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Cano-Vindel, A. (1995). Orientaciones en el estudio de la emoción. En E. G. Fernández-Abascal (Ed.

), Manual
de Motivación y Emoción (pp. 337–383). Madrid: Editorial Centro de Estudios Ramón Areces.

CAPÍTULO 8

ORIENTACIONES EN EL
ESTUDIO DE LA EMOCION

Antonio Cano Vindel

1. INTRODUCCION
2. EVOLUCION DE LAS TEORIAS
3. PRINCIPALES LINEAS TEORICAS Y DE INVESTIGACION
3.1. Introducción
3.2. La línea evolucionista: Darwin
3.3. La línea psicofisiológica: James
3.4. La línea neurológica: Cannon
3.5. La línea dinámica: Freud
3.6. Los enfoques conductistas
3.7. Las teorías de la activación
3.8. Las teorías cognitivas
4. EL ENFOQUE DE LOS TRES SISTEMAS
4.1. Multidimensionalidad de la respuesta emocional
4.2. Especificidad situacional
ANTONIO CANO VINDEL 34

ORIENTACIONES EN EL ESTUDIO DE LA EMOCION

1. INTRODUCCION

El comportamiento emocional incluye conductas tan primarias como las de ira o miedo, expresiones tan
universales como reír o llorar, reacciones corporales automáticas, como el sonrojo o la piloerección, y estados de
ánimo tan simples, por lo frecuentemente experimentados, como la tristeza o la alegría. Se trata de conductas
llamadas primarias, de carácter supuestamente universal; son respuestas que podemos evocar o incluso
condicionar. Cualquier individuo conoce las sensaciones que se experimentan ante estas reacciones emocionales,
porque las ha podido vivir frecuentemente a lo largo de su vida. A pesar de todo, los psicólogos no hemos sido
capaces de explicar este proceso básico, que son las emociones, mediante una teoría que dé cuenta de todos los
elementos implicados y sus relaciones, de una manera adecuada, única, descriptiva, explicativa y predictiva. En
su lugar, tenemos una inmensa colección de teorías sobre las emociones, para todos los gustos, que no se
corresponde en absoluto con el escaso volumen de investigación que han generado.

Lo que a simple vista podría parecer como una tarea simple, elaborar una teoría que explique por qué y
cómo la gente ríe, llora, se sonroja, etc., ha resultado ser una tarea muy compleja. Han sido muchos los autores
que han intentado simplificar el problema, tratando de reducir las emociones a simple activación fisiológica, o
mera experiencia afectiva, o pura respuesta observable,... pero al final, la historia se ha encargado de recordarnos
que las emociones no son sólo uno de estos elementos, sino la conjunción de todos ellos interrelacionados.

Una teoría general de la emoción debe dar cuenta de al menos los siguientes elementos y sus
interrelaciones: 1) una situación o estímulo, que reúna ciertas características o cierto potencial emocional, como
generador de emociones; 2) un sujeto capaz de percibir esta situación, procesarla correctamente y reaccionar
adecuadamente ante ella; 3) el significado que el sujeto concede a dicha situación; 4)la experiencia emocional
que el sujeto siente en esta situación; 5) la reacción corporal; y 6) la expresión motora-observable.

En una reacción emocional normalmente suelen estar todos estos elementos en una u otra forma. Si no
existe una situación de tipo emotivo, a la que el sujeto concede este significado (de una manera personal, íntima
e idiosincrásica), aunque haya una reacción corporal, no se suele considerar esta reacción como emocional. La
situación por sí sola, por muchos elementos emotivos que contenga, puede no ser suficiente para provocar una
reacción emocional; pero normalmente las reacciones emocionales suelen estar asociadas a (provocadas por)
una determinada situación.

El estado previo del sujeto (de su organismo, su experiencia con la situación, su predisposición, su
voluntad, sus pensamientos, su entrenamiento con respuestas fisiológicas no voluntarias, etc.) puede modular
ampliamente la reacción emocional, hasta el punto de disminuir su intensidad, incrementarla, suprimirla del
todo, o modificar el tipo de emoción que experimente. Puede que el sujeto inhiba voluntariamente por completo
la expresión motora-observable de su emoción, como el llanto por ejemplo (en ese caso habría que considerar si
ha llegado a producirse la reacción emocional, o no, según otros índices).
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Si se produce una reacción emocional, suelen observarse cambios en tres tipos de canales de expresión
emocional diferentes: 1) a nivel experiencial, o lo que experimenta el sujeto (sentimientos de alegría, tristeza,
enfado, etc.); 2) a nivel corporal o fisiológico (cambios en el ritmo cardíaco o respiratorio, aumento de
sudoración, cambios en la tensión muscular, etc.); y 3) a nivel observacional- motor (sonrisa, llanto,
expresiones faciales de ira, de miedo, etc.). Se trata de tres formas de expresión diferentes de un mismo
fenómeno. Las respuestas de cada uno de estos tres tipos suelen considerarse como índice de que se está
produciendo una reacción emocional. Ahora bien, en algunas ocasiones, los cambios en los tres niveles de
respuesta no son concordantes, pudiendo variar en intensidad, en la dirección del cambio (aumento frente a
disminución), en el momento que se produce el cambio, en su grado de condicionabilidad para un determinado
tipo de condicionamiento, etc. Por todo ello, se considera que estas tres formas de expresión emocional
obedecen a tres sistemas de respuesta parcialmente independientes. A estos tres sistemas de respuesta se
les denomina: cognitivo, fisiológico y motor (Lang, 1968).

Los tres sistemas de respuesta han sido especialmente estudiados para el caso de la emoción a la que
sin duda se ha prestado más atención: el miedo. El miedo presenta varias ventajas a la hora de poder ser
estudiado por los científicos. Fundamentalmente, estas ventajas se pueden resumir diciendo que los tres tipos de
respuesta emocional (cognitiva, fisiológica y motora) que están implicados en el miedo son fáciles de producir,
de observar y de medir.

Aunque muchas teorías se han centrado en las manifestaciones emocionales de un único sistema de
respuesta (cognitivo-subjetivo, fisiológico o expresivo-motor), hoy en día es comúnmente aceptado que las
emociones se manifiestan en estos tres sistemas de respuesta. Por ello, desde nuestra perspectiva no podemos
simplificar la emoción reduciéndola a mera activación fisiológica, como se ha pretendido, ni tampoco a expresión
facial, como han pretendido otros. La emoción es un concepto multidimensional, cuyas manifestaciones abarcan
al menos estos tres aspectos. Hablamos de emociones para referirnos a ciertas reacciones que se vivencian
como una fuerte conmoción del estado de ánimo. Esta vivencia suele tener un marcado acento placentero o
displacentero y va acompañada por la percepción de cambios orgánicos, a veces intensos. Al mismo tiempo, esta
reacción puede reflejarse en expresiones faciales características (alegría, tristeza, miedo, etc.), así como en otras
conductas motoras observables (movimiento, posturas, etc.). Por lo general, las emociones surgen como
reacción a una situación concreta, aunque también puede provocarlas información interna del propio individuo
(recuerdos, información propioceptiva, etc.). Muchas veces se habla de estado de ánimo para referirse a la
experiencia emocional.

2. EVOLUCION DE LAS TEORIAS

Resulta difícil clasificar las múltiples teorías de la emoción desde criterios generales. Plutchik (1980),
por ejemplo, opta por presentar un esquema de las grandes tradiciones u orientaciones teóricas clásicas, al que
añade otros grupos o categorías más actuales y, además, dentro de cada categoría, pone una etiqueta particular a
cada teoría concreta. Las cuatro grandes tradiciones teóricas en el estudio de la emoción, según Plutchik, son: 1) la
evolucionista, iniciada por Darwin; 2) la psicofisiológica, iniciada por James; 3) la neurológica, iniciada por
Cannon; y 4) la dinámica, iniciada por Freud. A estas cuatro grandes tradiciones incorpora otros grupos de
teorías: 5) los enfoques conductistas; 6) las teorías de la activación; y 7) las teorías cognitivas.

Darwin había escrito en 1872, doce años antes de la publicación del primer artículo de James ()Qué
es un emoción?), su libro La expresión de las emociones en el hombre y en los animales. En él
describe la expresión de distintas emociones en diferentes especies, razas e individuos y desarrolla su tesis
evolucionista sobre las emociones: las emociones también han evolucionado y cumplen una función adaptativa
(en el hombre, al menos en los primeros años de vida). Este trabajo da comienzo a una larga tradición de
estudios sobre la emoción como respuesta motora (expresión emocional), que lógicamente fue defendida por
Watson.
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De manera muy resumida podríamos decir que las teorías evolucionistas resaltan el papel adaptativo
de las reacciones emocionales, en especial de la expresión facial. La expresión emocional y la interpretación
acertada de las expresiones emocionales de otros individuos son funciones fundamentales para la supervivencia.
Dentro de este grupo de teorías destaca la teoría del feedback facial, que defiende que ante una situación
emocional dada surge una expresión emocional determinada (especialmente facial), de carácter innata y
universal. La información sobre los camibios producidos es reenviada al cerebro (feedback) y reconocida como
expresión de un estado de ánimo; en ese momento, el sujeto experimenta dicho estado afectivo.

En la orientación psicofisiológica, iniciada por James, se da mucha importancia a los cambios


periféricos, inervados por el sistema nervioso autónomo y el sistema nervioso somático. Recordemos que, para
James, la percepción de estos cambios... es la experiencia emocional. Por ello, a la teoría de James se le llama
teoría periférica de las emociones. En cambio, para Cannon, la emoción es fundamentalmente un fenómeno del
sistema nervioso central y no del periférico; por ello, a la teoría de Cannon se le llama teoría central. Es el
sistema nervioso central el que genera la experiencia emocional y, a su vez, activa el sistema nervioso periférico.
Los cambios fisiológicos acompañan a la emoción, no la generan.

Para un mayor desarrollo de estas líneas teóricas, desde una perspectiva histórica, remitimos a Cano-
Vindel y Aguirregabiria (1989). La teoría de la emoción de James: pasado, presente y futuro de las
cuestiones básicas.
La emoción ha sido un continuo tema de reflexión para el hombre. Distintos filósofos a lo largo de la
historia habían tratado de forma más o menos sistemática y casi siempre descriptiva el tema de las emociones.
Aristóteles, Vives, Spinoza, etc. reconocen distintas emociones y nos hablan de los estados afectivos que las
caracterizan.
Los primeros psicólogos, con Wundt a la cabeza, recogen el legado de algunos filósofos, a los que citan
frecuentemente (Aristóteles, Kant, Hegel y otros filósofos). La emoción pasa así a ser un tema de estudio en los
primeros laboratorios de Psicología, en los que se utiliza como método la introspección controlada. Pero el nivel
de estudio sigue siendo puramente descriptivo y el objeto principal son los contenidos de la conciencia
emocional, a partir de los cuales se pretende dibujar una conciencia emocional general.
"Desgraciadamente, casi todo lo que en Psicología se ha escrito acerca de las emociones es meramente
descriptivo" (James, 1890, p. 1064).
Paralelamente, los fisiólogos llevan a cabo el estudio de los mecanismos fisiológicos de la emoción,
sobre todo trabajando en la búsqueda de las localizaciones cerebrales, de forma similar a como se había
realizado en el caso de las sensaciones.
James construye una teoría sobre las emociones como experiencia emocional. Esta experiencia
emocional viene dada por las sensaciones de los cambios corporales periféricos (teoría periférica). Lange
desarrolló paralelamente una teoría similar, postulando la presencia en el cerebro de un centro vasomotor que
provocaría las reacciones corporales. A juicio de James, Lange "simplifica y generaliza en exceso", al dar un
papel exclusivo y preponderante al sistema vaso-motor. Pero, ni James ni Lange pudieron aportar resultados
experimentales en apoyo de su teoría. Sin embargo, la llamada teoría de James-Lange ha generado abundante
investigación (Cano Vindel, 1989; Cano Vindel y Aguirregabiria Rubio, 1989).
Hay que destacar que la formación de James incluía la doble faceta de filósofo (pragmático) y profesor
de fisiología, lo que le permitía tener una visión bastante completa y global de este tema. Así, por primera vez,
se relacionan de manera causal los cambios corporales con la conciencia emocional, iniciando un fructífero
enfoque o campo de estudio, el de la psicofisiología. Algunos estudios sobre psicofisiología han venido a dar la
razón a algunos de los postulados de la teoría de James, que en general han llegado a ser apasionantes temas de
estudio, muy debatidos (Ax, 1953; Lacey, 1967).
Durante muchos años han predominado las teorías que han explicado la experiencia emocional en base a
la actividad del sistema nervioso central (teorías centrales), actividad que es acompañada por
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la activación generalizada del sistema nervioso periférico (autonómico y motor); por eso se les llama también
teorías de la activación general. Cannon es quien inicia esta orientación.

Las teorías centrales y de la activación general surgen como una reacción contra la teoría de James
(Cannon, 1927). En estas teorías el estímulo emocional se procesa a nivel de Sistema Nervioso Central, que
produce la experiencia emocional y a su vez envía información al Sistema Nervioso Autóno- mo, que se activa de
forma generalizada (teorías de la activación general); es decir, no se da una espe- cificidad fisiológica de
respuesta emocional para cada emoción.

Posteriormente, el concepto de activación general, contrario a la teoría de James, se amplía y supone la


existencia de un único proceso de activación en el que los sistemas autonómico, cortical y somático estarían
perfectamente integrados y sincronizados. Por lo tanto, los cambios orgánicos serían los mismos en cualquier
reacción emocional, variando de una a otra sólo en intensidad. Sin embargo, Lacey (1967) en una extensa
revisión encontró que la activación de estos tres sistemas constituyen formas diferentes de arousal, que no
siempre correlacionan entre sí, dándose incluso esta falta de correlación entre respuestas de un mismo sistema
(Cano Vindel, 1989), como James había apuntado, aunque no disponía de aparatos de registro fisiológico. Esto
ha llevado a considerar varios sistemas de activación (en lugar de uno general). Así mismo, se ha encontrado un
cierto grado de especificidad fisiológica o estereotipia individual; así como diferente patrón de respuesta en
distintas situaciones (Cano Vindel y Miguel Tobal, 1990a), como defendía James.

En 1968, Lang (1968) propuso la existencia de tres sistemas de respuesta emocional (cognitivo,
fisiológico y motor), dado que las respuestas de uno de estos tres tipos correlacionan o covarían mejor entre sí
que con las respuestas de otro sistema (Miguel Tobal y Cano Vindel, 1986, 1988). Este modelo es hoy
comúnmente aceptado y se conoce como "teoría de los tres sistemas de respuesta emocional". A partir de él, se
han estudiado una serie de fenómenos que muestran que puede ser más útil considerar las peculiaridades de cada
uno de estos tres sistemas que conceptualizar la emoción como un constructo "unitario".

En los años 60 y 70 otras teorías han dado explicaciones en base a una serie de procesos cognitivos
(teorías cognitivas), o como consecuencia de un feedback de la expresión facial, que autopercibiríamos como un
estado emocional (teorías del feedback facial). Las teorías del feedback facial derivan de la tradición
evolucionista, iniciada por Darwin.

En las teorías cognitivas, los cambios fisiológicos y somáticos no son la causa directa de la experiencia
emocional, sino que van asociados con ella o son consecuencia. Lo que produce la experiencia emocional es la
actividad cognitiva que el sujeto realiza para procesar la situación potencialmente emotiva. Estas teorías, como
era de esperar, dado el desarrollo alcanzado por la psicología cognitiva, han conseguido hoy en día un alto grado de
aceptación.

3. PRINCIPALES LINEAS TEORICAS Y DE INVESTIGACION

Dado el excesivo número de teorías o modelos que intentan explicar la emoción, o aspectos parciales
de este proceso, sería conveniente comenzar haciendo una clasificación.
3.1. Intentos de clasificación

Mandler (1988), en su análisis de los 100 años de psicología de la emoción, adopta la clasificación de
Fraisse (1968), que considera dos tradiciones en el estudio de la emoción: la mental y la orgánica. Las teorías
mentalistas consideran que los eventos orgánicos son consecuencia de los eventos psicológicos; mientras que las
teorías orgánicas insisten en los eventos fisiológicos, en lugar de los pensamientos, como precursores de la
emoción. Análogamente, Pinillos (1975) clasifica las teorías de la emoción en: teorías de carácter psicológico y
teorías fisiológicas.

Sin embargo, ambos autores definen quizás de forma diferente las categorías de clasificación. Así, para
Pinillos las teorías de carácter psicológico son aquellas que de alguna manera acentúan, en la
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explicación de las emociones, sus aspectos conscientes y/o las respuestas abiertas en que consisten como
conducta.
Puesto que la consideración de los tres sistemas o modos de respuesta (experiencial, fisiológico y
expresivo), es generalmente aceptada por la mayoría de los modelos o teorías sobre la emoción, pensamos que
podrían adoptarse dos criterios de clasificación de las teorías sobre la emoción. Estos son:
1. Según el componente emocional que más destacan o estudian, en la explicación de las emociones.
2. Según el factor desencadenante de la reacción emocional.

