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Samuel H.

Sandweiss

EL ESPÍRITU
Y LA MENTE

Sai Ram
FOTOGRAFÍA DE TAPA

El fotógrafo japonés Shiro Shirahata pasó dieciocho meses en una excursión


de montaña en el Himalaya Nepalés para un proyecto fotográfico que terminó
en su magnífico libro El Himalaya Nepalés. Su fotografía, sacada de ese libro, del
Monte Sharpu (en tibetano, Shar significa “Este” y phu significa “punto más alto
en un valle”), con una altura aproximada de 7.200 metros, aparece en la tapa y
contratapa de este libro. El poder y la gloria de este escarpado y salvaje lugar de
roca, hielo e impetuosos vientos, soplando alrededor de los picos y alturas zig-
zagueantes, lo hacen parecer un lugar fijado para la divinidad y una dramática
expresión de Su omnipotencia. De hecho, se ha dicho que el Señor Shiva, el Dios,
vivía y danzaba entre los altos picos de las montañas del Himalaya. Aquí, donde
los elementos se encuentran con el cielo en el encanto y gloria más naturales,
donde la mente se mueve desde la nieve y la piedra sólidamente fijadas hasta
elevarse en un torbellino, pudiendo sentir la relación del espíritu y la mente. Le
agradezco a Shiro Shirahata y a la Compañía Yama-kei (editores) permitirme el
uso de esta hermosa fotografía. © Shiro Shirahata, El Himalaya Nepalés, publica-
do por Yama-kei Publisher Co., Ltd.

Título original: Spirit and the Mind


© 1985 Samuel H. Sandweiss
Traducción: María Angélica Saavedra
Corrección: Albertina Sonol
Revisión: Noemí Morelli

Reservados todos los derechos para la lengua española


Sai Ram de Longseller
Avda. San Juan 777 (C1147AAF) - Buenos Aires - Argentina
E-mail: www@longseller.com.ar - Internet: www.longseller.com.ar

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la tapa, puede ser


reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún
medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de
fotocopia, sin permiso previo del editor.

Esta edición de 3000 ejemplares se terminó de imprimir


en los talleres de Longseller, en Buenos Aires,
República Argentina, en julio de 2002.
Sri Sathya Sai Baba
Agradecimientos

El escritor y cineasta de Los Angeles Dick Croy fue indispensable como


editor y consejero. Como con mi primer libro, continuamente confié tanto en
sus habilidades para escribir y organizar como en su sensible trato del mate-
rial. Su contribución fue invalorable y muy profundamente apreciada.
También mi cálido agradecimiento a Lila Youngs, cuya claridad y cuidadosa
atención en los detalles durante las etapas finales de edición y corrección ase-
guraron un feliz término.
Mi corazón también va a Larry Smith, artista y diseñador en San Diego,
por su ayuda en el diseño del interior y de la tapa. Estoy también agradecido
por el uso de las fotos ofrecidas por Richard Kaplowitz, Peter Keyser, Peter
Rae y David Lenhoff. Y un agradecimiento especial al Sr. R. K. Karanjia, edi-
tor senior de la revista de noticias “Blitz”, por permitirme reimprimir por
completo su reveladora y excitante entrevista a Sathya Sai Baba.
Le agradezco a las siguientes casas editoras el permiso de dejarme usar
buena parte de su material: a Ediciones Sage, por el uso del material de Ken
Wilber que apareciera en “Journal of Humanistic Psychology”, Vol. 22, Nº 1,
invierno de 1982; a Harper & Row Editores, Inc., por el artículo de Erich
Fromm que apareció en “Zen Buddhism and Psychoanalysis”; a Vedanta
Press, por los textos del Bhagavad Gita traducidos por Swami Prabhavanan-
da y Christopher Isherwood; a Free Press, una división de Ediciones
Macmillan, Inc., por los fragmentos del libro de Ernest Becker “The Denial of
Death”; al diario médico “M.D.”, por los fragmentos del artículo de Stanley R.
Dean “Psychiatry and Psychosocial Futurology” y al escritor W. H. Macintosh,
por el uso de una parte de su artículo aparecido en el diario londinense
“Psychic News” en diciembre de 1977.
Gracias especialmente a los miembros de mi familia, quienes fueron una
fuente constante de fuerza y apoyo: a mis padres, quienes condujeron cuida-
dosamente mi vida a través de los años cruciales de mi desarrollo, y a mis
hijos Ruth, Rachel, Beth y Judy, por entender por qué su padre estaba ence-
rrado en su estudio por largos períodos y era inaccesible para ellos cuando lo
requerían, por ayudarme con el tipeo y la edición, y por hacerme esas pre-
guntas inocentes y cruciales que influyeron en el pensamiento de este libro.
Y amor eterno y gratitud a mi querida esposa Sharon, quien ha sido mi
compañía más cercana, confidente y crítica por más de un cuarto de siglo.
Introducción

Estos son tiempos históricos. Una gran transformación se


está llevando a cabo en la mente del hombre. Las viejas ideas
están desapareciendo y surgen otras nuevas. Estamos empezan-
do a comprender que nuestra identidad fundamental no es ni la
mente ni el cuerpo, limitados por el nacimiento y la muerte, el
tiempo y el espacio, sino que es esencialmente espíritu: concien-
cia infinita, universal y eterna. Se comienza a vislumbrar que la
conciencia no es una función de la mente centrada en el cerebro
físico. No, todo lo contrario, es la conciencia infinita, nuestro ver-
dadero yo, el que creó a la mente y también al cosmos. La con-
ciencia está más allá del tiempo y no es afectada por la muerte.
En la actualidad, se acrecienta la confirmación científica de
que la conciencia es fundamentalmente infinita y eterna, y que
nuestras mentes nos engañan haciéndonos creer lo contrario.
Hallazgos de fuentes tan diversas como la psicología jungiana y el
análisis de los sueños, los fenómenos extrasensoriales, en el
campo de la parapsicología, las regresiones de edad y de vidas
pasadas, durante la hipnosis, los informes respecto a experiencias
extracorpóreas y cercanas a la muerte, como también la física de
las partículas1 han contribuido en gran medida a demostrar al
mundo pensante que la conciencia no está limitada por el tiempo
ni por el espacio.
Hoy en día, los fenómenos de clarividencia y telepatía, de
sueños proféticos y del poco usual conocimiento a distancia,
como el descripto en la vida de Edgar Cayce, son, generalmente,
aceptados. El, por ejemplo, podía diagnosticar y tratar exitosa-
mente a distancia la enfermedad de una persona, a veces por telé-
fono, a veces sólo sosteniendo en sus manos algo usado alguna
1 Ver Apéndice II, pág. 349.
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vez por ella. A través de sus trabajos, Carl Jung demostró que per-
sonas que en terapia analítica intensiva podían recoger informa-
ción a través de sus sueños e intuiciones de una dimensión más
allá de sus propias experiencias de vidas personales, podían estar
en contacto con lo que él llamó el inconsciente colectivo, una
dimensión en la que está grabada la experiencia de la humanidad
desde el comienzo de los tiempos de nuestra especie sobre la tie-
rra y que cubre la totalidad de nuestra existencia.
Sumemos a esto la evidencia, muy convincente, de los vívidos
recuerdos de vidas pasadas de algunas personas, el relato detalla-
do con misteriosa exactitud de sucesos específicos, fechas y luga-
res —material que no podrían haber conocido de no haber esta-
do allí o vivido en este tiempo— y tenemos así un creciente cau-
dal de experiencias que ya no pueden seguir siendo subestimadas
como simples caprichos de la imaginación.
Incluso las ciencias duras como la física empiezan a com-
prender las leyes fundamentales de la espiritualidad. La línea
dominante de la física2 está descubriendo que el planeta no es un
fragmento de mineral inerte dentro de un universo inconsciente,
indiferente y frío. El cosmos y todo lo que él encierra empieza a
ser reconocido como una sola entidad: inseparable, total y viva,
con conciencia, una manifestación del Uno, la Conciencia
Universal, impregnada de amor. La unidad del universo está sien-
do reconocida como la expresión material de la unidad de la con-
ciencia, que es experimentada en el corazón como amor.
En su libro El Tao de la física, el físico Fritjof Capra explora
el paralelismo entre la física moderna y el misticismo oriental.
Relaciona la visión del mundo que emerge de las teorías de la físi-
ca subatómica, de la relatividad y de la astrofísica con las tradi-
ciones místicas del hinduismo, budismo, taoísmo, zen y del I
Ching. Lo que surge es una figura del universo del especialista de
la física moderna, comparable a la del místico oriental, o como la
sobrecubierta del libro tan bien lo dice: “… un universo compro-
metido en una continua danza cósmica, un sistema de compo-
nentes inseparables, interrelacionados y en perpetuo movimiento,
de los cuales el observador mismo es parte integrante”. Más y
más científicos, como Einstein, están asombrados ante la gran-

2 Ver Apéndice II, pág. 349.


EL ESPIRITU Y LA MENTE -7-

diosidad de la creación, y empiezan a percibir una unidad y tota-


lidad subyacentes que ellos reconocen como sagrada.3
En tanto la dualidad —ver la realidad como compuesta de
entidades separadas y distintas, en oposición a un todo unifica-
do— se derrumba, se derrumban también las diferencias entre
pueblos y religiones. Se está desarrollando una ciencia de la con-
ciencia, no sectaria, que define las leyes universales y los princi-
pios que gobiernan la expansión de la conciencia, aproximando
de este modo la ciencia a la espiritualidad y acercando unos a
otros a los grandes sistemas espirituales. Empezamos a reconocer
que todas las grandes religiones del mundo surgen de una común
realidad universal y que aun cuando usen diferentes símbolos,
ceremonias y formas, todas expresan la naturaleza y la dinámica
de la única conciencia universal y eterna que es Dios, de quien
proviene toda la materia, la energía.
Si, en efecto, todo esto es verdad, si todas las religiones son
fundamentalmente una, si el cosmos en su totalidad es una mani-
festación de la Conciencia Universal y si, en realidad, nosotros
mismos somos Conciencia Universal más allá de todo límite, si
nuestro verdadero ser es de hecho infinito y eterno, ¿por qué no
somos conscientes de esto?
La ciencia comienza a recurrir a la espiritualidad en busca de
respuestas a esta eterna pregunta, a las grandes religiones del
mundo que han declarado desde sus inicios que el mundo mate-
rial es manifestación del espíritu o conciencia infinita. La sabidu-
ría de los santos y sabios de la antigüedad nos dice que el proble-
ma crucial está en la mente, que engaña al hombre haciéndole
creer que es un ser separado y limitado.
Aun cuando el océano eterno del espíritu es la unidad sin un
segundo, la conciencia infinita se impone a sí misma un misterio-
so sortilegio al crear la mente. Y así, atraída por las poderosas
fuerzas de la mente, por el mundo dual de los placeres y pesares,

