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 ¿Bueno o malo? Los conflictos y las opiniones sobre el Rap.

El rap, ligado de manera indisoluble a la cultura afroamericana en los Estados Unidos, nace dentro
de la cultura hip hop, en Nueva York en la década de los setenta, en los barrios pobres de la Gran Manzana y,
tan pronto se reconoció que este género musical podía convertirse en un negocio, el dinero menos limpio
comenzó a invertir en la industria naciente. Gracias a MTV y la cultura de los “videoclips”, se hicieron
estrellas Run DMC, Big Daddy Kane, LL Cool J, Salt’n Pepa o The Beastie Boys, entre muchos otros.

el rap desarrolló un lenguaje propio que busca plasmar poesía, ritmo y actitud con mensajes que
difunden con sus temas, principalmente, sobre las injusticias del sistema.

Con el tiempo, el rap se convirtió en un gran negocio, desatando una batalla entre productores y
músicos que permitió el nacimiento de un género conocido como gangsta rap, en el que las letras reflejan
violencia y peleas territoriales.

la prensa vio este tema como una mina de oro y reportaron cada incidente entre raperos disqueras,
mientras los discos registraban ventas estratosféricas.

Pese al asesinato de algunos músicos, los incidentes violentos no han dejado de ocurrir.

Como todo, el rap tiene sus facetas negativas y positivas. El rap va más allá de ser solo un género
musical porque es una forma de expresión, un arte, un sentimiento. Hay exponentes de este gran género que
cuentan sus historias y nos hacen ver la realidad de la vida que veces no conocemos. Otros nos dan un mensaje
positivo cuando lo necesitamos. Un buen rapero puede hacernos pensar diferente con su mensaje.

Algunas de las negativas que citan los críticos al discutir la música de rap son las letras que
glorifican violencia, drogas y abuso de alcohol, crimen, sexualidad abierta y la objetivización de mujeres.

Abuso de substancias

Un estudio por Denise Herd de la Escuela de Salud Pública de Berkeley demuestra que el 77 por
ciento de la música de rap estudiada hizo referencias a drogas y abuso de alcohol. La música country siguió en
segundo lugar con sólo 36 por ciento. Según un artículo de WebMD, las niñas afroamericanas entre las edades
de 14 y 18 años que ven este tipo de videos musicales por 14 horas a la semana o más son 1.5 veces más
probables que tomen o usen drogas más que otras niñas.

Violencia

Las referencias frecuentes a pistolas, tiroteos, violencia, robo y revancha acribillan las letras de la
música rap. Las canciones promoviendo violencia en contra de hombres y mujeres son común. Los artículos de
WebMD señalan como niñas negras adolescentes que son espectadores frecuentes de estos videos son "tres
veces más probables a golpear a un maestro" o "2,5 veces más probables de que sean arrestadas". La violencia
innecesaria de las canciones de rap y videos presentan a la violencia como un curso de acción viable o incluso
preferible durante un conflicto.

Sexualidad
Las referencias gráficas frecuentes a actos sexuales entre hombres y mujeres son otro sello de la
música de rap y la promiscuidad se promueve en las canciones. La idea de la mujer como objeto sexual permea
la música e influye en los jóvenes que la escuchan. Las mismas niñas que sirven de referencia en el artículo de
WebMD tienen "el doble de probabilidades de tener múltiples parejas sexuales" y "1,5 más probabilidades de
que obtengan una enfermedad transmitida sexualmente".

Lenguaje y blasfemia

La música de rap presenta un vocabulario totalmente nuevo que tu adolescente no aprenderá en


clase de Inglés. Palabrotas, lenguaje explícito y blasfemia parecen ser un requisito de la composición de letras
de canciones de rap. Ahora aparecen clasificaciones de guía parental en música controversial para alertarlos de
CDs cuyo contenido incluye lenguaje inapropiado u ofensivo. Algunos discuten, sin embargo, que las estampas
sólo sirven para atraer a consumidores jóvenes, en lugar de alejarlos.

a música es una herramienta única para movilizar a la sociedad y expresar reivindicaciones


políticas, y el rap no es una excepción. Desde su nacimiento en la década de los setenta, el género no ha dejado
de evolucionar y de servir de instrumento para canalizar demandas sociales. Surgió en Nueva York, donde las
comunidades marginadas de afroamericanos y latinos lo usaron para denunciar las injusticias que vivían en los
barrios más desfavorecidos, y luego se expandió al resto del mundo. Al final de este artículo se incluye una lista
de reproducción con las canciones más representativas del género.

