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Resumen
El trabajo muestra el origen, desarrollo y decadencia de una corporación religiosa laica que bajo
la supervisión de la orden dominica, operó durante los siglos XVII a XIX en el área de
Azcapotzalco, DF. Como corporación, la Cofradía del Rosario contribuyo a organizar el sistema
sociopolítico y religioso de la población indígena y española de la cabecera y barrios
azcapotzalcas y su influencia perduró localmente, aun después de su desaparición.
1) Microhistoria de Azcapotzalco, DF
2) Cofradía del Rosario
3) Capilla del Rosario
4) Orden dominica
5) Fiesta del Víctor
Introducción
Con la crisis de la república indígena y del cabildo borbónico y decimonónico, los cambios
administrativos y económicos que trajeron la actividad económica de los ranchos y
haciendas ganaderas y trigueras propiedad de españoles y criollos, se inició en la zona de la
Cuenca de México, un paulatino crecimiento de la importancia socioeconómica y política
de fiestas y organizaciones centradas en nuevos cultos a vírgenes, santos y advocaciones
cristológicas, que desplazaron poco a poco las antiguas fiestas patronales del S. XVI.
Dicha cofradía no solo fue una institución constituida para un nuevo culto, sino a la
par, fue un nuevo espacio socioeconómico y político para una nueva población con nuevas
relaciones, como se ha propuesto para los casos de las cofradías existentes para la
jurisdicción de Tacuba en los siglos XVII y XVIII, como las del Santo Entierro de Cristo
Nuestro Señor, del Tránsito de Nuestra Señora, de San Gabriel Arcángel, de San Nicolás
Tolentino o de las Benditas Ánimas, instaladas en la cercana Villa de San Gabriel Tacuba,
que en conjunto mostraban la unión entre la organización política y religiosa de una
población donde el elemento indígena ya no prevalecía 2.
eran derechos naturales, anteriores a la sociedad. La sociedad no podía tocar tales derechos. En cambio, el
derecho de una corporación a poseer propiedades era un derecho civil, posterior a la creación de la sociedad.
Por consiguiente, la sociedad podía limitar tal derecho y privar a una corporación de sus propiedades, según
lo requiriera la necesidad pública. Además, la república requería la restricción debida a la naturaleza perpetua
de las corporaciones, cuyas propiedades tendían a aumentar indefinidamente". José Antonio Cruz Rangel,
"Las cofradías indígenas en el siglo XVIII, un sistema colonial de poder, resistencia y extracción. El caso de
Chimalhuacan Atenco" Dimensión Antropológica, Año 13, vol. 36, enero-abril, México, INAH, 2006, pp. 95-
96.
2
Pérez-Rocha, Mayordomías y Cofradías de Tacuba, p. 129,130 / Pérez-Rocha, Organización regional de la
Villa de Tacuba, p. 87-112
3
Si la cofradía había sido fundada por españoles y estos permitían la participación de otros grupos étnicos,
puede llamársele mixta, aunque, una tipología absoluta de las cofradías es complicada, no obstante William
Callahan, siguiendo a Miguel Luis López Muñoz, establece la siguiente para España: "dependiendo de que
una cofradía limitara o no el número de sus cofrades, la cofradía cerrada versus la cofradía abierta; segundo,
dependiendo de hasta qué punto los cofrades formaban un grupo un grupo integral y cohesivo en relación
con su condición social u ocupación, la cofradía horizontal versus la cofradía vertical; tercero, dependiendo
de hasta qué punto los cofrades identificaban sus actividades con las de su propio grupo, su barrio, la ciudad
entera o el reino como conjunto, cofradía grupal, semicomunal, comunal o supracomunal". Por sus
actividades concretas las había]: piadosas, constructoras, benefactoras, de clase social, gremial, étnicas,
La Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Azcapotzalco es un claro ejemplo de
cómo una corporación fundada ostensiblemente con objetivos religiosos, como muchas
otras corporaciones destinadas a celebrar un culto a los santos o a ciertas advocaciones
marianas o de Cristo-Jesús, era también un espacio social hasta cierto punto restringido,
donde no sólo se participaba comunitariamente en actividades de culto con sus iguales en
calidad, posición y ocupaciones, sino que se convivía, se concertaban matrimonios,
prestamos y negocios entre los cabezas de familia de los diferentes estratos étnicos de los
grupos de poder que allí se reunían y frecuentaban por lo menos una vez a la semana,
representando la ruptura de la antigua estructura social del siglo XVI que priorizaba los
elementos indígenas, por una convivencia jerárquica entre diferentes grupos
socioeconómicos locales.4
Esta devoción era el rezo en serie conocido como Rosario en el siglo XIII y que
consistía en una serie de oraciones encadenadas (credo, padre nuestro, ave maría, gloria,
letanías y misterios) con constantes repeticiones, que eran guiadas por un sartal de 59
cuentas, una pequeño medallón y una cruz que reciben en conjunto, también el nombre de
“rosario”.