3 “…Todo aquél que se involucra en la investigación de la ciencia, llega al con-


vencimiento de que hay un espíritu que se manifiesta en las leyes del Universo,
espíritu vastamente superior al del hombre y frente al cual, con nuestros
modestos poderes debemos sentirnos humildes”. (Albert Einstein)
Helen Dukas y Banesh Hoffman, ed., Albert Einstein The Human Side: New
Glimpses from His Archives (Princeton, New Jersey: Princeton University
Press, 1979), pág. 33
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de los deseos e impulsos, del ego y de los sentidos, la conciencia


infinita percibe erróneamente diferencias y limitaciones —nom-
bres y formas separadas—, la apariencia de estar separada de sí
misma, la dualidad. La razón por la cual lo ilimitado se impuso a
sí mismo esta ilusión, es el más grande misterio de la creación.
Intentaré una explicación al final del Capítulo 4.
Los grandes sistemas espirituales describen a la mente como
una burbuja comparada con la vastedad del océano del espíritu o
conciencia pura. La conciencia infinita se adhiere a la diáfana
pared de la mente-burbuja, identificándose equivocadamente con
el contenido interno, finito y limitado. ¡Pero la burbuja puede
estallar! La película engañosa que impide que nuestra conciencia
personal comprenda su naturaleza universal puede disolverse,
liberando así lo personal para que se funda nuevamente en lo uni-
versal, realizando de esta forma la conciencia eterna, sin fronte-
ras, el puro ser ilimitado, el amor y la bienaventuranza incondi-
cionales. La espiritualidad tiene mucho que enseñar a la psicolo-
gía, sobre este camino a la trascendencia.
La psicología occidental ha penetrado profundamente en el
misterio de la mente del hombre, definiendo su naturaleza, el
principio de dualidad en el que se apoya, los diferentes niveles de
evolución del desarrollo mental y sus variadas resistencias y temo-
res. En la actualidad, el límite externo de esta joven ciencia está
aproximándose a los reinos de la sabiduría de los grandes siste-
mas espirituales de la antigüedad. Es como si —al igual que la
famosa imagen que pintara Miguel Angel en la bóveda de la
Capilla Sixtina— estuviéramos alcanzando ese momento electri-
zante en el tiempo, cuando Dios, llamando desde el cielo a la ale-
targada humanidad para que despierte, realmente nos conmueve,
impulsándonos a ponernos de pie y volvernos conscientes de
nuestra propia naturaleza divina. Este libro pretende centrar la
atención en la naturaleza de ese toque de alerta y en las pertur-
baciones que luego experimenta el hombre.
En este libro les hablaré sobre un santo indio o Avatar4,
Sathya Sai Baba, como así también sobre su misión y su mensa-
je, pues estoy convencido de que su vida y sus enseñanzas repre-
sentan la prueba viviente más precisa de la existencia de la
Conciencia Universal o Dios, y que conocer su significación nos
ayudará a llenar el vacío que existe entre Dios y el hombre y a
EL ESPIRITU Y LA MENTE -9-

comprender la relación entre el espíritu y la mente, entre la espi-


ritualidad y la ciencia y entre la Conciencia Universal y la con-
ciencia individual del hombre.
Dado que la gente es escéptica y cautelosa frente a toda pré-
dica y proselitismo, desearía dejar en claro, desde el comienzo,
que no estoy interesado en promocionar a Sai Baba. Tampoco es
mi intención agregar otro nombre a la creciente lista de líderes y
mensajes espirituales en competencia, ni tratar de influir en los
lectores para que sigan un camino o abandonen otro. Mi inten-
ción es, más bien, que recordemos que conforme la ciencia y la
espiritualidad convergen y las diferentes religiones marchan jun-
tas, se puede entender muy bien que nos lleguen nuevos enfoques
y progresos en el pensar de un “científico de la conciencia” o de
un maestro espiritualmente evolucionado, que es capaz de hablar
un idioma universalmente comprensible.
Y debo decirles que siento que la importancia que Sai Baba
tiene para nuestra era, no debe enfatizarse en demasía en ese

4 Avatar, palabra sánscrita derivada de la raíz verbal tri, ‘atravesar’, y la preposi-


ción ava, ‘hacia abajo’. Definida por el Concise Oxford Dictionary como:
“Descenso de la divinidad en forma encarnada”; un Avatar baja, desciende para
revelar la verdadera naturaleza del hombre, para demostrar y realizar hechos
sagrados y para acercar al hombre a Dios mediante su poder y amor divinos.
De acuerdo a la tradición de las escrituras hindúes, un verdadero Avatar osten-
ta dieciséis cualidades especiales. Las más profundas y las que lo distinguen de
los mortales, son su total dominio y trascendencia del mundo físico, incluyen-
do la capacidad de materializar objetos a voluntad; las cualidades de omnis-
ciencia, omnipotencia y omnipresencia; la capacidad de manifestar un flujo de
amor puro e inagotable; y la gracia especial que trasciende toda condición de
Karma (“ley cósmica” que gobierna toda acción y sus inevitables consecuen-
cias para el que la realiza) lo que permite al Avatar transformar de modo mila-
groso, la vida de un individuo, mediante un acto de voluntad divina.
Tradicionalmente, el último Avatar pleno en la tradición hindú fue Krishna,
que encarnó hace 5.000 años.
El Bhagavad Gita (IV.6-8), considerado por muchos como la Biblia hindú, dice
del Avatar:
“Aunque nunca he nacido y soy imperecedero en mí mismo, aunque Señor de
las vidas finitas, no obstante tomo existencia material como mi fundamento y
me muestro mediante mi poder.
Siempre que declina la rectitud y aumenta la injusticia, me manifiesto a mí
mismo.
Para la protección de los buenos, para la destrucción de los malos y para el
restablecimiento de la rectitud, Yo me manifiesto de era en era”.
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sentido. Estoy convencido de que él no sólo habla sobre la


Conciencia Universal, sino que es la Conciencia Universal. Los
maravillosos e inexplicables acontecimientos y milagros que son
parte de su vida, constituyen la evidencia concreta y convincente
de una dimensión espiritual supramental, trascendental y la prue-
ba de una conciencia ilimitada.
Si esto es verdad, ¡qué ocasión única para penetrar en la
esencia misma de nuestra realidad más recóndita, una oportuni-
dad que a la humanidad le es concedida quizás dos o tres veces en
toda la historia documentada y nunca antes en esta medida!
Nunca antes ha sido atestiguada en tan vasta escala y variedad y
por tantas multitudes, tan asombrosa evidencia de la Conciencia
Universal en la forma de sorprendentes milagros, acompañando
actos de profunda compasión y de amor desinteresado.
Y, sin embargo, es inmenso nuestro grado de resistencia a
dicho material, nuestra contraproducente negación a indagar res-
pecto a que nuestra inmortalidad sea posible. Cuando alcancemos
el sentido y la significación de nuestra verdadera identidad, que es
realmente Conciencia Universal, el impacto sobre nuestras vidas
será verdaderamente transformador. Pero, mientras tanto, esta
resistencia es enorme. No hay nada como la religión o la política
para avivar las emociones y generar conflictos. Ha sido mi obser-
vación constante, en el curso de mi trabajo profesional con
pacientes, como también observándome a mí mismo y a muchos
buscadores espirituales a lo largo del camino espiritual, que nues-
tras vacilaciones y negaciones tienen que ver con poderosos
temores subyacentes. Y existe una razón para ello.
Parte de nuestro escepticismo y resistencia puede ser el resul-
tado de haber sido engañados muchas veces antes y haber apren-
dido a no ser tan ingenuos e idealistas. Nuestra era ha idealizado
a tantos, sólo para descubrir sus pies de barro luego de un con-
cienzudo examen, recorriendo caminos que finalmente no lleva-
ban a nada nuevo. Además, muchos de nosotros depositamos
nuestra fe en la psicología, esperando encontrar nuevas aprecia-
ciones del sentido de la vida. Y la psicología, en general, se ha
mostrado escéptica respecto a la espiritualidad, quizás generali-
zando y reaccionando en forma exagerada, debido a daños psi-
cológicos observados, ocasionalmente, como resultado de enfo-
ques espirituales excesivamente punitivos.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 11 -

Luego, están también nuestras propias creencias religiosas


firmes que, al adherirse demasiado rígidamente, bloquean la aper-
tura y receptividad a toda información valiosa pero poco común.
Porque es comprensible que deseemos resguardar y proteger
estas creencias personales que pretenden responder a las pre-
guntas esenciales sobre nuestra existencia, que nos protegen de
lo desconocido y nos dan un sentido de pertenencia y seguridad
en un mundo que, de otro modo, podría parecer demasiado mis-
terioso e insondable. Pero cuando esto es hecho de modo dema-
siado rígido y estrecho, a expensas de nuestra apertura, sensibili-
dad y respeto por otros, puede ocasionar un bloqueo en un gran
segmento de la realidad.
Investigadores serios de las escrituras saben que muchos
maestros espirituales, auténticos y confiables han advertido sobre
el riesgo de ser engañados espiritualmente. Con todo derecho nos
previenen de ser crédulos y aceptar fácilmente lo concerniente a
una dimensión de vida tan importante, sin indagación ni estudio
serio. Pero entonces ¿por qué nos resistimos a esta indagación y
estudio, estando enterados de la extraordinaria evidencia que ya
está siendo de público conocimiento, gran parte de la cual será
presentada en este libro?
Pienso que, sobre todo, porque mucha de nuestra resistencia
surge del temor profundo, penetrante, irracional y fundamental
que siente la mente respecto del espíritu. Para que la mente consi-
dere verdaderamente la posibilidad de la inmortalidad del hombre,
su existencia más allá de todos los límites incluyendo los de la vida
y la muerte, deberá estar abierta para afrontar con seriedad nues-
tra aparente mortalidad: la muerte y la posibilidad de nuestra no-
existencia. Debemos ser capaces de enfrentarnos cara a cara con
la muerte y mirar directamente en sus mismísimas profundidades.
Esto, en sí, es muy terrible. Y la intuición de la mente de que fun-
dirse en el otro supone la entrega de nuestro propio y amado ego,
de nuestro propio sentimiento de autoidentidad y autoestima,
representa una amenaza aun más penosa y desafiante.
¡Qué tarea! Porque fundirse con la Conciencia Universal sig-
nifica trascender la dualidad, trascender todas las limitaciones, no
ser afectado por el placer o el dolor, los deseos o las amenazas al
ego, la atracción de los sentidos hacia el atormentador mundo
exterior de nombres y formas separadas. Naturalmente, la idea de
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renunciar a todo lo que sostenemos como verdadero, nos hace


replegarnos en el temor.
En el análisis final, ni siquiera un hombre tan perceptivo e
intuitivo como Jung, un hombre que presentó a la psicología con
la idea del inconsciente colectivo, creyó que la humanidad tenía la
capacidad de trascender la mente en forma completa y de mover-
se más allá de la sensación de un ego separado. No es de extra-
ñar que una mente que comprenda el alcance total de este desa-
fío vacile, evite y rechace la senda hacia la propia trascendencia.
Este libro, entonces, es mi intento de investigar la realidad
espiritual y traducirla a un lenguaje que sea relevante para la psi-
quiatría. Está dividido en cuatro secciones. La Parte I investiga la
creciente necesidad de integrar las percepciones espirituales y
místicas acerca de la dinámica de la conciencia, a la psicología
occidental. También exploraremos la naturaleza y profundidad de
nuestra resistencia a la espiritualidad.
Nos moveremos más allá de lo teórico para investigar la rele-
vancia de la percepción espiritual en el crisol de la práctica psi-
quiátrica cotidiana. Informaré sobre la aparición frecuente de fenó-
menos espirituales sutiles y algunos no tan sutiles, como también
sobre algunos sucesos dramáticamente “milagrosos” que, para ser
entendidos, requieren de una amplitud en nuestros conceptos.
Examinaremos la evidencia clínica que apoya la hipótesis de
que todos los miedos —los de los pacientes y los que incitan nues-
tra propia resistencia a la espiritualidad— surgen del miedo mortal
de enfrentar la ilusión de la dualidad. Entrevistaré a un prominente
psiquiatra que ilustra —y admite plenamente— tal resistencia.
No obstante, daremos un paso más. Demostraré, a través de
mi experiencia con Sathya Sai Baba, que los conceptos abstrac-
tos sobre conciencia, dualidad, amor y primacía del espíritu, tie-
nen significado incluso para aquellos científicos conductistas de
corazón duro que creen que encontrarán la solución final al sufri-
miento en la química cerebral y en la psicofarmacología. Para
ellos, no puede haber sentido de conexión entre la biología, por
un lado, y la moralidad, la devoción y los niveles superiores de
conciencia, por el otro. Pero si se comprueba que las materializa-
ciones “a voluntad” que Sai Baba realiza —por él denominadas
expresiones de amor— son reales, estaremos entonces presen-
ciando la evidencia concreta de que la materia es una función de
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 13 -

la conciencia y no a la inversa. Si los niveles superiores de con-


ciencia son fundamentales para la biología, entonces un día
podremos finalmente confiar en el logro de estos estados de con-
ciencia para el tratamiento de todas las enfermedades terrenales.
En la Parte II, haré sugerencias sobre el tipo necesario de edu-
cación y entrenamiento para la formación del terapeuta de la
conciencia de la Nueva Era. A partir de mis experiencias con Sai
Baba, intentaré describir de qué modo la percepción espiritual se
relaciona con el crecimiento personal del psicoterapeuta, con su
forma de conceptualizar los problemas psicológicos, con sus
enfoques terapéuticos y, finalmente, con su capacidad como tera-
peuta. Por último, relataré algunas de las experiencias jocosas y
emocionantes que tuve al tratar de introducir a mis colegas psi-
quiatras en el mundo de la espiritualidad.
En la Parte III, examinaré la posibilidad de que Sathya Sai
Baba sea un auténtico maestro del mundo que ejercerá una
influencia mundial en los años venideros. Daré a conocer un dis-
curso suyo en el que, con sus propias palabras, explica el signifi-
cado de sus “milagros”; comentaré una conferencia internacional
sobre Servicio a la Humanidad, que se llevó a cabo en su ash-
ram en noviembre de 1980, ante la presencia de doscientas mil
personas provenientes de casi todos los países del mundo; y me
referiré a una entrevista, particularmente reveladora, que Sai
Baba dio a un prominente editor de Blitz, el periódico más impor-
tante de la India, en la que reseña su misión en el mundo.
La Parte IV consiste en cuatro apéndices y está dirigida en
forma especial, aunque no concluyente, a los terapeutas. El
Apéndice I es un glosario de términos relacionados con la con-
ciencia y sugiero que recurran a él desde el comienzo para evitar
confusiones. El Apéndice II resume algunas tendencias actuales
en psicología, neurociencias y física, orientadas a la espiritualidad.
Los Apéndices III y IV comparan los conceptos científicos occi-
dentales, respecto a la mente y la conciencia, con los conceptos
espirituales de oriente, y proporcionan un marco conceptual que
muestra la relación entre los estados superiores de conciencia y
aquéllos con los que ya estamos familiarizados. Este modelo fun-
damental de una jerarquía de conciencia va más lejos aún. Nos
impulsa a considerar también un nuevo modo de entender la
enfermedad, con posibles causas diferentes a las ya aceptadas;
- 14 - SAMUEL H. SANDWEISS

