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La Cofradía de Nuestra Señora la Virgen del Rosario del pueblo de Felipe y


Santiago Azcapotzalco, DF

Preprint · March 2014


DOI: 10.13140/RG.2.2.23386.98241

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José Antonio González Gómez

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La Cofradía de Nuestra Señora la Virgen del Rosario
del pueblo de Felipe y Santiago Azcapotzalco, DF
José Antonio González Gómez
Dirección de Etnohistoria – INAH-SC
jagonzalezg@hotmail.com

Resumen

El trabajo muestra el origen, desarrollo y decadencia de una corporación religiosa laica que bajo
la supervisión de la orden dominica, operó durante los siglos XVII a XIX en el área de
Azcapotzalco, DF. Como corporación, la Cofradía del Rosario contribuyo a organizar el sistema
sociopolítico y religioso de la población indígena y española de la cabecera y barrios
azcapotzalcas y su influencia perduró localmente, aun después de su desaparición.

Palabras clave del artículo:

1) Microhistoria de Azcapotzalco, DF
2) Cofradía del Rosario
3) Capilla del Rosario
4) Orden dominica
5) Fiesta del Víctor

Introducción

Con la crisis de la república indígena y del cabildo borbónico y decimonónico, los cambios
administrativos y económicos que trajeron la actividad económica de los ranchos y
haciendas ganaderas y trigueras propiedad de españoles y criollos, se inició en la zona de la
Cuenca de México, un paulatino crecimiento de la importancia socioeconómica y política
de fiestas y organizaciones centradas en nuevos cultos a vírgenes, santos y advocaciones
cristológicas, que desplazaron poco a poco las antiguas fiestas patronales del S. XVI.

En el caso del pueblo de Felipe y Santiago Azcapotzalco, antigua cabecera de un


Altepetl indígena localizado en la parte NW de la Cuenca de México y que contaba con una
población étnica dividida en macehuales y principales de origen tepaneco y mexicano,
durante los siglos XVI y XVII se produjeron cambios socioeconómicos, políticos y
demográficos que es posible evidenciar ante la disminución en importancia que las antiguas
corporaciones y sus fiestas patronales, tuvieron ante una nueva corporación1 y un nuevo
1
Según Cruz Rangel, la sociedad colonial amén de estamentaria, funcionaba a través de corporaciones civiles
y eclesiásticas, entre estas últimas se hallaban los gremios artesanales, las asociaciones de laicos como las
hermandades o cofradías y las comunidades indígenas o repúblicas de indios, mismas que fueron atacadas por
las reformas borbónicas de la segunda mitad del siglo XVIII, que privilegiaban la propiedad individual. Así,
Robert J. Knowlton establece tanto para la Colonia como en el prístino México Independiente, que: “El
término “corporación” incluía a todas las comunidades religiosas, cofradías, archicofradías, hermandades,
establecimientos educativos, y en general, todas las organizaciones o fundaciones de duración perpetua o
indefinida... Estas corporaciones relacionadas con la Iglesia a menudo habían obtenido considerables
propiedades, especialmente en los pueblos, y al gobierno le preocupaba su riqueza, en general, y su
monopolización de propiedades de los pueblos, en particular... Los derechos de propiedad de un individuo
culto, organizados en forma conjunta por el convento dominico local y las familias que
controlaban localmente tierras, riqueza y poder; la fiesta de la Virgen del Rosario.

Esta nueva influencia e importancia socioeconómica y política, se expresó en el


acrecentamiento de la presencia de la Virgen del Rosario como la verdadera patrona del
centro de poder de Azcapotzalco, ya que su imagen e iconografía reflejaba mejor la
ideología y presunciones del nuevo grupo dominante, el elemento español, castizo y
mestizo asociado al comercio y a la explotación de haciendas y ranchos locales, a partir de
corporaciones cívico-religiosas como la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario del pueblo
de Azcapotzalco.

Dicha cofradía no solo fue una institución constituida para un nuevo culto, sino a la
par, fue un nuevo espacio socioeconómico y político para una nueva población con nuevas
relaciones, como se ha propuesto para los casos de las cofradías existentes para la
jurisdicción de Tacuba en los siglos XVII y XVIII, como las del Santo Entierro de Cristo
Nuestro Señor, del Tránsito de Nuestra Señora, de San Gabriel Arcángel, de San Nicolás
Tolentino o de las Benditas Ánimas, instaladas en la cercana Villa de San Gabriel Tacuba,
que en conjunto mostraban la unión entre la organización política y religiosa de una
población donde el elemento indígena ya no prevalecía 2.

Desafortunadamente la carencia de documentación nos ha impedido conocer la


estructura y características de las cofradías coloniales así como la persistencia de una visión
de encasillar a las corporaciones religiosas de este tipo, como simples reflejos en torno a
estructuras sociales típicas de la comunidad indígena del periodo virreinal.

En este contexto, posiblemente la Cofradía de la Virgen del Rosario estaba ya


establecida en Azcapotzalco, probablemente fundada a finales del siglo XVI o principios
del siglo XVII por influencia y auspicio de los frailes dominicos (establecidos en
Azcapotzalco desde 1560), con criollos e indios principales, propietarios de fincas urbanas
y rurales y representantes de los grupos sociales dominantes en la localidad y la región 3.

eran derechos naturales, anteriores a la sociedad. La sociedad no podía tocar tales derechos. En cambio, el
derecho de una corporación a poseer propiedades era un derecho civil, posterior a la creación de la sociedad.
Por consiguiente, la sociedad podía limitar tal derecho y privar a una corporación de sus propiedades, según
lo requiriera la necesidad pública. Además, la república requería la restricción debida a la naturaleza perpetua
de las corporaciones, cuyas propiedades tendían a aumentar indefinidamente". José Antonio Cruz Rangel,
"Las cofradías indígenas en el siglo XVIII, un sistema colonial de poder, resistencia y extracción. El caso de
Chimalhuacan Atenco" Dimensión Antropológica, Año 13, vol. 36, enero-abril, México, INAH, 2006, pp. 95-
96.
2
Pérez-Rocha, Mayordomías y Cofradías de Tacuba, p. 129,130 / Pérez-Rocha, Organización regional de la
Villa de Tacuba, p. 87-112
3
Si la cofradía había sido fundada por españoles y estos permitían la participación de otros grupos étnicos,
puede llamársele mixta, aunque, una tipología absoluta de las cofradías es complicada, no obstante William
Callahan, siguiendo a Miguel Luis López Muñoz, establece la siguiente para España: "dependiendo de que
una cofradía limitara o no el número de sus cofrades, la cofradía cerrada versus la cofradía abierta; segundo,
dependiendo de hasta qué punto los cofrades formaban un grupo un grupo integral y cohesivo en relación
con su condición social u ocupación, la cofradía horizontal versus la cofradía vertical; tercero, dependiendo
de hasta qué punto los cofrades identificaban sus actividades con las de su propio grupo, su barrio, la ciudad
entera o el reino como conjunto, cofradía grupal, semicomunal, comunal o supracomunal". Por sus
actividades concretas las había]: piadosas, constructoras, benefactoras, de clase social, gremial, étnicas,
La Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Azcapotzalco es un claro ejemplo de
cómo una corporación fundada ostensiblemente con objetivos religiosos, como muchas
otras corporaciones destinadas a celebrar un culto a los santos o a ciertas advocaciones
marianas o de Cristo-Jesús, era también un espacio social hasta cierto punto restringido,
donde no sólo se participaba comunitariamente en actividades de culto con sus iguales en
calidad, posición y ocupaciones, sino que se convivía, se concertaban matrimonios,
prestamos y negocios entre los cabezas de familia de los diferentes estratos étnicos de los
grupos de poder que allí se reunían y frecuentaban por lo menos una vez a la semana,
representando la ruptura de la antigua estructura social del siglo XVI que priorizaba los
elementos indígenas, por una convivencia jerárquica entre diferentes grupos
socioeconómicos locales.4

La Virgen del Rosario

El culto cristiano de la Virgen del Rosario celebra la aparición de la Virgen al fundador de


la orden dominica, Fray Domingo de Guzmán entre 1216 y 1221, para consolarlo y darle
una poderosa devoción que servía como arma contra el mal y la herejía y como instrumento
para sufragar por las Ánimas del Purgatorio y por la prosperidad de la Santa Madre Iglesia.5

Esta devoción era el rezo en serie conocido como Rosario en el siglo XIII y que
consistía en una serie de oraciones encadenadas (credo, padre nuestro, ave maría, gloria,
letanías y misterios) con constantes repeticiones, que eran guiadas por un sartal de 59
cuentas, una pequeño medallón y una cruz que reciben en conjunto, también el nombre de
“rosario”.

