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El Espiritu Y La Mente Samuel Sandweiss
El Espiritu Y La Mente Samuel Sandweiss
Sandweiss
EL ESPÍRITU
Y LA MENTE
Sai Ram
FOTOGRAFÍA DE TAPA
vez por ella. A través de sus trabajos, Carl Jung demostró que per-
sonas que en terapia analítica intensiva podían recoger informa-
ción a través de sus sueños e intuiciones de una dimensión más
allá de sus propias experiencias de vidas personales, podían estar
en contacto con lo que él llamó el inconsciente colectivo, una
dimensión en la que está grabada la experiencia de la humanidad
desde el comienzo de los tiempos de nuestra especie sobre la tie-
rra y que cubre la totalidad de nuestra existencia.
Sumemos a esto la evidencia, muy convincente, de los vívidos
recuerdos de vidas pasadas de algunas personas, el relato detalla-
do con misteriosa exactitud de sucesos específicos, fechas y luga-
res —material que no podrían haber conocido de no haber esta-
do allí o vivido en este tiempo— y tenemos así un creciente cau-
dal de experiencias que ya no pueden seguir siendo subestimadas
como simples caprichos de la imaginación.
Incluso las ciencias duras como la física empiezan a com-
prender las leyes fundamentales de la espiritualidad. La línea
dominante de la física2 está descubriendo que el planeta no es un
fragmento de mineral inerte dentro de un universo inconsciente,
indiferente y frío. El cosmos y todo lo que él encierra empieza a
ser reconocido como una sola entidad: inseparable, total y viva,
con conciencia, una manifestación del Uno, la Conciencia
Universal, impregnada de amor. La unidad del universo está sien-
do reconocida como la expresión material de la unidad de la con-
ciencia, que es experimentada en el corazón como amor.
En su libro El Tao de la física, el físico Fritjof Capra explora
el paralelismo entre la física moderna y el misticismo oriental.
Relaciona la visión del mundo que emerge de las teorías de la físi-
ca subatómica, de la relatividad y de la astrofísica con las tradi-
ciones místicas del hinduismo, budismo, taoísmo, zen y del I
Ching. Lo que surge es una figura del universo del especialista de
la física moderna, comparable a la del místico oriental, o como la
sobrecubierta del libro tan bien lo dice: “… un universo compro-
metido en una continua danza cósmica, un sistema de compo-
nentes inseparables, interrelacionados y en perpetuo movimiento,
de los cuales el observador mismo es parte integrante”. Más y
más científicos, como Einstein, están asombrados ante la gran-
CAPITULO UNO
* * *
Durante el desarrollo de este breve drama con el profesor
Plum, Sai Baba me había dado el pequeño papel de “intérprete”,
aun cuando ambos sabíamos que hubiese fracasado sin su ayuda.
¿Acaso estaba mostrándome a través de este conmovedor discur-
so y este emocionante diálogo, la clase de amor inocente que
disuelve el ego, se transforma en devoción y funde de nuevo a la
ola en el océano? Y, ¿puede que yo haya percibido, en esta ínti-
ma experiencia personal, cierta alusión a una unión más impor-
tante entre la ciencia y la espiritualidad, que habrá de ocurrir en
un futuro cercano? Es en respuesta a estas preguntas y con el
aliento y la fuerza de esa experiencia, que intento escribir este
libro y con su ayuda trataré de “interpretar” su mensaje sobre El
espíritu y la mente para los colegas científicos.
Nuestro tiempo se distingue por las mara-
villosas realizaciones en los campos de la
comprensión científica y aplicación técnica de
tales conocimientos. ¿Quién puede dejar de
sentirse feliz por esto? Pero no olvidemos que
el saber y las capacidades por sí solas no pue-
den llevar a la humanidad a una vida feliz y
digna. La humanidad tiene todas las razones
para ubicar a quienes proclaman la alta moral
y los valores, por encima de los descubridores
de la verdad objetiva. Lo que la humanidad
debe a personalidades como Buda, Moisés y
Jesús es, para mí, superior a todos los logros
de la mente inquisitiva y constructiva.
(Albert Einstein)
Supuestos
Básicos
CAPITULO DOS
LA MENTE
4 Ernest Becker, The Denial of Death (New York: The Free Press, 1973), pág.
196. Hay traducción en español.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 31 -
tidad esencial está más allá del limitado punto de vista freudiano5,
la relación entre la mente y la conciencia permaneció confusa en
la literatura hasta la reciente aparición (finalizando la década de
los '60), de la psicología transpersonal. De pronto, las etapas de
desarrollo jalonadas por la psicología fueron definidas como nive-
les inferiores de conciencia y fue expuesta claramente su relación
con los estados mentales superiores, incluyendo la dimensión psí-
quica relacionada con los fenómenos “psi”, los poderes siddhi
(ocultos) de los yoguis y los estados espirituales superiores y
supramentales del samadhi (fusión de lo indiferenciado, según el
hinduismo) y del nirvana (estado desprovisto de ego, según el
budismo). Al explicar una jerarquía de conciencia, la psicología
transpersonal también clarificaba lo que está en juego para el
hombre al ir de su etapa predominantemente mental a un estado
de conciencia orientado a la espiritualidad que incluye y trascien-
de lo mental.
Sin embargo, la corriente principal de la psicología aún no
reconoce este trabajo y no logra comprender la relación de estos
estados superiores de conciencia con los estados mentales “nor-
males” y “anormales” de los que se ocupa más frecuentemente.
Tiene dificultad para integrar la información y las técnicas que
lentamente está aprendiendo de campos tan diversos como la
acupuntura y el hatha yoga que se manejan con una energía sutil,
relativamente inexplorada por la ciencia occidental, pero entendi-
da por los yoguis como muy relacionada con la evolución de los
estados superiores de conciencia.
