a suponer, viendo la clase de interés que dernuestra se trataba de un desacuerdo sobre el método y sobre la con-
por las obras pictóricas, que era si no del te1nple al 1nenos cepción misma de la historicidad. Me atrevo a imaginar que
de la talla de É1nile Mále, alguien que se interesa por las en su carta "cargada de resentimiento", Panofsky reprochaba
cosas esenciales incluso si sobrepasan los límites últitnos del a Benjamín el anacronismo de su punto de vista. El modelo
dominio abarcado por su con1pctencia. Sólo n1e resta dis- epistemológico de Panofsky siempre fue historia-deducción,
culparrne ante usted por rni intempestivo pedido. ( ... ) como aparece con claridad especialmente en sus análisis de
(A Gersho1n Scholern:) 'fe interesará saber que Hofrnannsthal, la Melancolía de Durero (32). ¿Cómo podía aceptar Panofs-
al tanto de mis relaciones con el círculo de Warburg, envió, ky, ya desde las primeras páginas del ensayo benjaminíano,
acaso con alguna precipitación, el cuaderno de los Beitriige el modelo del origen-torbellino -que desorienta el curso del
que contiene una preimpresión (del Origen del dratna ba- río, esto es, del devenir histórico-y de la "doble óptica" tem-
rroco a!ernán) junto con una carta suya a Erwin Panofsky. poral que ese concepto implica (33)' ¿Cómo, de igual modo,
Esta buena intención de sern1e úlil no pudo salir peor (¡y podía aceptar la suerte de porosidad temporal de la Edad Me-
cómo!). Me mandó una respuesta de Panofsky fría Ycargada dia, del Renacimiento y del Barroco que circula en el libro de
de resentimiento. ¿Me puedes explicar esto? (30). Benjamín -esa porosidad de las épocas que Warburg había

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defendido, pero que Panofsky iba paulatinamente rechazan- La buena nueva que el historiador del pasado trae anhelante
do en provecho de una definición siempre más clara y distinta surge de una boca c¡ue quiz<Ís ya en el rnon1ento en qne se
del Renacimiento' (34) abre habla en el vacío. Articular históricarnente el pasado
Sin duda Benjamín se sintió ante Panofsky como un men- no significa conocerlo "co1no verdadcra1nentc h:-1 sido",
digo que fracasa en captar la mirada del rico. Primero se Significa adueñarse de un recuerdo tal co1no éste rcLun-
asombró pues sabía que Panofsky era capaz de tal mirada. Lo paguea en un instante de peligro. ( ... ) EJ historicisrno se
que no sabía es que Panofsky probablemente había visto muy contenta con establecer un nexo causal entre los diversos
bien lo que ocultaban los oropeles del mendigo: había visto mon1entos de la historia. Pero ningún hecho es histórico
el tiempo -ese tiempo histórico que quería examinar bajo el por ser causa. Llegará a serlo sólo después, pósturr1a1nente,
ángulo de una "unidad de sentido" y, tratándose de arte, de tras otros hechos que puedan ser divididos por rnilenios. :E!
una "unidad estilística" (35)- devenir de repente turbulento. historiador que parte de esta co1nprobación no pcr1nite ya
Había visto el tiempo desmontarse con10 se desmonta el mar., que la sucesión de los hechos le corra entre los dedos como
pero también como se desmonta -es decir, cómo se rnonta en un rosario (.3 7). .
sentido cinematográfico- la continuidad del devenir históri-
co. Sin duda, Panofsky comprendió bien que con Benjamín la Pero ¿córr10 ron1per mejor el rosario? ¿C~ón10
hacer, des(1e
historia del arte era tomada "a contrapelo". Quizás presintió el interior, "estallar el continuo de la historia'" (38).
que, por eso, la historia del arte estaba en tren de "recomen-
zar'), pero sobre bases distintas a las neo kantianas de su propia
iconología de "formas simbólicas". Walter Benjamin, arqueólogo y trapero de la memoria
Entre Panofsky y Benjamín está contenida toda la his-
toria del arte que, a partir del tronco warburguiano común, Ocurre con Benjamín lo mismo que con Kafka: todo lo que
se bifürca. En 1940, Panofsky será salvado: quizás habrá su- cuenta se nos aparece primero bajo el aspecto -indudable- de
perado el dolor del exilio, se sentirá a sí mismo dentro de la una desesperación sin salida. Pero si aceptamos mirar mejor su
lengua americana y se preparará, desde Princeton, a reinar modo de narrar, descubrimos un aspecto literaln1ente_ffstivo en
durante decenios sobre la disciplina. Es entonces que escribe esta escritura y en este pensa1nicnto. _El que rompe el rosario,
su texto manifiesto: "La historia del arte es una disciplina el que hace "estallar el continuo de la historia" se muestra
humanista" (36). En el mismo momento, Benjamín se supo sostenido, de un extre1no al otro de su obra, por la energía
perdido. Pero antes de matarse, escribió su propio texto infantil de alguien que, sin embargo, hace de la historia, por
manifiesto "Sobre el concepto de historia". Texto donde se ende del pasado, el objeto y el elemento de todo su trabajo.
puede leer, entre otras perturbadoras proposiciones -la de la A aquello que Peter Szondi llamó muy bien la "esperanza en
"historia a contrapelo", por ejemplo-, la siguiente: el pasado" (39) en Benjamín, podría dársele también el ca-
rácter de un juego -perturbador- con la memoria. Un juego.

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La ímagen-malicia
--------~ · · · - - -.. ..
~----·~---~ --·-·----~--

Es decir una serie rítmica de movimientos, 1:/e saltos, como los


según Benjamin, sobre un movimien_to "~ contrapelo" de _la
desplazamientos de piezas sobre el tablero o como la danza
antigua búsqueda del pasado por el h1stonador. Es necesario
del niño que juega a la rayuela. Pues en ese juego se cons-
de ahora en más entender de qué manera e! pasado llega al
truye un auténtico conocirrliento.
historiador, y córno llega a encontrarlo en su presente, en lo
Después de Warburg, pero de modo más jovial aún -más
sucesivo entendido como presente reminiscente.
carr1biante-, Benjamín puso el saber y n1ás exactamente el
1
El modelo dialéctico está dado por Benjamín como la única
saber histórico, en movimiento (40). Movimiento sostenido
forma de escapar al modelo trivial del "pasado fijo". Se expre-
en el fondo por una esperanza en los recornlenzos: esperanza
sa aquí a través de dos palabras cuyas significaciones conju-
de que la historia (como disciplina) podía conocer su "revo-
gan, no por azar, movimientos de doble régimen: Einfa!!,se
lución copemicana' en la que la historia (como objeto de la
refiere a la caída y la irrupción, Umsch!ag remite a la mvers10n
disciplina) no era más un punto fijo, sino al menos una serie
y al envolvimiento. La primera palabra nos recuerda que la
de movimientos respecto de los cuales el historiador se mos-
historia (como objeto de la disciplim) no es una cosa fip y
traba como el destinatario y el sujeto antes que el amo:
ni siquiera un simple proceso continuo. La segunda palabra
nos recuerda que la historia (como disciplina) no es un saber
La revolución copernicana en la visión de la historia (die
fijo, y ni siquiera un simple relato causal. Dar forma ª.estas
kopernikanische Wendung in dergeschichtlichenAnschauung)
intuiciones fue uno de los hilos conductores del pensamiento
consiste en esto: antaño se consideraba el "pasado" (das
benjaminiano en su larga duración, hasta el apogeo que cons-
"Gewesene") como el punto fijo y se pensaba que el presen-
tituyeron las tesis de Sobre el concepto de historia (43).
te se esforzaba buscando a ciegas acercarse al conocimiento
Si la historia en su proceso está hecha de "caídas" e "irrup-
de ese punto fijo. En adelante, esa relación debe invertirse
ciones", entonces será i1ecesario renunciar al secular modelo
y el pasado devenir inversión ( Umschlag) dialéctica e irrup-
del progreso histórico. Benjamín generalizó la intuición de
ción (Einfall) de la conciencia despierta. (... ) Los hechos
Alois Riegl acerca de la Antigüedad tardía: "No hay épo-
devienen algo que llega solamente a sorprendernos en el
cas de decadencia" (44). En la historia de una cultura, "roda
instante, y establecerlos es asunto del recordar (die Sache
negación (...) sirve de segundo plano a los lineamientos de
der Erirmerung) (41).
lo vivo, de lo positivo", de suerte que los fenómenos llama-
dos "de caducidad y de decadencia' deben ser "considerados
1'omar la historia ('a contrapelo" es ante todo invertir el
como los precursores (. .. ),los espejismos de las grandes sínte-
punto de vista. Igual que la óptica moderna se fundó sobre
sis posteriores" (45). Dicho brevemente, el modelo dialéctico
un movimiento "a contrapelo" de la vieja teoría del rayo vi-
-en el sentido no hegeliano que le da aquí Benjamin- debe
sual emitido por el ojo (en adelante es la luz que puede llegar
hacernos renunciar a toda historia orientada: no hay una "lí-
al ojo, y no el ojo que lanza sus rayos hacia el objeto a ver
nea de progreso" sino series omnidireccionales, rizomas de
(42)), del mismo modo la historia se funda -y recomienza-,
bifurcaciones donde, en cada objeto del pasado, chocan lo

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153
(_;eorges .f)idi-t-Iuberman Lt in1agen-rnalicia
- - · - - · - - - - - - · - - · - - · · - - · · · - - · ·..- · - - - - - - - - - - -

que Benjan1ín llama su "historia anterior" y su "historia ulte- hecho objetivo al del pasado como hecho de memoria, es decir,
rior" (46). Del mismo modo que cada obíeto de culwra dehc con10 hecho en n1ovin1ientoi hecho psíquico tanto como
ser pensado en su bifurcación como "objeto de barbarie'", material. La novedad radical de esta concepción -y de esta
cada progreso histórico deberá ser pensado en su bifurcación práctica- de la historia, es que ella no parte de los hechos
como "catástrofe" (47). pasados en sí mismos (una ilusión teórica), sino del movi-
Si, por otra parte, la historia en su relato está hecha de miento que los recuerda y los construye en el saber presente
".inversiones" y "envolvimientosni entonces será necesario re- del historiador. No hay historia sin teoría de la memoria:
nunciar a los seculares modelos de la continuidad histórica. contra todo el historicismo de su tiempo, Benjamín no te-
El historiador deberá adaptar su propio saber -y la forma de mió convocar los nuevos pensamientos de la memoria -los de
su relato- a las discontinuidades y a los anacronismos del Freud, los de Bergson, pero también los de Proust y de los
tiempo. El modelo dialéctico es convocado aquí para dar surrealistas- dándoles el mismo lugar que a la epistemología
cuenta de una experiencia del tiempo "que refota toda idea histórica. He allí d motivo por el que sus reflexiones sobre el
de progreso del devenir y hace aparecer toda 'evolución' apa. "ascenso del tiempo", sobre el hecho de que no hay historia
rente como una inversión (... ) continuamente con1puesta" más que desde la ,zctualídad del presente (52), nos parecen ir
(48). Es así que la "continuidad cosificada de la historia" se mucho más lejos que las de un Marc Bloch, por ejemplo:
encontrará totalmente "dinamitada": es así como explota(rá) las difirnltades esenciales de la ciencia histórica no le vienen
la continuidad de la época" (49). solamente del alejamiento del pasado o de las lagunas de la
En esta operación se consuma, en fin) la ruina del positivis- documentación, sino de un inconsciente del tiempo, un prin-
mo histórico: los hechos (die Fakten) del pasado no son cosas cipio dinámico de la memoria de la cual el historiador debe
inertes para hallar, para aislar y luego recoger en un relato hacerse a la vez el receptor -el soñador- y el intérprete.
causal, lo que Benjamín considera como un mito epistemo- Pero ¿cómo hacerlo? Jugando, una vez más, dialéctica-
lógico (50). Los hechos devienen cosas dialécticas, cosas en mente: jugando sobre dos cuadros a la vez. El inconsciente
movimiento: lo que, desde el pasado, nos llega a sorpren- del tiempo llega a nosotros en sus huellas y en su trabajo. Las
der como una "cuestión del recuerdo" (die Sache der Erin- huellas son materiales: vestigios, despojos de la historia, con-
nerung). El positivismo presentaba los hechos históricos en tra-motivos o contra-ritmos, "caídas" o "irrupciones", sínto-
el marco de un pasado-receptáculo abstracto, homogéneo y, mas o malestares, síncopas o anacronismos en la continuidad
para resumir, eterno: un tiempo sin movimiento. "El histori- de los "hechos del pasado". Ante eso, el historiador debe re-
cisn10 carece de armadura teórica. Su procedimiento es su- nunciar a algunas jerarquías seculares -hechos importantes
matorio: utiliza la masa de los hechos para llenar el tiempo contra hechos insignificantes- y adoptar la mirada meticulo-
homogéneo y vacío" (51). sa del antropólogo atento a los detalles, sobre todo a los más
La "revolución copernicana" de la historia habrá consistido, pequeños. Lo que Benjamín exige primero es la humildad
en Beníamin, en pasar del punto de vista del pasado como de una arqueología material: el historiador debe convertirse

154 155
Georges Didi-f-Iuberman

en el "trapero" (Lumpensarnmler) de la memoria de las cosas


(/ig. 4), Simétricamente, Benjamin exige la audacia de una
arqueología psíquica: pues con el ritmo de los sueños, de los
síntomas o de los fantasmas, con el ritmo de las represiones
y del retorno de lo reprimido, con el ritmo de las latencias
y las crisis, el trabajo de la memoria opera antes que nada.
Frente a eso, el historiador debe renunciaJ a otras jerarquías
-hechos objetivos contra hechos subjetivos-- y adoptar la es-
cucha flotante del psicoanalista atento a las redes de detalles,
a las tramas sensibles formadas por las relaciones entre las co-
sas, Tratemos, aunque sea un poco, de precisar lo que recubre
esta doble arqueología.
Arqueología material: está desplegada por Benjamín sobre
todo en las miles de notas esparcidas en el Libro de los Pasajes. El
pasaje parisino como rnundo en miniatura atravesado por sus
propias "señales prehistóricas", el "sortilegio de los umbrales"
-boca de metro, vitrina del comerciante, umbral de la prosti-
tuída-, los dos millones y medio de remaches de la torre Eiffel,
supervivencias góticas de la arquitectura metálica, los abanicos
fetichistas de Grandville, el carácter "visceral" de tal calle pa-
rísina, los escaparates como rébus, las barajas de los garitos,,,
cada ejemplo singular era para Benjamin el soporte de una cui-
dadosa crónica (53), Pero ¿no era eso quedarse en la superficie
de las cosas? ¿No era perder el tiempo con lo inesencial? Benja-
mín responde que "el cronista que narra los acontecimientos,
sin distinción entre los grandes y los pequeños, al hacerlo tiene
4. Eugene Atget, Trapero en el distrito XVI!º de P11rís, 1913. BibliotbCque
en cuenta esta verdad: de todo lo que ocurrió nada debe ser Historique de la Ville de Paris-Fonds Atger. © Atget/B!-rVe
considerado como perdido para la historia" (54).
Más aún, Benjamin reivindica la "tentativa de fijar la ima-
gen de la historia en las cristalizaciones más humildes de la
existencia, en sus desechos por así decir (das Bilcl der Ges-
chichte in den unscheinbarsten Fixierungen des Daseins, seinen

156
.,,,,,t,<'
La imagcn-rnalicia

Abfallen gleichsam jéstzuhcdten)" (SS). Modo de reivindicarse


coleccionista (Sammler) de todas las cosas y, más precisamen-
te, coleccionista de trapos (Lumpensammler) del mundo. Tal
sería, según Benjamin, el historiador: un trapero (56). Pero
también un niño de quien sabemos que no importa cuál de-
secho puecle servirle para formar una nueva colección. Para
el historiador decididamente materialista que es Benjamin,
el despojo ofrece no solamente el soporte sintomático de la
ignorancia -verdad de un tiempo reprimido de la historia-,
sino también el lugar mismo y la textura del "contenido de las
cosas" (Sachgehalt), del "trabajo sobre las cosas":

Pues, de hecho, los niños tienden 'de modo muy particular


a frecuentar cualquier sitio donde se trabaje a ojos vistas so-
bre las cosas (die Betiitigung an ])ingen). Se sienten irresis-
tiblemente atraídos por los desechos (von Abfall angezogen)
provenientes de la construcción, jardinería, labores domés-
ticas y de costura o carpintería. En los productos residuales
reconocen el rostro que el mundo de los objetos les mues-
tra, precisarr1ente, y sólo, a ellos. Los utilizan no tanto para
reproducir las obras de los adultos, como para relacionar
entre sí, de 1nanera nueva y caprichosa, materiales de muy
diverso tipo, gracias a estos juegos elaborados con ellos. Los
mismos niños se construyen así su propio mundo de cosas,
un mundo pequeño dentro del grande (57).

¿(~ué es este "pequeño mundo" -con la micrología que le


corresponde- frente al "gran mundo" de la Historia y de la
filosofía que le corresponde? Desde luego que Benjamín no
está al margen de los grandes debates contemporáneos sobre
la filosofía de la historia: criticó al neo-kantismo y a Heide-
gger, revisitó a Hegel y Marx, releyó a Nietzsche, Husserl y

159

1
Georgcs Didi-I{ubcrman La i1nagen-1nalicia

Bergson (58)." Pero lo que ve en los archivos singulares dd cotnportamientos anacrónicos o "fuera de época" que se iden--
coleccionista, (lel trapero -o del "recogedor" como tambü~n dfica la prehistoria ( Urgeschichte) de una cultura. Las cosas
lo llama- no es otra cosa que "la respuesra del practicante a que <>han hecho su tiempo" no pertenecen simplemente a
las aporías de la teoría" (59). un pasado caduco, desaparecido: porgue ellas "han devenido
¿Qué tipo de respuesta? A los historiadores positivistas o receptáculos ioagotables de recuerdos" (63), ellas han deve-
idealistas que cometen el mismo error al buscar el "hecho his- nido materi11 de supervivencias -la eficaz materia del tiernpo
tórico" en el ámbito del puro pasado -rechazo virulento del pasa(lo. Entonces ¿córr10 sorprenderse de q11e Benjan1ín haya
anacronismo desde el vamos-, el trapero responde que todo es hecho del Nr1ehleben un concepto en el que se juega el "fun-
anacronismo, porque todo es impuro: porque es en la impu- damento" mismo de la historicidad'
reza, en las heces de las cosas es que sobrevive el Otrora. Basta
mirar la textura misma de esta impureza para comprender el La "comprehensión" histórica debe ser concebida funda-
trabajo complejo del tiempo. El "materialismo histórico" de mentalmente como una supervivencia (afs eín Nach!eben)
Benjamín se expresa sin duda menos en una adhesión a los de lo que es comprendido, y es necesario considerar, en
esquemas filosóficos de Marx que en una certeza espontánea, consecuencia, lo que apareció en el análisis de la "super-
infantil, siempre verificada, se¡,>Ún la cual el tiempo es incluso vivencia de las obras" ("Nachleben er Werke') (... )como el
la materia de las cosas. De allí que Benjamin da en el clavo funda1nento de la historia en general (die Grund!age der
-antropológica e históricamente hablando- cuando mira de Geschichte iiberhaupt) (64).
cerca las figuras de cera, los objetos de felpa, los espejos em-
pañados o las nubes de polvo en el París del siglo XIX: en esta La supervivencia (Nachleben) concierne perfectamente al
fenomenología de las texturas, hay una verdadera arqueolo- "fundamento de la historia en general". Ella expresa al mis-
gía material de la modernidad construida en la misma direc- mo tiempo un resultado y un proceso: expresa los rastros y
ción que el Libro de los Pasajes (60). expresa el trabajo del tiempo en la historia. Por una part:e,
Benjamín afirmaba que quería buscar no el "alma" o la sig- nos hace acceder a una rnrlterialidad del tiempo a la que Ben-
nificación sino el "árbol totémico de los objetos" (61). De he- jarnin presta atención en los vestigios, en los '~despojos c_{c
cho, lo que su arqueología material actualiza no es otra cosa la historia", pero también en la elección de sus paradigmas
que una estructura mítica y genealógica: una estructura de su- teóricos -la fermentación, por ejemplo (65)- para caracteri-
pervivencias y anacronismos (donde todos los tiempos genea- zar ese "trabajo". Por otra parte, abre un acceso a la esencial
lógicos conviven en el mismo presente). En dicha estructura, espectmlidad del tiempo: apunta a la "prehistoria" ( Urgeschi-
Benjamín reúne el Tylor de Cultura primitiva, el Warburg chte) de las cosas bajo el ángulo de una arqueología <¡ne no es
del Nachleben o el Schlosser de la Historia del retrato en cera: solamente material sino también psíquica.
es en su misma materialidad (62), en la impureza de los de- El hecho de ser pasado, para una cosa, no significa so-
sechos, en los juegos infantiles o los hábitos de lenguaje, en los lamente que está alejada de nosotros en el tiempo. Permanece

160 161
Georgcs Didi-Huberman La irnagcn-inalicia

lejana, es cierto 1 pero su alejamiento mismo puede darse incluso como político (lo que aparece cuando Benjamín pre-
tarnbién cerca nuestro -éste es, según BenjaminJ el fenóme- senta su "historia a contrapelo" coino una historia de los ven-
no aurático por excelencia-, como un fa11tas1na irredento, cidos, esos sobrevivientes de la opresión (69)). De hecho, la
como el que retorna (66). La arqueología psíquica de las co- noción ele memoria adquiere aquí un alcance que desborda
sas será la teoría de su memoria críptica, de su memoria in- tanto la noción de docutncnto objetivo corr10 la noción de
consciente y fantasmática. Como en Freud, el modelo de la "facultad" subjetiva. La me111oria está, cicrtarnente, en los
excavación arqueológica revela en Benjamin una concepción vestigios que actualiza la excavación arq11eológica; pero ella
muy dialéctica de la memoria: está tan1bién en la sustancia mis1na del suelo, en los sedi-
mentos revueltos por el rastrillo del excavador; en fin, estA
El hecho de ser pasado, de no existir más está en el origen en el presente n1isrno de la arqueología, en su n1.irada, en sus
de un trabajo intenso en el seno de las cosas {Vergangen, gestos n1ctóclicos o d_e tanteo, en su capacidad para leer el
nich mehr zu sein arbeitet leidenschaftlich in den Dingen). El pasado del objeto en el suelo actual.
historiador le confía su asunto. Saca partido de esta fuerza ]~n resun1idas cuentas, la memoria juega dinán1icamcnte
y conoce las cosas tales como ellas son en el instante en el en todos los cuadros -n1ateriales y psíquicos. Su extensión
que ya no lo son más. (. .. ) Y la fuerza que trabaja en el in- da un sentido n1ás preciso a la "revolución copernícana" de
terior (de ellas) es la dialéctica. La dialéctica las excava, las la cual habla Benjarr1in. Actualizar las supervivencias, pensar
revoluciona, las trastoca, de tal suerte que la capa superficial la historia como l1istoria de fantasmas o corno historia de
deviene la capa profunda. (... ) Quien intenta acercarse a su sínto1nas 1 era adoptar, respecto de la tncrnoria, el punto de
propio pasado enterrado debe hacer como un hon1bre que vista psicoanalítico y su ';revolución copernicana": el yo "ni si-
excava. ( ... ) Sin duda alguna es Útil, durante la excavación, quiera es el arno en su propia casa, sino que dcpent-lc de unas
actuar teniendo en cuenta los planos. Pero resulta también rnczquinas noticias sobre lo que ocurre inconscienten1ente en
indispensable el golpe de rastrillo precavido y de tanteo en su alma"(70). En particular, su colección de recuerdos es ape-
el oscuro reino de la tierra. Y se frustra co1no el que n1ás nas una parte ínfirna de la n1crnoria inconsciente que la agita
quien hace solamente el inventario de los objetos descu- y la constituye. ¿Có1no sorprenderse viendo a Benjan1in, en
bierros y no es capaz de mostrar en el suelo actual el lugar el Libro de los JJasajes, reconducir escrupulosamente al terre-
donde el más antiguo se había conservado (67). no mismo de la historicidad y la cultura algunas paradojas
enunciadas por Freud y sus discípulos ·-como Iheodor Reik:
Arqueología psíquica, entonces. Eso no quiere decir que "l,a n1en1oria es esencialmente conservac-lora, el recuerdo es
aquélla es, en el sentido corriente del término, "psicológica''. destructor" (71)?
Su campo de interrogación podría ser calificado de antro-
pológico (lo que aparece cuando Benjamin se interesa en las
supervivencias modernas de lo demónico o del mito (68)),

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La ünagen-malicia
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La imagen sobreviene: la historia se desmonta del recuerdo" y no como "hecho recordado", es decir, logra-
do-, no nos sorprenderá ver constituirse la rnis111a histori-
El historiador según Benjamín -el historiador Benjamin- cidad, dentro de la obra de Benjamín, como una dialéctica
tomó las cosas a contrapelo, Fue viejo en el pasado, leyó to- entre la conciencia y el inconsciente; en una dialéctica entre
dos los libros, Pero comprendió rápido que el lecho de la el dormir y el sueúo, entre el sueño y el despertar (77),
historia es complejo, no cristalino, parecido a un n1ontón de sueño es la tierra donde se hacen J.:.1escubrirrlientos que
trapos, Buscó en la impureza -en la hez,- el espesor temporal testünonian acerca de la prehistoria" de toda época históri-
de las cosas, Tras la hora del cierre de la Biblioteca Nacional, ca, afirma Benjamin (78). Cada época histórica -e incluso
se sumergía en los pasajes parisinos, quizás en ese "pasaje cada objeto histórico- se constituye a la vez, dialécticamente,
del Deseo", que descubrió un día (72), quizás hasta "en esas como un "espacio de tiempo" (Zeitraum) y como un "sueño
calles propicias que van del carrefour Poissonii:re a la calle de tiempo" (Zeit-traum) (79). No hay entonces historia posi-
Saint-Denis" (73). El historiador, según Benjamín, vive so- ble sin una metapsicología del tiempo.
bre un montón de trapos: es el erudito de las impurezas, de Merapsicología sostenida por una lectura atenta del psicoaná-
los desechos de la historia. Salta allí dentro y pasa de un ob- lísis freudiano pero también por una exploración constan-
1

jeto de angustia a otro (74), pero su mismo salto es el de un te de la Rechmhe proustiana. Sobre este terreno fundamental,
niño. El historiador, según Benjamin, es un nif10 que juega Benjamin arroja de espaldas a algunos materialistas que, si-
con jirones del tiempo (75). gtriendo a Marx, no vefan en el conocin1iento rnás que un puro
Un niño que juega y que, con método, inventa las condi- acto de despertar (un puro rechazo del sueño) y algunos surrea-
ciones de su saber de su historia. ¿Qué clase de condiciones?
1 listas que, siguiendo a Jung, sólo veían en el conocin1iento un
El montón de trapos aparece aquí como un medio material puro estado de sueño (80). El momento de la "cognoscibilidad"
pero también como un medio psíquico. El niño revuelve, histórica aparece como una articulación dialéctica: se constitu-
cuenta y descifra sus trapos. También se duerme sobre ellos, ye en el pliegue del sueño y del despertar, es decir, en el instante
sueña y despierta ante nuevos desciframientos. En síntesis, bifacial del despertar. Henos aquí en el corazón mismo de esta
el objeto histórico no se constituye según la fenomenología "revolución copernicana" de la historia que Benjamin no temió
trivial que veía, por ejemplo, Fuste! de Coulanges: no se hace formular como un homenaje epistemológico a la invención de
historia imaginándose "ir hacia el pasado" para recoger sus Marce! Proust y al descubrimiento freudiano:
hechos y recoger su saber (76). El movimiento es mucho más
complejo, más dialéctico: está hecho de saltos, sin cesar debe Lo que van a ofrecer las páginas siguientes es un ensayo
responder a una tensión esencial de las cosas, de los tiempos sobre la técnica del despertar (ein Versuch zur Technik des
y de la misma psiquis. E·rwachens). Una tentativa por tomar nota de la revolución
Dado que esta fenomenología concierne a la memoria -la copernicana, dialéctica, de la rememoración. (... ) Lo que
memoria como proceso y no como resultado, como "debate Prousr quiere decir con el desplazamiento experimental de

!(4
165

l 1
La irnagen-rnalicia
~·---·~·····-·--·- .....- ---~----- , __ -
muebles en el semi-sueño de la mañana, 10 que Bloch percibe era una "iconología del intervalo" (lkonologie des Zwischen-
como la oscuridad del instante vivido, no es nada distinto rrmmes) (82), Es que la imagen no tiene un lugar asignable
de lo que debemos establecer aquí, al nivel de la historia de una vez para siempre: su 111ovimiento apunta a una deste-
Y colectivan1ente. Hay Ltn saber-no-todavía-consciente del rritorialización ger1eralizada. La iinagen puede ser al mis1110
pasado (JVoch-nicht-bez.uufi'tes-Wissen vonz GeuJesenen), un tiempo 1naterial y psíquica, externa e i.nterna, espacial y de
saber cuyo avance tiene, en realidad, la estructura del des- lenguaje, morfológica e informe, plástica y discontinua°"º Lo
penar (die Struktur des Erwachens), (,,,) Uno de los preºº que Benjamín sugiere n1ás precisamente en un texto es c1ue el
supuestos ilnplícitos del psicoanálisis es crue la oposición motivo psíquico del despertar requiere el -motivo espacial-
tajante entre el sueño y la vigilia carece empíricamente de de un umbral y que ese mismo umbral esté pensado como
valor para determinar la forma de conciencia del ser hu1na- una dialéctica de la imagen que libera toda una constelación,
no y que en su lugar hay una infinita variedad de estados de como un fuego de artificio de paradigmas, De hecho, allí
conciencia concretos, condicionados por todos los grados juegan de común acuerdo el espacio y el deseo, la arquitectura
imaginables del estado de vigilia de los diferentes centros y el rito, el intercambio y la muerte, la visión y la caída en el
psíquicos. (. .. ) Así como Proust comienza !a historia de su sueño, Todo eso figurado, hecho visible en el mismo lenguaje,
vida por el despertar, cada presentación de la historia (Ges- en una sugestión ad1nirable sobre el carácter orgánico del
chichtsdarsteliung) debe coinenzar con el despertar, e inclu- umbral requerido por la "figurabilidad" de la palabra que lo
so no debe ocuparse de otra cosa (81). designa en aleman, Schwelle:

º ~hora bien, lo que surge de este instante, de esre plegado Ritos de pasaje ~es así como se lla1nan en el folclore las ce-
d1alect1~0, es lo que Benjamin llama una imagen, "Cada pre- remonias vinculadas a la muerte, al nacimiento, al n1atri-
semac10u de la h1sroria ( Geschichtsdarstellung) debe comen- monio, a la pubertad. En la vida moderna esas transiciones
zar por el despertar", porque es una imagen lo que libera se han vuelto cada vez menos perceptibles y es cada vez
primero el despertar, Esto es, para nosotros, lo esenciaL He rnás raro tener de ellas una experiencia vivida. El ador-
allí por qué, para Walter Benjamin, la historia del arre reco- mecimiento es quizás la única que nos ha quedado (pero
mienza de ese modo: porque la imagen está en adelante ubi- que también conlleva el despertar). Las prostitutas, por el
cacla en el mismo centro, en el centro originario y turbulento contrario, aman los umbrales de esas puertas de sueño. El
del proceso histórico como taL Pero ¿por qué una imagen' umbral (Schweiie) es una zona. Las ideas de variación, de
Porque en la imagen el ser se disgrega: explota y, al hacerlo, pasaje de un estado a otro, de flujo, están contenidos en el
m~estra -peroº por muy poco tiempo- el material con que térrnino schwei!en (inflar, hinchar, dilatarse) y la etimolo-
esta hecho, La imagen no es la imitación de las cosas sino el gía no debe olvidarlas. Por otra parte, importa establecer el
intervalo hecho visible, la línea de fractura entre las co~as, Aby contexto tectónico y ceremonial inmediato que le dio a la
Warburg ya decía que la única iconología interesante para él palabra su significación (83),

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(;eorges Didi-!-Iubcr1nan La in1agen-rnalicia
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F.ste solo texto 1nerecería, por supuesto, un largo con1enta- Hay una fragilidad que conlleva esta aparición fulgurante,
rlo. Bastará notar que el pod.er de la ánagen 1 con el 1nomcn- puesto que, una vez hechas visibles, las cosas son contlen~das
to del desperttlr que la caracteriza, está f~rn1alrnente captado a su1nergirse de nuevo casi inn1edlatamente en la oscuridad
como un poder del umbral. Eso implica su car<Ícter simul- de su desaparición, al rr1enos de su vírtualidad. Como en la
t{inearnente originario y sobredetertninaclo, surgido inn1e- experiencia individual de la memoria, el historiador puede
diaramentc y complejo en grado extremo, En este sentido, "convertirse en el dueño de un recuerdo tal co1no brilla en
Benja1nin consideró la ünagen corno el fe11ó1neno originario un instante de peligro" (88) -pero este poder no dura, y así
de cada "presentación de la historia" ( Geschichtsdarsteffung), se comprende por qué la historia, particularmente la historia
Puesto que la hipótesis es radical, ella exige ser precisada aun- del arte, siempre va a recomenzar, Estamos lejos del control
que sea un poco. establecido, atesorado, que el historiador positivista se inven-
¿En qué la imagen es un fanómeno originario de fa pre- ta con respecto a sus objetos de conocimiento, Los objetos
sentación' En lo que reúne y, por así decirlo, hace explotar del conocimiento histórico son objetos pasados; son también,
junto con las modalidades ontológicas contradictorias: de un y por idéntica razón, objetos que pasan,
lado la presencia y del otro la representación, de un lado el
devenir de lo que cambia y del otro la cstasis plena de lo que La in1agen auténtica del pasado no aparece más que en
per1nanece. La in1agen auténtica será entonces pensada con10 un relarnpagueo. Imagen que surge para eclipsarse para
una imagen dialéctica (84), Beníamin la comprende ante todo siempre al instante siguiente. La verdad inmóvil que al-
según el modo visual y temporal de una fa!guración: "La ima- canza el investigador no corresponde en modo alguno a
gen dialéctica es una imagen que fulgura", escribe en 1939 en ese concepto de la verdad en 1nateria de historia. Aquél se
sus fragmentos sobre Baudelaire (85), Y en sus paralipómenos apoya, antes que nada, en el verso de Dante que dice: es
a las tesis Sobre el concepto de historia, en 1940: "La imagen una imagen única, irreemplazable del pasado que se desva-
dialéctica es una bola de fuego que atraviesa todo el horizonte nece en cada presente que no supo reconocerse observado
del pasado" (86), Ella dibuja al respecto un espacio que le es por ella (89),
propio, un Bifdraum que caracteriza su doble temporalidad
de "actualidad íntegra!" (integrafer Aktuafitdt) y de apertura Lo que ha sido dicho sobre el modo de la "presentación"
"de todos los lados" (a!fseitiger) del tiempo (87), (Darstelfung) y de su visualidad particular -una luz ful-
Tales son los poderes de la imagen, Tal es, además, sufra- gurante que nos hace visibles las cosas pero nos encandila
gilidad esenciaL Poder de colisión, donde las cosas, los tiempos parcialmente y, de todos modos, hace caer esas cosas en la
11
son puestos en contacto 1 "chocados ) dice Be.njamin, y disgre- oscuridad- debe ser reconducida al plano mismo de la "his-
gados por ese mismo contacto, Poder de relampagueo, como toria" (Geschichte) y de la temporalidad particular que ella
si la fulguración producida por el choque fuera la única luz po- introduce a los ojos de Benjamin, La imagen -la imagen dia-
sible para hacer visible la auténtica historicidad de las cosas, léctica- constituye, para él, "el fenómeno originario" de la

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C;eorges Didi-f-.Iuberman La irnagen-malicia

historia (das Urphdnomen der Geschichte) (90). Su aparición Pero esta cesura en la continuidad no es simplemente una
en el presente muestra la forma fundamental de la relación interrupción del ritmo: hace emerger un contrarritmo, un
posible entre el Ahora (instante, relámpago) y el Tiempo Pa- ritmo de tiempos heterogéneos sincopando el ritmo de la
sado (latencia, fósil), relación cuyas huellas guardará el Fu-· historia. Interesarse por el "despojo de la historia" (Abfall
turo (tensión, deseo). Es en este sentido que Benjamín define der Geschichte) no implica reflexionar desde el ángulo de la
la imagen como "dialéctica en suspenso": simple negatividad, sino desde el ángulo de una "formación
superviviente que de pronto se hace visible en la cesura -en
No es necesario decir que el pasado aclara el presente 0 que la fractura- abierta. Es la emergencia, escribe Benjamín, de
el presente aclara el pasado. Una in1agen, al contrario, es un JOsil antediluviano (einer antediluvialen Versteinerung) en
aquello donde el 'fien1po Pasado se encuentra con el Ahora el curso histórico de las cosas (93). De ese modo, en la ima-
en un relámpago formando una constelación (sondern Bild gen dialéctica se encuentran el Ahora y el Tiempo Pasado: el
ist dasjenige, worin das Gewesene mit dem Jezt blitzhaft zu relámpago permite percibir supe~vivencias, la cesura rítmica
einer Konste!lation zusarnrnentritt). F:n otros términos, la abre el espacio de los fósiles anteriores a la historia. El aspec-
in1agen es la dialéctica en suspenso (Bi!d ist die Dia!ectik to propiamente dialéctico de esta visión sostiene por cierto
inz Sti!fstand;. Pues mientras que la relación del presente que el choque de tiempos en la imagen libera todas las moda-
con el pasado es puramente temporal, continua, la relación lidades del tiempo mismo, desde la experiencia reminisccnte
del 1"iempo Pasado con el Ahora presente es dialéctica: no (Erinnerung) hasta los fuegos artificales del deseo (Wimsch),
es algo que se desarrolla, sino una imagen entrecortada desde el salto desde el origen ( Ursprimg) hasta la decadencia
(sprunghaft) (91).
( Untergang) de las cosas (94).
"¿Se comprende ahora por qué la imagen aparece en el co-
¿La imagen como "dialéctica en suspenso"? En esta expre- razón mismo del proceso histórico? Porque la historia se dis-
sión, la palabra "dialéctica" es presentada quizás equivocada- grega en imágenes y no en historias", afirma Benjamín (95).
mente como la más misteriosa de las dos. ¿De qué "suspenso" Porque en la imagen se chocan y se separan todos los tiempos
se tr~ta.' ¿~ué clase de tempo comanda la imagen en su trabajo con los cuales está hecha la historia. Porque en la imagen se
d1alecnco. El suspenso del que habla Benj amin está pensado condensan también todos los estratos de la "me1noria invo-
primero como una cesura. F:s la inmovilización momentánea luntaria de la humanidad" (96). El tiempo no desarrolla el re-
'
1a sincopa en un movimiento o en un devenir: "La inmovili-
'
lato, el progreso de un "hilo liso":"( ... ) se trata de una cuerda
zación de los pensamientos es tan efectiva para el pensamien- muy deshilachada y separada en mil mechas, que cuelga como
to como su movilidad. Cuando el pensamiento se inmoviliza trenzas desechas; ninguna de esas mechas tiene un lugar de-
e~ u,nª. cons_:elación saturada de tensiones, aparece la imagen terminado antes de que todas sean retomadas y entrelazadas
d1alecttca. Es la cesura en el movimiento del pensamiento" en un peinado" (97). Como la imagen, el tiempo se debate
(die Zasur in der Denkbewegung) (92).
en el nudo reptílico de la forma y de lo informe.

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Gcorges Di<li-I-Iubcrman La irnagen-rnalicia
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¿q~é co~secuencias tie11e este punto de vista para la corn- siempre desdoblado. Nada lo expresa mejor que el verbo des··
prens'.on rrnsma de la historicidad' Situar la imagen en el montar. Se podría decir que la imagen desmonta la historia
corazon del nempo ¿no es perderle el hilo, no es desmontar como el rayo desmonta al jinete, lo derriba de su montura. En
el curso de la historia' ¿No es introducir lo diseminado en las este sentid.o, el acto d_e desmontar supone el desconcierto, la
ciencias históricas y, peor consagrarlas a lo incontrolable de
1 caída. La palabra síntoma no está muy lejos. Una imagen que
todo lo que implica la palabra "imagen": fantasma y fantasía me "desrnontan es una irnagen q11c me detiene, me desorien-
~specialn;ente? (98). Pero ése es el precio a pagar por un; ta, una itnagen que 1nc arroja en la confusión, n1e priva 1no-
revoluc1on copernicana" en la historia: tornar en cuenta los rnentánea1nente de rnis medios me hace sentir que el suelo
1

procesos de h memoria, por ende del inconsciente y de la se sustrae debajo mío. Un pájaro desmontado es, en la caza,
1ma,gen, obliga ª.un desplazamiento radical de la hegeliana un pájaro al cual el proyectil rompió un ala y que cae hacia el
razonen la historia. No depende más del hilo del Espíritu ab- suelo girando en el aire sin poder evitarlo. lJn mar d.csmonta-
~ol~ro (99) smo de las mechas deshilachadas de muy relativas do es un mar peligroso, perturbado por la tempestad.
1magenes, con que se construye y deconstruye la historicidad. Pero la imagen desmonta la historia en otro sentido. La
No es mas en nombre de la eterna presencia de la Idea sino desmonta corno se desn1onta un reloj, es clecir, corno se de-
en el de las frágiles supervivencias ·-psíquicas o materiales- sarn1an ininuciosan1ente las piezas de un mecanismo. En ese
que el pasado debe ser "acwal" (100). No es más lo universal mo1nento, el reloj, por supuesto, deja de ft1ncionar. Esta sus-
que se realiza en lo particular sino lo particular que, sin sín- pensión, sin embargo -die Dialektik im Stillstrmd- trae apa-
tesis definmva, se disemina por todas partes. rejado un efecto de conocimiento que sería imposible de
Ab;eviando, la famosa astucia de la razón, en Hegel(! O!), otro modo. Se pueden separar las piezas de un reloj para
debera ser en lo sucesivo pensada -o contrapensacla- a través aniquilar el insoportable tic-tac del tiempo marcado, pero
del motivo más inconsciente de una sinrazón de la historia también para entender rnejor cómo funciona, incluso para
~.ue aporte co~ ella la astucia de la imagen, su esencial, su arreglar el reloj que se rompió. Tasi es el doble régimen que
mconrrolable malicia. describe el verbo desmontar: de un lado la caída turbulenta,
y de otro_, el discernimiento, la d.econstrt1cción estructural.
E~s necesario comprender esto cuand.o l~enjamin afirma
Conocimiento por el montaje que la imagen dialéctica no es "algo que se desarrolle, sino
una imagen entrecortada" (sprunghajt) (102). En este adje-
La imagen sería pues la malicia en la historia: la malicia tivo resurge literalmente el ritmo turbulento del origen -el
visual del tiempo en la historia. Ella aparece, se hace visible. Ursprung como "torbellino en el río" (103)- y, en el mis-
Al mismo tiempo, disgrega, se dispersa a los cuatro vientos. Al mo movimiento, se impone la idea de un "salto" (Sprung)
mismo tiempo, reconstruye, se cristaliza en obras y en efec- donde se desmontaría el mecanismo del tiempo ... Como un
tos de conocimiento. Extraño ritmo, por cierto: es un régimen film que no fuera proyectado con la velocidad adecuada y

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l.
Georges Didi-Hubertnan La irnagen-1nalicia
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cuyas imágenes aparecieran entrecortadas, dejando entrever formulaciones ingeniosas. Pero los andrajos, el desecho (die
sus fotogramas, es decir, su esencial discontinuidad: en este Lurnpen, den Abja!!): esos no los voy a inventariar sino jus-
momento -en el momento en que se dísgrega la ilusión de la tipreciados del único modo posible: usándolos (sie verwen-
continuidad, comprenderíamos por fin de cuántas "mónadas", den) (105).
veinticuatro por segundo, está realmente hecho un film.
¿No estamos aquí, con Benjamín, un paso más allá de las Hay allí, en primer lugar, una modestia no fingida de
reflexiones propuestas por Marc Bloch cuando éste hablaba de historiador filólogo. Benjamín eligió examinar toda realidad
remontar el hilo -o, más bien, el fílm- de la historia (104)? cultural compleja -París en el siglo XIX, por ejemplo- a tra·
Remontar el curso de lo continuo ¿no es justamente ir al en- vés del rechazo de la síntesis y la puesta en marcha de una
cuentro de sus accidentes, de sus bifurcaciones, de sus disconti- miríada de documentos singulares, con frecuencia minúscu-
nuidades, de sus torbellinos, donde el mismo curso -el devenir los: los que descuidan en general las grandes construcciones
histórico- se desmonta mediante tironeos, en cascadas. Pero históricas. Pero el historiador· filósofo de los "trapos", de los
es más bien de montaje o de remontaje que sería preciso ha· desechos de la observación, sabe también que entre la pura
blar consecutivamente para calificar la misma operación his· dispersión empírica y la pura pretensión sistemática habría
tórica: el montaje como procedimiento supone en efecto el que darles a los desechos su valor de uso: "usándolos", es de-
desmontaje, la disociación previa de lo que construye, de lo cir, restituyéndolos en un montaje único capaz d.e ofrecerles
que en suma no hace más que remontar, en el doble sentido una "legibilidad" (Lesbarkeit).
de la anamnesis y de la recomposición estructural. Refundat El n1ontaje aparece como operac1on del conocimiento
la historia en un movimiento "a conrrapelon, es apostar a un histórico en la medida en que caracteriza también el objeto
conocimiento por montaje que haga del no saber -la imagen de este conocimiento: el historiador remonta los "desechosn
aparecida, originaria, turbulenta, entrecortada, sintomática- el porque éstos tienen en sí mismos la doble capacidad de des-
objeto y el momento heurístico de su n1is1na constitución. No montar la historía y de montar el conjunto de tíempos he-
sorprenderá ver a Benjamín a lo largo de todo el Libro de !os terogéneos, Tiempo Pasado con Ahora, supervivencia con
Pasajes, reivindicar el montaje como método y como forma de síntoma, latencia con crisis. Jamás es posible separar el obje·
conocimiento: to de un conocimiento y su método -es decir su estilo:

Este trabajo debe desarrollar el arte de citar sin comillas El método cienrífico se caracteriza por desarrollar nuevos
hasta donde sea posible. Su teoría está vinculada de la ma- métodos para llevar hacia nuevos objetos. Al igual que la
nera más estrecha con la del montaje (Montage). (... ) Méto· forma en arte se caracteriza por desarrollar nuevas formas
do de este trabajo: rr1ontaje literario (Methode dieser Arbeit: para llevar hacia nuevos contenidos. lJna y sólo una forma
!iterarische Montage). Yo no tengo nada que decir. Sólo que tiene una obra de arte, un y sólo un método tiene un tratado,
n1ostrar. No voy a hurtar nada valioso ni me apropiaré de sólo extrínsecamente (106).