El rap, rimas cargadas de política

Public Enemy en una de sus actuaciones en Hamburgo, en el año 2000. Fuente: Wikimedia
Commons

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El rap puede considerarse mainstream: un fenómeno de masas aceptado por la industria musical.
Sin embargo, en sus inicios fue una música nacida en los márgenes, la alternativa de los barrios más
desfavorecidos frente a la escena musical mayoritaria. La época eran los setenta, el punto de partida fue Nueva
York. En aquella época, el género dominante en las principales salas era la música disco, cuyos multitudinarios
eventos habían surgido alrededor de un ambiente exclusivo. Eran fiestas a las que no podían acceder los
habitantes de los barrios bajos, mayoritariamente afroamericanos y puertorriqueños.
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Fue en estos barrios, concretamente en el Bronx, donde varios artistas comenzaron a experimentar
con vinilos y a mezclar diferentes influencias musicales, buscando un sonido propio que animara la escena
musical del barrio. De ahí surgió el hip hop: las mezclas de discos de los DJs, el baile break dance de los B-
boys y las rimas de los MCs —o “maestros de ceremonias”—, que son el rap propiamente dicho, el medio
narrativo del hip hop.

Con todo, la rima como forma de resistencia entre los afroamericanos se remonta a la época de la
esclavitud. Hunde sus raíces en las tradiciones africanas, donde los griots, narradores ambulantes de historias,
contaban con la importante función social de atesorar la memoria de sus pueblos. Los raperos usaron el hip hop
para hablar de sus complejas condiciones de vida en los guetos invisibilizados de la gran ciudad y protestar
contra la pobreza, la marginación y las desigualdades entre las que se habían criado.

Politizado desde su nacimiento

Desde sus inicios, el hip hop se convirtió en un vehículo de transmisión y generación de conciencia
social y política. Posiblemente, la primera canción de rap político fuera The Message (‘El mensaje’), de la
banda Grandmaster Flash & The Furious Five’s, en 1983. El diario Los Ángeles Times la describió como
“música del gueto para el gueto, política sin hablar de política”. El compositor y líder de la banda, el MC Melle
Mel, puso así la primera piedra de un camino que seguirían muchos otros raperos, usando sus rimas para
denunciar la violencia, la opresión y las injusticias contra afroamericanos y latinos. El rap pronto se convirtió
en un termómetro de la política estadounidense: en su evolución pueden leerse también los cambios que ha
vivido la población más desfavorecida de EE. UU. en las últimas décadas.

Carátula de The Message, de Grandmaster Flash & The Furious Five’s. Fuente: Flickr

Así fue en la década de los ochenta, durante las dos legislaturas del presidente republicano Ronald
Reagan. Reagan impulsó políticas económicas neoliberales y una agresiva guerra contra las drogas que
multiplicó los encarcelamientos vinculados al tráfico y consumo de estupefacientes. Estas medidas
multiplicaron la violencia y las desigualdades socioeconómicas de las clases más bajas de EE. UU., afectando
especialmente a la población afroamericana. La inversión pública y los servicios sociales se degradaron, los
salarios se redujeron y el desempleo se multiplicó, así como las tasas de pobreza, los problemas de drogas, los
encarcelamientos y la represión policial.
En esta época surgieron algunas de las bandas de rap más reivindicativas. Su mensaje de
transformación social y política era muy explícito, dando voz a los menos escuchados. Una de ellas fue Public
Enemy, cuyo cantante, Chuck D, llegó a calificar el rap como “la CNN de los negros”: un medio para informar
y politizar a los jóvenes afroamericanos. Con temas como Fight the power (‘Lucha contra el poder’),
denunciaron el racismo institucional y animaron al pueblo a rebelarse contra el sistema. Otras bandas fueron
The Last Poets, con When the Revolution comes (‘Cuando llegue la revolución’); West Coast All Stars, con
We’re all in the same gang (‘Estamos todos en la misma banda’); o Intelligent Hoodlum, con Arrest the
president (‘Arresten al presidente’).