Según el primer criterio, el componente emocional que más destaquen, podemos clasificar las teorías
en:
A. Teorías cognitivo-afectivas (experienciales).
B. Teorías fisiológicas.
C. Teorías expresivas.
En esta clasificación podríamos incluir otras categorías, tales como: teorías centradas en los estímulos
externos o situacionales, teorías motivacionales y alguna otra más (véase la revisión de definiciones sobre la
emoción de Kleinginna y Kleinginna, 1981).
Las teorías experienciales estudiarían fundamentalmente los componentes subjetivos de la emoción
(Davitz, 1969; Scherer, Walbott y Summerfield, 1987; Scherer, 1988). Sobre este campo, más que teorías lo que
hay es estudios descriptivos, clasificaciones, etc., como ya denunciara James (1890).
Las fisiológicas se centrarían en el estudio de las estructuras anatómicas y neurofisiológicas que se
consideran implicadas en el comportamiento emocional, proponiendo distintas posibilidades de relación entre
estos elementos, resaltando los cambios en la activación fisiológica como la manifestación emocional más
importante, si no exclusiva, tal y como hacen las llamadas teorías de la activación general (Duffy, 1934;
Lindsley, 1951).
Por último, las teorías expresivas dedican sus mayores esfuerzos al estudio de la expresión facial y
otras manifestaciones emocionales en conductas abiertas u observables (Izard, 1971; Ekman, 1973).
Así, resulta fácil clasificar a teorías que han reducido la emoción a alguna de sus manifestaciones,
como las teorías de la activación (Duffy, 1934; Lindsley, 1951), o las teorías que han estudiado la emoción
como motivación (Leeper, 1948). Pero esta clasificación presenta un problema: prácticamente todas las teorías,
pero especialmente las más recientes, consideran varios de los componentes emocionales, y no siempre resulta
fácil decidir cual es el que consideran más importante. A su vez, los estudios que se centran en un único sistema
de respuesta suelen ser estudios descriptivos o empíricos más que teorías o modelos.
El segundo criterio, tampoco nos permite hacer una buena clasificación ya que casi todas las teorías
admiten, explícita o implícitamente, que el proceso emocional es desencadenado por un estímulo (externo o
interno). Podríamos, entonces, clasificarlas en función del primer sistema de respuestas que se activa (que sería
el que desencadenaría las respuestas en los otros sistemas). Según este criterio, obtendríamos una clasificación
similar a la anterior:

A. Teorías cognitivas.
B. Teorías fisiológicas.
C. Teorías expresivas.

Así encontraríamos teorías que defienden que son las representaciones y los procesos cognitivos los
que generan la activación fisiológica y la expresión emocional (Arnold, 1960; Lazarus y Folkman, 1984/1986).
Estas son las teorías cognitivas, que habría que diferenciar, al menos en parte, de las teorías experienciales o
subjetivas de la clasificación anterior.
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Las teorías fisiológicas defienden que son los cambios fisiológicos los que generan la experiencia
emocional, tales como la de James (1884) o la de Lange (1885); aunque James no considera exclusivamente los
cambios fisiológicos, sino también el comportamiento motor.

En cambio, las teorías expresivas sostienen que existen situaciones o estímulos emocionales que
disparan o provocan la conducta emocional, produciendo distintas expresiones emocionales, fundamentalmente
faciales, las cuales influyen sobre los sentimientos subjetivos (generan la experiencia emocional), ya sea:

-a través de un feedback facial (Izard, 1984),


-o por el procesamiento perceptual-motor (Leventhal, 1979, 1982),
-o por la autopercepción del comportamiento emocional (Bem, 1972, 1974).

Pero, también resulta difícil clasificar a muchas teorías en función de este criterio sobre las complejas
relaciones entre los tres sistemas o modos de respuesta. En efecto, algunas teorías postulan que es la conjunción
de varios factores lo que genera la emoción (James, 1884; Schachter y Singer, 1962; Mandler, 1975; Leventhal,
1979, 1982). Otras admiten la posibilidad de que existan varios sistemas o formas de que se genere la emoción
(Bem, 1972, 1974). Finalmente, otras son poco explícitas sobre este asunto tan complejo, o consideran la
emoción de forma global.

Parece, por lo tanto, que es difícil clasificar las múltiples teorías de la emoción, al menos desde
criterios generales; por lo que tendremos que contentarnos con ir poniendo etiquetas a cada teoría o, a lo sumo, a
grupos de teorías similares. Así, se suele hablar por ejemplo, de la teoría psicoevolucionista de Plutchik (1980a,
1984), la teoría neuroconductual de Pribram (1984), o las teorías del feedback facial, o las teorías cognitivas.

Algo similar es lo que hace Plutchik (1980), que resume las principales teorías de la emoción en los
siguientes apartados: en primer lugar, las cuatro grandes tradiciones en el estudio de la emoción (la línea
evolucionista, la línea psicofisiológica, la línea neurológica y la línea dinámica); y, a continuación, los enfoques
conductistas, las teorías de la activación, las teorías cognitivas, las teorías evolucionistas, las teorías de la función
cerebral y las teorías psicoanalíticas. Pero, dentro de cada apartado, cada teoría está definida por el nombre del
autor y una frase que define a la misma (p. ej., "teoría de Lazarus, emoción como una respuesta de
afrontamiento"). Aunque este intento de categorización de Plutchik no es una buena clasificación, sin embargo
presenta cierto valor pedagógico, al dibujar ciertas líneas o tendencias. Por ello, seguiremos en parte este
esquema.

Antes de pasar a desarrollar este esquema de líneas teóricas nos parece interesante distinguir las teorías
cognitivas, de las teorías que resaltan la importancia de la experiencia subjetiva. Mientras que las primeras
defienden que son los procesos cognitivos, conscientes o inconscientes, los que desencadenan la reacción
emocional (que incluye experiencia subjetiva), las segundas se limitan a defender que lo más importante de una
reacción emocional es la experiencia subjetiva, pero puede que no defiendan a los procesos cognitivos como
generadores de la reacción emocional.

Quizás se aclare más esta distinción si añadimos que en las teorías o enfoques subjetivos se ha dedicado
un considerable esfuerzo al estudio de la evaluación y diferenciación emocional subjetiva: por ejemplo, análisis
del léxico emocional (Davitz, 1969; Averill, 1975), agrupación de las emociones o búsqueda de las emociones
fundamentales (Schmidt-Atzert, 1980; 1985; Scherer, 1984a; Scherer, 1988; Bertocci, 1988), dimensiones de la
experiencia emocional (Wundt, 1910; Bottenberg, 1975; Scherer, 1988), adquisición de vocablos emocionales,
evaluación de estados emocionales subjetivos, (Nowlis, 1965, 1970; Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1970;
Izard, 1972; Howarth y Schokman-Gates,
1981; Scherer, 1988), etc.

Ahora bien, no todos estos trabajos defienden una teoría subjetiva de la emoción. Pues muchos de estos
esfuerzos son en principio ateóricos (no intentan defender un modelo general de emoción). En otros casos, los
autores han elaborado teorías generales sobre la emoción que no son cognitivas, como
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es el caso de Izard, cuya teoría resalta los aspectos expresivo-faciales desde una perspectiva filogenética.

En el caso de las teorías cognitivas de la emoción, sus esfuerzos, al menos teóricos, se centran en la
explicación de la emoción como consecuencia de una serie de procesos cognitivos: evaluación de la situación y
del afrontamiento (Lazarus y Folkman, 1986), atribución de causalidad (Weiner, 1988), evaluación de
expectativas y de conformidad
con las normas sociales (Scherer, 1984a,
1984c, 1988), representaciones perceptivas, Tabla 1
interpretaciones o evaluación y afrontamiento
(Leventhal, 1979, 1980, 1982, 1984a; Leventhal y La línea evolucionista
Tomarken, 1986), evaluación de expectativas y
objetivos (Ortony y Clore, 1981), evaluación del
mundo en función de los intereses propios (Frijda,
1986, 1987), etc. Esta línea se inicia con la publicación en 1872 de
La expresión de las emociones en el hombre
Es decir, las teorías cognitivas de la y en los animales, de Darwin.
emoción, por un lado, postulan una serie de
procesos cognitivos (evaluativos, atributivos, de CARACTERISTICAS:
etiquetado, representaciones perceptivas, etc.), que -Se centran en la expresión emocional:
se sitúan entre la situación estimular y la respuesta posturas, gestos y expresiones faciales
emocional; y, por otro lado, estudian los contenidos -Muchas expresiones emocionales son no
subjetivos (representaciones cognitivas y afectivas) aprendidas
que se manifiestan en la reacción emocional -Estas expresiones emocionales cumplen una
(experiencia subjetiva). Por lo tanto, al menos función adaptativa
implícitamente, estas teorías distinguen entre -Continuidad básica de las expresiones
procesos cognitivos y contenidos cognitivos. emocionales, desde los animales inferiores
hasta el hombre

MODELOS:
3.2. La línea evolucionista: Darwin -Teorías del feedback facial: Izard
-Plutchik
En 1872 Darwin publicó un libro titulado -Tomkins
La expresión de las emociones en el hombre y
en los animales. En él Darwin expone sus CRITICAS:
observaciones sobre las conductas emocionales de -Se trata de una visión parcial de las
diferentes especies. Observa sistemáticamente las emociones: la expresión observable
expresiones faciales, las posturas, los gestos, etc., -Utilizan la metodología observacional,
en diferentes situaciones (de enfrentamiento, preferentemente
ataque, miedo, etc.), relacionando por supuesto
dichos datos
con su teoría evolutiva de las especies. De todo ello concluye que las expresiones emocionales se dan no sólo en
el hombre, aunque en él adquieren su máximo desarrollo. Muchas de estas expresiones emocionales se dan en
otras especies evolutivamente menos desarrolladas. Parece existir una continuidad filogenética, de manera que
las especies más desarrolladas poseen una mayor expresividad emocional.

Dichas expresiones pueden manifestarse sin haber sido aprendidas, como es el caso de la sonrisa en los
niños ciegos de nacimiento, que no han podido observar la sonrisa en otros rostros.

Por último, se observa que las conductas emocionales cumplen una función adaptativa en muy
diferentes especies de animales. Véase la figura 1, tomada del libro de Darwin, en la que se ilustra como un gato
responde ante la amenaza de un perro.

Actualmente, esta línea teórica se desarrolla en varias vías, muy próximas entre sí, como podemos ver:
1. La teoría del feedback facial y el estudio de las bases anatómicas y fisiológicas implicadas en las
relaciones entre expresión facial y experiencia emocional.

2. Las teorías e investigaciones evolutivas que estudian el desarrollo de la conducta emocional en el


hombre, desde el nacimiento hasta la edad adulta.

3. Los estudios etológico-evolucionistas


con animales (determinación de cuáles Tabla 2
son las emociones básicas, evolución
filogenética, evaluación de emociones Teoría de Izard (feedback
en animales, etc.) facial)

4. Los estudios sobre reconocimiento de Se trata de una teoría compleja: feedback facial,
caras e identificación de expresiones mecanismos neurales, relaciones entre
emotivas concretas básicas. sistemas, desarrollo, diferenciación emocional,
etc.
5. Estudios sobre cuáles son las
emociones primarias y qué emociones Feedback facial: la expresión facial determina la
se mezclan, y cómo, para obtener una cualidad de la experiencia emocional
emoción secundaria.
Dos conexiones entre músculos faciales y
Veamos a continuación un resumen de la cerebro:
teoría y las investigaciones de Izard, que toca -impulsos cerebrales a los músculos de la
algunos de estos puntos. cara: expresiones faciales (genéticas)
-retroalimentación al cerebro: experiencia
emocional (cualidad)
3.2.1. Teoría de Izard (Feedback facial)
Los músculos no faciales y las vísceras
La de Izard es una compleja y extensa desempeñan un papel secundario: intensidad
teoría que, situada en el centro mismo de las emocional
teorías del feedback facial, desarrolla también
otros aspectos próximos, como la teoría diferencial Implicación: regulación afectiva por cambios
de las emociones a nivel experiencial, estudia el faciales (manipulando los músculos faciales se
desarrollo y la expresión emocional, los pueden obtener cambios en el estado de ánimo)
mecanismos neurales, las relaciones entre sistemas
diversos (entre ellos cognición y emoción) y
defiende la primacía de las emociones sobre la
cognición.

Para Izard (1971, 1972), la personalidad es un conjunto de sistemas interrelacionados:


homeostático, motor, emocional, perceptual y cognitivo. Estos sistemas, aunque son interdependientes, cumplen
funciones diferentes y pueden actuar independientemente.
La expresión facial juega un
Figura 1: papel importante en la formación de la
experiencia subjetiva emocional.
Reacción de un gato frente a un perro (Darwin, Existen dos conexiones entre los
1872) músculos faciales y determinadas
estructuras
cerebrales. Una de ellas sirve para
transmitir impulsos cerebrales a los
músculos de la cara, provocando
determinadas expresiones faciales
genéticamente determinadas. La otra
se encarga de informar
retroactivamente al cerebro acerca de
la tensión muscular facial. La
información retroactiva de los
músculos faciales se procesa en el
cerebro, dando lugar a la experiencia
emocional (hipótesis del feedback
facial).

Puesto que las distintas


expresiones faciales se diferencian
entre sí, la retroinformación de los
músculos faciales da lugar a
expresiones emocionales cualitati-

vamente distintas.

El resto de la musculatura y las vísceras poseen sólo un valor secundario, desempeñando tan sólo un
papel en cuanto a la intensidad de la emoción y su mantenimiento. Pero la cualidad de la emoción está
determinada por el feedback de los músculos faciales.

Estas ideas acerca de la génesis de la emoción se basan sobre en las especulaciones neurofisiológicas
de Gellhorn (1964) y Tomkins (1962).

En el capítulo primero (Izard, 1984) del libro que firma junto Kagan y Zajonc, "Emoción, cognición y
conducta", (Izard, Kagan y Zajonc, 1984), estudia las relaciones entre emoción y cognición, analizándolas
también en el marco del desarrollo humano. En él defiende, al igual que Zajonc (1980, 1984; Zajonc, y Markus,
1984; véase el capítulo sobre cognición y emoción), que los sistemas emocional y cognitivo son independientes,
aunque interrelacionados, así como la primacía de la emoción.

Estudia la sugerencia de Zajonc (1980) sobre las interacciones de emoción y cognición a


distintos niveles y propone unas supuestas bases o estructuras neuroanatómicas separadas para ambos procesos.
Cognición y emoción serían dos sistemas separados pero interrelacionados a tres niveles diferentes. Los tres
niveles considerados por Izard son: el neurofisiológico, el experiencial y el expresivo.

A nivel neurofisiológico, las emociones pueden considerarse un sistema separado. Sin embargo, el
hipocampo (una estructura del sistema límbico o emocional) está fuertemente relacionada con el procesamiento
de información y la memoria; lo que sugiere la existencia de una estructura cerebral especialmente adaptada
para mediar las interacciones entre emoción y cognición. Izard hipotetiza que el hipocampo está encargado de la
emoción de interés, que juega un papel importante en su teoría. En efecto, la emoción de interés constituye la
base motivacional de la atención selectiva, un proceso que es básico para el aprendizaje y la memoria.

Asimismo, se da interacción entre emoción y cognición en el nivel expresivo. El comportamiento


expresivo-conductual de las emociones es una función directa de los procesos
sensoriales que no requieren mediación cognitiva. Aunque la expresión emocional en la infancia es reflexiva-
automática, la musculatura de la cara está inervada por el sistema nervioso somático, lo que implica control
voluntario en los adultos. Por lo tanto, en el nivel expresivo, también se da la interacción entre emoción y
cognición.

Finalmente, también se da interacción entre emoción y cognición en el nivel experiencial. En efecto,


la emoción influye en procesos cognitivos básicos, puesto que determina el contenido de la percepción, como en
el caso de la percepción selectiva (Izard, Nagler, Randall y Fox, 1965) e influye sobre el aprendizaje y el
recuerdo (Bower, 1981; Laird, Wagener, Halal y Szegda, 1982; Gilligan y Bower, 1984).

Aunque la emoción y la cognición son en sentido amplio interdependientes, otros datos sugieren también
que los procesos emocionales y los procesos cognitivos poseen un grado significativo de independencia. Por lo
tanto, Izard defiende que se mantenga la distinción entre emoción, tal y como la sentimos o experimentamos en
la conciencia, y los procesos cognitivos que la acompañan en la conciencia, los cuales no sentimos.

En relación al desarrollo emocional en el hombre, Izard (1984) reflexiona sobre tres supuestos:

1. La emoción concebida como motivación para la cognición y la conducta puede entenderse también
como primaria en el desarrollo, facilitando el funcionamiento y organización de los distintos sistemas orgánicos.

2. La invarianza de los sentimientos emocionales a lo largo del ciclo vital proporciona un sentido de
continuidad y contribuye al desarrollo de la autoimagen o concepto de yo. Esta invarianza de los sentimientos
emocionales no quiere decir que no exista un desarrollo emocional, sino que cumple una función estabilizadora
y organizativa en el desarrollo.

3. El sentimiento es la representación mental de la emoción. Es importante distinguir entre experiencia


emocional como sentimiento y como representación. El niño que puede representar la emoción solamente como
expresión motora y eventualmente como sentimiento, llega a ser capaz de sentir una emoción mientras simboliza
y verbaliza otra.

El desarrollo en el nivel neurofisiológico produce las capacidades inhibitorias y auto-reguladoras tan


importantes para la adaptación efectiva a las complejas demandas sociales y ambientales.

El desarrollo en el nivel expresivo-motor genera en los niños un incremento de dominio sobre sus
expresiones emocionales, incluyendo la regulación de la expresión (y también la inhibición, fragmentación,
enmascaramiento, etc. de la expresión emocional) y el uso de las expresiones voluntarias en las interacciones
sociales.

La investigación sobre el desarrollo de las expresiones emocionales, o estilos expresivos, debe estar
relacionada con la posibilidad de que las regulaciones o formaciones de la expresión emocional o estilo de
expresión a través de la socialización pueda ser equivalente a la formación de experiencias emocionales.

El desarrollo emocional en el nivel experiencial-subjetivo es mejor conocido cuando este nivel se


concibe como un estado emocional, o fenómeno no cognitivo. Los estados de sentimiento emocional son los
aspectos motivacionales de la experiencia, y a través del desarrollo llegan a estar unidos a las imágenes, los
símbolos y los pensamientos. Este proceso deriva en las estructuras afectivo-cognitivas y las orientaciones que
forman la personalidad y la conducta (Malatesta e Izard, 1984).

Como resulta notorio, la teoría de Izard se opone a los modelos cognitivos de las emociones; veamos,
por ejemplo, las críticas que Izard (1982) realiza al modelo de Schachter y Singer (1962), o modelo de
activación más cognición. Resume sus críticas a este modelo en cinco puntos:
1. El modelo de activación-cognición parece que asume que el Sistema Nervioso Autónomo (S.N.A.)
contiene todos los tejidos neurales que se relacionan con la emoción (como si la activación fuera sólo periférica
o visceral). Esto está en contradicción con un amplio número de investigaciones que relacionan una serie de
mecanismos del sistema límbico y del cortex frontal (S.N.C.) con la emoción, e incluso estructuras límbicas
concretas con emociones particulares. Las teorías cognitivas de la emoción ignoran generalmente los varios tipos
de activación cortical, que pueden ser ortogonales o estar relacionados negativamente con los índices de
activación del S.N.A.

2. No hay datos que muestren una relación causal entre activación autonómica y emoción. Hay muchos
datos que muestran correlación o concomitancia entre varios índices de las emociones y activación del S.N.A.
Por lo tanto, funciones del S.N.A. pueden usarse a menudo para obtener datos convergentes sobre la emoción,
pero se requiere como dato adicional un índice de uno o más de los tres componentes de la emoción.