una más amplia gama de intervenciones terapéuticas; y la posibi-


lidad de niveles de funcionamiento y “salud” que aún tienen que
ser identificados por la psiquiatría.
Y ahora, empecemos con un incidente, ocurrido en diciem-
bre de 1978, que fue fundamentalmente importante en mi vida y
que afectó profundamente mi forma de pensar respecto a la natu-
raleza y relación entre el espíritu y la mente.
PARTE I. Conciencia Universal
La emoción más bella y profunda que
podemos experimentar es la sensación de lo
místico. Es la sembradora de toda ciencia y
arte verdaderos. Aquél que la desconoce y
que no es capaz de maravillarse y asombrar-
se, es como si estuviera muerto. Reconozca-
mos que lo que nos parece impenetrable,
realmente existe, manifestándose como la
suprema sabiduría y la más radiante belleza,
que nuestras adormecidas facultades pueden
comprender sólo en sus formas más primiti-
vas; este conocimiento, este sentimiento, se
encuentra en el centro de la verdadera reli-
giosidad.
(Albert Einstein)
La Burbuja
y el Océano

CAPITULO UNO

E l profesor Preben Plum es presidente del Departamento


de Pediatría del University Hospital de Copenhage, Dinamarca.
Figura prominente y respetada en su comunidad médica, ha dedi-
cado toda su carrera profesional al cuidado de niños lisiados. Fue
presidente del Consejo de Investigaciones Médicas Dinamar-
quesas y ha influido en la dirección de las investigaciones médicas
llevadas a cabo en su país. Ahora bien, a los 72 años y enfren-
tándose ya a su retiro, empezaba a interesarse en cuestiones espi-
rituales, cuando llegó a sus manos mi primer libro: Sai Baba y el
Psiquiatra.
Se contactó conmigo desde Dinamarca diciendo: “Me gusta-
ría ver a Sai Baba y me pregunto si podré encontrarme allí con
usted algún día”.
Nos encontramos en las instalaciones del ashram un día llu-
vioso de diciembre de 1978. Plum venía acompañado por su
amigo Hagen Hasselbach, quien había estado realizando películas
profesionales dinamarquesas durante 40 años. Plum se excusaba
por considerar que molestaba, esperaba no ocupar demasiado
espacio en nuestro reducido y austero cuarto de apenas 3,60
metros cuadrados, con piso de cemento; y con el gesto más
humilde y dulce, procedió a inflar su endeble colchón de aire y se
acomodó en el suelo.
- 18 - SAMUEL H. SANDWEISS

Dos psiquiatras se me habían unido en este viaje pero, hasta


la llegada de Plum, Baba no nos había prestado mucha atención.
Entonces, nos invitó a una entrevista a Plum, a Hagen y a mí.
Sai Baba se sentó en un escabel frente a nosotros, mientras
yo me ubicaba en el piso a su izquierda, el profesor directamente
frente a él y el productor de películas atrás y a la izquierda del pro-
fesor. Unas diez personas más se encontraban también en la habi-
tación, pero sentados más atrás, apoyados en la pared.
El Dr. Bhagavantam, renombrado científico hindú, ex conse-
jero científico del gobierno de la India y ahora principal intérpre-
te de Sai Baba, se aproximó a la puerta, pero Baba le dijo: “No
te necesitamos por aquí, Sandweiss traducirá”. Estas palabras
fueron alarmantes para mí. Aunque estaba estupefacto intenté
una sonrisa, puesto que si apenas manejo el idioma inglés, mucho
menos conozco el telugu o el danés. Afortunadamente, Baba eli-
gió hablar en inglés y me permitió desarrollar algunos puntos,
dándome algo que hacer —deteniéndose cuando yo podía agre-
gar algo— y haciéndolo con dulzura y amorosamente, como para
que yo pudiera sentir que realmente estaba ayudando.
Baba miró bondadosamente al profesor Plum. ¡Qué cuadro:
ese anciano profesor, que se hallaba entonces al final de su carre-
ra, sentado humildemente a los pies del Maestro!
Todos quedamos en silencio, con el debido respeto, y enton-
ces Baba, comenzó a hablarle a Plum: “¿Qué es la ciencia? ¿Qué
es un científico?”. El profesor vaciló y Baba continuó con la
siguiente disertación y diálogo:

“La ciencia es el modo de mirar el mundo exterior


a través de la mente. La naturaleza de la mente es dua-
lidad; divide a la realidad en formas y nombres diferen-
tes —examina, compara, contrasta, separa, clasifica—
trata de definir y ceñir la realidad en términos de pala-
bras y conceptos.
”Todo este cosmos —el universo material en su tota-
lidad, tan vasto en extensión como parece— es sólo un
poco de espuma, una burbuja en el océano de la reali-
dad. Y la mente que lo ve a través de sus sentidos y trata
de asirlo y comprenderlo, esta mente, es aún más gran-
de que el mismo cosmos, ella puede finalmente abar-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 19 -

carlo y entenderlo. Pero, incluso, esta vasta mente es


como una minúscula ola en el océano de la realidad.
Ustedes son el océano, no son ese poco de espuma, ni
tampoco la minúscula ola; están más allá de toda sepa-
ración. Ustedes son el todo, son el océano.
”La mente ve separación, dualidad, pero existe otro
modo de experimentar la realidad: como unidad. Esto se
logra a través del corazón por el proceso del amor. El amor
se expande para fundirse con el otro; dos se convierten en
uno. El amor ve unidad. Para que la limitada y minúscula
ola del yo tome conciencia de que es el océano, tendrá que
fundirse nuevamente en el océano, a través del amor.
”El científico dice: ‘¿Qué es esto, que está en el
mundo externo y que es percibido a través de los senti-
dos?’ El aspirante espiritual dice: ‘¿Qué es eso, eso que
está más allá del mundo exterior y de los sentidos, más
allá de la dualidad y también de la mente?’ «Eso» es el
océano del cual todo «esto» emerge”.
Baba preguntó: “¿Por qué es que todo el mundo dice
‘yo’?”. Y luego para enfatizar, señalando a algunos de
nosotros en la habitación, continuó:
“Ella dice ‘yo’, él dice ‘yo’, yo digo ‘yo’, tú dices
‘yo’, todos parecemos diferentes, pero existe este común
sentimiento de ‘yoidad’. ¿Cuál es el significado que exis-
te detrás de esto? Tenemos que mirar más allá de este
mundo en constante cambio, de nombres y formas dife-
rentes para poder ver la subyacente realidad inalterable
e inmutable, la realidad que siempre fue y siempre será,
la unidad subyacente que genera toda esta diversidad.
¿Cómo puede el científico, con su mente, tratar de
alcanzar la unidad? La mente ve separación; el amor ve
unidad. La única manera de que la pequeña ola pueda
conocer el océano, es fundiéndose nuevamente en él,
volverse una con él. El amor es el camino; fúndanse con
el amor a través de su devoción a Dios”.
Baba se detuvo un momento y luego continuó más ani-
mado:
“Mi nombre es Sathya, verdad. Represento aquello
que está más allá de la mente. He venido para demos-
- 20 - SAMUEL H. SANDWEISS

trarles quiénes son ustedes: la realidad que yace más


allá de la mente. ¿Cómo puede comprenderme un cien-
tífico? Yo estoy en todos los sitios en todo momento;
todo lo que siempre fue y será. Yo puedo transmutar la
tierra en cielo y el cielo en tierra”.
Hizo una pausa por un instante y con un guiño jugue-
tón prosiguió: “Pero no lo hago a menudo pues ocasiona
inconvenientes a algunas personas”.
Todos reímos y Baba se mostró muy contento ante nues-
tra felicidad. El continuó diciendo: “¿Cómo puede el cientí-
fico comprender mi realidad? Observen, ¿cómo pueden
ustedes comprender esto?”. Y Baba, al decir esto, empezó
a mover su mano con mucha vivacidad, describiendo un
amplio círculo en el aire. En un instante electrizante y sobre-
cogedor, estaba sosteniendo en su mano un hermoso anillo
de plata. Apareció como en un relámpago en un punto tan
conmovedor del discurso espiritual, que nos dejó confundidos
y boquiabiertos. Yo estuve a punto de desmayarme. La
mente simplemente se empequeñece y se pierde frente a este
magnífico misterio.1 Es como si uno estuviera sentado frente
a la energía creativa que dio origen a toda la materia.
En ese instante Baba irradiaba felicidad. Mostró a
todos el hermoso anillo y luego, mirando al profesor le dijo:
“¿Cómo puedes entender esto?”. Tomó la mano del pro-
fesor en la suya y Plum se transformó en un niño. Era algo
digno de verse, esta desintegración instantánea de una per-
sona, esta transformación, aun de la persona más fuerte y
renuente, en una inocente y risueña criatura.
Baba deslizó el anillo en el anular de la mano derecha
de Plum que calzó perfectamente.
Luego, inesperadamente, se volvió hacia mí llevándo-
me a su lado. Tomó mi mano y miró el anillo que había
materializado para mí, cuatro años atrás.2 Lo sacó de mi
dedo y lo examinó cuidadosamente. Estaba hecho de un
material similar a la plata, con su imagen sobre la superfi-
cie que parecía una figura esmaltada sobre cobre. Con el

1 Ver nota 4 de la Introducción en pág. 9.


2 Fotografía del primer anillo en pág. 336.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 21 -

deseo de protegerlo, yo le había pasado encima unas vein-


te capas de esmalte de uñas.
Señalando la gran gota de barniz que sobresalía tres
milímetros de la superficie, Baba preguntó: “¿Qué es
eso?”. “Swami —contesté— traté de proteger el anillo
para evitar que se estropeara”.
Mirándome con aire juguetón me dijo: “Lo has traído
de vuelta al taller. Yo lo repararé”. Lo sostuvo entre sus
dedos pulgar e índice de su mano derecha y ante la vista de
todos, lentamente, sopló tres veces sobre él. Yo observaba
con la máxima atención y, de pronto, el anillo se transfor-
mó instantánea y completamente ante mis ojos.3
Había cambiado por completo: un borde diferente, una
figura diferente, un anillo totalmente diferente y, sin embar-
go, exactamente del mismo tamaño. Lentamente, Baba me
lo volvió a colocar en el mismo dedo y calzó perfectamente.

Abandonamos el cuarto de entrevista, regocijados. El anillo


que Baba había materializado para Plum era más grande que el
mío, adecuado al tamaño de sus dedos, pero de aspecto similar.
La creación de los anillos provocó un sentimiento de asombro y
admiración, una nueva apreciación de la conciencia infinita que
ha creado toda la materia. Los tamaños perfectos implicaban un
sentido de relación íntima, de un conocimiento de nosotros, supe-
rior al que nosotros mismos poseemos, una conexión personal
profunda con un ser trascendental y amoroso. La atmósfera bea-
tífica despertaba reverencia y devoción. Y la dulce compasión y el
amor paciente, protector y comprensivo de Baba —un amor más
allá de las piedras— movía a esa especie de júbilo y bienaventu-
ranza que inspira a uno a volverse a Dios. Un simple acto, pero
profundamente impactante.
Caminamos en silencio un corto trecho permitiendo que la
experiencia se asentara. Finalmente dije: “Sabes, Preben, apues-
to a que esto es una muestra de que Baba ha estado contigo
durante toda tu vida, comprendiéndote cuando creías que estabas
solo, dándote fortaleza cuando suponías que nadie estaba allí.
¡Cuán maravilloso es percibir su omnipresencia! ¡ Qué gratifican-
3 Fotografía del segundo anillo en pág. 336.
- 22 - SAMUEL H. SANDWEISS

te saber que él vio, comprendió y le satisfizo tu entrega desinte-


resada a los niños lisiados en Dinamarca y tus luchas con proble-
mas y penas! Todo ese tiempo debe haberse sentido muy feliz con
el sacrificio y el amor que brindaste a sus hijos necesitados. Ahora
te ha traído a él para darte el más sagrado de los regalos: su amor
omnipresente. Yo sé que el anillo que te dio es prueba de su ínti-
ma cercanía, de tu unión con él”. Levanté la vista; el anciano pro-
fesor estaba llorando.

