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Un hoyo de verdor, por el que canta un río Tales pensamientos, no obstante, ya salgan
enganchando, a lo loco, por la yerba, jirones de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran
de plata; donde el sol de la montaña altiva demasiada intensidad. La energía en el placer
brilla: una vaguada que crece en musgo y luz. crea malestar y sufrimiento positivo. Mis
nervios, harto tirantes, no dan más que
Un soldado, sin casco y con la boca abierta, vibraciones chillonas, dolorosas.
bañada por el berro fresco y azul su nuca,
duerme, tendido, bajo las nubes, en la yerba, Y ahora la profundidad del cielo me
pálido, en su lecho, sobre el que llueve el sol. consterna; me exaspera su limpidez. La
insensibilidad del mar, lo inmutable del
Con sus pies entre gladios duerme y sonríe espectáculo me subleva... ¡Ay! ¿Es fuerza
como eternamente sufrir, o huir de lo bello
sonríe un niño enfermo; sin duda está eternamente? ¡Naturaleza encantadora,
soñando: despiadada, rival siempre victoriosa, déjame!
Natura, acúnalo con calor: tiene frío. ¡No tientes más a mis deseos y a mi orgullo!
El estudio de la belleza es un duelo en que el
Su nariz ya no late con el olor del campo; artista da gritos de terror antes de caer
duerme en el sol; su mano sobre el pecho vencido.
tranquilo;