Nuestros conceptos no son suficientemente fundamentales
como para permitirnos, por ejemplo, una clara comprensión de
la interrelación entre la corriente de energía sutil de la acupuntu-
ra y la de la bioenergética occidental; o entre los ejercicios de con-
trol de la respiración, las posturas corporales, las prácticas devo-
cionales y morales del yoga oriental y las terapias habladas de la
psiquiatría, orientadas hacia lo mental. Una apreciación más pro-
funda de la espiritualidad podría proporcionar aquí una valiosa
comprensión.6
¿Por qué el conocimiento espiritual no está integrado más
seriamente con la psicología occidental? ¿Por qué su rico caudal
5 Ver Apéndice IV para un debate más amplio respecto a las diferencias entre la
psicología del ego y la psicología humanística.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 33 -
LA CONCIENCIA
CAPITULO TRES
CAPITULO CUATRO
Becker escribe:
1 Ernest Becker, The Denial of Death (New York: The Free Press, 1973), pág.
88. Hay traducción en español.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 47 -
AMOR TRASCENDENTE
CAPITULO CINCO
CAPITULO SEIS
Dr. A.: Sí, pero no se dio. Comprendo ahora que esto pasa
a menudo en el caso de las experiencias místicas. Se hace un gran
esfuerzo para repetirla y la experiencia puede no darse nueva-
mente. Puedo recordar haber leído en la universidad Viaje de la
mente hacia Dios de Saint Bonaventure, que era, según reme-
moro, una especie de receta sobre cómo lograr una experiencia
mística. Incluía el ayuno, permanecer de pie bajo la lluvia y el frío
y toda clase de cosas, como no dormir y debilitarse físicamente.
Parece que él mismo se sometió a algo que viene a ser como una
psicosis tóxica para provocar esta experiencia. Tal vez eso fun-
cionaba para él. Esto ciertamente demostraba cuánto deseaba
repetir la experiencia, para someterse él mismo a estas torturas
con el fin de lograrla nuevamente. Yo no hice eso; sólo esperé.
No sucedió. Y pensando ahora en ello, no estoy seguro —estoy
ambivalente— si deseo que ocurra de nuevo.
S.: ¿Por qué?
Dr. A.: Porque creo que pensaría lo mismo que la primera
vez. Pensaría que probablemente habría perdido el dominio de mí
mismo.
S.: Cuando uno se enfrenta a una experiencia mística pro-
fundamente conmovedora, la respuesta más apropiada debería
ser la devoción. ¿Podría ser que uno teme ser un devoto ya que
ello significaría abandonar su enfoque racional y científico de la
realidad? ¿Siente usted que sentir devoción es peligroso?
Dr. A.: Peligroso, no, incómodo. No sé cómo podría dañar-
me en ese sentido, pero me incomodaría.
S.: Si por sentir devoción usted se abriera a un profundo sen-
timiento de amor, un amor que da gran fortaleza y valor, ¿lo haría
eso sentirse mal? Supongamos que usted sabía que esta expe-
riencia le fue otorgada por amor, como un don de gracia por la
divinidad. Si usted estuviera lleno de bienaventuranza y amor con
reconocimiento, gratitud y devoción hacia Dios, ¿no le agradaría?
Dr. A.: Estoy seguro de que no.
S.: Estoy sorprendido. Porque si esto es así, lo veo resistién-
dose al logro y realización del más alto estado de conciencia des-
cripto por el hombre.
Dr. A.: Sigo volviendo a lo mismo. No confiaría en la expe-
riencia. Punto uno: creo que no es posible para nadie entrar en
un estado prolongado de bienaventuranza; no creo que eso esté
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 73 -
Mis Queridos:
Con bendiciones
Puntos
de Vista
CAPITULO SIETE
E
¿ s el hombre cuerpo y mente o espíritu? ¿Debe encon-
trarse el propósito y el significado de la vida en la gratificación
satisfactoria de los deseos o en la trascendencia y renunciamien-
to a los mismos? ¿Es el mundo material real o una ilusión, un
mero atisbo de una realidad eterna mucho más extensa?
Por otra parte, ¿qué pasa con la moral? ¿Es relativa y cam-
biante o absoluta, un estrecho camino hacia la salvación? ¿Pode-
mos decir honestamente que estamos en realidad conformes
viviendo en lo transitorio y evanescente? De lo contrario, ¿será,
posiblemente, porque anhelamos la unión con lo eterno para la sal-
vación de la vida y la paz eterna? Dudar de la divinidad ¿es acaso
más realista e inteligente que creer en ella o es esta duda una defen-
sa autodestructiva comprensible contra nuestro miedo mortal?
¿Es Sai Baba auténtico? ¿Podría ser él un vívido reflejo de
nuestra naturaleza infinita, eterna y divina? Y ¿existe un nivel de
amor incondicional, no definido aún en la psicología, que sea sufi-
cientemente poderoso como para disolver todos nuestros temores
y limitaciones y conducirnos a la liberación, a liberarnos total-
mente de la tiranía de la conciencia de sí? ¿El hombre es animal…
o Dios?
Creo que el modo en que el terapeuta y el paciente respon-
den a estas preguntas, afecta en gran medida el enfoque y los
- 78 - SAMUEL H. SANDWEISS
EL CASO DE A.T.
sus ojos y con sus labios temblorosos, solía negar este sentimien-
to, diciendo: “No hay razón para estar triste. Vivir en la tristeza
es una satisfacción mórbida que no conduce a nada. ¿Por qué hay
tanta gente triste cuando todo lo que tiene que hacerse es forzar
a la mente en otra dirección?”. Así, junto a su exagerado auto-
control y habilidad para tomar distancia, en ocasiones había tris-
teza. ¿Por qué tenía que ejercer tal control intelectual? ¿Contra
qué se estaba defendiendo?
Para responder a esta pregunta, consideraremos primero
cómo las defensas intelectuales de A.T. tenían que ver con su
infancia y la relación de ella con sus padres y, entonces, averi-
guaremos si existe, quizás, una razón espiritual aun más esencial
para dichas defensas.
EL SUEÑO
ENFOQUE PSICOLOGICO
ENFOQUE ESPIRITUAL
Capas de temor,
niveles de amor
CAPITULO OCHO
trascendente.