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c;corges Didi-I-Iuberman
- - - - - ·-------·---·--- La irnagen-malicia

l)ero ¿en qué difiere el montaje de una construcción epis-


Traumdeutung) (l l l). Pero sólo un soñador convencido puede
térnica convencional? ¿Qué es lo que autoriza a Benja1nin a
asumir esta tarea: el sueúo no es un objeto como cualquier
.reivindicar el "principio constructivo" del montaje rechazan-
otro, no solamente designa el objeto de interpretación sino
t{o las «construcciones de la historia", co1nparándolas con las
que también informa la posición :alisma del intérprete, su
"órtlenes militares que atormentan y acuartelan la verdadera
"solicitación a interpretar" (l 12). Cuando Benjamin afirma
vida" (l 07). La respuesta se plantea en un doble nivel. Por un
que "todo aquello que se está pensando tiene c¡ue ser incor-
lado lo que construye el 1nontaje es un movimiento, aunque
1
porado al instante, a cualquier precio, al trabajo que uno está
sea "entrecortado": es la resultante compleja de los polirrit-
haciendo" (113), no buscaba tanto otorgarle al subjetivismo
mos del tiempo en cada objeto de la historia. Por otro, lo que
una pretensión de conocimiento que 110 reconocía, sino de
hace visible el montaje -aunque sea de manera "entrecorta-
contar, en toda asociación de ideas actuales¡ un espesor ternpo-
da", por ende parcial- es un inconsciente. Benjamin escribe
ral y cultural de imágenes "montadas" unas en otras. Cuando
que así como su Libro de los Pasajes es una "tentativa por
afirma querer "descifrar los dominios donde sólo la locura,
radicalizar la tesis de Giedion (según la cual) la construcción
hasta ahora, creció con abundancia, buscaba darle a la sinra-
(como 'principio de montaje' (Prinzip der Montage)) juega en
zón una pretensión de conocimiento que no reconocía sino al
el siglo XIX el rol del inconsciente" (108).
marcarle al historiador el deber de interpretar la sinrazón en
Desde 1928, Ernst Bloch calificaba el método benjami-
la historia -"malezas del delirio y del mito", escribe- con el
niano corno "montaje surrealista aplicado a la filosofía" (109).
"hacha aguzada de la razón" y de la crítica en la mano (114).
Más tarde, Adorno y otros comentadores -RolfTiedemann
Puesto que la noción central sigue siendo la imagen como
seguido por Rainer Rochlitz- vieron en esta calificación "es-
potencia dialéctica, podríamos remontarnos sin inconve-
tética" una lirnitación mayor, incluso una aporía en lo que
nientes muy atrás en la genealogía de este problema: data
hace a la validez "científica" de la historia según Benjamin
al menos de Aristóteles y del rol reservado a la phantasia en
(l I O). Confinada a la oposición simplista entre lo "objetivo"
el conocimiento, incluido el racional. Más explícita, por su-
y lo "subjetivo", esta inferencia negativa deja escapar eviden-
puesto, es la doble referencia goetheana y baudelaireana. Si
temente lo esencial La novedad de la historia benjaminiana
para Benjamin la imagen constituye el "fenómeno originario
consiste en que resueltamente hizo del inconsciente un ob-
de la historia", es que la imaginación, según él, designa otra
jeto para la historia: a este respecto, el surrealismo no es m~is
cosa que la simple fantasía subjetiva: "La imaginación no es
que el caso particular de una más vasta "revolución coperni-
la fantasía ... La imaginación es una facultad (. .. ) que percibe
cana)) que atañe, en el siglo XX, a las nociones de memoria,
las relaciones íntimas y secretas de las cosas, las correspon-
de sujeto y de inconsciente.
dencias y las analogías" (115). La imaginación, la montadora
¿Hacer del inconciente un objeto para la historia? Era de
por excelencia, desmonta la continuidad de las cosas con el
entrada -famoso precepto- asumir para toda la cultura la
objeto de hacer surgir las "afinidades electivas" estructurales.
"tarea de la interpretación de los sueños" (die Aufrabe der
La imagen actualiza un orden de conocimiento esencial al

176
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Georges Didi-Hubcrman

aspecto históríco de las cosas. Pero "en ese dominio, el orden


1 síntoma histérico, ese síntoma-imagen por excelencia, habrá
siempre es flotación por encima del abismo" (116). inquietado y fascinado a la "capital del siglo XIX" que fue
Esta es la paradoja de la imagen para el hístoríador: repre- París en su "belle époque" ( 117). Ahora bien, allí donde los
senta al mismo tiempo la Ji.tente del pecado (por su anacro- alienistas veían aún en el síntoma histérico una rnalicia casi
nismo, su contenído fantasrnático, el carácter incontrolable diabólica, una "bestia negra" para el saber medieval, Freud
de su campo de eficacia, etc.) y la ji.tente del conocimiento, comprendió el carácter operatorio y verdaderamente dialéc-
el desmontaje de la hístoría y el montaje de la hístorícídad. tico de sus paradojas visuales, por muy er1trecortad.as e irra-
Esta es la imagen-malicia. Pero ¿cómo Benjamín dio cuenta cionales que parecieran al observador.
de esta astucia, de esta malí cía' Se diría que cada inflexión de Así, la famosa descripción hecha por Freud de lo que
la misma palabra -esa bonita palabra francesa "malíce'', que Charcot, antes que él, había designado como una fase de
Benjamín debió encontrar a menudo en su arqueología pa- "movimientos ilógicos", esa descripción aparecía, en el plano
risina- organiza los principales paradigmas de esta concep- n1etodológico asombrosan1ente próxima a la configuración
1

ción de la imagen-tiempo. A cada salto, a cada contorsión de descripta por Benjamín bajo el nombre de imagen dialécti-
este pensa1niento, significativamente encontramos la doble ca. "En un caso observado por rní -escribe Freud-- con una
inflexión -turbulenta y estructural- de las cosas que se des- mano aprieta el vestido contra el vientre (en papel de mu-
montan, por lo peor del síntoma y por lo mejor del saber. jer), y con la otra intenta arrancarla (en papel de varón). Esta
¿Qué es la malicia' Ni más ni menos, diría un teólogo simultaneidad contradictoria da razón, en buena parte, del
católico, que el poder del diablo. Es el "espíritu del mal'', en carácter incomprensible de la situación contradicción tan
1

virtud del cual son cometidos todos los pecados del mundo plásticamente expresada en el ataque, y por eso adecuadísima
(comenzando por el pecado original). Menos metafísicamente, para ocultar la fantasía inconsciente eficaz" (l 18).
la malicia designa la disposición espiritual para hacer el mal Díaléctíca soberana: de un lado, el cuerpo desmontado y su
por vías insidiosas, o también la ínclínación que empuja a torbellino de gestos, que Charcot llamaba "ilógicos" porque
burlarse del prójimo. En síntesis, es el mal desplegado en la no veía la línea de simetría que organizaba rigurosamente
esfera de la astucia, de la trapacería, de la inteligencia mal -y, sobre todo, dinámicamente- ese conflicto de dos partes
intencionada. Que la imagen pueda ser caracterizada como del cuerpo. La motrícidad desordenada del ataque, en su si-
una "malícía" dialéctica nos sugiere en primer lugar que apa- multaneidad contradictoria, hace que el sínroma sea "incom-
rece en el mundo de lo representado al modo de una "bestia prensible", incluso diabólico, a quien lo observa como simple
negra" tan poderosa como hipócrita: hablar de imagen-malicia clínico del "cuadro" y no como verdadero dialéctico de la
es ante todo hablar de malestar en la representación. imagen. Por otro lado, Freud analiza el síntoma desde el án-
Aquí, el modelo en juego es el síntoma, en su sentido má.s gulo de un cuerpo-montaje: gesto de mujer violada enlazado
directamente relacionado con el mal y el malestar, incluso a un gesto de hombre violador, traje sujetado enlazado a traje
con la catástrofe. Una catástrofe insidiosa: es así có1no el arrancado. Pero también tiempo turbulento y espectacular

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La imagen-tnalicia
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de la crisis enlazado con el tiempo fosilizado y disimulado toda la dialéctica temporal del progreso y la catástrofe (121).
del "fantasn1a inconsciente que trabaja". _E,s el mon1ento en Ouos ejemplos serán tomados, aquí y allá., del campo foto--
que el síntoma da al mal toda la "intensidad pLístíca" de su gráfico (Nadar, Atget) o cinematográfico (Chaplin) -cada vez
desmesura, ofreciéndole a su malicia, a la complejidad de su para articular paradojas concretas de rnontajes visuales con pa-
montaje, la ocasión de aparecer --pero como una "imagen en- radojas reóricas de montajes temporales mediante los cuales se
trecortada", por supuesto. define toda la filosofía del tiempo según Benjamin. Es posible
Es sabido que la imagen "malicia" denota igualmente el leer la famosa "Pec¡ueí1a historia de la fotografía" como una
gesto del arte y de su habilidad prodigiosa: es el virtuosismo verdadera pequeña fotografía de la historia donde son discu-
del mago o del prestidigitador que embelesan a sus espec- tidas las nociones, capitales para todo historiador: la "época",
tadores con n1aravillosos trucos que salen, como bien se ha el "precursor" o e incluso la "supervivencia" (122).
dicho, de sus "cajas", de sus "sacos de prestidigitador". El pa- En cuanto al cine, escribe Benjamin, ('desenreda)) -des--
radigma complementario del mal es entonces el paradigma monta y remonta-- todas las formas de visión, rodas los rit-
del arte y su propia magia. La imagen dialéctica como "ima- mos y todos los tiempos preformados (Tempi und Rhytmen ...
gen-malicia" ha sido expresada, a lo largo de la obra benja- prdfarrniert) en las máquinas actuales de su.erre tal que todos
1

1niniana, con una referencia tan constante a las artes visuales los problemas del arte actual sólo pueden hallar su formula-
que hacer el inventarío implicaría repetir todo el trayecto de ción definitiva en correlación con el film" (123).
esa obra. Sería suficiente recordar aquí el relieve de Andrea
Pisano representando La Esperanza en la puerta sur del Bap-
tisterio de Florencia: "Ella está sentada e, impotente, tiende Caleidoscopio y rompecabezas:
los brazos hacia un fruto que permanece inalcanzable. Y sin "El tiempo se lanza como un bretzel. .. "
embargo, ella tiene alas. Nada es más verdadero" (119). En
efecto, nada es más verdadero que ese n1ovimiento suspendi- Hay un último paradigma de la malicia sobre el que querría
do que figura, a la vez que desmonta y que monta -en una "si- insistir. Menos "grave" que los precedentes, no es n1enos fun.-
multaneidad contradictoria tan plásticamente figurada" - la damental. Se lo lee en las expresiones "destello de malicia" o
continuidad de un gesto y su irrevocable interrupción vaciada "mirada llena de malicia". :Es el juego. Es la actividad infantil
en el bronce. que consiste en producir ''chanzas" -tanto con los seres como
El ejemplo del cuadro de Paul Klee, Angelus Novus, sostiene con las cosas. Divertirse locamente: placeres turbulentos, es-
asimismo la célebre "tesis" de Benjamín sobre la cuestión del pasmos de risas locas, situaciones desmontadas. Hay orgullo
progreso en historia: "Se ve en él (en el cuadro) un ángel, al pa- al hacerlo: virtuosismo en las pullas, cálculos con segunda
recer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la intención, complejidad de los montajes producidos. El niño
mirada" (120). Es justamente a partir de este montaje contra- malicioso dispone de la falsa inocencia y del verdadero poder
dictorio analizado en el orden visual que Benjamín remontará del espíritu crítico, incluso revolucionario. Es también eficaz

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C~eorgcs I)idi-Huberman La imaoen-rnalicia
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en el arte de fomentar situaciones (el juego como relación) y ritmo, también. Todo se juega entre lo inanimado del objeto
tle sacar partido de sus máquinas f.1.vorit:as (el juego con10 ob- y la animación de su puesta en pr~-íct~ca. "Pero 1.a dil_igencia1
jeto), es decir sus juguetes. el eterno drama ele la diligencia se juega con las sillas. La
El texto de Freud sobre el síntoma me parece qcte aclara dili<>encia-silla, los caballos-sillas, los viajeros-sillas; ¡sólo el
la imagen-malicia bajo el ángulo del mal -el de Proust a pro- pos~illón está vivo! El vehículo per1nanece in1:óvil, ~~in ,~m­
pósito del "pancito de muro amarillo" podría hacerlo bajo bargo devora con una rapidez fogosa los espactos ficnc10s . El
el ángulo del arte-, y el texto ele Bauclelairc titulado "Moral caso extre1no del "juguete vivo'' ~una rata verdadera mani-
del juguete" me parecen susceptibles ele dar, bajo el ángulo pulada por algún niño pobre, fascina tanto ~; nit1,o burgués
del juego, una expresión adecuada a la dialéctica ele bs imá- del otro lado ele la verja, que abandona su esplendido ¡u-
genes según Benjamín. Es un texto admirable que se abre guete (. ..), barnizado, dorado, cubierto de plumas y ele aba-
con una ren1iniscencia infantil ("I--Iace años, ~¿cuántos? no lorios"-, es una excepción que no hace más que confirmar la
lo sé; se rernonta a los tiempos nebulosos de la prirnera in- regla estructural del muerto y del vivo en la ontología infantil
fancia ..." (124) y concluye con una teoría del conocimiento del juguete (129). · .,
y del "alma ele los objetos" (la expresión "Puzzüng question!", Pero hay más: todo, en el juguete, se juega tambten entre
que deja, por otra parte, esta teoría en suspenso (125)). un tiempo ele la cosa desmontada y un tiempo del conoci-
Entre el recuerdo infantil y la puzzling question, el lector miento por montaje. Inflexión turbulenta: es el choque, la
descubre, en apenas cinco o seis páginas, todos los poderes necesidad de una puesta en práctica o de una mirada que se
dialécticos del juguete: magias heterogéneas de este "inmen- resigna a la apertura y, luego, a la clestrucción:
so mundus infantil", "inextricable revoltijo" de la tienda ele
juguetes, con sus "formas bizarras y (sus) colores disparata- La mayoría de los chicos quieren sobre todo ver el alma,
dos"; el espacio saturado ele una habitación donde "el techo unos al cabo de algún tiempo, otros inmediatamente. Es la
desaparecía cubierto por una floración de juguetes que cuelgan más o menos rápida invasión de ese deseo que hace la más
como estalactitas maravillosas", polaridad del juguete ele lujo 0 menos grande longevidad del juguete. No n1e sien to con
y del "juguete del pobre" (126) ... Mucho antes ele Schlosser y el coraje de censurar esta manía infantil: es una pritnera
Benjamín (127), Baudelaire esbozó una antropología ele este tendencia metafísica. Cuando ese deseo se clavó en la mé-
mundo infantil bajo un doble aspecto: los juguetes, insaciable- dula cerebral del niño, llena sus dedos y sus uñas de una
mente manipulados en sus "gabinetes ele curiosidades" ofrecen agilidad y de una fuerza singulares. El niño da vueltas una
un verdadero fenómeno originario para el arte --·"la primera y otra vez su juguete, lo raspa, lo sacude, lo golpea contra
iniciación del niño en el arte", escribe Bauclelaire- y para el las paredes, lo arroja al suelo. Cada tanto le hace recomenzar
conocimiento (128). sus n1ovimientos mecánicos, algunas veces en sentido con-
El fenómeno originario como tal produce nada menos trario. La vida maravillosa se detiene (130).
que una dialéctica ele la imagen. Doble régimen y doble

182 183
La imagen-rnalicia
-----·- . -·-·----.. _ (;eorgcs Didi--l-Iubcrn1an
·-------"""-··-··----··---·--,..-....--··---- - . ___ __
,,,,

¿(=ón10 no ver, en esta situación ejemplar, que dos tem-- que es viejo puede devenir un juguete", escribe justamente
pora1idades heterogéneas operan aqu.í de común acuerdo? Giorgio Agamben (134). La supervivencia vuelve a anudar
¿Que la inHexión turbulenta de la destrucción (sacudir el ju- los objetos con el 1nundo de la "magia") clel ('anin1isrno" y
guete, golpearlo contra las paredes, arrojarlo al suelo, etc.) de lo "demónico" -siendo todo este vocabulario común a la
no opera sin la inflexión estructural de un auténtico deseo antropología de las prácticas sociales según 'T)7lor, a la an···
de conocimiento (probar el n1ecanisn10, hacer recon1enzar el tropología de las imágenes según Warburg y a la antropo·
rnovirniento en sentido contrario, etc.)? ¿Cómo no ad.mitir logía de la historia según Benjamin (135). En cuanto a la
que, para saber lo que es el tierr1po es necesario ver cón10
1 modernidad, ésta se n1uestra en todas las partes donde -en
funciona el reloj de rnamá? ¿Y que es necesario, para eso, co- El arte romántico como en el Libro de los Pasajes- la infancia
rrer el riesgo -o abandonarse al placer-· de desmontarlo más es descripta cnmo un ser-ahí que propende al futuro y a la
o n1enos ansiosan1ente, sistemáticamer1te o violentamente, "novedad" (136).
es decir, romperlo' Resulta significativo que Baudelaire, en La fenomenología del juguete habrá permitido a Benjamín
su texto, haya creído tener que insistir sobre lo que llama el via Baudelaire articular mejor el doble régimen temporal de
"juguete científico" ·-estereoscopio, tenakistiscopio pero 1
la misma imagen, esta dialéctica en suspenso productora de
también, telescopio, caleidoscopio u otras linternas mágicas una visualidad al mismo tien1po '~originaria)) (urJprünglich)
(131). El mundo de los juguetes ¿no tuvo un rol fundador y "entrecortada" (sprunghaft), al mismo tiempo turbulenta y
en el desarrollo de las ciencias ópticas y, sobre todo, en el ad- estructural: consagrada al desmontaje de la historia como al
venimiento de las "artes de la luz y de la sombra" que son la montaje de un conocimiento más sutil y más complejo del
fotografía y el cine' (132) tiempo.
Esta misma insistencia, en Baudelaire, nos enseña algo Así, cuando Benjamín habla de b imagen dialéctica como
más de la temporalidad del juguete -algo que trabaja, según de un proceso donde "el pasado (se ve) chocado e interpe··
Benjamin, en toda imagen auténtica (en toda imagen dialé- netrado (télescopé) por el presente" (Telescopage der Vergan-·
ctica). Hay que pensar el presente del juguete como orir;ina- genheit durch die Gegenwart) (137), no utiliza ciertamente
rio en el sentido no de la foente o del arquetipo situad~ por una de sus palabras favoritas, téléscopage, sin tener la aguda
encima de las cosas, sino en el del torbellino en el río del de- conciencia del doble paradigma que allí se encuentra recogi-
venir: rompe en todo momento el continuo de la historia y do: de un lado, el valor de choque, de violencia, de colisión
hace mterpenetrarse -desmontaje y montaje mezclados- un -catastrófica o sexual-, en síntesis, el valor de desmontaje
pasado de la supervivencia con un futuro de la modernidad. que sufre, en ese momento, el orden de las cosas; el otro, el
¿La supervivencia? Ésta se expresa en el carácter siempre ar- valor de visibilidad, de conocimiento, de alejamiento, en fin,
queológico y reminiscente de la infancia según Benjamin el valor de montaje, del cual se benefician gracias al telesco-
(133). Destruye por un tiempo el tiempo del calendario, pio la visión de cerca y la visión distante. En el uso corriente
nos hace acceder al "despenar" de lo inmemorial. "Todo lo del verbo "téléscoper'', tenemos la tendencia a olvidar esta

185
Georges f)icli-!-Iubcrman

doble significación (138). Pero el niño baudelaireano se di-


vertirá locamente uniendo entre sf todas las significaciones:
se maravillará de ver los cráteres de la luna (tan lejos de él)
en el lente (tan cerca de su n1ano); se complacer<Í tan1bién en
ver las dos partes del objeto deslizarse sexualmente una en
la otra (modo de hacer y deshacer, a voluntad, "el punto"). Y
terminará quizás 1 en el colrno de la curiosidad 1 por ron1per
el aparato mismo.
Benjamín parece haberle tomado igualmente afecto a la
palabra caleidoscopio. Conocía bien el rol del juguete ópti-
co en la cultura visual del siglo XIX: inventado en 1817, el
caleidoscopio hizo furor en París de 1818 a 1822, compi-
tiendo directamente con el famoso rompecabezas chino (1.39).
Alphonse Giroux, que lo patenta en mayo de 1818, presen-
taba el caleidoscopio bajo el nombre de "transfigurador", o
también de "anteojo francés" (/ig. 5).

El transfigurador o caleidoscopio es una especie de ante-


ojo que posee, en el extremo que toca el ojo, un vidrio
lenticular, y en el extremo opuesto, un vidrio pulido. En
el espacio libre entre este últüno vidrio y un tercer vidrio
ubicado a una pulgada y rr1edia del precedente, se introdu-
cían objetos de pequeño volu1nen, como pedazos de tela
de diferentes colores, conchas, piedras falsas, etc. Estos ob-
jetos, mezclándose, se combinan a la vista de mil n1aneras
punzantes siempre regulares y jamás parecidas, efecto pro-
ducido por la reunión de tres vidrios con forma de triángu-
lo y que reinan en toda la extensión del tubo. Esos vidrios
están cubiertos en su cara exterior de un pedazo de tela o 5. A!phonsc (;iroux, El trrin.:figurador o anteojo francé:·, 1818. Presentac.i;'n;
para patente de invento, detalles. Paris, Instirut Nauonal de la Propnete
de papel de color oscuro, de modo que produzca interna- industrielle.
n1ente el efecto de un espejo. Cuando pasan a reflejarse en
esta triple superficie, los objetos reunidos en la extrenlidad

186
La irnagen-malicia

del rubo presentan, con la ayuda del movi!niento de rota-


ción aplicado al instrumento, corr1binaciones agradables y
variadas (140).

Esta caja de malicias visuales habrá desempeñado pcrfec.


ta1ne.nte su oficio dialéctico: como 'ijuguete científico" se la
encuentra, hasta el fin del siglo XIX, en los catálogos de Óp·
tíca y de precisión (141). Como productora de maravillas se
la encuentra en la misma época como accesorio de la "magia
blanca" e instrumento de prestidigitación (142). Más allá in·
el uso de este montaje anacrónico de cientificismo y de magia)
característica del siglo en general, Benjamin pudo retener de
este modelo óptico una lección má:s profunda todavía. Pues en
las configuraciones visuales siempre "entrecortadas" del ca-
leidoscopio, se encuentra una vez más el doble régimen ele la
imagen, la polirritmia del tiempo, la fecundidad dialéctica.
El materird visual del caleidoscopio --a saber, lo que se coloca
en el tubo entre el vidrio pulido y el vidrio interior- pertene·
ce al orden del desecho y de la diseminación: trozos de telas
deshilachadas, conchillas minúsculas, baratijas de vidrio tri·
turadas, pero también plumas rotas, toda clase de polvos ... El
material de esta imagen dialéctica es la materia dispersa, un
desmontaje errático de la estructura de las cosas.
El valor teórico de esta primera particularidad del calei·
doscopio debe ser comprendido en relación a la concepción
benjaminiana del historiador como trapero (Lumpensammler):
"Crear la historia con los mismos detritus de la historia" -tal
es, recuérdese, el epígrafe de la sección del Libro de los Pasajes
consagrada a la pintura de la modernidad (143). No solamen·
te "el buen Dios (de la historia) habita en los detalles", como
lo decía Aby Warburg, sino que también parece complacerse
con los desechos, con el polvo. ~fan cierto es que tenemos

189
Georges Didi-}1ubennan
-- --- --~-- --- -------

que descubrir "en el arnílisis del pequeño momento singular i¡~ualn1ente dialéctica, con doble régin1cn- del saber sobre la
eI cristal del acontecirniento total": tan cierto es que la "vi- ;',nagen y sobre el arte en general. Es necesario ren1ontarsc
sibilidad" (Anschaulichkeit) del tiempo pasa primero por la hasta el epígrafe del primer gran libro de Benjamin sobre l:.1
diseminación de sus huellas, de sus residuos, de sus escorias, concepto de crítica estética en el romtlnticismo alemán, publica-
de sus heces, de todas las minúculas cosas que, en general, do en l 920, para entender el rol verdaderamente seminal de
son los desechos de la observación histórica (144). El hollejo ese golpeteo dialécrlco del agregado y de la configuración:
del tiempo, me atrevería a decir. No nos sorprendamos que
Walter Benjamín haya constituido desde 1918 -según el tes- Sobre todo ... el que lleva a cabo un an~-Uisis debería indagar,
timonio de Ernst Bloch- una pequeña colección de imágenes o más bien fijar su atención en la cuestión de si efectiva-
"empezada en la época de la lente de aumento: gotas de agua, mente se trata de una síntesis 1nisteriosa (1nit einer geheim-
cabezas de mosca, polvo ... " (145). nisvo!!en .S'ynthese), o si aquello de lo que se ocupa es sólo
En el caleidoscopio, el polvo de los objetos menudos se un agregado, una mera conjunción de elen1entos dispares
mantiene errático, pero está encerrado en una caja de ma- (eine Aggregation sei, ein _Nebeneintinder) ... , o incluso có1no
licias, una caja inteligente, una caja con estructura y con podría todo esto ser modificado (modifiziert) (146).
visibilidad. Lente ocular, vidrio pulido y pequeños espejos
hábilmente dispuestos en el tubo transforman la disemina- Esta frase es una cita de Goethe. ¿Cómo sorprenderse?
ción del material -diseminación sin embargo reconducida, El problema por excelencia de la morfología plantea en toda
renovada) confirmada con cada movimiento del objeto- en imagen la dialéctica del agregado y de la síntesis. Se trate de
un montaje de simetrías desmultiplicadas. A esta altura, los historia natural o de historia del arte, Goethe, sabernos, no
agregados devienen formas, "formas tornasoladas y diversas" ha cesado de explorar las relaciones de lo diseminado y de
de las que hablan a cual más todos los textos de época. Pero lo configurado (147). No hay más que hojear el escrito de
en esta misma variedad, el espectador jamás puede olvidar, Goethe titulado La metamorfosis de las plantas para ver suce-
al sacudir el aparato para una nueva configuración, que la derse las yuxtaposiciones de elementos erráticos y los sistemas
belleza de las formas debe su principio constitutivo a la di- de sin1etrías, concéntricas o arborescentes -caleidoscópicas,
seminación y al agregado, su permanente condición de ne- en todo caso-, que nos presentan las flores corno tantos enig-
gatividad dialéctica. La magia del caleidoscopio tiene eso: mas formales y biológicos (148) (jig. 6-7).
la perfección cerrada y simétrica de las formas visibles debe No por azar, la arqueología visual del siglo XIX intentada
su riqueza inagotable a la imperfección abierta y errática del en el Libro de los Pasajes concede un lugar bien preciso a esas
polvo de los restos. parJ.dojas botánicas neo-goetheanas: se articulan directamen-
Ahora bien, esta fenomenología del caleidoscopio expresa te al "inconsciente de la vista" evocada por Giedion bajo el
no solamente la estructura de la imagen -su clialéctica, su do- ángulo de la construcción y, en adelante, radicalizado -no
ble régimen-, sino ta1nbién la condición misma -condición menos que dialectizado- bajo el ángulo del desmontaje y del

190 19!
Georges Didi-I-Iubcrman

montaje. 1.os análisis benja1ninianos sobre el "sadis1no grá-


fico" de Grandville, por ejemplo, demuestran una atención
particular al rol qL1e juegan en él, todos los estados de la mor-
fología vegetal. Pensemos en la serie de los grabados titulados
Una revolución vegetal, o bien Las flores animadas, gue datan
de 1846 (l 49): el aglomerado (formar ramos de pobres asper-
ges), la detumescencia (nabo caído) o el erizamiento de super-
ficies (ortiga colérica, cardo intocable), todo eso se desarrolla
en Grandvílle como una verdadera heurística de la eficacia ale-
górica de las formas naturales. En sus grabados, Benjamín ve
toda "la historia secularizada e integrada al contexto natural,
tan brutalmente como lo (había) hecho trescientos años antes
la alegoría"; un poco más arriba, había escrito que Grandville
insufla un "alma" a los objetos en la medida en gue anima las
formas naturales "de la vida de los fetiches" (150).
Grandville manifestó ampliamente la medida de este inter-
cambio perverso entre formas de la naturaleza y "fetichismo
de la mercancía" -a este respecto, por otra parte, Benjamin lo
considera como un "brujo" de la publicidad naciente (151)- en
un famoso grabado de 1844, cuyo extenso título comenzaba
por las palabras "plantas marinas" y terminaba por "brochas,
borlas, mechones, hierbas" (jig. 8). Vertiente rnalicioso-bur-
lona: los elementos de baño de la burguesía parisina -peines,
brochas, pelucas, mechones, abanicos- son aquí representa-
dos como una serie de plantas con formas exóticas, puestas
sobre un acantilado ante algún mar lejano. Vertiente mali-
cioso-crítica de esta imagen: esos accesorios de coquetería
no son nada distinto de una botánica social del baño, las
Urformen por excelencia del cuerpo burgués como adorno
6.] .W. c;octhe, Metrirnorfbsis de las plantas, 1790. Ilustración de !os párrafOs 34
de sí mismo.
("Fonnación del cáliz"), 51-52 ("Nectarios"), 67-73 ("Fonnación del estilo").
También será de Uiformen el tema de un magnífico y breve
texto escrito por Benjamín en 1928 titulado "De lo nuevo

192
La in1agcn-malicia

sobre las flores" (152). Grandville, por supuesto, es a!Ií evo-


cado por su arte de hacer "surgir del reino vegetal todo el cos-
mos" (153). Pero la noción de "forma originaria" proviene
aquí, más directamente, de la obra que ese texto reseña: las
Urformen der Kunst ("Formas originarias del arte") de Karl
Blossfeldt, que no elabora una teoría morfológica del arte, ni
es un sabio comentario de Goethe, sino que se presenta) muy
simplemente (154), como un libro de ciento veinte fotogra-
fías de plantas. Falsa simplicidad: pues la estructura del libro
-colección, sucesión, mo11taje- cornpromete, según Benja-
mín, nuestra propia "imagen del mundo":
7a
(... )será necesario, sobre las ciento veinte planchas de este
libro, armar el cuadro para una multitud de miradas y de
espectadores. Pues no deseamos ser menos partidarios de
esta obra rica, que es pobre sólo de palabras. Pero es me-
nester honrar el silencio del buscador que proponen aquí
estas itnágenes. Quizás su saber es el de los que hacen en-
mudecer a quien lo posee. Y el tacto (savoir-faire: KOnnen)
irnporra aquí antes que el saber (savoir: W'íssen). Quien
reunió esta colección de fotos de plantas lo ha hecho ma-
gistraln1ente. Hizo lo suyo al ratificar el inventario de
nuestras percepciones (Wáhrnehrnungsinventar): cambiará
nuestra imagen del mundo (Weltbild) en una medida toda-
7b vía imprevisible (155).

7a. ].W c;oethe, Metarnor.fosis de fas pL1n1as, 1790. Ilustraciones del párrafo 80
("Las fruras").
He aquí entonces que una colección muda de in1ágenes,
7b. J.W c;oethc, Metarnor.fOsis de !tJs plantas, 1790. Ilustraciones del p;clrrafo 80 reunidas según una cierta ley de las formas, produjo un efec-
("!,as frutas"). to de conocimiento visual capaz de "cambiar nuestra imagen
del mundo en una medida todavía imprevisible". Frase, recor-
démoslo, escrita en noviembre de 1928: en ese momento, Aby
Warburg trabajaba "calladamente" en el montaje de su famoso

195
~~~~---------···----------------------~
c;eorges Didi-Huberman

atlas de ilnágenes Mnemosyne, y S.M. Eisenstein terminó jus-


to el montaje de su film (mudo) La línea general (156). La
admirable fórmula de Benjamín -"quizás (ese) saber es de los
que hacen enrnudecer a quien lo posee"-- torr1a, en este con-
texto, un valor teórico .más general, un valor a la vez estético
y epistemológico: los ejemplos de tales colecciones podrían
ser multiplicados como tantos hitos para toda la modernidad
(Benjamín evocará el valor heurístico que toma, en László
Moholy-Nagy, la técnica fotográfica como tal (157)).
Pero ¿qué es lo que, en el caso de Blossfeldt, se revela ca-
paz de perturbar de ese modo nuestra "imagen del mun-
do"? La respuesta, escribe Benjamín, se encuentra menos· en
el "saber" producido que en el "savoir-faire" productor. Se
trata de un procedimiento. Éste no es otro que un montaje
de singularidades. ¿Singularidades? Ellas se han hecho lite-
ralmente enormes -desproporcionadas, estupefacientes por
ese motivo, abren nuestra mirada a nuevos territorios de la
visión- debido a la utilización sistemática del primer plano,
de la amplificación fotográfica. Es así que las formas vegeta-
les, aparradas de su confusión natural, revelan de repente su
belleza y su complejidad singulares, en síntesis, su carácter de
'(formas originarias" aisladas con10 n1isteriosos fetiches en la
obra de Blossfeldt (jig. 9-11).
Como en Grandville (jig. 8), estos fetiches se erigen ante
nuestros ojos para hacer desplomar nuestras certezas con
respecto a la estabilidad del mundo visible. A su modo, las
imágenes de Blossfeldt son también imágenes-malicia: ellas
encubren un formidable poder crítico que no escapó a Benja- 8. c;randvillc, Plantas rnarinas, reproducción exactrl de encajes, cepillos, pornpones,
min y que) al año siguiente, ta1npoco escapará a Georges Ba- poHizos y g(t.sas, I 84 1.+. c;rabado de la serie Una tarde en el.fardín dr lüs plantas,
taille (158). ¿Cómo designar formalmente el procedimiento 123 x 110 cn1.
de esta crítica' En primer término, el primer plano trabaja en
el desmontaje visual de !as cosas, en la deconstrucción visual de

196
La irnagen-n1alicia
-------- - - - - - - - - - -----·... --~"'

lo visible tal como lo percibimos habitualmente_ Y Benjamín


sitúa de entrada esta operación sobre el terreno mismo de la
historia del arte: la amplificación fotográfica de lo vegetal,
en efecto, 110 carece de consecuencias arquitecturales y or-
namentales, lo n1ismo que, según éli la visión microscópica
había tenido consecuencias gráficas y pictóricas en obras tan
"abstractas" como las de Klee o de Kandinsky (159)-
Pero esto no es todo. Si la imagen-1nalicia es una imagen
dialéctica, entonces el desmontaje de lo visible no tiene senti-
do más que visualmente retrabajado, reconfigurado: hay sen-
tido en el remontaje, es decir, en el montaje del material visual
obtenido_ Los exégetas de Benjamin que creyeron descubrir
en él una lamentable confusión entre las prácticas fotográ-
ficas (amplificación, por ejemplo) y cinematográficas (ace-
lerado o lento, por ejemplo) no comprendieron hasta qué
punto los procedimientos a sus ojos interesantes eran trans·-
versales a todos los dominios técnicos, estéticos e intelectua-
les (foto, cine, pintura, arquitectura, filosofía). Ante todo,
9. Karl Blossfeldt, lJ~fonnen der Kunst, Berlín, '1928. Lán'lina 89: '~)'imphyturn
officinale". © 2006 Karl Blossfeldr Archiv I Ano u. Jürgen Wilde, Ké:iln/ Arrist·s
Benjamin se interrogó sobre la función desterritorializante
Rights Sodety (ARS), New York. de esos procedimientos: también juega sin complejos sobre
el acercamiento del "primer plano" fotográfico y del "ralenti"
cinematográfico que, en alemán, se dice justamente Zeitlupe,
la "lupa temporal" -algo como una máquina para amplificar
visualmente el tiempo (160) _
En el caso de Blossfeldt, esta "confusión" recibe, me pa-
rece, una justificación más precisa todavía: ella se deduce del
valor de uso concreto del libro entre nuestras manos_ He aquí
un libro mudo, un libro de imágenes: en él, las flores se su-
ceden ciento veinte veces a las flores. ¿Q.ué hacemos espon-
táneamente? Hojeamos. ¿Qué ocurre entonces? Las imágenes
devienen entrecortadas. Sus diferencias se animan, sus analo-
gías y sus contrastes describen una suerte de metamorfosis

199
Georges Didi-I~Iubennan

jadeante, según un movimiento que nunca es continuo. Cada


imagen devino en alguna medida el focograma aislable de
un film experimental sobre las formas vegetales, un film que
desenrrollamos y pasamos a mano. Modo de descubrir que el
hojeado trabajtl en el remontaje visual de las cosas.
La imagen dialéctica está ahí:

Que filrnen1os el crecimiento acelerado de una planta o


que 1nostre1nos su tOrma cuarenta veces ampliada, nuevos
mundos de imágenes (Bilderwe!ten) broran, como los géi-
c:crs, en kis lugares de la existencia (an Stellen des Daseins)
qn:: ts.ta1no.s icjos de esperar. Estas fotografías descubren en
Lt exístenci:.1 de las plantas todo un tesoro insospechado de
analogías y de formas (Analogien und Formen). Sólo la fo-
tografía es capaz de hacerlo. Pues es necesaria la i1nportante
amplificación que les da para que esas forrnas se deshagan
del velo que nuestra pereza arrojó sobre ellas (161).

Hay como un torbellino en el río de las formas visibles:


un salto originario (Ursprung). Como un velo que se desga-
rra, el acceso -aún parcial, entrecortado (sprunghaft)- a un
conocimiento hasta allí ofuscado por nuestro hábito de las
cosas. Las planchas de Blossfeldt ofrecen, desde ese punto
de vista, una respuesta concreta a la cuestión planteada en el
pasado por Goethe (y retomada por Benjamin en el epígrafe • 1928 Lá1nina 12: "(;eum riwile".
'11 U·r; ?nen der Kunst, Ber!in, . . . R. 1 .
de su libro de 1920, citado más arriba): más allá de los puros 10. Karl Blosste(t, 1f0 1 . Ji:tr en Wi!de, Küln/Arnsrs ig1ts
© 2006 I(arl Blossfddt Arch1v I Ann u. g
agregados, sin llegar a ninguna síntesis, el conocimiento por
Society (ARS), New York.
el montaje hace pensar lo real como una ''modificación". Es
una suerte de morfogénesis brusca cuyo proceso hace emerger,
muy rápidamente, esos Uijórmen del arte que, según Benja-
min, no designan "otra cosa que las formas originarias de la
naturaleza, es decir, formas que nunca fueron sirnples modelos

200
-------- - - ,,,_.,, _______________________ ------
La irnagen-rnalicia

del arte si.no que, desde el comienzo, en tanto formas origi-


narías, estuvieron trabajando en toda creación" (162)-
('0riginarias'', esas forn1as no tienen sin embargo nada
de "sin1ple" ni de "puro". Pues lo que ellas testünonian es
un tiempo de la alteración, de la perturbación: el movimiento
turbulento que producen en el tejido continuo de los aspec-
tos naturales, es el mismo movirrüento del síntorna. Es decir)
que arroja todas .las cosas hacia lo bajo. Incluso instituidas,
las flores de Blossfeldt participan, ninguno lo vio y lo dijo
mejor que Georges Baraille, de una bajeza qne hace soberano
su grano material, su tactilidad a menudo repulsiva -de ara-
ros deshilachada u horripilante, viscosa o erizada-, pero más
aún su vocación por reventar, por marchitarse en un tiempo
siempre más rápido del que uno hubiera deseado:

No puede presentar ninguna duda: la sustitución de las


formas naturales respecto de las abstracciones empleadas
corrientemente por los filósofos parecerá no solamente
extraña, sino tan1bién absurda. Probablemente importará
poco que a tnenudo los mismos filósofos hayan debido
recurrir, aunque con repugnancia, a cérm.inos que ton1an
su valor de la producción de esas formas en la naturaleza,
como cuando hablan de bajeza. (... ) Las flores no enveje-
cen honestamente como las hojas, que nada pierden de su
. . [,, a·,~,·,-a
1 l. Kar! B!ossfelch, (Jrjbrtnen der kUnst , Berlín , 1928 ¡·
" ' 98·. "J"nace1attJ-
belleza, incluso después de muertas: se Inarchitan corno
n~cetij?J~ia ':· © 2006 Karl Blossfeldt Archiv ! Ann u. Jürgen Wilde, KO!n/ Artists
Righrs Society (ARS), Ncw York. viejas ren1ilgadas y demasiado pintarrajeadas y fenecen
rídiculamente en los rallos que parecían ponerlas por las
nubes" (163).

Pero las ciento veinte fotografías de flores ponen en prác-


tica lo originario de las formas por otra razón: el movi-
miento del sínton1a se confunde allí con un verdadero juego)

203
Georges Didi-l·Iubennan
-----~---~ ···-------------···----

el tiempo de la alteración corre allí parejo con un tierrpo de la


infancia, el tiempo festivo de las formas metamorfoseándose
cuando se hojea la obra, de suerte que "el número de cuadros
que se puede crear así es infinito", como lo decía Baudelaire
a propósito de los juguetes ópticos (164). Lo que terminó
por fabricar el sabio profesor Blossfeldt, de hecho no es nada
distinto a un maravilloso libro de imágenes. Más aún, suma-
nipulación espontánea es la de los flip-books, esos libros para
niños donde el hojeado es una regla del juego para producir
un efecto cinético, aunque siempre irregular, dependiente de
la mano, y por 1,) tanto entrecortado.
En adelante se hace ziue d trabajo de Blossfeldt
interesó a Benjamin por su cstruclurl! ci!Íeidoscópica: las formas
se suceden allí para tran:-1f-(>.rni;trs:..:) las morfologías se mues-
tran y se descomponen para metamorfosearse (fig. 12-15).
Desmontajes y remontajes siempre reconducidos, donde cada
metamorfosis adviene con un salto (Sprung) de página a pá-
gina: la forma vegetal se altera, se desmonta, de pronto se re-
compone, difiere, se altera de nuevo en la plancha siguiente, y
así sucesivamente, sin ninguna ley de continuidad previsible.
Es en eso mismo -en ese movimiento dialéctico- que la forma
puede ser llamada "originaria" (ursprünglich). Es en eso tam-
bién que debemos reconocer la plasticidad, pero igualmente
la astucia, la esencial malicia de las formas según Benjamín:
"La variante es flexibilidad y consentimiento, maleabilidad 12. Karl Blossfddt, Uiforrntn der [(unst, Berlín, 1928. Lámina 69: "Asclepias
(Schmiegsame), malicia (Schldue) y omnipresencia" (165). speciosa". © 2006 Kar! Blossfe!dt Archiv / Ann u. Jürgen Wilde, Kt1ln/Anists
Esta estructura caleidoscópica, repitámoslo, no puede Rights Society (ARS), New Yorle
en ningún caso dejarse reducir a una práctica específica. El
caleidoscopio, en Benjamin, es un paradigma, un modelo
teórico. Significativamente, surge en los contextos donde es
interrogada la estructura del tiempo. Bajo el ángulo de la va-
riedad tornasolada de sus combinaciones, el caleidoscopio

204
15. Karl B!ossfeldt, llrjOrmen der [(unst, Berlín, 1928. L~lmina 68: "Parnassia 14. _K._,r] Blossfddr, l!rforrnen der f(unst, Berlín, 1928. Lánlina 1 L3: "Asclepias
pa/ustris". © 2006 Kar! B!ossfeldr Archiv / Ann u. Jürgen Wilde, Küln/ Anists spedosa''. © 2006 Karl Blossfddr Archiv / Ann u. Jürgen Wi!de, Kóln/Artists
Righrs Sociery (ARS), New York. Rights Socicry (ARS). Nevv York.
________
La i111agen-1nalicia
______ _
..,_,,

caracterizará, por ejemplo, a la modernidad según Benjamin:


"(. .. ) lo moderno es también variado como los diferentes as-
pectos de un mismo caleidoscopio" (166). Bajo el ángulo de
la simetría aprcn1iante de sus espejos, el caleidoscopio caracte-
rizará el "curso de ia historia" clestinado, un t{ía u otro, a rom_-
perse entre las manos del niño (es decir, del revolucionario):

:El curso de la historia, tal con10 se presenta bajo el concepto


de la cat;:ÍstrofC, no puede elevar más pretensiones sobre el
pensador que el caleidoscopio en la 1nano del niúo que,
cada vez que lo gira, destruye un orden para hacer nacer
otro nuevo. La imagen tiene derechos, buenas justificacio-
nes. Los conceptos claves siempr'e fueron el espejo gracias al
cual pudo nacer Ja ünagen de un "orden". In caleidoscopio
debe ser roto (167).

En fin, el caleidoscopio ser,\ pensado por Benjamin bajo


el ángulo del desrnorona;níento interior; con10 cuando los pe-
dazos de vidrio, agitados en la lente, permiten ver y escuchar
el moviinicnto de su caída y t{c sus choques. f<~n un texto
ad1nirablc, escrito en 1932) Benjaniin resu1ne así los n1otivos
del tiempo ren1iniscente --la memoria involuntaria tan cara
a Marce! Proust-, del derrumbamiento espacial --esta caída
del "ser-ahí" analizado por Binswanger en los mismos af10s
15. Karl B!osstddr, U1jbnnen der Kunst, Berlín, l ')28. Lárnina l l 5: "Asclepitis
syriaca". © 2006 Karl Blossfddt Archiv ! Ann u. Jürgen Wilde, Küln/Anists
(l 68)- y, para terminar, de la sensación corporal de una ro-
Rights Society (ARS), New York. tura interior:

(... ) la conmoción conduce al derrumban1iento. (. .. ) Nadie


lo sintió rnás nítidamente que Marce! Proust en la n1uerte
de su abuela) que lo conn1ueve pero sin parecerle real hasta
una noche en que, cuando se sacaba sus zapatos, L1.s lágrimas
vinieron a sus ojos. ¿Por qué? Porque se había agachado.

209
Georgcs [)idi-f-fubern1an La imagen-1nalicia

El cuerpo, que es el despertar del dolor profundo puede donde es posible aproximar" las imágenes dialécticas (170),
devenir e! 1nisn10 que el del pensa1niento profundo. Uno y ;Qué decir si no que la lengua en sí nlisn1a debe hacerse cargo
otro recla1nan la soledad. Para quien un día escaló solitario :te la estructura enig1nática, la estructura calcidoscópica de
una montaña y llegó arriba agotado, regresando enseguida Lis imágenes y del tiempo? "Encontrar las palabras para lo
con pasos que sacudían todo su cuerpo, hacia la parte baja que se tiene ante los ojos -cuán difícil puede ser eso. Pero,
de la ITJontaña, el tiempo se distiende, las barreras se de·- cuando ellas llegan, circulan lo real con pcqucnos golpes de
rrumban en su interior y atraviesa trotando las fracciones martillo hasta que graban la irnagen en él con10 sobre un
de instantes co1no en sueños. A veces, intenta detenerse y plato de cobre" (171), La multiplicidad de historias posibles,
no lo consigue. ¿Son sus pensamientos o el camino irregu- según Benjamin, corre decididamente a la par de la multipli-
lar los que lo sacuden? Su cuerpo devino un caleidoscopio cidad de lenguas (172),
que le presenta a cada paso las carr1biantes figuras de la Be allí por qué los motivos del montaje y del caleidosco-
verdad (169), pio convocan indefectiblemente, en Benjamin, el del rompe-
cabezas, El rompecabezas evoca la acción disgregante de la
Este texto de Benjamín describe el montaje de la expe- inuerte (el rompecabezas como arn1a guerrera) o lle la ebrie-
riencia en tanto que tal. l~stá) primero, la caída del cuerpo: dad (el rompecabezas corno vino que sube a la cabeza) -pero
eletnento sintomático ({e toda experiencia donde el sujeto, también, y sobre todo, el trabajo constructivo del pensamien-
arrastrado en un curso literalmente "catastrófico" --figurado to capaz de reconstituir, co1no en el juego ele paciencia que
aquí por la pendiente de la montaña, los desprendimientos lleva el nombre de "rompecabezas chino'', un dibujo único
de piedras, el peso del cuerpo, el paso bamboleante, la fatiga a partir de elemenros erdticos (173), Benjamín veía en el
nerviosa próxima al derrumbamiento--, deviene el juguete de rompecabezas chino, muy en boga en el siglo XIX, la prefi-
su propio movi.miento. Enseguida ocurre el surgimiento de guración de ese fa1noso principio constructivo co1nún a la
1

imágenes, éstas también oscilantes, fulgurantes, renovadas a manera moderna de escribir la historia (174) y de componer
cada paso, como un juego psíquico con la misma caída, Está, obras de arte:
por fin, la constitución de un saber -incluso de una sabidu-
ría- de todo esto: corno la apuesta del movimiento de la caí- El "ron1pecabezas chino" que se puso de rnoda durante el
da y del destello de imágenes reunidas, Ese nudo dialéctico Imperio revela el sentido naciente del siglo para la cons-
explica quizás mejor por qué, en Benjamín, los motivos an- trucción (den erwachenden Sinn des Jahrhunderts flir Kons-
gustiosos, los motivos gnoseológicos y los motivos festivos se truktion). Los dibujos que aparecen sobre los modelos de
encuentran tan a menudo articulados unos con otros. ro1npecabezas de la época con fonnas sornbreadas que re-
Ahora bien, todo eso termina por articularse en la lengua: presentan un personaje, un edificio o un paisaje, son una
el conocimiento en la montana llama siempre a una "legibili- prin1era prefiguración alegórica del principio cubista en el
dad" del tiempo, y sólo la lengua, dice Benjarnin, "es el lugar arte plástico (A verificar: si, en una representación alegórica

210 21 l
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La imagen-malicia
-------

que se encuentra en el C;(abinete) d(e) E(sca1npas), el "juego


XIX, viene del latín vulgar brachitella, diminutivo de brachita,
chino" se discingue del caleidoscopio, o a la inversa) (175).
de bralhium, "brazo". Designa -por analogía de forma, de
Urfórm- un pastel liviano en forma de 8 o de brazos entre-·
¿Cómo realiza la lengua la conjunción entre los fragmen-
lazados, salado y espolvoreado de comino. Si se lo emplea
tos erráticos y el principio constructivo? ()torgándose un
en el otro sentido, el bretzel dibuja algo que se vincula al
ritmo: consagránd.osc al tiernpo. Sólo una n1usicalidad -tc-
símbolo del infinito, lo que daría un sentido muy profundo
1na~ c.on cont.ra-ternas, tnedidas con desn1esuras, tem¡;i con
a la frase del pequeño filósofo. Pero, en realidad, no estoy
polirr1tn1os) tunbres con texturas- perrnite introducir en el
completamente de acuerdo. Habiendo releído a Benjamín,
saber del bistoriador el anacronismo de su objeto (176). Esto
prefiero decir que el tiempo se lanza como un strudel (esa pas-
supone correr riesgos en el modo 1nismo de escribir !a his-
ra hojaldrada que contiene una preparación aromatizada con
toria: allí todavía los niúos y los músicos serán reyes. '~L,a
improvisación hace la füerza. Todos los golpes decisivos son manzana, que generalmente se come tibia). ¿Por qué un stru-
producidos al jugar" (177). Y es de ese modo que Bcnjarnin del? Porque es así corno el propio Benjamín califica el tiempo
del origen: "El origen es un torbellino en el río del devenir"
ter:ninará por asir al vuelo la proposición de un niúo a quien
(im F!uss des Werdens als Strudel) (179). Strudel, en alemán,
ve jugar con las palabras de la lengua corno con las piezas de
es el nombre del remolino, de lo rápido, del torbellino -y,
un rompecabezas chino ... La anotará tan cscrupulosan1ente
por supuesto, del "arrollado de manzanas" ... Tal es la función
como si hubiera sido una palabra de Heráclito:
heurística del placer, del juego con el lenguaje. Igualmente,
escribe Benjamín, "el placer que brinda el mundo de las imá-
C.:(ue uno se imagine ahora este juego (el ron1pecabezas)
genes (... ) se nutre de un sombrío desafío lanzado al saber"
pero invertido, que uno mire una frase dada co1no si estu-
(180). Y nada es más indispensable para el saber que aceptar
viera construida según esta regla. De un solo golpe ella de-
ese desafío.
bería adoptar para nosotros un rostro extraño, estiinulante.
(. .. )Y las frases que un niño lanza jugando con las palabras
(1999)
tienen verdaderan1ente 1nás relación con los textos sagrados
que con la lengua corriente de los adultos. Aquí un ejemplo
que inuestra el lazo que establece entre !as palabras (. .. ) un
niúo (a los doce años): "El tie111po se lanza como un bretzel
en la naturaleza" (Die Zeit schu;ingt sich wie ein e Brezef durch
die Natur) (178).

Que el mencionado niño n1e perdone este último cornen--·


tario: la palabra bret:zel, existente en francés a finales del siglo

212
213
La in1agen-1nalicia

ecl. G. Scholem y T.W. Adorno, Francfort, Suhrkamp, 1966 (ed.


1978). Id. Gesammelte Schriften, ed. R. Tiedemann y H. Schwep-
penhauser, Francfort, Suhrkamp, 1972-1989.
3) C. Coquio, "Benjamin et Panofskydevant l'image", Présence{;)
de Walter Benjamin, dir. J.-M. Lachaud, Bordeaux, Publications
du service culturel de l'université Michel de Montaignc, 1992,
NOTAS p. 26.
4) W. Benjamin, Lettre nº 26 a Florens Christian Rang,
1) Así, no hay entrada "Walrer Benjamin" en A. Burguiere 9/12/1923, Correspondance,1. 1910-1928, ed. G. Scholem yT.W.
(dir.)i Dictionnaire des sciences historiques, Paris, PUF, 1986, o en Adorno, trad. G. Petitdemange, Paris, Aubier-Montaigne, 1979,
la bibliografía de J. Le Goff, Histoire et mémoire, Paris Gallimard, p. 294 (advirtamos que la fórmula evoca, si es que no retoma tex-
1988. En veinte años de Annales, el nombre de Benjamin (según tualmente, un fragmento de I(arl Marx en K. Marx y F. Engels,
los índices de M. Grinberg e Y. T rabut, Vingt années d'histoir: L 'ideologie allemande (1846), trad. H. Auger, G. Badia, J. Baudrillard
et de sciences humaines. Table anafytique des Annales, 1969-1988, y R. Cartelle, Paris, Éditions sociales, l 968, p. l 08, y citada por
Paris, Arn1and Colin, l 991) no es citado más que una sola vez el rnisrno Benjarnin en Paris, capitale du X!Xe. siCcle. Le livre des
en un breve informe, por Michael Werner, del libro de R. Kany, passages (1927-1940), trad. J. Lacoste, Paris, Le Cerf, 1993, p. 484:
Mnernojyne a!s f>rograrnm. Geschichte, Erinnerung und die Andacht "No hay historia de la polírica, del derecho, de la ciencia, del arte,
zum Unbedeutenden im Werk von Usener, Warburg und Benjamin de la religión, ere.").
Tübingen, Niemeyer, 1987. Cf. Arma/es E.S.C., XLI!I, 1988, nº 5) !bíd., p. 296.
4, p. 932-9.74. En fin, el nombre de Walter Benjamin no aparece G) Como lo piensa, particularmente, M.-C.Dufour-El Maleh,
de 1nodo significativo en ninguna historia de la historia del arte. La Nuit sauvée. Wa!ter Benjarnin et la pensée de l'histoire, Bruxelles,
Cf. particularmente G. Bazin, Histoire de la histoire de l'art de Va- Ousia, 1993, p. 10-36.
sari a nos jours, Paris, Albin Michel, 1986. U. Kulrermann, Jhe 7) W. Benjamin, Leme nº 126 a Floreos Christian Rang, Co-
History ofArt history, New York, Abaris Book, 1993. rrespondance, !, op. cit., p. 295.
2) W. Benjamin, "Theses sur la philosophie de l'histoire" 8) !bid, p. 295. Notemos que Sto/f denota el "rema", el "con-
( 1940), trad. M. de Gandillac, L 'Homme, fe langage et la culture, Paris, tenido" de una obra de arte, pero también -y ante todo- su "ma-
Denod-Gomhiet, 1974, p. 188. Id., "Sur le concept d'histoite" terial". En los dos casos, el término se opone a fOrm.
(1940), Ecrits ftanrais, ed. J.-M. Monnoyer, Paris, Gallimard, 199, 9) !bíd., p. 295-296.
p ..'343, donde la expresión es: "Se considera que (el historiador) 10) Cf. particularmente los comentarios de D. Payot, Anachro-
peina en sentido contrario el pelo demasiado lustroso de la historia". nies de l'a?uvre d'art, Paris, Galilée, 1990, p. 131-151. S. Moses,
Citaré en general los textos de Benjamin según la traducción france- L 'ange de l'histoire. Rosenzweig, Benjamin, Scholern, Paris, Le Seuil,
sa existente. Para el texto original, me remito a W. Benja1nin, Briefe, 1992, p. 123-125. l. Wohlfarth, "Smashing the Kaleidoscope:

214 215
Gcorges Didi-1--Iuberman La in1agcn-n1alicia
---""~ ··---------· ·--- ----~"'- -·-·-·-~-·--"""" ___ ,_

Walter Benjarnin's Critique of Cultural Srory", Walter .Benjanún lll, 1975, nº 1, p. 5-25. e Coquio, "Benjamín et Panofsky devant
and the Demands of History, dir. M.P. Steínberg, lthaca-Londres, l'image", art. cit., p. 27. . . ,,
Cornell Universiry Press, 1996, p. 190-205. Será menester, ade- 15) W. Benja1nin, "Eduard Fuchs, collectionneur et htstonen
1nás, conectar las exigencias expresadas en ese cexto de 1923 con (1937), trad. P. lverncl, Macula, nº 3-4, 1978,_p. 42-59. (H.ay
la noción de "crítica inn1ancnte" analizada por Benjamin en el traducción al español: Discursos interrumpidos 1, 1 aun.is, Madnd,
romanticisrno. Cf. W. Benjamin, l.e concept de critique esthétique 1982). Cf L Wohlfarrh, "Smashing rhe Kaleicloscope: Waltcr
dans le llomantisme allemand (l 920), trad. P. Lacoue-Labarthe y !lenjamin's Critique of Cultural Hisrory", art. cit::
p. 190-205 ..
A.M. Lang, Paris, Flammarion, 1986, p. 117-134. (Hay traduc- 16) W. Benjamín, "Johann Jakob Bachofen (J 935), EcrltS
ción al español: El concepto de crítica de arte en el romanticistno frcmrais, op. cit., p. JO 1. (Hay traducción al español: revista ECO,
alemán, Edíc. Península, Barcelona, 1988). nº 221, Bogotá, marzo 1980).
11) W. Benjamín, "Peinture et graphisme" (1917), trad. P. 17) Cf G. Scholem, "Walter Benjamin" (1964), trad. P.
Penisson, La Part de l'cril, nº 6, 1990, p. 13. Id., Lettre nº 62 a lverncl, Benjamin et son ange, Paris_, Payot-Rivages, 1995, p. 3 l,
Emst Schoen, fin 1917, Correspondance, !, op. cit., p. 159-160: " ... "'I'odo ]o q~e era pequeño ejercía sobf'e él la n1ayor atracción. ~no
re envío una nota sobre la pintura, tan provisoria, que en otras cir- de sus rnás fuertes irnpu.lsos consistía en expresar o descubrir la
cunstancias hablaremos sobre su contenido.(. .. ) Para n1Í se trata de erfección en lo pequeño o en lo 1ninúsculo ..Autores tales corno
lo siguiente: en contra de ese fenómeno desagradable en función
del cual hoy las tentativas de hacer la teoría de la pintura moder-
f.r, Hebel 0 SJ Agon, qne lograban la perfección con hisronas ex-
treinadamente reducidas, podían etnbelesarlo con frecuencia. Que
na degeneran pronto en teorías del progreso o del contraste en lo más grande se abre en lo 1nás pequeflo, que el 'buen [)ios habita
relación al gran arte del pasado, esbozar primero la base universal- en el detalle', con10 tenía la costun1brc de decir Aby Warburg,
mente válida de un punto de vista conceptual de lo que nosotros allí estaban para él las ídeas fundamentales bajo las relaciones n1ás
concebimos como pintura. Entonces, dejé de lado toda conside- diversas".
ración de la pintura rnoderna, aunque en su origen esta reflexión 18) Cf. G. Dicli-Huberman, La llessemblance informe, ou le gai
haya nacido de su indebida absolutización". savoir selon Georges Bataille, Paris, Macula, l 995, p. 280-333 (Ba-
12) Cf. G. Didi-Huberman, L 'Empreinte, Paris, Centre Geor- taille-Einsrein), 249··252 y 360-368 (Bataille-Freud), 379-383 (Ba-
ges Pompidou, 1997, p. 16-22 y 181-190. taille, Benjan1 in, Warburg). Sobre la analogía entre el Bilderatlas de
13) W. Benjamín, "Currículum virae" (1925 y 1940), Écrits Warburg y el "montaje" en Benjamín, cf S. Weígel,"Lesbarkeír.
autobiographiques, trad. C. Jouanlanne y J.-F. Poirier, Paris, Chris- Zum BHd- und Kürperged:ichtrüs in der ,_Ibeorie", Manuskripte.
tian Bourgois, 1990, p. 25, 31 y 40. Zeit;chrift für Literatur, XXXII, 1992, nº l 15, P· 13-17.
14) Cf. W. Kempf, "Walter Benjamin und die Kunsrwissens- 19) Cf G. Didí-l·!uberman, L 'image survivant. Histoire de l'art
chaft, l. Benjamins Beziehungen zur Wiener Schule", Kritische et temps des Jantórnes, Paris, Minuit, 2002.
Berichte, I, 1973, nº 3, p. 30-50. Id, "Walter Benjamin und die 20) W. Benjamín, Paris, capitale du X!Xe, siecle, op. cit., p.
Kunsrwissenschafr, 2. Walrer Benjamin und Aby Warburg", ibíd., 107-125 y 794-796.

216 217
- - - -Georges Didi-I-Iuberrnan ----
La itnagen-malicia
""~"-""""'""-~---···-

_21) Id, :~Sur le pouvoir d'inlitation", Cf''uvre !!. Poésie et révolution. wert erscheint.. Walter Benjamin und das Warburg-Institut:
Pans, Denoel, _1971, p. 49-52. Id, ""Ihéorie dela ressemblance" (193i) einigc I)okun1ente", Aby Warburg. Akten der internationa!en
trad. M. Vallots, Revued'esthétique, N.S., nº l 1, 1981, p. G!--65. , Symposions Ifarnbiu:r, 1990, dir. H. Bredekarnp, M. Diers et G.
22) Id., "Paralipomenes et variantes de L 'Cf'uvr~ d'art a f'épo ue Schoell-Glass, Weinheim, VCH-Acra l-fomaniora, 199í, p. 87-
desa reproduction mécanisée"(J936) trad J-M M . E' q 94. C. Knorr, "Walter Benjarrlins [frsprung des deutschen trauers-
, . ' · · · · onnoye1, ~crits
fran¡-azs, op. cit., p. 180. pief und die Kunstgechichte", ](ritische _Berichte, 1994, nº
23~,A. Warburg, "'I'exre de clóture du sén'linaire sur Jacob Burc- 2, p. 40-56.
khardt 0927), trad. D. Meur, Les Cahiers du Musée national d'Art 29) W. Benjamín, Origine du drame baroque al!emand (1928),
moderne nº G8 1999
. . '. ' ' P· 21 -23 ' con m1· con1entano . ",
Sismogra- trad. S. Mul!er et A. Hirt, París, Flammaríon, 1985, p. 149-169.
phre~ du temps: War~'urg, Burckhardr, Nietzsche", ibid, p. 5-20. 30) W. Benjamín, Lettre nº 169 a Hugo von Hofmannsthal,
2 1) W. BenJam1n, Paral1porr1enes et variantes des thCses Sur l 8/2/1928, leme nº l 68 aGerhard (Gershom) Scholem, 30/1/1928,
concept d' histoir "(1940) . d ] M M · . e Correspondance, I, op. cit., p. 419 y 416.
. e ' tla · .-1 · i onnoycr 1 Ecrits francais
op. rn., p. 352. ' ' 31) Cf. C. lmbert, "Le présent de l'histoire", Walter Benjamín et
25) Id, París, capitale du X!Xe. síecle, op. cit., p. 48], París, dir. H. Wismann, Paris, Le Cerf; 1986, p. 762-764. C Co-
26),Cf: G. Didi-Huberman, "Pour une anthropologie des sin- quio, "Bcnjanün et Panof5ky devane l'ünage", art. cit., p. 30-49.
gula~·rtes f~rn1eHes .. Remargues sur l'invention warburguienne", 32) Cf. G. Didi-Hubennan, Devant !'únage. Question posée aux
Geneses. Sciences socia/es et histoire, nº 24, 1996, p. 145-163. fins d'une histoíre de l'art, Paris, Minuit, 1990, p. 205-218.
27) W. Benjami2',París, capita!e du X!Xe. siecle, op. cit., p. 190- 33) W. Benjamin, Origine du drame baroque al!emand, op.cit,,
219. A .. Warburg1 L art du portrait et la bourgeoisie fl.orenrine. p. 43-44.
lJ0 1n~n~c~ Ghirlandaio a Santa Trinita. Les portraits de Laurent 34) E. PanofSky, La Renaissance et ses avant-courriers dans l'art
de Med1c1s
. .
et de son emourage" (1902) ' trad
~
S M u 11er, E~ssats. flo-
· · d'Occident (1960), trad. L Verron, París, Flammarion, 1976.
rentms, Pans, Klincksieck 1990 p 101-13)- Ot· .
' ' · · 1as ana1agras , entre 35) Id,, "Le probleme du temps historique" (1931), trad. G.
los dos pensadores son puestas de relieve por W. Kemp "W ¡ Ballangé, La perspective comrne farrne symbo!íque et autres essais, Pa-
B · · d , a ter
cn1a1ntn un,, die ~unsrwissenschaft, 2. Walter Benjamin und ris, Minuit, 1975, p. 225.
Aby_Warburg ' art. crt., p. 5-25. G. Agamben, "Aby Warburg et 36) Id, "L' hisroire de 1' art est une discipline humaniste"
la sc1ence sans nom" ( 1984) ttad M D ]]' O
, . . ' · · e
d
mo arme, mage et
¡ ( 1940), trad. B. y M. Teyssedte, L '(Euvre d'rm et ses significations.
memom,
.
· ¡1ausen- La uster,
Pans, Hoebeke , 1998 , p • 43 • 1M ] es1ng Essaís sur les "arts visuels''. Paris, Gallimard, 1969, p. 27-52.
Die Suche nach der symbolíschen Form . Der 1\.rets v ¡ .
v ·
un d d'ze 1\.U turwts- 37) W. Benjamin, "Theses sur la philosophie de l'histoire", art.
senschafiliche Biblíotek Warburg, Baden-Baden, Valemin Koerner cit., p. 186 y 196.
1985,p. 273-303. ' 38) Ibíd, p. 193.

28) Cf C Coguio, "BenJ·amin et Panofsky devant !'1· mage ", art.
e
39) P. Szondi, "Espoir dans le passé. A propos de Walter Ben-
cit., p. 28-49. M. Brodersen, "Wenn limen die Arbeit des Intereses jamin", (1961), trad. S. Bollack, Poésies et poétiques de la rnodernité,

218 219
- -...... . ____ __ ____ __
___ - - -(~eorges Didi-Hubern1an
,, .. ,, ,,,,, ,,, __ __
, La ilnagen-malicia
'"-·~~·--~·-·- ---~·~·- .....-

Lille, Presses univesitaires de Li!le, 1981, p. 33-48. La expresión 1-15. J-M. Gagnebin, Zur Geschichtsphilosophie VWdter Benjamín.
fue retom~1da por f-L Mayer, Walter Benjamin. l?éjlexions sur un Die Unabgeschlossenheit des Sinnes, Erlangcn, Palm & Enke, 1978.
contemporain (1992), trad. A Weber, Paris, Gallimard, 1995, p. Id, l-listoire et narration chez Wrtlter Benjamin, Paris, I~Harmattan,
70-84.
1994. E Desideri, 'Wálter Ben¡amin, il tempo e la forme, Roma, Edi-
40) Cf G. Didi-Huberman, "Savoir-mouvement (l'homme qui tare Riuniri, 1980, p. 307-357. Id, La porta della giustizia. Saggi
parlait aux papillons)", prefacio a P.-A Michaud, Aby Warburg et su 'Wálter Benjarnin, Bologna, Pendragon, 1995, p. 139-152. P. Pu·
llrnage en mouvement, París, Macula, 1998, p. 7-20. llega, Commento alfe 'Tesi di ji!osojia della historia' di 'Wálter Benja·
41) W. Benjamin, París, capitale du X!Xe, siecle, op. cit., p. min, Bologne, Cappelli, 1980. C. Hering, Die Rekonstruktiori der
405-406, Cf igualmente p. 880-88 l. Revolution. -Vlalter Benjamin mesianischer Materialismus in den lhe-
42) Cf. G. Simon, Le Regard, l'etre et l'apparence dans l'optique sen "Über den Begriff der Geschichte'', Francfort-Berne, Peter Lang,
de l'Antiquité. Paris, Le Seuil, 1988. 1983. E. Mazzarella 'Tangelo e l'attesa. Allegoria e simbolo nelle
43) Sobre la permanencia de este pensamiento de la historia en 'Tesi di fi!osofia della storia' di Walter Benjamín", Nietzsche e la
Benjamín, cf S. Mases, L'Ange de l'histoire, op. cit. p. 95. Toda la storia. Storicita e ontología della vita, Naples, Guida, 1983, p. 168-
primera entrevista de Benjamin con Scholem, el 21/711921, llevaba 187. M. Sagnol, "Théorie de l'histoire et théorie de la modernité
ya la huella de esta preocupación (Cf. G. Scholcm, Walter Benja- chez Benjamin", L'Homme et la societé, nº 69-70, 1983, p. 79-93.
rnin. Histoire d'une arnítié (1975), trad. P. Kessler, Paris, Calmann- U. Opolka, "Le 1nC1ne et la sirnmilitude: a propos de la conception
Lévy, 1981 (éd. 1989), p. 16: "Entra muy rápido en lo vivo del de l'histoire de Walrer Benjamin", trad. L. Cassagnau, Weimar ou
sujeto. Me dijo que se interesaba rnucho en la naturaleza del pro- l'explosion de la modernité, dir. G. Raulet, Paris, Anthropos. 1984, p.
ceso histórico"). Preocupación que debía prolongarse hasta 1940, 223-239. E. Greblo, "Esperienza e storia in Benjamín'', Il Mulino,
el momento de las tesis Sur le concept d'histoire. Sobre éste último XXXIV, 1985, nº 302, p. 950-970. B. Witre, 'Wálter Bmjamin. Une
texto, fundamental en rnás de un sentido, cf. los materiales recogi- biographie (1985), trad. ABernold, Paris, Le Cerf, 1988, p. 81-106
dos por P. Bulthaup (dir.), Materialen zu Benjamins Thesen "Über y 247-254. E. Rutigliano, "Walter Benjamin e la storia'', Sociologi.
den Begriffder Geschichte': Beitrdge und lnterpretationen, Francfort, Uomini e problemi, Milan, Angeli, 1990, p. 176-202. R Rochlitz, Le
Suhrkamp, 1975. Cf. igualmente la excelente edición italiana de DésenchanterY1ent ele l'art. La philosophie de Walter Benjarnin, Paris,
W Benjamin, Su! concetto di storia, ed. G. Bonola y M. Ranchetci, Gallimard, 1992, p. 265-269. G. Bonola, "Redenzione del passato.
Turin, Einaudi, 1997. Sobre las tesis de Benjamin, cf. P. Missac, Su origine e senso delle metafore di salvezza neHe tesi 'Sul con-
"L'ange et l'automate. Notes sur les 'ThCses sur le concept d'histoire' cetto di storia' de Benjamin", Discipline ftlosofiche, nº 1, 1994, p.
de Waltet Benjamin", Les Nouveaux Cahiers, nº 42, 1975, p. 43-52. 143-165. K Anglet, Afessianitiit und Geschichte. 'Wálter Benjamin
Id, "Ce sont des thCses. Sont-ce des thCses?", Revue d'esthétique, Konstruktion der historischen Dialektik und deren Aujhebung ins Es-
N.S., nº 8, 1985, p. 199-209. N Pasero, "Per un commento alle chato!ogische durch Erik Peterson, Berlin, Akademie Verlag, 1995. G.
'Tesi di filosofía della storia' di Walter Benjamin", l.'immagine ri- Raulet, Le Caractere destructeur. Esthétique, théologie etpolitique chez
flessa. Revista queadrimestrale di sociología dei testt~ nº 1, 1977, p. 'Wá!ter Benjamín, Paris, Aubier, 1997, p. 195-245.

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·----·...- - , , - - ···---- ___
...
(;eorges
_____ ............ _____ ____ _
Didi-f-Iubcnnan
,._.., , ,,
La imagen-rnalicia

44) W. Benjarnin, J>aris, capitah: clu .X!Xe. siCc!e, op. cit., p. l'histoire chez Walter Benjamin'', Recherches de sciences religieuses,
4,77: "Superar la noción de 'progreso' y superar la noción de 'pe- LXXIII, 1985, nº 3, p. 381.400. S. Mosi:s, L/lnge de l'histoíre,
nado de decadencia' no son más que dos aspectos de una única op.cit,, p. 95· l OL
y misma cosa". 53) Walrer Benjamín, París, capítale du X!Xe. siecle, op, cit,, p.
45) !bíd, p. 475 y 686, 65, !07·125, 172, 182, 190·219, 232, 515, 536, 555-557, etc
46) fbíd, p, 494. Cf íbíd, p. 312 (donde Benjamín cita a Baude. 54) Id, "Theses sur la philosophie de l'histoirc", arr. cit., p.
laire, quien, según él, "opone una concepción r:nonadológica a la idea 184. Id, "Sur le concept d'histoire", are cit,, p. 340.
del progreso en la historia del arte") y p. 55 (donde Benjainin cita a 55) Id, Lettre nº 264 a Gerhard (Gershom) Scholem, 9/8/1935,
Maxime du Camp: ".La historia es corr10 Jano, tiene dos caras"). Correspondance Il 1929-1940, éd, G. Scholem y TW. Adorno,
47) !bkl, I" 485 y 491 ("Es menester fundar el concepto de trad. G. Petitdemange, Paris, Aubier·Montaigne, 1979, p. 183.
r:ogreso en la idea de catástrofe"). Sobre la crírica del pr~greso, 56) Cf L Wohlfarth, "Et cerera? De !'historien como chiffonier",
cf. M. Lov,.y, "Walter Benjarnin critigue du progrCs: !a rccher- a Walter Benjamin et París, op, cit,, p. 559·609, Cf igualmente M.
che de l'expéricnce perdue", Walter Benjarnin et ]Yaris, op. cit., p. Sagnol, "La méthode archéologique.de Walter Benjamín", Les
629-639. A. M ünster, J>rogrd!s et catastrophe. Wa!ter Benjarnin et Temps rnodernes, XL, 1983, nº 444, p, 143·165.
l'histoire. Réflexions sur !'itineraire phi!osophique d'un marxisn1e "mé- 57) W. Benjamín, Sens unique (1928), trad. J, Lacoste, París,
lancoliqiie'; París, Kimé, l 996, p. 7. 19. Les )erres Nouvelles-Maurice Nadeau, 1978, p. 16L (Hay traduc·
48) W. Benjamín, Paris, capitale du X!Xe. siecle, op, cit., 836. ción al español: Dirección única, Alfaguara, Madrid, 1987),
49) fbícL, p. 492. Cf igualmente p. 437.439 donde de la dis- 58) Cf, especialmente H. Pfotenhauer, "Benjamín und Nietzs·
continuiclad de la historia se deduce su carácter inacabado. che': "Links hatte noch alfes sich zu entrii.tseln ': Wa!ter Benjamin im
50) fbíd, p. 487 (citando a Griilparzer): '"Leer en el porvenir Kontext, dir. B. Linden, Francfort, Suhrkamp, 1978, p. 100-126.
es dificil, pero ver purarnente en el pasado es n1ás difícil aun; digo F. Desíderi, Walter Benjamín, íl tempo e le forme, op. cit., J 1.40,
puramente, es decir, sin rnezclar con esta rnirada retrospectiva todo N. Bolz, "Des conditions de possibilité de l'expérience historl-
lo que tuvo lugar en el intervalo'. La 'pureza' de la nürada no es que", trad. C Bemer, Walter Benjamin et París, op. cit,, p. 467·
tan difícil como imposible de alcanzar". 496. C !mbert, "Le présent et l'histoire", are cit., p. 743,792,
51) Id, "-Hteses sur la philosophie de l'hístoire", are cit., p. S. Moses, L/lnge de la histoire, op. cit,, 167-172. Id "Benjamín,
,;94·195. Cf Id "Sur le concept d'histoire", are cit. p. 346. Id Nietzsche et l'idée de l'étemel rerour", Europe nº 804, 1996, p.
Eduard Fuchs, collectionneur et historien'', art.cit., p. 42 ("El a
140·158. F. Proust, L'Hístoire contretemps. Le temps hístorique
historicismo presenta la imagen eterna del pasado"). chez Walter Benjamín, París, Le Cerf, 1994, (reéd. Le Livre de
52~ Id, "Theses sur la philosophie de l'histoire", art. cit. p. Poche, 1999), p. 9-26,
193. Cf R Tiedemann, Etudes sur la phílosophie de Walter Benja· 59) W. Benjamín, "Eduard Fuchs, collectionneur et historien",
mm (1973), trad. K Rochlitz, Arles, Acres Sud, 1987, p. 131·169. art. cit., p. 43 (en el texto de Benjamín se encuentra la palabra
G. Perítdemange, "Le seuil du present. Défi d'une pratique de francesa ramasseur, p. 50).

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Georges Didi-Hubcrman
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--------- -----=-----
60) Cf. W. Benjamín, París, capitale du X!Xe. sii:cle, op. cit., p.
69) W. Benjamín, "Thi:ses sur la philosophie de l'histoire", art.
126-150, 241, 410, 423-433, 543-·554, 836, etc.
cit., p. 186-188. Id., "Sur le concept d'hisroire", art. cit., p. 342-
61) lbíd., p. 230; "(... )estamos menos sobre la huella del alm;;
343. Cf. S. Mosi:s, L'Ange de l'hístoire, op. cit., p. 153-155.
que sobre la de las cosas. Buscamos el árbol totémico de los objetos
70) S. Freud, Conftrences d'introduction a la psychanalyse
en lo más recóndito de la prehistoria" (Urgeschichte).
(1916-1917), trad. F. Cambon, París, Gallimard, 1999, p. 363·
62) Cf e;. Didi-1-Iuberman, "Viscosités etsurvivances. I.;histoire 364. El pasaje es célebre pero merece ser recordado: "En el curso
de l'art a l'épreuve du materiau", Critique, LJV, 1998, nº 611, p. de los tiempos, la humanidad ha debido soportar de parte de la
138-162.
ciencia dos graves afrentas a su ingenuo amor propio. La primera
63) W. Benjamín, París, capitaleduX!Xe. sii:cle, op. cit., p. 370. cuando se enteró de que nuestra Tierra no era el centro del uni-
Cf. igualmente p. 140-144, 478-479, etc. verso, sino una ínfima partícula dentro de un sistema cósmico
64) !bid., p. 477. apenas imaginable en su grandeza. Para nosotros, esa afrenta se
65) !bid., p. 686 (citando a Alfred Gotthold Meyer): "Los asocia al nombre de Copérnico 1 aunque ya la ciencia alejandri-
mentos' son sustancias que producen o aceleran la descornposición na había proclamado algo serr1ejante. La segunda, cuando la in-
de cantidades comparativamente grandes de otras sustancias org,i- vestigación biológica redujo a la nada el supuesto privilegio que
nicas ... Pero esas 'otras sustancias orgánicas' sobre las cuales los fer- se había conferido al hombre en la Creación, demostrando que
mentos ejercen su poder de desco1nposición, son formas estilísticas provenía del reino animal y poseía una inderogable naturaleza
transmitidas por la tradición". animal. Esta subversión se ha consumado en nuestros días bajo la
66) lbíd., p. 345, etc. Sobre el tiempo histórico como flujo y influencia de Darwin, Wallace y sus predecesores, no sin la más
reflujo en Benjamin, cf F. Proust, L 'Histoire a contreternps, op. encarnizada renuencia de los contemporáneos. U na tercera y rnás
cit., p. 59-104. sensible afrenta, empero, está destinada a experirnentar hoy lama-
67) W. Benjamín, París, capitale du X!Xe. sii:cle, op. cit., p. 831. nía humana de grandeza por obra de la investigación psicológica;
Id., "Fouilles et souvenir" (1932), trad. J.·F. Poirier, Jmages de ésta pretende demostrarle al yo que ni siquiera es el amo en su
pensée, Paris, Christian Bourgois, 1998, p. 181-182. Comenté el propia casa, sino que depende de unas mezquinas notícias sobre
segundo pasaje en Ce que nous voyons, ce qui nous regarde, Paris, lo que ocurre inconscientemente en su alma". (I-Iay traducción
Minuit,1992, p. 129-135, a continuación de C. Perret, Waiter al espaúol: S. Freud, Obras Completas, Conferencias de introduc-
Benjamín sans destín, Paris, La Différence, 1992, p. 76-80. ción al psicoanálisis (Parte l!I, 1916-1917), Vol. XVI, Amorrortu
68) Cf. G. Agamben, "Walter Benjamin e il demonico. Felicita e editores, Buenos Aires, 1987). Cf. igualmente id., "Une difficul·
redenzione storica nel pensiero di Benjamin", Aut aut, nº 189-190, té dans la psychanalyse" (1917), trad. F. Cambon, L1nquíetante
1982, p. 143-163. R.-P. Janz, "Expérience mythique et expérience Etrangeté et autres essais, Patis, Gallimard, 1985, p. 1?3-187.
historique au XIXe. Sii:cle, trad. J.·R. Pavet y M. Sagnol, Walter 71) W. Benjamín, París, capítale du X!Xe. sii:cle, op.cit., p. 420.
Benjamín et París, op. cit., p. 453-466. Cf. igualmente p. 384-385 (recuerdo, sinestesia, puzzle), 414-
4 l 5 (inconsciente "visceral" e inconsciente "del olvido"), 417 (el

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Georgcs Didi-Huberman
" "
La imagen-rnalicia

inconsciente de Jung es intemporal), 420"421 (Proust y la memoria 81) Ibíd., p. 405"406 y 481.Cf. B. Kleiner, "L'éveil comme ca"
involuntaria), etc. rcgorie centralc de l'expérience historique dans le Passagen-Werke
72) lbíd, p" 77" de Benjarrün. La signification de la psychanalysc pour le sujer de
73) G. Bataille, Madame Edwarda (1941), (Euvres Completes, l'historiographie n1atérialisre", trad. A. f)eligne, Walter Benjamin
JI!, Paris, Gallimard, 1971, p" 19 (Hay traducción al español: Ma" et Paris, op. cit., p. 497 -515. G. Didi-Huberman, ce que nous VO··
dame Edwarda, Premia editora, México, l 977)" yons, ce que nous regarde, op. cit., p, 144-152.
74) W. Benjamin, "Romans policiers, en voyage" (1930). lmages 82) Citado por E"R Gombrich, Aby Warburg An fnte!lectual
de pensée, op. cit., p. 146: 'Similia similibus. El apaciguamiento de Biography, Londres, The Warburg lnstiture, 1970, p" 253.
una angustia por otra es nuestra salud". 83) W. Benjamin, París, capitale du XIX siecle, op. cit., p. 512"
75) Sobre las relaciones de la infancia y la historia en Benjamín, 513.
cf H.T. Lehmann, "Die Kinderseite der Geschichte. Zu Walter Ben" 84) Sobre esta noción capital de "i.magen dialéctica", cf P.
jamin Passagen" Werk''. Merkur, nº 37, 1983, p. 188" 196. Id, "Re" Missac, "L'ange et l'automate"., art.-cit., p. 45. Id., "Ce sont des
marques sur l'idée d'enfance dans la pensée de Walter Benjamin", thi:ses. Sont"ce des thi:ses?", atr. cit.", p. 202"208. R. Rochlitz,
trad. G. Riccardi y M. Sagnol, Wtdter Benjamín et Paris,op. cit., "Walrer Benjamin: une dialectiquc de l'irnage'', Critique, XXXIX,
p. 71"89. B. Lindner, "Le Passagen" Werk, Enfance berlinoise et ar" 1983, nº 431, p. 287 "319. Id, Le Désenchantement de l'art, op. cit.,
chéologie du 'passé le plus récem"', trad. A Courbon, ibíd., p. p" 279"289. M. Pezella, "lmage mythique et image dialectique.
13"32. Y sobre todo el hermoso libro de G. Agamben, Enfance et Re1narque sur le j)assagen- Werk", Walter Benjarnin et Paris, op. cit.,
histoire. Destruction de l'expérience et origine de lhistoire (1978), p. 517"528, C. lmbert, "Le présent et l'hisroire", art. cit., p. 791"
trad. Y. Hersant, Paris, Payot, 1989. (Hay traducción al español: 792. S" Buck"Morss, The Dialectics ofSeeing Wa!ter Benjamin and
Infancia e historia, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2001). the Arcades Project, Cambridge"Londres, 1he MIT Press, 1989, p"
76) W. Benjamin, "ParalipomCnes et variantes des rheses Sur le 120"] 26, 209"222, 238"250, etc. S. Mosi:s, L 'Ange de l'histoire, op"
conceptd'histoire'', art. cit., p. 351y353"354. cit., p. 148"149. C. Perret, Walter Benjamin sansdestin, op. cit", p.
77) Cf. especialmente G. Carchia, 'Tempo estetico e tempo ] 12"119 y 163"167. G. Didi"Huberman, Ce que nous voyons, ce
storico in Walter Benjamin", Walter Benjamin. Tempo, storia, lin- qui nous regarde, op. cit., p. 125"152. J. McCole, Walter Benjamín
guaggio, dir. L. Belloi y L. Lotti, Rome, Editori Reuniti, 1983, p. and the Antinomies ofTradition, lthaca"Londres, Come!! Univer"
184" 185. R. Bischof y E" Lenk, "L'intrication surréelle du réve et siry Press, 1993, p. 280-303.
de l'histoire dan les Passages de Benjamin", trad. P. Andler, Wa!ter 85) W. Benjamin, "Zentralpatk. Fragments sur Baudelaire"
Benjamin et Paris, op. cit., p. 179" 199. C. Perret, Walter Benjamín (1938"1939), trad. J. Lacoste, Charles Baudelaire. Un poete lyrique
sans destin, op. cit., p. 71"132. a l'apogée du capitalism, Paris, Payor, 1982, p. 240.
78) W. Benjamin, Paris, capitale du X!Xe. sii:cle, op. cit., p. 113. 86) Id., "Paralipomenes et variantes des thCses Sur le concept
79) !bíd., p. 406. Cf. igualmente p. 322. d'histoire", art. cit., p. 348.
80) Jbíd, p. 474, 482"484, 489,505. 87) Ibíd, p. 350.

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Georges Didi-1--Iuberman La i1nagen-malicia
~~~~~~~~-