La práctica del rezo del Rosario se extendió rápidamente ya que tenía la ventaja de
integrar a múltiples orantes en un ritual colectivo, además de enseñar memorizando los
dogmas de la fe católica. Al parecer el rosario tiene sus antecedentes en los rosarios
budistas (29 cuentas) y musulmanes (99 cuentas) y en los rosarios de padrenuestros
religioso-políticas y recreativas. Por su ubicación en catedral, parroquia, convento, hospital, capilla. aunque
se traslapaban las formas y actividades en la práctica. William J. Callahan, " Las cofradías y hermandades
de España y su papel social y religioso dentro de una sociedad de estamentos", en Pilar Martínez López-
Cano, Gisela Von Wobeser y Juan Guillermo Cano (coords.) Cofradías, capellanías y obras pías en la
América Colonial, México, UNAM, 1998, p. 40.
Pérez-Rocha, Mayordomía y Cofradías de Tacuba, p.121 / Pérez-Rocha, Organización regional de la Villa de
Tacuba, p. 87-112
4
En este sentido, Alicia Bazarte expresa: "La religión no representó únicamente una serie de ideas sobre Dios,
o los santos; fue una forma en que los habitantes se programaran para pensar que Dios y los santos los
ayudaban a vivir, pero también los conducían a actuar y conseguir un lugar dentro de la sociedad; al
considerarse todos hermanos estaban estableciendo una alianza o un parentesco espiritual que se refleja en un
modelo de sociedad... Las prácticas religiosas descubrieron un sistema social, cultural y económico alrededor
del cual giraron todos los habitantes de la Nueva España... Las cofradías de españoles jugaban un rol social
considerable... ofrecían un cuadro normativo minuciosamente reglamentado donde los individuos podían
afirmarse socialmente" y adquirir un status en la sociedad colonial, y poner en práctica sus principios
religiosos, que les permitieran alcanzar la vida eterna por medio de la caridad, de los ritos, etc." Alicia
Bazarte, Las cofradías de españoles en la ciudad de México (1526-1869), México, UAM-I, 1989, pp. 79-80,
189.
5
Selner, Calendario perpetuo de los santos, p. 276
introducidos en Europa por los monjes de San Benito entre los siglos VI y VII DC,
reportándose entre los siglos X y XI, que el uso de los rosarios de padrenuestros era
frecuente entre los fieles católicos.6
Por estas razones, la orden dominica extendió la práctica del rezo del Rosario junto
con la devoción a la advocación mariana del Rosario por Europa, especialmente en el S.
XVI, cuando la orden comenzó a crear las cofradías del Santo Rosario por doquier 7.
6
Fernández, Origen histórico de las tradiciones, p. 50-53 / Selner, Calendario perpetuo de los santos, p. 276
7
Fernández, Origen histórico de las tradiciones, p. 50 -53
8
Parra, Diccionario de los Santos, p. 100 / Butera, Hoy celebramos la memoria de este santo, p. 204
9
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 170, Exp. 1 / Bienes Nacionales, Vol. 170, Exp. 2 / Indiferente Virreinal,
Caja 2484, Exp. 047 / Indiferente Virreinal, Caja 4963, Exp. 077 / Porrúa , Diccionario, p. 3016. Cruz
Rangel haciendo una revisión regional de las cofradías novohispanas en el siglo XVIII, detecta que la del
Rosario era de las más prolíficas en todo el virreinato, fundadas mayoritariamente por españoles, aunque las
había también indígenas y mixtas. Respecto a la Cuenca de México las había: "En Coyoacan, en el Convento
de San Juan Bautista, existía la cofradía del Santo Rosario, de españoles, a la que Diego de Vera donó una
casa con valor de 800 pesos impuesta al 5%, más 500 pesos donados por María Cañizales, que producían una
La Cofradía de la Virgen del Rosario no fue la única organización religiosa en la
jurisdicción de Azcapotzalco, pues existieron también en cada uno de los veintiocho barrios
indígenas tepanecas y mexicanos, una mayordomía orientada a la devoción y culto
organizado al santo patrón de cada barrio, además de otra Cofradía, la de las Benditas
Ánimas del Purgatorio y una Hermandad, la de la Virgen de Guadalupe, que funcionaron en
la cabecera del pueblo; pero la Cofradía del Rosario fue la más rica y poderosa de ellas y la
que mejor representó los cambios socioeconómicos locales entre el siglo XVIII y el siglo
XIX 10 .