3. Las causas de la activación del S.N.A. varían ampliamente (desde el susto al ejercicio físico); pero
quizás el principal determinante de la activación del S.N.A. es la emoción. Por lo tanto, el arousal del S.N.A.
más que un antecedente de la emoción sería una consecuencia de la emoción, así como de otras cosas que
requieren movilización de energía.

4. El modelo de activación-cognición parece asumir que la activación surge directamente después de


cierto conjunto de eventos, los cuales deben ser evaluados; por lo tanto, antes de que haya emoción. Desde 1962
hasta 1979 se aceptaba la suposición de que los procesos evaluativos o la búsqueda de explicación para el
arousal era neutra o insesgada. Los trabajos de Marshall y Zimbardo (1979) y el de Maslasch (1979) indican que
el arousal no explicado conduce a una búsqueda o evaluación negativamente sesgada (la etiqueta que los sujetos
suelen poner a un estado de excitación autonómico provocado experimentalmente suele ser "me siento ansioso", u
otras emociones negativas).

5. El modelo de activación-cognición asume que no hay afecto sin valoración, evaluación, o algún
proceso simbólico. Sin embargo, según Izard, no se requiere ningún proceso evaluativo o simbólico para sentir
dolor, o placer sexual, o para sentir alegría o tristeza, miedo o ira.

Como puede verse se trata de dos concepciones bastante diferentes de las emociones. Pero estas
diferencias entre ambas teorías (el enfoque cognitivo y las teorías del feedback facial) están aún por resolver con
datos concluyentes. Si la teoría de Schachter ha generado gran cantidad de experimentos en los que se manipula
la excitación fisiológica y la atribución de la percepción de los síntomas a las claves situacionales, para estudiar
el comportamiento emocional subjetivo y expresivo, la teoría de Izard, por el contrario, ha dado lugar a
investigaciones en las que se ha manipulado el comportamiento emocional expresivo, especialmente la
expresión facial, con el fin de estudiar su influencia sobre la experiencia subjetiva emocional. Los métodos
utilizados son más problemáticos aún que los utilizados para inducir excitación fisiológica. Los resultados
tampoco son definitivos. Básicamente estos métodos consisten en pedir a los sujetos que muestren, simulen o
disimulen un determinado comportamiento emocional (muchas veces, mediante la expresión facial); otras veces
se pide a los sujetos simplemente que contraigan o relajen determinados músculos de la cara (Rutledge y Hupka,
1985).

Lógicamente, la finalidad de la manipulación no debería ser conocida por los sujetos y, dicha
manipulación no debería afectar sus sentimientos subjetivos. Dicha manipulación suele ir seguida de la
presentación de distintas situaciones estimulares, neutras o emotivas. A continuación se estudian las diferencias
entre las distintas condiciones a nivel de experiencia subjetiva emocional de los sujetos. Estos métodos,
relativamente toscos, plantean el problema de si el experimentador manipula solamente el comportamiento
expresivo y no afecta también a los sentimientos subjetivos de sus sujetos. Es decir, sino manipula también la
variable dependiente.

Los resultados confirman, en su mayor parte, las hipótesis (Schmidt-Atzert, 1985). Sin embargo, en vista
de los problemas metodológicos y de algunos resultados negativos (sólo algunos sujetos se
dejan influir por su mímica, la manipulación parece que sólo es efectiva bajo ciertas condiciones y, además, su
efecto es siempre débil), hay que mostrarse prudente a la hora de sacar conclusiones.

En la teoría de Izard cobran también importancia los estudios sobre la adquisición del vocabulario
emocional en los niños (Malatesta, 1981). En esta adquisición, las denominaciones emocionales de los adultos
servirían para etiquetar los sentimientos de los niños, surgidos a partir de sus propias expresiones emocionales.

Asimismo, parece importante el estudio de una diferenciación emocional a nivel subjetivo. Entre otras
razones para estudiar si hay coincidencia entre las diferentes emociones básicas que se pueden experimentar y
las diferentes expresiones emocionales básicas que se pueden observar. Labor que

Tabla 3

Comparación de los modelos de Izard y Schachter

Teoría del feedback facial de Izard

Activación central (S.N.C.).

La emoción provoca activación fisiológica del S.N.A.


Lo primario es la emoción, sobre la cognición (la emoción no requiere procesos cognitivos).

La experiencia emocional es determinada por el feedback de los músculos faciales (primero es la expresión
y luego la experiencia).

Teoría cognitiva de Schachter y


Singer

Activación periférica: S.N.A. y S.N. Motor.


La activación fisiológica (S.N.A.) puede generar una emoción.
Lo primario son los procesos cognitivos, sobre la emoción (los procesos cognitivos son necesarios para
que surja una emoción).
La experiencia emocional es determinada como consecuencia de dos procesos: activación fisiológica más
procesos cognitivos (percepción del estado de activación, atribución de este estado al efecto de la
situación y etiquetado del estado emocional).

también ha realizado Izard, especialmente en los años finales de los 60 y principios de los 70 (Izard, 1968, 1971,
1972; Ekman, Sorenson y Friesen, 1969). Con el fin de estudiar y clasificar las diferentes experiencias
emocionales ha desarrollado el D.E.S., o Differential Emotion Scale (Izard, 1968).

Por último, parte de las interacciones entre cognición y emoción que propone Izard se basan en estudios
recientes, cuyas conclusiones no son definitivas, pero que están siendo objeto de estudio en un numero creciente
de investigaciones.

3.3. La línea psicofisiológica

James, en 1884, publica un artículo, titulado ")Qué es la emoción?", que supone una cambio
fundamental en la forma en que se venía entendiendo el fenómeno emocional. Pero, a su vez, plantea una serie
de problemas para la investigación, a los que todavía hoy se sigue prestando una considerable atención y esfuerzo.
Según James, "los cambios corporales siguen directamente a la percepción del hecho
desencadenante y (...) nuestra sensación de esos cambios según se van produciendo es la emoción "
(James, 1884/1985, p. 59).

Es decir, aquellos cambios corporales (tanto fisiológicos como motores; no sólo viscerales, como a
veces se dice) que denominamos
'expresión emocional' son en realidad los que
Tabla 4
constituyen y generan la experiencia emocional. La
sensación que nos producen estos cambios, en el
Implicaciones de la teoría de
momento en que se producen, es la emoción; que
es, por lo tanto, la experiencia afectiva de una
James
Las implicaciones de la teoría de James
conducta refleja. De manera clara y comprometida,
James ordena causalmente los distintos pueden desglosarse en los siguientes enunciados:
componentes de la emoción: situación, reacción
emocional y experiencia afectiva. La emoción es la experiencia afectiva de una
conducta refleja.
Cualquier estado emocional al que le
quitáramos todas las sensaciones de sus cambios Los cambios corporales son condición necesaria y
corporales asociados, se convertiría en una estado suficiente para que se dé una emoción.
puramente cognitivo, frío y neutro, sin cualidad
afectiva. Así, nos dice James, "...si yo estuviera El cambio corporal es experimentado en el momento
corporalmente anestesiado, estaría de esa manera que se produce.
excluido de la vida afectiva, intensa y delicada,..."
Las emociones intensas o groseras son en realidad lo Cada emoción se caracteriza por un patrón
que se entiende simplemente por emociones característico de reacción visceral (especificidad
(miedo, ira, etc.), mientras que las emociones psicofisiológica).
delicadas (sentimientos morales, intelectuales y
estéticos) son estados afectivos en los que los Cada persona posee una idiosincrasia personal de
cambios orgánicos son más débiles. expresión (especificidad individual).

Inversamente, la activación voluntaria de


las manifestaciones de una emoción debería darnos
esa emoción. Ahora bien, cualquier

emoción, por simple que sea, está producida por tantos actos reflejos que en la práctica sería difícil activarlos
artificialmente; por lo que, por este camino, como el propio James reconoció, parece casi imposible probar o
refutar esta teoría.

"Lo que nos dificulta tanto el reproducir en frío la expresión completa y global de cualquier
emoción es el número inmenso de porciones del cuerpo que se modifican en cualquiera de ellas".
(James, 1884/1985, p. 61).

Por lo tanto, debido a este significativo número de actos reflejos, sus peculiaridades, el alto número de
objetos o situaciones que pueden desencadenarlos, etc., la teoría de James defiende un alto grado de
especificidad de las reacciones emocionales.

Por un lado, cada una de las emociones se caracteriza por un conjunto diferente y propio de procesos
corporales que ocurrirían juntos; es decir, existirían patrones viscerales y motores diferenciados para cada
emoción (patrón de respuesta emocional). Si los estados emocionales surgen como consecuencia de los cambios
corporales, cabe deducir entonces que estados emocionales similares deberán estar generados por cambios
sustancialmente iguales (patrones). Sin embargo, James señala la dificultad de encontrar dos reacciones
emocionales similares:
"el lenguaje ha discriminado algunas, como odio, antipatía, animosidad... etc.; pero en los diccionarios
de sinónimos nos encontramos estos sentimientos diferenciados más por sus estímulos objetivos
especiales que por su carácter consciente o subjetivo" (James, 1890/1981, p. 1064).

Por otro lado, para cada persona existe un cierto grado de idiosincrasia personal de expresión, así como
una gama distinta de objetos que la producen, de tal forma que el sentimiento de esa combinación específica,
sería también una
emoción específica (especificidad individual). Tabla 5
"...casi todos tenemos alguna idiosincrasia personal
de expresión..." (James, 1890, p. 1064). Críticas a la teoría de
James
Las cinco objeciones que Cannon (1915)
Finalmente, James insiste con distintos señala a la teoría de James y los trabajos de
argumentos en que hay que cambiar el enfoque con investigación desarrollados sobre cada punto:
el que se ha venido estudiando la emoción:
debe ser estudiada como un proceso, no desde un La separación entre las vísceras (S.N.A.) y el SNC
enfoque de contenidos (los contenidos son no altera la conducta emocional.
cambiantes, los procesos no; los contenidos sólo Sherrington (1900)
podemos describirlos o clasificarlos, con los Cannon (1915)
procesos podemos experimentar y preguntarnos el - Dana (1921)
cómo y el por qué). Hohman (1966)
Jasnos y Hackmiller (1975)
Esta teoría, a lo largo de la historia de la Lader y Tyrer (1975)
psicología, ha sido rechazada y retomada en
distintas ocasiones, lo que probablemente muestra Los mismos cambios viscerales se producen en
el escaso desarrollo alcanzado en este campo. estados emocionales
Siendo una de las primeras teorías sobre las
emociones, sigue apareciendo descrita en cualquier y en estados no
diferentes
manual de psicología que incluya un capítulo sobre
emocionales.
este tema. Se considera que esta teoría abrió una Landis (1924)
tradición de estudios o línea de investigación que
- Ax (1953)
ha dado lugar a una nueva disciplina: la
Wolf y Wolf (1943)
psicofisiología.
Candland y cols. (1977)
- Ohman (1987)
3.4. La línea neurológica Las vísceras son estructuras esencialmente
insensibles.
Cannon (1915) señala cinco objeciones a la
teoría de James (Véase Cano Vindel y Las respuestas del S.N.A. son muy lentas,
Aguirregabiria, 1989): tienen latencias muy largas, mientras que las
reacciones emocionales son rápidas.
1.- La separación entre la información Mandler (1988)
visceral y el SNC no altera la conducta emocional.
Los cambios viscerales producidos
En este sentido, además de los trabajos de artificialmente, no van seguidos
Sherrington de principios de siglo, el propio necesariamente de emoción.
Cannon realizó experimentos con animales, a los Marañón (1924)
que cortaba las conexiones entre S.N.C. y S.N.A. - Lader (1982)
En humanos, podemos citar trabajos como los de Greenblat y Schader (1982)
Dana (1921) en el que se comprobó la permanencia
de emociones en una mujer con sección cervical.
Hohmann (1966) encontró que cuanto más alta era
la lesión medular, mayor descenso de la
emotividad (estos resultados podrían ser un apoyo indirecto a la teoría de James). Jasnos y Hackmiller (1975)
trabajaron también con personas con lesión medular. Les presentaban imágenes de mujeres
(vestidas, desnudas y lesionadas). Comprobaron que a mayor lesión (menos información autonómica), se daba
una menor excitación. Sin embargo, en la presentación de mujeres lesionadas no aparecían resultados
equiparables a los anteriores. Lader y Tyrer (1975) apuntan el hecho de que los sujetos de Hohmann podían
estar deprimidos a causa de su lesión y del cambio que ésta había significado en sus vidas. Del mismo modo, los
resultados de Jasnos y Hackmiller podrían interpretarse en el sentido de cómo la lesión pudo influir en la
evaluación de la mujer como estímulo sexual.

2.- Los mismos cambios viscerales se producen en estados emocionales diferentes y en estados no
emocionales.

Landis (1924), intenta demostrar que los cambios fisiológicos eran similares en las distintas emociones.
Sus resultados no fueron del todo satisfactorios. Ax (1953), encuentra pautas fisiológicas distintas entre dos
emociones: la ira y el miedo. El lo explica como debido a la acción de la noradrenalina y la adrenalina (miedo).
Wolf y Wolf (1943), ante una gran variedad de situaciones, encontraron dos patrones fisiológicos distintos.
Candland, Fell, Kee, Leshner, Plutchik y Tarpy (1977), tras revisar los escasos estudios existentes, afirman que
existe una relación inespecífica entre estado emocional y estado fisiológico. Es decir, en general no existe
evidencia suficiente que demuestre que estados emocionales diferentes sean causados por estados viscerales
diferentes. Sin embargo, Ohman (1987) concluye que los datos apoyan una cierta diferenciación emocional a
nivel cardiovascular y psicofisiológico-facial.

3.- Las vísceras son estructuras esencialmente insensibles.

Esta afirmación de Cannon posiblemente sea una de las críticas más inconsistentes. Las vísceras poseen
una sensibilidad difusa, de hecho, los trabajos de biofeedback demuestran que pueden condicionarse.

4.- Las respuestas del S.N.A. son muy lentas, tienen latencias muy largas, mientras que en las
reacciones emocionales no es así, son rápidas.

Se ha visto que existen otros sistemas que Tabla 6


suplirían este déficits, por ejemplo,las respuestas
esqueléticas condicionadas y la imaginación La línea neurológica (Cannon)
autónoma (Mandler, 1988). Del mismo modo, la
emoción puede experimentarse aún cuando ha
desaparecido el estímulo que la provoca.
CARACTERISTICAS:
5.- Los cambios viscerales producidos -La emoción es una actividad del S.N.C., no
artificialmente, no van seguidos necesariamente de del S. Periférico. La actividad autonómica y
emoción. somática acompaña a la emoción y prepara
para la acción
Un apoyo a esta afirmación sería el experimento -La activación fisiológica es general y no
de Marañón. A pesar de todo, los cambios específica
viscerales parecen ser condición necesaria para la -Se estudian las estructuras neurales
implicadas en la reacción emocional
emoción, conjuntamente con los factores
cognitivos. Por otra parte, diversos trabajos (Lader,
MODELOS:
1982; Greenblatt y Schader, 1982), han señalado
como en emociones como la ansiedad, los -Papez
bloqueantes beta-adrenérgicos provocan una MacLean
disminución de las respuestas fisiológicas de Pribram
ansiedad, lo cual, hasta cierto punto, apoyaría la
teoría de James. CRITICAS:
-Localizacionismo
-Activación general
-Experimentos con animales: olvidan la
experiencia emocional
Finalmente, el propio Cannon formula un nuevo modelo que ha dado lugar a toda una tradición, la
neurológica, que nace casi por oposición a la anterior (orientación psicofisiológica). Veámosla.

Las críticas de Cannon (1927, 1931) a esta teoría hicieron que los cambios autonómicos y somáticos
dejaran de entenderse como antecedentes causales de la emoción (cuya percepción genera tanto la cualidad
como la intensidad emocional) y pasaran a ser concomitantes homeostáticos de la misma (indicadores tan sólo
de la intensidad emocional, que acompañan a la conducta emocional y preparan para la acción).

Así, la teoría emergentista de las emociones de Cannon (1929, 1931) defiende que los cambios
corporales cumplen la función general de preparar al organismo para la acción en situaciones de emergencia. La
rama simpática del Sistema Nervioso Autónomo (S.N.A.) moviliza la energía; mientras que la rama
parasimpática cumple una función contraria, de conservación de la energía. Pero los cambios serían similares
para las distintas emociones, variando solo en intensidad. La emoción sería un fenómeno central, en el cual juega
un papel importante el tálamo óptico (ahora llamado hipotálamo), que por un lado envía impulsos a la corteza
(experiencia emocional) y, por otro, manda impulsos al sistema nervioso periférico (cambios fisiológicos), que
genera la energía para la acción.

Durante los años siguientes la teoría de Cannon ejerció una gran influencia, desarrollándose las teorías
sobre los mecanismos neurales centrales de la emoción. Asimismo, desde esta nueva perspectiva, la conducta
emocional va acompañada de un estado fisiológico de activación, en general alto, aunque las diferentes
emociones ocupan distintas posiciones en el continuo de activación. Es lo que se conoce como teoría de la
activación general.

3.5. La línea dinámica

Esta línea surge en el campo clínico, más que en el campo experimental, de la mano de Freud, y como
explicación alternativa a la organicista (predominante en la época) sobre la neurosis, basándose para ello, en la
dinámica de los aspectos inconscientes del individuo. Esta interpretación de las neurosis, elaborada por Freud, le
llevó a una compleja teoría psicológica de la personalidad, de la motivación, de la emoción, del desarrollo
evolutivo y de la psicoterapia, cuyas aportaciones teóricas se centran en tres áreas: los aspectos dinámicos, los
aspectos estructurales y los aspectos evolutivos de la personalidad normal y patológica.

En la primera tópica (inconsciente, preconsciente y consciente) se encuentran ya algunos elementos


dinámicos, pero estos serán desarrollados en la segunda (yo, ello y super-yo). La dinámica motivacional de la
personalidad está modulada por componentes estructurales.

La dinámica de estos tres sistemas produce a veces conflictos que de no resolverse se manifiestan en
forma de síntomas neuróticos. El método para superar estos conflictos y eliminar los síntomas neuróticos sería el
psicoanálisis, que proporcionaría el conocimiento necesario de la naturaleza de la estructura psíquica del propio
individuo. Los métodos que se utilizan en el psicoanálisis son: la asociación libre, la interpretación de los sueños,
análisis de chistes y actos fallidos, etc.