88) Id "Theses sur la philosophie de l'histoire", art. cit., p. expresado mi desacuerdo en Ce que nous voyons, ce qui nous regarde,
186. Cf. id., "Sur le concept d'histoite", are. cit., p. 342. op. cit., p. 110 y 133-134).
89) Id. "Sur le concept d'histoire", art. cit., p. 341. Recuerdo 99) c;.w.F. Hegel, La raison dans l'histoire. fntroduction ala phi-
que se trata allí del texto francés de las "tesis", tal co1no fue corn- losophie de l'histoire (1822-1830), trad. K. Papaioannou, Paris, Plon,
puesto por el mismo Benjamín. Para el texto ale1nán, que es dis- 1965, p. 47: "La razón gobierna el mundo y(. .. ), en consecuencia,
tinto, cf id., "ThCses sur la phi!osophie de l'histoire", art. cit., p. la historia universal se desarrolló también racionalrr1ente".
185-186. 100) Ibíd., p. 214: "En la medida en que tomamos conoci-
90) Id., París, capitale du XIXe. sii:cle, op. cü., p. 491. miento de la historia, ésta se presenta en prirr1er lugar corno la
91) Ibíd, p. 478-479. Cf. igualmente p. 409, 480-481, 483, historia del pasado. Pero no es n1enos verdadero que se trata al
491. misrno tie1npo del presente. Lo que es verdadero es en sí y para sí
92) fbíd, p. 494. eterno.; no es de ayer o de mañana, sino absolutamente actual: es
93) lbíd., p. 477-478. "ahora" y significa una presencia absoluta. Lo que parece pertene-
94) Ibíd., p. 896: "Las imágenes dialécticas son símbolos de de- cer al pasado está eternamente conservado en la Idea".
seo ( Wunschsymbole). En ellas se presentan, al rnismo tiempo que 101) !bíd, p. 106··113. Cf. id Lerons sur la philosophie de
la cosa misma, el origen ( Ursprung) y la decadencia ( Untergang) l'histoire (1830-1831), trad. J. Gibelin, Paris, Vrin, 1963 (éd. re-
de éste". vue, 1970), p. 26-40, Cf. igualmente J. Hyppolite, fntroduction
95) fbíd, p. 494. a la philosophie de l'histoire de Hegel, Paris, Marce! Rivii:re, 1948
96) Id, "Paralipomtnes et variantes des rheses Sur le concept (éd. 1968).
d'histoire''. art. cit., p. 348. 102) W. Benjamin, París, capitale du X!Xe. sii:cle, op. cit., p. 479.
97) Ibíd., p. 349. Cf. R. Bodei, "Le malattie della tradizione. 103) Id., Origine du drame baroque allemand, op. cit., p. 43-44.
Dlmensioni e paradossi del tempo in Walter Benjatnin'', Aut aut, 104) M. Bloch, Apologie pour l'histoire ou Métier d'historien
nº 189-190, 1982, p. 165-184. F Proust, L'Histoirea contretemps, (1941-1942), éd. É. Bloch, Paris, Armand Colin, 1993, p. 97:
op. cit., p. 36·57. "(. .. )en el film que considera, sólo la última película está intacta.
98) Cf. R. Rochlitz, "L'avenir de Benjamin", Europe nº 804, Para reconstruir los rasgos destrozados de los otros, fue forzado
1996, p. 165 y 167: "La fuerza y la debilidad de esta teoría de la a desenrollar pritnero la bobina en sentido contrario a las se-
historia reside en su concepto central, el de la 'imagen'. (... ) La cuencias".
pertinencia de las 'imágenes fUigurantes' no es casi controlable y l 05) W. Benjamin, Paris, capítale du X!Xe. sii:cle, op. cit., p.
escapa a toda responsabilidad de los actores históricos. Benjamin 474 y 476. (Hay traducción al español: La dialéctica en suspenso,
proyecta aquí en el terreno de la historia su propio recorrido de Fragmentos sobre teoría del conocimiento y teoría del progreso,
crítico literario, que no es fácilmente transportable a otros do- Universidad ARCIS y LOM ediciones, Santiago de Chile, 1995).
minios". Cf. id., "Walter Benjamín: une dialectique de l'image", 106) Ibíd., p. 490. Cf. igualmente p. 492. (Hay traducción al
arr. cit., p. 287-319 (interpretación a propósito de la cual ya había español: ídem ant.)

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Gcorgcs Didi-Huberman

107) lbíd., p. 561. Id., "Theses sm la philosophie de l'histoire",


art. cit., p. 195. (~f id., "Sur le concept d'histoire", art. cíe., p. 11 G) W. Benjamin, ".Je déballe ma bibliotheque" (1931), fmages
346-347. de pensée, op. cit., P· 160. , . ~
108) Id., París, capitaleduX!Xe. siecle, op. cit., p. 408. Cf. ibíd., 117) c:r. e;.
l)idi-.Huhcrrnan, lnvenúon de !'l~yste~ze. CJ1arcot
p. 182, donde la arquitectura rnetálica de la torre Eiffel es conside- et l'íconographie photographíque de La Safpétril:re, Pans, Macula,
rada con10 la "prirr1era 1nanifestación del principio del ir1ontaje" 1982. ·¡ l . l
(jrnheste Erscheinungsform des Prinzips der Montage). ] 18) S. Freud, "Les fr1ntasn1cs hystériqucs er) cur r~ atto~1 a. a
109) E. Bloch, "La forme de la revue dans la philosophie" .
l.11scxua ¡·He."' ( 1908)
. " · J· ¡aplanche
' ti·ad __ ,, y -] ... B. l ontahs, .. Nevrme,
(1928), Heritage de ce temps, trad. J. Lacoste, Paris, Payot, 1978, psychose et perversion, Patis, PUF, 1973 (é~l. 197S), P· l 5S. (Hay
p. 340-345. traducción al español: S. Frcud, Obras Completas, Vol. IX, Las
110) R. Tiedemann, Études sur la philosophie de Walter Ben¡a- fantasías histéricas y su relación con L1 bisexualidad (1908), An10-
min, op. cit., p. 150-159 (el montaje según Benjamin recupera los rrortu editores, Buenos Aires, 1986).
"paseos surrealistas", pues es aporético y no manifiesta mas que 119) W. Benjarnin, Sens unique, op. cit., p. 209.
un "fracaso" respecto de la teoría del conocüniento). R. _Rochlitz, 120) Id., "Sur le concept d'histoire", art. cit. p ..343. !d, "Theses
Le Désenchantenzent de l'art, op. ciL, p. 275-289. Id, "L'avenir de sur la philosophic de l'histoire", arr. cit., p. 188. . _t

Benjamín", art.cit., p. 1.59-168. Sobre la inco1nprensión de Adorno, 121) Cf G. Scholem, Ben¡rzmin et son ange, op. Cit., p. 79-161.
cf. G. Agamben, En/anee et histoire, op.cit., p. 131-149. e; c:archia, "'fen1po estct:ico e ternpo stot'ico in Walter Ben~a­
111) W. Benjamín, Paris, capitale du X!Xe. siecle, op. cit., p. 481. -:,, , art. c11.,
1111n .· p. . 181 - ·i'.'0 S Mcisi:s
-,, · '· · ' f_'Angedel'histoire,
· , op. clí.,.
a
112) Cf. Pierre Fédida, "La sollicitation interpréter", L 'l:,"crit p. 172-176. M. Bertoni, "Waltcr Benjamin. Il tempo del! opera, rl
du ternps, nº 4, 1983, p. 5-19. tempo el ell a sto11a . .. ,, ( l 996-1997) ' Tempi e forme. Una rzcerca su/le
113) W. Benjamín, Paris, capitale du X!Xe. siecle, op. cit., p. · · ·
artt VlSlfJC lOrl "· ' ' ' Turin ' Hopefolmonsrer, l 998, p. 33-47.
t·e-·zporanee
473. (Hay traducción al español: idern nora 105 y 106) ll2) W. Benjamin "Petit histoirc de la photographie" (1931),
114) lbíd., p. 473.474. (Hay traducción al español: ídem nota u,1 . A. Cunther
.. d l '
I'tudesphotographiques, nº l, 19%, -
p. 7-35.h" (Hay.
113). r . ducción al es¡)añol: Discursos interrurnpidos !, "Pequefla isrona
r,1
dela fotografía", Taurus, Madrid, 1982). Id., "L ceuvre e arta ~re
' !' ' !''
115) lbíd., p. 500 (citando a Baudelaire). Se podría fácilmente,
a partir de esta premisa, trazar una línea que va hasta los efectos de de sa reproductibilité rechniquc" (1935), trad. C. Jouanlann~, Sur
conocimiento inducidos por los rnontajes "surrealistas" de la re- /íirt et /a photographie, Paris, Carré, 1997, P· 17-68'. Id.,. 1::~rzs, ca~
vista Documents (cf. G. Didi-Huberman, La Resse1nblance informe, pita/e du XIXe. sii:cle, op. cit., p. 685-~03.Cf. !". Des.tden'. Le vra1
op. cit), pero también hasta el "baudelairismo" de Lévi-Strauss, n'a pa.s de fenétrcs ... ' Rernarques sur l opnquc et la d1alect1que. da~s
del cual habló Claude Imben via Benjamín. Cf. C. Imberr, "Le le l'rzssagen-Werk de Benjarnin", trad. J. Le Quay, Wrzlter Ben;amm
présenr t!t l'histoire", arr. cit., p. 785. Id, "La ville en negatif', Les et Przris, op. cit., p. 201-215.
Temps modernes, 11° 581, 1995, p. 18-21. 123) W. Benjamin, Paris, capitale du X!Xe. siecle, op. cit., P·
412. Cf. igualmente p. 544-545.

230
231
(;corges Didi-Huberman
-~ ..--··--- "---·---.....- - -.. ~-- .....·····-- , ___ ___ __
, ,,,,_.,

124) C. Baudelaire, "Morale du joujou" (1853), CEuvres com, Schlangenritual. Ein Reisehericht (1923), éd. U. Raulff, Berlin,
pláes, !, éd, C. Pichois, París, Gallímard, 1975, p. 58 L Klaus Wagenbach, 1988 (éd. 1996), p. 26,34,. W. Benjamin,
125) Ibíd, p. 587. "Sur le concept d'histoire", art. cit., p. 339. Id, "Theses sur la
126) lbíd., p. 582,584. philosophie de l'histoire", art. cit., p. 183 (donde la cuestión de la
127) Cf. J,von Sc:hlosser, Die Kunst und Wunderkammern der historia aparece íntegramente figurada según un modelo que pre·-
Spdtrennaissance. f'in Beitrag zur G'eschichte des Sarnmelwesens, senta un autón1ata y un enano). E,n el sentido de este "animis1no
Leípzig, Klinkhardr & Bierman, 1908, p. J,2], W. Benjamin, infantil" se orientan dei misil.10 modo los trabajos de Philippe-
Sens unique op. cit., p. 161, 190, 196, 2 J0,217, etc. Alain Michaud. Cf. J'.,A. Míchaud, "Krazy Katcína", Les C!ihiers
128) C. Baudelaire, "Morale du joujou", art. cit., p. 583. du Musée national d'Art moderne, nº 64, 1998, p. 1Q,29.
129) lbíd., p. 533,535, 136) W, Benjamín, París, capitale du X!Xe. sii:cle, op. cit., p.
l 30) Ibíd., p. 587. 256-257: "EJ niño ve todo como novedad; siempre está ebrio.
131) lbíd., p, 585,586. Nada se parece 1nás a la inspiración que la alegría con la cual el
132) Cf. L Mannoni, Le Grand Art de la lumii:re et de l'ombre. niño absorbe la forma y el color. .. " (citando L'Art romantique de
Archéologie du cinéma, París, Nathan, 1994. Id., Trois sii:cles de Baudelaíre).
cinéma. [)e la lanterne ;nagique au cinérnatographe. Co!!ections de fa 137) lbíd, p. 488.
Gnémathi:que franpise, Paris, füVlN, 1995. 138) Cf. A Rey (dir.), Dictionnaire historique de la langue
133) W. Benjamín, "Chronique berlinoise" (1932). Écrits franraise, París, Díctionnaíres Le Roberr, 1992 (éd, 1995), ll, p.
autobiographiques, op. cit., p, 241,328. Id, "Enfance berlinoise" 2094: "El verbo té!escoper (en esta traducción se ha elegido a in-
(1938). (Hay traducción al español: Infancia en Berlín hacia 1900, terpenetrar como su equivalente) es primero en1pleado en francés
Alfaguara, Madrid, 1982), Sens unique, op. cit., p, 29,145. et: H.' intransitivamente por 'encajar una cosa en otra en una colisión,
T. Lehmann, "Remarques sur la idée d'enfance dans la pensée de como las diferentes partes de un telescopio', y hoy en sentido pro··
Walter Benjamin", are. cit., p. 71,989. B. Lindner, "Le Passagen, nominal se télescoper. Se emplea transitivamente por 'emboutir'
Werk, Enfance berlinoise et l'archéologie du 'passé le plus recent'", -embutir, chocar- (en 1893, por primera vez con motivo de un
are. cit., p. 13,32. accidente ferroviario) y el pronominal ha desarrollado un sentido
134) G. Agamben, Enfance et histoire, op. cit., p. 89: " .. .los ni, fio-urado de 'heurcer violemment' (chocar violentamente) y 'se
ños, esos ropavejeros de la humanidad, juegan con cualquier anti- " violern1nent' (chocarse violentamente)".
heurter
gualla que les caiga en las manos y que el juego conserva así objetos 139) Cf, H.,R. d' Allemagne, Histoire des jouets, París, Hachet,
y coxnportamientos que ya no existen. Todo lo que es viejo, inde- te, s.d,, p. 285,286. Agradezco a Laurent Mannoní, responsable
pendientemente de su origen sacro, es susceptible de convertirse de las colecciones de la Cinemateca francesa, por haberme per-
en juguete". mitido consultar las principales patentes del caleidoscopio y de
135) Cf, E.B. Tylor, La Civilisation primitive (187!), trad. P. sus variantes (incluidas las rnusicales), en especial las patentes de
Brnner, Paris, Reinwald, 1876,1878, !, p. 83,89. A. Warburg, Winsor (27 de abril de 1818) y de Giroux (29 de mayo de 1818).

232 233
(~eorges Didi-Huben11an La imagen-malicia
··----~ ... - -..· · - - · - - - - - · - - · - - --- · · - - - - - -..· -..- -

140) (~itado por H.R. d'Allernagne, }/istoire desjouets, op. cit., 148) J.W. Goethe, "Essai d'expliquer la métamorphose des
p. 286. plantes" (1790), trad. H. Bideau, La métamorphose des plantes et
141) Cf. por ejemplo lnstruments d'optique et de précision ])h. autres écrits botaniques, Paris, T riades, 1992, p. 109-174.
_Pe!Lin, ingénieur des .Arts et Manufactures, successeur de }u/es Dubos- 149) Cf. J. Adhémar (dir.), L'CEuvre graphique complete de
cq. JY!aison fandée par Sofei! JJl:re. Fascicufe .5; réjlexion, ré.fraction, Grandville, Paris, Arthur Hubschmid, 1975, Il, p. 1205-1209 Y
visíon, Paris, Pcllin, 1900, p. 3-4.
1500.1507.
142) c:f. Julia de Fontenelle, NOuveau manue! comp!et des sor- 150) W. Benjamín, Paris, capitale du X!Xe. siecle, op, cit., p.
cíers, ou de la rna,.._r;;ie blanche, dévoifée par fes découvertes de ltz chirnie, 213y218.
de fa p!~ysique ei de fa mecánique, contenant un grand nornbre de 151) !bíd., p. 194 y 201: "Aquí se puede tocar con el dedo la
tours empruntés á la science de !'éfectricité, du calorique, de fa fu- correlación entre la publicidad capitalista naciente y Grandville.
mifre, de l'air, ainsí qu'aux nornbres, aux cartes, a !'escamotage, etc., et ( ... ) Las sutiles invenciones de Grandville expresan bien lo que
la description de scl:nes de ventriloquie exécutées et conzuniquées~ Paris, Marx llama las 'argucias teológicas' de la mercadería".
Librairie encyclopédique Roret, 1841, p. 215. ¡ 52) Id., "Du nouveau sur les fleurs" .(1928), trad. C. Jouanlanne,
143) W. Benjamin, Paris, capitale du XlXe. siJcle, op.cit., p. 559 Sur l'art et la photographie, Paris, Carré, 1997, p. 69-73.
(citando a R. De Gounllont).
153) Jbíd., p. 71.
144) !bid, p. 477. 154) K. Blossfeldr, Urfarmen der Kunst. Photographische
145) E. Bloch, Leme a T.W. Adorno, 16110/1940, Briefe Pjlazenbilder, Berlin, Wasmurh, 1928. Cf G. Marenl<lotr, "Karl
1903-1975, éd. K. Bloch cr al., Francfort, Suhrkamp,1985, II, Blossfeldt. Fotogralischer Naturalismus um 1900 und 1930",
p. 442.
Karl B!ossfe!dt. Urfarmen der Kunst. Wundergarten der Natu1: Das
146) W. Benjan1in, Le concept de critique esthétique dans le Ro- Jotografische Werk in einem Band, Munich, Schirmer-Mosel, 1994,
mantisrne af!emand, op.cit., p. 29. Las pausas en la frases son del p. 7 -64, donde son analizadas las relaciones de Blossfeldt con las
propio Benja1nin.
teorías de Gottfried Semper y de Ernst Haeckel, con la arqmrectu·
147) Sobre la morfología goerheana, cf. particularmente J. ra y el ornamento, con el surrealismo de Max Ernst o de Georges
Lacosre, Goethe. Science et philosophie, Paris, PUF, 1997, p. 15-85. Baraille.
P. Giacomoni, "Vz·s superba JOnnae. Goethe e l'idea di organismo 155) W. Benjarnin, "Du nouveau sur les fleurs", art. cit., p. 69-70.
tra estetica e morfologia'', Goethe scienzaJo, dir. G. GioreHo et A. 156) Este mutismo debe ser, sin embargo, matizado: el libro de
Grieco, Turin, Einaudi, 1998, p. 194-229. G.R. Welch, "Gestalt, Blossfeldt contiene una introducción de Karl Nierendorf, el atlas
Bzldung, Utphiinomen. Un'interpretazione fisicalista", trad. F. Bertuzzi Mnemosyne está acompañado de notas de trabajo (aún inéditas?.
et M.L. Donari, ibfd., p. 481-507. L. Van Eynde, La Libre Raison En cuanto a La línea general, Eisenstein -agradezco a Franyo1s
du phénomf:ne. Essai sur fa Naturphilosophie de Goethe, Paris, Vrin, Albera el habérmelo recordado- deseaba sonorizado.
1998. D. Cohn, La Lyre d'Orphée. Goethe et l'esthétique, Paris, Flarn- 157) W. Benjamin, "Du nouveau sur les fleurs", arr. cit., p. 70.
marion, 1999, p. 33-67.
158) G. Baraille, "Le langage des fleurs", Documents, nº 3,

234 235
'",>iiii''

1929 (rééd. Paris, Jean-Michel Place, 1991), p. 160-164. (Hay 172) Id., "Paralipon1enes et variantes des rheses Sur le concept
traducción al español: Documentos, Monte Avi1a Ed., Caracas d'histoire': art. cit., p. 354. Sobre las relaciones de la lengua y de la
1969J ' historia en Benjarnin, cf P. Missac, "Ce sonr des thCses. Sont-ce des
159) W. Benjamin, "Du nouveau sur les fleurs", art. p. 72. theses?", are cit., p. 192-202. G. Agamben, "Langne et bistoire.
Noternos que esta paradoja estilística, típicamente benjaminiana, Catégories historiqucs et catégories linguistiques dans _la pens~e de
sobre el valor de uso "abstracto" de una visualidad fotográfica, Benjan1in", trad. Y. Hersant, \l/a!ter Benjarnin et Parzs, o¡;. czt., P·
constituye el modelo exacto -aunque no declarado- de la escla- 793-807. '
recedora tesis de Rosalind I(rauss sobre las relaciones entre foto-- 173) P. Imbs (dir.), Trésor de la langue fra?¡aise. Díctionnatre
grafía y surrealismo. Cf. R. Krauss, "Photographie et surrealisme" de /a /angue du XIXe. y du XX siecle, V, Paris, Editions du CNRS,
(1981), trad. M. Bloch, Le photographique. Pour une théorie des 1977, P· 280. Sobre la imagen del rompecabezas chmp en Ben¡a·
écarts, Paris, Macula, 1990, p. 100-124. (Hay traducción al espa- min, cf. S. Buck-Morss, The Dia!ectics o/Seeing, op. ctt., P- 73-77.
ñol: Lo fotográfico. JJor una teoría de los desplazaJJ'J.ientos, Gustavo 174) W. Benjamin, "Sur le concept d'histoire", art. cit., P·
Gili, Barcelona, 2004). 346-347. Id, "Theses sur la philosophie de l'histoire'', art. cir., P·
160) C.Jouanlanne, "Présentation" a W. Benjamin, Surl'artet 194-195. -
la photographie, op. cit., p. 7. 175) !d., Paris, capita/e du X!Xe. siecle, op. cit., P- 185. Cf.
161) W. Benjamin, "Du nouveau sur les Heurs", a1t. cit., p. 70. igualmente p. 188. . __
J62) lbíd, p. 71. La "metamorfosis de las plantas" es recordada 176) Id., "Breves ombres, !" (1929--1930), trad. J.--F. Pomer,
en p. 72, y Goethe finalmente evocado en p. 73. fmages de pensée, op. cit., p- 125: "Ese de--una-vez-po;·todas _del
163) G. Bataille, "Le langage des lleurs", art. cit., p. 163-164. goce, ese entrelazamiento de los tiempos, sólo cobrara ~~pres1on
164) C. Baudelaire, "Morale du joujou'', art. cit., p. 586. musicalmente" (a propósito de Don Juan). (Hay traducoon al es-
165) W. Benjamin, "Du nouveau sur les Heuts", art. cit., p. 73 pañol: [)iscursos interrumpidos!, "Sombras breves'', Taurus, Madrid,
(traducción ligeramente modificada). 1982).
166) Id, Paris, capitale du X!Xe. sii:cle, op. cit., p. 562. 177) Id., Sens unique, op. cit., p. 156.
167) Id, "Zentralpark", art.cir., p. 215. 178) Id., "lmages de pensée" (1933), trad. J-F. Poirier, Images
168) Cf. L Binswanger, "Le réve et l'existence" (1930), rrad. de pensée, op. cit., p. 243.
]. Verdeaux et R.I<hun, lntroduction a !'analyse existentiel!e, Paris, J79) Id., Origine du drame baroque a!lemand, P· 43.
Minuit, 1971, p. 199-225. 180) Id., "Breves ombres, Il" (1933), trad. ].-F. Poirier, lmages
169) W. Benjamin, "Suite d'lbiza" (1932), trad. J.-F. Poirier, de pensée, op. cir., p. 230.
lmages de pensée, op. cit., p. 196- 197.
170) Id, Paris, capitale du X!Xe. siecle, op. cit., p. 479.
171) Id., "San Gimignano" (1929), trad.]. Lacoste, lmages de
pensée, op. cit., p. 113.

236 237
II
MODERNIDAD DEL ANACRONISMO
3. LA IMAGEN-COMBATE
INACTUALIDAD, EXPERIENCIA CRÍTICA, MODERNIDAD

"La historia del arte es la lucha


de todas las experiencias ..."