La práctica del rezo del Rosario se extendió rápidamente ya que tenía la ventaja de
integrar a múltiples orantes en un ritual colectivo, además de enseñar memorizando los
dogmas de la fe católica. Al parecer el rosario tiene sus antecedentes en los rosarios
budistas (29 cuentas) y musulmanes (99 cuentas) y en los rosarios de padrenuestros

religioso-políticas y recreativas. Por su ubicación en catedral, parroquia, convento, hospital, capilla. aunque
se traslapaban las formas y actividades en la práctica. William J. Callahan, " Las cofradías y hermandades
de España y su papel social y religioso dentro de una sociedad de estamentos", en Pilar Martínez López-
Cano, Gisela Von Wobeser y Juan Guillermo Cano (coords.) Cofradías, capellanías y obras pías en la
América Colonial, México, UNAM, 1998, p. 40.
Pérez-Rocha, Mayordomía y Cofradías de Tacuba, p.121 / Pérez-Rocha, Organización regional de la Villa de
Tacuba, p. 87-112
4
En este sentido, Alicia Bazarte expresa: "La religión no representó únicamente una serie de ideas sobre Dios,
o los santos; fue una forma en que los habitantes se programaran para pensar que Dios y los santos los
ayudaban a vivir, pero también los conducían a actuar y conseguir un lugar dentro de la sociedad; al
considerarse todos hermanos estaban estableciendo una alianza o un parentesco espiritual que se refleja en un
modelo de sociedad... Las prácticas religiosas descubrieron un sistema social, cultural y económico alrededor
del cual giraron todos los habitantes de la Nueva España... Las cofradías de españoles jugaban un rol social
considerable... ofrecían un cuadro normativo minuciosamente reglamentado donde los individuos podían
afirmarse socialmente" y adquirir un status en la sociedad colonial, y poner en práctica sus principios
religiosos, que les permitieran alcanzar la vida eterna por medio de la caridad, de los ritos, etc." Alicia
Bazarte, Las cofradías de españoles en la ciudad de México (1526-1869), México, UAM-I, 1989, pp. 79-80,
189.
5
Selner, Calendario perpetuo de los santos, p. 276
introducidos en Europa por los monjes de San Benito entre los siglos VI y VII DC,
reportándose entre los siglos X y XI, que el uso de los rosarios de padrenuestros era
frecuente entre los fieles católicos.6

Por estas razones, la orden dominica extendió la práctica del rezo del Rosario junto
con la devoción a la advocación mariana del Rosario por Europa, especialmente en el S.
XVI, cuando la orden comenzó a crear las cofradías del Santo Rosario por doquier 7.

La implantación definitiva del culto a la Virgen del Rosario y la devoción del


Rosario ocurrió solo hasta 1572, cuando el Papa Pío V declaró que la advocación de María
aparecida con el Rosario, (la Virgen del Rosario) en su carácter de María Auxiliadora y la
practica del rezo del Santo Rosario, habían permitido el triunfo español aplastante sobre el
ejercito turco musulmán, el 6 de octubre de 1571 en Lepanto, Grecia. Por esta razón, Pío V
en ese mismo año, declaró el 7 de octubre, como fiesta de la Virgen del Rosario como
Santa María de la Victoria y el Imperio Español la adoptó como uno de sus cultos favoritos.

Luego, el papa Clemente XI fijo en 1716, la celebración de la Virgen del Rosario


para el primer domingo de octubre, pero en 1913, Pío X volvió a restaurar la celebración el
7 de octubre 8.

Sabemos que la Cofradía de la Virgen del Rosario fue establecida en la Nueva


España entre 1538-1540 gracias a los esfuerzos del dominico fray Domingo de la Cruz y
que para 1584, el Convento dominico de la Ciudad de México, donó un lugar dentro de su
espacio, para construir la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, que se inauguró en 1590.

Dicha capilla fue la sede de la Cofradía, ya con licencia de funcionar como


Archicofradía en el Convento de Santo Domingo, esto es una corporación secular que podía
conceder licencias a otras corporaciones semejantes, controlándolas y supervisándolas por
dispensa especial en colaboración estrecha con los funcionarios de la orden de los
predicadores, bajo la tutela de Fray Tomás de San Juan.

Con estas atribuciones, la Archicofradía y la orden de los predicadores extendió la


devoción por la advocación mariana del Rosario y la creación de cofradías dependientes de
la Archicofradía, por lo que a mediados del siglo XVII, existían cofradías de Nuestra
Señora del Rosario en buena parte de la Nueva España, sobre todo en parroquias
administradas por la orden dominica, como fueron los casos de San Jacinto, Mixcoac y
Azcapotzalco.9 (Ver Lámina 1)

6
Fernández, Origen histórico de las tradiciones, p. 50-53 / Selner, Calendario perpetuo de los santos, p. 276
7
Fernández, Origen histórico de las tradiciones, p. 50 -53
8
Parra, Diccionario de los Santos, p. 100 / Butera, Hoy celebramos la memoria de este santo, p. 204
9
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 170, Exp. 1 / Bienes Nacionales, Vol. 170, Exp. 2 / Indiferente Virreinal,
Caja 2484, Exp. 047 / Indiferente Virreinal, Caja 4963, Exp. 077 / Porrúa , Diccionario, p. 3016. Cruz
Rangel haciendo una revisión regional de las cofradías novohispanas en el siglo XVIII, detecta que la del
Rosario era de las más prolíficas en todo el virreinato, fundadas mayoritariamente por españoles, aunque las
había también indígenas y mixtas. Respecto a la Cuenca de México las había: "En Coyoacan, en el Convento
de San Juan Bautista, existía la cofradía del Santo Rosario, de españoles, a la que Diego de Vera donó una
casa con valor de 800 pesos impuesta al 5%, más 500 pesos donados por María Cañizales, que producían una
La Cofradía de la Virgen del Rosario no fue la única organización religiosa en la
jurisdicción de Azcapotzalco, pues existieron también en cada uno de los veintiocho barrios
indígenas tepanecas y mexicanos, una mayordomía orientada a la devoción y culto
organizado al santo patrón de cada barrio, además de otra Cofradía, la de las Benditas
Ánimas del Purgatorio y una Hermandad, la de la Virgen de Guadalupe, que funcionaron en
la cabecera del pueblo; pero la Cofradía del Rosario fue la más rica y poderosa de ellas y la
que mejor representó los cambios socioeconómicos locales entre el siglo XVIII y el siglo
XIX 10 .