renta anual de 155 pesos... En Santo Domingo Mixcoac, una cofradía de españoles, la del Rosario con una
donación de casas que daban 20 pesos... En la villa de Tacubaya, en la cofradía del Rosario, de españoles, el
mayordomo “ponía dinero de su casa”... En San Agustín de las Cuevas, la cofradía del Rosario tenía un
principal de 800 pesos... En San Pedro Tlahuac, fray Nicolás de Becerra externó: “así en esta cabecera de San
Pedro Tlahuac, como en los pueblos sujetos a ella, no hay cofradía alguna fundada que perciba obvención
alguna, excepto la del Rosario fundada en esta cabecera, de lo cual no percibe este convento más que unas
tortillas para el sustento de los oficiales de dicho convento, se decían dos misas mensuales”... En San Juan
Bautista Ixtapaluca, la cofradía del Rosario, de españoles, arrendaba tierras en 270 pesos... En 1722, el rey
pidió el subsidio del 6% para combatir a los bucaneros y a los moros, el papa se lo concedió para el
quinquenio de 1718-1722, así, la corona cobró esa cuota a la Iglesia.... El convento de Santo Domingo
albergaba a la rica y pionera archicofradía de Nuestra Señora del Rosario, de la cual, solamente Pedro
Sánchez de Tagle tenía en depósito 26100 pesos, recibiendo de réditos por censos 1305 pesos, además de una
renta anual de 8062 pesos... En 1777, las cofradías en la cuenca de México mostraban una decadencia notable,
en la villa de Coyoacan eran cuatro, la de Nuestra Señora del Rosario, San Nicolás Tolentino, Nuestra Señora
del Tránsito y la hermandad del Santo Entierro, que subsistían de limosnas y cuatro pedazos de tierra, no de
comunidad, en esta ocasión... En San Agustín de las Cuevas, un mayordomo recolectaba para las misas de
Nuestra Señora del Rosario y diez pesos para la fiesta anual. Cruz Rangel, José Antonio, Las cofradías
novohispanas ante las reformas borbónicas del siglo XVIII. Tesis de maestría, México, ENAH, 2002. pp.
159-163.
10
Cruz Rangel establece que: "Podría decirse que las mayordomías eran devociones populares a las que les
faltaba formalizarse por medio de constituciones aprobadas por el Ordinario para considerarse cofradías, por
eso se les tenía como de menor jerarquía, estrategia usada por sus miembros para no rendir cuentas a agentes
externos. Las mayordomías solían tener un funcionamiento más complejo que el de las denominadas meras
hermandades o tendían a asociarse a éstas, y por supuesto que las meras devociones particulares circunscritas
a oratorios familiares o santocalle", que tenían menor alcance económico y social. Aunque las comunidades
indígenas que tendían a escapar de la ortodoxia institucionalizada del catolicismo, los términos mayordomía,
cofradía o hermandad podían ser sinónimos, su finalidad era la de sustentar y fomentar el culto católico,
controlando recursos productivos de carácter privado y/o colectivo... Las mayordomías indígenas coloniales
estaban comprometidas socialmente a apoyar a la comunidad en caso de urgencias, particularmente las que
estaban fundadas con bienes pertenecientes a ésta o que involucraban trabajo comunitario... [Según Pérez
Rocha] se componía de todos los miembros del barrio, a la cabeza de los cuales estaba el mayordomo, y el
producto de sus bienes se canalizaba al clero a través de la fiesta del santo patrono de cada barrio. [Concluye
que] En Tacuba no se puede señalar el paso de cofradía a mayordomía, sino por el contrario la existencia
simultánea de ambas instituciones y nos atreveríamos a señalar que la mayordomía, entendida como un
sistema de cargos, con implicaciones en la organización político-religiosa de los pueblos indígenas, con
marcadas influencias de origen español e indígena. Cruz Rangel, "Las cofradías indígenas", pp. 106-107.
necesario explicar un poco, la presencia y funcionamiento de la orden de los predicadores
en Azcapotzalco.