A todo historiador del arte que se aventure a releerla


hoy, la obra de Car! Einstein plantea una cuestión media-
namente cruel: ¿hasta dónde puede llegar la capacidad de
olvido de una disciplina tal como la historia del arte respecto
de sus propios momentos notables, de sus propios momen-
tos originarios? Se podría adelantar la idea de que, para los
discursos, corno para los pobres humanos que los enuncian,
"mornento originario" suena a "traumatismo" y requiere, por
tales efectos, la más enérgica de las represiones.
Los muy raros lectores de Car! Einstein, especialmente
en Francia, co1nienzan a menudo por interrogarse sobre las
razones de ese olvido persistente para una obra, sin embar-
go, tan fulgurante. Se arguyen, por supuesto, razones "prácti-
cas" e históricas ligadas a la masa de los manuscritos dejados
por Car! Einstein a su muerte en 1940 (1). En cuanto a las
dificultades intrínsecas vinculadas a la edición -y a la tra-
ducción- de esos textos (2), se dan razones más teóricas que
plantean la cuestión de la legibilidad de semejante obra. La
escritura de Carl Einstein es de una perfecta extrañeza, más

241
:,,,.,{
La imagen-combate
· - - - - - - ·----"-"""--------·· ~~--·~

aún, sin duda, para el lector contemporáneo (condicionado jamás parece poder salir de su propia tensión, de su propia
como puede estarlo por el modelo univeristario y anglo-sajón negatividad protestataria (4).
de una lengua hecha para ser cómodamente traducible, es Inactual por su escritura, por su estilo crítico la obra de
1

decir, unívoca dentro de lo posible en aras de la "claridad") Car! Einstein lo es también por el conjunto de referencias
y lo es también para el lector de las tres primeras décadas teóricas donde se despliega y se debate contradictoriamente.
del siglo. Cuando presentó en 1912 el primer trabajo pu- Cuando debió emigrar a París en 1928, Car! Einstein desa-
blicado por Carl Einstein, el escritor Franz Blei deseaba que rrollaba una historia y una teoría del arte que se enfrentaban
dicho libro "permaneciera, sin venderse, en lo de su editor". directamente con los pensamientos de Wolffiin, de Riegl,
Porque tal escritura sólo podía, a su juicio, hallar verdaderos de Worringer, y que extraían un cierto número de sus he-
lectores después de una espera de treinta años, a tal punto se rramientas conceptuales de los aforismos de Konrad Fiedler
consideraba adelantada a su tiempo, como Blei lo subrayaba tanto como de los escritos epistemológicos de Ernst Mach
con razón (3). (5). Resulta pues necesario reconocer que los pensamientos
Ahora bien, la situación del presente -la preminencia de de Fiedler o de Mach permanecen tan exóticos a los histo-
un uso "positivista" de la lengua- hace a la obra de Car! Eins- riadores del arte de hoy como fueron desconocidos fuera
tein aún más ilegible de lo que lo fue en su época: volvió a ser de Alemania antes de la Segunda Guerra mundial. También
lo que ella había sido al comienzo -una obra esencialmente desconocidos en el tiempo de Car! Einstein, ellos se encuen-
inactual Pues lo que despliega es una escritura y un pensa- tran en lo sucesivo afectados por el olvido, obsoletos incluso
miento fulgurantes y sofocantes a la vez. Fulgurantes, por antes de haber sido considerados o estudiados en sí mismos.
el surgimiento perpetuo de fórmulas paradojales y violentas, Como si la historia del arte pretendiera no tener ya qué ha-
nunca "introducidas" o preparadas, siempre asestadas como cer, incluso antes de haberse interrogado sobre su naturaleza
otros tantos golpes frontales. Si Car! Einstein fue un historia- intrínseca. Como si la emigración anglosajona de los gran-
dor del arte, como lo creo, fue un historiador del arte bizarra- des historiadores del arte hubiera exigido una redefinición
mente nietzscheano un historiador del arte que "historizaba"
1 de los marcos teóricos de la disciplina (6) -redefinición que
a golpes de martillo. Pero los golpes llueven con tanta fre- no era otra cosa que la simplificación abusiva y el olvido,
cuencia, los rayos fulgurantes se suceden a un tal ritmo que la aunque fuese parcial, de sus propias raíces metodológicas. Es
escritura se vuelve sofocante, nos estrangula, nos agota; basta en el movimiento mismo de esta redefinición, triunfalmente
entrar en el Georges Braque, su último libro publicado, para orientada hacia la iconología panofskiana y la historia social
experimentar físicamente la extraña fatiga de esta "sofocación del arte, que obras como las de Carl Einstein pudieron así
intensa'' prolongada página tras página, y que nace de una re- "ser apartadas" y volverse perfectamente inactua!es. Inactual,
lación constante entre todo lo que esperamos de este libro -a esta obra ya lo había sido por exceso -por exceso de conoci-
saber, que se nos describa los cuadros de Braque, que se nos mientos que no habían circulado bastante-; _rf'ro lo es hoy
defina lo que es el cubismo- y un movimiento crítico que también por defecto, o más bien por olvido de un estilo de

242 243
---·----'"'""" ______Georges [)idi-Hubennan La imagen-co1nbatc
-----

conocimiento con el que la historia del arte, desde hace algu- inrnunizarse contra algunos de esos pensarnientos exaltados
nas clécadas, parece no saber qué hacer. de los años veinte y treinta -pienso en Carl Einstein, pero
¿}::S necesario sorprenderse entonces de que Carl Einstein, ese también en Bcnjamin, en Bataillc y, antes de ellos, en algunos
perpetuo cruzador de fronteras, no sea adrnitido a figurar en aspectos de la obra warburguiana-, pensan1ientos que abrían
nuestras actuales "historias de la historia del arte" (7)- un Car[ brechas, que planteaban nuevos problemas dentro de una re··
Einstein que, sin embargo, firmó en 1926 un volumen de la lativa despreocupación en cuanto a las consecuencias concre-
prestigiosa colección de las Propylden-Kunstgeschichte (donde tas o "positivas" de sus cuestionamientos radicales.
escribieron entre otros, Wilhelm von Bode y Max Friedlan- Propondría la hipótesis de que Car! Einstein fue de tal
der) (8)' ¿Es necesario sorprenderse de que quien cuestiona manera historiador del arte, puso de tal manera su esperanza
tantos conceptos estéticos y reformula tan admirablemente la en la hermosa disciplina de la historia del arte, que, ni más
relación de la escritura con el arte vivo no apareciera más en ni menos, le exigía lo imposible. Pero la disciplina "real" -la
las colecciones de estética o de Kunstliteratur (9)' Por fin ¿es que lo sobrevivió en las universidades que frecuentó poco,
necesario sorprenderse del relativo olvido donde permanece tras haber sido el estudiante nómade de un Wolffiin o de
emparedado Car! Einstein en un contexto -el de la mirada un Georg Simmel (11)- creyó que su deber era pagarle con
occidental dirigida hacía las artes llamadas "primitívas"- al ia misma moneda excluyéndolo de su campo, como si, os-
que sin embargo perturbó de un extremo al otro (1 O)? curamente, por haberle exigido lo imposible la hubiera he-
Sí, es necesario sorprenderse. 0 más bien, ante ese olvi-
1 cho imposible. ¿Cómo es esto' Porque desbordó la historia del
do, intentar comprender las razones estratégicas -las razo- arte con la exigencia de una curiosidad y de un pensamiento
nes epistemológicas e institucíonales- que han podido hacer esencialmente multifacales. Jamás creyó Car! Einstein que la
de este olvido un acto de censura y una verdadera decisión con1prensión de las itnágenes del arte pueda satisfacerse con
teórica sobre el estatuto mismo de la historia del arte. Carl un saber específico, con un saber legitimado por su propia
Einstein no fue admitido en el panteón de la historia del arte clausura disciplinaria.
porque fue, desde el inicio y hasta su trágico fin, un historia- Así, cuando dijo a su amigo Kahnweiler que "el cubismo
dor inadmisible, otro modo de expresar su carácter inactual, no nos habría apasionado como lo hizo si sólo hubiera sido
intempestivo. Releerlo hoy es encontrar, más allá de toda pa- un asunto puramente óptico" (12), Car! Einstein no busca-
cificación académica, algo similar a un contacto directo con ba ahogar el cubismo en una vaga "mentalidad de época": al
una parte maldita de la historia del arte, esa parte donde el contrario, quería indicar que la invención cubista, con st1 ím-
ejercicio del historiador libera sus propios cuestionamientos, petu, al transformar las formas plásticas transforrna la visión,
sus propias amenazas y riesgos. Quizás la historia del arte post- y que al transformar la visión transformaba todas las coorde-
World \Wtir JI quiso, para preservar las garantías de su eficacia nadas del pensamiento. Lo que más tarde Georges Bataille
y de su "cientificidad" futuras, prevenirse del trastorno ligado enunció -muy próxirno a Carl Einstein, es decir, en el marco
a los agitados pensamientos de la anti-pesadilla. Tal vez quiso de la revista Documents- al decir que, "cuando Picasso pinta, la

244 245
La ünagen-con1batc

dislocación de las formas entraña la del pensamiento" (13). (19), pero sobre todo al actuar él mismo respecto de la repre-
Es preciso con1prender desde entonces que la auténtica ta- sentación, haciéndose dramaturgo si era el caso, o 1mag1nan-
rea de una historia del arte -comprender las imágenes del do guiones de cine (como un proyecto con Pabst que no fue
arte- consiste en enrender la eficacia de esas imágenes co1no realizado, y otro con Jean Renoir., que fue rodado en 1934
sobredererminada, extendida, múltiple, invasora. Parafra- bajo el título de Toni) (20). . . .,
seando a Carl Einstein) se podría decir qt1e las imágenes no En .resu.rrüdas cuentas Carl E1nste1n parec10 algunas veces
1

nos apasionarían con10 ellas lo hacen si sólo fueran eficaces hacer otra cosa que producir un saber histórico sobre el arte:
en el frente estrecho de su especificidad histórica o estilística. se había prácticamente acercaclo e incluso fusio~ado con el
Es en todos los frentes del p~nsamiento que la imagen exige movimiento de una vanguardia artística y literana de la cual
ser experimentada, analizada, y es sobre todos los frentes del intentaba, aden1ás, definir teóricarnente las apuestas confro,n-
pensamiento que Car! Einstein procuró exponerla (14). tando ese 1nisn10 saber histórico sobre el arte con las rnul-
De allí que el compromiso estético de Car! Einstein no tiples perturbaciones que, por esos ~ños, afectaban toda la
podía existir sin un comprorrliso referido a la escritura, un "visión del mundo", desde la filosofra y la ep1stemologta ~e
co1nprorniso literario tan radical como diversificado: la es- la nueva física hasta la antropología y el psicoanálisis. En
critura de planos quebrados de Bébuquin es estrictamente eso Car! Einstein produjo ciertamente a(r;o mds que la histo-
' arte en sen tic.lo estricto, a diferencia d e la "co bard'ia ,,
ria del
contemporánea al nacin1iento del cubismo -la prirnera es-
tadía en París de Car! Einstein, donde encuentra a Picasso y intelectual -término que vuelve constantemente en sus escri-
Braque, data posiblemente de 1905 (15). Kahnweiler debía tos- que consiste, del lado académico, en transformar ese algo
calificar a esta escritura de "prosa cubista", suerte de eco de mds (sobre lo que se debería reflexionar) en otra c~sa ,(sobre
la admirable carta, escrita en 1923, donde Car! Einstein jus- lo que se está autorizado a no reflexionar). He aqm ~om~ la
tificaba su experimentación literaria a partir de los "trabajos obra de este solitario --0 más bien de este buscador mas prox1-
cubistas" (16). A este empeño de escritura responden tam- mo de un George Braque que de un Bernard Berenson- .pudo
bién sus traducciones en alemán de las cartas de Rimbaud y devenir "inadmisible", luego inexistente, para una d1sc1plma
de Vincent Van Gogh (17). Respecto de sus trabajos sobre el a la que esa misn1a obra, sin embargo) renovó en parte y prac-
arte africano, ellos dieron lugar a diferentes traducciones de ticó con audacia.
leyendas, de mitos e incluso de cantos tribales, modo, tam- Pero Car! Einstein tuvo aun otro modo, muy suyo, de
bién allí, de desbordar el campo disciplinario de la historia exigir lo imposible y de hacerse imposible a l~s ojos de la
del arte (18). Pero Car! Einstein no se conformó con sacar disciplina de la historia del arte. No se contento con querer
las consecuencias literarias del hecho de que escribir sobre desbordarla por todas partes, en st1s medios y en sus apuestas:
el arte es primero escribir: desbordó todas las certezas que allí atacó -en el doble sentido de la expresión-, y allí se con-
brinda un saber de la representación al no temer comentar frontó y confrontó abiertamente. Y allí se mantuvo sin duda
obras que, a priori, superaban sus co1r1petencias históricas la razón principal del olvido donde Carl Einstein permanece,

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c;eorges Didi-Hubennan
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aún hoy, enterrado por el mundo académico de la historia dd contrd jJensatnientos, podría decirse. Es un modo de n.o sati_s-
arte. Sus aforismos metódicos, publicados en el prin1er nú- facer ninguna cortesía acadéxnica, Modo de ~dramatizar :1n
mero de Documents, en 1929, se abren sobre una proposición tregua, corno lo hacían sus conten1poráneos Georges Bata1lle
tan tajante como ambigua: 0 Walter Benjarnin. I~s un moL{o de avanzar en el saber contra
todas las autolegitin1aciones a las que generalmente se presta
La hiscoria del arte es la lucha de todas las experiencias óp- la adquisición de una competencia académica. Modo de no
ticas, de los espacios inventados y de las figuraciones (21). ser jamás el "guardián" de la disciplina en la que :rabapba con
tanta exigencia. Modo de abrir, es decir, de henry ele revelar
Allí hay algo semejante a una exigencia interna -la exi- simultáneamente un cuerpo de evidencias. Llamemos a esto
gencia de una renovación teórica de la historia del arte- que hundir el clavo, o bien meter el dedo en la llaga. Llamemos
no encuentra otro rnedio para expresarse que el de una con- a esto un efecto de verdad teórica, ·una lucha en el terreno de
cepción agonística donde sería requisito desarrollar toda re- los fundamentos.
novación teórica. Carl f~instein no dice: "La historia del arte Carl Einstein llevó esta lucha wn una obstinación ma-
es la evolución ele las experiencias ópticas", o "el desarrollo nifiesta --es ella la que determina en gran medida el carácter
de su estilo", o "la gramática de su simbolismo", o aun "el "sofocante" del que hablé más arriba-, pero con una sistema-
sistema de su función social") todas cosas que había escucha- ticiclad más latente, sin duela menos articulada. Sin embargo,
do cien veces y que, desde luego, se escuchan todavía hoy. atacó con füerza los dos términos ele la expresión historia del
No. Dice: la historia del arte es una lucha -un conflicto, una arte, tomados sistemáticamente. Cuestionamiento (lel obje-
tensión inextinguible-, preservando en francés una arr1bi- to, primero: Carl Einstein exigía una historia del arte que
güedacl que su lengua materna no permitía tan fácilmente. fuera contra una cierta noción del arte, es decir contra el mo-
A la historia del arre como he,ho (a saber, la transformación delo estético e idealista que generalmente sostiene la aprecia-
temporal que cada obra produce en las demás: Geschichte der ción y el análisis ele las imágenes. Se poclrí: decir, haciendo
Kunst), Car! Einstein quiere pensarla como una lucha, un un resumen, que intenta desarrollar una crztzca no kantiana)
conflicto de formas contra forrnas, de experiencias ópticas, un análisis crítico ele las imágenes que no debiera nada a la
de "espacios inventados)) y ele figuraciones siempre reconfi- estética ele los juicios del gusro (lo que no quiere ~ecir, na-
guradas. turalmente, que pusiera todas las producciones plastlcas m
"Toda for1na precisa es un asesinato de otras versiones'), el mismo plano). "Mi a priori, escribía Carl Emstem, hacia
dice en alguna parte (22). Pero es también la historia del 1905, (es) opuesto a Kant" (23). .
arte con10 discurso (a saber, la d.isciplina que intenta inter- Extraía ele ahí, radicalizándolas, las consecuenoas ele una
pretar todas estas figuraciones, todas estas reconfiguraciones: posición expresada antes que él por Konracl Fiedlcr: posición
la Kunst-geschichte) que Car! Einstein quiere en lo sucesivo según la cual "el próton pseudos (la mennra pnnc1pal) en el
practicar como una lucha) corno un conflicto: pensamientos dominio de la estética y ele la reflexión sobre el arte consiste

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Gcorgcs Didi-Huberrnan
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en la identificación del arte con la belleza; como si la nece- negarse a afrontarlo: era crear un '(miserable lugar común( ... )
sidad artística estuviera destinada a procurar al hombre un privado de todo lo trágico", un compromiso previsible, "nor-
mundo de belleza; este primer error engendra todos los otros mal", es decir, norrnalízable, racionalízable, apaciguador "por
malentendidos" (24)" Posición según la cual el punto de vista cobardía" (31)"
estétic~ debía ser criticado y sustituido por una teorla capaz En primer lugar, el punto de vista estrictame11te estético)
de senalari en las obras de arte) no lo que está '(destinado a según Car! Einstein, fracasa en afrontar la obra de arte en la
deleitar la sensibilidad", sino lo que en realidad es un "cono- medida en que la aísla, a la vez por venerarla abusivamente
cimiento" flindamental -un conocimiento entendido aquí a y por emplear sobre ella esta "técnica" -el aislamiento- que
la manera de una antropología filosófica (25)" Freud consideraba como equivalente a una represión (32)"
Carl Einstein terminó por suprimir la categoría estética El punto de vista estético aísla la obra del "conjunto de la
de belleza calificándola muy brutalmente de simple "buro- historia" (factor extrínseco) tanto como de sus procedimien-
cracia de las emociones" (26)" A aquellos cuyo oficio -tan tos propios (factor intrínseco) que condicionan su dispositivo
frívolo- consistía en hacer con los cuadros verdaderos "con- formal lo mismo que su eficacia antropológica, acción o fuerza
cursos de belleza", los llamó "críticos deArsch" (27)" Terminó que Car! Einstein quiso llamar una "magia", no por senti-
por comparar con una boba idolatría la búsqueda de crite- mentalismo literario sino por referencia directa al punto de
nos de lo bello y, peor que a una idolatría, a una "metafísica vista etnológico que le parecía propicio sólo para desplazar,
po~rída": a u,n juego de fetichistas en bancarrota, despachó para volver a situar la experiencia estética misma:
la 1deahzac1on cara a los acróbatas de las represiones" (28)"
"Despreciamos, decía también, la apreciación de la obras de Es a la vez penoso y humillan ce ver que los historiadores del
arte como bibelots raros y preciosos" (29)" arte consideran los hechos de la historia como fenómenos
A las .mismas obras de arte Car! Einstein les exigía pri- aislados: tratamiento que hace del arte un mundo mons-
mero lo 1mpos1blc -lo que llamaba un "milagro", o lo que, truoso, adorado, como un milagro divino. De una vez por
muy profundamente, Georges Bataille denominaba una "ex- todas debería incorporarse al conjunto de la historia (... ).
periencia)): exigía por 1o menos que fuesen excepciones, ac- Las obras de arte nos preocupan únicamente en la medida
tos y no estasis, reveladoras de estados extremos" De allí que en que ellas contienen medios susceptibles de modificar la
lo bello -el criterio de lo bello- le parecía, como a Georges realidad, la estructura del hombre y el aspecto del mundo.
Bataílle, una búsqueda idealista de lo "medio", una "norma En otras palabras, el problema esencial reside para nosotros
abstracta", en síntesis, una "mediocridad cómoda y beata, he- en esto: cómo la obra de arte se deja integrar en una con-
;;ha para atenuar y an1ansar los extremos'', en fin, hecha para cepción del mundo dada, y en qué medida ella la destruye
castrar cobardemente las fuerzas peligrosas" de la visión, que o la supera. A<>Í, la situación del historiador de arte se en-
son las fuerzas del inconsciente (30)" Juzgar el arte a través cuentra invertida. (. .. ) no basta ya con escribir la historia
de la categoría estética de belleza, no era, según él, más que descriptiva o bien prestarse, como pontífices demagógicos,

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La imagen-con1bate

a apreciaciones estéticas o a censuras. En otros ténninos, El tono nietzscheano de estos pasajes no escapa a nadie.
itnporta intentar una sociología, respectivan1ente (sic) una :t~instein consideraba la estética co1no la 1nala respuesta a un
etnología del arte, donde la obra de arte no sería conside- movimiento del cual esboza más de una vez, no la historia
rada rr1ás co1no un fin en sí, sino corno una fuerza inágica exactamente, sino la genealogía; un "derrutnbarniento de la
y viva. Bajo esta condición, las imágenes rccobrar<Ín su im- cultura" tradicional donde el arte habría perdido al mismo
portancia de energías ac[iVas y vitales (33). tien1po su poder n1ítico y ganado esa autonomía para lo que
se denornina su "n1odernidadn. Si la estética parece a Carl
Carl Einstein prrn:lamaba un segundo reproche en contra l~instein una rr1ala respuesta, se debe primero a que ésta in-
de la esfera estética. Í'.~sta, según él, no se confOrma con aislar tenta reconquistar un poder mítico por el sesgo de un siinple
la obra de arte mediante un doble movimiento de totalización "ersatz metaflsico" de la totalidad; luego, porque "deshistori-
idealista y de "estrechamiento de las fonciones" (34); ella se aísla za las obras de arte" y las separa de su genealogía real, reba-
a sí misma como discurso. E~sta "fuerza" que ella desconoce en jando, dice, la visión "al rango de una especialidad estúpida"
la Ünagen, la desconoce también en su propia relación con la ( ... ) destinada a cobijar "sublimaciones" jubiladas (36). La
producción del saber y el uso del pensamiento. En su búsque- protesta nietzscheana será aquí una exigencia que es a la vez
da de la belleza, se contenta con un pensamiento "débil", un moral -exigencia en la que se trata de no escamotear más en
pensamiento "cobarde'), separado t1e su propia historia como la obra de arte el "peligro morral" y el espacio crítico que
de la esfera ética, que tanto importaba a Car! Einstein: abre en nosotros·- y g·enealógica -exigencia en la que se trata
de no escan1otear rnás en la obta de arte su puesta en juego
Se ubica al arte en un 1nás all~l 1noral, en un más allá in- del origen:
tangible; exactamente del n1isrno modo se procede con la
"idea", devenida un objeto de veneración estéril. ( ... ) (He La metafísica decrépita entra de nuevo (sic) en escena. 'Tal
aquí)) a fin de cuentas, una estética envejecida, vacía de vez algunos tipos fracasados intentan crearse a través de la
todo resor[e vivo, reflejo tardío y pálido de la metafísica di- obra de arre un contrapeso salvador, una n1áscara o una
fünta (... ),dominio de los cobardes. ( ... ) El estera se vuelve compensación. Pero ante todo, son las arnenazas y el peli-
un obsesionado de la obra de arte y es incapaz de canalizar- gro mortal de la vida lo que se busca eludir. Es así que se
la hacia corrientes del devenir rnás amplias. Para el estera, llegó a la estafa de las "cualidades estéticas", y a la noción
tipo esencialn1ente pasivo, las obras de arte se petrifican de de su independencia de todo proceso vital. Dicho de otra
algún modo bajo la forma de totalidades. ( ... ) El estera es forrna, se crea una inmortalidad profesional. ( ... ) Se irr1po-
caracterizado por la indiferencia, por la falta de relaciones ne n1over bloques de inn1ortalidad ilusoria en medio de la
con el más con1plejo mundo circundante. Apenas llega a masa de la 1nuert:e. La actitud estética con1porta, por así
una identificación parcial, débil (35). decir, un escan1oteo de la rrtuerte. Se despoja a las obras
de arte de sus fllnciones vitales y de su compacta morta-

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(~eorges .Didi-1-Iuberrnan

lidad. (... ) Se "deshistoriza" las obras de arte a fin de no valga sin la participación conjunta de una Kunst·wissensch~ft
dejarlas ser arnenazas de vida, amenazas del presente. En el y una Traumdeutung -en el sentido en que ~alter .Benp-
estetis1no, vernos una tentativa que consiste en sustraer las min decía, por la n1isn1a época, que corresponae al h1stor1a-
obras de arte de los procesos vivos y disminuir sus efectos dor "asumir la tarea ele la interpretación ele los sueños" (40)-,
complejos. Se aísla la obra al ocultar sus orígenes( ... ) (37). todo eso pensado en el ritmo crítico ele una dialektische Ges-
chichtheorie (4 l).
Se vuelve claro aquí que la crítica del término arte-cuando Esto supone también una crítica en regla de la noci~n ele
está c.-lo1ninado por el pequeño "ahorro", corno decía E,instein evolución tal como la historia del arte la emplea espontanea-
del punto de vista estético-- debe con todo rigor prolongarse mente. Konrad Fiecller ya afirmaba que "se usa y se abusa
en una crítica d.el térn1ino historia. No se puede cuestionar de la palabra evolución" (42), en detrimento de la mirada
el objeto de la historia del arte sin cuestionar su mismo pro- dirigida sobre las formas, esas ~(o~creci~,nes ~e ,ti.err;,Pº· En
ceso, es decir, el modelo de temporalidad que lo anima. Car! cuanto a Einstein, opondrá la almeacion h1stonca de. l,as
Einstein exigió que se practicara la historia del arte contra obras maestras y su "teleología opti·mista" a una comprens1on
una cierta noción de la historia, y más precisa111ente contra los típicamente genealógica, capaz de interrogarse a la vez s~bre
modelos positivista, evolucionista y teleológico que sostienen las condiciones en que se engendran las obras y sobre el ntrno
general1ncnte el análisis histórico de las iinágenes. Desd.e este agonístico de sus destrucciones, de sus supe~ivencia~i de sus
punto de vista, se podría decir que intentó desarrollar una anacronismos, de sus retrocesos, de sus revoluciones o insurrec-
dialéctica no hegeliana -una concepción de la historia como ciones en todos los géneros:
"lucha" implacable, pero irreductible a todo saber absoluto-
reforzada por una genealogía a la manera nietzscheana. La misión de la historia del arte reside, a nuestro entender,
IJor eso, es necesario prirnero recusar la unidad con que en el estudio de las condiciones que engendran las obras,
la historia del arte, desde Vasari, creyó que debía expresar su y no en una simple alineación histórica y desc~iptiva de las
referencia humanista, luego su pertinencia "científica". La imágenes. (... ) Dos actitudes parecen determinar la con-
historia del arte como disciplina humanista cominúa hoy, cepción histórica (tradicional). La primera interpreta la
globaln1ente, siendo lo que fue en los círculos académicos historia con optimismo, como una evolución, Y presupone
del siglo XVI: una historia calendario, la "crónica servil de tácitamente un objetivo final en tanto factor dominante
los campeones" del arte, sostenida por un "vago esteticismo" de la marcha de los acontecimientos. ( ... ) La otra concep-
y una "psicología anecdótica'' que reduce toda historia a una ción histórica consiste en interpretar los aconteciinientos
novela familiar (.38). 'fa! es el abrupto diagnóstico que lleva a coino fenómenos paralelos, como hechos análogos a otros
Carl Einstein a recusar, particularrnente, el género monográ- hechos precedentes. Por un método metafórico, procura
fico: éste no sería, mirándolo bien, n1ás qt1e una "apoteosis emparentar las series históricas entre sí ( ... ), tarnbié~ afir-
del yo pequeí10-burgués" (39). No hay histora del arre que ma la certeza de una repetición con el objeto de amojonar,

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Georges Didi-Huberman La imagen-combate
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mediante la ayuda de una doctrina metafísica, una preten- abrió una vía, no solamente en el plano de las declaraciones de
dida unidad del devenir con límites tranquilizadores pero intención, sino también en el terreno práctico. Efectivamente,
podridos. Estas dos concepciones están anirnadas por el inventó dos historias, que no podían parecer, en su época, más
deseo de silnplifi.car la historia considerándola como una que como dos historias imposibles. Una es esta historia dema-
acción continua, y acenuar las tensiones inquietantes y las siado originaria, aparentemente demasiado inmemorial para
temibles contradicciones (43). acceder a un saber histórico: esa fue su tentativa de esbozar,
desde 1915, una historia y una teoría de la escultura africana
. No unificar el devenir, inquietar el tiempo ¿en eso consiste ser (44). La otra es esta historia demasiado nueva, aparentemente
inactual y exigir lo imposible de la historia del arte? Sin duda privada de toda memoria de carácter regresivo en relación con
que sí, si aceptamos -con Car! Einstein como con Nietzsche la época en la que la emprendió. Esa fue la obra maestra de
o Bataille- hacer de lo imposible una auténtica aproximación síntesis histórica que constituye su Historia del arte del siglo
de lo real, y de lo inactual una auténtica aproximación del XX, aparecida cuando el mencionado siglo terminaba justa-
tiempo. Exigir lo imposible, para Car! Einstein, no era nada mente su primer cuarto de duración (45).
diferente a rechazar la simplificación de la vida: era querer Es necesario leer conjuntamente estas dos tentativas. La
afrontar la exuberante complejidad de los objetos artísticos, la confluencia de ambas define la urgencia y la inactualidad de
exuberante complejidad del tiempo que esos objetos producen toda historia que se atreva a plantear el problema del devenir
y de los. que ellos son los productos. Sin duda, semejante en términos no lineales, no unitarios, no teleológicos: esta his-
comp!e)ldad excede las fuerzas de cada uno y oculta algo de toria que se atreve a situarse en un nivel genealógico, en el cual
manahzable. En este sentido, la tentativa de Carl Einstein, el origen y la novedad se combinan dialécticamente, porque
por ser radical, no podía sino estar marcada con el sello del el origen no es ya pensado como simple fuente del futuro y
fracaso, si se entiende por esta palabra la incompletud de los porque la novedad no es ya pensada como simple olvido del
resultados. Pero una obra como ésta debe experimentarse a pasado. Benjamín, se sabe, ha llamado a esta combinación
la altura de su exigencia, que permanece -en tanto que inac- imagen dialéctica. Parece interesante señalar lo que, entre la
tual- con una urgencia absolutamente intacta. pasión por la vanguardia cubista y el descubrimiento de la
escultura africana, supera en Carl Einstein la simple posición
"primitivista" y accede a una verdadera intuición dialéctica
Car! Einstein en la avanzada de la historia: -intuición en la que pueden redefinirse, creo, todos los mo-
el riesgo anacrónico delos temporales que la historia del arte humanista utiliza tra-
dicionalmente.
Incluso si Car! Einstein estuvo lejos de realizar -es decir, de Esta intuición dialéctica, repitámoslo, no fue construida
acabar~ el prngrama metodológico que asignaba a la disciplina como tal, en el sentido en que diera lugar a alguna arquitectu-
de la h1stona del arte, debemos por lo menos reconocer que ra, a algún cuerpo doctrinal, fuere el que fuese. Ella, más bien,

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.,.,
Georges Didi-1-Iuberman
_,,., ____ ,_,,_,_ ---

se deja ver a través de los movimientos, las elecciones de objeto


aparentemente espontáneos de C:arl Einstein -elecciones tan
precipitadas y co1npletas que parecieron, y todavía parecen,
paradójicas. Es en efecto curioso que en la mis1na época que
aplicaba al dominio artístico occidental la proposición nietzs-
cheana de la muerte de Dios, Car! Einstein se haya interesado
como ningún otro antes que él por este arte esencialmente reli-
gioso que era, según su visión, la escultura africana. Compro-
baremos que la apuesta no era ni crear el puro contraste entre
un intemporal "religioso" y una contemporaneidad privada
de "sagrado", ni entrar en la constatación desengañada de al-
gún "desencantamiento del arte" en la era de la modernidad
(46). La apuesta era, en el tono más innovador que se pudiera
concebir, dialéctica. Modo de decir que en un solo y mismo
movimiento Car! Einstein iba a dibujar un lazo inédito entre
origen y modernidad.
Negerplastik probablemente fue compuesto en el primer
trimestre de 1914-su autor tenía entonces veintinueve años-,
16. Artista de cuhura no identificada (África ecuatorial), CAbeza. 1Vladera
y su abundante iconografía de ciento dicienueve planchas ha- coinpacta. Publicada en e:. Einstein, Negerplastik, Leipzig, l 915, ilustración
bía sido seleccionada con la ayuda de Joseph Brummer, es- XIV.
cultor húngaro convertido en comerciante de objetos de arte
(47) (jig. 16-17). La precocidad de este texto, publicado en
1915 y reeditado en 1920, sorprendió a todos los especialis-
tas: precede en tres años al célebre artículo de Guillaume Apo-
llinaíre sobre las "Esculturas de África y Oceanía'', texto que,
por lo demás, comienza rindiendo un homenaje implícito al
libro de Einstein al enunciar la paradoja según la cual "esta
nueva rama de la curiosidad nacicla en Francia encontró has-
ta ahora más comentadores afuera que entre nosotros" (48).
Lo que ya dice mucho sobre la recepción, sobre la influencia
de un trabajo que fue saludado, desde su publicación, por
Ernst Bloch, Hermann Hesse y muchos otros también (49).

258
L:i in1agen-con1bate
~~~~~~~~~ ·-~~~~~~~~~·

Pero ¿en qué consiste exactamente el valor inaugural de


Negerplastik? Michel Leíris, que trabajó en Documents bajo
la autoridad intelectual -sin duda fulgurante, quizás sofo-
cante- de su "hermano" mayor Einstein, habla en 1967 de
un "trabajo etnográfica1nente bastante borroso, pero estéti·-
camente importante", trabajo donde se halla reconocída "la
obra en tanto que objeto independiente", pero cuya genera-
lidad -el aspecto teórico- es criticada en un tono un poco
molesto e incierto (50). Hablar en términos estéticos de Neger·
plastik -términos que serán en general retomados bajo esta
forma exacta (51)-, es a la vez hacerle un homenaje que segu·
ramente merece y ubicar este homenaje en un plano que no
1

es precisamente el mejor. Pues es pafa una crítica de !a estética


que Car! Einstein, como buen neo-fiedleriano, había com-
prometido todo su interés por la escultura africana. Reducir
Ne'-r¡;erplastik a una empresa estética sería trazar una apacible
línea entre Carl Einstein y el formalismo de un Roger Fry,
17. Artista de cultura no identificada (África ecuatorial), C'abeza. Madera corn- por ejemplo (52). Ello sería confinar la tentativa einsteinia-
pacta. Publicada en C. Einstein, Negerp!astile, Lcipzig, 1 915, ilustración .XV. na a una esfera intemporal que esa tentativa disgregaría con
vehemencia. Sólo un punto de vista dialéctico me parece que
hace justicia a la complejidad de una empresa inaugural que
analizaba las formas plásticas en nombre ele una contra-esté-
tica, y que planteaba los jalones de un modelo de temporali-
dad asimilable a una contra-historia del arte.
Intentemos describir ese movimiento dialéctico (53). El
comienzo -la tesis- es ya paradoja! puesto que ella se dibuja
con los trazos de una aporía, incluso de una inexistencia. La
tesís es que la escultura africana no puede constituir un obje-
to de conocin1iento, por la primordial razón de que no existe.
Vuelve a la misma violencia dialéctica -el proceso donde se
deconstruye la tesis- planteando la exigencia de exigir exis-
tencia y conocimiento para este objeto de no-conocüniento,

261
La irnagen-combate
Georges Didi-I'iubcrrnan
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para ese no-objeto de conocin1iento ¿Por qué esta no-exis- niega la existencia d.e esos objetos como obras, corno pro-
tencia, por qué este no-conocimiento? Porque la clase de ducciones formales; por otro, su prejuicio evolucionista priva
objetos que Car! Einstein designa bajo el término de Neger- a las formas africanas de toda historicidad desde que ésta se
plastik está literalmente diluido en la "distancia" (Abstand) contenta con un modelo donde "se esperaba captar en el afri-
y en los "prejuicios" (Vorurteile) que la mirada occidental le cano un testimonio de los orígenes, de ttn estado que jamás
ünponc: habría evolucionado" (57).
Si la historia del arte africano entonces, no existe, se debe
1

Quizás no haya otro arte que el europeo aborde con tanta a que la ciencia positivista niega en ella la bistoria (en prove-
desconfianza como el arte africano. Su primer movin1iento cho de una noción fosilizada de lo "primitivo") tanto como el
es negar el hecho 1nisn10 de "arte" y expresar la distancia arte (en provecho de una concepción instrumental de las for-
que sep<1ra estas creaciones del estado del espíritu europeo mas plásticas). La antítesis consiste desde entonces en invertir
con un desprecio qtJ<.' llega hasta crear una terrninología las condiciones de esta inexistencia, y en reconocer arte e
despreciativa. _Esta dis1:1ncia y los prejuicios que se derivan bistoria dentro de la producción escultural africana. Pero esta
hacen difícil todo juicio estético, lo hacen incluso in1posi- consecuencia lógica tropieza, en cada una de las dos opera-
ble pues tal juicio supone en pri1ncr lugar un cierro paren- ciones, con una dificultad teórica mayor: de un lado, en efec-
tesco. f] negro, sin embargo, pasa a priori por ser el inferior to, la plástica africana transgrede todos los límites de lo que
al que se debe tratar sin miramientos y se condenan inrne- el discurso estético occidental asigna al territorio del "arte".
diatarncnte sus propuestas co1no insuficientes (54). Del otro, la cultura africana desafía todas las reglas en las
cuales el discurso histórico occidental funda su legitimación.
Lo que Cad Einstein denuncia aquí no es solamente el Es en eso que la tesis parece desembocar en una serie de apo-
secular prejuicio colonialista de una superioridad cultural de rías: ¿cómo hacer la historia de un corpus donde "nada está
Occidente. Es también el basamento epistemológico de la úni- fechado"? ¿Cómo hablar de "artistas" cuando ningún objeto
ca disciplina que hasta allí pretendía dar cuenta de objetos está firmado? ¿Cómo describir una actividad escultural cuan-
tales como las esculturas africanas, quiero decir, la etnografía. do los que la practican lo hacen en el marco de sociedades
Los "prejuicios" se expresan también en la "filosofía espon- secretas? ¿Cómo hablar de estilos geográficos (a la manera en
tánea de los sabios" (55), y Carl Einstein la rechaza cuando que se puede) en f~uropa, oponer un "Renacimiento italiano"
1
se funda en esas "vagas hipótesis evolucionistas' utilizadas a un "Renacimiento nórdico"), cuando los fetiches se roban
por los etnógrafos para explicar una supuesta "primitividad" o se intercambian de una tribu a otra, cuando "estilos com-
(Primitivitdt) de la plástica africana (56). En resumen, la et- pletamente diferentes provienen con frecuencia de una mis-
nografía positívista niega dos veces la existencia de un arte ma región"? ¿Cómo volver a trazar la evolución de un estilo
africano: de un lado, su prejuicio funcionalista, que hace de cuando las formas no proceden cronológicamente "de lo más
las formas africanas sin1p!es instruinentos o simples ('fetiches", simple a lo más complejo"? (58).

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Georges [)idi-Hubern1an
~~~~--~~~~

F,n esas condiciones, escribe Einstein a manera de iróni- adivinó que raran1ente en otra parte como entre los ne~ros
co preámbulo, "parece bastante vano ensayar decir algo sobre se habían planteado con tanta pureza problemas prec1sos
la escultura africana" (59) -excepto, como toda su empresa de espacio y formulado una manera propia ~e creación ar-;
ulterior lo atestiguará, trabajar para transforrnar radicalrnente tfstica. ( ... )Mi breve descripción del arte africano no podra
los modelos epistemológicos de lo que se entiende usualmente sustraerse de las experiencias hechas por e.l arte contempo·-
por historia, y los modelos estéticos de lo que usualmente se ráneo (den E'rfahrnissen neuerer Kunst), aún cuando lo que
entiende por arte. Si son posibles estas dos transformaciones, adquiere importancia histórica (geschichtlich Wirkende) ~s
ambas deben ir a la par: no se puede sobrepasar la noción siempre función del presente inmediato (unrnitte!baren Ge-
"instrumental" del arte africano más que, si oso decirlo así, genwart) (61).
restregándola con una hístoricídad de tipo absolutamente
nuevo; no se puede sobrepasar la noción t1udosa de "primiti- Tal sería, pues, la versión einsteiniana de la imagen dialéc-
vldad" rnás que con una forrna de arte de tipo absolutamente tica: uno no inventa nuevos objetos históricos más que crean-
nuevo. ¿Qué quiere decir esto? Que el momento de antíte- do la colisión -el anacronismo- de un Ahora con el Otrora.
sis propuesto por Carl Einstein será un momento de riesgo También la historia demasiado originaria del arte africano no
extremo: riesgo de que una plástica distinta descomponga podía ver la luz más que dialécticamente golpeada (los golpes
la noción de arte estatuario; riesgo de que un anacronisrno de martillo, se sabe, producen chispas en el yunque) por el
descomponga la noción clásica de historia de las formas. Es encuentro con esta historia demasiado nueva, esta "avanzada
entonces que la escultura africana va a surgir, no del cam- de la historia" artística que constituía, en 1915, el punto de
po de conocimiento donde estaba hasta entonces capturada vista cubista. La noción benjaminiana de legibilidad encon-
co1no rehén, sino de un valor de uso muy particular en el tró allí, me parece, una aplicación ejemplar: sólo toma sentido
que un arte moderno, el cubismo, no terne utilizarla, es decir 1 en fa historia lo que aparece en el anacronismo, el anacronismo
transformarla, desplazarla. Es de una situación de extrañeza, de una colisión donde el Otrora se encuentra interpretado y
incluso de "extrañamiento" (60), que la escultura africana va "leído", es decir, puesto al día por la llegada de un Ahora re-
a nacer como nuevo objeto de conocimiento: sueltamente nuevo. Y ese Ahora <.{el arte africano no es otro
que el cubismo. Car! Einstein tomaba en snio el avance llle-
Algunos problemas que se plantean al arte moderno han pro- rodológico de la historia del arte (quiero dec1t de la Geschuh-
vocado un acercamiento n1enos desconsiderado que antes te der Kunst, el arte como "proceso actual") en la historia del
respecto del arte de los pueblos africanos. Como siempre, arte (quiero decir, de la Kunstgeschichte, la disciplina conside-
aquí también, un proceso actual (ein aktuelles Kunstgesche- rada en tanto que da cuenta de tales procesos). Las obras son
hen) creó su his(oria; en su centro se alzó el arte africano. en general las primeras interpretaciones de las obrns. Lo ;on
Lo que antes parecía desprovisto de sentido encontró en los siempre en la despreocupación y en la 1mpertmenc1a anacrom-
más recientes esfuerzos de los escultores su significación. Se cas de un desplazamiento de la historia. Tal sería el momento

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La irnagen-combate
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inicial de "extrañeza'', el riesgo instaurador de una interpre- trata ni más ni rnenos que de levantar un obstáculo epistemo-
tación histórica deseosa de desarrollar su saber más allá de su lógico y de abrir la historia a nuevos objetos, a nuevos mode-
propia "distancia", más allá de sus propios ''prejuicios". los de temporalidad. Al tomar el riesgo de "no sustraerse a las
Car! Einstein propuso abandonar el iconografismo y el experiencias efectuadas por el arte conternporáneo" ante la
funcionalismo de los etnógrafos. Para eso es necesario dice escultura africana, Car! Einstein había desplazado la noción
"partir de los hechos" (62), Pero no de los "hechos" en ~j sen'. -el método- de la historia y la estética del arte estatuario,
tido en que lo entendería un historiador positivista. El "he- liberándolas de un obstáculo ligado a la concepción académi-
cho", para Carl Einstein, es aquí algo que llama "percepción ca de la escultura occidental y revelando allí la primacía de la
del volumen" o "experiencia del espacio": kubische Raumans- "aprehensión pictórica del volumen" y la "confosión total en-
chauung, kubische Erleben -expresión donde la generalidad tre lo pictórico y lo escultórico)) que estigmatiza violentamente
fenomenológica de la espacialidad rima con la particulari- en el psicologismo -la "conversación", la narratividad- del
dad artística de las obras de Braque, de Picasso, de Juan Gris arte barroco (66),
(63). "Partir de los hechos" quiere decir partir de la experien- Llamar dialéctica a dicha operación, en el sentido benja-
cia presente, puesto que además, esos objetos originarios de
1 miniano de la "imagen dialéctica", permite, pienso¡ evitar
la plástica africana permanecen presentes bajo nuestra mirada dos defectos que podrían fácilmente desviar la lectura de
y en el atelier de artistas contemporáneos. "Partir de los he- Negerplastik El primero sería creer que la empresa de Car!
chos" quiere decir, sobre todo, partir de las "características Einstein volvía a hacer primitivo el arte moderno, a hacerlo
formales de las esculturas" (aus dem Forma len der Sku!pturen) "arquetípico" (modo Jung) o "intemporal" (modo Malraux).
aquellas a las que sólo la visión cubista pudo hacernos sen- Si el contacto con el arte africano permitió al artista europeo
sibles (64). "repensar su propia historia" (seine Geschichte rückzudenken),
El cubismo fue capaz de descubrir el arte africano corno dice enfáticamente Einstein (67), no significa arrojar esta his-
un objeto de pleno derecho de la historia del arte porque se toria hacia un origen pensado como "fuente primitiva" de
dedicó, contra todo lo que lo había precedido en Occiden- toda actividad artística. Pensar la relación del cubismo con el
te, a construir un "realismo específico del espacio" -y no un arte africano en términos de "primitivismo" es no compren-
realismo de las cosas, de los personajes o de las historias (65), der un ápice la estrategia de Negerplastik: primero porque "un
Este descubrimiento sólo podía efectuarse según la extraña buen número de obras esculpidas por los negros serán lo que
modalidad de un anacronismo: no solamente porque la mi- sean, pero no tienen nada de primitivo" (68). Luego, porque
rada cubista no era en sí "histórica", sino también porque el prirnitivisrno no es, a los ojos de Einstein, más que un exo-
el descubrimiento del arte africano creaba nuevamente una tismo disfrazado: "a menuclo es un romanticismo estéril, un
brecha decisiva en la noción misma de la historia del arte. El alejandrinismo de origen geográfico. El arte negro (en la óp-
anacronismo es un riesgo dialéctico, pero este riesgo -esta ac- tica del prirnitivisrno) es el último e inútil recurso del artista
tivación, este rodeo, este artificio peligroso- vale la pena: se carente de ideas nuevas" (69). Por eso Car! Einstein encaró la

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Georges Didi-Huberman La imagen-combate
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escultura africana a través de la alta complejidad espacial del -tal sería, según él, la condición de toda "perfección" plástica
cubismo, dejando de lado un expresionismo cuyo mimetis- (73). Car! Einstein, por su parte, abre el formalismo teórico
mo "primitivista'' precisamente fustigaba (70). de Hildebrand al articular -rasgo genial de su análisis- la
El segundo error sería creer que la empresa de Car! Einstein espacialidad de la distancia con las condiciones cultuales de
era modernizar el arte aji·icano mismo. Se habla sin razón de la plástica africana. El resultado, muy benjaminiano, fue la
una "proyección cubista'' de Car! Einstein sobre el arte afri- formulación de una jénomenologia espacial del aura donde el
cano, modo de reprocharle irnplícitamente su anacronismo carácter "absoluto" de la forma no depende de la integración
fundamental (71). Pero esto implica ignorar la dinámica mis- armoniosa de sus partes (punto de vista estético tradicional)
ma según la cual, en Negerplastik, el cubismo "encuentra" el sino de la distancia trabajada por la misma escultura (punto
arte africano "en un relámpago para formar una constelación)' de vista donde se conjugan lo formal y lo antropológico):
-para retomar los términos empleados por Benjamín cuando
define la imagen dialéctica (72). El anacronismo es un mo- Es posible efectuar un análisis formal (cine formafe Anafyse)
mento de antítesis, una clavija dialéctica. Permite compro- que se apoye sobre algunos elementos particulares de la
meter algo nuevo más allá de esta tesis-aporía que representa, creación del espacio y de la visión que los engloba. (... ) El
según la visión de Carl Einstein, el punto de vista etnográfico arte del negro está ante todo determinado por la religión.
y positivista. Ella no manifiesta una estasis, una existencia fija Las obras esculpidas son veneradas como lo fueron por to-
sino el movimiento propio de una exigencia. ¿Exigencia de dos los pueblos de la antigüedad. El ejecutante forja su obra
qué? De un punto de vista que podríamos llamar "sintético", como lo haría la divinidad o quien la protege, es decir que,
a condición de no entenderlo como la clausura auto-paci- desde el principio, tornó sus distancias (Distanz) en rela-
ficadora de un saber que cree haber llegado a sus fines. La ción a la obra que es el dios o su receptáculo. Su trabajo
síntesis, en ese movimiento, es una cosa incompleta, frágil, es una adoración a distancia y así la obra es a priori algo
siempre en estado de inquietud: es una síntesis-apertura. independiente, más poderoso que el ejecutante; tanto más
Car! Einstein la propone bajo la especie de un deseo: sería que éste hace pasar todas sus energías a la obra y se sacrifica
necesario superar el punto de vista etnográfico y la creencia porque es inferior a ella. Con su trabajo, cumple una fun-
positivista en los datos utilitarios, cronológicos, geográficos, ción religiosa. La obra como divinidad está libre y separada
etc., imprimiéndoles dos movimientos contradictorios. El de todo; el artesano y el adorador se encuentran a una dis-
primero, para hacer posible la consideración "cubista" del es- tancia infinita (in unmessbarem Abstand) (... ), tanto como
pacio tridimensional, consiste en abrir la experiencia formal, los ídolos a menudo son adorados en la oscuridad. La obra,
rearticulando allí los elementos antropológicos propios del fruto del trabajo del artista, permanece independiente,
mundo africano (elementos ausentes, va de suyo, del uni- trascendente y libre de todo lazo. A esta trascendencia corres-
verso cubista). Adolf Hildebrand había enunciado antes la ponde una concepción del espacio que excluye toda función
exigencia formalista de una "visión a distancia" de la escultura del espectador. Es necesario dar y garantizar un espacio cuyos

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c;eorges Didi-Hubcrman La imagen-combate
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recursos están agotados, un espacio total y no fragmentario. posee esta dinámica de la forma que permitió que Car! Einstein
El espacio cerrado y autónomo aquí no significa abstrac- la examinara "apartándose Íntegramente del correlato me-
ción sino sensación inmediata. Esta clausura lo garantiza tafísico" (75). Se anticipó así a los acercamientos estructu-
sólo si el volumen está plenamente colmado, cuando no se ralistas de la "eficacia simbólica", y logró incluso sobrepasar
puede agregarle nada más. (. .. ) La orientación de las partes ames que dlos el logocentrismo al proponer el análisis
está fijada no en función del espectador sino en función de los cornponentes puran1ente visuales tales como la masa, la
ellas rnismas; son sentidas a partir de la masa compacta, y "concentración píástica", la frontalidad, la desmultipíicación
no con un retroceso que las debilitaría. ( ... ) (La esculcura de motivos, el modelado, el silueteado, la profundidad, la
africana) no significa nada, no es un símbolo; es el dios deformación reglada o la integración de lo orgánico o de lo
que conserva su realidad rr1Ítica cerrada, en la cual incluye geométrico (76).
al adorador, al que transfonna tan1bién en un ser mÍtico Al abrir así, más allá de los cánones estéticos tradicio-
aboliendo su existencia humana. El carácter terminado y nales, la comprensión de lo que es una forma plástica, Car!
cerrado de la forma y el de la religión se corresponden, lo Einstein buscaba abrir !.t1 explicación histórica y antropológica
n1ismo que e1 realis1no formal y el realisrno religioso (74). del arte africano, si no del arte en general. Todos los escritos
de Car! Eisntein posteriores a Negerplastik lo testimonian:
El rasgo genial de este análisis consiste en haber conjugado pueden ser leídos en su totalidad como la prolongación siste-
en la forma dos órdenes de realidad que la etnografía y la mática del movimiento comprometido desde 1915. Más allá
estética habían considerado siempre independientes. El pri- del "riesgo anacrónico" y de su función instauradora, buscan,
mero es la experiencia, a la que Car! Einstein liberó de todos dialécticamente, volver a situar el problema del arte africano
los prejuicios presentes, aún hoy, en los ensayos de '(estética en el contexto -en adelante renovado, "abierto"- de una his-
1
de la recepción": la experiencia visual no es un 'resultado" o toria del arte. Escrito en 1915, Aftikanische Plastik invierte
un "efecto" de la obra plástica, sino un componente funda- lógicamente, pero sin contradecirlo, el movimiento empe-
mental de su misma forma que, en tanto que forma, produce zado en Negerplastik: se trata, de allí en más, de especificar
la espacialidad de su presentación. El texto de Negerplastik lo que había sido reconocido como objeto histórico nuevo,
se anticipó, desde ese punto de vista, a los análisis fenome- de proponer una actitud más analítica (ahora las planchas
nológicos de la espacialidad, de la distancia -incluso de la reproducidas serán comentadas una a una (77)), incluso de
oscuridad- de Erwin Strauss o de Maurice Merleau-Ponry. renunciar al punto de vista "moderno" como tal:
Pero Negerplastik mantiene igualmente su análisis en un se-
gundo orden de realidad: un nivel de simbolicidad que libera, Nuestra intención es menos la de estudiar el arte negro en
también, de algunos prejuicios positivistas o iconográficos. función de la actividad artística moderna (... ) que de abrir
Así, la religión ya no es pensada como un "contenido" que la vía a las búsquedas especializadas que interesan a la historia
la escultura africana debería "representar"; ella en sí misma de la escultura y de la pintura africanas (78).