El Convento dominico de Azcapotzalco y el establecimiento de organizaciones religiosas


seculares (mayordomías y cofradías)

La presencia de la Cofradía del Rosario en Azcapotzalco estuvo al parecer, siempre en


dependencia de la existencia previa de la orden dominica en la localidad, así que es

renta anual de 155 pesos... En Santo Domingo Mixcoac, una cofradía de españoles, la del Rosario con una
donación de casas que daban 20 pesos... En la villa de Tacubaya, en la cofradía del Rosario, de españoles, el
mayordomo “ponía dinero de su casa”... En San Agustín de las Cuevas, la cofradía del Rosario tenía un
principal de 800 pesos... En San Pedro Tlahuac, fray Nicolás de Becerra externó: “así en esta cabecera de San
Pedro Tlahuac, como en los pueblos sujetos a ella, no hay cofradía alguna fundada que perciba obvención
alguna, excepto la del Rosario fundada en esta cabecera, de lo cual no percibe este convento más que unas
tortillas para el sustento de los oficiales de dicho convento, se decían dos misas mensuales”... En San Juan
Bautista Ixtapaluca, la cofradía del Rosario, de españoles, arrendaba tierras en 270 pesos... En 1722, el rey
pidió el subsidio del 6% para combatir a los bucaneros y a los moros, el papa se lo concedió para el
quinquenio de 1718-1722, así, la corona cobró esa cuota a la Iglesia.... El convento de Santo Domingo
albergaba a la rica y pionera archicofradía de Nuestra Señora del Rosario, de la cual, solamente Pedro
Sánchez de Tagle tenía en depósito 26100 pesos, recibiendo de réditos por censos 1305 pesos, además de una
renta anual de 8062 pesos... En 1777, las cofradías en la cuenca de México mostraban una decadencia notable,
en la villa de Coyoacan eran cuatro, la de Nuestra Señora del Rosario, San Nicolás Tolentino, Nuestra Señora
del Tránsito y la hermandad del Santo Entierro, que subsistían de limosnas y cuatro pedazos de tierra, no de
comunidad, en esta ocasión... En San Agustín de las Cuevas, un mayordomo recolectaba para las misas de
Nuestra Señora del Rosario y diez pesos para la fiesta anual. Cruz Rangel, José Antonio, Las cofradías
novohispanas ante las reformas borbónicas del siglo XVIII. Tesis de maestría, México, ENAH, 2002. pp.
159-163.
10
Cruz Rangel establece que: "Podría decirse que las mayordomías eran devociones populares a las que les
faltaba formalizarse por medio de constituciones aprobadas por el Ordinario para considerarse cofradías, por
eso se les tenía como de menor jerarquía, estrategia usada por sus miembros para no rendir cuentas a agentes
externos. Las mayordomías solían tener un funcionamiento más complejo que el de las denominadas meras
hermandades o tendían a asociarse a éstas, y por supuesto que las meras devociones particulares circunscritas
a oratorios familiares o santocalle", que tenían menor alcance económico y social. Aunque las comunidades
indígenas que tendían a escapar de la ortodoxia institucionalizada del catolicismo, los términos mayordomía,
cofradía o hermandad podían ser sinónimos, su finalidad era la de sustentar y fomentar el culto católico,
controlando recursos productivos de carácter privado y/o colectivo... Las mayordomías indígenas coloniales
estaban comprometidas socialmente a apoyar a la comunidad en caso de urgencias, particularmente las que
estaban fundadas con bienes pertenecientes a ésta o que involucraban trabajo comunitario... [Según Pérez
Rocha] se componía de todos los miembros del barrio, a la cabeza de los cuales estaba el mayordomo, y el
producto de sus bienes se canalizaba al clero a través de la fiesta del santo patrono de cada barrio. [Concluye
que] En Tacuba no se puede señalar el paso de cofradía a mayordomía, sino por el contrario la existencia
simultánea de ambas instituciones y nos atreveríamos a señalar que la mayordomía, entendida como un
sistema de cargos, con implicaciones en la organización político-religiosa de los pueblos indígenas, con
marcadas influencias de origen español e indígena. Cruz Rangel, "Las cofradías indígenas", pp. 106-107.
necesario explicar un poco, la presencia y funcionamiento de la orden de los predicadores
en Azcapotzalco.

Originalmente la localidad de Azcapotzalco había sido evangelizada por frailes


franciscanos dependientes de los conventos de Tlatelolco y San Francisco de la Ciudad de
México, pero a raíz del incidente idolátrico denunciado ante el tribunal del Santo Oficio en
1538 y los indicios de ocultamiento y traslado de ídolos y reliquias prehispánicas desde
Azcapotzalco, se exhibió la debilidad e ineficacia del trabajo evangelizador de los frailes
franciscanos responsables de la doctrina de Azcapotzalco 11.

Ante esto, es probable que Fray Juan de Zumarraga, obispo de la Nueva España y
cabeza también del Tribunal del Santo Oficio, decidiera pese a su pertenencia a la orden
franciscana, adjudicar la doctrina de Azcapotzalco a la recién llegada orden dominica,
titulares por tradición de la Inquisición entre diciembre de 1538 y mayo de 1539 12.

Posiblemente por eso, en el caso de Azcapotzalco, en el año de 1539, los frailes


dominicos, comenzaron sus labores entre la población noble y macehual tanto del pueblo de
Felipe y Santiago Azcapotzalco, como en sus 28 barrios dependientes, estableciendo su
residencia en la cabecera cívico-administrativa de la jurisdicción, con los fines de lograr la
evangelización de la población indígena y su integración al mundo cristiano y español,
utilizando como centros de trabajo, sus casas y capillas de visitas, proyectando la
construcción de un convento en el centro de la localidad.

De esta forma, la presencia de los dominicos en Azcapotzalco se tradujo en una re-


organización de la vida social y religiosa de la población del Altepetl, preparando su
transformación en la República de Indios; nuevas actividades político-económicas-sociales
comenzaron a extenderse entre la población azcapotzalca de mediados del siglo XVI por las
acciones de los miembros de la orden dominica 13.

Sus esfuerzos son comprensibles, dada su irregular posición territorial en la Cuenca


de México, rodeados por el territorio episcopal de la Cd. de México, el convento
franciscano de Santiago Tlatelolco al este, el convento franciscano de Corpus Cristhi
Tlalnepantla al Noroeste y el convento franciscano de San Gabriel Arcángel Tacuba al Sur
(Ver Lámina 2).

La existencia de una escuela en el establecimiento dominico de Azcapotzalco,


facilitó el aprendizaje de la lecto-escritura así como la preparación de las siguientes
generaciones de indios nobles y plebeyos para participar activamente dentro de las
estructuras político-administrativas del nuevo orden cristiano y colonial14.

Esto era posible gracias a la actitud general de la orden, en el sentido de tratar a


todos los indios por igual, circunstancia que les distinguía de otras ordenes; esta actitud

11
González Obregón, Procesos de indios, idolatras y hechiceros, p. 99-108
12
González, Antropología e Historia en Azcapotzalco, p. 159
13
González, Antropología e Historia en Azcapotzalco, p. 159-164
14
González, Antropología e Historia en Azcapotzalco, p.159-164
dominica hizo receptivos a las familias nobles y plebeyas de Azcapotzalco, en cuanto a las
sugerencias que hacían los religiosos en cuanto a organización y actitudes sociales relativas
a la política local y regional para así integrarse y someterse a los nuevos sistemas de poder
15
.

De esta manera la orden dominica inició la construcción de capillas en la región de


Azcapotzalco sobre los restos de los antiguos templos indígenas de barrios y pueblos
mexicas y tepanecas, sobre todo a partir su llegada en 1539.

Es casi seguro que ese mismo año comenzaron los trabajos de edificación de una
capilla de visita al igual que el de la iglesia parroquial, dada la situación comentada páginas
atrás de idolatría y resistencia soterrada ante las nuevas formas sociales y la difusión del
cristianismo.

Sin embargo el templo de la cabecera – Templo de Felipe y Santiago Azcapotzalco -


al parecer, no se concluyó sino hasta varias décadas después, sobre el terreno que
comprendía probablemente parte del Templo Mayor de Azcapotzalco, el antiguo mercado
de esclavos y al menos un adoratorio o edificio cívico-ceremonial prehispánico, utilizando
también para el atrio, una buena parte de la antigua plaza prehispánica 16.

Es probable que la capilla de visita se construyera en forma provisional en los


terrenos de la actual capilla del Rosario, anexa al actual templo de Felipe y Santiago
Azcapotzalco, (Ver Lámina 3), terminándose esta construcción en 1545,17 sabemos por
testimonio de la Carta de 1561, que para la fecha, ya residían en Azcapotzalco varios
frailes dominicos y que estos no contaban con monasterio, ya que no se había empezado
las obras de construcción18 .