* * *
Durante el desarrollo de este breve drama con el profesor
Plum, Sai Baba me había dado el pequeño papel de “intérprete”,
aun cuando ambos sabíamos que hubiese fracasado sin su ayuda.
¿Acaso estaba mostrándome a través de este conmovedor discur-
so y este emocionante diálogo, la clase de amor inocente que
disuelve el ego, se transforma en devoción y funde de nuevo a la
ola en el océano? Y, ¿puede que yo haya percibido, en esta ínti-
ma experiencia personal, cierta alusión a una unión más impor-
tante entre la ciencia y la espiritualidad, que habrá de ocurrir en
un futuro cercano? Es en respuesta a estas preguntas y con el
aliento y la fuerza de esa experiencia, que intento escribir este
libro y con su ayuda trataré de “interpretar” su mensaje sobre El
espíritu y la mente para los colegas científicos.
Nuestro tiempo se distingue por las mara-
villosas realizaciones en los campos de la
comprensión científica y aplicación técnica de
tales conocimientos. ¿Quién puede dejar de
sentirse feliz por esto? Pero no olvidemos que
el saber y las capacidades por sí solas no pue-
den llevar a la humanidad a una vida feliz y
digna. La humanidad tiene todas las razones
para ubicar a quienes proclaman la alta moral
y los valores, por encima de los descubridores
de la verdad objetiva. Lo que la humanidad
debe a personalidades como Buda, Moisés y
Jesús es, para mí, superior a todos los logros
de la mente inquisitiva y constructiva.

(Albert Einstein)
Supuestos
Básicos

CAPITULO DOS

Las ciencias de la conducta están sufriendo un gran cam-


1

bio. Tal como se mencionó en la Introducción, las informaciones


provenientes de diversas fuentes, tanto de las ciencias duras
como la física como de las ciencias blandas como la psicología —
sin mencionar los puntos de vista sostenidos, virtualmente, por
casi todas las religiones, acerca de que el alma humana se extien-
de más allá de la vida de su cuerpo—, desafían nuestros supues-
tos más esenciales sobre la conciencia humana. Es tiempo para
una nueva visión y una estructura conceptual más amplia, que
pueda consolidar la multiplicidad de hipótesis y conceptos nue-
vos dentro de las ciencias de la conducta y conectarlas con las
ciencias duras.
1 The Psychiatric Dictionary (5a. ed. Oxford University Press, 1981) define a
las ciencias de la conducta como “una búsqueda multidisciplinaria de conoci-
miento acerca de la conducta, en sus raíces y manifestaciones, en el hombre y
los animales, en los individuos, los grupos y culturas y en todas las condiciones
normales, excepcionales y patológicas. Entre las muchas disciplinas que han
contribuido con las ciencias de la conducta, se encuentran todas aquéllas inclui-
das generalmente en el grupo de ciencias naturales que exploran el universo
animado e inanimado en el que se encuentra el hombre; todas las ciencias
sociales que tratan de la estructura política, social, legal y económica que él ha
dado al mundo que lo circunda; y las humanidades: el estudio de las creacio-
nes intelectuales y artísticas perdurables del hombre”.
- 26 - SAMUEL H. SANDWEISS

Más allá de esto, muchos profesionales de las ciencias de la con-


ducta creen que estamos enfrentando una crisis moral aun más
grave relativa a los valores fundamentales y las prioridades de nues-
tro campo, la psicología. Creo que ambos temas están relacionados.
El propósito de este libro es señalar algunas de las limitaciones que
percibo en nuestros supuestos básicos en lo concerniente a la con-
ciencia humana, y proponer cambios que lleven no sólo a una cien-
cia más unificada y comprensiva sino también a una ciencia con
mayor base espiritual. Por lo que resulta claro para mí que el gran
descubrimiento científico de nuestro tiempo —que ahora está
tomando forma en las ciencias de la conducta— es que la concien-
cia es mucho más que una función o producto de la mente humana
individual centrada en el cerebro físico. Es nada menos que la fuer-
za creativa del Universo. Creo que nos estamos acercando cada vez
más a la confirmación científica de las percepciones intuitivas de los
grandes sistemas espirituales, que ven, tanto a la mente como al
mismo Cosmos material, como creaciones de una Conciencia
Universal: lo divino. De ser así, la moralidad, entonces, puede ser
una fuerza mayor que dirige el despliegue de la conciencia individual
del hombre, conforme se desarrolla a través de la mente, hacia el
conocimiento último de su propia divinidad.
En el curso de mi trabajo, me ha sorprendido la notable falta
de valorización, en nuestro campo, de la riqueza de información
proveniente de los sistemas espirituales. Uno puede especular que
la dimensión espiritual es muy sutil como para desafiar la investiga-
ción científica. O tal vez, esta falta de valoración representa nues-
tra crítica y nuestro escepticismo respecto de un sistema que, en
muchos casos, ha dado lugar a prácticas excesivamente punitivas
que dañan la salud psicológica. O bien, quizás nosotros mismos
podemos tener firmes creencias espirituales (algunos sostienen que
la psicología misma es, para muchos en Occidente, un sistema espi-
ritual) que nos protegen de la incertidumbre y de lo desconocido.
Debido a que tales creencias proporcionan seguridad y protec-
ción en un mundo que de otro modo sería terriblemente misterio-
so e insondable, podemos aferrarnos a ellas tan rígida y dogmáti-
camente que puedan reforzar la estrechez de la visión.
Nuevamente, entonces, algunos de nosotros podemos comprender
intuitivamente que la dimensión espiritual es importante, pero no
sabemos sin embargo cómo integrarla a nuestras vidas cotidianas.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 27 -

Pero aun tomando en consideración todos estos factores,


encontré que este rehuir, esta marcada resistencia a toda persuasión
teórica, observada en los psicoterapeutas, representa algo más fun-
damental inclusive: un problema básico, inherente, que tiene la
mente al relacionarse con el espíritu, un conflicto oculto que clama
por iluminación. Por lo tanto, deseo investigar no sólo la dinámica
del despliegue y de la expansión de la conciencia del hombre, sino
también este proceso de apertura, nuestra resistencia a imaginar-
nos ligados de alguna manera a lo infinito y lo eterno, a la posibili-
dad, en otras palabras, de nuestra propia inmortalidad.
Empezaré investigando esta resistencia, una técnica con la
cual todos los terapeutas estamos familiarizados y que nos llevará
más rápido y más profundamente al fondo de la cuestión. En el
siguiente capítulo, definiré un miedo mortal que impulsa a esta
resistencia, y el tipo de percepción trascendental —o amor, en
términos espirituales— que la resuelve y que es así la base de un
enfoque psicológico totalmente nuevo. Pero volvamos ahora
nuestra atención a la resistencia misma y a su punto de origen en
la mente humana.

LA MENTE

La psiquiatría occidental moderna (la palabra “psiquiatría”


deriva de “psique”, la mente2) y la antigua tradición hindú3 con-
cuerdan respecto a los más importantes componentes de la

2 Ibíd: “La más completa esquematización de la mente es la proporcionada por


Freud, que consiste, en líneas generales, en la división en consciente e incons-
ciente, cada uno de los cuales está formado por gran número de componen-
tes”, siendo los tres principales: el yo, el superyó y el ello. En psicología psi-
coanalítica, el yo es definido como el mediador entre el individuo y la realidad.
Su función primaria es la percepción de la realidad y la adaptación a ella. Está
dirigido y orientado hacia la realidad por el pensamiento racional y lógico.
Por medio de su capacidad de juicio e inteligencia, por la aplicación de la lógi-
ca y el hecho de poner a prueba la realidad, el yo bloquea la tendencia de los
instintos en pos de su inmediata descarga, determinando si es seguro satisfa-
cerlos y cuándo. El yo está comprometido con el instinto de preservación, la
adquisición de placer y la evitación del dolor. El ello está regido por el princi-
pio de placer y la tendencia a querer la descarga inmediata de la energía de la
presión, o su gratificación. El superyó es el que representa a la sociedad den-
tro de la mente, el que nos impulsa a comportarnos conforme a lo que nues-
tros padres y la sociedad consideran como correcto e incorrecto.
- 28 - SAMUEL H. SANDWEISS

mente: está formada de pensamientos, tiene capacidad de razo-


namiento, es consciente de sí misma (auto-imagen), se relacio-
na con el mundo exterior a través de los sentidos, opera con-
forme al principio placer/dolor y tiene necesidades tanto cons-
cientes como inconscientes, impulsos y deseos que influyen
sobre ella, la motivan y la orientan hacia la gratificación en el
mundo exterior.
Como resultado de sus observaciones clínicas, Sigmund
Freud, padre del psicoanálisis, descubrió para la psiquiatría
moderna, la importancia de los primitivos impulsos e instintos
biológicamente determinados, necesidades y deseos que presio-
nan por obtener gratificación y por el rechazo al dolor, de acuer-
do al principio placer/dolor. Pensó que estas necesidades y dese-
os son las fuerzas primarias que determinan el foco de nuestros
pensamientos, sentimientos y comportamientos y dirigen la
forma como trabaja nuestra mente. Si a estos impulsos se les
impide expresarse y gratificarse, sea por censura familiar o social,
surgirá entonces el conflicto, con la posibilidad resultante de la
formación de síntomas.
El objetivo terapéutico de Freud era hacer aflorar a la con-
ciencia estas ocultas necesidades inconscientes, para que el con-
flicto pudiera resolverse y el individuo tuviera así una mejor opor-
tunidad de lograr la gratificación de ellas, dentro del marco que
impone la sociedad. Freud entendía que esto era la meta de la
terapia y uno de los logros más elevados del hombre.
Los conceptos de Freud estaban limitados por su particular
orientación y objetivos. Estos conceptos surgen del estudio de los
estados mentales anormales y de su interés en saber cómo el indi-
viduo se acomoda y adapta con éxito al mundo exterior, y fueron
ampliados, en parte, para proporcionar una estructura dentro de
la cual se pudiera practicar la terapia. Estaba especialmente inte-
resado en la forma en que la mente, mientras se adapta a la socie-
3 Esta sabiduría antigua es lo suficientemente amplia como para abarcar las innu-
merables variedades y formas de devoción, y es tan profunda y penetrante en
su indagación respecto de la naturaleza de la práctica espiritual en general,
como para ser considerada una ciencia de la conciencia; describe el proceso
de elevación de la conciencia que se encuentra en todas las religiones del
mundo, como así también el lugar y el significado de los símbolos, rituales y
ceremonias religiosas en este proceso.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 29 -

dad, realiza la compleja tarea de la gratificación de los impulsos.


No estudió los estados superiores de conciencia ni se cuestionó
seriamente acerca de la naturaleza de la misma.
Por otra parte, el Yoga (antiguo e ininterrumpido sistema de
pensamiento y práctica espiritual, empíricamente científico, per-
teneciente a la tradición hindú), ha estado siempre interesado en
lograr estados de conciencia. Al considerar la mente desde este
ángulo, se la ve como un obstáculo en potencia para llegar a la
conciencia superior. El Yoga concuerda con que la mente es una
valiosa herramienta —esencial no sólo para operar en el mundo
exterior sino, hasta cierto punto, también para el crecimiento
espiritual— y acepta que el deseo, al igual que los hilos de una
tela, constituye el verdadero material de la mente del hombre.
Pero difiere de la psiquiatría al declarar que el propósito de la
vida, después de cierto grado de evolución de la conciencia, es
más bien la remoción del deseo que su gratificación y que, de ese
modo, la mente desaparecerá, conduciendo así al conocimiento
del verdadero yo, la Conciencia Universal.