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Georges Didi-I..fuberman
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No se trata tanto de olvidar el cubismo y el arte moderno


una "Edad Media africana" abierta a las influencias bizanti-
en general -toda la actividad de Carl Einstein lo confirma
nas o coptas (82). Por eso la exigencia histórica debía espe-
con fuerza- co1no de afirmar las consecuencias metodológi-
cificarse tatnbién en los fenómenos directamente observables
cas para la historia del arte de la apertura de un campo nuevo
por el investigador, tales como la modificación formal de las
para el saber. Ahora bien, esta apertura suponía una conjun-
esculturas africanas en contacto con el colon1zador, o 1ncluso
ción inédita de la historia y de la antropología --conjunción
los efectos de la urbanización de los africanos sobre sus pro-
cuyo resultado debía ser la transformación recíproca de dos
pia producción artística (83). . ..
modos de aproximación:
Pero este programa de estudio, lo sabemos, permaneoo
fragmentario, ya que Car! Einstein no fue, en cuanto al arte
Si se quiere estudiar el arte africano con provecho, es ne-
africano, un "hombre del terreno". Su terreno natural -su
cesario interpretarlo fuera de toda idea romántica, incluso
tierra-, era el París de las vanguardias. El adelantado teórico
de todo punto de vista puramente etnológico. Esa meta
de Negerplastík encuentra su campo de experimentación más
sólo será alcanzada por la colaboración del etnólogo y del
decisivo en el trabajo formal de fos contemporáneos. Otra
historiador del arte. (... ) A ella (la etnografía) le corres-
"avanzada de la historia" donde Carl Einstein habrá aportado
ponde carnbiar de método y de aspecto cuando se trata de
sus más perturbadoras contribuciones, yendo hasta proponer
cuestiones particulares. Al pasar de lo general a lo particu-
-desde su Arte del siglo XX hasta el Georges Braque, pasando
lar puede ofrecer al historiador del arte nuevos temas de
por el episodio tan fecundo de Documents- algo así como
estudio (79).
una teoría general de la experiencia visual.
La proposición teórica era tan clara como innovadora
(80): se trataría de pensar la historia del arte como la puesta
Experiencia del espacio y experiencia interior:
en práctica de un punto de vista amplio, antropológico, pero
el síntoma visual
definible o comprensible en las singularidades formales de las
que sólo es capaz un análisis visual específico de las organi-
Car! Einstein formuló lo esencial de su comprensión de
zaciones plásticas. He allí por qué el estudio de la escultura
los objetos visuales en términos de experiencia, incluso de
africana, en Car! Einstein, debía especificarse siempre más,
"experiencia interior" (84). La analogía con el pensamiento
examinando aparte ciertos problemas locales tales como el
de Benjamin -si se repiensan los análisis de la presentación
uso de máscaras Ekoi o Bapindi, o también la forma enigmá-
aurática de las esculturas africanas, si se reflexiona acerca de
tica de los árboles-fetiches del Benin (81). Por eso el estudio
esta concreción temporal descripta de un modo casi idéntico
caso por caso debía permitir a Car! Einstein invertir el mo-
al de la imagen dialéctica- es incrementada aquí me?iante
delo positivista de la evolución fetichismo-religión, arrasar el
una analogía con el vocabulario de Georges Batail!e. Esta es
presupuesto del aislamiento africano, esbozar la hipótesis de
evidentemente asombrosa pero por poco que se reflexione no

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Georges Didi-Huberman La in1agen-cornbatc
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debería sorprendernos. Por un lado, existe el elemento co- de Bébuquin, habían sido traducidos en algunas revistas
n1Ún a todos esos "pensamientos energúmenos" de los años literarias (87). Pudo leer sin ofuscarse la Historia del ojo de
veinte y treinta, de los cuales hablé antes; existe, sobre todo, Georges Bataille, guien ya había escrito algunos textos vio-
la participación asidua de Carl Einstein en la aventura de lentamente eróticos (88). Retomando la expresión ya citada
Documents) o sea, en un "frente teórico coxnún" -contra el de Clara Malraux, quedaba como "el hombre de todos los
positivisn10 y el idealismo, pero ta1nbién contra el surrea- nuevos accrcanüentos": había leíc{o los textos de Frcud, pudo
lismo de Breton, juzgado como una alternativa falsa a los jugar activamente el papel de introductor de la etnología ale-
prejuicios del pensamiento académico- que hizo trabajar a .mana en Francia, poseía sobre todo un incon1parable cono-
Car! Einstein en contacto directo con Bataille y Leiris. cin1iento de la historia del arte y de sus adelantos teóricos
El rol exacto de Carl Einstein en el seno de Documents con- encarnados en los nombres de WblITTin, Riegl o Aby War-
tinúa sin dilucidarse. Será necesario, probablemente, esperar burg. El Diario de Leiris es portador del testimonio de ese
la publicación de nuevos archivos para colmar el silencio, contacto fecundo, e incluso clel ascendiente que ejerce este
incluso la mala fe que rodea la evocación de su participación pensamiento c·lifícil, exigente) sobr'c los dos jóvenes tránsfu-
teórica en la vanguardia parisina de esta época. fjnstein fir- gas del surrealismo (89).
mó, después de Bataille y Leiris, la mayor cantidad de textos Pero ¿córno calificar esta exjJerieru:ia cuya teoría fue ela-
en los dos años que dura el trabajo de la revista. Su nombre borada por Car! Einstein f'i-agrnentarian1cnte desde Neger-
aparece, desde el primer número, en abril de 1929, entre los pltLStik, e incluso desde la "novela teórica" Bébuquin? Una
miembros del comité de redacción, y es bastante probable prirr1era respuesta se encuentra claran1entc enunciad.a al co-
que haya jugado en esta empresa un rol integral de fundador mienzo del libro sobre El Arte del siglo .XX: comentando la
(85). En una nota inédita de 1954, Georges Bataille hablará transformación radical que se produjo en el arco tendido en-
incluso del "poeta alemán Car! Einstein" como del "director tre el impresionismo y el cubismo, Car! Einstein hablaba allí
titular" de la revista -y recuerda haberse manifestado en su de un "derrumbamiento del comercio de la belleza''; sobre
contra, sin precisar con qué intensidad aunque asombre la
1 las ruinas de esta destrucción, el objeto visual era entonces
nítida analogía de sus respectivos recorridos en el dominio calificado de "manifestación" (Aufi'erung), de "acontecimiento"
de la crírica estética (86). (Ereignis) y, para terminar, de "síntoma" (Symptom) (90). La
De los tres energúmenos que influirán definitivamente experiencia sería, pt1esJ síntoma -más precisa1nente la reper-
en la orientación de la revista, Car! Einstein era el de más cusión sobre el espectador, sobre el pensan1iento en general-
edad -tenía cuarenta años en 1929, mientras que Bataille de for1nas en sí misn1as surgidas en el inundo visible como
tenía treinta y dos y Leiris, veintiocho-, y posiblemente no tantas perturbaciones gue tenían valor de síntornas. I~a lectura
era el menos energúmeno ni el menos impugnador de los de los textos posteriores a 1926 -particularmente los escri-
tres. Su reputación de escritor experimental lo precedió en tos en 1929-1930 para Documents, hasta el Gcorges Braque de
Francia, y algunos de sus textos, por ejemplo un fragmento 1934- deberán permitirnos delimitar mejor las características

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Georgcs l)idi-T-Iubcnnan La imagen-con1batc
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funclan1entales de esta comprensión "sinton1ática" de la ex- forma por sí rnisn1a. Pero ésta parece dialéctica ta1nbién en
periencia visual. otro nivel: pu.es si bien enuncia, tan1bién enuncia la crueldad
La primera de las características es u na t-lialéctica d.e la (en un tono perfectamente batailleano) y la precisión para
destrucción o, n1ejori de la descornposición. Si el tono "f()rma- transformarse que tiene una versión en relación a las prece-
lista" de Negerplastik puede asombrar al lector actual, sería dentes (y el tono se hace aquí prernonitoriamente levistraus-
desastroso comprender dicho "formalismo" en el nivel de lo siano). Se ubica, por añadidura, en sintonía perfecta con lo
que la crítica de arte, hoy entiende por ese térn1ino -casi que la empresa de Documents implicaba de más radical: a
1

sierr1pre peyorativo y casi sien1pre pronunciado en relación saber, que la descomposición de la que se trata es primero
con el debate neo-green berguiano. "T'an extraúo como pueda descomposición de la figura humana. Ésta, escribe Einstein en
parecer a primera vista en Carl Einstein !a exigencia formal
1
sus "Notas sobre el cubismo", aparece como la unidad por ex-
se identifica estrictamente con una exigencia de descomposi- celencia del sistema estético tradicional --por ende, la unidad
ción de la forma. Desde 1912, Einstein proclamaba que no por excelencia a "comprometer, a "descomponer" (96).
existe jOrma auténtica que no sea al n1is1no tien1po violencia He allí por qué, en el contexto de las artes figurativas de
y, precisaba, violencia operatoria (92). El trabajo de las formas los siglos pasados, la atención de Car! Einstein pudo dirigir-
fue siempre pensado por él como "destrucción justificada se hacia esta precisa --pero cruel, según él- deformación que
de un objeto" (93). Manera, para él, de instaurar una com- manifiestan las anan1orfosis, donde veía mucho más que un
prensión dialéctica -pero disimétrica, de donde proviene su "simple juego óptico": una perturbación de la visión en ge-
crítica a los "perezosos" dualis1nos dialécticos en materia de neral, una modificación del lugar del sujeto, un fenómeno
análisis visual (94)-, capaz de dar a la noción de forma su inductor de "éxtasis" (97). He allí por qué Einstein pudo
fundamental capacidad "traumática": interesarse en Magnasco en tanto que creatore della pittura
di tocco e di macchia (98). He allí por qué la singularidad de
:E.s evidente que la confección de las obras de arte comporta Hercules Seghers en el arte holandés del siglo XVII le pare-
tnuchos elementos de crueldad y de asesinato. Pues toda ce tan ejemplar: no solamente la dramatización del pensa-
forma precisa es un asesinato de otras versiones: la angustia miento y el modelo del rebelde encontraban allí su razón (el
interrutnpe lo nonnal. Se descornpone cada vez más la rea- artículo de Einstein comenzaba con la evocación c.lel artista
lidad, lo que la hace cada vez 1nenos obligatoria; se acentúa "tan pobre que se vio obligado a pintar sobre sus manteles o
la dialéctica de nuestra existencia ( ... ): es una acentuación sobre sus sábanas", tan desesperado que "una noche murió
traumárica (95). ebrio" (99)), sino también la descomposición del espacio an-
tropocéntrico, del espacio civilizado, que encontró en él una
"Toda forn1a precisa es un asesinato de otras versiones": expresión que Einstein analiza en términos conmovedores (y
esta admirable proposición enuncia el carácter dialéctico de bastante batailleanos, por lo demás):
todo trabajo formal, es decir, de toda descomposición de la

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Georges Didi-t1ubcrrnan

.Es una rebeldía aislada e íntirna contra todo lo que se lla1ne la disociación definitiva de las partes. Se trata, en suma, de
holandés. Seghers pagó con su vida semejante actitud. pérdida de la unidad personal y así el aspecto de un paisaje
En su obra, la continuidad orgánica del arte holandés se significa la desrrucción de uno mismo (100) (jig J 8).
fija en una suerte de horror pesado y petrificado, o bien, se
deshace en una fuga de planos que desgarran el ojo f.1.tigado Esta descomposición espacial y subjetiva no era, en el gran
por paralelas fofas y sin fin: la extensión, en otra parte idén- siglo clásico, más que un síntoma aislado. Ella e11contrará en
tica a una conquista, a una esperanza, no es aquí más que el cubismo, según la visión de Car! Einstein, la dignidad de
una fuga espantosa. En general, la vist:1 tropieza con rocas un método irreversible: el síntoma, entonces, alcanza la visión
compactas, con prisiones a1nontonadas. F~sta concentración de todos, deviene síntoma global de una civilización que puso
traiciona una desesperación paralizante como un calambre: el espacio y el tiempo, y el sujeto mismo, patas para arriba.
una suerte de agorafobia caracteriza estos grabados. Se en- Con Picasso, Braque o Juan Gris !fig. 19), la alucinación,
cuentra allí un desprecio doloroso, un rechazo a toda socia- como dice Einstein, no se separa ya de lo real, sino qt1e crea
bilidad, una Holanda al revés. (... ) lo real (101). ¿Cómo es eso? Inventando una "violencia ope-
El cliché naturaleza muerta adquiere aquí su sentido des- ratoria'' específica de la forma, que pasa por una redefinición
nudo: naturaleza podrida, petrificada, naturaleza reventada. dinámica y dialéctica de la experiencia espacial. Esta redefi-
(. .. ) Cada piedra, cada hoja está aislada. A-social, descorn- nición es dialéctica en la medida que no excluye el antropolo-
puesta, encerrada en sí misma. (. .. ) En esos paisajes de un gismo, sino que lo descompone, como ocurre en Juan Gris, en
barroco despedazado, las plantas están hechas trizas. La quien Einstein descubre una "tectónica)' -un rechazo d.el an-
lava, el lodo, los árboles como harapos y los escombros tropocentrismo- construida, sin ernbargo, por "elementos
de guijarros. lJn desierto cortado por caminos que parecen humanos" (102).
trazados por meteoros, un infierno irrespirable y tieso, sin Tal sería el valor más conmocionante del cubismo según
hombres y sin aniinales. Cualquier ser vivo sería aquí una Car! Einstein: incluir dialéctica.mente lo mismo que descom-
paradoja.( ... ) Senderos enturbiados que conducen al inte- pone, es decir, el antropomorfismo. El aspecto operatorio de
rior, pero que pronto los expulsan. (... ) La vista es atraída y las formas cubistas crea ciertamente un espacio de encade-
repelida a la vez. Esta técnica es la técnica del cero; una dia- namientos autónomos (103). Pero Car! Einstein detesta la
léctica de las forrnas bajo el signo de la muerte, un exterminio autono1nía cerrada, 1a autonomía no dialéctica; esto se debe
rr
recíproco de las partes. otalidad no quiere decir aquí que el a que considera el constructivismo ruso y De Stijl como aca-
uno aumenta al otro, sino que el uno extirpa al otro. démicos y estáticos; lo que llama durarr1ente una "compati-
La naturaleza de Seghers es la catástrofe podrida y petrificada. bilidad de formas puras", un formalismo empobrecido pues,
( ... ) Esas rocas fonnan una rueca de escritura en la cual según él, está psicológicamente restringido sólo a la teoría de
se puede desenredar la expresión de un desn1embramiento la Gestalt (104). No se perturban las formas, sostiene Eins-
infantil (ver la destrucción de las muúecas), una alegría por tein, sin perturbar el pensamiento del sujeto, y ello obedece a

278 279

-1.
c;eorgcs _l)idi-1.-Iuberman

que el modelo metapsicológico freudiano -especialmente e]


({e la pulsión de 1nuerte~ no se halla ausente de su exigencia
teórica concerniente a la forma: no hay rigor operatorio sin
la violencia ele un "asesü1ato" funclan1ental. (~orno parangón
ele este rigor subversivo, el collage cubista aparece para c:arl
l~instein corno la descon1posición de "toclo prejuicio óptico" 1

el "intento n1ás audaz y 1n~ís violento de destrucción de la


realidad convencional" (105),
"IOcan1os alH una segunda característica de la experien-
cia visual según C,arl 'Einsretn: una dialéctica de la movili-
dad, tanto für1nal con.10 psíquica. c:uando }~~instcin repite a
Kahnweiler que el cubismo no puede ser considerado como
una sirnple "especialidad óptica", precisa su pensarniento al
afirmar: "Experiencia válida, que engloba mucho m<Ís y yo
creo que co1nprenderla es una cuestión de energía)' (es ist nur
Frage unserer Energie)" ( 106), Entendamos esta frase en todos
los armónicos del motivo de la energía: energía requerida al
espectador para captar la amplitud de la perturbación cu-
bista; pero tan1bién energía psíquica que pone en pr~-íct:ica
las formas cubistas por sí misrr1as. c:arl I~instein, aquí, n1e
parece que va n1~ís lejos en su formulación de la "i1nagen dia-
léctica" que los rnotivos benjaminianos c1e la in1agen como
"dialéctica en suspenso" o co1no "relárnpago para formar una
constelación", Pues el análisis formal de los cuadros cubistas
permite desarrollar, con relativa precisión, la noción de una
verdaclera ener~({ética de la experiencia visual 18. Hercules Sq~l1ers, Paisaje d1' 1·0<"1lS y cu,'rd.-1s, hacia }(.,';(), Agu:t!ÍJ.en·,~, punta
seca y aguada sobre papel. Publicado en e=. Einstein, "C:rabados de Hercules
Si se intenta, en realidad, comprender la espacialidad cu-
Seghers", f)ocuments, 1929, nº 4, p. 203.
bista en sus efectos de sin1ultaneidad, de "movimientos con1-
prin1idos", de "planos que se separan" o de "disociaciones
tectónicas", se llega fatalmente a lo que Einstein llama, ju-
gando con las palabras, campos de formas evidentemente pen-
sadas sobre el modelo -tomado de la füica-- de los campos

280
La i1nagen-con1batc

de fuerza (107). Éstos liberan su energía específica por un


efecto c{c clisociación que se poc{ria resu1nir así: allí (1ondc la
representación chisica creó 11n espacio continuo en el cual es-
tán dispuestos, corno entidades discontinuas, objetos y per-
sonajes, el cubisrr10 ínventa un espacio d_iscontinuo ''que los
objetos no interrun1pen". l.,as relaciones entre continuidad
y discontinuidad, iclentidad y c_{iférencla, están aquí inverti-
clas -subvertidas~. en rcla.ción con los datos naturalistas de la
pintura tradicional.
Ahora bien, lo que I--'.:instein recusa en el arte n1irr1ético no
es tanto la actitud "realista" en sí sino más bien la sustancia-
lización de lo real y la suspensión de las formas, por lo tanto,
de las fuerzas, que fustiga violentamente, calificando por
ejemplo a Narciso de "naturalista vanidoso" y a Pigmalión
de pobre "embaucado por un maniquí" (108). Ambos buscan
en el fondo lijar la imagen. Más generalmente, el realismo
in1itativo será considerado corno una "suerte (le aglomerado
de tabúes y de ternores cobardes" que sie111pre apuntan a un
"eternamente real" del representado -a lo que se opone) en
un tono casi deleuziano, el "naturalis1no en movin1iento" de
las artes nótna<..les-.. ", que hace de la perspectiva hu1nananista
un trivial y "pequeño extremo de la vieja metaf!sica" (109):

El hon1bre del llenacimiento acentuaba en sus cuadros la


resultante objeto. F:l cubista, acentúa por el contrario los ele-
1nentos de la jbr¡-nación del objeto: en orros térrriinos, tennina
con el "1noüvo" en tanto que factor independiente (110).
19. Pablo Picasso, Hon1bre con guitarra, l 912. ()leo sobre tela. Publicado en
"Notes sur le cubisrne", .lJocurnents, J 929, n" 3, p. 149. © Sucessíon Pie<L5SO Así, el cubisrno propone un cuestionan1iento radical -y
2006. filosóficarr1ente cargado de consecuencias- c{e la sustancia,
donde objetos y humanos se habían visto "fijados" por
la metafísica clásica. Consuma "el fin del sujeto estable y

283
Georges Didi~Huberman
~----··-·----·. -- ---··· -------- La imagen-combate
~----------------···---

determinado", la "liquidación de la actitud antropocéntrica"


jamás encuentra reposo ni resultado fijo, justamente porque
y de una fe secular "en esa baratija estúpida que se llama
su fuerza reside en la apertura inquieta, en la capacidad de
hombre" (111). Es anti-humanista, no por gusto de las for-
insurrección perpetua y de autodescomposicíón de la forma:
mas puras o resueltarnente "no humanas" sino p~r t~m~r
en consideración el carácter sintomático de la exper1enc1a vi-
( ... ) Las irnágenes conservan su fuerza activa sólo si se las
sual, que necesita el recurso de una nueva posición del sujeto.
considera como fragrr1entos que se disuelven al tiernpo
Desde el punto de vista de la experiencia visual, en efecto,
que actúan, o decaen rápidamente a semejanza de los or-
el espacio jan1ás es esta superficie contü1ua que ofrec~ el
ganismos vivos, débiles y mortales. Las iinágenes poseen
dispositivo visible u óptico de la representación clásica. Esta
un sentido sólo si se las considera como focos de energía y
eterniza al hombre, fija el espacio, fosiliza los ob¡etos en un
de intersecciones de experiencias decisivas. (... ) Las obras
mismo continuwn ideal (112). Resumiendo, rechaza todo
de arte adquieren su verdadero ser:tido gracias a la fuerza
miedo ·o. mquittud.. ante d hundimiento del tiempo
insurrecciona! que ellas encierran. (117)
y la del cnr.onccs, ella se in-
venta esta '' inq ucbrantablc Han1acla lo
El juego de la descomposición "insurreccíonal'' y de la
"absoluro'' (11.')). (:ontra '~SO, el cuhiSlllO C11CtH:".rltf'.'.l ines-
producción de "experiencias decisivas" otorga, según Car!
tabilidad, la movilidad fundamental de esas "experiencias
Einstein, la gran fuerza del cubismo: éste r10 es una variante
mixtas" donde "se manifiesta una desproporción entre los
estilística 1nás en .la historia del arte sino un cuestionamien-
procesos psicológicos y los de la naturaleza'': comprendió y
to fundamental, capaz de "determinar una nueva realidad
puso en práctica esta "función móvil psicológi~a' respecto
1

a través de una forma óptica nueva", capaz, asimismo, de


de lo que ni el espacio, ni el sujeto, ni la vista misma nunca
"modificar radicalmente la visión" al "renovar la imagen del
podrán sustancializar (114).
mundo" (118). Su poder está ligado al hecho de que no teme
Un campo de formas, según Car! Einstein, es más que una
poner en práctica, en el seno mismo de su "tectónica" ori-
simple "fórmula estética del estilo" considerada como el volver
ginal, una tercera característica de la experiencia visual: la
a decir lo real o la sustancia "bajo otra forma" (115). Inventar
denominó disociación, escisión de la mirada. Ella forma, en
un nuevo campo de formas, es inventar un campo de fuerzas
el interior del mundo estético, un principio de negatividad
capaces de "crear lo real", de "determinar una nueva realidad
psíquica, un principio de inquietud de donde, sin embargo,
a través de una forma óptica nueva". Modo de decir que el
la imagen toma toda su capacidad para trastornarnos, para
cuadro -y antes que nada el cuadro cubista- no tiene que
alcanzar el pensamiento en sí mismo.
representar, sino ser, trabajar (casi en el sentido freudiano del
Comprendemos entonces que las aproximaciones "for-
término, pero también en el doble sentido de la agonía~ del
malistas" y "energéticas" en Carl Einstein, iban acompañadas
parto) (116). Ese trabajo se efectúa en la incesante d1~lecn­
por un punto de vista metapsicológico capaz de aprehender
ca de una descomposición fecunda y de una produccion que
los campos de formas y los campos de fuerzas propios de la

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285
Georges Didi-Huberman La in1agen-co1nbatc

irnagen en un plano antropológico comparable, para el arte la sustancia, donde lo que accede al primer plano no es el
moderno, a lo que Negerplastik había desarrollado en el plano resultado objetivado de una representación, sino "el proceso
del aura y del valor cultual. Se podría decir, esquematizando, complejo y lábil del sujeto-objeto", un conflicto de fuerzas
que la imagen religiosa aleja al sujeto, que el arte humanista heterogéneas que hace del cuadro una encrucijada de "esta-
recentra al sujeto, y que la imagen n1oclerna i::errninó por dz~1o­ dos límites" en movimiento (125). He allí cómo se termina
ciar al sujeto, descentrándolo sin alejarlo, o bien, alejándolo con el juicio del gusto, esta "idolatría'' del arte como logro
de su propio interior. Freud llamó a esto el inconsciente, y ontológico y de la obra como baratija estética:
Car! Einstein -que también leía a Jung, aunque fuese para
desestimarlo- lo llama las "energías fatales del alma", "reali- U na de las caracterísricas de esta idolatría consistía en el
dad fatídica'' del sujeto (119). hecho de que los historiadores del arte disimulaban, o con-
Quien dice inconsciente dice escisión del sujeto. Carl sideraban como histórican1cnte insignificantes, los actos
Einstein no quería detenerse hasta que fuera extirpado de la "fallidos" que detern'linan la inayoría de las obras de arte.
estética y de la historia del arre la primacía de un "yo" que ca- El resultado fue una selecci6n rosada y de gusto decorati-
lificaba habitualmente de "pequeño bmgués" (120). Criticó vo, y la perfección, el "pren1io gordo", fueron en adelante
especialmente el Kunstwollen de Riegl, que ignoraba, según ton1ados como regla cotidiana. Hace poco hernos indicado
él, la hipótesis del inconsciente, y porque "la voluntad presu- la fürrnula opuesra; en el do1ninio artístico, la obra de arte
pone el conocimiento conciente de un modelo que se intenta propiarnente dicha no es en realidad 1n;'Í.s que una excep-
imitar o alcanzar" (121). No solamente toda "la producción ción, una rareza, una monstruosidad (l 26).
artística (moderna) se efectúa bajo el signo de una escisión del
individuo" (122) sino que tampoco las imágenes pueden ser ¿Terminar con el juicio del gusto' Eso no es buscar la
ya consideradas, en lo sucesivo, como copias o reflejos de algo: fealdad a cualquier precio tomar cínicamente el no-valor, ni
1

no son, afirma Einstein, más que "encrucijadas de fi1nciones" privar a la forma de rigor y de construcción -toda la pintura
psíquicas, que responden al modelo inquieto -"inquietud ac- cubista clamorosamente lo prueba. Es más bien acceder al
tiva'', precisa- del quiasmo o de la hendidura (123). ca111po c..{e í-lierzas de los síntornas por la renuncia a las sus-
Quien dice escisión del sujeto dice escisión de la representa- tancias. Es buscar el "derrurnbamiento de las represiones"
ción, sínton1a en la representación. Contra la noción wülffiinia- caras al idealis1110; es no temer la analogía entre una creación
na de los estilos artísticos aprehendidos como "reflejos" del forrr1al y un "proceso rnortal" o una "angustia"; es hacer ele
"auton1ovimiento de la idea", Carl Einstein propone la hi- las obras de arte '(depositarias de fuerzas)) a veces positivas o
pótesis de una irnagen-síntoma, una imagen que produce sus negativas, sexuales y mortíferas; es considerar que los obje-
objetos no corr10 sustancias, sino como "los síntomas lábiles tos a representar no son soportes de certeza o de eternidad
y dependientes de la actividad humana" (124). No como in- -~las "naturalezas muertas"-, sino "acentos en el conjunto
cautaciones estéticas de la sustancia, sino como nza!estares en del devenir"; es abrir la imagen a los "choc¡ues eficaces" y al

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(;eorges Didi-l-lubennan La imagen-combate
.~~~~--~~~

"traumatisino psíquico"; es hacer de la obra de arte un cris- sido desdeñados como cualidades despreciables( ... ). Ahora
tal de crisís, algo que surge co1no "anorn·ial" en la historia importa encontrar las formas misteriosamente experimen-
del arte; es osar producir el adelanta1niento subversivo de las tadas y acentuar los centros dinámicos de las fuerzas, en
formas a través de un asalto regresivo de lo informe (127). lugar de disimularlos bajo las apariencias exalcantes de los
La inza,r;en~fúerza, según l~instein, es la in1agen capaz de objetos. {.,.) El hecho decisivo, con el cubisrno, no es el
ron1per con la ilusión e-le la duración, la i111agcn capaz de no advenitnimiento de una nueva pintura, sino el ca1nbio que
ser el fin de un proceso o el fi)sil de un proceso, sino la in- entra.ña en la situación del hombre en relación al rnundo.
quietud continua del proceso en acto . ..:'()scila1nos entre la (... ) La vieja solución podrida se vio reemplazar (sic) por
dinárnica destructora y la fijación anquilosante", se lee en el un problernatización actual, el equilibrio quiero por una
Georges Braque (128). Un cuadro cubista, un collage de Braque inquietud activa (129).
son campos de fuerza porque ofrecen la imagen dialéctica ··la
irnagen a la vez autónon1a e irresuelta-- entre el d.inamistno "Inquietud activa" para ('encontrar las formas misteriosa-
destructor y la fijación anquilosan te. Porque dialéctica, por- me_nte experimentadas": esta caracterización del cubismo pa-
que irrcsuelta, esta in1agen es, entonces, la irnttgen-síntoma de rece por lo menos sorprendente. Ella extrae, sin embargo, las
una relación fundamental (antropológica, metapsicológica) estrictas consecuencias e.le que, en Picasso y Braque, el espa-
del hombre en el mundo: cio-condición --es decir, el espacio-superficie el espacio a prio-
1

ri- da lugar a un espacio-problema, que no es una ecuación


'fodo el arte clásico estaba atascado en su orgullo tenaz, en constructiva a resolver, sino una cuadratura, si me atrevo a
(. .. )esta rígida fe en la forma completa y en los objetos só- decir, de la experiencia interior y de la experiencia espacial.
lidos -creaciones de Dios·~ que se i1nitaba hu¡nildernente. He allí por qué el inconsciente, incluso la alucinación, cons·
Ante este orden de cosas, los cubistas se preguntaban: ¿córno tituyen una parte esencial del vocabulario einsteiniano sobre
el espacio puede devenir una parte actual, una proyección el cubismo. El autor de Bébuquin -que amaba a Miró y Gia·
de nuestra actividad? Ahora bien, esta pregunc1 ponía de cometti pero detestaba el mimetismo fofo de Salvador Dalí-
por sí un térn1ino a todo el aparato inútil ar111ado en torno a no esperó hasta el surrealismo para proponer una noción de la
la "sustancia". El espacio dejaba de ser una condición regla- "espacialidad psíquica", de la soberanía psíquica de las formas
_1nentaria preestablecida, para devenir el proble1na centra! de creadas en la "inquietud activa'' del espacio.
la invención. Una vez adquirida esta actitud, roda fonna no Se podría decir, para parafrasear una célebre fórmula ce-
representaba 111ás que un síntoma, una fase de la actividad zanniana (130), que según Car! Einstein la forma está en su
humana, y la superstición idealista de un n1undo objetivo plenitud cuando la alucinación es rica, o más bien soberana.
estable e inrr1anente era liquidado. En adelante, no se trataba Es el caso del cubismo. No sólo éste "se puede sostener creán-
ya de reproducir objetos 1 sería necesario crearlos. (... ) dose equivalentes psíquicos" sino que su espacialidad misma
F.n el arte cl:ísico, el inconsciente, la alucinación habían actúa ('transformando el contenido de las experiencias vividas"

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Georges Didi-Hubcrman La in1agen--con1batc
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(131). Es el caso, más particularmente, de la pintura de Picasso: E1talidad del inconsciente, opone una prodigiosa voluntad
sus "campos de formas" van más allá de todo "malentendido de figuración nítidan1ente inteligible.
geométrico", sus "polifonías de superficies" van n1ás allá de Ignora el reposo y la conscancia cón1odas. Sus cuadros están
toda "apariencia externa ya muerta", su "alucinación tectónica'' tendidos entre dos polos psicológicos y se puede hablar a
va más allá de toda arquitectura espacial (132): este respecto de una dialéctica interior, de una construcción
en 1nuchos planos psíquicos (133).
Picasso es el signo de la libertad que posee nuestro tiempo.
Es el argumento n1ás fuerte contra la normalización mecá- _f<~n el libro sobre 13raq ue, Car] J~instcin tern1ina enun-
nica de las experiencias. ( ... ) ciando este extraño teorerna: '(Cuadro = corte" ( 134). ¿(~órno
Pícasso se encuentra situ""ldo en el corazón de un conflicto entenderlo? Prin1cro, recordando el análisis fenomenológico
violento entre la estructura hu.mana directa -o realidad de la distancúJ que imponían al espectador los fetiches afri-
inmediata- y la apariencia externa ya muerta. Para él, el canos replegados en su potencia aurática. El cuadro cubis-·
arte es una expansión enorme e incesante del conocimiento ta es "corte" porgue se aísla del c.~pectador, renunciando a
de sí misrno, y se define como la negación dialéctica de todo guiño psicológico) a todo sin1ulacro de "conversación"
la naturaleza. (. .. ) Toda obra dorada de un valor humano (corno Einstein decía con disgusto de los co1n¡Josti barrocos).
en tanto que intento de liberación, aísla y destruye lo real; l~l cuadro cubista es "corte") de allí que supo, en la pos-
toda fOrma es equivalente a distinción, separación, nega- rnuerte de Dios, reinventar el poder de rnirar a su especta-
ción inquieta. Por este medio, el artista no llega al vacío dor -lo contrario del guiño- apartándose de toda esfera de
y a la generalidad de Hegel, sino a la creación de visiones L1n1iliarida<i; supo reinventar y secularizar el aura. Pero se
concretas y autónomas. Plcasso se separa continuamente de podría decir tan1bién que el cuaclro es corte en sí misn10, di-
sí mismo y vive en un estado de transformación perma- sociación con él n1isrr10: disociación de cada plano con cada
nente. Se podrá decir que la condición fundamental de sus plano, disociación del espacio y del objeto, disociación de lo
búsquedas y de sus hallazgos es la destrucción dialéctica de tectónico y de lo alucinatorio, disociación interna del tiempo
la realidad. (... ) que lo trabaja.
Picasso comprendió que la muerte de la realidad es una Ahora bien, esta disociación permite entrever una cuarta
condición necesaria para la creación de una obra autónoma, característica de experiencia visual teorizacia por Carl Eins-
pero, por otro lado, la refuerza al proyectar macizos bloques tein, un cuarto tnodo: la forma de ser síntorna. T~a lla1naría
de imaginación. Dibuja lo psíquicamente verdadero, hu- una dialéctica de la sobredeterminación, palabra freu.diana
manarnente inmediato, y, por eso, su realismo es más po- crítica del determinismo, palabra freudiana para expresar la
deroso en tanto su obra se halla exenta de todo naturalismo. escisíón de la causalidad c--::uando los cubistas sacuden vio-
( ... ) Su abandono fanático a las visiones que se le imponen lentan-iente el "objeto sierr1prc idéntico a sí mis1no", cuando
(... ), lo compensa mediante la construcción de formas. A la r1bren "corno se abre una cajan o con10 un niil.o que ro1npe

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c;eorges L)idi-I-Iuberrnan La i1nagen-con1bate

un reloj, proced_en, según Einstein, con el 111ismo gesto (le un l.J na cosa es in1porcante: quebrantar lo que se Ha1na realidad
"aniquilamiento del tiempo" positivo {entendido como el por Jnedio de alucinaciones no adaptadas, a fin de can1biar
tietnpo-referencia, el tie1npo positivista, el tien1po conven- LL'> jerarquías de valores de lo re~d. Las fuerzas alucinatorias
cional, el tiempo metafísico) (135), Porque "sacudieron con producen una brecha en el orden de los procesos rnccáni-
violencia el mundo figurativo", los pintores cubistas termi- cos, introducen bloques de "a-causalidad" en esta realidad
naron por "cuestionar las garantías de la 1nisn1a existencia"; que estaba absurdan1cntc dada con10 una. La trarna ininte-
entonces, la "experiencia espacial" se confrontó, rnás 1nani- rrumpida de esta realidad está desgarrada(,,,) (141),
ficsta1nente que nunca, con la crisis y con el síntoma de la
"experiencia interior" (136), Al sacudir con violencia la gra- Pienso que es útil situar esta violenta reivindicación artís-
mática de !os estilos y las referencias del espacio fijo, tras- tica en el contexto rrlisrno que Einstein le reconocía esto es,
1

tornaron el tiempo mismo. "'lerminaron también por poner en un contexto episternológico. l:~n tanto rr1odifica la relación
seriamente en duda la causalidad" (137), Reinventaron lapa- del sujeto con el espacio y el tiempo, la pintura cubista plan-
labra experiencia en consecuencia reinventaron "el milagro
1 tea un problctna de "sensación" y de conocirníento. He aquí
sin Dios", la "explosión de la lógica", la a-causalidad (138), cómo Car! Einstein explica la referencia filosófica, a primera
Y si Carl Einstein quiso tanto a los pintores de la "genera,- vista sorprendente, de sus propios ensayos de estética:
ción romántica" -su n1anera de nombrar a algunos surrealis-
tas que le interesaban, en primer lugar Arp, Miró y Masson No se rrara de nada distinto a una modificación (, .. ) en la
(l 39)-, es precisamente debido a que su material temponil manera de considerar objetos y sensaciones. En el plano
predilecto es esta a-causalidad que hace del cuadro una "con- teórico, es quiz~ls Mach el que 1ne es rnás próxiino (142).
centración de sueños" y la encrucijada energética t-le una "di-
sociación de la conciencia" (140), La inversión de los valores ¿Por qué Mach' ¿Por qué un filósofo de las ciencias y por
estéticos tradicionales, la exigencia de "quebrantar lo que sella- qué éste precisamente? Se entendería 1nejor una referencia
ma realidad", lo expresará a propósito de André Masson intro- a la psicología de William James, cuya influencia sobre los
duciendo esta expresión una vez más fulgurante -la de bloques cubistas -"via Gertrude Stein- está comprobada, Pero la teo-
de a-causalidad que, en la representación, "1nuestran la crisis" o ría de Ernsr Mach presentaba para Car! Einsrcin la ventaja
clibujan la vertiente sintomática de la experiencia visual: inestimable de situarse desde el vamos al nivel de los funda-
Inentos, en un debate con las grandes tradiciones filosóficas
Nos parece que llegó el rr1ornento, no de consolidar lo (¡ue que originaron tantas ideas sobre el conocilniento y sobre el
se estabiliza, sino más bien de n1ostrar la crisis, considerando arte (14,3), Esquematizando, se podrá decir que el interés de
que estamos rodeados de rentistas perezosos que explotan dicha teoría para la visión de Car! Einstein estaba ligada a
dulcemente 1as revueltas pasadas y devienen inocentes; ro- cuatro grandes elaboraciones críticas que Ernst Mach acababa
deados de gente que querría vivir sin estar muerta. de desarrollar y popularizar en sus trabajos,

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Georges Didi-Iiuberman La imagen-combate

La primera puede ser calificada de crítica de la trascenden- curso del tiempo y puede todavía modificarse; no hay lugar
cia, y se la comprende fácilmente al notar que el anti-plato- para creer que se trata t1e una noción innata" (149).
nismo y el anti-kantismo de Mach-autor de "Prolegómenos Este conjunto de proposiciones "histórico-criticas" no
anti-metafísicos" (144)- podían proporcionar a Car! Eins- era otra cosa que una puerta abierta a la modernidad cientí-
tein una herrarnicnta conceptual de base. 1.,a segunda era fica y filosófica del siglo XX. En este sentido, Mach fue sin
una crítica de la dualidad sujeto-objeto, relacionada con la duda el último de los grandes positivistas del siglo XIX, el
refutación que hacía Ernst Mach a la idea kantiana de los a positivista de la últi1na crisis de! positivisrno. Sus principales
priori del espacio y del tiempo: para él, el espacio-tiempo no críticos se _presentaron prirnero como sus discípulos -y ellos
era distinto a un "complejo de sensaciones"; para él, el obje- fueron, cada uno en su do1ninio, los mis1nos fund.adores ciel
to exterior no existía n1ás duraderan1ente que el "yo" clel su- pensamiento contemporáneo. Albert Einstein se c.leclaró en
jeto cognoscente; sería necesario siinplemente examinar las 1909 "discípulo de Mach" y comprendió la crítica machiana
relaciones entre los dos como una "encrucijada de funcio- de la física de Newton como una justificación epistemológi-
nes" lábiles que ofrecían una articulación "físico-psíquica" ca e histórica de su propia teoría de la relatividad. Sigmund
de la realidad (145). Freud, en 1911, se manifestó también a favor de los princi-
1_,a tercera elaboración 1nachiana alcanzaba a una crítica de pios de Mach: había admirado el trabajo de desustancializa-
la inte1nporalidad del conocimiento: se fi.111da en una concep- ción del yo -"el yo es insalvable" (Das !chist unrettbar), había
ción a la vez histórica energética y econón1ica del desarrollo de
1
escrito Mach-· efectuado por el filósofo alemán (150). Lenin,
la ciencia -una "epistemología histórico-crítica" en la cual los es sabido, hizo del "en1píricriticismo" machiano el centro
conceptos supuestos intangibles de la mecánica (por ejemplo privilegiado de su crítica del conocimiento (151).
el principio de conservación del trabajo) se verían repensa- El mismo Musil redactó en 1908 una tesis filosófica donde
dos como el efecto mismo de su constitución histórica (146). intentaba confrontar directamente con la doctrina de F,rnst
Todo eso terminaba por dibujar una crítica de !a causalidad Mach (152). A propósito de esta tesis, Paul-Laurent Assoun
que, es evidente, fascinó a Car! Einstein. Ernst Mach prác- inostró el rol eminente que la crítica machiana de la sustan-
ticamente reformuló la física ne\vtoniana al desrnitoloo'izarla cia pudo jugar en la formación, para Musil, de una "filo-
6 '
repensando todo su alcance metodológico sobre la base de sofía sin cualidades" (153). Pero a este cuadro teórico bien
una suerte de economía psíquica que denominó "transfor- conocido (Albert Einstein, Freud, Lenin), a esta incidencia
mismo mental" (Gedankenumwandlung) (147). En El aná- literaria mayor (Musil), es preciso ahora agregar a Carl Eins-
lisis de las sensaciones, Mach ya había evocado el problema tein y su "crítica visual sin concesiones". El también había
de la causalidad y de la teleleogía en relación a las complejas comprendido que era necesario, en el dominio de la estética
sensaciones espaciales (148). Y en su célebre síntesis sobre El y de la hisroria del arte, "mostrar la crisis" abierta por Ernst
conocimiento y el error -traducido al francés en 1908-, escri- Mach en el reino positivista del conocimiento, e inventar,
bió que el "modo de comprender la causalidad varió en el en el corazón mismo de esta crisis, una nueva noción de la

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experiencia. Él también debe ser contado entre los "demole- ertnite ampliar la comprensión de un arte qt1e, él tan1bién
P
dores de la sustancia" durante los primeros decenios del siglo, (pero por razones simétricas, por razones d e ,gran " no~edª., d" ,
él también -aunque no fúese advertido- se cuenta entre los espera todavía su historia. He aquí por que la consnmc10n
fundadores de nuestro pensamiento contemporáneo. de una historia del arte contemporáneo pasa tan a menudo,
Pero Carl Einstein ocupaba este difícil lugar de ser a la vez en Carl Einstein, por una aguda atención dirigida a los frnú-
un pensador moderno y un pensador crítico de la modernidad menos de "regresiones", de "arcaísmos", de "primirivismos" o
(conjunción que entra, recordémoslo, en la definición de la de '~supervivencias" en el sentido warburguiano del término.
imagen dialéctica, según Walter Benjamín). Exigía una mo- Resulta mejor, por otra parte, hablar ele anticronismo moder-
dernidad sin dogmatismos (probablemente hubiera refutado no antes que de «primitivismo": éste es aún cuestión de gusto
el "modernismo" de los críticos de arte americanos), y no exi- (modelo estético trivial), incluso cuestión de influencia (mo-
gía menos una modernidad sin fallas y sin concesiones (pro- delo histórico trivial); éste sólo accede a una comprensión
bablemente hubiera detestado el "posmodemismo" ele cierta dialéctica y diferencial ele la rnoclerniclacl artística.
crítica ele hoy). Por lo tanto, pensar la imagen y pensar la rno- Asimismo en sus "Notas sobre el cubismo'', Car! Einstein
pone en rela~ión la "fuerza destructora de la ob~~ de ~rte
11

clerniclacl constituían para él dos razones coincidentes para


"denunciar la crisis" y acentuar, en consecuencia, una última -respecto ele una realidad que ella mata, ele una 1dennda~
característica sintomática de la experiencia visual: la disocia- ele los objetos" que ella hace volar en pedazos- con el mteres
ción ele la mirada y ele la causalidad no eran posibles sin una frecuente ele los pintores cubistas por las "épocas arcaicas,
escisión de! tiempo rnismo. La imagen, en su definición n1ás míticas y tectónicas"; lejos de constituir un repliegue hacia
radical, se convertía en la encrucijada sensible de esta escisión: la crisálida del arquetipo (lo que aparece, según Einstein,
un síntoma, una crisis de tiempo. como el "lado negativo del gusto por los primitivos"), esta
Ahora bien, pensar tal "crisis" en el contexto ele la moder- puesta en relación lleva el desafío ele cornplejizar, de repens_ar
nidad volvía a ser para Car! Einstein encontrar -pero bajo la historia ele la misma pintura; la experiencia del anacrorns-
una forma invertida- la intuición teórica ya puesta en prác- mo juega aquí corno prueba de que "la historia no es única"
tica en Negerplastik: la "escisión del tiempo" es otro modo de (154). A propósito de Braque, Einstein escribió: "El cuadro
nombrar a la imagen dialéctica, y es otra versión, sin duela es 'prirnitívizaclo', pero eso es necesario" (155) -modo pre-
generalizable en historia del arte, de la dialéctica del anacro- ciso ele decir que eso no es suficiente. Braque se entrega por
nismo. En Negerplastik, la clavija dialéctica de la moderni- cierto a algunas "regresiones al primitivismo" y a "estados
11
dad (es decir, del punto ele vista cubista) permitía levantar Ja alucinatorios violentos pero no sóio se entrega: construye,
,

comprensión de un arte "inmemorial>) que, por esta razón, recompone un espacio-tiempo absolutamente nuevo, y Carl
no tenía aún historia. En El arte del siglo XX -y en los textos Einstein asegura entonces que es necesario hablar de esos
ulteriores escritos para Documents, hasta el Georges Braque-, primitivisrnos "con el fin de subrayar la completa indepen-
es la clavija dialéctica ele una suerte de prehistoricidad que dencia ele Braque respecto de ellos" (156).

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Georgcs Didi-Huberman
-··--···-·--·-~··---------·····---~·

También en Miró, como lo escribe Einstein, "el fin se re-


úne con el con1ienzo"; pero esta "simplicidad prehistórica"
no significa un retorno a las cavernas o a los "buenos sal-
vajes"; por el contrario, asume la alta función dialéctica de
provocar el derrumbe de la "acrobacia anecdótica" del arte
burgués, y sobre todo de consumar la "derrota del virtuosis-
rno" -pues con eso, afirma f~instein, se comienza a ser moder-
no (157). En André Masson, los "procedimientos extáticos"
o las "reacciones míticas" no responden a un simple retor-
no nostálgico a las prácticas chamánicas o inísticas; sólo son
utilizados como desencadenantes dialécticos de un anti-hu-
manismo virulento que busca producir un "yo eclipsado",
decididamente ateológico (158) ljig. 20). En Arp, finalmen-
te, los "ritos de una infancia prehistórica" son imitados para
producir, por una parte, una "acentuación traumática" de las
formas -necesidad perfectamente moderna en la época de la
cortesía estética y del juicio del gusto-, y por otra, este humor
que hace del "primitivo" una coartada, es decir, una estrate-
gia ininterrumpida del desplazamiento, que quita al arcaís-
mo toda función de referencia o de receptáculo:

Arp repite en sus obras los ritos de una infancia prehistórica.


(... ) Arp cocina, serrucha, corta: cuellos rodeados de una
blanda corbata; combate de pájaros en un huevo; muiieca
y bigote, etc. Según las creencias negras, una parte significa
tanto o más que el conjunto; pues un estado más vasto está
concentrado en el frag1nento, sin que las fuerzas mágicas se 20. André Masson, Í 1ecn dibujr1dos en la ,irena, l 927. Técnica mixta. Publicado
en C. Einstein, "André Masson, étude ethnologique", f)ocuments, 1929, nº 2, p.
dispersen en los accesorios. Este es un aislamiento extático.
97. © AI)A(;P, Paris 2006.
Mediante la decapiración y e! desn1embramiento se aísla lo
que es decisivo: la posesión concentrada y el sadismo.
Así, los niños destrozan sus muñecas, autos y caballos, ocul-
tan bajo la almohada una oreja, con una mecha, una cinta y

298
La imagen-combate

una pata de caballo, o duermen, anhelando un oráculo, en


las entrañas de soga de un mono, que exorcizan y conjuran
durante la noche.
Un bigote viril y vanidoso (recuerdo rraurnático de la época
de Guillermo II) se enrolla concupiscenternente alrededor
de un torso de mujer. l1ojas cubren ombligos que a veces
son ojos. u·n huevo de pájaro es aureola y n1adre al mismo
tiempo y se lo rompe con una patada esquizofrénica. El
detalle vale tanto como el conjunto; es incluso más intenso
y inás nítido: es una acentuación traurnática. (. .. )
Cada tema provoca su contrario y se desliza insensiblemente
hacia él. Así, los ·cuadros se descomponen psíquicamente
fuera de la forma. En el caso contrario, ¡qué aburrimiento!
Es cierto que ante tal dialéctica uno intenta a menudo refu-
giarse en los primitivos infantiles, pero sólo son esfuerzos
inútiles. Todas las forrnas son arnbiguas, lo que perrnite al
romántico extraerles un humor variado (jig. 21) (159).

En oposición con estas dialécticas más o menos explíci-


tamente corrosivas, C:arl Einstein, recordémoslo, veía en una
cierta práctica surrealista esta "vanguardia de salón" que, en
un texto sobre el collage, analiza según dos ángulos de ataque
complementarios. De una parte, el collage-retruécano parece
renunciar a las violencias procesuales cubistas, que se ven en
adelante "recuperadas" en un iconografismo autosatisfactorio
del subconsciente; por otra, con el modo psicoanalítico se
renuncia a las violencias antropológicas de la elaboración freu-
2,1. ,f-[ans Arp, Cdbeza y Adición-flores-Torso l{, .,
C. Einstein, "L'enfance néolithique" j) .. ' :31, Co!lagcs. Publicados en diana1 que, tarr1bién ellas) son "recuperadas" en una nueva
Bonn 2006. ' ocuments, 11 8, P· 37. ©Ve-; Bi!d-Kunst, capitalización del yo -análisis que, pienso, no tiene necesidad
de una gran transformación para ser aplicado a una buena
parte de la situación artística contemporánea:

301
Georges Didi-1:-Iuberman La imagen-combate
------~ .. -----···

Hubo un tiempo en que los papeles pegados jugaron el rol dialéctico. Apuntan a construir un pensatniento nuevo de la
destructor de los ácidos. ¡Tiempo bien lejano! Se intentaba relación imagen-tiempo, otra manera de decir que ellas dibu··
entonces destruir un oficio demasiado concreto, repleto de jan los contornos -o, mejor, las franjas- de ese relámpago de
efectos asegurados. ( ... ) En ese rnomenro los collages no fa imagen que Benjamin, contemporáneamente a Carl Eins-
eran más que un medio de defensa contra las oportunidades tein, aislaba en la noción de imagen dialéctica (161).
del virtuosisn10. Recién hoy han degenerado en retruécanos ·Qué concreción ternporal forrnamos c11ando son1os com--
fáciles y an1enazados de zozobrar en la falsificación de un pro~-r1etidos en el acto de la mirada, en la experiencia visual?
decorado pequeúo-burgués. (... ) sin embargo ese Dalí me ¿Qué concreción temporal en ese momento nos entrega la
parece no ser más que un virtuoso de tarjeta postal myosotis imagen? Prirnero un muy extraño n1odo de presente: no es
1

a la que emplea como una base colectiva. Se elige conscien- el presente de la "presencia" -si se entiende por eso lo que
temente el !;,,. u.guaje n1ás fáci.l; Dalí pone en práctica medios Derrida justamente cuestionó de la metafísica clásica (162)--,
acadé'·rnico~ t:¡uc h;:cen el eh.:cto de paradojas cansadas. (... ) sino el presente de la presentación que se nos impo11e con n1ás
Hay S;;,"Úorcs ljiH.' creen posible protestar seriamente contra fuerza que el reconocimiento de lo representado (así, ante el
una - nL:dio de opresión- mediante otra lógica, o Retrato de Ambroise Vollard de Picasso, no esAmbroise Vollard
contra cuadros mediante otros cuadros. Esto no es más que quien está primero "presente", sino un espacio pictórico ~~e
cambio de fetiches. Es cierto que se combatió con la ayuda re;1roblernatiza ante nosotros la cuestió11 de la representac1on
de collages la escritura preciosista e individual, instrumento antropomófica). Ahora bien, quien dice presentación -como
de puercos coquetos, así como a ese viejo Yo, jpantalón gas- se dice formación- dice proceso y no estasis. En ese proceso,
tado! (... ) Pero el Yo reapareció cuando la acción se debilitó, la memoria se cristaliza visualmente (por ejemplo, en la his-
es el salvavidas para los recuerdos de continuidad. El yo es toria del género retrato antes de que Picasso lo trastocara) y,
la capitalización psíquica, la pequeña renta. cristalizándose, se difracta, se pone en movimiento, en resu-
Aragon nos habla de}a tnagia negra que encontramos en to- men, en propensión: acompaña el proceso y, al hacerlo, pro·
das partes, como la vaca que ríe( ... ), pequeño escándalo que duce el futuro contenido en la serie de procesos (nos obligan
no indigna al lector ni al espectador, fabricados de caucho, y por ejemplo a modificar lo que esperamos, a partir de Picasso,
un tanto encantados con ese pompierismo demoníaco. de toda representación antropomórfica). Hay, pues, en la ex-
Me sorprende que los music-halls no ofrezcan todavía progra- periencia visual examinada así, un cristal de tiempo que com-
mas psicoanalíricos. No se ha vulgarizado lo suficiente (160). promete simultáneamente todas las dimensiones de aquél: lo
que Benjamin llamaba una" dialéctica en suspenso" -"eso en
No nos engañemos. f,,sas virulentas críticas ad hominern, lo que el Otrora encuentra el Ahora en un relámpago para
esos análisis caso por caso, son algo distinto de las crónicas formar una constelación" (163).
de humor o los simples juicios del gusto. Su misma virulen- El vocabulario de Car! Einstein es apenas diferente. Afirma
cia se articula en un propósito teórico preciso, elaborado, en el Georges Braque que la condición histórica y ontológica

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(_;eorges Didi.·-Hubern1an
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del hornbre "oscila entre la creación y la ad.aptación, la te- compromiso referente a un cierto estilo de representación, sino
meridad mortal y la seguridad"; dos líneas más adelante, la como la d.efensa de 11n cierto género de procesos metamórficos,
irnagen revela ya su condición de cristal te111poral: en ella, capaces) como lo dice con frecuencia, de "crear lo real"·
escribe Einstein, la historia "brota del presente vivo para re-
fiuir hacia ese pasado volatilizado. Éste centellea como una El error fundamental de1 realismo clásico parece residir en
sin1ple proyección clel n101nento presenteº selección y la el hecho de que identificaba la visión con la percepción,
apreciación de épocas desaparecidas (problema fondamental es decir, gue negaba a ésta su fuerza esencia! de creación
de la disciplina histórica) están determinadas y formadas por mcta1nórfica. Esta actitud. positivista estrechaba el alcance
la estructura y la potencia del presente. No puede ser cuestión creador de la visión, exactamente corno achicaba la super-
ele una historia única, objetiva, al contrario, toda cristaliza- ficie de lo reaL Era un tabú preestablecido y la visión se
ción histórica es una pe~spectiva construida sobre la línea limitaba a la observación pasiva. Al1ora bien, esta concep"·
visual del presente" (164). ción positivista abarca un mínimo de realidad: el mundo
¿Qué quiere decir esto' Que la historia del arte en tanto que visionario se sitúa 1nás allá, y las "estructuras ocultas de los
disciplina debe oscilar y centellear en sí misma si no quiere per- procesos ie parecen despreciables. ~I'oda percepción no es
der de vista la complejidad temporal de las obras plásticas. n1ás que un fragmento psíquico. Pero a esta tendencia a la
Ahora bien ¿de qué está hecha tal complejidad? Primero de adaptación paciente se opone la pasión del aniquilarniento
procesos destructivos y agon.ísticos que hacen de toda experien- de una realidad convencional, el frenesí de la expansión de
cia visual "un verdadero combate" en la medida en que toda lo real. (. .. ) El verdadero realisrno no quiere decir imitación
forrr1a es el asesinato concertado de otras forn1as, en la medida sino creación de objetos. (... ) Una realidad en crecimiento
también en que, por su campo de fuerzas, "la acción de la obra sustituirá a la vieja y rígida realidad. Realidad no significa
de arte consiste en la destrucción del observador" -por lo me- más repetición raurológica (167).
nos la destrucción de sus "puntos de vista" previos (165). Por
otra parte, la experiencia de la cual habla Einstein supone un Una conclusión, en resumidas cuentas demasiado simple
registro de procesos regresivos que justifican el rol del "primiti- -pero exigente-, se impone: ver significa percibir sólo en el
visn10)1 -o de modo n1ás general, del anacronismo - como cla-· campo de las experiencias triviales, o más bien e11 el campo
vija dialéctica en la invención formal, en la misma novedad. Es de las concepciones triviales de la experiencia. Si queremos
necesario por ello que la "regresión" esté diferenciada (166) de abrir el ver (en la actividad artística), si queremos pensar el ver
los procesos constn1ctivos de la forma, procesos cuya definición (en la actividad cr.ítica), entonces debernos exigir mucho más:
no es más "progresista" o está ligada a alguna metafísica de la debemos exigir que el ver asesine al percibir, entendiendo por
creación) sino co1nprendida, desde entonces, como dialéctica) ésta última palabra como Einstein la entiende aquí -una "ob-
es decir, transformadonz. He aqu.í por qué la defensa del "rea- servación pasiva" de la "realidad tautológica". Debemos exigir
lismo" por Carl Einstein no debe ser comprendida como un que el ver ensanche el percibir, lo abra literalmente ''como se

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(-;eorges Didi-I:-Iuberman La imagen-co1nbate
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abre una caja'', según la expresión ya citada a propósito del valor de lo que no es todavía visible, de lo que todavía no
espacio cubista. Pero a esta apertura, debemos comprender- es conocido (168).
la ternpora!mente: abrir el ver significa prestar atención -una
atención que no se da de suyo, que exige trabajo del pensa· La visión de la cual nos habla Einstein aquí no es facultad,
miento, cuestionamiento perpetuo, problematización siem- sino exigencia, trabajo: rechaza lo visible (es decir, lo ya visi·
pre renovada- a los procesos anticipatorios de la imagen. Tales ble) y reivindica la oscilación de lo visual; rechaza el acto del
son, a los ojos de Carl Einstein, los procesos más fundamen· voyeury reivindica el del vidente, Manera última de compren·
tales, ética y epistemológicamente, para toda in1agen auténti- der la imagen-síntoma: ¿qué es, en efecto, un síntoma si no
ca. Ellos suscriben, una vez más la importancia particular
1 el signo inadvertido, no familiar, a menudo intenso y siem·
del cubismo en la cultura -en la visión- del siglo XX: pre disruptivo, que anuncia visualrnente algo que no es todavía
visible, algo que todavía no conocemos? Si la imagen es un
Vino el relá1npago del cubismo. Encontró algunos hombres síntoma -en el sentido crítico y no clínico del tér1nino-, si la
que quisieron otra cosa que limitarse a pintar y a confirmar imagen es un malestar en la representación, es porque indica
un mundo envejecido. (. .. ) Sin duda esos pintores habían un futuro de la representación, un futuro que no sabernos aún
apenas tomado conocimiento de la transformación que se leer, ni, incluso) describir. La noción de imagen se reconcilia
había operado en los otros campos. Pero lo que importa en ese sentido con t1n "antiguo poder profético" que libera lo
es que los hornbres se miren a través del trabajo, que estén "real futuro" dentro de la "disolución de la realidad conven·
poseídos por una realidad futura. (... ) cional" (169). Pero no es más que una imagen -allí reside su
Se había olvidado que el espacio no era más que un en- fragilidad, su gratuidad, pero también su puro efecto de ver-
trecruzamiento lábil entre el hombre y el universo. Ahora dad desinteresada. En ese sentido puede ignorar el dogmatis·
bien, la visión tiene sentido humano si ella activa el uni- mo de las profecías de tipo religioso o ideológico. La imagen
verso y arroja allí su desconcierto. La adivinación visual es un futuro en potencia, pero no es mesiánica. No es, dice
equivale a la acción, y ver significa poner en movimiento !a Einstein, más que tln "intervalo alucinatorio": "irracionaliza
realidad todavía invisible. el mundo", no realiza más que lo que ella "presenta", y por eso
Demasiado a menudo se consideró el arte como una ten- Einstein quiso, en esas mismas líneas, desmarcarse explícita-
tativa de ordenar la imagen dada del universo; para noso- mente de todo sociologismo (la imagen como "síntoma cul·
tros, el arte representa sobre todo un medio que permite rural" tal como lo entendía Panofsky y tal como se la entiende
hacer visible la poética, aumentar la n1asa de las figuras y aún hoy (170)) como de todo "profetismo" marxista (171).
el desorden de lo concreto, y acrecentar, por tanto, el no- Sin duda que la imaginería -la iconografía- libera mensajes,
sentido y lo inexplicable de la existencia. F,s precisamente "signos de época". Pero la imagen mezcla los mensajes, libera
al destruir la continuidad del devenir que adquirimos una síntomas, nos entrega algo a lo que ta1nbién se sustrae. Porque
chance mínima de libertad. En una palabra, subrayamos el es dialéctica e inventiva, porque abre e! tiempo.