Dentro de esta escuela destaca la ausencia de trabajos experimentales por contrastar la teoría. Rapaport
(1950) reconoce que Freud manejaba indistintamente hechos observados o interpretaciones de los mismos.
Fuera de la propia escuela, en los años 40 y 50, varios investigadores de la universidad de Yale, en torno a Clark
Hull, trataron de integrar los conceptos y principios básicos del condicionamiento con los del psicoanálisis, y
validar experimentalmente algunos de los conceptos motivacionales propuestos por el psicoanálisis: la
represión, el conflicto, la ansiedad, la frustración, etc. El resultado fue decepcionante: falta de claridad de los
postulados psicoanalíticos, limitaciones del modelo animal adoptado, problemas inherentes a las exigencias del
laboratorio, etc., acabaron con cualquier interés por poner a prueba las hipótesis psicoanalíticas y desarrollaron
más el interés por modelos teóricos conductuales, lo que daría lugar a la Terapia de Conducta (Wolpe, 1958;
Eysenck, 1959; Eysenck y Rachman, 1965).
3.6. Los enfoques conductistas

Sin duda, la emoción que más ha sido estudiada por los teóricos del aprendizaje es el miedo. El campo
aplicado que más directamente ha recibido los frutos de estos estudios es el de la eliminación de fobias;
entendidas estas como miedos intensos
a estímulos concretos, en general, fácilmente
Tabla 7
condicionables. Estos estudios se han extendido
también a otras emociones, como la ansiedad, y a
Los enfoques conductistas
trastornos emocionales similares.

Parece que el primer modelo que explica la


emoción humana como resultado de un CARACTERISTICAS:
condicionamiento clásico apareció -Conducta emocional: se aprende como
históricamente con el experimento de Watson y cualquier otra
Rayner (1920). En este experimento se generó en un -Situacionismo, análisis funcional de los
niño de once meses una respuesta de temor a trastornos
estímulos previamente no temidos, mediante siete -Contrastación empírica, metodología
ensayos en los que se emparejaban un E.C. (rata rigurosa
blanca) con un E.I. (ruido intenso). Este -Desarrollo de técnicas: modificación de
experimento no siempre ha podido ser replicado conducta
(véanse Bootzin y Max, 1981 y Delprato y
McGlynn, 1984, para una revisión), pero supuso la MODELOS:
base para la formulación del modelo del -El modelo del C.C. (Condicionamiento
condicionamiento clásico de conducta emocional en Clásico) de Watson y Rayner (1920)
humanos. -Modelo bifactorial de Mowrer (1939)
-El modelo de C.I. (Condicionamiento
Mowrer (1939) formuló un modelo sobre la Instrumental)
ansiedad en términos de estímulos, respuestas y -Modelos de aprendizaje cognitivo
refuerzos. El miedo o ansiedad sería una respuesta -Modelo de la incubación de Eysenck
aprendida que podría actuar como impulso, cuya
reducción inmediata serviría de recompensa. "En CRITICAS:
resumen, la ansiedad (el miedo) es la forma -Reformulación cognitiva del aprendizaje
condicionada de la reacción de dolor, la cual -Fenómenos que no ha podido explicar
tiene la muy útil función de motivar y reforzar la
conducta que
tiende a evitar o prevenir la repetición del estímulo (incondicionado) que produjo el dolor" (Mowrer, 1939,
p. 555, negritas en el original).

En 1947 (Mowrer, 1947) elaboró el modelo de los dos factores, según el cual la conducta fóbica se
aprendería en una secuencia de dos partes o estadios. Primero, por condicionamiento clásico, un estímulo neutro
que no elicita respuestas emocionales se asocia a un estímulo incondicionado, llegando a producir una respuesta
emocional condicionada negativa; es decir, se transforma en un estímulo condicionado. Segundo, este estímulo
condicionado se convierte en un estímulo discriminante de la respuesta de evitación que pone fin a la respuesta
emocional condicionada negativa, lo cual resulta reforzante.

El modelo de los dos factores podría explicar muchas fobias adquiridas por un suceso traumático, pero
presenta una serie de problemas. Uno, que a veces no hay tal suceso traumático. Dos, )por qué persiste la fobia
en los casos en que no se vuelven a asociar el estímulo condicionado y el estímulo incondicionado?. Mowrer
(1950) intenta explicar este último fenómeno con lo que él llama "paradoja neurótica" y Solomon y Wynne
(1954) reformulan el modelo; pero parece que este modelo no puede explicar este fenómeno. Tres, las respuestas
fisiológicas son más lentas de activar que la respuesta de evitación, por lo que las primeras no pueden ser causa
de la segunda. La ansiedad o respuesta emocional condicionada no jugaría un papel relevante en la respuesta
de evitación. "No es que el
estímulo llegue a ser aversivo sino que los individuos han aprendido a anticipar consecuencias aversivas"
(Bandura, 1977, p. 209).

Hammond (1970) resume el modelo de Mowrer y el de Rescorla y Solomon, relacionando


condicionamiento clásico, condicionamiento operante y correlatos psicofisiológicos, tanto para animales como
humanos. Define la emoción como un estado central del organismo que es elicitado por importantes sucesos
estimulares aprendidos y no aprendidos. Los no aprendidos serían las recompensas y los castigos. Los
aprendidos serían señales que, mediante condicionamiento clásico, han adquirido la capacidad de elicitar
respuestas similares a las que son controladas por recompensas y castigos, en particular las respuestas generales
de acercamiento y evitación. Así pues, los estados emocionales condicionados podrían actuar como incentivos.

Borkovec (1976, 1979) ha ampliado este modelo de los dos factores a la evitación cognitiva y percepción
autonómica. Las respuestas de evitación cognitiva mediarían en el mantenimiento de la ansiedad y la percepción
autonómica jugaría un cierto papel en el mantenimiento y reducción de la ansiedad. Así, aunque un paciente
fóbico no evite conductualmente el estímulo fóbico (estímulo condicionado), que no va seguido del estímulo
incondicionado, la evitación cognitiva podría explicar el mantenimiento de la respuesta de ansiedad.

En algunos casos las respuestas fóbicas son reforzadas positivamente (condicionamiento instrumental), no
sólo por la desaparición de la respuesta condicionada de miedo, sino por recompensas sociales. Tal vez sea el
caso de algunos miedos femeninos. Sin embargo, si se impide al sujeto dar la respuesta de evitación (Solomon,
Kamin y Wynne, 1953) su conducta se vuelve tan agitada que no parece que el condicionamiento instrumental
por si solo pueda explicar este fenómeno. Pero, como Kimmel y Brennan (1981) señalan, el condicionamiento
instrumental no sólo modifica las respuestas músculo-esqueletales sino también las autonómicas y, por lo tanto,
puede complementar al condicionamiento clásico en la explicación del aprendizaje emocional.

El experimento clásico de Bandura y Rosenthal (1966) demostró como se pueden aprender respuestas
autonómicas por aprendizaje vicario. El modelado pasó así a ser otro modelo explicativo de la adquisición de
fobias. El aprendizaje de una conducta fóbica podría incluso producirse por instrucción verbal en ausencia de
cualquier observación directa de un modelo (Craig, 1968). No obstante, cuando se interroga a sujetos con fobias
sobre el posible origen de su problema (Rimm y cols., 1977) son muy pocos los que relacionan sus miedos con
el aprendizaje vicario, frente a los que relacionan su adquisición con experiencias directas. Se han realizado
algunos trabajos sobre la importancia de los distintos tipos de aprendizaje en relación a la adquisición de fobias,
en los que mediante el informe retrospectivo se suele encontrar que la mayor parte de las fobias suelen ser
aprendidas por experiencia directa traumática con el estímulo fóbico (condicionamiento clásico).

El problema de detectar la presencia de un estímulo incondicionado en una experiencia natural de


condicionamiento fóbico podría ser soslayado por la sugerencia de que una serie de estímulos interoceptivos
difíciles de identificar podrían elicitar fuertes respuestas de ansiedad. Ost y Hugdahl (1983) encontraron que el
81% de sus pacientes agorafóbicos severos recordaban un ataque de pánico en la situación que posteriormente se
transformaría para ellos en fóbica, mientras que sólo un pequeño número de estos pacientes recordó estímulos
incondicionados específicos que pudieran haber provocado la primera reacción de pánico.

El modelo de la incubación de Eysenck (1968, 1976, 1980, 1985) pretende explicar la persistencia, e
incluso aumento, de respuestas fóbicas sin necesidad de un reaprendizaje sostenido por la presencia de estímulos
incondicionados.

Eysenck propone una remodelación de la extinción en el condicionamiento clásico. Al presentarse sólo el


estímulo condicionado pueden ocurrir dos cosas, bien que pierda fuerza para elicitar la respuesta (formulasen
tradicional de la extinción), bien que la gane. El que ocurra una cosa y no la otra depende del tipo de respuesta
condicionada; esto es, de si tiene propiedades motivacionales o no.
Habría respuestas condicionadas que no siempre podrían ser provocadas por un estímulo condicionado
(haría falta un estado de deprivación en el organismo, por ejemplo), mientras que otras respuestas condicionadas
serían elicitadas siempre por un determinado estímulo condicionado. Cuando el estímulo condicionado elicita
una respuesta condicionada motivacional, la sola presentación del estímulo condicionado genera una mayor
respuesta condicionada y no su extinción. Así, habría la misma motivación para eludir el estímulo condicionado
que el estímulo incondicionado. Véanse Bersh (1980) y Sandín y Chorot (1989) para una revisión crítica de esta
teoría.

Los modelos cognitivos apuntan que los pensamientos irracionales, autoinstrucciones, etc. pueden
aumentar el arousal y facilitar las respuestas de miedo. Así, por ejemplo, Bandura (1987) señala que para que se
produzca aprendizaje emocional debe haber conciencia de la relación entre los estímulos asociados; pero,
además, el sujeto debe autoactivarse mediante procesos cognitivos (Bandura y Rosenthal, 1966). En algunos de
estos modelos la preocupación y la percepción autonómica (Borkovec, 1976, 1979; Tuma y Maser 1985) juegan
un cierto papel en la explicación de la ansiedad.

La ansiedad en humanos puede ser condicionada tanto a estímulos simbólicos como físicos. Los procesos
simbólicos están en la base del modelado y del aprendizaje por transmisión de información (Rachman, 1978).
Por lo tanto, dado el importante papel que el modelado, la información, la imaginación y el lenguaje tienen sobre
el arousal emocional, desde este enfoque parece plausible considerar que las reacciones emocionales están
controladas centralmente, en lugar de pensar que son simplemente el resultado de un condicionamiento
pavloviano (Bootzin y Max, 1981).

El fenómeno de la indefensión aprendida (Seligman, 1975; Abrahamson, Seligman y Teasdale, 1978;


Maldonado López, 1982; Ferrándiz, 1989) también se ha utilizado para explicar algunos trastornos emocionales,
tales como la depresión (Brewin, 1988).

Otros conceptos cognitivos que aparecen en las teorías del aprendizaje son la controlabilidad (Rachman,
1978) o control percibido (Seligman, 1975), la predictibilidad (Miller, 1981; Obrist, 1976, 1981) y las
expectativas de eficacia (Bandura, 1977). Véase Bootzin y Max (1981) para un resumen de estos puntos.

Por otro lado, se ha demostrado que las técnicas cognitivas mejoran la eficacia de las técnicas de tipo
fisiológico y motor sobre tratamiento de fobias, siendo las más indicadas en la reducción de trastornos
emocionales a nivel subjetivo. Las teorías cognitivas de los trastornos emocionales que han generado técnicas
específicas de tratamiento cognitivo son ya teorías puramente cognitivas que nada tienen que ver con las teorías
del aprendizaje (Beck, 1974, 1976; Meichenbaum, 1972, 1987; Meichenbaum y Jaremko, 1987; Meichenbaum y
Turk, 1987; Mahoney y Freeman, 1988).

Como ya vimos al estudiar el enfoque de los tres sistemas de respuesta, otra cuestión sobre la que se ha
estudiado es si el tipo de aprendizaje que ha generado la fobia (cuando es posible determinarlo) influye en sus
características o patrón de respuestas (tipo de reactividad, o mayor predominio de respuestas cognitivas,
fisiológicas o motoras).

Las hipótesis generadas por Rachman (1977, 1978a, 1978b) en este sentido han sido parcialmente
corroboradas por Ost y Hugdahl (1981), concluyendo que las fobias a animales inofensivos adquiridas por
condicionamiento clásico se caracterizan por una mayor reactividad fisiológica; mientras que las adquiridas por
aprendizaje vicario e información producen una mayor reactividad cognitiva.

Estos resultados explicarían la sugerencia de Wolpe (1981), parcialmente confirmada por Ost (1985),
sobre la interacción entre tipo de aprendizaje de la fobia y tipo de tratamiento, en la eficacia de estos, según la
cual las técnicas cognitivas serían más eficaces para las fobias adquiridas cognitivamente (aprendizaje vicario
y/o transmisión de información) y las técnicas de tipo fisiológico serían más eficaces en las fobias adquiridas
por experiencia directa con el estímulo fóbico (condicionamiento clásico).
Quedan aún muchas cuestiones por responder (Granger, 1981), a las que las teorías del aprendizaje no
han dado solución; destacan dos fenómenos a los que los distintos modelos no parecen dar cuenta
adecuadamente: Uno, )por qué se adquieren más unas fobias que otras?; dos, )por qué unas personas las
adquieren y otras no?

Para la primera cuestión Seligman (1971), partiendo del hecho demostrado de que, para algunas especies,
ciertas configuraciones sensoriales son más fácilmente condicionables que otras, propone que las fobias son
quizás el resultado de un
condicionamiento clásico a estímulos a los que
el organismo está biológicamente predispuesto a Tabla 8
reaccionar por su relevancia filogenética (Orr y
Lanzetta, 1984; Lanzetta y Orr, 1981; Buceta, 1983; El enfoque
Ohman, 1987). Sería más fácil condicionar una conductista:
respuesta de miedo a las serpientes (relevancia problemas sin resolver
filogenética) que a un enchufe eléctrico (relevancia
ontogenética). Una explicación similar se podría El enfoque conductista presenta algunos
encontrar para el caso del fetichismo y de las problemas a los que no puede dar solución desde
obsesiones (Marks, 1987). su posición:

Sin embargo, en los experimentos de En algunos sujetos no se han condicionado


laboratorio no parece que el condicionamiento de respuestas autonómicas, pero sí se dan respuestas
estímulos preparados sea más fácil, aunque tal vez de evitación (recuérdese el modelo de Mowrer).
sí resulte más difícil su extinción (Huertas, 1986,
1989). En definitiva, podría haber ciertos Laboratorio: condiciones precisas para
"constreñimientos biológicos" (Ohman, Dimberg y condicionar una respuesta emocional. Vida real:
Ost, 1985; Ohman, 1987) al aprendizaje emocional. no siempre se reúnen y, sin embargo, las personas
adquieren fobias.
Para la segunda cuestión relativa a las
diferencias individuales, tan solo señalaremos que Muchos pacientes no recuerdan ningún
la teoría de personalidad de Eysenck (1967, 1968,
1976) pretende que las diferencias individuales de suceso traumático relacionado con su
personalidad (neuroticismo y extraversión), problema.
producto de la integración entre la herencia y el
ambiente, serían suficientes para explicar las Se pueden adquirir y reducir miedos por
diferencias individuales en el grado de observación
"condicionabilidad" o diferencias en la adquisición
de las fobias (Strelau y Eysenck, 1987). Intensos estímulos ambientales (guerra), no
siempre generan condicionamiento emocional.
Se podrían hacer muchas más objeciones a
las teorías del aprendizaje, en sus intentos de Notables fracasos al intentar generar respuestas
explicar la adquisición de trastornos emocionales. emocionales condicionadas en el laboratorio
Por ejemplo, se ha comprobado (Rachman, 1976) (choques eléctricos y respuesta de aversión al
que en las situaciones de máximo peligro, como las alcohol).
vividas durante los bombardeos en la II Guerra
Mundial, las personas tienden a desarrollar muy No se cumple el principio de
pocos miedos. Los datos sobre edad a la que se equipotencialidad de los estímulos: 1)
suelen adquirir con mayor probabilidad fobias
estímulos "preparados"; 2) no todos los
revelan la existencia de ciertas edades críticas,
emparejamientos entre diferentes tipos de
fenómeno este difícil de explicar por leyes
estímulos son igualmente condicionables.
generales del aprendizaje.
- A veces no se da la extinción de la R.E.C.
Parece que la pretensión de explicar la adquisición de cualquier conducta emocional (y, por lo tanto, los
trastornos emocionales), como cualquier otra conducta, en base a teorías generales
interespecie del aprendizaje, se encuentra no solo con las limitaciones que han ido apareciendo en los últimos
casi treinta a|os, referidas a la especificidad del condicionamiento humano (Huertas, 1989), sino que además la
conducta emocional podría presentar otras peculiaridades añadidas, una serie de fenómenos (miedos preparados,
ausencia de trauma en casos clínicos, fracasos en la adquisición y en la extinción, distribuciones inexplicables de
las poblaciones fóbicas, etc.) que no pueden ser explicados por principios generales (Delprato y McGlynn,
1984), sino que han de ser explicados por hipótesis más concretas (Mineka, 1985). Por ello, se han ido
elaborando teorías más específicas del aprendizaje emocional, que incluyen elementos cognitivos, aunque casi
siempre referidas a la ansiedad o el miedo (Borkovec, 1979; Rachman, 1977, 1980; Delprato y McGlynn,
1984; Mineka, 1985; Rachman, 1985;
Tuma y Maser, 1985; Rachman y Maser, 1988; Davey, 1987, 1989).

Sin embargo, estas teorías cuentan a su favor con el mérito de haber sometido a contrastación empírica
sus postulados y haber desarrollado técnicas eficaces de tratamiento, desde una metodología experimental
(Turner, 1984; Reiss y Bootzin, 1985; Tuma y Maser, 1985; Michelson y Ascher, 1987; Ost y Jansson, 1987;
Eysenck y Martin, 1987; Last y Hersen, 1988; Ost, 1989).

3.7. Las teorías de la activación

El término activación hace referencia a una dimensión de tipo fisiológico subyacente a la conducta
emocional. Como tal dimensión podría entenderse como un continuo con dos extremos, en un extremo estaría el
sueño, que sería un punto de mínima activación corporal y, en el otro extremo, podemos imaginar una emoción
muy intensa, tal como pánico o miedo intenso, ansiedad, ira, alegría, etc., que podría alcanzar niveles
patológicos. La activación en este sentido supondría la fuerza o energía básica para realizar o ejecutar una
conducta, o que está presente en cada conducta. Desde este punto de vista los cambios fisiológicos son
interpretados como índices de la intensidad de las emociones, sin tener en cuenta su dirección o cualidad.
Véanse Lang (1971), Vila (1981a) y Ohman (1987), que presentan una breve historia crítica del concepto de
activación, Weiss (1988) que propone una reconceptualización de este concepto basada en datos psicobiológicos
relacionados con ejecución motora, o Frankenhaeuser (1975) y Mandler (1975) que recogen la evidencia empírica
interpretada en su favor.

