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28 mayo 2021

¿Lotería o combinación perfecta? Así surgió la vida en la Tierra

Astrofísica | Biodiversidad | Universo

Ventana al Conocimiento

Periodismo Científico

Solemos aceptar como algo natural que los humanos habitemos el cosmos. ¿Cómo podría ser de otro modo? ¿Qué sentido
tendría el universo si no hubiera permitido nuestra existencia? Esta mala interpretación del llamado principio antrópico, según el
astrofísico y divulgador Ethan Siegel “la idea más abusada de la ciencia”, suele llevarnos a un corolario: si nosotros estamos aquí,
¿por qué no otros muchos, millones? Otro principio, el de mediocridad, sugiere que ni nuestra galaxia ni la Tierra tienen nada de
especial. Y sin embargo, hasta ahora no solo ignoramos la existencia de nadie más, sino que aún no hemos encontrado un planeta
similar al nuestro. La vida no es ni mucho menos algo inevitable, afirman los científicos, y nuestra presencia aquí puede ser el
simple resultado de una serie de sucesos afortunados, casi premios de lotería cósmica que muchos otros planetas perdieron en
algún momento de su historia.

La existencia de la vida en la Tierra se apoya en cinco grandes pilares: la distancia al Sol, ni muy cerca ni muy lejos, lo suficiente
para que haya agua líquida; el núcleo magnético, que protege la atmósfera del arrastre del viento solar y a la vida de la radiación
cósmica; la propia atmósfera, cuyo efecto invernadero evita que el agua se congele; naturalmente, el agua, disolvente universal
de la vida; y por último el oxígeno, que nos permite respirar.

Pero a diferencia de una receta de cocina, estos ingredientes no son del todo independientes entre sí. Y, sobre todo, como en la
elaboración de cualquier plato, solo si se cocinan en el orden y del modo adecuado se obtiene el resultado que hace posible que
hoy estemos aquí.

UNA GRAN COLISIÓN COMO ORIGEN DE NUESTRO PLANETA

Hace unos 4.568 millones de años, en un rincón de una galaxia, una nube de gas y polvo creó una nueva estrella rodeada por un
disco protoplanetario, cuyo material comenzó a agruparse en masas cada vez mayores. En apenas unos pocos millones de años, el
Sistema Solar tenía un aspecto bastante similar al actual, pero entre Venus y Marte no había un planeta, sino dos; según la
hipótesis más aceptada, la posterior colisión entre la Prototierra y Tea, otro objeto del tamaño de Marte, originó nuestra Tierra y
su Luna hace unos 4.510 millones de años. Estas cifras se obtienen estudiando las proporciones de isótopos de elementos como
el plomo, que se produce por la desintegración radiactiva del uranio a lo largo de miles de millones de años.

Una colisión entre dos cuerpos celestes originó el sistema Tierra-Luna hace 4.510 millones de años. Crédito: NASA/JPL-
CALTECH/T. PYLE

Por puro azar, este nuevo planeta, aún incandescente, se encontraba dentro de esa franja que los científicos llaman Ricitos de
Oro, como la sopa del cuento; a una distancia suficiente del Sol para que al enfriarse no acabara congelado, de modo que el agua
líquida pudiera existir. A su vez, esto dependía también de la masa del planeta y, relacionado con esta, de que su atmósfera fuera
lo suficientemente gruesa y densa como para generar un efecto invernadero, si bien no potente en exceso; Venus es el ejemplo
de cómo un efecto invernadero demasiado intenso puede acabar convirtiendo un planeta en un infierno calcinado.

Y aún más, la persistencia de esta atmósfera vino propiciada por un campo magnético creado por un núcleo planetario de metal
fundido en movimiento, actuando como una gran dinamo. Nuestro otro vecino, Marte, es un ejemplo de cómo la falta de un
escudo magnético que proteja al planeta del arañazo del viento solar, y que el pequeño planeta rojo perdió al enfriarse su núcleo,
acaba despojándolo de su atmósfera.

AGUA, EL ORIGEN DE LA VIDA TERRESTRE

Pero para que todo ello progrese, es esencial la presencia del agua. Tradicionalmente se ha propuesto que la ardiente Tierra
temprana era una bola seca y que el agua llegó a bordo de los meteoritos y cometas que cayeron sobre el planeta en sus inicios.
Sin embargo, un estudio reciente sugiere que, pese al aporte de estos posibles impactos, en realidad la mayor parte del agua
terrestre se formó a partir del hidrógeno y el oxígeno que la Tierra ya llevaba de fábrica.Recreación de la lluvia de asteroides que
se cree que trajeron agua y otros materiales orgánicos a la Tierra. Crédito: NASA’s Goddard Space Flight Center Conceptual
Image Lab
Así, hace unos 4.400 millones de años teníamos una Tierra ya casi habitable, cubierta por un océano global. Pero según la idea
tradicional, hace 3.900 millones de años un intenso bombardeo de asteroides –el llamado bombardeo intenso tardío– habría
esterilizado todo intento de vida. Aunque esta hipótesis se ha cuestionado recientemente, en todo caso las pruebas indican
que el enfriamiento de la Tierra fue rápido; hace 3.400 millones de años las aguas habían alcanzado una agradable temperatura
de unos 40 °C. Las pruebas geológicas indican que ya había microbios terrícolas desde hace unos 3.800 millones de años, pero
quizá los primeros seres vivos pudieran remontarse aún más atrás, casi hasta el mismo origen de los océanos, antes del gran
bombardeo.

EL OXÍGENO: PRIMERO VENENO Y DESPUÉS ANTÍDOTO

La aparición y evolución de la vida temprana es un campo en el que la ciencia aún deberá seguir avanzando, ya que las pistas
todavía son incompletas. Aquellos primeros seres unicelulares vivían bajo una atmósfera irrespirable, compuesta por gases como
metano y amoníaco. Hace unos 2.400 millones de años tuvo lugar la llamada Gran Oxidación, cuando la atmósfera comenzó a
poblarse de oxígeno en su forma molecular respirable, lo que se atribuye a la aparición de las cianobacterias fotosintéticas. Sin
embargo, un análisis molecular comparativo concluye que estas surgieron después de la Gran Oxidación, lo que dejaría la
aparición del oxígeno respirable en manos de otros microbios aún más primitivos.

Sin embargo, lo que posibilitó la aparición de la vida compleja fue al mismo tiempo la causa de la primera gran extinción terrestre,
ya que el oxígeno era un veneno para otros de los primeros seres vivos. A su vez, la reacción del oxígeno con el metano consumía
este potente gas de efecto invernadero para producir agua y dióxido de carbono, lo que provocó un brutal cambio climático que
cubrió la Tierra de hielo durante 300 millones de años.

De este modo, el oxígeno fue la primera gran causa de extinción en la Tierra, pero a la vez fue el motor de la vida, un golpe de
timón en el rumbo de la evolución que daría origen a los seres multicelulares y a la explosión de la vida tal como la conocemos
hoy, enormemente diversa y compleja; toda una lotería cósmica en la que, al menos que sepamos hasta ahora, solo se ha
repartido un primer premio.

Javier Yanes

@yanes68

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