AMPLIACION DE CONCEPTOS PSICOLOGICOS

En los Apéndices, explicaré con más detalle el extenso traba-


jo ya realizado con el fin de hacer una síntesis viable de la psico-
logía y la espiritualidad, trabajo que amplía nuestro concepto de
mente y señala las etapas para una seria revalorización de la natu-
raleza de la conciencia, pero que no ha sido todavía seriamente
integrada a las principales corrientes del pensamiento. Ernest
Becker, en su brillante libro ganador del premio Pulitzer “El eclip-
se de la muerte”, sostiene que la psicología y la espiritualidad han
estado vinculadas de forma inextricable desde los comienzos del
existencialismo, con el famoso filósofo danés a quien él llamó “el
psicoanalista” Kierkegaard. Becker observa “que en los alcances
últimos de la descripción científica, la psicología tiene que dar
paso a la ‘teología’…”
Cuanto más se profundiza en el estudio de Rank, más
se confunden sus escritos con los de Kierkegaard, y tanto
más notable resulta, como lo apreciamos plenamente en la
actualidad, debido a la muy elevada sofisticación del psico-
análisis clínico. Ahora ya debe quedar en claro que este
- 30 - SAMUEL H. SANDWEISS

fundirse de Rank y Kierkegaard, no significa una débil


entrega a una ideología, sino una verdadera elaboración
científica del problema del carácter humano. Ambos llega-
ron a la misma conclusión después de la más exhaustiva
búsqueda psicológica: que en los alcances últimos de la des-
cripción científica, la psicología tiene que dar paso a la
“teología”, es decir, a una visión del mundo que absorba los
conflictos y culpas del individuo y le ofrezca la posibilidad
de algún tipo de apoteosis heroica. El hombre no puede
sobrellevar su propia pequeñez, a menos que pueda tradu-
cirla en algo significativo del más elevado nivel. Aquí Rank
y Kierkegaard coinciden en una de esas sorprendentes
fusiones históricas del pensamiento: que el pecado y la neu-
rosis son dos formas diferentes de expresar lo mismo, o
sea, el aislamiento total del individuo, su desarmonía con el
resto de la naturaleza, su hiperindividualismo, su intento de
crear su propio mundo desde el interior de sí mismo.4

De este modo Becker llama la atención acerca de la coinci-


dencia entre la psicología y la teología respecto a que el sufri-
miento del hombre —su neurosis y su pecado, que son uno y lo
mismo— resulta de su sentimiento de separación y pequeñez, es
decir, de la dualidad. No nos debemos engañar pensando que
Becker, Kierkegaard y Rank están hablando sólo acerca de la
dimensión psicológica. Pues aquí hay un reconocimiento de un
nivel de conciencia que trasciende lo psicológico, que trasciende la
dualidad.
El punto de vista teológico, al igual que el de este libro, es que
existe una dimensión unitiva de conciencia más allá de la mente y
la dualidad, y que la “apoteosis heroica” de la que habla Becker
—la teología, a la cual la psicología debe cederle paso— se refie-
re a la posibilidad de trascender la dualidad, de ser realmente
omnisciente, omnipotente y omnipresente.
Como veremos en el capítulo cuatro, Becker arroja luz tam-
bién sobre las razones que tiene la psicología para su resistencia
respecto a la espiritualidad. Las variedades de la experiencia

4 Ernest Becker, The Denial of Death (New York: The Free Press, 1973), pág.
196. Hay traducción en español.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 31 -

religiosa de William James, escrito en 1908, constituyó un tem-


prano reconocimiento del significado psicológico de las creencias
y fenómenos espirituales. Y, desde luego, el concepto del incons-
ciente colectivo de Carl Jung postulaba la existencia de un nivel
de conciencia, compartido por toda la humanidad, que se extien-
de más allá del tiempo y el espacio.
El tener conciencia de la importancia de las percepciones espi-
rituales y místicas, es parte significativa de la psicología humanísti-
ca. Los humanistas perciben que las fórmulas de la conducta y la
exagerada atención a los determinantes inconscientes freudianos de
la personalidad son ofensivos a la dignidad humana. Se puede obte-
ner un cuadro más completo del ser humano total, mediante el estu-
dio no sólo de la patología, sino también de lo normal y lo excep-
cional. Sí, hay impulsos animales inferiores que se albergan en el
inconsciente del hombre; sí, los conflictos pueden estar profunda-
mente enterrados en la conciencia; sí, la conducta y los pensamien-
tos del hombre pueden estar determinados y “condicionados” por
acontecimientos pasados, pero el hombre es mucho más que eso.
Abraham Maslow, considerado el padre de la psicología
humanística, demostró que el hombre tenía tendencias y necesi-
dades humanas superiores —tales como la necesidad de tener un
trabajo significativo, la de ser honesto y justo y la de moralidad—
junto a los impulsos más primitivos definidos por Freud. En sus
estudios de personas altamente evolucionadas y creativas, definió
un nivel trascendental de experiencia humana que denominó
“experiencia cumbre”. Este era un poderoso estado trascendental
de conciencia en el que el individuo experimentaba una sensación
de intensa claridad y comprensión, intensa euforia y una aprecia-
ción de la naturaleza holística, unitiva e integrada del universo y
de nuestra unidad con él. Abrigaba la esperanza de que los estu-
dios de experiencias cumbres ayudarían finalmente a cubrir la bre-
cha entre lo relativo y lo absoluto y a establecer una base real-
mente científica para experiencias de unidad y eternidad. Creía
que el ser humano podía vivir cabalmente de acuerdo con este
nivel de conciencia superior, que podía “vivir eventualmente en el
cielo y mantenerse en buenos términos con lo externo y lo infini-
to” (1971).
A pesar de que la psicología ya estaba volviéndose conscien-
te de los estados superiores de conciencia y de que nuestra iden-
- 32 - SAMUEL H. SANDWEISS

tidad esencial está más allá del limitado punto de vista freudiano5,
la relación entre la mente y la conciencia permaneció confusa en
la literatura hasta la reciente aparición (finalizando la década de
los '60), de la psicología transpersonal. De pronto, las etapas de
desarrollo jalonadas por la psicología fueron definidas como nive-
les inferiores de conciencia y fue expuesta claramente su relación
con los estados mentales superiores, incluyendo la dimensión psí-
quica relacionada con los fenómenos “psi”, los poderes siddhi
(ocultos) de los yoguis y los estados espirituales superiores y
supramentales del samadhi (fusión de lo indiferenciado, según el
hinduismo) y del nirvana (estado desprovisto de ego, según el
budismo). Al explicar una jerarquía de conciencia, la psicología
transpersonal también clarificaba lo que está en juego para el
hombre al ir de su etapa predominantemente mental a un estado
de conciencia orientado a la espiritualidad que incluye y trascien-
de lo mental.
Sin embargo, la corriente principal de la psicología aún no
reconoce este trabajo y no logra comprender la relación de estos
estados superiores de conciencia con los estados mentales “nor-
males” y “anormales” de los que se ocupa más frecuentemente.
Tiene dificultad para integrar la información y las técnicas que
lentamente está aprendiendo de campos tan diversos como la
acupuntura y el hatha yoga que se manejan con una energía sutil,
relativamente inexplorada por la ciencia occidental, pero entendi-
da por los yoguis como muy relacionada con la evolución de los
estados superiores de conciencia.
Nuestros conceptos no son suficientemente fundamentales
como para permitirnos, por ejemplo, una clara comprensión de
la interrelación entre la corriente de energía sutil de la acupuntu-
ra y la de la bioenergética occidental; o entre los ejercicios de con-
trol de la respiración, las posturas corporales, las prácticas devo-
cionales y morales del yoga oriental y las terapias habladas de la
psiquiatría, orientadas hacia lo mental. Una apreciación más pro-
funda de la espiritualidad podría proporcionar aquí una valiosa
comprensión.6
¿Por qué el conocimiento espiritual no está integrado más
seriamente con la psicología occidental? ¿Por qué su rico caudal
5 Ver Apéndice IV para un debate más amplio respecto a las diferencias entre la
psicología del ego y la psicología humanística.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 33 -

de ideas no se traduce en estrategias y enfoques de tratamiento?


Por mucho tiempo, la espiritualidad ha sido considerada por la
psicología como tabú. Ni siquiera el tema de la sexualidad infan-
til, presentado por Freud al terminar el siglo, encontró tal resis-
tencia. Charles T. Tart, doctor en filosofía y profesor de psicolo-
gía de la Universidad de California, Davis, y autor muy conocido
en el campo de la psicología transpersonal y de los estados alte-
rados de conciencia, reconoció esta resistencia cuando escribió:

La psicología ortodoxa occidental se ha ocupado muy


poco del aspecto espiritual de la naturaleza del hombre,
prefiriendo ignorar su existencia o etiquetarlo como pato-
lógico. Sin embargo, gran parte de la agonía de nuestro
tiempo es consecuencia de un vacío espiritual. Nuestra cul-
tura, nuestra psicología ha excluido la naturaleza espiritual
del hombre, pero el costo de esta tentativa de supresión es
enorme. Si queremos encontrarnos a nosotros mismos,
encontrar nuestro lado espiritual, es imprescindible tener
en cuenta las psicologías que se ocupan de ello…7

LA CONCIENCIA

La mayoría de los sistemas espirituales enseñan que la


Conciencia Universal y el amor o espíritu —más comúnmente lla-
mado Dimos— es la realidad más fundamental, más allá de cual-
quier tipo de frontera o limitación, incluyendo el tiempo y el espa-
cio. El Yoga dice que, por alguna suerte “de juego divino” (del que
me ocuparé en el capítulo cuatro), la Conciencia Universal creó
no sólo la ilusión de ser limitada (esta ilusión básica es llamada
maya por los hindúes), sino también el vehículo que percibe, pro-
mueve, protege y sustenta esta ilusión: la mente.
La Conciencia Universal creó la mente con el singular poder
de engañarse a sí misma, al creer que es limitada. En virtud de los
sentidos de la mente, que enfocan la atención en el mundo exte-
rior y perciben las cosas como entidades separadas y distintas…;
en virtud de la fuerza de los deseos de la mente que embaucan a

6 Ver Apéndices III y IV.


7 Charles T. Tart, Ed., Transpersonal Psychologies (New York: Harper and
Row, 1975), Introduction, pág. 5.
- 34 - SAMUEL H. SANDWEISS

la conciencia haciéndole creer que una cosa es mejor que otra,


que la felicidad y toda gratificación significativa se encuentran en
los placeres efímeros y momentáneos del mundo material exter-
no y que el placer es preferible al dolor…; en virtud de los pen-
samientos de la mente que atrapan y aíslan un segmento de la
realidad en un símbolo o concepto para que la imaginación y la
fantasía puedan elaborar su mágica distorsión, incluyendo la cre-
ación de una falsa autoimagen llamada ego, una imagen que per-
petúa la ilusión de que estoy separado del otro…; en virtud de los
breves períodos de su aparente éxito y dominio sobre el mundo
exterior…; en virtud de todo esto, la mente seduce a la concien-
cia, atrayéndola hacia sus reinos de la dualidad, embriagándola e
impidiéndole realizar su naturaleza ilimitada.
Pero hay un especial aspecto superior de la mente, el de la
conciencia sabia8 que, intuitivamente, capta la naturaleza de la
Conciencia Universal pura, una chispa de la actividad mental divi-
namente inspirada, que es consciente de que su objetivo funda-
mental es fundirse de nuevo en la fuente de la cual nació.
En el precedente proceso de emerger y sumergirse en la dua-
lidad, la conciencia se mueve sucesivamente a través de muchos
niveles mentales: primero a través de etapas primitivas centradas
principalmente en la conciencia del cuerpo y en el pensamiento
concreto, orientado a la supervivencia; luego, a través de las eta-
pas psicológicas inferiores (conciencia mental inferior)8; y hacia el
conocimiento de sentimientos más sutiles y del pensar más abs-
tracto —incluyendo el conocimiento de las aspiraciones y anhelos
más elevados de Maslow (conciencia mental superior)8— permi-
tiendo una mayor gama de actividad consciente y mayor libertad,
pero también limitando al hombre mediante el sentimiento
mucho más desarrollado de ser un individuo separado.
Mucho ha contribuido la psiquiatría a nuestra comprensión de
las diferentes etapas del desarrollo de la conciencia inferior de la
mente, como las etapas psicosexuales de Freud, incluyendo las
etapas orales, anal, fálica y genital. Con cada nueva etapa, el
hombre desarrolla una autoimagen característica, con la que se
identifica, inconsciente de la verdadera naturaleza ilimitada de la
pura Conciencia Universal debido a: 1) la ignorancia: la mente no
8 Ver Apéndice I para las definiciones.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 35 -