Las teorías de finales del siglo pasado de James (1884) y Lange (1885) sobre la emoción sostienen que
ésta consiste en la sensación de los cambios corporales, tal y como se van produciendo tras la percepción del
hecho desencadenante. Por lo tanto, esta formulación se considera como la expresión de una teoría periférica de
la emoción que defiende la necesidad de que existan patrones viscerales específicos para distintas emociones
(Fernández Dols y Ortega, 1985; Vila, 1981a, 1985; Cano y Aguirregabiria, 1989).

Las críticas de Cannon (1927, 1931) a esta teoría (la simpatectomía no hace desaparecer la conducta
emocional, los mismos cambios viscerales se producen en emociones diversas, las vísceras no pueden
proporcionar una diferenciación precisa de los procesos fisiológicos, etc.) hicieron que los cambios autonómicos
y somáticos dejaran de entenderse como antecedentes causales de la emoción (cuya percepción genera tanto la
cualidad como la intensidad emocional) y pasaran a ser concomitantes homeostáticos de la misma (indicadores
tan sólo de la intensidad emocional, que preparan para la acción).

Así, la teoría emergentista de las emociones de Cannon (1929, 1931) defiende que los cambios corporales
cumplen la función general de preparar al organismo para la acción en situaciones de emergencia. La rama
simpática del Sistema Nervioso Autónomo (S.N.A.) moviliza la energía; mientras que la rama parasimpática
cumple una función contraria de conservación de la energía. Pero los cambios serían similares para las distintas
emociones, variando sólo en intensidad. La emoción sería un fenómeno central, en el cual juega un papel
importante el tálamo, que por un lado envía impulsos a la corteza (experiencia emocional) y, por otro, manda
impulsos al sistema nervioso periférico (cambios fisiológicos), que genera la energía para la acción.
Durante los años siguientes la teoría de Cannon ejerció una gran influencia, desarrollándose las teorías
sobre los mecanismos neurales centrales de la emoción. Asimismo, desde esta nueva perspectiva, la conducta
emocional va acompañada de un estado fisiológico de activación, en general alto, aunque las diferentes
emociones ocupan distintas posiciones en el continuo de activación. Es lo que se conoce como teoría de la
activación general.

Así, para Duffy (1930) los cambios fisiológicos periféricos, tanto del Sistema Nervioso Autónomo como
del Sistema Somático, reflejaban los diferentes niveles de "movilización de energía" o activación que
acompañan a los estados emocionales y motivacionales.

Posteriormente, el inicio de los trabajos sobre actividad electroencefalográfica y sobre el Sistema de


Activación Reticular (S.A.R., Moruzzi y Magoun, 1949), hacen que se estudie la activación como un fenómeno
central y no periférico, lo que dio lugar a teorías como la de Lindsley (1951, 1957) sobre activación cortical de
la emoción.

Pero el concepto de activación supone la existencia de un único proceso de activación en el que los
sistemas autonómico, cortical y somático estarán perfectamente integrados y sincronizados. El constructo
unitario de activación emocional podría ser operativizado, incluso, por una única medida de tipo fisiológico; así
mismo, el concepto de impulso (básico en la teoría del aprendizaje de Hull) fue equiparado a la medida de la
ansiedad manifiesta (M.A.S., Taylor, 1953, 1956; Spence y Spence, 1966).

Sin embargo, como demostró Lacey en 1967, esto no es así: la actividad autonómica, cortical y
conductual constituyen formas diferentes de activación o arousal, que no siempre correlacionan perfectamente,
como ya hemos visto. E incluso respuestas de un mismo sistema no siempre correlacionan, especialmente en el
sistema fisiológico, en el que se han estudiado fenómenos tales como el fraccionamiento de respuesta la
especificidad situacional y la estereotipia individual.

La disociación de numerosos sistemas funcionales, tanto en el sueño como en la vigilia, ha llevado a


considerar la existencia de varios sistemas de activación (Lacey, 1967). La activación es considerada así por
Lacey como multidimensional.

3.8. Las teorías cognitivas

Las teorías cognitivas de la emoción centran la explicación de la emoción en una consecuencia


postcognitiva de una serie de procesos cognitivos: evaluación de la situación y del afrontamiento (Lazarus y
Folkman, 1986), atribución de causalidad (Weiner, 1988), evaluación de expectativas y de conformidad con las
normas sociales (Scherer, 1984a, 1984c, 1988), representaciones perceptivas, interpretaciones o evaluación y
afrontamiento (Leventhal, 1979, 1980, 1982, 1984a; Leventhal y Tomarken, 1986), evaluación de expectativas y
objetivos (Ortony y Clore, 1981), evaluación del mundo en función de los intereses propios (Frijda, 1986, 1987),
etc.

Las teorías cognitivas de la emoción postulan una serie de procesos cognitivos (evaluativos, atributivos,
de etiquetado, representaciones perceptivas, etc.) que se sitúan entre la situación estimular y la respuesta
emocional. También estudian los contenidos subjetivos (representaciones cognitivas y afectivas) que se
manifiestan en la reacción emocional (experiencia subjetiva). Por lo tanto, estas teorías distinguen entre procesos
cognitivos y contenidos cognitivos.
Algunas teorías cognitivas defienden que los procesos de valoración cognitiva (Lazarus y Folkman, 1986)
son los que desencadenan la reacción emocional. En cambio, otras teorías resaltan procesos de atribución y
etiquetado (Schachter, 1964), como los determinantes de una emoción. Mientras otras hacen referencia general a
"procesamiento emocional" (Raciman, 1980).

En los procesos de evaluación, generalmente


se valora la situación. A veces, también, las
posibilidades de responder adecuadamente a las Tabla 9
demandas de la situación (habilidades personales
para afrontar la situación). La valoración de la El enfoque cognitivo
situación como amenazante para el individuo suele CARACTERISTICAS:
ser el elemento desencadenante de la reacción -La conducta emocional es consecuencia de la
emocional, que luego puede ser modulada por otros actividad cognitiva que el sujeto realiza
procesos valorativos. sobre la situación: elaboración,
interpretación, valoración, atribución,
En los procesos de etiquetado, lo que se etiquetado, expectativas, etc.
etiquetan son las claves externas e internas -Esta actividad cognitiva determina la cualidad
(Strongman, 1973), es decir, las claves situacionales emocional (en algún modelo también la
y el estado de activación corporal (Schachter). El intensidad).
etiquetado supone una diferenciación del tipo de
emoción a nivel subjetivo (cualidad emocional). MODELOS:
-Tª bifactorial de Schachter y Singer
También es importante en algunas teorías -Tª de la interpretación cognitiva de Mandler
cognitivas de la emoción el concepto de atribución -Tª de la valoración cognitiva de Lazarus
(Weiner, 1985, 1986,1988). La atribución es un -Tª de la atribución de Weiner
proceso cognitivo por el cual se relacionan -Tª de Scherer
causalmente dos fenómenos. Por ejemplo, en la
teoría de Schachter, para que se dé una emoción, el CRITICAS:
individuo debe atribuir el estado de excitación a las -Escaso interés por los datos
claves ambientales (a estímulos potencialmente -Críticas de Zajonc
emotivos). -Críticas de Izard

Por supuesto, existen otros conceptos


cognitivos que son también utilizados por éstas y
otras teorías de la emoción, como ya veremos,
tales como: expectativas, control percibido, valores, objetivos, interpretación, etc.

3.8.1. Modelo de Schachter y Singer (bifactorial: activación más procesos cognitivos)

En el año 1924 Marañón publicó un artículo en la Revue Française d'Endocrinologie en el que


demostraba que los estados de excitación provocados por una inyección de adrenalina (un simpático-mimético)
no eran vividos por los sujetos como auténticas emociones, sino como unos "estados fríos", sin tinte emocional.

Sin embargo, estas emociones frías podían desembocar en estados propiamente emocionales si al efecto
de la adrenalina se sumaba cierta actividad cognitiva por parte del sujeto, como por ejemplo evocar ciertos
recuerdos; aunque las actividades cognitivas por sí solas no generaban emociones concretas.

Schachter y Singer (1962), basándose en el estudio de Marañón, llevaron a cabo un experimento en el que
se manipulaban el estado de activación del sujeto (arousal) y las claves cognitivas que supuestamente le
permitirían interpretar dicho estado. Este experimento se ha hecho tan famoso que aparece descrito en infinidad
de trabajos sobre la emoción.
A los sujetos del experimento no se les confesaban los verdaderos objetivos del mismo. Se les decía que
se quería comprobar la influencia de algunos fármacos sobre la vista, por lo que deberían ser inyectados. En
realidad, se manipulaban tres variables:

1. El estado de activación o arousal.

2. La información acerca de los efectos que iban a experimentar con la inyección (atribución de
causalidad).

3. Las claves situacionales inductoras de cogniciones emocionales.

Para manipular el estado de activación fisiológica, a unos pacientes se les infectaba una dosis de
epinefrina (forma sintética del mediador clínico del simpático), mientras que a los otros (que serían el grupo de
control) se les infectaba un placebo inocuo. Los efectos subjetivos de la epinefrina son, normalmente,
palpitaciones (debidas a la aceleración del ritmo cardíaco), temblores musculares, y, a veces, respiración
agitada. Por lo tanto, esta variable tomaba dos valores que eran asignados a dos grupos: uno experimental
(epinefrina) y otro de control (placebo).

La información acerca de los efectos que experimentarían con la inyección se manipulaba de la siguiente
forma: a un grupo se le describían los síntomas reales de la epinefrina (grupo bien informado), a otro grupo se le
informaba que iba a experimentar una serle de síntomas que no produce la epinefrina (grupo mal informado); y,
finalmente, a un tercer grupo no se le informaba sobre sintomatología alguna (grupo no informado).

Por último, la situación ambiental emocional se manipuló haciendo pasar a los sujetos por dos situaciones
diferentes: una provocadora de euforia, y la otra de ira. En ambas había una persona que se hacía pasar por sujeto
experimental, aunque en realidad era un cómplice del experimentador, que manifestaba abiertamente su
emoción (de euforia o de ira) por la situación experimental que se habla generado: de juego y alboroto, en un
caso, y de agresividad por las preguntas insultantes de un cuestionario, en el otro.

De acuerdo con esta teoría, las emociones surgen por la acción conjunta de dos factores (Schachter y
Singer, 1962; London y Nisbett, 1974a; Singer, 1974). Algunos autores la denominan teoría bifactorial de las
emociones. Dichos factores son:

1. Excitación fisiológica

2. Interpretación cognitiva de los estímulos situacionales.

El individuo percibe su excitación fisiológica y busca una explicación a la misma, atribuyéndola a las
claves situacionales que está viviendo.

La intensidad de la excitación determina la intensidad de la emoción. La atribución causal de su


excitación a las claves emotivas ambientales determina la cualidad o el tipo de emoción.

Si no hay excitación no se dará emoción; si hay excitación, pero no se puede atribuir a estímulos
emotivos, tampoco habrá emoción. Es decir, si falta uno de los dos factores no se dará la emoción.

La simple excitación fisiológica no genera emoción; produce la emoción fría, carente de cualidad
subjetiva, que describió Marañón. A su vez, la percepción exclusiva de estímulos emocionales no genera tampoco
emoción.

Existen algunas limitaciones sobre el funcionamiento de este doble proceso. Así, para que se dé la
posibilidad de que el individuo pueda etiquetar como distintas emociones una misma activación fisiológica, ésta
ha de poseer cierto grado de ambigüedad. De lo contrario, si la activación fisiológica se
produce ante estímulos ambientales evidentes, el individuo sólo podrá atribuir su estado de excitación a los
mismos y no a otros estímulos inductores diferentes.

Además, los factores ambientales que influyen sobre la interpretación cognitiva de la situación han de
darse antes de que aparezca la activación fisiológica. De lo contrario, la excitación será atribuida a cualquier
suceso previo a la misma.

Pero, tanto esta teoría como el experimento Tabla 10


original (Schachter y Singer, 1962), han recibido
muchas críticas (Schmidt-Atzert, 1985), que vamos Teoría de Lazarus (valoración
a analizar a continuación. cognitiva)
La hipótesis central de que la intensidad de
las emociones depende del grado de activación
VALORACION
fisiológica, tan solo se confirmó tras un reanálisis
de los datos a posteriori, tras introducir una nueva -Evaluación primaria de las consecuencias de
variable que no se había tenido en cuenta en el la situación para el sujeto
diseño experimental y que excluía a los sujetos -Tipos: irrelevante, benigno-
autoinformados de la verdadera causa de su positiva, estresante
-Depende de factores:
excitación.
PPersonales: compromisos, creencias
La segunda hipótesis principal, que predecía PSituacionales: novedad, predictibili-dad,
que la cualidad o tipo de emoción se deberla incertidumbre
exclusivamente a la interpretación cognitiva de la
situación, no fue evaluada correctamente; ya que AFRONTAMIENTO
sólo se medían las dos emociones que se predecían -Evaluación secundaria de la capacidad del
(euforia e ira), pudiéndose dar otro tipo de sujeto para enfrentarse con la situación
emociones, tales como ansiedad o tristeza, en -Tipos: cognitivo vs. conductual; dirigido al
función de la intensidad de la excitación. problema vs. dirigido a reducir emoción
PEmoción: Evitación,
Se han realizado distintas réplicas de este distanciamiento,
experimento y se han puesto a prueba varias revaloración positiva, búsqueda de apoyo
predicciones de la teoría. Los resultados, en general, social
prestan poco apoyo a la misma. Schmidt-Atzert (1985)
ha encontrado que de 16 estudios revisados en 13 COGNICION y EMOCION
no se dieron diferencias -Interacción continua y múltiple
entre el grupo experimental (sujetos excitados) y el
grupo control en las medidas de

autoinforme. El resultado es similar con medidas


observacionales. El aumento artificial de excitación fisiológica no hace aumentar la intensidad emocional
subjetiva, ni el comportamiento emotivo externo, en situaciones con estímulos potencialmente emocionales.

Los escasos resultados que confirman esta teoría se suelen dar en emociones desagradables; el grupo
excitado muestra una mayor intensidad emocional. E incluso en situaciones que deberían generar emociones
positivas la excitación suele producir ansiedad o sentimientos desagradables.

Algunos autores que defienden la especificidad de la excitación fisiológica emocional (Plutchik y Ax,
1967; Marshall y Zimbardo, 1979; Maslasch, 1979, 1979a; Erdmann y van Lindern, 1980) han interpretado
estos resultados suponiendo que los aumentos bruscos de excitación producidos en el laboratorio son vividos
como desagradables por los sujetos porque son típicos de la ansiedad. Schachter y Singer (1979) han contestado a
estos trabajos, criticando su metodología. Véase el trabajo de Reisenzeim (1983) que revisa los primeros veinte
años de esta teoría. Schmidt-Atzert (1985) señala que sólo cabe concluir que la evidencia empírica no apoya los
postulados de esta teoría.
3.8.2. Modelo de Lazarus (valoración cognitiva)

Para Lazarus, la emoción y el arousal dependen de la forma en que el individuo construye la situación a
partir de sus valores, creencias, compromisos y objetivos. Los procesos cognitivos, por tanto, son necesarios para
la génesis de un estado emocional.

Pero aunque la cognición es una condición necesaria de la emoción, en sus últimas formulaciones (Lazarus
y Folkman, 1984), Lazarus rechaza que los pensamientos precedan a las emociones o, al contrario, que las
emociones precedan a los pensamientos. Véase la discusión sobre este punto con Zajonc. Más que una relación
lineal se dan unas transacciones que suponen una causalidad bidireccional. Las emociones pueden afectar a la
actividad cognitiva y, a su vez, las emociones vienen determinadas por los procesos de razonamiento. Pero es
que, además, aunque la emoción y la cognición son en teoría separables, en la práctica van casi siempre unidas;
así, por ejemplo, la actividad cognitiva forma parte esencial de la respuesta emocional.

Lazarus parte de una teoría cognitiva sobre el estrés (Lazarus, 1966) para hacer luego una teoría más
amplia sobre la emoción (Lazarus, Averill y Opton, 1970; Lazarus, 1977; Lazarus, Kanner y Folkman, 1980;
Lazarus y Folkman, 1984). La definición que propone de estrés hace referencia a la relación entre el individuo y
el ambiente, teniendo en cuenta las características del sujeto y la naturaleza del medio: "el estrés psicológico es una
relación particular entre el individuo y el entorno que es evaluado por este como amenazante o desbordante de sus
recursos y que pone en peligro su bienestar" (Lazarus y Folkman, 1986, p. 46).

Si buscamos las causas que generan estrés en distintos individuos necesariamente hemos de analizar la
relación individuo-entorno. En esta relación se dan dos procesos fundamentales: valoración o evaluación
cognitiva y afrontamiento. La valoración (appraisal) cognitiva es un proceso evaluativo que determina por qué y
hasta que punto una relación determinada entre el individuo y el entorno es estresante. El afrontamiento es el
proceso a través del cual el individuo maneja las demandas de la relación individuo-ambiente que evalúa como
estresantes y las emociones que ello genera.

Una emoción conlleva tres componentes que deben darse conjuntamente para que pueda considerarse
como tal: el pensamiento, los impulsos a la acción y los cambios somáticos. En toda emoción, la valoración
cognitiva debe ser condición necesaria y suficiente.

Parte de las diferencias individuales observadas son resultado de las diferencias en el entorno, pero otra
parte es debida a la interpretación que el individuo hace de la situación que experimenta. Esta interpretación o
valoración de la situación se lleva a cabo mediante los procesos de valoración cognitiva.

Se dan dos procesos de valoración: primaria y secundaria. La valoración primaria supone una valoración
de las consecuencias positivas o negativas que puede acarrear la situación para el individuo. La valoración
secundaria supone un balance de la capacidad del propio sujeto para afrontar la situación.

Pueden darse tres tipos de valoración primaria: 1) irrelevante, 2) benigna positiva y 3) estresante.
La valoración será irrelevante cuando la situación no supone implicaciones para el individuo.