Podemos tener no sólo una visión más clara del miedo mor-
tal, sino también del amor incondicional, un sentimiento de unión
y de confianza con una amorosa omnisciencia trascendental. Y,
como escribe Ken Wilber2, no es la represión la causa de la angus-
tia, sino que es la angustia la causa de la represión. Cuando el
proceso de la represión se debilita, se tiene una visión más clara
del mundo real y es entonces que se experimenta la angustia exis-
tencial normal.
Esto es lo que creo que ocurrió en el caso del psiquiatra que
fue entrevistado en el Capítulo 6, quien en el curso de su análisis
había tenido una profunda experiencia espiritual del amor desin-
teresado e incondicional de Cristo. Para mí esto significó que él
se había vuelto tan abierto durante el curso de su terapia que pudo
identificar dentro de sí un amor como el de Cristo, el cual, según
lo reconoció, había sido el móvil del gran sacrificio de Cristo.
Creo que ésta es la realidad más íntima que todos anhelamos
redescubrir. Pero, para hacerlo, debemos arriesgarnos a mirar
más profundamente en nuestra vida y enfrentar al miedo mortal
de la posibilidad de la muerte de la mente yoica. Debemos estar
dispuestos a transitar el valle de la muerte, como A.T. lo estaba
haciendo aquí. Por terrible que parezca, debemos ser capaces de
tolerar esta oscura visión si algún día podemos verla como lo que
realmente es: una gran ilusión.
CAPITULO NUEVE
VERDAD
FE
DEVOCION
PAZ Y ECUANIMIDAD
TERAPIA
AUTOCONFIANZA
EDUCACION
“BUEN JUICIO”
DOLOR Y SUFRIMIENTO
RENUNCIAMIENTO Y DESAPEGO
MEDITACION
CAPITULO DIEZ
LA REACCION
CAPITULO ONCE
CAPITULO DOCE
¿qué han hecho nuestros inocentes hijos para merecer que los
hagan morir de hambre y les inflijan brutales castigos —ser muti-
lados, aplastados, desgarrados y muertos en cámaras de gas—
para burla y juguete de la furia del demonio?
”Oh Señor, ¿por qué tengo que ver a mi bebé, inocente y sin
culpa, levantado de los talones, balanceado y aplastado, hecho
una sangrante masa sin cabeza? ¿por qué permites que las
muchachas sean violadas y los hombres golpeados hasta que
todos sus huesos se rompan y no puedan ser curados? ¿por qué
permites que nos separen los miembros, que nos pinchen los
ojos, absurda experimentación con carne humana? ¿Por qué no
respondes ante el asesinato, la risa y el sadismo de los torturado-
res, ante el terrible ruido sordo de miles de seres que caen al
mismo tiempo en las cámaras de gas?
”¿Por qué tengo que escuchar los clamores de mis madres y
mis padres ardiendo hasta morir quemados en una hoguera o
enterrados vivos antes de recibir incluso la gracia de una bala en
el entrecejo? Todo el tiempo, maldiciéndote a Ti, oh Dios, día tras
día. ¿Cuál es el propósito de este ejercicio infernal en la desespe-
ración y el sufrimiento sin fin, y la conciencia cargada con la cons-
tante condena de Tu nombre?”.
Al final, todos decidieron enjuiciar a Dios, acusándolo de per-
mitir crímenes imperdonables y descuidar a Sus hijos en los
momentos de más urgente y terrible necesidad. “El debe ser tra-
tado como criminal por el inexcusable e inimaginable pecado de
crueldad”, clamaron. “Y debemos hacerlo con la mayor reflexión
y cuidado para que los que sigan viviendo reflexionen sobre este
día. Ellos deben comprender y considerarnos con seriedad.
Somos inteligentes, sabios, amantes y temerosos de Dios y exac-
tamente conscientes de lo que estamos haciendo. Sí, esto debe
ser llevado a cabo con diligente y paciente cuidado, deliberada-
mente, objetivamente y con una búsqueda de justicia tan honesta
como sea posible”.
Así deliberaron durante tres días y tres noches. Los hombres
más inteligentes de la comunidad judía tomaron parte voluntaria-
mente en la controversia. Estaban aquéllos que consideraban la
inescrutabilidad de Dios más allá de la comprensión humana y que
estaban dispuestos a asumir que, de alguna retorcida manera,
estas atrocidades eran una expresión de Su amor.
- 144 - SAMUEL H. SANDWEISS
Y, por otro lado, la oposición: los que sólo podían llorar con
dolor y rebeldía: “¡No, no, no! Ningún Dios amoroso, ningún
Dios en absoluto podría aceptar o permitir tanta maldad”. Se
presentaron y se estudiaron los argumentos; los puntos fueron
seriamente elaborados y afanosamente debatidos y refutados,
para asegurar que se hicieran todos los esfuerzos posibles para
sondear las más hondas profundidades de este misterio épico e
inexplicable.
“¿Somos culpables de alguna maldad cometida en esta vida?
¿Podría ser éste un castigo por transgresiones anteriores, cuando
los judíos desafiaban su alianza con el Señor? ¿Estaremos sufrien-
do ahora por los pecados de nuestros ancestros? ¿Acaso, de
algún modo, los judíos estamos siendo lavados y purificados o,
quizás, hasta estamos asumiendo sobre nosotros los dolores de
otros y con nuestra muerte se nos otorgará la gracia especial de
vivir con el Señor por siempre jamás en el paraíso?”.
Y el otro bando: “¡No, no, no! Nada puede justificar esta
crueldad, esta manifestación demoníaca sin precedentes”.
“Pero, ¿quién puede comprender los caminos de Dios? Son
misteriosos e inconmensurables, Su omnisciencia nunca puede ser
cuestionada, Su bienaventuranza es tan inmensa que no somos
dignos ni siquiera de pronunciar Su nombre en voz alta. Nuestro
papel es sólo postrarnos ante El y aceptar todo como Su amoro-
sa gracia; aceptar que toda la creación y la evolución son realiza-
das a través de su exquisita omnisciencia, en perfecto orden, y que
Sus acciones y Sus caminos son siempre puros, siempre inefable-
mente correctos, siempre infinitamente perfectos”.
