Reporte de lectura. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina
Lunes 12 de abril de 2021
La Globalización ; patrón de poder a nivel mundial, que se inicia con la constitución de América y del capitalismo colonial-moderno, todo ello basado y con respaldo en la idea de eurocentrismo.
La raza funge como eje fundamental de clasificación social de la
población, representación básica de la dominación colonial. América se constituyó como el primer espacio/tiempo del nuevo patrón de poder a nivel mundial. Dos acontecimientos históricos convergieron y asociaron, los cuales se transformarán en los ejes fundamentales dentro de este patrón de poder:
1.- Codificación de las diferencias entre conquistados y conquistadores
en la idea de Raza.
2.- Articulación de todas las formas históricas de control del trabajo,
sus recursos y productos, en torno al capital y mercado mundial.
La idea de raza, en su sentido moderno, no tiene historia conocida
antes del Descubrimiento de América. Esta idea produjo en América Latina identidades sociales históricamente nuevas: indios, negros y mestizos. El concepto de identidad racial fue acuñado a los españoles y portugueses a quienes luego sólo se les dice “europeos”, estos términos fueron establecidos como instrumentos de clasificación social básica de la población, así, los primeros constituían la raza dominante (los blancos) y los otros la dominada. Así el color diferente al blanco paso a ser la característica fenotípica de los colonizados/dominados.
La connotación de “color” apareció posterior al de raza, esta categoría
fue utilizada para los indios, no para los negros. Los pueblos conquistados y dominados fueron situados en una posición natural de inferioridad y, en consecuencia, también sus rasgos fenotípicos, así como sus descubrimientos mentales y culturales. Hay que dejar en claro que la idea de raza es un invento, no tiene nada que ver con la estructura biológica de la especie humana, (somos la raza humana), en cuanto a los rasgos fenotípicos, éstos se hallan obviamente en el código genético de los individuos y grupos y en ese sentido específico son biológicos.
Fue entonces cuando la “raza” se convirtió en el primer criterio
fundamental para la distribución de la población mundial en los rangos, lugares y roles en la estructura de poder de la nueva sociedad, en el modo básico de la clasificación social universal.
Al producirse una sistemática división racial del trabajo, se comenzaba
una nueva y singular estructura de relaciones de producción: el capitalismo mundial, quedando incluidas en ello la esclavitud, la servidumbre, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad y el salario. Las primeras eran características de los dominados, y el salario y la reciprocidad sólo eran derechos de los europeos, y posteriormente en alguna medida de los mestizos, sobre todo los hijos de una india y un europeo, los hijos de una negra con un europeo (“los ablancados”) tardaron más tiempo en adquirir ciertos derechos. Para el caso, los indios dejaron de ser esclavos primero que los negros, porque los indios comenzaron a extinguirse, entonces comenzaron a ser parte de la servidumbre no remunerada, algunos indios nobles podían realizar trabajos similares a los europeos, ellos servían de enlace entre los dominadores y los otros. Cuando se pretenden colonizar los países asiáticos aparecen otras razas como “los amarillos y aceitunados (u oliváceos)”.
Todas las formas de control de explotación del trabajo y de control de
producción, fueron articuladas en torno a la relación capital-salario. Quedaron incluidos la esclavitud, servidumbre, pequeña producción mercantil, reciprocidad y el salario. En cuanto al trabajo, también se vio afectado por una división racial. La privilegiada posición ganada en América para el control del oro, la plata y otras mercancías producidas por medio del trabajo gratuito de indios, negros y mestizos, y su ventajosa ubicación en la vertiente del Atlántico por donde, necesariamente tenía que hacerse el tráfico de esas mercancías para el mercado mundial, otorgó a dichos blancos una ventaja decisiva para disputar el control del tráfico comercial mundial, es así como surge la Europa-Occidental hegemónica con su control del mundo. En las regiones no- europeas, el trabajo asalariado se concentraba cuasi exclusivamente entre los blancos. Y en esa medida y manera Europa y lo europeo se constituyeron en el centro mundo capitalista. Hoy en día esa actitud extendida entre los terratenientes blancos de cualquier lugar del mundo no es muy difícil de encontrarla, así como un menor salario a las “razas inferiores” por un trabajo igual que el de los blancos.
Como parte del nuevo patrón de poder, Europa también concentró
bajo su hegemonía el control de todas las formas de control de la subjetividad, de la cultura, y en especial del conocimiento, de la producción del conocimiento. Los únicos que mostraron resistencia a ello fueron algunos países asiáticos como China, lo que se denominó como “Oriente” o lo “otro”, que era digno de ser llamado “lo otro” porque no se dejaron someter como los negros y los indios.
Para lograr imponer su hegemonía en todos los sentidos, primero
expropiaron a las poblaciones colonizadas aquellos descubrimientos que resultaban aptos para el desarrollo del capitalismo y en beneficio del centro europeo, en segundo, reprimieron tanto como pudieron, es decir, en variables medidas según los casos, las formas de producción de conocimiento de los colonizados, sus patrones de producción de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y de objetivación de la subjetividad, en tercer lugar, los obligaron a aprender parcialmente la cultura de los dominadores en todo lo que fuera útil para la reproducción de la dominación ya se en el campo material, tecnológico y especialmente la religiosa. En fin, el punto era convertirse en el centro del moderno sistema-mundo, lo que desarrollo entre todos los europeos dominadores coloniales e imperiales de la historia, el etnocentrismo.
La asociación entre los fenómenos de etnocentrismo colonial y la
clasificación racial universal, ayuda a explicar por qué los europeos fueron llevados a sentirse no sólo superiores a todos los demás pueblos del mundo, sino, en particular, naturalmente superiores.