La Carta añade además que estos frailes aparentemente vivían con gran humildad y
pobreza, al no contar con instalaciones adecuadas.19 Sin embargo, entre 1562 y 1563 se
iniciaron los trabajos para el edificio del curato de Azcapotzalco, concluyéndose las obras
el 24 de marzo de 1565.

Posiblemente por esos años, también se iniciaron las obras de construcción del
convento dominico, planeado por Fray Lorenzo de la Asunción, fraile dominico, que
también diseñó el cercano convento de Tacubaya (en todo semejante al de Azcapotzalco) 20.

El funcionamiento pleno del convento acompañado de la construcción y


administración de numerosas capillas de visitas en los 28 barrios y asentamientos rurales
distribuidos en la jurisdicción de Azcapotzalco, comenzó a cambiar la vida local que giró
entonces en torno a bautismos, doctrina, confesiones, misas dominicales, ceremonias
religiosas asociadas a los santos patrones de los barrios así como en torno a los ciclos
15
González, Antropología e Historia en Azcapotzalco, p. 159-164
16
González, Antropología e Historia en Azcapotzalco, p. 159-164
17
Ver AMH, Anónimo, 1932, Convento de Azcapotzalco, foja 3
18
Manzano, Apéndice IV , p. 489-492)
19
Manzano, Apéndice IV, p. 489-492
20
Martínez Rodríguez, Catalogo de Monumentos Históricos Inmuebles de Azcapotzalco, DF, p. 16,17
agrícolas – rogativa por lluvias, bendición de simientes, presentación de las primicias,
bendición de los animales –, impulso al Carnaval, ceremonial de penitencia y reflexión
como las de Cuaresma y Semana Santa, bodas, velorios, novenarios y finalmente velorios,
responsos y entierros en terrenos sagrados.

También los dominicos se dedicaron a organizar a los indígenas azcapotzalcas en


asociaciones laicas de culto a los santos, como las cofradías y mayordomías, organizaciones
que sirvieron tanto para evangelizar e introducir nuevos patrones culturales en el grueso de
la población, como para preservar el antiguo modo comunitario, amparándolo bajo un matiz
religioso y de usos y costumbres.

En estas circunstancias, es muy posible que los dominicos ocuparan un lugar


relevante en la vida política y económica local azcapotzalca, creando de seguro, fuertes
lazos clientelares entre los grupos sociales presentes en Azcapotzalco, abarcando desde las
familias de principales tepanecas y mexicanos, los propios caciques, hasta los estancieros,
rancheros y hacendados españoles, fueran de origen criollo o peninsular, que a partir del S.
XVII comenzaron a ser un grupo significativo e importante en la localidad del
Azcapotzalco Colonial.

La Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Azcapotzalco

Es en esta tónica, cuando al parecer la Cofradía del Rosario, se fundo a principios del S.
XVII, con licencia especial de la Archicofradía de la Virgen del Rosario establecida en el
Convento Imperial de Santo Domingo, en la Ciudad de México, con privilegio especial
para funcionar bajo la dirección y supervisión de un Rector eclesiástico designado, que
sería el prior del convento dominico local.21

La corporación posiblemente funcionó primero en torno a un altar lateral, instalado


en la iglesia parroquial, posteriormente creció instalándose un retablo, para luego tener su
sede en una capilla anexa al templo parroquial de Azcapotzalco, posiblemente la capilla del
claustro dominico, ya que los religiosos también eran cofrades de la corporación.

El crecimiento de la Cofradía fue a la par del aumento de la población española


establecida en la cabecera así como en las explotaciones agropecuarias de la jurisdicción;
para mediados del S. XVII, la corporación estaba ya solidamente instalada y contaba con
propiedades y una organización interna, que consistía en el Mayordomo, el Rector
(generalmente el padre Prior del convento dominico de Azcapotzalco), el Mayordomo o
administrador de la Cofradía, los miembros, organizados en diputados (miembros con
privilegio de voto y elección) y cofrades (miembros sin voz ni voto).

En la Constitución (o normatividad) de la Cofradía, inspirada en las constituciones


de la Archicofradía del Convento de Santo Domingo, los diputados originalmente eran los
miembros fundadores y de ellos salían electos los Mayordomos o administradores de la
Cofradía 22.

21
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 170, Exp. 1
22
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 170, Exp. 1
Cada diputado tenía junto con los derechos de voto, representación y voz,
obligaciones especiales como de pago de misas rotativas, limosnas especiales,
financiamiento de altares y retablos, etc. Además cada diputado nombraba o proponía a su
sucesor, para ocupar su puesto al fallecer él. Los cofrades eran representados por los
diputados y sus obligaciones eran por lo general, solo dar su cooperación mensual y asistir
cumpliendo con las actividades de la Cofradía.

Todos los miembros compartían el privilegio de que al morir, sus familiares


recibirían el apoyo necesario para misa, entierro y algunos gastos a la viuda, además de
aportar cierta cantidad al convento dominico de Azcapotzalco, enterrando al cofrade
fallecido en un lugar especial, el denominado atrio chico, anexo a la Capilla del Rosario,
lugar exclusivo y reservado de la Cofradía, apartado del atrio principal parroquial. El
documento deja entrever que ya existía la capilla de la Virgen dentro del templo parroquial,
así como bienes propios que servían para mantener el culto.23 Para los años de 1655 a
1686, la cofradía ya tenía solvencia y recursos económicos como para llevar contabilidad
de gastos y de entradas, como se observa en el Libro de asientos de la Cofradía.24.

Cuando ocurrió en Azcapotzalco, un gran temblor en enero de 1653, el campanario


y las paredes del templo parroquial se derrumbaron, por lo que se inició una serie de
penosas y prolongadas obras de reconstrucción, que debilitaron la capacidad económica de
la población indígena de Azcapotzalco por casi cincuenta años. En cambió, la Cofradía de
la Virgen del Rosario con un potencial económico pujante, tenía suficiente presencia e
ingresos como para dirigir y financiar la construcción de una nueva y preciosa capilla,
lateral al templo en reconstrucción y varios locales anexos.

La edificación comenzó cuando el Mayordomo y benefactor de la Cofradía, el


capitán Roque Ruiz, propietario de la hacienda de San Nicolás-Careaga, logró en 1694,
convencer a los principales indígenas de ceder el terreno de la iglesia vieja a la corporación,
a cambio de planchas y tablas de madera así como la entrega de dos carretadas de cal, para
que prosiguieran los trabajos de reedificación del templo parroquial, cuyas paredes,
sacristía y campanario habían sido destruidos por el sismo.

Posiblemente a partir de aquí, se empezó a aceptar como cofrades a los principales


indígenas (tepanecos y mexicanos) y sus familias radicadas en la cabecera del pueblo.25
Este poder de negociación de Roque Ruiz ante el sector étnico que administraba la vida
política de una población de más de mil quinientos indígenas, tenía su sustento no solo en
su carácter de vecino acomodado (poseía no solo hacienda y casa en el centro del pueblo,
sino esclavos negros y mulatos), de Mayordomo de una cofradía prestigiosa, por ser
labrador y propietario, productor de riqueza y bienes, así como empleador de mano de obra

23
Ver AGN, Tierras, V. 2779, Exp. 17, fs. 10
24
En 1640, el mayordomo de la Cofradía de la Virgen del Rosario, Pedro de Casate, promovió una demanda
contra el portugués Antonio Fernández, arrendatario de una casa propiedad de la Cofradía, de la que se
negaba a pagar la renta, Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 002, f. 66
25
Ver AGN, Indios, Vol. 32, Exp. 224, fs. 119v-200v.
temporal local, sino también por ser el notario inquisitorial asignado al pueblo de
Azcapotzalco y familiar del Santo Oficio desde 1693 26

La Capilla de la Virgen del Rosario del pueblo de Azcapotzalco y su cofradía

Para demostrar el poder e importancia de la Cofradía y sus miembros, se planeó la


construcción de una Capilla, una bodega, un camarín para guardar las vestiduras,
ornamentos y joyas de la Virgen, así como para asear la imagen y cambiarle
periódicamente sus vestiduras y varias dependencias menores, sobre el terreno donado por
los principales indígenas en 1694 (Ver Lámina 6).