Ante esto, es probable que Fray Juan de Zumarraga, obispo de la Nueva España y
cabeza también del Tribunal del Santo Oficio, decidiera pese a su pertenencia a la orden
franciscana, adjudicar la doctrina de Azcapotzalco a la recién llegada orden dominica,
titulares por tradición de la Inquisición entre diciembre de 1538 y mayo de 1539 12.
11
González Obregón, Procesos de indios, idolatras y hechiceros, p. 99-108
12
González, Antropología e Historia en Azcapotzalco, p. 159
13
González, Antropología e Historia en Azcapotzalco, p. 159-164
14
González, Antropología e Historia en Azcapotzalco, p.159-164
dominica hizo receptivos a las familias nobles y plebeyas de Azcapotzalco, en cuanto a las
sugerencias que hacían los religiosos en cuanto a organización y actitudes sociales relativas
a la política local y regional para así integrarse y someterse a los nuevos sistemas de poder
15
.
Es casi seguro que ese mismo año comenzaron los trabajos de edificación de una
capilla de visita al igual que el de la iglesia parroquial, dada la situación comentada páginas
atrás de idolatría y resistencia soterrada ante las nuevas formas sociales y la difusión del
cristianismo.
La Carta añade además que estos frailes aparentemente vivían con gran humildad y
pobreza, al no contar con instalaciones adecuadas.19 Sin embargo, entre 1562 y 1563 se
iniciaron los trabajos para el edificio del curato de Azcapotzalco, concluyéndose las obras
el 24 de marzo de 1565.
Posiblemente por esos años, también se iniciaron las obras de construcción del
convento dominico, planeado por Fray Lorenzo de la Asunción, fraile dominico, que
también diseñó el cercano convento de Tacubaya (en todo semejante al de Azcapotzalco) 20.
Es en esta tónica, cuando al parecer la Cofradía del Rosario, se fundo a principios del S.
XVII, con licencia especial de la Archicofradía de la Virgen del Rosario establecida en el
Convento Imperial de Santo Domingo, en la Ciudad de México, con privilegio especial
para funcionar bajo la dirección y supervisión de un Rector eclesiástico designado, que
sería el prior del convento dominico local.21
21
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 170, Exp. 1
22
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 170, Exp. 1
Cada diputado tenía junto con los derechos de voto, representación y voz,
obligaciones especiales como de pago de misas rotativas, limosnas especiales,
financiamiento de altares y retablos, etc. Además cada diputado nombraba o proponía a su
sucesor, para ocupar su puesto al fallecer él. Los cofrades eran representados por los
diputados y sus obligaciones eran por lo general, solo dar su cooperación mensual y asistir
cumpliendo con las actividades de la Cofradía.
23
Ver AGN, Tierras, V. 2779, Exp. 17, fs. 10
24
En 1640, el mayordomo de la Cofradía de la Virgen del Rosario, Pedro de Casate, promovió una demanda
contra el portugués Antonio Fernández, arrendatario de una casa propiedad de la Cofradía, de la que se
negaba a pagar la renta, Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 002, f. 66
25
Ver AGN, Indios, Vol. 32, Exp. 224, fs. 119v-200v.
temporal local, sino también por ser el notario inquisitorial asignado al pueblo de
Azcapotzalco y familiar del Santo Oficio desde 1693 26
Dicho conjunto tuvo dos accesos, uno externo que partía del atrio mayor, subía al
atrio chico y entraba en forma lateral a la Capilla (Ver Lámina 7, Ilustración A) y otro
interno, que partía en forma lateral de la nave mayor de la iglesia parroquial, con un acceso
marcado por una preciosa portada labrada y que conducía al altar mayor de la Capilla (Ver
Lámina 7, Ilustración B).
Este conjunto, del que destaca la Capilla de la cofradía, denominada la Capilla del
Rosario (joya arquitectónica y artística del barroco mexicano), fue financiado por ricos
propietarios locales, criollos y españoles de la Cofradía del Rosario, que como diputados y
mayordomos electos de esta corporación religiosa, cuidaron de su mantenimiento y
constante embellecimiento 27.
En ese espacio socio-religioso para uso de un selecto grupo, se exhibía para el culto
corporativo, un imponente altar y retablo con una preciosa escultura al natural de la Virgen
del Rosario, estofada en oro, una fachada labrada barroca, con planta de cruz latina, que
contó con valiosos retablos con hoja de oro con esculturas y pinturas de la familia de la
Virgen María, de San José, de la Virgen de Guadalupe y de diversos santos de la orden
dominica y que se inauguro formalmente en 1720 28 (Ver Lámina 9)
26
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 6092, Exp. 044 / Mercedes, Vol. 58, fs. 44v / Reales Cédulas
Duplicadas, Vol. 30, Exp. 627, fs. 224v / Inquisición, Vol. 689, Exp. 63, fs. 608-610.
