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INSTRUCCIONES: A continuación te explicamos la diferencia entre inferir y suponer. Lee con atención
y, luego, escribe en tu cuaderno las respuestas de los ejercicios propuestos. No olvides enviar a mi mail
la foto de tu actividad. La pauta de corrección se las enviaré al correo de nuestro diferenciado los
lunes de la semana siguiente de la realización de la guía.
Muchas veces los estudiantes confunden la idea de suponer con la de inferir, y en preguntas en las
que se debe inferir, es común ver que marcan, erróneamente, una alternativa que conlleva una
suposición y no una verdadera deducción o inferencia.
Si inferir es un proceso objetivo a través del cual se obtiene una información no explicitada, pero
válida, a partir de datos explícitos, suponer es un proceso subjetivo por medio del cual se puede llegar
a una hipótesis también partiendo de ciertos datos explícitos, pero, para que ésta pueda ser
validada como conclusión real, necesita de otros datos no presentes en el texto.
“El hombre se levantó de la silla, se puso su chaqueta y su abrigo, se calzó un gorro de piel, y se
colocó sus guantes de cuero. Acto seguido, envolvió su cuello con una bufanda, tomó su paraguas y
salió a la calle.”
a) hacía frío I / S
b) era invierno I / S
c) estaba lloviendo I / S
(1) En este caso podemos hablar de inferencia pues, a menos que se trate de una situación
excepcional (un actor que va a representar un papel, un loco, etc) esta indumentaria la utilizamos
cuando el clima es frío y lluvioso.
(2) Por lo expresado en el texto, no podemos saber a qué época del año corresponde la escena. Si
marcamos en la afirmación estamos suponiendo, por nuestra experiencia personal, que es invierno, pero
debemos considerar que esto depende del lugar del globo en que nos ubiquemos. En Punta Arenas o
Alaska estos abrigos se deben usar hasta en verano, por lo tanto, se trata de una suposición.
(3) Es verdad que el personaje lleva paraguas pero, en rigor, esto no significa que esté lloviendo.
Usamos paraguas al salir de la casa cuando llueve o puede llover en algún momento, así que
nuevamente se trata de una suposición.
Lee los siguientes fragmentos y analiza las afirmaciones que van a continuación de cada texto. Si
piensas que es una suposición, escribe una S, y si es inferencia una I, en la línea que precede a cada
afirmación.
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Texto Nº 1
El jaguar negro levantó sus doloridos ojos hacia el cielo amarillento e ingresó por la tupida fronda. En
los árboles las lianas serpenteaban como sogas gigantescas, las hormigas trepaban en columnas por
las grietas de los árboles. Al felino le chorreaba la sangre del hocico, le corría por los flancos y el cuarto
trasero, además traía la piel desgarrada por muchas heridas y las orejas destrozadas a zarpazos. Su
última pelea contra un jaguar macho mucho más grande, lo había ahuyentado hacia el sur.
Texto Nº 2
Ya habían perdido toda esperanza, pues llevaban cinco días en aquel destartalado bote. El mar
comenzaba de nuevo a ondularse peligrosamente, pero el humo en el horizonte los hizo temblar de
alegría. Seguro, era un barco: estaban salvados.
2) ____ Los ocupantes del bote eran sobrevivientes del naufragio de una
embarcación mayor.
3) ____ En el bote había a lo menos dos personas, y a lo menos una era de sexo
masculino.
4) ____ Los ocupantes del bote estaban hambrientos y agotadísimos.
Texto Nº 3
Eloísa Díaz Insunza fue la primera mujer médico cirujano de Chile y América, también la primera
estudiante universitaria del país y del continente. Se recibió de bachiller en medicina y Farmacia en
1885, doce meses más tarde recibió un título de médico. Los problemas sociales, relacionados con su
profesión, siempre la inquietaron y por este sentimiento solidario consiguió instalar, en muchas
poblaciones pobres, servicios médicos gratuitos.
2) ____ Eloísa Díaz era una persona preocupada por todo tipo de problemas
sociales.
3) ____ Eloísa Díaz Insunza pudo hacer el bien pues poseía una gran fortuna.
Texto Nº 4
No había luna, las luces de todos los faroles estaban apagadas; el solitario y pedregoso camino
campestre recto y polvoriento ve avanzar a gran velocidad a un auto negro, sin luces. Por el medio
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del camino un hombre de raza negra y vestido con negros ropajes, avanza en sentido contrario. Justo
antes de aplastar al hombre, el auto se detiene, frenando bruscamente, acallando su ruidoso motor.