está lo suficientemente evolucionada como para captar esa posi-


bilidad o no ha sido expuesta a ella; 2) la esclavitud: la mente
sabe, intelectualmente, pero impide la experiencia directa atra-
pando a la conciencia en sus sentidos, deseos, placeres, dolores y
ego (de la mente), de modo que la conciencia no esté libre para
expandirse, y/o 3) el temor: la mente sabe intuitivamente que en
el proceso de trascendencia dirigido desde el ego hacia la Con-
ciencia Superior, debe renunciar al control, incluso sacrificarse a
sí misma, y se repliega en el temor.
El yoga describe claramente la dinámica y los mecanismos
por los cuales la conciencia se mueve de etapa en etapa dentro
de la dimensión mental en una serie de transiciones y transfor-
maciones, expandiéndose y evolucionando en una esfera que está
siempre ensanchándose y creciendo mientras se encamina de
regreso al océano, para finalmente escapar de la mente y fundir-
se de nuevo en lo universal de donde vino.9
Lo más crítico y difícil de estas transformaciones (de las que
la corriente principal de la psicología occidental se mantiene casi
totalmente ignorante y de las cuales este libro se ocupa en primer
lugar) se da cuando la conciencia se libera de sí misma de su apri-
sionamiento en la mente (conciencia mental inferior y superior) y
se expande para valorarse a sí misma como espíritu (Conciencia
Universal).
Esta victoria extraordinaria sobre la dualidad marca el triunfo
más heroico del hombre. Porque, antes de que esta transición
pueda ser llevada a cabo, el individuo se enfrenta con un desafío
que le exige un esfuerzo hercúleo. Primero, la mente debe ser
sometida. No hay manera de evitar el trabajo que es necesario
para adquirir la fuerza y capacidad mentales para el desarrollo de
un carácter bueno, justo y moral. El carácter debe ser purificado
a través de la adquisición de una moralidad superior, la que, al
enfrentar los deseos egoístas, lleva al desinterés, debilitando así la
ilusión de la dualidad. Sólo entonces la mente está preparada para
el desafío final.
La trascendencia final de la dualidad requiere, entonces, desa-
pego y renunciamiento de la mente misma, como también del

9 En Apéndices III y IV describo este aspecto del desarrollo psicológico y lo com-


paro con nuestra orientación occidental.
- 36 - SAMUEL H. SANDWEISS

mundo exterior, una actitud y un enfoque sutiles y espirituales


logrados con dificultad, que no deben confundirse con mecanis-
mos psicológicos defensivos de rechazo o represión. Esto incluye
la trascendencia de (no ser afectado por) los placeres y sufrimien-
tos y de todas las preocupaciones, inquietudes, ansiedades y fra-
casos —como así también todas las alegrías y triunfos— del
mundo exterior. Esto significa abandonar el apego y la necesidad
de bebida, mujeres, riquezas, condición social, reputación y de los
frutos de nuestro trabajo, como esenciales para nuestro sentido de
autoestima e identidad personal.
Y aunque esto pueda parecer un estado deseable (y lo es),
significa renunciar a todo lo que la mente considera como real,
incluyendo la conciencia elevada de nuestro ser mental, el ego. La
mente ve esto nada menos que como una muerte y se aleja de ello
aterrorizada. Tan difícil es esta trascendencia, que los pasos fina-
les sólo pueden ser dados a través de la gracia de un amor divino,
infinito e incondicional.
Miedo
Mortal

CAPITULO TRES

L a trascendencia exige superar los miedos. En psicología


observamos cómo la gente se defiende de volver a experimentar
los temores que están asociados con los traumas tempranos de la
infancia. En el curso de un tratamiento vemos cuán difícil es ven-
cer estas defensas para que los miedos puedan ser disipados y
trascendidos. Enfrentar lo que Becker y otros han denominado
nuestro temor más penetrante y fundamental, el temor a nuestra
propia mortalidad, el temor que bloquea la trascendencia total,
puede llegar a ser una cuestión aun más compleja y difícil. Pero
es hora de intentarlo.
El hombre comparte miedos con los animales inferiores:
miedo al dolor físico, al hambre, a todo lo que amenaza la pre-
servación del propio cuerpo. Y en virtud de su mente altamente
evolucionada, posee también algunos temores exclusivamente
humanos. El más aterrador, fundamental y penetrante es el temor
a la disolución de la mente-ego, que llamaré miedo mortal.
El ego al que nos referimos aquí es lo que los sistemas espiri-
tuales consideran no sólo como una henchida sensación de
importancia propia, sino, fundamentalmente, como un aspecto
de ilusión de dualidad: el sentimiento de estar separado, de ser
diferente y, por lo general, especial e importante. Es un atributo
singular y claramente humano, consecuencia del nivel de con-
- 38 - SAMUEL H. SANDWEISS

ciencia del hombre, de un orden más alto, caracterizado por su


conocimiento de ser consciente, de su intelecto superior y su
capacidad de pensamiento abstracto, de su amplia apreciación de
sí mismo como ser mental y la percepción de su propia mortali-
dad y finitud. Conformado en parte por nuestros deseos y por
nuestras necesidades animales inferiores, el sentido de identidad
del ego incluye también la conciencia de nuestras necesidades
mentales superiores, como de las necesidades sociales y las nece-
sidades de orden superior (como la necesidad de ser virtuoso) des-
criptas por Maslow.
El temor a la disolución de la mente-ego es más profundo y
de naturaleza diferente que el temor de la muerte corporal. El sui-
cidio revela que el temor de la disolución de la mente y del ego es
más esencial que el solo temor a la muerte física. Es el miedo a la
no-mente, a perderse en un abrumador misterio carente de signi-
ficado: la posibilidad de no ser, de la nada. Protegemos la inte-
gración del ego con todos los medios disponibles, incluso nos
engañamos a nosotros mismos respecto a la naturaleza de la rea-
lidad si ella amenaza la seguridad del ego.
Los existencialistas se han referido a este temor como angst
o terror a la muerte (ver cita de Ken Wilber en Cap. IV). Yo pre-
fiero llamarlo miedo mortal, porque esta palabra responde a
todas las diferentes definiciones que se encuentran en los diccio-
narios, sobre este miedo esencial, que es exclusivamente humano,
un miedo acerca de la muerte, un miedo que incluso ocasiona la
muerte con su impacto devastador y que nos mantiene mortales,
atados a la muerte, aterrorizados de alcanzar nuestra inmortalidad.
Tiene dos aspectos. Primero está el temor a nuestra separa-
tividad y soledad inherentes, frente a la extinción física última.
Más aterrador aún es el temor a perder incluso por completo este
breve dominio sobre todo sentido de identidad.
Quisiera enfatizar desde el comienzo que no se trata de un
miedo corriente. Y aunque hablaremos de él en términos teóricos
filosóficos y psicológicos, no nos equivoquemos pensando que
está limitado sólo a estas dimensiones. El miedo mortal nos impi-
de alcanzar niveles superiores de conciencia y nos encadena en la
prisión de la dualidad. Está vigilando la entrada a un vasto reino
(Conciencia Universal) que encierra tesoros inimaginables, como
un grotesco dragón mitológico. Si tenemos el valor de desafiar y
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 39 -

matar a este dragón, si somos capaces de enfrentar la fuerza de


este miedo y permanecer inalterados ante la posibilidad de no-ser
y de quedar sin ego, las gratificaciones serán mayores que cual-
quier estado psicológico descripto hasta ahora por las ciencias de
la conducta.
Estamos hablando de romper las ataduras de todas las trabas
mortales, de la inefable fortuna de alcanzar una conciencia más
elevada, que se fusione con lo atemporal y eterno para volverse
uno con la fuerza creativa del universo. Hablamos de la posibili-
dad de realizar nuestra propia divinidad. Para comprender esto,
miremos más profundamente dentro de la naturaleza del ego.

NACIMIENTO DEL EGO

Interpretando la esencia de muchas de las religiones del


mundo, Sai Baba ha dicho que toda la creación está basada en la
ilusión de que en el universo existe una multiplicidad de entidades
separadas y abstractas, cuando en realidad hay una sola. Esta es
la ilusión de la dualidad o maya, para las escrituras hindúes.
Según Sai Baba, es una parte tan necesaria del drama que perci-
bimos como realidad que fue realmente el primer principio que
Dios creó. El ego o yo, nuestra invención mortal de ser distintos
y especiales, es un aspecto de esta ilusión que se manifiesta a tra-
vés de la mente. La sensación de una identidad separada es la ver-
dadera base de la existencia del ego. Concebir cualquier otra cosa,
la no-mente, amenaza su integridad. Estamos enfrentados a la
amenaza de disolución de todo aquello en lo que confiamos para
nuestro sentido de protección, seguridad y defensa.
El ego es un gran misterio. Aunque los sistemas espirituales lo
ven como un obstáculo para la trascendencia después de una cier-
ta etapa de desarrollo psicológico, en un prolijo examen debemos
al mismo tiempo apreciarle como uno de los mayores logros de la
evolución. Podemos lograr un respeto mayor por esta poderosa
ilusión y la fuerza con la que nos aferramos a ella, valorando su ori-
gen y la naturaleza de la lucha en la que se originó. Porque el
poder que creó al ego y que mantiene su integridad frente a todos
los obstáculos, es la misma pavorosa fuerza que creó al cosmos.
Las escrituras hablan del grandioso momento en que la divi-
na voluntad creó la dualidad. En un instante se manifestó: el naci-
- 40 - SAMUEL H. SANDWEISS

miento y la muerte, el bien y el mal, el placer y el dolor, las for-


mas y las figuras separadas. De esta erupción primordial nació el
poderoso proceso de diferenciación e individualización, proceso
con tal intensidad como para vencer las terribles fuerzas destruc-
tivas del cosmos.
El impulso implacable del ego para evolucionar, diferenciarse
y dominar es una consecuencia del proceso fundamental de la
vida misma, gritando y luchando para separarse del fango origi-
nal. ¡Cuán desesperadamente ha accionado el ego, cuán larga e
intensa su lucha para obtener dominio y significación en este
mundo misterioso! La fuerza de este proceso no es menos evi-
dente en la paciente y perseverante evolución de las especies que
en los dolores convulsivos que sufre el niño al separarse de su
madre en el nacimiento.
En el Apéndice IV me refiero a la evolución requerida por una
conciencia limitada para llegar a la etapa del ego humano.
Comprende el pasaje a través de las formas: inorgánica, orgánica,
vegetal y animal para manifestarse finalmente en la mente carac-
terística del hombre, con todas sus maravillosas capacidades y cua-
lidades que humildemente nos atribuimos a nosotros mismos.
Pero la poderosa mente del hombre es una espada de doble
filo. En virtud de su elevada autoconciencia, el hombre adquiere y
sustenta una identidad personal, un ego, diferente al de cualquier
otra criatura inferior. Una fortaleza dentro del poderoso flujo de
fuerzas que surgen eternamente a su alrededor, considerado por
muchos como el logro más valiente de la humanidad. Sin embar-
go, por esta razón, está atrapada en un terrible dilema: la transi-
ción entre la posibilidad de un glorioso y trascendente salto en la
conciencia… o la aniquilación devastadora.