27
De hecho, la capilla del Rosario es el punto más elevado de todo el terreno ocupado por la construcción
parroquial y conventual. Es muy probable que bajo su piso, se encuentre el núcleo del Templo Mayor de
Azcapotzalco, dedicado a Tezcatlipoca-Ocotecuhtli y luego la capilla original de visita franciscana-
dominica del S. XVI, la denominada “iglesia antigua”, donada por el gobierno indígena local en 1694 a la
corporación (Ver Lámina 8). Vázquez Santa Ana, Fiestas y Costumbres mexicanas, pp. 70-76 / Manrique,
Los Dominicos y Azcapotzalco, 1963, pp. 34-67 / Sánchez Reyes, La iglesia y la Capilla del Rosario en
Azcapotzalco, pp. 19-34.
28
Martínez Rodríguez, Catalogo de Monumentos Inmuebles de Azcapotzalco, p. 37 / Vázquez Santa Ana,
Fiestas y Costumbres Mexicanas, pp. 70-76 / Manrique, Los Dominicos y Azcapotzalco, 68-75 / Sánchez
Reyes, La iglesia y la Capilla del Rosario, pp. 37, 45-53.
De esta forma, los cambios arquitectónicos de carácter fastuoso, se explican en
combinación con nuevas configuraciones políticas y económicas donde el nuevo grupo de
españoles-criollos avecindados desplazó en importancia económica y política a los cabildos
indígenas, representándose esto, en el cambio del traslado-homenaje de los santos patrones
de los pueblos y barrios dependientes, que primero honraron públicamente a los patrones de
los principales indígenas y que luego paulatinamente, rindieron cada vez un homenaje más
intenso a la patrona del nuevo grupo español-criollo-mestizo asociado.
Atendiendo esa situación, la cofradía para 1692 estaba constituida por varios
centenares de cofrades, hombres y mujeres lugareños y vecinos del pueblo que en forma
organizada celebraban el culto mariano a través de la devoción hacia la Virgen del Rosario.
La dirigencia de la cofradía celebraba mensualmente una reunión de información y toma de
decisiones, denominada “cabildo”, cuyas resoluciones se anotaban en un libro denominado
“Libro de Juntas o Cabildos de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de
Azcapotzalco”.29
En ese año, se anoto en el libro de cabildos, que por disposición del Capitán Roque
Ruiz, benefactor de la Cofradía y antiguo Mayordomo de ella, se dono a la Cofradía unas
casas que había tenido en propiedad en el pueblo de Azcapotzalco.
El culto e importancia de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario era tal para
principios del siglo XVIII, que ya tenían ricas y costosas alhajas y preseas donadas y
costeadas por sus devotos, mismas que excitaron la ambición de los ladrones, que en 1719
se apoderaron de ellas con gran escándalo de la población y despertando las sospechas
sobre los indios sacristanes Santiago de la Cruz y Jerónimo Mateo, que cuidaban la iglesia
parroquial de Azcapotzalco, donde estaba la capilla de la Virgen 31.
29
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 011, fs 1, 1v.
30
En 1713, una casa de adobe con dos plantas y huerta de árboles frutales, ubicada en el pueblo de
Azcapotzalco, fue escriturada en censo redimible a favor de la Cofradía de Nuestra Señora para el labrador
y propietario de la hacienda de Careaga, Gabriel de Fuentes, que era diputado de la cofradía y que dio por
usufructo la cantidad de 350 pesos, comprometiéndose a pagar por perpetuidad, él y sus herederos y
sucesores, un interés anual a perpetuidad del cinco por ciento (17 pesos y medio) además de conservar la
finca en buen estado, so pena de perder la posesión y usufructo, que volvería la propiedad a poder de la
Cofradía. AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 011, fs 1-6v, 11-11v.
31
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 5144, Exp. 079, 2 fs.
indios y parientes de los caciques, vivían en la cabecera, junto a la población española,
castiza y mestiza.32
Entonces fungía como Rector el Prior dominico del convento de Azcapotzalco, fray
Félix de la Salud, como Mayordomo Francisco Hernández y como diputados Domingo
Paredes, Juan de Rivas, Tomas de Montes de Oca y Antonio Soriano.33
32
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 1519, Exp. 1, Libro 5, fs. 1, 1v, 6, 19, 22, 27, 33-36, 39, 43-45v, 47v,
53, 59, 63-65, 73, 74.