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Georges Didi-:tiuberman
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, ,
irnagen-combate
------·------·--""'"""'-

"No hablo de manera sistemática_.." pienso, reside la grandeza de Carl Einstein en la historia de
la disciplina: no clasificó, ni interpretó mejor que otros ob- 1

¿Qué es lo que se abre y se anuncia en este aspecto augural jetos ya integrados al "corpus" de la historia; inventó objetos
de la imagen' Sin duda, no prevalece la acción sobre el cono-- y, haciendo eso, anticipó nuevas formas dd saber sobre el
cimiento: el cubisrno no engancha ni traduce la revolución arte (no solamente el ane africano y el arte del siglo XX).
rusa o la teoría de la relatividad general. Lo que se abre en la Este coraje, este riesgo, cornportaban por supuesto una
imagen, lo que en ella adquiere su potencia de "no ser aún contrapartida: el carácter irrealizado, inacabado, mciltifocal,
visible" cornpete, dice Carl I:<~instein, a una zona intermedia incluso estallado --a la manera de un montaje roto- del saber
entre el sueño y el despertar -- según una nueva analogía con emprendido. "No hablo de modo sistemático", escribió Car!
la categoría del despertar utilizada por Walter Ben jamin para Einstein, en 1923, a su amigo Kahnweiler (174). Confesión
hablar de la imagen dialéctica (172). Así, lo que se abre en de fragilidad, pero también reivindicación, contra todo es-
ese ('despertar" de la ünagen permanece aún en el orden de píritu de sisterr1a, de una cierta relación del concepto con la
un no-saber: la imagen síntoma es ante todo una imagen- imagen: asir la imagen con la ayuda del concepto (actitud
destino, en el sentido metapsicológico del término. Se sostiene, axiomática) es co1nprender, en el mejor d.e los casos, la rni-
1

según Carl Einstein, en el límite entre una represión y un tad de la imagen, y su mitad más muerta. :Lo que Einstein
levantamiento de la represión: es pasaje, clavija de transfor- pedía a la historia el arte era más bien hacer jugar o "traba-
mación. Ella debe pensarse, como en Bataille, a través de la jar" la imagen (actitud heurística) a la vista de conceptos insos-·
soberanía y la exuberancia potencial -para el conocirniento pechados, a la vista de lógicas insólitas. Y eso lo había escrito
y para la acción- del no-saber. Y exige que su dinamismo in- en 1912, desde los ángulos de la escritura rota que difracta
consciente sea formulado más allá de los modelos comunes su novela Bébuquin:
de la regresión temporal: porque es imagen dialéctica, debe
combinar sin tregua "regresión" y "progresión", "superviven-· ¿Y si jamás la lógica nos abandonara? Pero ¿a qué nivel
cia" y "novedad" (173). interviene ella? No saberr1os ni una ní otra cosa. Ahí está
El gran coraje epistemológico de Car! Einstein ha sido, el hic, mi querido. ( ... ) Se dice que la lógica era tan mala
en este nivel, implicar la misma historia del arte -la historia como esos pintores que representan la virtud por una mu-
del arte en tanto que discurso- en la fuerza muy frágil de este jer rubia.(. .. ) (Una) barraca con espejos deforrnantes incita
"despertar" augural. ¿Para qué sirve la historia del arte? Para más a la xneditación que las palabras de quince profesores.
pocas cosas, si se contenta con clasificar sabiamente objetos ( ... ) No os dejéis engañar por esos filósofos incompetentes,
ya conocidos, ya reconocidos. Para muchas cosas, si llega a que no hacen n1ás que charlar sin cesar sobre la unidad, so-
plantear el no-saber en el centro de su problemática y a hacer bre las relaciones que mantienen las partes entre sí y sobre
de esta problemática la anticipación, la apertura de un saber sus com.binaciones, que forrnarían un todo. ( ... ) Retened
nuevo, de una forma nueva del saber, si no de la acción_ Allí, también esto. Su importancia seductora (la irnportancia de

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"'tf/
Georges {)idi-Hubern1an
.---
La imagen-comba~~---~--··---

Kant) es haber establecido el equilibrio entre el objeto y poco tranqtülizador como que Carl Einstein -como pronto
el sujeto. Pero olvidó una cosa, lo esencial: a saber, lo que Walter Benjamín- debía suicidarse en 1940 para escapar a
hace el sujeto cuando trabaja. ( ... ) He allí el hic y la razón esa catástrofe que se cerraba sobre él ( 178).
por la cual el idealismo alemán pudo exagerar a tal punto años antes, sin avisarles a sus numerosos conocidos
el rol de l(anL Los no-creadores se agotaron siempre con del mundo literario y artístico, E,instein intentó actuar contra
lo imposible (175). las catástrofes al con1prometerse, junto con los anarco-sindi·"
caiistas, en la guern de España (179). Las cartas que dirige,
Tal es la tarea que Car! Einstein asignaba primero al his- durante ese período, a Kahnweiler, son) me parece, a las vez
toriador del arte: no agotarse, no renunciar ante lo imposible, conn1ocionantes y de un rigor teórico absoluto en relación a
no olvidarse de crear nuevas formas del saber al contacto con lo que fue su mismo proyecto de historiador del arte. ¿La his-
nuevas formas del arte. Ser sostenido por lo imposible, y hacer toria del arte es la lucha de todas las experiencias? Pues bien:
de ese lazo una exigencia de pensamiento, inclt1so de méto- está por un lado la experiencia de los que esperan tranqui-
do, es decir, una exigencia de gai savoír. Bataille, es sabido, lamente la muerte de un arte para hacer el corpus (de donde
no hablaba de otro modo. Pero el doble aspecto de este desa- viene la palabra corpse, el cadáver) y acto seguido contar su
fío -desafío al conocirrüento y desafío a la acción- se expresa historia (180). Del otro lado, digamos que está la vanguar-
específicamente en Car! Einstein. El héroe de Bébuquin ya dia. No la "capitalización psíquica", la "pequeña renta" que
decía: "El concepto quiere ir hacia las cosas y yo quiero exac- Einstein denunciaba en el surrealista-realista espaúol Salva-
tamente lo inverso. Ahora saben que mi fin debe ser consi- dor Dalí (181), sino la verdadera vanguardia (182), la que se
derado casi corno trágico" (176). El de Car! Einstein lo fue enfrenta abiertamente al enemigo, es decir, aquí, la del histo-
plenamente, en la medida en que no había renunciado ni a riador del arte Car! Einstein, que arriesgó su propia vida, que
la exigencia ni a lo imposible. se arriesgó a ser él mismo un corpus, un cadáver. ¿Y por qué un
Cuando escribió a Kahnweiler: "No hablo de modo sis- historiador del arte debía asumir semejante riesgo? Entre otras
temático", de entrada había precisado esto: "Simplemen- cosas porque el objeto de su saber -el arte mismo- permanece
te porque no puedo darme el lujo de pensar en tales cosas vivo y libre con sus formas inventadas. En el otoúo de 1938,
(exclusivamente teóricas), y que en n1edio de eso continúe Einstein escribió a Kahnweiler: "Envíame pequeños paquetes
produciéndose la catástrofe cotidiana" (1 Tl). "Es decir, la de tabaco que no pesen mucho. El tabaco, el tabaco ..." Y justo
catástrofe de la Historia, la historia con hache mayúscula: antes, en plena guerra pedía con amor (he aquí otras de sus
esa de la cual los historiadores, corno todos los demás, son grandes lecciones de historia, las que hacen pensar en Marc
víctimas. Pero los historiadores víctimas de la Historia -tal Bloch). "Picasso y Braque ¿cómo trabajaron (sic)' Junta para
Carl Einstein, tal Walter Benjamin, tal Marc Bloch- tienen mí algunos fotos o reproducciones" (183).
esa particularidad, sin duda, de saber con un poco más de "La historia del arte es la lucha ... " -esta expresión de Eins-
crudeza acerca de aquello de lo cual son víctimas. Saber tan tein, con la cual se abren los "Aforismos metódicos" de 1929,

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(;eorgcs f)idi-1-luberman L< imagcn-cornbate
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adquirió, en 1938, un sentido nuevo y radical: un historiador había querido constituir una colección de arte sino que iróni-
del arte, judío alemán, luchaba en España para que el coraje camente, bajo el nombre de "Colección C. Einstein", repro-
episte1nológico encontrara su real dime11sión ética y política. dujo en Documents una simple piedra antropomorfa hallada
Un historiador del am: judío alemán luchaba en España -sin en una playa (188) (jig,23); había comprendido el rol cada
proselitisn10 ninguno, sin buscar hacerse discípulos para un vez más alienante del rr1ercat{o en una actividad. artística cada
método que él había sostenido hasta lo imposible- con el fin vez más especulativa.
de que Picasso pudiera seguir "descomponiendo" la realidad, He ahí por qué su protesta cr.ltica se volvió, casi con-
es decir, pintar Guernica (184) (fig.22). Acaso hubo en el ges- vulsivarnente, al encuentro de lo que había sido para él el
to de Carl Einstein, algo del gesto de Rimbaud (de quien ha.. parangón mismo de todo verdadera protesta crítica -el arte
bía traducido, en otra época, algunas cartas): un Rimbaud no mismo. "El arte, el arte, bastante, bastante. No puedo so-
del exotismo y la aventura, sino de la lucha contra lo irreme- portar esta estafa" ( 189). Encontraba por. allí algunos deste-
diable. En esta decisión, sería rr1ás justo ver la única respues- llos ya identificables en Bébuquin, donde "el arte" había sido
ta posible -respuesta ética y política, lo repito- a una doble rebajado a una demasiado fácil "¡euforia de símbolos" (190).
desesperación que manifiestan1ente atravesaba a Einstein por Al leer los textos escritos por Car! Einstein después del Georges
esos años. Braque -textos que forman la extraña r.nasa de reflexiones
La primera puede ser calificada de cfeseJperación en cuanto reunidas bajo el título de La jábricación de ficciones (191)-,
al objeto. Ser historiador del arte es ser historiador ·de qué da la impresión, penosa, de un abandono definitivo y de una
'
exactamente? Car! Einstein vio en el trabajo de las formas' repentina conversión de los objetos de amor en objetos de
(en los cubistas ante todo) un fantástico trabajo para abrir odio. Pero sería injusto y nefasto utilizar esta desesperación,
la visión, para transformar el pensamiento para "recrear lo
1 extrayendo, por ejemplo) una lección revisionista sobre la
real,,. Pero entre 1912 y 1936, Car! Einstein vio igualmente a "derrota" o la "incoherencia'' de las vanguardias artísticas del
los futuristas abrazar la causa fascista, a una parte de los ex- siglo XX (192). Esto sería negar que en la obra de Car! Eins-
presionistas caer en la ideología nazi. Su propio libro, El arte tein subsiste sin duda lo más precioso: la constante tensión
del siglo XX, le resultó inestimable a Goebbels para definir dialéctica que anima, aun con el riesgo de destruir todo, cada
mejor la categoría de "arte degenerado" (185). En Francia, enunciado estético (193).
vio a algunos surrealistas "que esperaban hacer desaparecer Esta tensión dialéctica no cesó de plantearle si ella misma
los hechos como por arte de magia" o bien "deslizarse en un era válida -y si lo era la forma- de cada enunciado estético
primitivismo tardío", o también metamorfosearse en "faqui- producido. Cuando deja en París la enorme y confusa masa de
res de nuevas enfermedades, a la moda" (186). Él, que perma- manuscritos inéditos, Einstein estaba también atravesado por
neció como apóstol anacrónico de un "valor no mercantil del una desesperación en cuanto a la escritura. Ser historiador del
arte" (187); él, que-·a pesar de las obras maestras de Braque y arte, es hacer ¿exactamente qué? Es mirar, y es intentar escribir
de Picasso que pasaban regularmente por sus n1anos- ja111ás lo que la mirada abre en el pensamiento. Es ser el escritor de

512 313
(;eorges Didi-Huberman

una experiencia que no es narrativa, que permanece suspen-


dida en el umbral de una experiencia espacial y de una expe-
riencia interior. "f] problema capital es, todavía, la diferencia
entre estas dos categorías: la del cuadro y la de la lengua'',
había escrito Car! Einstein en 1929 (194), En el Georges Bra-
que se defendía de entrada de querer "imitar con palabras" los
colores, las figuras y las luces del pintor cubista, Era el modo
de expresar su rechazo ele toda "crítica de arte" -incluida la
"literaria"- que se contentaba, como ocu.rre a menudo, con
sobrevolar la experiencia visual en lugar de pensarla:

(...) se pretendió expresar con palabras lo visible y, ensor-


decidos por sus propios ladridos, la gente olvidó el abismo
infranqueable que separa la palabra de la in1agen. Los pei-
nadores descriptivos, que se complacen en rizar un cua-
dro de Cézanne a fuerza de 1netáforas, o que ahogan en
frases un verde de lngres, desconocen el hecho de que un 22. Pablo Picasso, Guernica, prirnerJ. etapa, 11 de n1ayo de 1937, detalle. l)ibujo
sobre tela. © Sucession Picasso 2006.
fenón1eno óptico jamás se deja rraducir por palabras de
una manera con1pleta o incluso suficiente. El no-sentido
penoso, que caracteriza los cotilleos líricos, está entonces
probado. Los decoradores verbosos explotan las obras de
arte en lugar de intentar hacerlas entrar en el cuadro de una
vista (,,,) (195),

Una vista es decir, un pensamiento visual. En un fasci-


1

nante texto póstumo titulado "Tratado de la visión" -un es-


bozo de trabajo que merecería un análisis específico-, Car!
Einstein inventó la categoría de transvisual, que, desbordando
los fenómenos puramente ópticos, funciona como una clavija
dialéctica entre "vista" y "visión" (Sehen y Schauen), "vista"
y "memoria" y "noción, "vista" y "sentirniento"... (196). Esta
categoría tornó, en el pensamiento de Einstein, una consistencia

314
La imagen-cornbate

que parece a la vez metapsicológica (manifiesta "procesos psÍ"·


quicos complejos") y antropológica (197). En su centro aloja
la obsesiva cuestión de la escritura ···que conjuga debilidad y
poder. Debilidad., cuando "lamentablemente renguea a re·
molque de los pintores" (198). Poder, cuando hace de la
riencia visual su propio síntoma, cuando llega -ya lo íniteritaba
Bébuquin- a indicar la "cransforn1ación de las sensaciones c:lel
1
espacio' pero también la "transforrnación de un sentido del
1

tiempo (. ..) sentido simultáneamente en diversas dimensio·


nes" (199). Parece que no estamos lejos de James Joyce.
A eso, que Einstein lo sabía muy bien, sólo se llega al pre·
cio de un trabajo sobre la lengua y en la lengua: renunciar
a la "petrificación" positiva y descriptiva de las palabras, re·
nunciar igualmente a la "utopía barata" de las alegorías y del
lirismo; crear una "relación no óptica de las palabras)) en vista
de la "mezcla de las dimensiones del tiempo" (200). Esto no
se obtiene m~í.s que al precio de un trabajo en su lengua n1a-
terna. Pues Carl Einstein escribió en 1933: "Veo que voy a
estar cada vez más solo. Judío, que babia alemán, en Francia,
judío sin dios (...) que habla alemán en Francia, es decir, sin
lectores" (201). He aquí también por qué no pudo "hablar de
modo sistemático": estaba, desde 1928, exiliado de su lengua
y de su cultura. El carácter sofocante del Georges Braque, pu-
blicado en francés, sostiene también este debate en un impo·
sible trabajo de escritura.
23. (~'u1jarro recogido Cfl lit playa. c:okcdón (:arl Einstein. Publicado en (' El exilio y lo "imposible" quedaban como las únicas res·
Einsrein, ''Expo.sition de .scu!pture n1odernc" , f)ocurtuntJ -' ] ()29' ' 11 º 7. 'p..·l'J2 .•. puestas posibles a un estado de hechos históricos que Eins-
tein había afrontado desde sus contactos con los círcuios
pacifistas alemanes (en 1916-1918), con el "Consejo de sol-
dados" y el grupo espartaquista (en 1919), hasta su compro·
miso con la colun1na Durruti, su internamiento en el campo
de Argeles (en 1936), más tarde su arresto y deportación a

317
Georges Didi-f.Yuberman
- - - - -.... ~ .. ---·----

Bordeaux (en 1940). En 1921 había escrito una negra paro- por destruir los instrumentos de su propio virtuosisn10. El
dia del evangelio, qcte lo llevó a ser procesado, condenado resto es sólo un pequeño escándalo" (204).
luego por blasfemia, y donde ponía en labios de Jesús algu- Este hombre jamás aprovechó sus competencias, su tra·-
nas razones concretas para aceptar la Pasión: bajo intelectual, sus conocirrüentos. Para él, poner en práctica
un saber equivalía sie_mpre a cuestionarlo, con el riesgo
No puedo escuchar más día y noche el vaivén de los prisio- desestabilizarlo por un tiempo, de deslegitimarlo, pero para
neros. No puedo escuchar más el gemido de los que duer- abrirlo mejor, en todos los sentidos de la palabra. Allí reside
men. No puedo escuchar más los llantos furiosos de los que una de las razones por las cuales jamás habló "de modo sis,
no duermen por el harnbre. No puedo escuchar más la risa temático", Allí reside una de las razones de su actual olvido,
sollozante de los locos de dolor. No puedo escuchar más y de la dificultad que persiste para "utilizar" su obra en el
que arrojen al lodo a quien tiene los huesos rotos. No puedo campo de la historia del arte. Rechazaba las instituciones,
escuchar más cómo queman a los atormentados. No puedo pero no quiso por lo tanto "salvarse" él solo, enfatizar su sin-
escuchar m:l;; el asesinato en la escalera de los hombres que gularidad, puesto que rechazaba con la misma energía el pri·
retornan de los interrogatorios. No puedo escuchar más la mado "pequeño burgués" del yo individual. Ya en 1912, en
matanza en los patios de aquellos a quienes se empuja a los Bébuquin, escribió:
rincones. No puedo escuchar más el murmullo ansioso de
los que limpian las manchas de sangre. No puedo escuchar Todo lo que es personal es improductivo. Sé un telón y des-
más el silencio( ... ) (202). gárrate. Insúltate hasta que te hayas vuelto algo diferente.
Sé al mismo tiempo el telón y la obra de reatro (205).
Que nadie se engañe: Car! Einstein no fue en absoluto el
hombre del martirio, en cuanto toda voluntad de martírío Veinticinco años después, lo qne dijo del pintor Geor··
alberga una voluntad de gloría y redención. Eisntein fue, más ges Braque resonaba todavía corno una reivindicación para el
simplemente, el hombre que rechazó todas las concesiones. historiador del arte mismo: inventar formas -íncluído el do-
El rebelde por excelencia -criticó la social-democracia y el minio del conocimiento-, es cuestionar la realidad. Es acep-
marxismo más allá de sus compromisos anti-nazis. Según sus tar el cuestíonamíento del propio yo:
propios términos, fue el pobre (203). ¿Qué es ser "pobre"? Y
¿qué es ser "pobre" en el seno de una actividad tan refinada De cuánto coraje hace falta disponer para destruir constan-
como la historia del arte? Es rechazar las autolegítimaciones temente lo real convencional y obligarse así ~a la deriva, en
que presta publicar, por ejemplo, un volumen en la colección una balsa estrecha- a crear sin cesar una realidad f'.-ueva. I)e
Propylaen-Kunstgeschichte. Car! Einstein se había dado para ese modo, se acelera el nacimiento y la muerte de lo real,
sí mismo, y para el prójimo, esta regla de exigencia que ex- y se destruye, en una eterna inquietud, la propia persona-
presaba así: "No creo más que en las personas que comienzan lidad (206).

318 319
A fin de cuentas, se puede decir de él lo que, extrañamen-
~e e1~ocionado: escribió acerca del pobre Hercules Seghers:
Pago con su vida ral actitud" (207),

NOTAS

1) Cf, L Meffre, "Carl Eisntein, théoricien de l'art, poere et


homme d'action", Critique, XXXVII, 1982, nº 417, p, 176-177,
recuerda cón10 lo esencial de esos manuscritos fue prilnero con-
fiado por Lydia Guevrekian a Georges Braque, luego reunido -en
1966, por lo menos- en los Archivos Car! Einstein de Berlin gra-
cias al trabajo de Sybille PenkerL Cf, en general K.R Kiefer (die),
Car/ Einstein Kolloquium 1986; Francfort, Peter Lang, 1988. L
Ivieffre, Car! Einstein et la problématique des avant-gardes dans les
arts plastiquD: Berne-Paris-Francfort, Peter Lang, 1989, p, 3-5,
Para los datos biográficos, cf. S.Penkert, Car! Einstein. Beitrtige
zur einer Monographie, Güttingen, Vandenhoeck & Ruprecht, W.
lhrig "Vita Car! Einstein", Text + Kritik nº 95, 1987, p, 80-86,
2) La edición de las obras completas de Carl Einstein aún no
concluyó. Disponemos afortunada1nente de cuatro volúmenes pu-
blicados entre 1980 y 1992: C, Einstein, Werke, l. 1908-1918, éd,
RE Baacke y J. Kwasny, Berlin, Medusa, 1980; Werke, Il 1919-
1928, ed, M. Schmid, H, Beese y J. Kwasny, Berlin, Medusa,
1981; Werke, I!I. 1929-1940, ed, M, Schmid y L Meffre, Berlín,
Medusa, 1985; Werke, IV. Aus dem Nachlass 1, ed. H. Haarrnan y
K Sibenhaar, Berlin, Fannei & Walz, 1992,
3) E Blei, Préface a C Einstein, Bébuquin oder die Dilettanten
des Wunders, Berlín, DieAktion, 1912 (reed, 1917), trad. S, WolC
Bébuquin ou les dilettantes du miracle, Paris, EST~Samuel Tastet,
1987, p. JO, Para otros retratos literarios de Car! Einstein, cf R-P.

320 321
Georgcs f)idi-Hubcrman

Baacke (dir.), C'arl Einstein, Materia/en, l. Zwischen Bébuquin und Predicament of Culture, T wentieh-Century Ethnography, Literature,
Negerplastil<, Berlin, Silver & Goldstein,1990, p. 173-199. and Art, Cambridge-Londres, Harvard U niversiry Press, 1988,
4) Carl Einstein, Georges Braque (193 l·-1932), erad. S. Zipmrh, Trad. M.A. Sichere, Malaise a'ans la culture. L 'ethnographie, !t1 li-
París, Éditions des Chroniques du jour, 1934. terature et lí.irt au XXe. sil!cle, Paris, École nationale supérieure des
5) Cf. L. Meffrc, Car/ Einstein et la prohlématique des avant- beaux-arts, 1996.
gardes, op. cit, p. 19-25. 1 l) Cf. K. Herding, "Car! Einstein: 'T oujours á refüser les as-
6) et: E. Panofsky, "Threc Decades ofArt H istory in the U nited treintes d'un milieu déterrniné"', trad. M. Charritre, Revue G'erma-
Srates. lmpresions of Transplanred Europcan" (1953), Meaning nique lnternationa!e nº 2, 1994, p. 151-155, donde se ha destacado
in the VisualArts, Chicago, The University ofChicago Press, 1955 que "en 1924, Einstein puede proponerse para un puesto de profe-
(ed. 1982), p. 321-346. (Hay traducción al espaÍ1ol: El significado de sor de historia del arte en la Bauhaus. Lo rechaza: es una reacción
las artes visuales, Ediciones Infinito, Buenos Aires, 1970). insólita ..Este rechazo constituye, polítican1ente hablando, el verda-
a
7) Cf. G. Bazin, Histoire de l'histoire de l'art, de Vasari nos dero 'escándalo' de esos años. Es tanto más incomprensible ya que
jours, Paris, Albín Michel, 1986. U. Kultermann, The Hist01y of en ese momento Einstein redactaba su Histoire de !'art, que apa-
Art History, New York, Abaris Books, 1993. reció desde 1926 y encontró un gran núrnero de compradores. El
8) C. Einstein, Die Kunstdes 20. jahrhunderts, Bedin, Propylaen, puesto de profesor en la Bauhaus parecía estar hecho a medida para
1926. él, y el asombroso encargo que le habían confiado, es decir, escribir
9) CL por ejemplo]. Lichtenstcin (dir.), La Peinture - Textes para la célebre colección de los Propyfées una historia del arte, venía
essentiels, Paris, Larousse, 1995. Jean Laude, que introdujo en a acrecentar su reputación y podía abrirle un futuro pron1etcdor:
Francia el conocimiento histórico de la obra de C~arl Einstein, la- ¿podría hoy la corporación tolerar que a una persona sin tener un
1nentaba que éste apenas fuese evocado en el catálogo de la expo- doctorado pudiera encargársele semejante rarea?" (p. 153-154).
sición Paris--Ber!in. Cf. ]. Laude, "Un portrait'', Cahiers du Musée 12) D.-H. Kahnweiler, Juan Gris. Sa vie, son a:uvre, ses écrits,
national d'Art rnoderne, nº 1, 1979, p. 10. Cf. sin embargo Paris- Paris, Gallimard, 1946 (éd.1990), p. 295. Un enunciado un poco
Berlin 1900-1933, París, Centre Georges Pompidou, 1978, p. 10, distinto se encuentra en C. Einstein y D.-H. Kahnweiler, Corres-
p.436,438, 444, 449. pondance 1921-1939, éd. y trad. L. Meffre, Marseille, André Di-
1O) Cf. S. Price, Primitive Art in Civilized Places, Chicago, The manche, 1993, p. 48 (letre de juin 1923).
University ofChicago Press,1989. Trad. G. Lebaut, Arts primiti- 13) G. Batai!le, "Le 'jeu lugubre"', Documents, 1929, nº 7, p.
fi, regareis civifisés, Paris, École nacional supérieure des beaux-arts, 369. (Hay traducción al espaí10l: Documentos, Monte Ávila Ed.,
1995. J.-P. Barou, l'CEil pense. Essai sur les arts primitifi contem- Caracas, 1969). Comenté esta expresión en La Ressemblance in-
porains, París, Balland, 1993 (reéd. Payot, 1996). En un libro mu- forme, ou le gai savoir visuel selon Georges Bataille, Paris, Macula,
cho más agudo que los dos precedentes, Jan1es Clifford evoca a Carl 1995, p. 183-200.
Einstein en el contexto de lo que llama un "surrealismo etnográfico". 14) Cf este testimonio de Will Grohmann en 193 l: "No co·
Volveré más adelante sobre esta calificación. Cf. J. Clifford, lhe nocía a nadie como Einstein que se encaminara de se1nejante ma-

322 323
Georgcs Didi-Huberman La irnagen-combate

nera hasta el fondo de los fenómenos del arte desde 1900. Creó atribuida a Car! Einsrein por W lhrig). V Van Gogh, Briefa an
una terminología muy personal y a la vez muy exacta para asir seiner Bruder, trad. Carl Einstein, Berlin, Cassirer, 1914.
completamente los hechos y poseía, además, una incomparable 18) Id., Afrikanische Legenden, Berlin Rowolt, 1925, así como
experiencia y conocimiento de su material. ]'odos los nuevos diferentes ardculos ("Drei Negerlieder,", etc.) seflalados por L.
avances de las ciencias a partir de las matemáticas hasta la filosofía Meffre, Car! Einstein et la problématique des avant-gardes, op. cit.,
y el psicoanálisis, utilizados de una manera muy eficaz, así Einstein p. 50 y 147-154.
forma una nueva itnagen del inundo y de nuestra época". Citado 19) Cf. particularmente C. Einstein, Der frühere japanische
por S. Penkcrt, Car/ Einstein. Existenz und Ásthetik, Wiesbaden, Holzschnitt, Berlin, Wasmuth, 1923. Id., "Gravures de Jacques Be-
Franz Steiner,1970, p. 9. Cf igualmente el testimonio, más tar- llange, peinrre lorrain", Docurnents, 1929, nº 3, p. 135-140 (texto
dío, de Clara Malraux: "Intelectualmente, era el hombre de todas sin firrna, pero atribuido a Einstein por W. Ihrig sobre la base de
las nuevas aproximaciones. (... ) 'Cada hombre desea expresar de- un cotejo con un resumen firmado titulado "Jacques Bellange", Die
masiadas cosas', una frase que él escribió y que expresa sobre todo Kunstauktion, 2/3/1930, p. 1 J). "Gravures d'Hercules Seghers",
a quien quiso expresar todo en un período en el que los descubri- Documents, 1929, nº 4, p. 202-208.
mientos llovían sin pausa". C. Malraux, Le Bruit de nos pas, IV 20) Carl Einstein escribió también una obra de teatro, Die schli1nme
Voici que vient f'eté, Paris, Grasset, 1973, p. 62-63. Botschafi~ Berlin Rowohlt, 1921, versión "contemporánea" de la
15) L Meffre, "Einstein (Car!)", Encyclopaedia universa/is, VIII, pasión de Cristo, que le valió una acusación de blasfemia y una
Paris, E.U., 1989, p. 41. multa de 15.000 marcos. Trad. anónima. (L Gol!), "Le mauvais
16) C Einstein et D.-H. Kahnweiler, Correspondance, op. cit., message", Action. Cahiers de philosophie et d'art, nº 18, 1921, p.
p. 49: " (... ) (¡uerría expresar este cambio de intensidad, que su- 23-28. Cf. igualmente C Einstein et D.-H. Kahnweiler, Corres-
pone siempre un sentimiento complejo del tiempo, que no es una pondance, op. cit., p. 94, donde Einstein, en el verano de 1938,
reducción del presente. Naturalmente, limitar lo más posible las le confía a su amigo que "trabaja sobre una cosa, un filrn" sobre la
metáforas que son lo contrario de la poesía, permanecer concen- guerra de España con la cual se comprometió.
trado en las sensaciones que efectivamente son experiencia vivida 21) C Einstein, "Aphorismes méthodiques", Documents, 1929,
y no empalago o accidente de esta experiencia, luego estandarizada. nº 1, p. 32 (retomado en id., Ethnologie de l'art moderne, éd. L
Historias, entonces, corr10 la pérdida del habla, o la disolución de una Mellre, Marseille, André Dimanche, 1993, p. 17).
persona, o bien, la disociación del sentimiento del tiempo.(. .. ) Es lo 22) !d., "L'enfance néolithique", Documents, 1930, nº 8, p.
que había empezado a hacer en 1906, en Bébuquin, de un modo 479 (Ethnologie de !'art moderne, op. cit., p. 55).
incierto y tímido. Los trabajos de los 'cubistas' me habían confir- 23) Id., "Das Problem des Anfongs"(l 905), citado por L Meffre,
mado en la idea de que es posible aportar transforrnaciones en los Car! Einstein et la problématique des avant-gardes, op. cit., p. 46.
matices de la sensación". 24) K. Fiedler, "Aphorismes", parágrafo 2, citado R. Salvini
J 7) C Einstein, "Das Dokumenr eines Lyrikers (Drei Briefe (dir.), La critica d'arte della pura visibilita e del fannalismo, Milan,
von Rimbaud)", Der Merker, 1913 (traducción no firmada, pero Garzanti, 1997, erad. collective, Pure visibilité et formalisme dans

324 325
(~eorges Didi~Huberman

la critique d'art au debut du XXe. siecle, París, Klincksieck, 1988, p. compleja total psíquica o personalidad, está centrada en una sola
1O1. Sur Konrad Fiedler, cf. P. Junod, Transparence et opacité. Es- función, por ejemplo, la vista, lo que permite hacer relativamente
sai sur les fondetnents théoriques de l'art nuJderne. Pour una nouve!le autónoma a la obra de arte. 2° Por una totalización de la obra de
lecture de Konrad fledler, Laussane, L'Age d'homme, 1976. arte en una integralidad aparente, creación aparentemente definitiva,
25) !bid., parágrafo 6 y 36, p. 101et105. Se notará que lo que proceso en el cual el carácter objetivo estático de la obra de arte es
C:arl Einstein reprocha al "kantisrr10" en general, Fiedler se cuida acentuado en perjuicio de su carácter activo dinámico".
de atribuirlo sólo a los seguidores de Kant (ibíd, p. 102). Tam- 35) lbíd., p" 16-17. Este largo pasaje concluye con la fórmula:
bién se advertirá la gran actualidad de esta cuestión, puesto que "El e~teta es el tipo de fracasado erótico".
hoy vuelven con intensidad las tentativas por elaborar una escética 36) Jbíd., p. 35-36 y 50.
normativa (en general sobre el modelo de la filosofía analítica an- 37) Ibíd., p. 34.
glo-sajona): cf. J.M.-Schaeffer, Les Célibataires de l'art. Pour une 38) Id, "Notas sobre el cubismo", Documents, 1929, nº 3, p.
esthétique Stms mythes, Paris, Gallimard, 1996. 146 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., p. 26): "Comprobamos
26) C. Einstein,"Exposition de collages (galerie Goemans)", que existe un abis1no entre la hist?ria del arte y la ciencia del arte,
Documents, 1930, nº 4, p. 144 (Ethnologie de l'art moderne, op. y que ambas disciplinas se han vuelto muy precarias. Cuando la
cit., p. 98). historia del arte quiere ser más que un calendario, se sirve de jui-
27) C. Einstein, et D.-H. Kahnweiler, Correspondance,op. cit., cios y de nociones cuyo fundamento no es d.ado, sino que se toma
p. 36: "Finalmente los jóvenes críticos de Arsch (culo) son gente prestado con total ingenuidad. Las obras particulares se fundan en
que ha reflexionado muy poco y que utilizan el asunto en pri- esas nociones de generalidades sin definición, y el hecho concreto
Iner lugar como pretexto para comprar un poco de comida, pero se disuelve en una suerte de vago esteticismo, 1nientras que por
ante todo para hacer excitantes pequeños cuadros. Una miserable otra parte las mil anécdotas y datos de la historia del arte en nada
banda, sin investigación personal, de mediocres malabaristas de tocan las cuestiones técnicas y las formas mismas de la obra de
slogans superados". arte. Se llega finalmente a una psicología anecdótica que convierte
28) C. Einstein, Georges Braque, op. cit., p. 13. la historia del arte en una novela".
29) lbíd., p. 15. 39) Id., Georges Braque, op. cit., p" 15-16: ''Así nos vemos en
30) Ibíd, p. 14. la obligación de romper los marcos de la perspectiva en 'primer
31) lbíd., p. 14. plano' de las monografías. Éstas constituyen habitualmente la apo-
32) S. Freud, Inhibition, symptóme et angoisse (1926), trad. M. teosis del yo 'pequeño-burgués', un espejo donde el burgués se ve
Tort, Paris, PUF, 1951, p. 41-44. voluptuosamente exaltado. ( ... ) Ensordecedora por su gratuidad,
33) C. Einstein, Georges Braque, op. cit., p. 15 y 63-64. la paráfrasis deviene así, por su aplicación mecánica a otros moti-
34) Ibíd., p. 41: "El fenómeno estético está caracterizado por vos monográficos, un agente de infección: ¡sífilis de palabras! La
dos hechos fundamentales: 1° Por un proceso que definimos como monografía-trivial se reduce a un ejemplo lamentable de inercia co-
un estrechamiento de las funciones, proceso por el cual la función mercial, rellena de nombres, de cifras y de epítetos intercambiables

326 327
Georges Didi-Huberman _________ ________
La imagen-combate "

"----- ------------
(... ). No es imposible que este hábito sea debido a la superviven- On the Once, the Now, and the Modernity'', trad, J,M, Todd,
cia tardía de un atavismo que tiene sus fuentes en los instintos Negociating Rapture, The Power of Art to Transfarm Lives, diL K
religiosos: privilegios acordados a la divinidad, último reflejo del Francis, Chicago, Museum of Contemporary Art, 1996, p, 48-
fetichismo". 63 (cf. infra, chap" 4), ,
40) W" Benjamin, París, capitale du X!Xe, sieclc Le livre des 47) Cf J,-L Paudrat, "Afrique", Le Primitivisme dans 1art du
passages, ed, R Tiedemann, trad, J, Lacoste, Paris, Le Cerf, 1989, XXe, siecle, Les artistes modernes devant l'art tribal (1984), die W,
p, 480-48L Rubin, trad, die por J,-L Paudrat, Par.is, Flammarion, 1987, p,
41) Cf C Braun, Car/ Einstein, Zwischen Asthetik und Anar- 142 J50, En esta iconografía, Car! Einstein mezclaba esculturas
chisrnus: Zu Leben und Wer!?e eines expressionistiJchen Schriftste!fers, afric~nas y esculturas melanesias (hay, además, un ejemplo mal~
Münich, ludicium, 1987, p, 26-52, gache). Esta confusión, muy difundida en la época, d:saparecera
42) K Fiedler, "Aphorismes", parágrafo 6, citado por R Salvi- de los futuros ensayos de Carl Einstein sobre el arte afncano. Una
ni (die), Pure visibilité et farmalisme, op" cit", l OL aproximación rnás específica del arte melanesio ha sido intent,ada
43) C Einstein, Georges Braque, op, cit,, p, 17-18, En otra por Carl Einstein, "Sculptures mélanésiennes", L'Arnour del art,
parte, Einstein ve en las famosas polaridades de Wülffiin una falsa nº 8, 1926, p, 253-258,
noción de lo que entiende por "lucha de todas las experiencias óp- 48) G, Apollinaire, "Sculptures d'Afrique et d'Océani~" (1918),
ticas": esas polaridades, según él, no son más que "un pálido reflejo Chroniques d'art,1902-1918, éd. L-C Breunig, Pans, Gallimard,
de la noción filosófica del automovimiento de la idea" hegeliana 1960 (colL "Folio'', 1993), p, 552. Los otros textos de Apollinaire
(ibíd, p, 14)" sobre el tema están señalados ibíd., p. 597, nota.
44) C Einstein, Negerplastik, Leipzig, Verlag der Weissen Bücher, 49) Cf R,-l', Baacke (die), Car! Einstein, Materia/en, L op,
1915, Trad, L Meffre, "La sculpture negte", Travaux et Mémoires cit,p,85-133, " " "
du Centre de recherches historiques sur fes re!ations artistiques entre 50) M, Leiris, Afrique noire; la créatzon plastzque, Pans, "Ga-
les cultures,!, 1976, p, 7-21, reeditadaenM, Rowell (die,), Qu'est-ce llimard, 1967, p, 14-16, et 106, Reéd, l Jamin en Mzrozr de
que la sculpture modeme?, Paris, Centre Georges Pompidou, 1986, l'Afrique, Paris, Gallimard, 1996, p, 1144-ll49Y,123,?, ,,,
p, 344-353, El texto alemán de Negerplastik se encuentra en C 51) En realidad es Jean Laude quien abrió el camino: Los análisis
Einstein, Werke, l 1908-1918, op, ch, p, 245-263, de Negerplastikconstituyen el prímer ensay~ intentado~~ ~l or~e~ de
45) Id, Die Kunst des 20" Jahrhunderts, op, cit, una aproximación estética al arte africano . J. l,aude, L esthen~ue
46) Lo que hoy se encuentra declinado en todos los tonos, Cf de Carl Einstein'', Mediations. Revue des expressions conternporaznes,
particularmente R, Rochlitz, Le Désenchantement de l'art, La phi- nº l, 1961, p, 89, L Meffre, "Á propos de La sculpture négffde Car!
losophie de Walter Benjamin, Paris, Gallimard, 1992, p, 240-254, Einstein", Travaux et mémoires du Centre de recherches historiques sur
donde la decadencia de1 aura enunciada por Benjamin es asünila- les relations artistiques entre les Cultures, I, 1976, p, 3-5, . , "
da, pienso que abusivamente, a una pura y simple muerte del aura. 52) Cf R Fry, "La sculpture negre" (1920), en R, Salvm1
Intenté explicitar esta diferencia en "The Supposition of Aura. (dir,), Pure visibilité et farmalisme, op,cit, p, 227-229,

328 329
La imagen-combate
_ --~eorges ?.i<li-1-Iuberman
·---
-·-·-·---"··-··-·---~·-·--·-'"''- ..-··--·--,---·--··-"'" ___
desde 1893 por Adolf Hildebrand (Das Problem der Form in der
que 53)
nousIntentaré desarrollar
. aquí un es bozo ya propuesto en Ce
177. voyons, ce qui nous regarde, Paris, Minuit, 1992, p. 172- bildenden Kunst, Strasbourg, Heitz, 1893).
67) Id., Die Kunst des 20 jahrhunderts, op. cit., p. l 61. Se ad ver·
54) C . Ein · "La scu¡pture negre'', trad. cit., p. 344-345 tirá que esta refonnulación histórica es en sí misma dialéctica y discurre
, st ~1n,
55) Segun la JUSta expresión de L. Althusser Ph ·¡ h. . . en los dos sentidos: los artistas utilizaron Negerpla.stil:: como reperto-
So'jJh · • d ' z osop ze etphilo rio de incitaciones fonnales para sus propios trabajos cuanto Cari
te sponttmee es savants (1967) p. · M -
56) c . , ans, aspero 1974 ~Einstein tomó el relevo de la lección cubista. Cf. D.:E. (-;ordoni
57) lbí;mst~25' "LEa sculpture negre'', trad. cit.'. p. 344-345. "L'expressionnisme allernand", Le Primitivisme dans l'art tlu ~YXe.
· P· · 1nsre1n agrega en l · , .
juicio planteado hasta entonces sobre l a misma pagina que "el siecle, op. cit., p. 396-399 (para el caso de Karl Schmidr-Romluff);
más al 1 b e negro y su arte caracteriza
que P antea a el juicio que al obJ"eto de ... " , R. Krauss, "Giacometti", ibíd., 516-518 (para el caso de Giaco-
58) Jb d. ese JU1C10 • metti); R. Rosenstock, "Léger: 'La Creation du monde"', ibíd., p.
retomada : ., .P· 345-346. La exposición de esas dificultades será
. n td, La sculpture africaine (1921) trad T R B 479-481 (para el caso de Fernand Léger).
gard , Pans, Cres, 1922 p 5-7 "Á ' · · · Y · ur- 68) C. Einstein, La Sculpture africaine, op. cit., p. 4.
alerie Pigalle" D ' · ' y en propos de I' exposition de la
g , ocuments 1930 nº 2 104 (E 69) Ibíd., p. 3. .
moderne, op. cit., p. _ ). ' 'P· thnologie de l'art 70) Sobre el "primitivismo" expresionista, cf. J.C. Middleton, "1he
67 68
59) Id., "La sculpture negre", trad. cit., p. 346 fZise of Primitivism and lts Relevance to rhe Poetry ofExpressionism and
60) Para emplear un término de Pierre FÚida. . Dada", The .Discontinous Tradition. Studies in Cerman Literature in
te, se aplica para definir L ¿· . . que, JUStamen- Honour of EL Stahl, ed. p. F. Ganz, Oxford, Clarendon Press,
p F '•d"d L . ,, as con tetones de la interpretación. Cf
. e 1 a, e site de ¡ etranger La . . h . 1971, p. 182-203. Un debate sobre Einstein y la cuestión del pri-
PUF, 1995, P· 53-69. . sztuatzon psyc ana!ytique, Paris, mitivismo puede ser abierto a través de la lectura de G. Zanasi, "Gli
61) C. Einstein, "La sculprure negre", trad. cit p 345 arcaismi della vanguardia: a proposito di una recente edizione di
62) lbíd, p. 346. ., . . Car! Einstein", Studigermanici, XIX-XX, 1981-1982, p. 315-339,
63) Jbíd., p. 349, y de R.W. Wílliams, "Primítivism in the \Vorks of Carl E,instein,
64) lbíd, p. 346. Car! Sternheim and Gottfried Benn", Journal ofEuropean Studies,
65) .lbíd., p. 347-348 . so b re el "descub rimiento cubista" d 1 XIII, 1983, p. 247-267. Sobre la crírica del expresionismo por Gr\
Einstein, cf J. Laude, "L' esthétique de Car! Einstein", art. cit., p. 87-88,
arte , " cf. J. Laud e, ¡ ,a peznture
l'" af ncano, . . (1905-1914' et
fran¡:a1Se
y L. Meffre, Car! Einstein et la problématique des avant-gardes, op.
. negre . Contribution a !'e'tude d es sources du fa ·
bart ; de
cu zs'::e, Paris, Klincksieck,1968, !, p. 241-295. W u~::e e;'p·u cit., p. 114-117. Sobre la crítica del primitivismo, cf.. Car\ Einstein,
casso , Le Primitivisme dan !' d ..XX .' . In, I- "Notes sur le cubisme", Documents, 1929, nº 3, p. 152 (Ethnologie
J.-L.Paudrat, "Afrique'', ib:d.,a;t
1 ~ 5 _ 1 ~;iecle,
op.cit., P· 247-291. de l'art moderne): "No queremos disimular cuál es el lado negativo
del gusto por los primitivos. Algunas veces por fatiga se buscan
. 66) C. ~instein, "La sculpture negre"' trad. cit. p. 346-347
E1nste1n reune en esta aprox1mac1on
, . , los enunciados' formulados· soluciones rápidas y se quiere simplificar la herencia histórica".

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La linagcn-con1bate
Georges Didi-Huberman - - - - · - - - · · - - - · · · - - " · - ·.. ---·-·•""--···--·-·--··----~

78) Jbíd, p. 3. Cf. igualmente id, "Á propos de l'exposition


71) ~~ K He.rding, "Car! Einstein", art.cit., p. 161-163, quien de la galerie Pigalle", Documents, 1930, nº 2, p. 104 (Ethnologie de
habla de proyeccion cubista" y encuentra que "los conceptos de 'es- l'art moderne. op. cit., 67): "( ... )es menester tratar históricamente
cultura negra' y de 'cubismo' devienen, a raíz de ese hecho inter- este arte, y no solamente considerarlo bajo el único punto de vista
cambiables". Cf igualmente J. Clifford, Malaise dans fa cult~re, op.
del gusto y de la estética".
ctt., P· 133, que tennina por hacer de Carl Einstein un "surreal'ist 79) Id, La scu/pture africaine, op. cit., p. 3 y 5.
'C
etnogranco " j .
, o que implica.
confundir todo. Carl fjnsrein criticaa 80) Debe sin en1bargo hacerse notar el carácter u1arburguiano
en efecto, del modo más radical que cabe, el surrealismo de Breton, de esta proposición. Cf. G. Didi-Hubcrman, "Pour une anthropo~
al que asimila a una "rebeldía aplanada de ficción anodina" a ' logie des singularités formelles. Retnarque sur l'invention warburgienne",
l d 1" ·
cu to e genio como forma burguesa'', a una producción de "ano-
' un
Geneses. Sciences sociales et histoire, nº 24, 1996, p. 145-163.
malí~ si~uladas", y finalmente, a un fenómeno "primitivo tardío". 81) Cf. e Einstein, "Arbres-fetiches du Benin", Documents,
C. Emstem, Die Fabrikation der Fiktionen, trad. L. Meffre, "La fa- 1929, nº 4, p. 230. Id, "Masque de danse rituelle Ekoi", ibíd.,
bricación de ficciones" (extractos), Art Press, 1993, nº 185, p. 27. 1929, nº 7, p. 396. Jd, "Masques Bapindi", ibíd., 1930, nº 1, p.
72) WBenpmm, París, capita!e du XIXe. siecle, op. cit., p. 478-479. 48 (Ethnologie de /'art moderne,op. cit., p. 63-66).
~'3) Cf R. Salvini (dir.), Pure visibilité et farmalisme, op. cit., p. 82) Id., "Á propos de la exposition de la galerie Pigalle", ibíd.,
18: (... ) 1n1entras que un obJero visto de cerca carece de unidad 1930, nº 2, p. 104-11 O (Ethnologie de l'art rnoderne,op. cit., p. 68.69
~arque obli~a al ojo a recorrer su forma en una serie de ajustes
y 75-77).
focales sucesivos, al contrario, la unidad es característica de la vi- 83) Id., La Scu!pture africaine, op. cit., p. 3-4. Liliane Meffre,
sión.ª, distan.cía en la cual, al ser paralelos los rayos luminosos, a quien agradezco, n1e señala que Carl fjnstein proyectaba reali-
surg1ra una 1rr1agcn total de dos dimensiones, inmediatamente zar un film documental titulado Magie noire, donde habría sido
perceptible, donde todo lo que hace alusión a la tercera dimensión analizado el choque de la cultura tradicional africana y la urbani-
será proyectado sobre un plano. En la visión cercana, el ojo debe zación reciente de pueblos -como una anticipación de los trabajos
cumplir n1ovimientos análogos a los de la mano que palpa, y en
de Jean Rouch.
lugar de un .acto d~ ~~r se t.iene en alguna medida un acto de pal- 84) C. Einstein, "Notes sur le cubisme", Docurnents, 1929, nº
par con el o;o; la v1s1on a distancia corresponde, al contrario a las 3, p. 347 (Ethnologie de f'art moderne, op. cit., p. 2'7): "Sacudir
~xigen~ias propias del ojo que, permaneciendo inmóvil, p~rcibe con fuerza el mundo figurativo es algo que vuelve a cuestionar las
1n~ed1ata y t'otalmente la imagen. La imagen lejana es entonces garantías de la existencia. El ingenuo cree que la figura es la más
la ~mag~n arnstica en tanto que ella es la única que responde a las segura experiencia que el hombre tiene de sí mismo, y no se atreve
ex1genc1as de la visibilidad". a negar una certeza tal, aunque dude de sus experiencias interio-
74) C. Einstein, "La sculpture negre", trad. cit., p. 346 y 348-349. res. Se imagina que, en relación con lo que hay de sin fondo en la
75) Jbíd., p. 349. experiencia interior, la experiencia directa de su cuerpo constituye
76) Jbíd, p. 349-352.
la unidad biológica más cierta".
77) Id, La scu/pture africaine, op. cit., p. 7-30.

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Georges Didi-f-Iubennan La in1agen-co1nbate - - - - - - -
- - · -..- -... - ""- .." - - - · · - - · · - - - · - · · - - - -

85) Sin embargo, no es mencionado con10 tal por Denis f-Iollicr el silencio--- de Bataille, sugerir la hipótesis de una tensión, quizás de
en su prefacio a la reedición de Docurnents (D. I-Iollier, "La valeur orden polfrico, entre C:'.arl Einstein y sus jóvenes col.ab~radores ~e
d'usage de l'impossib.le", Documents, Paros, Jean-Michel Place, entonces. I~o que no quita nada a la circuÚlción de un npo comun
1991,l, p. VII-XXXIV) -posición objetada por L. Meifre, Car! de crítica estética.
Einstein et la probférnatique des avant-gardes, op. cit., p. 98. c:f id., 90) C. Einstein, Die Kunst des 20. }ahrhunderts, op. cit., 11 ..
"(=arl Einstein nella redazione di f)ocumenis: storia dcll' arte e etnolo- 91) Jd., Geor~es Braque, op. cit., p. 12, donde una nota mdJCa
gía", Da! Museo al terreno, Milan, Franco Angeli, 1987, p. 180-188. que el texto fue ~01npucsto entre 1931y1932. :Ei~stein n~ cono-
Id, "lntroduction", Ethnologie de /{zrt moderne,op. cite, p. 7-12. ció en vida rnás que la edición francesa, que adenias constJtuye su
86) G. Bataille, (Note inédite), <Euvres comp!i:tes, IX, París, último trabajo publicado.
Gallimard,1988, p. 572. 92) [d., Politische Amrnerkungen (1912), citado por L. Meffre,
87) Carl Einstein,"Letre sur le roman allemand'', trad. A Car! Einstein et la problématjque des avant-gardes, op. cit., P· 33:
Malye, La Phalange, juin 1912. Id., "Bébuquin", trad. l. Gol!, "( ... ) reclarnamos al hombre que posee a la vez la fonna y la violencia,
Action Cahiers de philosophie et d'art; l 920, nº 5, p. 32-43. (, .. )cuya obra contiene y crea hechos operantes". ,, ,. _,
88) Debo esta inforn1ación, concerniente a los texcos aún 93) "Toda destrucción de objeto está justificada. Cttado zhzd.,
inéditos de Carl Einstein, a la amabilidad de Li.Uane Maffre. p. 41.
89) M. l..eiris, Journa! 1922-1989, ed. J. Jamin, París, Galli- 94) C. Einstein, "Ltger: oeuvres récenres", Docurnents, 1930,
mard, 1992, p. 137, 154, 164, 167, 202: "Se puede hablar de una nº 4, p. 191 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., P· ~5): "( ...')el
técnica poética --·técnica poética no en el sentido clásico de canon o viejo juego del dualis1no dialéctico, que no es acaso mas que signo
regla de construcción, sino con1parables a las técnicas rnísticas (!o de un gusto perezoso de sirnetría".
que Car! Einstein llama el 'training' del éxtasis) ( ... ) Velada trans- 95) Id., "L'enfance néolithique", ibíd., 1930, nº 8, p. 479 Y
currida en lo de Einstein, que habla de un llamado Puech del cual 483 (Ethnologie de l'art moderne, op.cit., p. 55-56).
espera artículos sobre gnosricisrno y 1naniqueísmo. (. .. ) En la base 96) !d., "Notes sur le cubisme", ihid., 1929, ~~ 3, p. 147 (Eth-
de toda evasión, no se encuentra un deseo de pureza sino el miedo; nologie de lart moderne, op. cit., p. 27). Sobre la d.esrnmposIC10n
e incluso cuando se cree verdaderamente amar la pureza, no es de la figura humana" en Geotges Bataille, cf. G. D1d1-Huberman,
porque sea internporal que es más noble, sino solamente 'intem- LaRessemb!anceinfarme, op. cit., p. 31-164.
poral' en el estricto sentido de la palabra, es decir, no sometido al 97) C. Einstein, "Saint Antoine de Padoue et l'enfant Jésus", D.o·
tiempo y a la rr1uerte. Todo esto no es más que cobardla religiosJ cun1en ts, ·1929 , nº 4 , p · 230 (Ethno/ooie
6-
de !' art modcrne, op. czt.,
(como dice Car! Einstein). Bataille, Babelon, Einstein; pruebas de p. 120). :El cuadro comentado por Einstein ~erte~·1e~e a Jacques
sus arrículos del nº 2 de Docurnents. (... ) Cena ayer en lo de Carl Lipchitz. J. Baltrusaitis (Anarno?phoses ou magte artificze!le des ejfits
Einstein con Zette y los Bataille". Cf igualmente p. 139-140 y merveilleux, París, Perrin,1969, p. 22-23) lo fecha en 1535.
161. El carácter limitado en el tiempo de estas evocaciones (rnayo- 98) Id., "Exposition 'll Setecento italiano' aVenise",ibíd., 1929,
setiembre 1929) puede, si se repiensa la única nota -y en general nº 5, P· 285 (Ethnologiedel'artmodcme, op. cit., p. 83-84).