¿Cuál(es) de la(s) siguiente(s) afirmación(es) nos permite(n) inferir el porqué el chofer del auto
frenó a tiempo y cuál(es) serían las suposición(es)?
5) ____ El hombre de raza negra sonrió y el chofer vio sus blancos dientes.
I. Lee el siguiente texto de opinión y luego señala con una V las afirmaciones que se pueden
inferir y con una F las que no se pueden inferir de ellos.
TEXTO
Atendiendo a que me muestro demasiado rezongón ante ciertas conductas urbanas que se expanden
como el fuego en la hierba seca y crecida de una pradera, los lectores van a pensar que me estoy
poniendo viejo. Lo que me arrebata es lo que a falta de mejor palabra llamaré “patanismo”, un
fenómeno que observamos a diario y que tiene variadas e irritantes manifestaciones. Ese término remite
a “patán”, o sea, a quien tiene comportamientos groseros, toscos, excesivos, y se ha transformado ya en
un auténtico culto.
Una insufrible manifestación de patanismo son las conversaciones por celular en alta voz en calles,
oficinas, autobuses, vagones del metro, taxis colectivos, salas de espera, restaurantes, cafés, cines,
funerales. No termino de instalarme en el asiento del bus que me trae a Santiago y varios de los
pasajeros comienzan sus interminables y estrepitosas llamadas. No imaginan las cosas de que me he
enterado en esos desplazamientos, de manera que ahora llevo un iPod con música grabada que me
permite neutralizar la vocinglería ambiente. Lo que todavía no me decido a portar es una mascarilla para
detener los olores de lo que otros pasajeros tragan con avidez. Son tantas las cosas que he escuchado en
mis viajes, lícitas y de las otras, que a veces he pensado bajar en Curacaví para poner sobre aviso a
Carabineros.
Si usted no utiliza el transporte público y conduce su propio automóvil, tendrá que hacer esfuerzos para
encontrar alguna radio en que no haya un par de agitadores conversando a gritos con auditores que
cuentan sus vidas a cambio de que les pongan “un tema”. Por lo general no se trata de vidas ejemplares,
pero ya sabemos que en los tiempos que corren no hay faltas, solo errores, y que haber incurrido en
alguno de proporciones transforma al responsable en candidato seguro a un programa de radio o
televisión en horario prime.
La televisión abierta es surtidora inagotable de patanismo. Los canales compiten por él tanto como lo
hacen por rating. Destemplados alborotadores y alborotadoras en ruedo hacen nata en este medio,
disputándose a gritos la palabra, mientras la prensa escrita se televisa cada vez más. Las páginas que
dedica no a comentar la televisión ni a informar sobre esta, sino a relatar oscilaciones del ánimo,
ascensos, caídas, cuitas sentimentales, violencia intrafamiliar y contratiempos laborales de los llamados
“rostros” de los canales, son más que las que destina a cultura y otros tipos de entretención.
Los muros de nuestras ciudades son páginas en blanco para patanes que presumen de artistas populares.
En ellos dejan sus acostumbradas y nada creativas huellas, cuando no sus amenazas a un mundo que no
ha prestado suficiente atención a sus problemas. Pero siempre hay un erudito que le encuentra sentido y
trascendencia a cualquier cosa que aparezca escrita en la calle.
Los restaurantes son escenario predilecto para el patanismo. Exceptuados los que yo llamo “restaurantes
de viejos”, reciben multitudes de sujetos que hablan a gritos, comen mal, dan a los mozos destempladas
voces de mando, y ríen con estruendo y brusquedad solo porque a uno de ellos se le cayó la cucharilla
del café. Ni mencionar en este caso el vocabulario de hombres y mujeres, donde “weón” y “weá” no son
expresiones groseras, sino términos que suplen palabras que los hablantes ignoran. No es ordinariez lo
que delatan tales expresiones, o no solo, sino pobreza de lenguaje.
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No solo de estar poniéndome viejo; también me van a acusar de elitista, un término que se ha
transformado en arma arrojadiza que lanzar sobre cualquiera que pida hoy un poco más de buen gusto,
un poco más de privacidad, un poco más de silencio, un poco más de lenguaje, un poco más de
sobriedad, un poco más de paciencia, un poco más de contención, un poco más de responsabilidad.
Agustín Squella, Solo un poco más, El Mercurio