33
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 1519, Exp. 1, Libro 5, fs. 1, 1v, 6, 19, 22, 27, 33-36, 39, 43-45v, 47v,
53, 59, 63-65, 73, 74.
34
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 1519, Exp. 1, Libro 5, fs. 1, 1v, 6, 19, 22, 27, 33-36, 39, 43-45v, 47v,
53, 59, 63-65, 73, 74.
35
Ver AGN, Templos, V. 204, Exp.3, f. 11.
36
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 011, fs 1, 1v.
Domingo de Paredes “El Viejo” y que fue objeto de un litigio que inició en 1727 y que
continuó hasta 1806.37
Dicho cargo consistía en organizar el cálculo y colecta de los diezmos que los
obrajeros y agricultores de las localidades del Monte Alto y Bajo, Tlalnepantla, Tacuba,
Huixquilucan y Azcapotzalco, tenían que entregar mensualmente en dinero y especie, al
Cabildo Eclesiástico de la Catedral Metropolitano, radicado en la Ciudad de México.
Esta información se basa en una cartela pintada que se encuentra en un altar anexo
al retablo y altar principal de la Capilla del Rosario. En ella se lee textualmente: “Este altar
lo dedico Dn./ Juachin Soriano ala Archico/ fradia del SSmo. Rosario, fech / de Julio de
1761 yestos li/ensos quele circundan Pertenecen / ael Altar de Señor San José, que los / dio
Dn. hipolito de Ocampo. y Dn. tomás paredes”. Posiblemente el altar costeado por Joaquín
Soriano estaba dedicado a la devoción de la Medalla Milagrosa y estaba asociado en
conjunto a una devoción a San José, misma que décadas después, logró costear un retablo
completo dedicado a este santo, al interior de la Capilla del Rosario, donde el antiguo altar
y pinturas previas se integraron a un nuevo retablo lateral 40.
37
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 549, Exp. 28 / Bienes Nacionales, Vol. 2779, Exp. 17.
38
Ver AHAM, Fondo Cabildo, Colecturías, Doc. H9671, Caja 33cp, Exp. 10.
39
Esta organización y calculo de las actividades agropecuarias de la jurisdicción de Tacuba, se aprecia al
revisar el cuadro contable que el propio Joaquín Soriano como responsable de la Colecturía de la
jurisdicción de Tacuba, preparo en 1764, con los diezmos colectados en 1763 que arrojaron un total
aproximado de 1225 cargas de trigo, 2264 cargas de maíz, 322 cargas de cebada y otros productos
agropecuarios como fríjol, alverjón, haba, elote, calabaza, borregos, lana en vellones y en arrobas, becerros,
cochinitos, cabras, potros, burros y mulas jóvenes, así como dinero por el equivalente a leche, aves, pastos,
árboles frutales, pulque y magueyes en explotación. AHAM, Fondo Cabildo, Colecturías, Doc. H9671, Caja
33, exp. 10.
40
Vázquez Santa Ana, Fiestas y Costumbre Mexicanas, p. 74 / Sánchez Reyes, La iglesia y la capilla del
Rosario de Azcapotzalco, p. 96.
Sin embargo la situación de preeminencia del cabeza de la familia Soriano no se
mantuvo, pues Joaquín fue retirado del cargo y demandado por el Cabildo Catedralicio de
México por varias irregularidades en el calculo de los diezmos (a favor de muchos
labradores conocidos de Soriano) así como deficiencias en la recolección y venta de los
productos agropecuarios colectados y la subsiguiente entrega de los fondos
correspondientes al cabildo catedralicio, por lo que se le proceso en 1769, por un faltante de
9817 pesos.
Para fines del siglo XVIII y para principios del siglo XIX, la Cofradía de Nuestra
Señora del Rosario de Azcapotzalco poseía fondos con los que financiaba sus actividades,
fondos que además prestaba a comerciantes y propietarios, bajo recomendación de los
diputados o bien a sus miembros, bajo contrato y con garantía hipotecaria, como había
ocurrido en 1772, cuando prestó al comerciante y propietario local Hipólito de Ocampo,
miembro de la corporación, la cantidad de 2000 pesos en varias partidas, hipotecando este
en prenda varias propiedades (casa y terrenos). Además entre 1780 y 1783, la corporación
también había prestado varios miles de pesos al hacendado Juan Domingo de Bustamante,
reclamando el pago de esta deuda en 1786, luego de la muerte del propietario.41.