Las valoraciones benigno-positivas son aquellas en las que la situación tiene consecuencias positivas para
el individuo. Es decir, si preservan o logran el bienestar o si parecen ayudar a conseguirlo. Tales valoraciones se
caracterizan por generar emociones placenteras tales como alegría, felicidad, regocijo o tranquilidad.

Entre las valoraciones estresantes pueden distinguirse aquellas que significan daño/perdida, amenaza y
desafío.

Se considera daño o pérdida cuando el individuo ha recibido ya algún perjuicio. La amenaza se refiere a
aquellos daños o pérdidas que todavía no han ocurrido pero que se prevén. Es la anticipación de da|os o
perdidas. El desafío hace referencia a aquellos acontecimientos que significan la posibilidad de perder o de
ganar.
Tanto la amenaza como el desafío implican la movilización de estrategias de afrontamiento. La diferencia
principal entre los dos es que en la amenaza se valora principalmente el potencial lesivo, por lo que suele ir
acompañada de emociones negativas, tales como miedo, ansiedad y mal humor; mientras que en el desafío hay
una valoración de las fuerzas necesarias para ganar, lo que suele generar emociones positivas, tales como
impaciencia, excitación y regocijo.

La amenaza y el desafío no son excluyentes entre sí, sino que ambas valoraciones pueden coexistir, si
bien su relación debe considerarse por separado, dado que esta puede cambiar durante una misma situación, en
virtud de posteriores valoraciones de la misma, atendiendo a los resultados del afrontamiento.

El desafío, como opuesto a la amenaza, es más positivo en cuanto a sus implicaciones para el proceso de
adaptación, pues genera una mejor predisposición para afrontar las situaciones .

La valoración secundaria es una valoración sobre lo que debe y puede hacerse ante una situación
determinada. Incluye la valoración de la posible eficacia de las estrategias de afrontamiento, así como de la
posibilidad de que una estrategia determinada pueda aplicarse de forma efectiva y, por último, la valoración de
las consecuencias de utilizar una estrategia determinada en el contexto de otras interpretaciones y demandas
internas y/o externas que podrían ocurrir simultáneamente.

Las valoraciones primarias sobre las implicaciones de una determinada situación y las valoraciones
secundarias de las estrategias de afrontamiento interaccionan entre sí determinando el grado de estrés y la
intensidad y calidad de la respuesta emocional.

En principio, la intensidad de la respuesta emocional estará en relación directa con el grado de amenaza o
desafío que determine la valoración primaria y en relación inversa con la capacidad de afrontamiento que haya
determinado la valoración secundaria. Sin embargo, la interacción entre ambos tipos de valoración es muy
compleja. Así, por ejemplo, aun cuando el sujeto piense que tiene un considerable poder de control sobre una
situación, puede verse desbordado si es mucho lo que se juega.

En base a nuevas informaciones recibidas del entorno puede reconsiderarse la valoración inicial de una
situación, produciéndose así una reevaluación o revaloración, la cual puede reducir la tensión del individuo o bien
aumentarla. También puede producirse una reevaluación como consecuencia de la información que se desprende
de las propias reacciones del sujeto. La reevaluación es un proceso idéntico al de la evaluación o valoración
inicial; sólo difieren en que aquella es posterior y modifica a esta.

Existe otra forma de reevaluación, llamada reevaluación defensiva, que es consecuencia de algunos
esfuerzos cognitivos de afrontamiento, cómo reinterpretar una situación pasada de forma más positiva o afrontar
los dalos y amenazas del presente mirándolos de una forma menos negativa. Esta forma de reevaluación
proviene de una necesidad interna del individuo más que de las presiones directas del entorno.

El proceso de valoración cognitiva se basa en una interpretación subjetiva, en la que intervienen tanto
factores personales, como factores situacionales.

Los factores personales más importantes que afectan a la valoración cognitiva son los compromisos y las
creencias. Los compromisos vienen a representar todo aquello que es importante para el individuo. Reflejan
valores y poseen una cualidad motivacional-emocional. Ante una situación en la que se vea implicado un
compromiso importante para el sujeto, la valoración vendrá determinada por los resultados que el afrontamiento
pueda tener sobre la expresión de ese compromiso. Del mismo modo, los compromisos influirán en la elección
entre distintas alternativas de afrontamiento. Los compromisos representan aquello que es importante para el
individuo. Las creencias que más suelen
influir sobre la valoración son las existenciales y aquellas que se refieren al control personal. Las creencias
de control personal pueden ser generales o situacionales.

Los factores situacionales que más influyen sobre la valoración son: la novedad, la predictibilidad y la
incertidumbre. A su vez, los factores situacionales temporales que más influyen son: la inminencia, la duración y
la incertidumbre temporal.

Los factores personales y situacionales


funcionan siempre de forma interdependiente y
Tabla 11
pueden considerarse como antecedentes de la
valoración.
Teoría de Weiner (atribución)
Puesto que el concepto de valoración, tanto
primaria como secundaria, se define como un
proceso en continuo cambio, más que como un Heider (1958): el hombre tiende a hacer
rasgo o estilo, a la hora de medirlo Lazarus rechaza atribuciones de causalidad sobre los
los enfoques del rasgo general y, en menor medida, eventos (aunque no haya datos). Estas
el de estilos cognitivos. atribuciones afectan a su vida social
La causalidad percibida presenta una
La teoría de Lazarus es hoy una de las estructura dimensional: internas-
teorías cognitivas más conocidas y ha tenido gran externas, estables-inestables, controla- bles-
repercusión en diferentes campos, tales como la incontrolables
psicología de la emoción, la ansiedad y el estrés, la La motivación depende de: incentivo y
psicofisiología, la psicología clínica, etc. expectativas
Las atribuciones causales influyen sobre las
expectativas de éxito y sobre algunas
3.8.3. Modelo de Weiner (atribución) reacciones emocionales que modifican el
valor del incentivo
La teoría de la atribución parte del trabajo de Las emociones se pueden interpretar como
Heider (1958), quien propuso que las atribuciones producto de las atribuciones de causalidad
de causalidad que realizan las personas afectan a su que se realizan al analizar el resultado de
conducta social. una acción
Los eventos pueden generar dos tipos de
Las personas intentan explicarse el "por qué" emociones:
de los acontecimientos, la motivación de las -Dependientes del resultado: felicidad y
conductas propias y ajenas: buscan una causa. frustración
Aunque no se disponga de datos suficientes para -Dependientes de la atribución causal:
elaborar un correcto análisis funcional de los sorpresa, tristeza, ira, desesperanza,
eventos, no se renuncia a una explicación causal de culpabilidad, etc.
los mismos; por el contrario, tendemos a percibir o Más que una teoría sobre la emoción, se trata de
a realizar atribuciones de causalidad. una interpretación de algunos fenómenos
emocionales
Las atribuciones de causalidad son percepciones frías o cogniciones sobre la forma en que funcionan las
cosas.

Aunque la memoria dispone de un número virtualmente infinito de adscripciones o atribuciones causales,


en las situaciones relacionadas con el logro, por ejemplo, que han sido ampliamente estudiadas, las causas se
reducen considerablemente, siendo las más dominantes la capacidad y el esfuerzo; lo que parece reflejar una
tendencia a la economía o simplicidad en el pensamiento causal y hace pensar en una posible estructura de la
causalidad percibida (Weiner, 1985; Truax, 1984).

Ya Heider (1958) había analizado racionalmente la estructura de la causalidad percibida, señalando que
las causas podrían ser internas o externas al individuo. Pero hasta 1966 no se analizó esta posible dimensión de
forma empírica, con el trabajo de Rotter (1966) sobre locus de control o lugar
de control interno-externo. Weiner, Frieze, Kukla, Reed, Rest y Rosenbaum (1971) propusieron otra dimensión:
estabilidad-inestabilidad. Y Rosenbaum (1972) propuso una tercera sobre controlabilidad.

Weiner (Weiner, 1980a, 1980b, 1982, 1985, 1986; Weiner y Graham, 1984) ha extendido esta teoría a
la motivación y a la emoción.

Con respecto a la motivación, Weiner adopta


la posición de los teóricos de la expectativa por el Tabla 12
valor. La motivación, según esta teoría, está
determinada por lo que uno puede obtener Interpretación atribucional de emociones
(incentivo), así como por la probabilidad de
conseguirlo (expectativa).
Principales emociones:
Los estudios empíricos muestran que las Ira: resultado negativo y atribución de ausencia de
atribuciones causales influyen sobre las control (con atribución de conducta arbitraria
expectativas de éxito (expectativa de meta). A su al otro)
vez, aunque las atribuciones causales no influyen Culpabilidad: resultado negativo, con atribución
en las propiedades objetivas de los objetos meta, de causas controlables y falta de esfuerzo
determinan o guían las reacciones emocionales, o propio
las consecuencias subjetivas de alcanzar el Vergüenza: resultado negativo, con atribución de
objetivo. causas controlables, pero con falta de
capacidad
El valor del objeto no se entiende en Desesperanza: resultado negativo y atribución de
términos de valor objetivo, sino en términos causas estables
subjetivos. Así, las atribuciones de causalidad que Orgullo y autoestima positiva: resultado positivo y
hagamos podrían determinar nuestras reacciones atribución causal interna
emocionales (produce distinto grado de satisfacción Autoestima negativa: resultado negativo y
el conseguir un mismo objeto, según cuales sean las atribución causal externa
causas que atribuyamos a esta consecución). A su Compasión: está relacionada con ausencia de
vez las reacciones emocionales influyen sobre control
nuestra motivación conductual, puesto que de ellas Gratitud: si, y sólo si, se atribuye a la conducta del
depende el valor (incentivo de meta). otro el carácter de volitiva y dirigida a
beneficiarnos
Con respecto a la emoción, Weiner no
intenta hacer una teoría general de la emoción, sino que propone un punto de vista atributivo (por lo tanto,
cognitivo) del proceso emocional.

El proceso de cognición-emoción que propone Weiner (198511988) serla el siguiente. Tras el resultado
de un acontecimiento, hay una reacción general positiva o negativa (una emoción "primitiva"), basada en el éxito
o fracaso percibido del resultado (la "valoración primaria"). Estas emociones se consideran dependientes del
resultado e independientes de la atribución, puesto que se deben al resultado y no a la causa. Las dos reacciones
más frecuentes son: la felicidad, por el éxito, y la frustración, por el fracaso.

Pero, tras la valoración del resultado y la inmediata reacción afectiva, se buscará una adscripción causal;
lo que generará una serie de emociones diferentes, en función de la atribución o atribuciones elegidas. Es decir,
estas emociones se considera que son dependientes de la atribución, puesto que están determinadas por la causa
percibida del resultado anterior. En relación directa con la atribución de causalidad elegida, se generarán
diferentes emociones, tales como sorpresa, serenidad, orgullo, tristeza, frustración, etc.

Por lo tanto, las dimensiones de la causalidad percibida jugarán un papel importante en el proceso
emocional. Cada dimensión estará relacionada con una serie de sentimientos. Por ejemplo, la internalidad causal
estará más relacionada con sentimientos sobre la autoestima; mientras que la externalidad estará menos
relacionada con estos sentimientos.
Según esto, los sentimientos aparecen a partir de como se construya o evalúe un acontecimiento.

Lazarus (Lazarus y Folkman, 1984) señala que las atribuciones de causalidad son importantes para las
emociones, pero no equivalen a la valoración (appraisal) cognitiva, la cual además añade la dimensión de
importancia de la atribución para el bienestar del individuo. Las atribuciones deben ser interpretadas por los
individuos en cuanto a su significado personal de acuerdo con los valores y compromisos de estos.

Weiner (Weiner, 1982, 1985; Weiner y Graham, 1984) analiza siete emociones (autoestima, ira,
compasión, culpabilidad, vergüenza, gratitud y desesperación) y los relaciona con las dimensiones causales.

El orgullo y la autoestima positiva se experimentan como consecuencia de atribuir un resultado positivo a


uno mismo (locus de causalidad); mientras que se experimenta autoestima negativa cuando un resultado
negativo se atribuye a uno mismo.

La ira está relacionada con el control por parte de otros (y ausencia de control por nuestra parte) de un
suceso que ha tenido resultado negativo. Además, se considera que la conducta de los otros ha sido arbitraria,
injusta o imprudente.

La compasión está relacionada con la ausencia de controlabilidad.

La culpabilidad es elicitada por causas controlables, tanto por cometer como por omitir acciones
particulares que han dado como resultado un fracaso.

Tanto la culpabilidad como la vergüenza suponen autoevaluaciones negativas, pero en el primer caso lo
atribuimos a falta de esfuerzo, mientras que en el segundo a falta de capacidad.

La gratitud hacia otra persona es elicitada si y sólo si el acto del benefactor está bajo control volitivo y
está dirigido a beneficiar al receptor.

La desesperanza y la resignación son elicitadas cuando se da una atribución para un resultado negativo con
causas
estables.

De estas siete emociones, cuatro (ira, compasión, gratitud y culpabilidad) se consideran de especial
importancia para promover la supervivencia genética y las cuatro están relacionadas con la dimensión de
controlabilidad; dimensión fundamental para controlar el orden social.

En resumen, las dimensiones causales tienen consecuencias psicológicas, relacionándose tanto con las
expectativas como con el afecto (que se presume es el valor de alcanzar la meta). Las emociones se pueden
interpretar, por lo tanto, como consecuencias postcognitivas, resultado de las atribuciones de causalidad que se
llevan a cabo al analizar los resultados de una acción.

Aunque Weiner (1982) considera que sus datos no son comparables con los de Zajonc (1980) porque
emplean paradigmas experimentales diferentes, considera que las emociones raramente pueden preceder a la
cognición. Quizás en algún caso, la ira, por ejemplo, puede ser una reacción condicionada; es una posibilidad
lógica, pero en cualquier caso serla algo de una importancia secundaria. En la vida diaria, normalmente no
reaccionamos emocionalmente antes de conocer por que. Las cogniciones preceden y determinan las reacciones
afectivas.

Sin embargo, estas relaciones entre dimensiones de causalidad y emoción no son fijas, sino
predominantes en nuestra cultura. Así, de una adscripción causal no se sigue necesariamente la emoción
asociada, ni toda emoción tiene por qué ir precedida de sus antecedentes asociados.
Como el propio Weiner señala, más que una teoría sobre la emoción, se trata de una interpretación de
algunos fenómenos emocionales, al extrapolar la teoría de la atribución a este campo.

3.8.4. Modelo de Scherer (modelo procesual)

Scherer entiende que en la emoción pueden observarse cinco componentes, los cuales cumplen

Tabla 13

Componente, funciones y sistemas del modelo de Scherer

Componentes de la emoción:
Procesamiento cognitivo de estímulos.
Procesos neurofisiológicos
Tendencias motivacionales y conductuales
Expresión motora
Estado afectivo cognitivo

Funciones de componentes:
Evaluación del ambiente
Regulación del sistema
Preparación para la acción
Comunicación de intenciones
Reflexión y registro

Sistema responsable:
Sistema información
Sistema de apoyo
Sistema ejecutivo
Sistema de acción
Sistema de registro

funciones diferentes; cada uno de los cuales estaría regulado por un sistema distinto. Los componentes son: 1)
procesamiento cognitivo de estímulos, 2) procesos neurofisiológicos, 3) tendencias motivacionales y
conductuales, 4) expresión motora, y 5) estado afectivo subjetivo. Las funciones respectivas que cumplen, son:
1) evaluación del ambiente, 2) regulación del sistema, 3) preparación para la acción, 4) comunicación de
intenciones, y 5) reflexión y registro.

A su vez, habría un sistema responsable de cada componente: 1) sistema de información, 2) sistema de


apoyo, 3) sistema ejecutivo, 4) sistema de acción, y 5) sistema de registro.

En su análisis del sistema de información (evaluación del estímulo) presenta una serie de lo que él llama
"controles de la evaluación de los estímulos" (stimulus evaluation checks, o S.E.C), de los que se necesita un
número mínimo para que se produzca una emoción.

En estos controles se evalúa la información recibida sobre las distintas facetas de la situación. Los aspectos
o facetas del sistema de información que considera son: 1) la ocurrencia del acontecimiento, 2) la evaluación del
resultado, 3) la atribución de causalidad, 4) la evaluación del potencial de afrontamiento, y 5) comparación con
las normas externas o internas.

En cada faceta de la situación se analizan distintas variables (Scherer, 1988):


1) el tiempo, las expectativas, la probabilidad y la predictibilidad (novedad del estímulo), en cuanto al
acontecimiento mismo;

2) el carácter de placentero, la importancia que tenga para los objetivos deseados y pertinentes, en cuanto a
las evaluaciones de resultados;

3) el agente causal, su motivación y su pertinencia, en cuanto a las atribuciones de causalidad;

4) el poder del individuo de influir en el acontecimiento y de afrontar sus consecuencias, en cuanto al


afrontamiento; y

5) la conformidad del acontecimiento con las normas culturales y su coincidencia con una autoimagen real
o ideal, en cuanto al aspecto de la comparación del acontecimiento con normas externas o internas.

Esta información es evaluada en una


secuencia de controles evaluativos (S.E.C.s) que Tabla 14
determinan la cualidad e intensidad emocional.
Modelo de
En resumen, Scherer diferencia cinco
componentes en la emoción (en lugar de los tres Scherer
clásicos: cognitivos, fisiológicos y motores), Las distintas facetas de la situación son analizadas
considerando distintos el procesamiento cognitivo por el sistema de información, en una
de estímulos y el estado afectivo subjetivo. Estos secuencia de chequeos de evaluación de
dos componentes de la emoción no son estímulo. Se necesita un número mínimo de
considerados diferentes en otros modelos; sin chequeos de evaluación de estímulos para que
embargo, Scherer considera que están regulados se produzca una emoción
por sistemas diferentes y cumplen funciones
diferentes. El procesamiento cognitivo, realizado El sistema de información evalúa diferentes
por el sistema de información, evalúa la situación facetas de la situación, en una serie de pasos o
estimular mediante una serie de "controles de la chequeos evaluadores de estímulo. Las variables
evaluación del estímulo", que analizan las distintas analizadas son:
facetas de dicho estímulo, en las que están
implicadas distintas variables. El resultado final de Ocurrencia del acontecimiento: tiempo,
esta evaluación es una reacción emocional. Por lo expectativas, probabilidad y predictibilidad
tanto, este proceso evaluador determina tanto la (novedad)
cualidad como la intensidad de la reacción Evaluación del producto: carácter placentero,
emocional. importancia para los objetivos, resultados, etc.
Atribución de causalidad: agente causal,
motivación, atribuciones, etc.
3.8.5. Modelo de Lang (procesamiento bio- Evaluación del potencial de afrontamiento: poder
informacional) del individuo para influir en el acontecimiento
y para enfrentarse a sus consecuencias
De acuerdo con los modelos proposicionales Comparación con las normas externas o internas:
de la imaginación, todo conocimiento puede ser conformidad del evento con las normas
expresado de una manera única, uniforme y culturales y con una autoimagen real o ideal
abstracta, independientemente de su modalidad: la
proposición (Lang, 1979; Acosta y Vila, 1981).
Desde esta perspectiva, la imagen emocional es
entendida como:

-Una estructura informacional en el cerebro, reductible a unidades proposicionales específicas. La imagen


vendrá integrada por elementos motores y perceptuales; de esta forma, las
proposiciones que componen dicha imagen incluirán tanto eventos de estímulo como de respuesta.