Pero, el otro lado: “¡No, no, no! ¿Qué Dios puede tomar las
plegarias de los desamparados, las lágrimas de los piadosos e ino-
centes y usarlas como el lazo corredizo del verdugo, como un láti-
go, para golpear, estrangular y apagar la vida sin piedad? ¡Ningún
argumento puede justificar una perversidad tan sombría, imper-
donable, penetrante, repugnante, perversa y absurda como ésta”.
“Pero nuestro Dios y el Dios de nuestros padres ha sido mise-
ricordioso para con nosotros en el pasado. El ha llevado antes a
nuestro pueblo a través del valle de la muerte, y en momentos de
sufrimiento ha venido para proteger y traer paz. De alguna forma,
debemos aceptar esta novísima experiencia con gratitud y amor.
No debemos perder nunca la fe, porque El ha estado siempre con
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 145 -
CAPÍTULO TRECE
Krishna el Inmutable,
detén mi carro allí en el medio,
entre los dos ejércitos,
donde los guerreros
ansiosos de pelea
enfrentan a su enemigo.
Déjame contemplar
a los hombres allí reunidos
con quienes he de combatir,
esperando la señal
de aquél que es su jefe.
Progenie malvada
del ciego Dhritarashtra:
tales son mis enemigos
en esta guerra que empieza.1
1 Swami Prabhavananda y Christopher Isherwood; traductores del Bhagavad-
Gita (New York: the New American Library Inc. 1944) págs. 30/38.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 149 -
Krishna, Krishna,
ahora que contemplo a esos mis parientes
prestos al combate,
mis miembros desfallecen, mi boca está reseca.
Mi cuerpo tiembla, el cabello se me eriza,
mi piel parece arder,
mi arco Gandiva resbala de mi mano,
mi mente gira y gira en torbellino,
no puedo resistir más.
¡Krishna, presiento vaticinios adversos!
¿Qué podemos esperar de esta matanza de parientes?
¿Qué ansío de la victoria, imperios
o sus goces?
Oh, Govinda,
¿Cómo pueden importarme el poder o el placer,
aun mi propia vida,
cuando todos aquéllos,
maestros, padres, abuelos, tíos,
hijos y hermanos, cuñados,
nietos y primos,
a quienes sólo podría amar,
están listos aquí para arriesgar sangre y riquezas
en la guerra contra nosotros?
No puedo hacerlo:
nunca, nunca,
ni siquiera por ganar el imperio de los tres mundos;
¡cuánto menos todavía por el imperio terrenal!
(Krishna)
CAPÍTULO CATORCE
My dear boys,
Accept my blessings and love.
The footstep is the token of arrival
and departure:
and every farewell echo rings with expectation.
Wakefulness and slumber lie in the eye together;
and then when blindness comes
deeper grows the vision.
In the mind cohere thing
and nothing both;
and on this bank of blankness
memory tells… beads.
Life is a drawing-in of breath
and a giving-up:
the footstep is the token of…
My boys,
the bird with you,
the wing with me.
The foot with you,
the way with me.
The eye with you,
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 157 -
1 Un hombre santo indio que murió en 1918 y que fue, según Sathya Sai Baba,
su encarnación anterior.
2 Fotografía del anillo de Shirdi Baba en pág. 336.
- 164 - SAMUEL H. SANDWEISS
CAPÍTULO QUINCE
males, las aves, los seres que reptan y se arrastran; y dejen que
el amor envuelva todas las cosas y los seres del mundo entero.
Vayan de poco amor, a más amor, de amor limitado, a amor
expandido.
Expándanse en amor universal, en ecuanimidad inque-
brantable y en virtud siempre activa. Ese es el camino que pon-
drá de manifiesto a la divinidad que está en ustedes en su ple-
nitud.
La característica innata del hombre es amor divino, su
naturaleza es amor divino, su aliento es amor divino.
Dios es la fuente de todo amor. Amen a Dios, amen al
mundo como la vestidura de Dios, ni más ni menos. A través
del amor, ustedes pueden sumergirse en el océano de amor. El
amor cura la mezquindad, el odio y la pena. El amor desata
los lazos. Salva al hombre del tormento del nacimiento y la
muerte. El amor aúna todos los corazones en una sinfonía
suave como la seda.
A través de los ojos del amor, todos los seres son hermo-
sos, todos los actos consagrados, todos los pensamientos ino-
centes, el mundo es una inmensa familia.
CAPÍTULO DIECISEIS
(Baba)
La Mente
CAPÍTULO DIECISIETE
* * *
El estudio de la mente y la ciencia del perfeccionamien-
to de la conciencia no se han desarrollado porque el hombre
* * *
Transformen la mente en un instrumento de progreso
para la liberación. La claridad de la mente sólo puede ser
obtenida retirándola de los objetos externos y enseñándole,
por medio de la meditación, a concentrarse en el Uno que
está detrás de los muchos. Cuando ustedes ven al Uno y no
a los muchos, ustedes están liberados de las espirales de la
ilusión. El egoísmo es una doctrina que ata; pero el ego,
como reflejo de Dios en ustedes, libera. Sin embargo, muchas
pruebas y tribulaciones se presentan en el camino, conside-
rándolas como un testigo indiferente, con desapego, y no
permitan que su mente sea afectada. Enséñenle esta actitud
de testigo. El hombre tiene en sí todas las capacidades, pero
no es consciente de su gloria; sólo conoce una fracción de su
poder, e inclusive, de modo vago y vacilante. Se degrada a sí
mismo entregándose a tres tipos de tentaciones: físicas, mun-
danas y escolásticas. La tentación escolástica atrae a los eru-
ditos; los impulsa a la controversia y al exhibicionismo com-
petitivo y los arruina inflándoles el ego. La tentación mun-
dana lleva al hombre a buscar reputación fácil y a obtener
fama y beneficios por todos los medios a su alcance. La ten-
tación física se empeña en embellecer el cuerpo y en recurrir
a artificios que oculten el paso de los años.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 179 -
* * *
Mahashivaratri está dedicada a la desintegración de las
aberraciones de la mente y, por lo tanto, de la mente misma,
a través de la devoción a Shiva, Dios. Cae en la víspera en
que la luna tiene el menor tamaño del año, porque la luna
menguante simboliza la declinación de la mente.