De esta forma durante casi 26 años, se edificó todo un conjunto religioso y


administrativo exclusivo de una corporación secular que agrupaba a los sectores
privilegiados locales y que como sección arquitectónica anexa a la parroquia dominica,
podía funcionar y funcionó como un espacio propio, independiente del culto cotidiano y
público.

Dicho conjunto tuvo dos accesos, uno externo que partía del atrio mayor, subía al
atrio chico y entraba en forma lateral a la Capilla (Ver Lámina 7, Ilustración A) y otro
interno, que partía en forma lateral de la nave mayor de la iglesia parroquial, con un acceso
marcado por una preciosa portada labrada y que conducía al altar mayor de la Capilla (Ver
Lámina 7, Ilustración B).

Este conjunto, del que destaca la Capilla de la cofradía, denominada la Capilla del
Rosario (joya arquitectónica y artística del barroco mexicano), fue financiado por ricos
propietarios locales, criollos y españoles de la Cofradía del Rosario, que como diputados y
mayordomos electos de esta corporación religiosa, cuidaron de su mantenimiento y
constante embellecimiento 27.

En ese espacio socio-religioso para uso de un selecto grupo, se exhibía para el culto
corporativo, un imponente altar y retablo con una preciosa escultura al natural de la Virgen
del Rosario, estofada en oro, una fachada labrada barroca, con planta de cruz latina, que
contó con valiosos retablos con hoja de oro con esculturas y pinturas de la familia de la
Virgen María, de San José, de la Virgen de Guadalupe y de diversos santos de la orden
dominica y que se inauguro formalmente en 1720 28 (Ver Lámina 9)

26
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 6092, Exp. 044 / Mercedes, Vol. 58, fs. 44v / Reales Cédulas
Duplicadas, Vol. 30, Exp. 627, fs. 224v / Inquisición, Vol. 689, Exp. 63, fs. 608-610.
27
De hecho, la capilla del Rosario es el punto más elevado de todo el terreno ocupado por la construcción
parroquial y conventual. Es muy probable que bajo su piso, se encuentre el núcleo del Templo Mayor de
Azcapotzalco, dedicado a Tezcatlipoca-Ocotecuhtli y luego la capilla original de visita franciscana-
dominica del S. XVI, la denominada “iglesia antigua”, donada por el gobierno indígena local en 1694 a la
corporación (Ver Lámina 8). Vázquez Santa Ana, Fiestas y Costumbres mexicanas, pp. 70-76 / Manrique,
Los Dominicos y Azcapotzalco, 1963, pp. 34-67 / Sánchez Reyes, La iglesia y la Capilla del Rosario en
Azcapotzalco, pp. 19-34.
28
Martínez Rodríguez, Catalogo de Monumentos Inmuebles de Azcapotzalco, p. 37 / Vázquez Santa Ana,
Fiestas y Costumbres Mexicanas, pp. 70-76 / Manrique, Los Dominicos y Azcapotzalco, 68-75 / Sánchez
Reyes, La iglesia y la Capilla del Rosario, pp. 37, 45-53.
De esta forma, los cambios arquitectónicos de carácter fastuoso, se explican en
combinación con nuevas configuraciones políticas y económicas donde el nuevo grupo de
españoles-criollos avecindados desplazó en importancia económica y política a los cabildos
indígenas, representándose esto, en el cambio del traslado-homenaje de los santos patrones
de los pueblos y barrios dependientes, que primero honraron públicamente a los patrones de
los principales indígenas y que luego paulatinamente, rindieron cada vez un homenaje más
intenso a la patrona del nuevo grupo español-criollo-mestizo asociado.

Atendiendo esa situación, la cofradía para 1692 estaba constituida por varios
centenares de cofrades, hombres y mujeres lugareños y vecinos del pueblo que en forma
organizada celebraban el culto mariano a través de la devoción hacia la Virgen del Rosario.
La dirigencia de la cofradía celebraba mensualmente una reunión de información y toma de
decisiones, denominada “cabildo”, cuyas resoluciones se anotaban en un libro denominado
“Libro de Juntas o Cabildos de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de
Azcapotzalco”.29

En ese año, se anoto en el libro de cabildos, que por disposición del Capitán Roque
Ruiz, benefactor de la Cofradía y antiguo Mayordomo de ella, se dono a la Cofradía unas
casas que había tenido en propiedad en el pueblo de Azcapotzalco.

Estas casas no tenían cargas ni adeudos ni censos gravados y servirían para


proporcionar recursos propios para financiar las actividades de la cofradía, alquilándolas
mensualmente o escriturándolas en censo redimible.30

El culto e importancia de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario era tal para
principios del siglo XVIII, que ya tenían ricas y costosas alhajas y preseas donadas y
costeadas por sus devotos, mismas que excitaron la ambición de los ladrones, que en 1719
se apoderaron de ellas con gran escándalo de la población y despertando las sospechas
sobre los indios sacristanes Santiago de la Cruz y Jerónimo Mateo, que cuidaban la iglesia
parroquial de Azcapotzalco, donde estaba la capilla de la Virgen 31.

Para 1704, estaban inscritos o renovados en la Cofradía cerca de 918 cofrades, de


los cuales el 57 % eran varones y el 43 % restante mujeres, además, los frailes dominicos
del convento local participaban como cofrades; esta participación no excluía a las familias
de indios principales tepanecas y mexicanos, que como funcionarios de la república de

29
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 011, fs 1, 1v.
30
En 1713, una casa de adobe con dos plantas y huerta de árboles frutales, ubicada en el pueblo de
Azcapotzalco, fue escriturada en censo redimible a favor de la Cofradía de Nuestra Señora para el labrador
y propietario de la hacienda de Careaga, Gabriel de Fuentes, que era diputado de la cofradía y que dio por
usufructo la cantidad de 350 pesos, comprometiéndose a pagar por perpetuidad, él y sus herederos y
sucesores, un interés anual a perpetuidad del cinco por ciento (17 pesos y medio) además de conservar la
finca en buen estado, so pena de perder la posesión y usufructo, que volvería la propiedad a poder de la
Cofradía. AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 011, fs 1-6v, 11-11v.
31
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 5144, Exp. 079, 2 fs.
indios y parientes de los caciques, vivían en la cabecera, junto a la población española,
castiza y mestiza.32

Entonces fungía como Rector el Prior dominico del convento de Azcapotzalco, fray
Félix de la Salud, como Mayordomo Francisco Hernández y como diputados Domingo
Paredes, Juan de Rivas, Tomas de Montes de Oca y Antonio Soriano.33

Los cofrades entre 1704 y 1746, eran aceptados o reiteraban su participación,


protestando guardar y respetar las constituciones de la Cofradía, ante el Rector de la misma,
el prior del convento dominico de Azcapotzalco, que aprovechaba para hacer estas
ceremonias en los días en que la Cofradía desplegaba su ceremonial y rituales en forma
pública, como en las festividades marianas de la Anunciación de Nuestra Señora o de la
Visitación de Nuestra Señora, o en las fiestas devocionales consagradas a santas de la orden
dominica como santa Catalina de Siena o en la gran fiesta patronal de la Cofradía, la
festividad de la Virgen del Rosario, celebrada el primer viernes de Octubre.34.

Esta creciente importancia económica y social, se puede observar en 1769, cuando


la Hermandad de Guadalupe, se incorporo formalmente a la autoridad y supervisión de la
Cofradía de la Virgen del Rosario. La cofradía aceptó asignar espacios físicos y financieros
a la Hermandad, dentro de su estructura administrativa y arquitectónica, a cambio de que la
Hermandad le donara sus escasos bienes (retablos y fondos monetarios) y se sujetara a su
autoridad, supervisando tanto su organización y tareas, coordinándola bajo su tutoría.