-Las imágenes emocionales son construidas en el cerebro, proposición a proposición, de acuerdo al flujo
narrativo de la descripción.

Según el modelo de Lang de procesamiento de imágenes emocionales (Lang, 1979), la imagen emocional
puede ser analizada objetivamente
como un producto de la capacidad de procesamiento
Tabla 15
de información del cerebro y, este procesamiento,
puede ser definido en términos mensurables de
Modelo de Lang (bio-informacional)
inputs y outputs de y hacia el organismo.

En una situación terapéutica, el estímulo


primario para la formación de imágenes, serían las Lang (1977): imaginar diferentes situaciones o
instrucciones del terapeuta, que pueden ser actividades, provoca activación mensurable, tanto
analizadas según tres elementos primarios: fisiológica como motora, que estará relacionada y
adecuada al tipo de situación o actividad
-La imagen inducida o instrucción para imaginada.
crearla.
El miedo (y la emoción en general) es
-La imagen script, ya más elaborada de lo que representado en la memoria como una red
se debe imaginar y que incluiría tanto proposicional que incluye información sobre: el
descripciones de estímulo como de estímulo temido, la respuesta de miedo y el
respuesta. significado. En esta red hay, por lo tanto,
proposiciones: de estímulo, de respuesta y
-Grupo de instrucciones para que el paciente relacionales.
adquiera un compromiso personal en el
evento descrito. La información emocional es codificada en la
memoria en forma de proposiciones que se
El paciente deberá experienciar el script organizan en redes asociativas. La expresión
"como si" fuera real. En cuanto a las variables de emocional ocurre cuando esta red es activada por
salida del procesamiento de la imagen, tenemos: inputs que se ajustan a esta información
almacenada en la memoria. Una red entera puede
-El autoinforme verbal del paciente, que ser activada por unas pocas proposiciones, aunque
incluiría la descripción del contenido de la es probable que no todas las proposiciones sean
escena y la autoevaluación de la cualidad igualmente importantes para acceder a un
del afecto y de la imagen. Por lo general, programa emocional.
la descripción que el paciente hace de la
escena, correlaciona con la ofrecida por el El procesamiento de las proposiciones de entrada
terapeuta. da lugar a: informe verbal y reactividad
fisiológica. Esta es mayor si se procesan
-La segunda variable se daría al mismo proposiciones de respuesta
tiempo que el procesamiento de la imagen
e incluiría cambios a los tres niveles de La imagen emocional puede ser controlada y/o
respuesta emocional: expresiones modificada mediante la manipulación de las
verbales, respuestas motoras manifiestas y variables de entrada (manipulando el tipo de
cambios fisiológicos (cambios proposiciones) o por reforzamiento diferencial de
electrodermales y patrones de actividad las variables de salida (entrenamiento de sujetos).
visceral y somática).
La capacidad de imaginación no es igual en todas las personas y el desarrollo de la misma no es lo
suficientemente conocido. Para Lang, la imagen emocional puede ser controlada y/o modificada mediante la
manipulación de las variables de entrada (manipulando el tipo de proposiciones) o por reforzamiento diferencial
de las variables de salida (entrenamiento de sujetos).

Lang (1985), opina que el miedo (y la emoción en general) es representado en la memoria como una red
proposicional que incluye información sobre:
- el estímulo temido
- la respuesta de miedo
- el significado.
Tabla 16
La información emocional es codificada en
la memoria en forma de proposiciones que se Lang: activación emocional
organizan en redes asociativas. La expresión
emocional ocurre cuando esta red es activada por
inputs que se ajustan a esta información almacenada Factores que determinan la activación
en la memoria. Es decir, sería como un esquema o emocional:
un molde, que se procesaría como unidad cuando se
contacta con un número determinado de La información de entrada (input) o descripción
proposiciones. Una red entera puede ser activada del estímulo deberá parecerse lo más posible a la
por unas pocas proposiciones, aunque es probable información de la emoción.
que no todas las proposiciones sean igualmente
importantes para acceder a un programa emocional. Si se degrada la información de entrada (fotos,
Lang y cols. han realizado numerosos trabajos con etc.), la probabilidad de respuesta emocional
el fin de identificar variables que influyan en la disminuye.
activación de dicha red. Para sus experimentos han
utilizado un paradigma de imaginación en el que se Si el estímulo de entrada está degradado, se
pide a los sujetos que imaginen escenas descritas conseguirá un mejor acceso al prototipo
por scripts con contenidos temáticos variados almacenado en la memoria procesando
(escenas de miedo, irrelevantes, escenas conjuntamente distintas proposiciones del mismo
violentas,...). Cuando la proposición del script se (por ejemplo, uniendo información de respuesta a
ajusta a la red de miedos que el sujeto tiene la información de significado).
almacenada, entonces, autoinformes y arousal
fisiológico son consistentes con el miedo. El El prototipo de respuesta emocional puede
procesamiento de la red emocional sería el aspecto activarse mediante descripciones verbales. Ahora
cognitivo de la emoción y los eventos de salida bien, existen diferencias individuales.
originados por dicho procesamiento, serían las
respuestas fisiológicas, las expresiones verbales y Si ya están en marcha determinados patrones de
acciones motoras manifiestas. Para activar la red, activación periférica (prototipos de respuestas
no es necesario que el objeto temido esté realmente fisiológicas y motoras activadas), se necesitaría
presente, dado que la información del prototipo es menos información de estímulo para comenzar la
conceptual. El único requisito es que igualen el respuesta emocional total
número crítico de proposiciones necesarias para que
la red se active.

Para Lang (Lang, 1984), los factores que determinan la activación emocional serían:

-La información de estímulo deberá igualar de la forma más completa posible al de emoción. Si se
degrada la información de entrada (fotos, diapositivas, etc., en lugar de los estímulos que representan),
la probabilidad de respuesta emocional disminuye.

-Si el estímulo de entrada está degradado, se conseguirá un mejor acceso al prototipo procesando
conjuntamente distintas proposiciones del mismo (por ejemplo, uniendo información de respuesta a la
información de significado).
-El prototipo de respuesta emocional puede activarse mediante descripciones verbales. Ahora bien, no
todas las personas tienen igual capacidad de codificación para convertir la entrada semántica a
códigos emocionales. La capacidad de imaginación de los individuos parece ser similar a la de
recordar imágenes perceptuales

-Puesto que las emociones son siempre relativas a la acción, la activación del prototipo comprende el
procesamiento de programas eferentes, los cuales pueden ser registrados tanto de forma central como
periférica (músculos y glándulas). Es decir, si ya están en marcha determinados patrones de activación
periférica (prototipos de respuesta fisiológica y motora activadas), se necesitaría menos información
de estímulo para comenzar la respuesta emocional total (Schachter y Singer,
1962). Tabla 17
En general, los estudios de Lang (Lang, Modelo de Lang: resumen
1984) sobre la activación del prototipo emocional,
apoyados por los resultados de otros trabajos
realizados en este área vienen a señalar lo siguiente:
Input (entrada):
Proposiciones de estímulo
-El procesamiento de proposiciones de
Proposiciones de respuesta
respuesta es más eficaz para generar
respuestas fisiológicas, que el Proposiciones de significado
procesamiento de proposiciones de
estímulo. Output (salida):
Informe verbal (proposiciones)
-Los buenos imaginadores, se activan más Reactividad somato-visceral
fisiológicamente que los malos
imaginadores. Hipótesis:
la reactividad fisiológica es mayor cuando se
-Los efectos de la escenificación de escenas procesan proposiciones de respuesta
amenazantes con sujetos fóbicos, son es posible entrenar la capacidad de
equiparables a las obtenidas cuando se les imaginación
pide que imaginen dichas escenas
incluyendo proposiciones de respuesta. Aplicación terapéutica: entrenamiento en
imaginación con el fin de aumentar la
Las descripciones de entrada no sólo pueden reactividad fisiológica (y aumentar así la
incluir proposiciones de estímulo o de respuesta; eficacia de la desensibilización sistemática -
también se puede controlar el contenido de las D.S.- en malos imaginadores)
descripciones
(emocional/neutral). Del mismo modo, las descripciones verbales de salida que ofrecen los sujetos (imagen
como respuesta), pueden ser analizadas en los mismos términos proposicionales, comparando así las
instrucciones de entrada con el informe de la experiencia emocional, ofreciendo información sobre los
contenidos procesados en cada imagen.

Es especialmente importante, por su significación terapéutica, el refuerzo diferencial de las proposiciones


del informe o descripción de salida del sujeto. Se puede cambiar la probabilidad de que, en futuras imágenes, el
sujeto procese determinado tipo de proposiciones, manipulando las consecuencias que siguen a dicho informe.

De este modo, tenemos dos formas diferentes de controlar y modificar la imagen: manipulando las
descripciones de entrada (tipo de proposiciones), o actuando sobre las de salida (entrenamiento de los sujetos).
Será necesario entrenar a los sujetos para asegurarse de que procesen el tipo de proposiciones que se les
describen y no otros. En diferentes trabajos (Lang, 1979a, 1979b, 1984, 1985; Lang, Levin Miller y Kozak, 1983;
Lang, Miller y Levin, 1983) se ha comprobado que es posible modificar
el patrón de reactividad durante la imaginación, tanto manipulando la estructura proposicional (mayor
reactividad a las imágenes que incluyen proposiciones de respuesta), como entrenando a los sujetos a través de
sus informes (entrenándolos en proposiciones de respuesta). Sin embargo, otros experimentos (Acosta y Vila,
1981), no parecen apoyar el modelo.

En otra línea, se ha visto que la manipulación de información estimular afectiva (presentación


dramatizada vs. escrita), puede aumentar la reactividad emocional. En estos casos, y como ya hemos señalado
anteriormente, los sujetos buenos imaginadores reaccionan más emocionalmente que los malos imaginadores.
Del mismo modo, se ha corroborado el hecho de que el entrenamiento de respuestas es más eficaz que el de
estímulos en la producción de respuestas emocionales (Lang, 1984).

Posteriormente se ha añadido un tercer tipo de proposición: la de significado (de los estímulos y de las
respuestas). De esta forma, los tres tipos de proposiciones son: de estímulo, de respuesta y de significado.

Este modelo tiene importantes implicaciones sobre las relaciones teóricas entre cognición y emoción, así
como en el campo de la evaluación (Cook y cols., 1988) y del tratamiento.

Con respecto a la falta de covariación de los tres sistemas de respuesta (Lang, 1968), el modelo bio-
informacional apunta que "la topografía de los tres sistemas de respuesta de la emoción se espera que varíe a
través de los individuos y las situaciones, dependiendo de la información de respuesta específica en el prototipo"
(Lang, 1984, p. 219). Así pues, este modelo es perfectamente compatible con la concepción tradicional de
estados emocionales, aunque manifestados a través de un triple sistema de respuesta parcialmente
independientes.

Puesto que un determinado grado de activación autonómica puede ser necesario para que resulten
eficaces algunas técnicas terapéuticas tales como la Desensibilización Sistemática (Lang, Melamed y Hart,
1970), las implicaciones de este modelo son importantes en el tratamiento, al haber fundamentado y diseñado un
método de entrenamiento en imaginación que aumenta la reactividad fisiológica, sólo en relación a la situación
emocional que va a ser tratada (Acosta, 1987, 1988). Este punto es especialmente útil en el caso de algunos
pacientes que son incapaces de reaccionar fisiológicamente a la imaginación de la situación fóbica, tal y como
sucede con algunos agorafóbicos (Zander y McNally, 1988).

El modelo bio-informacional ha servido también para estudiar las bases teóricas de algunas técnicas de
tratamiento, como es el caso de la exposición imaginaria (Acosta y Vila, 1981; Anderson y Borkovec, 1981).

Desde una perspectiva diferente, se ha estudiado el efecto de la reducción de la activación fisiológica


mediante técnicas como la de relajación, sobre la imaginación, encontrándose que la relajación disminuyó la
tensión muscular y la ansiedad autoinformada, pero no aumentó el control ni la viveza de la imaginación
(Hamberger y Lohr, 1980).

La imaginación fue incorporada a la clínica de orientación conductual desde los primeros trabajos de
Wolpe, a finales de los 50, al considerarla como un estímulo condicionado y suponer una "equivalencia
funcional" entre sucesos imaginados y sucesos in vivo. Las teorías cognitivas han generado nuevas técnicas de
tratamiento, en las que la imaginación ha seguido utilizándose ampliamente.
4. EL ENFOQUE DE LOS TRES SISTEMAS

Inicialmente, Lang (1968) se centró en el miedo, al que describió como formado por un grupo de
componentes débilmente acoplados. "El miedo es una respuesta, y además se expresa en tres importantes
sistemas conductuales: verbal (cognitivo), motor-abierto y somático" (Lang, 1968, p. 90).

De la revisión de datos de distintas áreas, Lang concluye que las respuestas de los tres sistemas no están
correlacionadas. Esta discordancia indica que el miedo no es un fenómeno "unitario".

Posteriormente (Lang, 1971), amplió esta formulación al caso general de la emoción: "Tanto para el
terapeuta como para el científico, es razonable considerar que la respuesta emocional es un complejo de tres
sistemas medibles: verbal-cognitivo, motor-abierto y fisiológico (órganos inervados por el sistema nervioso
autónomo y actividad muscular tónica). Todos los sistemas están modulados por centros neurales del cerebro,
pero las correlaciones entre sus respuestas son sorprendentemente bajas. Desde un punto de vista empírico, las
conductas son parcialmente independientes. Sin embargo, estos sistemas son también altamente interactivos y
tienden a aumentar mutuamente, prolongar, o atenuar cada uno al otro en la forma en que ahora comenzamos a
conocer" (Lang, 1971, p. 105).

"Las medidas conductuales y fisiológicas en la emoción a menudo guardan poca relación entre sí, y por
otro lado están débilmente correlacionadas con el informe verbal del estado subjetivo. Además, cuando las
respuestas están en disputa, el supuesto verdadero mundo de la experiencia subjetiva permanece privado. Así
pues, no hay un criterio objetivo que nos diga a que sistema creer" (Lang, 1978, p. 368).

Por lo tanto, desde esta perspectiva, que integra distintas líneas de investigación, la emoción es entendida
como una peculiar reacción conjunta de múltiples y variados factores, tales como: la vivencia subjetiva o
experiencia emocional, las respuestas motoras observables o comportamiento abierto (expresión emocional) y
las respuestas psicofisiológicas; los cuales se encuentran sintonizados entre sí en diversa proporción.

No se trata propiamente de una teoría, Lang se ha limitado a resaltar que la emoción es una respuesta y
que los datos apuntan a la existencia de tres sistemas relativamente independientes. Lang describe la tarea
central de los teóricos como la de proporcionar "modelos o analogías que organicen estos datos" (Lang, 1978, p.
370). Como él mismo ha hecho con su modelo bio-informacional de imágenes emocionales (Lang, 1977, 1979,
1979a, 1979b, 1984, 1985).

4.1. Multidimensionalidad de la respuesta emocional

Los principales fenómenos estudiados en esta línea son el fraccionamiento de respuesta o discordancia
entre sistemas de respuesta y la desincronía. Se habla de fraccionamiento de respuesta, para referirse a las bajas
correlaciones (a veces negativas) entre distintas respuestas; y de discordancia, para hacer mención a las
diferencias entre sistemas de respuesta en un momento dado. A su vez, los cambios no sincrónicos entre
sistemas de respuesta se denominan desincronía.

Por otro lado, se ha resaltado la existencia de diferencias individuales en el patrón de respuesta somática
(Lacey, 1967) y de patrones de respuesta psicofisiológica característicos de los individuos ante una situación o
tipo de emoción (Ax, 1953).

Posteriormente, los conceptos de especificidad situacional y estereotipia individual se han ampliado


también a los tres sistemas de respuesta emocional, sugiriendo que los individuos presentan un perfil cognitivo-
fisiológico-motor propio. Así, por ejemplo, se habla de reactividad de tipo cognitivo cuando el perfil de
respuesta de un individuo muestra una alteración mayor en el sistema de respuestas cognitivo que en los otros
sistemas (Miguel Tobal y Cano Vindel, 1986, 1988). De igual modo, los individuos ante determinado tipo de
situaciones podrían presentar un patrón de respuesta cognitivo-
fisiológico-motor (C-F-M) característico, asociado con cada tipo de situación (Miguel Tobal y Cano Vindel,
1990c).

La existencia de patrones psicofisiológicos específicos para cada emoción es un tema polémico sobre el
que se dan opiniones a favor y en contra, y en el que además se confunde si los patrones buscados son
característicos del tipo de emoción o están asociados con la situación. Si se amplía el problema a la existencia de
un patrón o perfil cognitivo-fisiológico-motor de los individuos ante cada tipo de situación, tal vez sería más
fácil identificar perfiles característicos.

El fraccionamiento de respuesta o discordancia entre sistemas de respuesta (Lacey, 1967) se refiere a la


escasa covariación entre respuestas emocionales. La desincronía (Rachman y Hodgson, 1974) es otro fenómeno
similar que consiste en que los cambios inducidos en un sistema puede que no se produzcan de forma sincrónica
en otro sistema.

En efecto, si se evalúan estos tres tipos de respuestas en un sujeto (que está sometido a una situación
inductora de miedo, por ejemplo), podemos encontrar que no todas reflejen el mismo grado de intensidad o
activación; o se puede observar distinta dirección en los índices tomados para cada sistema de respuesta (por
ejemplo, acercamiento, en lugar de evitación motora, pero acompañada de alta activación fisiológica), es decir se
puede observar cierto grado de independencia entre los tres sistemas de respuesta, en lugar de reflejar todos un
mismo constructo emocional unitario. Podemos obtener correlaciones bajas e incluso nulas o negativas entre las
medidas de respuestas pertenecientes a distintos sistemas (discordancia entre sistemas de respuesta) e incluso
entre medidas de respuestas pertenecientes al mismo sistema (fraccionamiento de respuesta emocional).