La luna, tanto como la mente cuya deidad es, tiene die-
ciséis fases. Para la noche de Mahashivaratri han desapare-
cido quince y sólo queda de ella un trazo minúsculo en el
cielo. La luna nueva que sigue, no tendrá ni siquiera ese
trazo visible.
La influencia de la mente también debe ser reducida,
controlada y finalmente destruida para que la ilusión pueda
ser destrozada y la realidad revelada. La mente debe ser
dominada cada día hasta que en el décimoquinto, quince de
sus partes se habrán desintegrado, quedando sólo un trazo
de ella. Entonces, en Mahashivaratri se realiza un esfuerzo
especial de actividad espiritual para reducir a la inconstante
mente a la nada, sometiendo así al engañoso deseo y al
apego al cambiante mundo tentador de la ilusión, con el fin
de ganar la visión divina, alcanzar la liberación (moksha).
Padeciendo los rigores del insomnio, ayunando, orando y
cantando, el devoto clama a Shiva que destruya los obstácu-
los en el camino del regocijo interior, que le conceda la libe-
ración de las ataduras a lo trivial y efímero, que le revele la
visión del yo superior, base de toda esta apariencia.2
CAPÍTULO DIECIOCHO
E
¡ lectrizante! El canto hablaba de un amor y gratitud más
allá de toda medida. El auditorio colmaba su capacidad de veinte
mil personas. Indiferentes al dolor, miles de ellas habían perma-
necido sentadas durante horas sobre el duro y frío piso de con-
creto, absortos en el canto, esperando su aparición. Ahora, una
creciente emoción surgió de la música. Delicada, vibrando con
estremecedora intensidad, atrajo todas las miradas hacia el fren-
te. Allí estaba él, de pie, en silencio, totalmente fusionado con la
música, la túnica anaranjada cubriendo suavemente un cuerpo
fluido, puro amor llenando el corazón de cada devoto.
Todos los ojos estaban fijos en el Maestro ahora, todas las
voces comunicándose con su corazón. El estaba en la música
ahora, embriagando nuestras almas con la impresionante magni-
ficencia del momento milagroso: eso es Darshan.1
Miles de personas habían venido de todas partes del mundo:
el rico, el pobre, el débil y el fuerte. Todos sentados uno al lado
del otro ante la presencia de Sathya Sai. Yo ya había estado antes
en su presencia física; era éste mi octavo viaje. No obstante, me
embargaba una emoción que no podría experimentar en ningún
otro lado sino aquí. No hay forma de describir este encuentro. La
mente no puede captar la visión que el corazón alcanza en este
momento de íntimo contacto. La verdad eterna le es revelada. ¡Yo
soy El, yo soy eterno, yo soy divino!
1 Visión de lo divino.
- 182 - SAMUEL H. SANDWEISS
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
un magnífico almuerzo.
Esta vez se superó a sí mismo. La comida y los invitados, todo
fue excelente. Era estimulante escuchar al juez de la Suprema
Corte hablar sobre sus emocionantes experiencias con Sai Baba.
Ver a gente india respetable y educada hablar de Baba en esta
forma, aguijoneó el interés de los dos psiquiatras, quienes disfru-
taron especialmente de la amistosa hospitalidad y hasta quisieron
sacarse fotografías en el santuario de Sohan Lal. Era demasiado…
pero él seguía complaciente como siempre y los dejaba disponer
de su casa.
Esa noche di una charla sobre Baba a los psiquiatras reunidos
en una sala de conferencias del Hotel Ashoka. La presentación
fue un éxito, considerando que yo estaba tratando de explicar el
concepto de Avatar y de la posibilidad de que este singular acon-
tecimiento histórico estuviera justamente aquí y ahora en la India.
Me sorprendí al encontrar entre los psiquiatras a un ex pro-
fesor mío. Respetado como uno de los más talentosos psicoana-
listas en Detroit, sus apasionantes conferencias sobre casos clíni-
cos habían despertado mi interés acerca de la importancia de las
fuerzas inconscientes que actúan sobre la personalidad. Vestido
siempre con ropa formal y manejándose con cierta aristocrática
elegancia, se lo veía muy correcto y controlado en estas pre-
sentaciones de casos clínicos. Una vez había traído un maletín
de cuero a una conferencia pedagógica, un extremo del cual
había sido seriamente dañado y mordido por su cachorrito. Me
alegró ver este signo de humanidad en alguien que parecía un
tanto distante.
El Dr. S. se acordaba de mí y nos saludamos con una sonri-
sa. El había estado tratando con psicoanálisis a dos pacientes, que
le relataron experiencias logradas en meditación que él no podía
entender en absoluto. “Había allí algo más de lo que el ojo ve”,
dijo, “o algo cultural o un sutil fenómeno intrapsíquico que no
logro comprender en absoluto. Espero aprender algo en este
viaje”.
“Tiene usted una gran oportunidad para hacerlo”, respondí,
“y de observar algo sobre las dimensiones internas del hombre
raramente registradas en toda la historia; y también algo muy
intenso y profundo acerca de la espiritualidad india. Esta es el
área de investigación más fascinante que se pueda encontrar. Esto
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 201 -
CAPÍTULO VEINTIUNO
acto que Baba nos muestra cómo ofrecer a Shiva nuestro triunfo
sobre el deseo que nos atormenta, cultivando actitudes de renun-
ciamiento y desapego.
Yo había visto el milagro del Vibhuti Abhisheka2 en pelícu-
las, pero verlo personalmente es una experiencia en verdad muy
diferente. Primero, Baba materializó un hermoso collar que colo-
có alrededor de la estatua de Shirdi Baba —siendo Shirdi la
encarnación anterior de Baba y también una encarnación de
Shiva—. Conforme los deliciosos bhajans crecían lentamente en
ritmo y emotividad, él lavaba la estatua con agua y leche. Luego,
colocando su mano en una urna vacía e invertida sostenida sobre
la estatua, produjo una lluvia continua de vibhuti que fluía de la
urna, bañando la estatua de plata de Shirdi.