Para 1806, la Cofradía del Rosario tenía en censo redimible varias propiedades,
como la casa situada en el pueblo de Azcapotzalco, que tenían en usufructo, los herederos
de Alejandro Mora y Vaca, que en el S. XVIII había aceptado la propiedad, dando por
usufructo la cantidad de 100 pesos 44.
41
Ver Sánchez Reyes, Datos biográficos de Hipólito de Ocampo, p.p. 1-4 / Reyna, Tacuba y sus alrededores,
p. 67.
42
Florescano, Descripciones económicas generales de la Nueva España, p. 185
43
Wobeser, El crédito eclesiástico en la Nueva España, p. 224
44
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 1543, Exp. 53.
Este, antiguo cofrade beneficiado con una escritura a censo a favor de la Cofradía
del Rosario entre 1713 y 1772, cedió la propiedad de la casa y huerta así obtenida, a uno de
sus hijos (Gabriel de Fuentes) y luego este a su hijo (Joseph Guerrero), que no pudo
cumplir con el mantenimiento ni el pago de los intereses por radicar en la Villa de Tacuba,
por lo que en 1774, después de un juicio por el adeudo de dos años de intereses, la
propiedad volvió a poder de la Cofradía.45.
Otra propiedad que la Cofradía conservó desde 1787 para sostener sus gastos, fue la
casa denominada del Portal, ubicada cerca de la pulquería del Zacate, en esquina del
callejón que salía al Tecpan de Tepanecos, en el centro del pueblo de Azcapotzalco. Dicha
propiedad (que tenía patios, dos trojes, y una casa de dos plantas) estuvo constantemente en
alquiler hasta el año de 1850, realizándose numerosas inversiones para su reparación y
mantenimiento por cuenta de la Cofradía, para mantener su valor comercial.46.
Además, entre 1802 y 1805, la Cofradía del Rosario de Azcapotzalco recibía fondos
originados en la siembra, cosecha y venta de maíz, contratando para el efecto, peones y
arrieros. El maíz cosechado, trillado y ensacado era enviado al Mayordomo de la Cofradía,
que para esos años era Pedro Fernández de Alfaro por su hermano, el hacendado Miguel
Fernández de Alfaro, para su reparto y comercialización.47
El dinero resultante de las ventas del maíz de la Virgen, junto con 1200 pesos que
entrego Miguel Fernández de Alfaro, posiblemente por el pago del uso de la tierra de la
Cofradía, se destinaron a pagar las composturas realizadas entre 1802 y 1810, de la Capilla
de la Virgen del Rosario, sede de la Cofradía.
45
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 011, fs. 11 -15v.
46
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 17-25.
47
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 13-14v.
48
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 13-14v.
49
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 13-14v.
afrontar varios gastos extraordinarios, como adquirir varias cadenillas de plata para los
diputados de la cofradía para obsequiarse ceremonialmente en los cabildos, etcétera.50
La decadencia de la cofradía
Para 1859, se reportó que la Cofradía seguía existiendo en la Capilla del Rosario y
que estaba compuesta de varios diputados, un mayordomo y el prior del convento anexo,
como rector de ella.51 Sin embargo la existencia de estas agonizantes instituciones
coloniales no garantizó la continuación del antiguo orden y control; aprovechando las
pugnas entre los poderes conservadores y liberales, una parte de las familias dominantes
locales decidió aprovechar las condiciones para acaparar nuevos recursos y con esto, la elite
local se resquebrajo, pues surgió una facción que aprovecho las oportunidades de
apropiarse de las tierras de las mayordomías de los barrios de Azcapotzalco, pero también
de las propiedades de la Cofradía del Rosario de Azcapotzalco, en beneficio propio.
50
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 13-14v.
51
García, Ligeras Noticias de la Villa de Atzcapotzalco, p. 282.
52
Ver AGN, 1865, Junta de Protección para las Clases Menesterosas – Segundo Imperio, Vol. I, Exp. 40.
Para entonces es probable que los bienes de la cofradía (principalmente tierras) ya
hubieran pasado a manos de particulares (probablemente los dueños de la haciendas de San
Nicolás y el Rosarios, así como la de Acalotenco y San Martín).
El golpe final para la Cofradía fue cuando en 1913, la orden dominica se retiro del
curato de Azcapotzalco, terminando así su presencia de siglos en la localidad y dejando sin
el aval religioso de su rectoría a la corporación.