Esta observación es similar a las críticas que anteriormente había hecho Lacey (1967) al modelo
unidimensional de la activación emocional (Cannon, 1927), sobre la escasa correlación entre distintas respuestas
emocionales. En esta línea, en el campo de las medidas psicofisiológicas se habla de "fraccionamiento
direccional" cuando diferentes fracciones del sistema nervioso autónomo muestran diferentes direcciones de
respuesta, apuntando unas efectos típicos del sistema simpático y otras efectos típicos del sistema parasimpático
(Lacey, 1967; Lacey y Lacey, 1970).

Por otro lado, se ha observado que la discordancia entre sistemas o fraccionamiento de respuesta varía con
el momento de la evaluación en relación al tratamiento, o en general con respecto al tiempo. Así, Lang y
Lazovik (1963) informaron que las reducciones que se habían conseguido en un sistema de respuesta tras el
tratamiento no se habían dado en otro sistema. Dichas reducciones no se consiguieron en el otro sistema hasta
meses después de terminado el citado tratamiento; ambos sistemas se habían equiparado cuando se llevó a cabo
una evaluación de seguimiento.

Es decir, si se manipulan los niveles de arousal de un sujeto, tal y como sucede en las terapias por
ejemplo, no todos los sistemas de respuesta varían al mismo tiempo (Hodgson y Rachman, 1974; Rachman y
Hodgson, 1974; Vermilyea, Boice y Barlow, 1984). A este fenómeno se le conoce con el nombre de desincronía.

Los términos fraccionamiento (fractionation) de respuesta y disociación (dissociation) o discordancia


(discordance) entre sistemas de respuesta se suelen usar como sinónimos e indican que el patrón tripartito de
respuesta muestra un cierto grado de variación inter-sistemas de respuesta (o a veces también, aunque es menos
frecuente, inter-respuestas dentro de un sistema) en una fase particular de la evaluación. En cambio, el término
desincronía se emplea para referirse a la disociación de los tres sistemas (o a veces también, aunque es menos
frecuente, de algunas respuestas dentro de un sistema) a través de varias fases de la evaluación, es decir, en
distintos momentos (Rachman y Hodgson, 1974; Michelson, 1987).

En las terapias se suele hacer una evaluación en al menos tres momentos (pre-, durante y post-
tratamiento). De forma operativa se suele considerar (Rachman y Hodgson, 1974; Hodgson y Rachman, 1974;
Vermilyea, Boice y Barlow, 1984) que hay una desincronía cuando no se dan cambios concordantes entre dos
respuestas pertenecientes a distintos sistemas (ritmo cardíaco y medidas subjetivas de ansiedad, por ejemplo),
en al menos dos de las tres fases (pre-durante, durante-post,
pre-post). En cambio se operativiza la concordancia como altas correlaciones entre medidas en un momento
dado y, a su vez, la discordancia o fraccionamiento como bajas correlaciones entre medidas en un momento
dado (Hodgson y Rachman, 1974; Matías y Turner, 1986). Sin embargo, muchas veces el término desincronía
pierde su raíz temporal y se usa como sinónimo de fraccionamiento, se habla así de "fraccionamiento o
desincronía".

Parece que el término "fractionation" surge en el ámbito de la evaluación psicofisiológica (Lacey, 1967;
Haynes y Wilson, 1979), estando ligado por lo tanto a la variación inter-respuestas (o inter-ramas del S.N.A.),
más que a la variación inter-sistemas; es decir, que propiamente se hablaría de fraccionamiento de respuesta
para referirse a la escasa covariación entre respuestas. Mientras que Rachman y Hodgson (1974) propusieron
"discordance" y "desynchrony" como términos referidos a la variación inter-sistemas más que a la variación
inter-respuestas; es decir, se hablaría de "discordancia entre sistemas", en un momento dado, para referirse a
bajas correlaciones entre sistemas, y "desincronía entre sistemas" para referirse a cambios en un sistema a través
del tiempo (de una evaluación a otra) que no se dan en otro sistema, o se dan de distinto modo (los cambios entre
sistemas no covarían).

La sincronía está relacionada con un mejor pronóstico en el resultado del tratamiento mediante
exposición para pacientes agorafóbicos (Rachman y Hodgson, 1974; Vermilyea, Boice y Barlow, 1984),
especialmente para la reducción del ritmo cardíaco. Aunque, según Vermilyea, Boice y Barlow (1984), el mejor
predictor de estas reducciones sea la ley de valores iniciales (reducen más los valores iniciales más altos).
Mejoran, por lo tanto, menos los pacientes desincrónicos y con menor reactividad fisiológica.

La discordancia y la desincronía entre sistemas de respuesta son "función de la intensidad de la activación


emocional, el nivel de la demanda, la técnica terapéutica y la duración del seguimiento..." (Hodgson y Rachman,
1974, p. 325). En situaciones que provocan estados de baja intensidad emocional la discordancia entre sistemas
será mayor que en situaciones que generen una alta activación emocional.

A su vez, si se pide a los sujetos que no eviten la situación y se exige una proximidad al estímulo fóbico,
tal que genere mucho miedo (situación de alta demanda) se producirá una discordancia mayor (alto miedo
subjetivo sin respuestas motoras) que en una situación de baja demanda (en la que están más igualadas las
respuestas de evitación y miedo subjetivo). Sartory, Rachman y Grey (1977) estudiaron la influencia de las
condiciones de alta y baja activación emocional sobre la concordancia y Grey, Sartory y Rachman (1979)
estudiaron el efecto de alta y baja demanda (a la exposición de uno mismo ante el estímulo temido) sobre la
sincronía de los cambios. En ambos estudios se generaron situaciones fóbicas en el laboratorio al tiempo que se
registraban el ritmo cardíaco y se tomaban medidas de autoinforme. En el primer estudio se encontró
concordancia entre los sistemas de respuesta en la condición de alta activación; pero, contrariamente a la
hipótesis, apenas hubo discordancia en la condición de baja activación. En el segundo estudio, la hipótesis sobre
el efecto de la demanda sólo se vio apoyada por algunos datos inter-sesión (que reflejaban desincronía en la
condición de alta demanda), pero no por lo datos intra-sesión (durante la sesión no se dio desincronía en ninguna
de las condiciones de demanda), tal vez porque la demanda no sea independiente de la activación y ésta tenga un
mayor peso sobre la desincronía (Matías y Turner, 1986).

Como ya hemos señalado, esta concepción tridimensional del miedo ha supuesto un cambio en la
concepción de las emociones. Además, la evaluación de los tres sistemas de respuesta por separado es una de las
consecuencias inmediatas de todo lo dicho hasta ahora. Esta práctica se ha extendido, pero falta mucho por
andar (Cano Vindel y Miguel Tobal, 1989a). Cada sistema presenta sus propias peculiaridades (Haynes y
Wilson, 1979) y resulta conveniente aplicar en cada caso el método más idóneo (autoinforme, medidas
fisiológicas, observación). Sin embargo, mediante el método de autoinforme pueden evaluarse no sólo las
respuestas cognitivas, sino que se puede además obtener una primera aproximación a los sistemas fisiológico y
motor, resultando este método mucho más económico. Por otro lado, se elimina la varianza intermétodo que
siempre hace aumentar artificialmente la importancia de la discordancia y de la desincronía entre sistemas de
respuesta.
Borkovec (1976), encontró patrones de reacción fisiológica diferentes para varones y para mujeres
trabajando con un cuestionario. Aunque se ha estudiado mediante autoinforme la diferenciación psicofisiológica
ante distintas situaciones y para diferentes emociones, apenas se ha trabajado con autoinforme de los tres
sistemas de respuesta (C-F-M) para estudiar perfiles característicos ante distintas situaciones (Cano Vindel y
Miguel Tobal, 1989c, 1990a, 1990b, 1990c).

El Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad (I.S.R.A., Miguel Tobal y Cano Vindel, 1986,
1988, 1989a, 1989b, 1989c) permite la evaluación de los tres sistemas de respuesta de ansiedad por separado (C,
F y M), posibilitando así la obtención de perfiles individuales de respuesta y determinar por lo tanto el tipo de
reactividad en cada caso, a partir del cual puede determinarse cual será el tipo de técnica de tratamiento más
adecuada. Por otro lado, también permite la evaluación de la ansiedad asociada a cuatro áreas situacionales o
rasgos específicos: ansiedad de evaluación (F1), interpersonal (F2), fóbica (F3) y ansiedad en la vida cotidiana
(F4). Estos rasgos específicos de ansiedad son bastante similares a los obtenidos por Endler (1975, 1981) en el
marco del modelo interactivo de ansiedad. Se refieren a diferencias individuales ligadas a áreas situacionales o
tendencias de los individuos a manifestar diferente grado de ansiedad en estos tipos de situaciones.

Como ya hemos señalado en otras ocasiones, el modelo de los tres sistemas de respuesta emocional tiene
importantes implicaciones (Hugdahl, 1981) no sólo para la definición y evaluación de las emociones, sino también
para el tratamiento de trastornos emocionales (Ost, Jerremalm y Johansson, 1981; Ost, Johansson y Jerremalm,
1982; Ost, Jerremalm y Jansson, 1984; Michelson, 1986). Es necesario evaluar por separado los tres sistemas de
respuesta, ya que cada uno de ellos puede estar más o menos alterado en cada individuo; además se observa la
existencia de un patrón específico de reactividad característico individual, el cual interacciona con el tipo de
tratamiento aplicado (Cano Vindel y Miguel Tobal, 1989b).

El perfil individual de respuesta o tipo de reactividad individual (cognitiva, fisiológica o motora, según el
sistema de respuesta que esté más alterado) interacciona con el tipo de técnica de reducción de ansiedad que se
aplique, obteniéndose mejores resultados cuando la reactividad del individuo es consonante con la técnica
empleada (también clasificadas en cognitivas, fisiológicas o motoras, según el sistema que más reduzcan). Es
decir, según el tipo de reactividad del individuo, éste mejorará más con un tipo de técnicas u otro. Para esta
conclusión existe apoyo, al menos parcial, en la mayor parte de los estudios revisados (Michelson, 1987; Cano
Vindel, 1989; Cano Vindel y Miguel Tobal, 1989b, 1989d) se encuentra apoyo a la misma.

Por último, ésta concepción multidimensional de la respuesta emocional ha tenido repercusiones en los
estudios sobre etiología de los trastornos emocionales. Rachman (1977, 1978) ha propuesto que estas
peculiaridades en la manifestación de fenómenos emocionales podrían estar relacionadas, al menos en el caso de
las fobias, con la forma de adquisición o aprendizaje de dichas respuestas. Así, los miedos adquiridos mediante
condicionamiento clásico, o contacto directo con el estímulo fóbico, presentarían una mayor reactividad
fisiológica que cognitiva (Ost y Hugdahl, 1981), por lo que mejorarían más con una técnica centrada en lo
fisiológico (Wolpe, 1981; Ost, 1985); mientras que las fobias adquiridas por aprendizaje vicario y/o transmisión
de información, presentarían un predominio de reactividad cognitiva y se eliminarían mejor con una técnica de
tipo cognitivo. Así pues, cada sistema de respuesta obedecería a procesos diferentes de aprendizaje y de ahí
vendría su relativa independencia. Sin embargo, los estudios realizados hasta ahora no son concluyentes, tal vez
porque se usa el autoinforme retrospectivo como único método para determinar el tipo de aprendizaje. Véanse
las revisiones de Cano Vindel (1989); Miguel Tobal (1989) y Miguel Tobal y Cano Vindel (1990).

En resumen, hoy en día se considera que la respuesta emocional no es unitaria, sino multidimensional.
Los componentes básicos de esta respuesta son de tipo subjetivo, fisiológico y motor- observable. Estos tres tipos
de respuesta parecen obedecer a otros tantos sistemas (cognitivo, fisiológico y motor), los cuales funcionan de
manera relativamente independiente, a juzgar por una serie de fenómenos, tales como discordancia y desincronía
entre sistemas. Esta concepción de la respuesta emocional ha supuesto notables cambios en su evaluación, así
como en la etiología y tratamiento de los trastornos emocionales. Son especialmente relevantes los estudios
sobre perfiles de reactividad
característicos de un individuo, un grupo (por ejemplo, sujetos con trastornos psicofisiológicos), un tipo de
situación, etc.

4.2. Especificidad situacional

El modelo del condicionamiento clásico de la conducta emocional (Watson y Rayner, 1920), considera
que la respuesta emocional es condicionable, según las leyes del condicionamiento clásico. Esto supone
conceptuar a la situación como un estímulo elicitador de dicha respuesta. La situación emocional sería, por lo
tanto, la responsable de una conducta emocional. Esta situación es considerada en términos fisicalistas como un
estímulo específico observable, que provoca una respuesta (modelo E--
>R).

En el modelo de Schachter y Singer (1962) de la emoción (uno de los primeros modelos cognitivos) se
sigue un esquema E-->O-->R, donde el estímulo es considerado como una situación social que el sujeto evalúa y
etiqueta (procesos cognitivos). Del resultado de esta evaluación y etiquetado de la situación dependerá la
cualidad o tipo de emoción resultante; pero la intensidad emocional dependerá del grado de activación del
individuo. Así pues, la situación en este modelo es una condición necesaria, pero no suficiente, para que se dé
una emoción.

El "análisis del significado" de la situación que defiende Mandler (1975) sería el único responsable de la
cualidad emocional; pero, además, este mismo proceso de análisis podría desencadenar la activación autonómica
(que podría ser generada también por otros factores).

En la Psicología de la Personalidad, las conductas emocionales (como la ansiedad) han sido estudiadas en
función de la situación (Mischel, 1968), de los rasgos del individuo (Cattell, Spielberger, etc.) y, tras la polémica
entre ambas posturas, en función de la interacción de ambos factores (Endler, 1975). Así, en el modelo
interactivo de la ansiedad de Endler, la conducta de ansiedad depende no sólo de la situación y de las
características personales, sino especialmente de la interacción de ambos, prediciéndose que se producirá una
reacción de ansiedad cuando el tipo de situación y el tipo de rasgo específico del individuo sean congruentes
(hipótesis de la congruencia).

En los modelos de interacción compleja las emociones ocurren en el contexto de una transacción continua
entre la persona y la situación (Lazarus y Folkman, 1986). Esta interacción supone una causalidad recíproca entre
todos los elementos que están en juego, especialmente entre la situación y el individuo. Por parte del individuo,
los factores más importantes son de tipo cognitivo.

Como puede verse, la situación ha sido considerada de diferentes formas en la producción de una conducta
emocional, pero siempre ha jugado un cierto papel, relativamente importante. Hemos visto que, generalmente, la
situación determina, al menos, la cualidad o tipo de emoción que experimenta el individuo.

Recordemos que James había considerado a las reacciones emocionales como altamente específicas,
dándose, por un lado, una cierta especificidad individual y, por otro lado, una reacción emocional específica ante
cada situación. En este caso, la reacción emocional (como experiencia) sería altamente específica e irrepetible,
porque la situación provocaría muchas respuestas orgánicas, diferentes en cada ocasión. Como ya hemos visto,
en la psicofisiología se ha intentado demostrar que la situación puede generar un patrón de respuesta
característico (a nivel fisiológico). Posteriormente, esta hipótesis se ha planteado también a nivel de los tres
sistemas de respuesta emocional, sugiriendo que, ante determinado tipo de situaciones, los individuos podrían
presentar un patrón de respuesta cognitivo- fisiológico-motor (C-F-M) característico, asociado con cada tipo de
situación (Cano Vindel y Miguel Tobal, 1989c, 1990a, 1990c).

En un estudio experimental (Cano Vindel y Miguel Tobal, 1990c) en el que estudiamos dos situaciones
ansiógenas diferentes ("hablar en público" y "estar a solas con una persona del otro sexo") y
dos tipos de individuos ansiosos ("altos en ansiedad de evaluación y bajos en ansiedad interpersonal" frente a
"bajos en ansiedad de evaluación y altos en ansiedad interpersonal"), encontramos lo siguiente:

-El perfil cognitivo-fisiológico-motor (C-F-M) de las dos situaciones difería ligeramente, mostrando la
situación interpersonal una mayor reactividad de tipo fisiológico que la situación de evaluación, tanto
en los individuos con alta ansiedad de evaluación como en los sujetos con alta ansiedad interpersonal.
Es decir, esta mayor reactividad fisiológica de las situaciones interpersonales era independiente de las
características de los individuos (para la ansiedad fisiológica no se daba
interacción persona por
Figura 2:
situación y sí era
significativo el efecto de la
Perfil C-F-M de dos
situación), como puede
situaciones
verse en el en la Figura 2.

-La conclusión anterior se


cumplía tanto en la
condición de baja ansiedad
(al principio de las
situaciones) como en la de
alta ansiedad (al final de las
situaciones, después de
generar un elevado grado
de ansiedad).

-El perfil C-F-M de cada grupo


en cada situación en la
condición de alta ansiedad
es similar, pero a un nivel
más alto, que su perfil para
la condición de baja
ansiedad (ver la Figura 2).

Es decir, se estudiaron los


perfiles de reactividad (C-F-M) de dos
grupos de sujetos diferentes, en dos
situaciones distintas, viéndose que los
dos grupos eran similares (en el
conjunto de las dos situaciones no
había diferencias intergrupo) y que la
situación interpersonal generaba una
mayor reactividad fisiológica que la
situación de hablar en público
(evaluación), independientemente de las características individuales en su perfil de rasgos específicos de
ansiedad.

En resumen, de acuerdo con los modelos revisados, la situación es la responsable en último extremo del
surgimiento de una reacción emocional. Ahora bien, una misma situación puede generar o no una emoción en
distintas personas (o para la misma persona, en distintos momentos), por lo que se considera que es necesario
introducir variables que expliquen las diferencias individuales y variables que expliquen la interpretación de la
situación que hace el sujeto. Los modelos de Endler y Lazarus, por ejemplo, pueden explicar esta mediación
entre situación y reacción emocional. Pero, en cualquier caso, parece que la situación (mediada, o no, por
procesos cognitivos y diferencias individuales) establece
algunas características de la reacción emocional (independientemente de las diferencias individuales) y, en este
sentido, hablamos de especificidad situacional.

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