Un ejemplo de esto era el que cada año en la renovación de dirigente o Mayordomo


de la Hermandad de la Virgen de Guadalupe, el mayordomo y el rector de la Archicofradía
entregarían al nuevo mayordomo de la Hermandad, una donación en velas de cera, una
alcancía nueva con su cerradura así como libros de actas y de cuentas. Al terminar el año de
gobierno, el mayordomo saliente de la Hermandad debería entregar cuentas, actas de
sesión, alcancía y ceras al mayordomo y rector de la Cofradía para supervisión.35

Para el año de 1692, la Cofradía de la Virgen del Rosario del pueblo de


Azcapotzalco, estaba dirigida por un Rector, el prior del convento dominico del pueblo, el
Mayordomo Domingo de Paredes, los diputados Antonio Soriano, Blas Alfaro, Joseph
Alfaro, Gabriel de Fuentes, Lucas de Montes de Oca, Andrés de Arandas, Juan de Flores,
Juan Gómez y Antonio González y el secretario de la cofradía, Francisco Hernández. 36

Los cofrades, mayordomos y diputados solían dejar legados a la Cofradía a la que


pertenecían al fallecer, mismos que reclamaban sin cesar ante cualquier dificultad, como lo
muestra el caso del legado por 1200 pesos que dejo al fallecer, su antiguo mayordomo

32
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 1519, Exp. 1, Libro 5, fs. 1, 1v, 6, 19, 22, 27, 33-36, 39, 43-45v, 47v,
53, 59, 63-65, 73, 74.
33
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 1519, Exp. 1, Libro 5, fs. 1, 1v, 6, 19, 22, 27, 33-36, 39, 43-45v, 47v,
53, 59, 63-65, 73, 74.
34
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 1519, Exp. 1, Libro 5, fs. 1, 1v, 6, 19, 22, 27, 33-36, 39, 43-45v, 47v,
53, 59, 63-65, 73, 74.
35
Ver AGN, Templos, V. 204, Exp.3, f. 11.
36
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 011, fs 1, 1v.
Domingo de Paredes “El Viejo” y que fue objeto de un litigio que inició en 1727 y que
continuó hasta 1806.37

La importancia de pertenencia a la corporación de la Cofradía de la Virgen del


Rosario como medio para escalar posiciones sociales y políticas en la localidad de
Azcapotzalco y aun en la región NW de la Cuenca de México, se observa en el caso de
Ignacio Soriano Montes de Oca, vecino e importante labrador,38 quien se empeñó en
obtener puestos de poder locales y regionales, así que utilizando sus relaciones personales y
familiares (establecidas probablemente a través de la Cofradía de la Virgen del Rosario,
como con la orden dominica y las familias de presencia regional), obtuvo el cargo
eclesiástico-fiscal de Colector de Diezmos de Tacuba.

Dicho cargo consistía en organizar el cálculo y colecta de los diezmos que los
obrajeros y agricultores de las localidades del Monte Alto y Bajo, Tlalnepantla, Tacuba,
Huixquilucan y Azcapotzalco, tenían que entregar mensualmente en dinero y especie, al
Cabildo Eclesiástico de la Catedral Metropolitano, radicado en la Ciudad de México.

Así, en 1763, reportó como diezmo de la cofradía un total de 3 cargas de trigo, 49


cargas de maíz y cuatro pesos de aves de corral, lo que haría una producción anual de cerca
de 30 cargas de trigo, 490 cargas de maíz y 40 pesos equivalentes en aves de corral. 39.

Al menos de 1760 a 1767 se sostuvo en el importante cargo, fortaleciendo su nuevo


estatus tanto él como su familia, como lo prueban su membresía a la Cofradía de la Virgen
del Rosario en 1760-1761 y el costear la fabricación y dedicación de un altar o retablo de
madera estofada con pinturas al óleo, que se encontraba en la Capilla del Rosario adjunta a
la iglesia principal de Azcapotzalco.

Esta información se basa en una cartela pintada que se encuentra en un altar anexo
al retablo y altar principal de la Capilla del Rosario. En ella se lee textualmente: “Este altar
lo dedico Dn./ Juachin Soriano ala Archico/ fradia del SSmo. Rosario, fech / de Julio de
1761 yestos li/ensos quele circundan Pertenecen / ael Altar de Señor San José, que los / dio
Dn. hipolito de Ocampo. y Dn. tomás paredes”. Posiblemente el altar costeado por Joaquín
Soriano estaba dedicado a la devoción de la Medalla Milagrosa y estaba asociado en
conjunto a una devoción a San José, misma que décadas después, logró costear un retablo
completo dedicado a este santo, al interior de la Capilla del Rosario, donde el antiguo altar
y pinturas previas se integraron a un nuevo retablo lateral 40.
37
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 549, Exp. 28 / Bienes Nacionales, Vol. 2779, Exp. 17.
38
Ver AHAM, Fondo Cabildo, Colecturías, Doc. H9671, Caja 33cp, Exp. 10.
39
Esta organización y calculo de las actividades agropecuarias de la jurisdicción de Tacuba, se aprecia al
revisar el cuadro contable que el propio Joaquín Soriano como responsable de la Colecturía de la
jurisdicción de Tacuba, preparo en 1764, con los diezmos colectados en 1763 que arrojaron un total
aproximado de 1225 cargas de trigo, 2264 cargas de maíz, 322 cargas de cebada y otros productos
agropecuarios como fríjol, alverjón, haba, elote, calabaza, borregos, lana en vellones y en arrobas, becerros,
cochinitos, cabras, potros, burros y mulas jóvenes, así como dinero por el equivalente a leche, aves, pastos,
árboles frutales, pulque y magueyes en explotación. AHAM, Fondo Cabildo, Colecturías, Doc. H9671, Caja
33, exp. 10.
40
Vázquez Santa Ana, Fiestas y Costumbre Mexicanas, p. 74 / Sánchez Reyes, La iglesia y la capilla del
Rosario de Azcapotzalco, p. 96.
Sin embargo la situación de preeminencia del cabeza de la familia Soriano no se
mantuvo, pues Joaquín fue retirado del cargo y demandado por el Cabildo Catedralicio de
México por varias irregularidades en el calculo de los diezmos (a favor de muchos
labradores conocidos de Soriano) así como deficiencias en la recolección y venta de los
productos agropecuarios colectados y la subsiguiente entrega de los fondos
correspondientes al cabildo catedralicio, por lo que se le proceso en 1769, por un faltante de
9817 pesos.

El proceso de crecimiento y consolidación de la corporación que se había iniciado


en el S. XVIII, debió intensificarse con el cambio de las instituciones de la república
indígena al ayuntamiento borbónico, donde se desplazo a las antiguas familias principales
indígenas y con el aparato administrativo de poder local municipal de la primera mitad del
siglo XIX.

Para fines del siglo XVIII y para principios del siglo XIX, la Cofradía de Nuestra
Señora del Rosario de Azcapotzalco poseía fondos con los que financiaba sus actividades,
fondos que además prestaba a comerciantes y propietarios, bajo recomendación de los
diputados o bien a sus miembros, bajo contrato y con garantía hipotecaria, como había
ocurrido en 1772, cuando prestó al comerciante y propietario local Hipólito de Ocampo,
miembro de la corporación, la cantidad de 2000 pesos en varias partidas, hipotecando este
en prenda varias propiedades (casa y terrenos). Además entre 1780 y 1783, la corporación
también había prestado varios miles de pesos al hacendado Juan Domingo de Bustamante,
reclamando el pago de esta deuda en 1786, luego de la muerte del propietario.41.

Asimismo junto con las actividades de préstamo, al parecer la corporación recibía


dinero en depósito de sus miembros. De esta forma tenemos para 1805, que se reportaba
que el convento de dominicos de Azcapotzalco, con una cofradía (la de la Virgen del
Rosario) producía como renta eclesiástica la cantidad de 3129 pesos con 4 reales y 4 granos
42
y se contabilizaba asimismo en la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, 707 depósitos
de capitales invertidos en ella.43.

Para 1806, la Cofradía del Rosario tenía en censo redimible varias propiedades,
como la casa situada en el pueblo de Azcapotzalco, que tenían en usufructo, los herederos
de Alejandro Mora y Vaca, que en el S. XVIII había aceptado la propiedad, dando por
usufructo la cantidad de 100 pesos 44.