Este baño ritual prosiguió durante unos cinco minutos. Al
estar sentado bastante cerca me vi envuelto en una nube de ceni-
za de dulce fragancia que caía sobre la multitud. Aquí estaba
Baba, el Padre, totalmente al mando de los elementos, trascen-
dental y de otro mundo, mientras traía del espacio insondable la
ceniza espiritualmente rejuvenecedora. El resplandor de Baba y
mi inmersión en el vibhuti materializado y en los exquisitos bha-
jans, generaron una inolvidable experiencia sublime.
Luego, el indulgente y redentor Baba, caminó entre el públi-
co bendiciendo a sus devotos con la bella ceremonia teerth. Con
la mezcla de leche y agua del baño de la estatua de Shirdi, en un
acto de purificación, lavó a sus devotos. Sumergiendo una peque-
ña escobilla de paja en el fluido, caminaba entre los devotos sal-
picándolos con esta mezcla y creando un júbilo inmenso. Todos
sentían sus almas purificadas por el mismo Dios. ¡Qué gracia!
Después de la ceremonia tuve una conversación con el pro-
fesor Kasturi, quien ha estado con Baba alrededor de unos trein-
ta años. El decía que cuando Baba coloca su mano en la urna
vacía, ésta se llena de inmediato y completamente de vibhuti. De
hecho, Baba se inclina para prevenir a la persona que está soste-
niendo la urna, que se prepare para el repentino aumento de
peso. Agita su mano dentro de la urna hasta que ésta se vacía,
luego la reemplaza con su otra mano y se repite todo el proceso,
la urna nuevamente se llena al instante de vibhuti. Esto se repite
2 El milagro de Vibhuti Abhisheka se muestra al final del capítulo.
- 206 - SAMUEL H. SANDWEISS
CAPÍTULO VEINTIDÓS
CAPÍTULO VEINTITRES
duró tres días y del cual él había sido el instructor. Ahora, hablá-
bamos sobre la teoría bioenergética y su relación con el yoga.
Wilhelm Reich, fundador del movimiento, descubrió que la
postura, la actitud y modo de andar de un individuo, reflejan lo
que él llamó “coraza corporal”, el mantener en el cuerpo posi-
ciones defensivas dirigidas a detener el libre flujo de energía, para
evitar volver a experimentar sentimientos desagradables relacio-
nados con acontecimientos traumáticos de la infancia. Se pensa-
ba que la “coraza corporal”, al bloquear el libre flujo natural de la
energía, impide el contacto directo total de uno consigo mismo y
con su entorno.
Los psicoanalistas llegan hasta estos sentimientos molestos,
defensivos, amurallados o reprimidos mediante técnicas verbales;
los terapeutas bioenergéticos trabajando con el cuerpo, alcanzan
estas áreas incrementando el flujo de energía en áreas “muertas”,
mediante ejercicios específicos o estimulando posturas o movi-
mientos opuestos. Los terapeutas bioenergéticos toman en consi-
deración el flujo de energía que va desde la cabeza a los pies y al
interior de la tierra. Cuando la energía fluye libremente y sin obs-
trucción, uno se siente “enraizado”. Se cree que un contacto ínti-
mo y sólido con la tierra trae consigo un sentimiento de fuerza y
estabilidad en el carácter.
Sentí que la teoría bioenergética no estaba bien definida ni
era tan amplia como la de los yoguis.1 La teoría bioenergética se
centra en niveles de energía característicos de las etapas inferio-
res del desarrollo físico y psíquico. Se ocupa de algunos de los blo-
queos más burdos al flujo de esta energía —relacionados con per-
turbaciones tempranas en la infancia— y con la energía misma
como energía emocional y de impulso. Se ocupa sólo en forma
limitada del prana sutil o de la energía kundalini.
De este modo, el tratamiento bioenergético puede llevar, sin
duda, a una libertad y potencia más sexual y agresiva, pero si no
se tiene en cuenta el modo en que el prana sutil y kundalini acti-
van los chakras superiores, el tratamiento no llevará a niveles más
1 Ver Apéndice III Prana y Kundalini y Apéndice IV referente a las limitaciones
de las teorías humanistas-existencialistas de energía, comparadas con el cono-
cimiento yogui sobre las dinámicas del prana, de kundalini y de los chakras
y su influencia en el progreso del crecimiento espiritual y elevación de con-
ciencia.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 227 -
C A P Í T U L O V E I N T I C U AT R O
C
¿ ómo se entrena un terapeuta en la dinámica del desen-
volvimiento de la conciencia? No sólo debe saber acerca de los
reinos inferiores de la mente dominados por los deseos y place-
res, el sufrimiento y el ego, sino también de los niveles superiores
y aún más allá. Esto significa tener experiencias directas de
dimensiones espirituales más elevadas; en otras palabras, volver-
se él mismo nada menos que un aspirante espiritual. Un terapeu-
ta semejante, mucho más que estar en contacto con los instintos
animales y tener éxito en la gratificación de las necesidades bási-
cas, deberá ser un maestro en el más alto sentido de la palabra,
es decir, una persona verdaderamente moral y justa. Y es quizás
aquí donde el terapeuta se da cuenta de las exigencias más esen-
ciales de su profesión; y es aquí donde surge la mayor resistencia
a la espiritualidad.
Para el terapeuta, al igual que para todos los demás, el cami-
no exige un profundo anhelo de conocimiento espiritual y valor
para enfrentar los desafíos y los temores que hallará a su paso.
Sai Baba ha definido cuatro etapas en el curso del desarrollo
espiritual del hombre: autoconfianza, autosatisfacción, autosacri-
ficio y autorrealización. Estas fases se refieren al mismo proceso
- 238 - SAMUEL H. SANDWEISS
AUTOCONFIANZA Y AUTOSATISFACCION
EN LA VIDA INTERIOR
AUTOSACRIFICIO
CAPITULO VEINTICINCO
fono y cantó con la voz más dulce y del modo más angelical. ¡Era
tan maravilloso! ¡Pura miel!