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Georges Didi-Hubcnnan La imagen-cornbate
..
·~------ ··~---- ... -- -----------·~ ... -·~··--·-·~- ·~---

99) Id., "Gravures d'Hercules Seghers'', ibíd, 1929, nº 4, p. 105) C. Einstein, Georges Braque, op. cit., p. 28. CC igualmente
202 (Ethnologie de/' art moderne, op. cit., p. l 15). P· ¡O l.
100) Ibíd., p. 202-204 (Ethnologie de l'art moderne, op.cit., p. 106) C. Einstein y D.-H. Kahnweiler, Correspondace, op. cit., p.
l 15-117). El subrayado es mío. 57 (texto alemán) p. 4'7.
1Ol) Sobre la concepción einsteiniana del cubismo cf I-L Oehm, 107) C. Einstein,"Notes sur le cubisme'» Documents, 1929, nº
Die Kunsttheorie Carls Einsteins, Munich, Fink, 1976, p. 70-86. L. 3, p. 155 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., p. 36). Referente
Meffre, C""'arl Einstein et la problérnatique des avant-gardes, op. cit., a esto, Einstein evoca los "espacios nuevos" concebidos por las
p. 37-65. teorías modernas de B. Riemann. H. Minkowski, D. Hilbert o
102) C. Einsrein,"Juan Gris: textes inédite", Document>, 1930, Albert Einsrein.
nº 5, p. 268 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., p. 50): "Las formas 108) Id, Georges Braque, op. cit., p. 57.
tectónicas funda1nentales no son otras que las formas del cuerpo l 09) Ibíd., p. 59-60 y 69.
humano, lo que explica que las ton1e1nos corr10 medida de todas 11 O) Ibíd., p. 82.
las cosas. El cuerpo humano, estándar de todas las fonnas, contie- 111) Ibíd., p. 61 y 70.
ne todos los elementos. La cabeza es una bola, las piernas colu1nnas 112) Id., ''Aphorismes mérhodiques", Documents, 1929, nº l,
cilíndricas, el torso un cubo, etc. Captamos los objetos y la natu- p. 32-33, y "Notes sur le cubisme", ibíd., 1929, nº 3, p. 147 (Eth-
raleza porque están construidos con las formas humanas y el arte nologie de l'art moderne, op. cit. p. l 7-18 y 27-28).
tectónico sólo es una puesta en conformidad del mundo exterior 113) Id., "Absolu'', ibíd., 1929, nº 3. p. 169-170 (Ethnologie
con esos elementos fundamentales que provienen del hon1bre". de l'art moderne, op. cit., p. 105-106).
103) Id., "Exposition Juan Gris (Berlín, galerie Flechtheim)", 114) Id., "Aphorismes méthodiques", ibíd,1929, nº 1, p. 32-
ibíd., 1930, nº 4, p. 243 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., p. 34 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., p. 17-20).
95): "Que se me pern1ita una comparación: una piedra arrojada 115) Id., Georges Braque, op. cit., p. 25.
al agua produce movimientos de ondas concéntricas. Esas ondas, 116) Ibíd. p. 25 y 71.
detenidas por los bordes, son vueltas a conducir al punto central 117) Ibíd., p. 17.
y se penetran una con otra para dulcemente perderse de nuevo 118) Ibíd., p. 25.
hacia los bordes. 1J.l juego misterioso es el que realizan las formas 119) Ibíd., p. 26.
encadenadas entre ellas". 120) Jbíd, p. 15, 21, ere.
104) Id., "Cexposition de l'an abstrait a Zurich", ib!d., 1929, nº 121) Ibíd., p. 73.
6, p. 342, y 'Tenfance néolithique", ibíd., 1930, nº 8, p. 482 CEth- 122) Ibíd, p. 19.
nologie de l'art moderne, op. cit., p. 56 y 85-87). Cf igualmente L. 123) Ibíd, p. 27, 62-63 Id, Die Kunst des 20. Jahrhunderts,
Meffre, Car/ Einstein et la problérnatique des avant-gardes, op. cit., p. op. cit., p. 59.
31, que cita esta nora inédita: "Gestaltpsychologie -los elementos mi.;; 124) Id., Georges Braque, op. cit., p. 58.
simples, luego empobrecinüento y exclusión del psiquismo complejo". 125) Ibíd, p. 43-44.

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La itnagen-con1bate
-~-·~~···~--·---- ----

126) lbíd., p. 14. sobre André Masson siguió un texto, probable1nente encargado
127) Ibíd., p. 13, 45-46, 54,65, 107-110. por Carl Einstein, de H. Reichenbach, "Crise de la causalité",
128) Ibíd, p. 48. ibíd., p. 105-108.
129) !bíd, p. 61-63. 142) Car! Einstein y D.-H. Kahnweiler, Correspondance, op.
130) Cf. P.M. Doran (éd.), Conversation avec Cézanne, Paris, cit., p. 54 (juin 1923), Cf H. Oehm, Die Kunsttheorie Car! Eins·
Macula, 1978, p. 36: "(~uando el color está en su riqueza, la forn1a teins, op. cit., 11-·28. L. MefFre, C'arl Einstein et la problématique
está en su plenitud". des avant-gardes, op. cit., p. 11-25.
131) C. Einstein y D.-H. Kahnweiler, Correspondance, op. cit., 143) Sobre la filosofía de Ernst Mach, cf ]. Bradley, Machs
p. 48 (juin 1923). Phi!osophy o/Science, Londres, The Athlone Press, 1971. J.T Blac-
132) C. Einstein, "Pablo Picasso. Quelques tableaux de l 928", kmote, Ernst Mach. His Work, Ufo, and lnjluence, Berkeley-Los An-
Documents, 1929, nº l, p. 35-38 (Ethnologie de l'art rnoderne, op. geles-Londres, The University ofCalifornia Press, 1972. R. Hatlery
cit., p. 34-36). F. Stadler (dir.), Ernst J\1ach Werk und Wirkung, Vienne, Hodler-Pi-
133) Id., "Picasso", ibíd., 1930, nº 3, p. 155-157 (Ethnologie chler-lempsky, 1988 (con una abundante bibliografía, p. 509-522).
de !'art moderne, op. cit., p. 37-39). 144) E. Mach, Die Analyse Empjindungm und das Verhaltnis
134) Id., Georges Braque, op. cit., p. 47. Yo mbrayo. des Physischen zum Psychischen (1886-1922), ed. G. Wolters, Dar
135) ld.,"Notes sur le cubisme'', Documents, 1929, nº 3, p. mstadt,Wissenschaftliche Buchgesellschafr, 1985. Trad. F. Eggcrs
154 (Ethnologie de /'art moderne, op. cit., p. 27). y J.-M. Monnoyer, l'Analyse des sensations. Le rapport du physi·
136) Ibíd., p. 147 (Ethnologie de /'art moderne, op.cit., p. 27). que au psychique, Nimes, Chambon, 1996, p. 7 -38
137) Id., Georges Braque, op. cit., p. 22 y 64. 145) lbíd., p. 94-152 (sobre el problema específico de las sen-
138) Id., "Exposition de collages (galerie Goemans)", Docu- saciones espaciales).
ments, l 930, nº 4, p. 244 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., p. 146) Id., Die Mechanik in ihrer Entwicklung historisch-kritisch
97-98) donde es criticada la posición de Aragon sobre este proble-- dargeste!!t, Leipzig, Brockhaus, 1883. Trad. E. Bertrand, La mé-
ma. Sobre el cuestionamiento de la causalidad en Carl Einstein, cf. canique. Exposé historique et critique de son développement, Paris,
M. Marrínez-Seekamp, "Ferien von der Kausalit3.t? Zum Gegen- Hermann, l 904.
satz von 'Kausalitiit' und 'Form' bei Carl Einstein", I'ext + Kritik, 147) Desde 1866, Mach escribía: "Las ideas no se forman súbi-
nº 95, 1987, p. 13-22. tamente, necesitan tiempo para desarrollarse, corno todos los seres
139) Cf. L. Meffre, Car! Einstein et la problérnatique des avant· naturales ... Lenta, progresiva y penosamente, una concepción se
gardes, op. cit., p. 77-82. transforma en otra, así como es probable que una especie animal
140) C. Einstein, "Aphorismes méthodiques", Docurnents, se continúe en nuevas especies". Citado por P.-L. Assoun, "Robert
1929, nº 1, p. 32 (Ethnologie de !'art moderne, op. cit., p. 17). Musil lecteur d'Ernst Mach", prefacio para R. Musil, Pour une
141) Id., "André Masson, étude ethnologique", ibíd., 1929, nº évaluation des doctrines de Mach (1908), trad. M.-F. Demet, Paris,
3, p. 95 (Ethnologie de!'art moderne, op. cit., p. 21-22). Al artículo PUF, 1985, p. 28 (nota).

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Georges Didi-J:Iuberman

148) E. Mach, L 'Analyse des sensations, op. cit., p. 161-172. Para n1atizado por otra. T'an1bién habría que -io que el estado actual
la influencia filosófica de este trabajo, remitirse a la "Intro-duction" de ia publicación de archivos aún no permite, por lo tncnos según
de J.-M. Monnoyer, ibid, p. !-XXXI. mi conocimiento- reconstituir históricamente, incluso biognífi-
149) Id., Erkenntnis und lrrtum. Skizzen zur Psychologie der can1ente, el extra6o nudo de relaciones y de no relaciones entre
Forschung; Leipzig, Barth, 1905. Trad. M Dufour, La connaissance esos dos pensadores de destinos tan paralelos.
et l'erreur, Paris, Flammarion, 1908, p. 276. 162) Cf J. Derrida, Marges de la philosophie, Paris, Minuir, 1972,
150) Cf. P.-L. Assoun, lnrroduction a l'épísternologie freudienne, p. 1-78.
Paris, Payot, 1981, p. 73-89. l 63) W. Benjamin, Parú~ ct1pita!e du X!Xe. sii:cle, op. cit., p.
151) Cf. V. Lénine, Materialisme et empiriocriticisme (!908), 478.
trad. anónima, Paris, Éditions sociales, 1973. l 64) e:. I::instein, Georges l1raque, op. cit., p. 18. Einstein su-
152) R. Musil, Pour une évaluation des doctrines de Mach, op. braya, en cada oportunidad) la palabra "presente".
cit. p. 49-170. 165) Jbíd., p. 53.
153) P.-L-Assoun, "De Mach a la philosophie-sans-qualités", 166) Tbíd, p. 1J 7: "Al hablar antes de arcaísmo, entendíamos
postface a R. Musil, Pour une évaluation des doctrines de Mach, op. designar por esa palabra no regresiones forn1ales (sic), sino el re-
cit., p. 177-194. torno bt~jo signos evidenten1ente d{/"érentes, disposiciones psíquicas
154) C. Einstein, "Notes sur le cubisme", Documents, 1929, detern1inadas". Yo subrayo.
oº 3, p. 152 (Ethnologiedel'artmoderne, op. cit., p. 28-29). 167) Tbíd., p. 71-72.
155) !d., Georges Braque, op. cit., p. 76. 168) Jbfd, p. 66-67 y 113-114.
156) !bíd, p. 28-29 y 128. Una analogía es propuesta por 169) Ibíd., p. 31-33.
Einstein -tomada de Riegl- con el arte bizantino cuya "indepen- 170) Sobre dos rr1aneras contradictorias de entender la palabra
dencia" misma implica "un nuevo primirivismo" (ibíd, p. 27). "sínton1a" -"la panofskiana y la freudiana-, cf. C. Didi-Hubcr-
157) !d., "Joan Miró (papiers collés en la galería Pierre)'', Do- rnan, f)evant li.mage. Question posée o aux j1~ns d'une hístoire de
cuments, 1930, nº 4, p. 243 (Ethnologie de !'art moderne, op. cit., l'art; op. cit., p. 171-218.
p. 93-94). 171) C. Einstein, Ceorges Braque, op.cit., p. 33.
158) Id, "André Masson, émde ethnologique", Documents, 1929, 172) !bíd., p. 11 l. Cf. W. Benjamin, París, capitale du XTXe.
nº 2, p. 93-102 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., p. 21-25). si€cle, op. cit., p. 479. Comenté esta dialéctica del sueño, del velar y
159) Id, "La enfance néolithique", Documents, 1930, nº 8, p. del despertar en ('e que nous voyons, ce qui nous regarde, op. cit., p.
479-483 (Ethnologie de!' art rnoderne). 144-152. (Cf igualmente supra, p. 112-115).
160) !d., "Exposirion de collages (galería Goemans)", Documents, 173) C. Einstein, Georges Brttque, op. cit., p. ] 18: "Llamamos
1930, nº 4, p. 244 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., p. 97-99). brevemente la atención sobre el hecho de que Freud, con su defi-
161) Va de suyo que este acercamiento teórico encre Benja- nición del Inconsciente, prueba gue ha visto especialn1ente en este
min y Carl Einstein 1nerecería ser profundizado por una parte y último una constante, fonnada por la masa de las represiones, es

340 341
(;eorges Didi .. f-lubennan La irnagen-con1bate

decir, un elemento tn<Ís bien negativo. Por el contrario, creemos 182) Sobre la noción de vanguardia en Carl Einsrein, cf. K.H.
que es precisa1nente en e! Inconsciente donde reside la chance de Kiefer, Avantgarde .. We!tkrieg- Exil. !V[ateria!en zu Car! Einstein
lo Nuevo; que se n1o<lifica sin cesar y que se lo puede considerar und ,)'alomo Friedlaender!Mynona, Francfort, Peter Lang, 1986,
tan1bién coino un factor progresivo. Es la potente activación del 183) C. Einstein y D.-H. Kahnweiler, Corresponclance, op.
Inconsciente durante la visión, así corno durante el alumbra1nien- cit., p, 100-101(otoño1938).
to figurativo, lo que nos parece justamente conferir a las obras de 184) Jbíd., p. !09 y113·· I J 5 (leme a Picasso, G/ 111939).
arte ese algo inexplicable, pennanecicndo, finalinente la visión 185) Cf. K.Herding, "Carl Einstein", art. cit., p. 1)').
corno un ele1nento misterioso", 186) e:. l~instein, Die ¡.;ftbrikation der ¡;zktionen (inédito en
17 4) C. Einstein y D.-1-l. Kahnweilcr, Corresponclance, op. cit., vida de Einstein), éd. S. Penkert, Rcibeck, Rowolt, 1973. Trad.
p. 52 (juin 1923) partielle L. Meffre, "La fabrication des ficrions", Art Press, 1993,
175) C. Einstein, Béhuquin, op.cit., p. 11-17, 19, 30-32. nº 185, p. 27.
176) !bícl., p. 28. 187) Según la certera expresión de L. Meffre, "1héorie et expc-
177) C. Einstein y D.-H.Kahnweiler, Cormponclace, op. cit., rience de l'art chez Carl :Einstein", C~arl li'instein. Art et existence
p. 52 (juin 1923). (coloquio de Paris, 1996), en prensa (cf. despriés Rtucles Germa··
178) El relato de este suicidio es hecho por C. Malraux, Le niques, L!II, 1998, nº 1, p. 13-27).
Bruit de nos pas, op. cit., p. 62-63. 188) C. F.instein, "1~xposition de sculpturc moderne", Docu-
179) C. Einstein y D.-H. Kahnwciler, Corresponclance, op. merlts, 1929, nº 7, p. 392 (no reproducida en Ethnologie ele !'art
cit., p. 106-107 (enero de 1939): "Cuando dejé París sin decir moderne, op. cit.).
una palabra, sabía rnuy bien por qué. Con1prendía en un n10- 189) Citado porl.. Meffre, Car! Einstein et la problématique
1nento en que lo otros no veían n1uy claro qué partida se jugaba eles avant-garcles, op. cit., p. 100.
aquí. Dejaba inis contratos, una editorial que est~lba1nos orga- 190) C. Einstein, Bébuquin, op. cit., p. 21.
nizando y muchas [sil} otras cosas. Y estoy contento de haberlo 191) Icl., Die Fabri!?lltion cler Fiktionen, op. cit. Sobre estos
hecho. Ivie iba cuando las cosas iban a e1npezar a andar muy bien "últirnos escritos" de Einstein, cf. L. Meffre, Car! lfrnstein et la
para n1í. Mis manuscritos, duermen; igual. Partía {sic} sin avisar prohlérnatique eles avant-garcles, op. cit., p. 97-135. l. F rankc-
pues no quería dar explicaciones. Salir de las palabras, dejar las Grernmelspacher, ''Notwendigkeit der f(unst" Zu den Spiitcn
111e(áforas. Pues nunca fui un cagatintas poético y nunca lo seré Schrijien Car! Einstein, Stuttgarr, Hans Dietcr Heinz, 1989, p.
[sic}". 85-158.
180) Sobre el doble aspecto, 1netafísico y positivista, de esta mor- 192) Según la expresión reivindicada por J. Clair (dir.) fclen-
tifi'cación de su objeto por parte del historiador, cf G. I)idi-1-Iu- tita e a!terita. Figure del corpo, 1895.1995, Venise, La biennale
berman, Devant i'irnage, op. cit., p. 54-64. di Vcnczia-Marsilio, l 995, p. 193-239.
181) C. Einstein, "Exposition de collages", Docurnents, 1930, 193) Cf. S. Penkert, Car/ Einstein. l:,xistenz und Asthetik, op.
nº 4, p. 244 (Ethnologie ele !'art moclerne, op. cit., p. 97-99). cit., p. 9-43.

342 343
c;eorgcs Didi-J:Iubennan

194) (~. l~instcin, "Notes sur le cubisme", f)ocionents, 1929,


nº 3, p. l 47 (Ethnologie de l'art moderne, op. cit., p. 27).
l 95) Id., Georges Braque, op. cit., p. 13.
196) Id., "Traité de la vis ion'', Werhe, [\~ op. ch, p. 250-
256 (cf. luego, "'rraité de la vision", l.es Cahiers du Musée national
cl'Art moderne, nº 58, l 996, p. 230-49).
197) Ihíd, p. 250. 4. IMAGEN-AURA
198) Id., "André Masson, étude e(hnologique", /)ocurnents, DEL. AHORA, DEL OTRORA Y DE LA MODERNIDAD
1929,nº 2, p. 93 (Edmologie ele l'art rnoclerne,op. cit; p. 21). La
expresión está ya presente en C. Einstein y D .-l-L l(ahnweiler,
Correspondanee, op. cit., p. 48 (juin 1923). Pero en la nlirada se halla ilnplícita la espera de ser reco1n-
pcnsada por aquello a lo que se dirige. Si esta espera (que
199) C. Einstein y D.-H. Kahnwciler, Correspondance, op. cit.,
en el pensa1niento puede asociarse igual1nentc bien a una
p. 47-53 (juin 1923).
mirada intencional de atenci6n y a una inirada en el senti-
200) !bíd., p. 55-56 (juin 192.3). Cf. igualmente C. Einstein,
do literal de la palabra) se ve satisfecha, la mirada obtiene,
"Rossignol", Doeuments, 1929, nº 2, p. 117-118 (Ethnologie de
en su plenitud, la experiencia del aura.(. .. ) La experiencia
lizrt moderne, op.eit., p. 107-109).
del aura reposa por lo tanto sobre la transferencia de una
20 l) Cirado por L. Meffrc, Car/ Einstein et la problématique des
reacción norrn.al en la sociedad hurnana a la relación de
avant-gardes~ op. cit., p. 99.
lo inanimado o de la naturaleza con el hornbre. Quien es
202) C ..Einstein, "Le n1auvais inessagc", are cit., p. 23.
mirado o se cree rnirado levanta los ojos. Advertir el aura
203) !d., "Revolre" (1912), Werhe, !, op. cit., p. 122-123. Id., de una cosa significa dotarLt de la capacidad de levantar
"Der Arme" (1913), ibícl., p. 130-1.14. los ojos. Lo cual se ve confirmado por los descubrirnien-
204) Id., "Exposirion de collages", Documents, 1930, nº 4, p. tos de la 1netnoria involuntaria (Estos son, por lo derµ;-ls,
244 (Ethnologie de l'art moderne, op.cit., p. 99). irrepetibles: huyen al recuerdo que trata de encasillarlos.
205) Id., Bébuquin, op. cit., p. 26. Así vienen a apoyar un concepto de aura según el cual ésta
206) Id., Georges Braque, op. cit., p. l 38. es "la aparición irrepetible de una lejanía". Esta definición
207) Id., "Gravures d'Hercules Seghers'', Documents, l 929, nº tiene el mérito de poner de n1anifiesto el carácter cultual
4, p. 202 (Erhnologie de l'art moderne, op. cit., p. l 15). del fenórneno. Lo esencialinente lejano es inaccesible, la
inaccesibilidad es una carac(erística esencial de la imagen
de culto) ..Es inútil subrayar la medida en que Prousr esta··
ba corr1penetrado con el problen1a del aura.

Walcer Benjatnin, Sobre algunos temas en Badudelaire

344 345
Georges Didi-l·Iubennan La irnagen-aura

Suposición del objeto: en esta cuestión, un "pensamiento juvenil" y otro de la "ma-


"Una realidad de la cual ningún ojo se sacia" durez'', un pensamiento (casi marxista) de la destrucción del
aura y otro (casi mesiánico) de su restauración (5).
¿Qué sentido tiene hoy, sesenta años después de Benjamín, A esto es necesario oponer primero que la noción de aura
reintroducir la cuestión, la hipótesís, la suposición del aura' El es difusa en toda la obra de Benjamín; que su puesta en prác-
arte que nos es conten1poráneo ¿no se inscribe en -y no se tica responde a una experiencia transhistórica y profunda-
inscribe en él·- lo que Benjamín llamaba "la época de la re- rnente dialéctica; que la cuestión de saber si el aura ha sklo
prod1Ktibilidad técnka", época considerada como la causan- "liguidada" o no, es una cuestión falsa por excelencia (6). A
te de la muerte, o al menos de la decadencia, del aura? (l) continuación, es necesario precisar que si el aura para Ben-
Muchos historiadores y críticos del arte del siglo XX extra- jamín nombra una cualidad antropológica originaria de l.a
jeron lecciones de esta "época de la reproductibílidad técni- imagen, el origen no designa en ningún caso lo que permane-
ca" y de sus consecuencias sobre la producción misma de los ce por encima de las cosas, co1r10 la fuente está más arriba del
objetos artísticos. (2) Pero la reflexión sobre la reproducti- río. El origen, según 'Bcnjamin) ·n.ombra "lo que está en tren
bílidad, sobre la pérdida de la originalidad y del "origen" se de nacer en el devenir y en la decadencia"; no la foenre, sino
desarrolló como si su puesta en primer plano debiera fatal- "un torbellino en el río del devenir, (que) entraña en su ritmo
mente hacer caer, esto es, hacer desaparecer, la cuestión, "ar- la materia de lo que está en tren de aparecer" ('7),
caica" y perimida -vinculada como ella podía estar al mundo En realídad, la decadencia misma -lo que cae- es parte in-
de las "imágenes cultuales"-, del aura. tegrante del "origen" así entendido: el origen en tanto que tal
Ahora bien, hacer caer, no es hacer desaparecer, Feliz- no es el pasado caduco, aunque fuese fondador, sino al con-
mente, no tenemos ya que doblar las rodillas ante las esta- trario, el ritmo jadeante, frágil, el doble régimen dinámico de
tuas de los dioses -Hegel, dicho sea al pasar, lo comprobaba una historicidad que, sin tregua, hasta en el propio presente,
ya al comienzo del siglo XIX, y otros lo habían comprobado "pide ser reconocido como una restauración, una restitución,
antes que él (3). Pero doblamos las rodillas, aunque sea fan- y como algo que por sí mismo es inacabado, siempre abierto"
tasmáticamente, ante muchas otras cosas todavía, muchas (8). La "belleza surgida del fondo de los tiempos" -de la cual
otras cosas que nos dominan o nos tiran hacia abajo, que habla Benjamín a propósito de Proust y de la memoria invo-
nos "miran" o nos dejan aterrados. Como sabemos, Benja- luntaria- jamás está perimida o terminada. Lo real nunca cesa
mín habla de la "decadencia del aura" en la época moderna; de "quemar la imagen". I~a continua rememoración no cesa de
pero decadencia, justamente en él, no significa desaparición darse como la "reliquia secularizada". Y si el silencio aparece
Antes bien un rodeo hacia abajo, una inclinación, una des- como una cualidad fundamentalmente aurática -como Benja-
viación, una inflexíón nuevas. (4) Los exégetas de Benjamín mín lo escribe a propósito de Baudelaíre-., el hombre moder-
se han preguntado algunas veces si su posicíón respecto del no, índuso posmoderno, el hombre de la "reproductibilidad
aura no era contradictoria, o si no sería necesario distinguir, técnica", en medío del ruidoso laberinto de las mediaciones,

346 347
Gcorges Didi-1Iubcrman La irnagen-aura
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de las informaciones, de las reproducciones, debe algunas ve- cargada ele pasado en un sentido; demasiado facil, incluso
ces hacer silencio, y sufrir la inquietante extrañeza de lo que le dudosa, en otro.
vuelve como aura, como aparición alterante (9), Para esbozar Molesta, primero, para el discurso de la especificidad: el
nuestra hipótesis, digamos que allí donde el valor de aura era aura, que designa al comienzo esta dimer1sión de "presencia
impuesto por las imágenes cultuales de la tradición religiosa Otra" literahnente requerída por el mundo secular de las imá-
-es decir, en los protocolos de intimidación dogmática don- genes cultuales ¿no es caduca en cuanto un objeto vist1al es, en
de la liturgia hace muy a menudo aparecer sus imágenes, se sí mismo, su propio "sujeto"? El arte f!10clerno ¿no se eman-
encuentra en adelante supuesta en el atelier de los artistas en cip6 del "tema'' -ese subject matter que Panofsky ponía en la
la era, laica, de la reproductibilidad técnica (10), Para dia- base ele toda comprensión de las artes visuales, aunque fuese
lectizar, digamos que la decadencia del aura supone -implica, "natural", "convencional" o "simbólico" (13)' A eso debemos
desliza por debajo, envuelve, sobreentiende, pliega a su ma- responder que hay otras maneras de comprender el subject
nera- el aura en tanto que fenómeno originario de la imagen, matter-el "sujeto' co1no la "materia"- que la propuesta por la
1

fenómeno "inacabado" y "siempre abierto", si se quiere seguir iconología panofskiana, Por otra parte, nuestra suposición no
a Benjamin en el equilibrio inestable, pero tan fecundo, de su es molesta más que para los clisct1rsos, históricos o estéticos,
vocabulario exploratorio, El aura hace sistema con su propia encerrados en sus propios axiomas. Los d.iscursos de la especi-
decadencia, Sin duda lo ha hecho en todas las épocas de su ficidad se presentan, en efecto, muy a menudo como (seudo)
historia : basta leer a Plinio el Viejo, que se compadecía ya ele axiomáticos, y su clausura-su tono ele certeza- lleva habitual-
la decadencia del aura en la época de la reproductibilidad mente a sentencias de muerte pronunciadas como definitivas:
de los bustos antiguos (1 ! ) , El aura subsiste, resiste a su se dirá, por ejemplo, cuando se es modernista, que "el aura
decaclencia incluso en tanto que suposicióri. está muerta'', que la especificidad artística se separa ele toda
¿Qué es una suposición? Es el simple -no tan simple, en utilización cultual de las imágenes; o, cuando se es posmoder-
realidad- acto de colocar por debajo (ova supponere: poner nista, que "el modernismo está muerto", y así a continuación.
los buevos a incubar), Es proponer una pregunta en el acto Pero la suposición del aura no puede satisfacerse con ninguna
de sustituir algunos parámetros de lo que se creía ser la res- sentencia de muerte (muerte histórica, muerte en nombre de
puesta. Es producir una hipótesis, entendiendo que la hipó- un sentido de la historia), en la medida en que está vinculada
tesis -ella también está "por debajo" - es capaz de ofrecer el con la memoria, y no con la historia en el sentido usual, en
"tema" principal de una obra de arte, y también su "princi- síntesis, con la supervivencia (el Nachleben warburguiano) -Me
pio" más profundo (12)_ ¿Se puede, entonces, suponer el aura parece que Walter Benjamín planteaba la cuestió~ del aura en
en los objetos visuales que el arte del siglo XX nos ofrece a la el orden de la reminiscencia, como Warburg hab1a planteado
mirada de Mondrian a Newman y Reinhardt, por ejemplo? la de los Pathosformeln: más allá de toda oposición tajante en-
Se puede al menos intentar- Con el riesgo de admitir que tre un presente olvidadizo (que triunfa) y un pasado caduco
tal suposición es difícil de construir: demasiado molesta y (que está o que se ha perdido),

348 349
c;eorges Didi-1-Iubcrman
____ ___ - - - La imagen-aura- - -
"

De pronto, la suposición del aura se encuentra con la coar-· se sacia''(l6). En los dos casos, lo que es dado a ver mira a su
tada dudosa de las ideologías de la restauración" Resentimien- espectador. Benjamín llamaba a eso "el poder de levantar los
tos de todo género contra la modernidatl; "regresen redentor ojos" (17). Esta relación de mirar implica una dialéctica del
de los valores del arte del pasado, nostalgia del subject rnatter deseo, que supone alteridad, objeto perdido, sujeto escindido,
religioso, reivindicación de "espiritualidad" y ele "sentido" relación inobjetivable (18)"
contra todas las "deconstrucciones" o "destrucciones opera-
11
Ante esos términos alta1nente problemáticos como son la
das por el arre del siglo XX (14)" Agreguemos que la posición mirada o el deseo, de nada sirve satisfacerse con el vocabulario
media entre estos dos discursos extremos --1nuerte del pasado o sentencioso -justificativo- de la crítica de arte, como tampo-
restauración del pasado- tampoco vale cuando intenta mez-
1 co la búsqueda de la "gracia" con un vocabulario empático o
clar el iconografismo del subject matter panofskiano y la abs- trascendente. La dificultad reside en dejar de lado el discurso
tracción radical de artistas tales como Barnett Newman o Ad de la especificidad que postula muertes dogmáticas (el aura
Reinhardt. Si algo similar a una cuaiidad aurática sobrevive está muerto, mejor así), y el discurso de la no-especificidad
en la obra de esos pintores, e inclLtso sub"yace en ellas no 1
que inventa entidades eternas y ahistóricas (busquemos la
quiere decir que sobrevive tal cual Es querer ''reiconografiar" trascendencia, busquemos lo sagrado de la Verónica en un
el arte abstracto o bien reinyectar allí tal cual nociones como cuadro de Newman). Se trata, cada vez, de formular algo
el "éxtasis", la "espiritualldad", la "mística") etc. Malevitch como una "especificidad de lo no-específico". Me explico: se
no fue un pintor de íconos, Mondrian no fue -o más bien trata de buscar, en cada obra, la articulación de singularidades
decide dejar de ser- un pintor simbolista-teósofo, Newman formales y de paradigmas antropológicos (19)" Se trata, pues,
no fue cabalista y Reinhardt jamás fue un teólogo, aunque de articular dos órdenes de magnitud aparentemente contra-
fuese de la negatividad. dictorios" El punto de articulación entre estos dos órdenes
quizás proviene -nueva hipótesis- de la dinámica del trabajo,
El malestar y el malentendido que atraviesan hoy el dis- del proceso de la obra: se trata entonces de buscar compren-
curso estético se deben, al menos en parte, al hecho de que der cómo un cuadro de Newman supone, implica, subyace,
éste fracasa muy a menudo en comprender la no-especifi- envuelve, sobreentiende, se pliega a su modo a la cuestión del
cidad -la dimensión antropológica- de las obras del siglo aura. Cómo agencia su ªsustancia imaginante" para imponerse
XX al utilizar categorías seculares ligadas, poco o mucho, a la mirada, para fornen tar un deseo" Cómo deviene de ese
al mundo religioso como tal. Hay por cierto una analogía modo "una realidad de la cual ningún ojo se sacia''.
-antropológica, pero también fenomenológica y metapsi-
co"lógica- entre la descripción que hace Dante de un pere-
grino que, ante la Verónica de Roma, "no puede saciar su
hambre" (15) y la definición de Benjamin, en un contexto
bauclelairiano, del aura como "realidad de la cual ningún ojo

350 351
Georgcs Di<li-I-Iubern1an La irnagen-aura
·-------~
·----~

Suposición del tiempo: No nos sorprendamos de encontrar, si no el m~del~ co,ns-


"El origen
. es a h ora" truido la intuición fulgurante en el mismo Ben;amm. Esta
intuic;ón, también, quedó pencliente en los comentarios con-
Quedó entendido: lo que falta a las posiciones estéticas temporáneos acerca de la decadencia del aura y la pérdida de
usuales para abordar el problema del aura, es un modelo tem- la 0 ;·iginalidad. Ella hace sistema una vez más, sin embargo,
poral capaz de dar cuenta del "origen" en el sentido benjami- con la suposición benjamíníana del aura y de este origen en-
niano o de la "supervivencia" en sentido warburguiano. En tendido como presente reminiscente donde el pasado no se
síntesis, un modelo capaz e.le dar cuenta de los acontecimien- rechaza ni se hace nacer, sino que simplemen.te vuelve co_mo
tos de la memoria, y no de los hechos culturales de la historia. anacronismo (24). Benjamín la designa bajo la expresión
"Todo problema, escribió Bataille, en un cierto sentido es poco explícita de imagen dialéctica. ¿Por qué dialéctica' Por-
el del empleo del tiempo" (20). Hablar de cosas "muertas" o que el autor de las Tesis sobre el concepto de hzstoru: (25) bLtsca
de problemas "perímidos" -en particular cuando se trata del producir un modelo temporal que pueda tener .en cuenta las
aura-·, hablar incluso de "renacimientosn -incluso cuando se contradicciones, sin apaciguarlas, es~recharlas n1 cr1stahzarlas
trata del aura-, es hablar en un orden de hechos consecutivos en el espesor de cada puesta en marcha singular. Buscaba un
que ignora la indestructibilidad, la transformabilidad, y el modelo que pueda retener de Hegel "la po,tencía prodigiosa
anacronismo de los acontecimientos de la memoria (21). Es el de lo negativo", y rechazar de Hegel la smtes1s re.concilia-
"empleo del tiempo" menos apto para comprender las super- dora del Espíritu. Proponía al respecto un uso ab1ert?, no
vivencias, las decadencias, los resurgimientos propios del do- dogmático -incluso relativamente flotante- de la d1alecnca
minio de las artes visuales. Incluso un modelo circular como filosófica, que apartaba de su lección académica, a la manera
el del e[erno retorno se inscribió en falso contra la creencia de algunos escritores o artistas ~e su tkmpo, ~orno Carl Eins-
ingenua del "retorno de lo mismo" (22). También se puede tein, Georges Bataílle, S.M. tísenstem, o mcluso, en otro
ver en los modelos de la historia-olvido o de la historia-repe- registro, Píet Monelrian (26). . .
tición, tan a menudo implícito en los discursos sobre el arte ·Por qué una imagen' Porque la imagen designa, en .Ben¡a-
moderno, una puesta en práctica continuada del más idea- mi~, algo distinto a una imaginería, una pic~ure, un~ ilustra-
lista ele los modelos en historia del arte -es decir, del modelo ción figurativa. La imagen es primero un cristal de tiempo, la
vasariano, el que afirmaba en el siglo XVI: "El Renacimien- forma, construida y resplandeciente a la vez, ele un choque
to olvida la Edad Media ahora que él repite la Antigüedad" fulgurante donde "el Otrora", escribe Benjamín, "enc:1e,'.1tra
(23). Decir hoy que es necesario olvidar el modernismo para el Ahora en un relámpago para formar una constelac1on :
que se pueda repetir el origen extático o sagrado del arte, es
mantener exactamente el mismo lenguaje. No hace falta decir que el pasado ilumina el presente o que
Si rechazamos así las muertes perentorias como los renaci- el presente ilumina el pasado. Una imagen, al contr,ario, es
mientos nostálgicos, ¿qué tiempo debemos suponer, entonces? eso en lo que el Otrora encuentra el Ahora en un relampago

352 353
Georges Didi-Huberman La imagen-aura
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""""" "-----~"

para formar una constelación. En otros términos, la íma- de des-significación esencialmente modernos. Benjamin no
gen es la dialéctica en suspenso. Pues, mientras que la re- da la razón a ninguna de las partes ni el mito ni la técnica,
1

lación del presente con el pasado es pura1nente temporal, ni el sueño ni el despertar, ni Jung ni Karl Marx ... Se remite
continua, la relación del Otrora con el Ahora presente es al momento frágil del despertar, momento dialéctico a sus
dialéctica. No es algo que se desarrolla, sino una imagen ojos, porque es el momento de la frontera evanescente) am-
entrecortada. Sólo las imágenes dialécticas son imágenes bigua, de las imágenes inconscientes y de la necesaria luci""
auténticas (...) (27). dez crítica. He aquí por qué concebía la misma historia del
arte como una Traumdeutung a desarrollar sobre el modelo
Esta extraña definición comporta al menos dos conse" freudiano (29).
cuencias cuyo esclarecimiento me parece decisivo para el
1 Esta suposición histórica y crítica, que evoco aquí dema"
problema que planteamos con respecto al arte del siglo XX y siado brevemente (30), permite, me parece, superar o des"
de su situación respecto del aura, y de las relaciones entre el plazar numerosas contradicciones estériles que agitan el
"Ahora" y el "Otrora". La primera consecuencia es valorizar dominio estético acerca de la modernidad y de la memoria,
un pardmetro de la ambigüedad esencial a la estructura de particularmente en la materialidad pictórica inherente a la
toda imagen dialéctica: "La ambigüedad, escribe Benjamin, aventura abstracta y en sus referencias notoriamente idealistas.
es la imagen visible de la dialéctica'' (28) -para reivindicar Todos los grandes artistas o casi, de Kandinsky a Pollock,
ciertas elecciones estéticas (no hay imagen auténtica que no de Malevitch a Reinhardt, de Mondrian a Newman, de Du"
sea ambigua) y disociar la operación dialéctica de toda sínte" champ a Giacometti, etc., han inquietado y encantado a sus
sis clara y distinta, de toda teleleogía reconciliadora. intérpretes demasiado rápido con usos a veces livianos y a
La segunda consecuencia es la actitud de valorar una refe" veces profundos de la "espiritualidad", del "arre original", de
rencia crítica, que revela en la imagen dialéctica la capacidad la teología ortodoxa, de la teosofía, incluso de la alquimia ...
aguda de intervención teórica: en cuanto el arte, según Ben- Los historiadores olvidan que una reivindicación filosófica,
jamin, es portador de sus efectos hasta alcanzar el corazón de religiosa o ideológica, hecha por el artista, no constituye una
los problemas del conocimiento. Producir una imagen dia- clave de interpretación para su obra, y pide una interpretación
léctica, es hacer un llamado al Otrora, es aceptar el choque separada y conjunta -es decir, dialécticamente articulada- de
de la memoria que rechaza someterse o "volver" al pasado: la interpretación estética en tanto que tal (31). Sean "mate-
es, por ejemplo, acoger los significantes de la teosofía, de la rialistas" o "idealistas" -y en general jamás se plantean a sí
cábala o de la teología negativa despertando esas referencias mismos la cuestión en esos términos-, se reivindiquen como
de su sueño dogmático, modo de deconstruirlas, de criticar- "vanguardistas" o "nostálgicos", los artistas hacen sus obras
las. Es criticar la modernidad (el olvido del aura) por un acto en el orden de realidad plástica, de trabajo formal, que debe
de la memoria, y es al mismo tiempo criticar el arcaísmo (la ser interpretado por lo que entrega. Es decir, que debe ser
nostalgia del aura) por un acto de invención, de sustitución, comprendido en su capacidad de apertura heurística, y no

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Georges Didi-l-Iubern1an La imagen-aura
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en la reducción axiomática a sus propios "programas". He iconográficos. Newman rechaza que la palabra "mística" corres-
aquí también por qué la historia del arte se parece a una ponda en él a un "principio" o a un a priori, es decir a una
Iraumdeutung. Notemos que los escritos de artistas, parale- creencia preexistente; rechaza que se vea en él a un "hacedor
lamente a sus obras, manifiestan muy a me11udo esta ambi- de programas" (program maker), reivindica un empleo trans-
güedad crítica que supone la relación designada por Benjamín formado y transformador ·-hoy día se diría: deconstructor-
como "imagen dialéctica" (32). de esas palabras salídas del Otrora (35). Ahora bien, lo que
El caso de Bamett Newman, desde ese punto de vista, me transforma y deconstruye la significación de estas palabras
parece un ejemplo claro y sin fallas. Es sabido que en 1947 es el Ahora asumido de una experiencia singular, absoluta-
sus obras y sus declaraciones llevaron a Clernent Greenberg mente nueva y originaria, de una "cualidad pictórica" que
a formular un juicio suspicaz, típico de lo que llamé el mo- no jerarquiza ni el pasado figurativo ni el presente estilístico
delo de la especificidad, modelo encerrado en el círculo vi- del arte abstracto, aunque sea "purista
· ". l'or eso N ewn1an, en
cioso de la historia-olvido (el modernismo como olvido de su texto, no duda en frotar, en ('irritar" -modo de descom-
la tradición) y de la historia-renacimiento (el anti-moder- poner su uso convencional-, la palabra "éxtasis" con la pa-
nismo como retorno a la tradición). La sospecha de Green- labra "caos" las expresiones "trascendencia" y "estenografía
1

berg concernía justamente al empleo que hacía Newman inmaterial" (nonmaterial stenography) con la expresión por lo
de ciertas palabras salidas de la tradición filosófica y reli- menos interesa11tc de "abstracciones materialistas" (materia·-
giosa: "realidad intangible" (intangible reality), "unicidad" listic abstractions) (36). Modo de plantearse, no tanto como
(uniqueness), "éxtasis" (ecstasy), "experiencia trascendental" un "maestro en contrad.icciones", segí1n decía Thomas Hess
(transcendental experience), "contenido simbólico o metafí- (37), sino como un maestro de la imagen dialéctica en el sen-
sico" (symbolical or metaphysical content), etc. Y Greenberg tido de Walter Benjamín.
hallaba todo eso "arcaico", atravesado, decía, por "algo ni he- Es significativo que todos los textos escritos por Newman
cho ni por hacer", algo de reviva! en un sentido típicamente entre 1945 y 1949 -o sea mientras gestaba su problemática
americano. Algo que encontraba excesivo, inútil como tal pictórica más nueva, más decisiva, más definitiva (38)- tra-
a la actividad artística: inútil, para decirlo claramente, a su sunten de modo agudo un pensamiento del origen que no
"especificidad" (33).
tiene nada que ver con una nostalgia del pasado, pero que
Newman responde con vehemencia a estos argumentos. concierne exactamente al choque fecundo del Ahora con un
Señalan, según él, "una deformación involuntaria fundada Otrora inesperado, reinventado; que no tiene nada que ver
sobre un malentendido" (34). ¿Qué malentendido? El de con una mirada de restauración o de "renacimiento", pero
imaginar, basándose en un modo demasiado tradicional, que que vehiculiza exactamente la apuesta de una modernidad
la relación entre algunas palabras surgidas de la tradición radical (39). También la novedad (el origen-torbellino) exi-
secular y una cierta experiencia pictórica debía fatalmente ge pensar íntegramente la misma historia del arte, es decir,
expresarse en términos de "programa", es decir en términos la relación que un artista ahora mantiene con el pasado (el

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Georges Didi-Huberman

origen-fuente). He aquí por qué Newman se interesa tan ex- noción de imagen d.ialéctica? ¿Q"ué es originarse en el. tor-
tensamente, en el texto titulado "The Plasmic Image", por bellino de una práctica artística, si no es llamar a una c1er.ta
repensar el arte primitivo ele un modo más antropológico rriemoria del Otrora para descomponer el presente -es decir,
, .
que estet1co que va j ora e l ",extas1s
1
. " , e l "deseo " y e j " terror,, , a el pasado inmediato, el pasado recíe_nte, el pasado todavía
expensas de la misma belleza ... Este arte primitivo cuya mala dominante-, y eso en un rechazo dec;d1do de toda nostalgia
comprensión o mal uso, según él, han extraviado, via los cri- '~revivalistan? Las interpretaciones que usan espontánearnentc
terios de lo ornamental, por ejemplo, toda la noción moder- las categorías temporales de la influencia o las cat_egorías se-
na de la abstracción (40). mióticas de la iconoo-rafía se equivocan cuando quieren hacer
Así, la novedad (el origen-torbellino) exige comenzar, no de Newman un po~avoz o un continuador de la "tradición
con algo como la idea de una edad de oro -aquí representada judía" (44). Es necesario hacer más bien la _hipótesis de q~e
por el arte griego-, sino, al contrario, con su destrucción, que un cierto modo de memoria crítica -memoria de la trad1c1on
se ofrece en eco directo y explícito con el estado del mun- judía, entre otras- permitió a Newman crear l~s choq_ue'., las
do "civilizado" en 1945, momento donde el pintor se siente destrucciones que buscaba, para originar su practica p1ctor1ca
"comenzando" verdaderamente su obra (41). El origen, tal en el presente, según él esclerosado, de la abstrac~ión.
co1no N ewman nos propone esta noción tan dialéctica, es En síntesis, la crítica del presente -la apelac10n a catego-
primero la destrucción de! orig·en, por lo menos su alteración, rías tales como el "arte primitivo" o lo "sublime" - no funcio-
su "enrarecüniento". He aquí por qué el artista de hoy puede naba sín una crítica a la nostalgia donde el Ahora, el Now, era
sentirse más cercano a un fetiche de las islas Marquesas, del abiertamente reivind.icado. Se podría, sin traicionar a New-
que no comprende nada, que a una estatua griega, que sin man, pienso, parafrasear su célebre título de 1948 ("Th_e Su-
embargo constituye su pasado estético más intrínseco (42). blime is Now") diciendo que, para él, la suposición del tiempo
El choque del Ahora con este Otrora "descompuesto" entra- artístico no funciona sin esta proposición dialéctica y crítica:
ña, lógicamente, la descomposición "bárbara" (la palabra es el origen es ahora. Es en el Abara reminiscente que apa;~ce
de Newman) de las categorías estéticas tradicionales donde el origen, según un anacronismo fundamental que la crmca
se piensa abusivamente la intemporalidad de nuestros "mu- modernista había sido, hasta allí, incapaz de asumlt.
seos imaginarios". Y Newman intenta, a título heurístico,
algunas discriminaciones conceptuales -"plásmico" contra La imagen que producimos impone por sí misma su propia
"plástico'', "sublime" contra "belleza" (43)- destinadas ante evidencia: esta revelación real y concreta puede ser com-
todo a deconstruir nuestra propia famílíaridad con el arte prendida sin los anteojos nostálgicos de la historia (45).
del pasado.
¿Qué es pues finalmente el origen (el origen-rorbellíno), si
no es la puesta en marcha desgarradora de esta ambigüedad
critica con la que Benjamín caracterizaba implícitamente la

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Didi-l-Iuberman La imagen-aura

Suposición del lugar: un aquí. .. y más allti; del otro, es la de un visible... y más allá.
"La aparición de lo lejano" Aquí, no hay "nada que pueda ser expuesto en un museo, ni
incluso fotografiado; (es) una obra de arte que no puede ni
Ahora bien, esta "revelación" -palabra antigua, palabra siquiera ser vista, se debe hacer ia experiencia aquí, en el rr1is-
ambigua, palabra crítica respecto de toda especificidad for- mo lugar" (48).
malista-, Barnett Newman la caracteriza estrictamente,
1 ¿Qué decir' Que el espectáculo visible -el espectáculo ob-
c~mo un~ revelación y una conversión del espacio, para cam- jetivable y descriptible- del paisaje se abre a lo que llamaría
biarle radicalmente el sentido usual, y al mismo tiempo darle cma experiencia de lo visual, y que el espacio -las coordenadas
su especificidad material y fenomenológica, lo qcte llamaría, objetivables según las cuales situamos un objeto o nos situa-
por mi parte, una suposición de lugar. En un admirable tex- mos nosotros mismos- se abre a una experiencia del lugar
to, escrito en .1949, Newman produjo la primera descripción (49). Cuando Newman describe ese "sentimiento que ahí
de esta ~;'penencia. Ella tuvo lugar entre los "simples muros es el espacio" (the jéeling that here is the space), es necesario
de barro (simple walls made ofrnud) de los túmulos indios de comprender que el allí, el allí del lugar, no trabaja más que
Ohio. El texto se titula apenas con este tener-lugar: "Ohio en deconstruir las certezas usuales que tenemos del espacio
1949" ~el nombre del sitio, la cifra del tiempo (46). Pero e; cuando, espontáneamente, buscamos objetivarlo. He aquí
?ecesar10 saber que, a pesar de su brevedad, N ewrnan piensa por qué la afirmación de ese allí va al lado de una crítica cruel
igualmente titularlo "Prólogo a una nueva estética" (Prologue del "estrépito a propósito del espacio" (the clamor over space)
far a New Aesthetic), lo que dice mucho sobre la apuesta teóri- con el cual toda la historia del arte nos machacó los oídos,
ca de esta descripción muy fenomenológica y privada. desde la perspectiva renacentista hasta el espacio pretendi-
Es una experiencia inesperada, conrr1ocionante -y no ia damente "puro" de Mondrian (50).
decisión programática de algún axioma estético cualquiera La axiomática y la estética del espacio son una cosa: una
sea. Es la .experiencia, literalmente, de una aparición. En esta experiencia común objetivada y, en realidad, específica de la
exper1enc1.a, en esos re~orridos de Newman entre algunas pa- historia de los estilos plásticos. La experiencia del lugar, tal
redes arcaicas desprovistas de toda pretensión ornamental 0 como Newman la encara aquí es otra: es, afirma, una expe-
estética, la "evidencia de la esencia del acto artístico, su per- riencia privada y no común, un acontecimiento del sujeto y
fecta simplicidad" aparece súbitamente al pintor americano no un hecho mensurable. L'l cadencia del texto, sobre este
(47). Pero para que haya una aproximación a través de las asunto, se revela en la sorpresa misma que crea en su lector:
palabras, esta experiencia de la "simplicidad" exige -o, me- lo que Newman nos dijo, en esta experiencia de lugares ar-
JOr, revela- la fecunda ambigüedad de una rítmica de doble caicos -en comparación con lo cual, exagera, las pirámides
régimen, de una dialéctica. Hablar de este espacio hecho de egipcias no le parecen casi más que bonitos ornamentos-,
muros groseros, es hablar contradictoriamente, es cristalizar al no sería nada distinto a la "sensación física del tiempo" (the
menos dos contradicciones: de un lado, la experiencia es la de physical sensation oftime) (51). ¿Por qué, de repente, remitirse

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Georges f)idi-Hubern1an La imagen-aura
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al tiempo? Pasado el estupor, empezamos a comprender de primero fue un dibujo no tirnl~do. Su título provino precisa-
qué se trata: muy probablemente sin saberlo, Newman acaba mente de la consecuencia pictonca que produ10- es un dibu-
de dar allí una primera definición; estrictamente benjaminia- jo a la tinta de dimensiones modestas pero en el que aparece,
na, tlel aura. "Una trama singular, extraña, de espacio y de de modo definitivamente afianzado, el famoso principio de
tiempo" (ein sonderbares Gespinst von Raum und Zeit) (52). la "cinta" 0 zip, que caracteriza todo el "g:an estilo" ul:erior
i