53
Según los testimonios disponibles hasta el momento, estos elementos se aprecian en los siguientes
fragmentos: “Por los años 20´s, en octubre, en la parroquia grande (de Azcapotzalco) se hacía un jubileo y así
que de cada parroquia traían su santito y lo dejaban allí junto al altar … en el curato, las señoras de los
pueblitos ofrecían mole, curados, aguas frescas, cada santito de cada pueblo traía sus cocineras y a comer
gratis. El día domingo celebraban al santo en turno y había cuetes, castillos, ¡ujuy! Muy bonito.” Mercado
Vilchis, Testimonio, p. 63. “… (en) la fiesta llamada del Víctor, en octubre … se organizaba una
peregrinación masiva de todos los pueblos y barrios hacia la Parroquia que adornada, recibía en el atrio a
todos los peregrinos … Las procesiones recorrían las principales calles de Azcapotzalco desde su capilla …
Todos llegaban al sitio de reunión y se formaban en rigurosa fila mística bajo los árboles del atrio para esperar
el turno de poder entrar con su imagen y depositarla en la iglesia”. Sánchez Ramírez, Azcapotzalco en el
Tiempo, pp. 74, 75. “Los jefes de las comunidades religiosas, “mayordomos” o “capitanes”, combinaban el
estruendo de los cohetes con el “Víctor” que era una especie de bando, en el que un pregonero gritaba en cada
esquina (del atrio) el nombre de la cofradía y se acompañaba con cantos de jaculatorias y letanías al santo de
su devoción. … Luego ya en la noche, los grupos reunidos para la celebración del “Víctor”, levantaban a sus
santos y con cánticos melancólicos los regresaban a sus capillas a la luz de su procesión de velas”. Sánchez
Ramírez, Azcapotzalco en el Tiempo, pp. 74, 75. “Había en Azcapotzalco allá por 1958 o 1959 – no recuerdo
bien – una fiesta anual allá en la parroquia. Se reunían las gentes de los barrios y pueblos de Azcapotzalco en
el atrio con sus santos en andas. Ellos venían desde temprano desde sus capillas y templos allá en sus barrios
o pueblos acá al atrio de la parroquia. Venían de Los Reyes, Santa María, Santa Catarina, San Sebastián y
otros lugares. Llegaban en procesión al atrio y metían a los santos dentro de la iglesia y los acomodaban en
los altares de allá adentro, en los altares de los retablos que había antes (eran grandes y dorados pero luego los
quitaron con todo y altares) y empezaban alrededor del altar mayor. Luego en la tarde- no recuerdo si era ese
mismo día o después de varios días - se iban; la gente se los llevaba a cada uno a su barrio o pueblo, tirando
cuetes”. Entrevista con Sra. Elvira Gómez Leal, originaria de San Juan Ixtacala, residente en Cuautitlán-
Izcalli, Edo. Méx., el día 2 de mayo de 2003.
Reflexiones finales
El culto a los santos patrones de Azcapotzalco (Felipe y Santiago), eje de las mayordomías
en Azcapotzalco durante el S. XVI, fue desplazado en los siglos XVII y XVIII, por el culto
a la advocación mariana del Rosario y la organización de las mayordomías de los barrios
azcapotzalcas, giró entonces en torno a la Cofradía de Nuestra Señora la Virgen del
Rosario, nuevo centro de cohesión socioeconómica, política y religiosa de indios, mestizos
y españoles, bajo la supervisión de los frailes dominicos instalados en el convento local.
Bibliografía consultada
CALLAHAN, WILLIAM J.
1998 "Las cofradías y hermandades de España y su papel social y religioso dentro de
una sociedad de estamentos", en Pilar Martínez López-Cano, Gisela Von Wobeser
y Juan Guillermo Cano (Coords.) Cofradías, capellanías y obras pías en la
América Colonial, México, UNAM, 1998,
_____ Las cofradías novohispanas ante las reformas borbónicas del siglo XVIII. Tesis de
maestría, México, ENAH, 2002.
MANRIQUE, JOSÉ
1963 Los Dominicos y Azcapotzalco (Estudio sobre el convento dominico de
Azcapotzalco), Xalapa, México, Universidad Veracruzana.
PÉREZ-ROCHA, EMMA
1978 “Mayordomía y Cofradías del pueblo de Tacuba en el S. XVIII” en Estudios de
Historia Novohispana, Vol. 6, Ed. IIH-UNAM, México, pp. 119-131.
PORRÚA
1995 Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, Volúmenes I-
IV, México, Ed. Porrúa.
Cuadro 1
Lámina 8
Plano del conjunto arquitectónico en relación a los atrios grande y chico
(Sánchez Reyes, 1997: 38, Ilustración 3)
Lámina 9