Además frecuentemente las propiedades a censo redimible regresaban a la


Cofradía, como fue el caso de la propiedad que en 1713 se le había entregado a Gabriel
Fuentes.

41
Ver Sánchez Reyes, Datos biográficos de Hipólito de Ocampo, p.p. 1-4 / Reyna, Tacuba y sus alrededores,
p. 67.
42
Florescano, Descripciones económicas generales de la Nueva España, p. 185
43
Wobeser, El crédito eclesiástico en la Nueva España, p. 224
44
Ver AGN, Bienes Nacionales, Vol. 1543, Exp. 53.
Este, antiguo cofrade beneficiado con una escritura a censo a favor de la Cofradía
del Rosario entre 1713 y 1772, cedió la propiedad de la casa y huerta así obtenida, a uno de
sus hijos (Gabriel de Fuentes) y luego este a su hijo (Joseph Guerrero), que no pudo
cumplir con el mantenimiento ni el pago de los intereses por radicar en la Villa de Tacuba,
por lo que en 1774, después de un juicio por el adeudo de dos años de intereses, la
propiedad volvió a poder de la Cofradía.45.

Otra propiedad que la Cofradía conservó desde 1787 para sostener sus gastos, fue la
casa denominada del Portal, ubicada cerca de la pulquería del Zacate, en esquina del
callejón que salía al Tecpan de Tepanecos, en el centro del pueblo de Azcapotzalco. Dicha
propiedad (que tenía patios, dos trojes, y una casa de dos plantas) estuvo constantemente en
alquiler hasta el año de 1850, realizándose numerosas inversiones para su reparación y
mantenimiento por cuenta de la Cofradía, para mantener su valor comercial.46.

Además, entre 1802 y 1805, la Cofradía del Rosario de Azcapotzalco recibía fondos
originados en la siembra, cosecha y venta de maíz, contratando para el efecto, peones y
arrieros. El maíz cosechado, trillado y ensacado era enviado al Mayordomo de la Cofradía,
que para esos años era Pedro Fernández de Alfaro por su hermano, el hacendado Miguel
Fernández de Alfaro, para su reparto y comercialización.47

Este maíz llamado “el maíz perteneciente a la Santísima Virgen”, usualmente se


repartía entregando los olotes a los peones que ensacaban, aproximadamente una décima
parte de la cosecha a la Subcolecturía de Tacuba-Azcapotzalco como diezmo, se vendía
localmente o en la Ciudad de México (según el precio alcanzado) entre el 70 y el 90 % y el
sobrante se quedaba para darlo como parte del pago (raciones) a los peones encargados de
sembrar y cosechar el maíz de la Virgen.48 (Ver Cuadro 1)

El maíz se vendía usualmente al mismo comprador (Vicente Moreno) si el precio no


ameritaba hacerlo en la Ciudad de México; esto pasó en 1806, cuando el precio fue de 4
pesos y 2 reales y el maíz se coloco en la Tocinería de los Dolores, no guardando ningún
maíz para raciones de los peones contratados.49

El dinero resultante de las ventas del maíz de la Virgen, junto con 1200 pesos que
entrego Miguel Fernández de Alfaro, posiblemente por el pago del uso de la tierra de la
Cofradía, se destinaron a pagar las composturas realizadas entre 1802 y 1810, de la Capilla
de la Virgen del Rosario, sede de la Cofradía.

Estas reparaciones consistieron en el pago de materiales y mano de obra de


carpinteros, hojalateros, pintores y albañiles para envigar el techo y bodega de la Capilla,
reparar los canceles y vidrios, colocar losetas y losas en bodega, entradas de la capilla,
reparar el campanil, limpiar y aderezar las pinturas y los ornamentos del culto, así como

45
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 011, fs. 11 -15v.
46
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 17-25.
47
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 13-14v.
48
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 13-14v.
49
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 13-14v.
afrontar varios gastos extraordinarios, como adquirir varias cadenillas de plata para los
diputados de la cofradía para obsequiarse ceremonialmente en los cabildos, etcétera.50

La decadencia de la cofradía

Sin embargo, es probable que la prolongada guerra de independencia, la inestabilidad


política y los quebrantos económicos, afectaran a la Archicofradía. Debieron retirarse de
ella las familias de hacendados locales, dada la inestabilidad y los continuos cambios de
propietarios que se sucedieron a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, por lo que los
miembros importantes de la corporación fueran los miembros de las familias locales que
aun conservaban restos de su antiguo poder y que trataron de seguir controlando el acceso a
los recursos valiosos de la localidad, principalmente por el control de las débiles
instituciones político-administrativas municipales.

Para 1859, se reportó que la Cofradía seguía existiendo en la Capilla del Rosario y
que estaba compuesta de varios diputados, un mayordomo y el prior del convento anexo,
como rector de ella.51 Sin embargo la existencia de estas agonizantes instituciones
coloniales no garantizó la continuación del antiguo orden y control; aprovechando las
pugnas entre los poderes conservadores y liberales, una parte de las familias dominantes
locales decidió aprovechar las condiciones para acaparar nuevos recursos y con esto, la elite
local se resquebrajo, pues surgió una facción que aprovecho las oportunidades de
apropiarse de las tierras de las mayordomías de los barrios de Azcapotzalco, pero también
de las propiedades de la Cofradía del Rosario de Azcapotzalco, en beneficio propio.

Este fue el caso de Vicente Soriano (descendente de la familia Soriano, notables de


Azcapotzalco, que habían pertenecido a la Cofradía desde el S. XVII) que se benefició de
terrenos de la Cofradía de la Virgen del Rosario, en combinación con el Comisario
propietario municipal en 1859, que aplicaron en forma extemporánea y por demás curiosa,
la ley de desamortización del 29 de junio de 1856.

La corporación inútilmente trato de negociar con las autoridades y fue representada


para litigar por Joaquín de Alfaro, Simón Rocha y Eligio Ramírez, miembros destacados de
las familias locales, con el fin de intentar anular esa acción y recuperar la propiedad para
seguir sosteniendo a la Cofradía. Para esto, denunciaron la situación ante el poder
conservador, pidiendo la devolución de la propiedad, alegando que fue afectada siguiendo
el reglamento y el espíritu de una ley liberal, emitida por un gobierno contrario al poder
conservador.

Como resultado de su petición, la autoridad judicial en enero de 1860 anulo las


adjudicaciones, firmándose un acuerdo provisional para devolver las posesiones
adjudicadas a sus dueños originales en febrero de ese mismo año, aunque el triunfo liberal
definitivo sobre el gobierno conservador en diciembre de 1860 impidió que las propiedades
adjudicadas a Vicente Soriano regresaran a la corporación que las había poseído antes 52.

50
Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 13-14v.
51
García, Ligeras Noticias de la Villa de Atzcapotzalco, p. 282.
52
Ver AGN, 1865, Junta de Protección para las Clases Menesterosas – Segundo Imperio, Vol. I, Exp. 40.
Para entonces es probable que los bienes de la cofradía (principalmente tierras) ya
hubieran pasado a manos de particulares (probablemente los dueños de la haciendas de San
Nicolás y el Rosarios, así como la de Acalotenco y San Martín).

En este contexto, la fiesta de la Virgen del Rosario y su cofradía decayeron y al paso


del tiempo la celebración se fue convirtiendo en una fiesta patronal de carácter modesto y
con un carácter más popular, la más sobresaliente en la localidad de Azcapotzalco durante
la segunda mitad del siglo XIX y buena parte del siglo XX, y que para principios de ese
siglo, recibía la denominación popular de “El Víctor” (posiblemente por su asociación a
Santa María de la Victoria, denominación alternativa española de la Virgen del Rosario),
que lograba unir en sí, a los antiguos elementos de la fiesta del Corpus celebrada desde el
siglo XVIII en Azcapotzalco y los de la fiesta de la Virgen del Rosario.53

El golpe final para la Cofradía fue cuando en 1913, la orden dominica se retiro del
curato de Azcapotzalco, terminando así su presencia de siglos en la localidad y dejando sin
el aval religioso de su rectoría a la corporación.