MUERTE DEL EGO

Este libro es un intento de definir más claramente y en pro-


fundidad la dinámica de este prioritario punto decisivo. En el aná-
lisis final, el triunfo de la identidad del ego o yo dura poco. La dife-
renciación y el estado de separación llevan finalmente al sufri-
miento de la soledad y al aislamiento, el primer aspecto del miedo
mortal. Es entonces cuando despierta aquel profundo anhelo
innato de trascender todas las fronteras y de volver a fundirse con
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 41 -

el universo. La mente, que es lo que ha llevado al hombre a esta


trampa, debe ser ahora usada para escapar de ella a través de la
trascendencia. “La espina que es astilla, es la misma espina que
la extirpa”, dice Sai Baba. Al comprender la naturaleza de la
trampa en virtud de su autoconciencia superior, la mente debe
ahora querer desprenderse no sólo de su propia sensación de
importancia sino, fundamentalmente, de cualquier sentimiento de
ser una entidad totalmente separada, para que la conciencia
pueda liberarse de sus ataduras, sutiles pero profundas.
Se debe enfatizar que el anhelo espiritual de quedar sin ego,
no es el deseo suicida de una mente perturbada incapaz de com-
petir con el mundo exterior, ni el deseo de eludir el esfuerzo y la
responsabilidad necesarios para un apropiado desarrollo psicoló-
gico. Para que uno llegue a este límite de trascendencia, la mente
debe haber sido dominada y aquietada; uno debe haber logrado la
fuerza mental y la habilidad para operar con éxito en el mundo
exterior, pero también debe haber alcanzado la percepción pro-
funda de que la verdadera paz y felicidad están más allá.
El individuo consciente sabe lo que está en peligro en este
juego cósmico. Para lograr la unión debemos estar dispuestos a
arriesgar la pérdida del sentimiento de un yo separado, ganado
con tanta dificultad. Ningún ser pensante desecharía esto tan fácil-
mente, aun cuando fuera impulsado por el sueño de la unión
celestial. La amenaza de tener que renunciar a la propia identidad
trae consigo el segundo y más profundo aspecto del miedo mor-
tal: el temor a la desintegración del yo y a la pérdida de la inte-
gridad, el terror de la propia y total vulnerabilidad en un cosmos
insondable sin fronteras o significación. Esto es el no-ser: la nada.
La muerte del ego consume no sólo la propia vida física que
percibimos, sino también cualquier asidero con la realidad, cual-
quier dependencia del propósito que nos ha sustentado. Para
muchos, la muerte física a través del suicidio es un consuelo bien-
venido ante el temor de la desintegración del ego. Esta pérdida de
identidad, de limitación personal y de autodominio va inevitable-
mente acompañada por una sensación de terrible confusión,
desamparo, desesperación, humillación y pánico desesperanzado.
Es extraviarse en una psicodélica visión de energías y formas ate-
rradoras y totalmente incomprensibles. Vislumbrar la total insig-
nificancia de uno mismo en un cosmos que, hasta este momento
- 42 - SAMUEL H. SANDWEISS

de iluminación, uno ignoraba totalmente, debe ser una experien-


cia aterradora para quien no está preparado para ella.
Una cosa es enfrentar la aniquilación de nuestra propia exis-
tencia individual, sabiendo que el mundo continuará sin nosotros
y que aquellos que amamos y por quienes nos preocupamos se
recuperarán de su dolor para vivir sus propias vidas. Sabemos que
todos los seres humanos en la historia del mundo, después de
todo, han enfrentado el mismo destino. Y, para algunos de noso-
tros, existe incluso la esperanza de otra clase de existencia luego
de la extinción de nuestra vida física. Sin embargo, todavía el
miedo a la muerte y el querer evitarla impregna la mayor parte de
nuestras vidas. ¡Cuánto más terrible, entonces, será contemplar
no sólo nuestra propia eliminación de un mundo del que alguna
vez formamos parte, sino también la aniquilación del mundo
mismo! No como un cataclismo, sino como la refutación, la nega-
ción, de todo lo que hemos conocido, sentido, creído y defendido.
“¡Oh, el horror”, decía el personaje de Kurtz instantes antes
de su muerte en El Corazón de las tinieblas de Conrad. La per-
cepción instantánea de que toda la vida ha sido una ilusión lo
abarca todo: familia, amigos, seres queridos, carrera, atesoradas
tradiciones, instituciones y creencias… todo es arrebatado en un
momento terrible de revelación. Tales percepciones, que surgen
espontáneamente, han dejado su marca en suficientes personas
como para que el lector que no tiene experiencia personal del
fenómeno, pueda encontrarlo en la literatura o en biografías. En
Las variedades de la experiencia religiosa, William James escri-
bió sobre el anciano padre de Aldous Huxley, quien había experi-
mentado una revelación semejante, de la que nunca se recuperó
totalmente.
Cuán natural y comprensible es, entonces, que evitemos este
tipo de contemplación. A menos que se abalancen sobre nosotros
desde la oscuridad, tomándonos desprevenidos, mantenemos
nuestros ojos alejados de estas ideas que se asemejan a la medu-
sa. Pero la ilusión de lo que ellas nos revelarían es real. Es, por
supuesto, el concepto fundamental que subyace prácticamente en
todas las religiones del mundo. Mejor dicho, es el lado oscuro
cuya otra cara se ve radiante con la promesa que han ofrecido
siempre nuestras religiones a la humanidad: la inmortalidad.
Parece que no podemos tener una sin la otra.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 43 -

Y entonces, la resistencia. El doble temor de enfrentar la mor-


talidad y de arriesgar la desintegración del ego, perpetúa la ilusión
de la dualidad. Nos ocultamos de la realidad y nos ocupamos
tanto de las superficialidades pasajeras de la vida, que nos volve-
mos casi totalmente insensibles ante el pasmoso misterio de la
creación y el milagro de nuestra propia existencia. Parecemos
completamente incapaces de valorar adecuadamente la relativa
importancia de estos aspectos de la vida.
Las escrituras de todas las religiones hacen referencia a esta
penetrante ceguera ante el gran misterio de nuestro breve
momento de conciencia en un universo infinito. ¿Cuál es el signi-
ficado? ¿Cuál es el propósito? ¿Qué es la muerte? ¿Adónde ire-
mos después de esta vida? Cuando nos detenemos a pensar por
un momento ¿no es extraño cómo borramos casi por completo
de nuestra mente, tales preguntas básicas, por ocuparnos en cam-
bio de actividades insignificantes?
En el Mahabharata1 se reproduce la siguiente conversación:

P.: ¿Cuál es el camino al cielo?


R.: La veracidad.
P.: ¿Cómo encuentra el hombre la felicidad?
R.: A través de una conducta recta.
P.: ¿A qué debe renunciar para escapar al sufrimiento?
R.: A su mente.
P.: ¿Cuándo es amado un hombre?
R.: Cuando está libre de vanidad.
P.: De todas las maravillas de mundo, ¿cuál es la más maravi-
llosa?
R.: Que ningún hombre cree que morirá, aunque vea morir a
otros a su alrededor.
¿Por qué es que, aun cuando intelectualmente sabemos que
sólo estamos aquí por un breve lapso, procedemos como si fué-
ramos a vivir eternamente, perdiendo de vista casi por completo
el milagro de nuestra creación… pareciendo ignorar totalmente la
pregunta obvia y apremiante: “¿De qué se trata todo esto?” Esta
1 Poema épico hindú compuesto por unos cien mil versos, el Mahabharata es
considerado el poema más extenso del mundo. Se lo sitúa en tiempos de la
vida del Señor Krishna, aproximadamente cinco mil años atrás y se refiere a
la batalla entre el bien y el mal.
- 44 - SAMUEL H. SANDWEISS

ofuscación es un fenómeno psicológico y espiritual extraordina-


rio, evidente para todos, aun tras una breve reflexión. No obs-
tante, en unos segundos se nos escapa y somos presa nueva-
mente de maya.
¿Por qué será que algo tan patente se oculta a la conciencia?
¿Por qué no le prestamos la atención adecuada? Porque hacerlo
significaría un ataque directo a la integridad del ego. Cualquier
cosa que desafía el sentimiento de seguridad y certeza de nuestra
individualidad separada, nos coloca frente a frente al gran abismo
existencial, al terror y a la desesperación de enfrentarnos con un
vacío inconcebible, la vacuidad y la nada más allá de la imagina-
ción.
La Importancia
del Miedo Mortal

CAPITULO CUATRO

S i tenemos el valor de mirar más de cerca, podemos


encontrar que este gran temor es también nuestra gracia salvado-
ra. Pues, mientras la ilusión de la separatividad causa sufrimiento,
el sufrimiento impulsa a la búsqueda de una cura última, trascen-
diendo la separatividad. De esta manera, el miedo puede ser una
percepción espiritual poderosa y necesaria, un faro que ilumina el
camino a la inmortalidad. Esto es, por supuesto, mucho más que
el concepto de la psicología de que enfrentar el miedo irracional
lleva a su resolución y finalmente a una mayor libertad.
El mensaje espiritual es que enfrentar el miedo “real” —el
miedo a encarar la soledad y el aislamiento de la dualidad y el
terror aun mayor de buscar la trascendencia a costa de perder la
identidad del ego personal— lleva a la apertura, a la inocencia…
y a la inmortalidad. ¿Y qué es exactamente la inmortalidad? Para
ser bien concretos, por miedo de asumir equivocadamente que es
simplemente una idea un tanto teórica o abstracta, la inmortali-
dad es la realización de nuestra naturaleza esencial eterna, con
todas sus cualidades inherentes de divinidad, incluyendo la omnis-
ciencia, la omnipresencia y la omnipotencia. Estamos hablando
de la dinámica de la trascendencia, en un nivel de conciencia que
se encuentra fuera de los dominios de las principales corrientes de
la psicología.
- 46 - SAMUEL H. SANDWEISS

Becker señala el reconocimiento del miedo, por parte de


Kierkegaard, como siendo el principal obstáculo a esta trascen-
dencia, también quien la impulsa, sentando “la posibilidad del
heroísmo cósmico”:

Aquél que es educado por el temor (la angustia) se ha


educado por la posibilidad.

…Por lo tanto, cuando esta persona sale de la escuela


de la posibilidad y sabe más a fondo que un niño el alfabe-
to, que no le pide absolutamente nada a la vida, y que el
terror, la perdición, la aniquilación se encuentran muy
cerca de cualquier hombre, y que ha aprendido la prove-
chosa lección de que cualquier miedo que asusta puede
convertirse en el minuto siguiente en un hecho real, enton-
ces, entenderá de un modo diferente la realidad. (Kier-
kegaard)1

Becker escribe:

Y así se llega a una nueva posibilidad, a la nueva reali-


dad, por la destrucción del yo que se enfrenta a la angustia
del terror de la existencia. El yo debe ser destruido, reduci-
do a la nada para que comience la autotrascendencia.
Entonces, el yo puede comenzar a relacionarse con los
poderes que están más allá de él. Tiene que vencer su fini-
tud, tiene que “morir” para cuestionar esa finitud, para ver
más allá de ella. ¿Para ver qué? Kierkegaard responde: el
infinito, la trascendencia absoluta, el Poder Ultimo de la
Creación que hizo a las criaturas finitas.

Esta es la salvación a través de la propia desesperación,


el morir para estar realmente vivo que ofrece la teología
luterana, el viaje a la nada que describió Jacob Behmen
(Boehme). Para obtener esto, generalmente se debe supe-
rar un punto crítico, cambiar algo dentro de uno. Debemos

1 Ernest Becker, The Denial of Death (New York: The Free Press, 1973), pág.
88. Hay traducción en español.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 47 -

desechar algo, una dureza natural debe romperse y licuarse.


(William James)2

Después que la persona empieza a buscar su relación


con el Poder Ultimo, lo infinito, y a rehacer sus vínculos
con los que lo rodean para apoyarse en el Poder Ultimo,
abre para sí el horizonte de la posibilidad sin límites, de la
libertad real. Este es el mensaje de Kierkegaard, la culmi-
nación de toda su argumentación sobre los callejones sin
salida del carácter, el ideal de la salud, la escuela de la
angustia, la naturaleza de la posibilidad y la libertad reales.
(Becker)3

Becker señala cómo una psicología, que desconoce esta


dimensión de la realidad, estimula la “mentira caracterológica” —
el falso sentido de seguridad y protección en el ego— y lleva así
a la trampa, al aislamiento y al sufrimiento. Es aquí, nos advierte,
que la psicología moderna está cometiendo su más serio, quizás
fatal, error:

La psicología reduce la causa de la infelicidad a la per-


sona misma, y éste es su problema. Pero sabemos que la
causa universal y general de la maldad personal, del senti-
miento de culpa y de inferioridad es el mundo natural y la
relación del individuo con éste, como un animal simbólico
que debe encontrar en él un lugar seguro. Ni todo el análi-
sis del mundo permite al individuo descubrir quién es él y
por qué se encuentra aquí en la tierra, por qué debe morir
y qué puede hacer para triunfar en la vida. Cuando la psi-
cología pretende hacer esto, cuando se ofrece como una
explicación completa de la infelicidad humana, se vuelve un
engaño que convierte la situación del hombre moderno en
un callejón sin salida del que no puede escapar…
Si no se comprende esto, se corre el riesgo de que el
neurótico empeore, al privarlo de la visión más amplia del
mundo que él necesita. Rank señaló:

2 Ibíd., págs. 88/9.


3 Ibid., pág. 90.
- 48 - SAMUEL H. SANDWEISS

…finalmente, el psicoanalista comprensivo hizo que el


neurótico consciente no pudiera librarse del conocimiento
de sí mismo del que quería escapar. Por lo general, el psi-
coanálisis fracasó terapéuticamente porque agravó la psico-
logización del individuo, en vez de curarlo de su introspec-
ción. (Rank)4