El rap político tomaría tintes más radicales a partir de 1986, con la fundación de la banda N.W.A.
Esta banda fue pionera en el rap gangsta, un subgénero caracterizado por hablar explícitamente de drogas, sexo
y violencia con un desprecio total a la autoridad estatal. Los miembros de N.W.A., criados en la ciudad
californiana de Compton —el Bronx de la costa oeste—, revolucionarían la escena en 1988 con el tema Fuck da
Police (‘Que le jodan a la policía’). En él, hablaban de las deplorables condiciones económicas y de la violencia
policial que sufrían los afroamericanos solo por su color de piel. La letra también defendía responder con
violencia a esa marginación, lo que llegó a encender las alarmas del FBI. Por canciones como esta, la prensa y
las autoridades estadounidenses han perseguido y acusado al rap en numerosas ocasiones de promover la
violencia en las comunidades negras y de ser la causa, y no la consecuencia, del problema.

Sin embargo, las bandas de hip hop pretendían educar y movilizar a los jóvenes para reducir la
violencia dentro de sus propias comunidades. Un ejemplo de ello es el tema Self Destruction
(‘Autodestrucción’), que compuso el artista KRS-One junto a raperos de las dos costas de EE. UU.,
tradicionalmente enfrentadas. El fenómeno alcanzó la cumbre en los noventa con artistas como 2Pac, Mos Def,
De la Soul, Ice Cube, o The Fugees. Las raperas, como MC Lyte, Queen Latifa o Lauryn Hill —integrante de
The Fugees— o Hurricane G, introdujeron en sus letras las reivindicaciones de las mujeres afroamericanas y
latinas y denunciaron la misoginia dentro del hip hop. Las reivindicaciones sociales de los raperos incluso
salieron de las fronteras del país. Algunas bandas, como Harlem World Crew, se posicionaron sobre el conflicto
contra Irán, participaron en iniciativas contra el apartheid sudafricano o criticaron las condiciones de la cárcel
de Guantánamo.

Pero el mensaje político del rap no bebía solo de sus experiencias vitales en el gueto, sino que se
alimentaba de las ideas de activistas afroamericanos como Malcom X y Maya Angelou, y de la militancia en los
Panteras Negras, movimiento surgido en los sesenta para defender los derechos de los afroamericanos de EE.
UU. El peso de esta herencia se aprecia claramente en la figura del rapero 2Pac (Tupac Shakur). Asesinado en
un tiroteo en 1996, 2Pac era hijo de dos miembros de los Panteras Negras, y es aún hoy un símbolo de la
resistencia afroamericana y de la lucha contra las desigualdades económicas y de raza en EE. UU., y uno de los
raperos que más discos ha vendido de la historia.

El camino hasta la Casa Blanca

Para finales de los noventa y principios de los 2000, el rap era ya tan popular que se comercializaba
a través de canales musicales como la MTV, lo que provocó que fuera perdiendo su mensaje político. A las
discográficas y emisoras de radio importantes, en su mayor parte en manos de grandes empresarios blancos, no
les interesaba promocionar mensajes antisistema, y apostaron por temas que hablaban sobre la fiesta, las drogas,
el lujo y el derroche.

