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ANATOMÍA DE TWITTER

ANÁLISIS
i
Serás positivo o no serás

Una psicóloga critica en un hilo de Twitter el daño que está


causando en la sociedad el mandato según el cual hay que tomar una
actitud optimista ante cualquier adversidad.

CARLA MASCIA
05 AGO 2022 - 22:00 CDT

“No logro ser feliz. No consigo ver lo positivo, solo veo lo que me
pesa, me siento anormal. En el trabajo, me han pedido que nombre
mis tres victorias personales o profesionales en lo que va de año y
no se me ha ocurrido nada que decir. ¿Cree que estoy deprimida?”,
le preguntó a su psicóloga una mujer apenas separada de su pareja,
con la que llevaba 10 años. La analista decidió hace unos días
compartir la confesión de su paciente en un hilo de Twitter en el que
explica y denuncia el daño psicológico que está causando el
mandato ampliamente sembrado en la sociedad actual según el cual
serás positivo o no serás. La salvación, nos dicen los gurús
superventas del desarrollo personal, los nuevos preparadores que
operan en las empresas y hasta el adiestrador de mi perro, pasa por
adoptar una actitud positiva ante cualquier adversidad.
“La exigencia de ver lo positivo y de centrarse solo en eso, con el
pretexto de que, de lo contrario, somos pesimistas, arrastramos a los
demás y atraemos la derrota hacia nosotros, beneficia al
productivismo capitalista”, escribe la analista francesa bajo el
seudónimo @lapsyrévoltée (”la psicóloga indignada”, en español).
Se trata, asegura, de una concepción que transfiere la culpabilidad de
la sociedad hacia el individuo. Si no somos felices es porque no
tenemos la mentalidad adecuada, “la del ganador”. El entorno
económico y social —e incluso el propio inconsciente de cada
persona y todo lo que lleva almacenando desde la infancia, nuestra
singularidad como individuos— resulta irrelevante: la felicidad es
una elección al alcance de cualquiera que se lo proponga.
En esta visión solo cuenta la voluntad individual, nada más. Un
mantra que, en otro plano, me recuerda a cuando Macron le dijo a un
agricultor en paro que encontrar un trabajo en otro sector era tan
sencillo como cruzar la calle, en un país en el que cada dos días se
suicida un campesino, según los datos de la Mutualité Sociale
Agricole (MSA). En la hostelería o en la construcción, le comentó,
conseguir un empleo es facilísimo. No existen problemas, solo
oportunidades. O a Louise Hay, la difunta reina del desarrollo
personal ―cuya cuenta sigue teniendo más de 360.000 usuarios―,
quien instruía a sus adeptos a golpe de best sellers que para ser
felices hay que ponerse frente a un espejo y repetirse una y otra vez
afirmaciones positivas para eclipsar los pensamientos negativos y
cambiar la realidad. Así de simple. Y si no lo conseguimos, es que
no nos estamos esforzando lo suficiente. La felicidad o la realización
profesional están allí, esperándonos.

Las cuentas dedicadas en Twitter a impulsar esas ideas se cuentan


por decenas. @CitaPositiva, una de las más populares con sus
148.600 seguidores, ayuda a los usuarios a “encontrar la motivación
que necesitan” compartiendo “pensamientos positivos y citas para
ser mejores seres humanos”. Todo un programa. Otras como
@PosibleEs incitan a “reprogramar nuestras mentes para mudar la
piel” y ser “la luz en la oscuridad”, mientras
@TuMotivacion_asegura que “motivarte es fácil y ser feliz es una
opción”. Mi preferida, @positivo_poder, aconseja literalmente
“manipular tu mente con pensamientos positivos” para que esta no
“te manipule a ti con pensamientos negativos”.

“Al evacuar las cosas llamadas `negativas’, apuramos nuestra


temporalidad psíquica. Queremos ir más rápido que el tiempo que
necesitamos para procesar un episodio de nuestra vida, integrarlo,
digerirlo y sanar de él”, explica la psicóloga. El tiempo psíquico de
una persona no se corresponde con “las exigencias del tiempo rápido
del capitalismo” y representa “un maltrato adicional que no
necesitamos en estos momentos”. No sé si por “estos momentos” se
refiere a la pandemia, al cambio climático, a la guerra o al auge de
los influencers. Lo cierto es que dadas las circunstancias actuales, y
ya no digamos si estas se suman a un drama personal, lo que quizás
necesitemos paradójicamente, como recomienda el filósofo André
Comte-Sponville, es solo un poco de lucidez, dejar de contarse
cuentos, en suma. Una tristeza verdadera, por muy profunda que sea,
defendía en una reciente entrevista, siempre será mejor que una
felicidad artificial.

SOBRE LA FIRMA

Carla Mascia
Es editora en la sección de Opinión, donde se encarga de los
contenidos digitales. Es licenciada en Estudios Europeos y en
Ciencias Políticas por la Sorbona y cursó el Máster de Periodismo
de EL PAÍS. Antes de llegar a El PAÍS trabajó como asesora en
comunicación política en Francia.

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