Después se entregó de lleno a su tarea. Comenzando lenta-
mente, su discurso —traducido al inglés por un intérprete— ganó
en fuerza y llegó a su culminación cuando abordó sus temas más
importantes y fijó dichos puntos con tal fuerza y autoridad como
lo haría un rey, un soberano, un Dios: “Es muy fácil para el
pobre seguir siendo pobre, comer con los pobres y jugar con
los pobres y asumir los sufrimientos y los problemas de los
pobres. Y es muy fácil para el rico estar con el rico, comer con
el rico, jugar con el rico y olvidarse del pobre. Es muy raro y
muy difícil para el rico vivir con el pobre, comer con el pobre,
asumir los problemas y sufrimientos del pobre. Pero es esto lo
que estoy diciéndoles que hagan. Vayan hacia los pobres, vivan
con los pobres, permanezcan con los pobres, los desampara-
dos, los que sufren y sírvanles”.
Me sentí francamente anonadado ante el poder y la autoridad
de tal declaración. ¡Qué maravilloso el mensaje que se nos trans-
mitió y con qué autoridad fue dicho! Mi hermano nos acompaña-
ba en este viaje y le dije: “Donald, ¿escuchaste eso? ¿Escuchaste
lo que dijo que debíamos hacer?”. Yo me sentía terriblemente
emocionado porque lo tomé muy a pecho. Y mi hermano me
dijo: “Sí, sí, todos los líderes religiosos hablan de ese modo”.
Más tarde, después de regresar a Brindavan desde Bombay,
estuve parado junto a Baba. El debió haber sabido que yo estaba
impresionado con su discurso y yo me preguntaba si tendría la
fortaleza para llevar a cabo sus enseñanzas. Con una amable son-
risa miró en mi dirección y dijo: “¿Te gustó mi discurso?”. Yo le
dije: “Swami, ¡estuviste espléndido!”. Con una amplia sonrisa,
replicó: “Sí, estuve enérgico, ¿verdad?”.
¿Somos tan fuertes como para hacer lo que consideramos
correcto? Y si renunciamos a nuestras riquezas materiales, posi-
ción y comodidades en pos de estos ideales, ¿acudirá el Señor
mismo a protegernos, enseñarnos y ayudarnos? Para entonces,
yo tenía tal confirmación de que Sai Baba realmente entra direc-
ta y concretamente en nuestras vidas si las volvemos hacia él, que
estaba dispuesto a intentar un pequeño sacrificio. Lo que real-
mente quería hacer era levantar todo y mudarme a la India, con
gran alarma de mi esposa. Pero cada vez que le pedía permiso a
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 261 -
Mi muy amado,1
Tú preguntas cómo sabrás cuándo
yo estoy cerca de ti.
Cuando en una noche sofocante
Todo es caluroso y está calmo,
Y la primera brisa fresca
Roza tus mejillas
Piensa en mí.
Cuando el dolor del hambre es aplacado
Y la soledad es traspasada por la felicidad
1 Carta poética de Sai Baba para un devoto.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 265 -
Piensa en mí.
Cuando tu boca está reseca
Y apenas puedes hablar,
Y con el primer sorbo de agua fresca
Te estoy calmando
Piensa en mí.
Cuando salpico tu rostro con una fresca llovizna
Y riego la tierra, las hojas marrones y secas,
Y con el primer olor a tierra mojada
Te estoy purificando
Piensa en mí.
Cuando el dolor se disipa
Y desaparecen las lágrimas
Piensa en mí.
Cuando los ojos fijos están horrorizados
Por las crueldades de la vida,
Y con el primer destello del silencioso sol poniente
Te estoy confortando,
Piensa en mí.
La Conferencia
Mundial
CAPITULO VEINTISEIS
EL LUGAR
PERSONAS Y ACONTECIMIENTOS
EL MENSAJE
NOTA:
Singular and Plural del profesor N. Kasturi, biógrafo de Sai Baba, notable humo-
rista y profesor de historia.
My Beacon de V. K. Pillay, cirujano ortopedista y profesor de la Academia de
Medicina, en Singapur.
Comunicating Divinity de Richard Bock, notable productor occidental de las
películas de Baba.
A Tribute to Baba del Pandit Ravi Shankar, citarista, compositor y director de
música internacionalmente conocido.
Sri Sathya Sai Baba: The World Phenomenon de Sri J. Jegathesan, director de
Promoción de Inversiones del Malasian Industrial Development Authority de Kuala
Lumpur.
My Spiritual Journey to Sathya Sai Baba de Victor Kanu, ex alto comisionado
de Sierra Leona en Gran Bretaña, Noruega y Suecia.
The International Problem del Dr. John S. Hislop, distinguido académico, hom-
bre de negocios, administrador, filósofo y presidente de la Organización Sathya
Sai en los Estados Unidos.
The Sathya Sai Theory of Education, del Dr. V. K. Gokak, prominente escritor,
poeta, profesor y educador.
One Flower does not Make a Garland, del Dr. Somnath Saraf, actual asesor prin-
cipal del International Institute for Educational Planning de la UNESCO, en París.
The Battle of love de Nityananda Menon, presidente de Kingdom of Sathya Sai
y uno de los primeros graduados de la universidad de Sai Baba en Brindavan.
True to His Nation, del Dr. Erlendur Haraldsson, profesor asociado de Psicología
en la Universidad de Islandia.
Parapsychology and Sathya Sai Baba, del Ing. Karlis Osis, parapsicólogo inter-
nacionalmente conocido y socio de la American Society for Psychical Research.
CAPITULO VEINTISIETE
SEÑALES Y MILAGROS
CAPITULO VEINTIOCHO
P.: ¿Por qué esta tarea ha tenido que ser dividida en tres
encarnaciones separadas de Shirdi, Sathya y Prema Baba?
Baba: Estas encarnaciones no son “separadas”. Ya mencio-
namos anteriormente la completa unidad de las tres en el obje-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 283 -
P.: Por lo que has dicho, parece que no hay mucha diferen-
cia o dicotomía entre Dios y el hombre. ¿Estoy en lo cierto?