Por si fuera poco, la llegada al poder de Barack Obama, el primer presidente afroamericano de la
historia, en 2009, trajo optimismo a la comunidad afroamericana. La percepción de las relaciones raciales en
EE. UU. mejoró y el activismo afroamericano se redujo. El rap apoyó a Obama y este incluso invitó a la Casa
Blanca a los raperos Common y Jay-Z. El presidente incluso confesó escuchar música del polémico Lil’
Wayne, conocido por sus letras relacionadas con la droga y la violencia y que entonces estaba encarcelado por
un robo. Todo ello habría sido impensable hasta entonces para una opinión pública y unas estructuras de poder
dominadas por blancos.

Manifestación en contra de la violencia policial en EE. UU. en 2015. Fuente: Johnny Silvercloud
(Flickr)

No obstante, hacia 2015 el optimismo fue desapareciendo al hacerse patente que la violencia y la
discriminación contra los afroamericanos no había desaparecido a pesar de que un presidente negro ocupara la
Casa Blanca. El Movimiento Black Lives Matter, que criticaba la violencia policial contra los negros, había
nacido en 2013 y estaba entonces en auge. Siguiendo su empuje, el rap político volvió a tomar fuerza.

Desde entonces el rap en EE. UU. se ha vuelto a llenar de activismo político, con artistas como
Kendrick Lamar, también salido de Compton. En su álbum To pimp a Butterfly, pueden encontrarse temas
como Mortal Man (‘Hombre mortal’) en el que cita a Mandela y que incluye una entrevista a 2Pac. Otra de sus
canciones, Alright (‘Bien’), que se ha convertido en un himno para los activistas del Black Lives Matter. Otros
artistas como M.I.A, Run the Jewels y, ya en la era Trump, Childish Gambino, con su tema This is America
(‘Esto es América’), cargaron sus letras con temas como la violencia policial, el racismo o la esclavitud, y otros
más actuales como el feminismo, las fronteras, la crisis de refugiados o las críticas al sistema judicial.

El desembarco del rap en las banlieues de Francia

El primer país fuera de EE. UU. en el que caló el rap político fue Francia. El mensaje de los hijos de
los guetos estadounidenses atrajo pronto a muchos franceses originarios de las antiguas colonias de Francia en
África y el Caribe, porque les conectaba con su propia experiencia vital de racismo y exclusión social. No en
vano, la cuna del rap francés fueron los barrios desfavorecidos del extrarradio de París: las denominadas
banlieues, y en concreto Seine-Saint-Denis. El rap llegó a Francia a principios de los ochenta, con las primeras
giras de artistas estadounidenses por Europa. No obstante, lo que de verdad propagó el rap en el país fue la
aparición de radios libres y el lanzamiento de un programa dedicado al hip hop en una de las principales
cadenas de televisión del país, la TF1. Ello permitió que el rap de las banlieues inaugurara un estilo propio.

A partir de ahí, el rap crecería hasta hacer de Francia el segundo país más prolífico de la historia del
género, alcanzando su clímax en los noventa. Los raperos franceses denunciaban la islamofobia, el racismo, la
violencia policial, el desempleo y, en general, las discriminaciones de raza y clase que sufrían los franceses de
origen africano, magrebí o caribeño. Las letras también abordaban la corrupción, las políticas migratorias, las
prácticas neocoloniales de Francia en África y la manipulación de los medios de comunicación. Al igual que
había ocurrido en EE. UU., el rap fue acusados de dividir a la sociedad y de promover la violencia en las
banlieues. Entre los artistas comprometidos más importantes del país se encuentran IAM, Suprême NTM —
fervientes defensores del panafricanismo—, 2bal, Assassin, Ministère AMER o Keny Arkana, rapera de origen
argentino de letras explícitamente antisistema. Asimismo, y gracias a la emisora de radio MCM, el rap se
extendió desde Francia a los países del África francoparlante, conectando a la diáspora africana con sus
orígenes y al rap con sus fuentes ancestrales.

El rap árabe, versos desde la intifada

El mundo árabe, y en particular Palestina, ha sido también una tierra fértil para el rap político. Su
mayor exponente son los árabes israelíes DAM, los inventores del género en lengua árabe. Los fundadores de la
banda comenzaron a rapear en 1998 —en los albores de la segunda intifada palestina contra Israel—,
inspirados por 2pac, Public Enemy, y por los textos antirracistas de Malcom X y Maya Angelou.