Sin embargo, si bien la corporación tradicional desapareció como cofradía, los


vecinos principales se reagruparon en una nueva asociación que retomó los espacios físicos,
sociales y religiosos vacantes, funcionando como la Cofradía (hoy asociación civil) de la
Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento en Azcapotzalco en la Capilla del Rosario,
para que luego del conflicto religioso de 1927-1929, continuar con la difusión de nuevos
cultos, ahora centrados en formas devocionales nuevas, ligadas también a otras
organizaciones laicas como el Opus Dei.

53
Según los testimonios disponibles hasta el momento, estos elementos se aprecian en los siguientes
fragmentos: “Por los años 20´s, en octubre, en la parroquia grande (de Azcapotzalco) se hacía un jubileo y así
que de cada parroquia traían su santito y lo dejaban allí junto al altar … en el curato, las señoras de los
pueblitos ofrecían mole, curados, aguas frescas, cada santito de cada pueblo traía sus cocineras y a comer
gratis. El día domingo celebraban al santo en turno y había cuetes, castillos, ¡ujuy! Muy bonito.” Mercado
Vilchis, Testimonio, p. 63. “… (en) la fiesta llamada del Víctor, en octubre … se organizaba una
peregrinación masiva de todos los pueblos y barrios hacia la Parroquia que adornada, recibía en el atrio a
todos los peregrinos … Las procesiones recorrían las principales calles de Azcapotzalco desde su capilla …
Todos llegaban al sitio de reunión y se formaban en rigurosa fila mística bajo los árboles del atrio para esperar
el turno de poder entrar con su imagen y depositarla en la iglesia”. Sánchez Ramírez, Azcapotzalco en el
Tiempo, pp. 74, 75. “Los jefes de las comunidades religiosas, “mayordomos” o “capitanes”, combinaban el
estruendo de los cohetes con el “Víctor” que era una especie de bando, en el que un pregonero gritaba en cada
esquina (del atrio) el nombre de la cofradía y se acompañaba con cantos de jaculatorias y letanías al santo de
su devoción. … Luego ya en la noche, los grupos reunidos para la celebración del “Víctor”, levantaban a sus
santos y con cánticos melancólicos los regresaban a sus capillas a la luz de su procesión de velas”. Sánchez
Ramírez, Azcapotzalco en el Tiempo, pp. 74, 75. “Había en Azcapotzalco allá por 1958 o 1959 – no recuerdo
bien – una fiesta anual allá en la parroquia. Se reunían las gentes de los barrios y pueblos de Azcapotzalco en
el atrio con sus santos en andas. Ellos venían desde temprano desde sus capillas y templos allá en sus barrios
o pueblos acá al atrio de la parroquia. Venían de Los Reyes, Santa María, Santa Catarina, San Sebastián y
otros lugares. Llegaban en procesión al atrio y metían a los santos dentro de la iglesia y los acomodaban en
los altares de allá adentro, en los altares de los retablos que había antes (eran grandes y dorados pero luego los
quitaron con todo y altares) y empezaban alrededor del altar mayor. Luego en la tarde- no recuerdo si era ese
mismo día o después de varios días - se iban; la gente se los llevaba a cada uno a su barrio o pueblo, tirando
cuetes”. Entrevista con Sra. Elvira Gómez Leal, originaria de San Juan Ixtacala, residente en Cuautitlán-
Izcalli, Edo. Méx., el día 2 de mayo de 2003.
Reflexiones finales

El culto a los santos patrones de Azcapotzalco (Felipe y Santiago), eje de las mayordomías
en Azcapotzalco durante el S. XVI, fue desplazado en los siglos XVII y XVIII, por el culto
a la advocación mariana del Rosario y la organización de las mayordomías de los barrios
azcapotzalcas, giró entonces en torno a la Cofradía de Nuestra Señora la Virgen del
Rosario, nuevo centro de cohesión socioeconómica, política y religiosa de indios, mestizos
y españoles, bajo la supervisión de los frailes dominicos instalados en el convento local.

A diferencia de otras organizaciones religiosas laicas, la Cofradía del Rosario de


Azcapotzalco no encubrió la propiedad comunal de la república de indios tepanecos y
mexicanos, sino que a partir de una base económica de limosnas y legados de sus
miembros, financió y contribuyó a organizar las actividades mercantiles y agropecuarias
locales, vía prestamos y censos redimibles extendidos a miembros de la cofradía o
recomendados de estos. Curiosamente, la decadencia de la Cofradía no se presentó a finales
del S. XVIII como podría suponerse, sino hasta mediados del S. XIX, cuando se
combinaron las pugnas y rompimientos de la elite local con los cambios estructurales
socioeconómicos y políticos que terminaron con la era postcolonial vigente desde 1821.

Sin embargo, al parecer la influencia de la Cofradía del Rosario de Azcapotzalco no


terminó con su extinción, sino antes bien, sirvió como base para nuevas organizaciones
religiosas laicas que desarrollaron y desarrollan nuevos papeles y relaciones
socioeconómicas y políticas locales, como es el caso de la Adoración Nocturna al
Santísimo Sacramento en Azcapotzalco, durante todo el siglo XX y principios del S. XXI.
Fuentes documentales consultadas

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Cuadro 1

Cantidades calculadas de maíz y pesos ingresados entre 1802 – 1806


para la Cofradía de la Virgen del Rosario de Azcapotzalco
(Ver AGN, Indiferente Virreinal, Caja 1214, Exp. 008, fs. 13-14v).

Maíz Maíz entregado Maíz Monto Maíz dado en


Cosechado en diezmo vendido de venta raciones para
peones
Años (Cargas) (Cargas) (Cargas) (Pesos) (Cargas)

1802 125 10 90 343 35


1803 117 09 79 324 38
1804 56 05 31 269 20
1805 42 04 38 577 00
1806 79 08 71 302 00

Total 419 36 309 1815 93


Lámina 1
Distribución de algunos conventos y parroquias dominicas de
la Provincia de Santiago de México para el S. XVI
Lámina 2
Conventos y jurisdicciones administrativo-religiosas del
área Noroeste de la Cuenca de México para los siglos XVI y XVII.
Lámina 3
A) Fachada de la Iglesia Parroquial de Azcapotzalco, DF
y entrada al atrio chico y a la Capilla del Rosario

B) Iglesia de Azcapotzalco, con vista a la Capilla del Rosario


y a los atrios chico y grande en el S. XIX (Ramírez Aparicio, 1979: 45)
Lámina 4
Convento dominico de Azcapotzalco, DF.

A) Portería del Convento B) Portería del Convento


(Posible capilla abierta)

C) Entrada de Portería al Convento D) Claustro del Convento


(Estilo Plateresco, S. XVI) (Patio interno y arcadas)
Lámina 5
Convento dominico de Azcapotzalco, DF

E) Artesonado morisco del ambulatorio F) Claustro del Convento


del Convento (S. XVI) (Plantas baja y alta)

G) Casetones insertos en ambulatorio H) Vista general de ambulatorio

I) Andador, columnas y dependencias del convento


Lámina 6
Plano del conjunto arquitectónico de la Capilla del Rosario,
sus anexos y ubicación de los retablos devocionales, así
como la planta del templo parroquial de Azcapotzalco
(Sánchez Reyes, 1997: 53, Ilustración 8)
Lámina 7

A) Acceso externo a la B) Acceso externo a la


Capilla del Rosario Capilla del Rosario
(Sánchez Reyes, 1997: 53, Ilustración 5) (Sánchez Reyes, 1997: Ilustración 6)

Lámina 8
Plano del conjunto arquitectónico en relación a los atrios grande y chico
(Sánchez Reyes, 1997: 38, Ilustración 3)
Lámina 9

A) Interior de la Capilla del Rosario B) Interior de la Capilla del


(Al fondo Retablo de la Virgen) Rosario
(Foto de Araceli Herrera, 2003) (Martínez Rodríguez, s/f: 37)

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