Baba: Así es. Dios es hombre y el hombre es Dios. Todos
nosotros tenemos algo de Dios, la chispa divina dentro de
nosotros. Todos los hombres son divinos como yo mismo lo
soy, pero con el espíritu encarnado en carne y huesos huma-
nos. La única diferencia es que no son conscientes de esta
Divinidad. Han venido a esta prisión kármica por los errores
cometidos durante muchas vidas. Yo he tomado esta forma
mortal por mi propia y libre voluntad. Los hombres están ata-
dos a su cuerpo, mientras que yo estoy libre de estas ataduras.
La diferencia principal es que los hombres son empujados de
un lado a otro por el deseo, mientras que yo no tengo deseo,
excepto el único y supremo de hacer que ellos no lo tengan.
Tomemos el arroz a modo de ejemplo. Cada grano está
envuelto en una cáscara. Tienen que quitar esa cáscara para
sacar el grano. Ahora bien, tanto el arroz como la cáscara pro-
vienen de la misma semilla. El arroz es el equivalente a Dios
en el hombre, en tanto que la cáscara puede ser comparada
con el deseo que reduce a Dios a hombre.
TALISMANES DE PROTECCION
MILAGROS DE SANACION
EL DIOS INTERNO
Por otra parte, los ricos no pueden conseguir esta gracia sin
renunciar a su actitud materialista y a sus apegos egoístas. De
esta manera, se hace obligatorio para ellos el sacrificar su codi-
cia materialista para recibir la gracia espiritual. Yo les digo:
El ego vive recibiendo y olvidando.
El amor vive dando y perdonando.
- 300 - SAMUEL H. SANDWEISS
SINTESIS SOCIOECONOMICA
LA LUCIERNAGA EN LA LUZ
CAPITULO VEINTINUEVE
GLOSARIO DE TERMINOS
ACERCA DE LA CONCIENCIA
4 Russell Targ y Keith Harary: The Mind Race (N. York: Villard Books, 1984),
pág. 53.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 323 -
PSICOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD
1 Joseph Campbell, Myths To Live By (New York: Bantam Books, 1978), págs.
108/116.
2 Ken Wilber, Journal of Humanistic Psychology, Vol. 22, Nº 1, Invierno
1982, págs. 57/90.
3 Samuel H. Sandweiss, Sai Baba y el Psiquiatra, Ed. Errepar, Bs. As.,
Argentina.
- 340 - SAMUEL H. SANDWEISS
CONCEPTOS PSICOLOGICOS
PSICOANALISIS FREUDIANO
ERIKSON
PIAGET
FE Y MORALIDAD
LIMITACIONES
CONCEPTOS ESPIRITUALES
LAS KOSAS
PRANA
KUNDALINI
PATANJALI
KARMA
LOS CHAKRAS
11 Este diagrama del cuarto chakra es de The Chakras, de Leadbeater, pág. 70.
12 Ibíd., pág. 79.
Diagrama del cuarto chakra
- 362 - SAMUEL H. SANDWEISS
Apéndice IV
LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL
Y EL AVATAR
* * *
Telugu: Idioma nativo de Sri Sathya Sai Védico: Lo que deriva de los Vedas.
Baba. La lengua de Andra Pradesh.
Vibhuti: Ceniza sagrada (materializada
Treta Yuga: La segunda de las cuatro con frecuencia por Baba).
yugas o ciclos o períodos del mundo.
La mitología hindú divide la duración Vishnú: El Dios conservador de la trini-
del mundo en cuatro yugas: Sathya, dad hindú; los otros son Brahma y
Treta, Dwapara y Kali. La primera Shiva.
se conoce como la Edad de Oro, ya
que en ella hay una gran preponde- Whitefield: Una ciudad a trece millas de
rancia de la virtud entre los hombres; la ciudad de Bangalore, donde se
pero en cada yuga sucesiva la virtud encuentra Brindavan.
disminuye y el vicio aumenta. En la
Kali Yuga hay un mínimo de virtud y Yaga: Actividad dirigida hacia afuera;
un gran exceso de vicio. Se supone sacrificio.
que ahora estamos en la Kali Yuga.
Yasada: Nodriza de Krishna.
Upadesa: Instrucción espiritual.
Yoga: La unión del alma individual con el
Upanishads: Una categoría de las escri- alma universal; también el método
turas indias. por el cual realizar esta unión. Es el
término general para los varios tipos
Vahini: Corriente, torrente, río.
de práctica devocional que son disci-
Vandana: La reverencia hacia la vida. plinas para controlar la mente y trans-
formarla en un instrumento para rea-
Veda: Conocimiento.
lizar a Dios.
Vedanta: Uno de los seis sistemas de la
Yogui: El aspirante espiritual que busca
filosofía hindú ortodoxa, formulada
por Vyasa (recopilados de los Vedas.) la unión con Dios por medio de una o
más disciplinas mentales y físicas
Vedas: Las escrituras más sagradas de la específicas que son tradicionales y
religión hindú, consideradas como conocidas con el nombre de yoga.
revelaciones a grandes videntes y que
no serían de origen humano. Hay cua- Yugas: Las cuatro fases por las cuales la
tro Vedas: el Rig-Veda, el Yajur-Veda, vida se mueve para completar un
el Soma-Veda y el Arthava-Veda. ciclo del mundo (ver Treta Yuga).
Índice
INTRODUCCION ..................... 5 19. So-Ham ............................. 191
20. Los psiquiatras .................... 195
PARTE I. Conciencia 21. Conferencia en Delhi........... 203
Universal 22. La primera lección .............. 217
23. El encuentro ....................... 229
1. La burbuja y el océano ........ 17
24. Formación del terapeuta
2. Supuestos básicos................ 25
de la Nueva Era .................. 241
3. Miedo mortal ..................... 37
25. Autosacrificio ...................... 263
4. La importancia del miedo
mortal ............................... 45
5. El Avatar............................ 55 PARTE III. El Maestro
6. Resistencia de la psiquiatría. del mundo
Una entrevista..................... 63
7. Puntos de vista.................... 77 26. La conferencia mundial........ 273
8. Capas de temor, niveles de
27. Señales y milagros............... 281
amor .................................. 93
28. Preguntas y respuestas......... 285
9. Un dilema terapéutico ......... 105
10. Confirmación...................... 119 29. Una ofrenda ....................... 319