El caldo de cultivo del rap político palestino también fue un gueto: la ciudad israelí de Lod,
conocida en el país por ser un núcleo de pobreza, drogas y violencia. Cómo israelíes de origen palestino, DAM
denunció tanto la situación de los palestinos en los territorios ocupados como la discriminación sistemática que
vivían los árabes israelíes con temas como Min Irhabi (‘¿Quién es el terrorista?’). Posteriormente, y de mano de
la cantante palestina Maysa Daw, el grupo ha incluido en sus canciones temas como el el feminismo, criticando
el matrimonio o el rol tradicional de la mujer en la sociedad árabe, han animado a la participación electoral de
los árabes en las elecciones israelíes y han apoyado al movimiento LGBT y al Black Lives Matter.

El rap hispanohablante: rimas por la revolución

También en España y América Latina el rap encontró cómo expandirse entre los más de 480
millones de hispanohablantes. En este caso, la mayor parte del rap político ha abrazado ideologías de
izquierdas, feministas y anticoloniales. En España varios raperos han ocupado portadas de periódicos a raíz del
contenido político de sus versos, como Los Chikos del Maíz, por sus críticas a la corona o por ser acusados de
apoyar el terrorismo. Por esta misma razón el rapero Valtonyc huyó a Bélgica en 2018, cuando iba ser llevado a
juicio acusado de injuriar a la Corona y enaltecimiento del terrorismo. En protesta por su caso, otros artistas se
unieron para elaborar un tema en contra de la monarquía y a favor de la libertad de expresión. Otro caso similar
es el de Pablo Hásel, condenado a varios meses de prisión en 2020 por enaltecimiento del terrorismo e injurias
contra la Corona. El rap feminista español también se encuentra en pleno auge, con bandas como IRA o
Tríbade, cuyas letras hablan del movimiento okupa, el debate alrededor de la prostitución o la LGTBIfobia.

En América Latina, el amplio abanico de rap político incluye, por ejemplo, a los venezolanos Hijo
de Lobo Caza y Muchocumo, ambos a favor del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez. En el Caribe
destacan los cubanos Aldeanos, muy críticos con el régimen castrista y con la situación económica de Cuba,
algo por lo que llegaron a ser acusados de estar financiados por la CIA. Más al sur, las letras de la chilena Ana
Tijoux hablan de los derechos indígenas, de feminismo y ecologismo, y las argentinas Sara Hebe y Actitud
María Marta son defensoras de las Madres de Plaza de Mayo, una asociación que lucha por recuperar la
memoria de los desaparecidos durante la dictadura de Rafael Videla en los setenta. También puede encontrarse
rap político en México, con bandas como Facto, que se han posicionado en contra de la violencia en el país y
han denunciado la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014.

El rap, una herramienta política inagotable

El rap ya forma parte de la música más comercial. Es un género tan popular que el rapero
estadounidense Kanye West incluso se ha presentado a presidente en las elecciones de noviembre de 2020, una
decisión que, aunque llamativa, ha tenido más de excentricidad personal y de marketing que de reivindicación
política. Sin embargo, el potencial del rap como instrumento de comunicación política sigue vigente,
alimentado por las desigualdades que siguen sin desaparecer y asentado por sus orígenes humildes como voz de
los desheredados. De hecho, salvo unas pocas excepciones en la República Checa y Alemania, donde han
surgido grupos de rap de extrema derecha, el rap político siempre se ha posicionado a favor de colectivos
discriminados y en contra del racismo y de las políticas económicas neoliberales. Esa postura ha llevado a
raperos a perder la vida, como el griego antifascista Pavlo Fyssas, asesinado por miembros del partido neonazi
griego Amanecer Dorado en 2013. Pero también ha hecho del rap una herramienta para artistas reivindicativos
que sigue cruzando fronteras, adaptándose a nuevos contextos y evolucionando con cada lengua en la que se
rima.

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