Y se comprende paulatinamente que casi todas las cualidades del artista (jig. 24). Funciona en este senndo como pnmera
fenomenológicas a las cuales Benjamín se había referido en "imagen absoluta" de Newman (56), obtenida di_rectamen-
sus definiciones del aura se encuentran no solamente en lo te sin modificación ni rectificación, de modo mmediato
que Ncwman enunciaba de su experiencia temporal del lu- y 'emergente, si se puede decir. La experimentación propia
gar, sino también en !o que Newman producía, precisamente del dibujo -constatada en las búsquedas gráficas anteriores
a partir de los años-entre la respuesta a Greenberg, en 1947, (57)- encuentra aquí algo así como su momento de apertura
Y "Ohio, 1949"- en que su problemática pictórica y teórica decisiva y definitiva: pues la apertura blanca en el centro del
debía ubicarse definitivamente. dibujo consuma, de modo más general, una apertura proce-
¿Qué es el aura, qué es más precisamente esta "trama singular dimental <lue verá su emergencia en los cuadros, del us.o de
1

de espacio y de tiempo"' Benjamín responde con una fórmula las cintas adhesivas que reservan y revelan a la vez esas cintas
que si~~ siendo célebre: es "la,,única aparición de una lejanía) de pintura trabajadas en extensos fondos neutros.
tan proxima como pueda estar (53). Ahora bien, hay en esta La apertura de la cual hablo P~,s;e _ese prim~~ c:rácter del
definición la aparición o la "revelación" de la cual nos habla aura que Benjamín definía como umca apanc10n : Ella po-
Newman. Hay también esta unicidad, esta "simplicidad" que see esta cualidad de unicidad que Newman reivmdica como
Newm.an experimenta tan intensamente entre los vestigios de "comienzo absoluto" de su obra, génesis producida "sin pro-
la arcaica arquitectura india, Pero, para comprender mejor la grama" preconcebido (58). Ella se precisa también en la idea,
fenomenología-que se juega allí, es conveniente, pienso re- 1
expresada por Newman, de q~e la cinta veme~!, le1os de di-
montar esos textos escritos por el artista en los años 1947-1949 vidir el campo visual, lo constituye, al contrario, como uni-
a la_experiencia visual y pictórica de la cual ellos constituyen el dad indivisible (59). Finalmente, el mismo título, Onement
testlmomo desplazado, el fuera de tiempo legible. Es necesario J, sugiere poderosamente, debido a su extrañeza -se hubiera
abordar esta unicidad de este lado de la experiencia "atmos- esperado uniqueness o oneness, y casi no se espera ver figu~ar
férica" del paisaje vivído (54), en el procedimiento concreto, la cifra uno al lado de una palabra que aparentemente sig-
observable, que hace jugar la obra clave de todo este período, nifica lo mismo-, esta condición de unicidad singular que
me refiero al cuadro Onement !, pero también del dibujo eje- Benjamin reconocía en toda imagen aurática.
cut~do en 1947, que le sirvió de punto de partida heurístico. Una segunda característica del aura puede reconocerse, aun-
f oda la producción de Newman, en ese año 1947, se re- que más sutilmente, en el dibujo de 1947: se trata de lo que
dujo sólo a dos cuadros y a dos dibujos (55), Onement I -que Benjamín llamaba aparición de una lejanía, Comprendamos

362 363
Georges Didi-Huberrnan

en esta expresión, que la lejanía de la cual se trata no es para


nada el objeto "reducido" que percibimos en el límite extre-
mo de una perspectiva lineal. El dibujo Onement ], en efecto,
no objetíva ninguna espacialidad del alejamiento (es necesa-
rio oponer aquí el alejamiento espacial a la lejanía como pro-
piedad fenomenológica del lugar), Subvierte incluso rodas
los valores habituales de la superposición figura/fondo: así,
el negro no retrocede detrás de una forma vertical blanca y
el blanco tampoco retrocede detrás de los dos paños de tinta
negra, Onernent l no puede en ningún caso interpretarse figura-
tivamente como una doble puerta oscilante entreabierta ante
nosotros: porque los bordes de la cinta central "chorrean" o
"sangran" consecutivamente al procedimiento de adherencia,
luego de la contracción -incluso del desgarro-, de la cinta
material destinada a reservar el blanco del soporte en el mo-
mento del paso de la tinta; pero también porque las zonas
saturadas de negro, lejos de ser uniformemente compactas,
revelan una desintegración del pincel, una pérdida de adhe-
rencia que hace visible el gesto mismo y, con él, el deshila-
chado de los pelos del pinceL Están allí las marcas, las huellas
voluntarias del procedimiento, que la versión pictórica de
Onement I empujará hasta una afirmación decisiva del inaca-
bamiento del cuadro (60),
Fenomenológicamente hablando, la lejanía aurática invo-
cada por Benjamín puede interpretarse como esa profondidad "17 'fiz« sobre papel, 27,7 x 18,7
que Erwin Strauss, y luego Merleau-Ponty, constituyeron en U titled (Onernent [) , 19 · < -
24. Barneu Newman, n __ . d. © l006 Barnett Newn1an l·oUl1"
ew York, collection B.}L Fne rnann.
paradigma sensorial fundamental de la "distancia" y del lu- cm. N , . (ARS) N ·w York
dation I Artists Rights Soc1ety ' ' t. .
gar, lejos de toda "profundidad espacial" objetivable por la
medida o el alejamiento en perspectiva (61), Si Newman,
en Onement l, rompe definitivamente con toda profundidad
objetivable del espacio, por el contrario vuelve a anudar, me
parece, la "sensación física" de una profundidad del lugar. En

364
La imagen-aura

este sentido, Hubert Damisch tenía mucha razón, evocando


a Newman -pero también a Pollock-, de recusar el "pre-
tendido rechazo de la no menos pretendida convención de la
profundidad" (62). Como toda la gran pintura norteamericana
de esta época, la tentativa de New1nan exige una "óptica espe-
cífica'', cuya teoría y descripción fenomennlógica quedan por
hacer (63).
En Onement 1, esta fenomenología ocurre ciertamente
por una visión aproximada, consierando las dimensiones res-
tringidas del dibujo (64). Pero, como lo dice Benjamín, "tan
próxima como sea la aparición", es una lejrmía que repen-
tinamente irrumpe en ella. Irrumpe aquí en la reserva, en
la retracción planeada -y no dibujada, contorneada o situa-
da- por Newman. En este sentido, nos coloca plenamente en
una suerte de dialéctica del lugar: próximo con lejano, ante
con adentro, táctil con óptico, "apareciente') con desapare-
(<

ciente'', abierto con cerrado, vaciado con saturado ... Y esta


díaléctíca es la que confiere a la imagen su cualidad auráti-
ca más fundamental. Es un ritmo íncoatívo del negro y del
blanco, una "sensación física del tiempo" que da a la sustancia
ímagínante esta ambigüedad crítica que Jean Clay, hablando
de Pollock y de Mondrían, llamó tan certeramente la "pro-
fundidad chata" (65).
¿Por qué esta ambigüedad del lugar es rÍtmíca, "apareciente"
y "desapareciente" a la vez? Porque algo en ella pasa -se infil-
tra, se inmiscuye, atraviesa, y también disgrega toda certeza
de espacio. Este algo es también el aura, que es necesario en
adelante entender según una tercera característica, que reto-
rna el sentido más arcaico y el más "físico", el más material,
de la palabra aura. Este sentido es el del soplo, del aire que
nos rodea como lt1gar sutil, movedizo, absoluto, este aire que
nos atraviesa y que nos permite respirar. Cuando Newman,

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Georges Didi-Huberman La imagen-aura
-------.. ~--· · - - - - · · · - - · · - - · · · - - - - - -..- - - ·

en Onement !, muestra la reserva del soporte al quitar la cinta (1945) o Genetic Moment (194?). Si Onement I ofrece ese
como cuando se retira una venda de una boca cerrada, crea "momento de génesis)', del cual todos los críticos -a conti-
menos una forma espacial que un pedido de aire. Cuando su nuación del mismo pintor- han hablado, en ningún caso se
pincel cargado de tinta se apoya sobre el papel, menos dibuja da como la iconografía de un subject rnatter bíblico o cabalís-
que espira su materia pigmentaria; cuando se levanta ligera- tico, en el cual sería preciso reconocer la "división" operad.a
mente del soporte, el pincel inspira, crea una suerte de volu·· por YHWH entre luz y sombra; o el marrón··rojo del juego
minosidad sutil -la palabra pertenece a Merleau·Ponty- que, de palabras hebreo sobre Adán.adamah (la tierra); o la "uni·
por encima del papel, produce allí también una suerte de pe· cidad" de Adán y Eva según el Zohar; o también el del Dios
dido de aire. El aura de este dibujo sería algo parecido a una "único" del monoteísmo (?O).
respiración (66). Y todos los dibujos ulteriores de Newman Todas estas lecturas, que pese a ellas llevan el arte de N ew-
no harán más que reforzar esta impresión de superficies respi- man hacia la narración, el símbolo o la figuración antropo·
rantes que producen, igual que sus trazos gráficos, la sutileza morfa, se extravían bastante rápido en esa idea de programa
rítmica de una escansión) no "aérea" (en el sentido atmosférico que tanto repugnaba al artista. Ellas no son más que efectos
del término), sino aurática (6?). a destiempo de legibilidad y de re·semantización. Yve·Alain
Bois tiene razón er1 restituir al arte de Newrnan su pura di-
mensión fenomenológica, su dimensión visual de ser-allí -di·
Suposición del sujeto: ría: de ser-al.fugar (?l). Pero en esta operación se encuentra el
"S oye l su¡eto.
· Soy tamb'1en
' el verbo ..." mismo antropomorfismo, dialéctícamente reimplicado y su·
puesto: no eliminado (perimido, desaparecido), sino transfor·
Hablar en estos términos, lo admito gustosamente, viene mado (reinventado, repensado). Un crítico modernista podrá
a ser hablar en términos antropomórficos de un género de pin- sin duda decretar la muerte del antropomorfismo en la pin·
tura que, sin embargo, se afirma, es evidente, como radical- tura abstracta de Newman. Pero vale mejor suponer que con
mente abstracto. No es el "hombre" que Newman ternatiza su manera específica de abstracción, la pintura de Newman
en Onement I -es el "lugar" en sí mismo, y las condiciones exige que transformemos nosotros mismos nuestro concepto
auráticas de su dialéctica visual, de su fenomenología (68). espontáneo del antropomorfismo, es decir, nuestra idea usual
En su texto sobre el pintor, Yve-Alain Bois tuvo razón al in· de la relación entre "forma" y "humanidad" (transformación
sistir en un cierto anti·antropomorfismo de Newman y de que Yve-Alain Bois se demuestra incapaz de imaginar).
relativizar en consecuencia, la influencia de Giacometti so-
1 Ahora bien, N ewman se formuló a sí mismo esa relación
bre la génesis de Onement I (69). Pues es precisamente con problemática, que sentía como fundamental a toda su obra.
Onement 1 que la pintura de Newman cesa definitivamente A esa relación la llama -en términos filosóficos muy "moder·
de contener los ideogramas vitalistas y genéticos reconoci- nos", pero en términos artísticamente muy desconcertantes-
bles en las obras de los años precedentes, tales como Gea "sujeto", subject matter: "La cuestión central de la pintura es el

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sujeto", afirma justo antes de precisar que "su sujeto" es para una tal afirrnación sin tematizarla, sin significarla -simple-
él evidentemente "anti-anecdótico" (72). ¿Hay allí un retor- mente clirigiendo toda su atención a las relaciones efectivas,
no al subject matter panofskiano? De ningún modo. Al con- dinámicas, incluso afectivas, (le la materia del soporte, lo que
trario, es una descomposición dialéctica, una reformulación la lengua francesa designa tan bien mediante el término sub··
crítica donde viene a imponerse, en un tono casi freudiano, la jectile (76).
primacía de una posición del sujeto que, en los años 1945-1948 La reivindicación de Newman de una efectívidad--afecti-
N ewman comenzaba a abordar a través de palabras tales vidad en su práctica de la abstracción lo constriñe a modificar
como deseo, terror, éxtasis o también ejercicio metaftsico (73). dos veces la noción usual de subject matter. en la prin1era vez,
Más tarde. Newman ofrecerá una analogía gramatical -y no rechaza toc{a "ternatización" iconográfica a favor ({e una afir-
más estrictamente "expresionista))- de esta 11oción de sujeto, mación más filosófica del sujeto-artista; en la segunda rechaza
al insistir en las relaciones que anudan el sujeto y el objeto en toda romantización narcisista a favor de una reflexión sobre
el "ejercicio" o la experiencia temporal, dinámicas, performa- la relación procedimental que unifica, en el acto de pintar,
tivas, señaladas por la dimensión verbal de toda frase: las dos palabras: subject y matter. Su definición "gramatical"
de la pintura volvía a concebir dialécticamente el trabajo ar-
Cuando yo era niño, estudiaba francés con un hombre, tístico según una relación de tres términos que son el sujeto,
Jean-Baptiste Zacharie, que tenía la costumbre de enseñar la materia y el subjectile. Suerte de nudo borromeo donde
la lengua diciendo: Moi, je sujs le sujet, vous, vous étes l'objet; cada acción sobre un térn1ino modifica estructuralmente la
etvoici le verbe (Yo soy el sujeto; tú eres el objeto; y he aquí posición de los otros clos. Así, en Onement !, la operación
el verbo) y te daba una suave bofetada en la cara. La tela practicada con respecto de lo subjectile (la reserva central, la
vacía es un objeto gra1natical -un predicado. Soy el sujeto contracción de la cinta enmascaradora y la "respiración» del
que la pinta. El verbo es el proceso de la pintura. La pintura pincel en el caso del dibujo; la interrupción de ese mismo
concluida es la frase entera, y es a eso a lo que me dedico. proceso en el caso de la pintura, donde Newman deja ral cual
Soy el sujeto. Soy también el verbo cuando pinto, pero soy su intento de color en la cinta adhesiva pegada verticalmente
también el objeto. Soy la frase completa (74). en el centro del cuadro): esta operación o suposición experi-
mental habrá transformado la efectividad habitual de la ma-
Se nota bien que entre las dos declinaciones del mismo teria tal como la pintura la deposita normalmente sobre la
motivo, la dimensión objeta! y verbal-la producción y el proce- tela; habrá igualmente transformado, por medio del suspenso
so- se estrechan ambos en la imtancia subjetiva encarnada por y de la "ambigüedad crítica", la posición habitual del sujeto
el mismo artista. Newman intenta aquí, como en otras par- ante su obra in progress. Parafraseando a Lacan, se podría de-
tes, formular la paradoja de un "arte abstracto donde el sujeto cir que el zip de Onement 1 funcionó como "trazo unario" en
predomina" (75): un arte que afirma el sujeto (como lo hizo el la obra de Newman: de golpe había transformado, y literal-
surrealismo) pero que, incluso en tanto que abstracto, supone mente inventado, el "sujeto" de su pintura (77).

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Georges f)idi-l-Iubern1an La imagen-aura

Se comprende entonces que la posición subjetiva del pin- ambigua. En este tipo de obra, huella y aura no están más
tor, lejos de reducirse a un abandono afectivo cualquiera sea separadas, al punto que se pue(1e reconocer allí una cornbi-
-como muy a menudo se imagina que hace el expresionismo nación inédita que llamaré, en esta oportunidad, huella au-
abstracto-, se deduce de una eleción efectiva, es decir de una rática. Aquí es la efectividad procedimental -donde la mano
elección procedimentaL Recíprocamente, esa relación escla- no síempre interviene Llirectamente, como en esa retracción
rece la noción n1isn1a ele elección procedime11tal -tal corno de la cinta central, en Onement !, que produce la "aparición
se la imagina muy a menudo respecto del minimalismo, por de lo lejano" y, por decir así, llegan a hacernos tocrtr la profun-
ejemplo- bajo el ángulo de una posición del sujeto. No hay didad. En ese contacto, toda nuestra relación con el trabajo
más "negociación" procedimental sin desplazamiento, sin humano se halla implicada, transformada, renovada.
"éxtasis" (rapture) del sujeto, como no hay "éxtasis" del su- He aquí tal vez cómo el artista del siglo XX llega a donar-
10
jeto sin la "negociación" procedimental e incluso lógica de nos obras que "nos miran más allá de toda relación objetiva,
,

una regla heurística de trabajo (78). Decir eso,constatar eso más allá de todo lo que "nos vemos" en ellas: una doble dis-
en Onement !, es también, creo, hablar del aura. Es descubrir tancia se instaura, en la cual nuestra proximidad al trabajo
en la "suposición del aura" algo que la obra de Newman nos formal, al subjectile y a la materia deja llegar esta respiración
enseña más allá incluso de lo que Benjamín podía decir. El aurática que no nos impone nada pero nos pone frente a la
más hermoso don que una obra "aurática" corno' la de Newman simple elección de mirar o no, de implicar o no la eficacia
puede hacer a la noción del aura, es modificarla, transfor- visual del sujeto. He allí quizás cómo hoy el aura "decae", se
marla, desplazarla. declina y se repliega en contacto con el sujeto, la materia y lo
Se sabe que, para Benjamín, el aura como "aparición de subjectile. He aquí quizás cómo podemos suponer el aura ante
una lejanía, tan próxima como sea", se oponía a la huella de- un dibujo, tan modesto como sea, tle Barnett Newman.
finida como "aparición de una proximidad" (79). Esta opo-
sición condiciona, según él, nuestra actitud de espectadores (1996)
frente al trabajo humano: las imágenes aurátícas del pasado,
en efecto, son a menudo -el ejemplo de la Verónica lo tes-
timonia con fuerza- objetos hechos para que se crea que no
están "hechos justamente por la mano del hombre"(80). En
ellos, el aura se impone, como ya lo dije, en la medida misma
en que el procedimiento generador de imágenes permanece
secreto, milagroso, inalcanzable. Con Onement !, al contra-
rio, -como con muchas obras del siglo XX-, el aura nace,
se supone, de una proximidad de la mirada con una huella
procedimental tan simple como fecunda, tan eficaz como

372 373
La imagen-aura

de la culture contemporaine", Revue d'Esthétique, nouvelle série, nº


l, 1981, p. 27. R.Rochlirz,"Walter Benjamin: une dialecrique de
l'image", Critique,XXX.IX, 198.3, p. 287-319.
6) Cf. C. Perret, Walter Benjarnin sans destin, Paris, La Diffé-
rence, 1992, p. 97-99.
7) W. Benjamin, Origine du drame baroque allemand (l 928),
NOTAS trad. S. Muller, Paris, Flammarion, 1985, p. 43.
8) Jbíd., p. 44.
a
1) W. Benjamin, "L'ceuvre d'art l'époque de sa reproduction 9) "Perite histoire de la photographie" (1931), trad. M. de Gan-
mecanisée" (1936), Écrits franrais, éd. J.-M. Monnoyer, París, dillac, L 'Homrne, le langage et la culture, Paris, Denoel-Gonthier,
Gallimard, 1991, p. 140-192. 1974, p. 61. Id., Charles Baudelaire. Une poete lyrique a l'apogée
2) Cf. por ejemplo A Danto, The Transfiguration of de the du capitalisrne, éd. R. Ticdemann (1969), trad. J. Lacoste, París,
Cornmonplace, Cambridge, Harvard University Press, 1981. Trad. Payot, 1982, p. 196-199, 232, 239.
C. Hary-Schaeffer, La Transfiguration du banal. Une philosophie 1O) Si hablo, por el momenro, del atelier, es porque la exposi-
de l'art, París, Le Seuil, 1989. R. Krauss, 7he originality ojAvant- ción institucional (galerías, 1nuseos) tiende frecuentemente a re-
Garde and other Modernist Myths, Cambridge-Londres, The M!T producir -transformándola, por supuesto- la liturgia intünidante
Press, 1985. Trad. J.-P. Criqui, L'Originalité de líwant-garde et y dogmática de las viejas ostensions de ünágenes. Aspecto funda-
autres mythes rnodernistes, Paris, Macula, 1993. mental, pero que necesitaría un análisis específico.
3) G.W.F. Hegel, La phénornénologie de !'esprit (1807). Trad. 11) Plinio el Viejo, Histoire naturelle, XXXV, l-14, Trad. J.-M.
J. Hyppolitc, Paris, Aubicr Montaignc, 1941, !!, p. 261-261: Croisille, Paris, Les Belles-Lettres, 1985, p . .36-42 (Cf supra, cap. !).
"Las estatuas (griegas) son ahora cadáveres de los que huyó el 12) "Tema de una obra de arte" y "principio fundamenral": dos
alma que los animaba, los hin1nos son palabras que dejó la fe. significaciones de la palabra griega hipótesis.
Las mesas de los dioses están vacías de alimentos y el brebaje es- 13) "lconography and lconology: an lntroduction ro the Study
piritual, y los juegos y las fiestas ya no restituyen a la conciencia ofRenaissance Art", Studies in !conology. Hurnanistic Themes in the
la feliz unidad de ésra con la esencia". Id., Esthétique, trad. S. Art of the Renaissance, New York, Oxford University Press, 1939,
Jankélévitch, Paris, Flammarion, 1979, !, P- 153: "la admiración p. 3-31.Trad. C. Herbette y B. Teyssedre, Essai d'iconologie. Themes
que experimentamos a la vista de estas estatuas (... ) es itnpotente hurnanistes dans l'art de la Renaissance, París, Gallimard, 1967, p.
para hacernos arrodillar". 13-45.
4) Todos son sentidos convocados por el verbo latino declinare. 14) Cf. G. Didi-Huberman, "D'un ressentiment en mal
5) Cf. R Tiedemann, Études sur la philosophie de Walter Ben- d' esthétique" (1993), L'Art contemporain en question, París, Galerie na-
jarnin (1973), trad. R. Rochlitz, Arles, Acres Sud, 1987, p. 109, tionale duJeu de paume, 1994, p. 65-88 (seguido de "Post-scriptum:
120-123. P. Bürger, "Walrer Benjamin: contribution á une théorie a
du ressentiment la Kunstpolitik'', Lignes, nº 22, 1994, p. 21 -62).

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Georges Didi-Huberrnan La imagen-aura

15) Dante, La Divina Comedia, Paraíso, XXXI, l 03-l 05: "Qual 24) Es rr1enester hacer notar la convergencia de este modelo
ecolui che forse di Croazia I viene a veder la V eronica nostra / che con la elaboración metapsicológica de una teoría freudiana de la
perla antica fame non sen sazla .. " (Cual hace aquel que acaso de n1emoria, tal con10 se la puede leer en los escritos de Pierre Fédid.a,
Croacia/ viene hasta acá a ver nuestra Veronica I y no puede saciar particulannente en su artículo "Passé anachroniquc et présent re-
su vieja ansia ... " (Dante, La l)ivina C'ornedia, Edic. Carlos Lohlé, miniscenr", I;'l;{:ritdu tetnps, nº 10, 1986, p, 23-45.
Buenos Aires, 1972, traducción: Angel Battistessa). 25) W, Benjamín "Sur le concept d'histoire", (1940), Écrits
16) W, Benjamin, Charles Baadelaire, op, cit, p, 198, ji,anf'aÍs, op, cit,, p, 339-356,
17) Jbíd, p, 200: "Sentir el aura de una cosa, es conferirle el 26) Cf S, Buck-Morss, 1he Origine 1¡/'Negative Dialectics, TW
poder de hacer levantar los ojos". Adorno, W Benjamin, and the Pran!efurt 1nstitute, Hassocks (Gil),
18) J, Lacan, "Subversion du sujet et dialectique du désir dans clhe Harvester Press, l 977, Sobre el uso de la dialéctica en Bataille
l'inconscient freudien" (l 9GO), Écrits, Paris, Le Seuil, 1966, p, y Einstein, Cf G, Didi-Huberman, La Ressembúmce injórme, ou
793-827, (Hay traducción al español: Escritos, Siglo XXI, México, le gai savoir visuel selon Georges Bataille, Paris, Macula, 1995, p,
1988), 201-383, Sobre el uso de la dialéctica en Mondrían, cf Y-A Bois,
19) Cf G, Oidí-Huberman, "Pourune anthropologie des síngu- 'Tíconoclaste", Píet Mondrian, Milan, Leonardo Arte, p, 338-343,
larirés forn1elles. Remarque sur i'invenrion warburguienne", Geneses. 27) W, Benjamin, Paris, capitale du X!Xe, sii:cle, Le livre des
Sciences sociales et histoire, nº 24, 1996, p. 145-163. passages, écL R Tiedemann, trad,], Lacoste, París, Le Cerf, l 989,
20) G, Bataille, "Méthode de médítatíon" (1947), CEuvres p, 478-479,
completes, V, Paris, Gallimard, 1973, p, 20L 28) Fórrnula comentada por C. Perret, Walter Benjamin sans
21) Sobre la noción de acontecimiento de la mernoria, cf M. destin, op, cit., p, 112-117,
Moscovici, !! est arrivé que/que chose. Approches de l'événement 29) W Benjamin, Paris, eapitale du X!Xe, sii:cle, op, cit., p, 473-
psychique, París, Ramsay, 1989, 507, Toda esta sección ("N") sobre la "teoría del conocimiento
22) Cf G, Deleuze, Nietzsche et la philosophie, París, PUF, y del progreso" aparece así como la más hertnosa introducción
1962, p, 55: "No es el ser el que vuelve, sino que es el propio re- metodológica que existe al problema mismo de la historia del arte
tornar el que constituye el ser en tanto que se afirn1a en el devenir (Cf supra, cap, 2) (Hay traducción al español: "La Obra de los
y en lo que pasa. No vuelve lo uno, sino que el propio volver es lo Pasajes (N), "Fragtnentos sobre teoría del conocirniento y teoría
uno que se afirma en lo diverso o en lo múltiple. En otros térmi- del progreso", La dialéctica en suspenso, Univesidad Arcis y LOM
nos, la identidad en el eterno retorno no designa la naturaleza de Edic, Santiago de Chile, 1995),
lo que vuelve sino al contrario el hecho de volver por el que difiere". 30) Intenté desarrollar ciertas implicaciones estéticas en C'e que
(Hay rraducción al espaúol: Nietzsche y la jilosofla, Anagrama, Bar- nous voyons, ce qui nous regarde, Paris, Minuit, 1992, en particular
celona, 1971), p, 125-152,
23) Cf, G, Oidi-Hubetman, Devant /'irnage, Question posée aux 31) Éste es una cuestión esencial de método, que Panofsky for-
fins d'une histoire de l'art, Paris, Minuit, 1990, p, 65-103, mula claratnente desde 1932 ~aún cuando a veces olvida aplicarla

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Georges Didi-Huberman La imagen-aura

a sus propias interpretaciones.Cf E. Panof.;;ky, "Zum Problerr1 discusión -la que evidentemente el arte abstracto habrá termina-
der Beschreibung und lnhaltsdeutung von Werken der bildenden do de deconstruir, deconstruyendo con ella toda la aproximación
Kunsr", Logos XXI, 1932, p. 103-119. Trad. G. Ballangé, "Con- iconográfica tradicional.
tribution au probleme de la description d'ceuvres appartenant Jean-(]aude Lebensztejn toca, sin embargo, sin articularlo cla-
aux arts plastiques et a celui de l'interpretation de leur contenu", ramente, lo vivo del problema, que concierne a la estructura ló-
La Perspective como forme sytnbolique et autres essais, Paris, Mi- gica y temporal a localizar en las relaciones en juego -·-relaciones
nuit, 1975. p. 251-252: "E incluso si Durem habría declarado ambiguas, relaciones críticas, entre el idealismo y el co1npromiso
expresa1nenre,como lo intentaron con frecuencia más tarde otros material (el compromismo plástico co1no tal), entre el discurso
artistas, cuál era el proyecto último de su obra, se descubriría rá- de las significaciones reivindicadas y el trabajo forn1al realmente
pidamente que esta declaración deja de lado el verdadero sentido efectuado. Es probable que aún no se haya enunciado co1npleta-
esencial (wahren Wesenssinn) del grabado y que es ella la que, en mente esta estructura diciendo que "es la materialidad de la pin-
lugar de entregarnos una interpretación definitiva, tendría necesi- tura misma la que garantiza (en Mondrian) la eficacia de su 'lucha
dad de tal interpretación". contra la materia"' (id, ibíd., p. 330, Significativamente, es en este
32) A propósito de Mondrian, por ejemplo, Jean-Claude Le- momento de su análisis que Yve-Alain Bois se aproxin1a al máxi-
bensztejn se rr1ostró recientemente injusto y bastante ingenuo al mo a la cuestión de la dialéctica. Recordaremos, por otra, que un
reprochar a la interpretación brindada por Yve-Alain Bois que de- notable análisis de este género de inversión dialéctica fue hecho,
jara caer el paradigma teosófico con tanta violencia co1no si se para el caso de Gauguin, por J. Clay, "Gauguin, Nietzsche, Aurier.
hablara de la Trinidad de Masaccio hacendo caso omiso del dog-· Notes sur le renversement material du symbolisme", Le Éclaternent
ma cristiano que le proporcionaba el programa iconográfico (J.-C. de l'impressionisme, Saint-Germain-en-Laye, Musée départamental
Lebensztejn, Informe de la exposición Piet Mondrian: 1872-1944 du Prieuré, 1982, p. 19-28 (reeditado luego en L1nactue!, nº 5,
(La Haye, Washington, New York)), Les Cahiers du Musée national 1996, p. 43-62)).
d'Art moderne nº 52, 1995, p. 139-140. El argumento es injusto En Ad Reinhardt tampoco faltan, como se sabe, las referencias
puesto que Yve-Alain Bois está lejos de ignorar el rol de la teosofía "extáticas", "auráticas" y "religiosas": "Sacred space, separare, sa-
en el arte de Mondrian. Llega incluso a decir que ella "juega el cred against profane ( ... ) Contemplarive act, continuous absorbed
papel de un detonador, y (que) es muy probable que Mondrian attentio, kind of santity ( ... ) Transcender, transpersonal, transfi-
hubiera seguido siendo un talentoso paisajista de provincia si no gurative, transparent (... ) Detached territory, pure region, time-
se hubiera contactado con la teosofía". (Y.-A. Bois, "I.;iconoclaste", less absolute ( ... ) Painting 'began' by making sacred the things it
art. cit., p. 329). El argumento es especialmente ingenuo (o, más decorated? (. .. ) Form fixed by rradition, mandala, ritual, tanka,
sin1plemente, de mala fe): ignora o finge ignorar la evidencia de Xian, 4 evangelists ( ... ) Gate, doot, image of opening, possibili-
que el con1promiso filosófico, incluso religioso, de un artista del ty of transcendence ( ... ) Product of past. Religious aura (. .. )" (A.
siglo XX no puede compararse a un programa iconográfico del Reinhardt, Art-As-Art. The Selected Writing Éd. b. Rose, New York,
Quattrocento. Es la noción misma de programa la que aquí está en The Viking Press, 1975, p. 192-193. Pero, como también se sabe,

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estas referencias hacen sistema con la irreligiosidad básica de un 34) B. Newman, "Response to Clement Greenberg" (1947),
artista esencialmente irónico y crítico. Cf. J.-P. Criqui, "De visu (le Selected Writings and lnterviews, éd. J.P. O'Neill, New York, Kno-
regard du critique)", C'ahiers du Musée national d'Art moderne, nº pf, 1990, p. 162. "( ... ) an unintentional disrottion based on a
37, 1991, p. 89-91. misunderstanding". Agradezco a la ediciones Macula el haberme
¿Cómo entonces expresar la necesidad estructural de esta apa- facilitado el manuscrito de la traducción, en prensa, de los escritos
rente contradicción? Yve-Alain Bois, me parece que casi lo alcanza de Newman. Fue hecha por Jean-Louis Houdebine. La modifico
-toca con los dedos la cuestión sin abarcarla, sin entonces com- en esta oportunidad.
prenderla realmente- indicando esta relación frágil contenida, 35) lbíd., p. 162-163.
justamente, en la palabra casi (Y.-A. Bois, "1be limit of Almost", 36) lbíd., p. 163-164.
Ad Reinhardt, Los Angeles-New York, The Museum of Contem- 37) T.B. Hess, Barnett Newman, New York, The Museum of
porary Art-The Museum of Modern Art, 1991, p. 11-33. En el Modern Art,1971, p. 15-16. Trad. M.-T. Eudes y A.-M. Lavag-
casi, sin embargo -que los lingüistas llaman un "modificador des- ne, Barnett Newman, Paris, Galeries nationales du Grand Palais,
realizante", donde la argumentación tiende solamente a atenuar la 1972,p. 7-8.
información de la palabra a la que se aplica (cf O. Ducrot, "Les 38) Sobre este período pictórico de Newman, cf. J. Strick "En-
modificateurs déréalisants'', Journal ofPragmatics, XXIV, 1995, p. acting Originis", The sublime is Now: The early Work of Barnett
14 5-165)-, la necesidad estructural fracasa en expresarse como tal; Newman. Painting and Drawings, 1944-1949, New York, Pace
los términos de la relación permanecen irresueltos, en un estado Wildenstein, 1994, p. 7-31.
"menor" y no critico. 39) Sobre la importancia de este motivo del origen en los es-
Sólo la hipótesis benjarniniana de la imagen dialéctica logra critos de Newman, cf. J... C. Lebensztejn, "Ho1nme nouveau, art
entonces, según creo, expresar esta necesidad, esta verdadera "po- radical", Critique, XLVII, 1991, p. 329-335.
tencia crítica de la ambigüedad". Cf sobre este punto G. Didi- 40) B. Newman, "The Plasmic lmage" (1945), Selected Writings,
Huberman, Ce que nous voyons, ce qui nous regarde, op. cit., p. op. cit. p. 138.155. Cf. igualmente "The first Man Was an Artist"
149-152. (1947), ibid., p. l 56-160: The failure of abstraer painting is dueto
33) C. Greenberg, "Review of Exhibitions of Hedda Sterne the confusion that exists in the understanding of prin1itive art (as
and Adolph Gottlieb" (1947), The collected Essays and Criticism, éd. well as that) conceming the nature of abstraction" (p. 139).
]. O'Brien, Chicago-Londres, The University of Chicago Press, 41) Id., "The New Sense of Fate" (1947-1948), ibíd., p. 164-
1986, ll, p. 189: "There is something half-baked and revivalist in 169, donde se encadenan los motivos del arte arcaico, de la trage-
a familiar American way. But as long as this symbolism serves ro dia y de la destrucción de Hiroshima.
stimulate ambitious and serious painting) differences of'ideology' 42) !bid., p. 165.
may be left aside for the time being. The test is in the art, not in 43) Id., "The Plasmic image" (1945) y "The Sublime is Now"
the programm". El término revivalist se refiere al florecimiento de (1948), ibíd., p. 138-155 y 171-173. Sobre la estética de lo su-
las sectas religiosas en los Estados Unidos. blime y Newman, cf. J.-F. Lyotard, L'fnhurnain. Causeries sur le

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C~eorges Didi-I-Iuberrnan La imagen-aura ____"
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temps, Paris, Galilée, 1988, p" 98- ll 8" (Hay traducción al es- rales como Tony Smith (cf ibíd, p. 63-84) o, veinte años más tar-
pañol: Lo inhurnano. Charlas sobre el tiempo, Manantial, Buenos de, James Turrell en el desierto de Arizona (cf id., 'Thomme que
Aires, 1998)" marchait dans la couleur'', Artstudio nº 16, 1990, p" 6-17)"
44) CfTR Hess, Barnett Newman, op" ch, paJJim" R Richardson, 55) B" Richardson, "Barnett Newman: Drawings his Way imo
"Newman: Dra\.vings His Way into Painting", Barnet iVewmann. Painting", art. cit., p. 17. Sobre la producción gráfica de Newman
The Complete Drawings, 1944-1969, Baltimore, The Baltimore en general, cf., además, A. Pacquen1ent) "Le parcours des dessins"
Museum of Art, 1979, p" 14: "He saw himselfin a position C"") to y B. Rose, ''Barnett Newman: les ceuvres sur papier", Barnett New-
reinforce the Jewish tradition". man Les dessins, 1944-1969, Paris, Musée nationale d' Art moderne-
45) R Newman, "The sublime is Now" (1948), Selected Writings, Centre Georges Pompidou, 1980, p" 7-10 y12-29.
op" cit", p" 173" "The image we produce is the self-evident one of 56) B. Rose, "Barnett Newman: les oeuvres sur papier", art. cit.,
revelarion, real and concret, that can be understood by anyone
p. 26"
who wíll as it without the nostalgic glasses of history". 57) Cf B" Richardson (die), Barnett Newman. lhe Complete
46) Id, "Ohio, 1949", ibid, p" 174-175" Drawings, op. cit", nº 3, 19, 30, 34, 44, etc
47) Ibíd, p" 174: "Here is the self-evident nature of the artistic 58) Cf. TR Hess, Barnett Newman, op" cite, p" 55-85 (trad"
act, its utter simplicity". cit., p" 54-72)" 1-L Rosenberg, Barnett Newman, NewYork, Abrams,
48) !bid, p. 174: "(."") nothing that can be shown in a museum 1978, p. 48, l Strick, "Enacting Orígins", art" cic, p" 8"
or even photographed; (ir is) a work of art cannot even be seen, so it 59) B. Newman,"lnterview with Emile de Antonio" (1970),
is sometring that must be experienced there on the spot". SelectedWritings, op" cit", p. 306: "! feel that myzip <loes not divide
49) Utilizo aquí distinciones conceptuales elaboradas en cierto my paintings. I feel it <loes the exact opposite" 1t does not cut the
número de trabajos anteriores. formar in the half ar whatever parts, but ir does the exact oppos1te:
50) R Newman, "Ohio, 1949", Selected Writings, op" cit, p" 175" it unites the thing, lt creares a totality e"")"
51) !bid, p" 175" 60) Sobre esta decisión de no acabar Onement !, CE TB" Hess,
52) W" Benjamin, "Perite hisoire de la photographie" (1931), Barnett Newman, op" cit", 55-56 (trad" cit., p. 46), y, sobretodo, Y.-
trad" M" de Gandillac, L 'Homme, le langage et la culture, op" cic, A Bois, "PerceveingNewman" (1988), Painting as Model, Cambridge-
p. 70" Londres, The MITT Press, 1990, p" 190-192.
53) Id., "L'ceuvre d'art a l'ere de sa reproduction mecanisée", 61) Cf. G" Didi-Huberman, Ce que nous voyons, ce qui nous re-
are cic, p. 144 (traducción ligeramente modificada)"(Hay traduc-
garde, op" cit", p" 103-123"
ción al español: Discursos interrumpidos, Taurus, Madrid, 1982). 62) H. Damisch, "Stratégies, 1959-1960" (1977), Fenétre }aune
Comenté esta definición en Ce que nous voyons, ce qui nous regarde, cadmium, ou les dessous de la peinture, Paris, Le Seuil, 1984, p. 166"
op" cit", p" 103-123" y agregaba: " (...) como si el efecto de profundidad, en pintura, se
54) Hay que subrayar la analogía de este género de experien- dejara reducir a un procedimiento, una fórmula arbitraria".
cia con aquellas que relatarán más tarde otros artistas americanos,
63) !bid, p" 165"

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64) Pero recordaremos que, para Newman, lo que cuenta es judío y la kénosis cristiana en un alegorismo de la "no-figurativi-
la escala, que no tiene nada que ver con las dimensiones objetivas dad", Cf. D. Payot, "Tour uniment", L'Art moderne et la question
de la obra.Cf l' Schneider, Les dialogues du Louvre (1969), Paris, du sacré, dir. J--J. Nilles, Paris, Le Cerf, 1993, p. 163-189.
Adam Biro, 1991, p. 13 l y 149: "La ralla no es nada; lo que cuenta 71) Cf Y-A. Bois, "Perceiving Newman", arr. cit., p. 193-196
es la escala" (the size es nothing; what matters is the sea/e). y 203.
65) J- Clay, "Pollock, Mondrian, Seurat: la ptofoncleur piare", 72) B. Newman, "Frontiers of Space. lnrerview with Dorothy
L'atelier de Jackson Pollock, Paris, Macula, 1978, p. 15-28. Gess Seckler" ( 1962), Selected Writings, op. cit., P- 250: "The central
66) Alcanzo aquí, por otras vía.s, lo que Pierre Fédida, hablando issue of painting is the subject matter. (. .. ) My subject is antiane-
ele Cézanne, de Giacometti y de Anclré Du Bouchet ha magnífi- cdotical".
camente llamado "el soplo indistinto de la imagen". Cf P Fédida, 73) Id., "The Plasmic lmage" (1945), i/Jíd., p. 145, Y "1he su-
Le site de l'étranger. La situation psychanalytique, Paris, PUF, 1995, blime is Now" (1948), ibíd,, p. 171-175, etc.
p. 187-220. 74) Id., "lnrerview wirh Lane Slare" (1963), ibíd., p. 251 y XIII
Sería posible, en ese sentido, prolongar los análisis de Yve-Alain (según otra versión corregida Por el mismo Newman): "When I
Bois, sobre Mondrian (''l:iconoclasre", arr. cir., p. 313-377) rra- was a young kid srudying French, l srudied with a man, Jean-Bap-
bajando sobre la hipótesis de que la difuminación característica de tiste Zacharie, who used to teach French by saying, "Moi, je suis
los bordes, la labor de los marcos, la interrupción de las cintas, dan fe sujet, I'm rhe subject; vous, vous étes !'objet, you are the object;
cuenta tarr1bién de esta lógica del aire, o más bien, del aura. et voici le verbe", and he'd give you a gentle slap on rhe face. The
67) Cf B. Richardson (dir_), Barnett Newman. The Complete e_mpty canvas is a grammatical object. Tue finished painting is rhe
Drawings, op. cit., p. 59, 60,62, 64, 67,69, 70, etc. entire sentence, and thar's what I'm involved it. (... ) I'am the sub-
68) Cf B. Newman, "Fronriers ofSpace. lnrerviewwith Dorothy jecr. I'am also the verbe as 1 paint, but l'am also the object. 1 am
Gees Seckler" (1962), Selected Writings, op. cit., p. 251: "En lugar t he comp lete sentence ".
de usar los contornos, en lugar de hacer formas o de hacer surgir 75) Según la justa expresión de J.-C Lebensztejn, "Homme
espacios, mi dibujo declara el espacio. En lugar de trabajar so- nouveau, art radical", art. cit., p. 327.
bre los restos del espacio, trabajo sobre el espacio entero" (lnstead 76) Sobre la noción de subjectile, cf J. Clay, "Onguents, fards,
of using outlines, instead of making shapes or setting off spaces, my pollens", Bonjour Monsieur Manet, Paris, Centre Georges Pom-
drawing declares the space. Instead of working with the remnants oj pidou, 1983, p. 6-24. C. Didi-Huberman, La peinture incarnée,
space, I work with the whole space). Paris, Minuit, 1985, p. 25-62. J. Derrida, "Forcener le subjectile",
69) Y-A. Bois, "Perceiving Newman", art. cit., p. 195 y 310- Antonin Artaud. Dessins et portraits, Paris, Gallimard, 1986, p. 5 5-
31 L 108. (La acepción del diccionario se refiere a una superficie que
70) Cf TB. Hess, Barnett Newman, op. cit. p. 55-66 (trad. cit., sirve de soporte -muro, panel,tela).
p. 46). H. Rosenberg, Barnett Newman, op. cit., p. 61. Otra inter- 77) A este respecto es fundamental la reflexión que se encuen-
pretación logra incluso la proeza de conciliar el yihud mesiánico tra en B. Newman, "The Fourteen Stations of the Cross, 1958-

384 385
Georges Didi-Huberman

1966" (1966), SelectedWritings, op. cit., p. 189: "Ir is as work that


the work itself begins to have an effect on me. Just as I affect rhe
canvas, so does the canvas affect me".
78) Es en particular la lección del notable análisis del trabajo
de Samuel Beckett por Gilles Deleuze. Cf. G. Deleuze, ''LÉpuisé'',
postfacio a S. Beckett, Quad et autres pieces pour fa té!évision, trad.
K Fournier, París, Minuit, 1992, p. 55-106. NOTA BIBLIOGRÁFICA
79) W. Benjamin, París, capitale du X!Xe. sii:cle, op. cit., p. 464:
"Huella y aura. La huella es la aparición de una proximidad, por Apertura. Una parre de este texto foe presentado en 1992 du-
alejado que pudiese esrar lo que la dejó. El aura es la aparición de rante una "Jornada de discusión interdíscíplinaria", de la EHESS,
una lejanía, por próximo que pudiese estar lo que la evoca. Con dedicada al Temps des disciplines. Otra, fue objeto, en 1999, de
la huella, nos apoderamos de la cosa; con el aura, es ella la que se una intervención en el coloquio Le Temps des ceuvres: mémoíre et
adueña de nosotros". préjiguration, en la Universidad.París VIII-Saint Denís.
80) Cf. G. Didí-Huberman, Devant l'image,op. cit., p. 224-
247, y sobre todo la gran suma de H. Belting, Bild und Kult. Eine Capitulo l. Extracto de un seminario dado en la EHESS, en
Geschichte des Bildes vor dem Zeitalter der Kunst, Munich, Beck, 1994-1995. Publicado en alemán en una primera versión bajo
1990. el título "lmaginum pictura... in totum exolevit. Der Anfang der
Kunsrgeschichte und das Ende des Zeitalters des Bildes'', trad. A.
Hemminger, Kunst ohne Geschíchte? Ansichten zu Kunst und Kunst-
geschichte heute, dir. A.-M. Bonnet y G. Kopp-Schmidr, Müních,
Beck, 1995, p. 127-136, luego en francés bajo el tírulo '1magi-
num pictura .. .in totum exo!evít. Débur de l'histoire de l'art et fin
de l'époque de l'ímage", Critique, LII, 1996, nº 586, p. 138-150.
La versión retomada aquí fue publicada en L Tnactuel nº 6, 1996,
p. 109-125.

Capítulo 2. Una parre de este texto fue presentado en 1999 en


el coloquio La photographie: un mo&le pour la modemité. Autour de
Walter Benjamín, en la École narionale de la phorographie (Arles).
Fue publicada bajo el título "Connaissance par le kaléidoscope.
Morale du joujou et díalectique de l'image selon Walrer Benja-
mín", Études photographiques, nº 7, 2000, p. 4-27. Las otras dos

386 387
Georges Dídi-Huberman
··------··· ----

partes fueron publicadas bajo los siguientes títulos: '"L'image sur-


vient: l'histoire se démonte, le temps se remonte", Le Temps, vite,
Paris, Centre Georges Pompidou, 2000, p. 10-11. "La histoire de
l'art a rebrousse-poil. Temps de l'image er 'travail au sein des cho-
ses' selon Walter Benjamin", Les Cahiers du Musée national d'Art
moderne, nº 72, 2000, p. 5-29.
LISTADO DE IMÁGENES
Capítulo 3. Una parte de este texto fue presentada en 1996
al coloquio Car! Einstein: art et existence, en el Centre Georges
Pompidou. Se publicó bajo el título "L'anachronisme fabrique
l'histoire, sur la inacrualité de Carl Einstein", Études germaniques, 1. Fra Angelico, parte inferior de la Virgen de las Sornbras, hacia
Llll, 1998, nº], p. 29-54. Otra parte apareció con el título "'Ta- 1440-1450. Fresco. Florencia, convento de San Marcos, corredor
bleau = coupure '. Expérience visuelle, forme et symptóme selon septentrional. Altura: 1,50 m. Foto: G. 0.-H ............................ 7
Carl Einstein", Les Cahiers du Musée nationa! d'Art moderne, nº
58, 1996, p. 5-27. Agradezco a Jean-Louis Paudrat el haberme 2. Molde e11 yeso de una mascarilla fúnebre proveniente de El-Yem.
procurado las reproducciones de las planchas de Negerp!astik (fig. Arte romano ilnperial, T Únez, Museo del Bardo. Foto: D. R. 113
16-17). Subrayo a este respecto la reciente reedición de este tex-
to (C. Einstein, La Sculpture negre (1915), trad. L. Meffre, Pa- 3. Impresión positiva (actual) de la anterior. Foto: D. R ........ 114
rís, L'Harmattan, 1998), así como el trabajo de J.-M. Monnoyer,
4. Eugene Atget, Trapero en el distrito XVII° de París, 1913. Biblio-
Walter Benjamin, Car! Einstein et les arts prirnitifi, Pau, Publicatio-
thCque historique de la Ville de París-Fonds Atget. © Atget/
ns de l'université de Pau, 1999.
BHVP ........................................................................ 157

Capitulo 4. Primero publicado en inglés con el título "The Su-


5. Alphonse Giroux, El transfigurador o anteojo francés, 1818. Pre-
pposition of Aura. On the Once, the Now, and the Moderniry",
sentación para patente de invento, detalles. París, Institut National
trad. J.M. Todd, Negociating Rapture. 7he Power or Art to Trans-
de la Propriété industrielle ..................................................... 187
form Lives, dir. R. Francis, Chicago, Museum of Contemporary
Art, 1996, p. 48-63. Más tarde, en francés en Les Cahiers du Musée 6. J.W. Goethe, Metamorfosis de las plantas, 1790. Ilustración de
national d'Art moderne, nº 64, 1998, p. 95-115. los párrafos 34 ("Formación del cáliz"), 51-52 ("Nectarios"), 67-73
("Formación del estilo") .................... . .................. 193

7a. J.W. Goethe, Metamoifosis de las plantas, 1790. Ilustraciones del


párrafo 80 ("Las frutas") ........................................................ 194

388 389
c;eorges Didi-Huberman
- - -.. · - - - - · - - - " - · - - · - - - .... ___ ___ ,
Ante el tiempo

7b. rw. Goethe, Metamorfosis de las plantas, 1790. Ilustraciones del 16. Artista de cultura no identificada (África ecuatorial), Cabeza.
párrafo 80 ("Las frutas") ......................................................... 194 Madera compacta. Publicada en C. Einstein, Neger¡Jlastik, Leipzig,
1915, ilustración XIV ............................................................ 259
8. Grandville, Plantas rnarinas, reproducción exacta de encajes, cepi-
llos, pompones, postizos y gasas, 1844. Grabado de la serie Una tarde en 17. Artista de cultura no identificada (África ecuatorial), Cabeza.
el jardín de las plantas, 123 x llO cm .... ............... ............. 197 Madera compacta. Publicada en C. Einstein, Negerplastik, Leipzig,
1915, ilustración XV ............................................................... 260
9. Karl B!ossfeldr, Urfarmen der Kunst, Berlín, 1928. Lámina 89:
"Simphytum officinale''. (9 2006 Karl Blossfeldt Archiv / Ann u. Jürgen 18. Hercules Seghers, .Paisaje de rocas y cuerdas, hacia 1630. Aguafuerte,
Wilde, Koln/Arrisrs Rights Society (ARS), New York ............. 198 punta seca y aguada sobre papel. Publicado en C. Einstein, "Grabados
de Hercules Seghers", Documents, 1929, n" 4, p. 203 .................. 281
JO. Karl Blossfddt, Urfarmen der Kunst, Berlín, 1928. Lámina 12:
"Ceum rivale". © 2006 Karl Blossfeldt Archiv / Ann lL Jürgen Wilde, 19. Pablo Picasso, Hombre con guitarra, 1912. Oleo sobre tela. Pu-
Koln/Arrists Rights Society (ARS), NY ................................... 201 blicado en "Notes sur le cubisme"; Documents, 1929, nº 3, p. 149. ©
Succession Picasso 2006 .......................................................... 282
1L Karl Blossfeldt, Urfarmen der Kunst, Berlín, 1928. Lámina 98:
"Phacelia tanacetifolia''. © 2006 Karl Blossfeldt Archiv / Ann u. Jürgen 20. André Masson, ])eces dibujados en fa arena, 1927. Técnica mixta.
Wilde, Koln/Artists Rights Society (ARS), New York ............. 202 Publicado en C. Einstein, "André Masson, étude ethnologique'', Do-
cuments.1929, n" 2, p. 97. © ADAGP, París 2006 .................... 299
12. Karl Blossfeldt, Urjórmen der Kunst, Berlín, 1928. Lámina 69:
"Asclepias speciosa". © 2006 Karl Blossfeldt Archiv / Ann u. Jürgen 21. Hans Arp, Cabeza y Adición-Flores-Torso, 1931, Collages. Pub[¡ ..
Wilde, Küln/Artists Rights Society (ARS), New York .............. 205 cados en C. Einstein, "L'enfance néolithique", Documents, nº 8, p.
37. © VG Bild-Kunst, Bonn 2006 .......................................... 300
13. Karl Blossfeldt, Urfarmen der Kunst, Berlín, 1928. Lámina 68:
''Parnassia palustris''. © 2006 Karl Blossfeldt Archiv / Ann u. Jürgen 22. Pablo Picasso, Guernica, primera etapa, 11 de n1ayo de 1937,
Wilde, Koln/Artists Righrs Society (ARS), New York ............. 206 detalle. Dibujo sobre tela. © Succession Picasso 2006 .......... 315

14. Karl Blossfeldt, Urfarmen der Kunst, Berlín, 1928. Lámina 113: 23. Guijarro recogido en la playa. Colección Carl Einstein. Publica-
"Asclepias speciosa''. © 2006 Karl Blossfeldt Archiv / Ann u. Jürgen do en C. Einstein, "Exposition de sculpture moderne'', Documents,
Wilde, Koln/Artists Rights Society (ARS), New York ............. 207 1929, n" 7, p. 392 .................................................................... 316

15. Karl Blossfddt, Urformen der Kunst, Berlín, 1928. Lámina 115: 24. Barnett Newman, Untitled (Onernent !), 1947. Tiza sobre papel,
"Asclepias syriaca". © 2006 Karl Blossfeldt Archiv / Ann u. Jürgen 27,7xl8,7 cm. New York, co!lection B.H. Friedmann. © 2006 Barnett
Wilde, Küln/Artists Rights Society (ARS), New York ............. 208 Newman Foundation/ Artists Rights Society (ARS), New York ... 365

390 391
2. LA lMAGEN-MAUCIA. NOTA BIBLIOGRÁFICA ............................................ 387
HISTORIA DEL ARTE Y ROMPECABEZAS DEL TIEMPO .......... 137
LISTADO DE IMÁGENES .......................................... 389
La historia del arte siempre está por recomenzar. Walter Ben-
jamin, arquéologo y trapero de !a memoria. La imagen sobre-
viene: la historia se desmonta. Conocimiento por el montaje.
Caleidoscopio y rompecabezas: "El tiempo se alarga como un
bretzel. .. "

NOTAS············································································ 214

!I. MODERNIDAD DEL ANACRONISMO

3. LA IMAGEN-COMBATE.
lNACTUAL!DAD, EXPERIENCIA CRÍTICA, MODERNIDAD .... 24]
"La historia del arte es la lucha de todas las experiencias ... ".
Carl Einstein en la avanzada de la historia: el riesgo anacrónico.
Experiencia del espacio y experiencia interior: el síntoma visual.
"No hablo de manera sistemática... "
NOTAS············································································ 321

4. LA IMAGEN-AURA.
DEL AHORA, DEL OTRORA Y DE LA MODERNIDAD .........•. 345
Suposición del objeto: "Una realidad de la cual ningún ojo
se cansa". Suposición del tiempo: "El origen es ahora". Supo-
sición del lugar: "La aparición de lo lejano". Suposición del
sujeto: "Soy el sujeto. Soy también el verbo ... ".
NoTAS ............................................................................ 374

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