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DESIGUALDAD EXTREMA, LA SEPULTURERA DE LA DEMOCRACIA

Carlos Gustavo Cano*

Darren Walker, presidente de la Fundación Ford, escribió y publicó recientemente en el diario


New York Times (25 de junio) un importante artículo sobre el futuro del capitalismo: “Are
You Willing to Give Up Your Privilege?” (¿Está dispuesto a renunciar a sus privilegios?).

Se trata de la más elocuente denuncia y advertencia sobre la crisis del capitalismo en muchos
años, materializada en una profunda y creciente desigualdad económica y social entre las
personas, comenzando por Estados Unidos.

Entre sus mensajes, cabe destacar los siguientes: “el capitalismo debe ser reformado si
queremos salvar nuestra democracia. Esto requerirá rechazar la ideología pasada de moda de
Milton Friedman: el dogma de que una empresa debe poner el valor del accionista por encima
de todos los demás objetivos. Requerirá que las corporaciones operen…en beneficio de todos
los interesados (stakeholders): clientes, empleados, proveedores, comunidades y
accionistas…Además, debemos preguntarnos… ¿Cómo fomentamos la inversión en las
personas y sus habilidades, no solo en automatización y robótica? ¿Qué significa escribir un
código tributario que reduzca la desigualdad? ...Con demasiada frecuencia, la política pública
hace exactamente lo contrario: en 1982, una regla de la Comisión de Bolsa y Valores permitió
a las corporaciones recomprar sus acciones…Esto creó un entorno en el que las empresas
aceleraron el uso de opciones sobre acciones y capital como formas de compensación
ejecutiva…Solo en 2018, las empresas estadounidenses gastaron más de $ 1 billón de dólares
(en español) en la recompra de sus propias acciones…”

Algunos años atrás, en 1986, Hyman P. Minsky, escribió y publicó una memorable obra,
“Sabilizing An Unstable Economy” (Estabilizando una Economía Inestable), en la que
expuso su premonitoria tesis acerca de la inestabilidad inherente al sistema capitalista, y la
consecuente necesidad de intervenirlo por parte del estado, a fin de sacarlo a flote. Sus
enemigos del área neoliberal de la economía llegaron a acusarlo de comunista, cuando lo que

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perseguía, como John Maynard Keynes, su inspirador, era ahuyentar la sombra de los
totalitarismos y salvar la democracia.

En Colombia nos hallamos ante un desafío similar. La extrema desigualdad, de la mano de


la corrupción que la agudiza, continúa siendo la amenaza más grave para nuestra democracia.
Si pretendemos en verdad preservarla, junto con uno de sus más preciados frutos que es la
libertad individual y empresarial, la sociedad tiene que estar dispuesta, sin exclusión alguna,
a recomponer la estructura de los privilegios que riñen con la equidad.

Una oportunidad única para comenzar cuanto antes dicha tarea, es la próxima reforma
tributaria que ineluctablemente tendrá que abordarse el año siguiente. La cual no podrá
limitarse a tapar coyunturales huecos fiscales, como ha venido sucediendo en promedio cada
año y medio durante la historia reciente. Una reforma fiscal estructural es aquella que, al
menos, tenga una vigencia de dos períodos presidenciales. Ahora el fundamento ineludible e
inaplazable debe ser el combate contra la insoportable extrema desigualdad, que, de
proseguir, podría ser la sepulturera de nuestra democracia y nuestra libertad.

*Profesor de la Universidad de los Andes, Director de Ecopetrol, ex director del Banco de la


República y ex ministro de Agricultura

Bogotá, julio de 2020

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