Ken Wilber es un destacado exponente de la escuela de psi-


cología transpersonal, que crece velozmente, la cual enfoca a la
naturaleza superior trascendental del hombre más allá del sentido
del yo personal o dualidad. Arroja luz sobre la naturaleza del
miedo mortal, del modo en que lo tratan las diferentes escuelas
de psicología, incluyendo a los existencialistas, y los medios
mediante los cuales es trascendido. Escribe:

Los existencialistas señalaron que donde hay un yo


separado, hay angst, sufrimiento, el terror de ser, y el
terror a la muerte. “La archiangustia básica, esencial”,
escribió Boss (1973), “es innata a todas las formas aisladas,
individuales de la existencia humana”. En la angustia bási-
ca, la existencia humana siente miedo y también está
angustiada por su “ser-en-el-mundo”. Aquél no es un terror
neurótico, sino un terror dado, y la percepción de ese
terror no es enfermedad sino verdad. La superación de esa
angst inherente sólo se logra negando o reprimiendo la
naturaleza real y precaria de la existencia misma. La angus-
tia no es neurótica, sí lo es el contento. El yo feliz es el yo
enfermo, el yo que “se tranquiliza a sí mismo con lo trivial”,
como lo expresa Kierkegaard; o el individuo no auténtico,
quien según Heidegger, es precisamente el que no es cons-
ciente de la solitaria e inesperada muerte.
Incluso Freud llegaría pronto a comprender esto, ya
que finalmente expresaría: “Es la angustia la que causa la
represión y no como yo había pensado, que la represión
causaba la angustia”. En otras palabras, angst es el estado
de ánimo primario del yo separado, y luego el yo indepen-
diente incita a la represión en respuesta al angst para pro-

4 Ibíd., pág. 193.


EL ESPIRITU Y LA MENTE - 49 -

tegerse del terror de la muerte, de no-ser, de la nulidad. “La


conciencia de la muerte es la represión fundamental, no la
sexualidad”, como lo expresó Becker (1973). Así, la neu-
rosis primaria no es causada por un resguardarse en mule-
tas mentales, sino, en primer lugar, por la incapacidad de
invertir suficientes muletas. Como lo expresó Rank, la neu-
rosis “es, en el fondo, sólo incapacidad para la ilusión”,
incapacidad para fingir que no existe la muerte, incapaci-
dad para ocultar la calavera que, como dijo James, pronto
reinará en el banquete.
Entonces, los existencialistas, como el epítome de la
teoría personalista, habían percibido precisamente la natu-
raleza de la propia existencia separada. Habían diagnosti-
cado perfectamente a la humanidad y el diagnóstico fue
angst. Pero viendo que la angustia llegaba primero y des-
pués la represión, ya no podían pensar en angst como
meramente neurótica o anormal. Era más bien primaria;
ante todo era algo inherente al sentido del yo separado y
no algo causado por mal entrenamiento de esfínteres, o
algo del cual el yo separado pudiera escapar, si sólo mami-
ta o papito lo permitieran. Era existencial y no meramente
circunstancial. Del mismo modo, la neurosis (o neurosis ori-
ginal) no era causada por la represión sino por la incapaci-
dad para reprimir; no era que “a mayor represión, mayor
neurosis y desdicha” sino más bien “a menor represión
mayor desdicha”, simplemente porque menos represión
significaba que la persona se estaba aproximando más a la
verdadera naturaleza de la realidad y la existencia, y esa
naturaleza es angst, la acidez de la vida, el yo desdichado,
el yo que es inherentemente impermanente, insustancial,
doloroso (anicca, anatta, dukkha).
En la actualidad, las tradiciones místicas o transperso-
nales concuerdan con este diagnóstico: el yo separado, el
sujeto separado de los objetos, está sin duda enfrentado
necesariamente con dukkha o la acidez de angst. “Donde-
quiera que exista el otro, existe el miedo”, dicen las
Upanishads (ver Hume, 1974). “El infierno son los otros”,
dijo Sartre. Pero las tradiciones transpersonales sostenían
que existe un camino fuera del sufrimiento, del pecado y de
- 50 - SAMUEL H. SANDWEISS

la enfermedad llamada yo. Es verdad, sostenían que don-


dequiera exista otro, existe el miedo, y dondequiera exista
el yo, hay angst, pero uno puede trascender el angst y el
temor, trascendiendo al yo y el otro. Nada que pueda hacer
el yo pondrá fin al angst, porque el yo es angst; más bien
uno trasciende el angst muriendo para el yo, ambos se ele-
van y caen juntos.
Por lo tanto, se decía que la realidad última era “no-dual”,
lo que podría pensarse como más allá de la dicotomía sujeto
y objeto o una unión de sujeto y objeto. El punto es que el
descubrimiento de esta unidad última o Identidad Suprema
significó una liberación del destino de ser un yo separado. Al
saber que el yo y el otro son uno, el individuo se libera del
miedo a vivir; al saber que el ser y el no-ser son uno, el indi-
viduo se libera del temor a la muerte. En este momento —
pero no antes— el individuo ya no necesita reprimir la muer-
te; porque “la muerte ha perdido su aguijón”. Al descubrir el
Todo, estamos liberados del destino de ser una parte.
De este modo, las tradiciones transpersonales no sólo
comprendieron la diagnosis de la humanidad —angst,
amargura, terror a la muerte— sino que fueron más allá
que los existencialistas y descubrieron la prognosis de la
humanidad, la cura por la enfermedad misma. Ahora bien,
en sánscrito, la palabra prognosis es prajna (prajna = pro-
gno/sis) y es prajna o percepción trascendente, la que,
según se dice, hace trizas las cadenas del mundo sensorial
(samsara), del dolor (dukkha), del sufrimiento y de angst.
Y es prajna —prognosis, percepción gnóstica, jñana— la
que está activada y comprometida con todas las verdaderas
formas de meditación y contemplación. Los transpersona-
listas, entonces, fueron más allá, aunque incluyéndolos, que
los existencialistas.5
Becker, además, menciona la meditación y la contemplación,
mientras Kierkegaard identifica la fe como el ingrediente crucial
necesario para la libertad:

5 Ken Wilber: “Odyssey: Personal Inquiry into Humanistic and Transpersonal


Psychology, Journal of Humanistic Psychology”, Vol. 22, Nº 1 (Invierno,
1982), págs. 62/63.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 51 -

Uno pasa a través de todo esto para llegar a la fe, fe


de que nuestra condición de criaturas tiene algún sentido
para un Creador; de que a pesar de nuestra auténtica insig-
nificancia, de nuestra debilidad, de la muerte, nuestra exis-
tencia tiene significado en algún sentido fundamental, por-
que ella existe en un plano infinito y eterno de cosas, sur-
gido y vinculado a cierto tipo de plan de alguna fuerza cre-
adora.
Sin el salto a la fe, el nuevo desamparo al quitarnos la
propia armadura del carácter nos mantiene en el terror
más completo… La persona verdaderamente abierta, aqué-
lla que se ha despojado de la armadura del carácter y de la
mentira vital de su acondicionamiento cultural, se encuen-
tra más allá de la ayuda de toda “ciencia”, de cualquier
norma de salud social; se encuentra absolutamente sola y
tiembla en la orilla del olvido que es al mismo tiempo la ori-
lla de lo infinito. De darle el nuevo apoyo que necesita, el
“valor a renunciar al miedo sin sentir ningún miedo… sólo
la fe es capaz”, afirma Kierkegaard… “no es que la fe ani-
quile al miedo, sino que permaneciendo siempre joven,
está desarrollándose continuamente a sí misma a partir de
la angustia mortal del miedo”.6

AMOR TRASCENDENTE

En mi experiencia con Sai Baba he encontrado el amor, un


amor extraordinariamente inegoísta, poco entendido por las cien-
cias de la conducta como la cura primordial que transforma la
conciencia y disipa el miedo mortal. Sai Baba enseña que el amor
es mucho más que una idea poética o una experiencia psicológi-
ca. Es, en realidad, la verdadera naturaleza de la energía creado-
ra, crea y sustenta todo el universo en equilibrio. El amor subya-
ce en la fuerza cósmica de atracción entre electrones y protones,
como también en la fuerza gravitacional que gobierna las mareas
oceánicas y el curso celestial de las estrellas. Es la fuerza, el poder,
el proceso, el medio que nos permite llegar más allá de nuestras
más lejanas fronteras para fundirnos y volvernos uno con los
6 Becker, ob. cit., págs. 90/91.
- 52 - SAMUEL H. SANDWEISS

demás. En su forma incondicional más pura creó todo “esto”. El


sufrimiento es el desafío existencial, el amor es la respuesta.

La palabra amor es una palabra muy mal empleada.


A cualquier respuesta positiva o atracción se le llama
amor; cualquier sentimiento de apego, por trivial o tran-
sitorio que sea, se caracteriza como amor. Debemos cier-
tamente acuñar nuevas palabras o establecer términos
específicos para indicar diferentes formas de amor. El
apego de los padres a sus hijos o de los hijos a sus padres
es llamado afecto. La respuesta a la atracción se descri-
be mejor como fantasía, fascinación o ilusión. El senti-
miento de lealtad o camaradería evoca cariño. El placer
que se obtiene a través del sentido de posesión, espe-
cialmente de objetos materiales se puede conocer como
satisfacción. El anhelo de alcanzar la sublimidad inhe-
rente a la verdad, es el único que merece ser llamado
con la sagrada palabra amor. Porque el amor es lo más
dulce, lo más encantador, la más satisfactoria posesión
del hombre. Es lo suficientemente fuerte y firme como
para vencer todos los obstáculos, enfrentar con ecuani-
midad todos los cambios de fortuna y vencer todos los
intentos de postergación o desviación.7

El amor es nutrido y cultivado mediante el dar, dice Sai Baba.


La verdadera educación, la práctica espiritual y las buenas expe-
riencias enternecen el corazón para que, de ese modo, surja el
impulso natural de servir a otros. Este precioso impulso de dar es
una característica divina, el impulso primario de Dios, concedido
al hombre, como una chispa que debe ser cultivada en el res-
plandeciente fuego del servicio desinteresado desprovisto de todo
deseo de recompensa, dedicado a la humanidad. Sai Baba ense-
ña que de este modo el amor se expande, “hasta las más remo-
tas regiones del universo”8 para hacerse uno con el amor cós-
mico, culminando en la trascendencia de la separatividad y la rea-
lización de la Conciencia Universal.
7 Mensajes de Sathya Sai, Vol. IX, Ed. Errepar, Bs. As., Argentina.
8 Ver el discurso de Sathya Sai Baba, en el Capítulo 27, pág. 281.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 53 -

La mente crea primero profundos sufrimientos y luego es


humillada por ellos, y crea también la árida visión de nuestra sole-
dad. Buscando trascender la mente nos vemos impulsados a
implorar clemencia desde nuestros corazones, ya que no percibi-
mos salida alguna para el dilema existencial, sino por la especial
gracia de Dimos, el don de amor que engendra amor. El amor
tranquiliza, el amor cura, el amor trasciende todos los límites y
separaciones, envolviendo todo en la unidad.
Dije anteriormente que si Dios no hubiera creado a maya, no
existiría ningún drama. Pero, entonces, ¿cuál es el propósito del
drama? Sai Baba ha dicho que toda la creación es por y para un
propósito: la expresión del amor. Un modo de comprender esto
es con la alegoría tradicional de que antes de la dualidad Dios
estaba solo, necesitando un objeto para expresar Su amor.
Tendrían que haber tanto un dador como un receptor y, por eso,
El creó la ilusión del otro. Toda la creación está cimentada sobre
la fuerza de esta ilusión y trascenderla implica un acto de gracia,
un infundir tanto amor divino como para despertar nuestro más
profundo amor y gratitud. El amor se funde en el amor; se des-
vanece la separatividad: Dios —amor puro, infinito, incondicio-
nal— es realizado.

Véanse ustedes en Mí…


porque Yo me veo en todos ustedes…
Ustedes son Mi vida, Mi aliento, Mi alma…
Ustedes son todas Mis formas.
Cuando los amo, Me amo a Mí mismo…
Cuando ustedes se aman, Me aman a Mí…
Yo me separé de Mí mismo para poder ser Yo mismo…
Yo me separé de Mí mismo y me convertí
en todo esto
para poder ser Yo mismo.
Yo quería ser Yo mismo… esto es
anandaswarup9 —premaswarup10…
esto es lo que soy,
9 Ananda es bienaventuranza; swarup significa encarnación de… Anan-
daswarup es encarnación de la bienaventuranza.
10 Prema es amor divino inegoísta. Premaswarup es encarnación del amor divi-
no inegoísta.
- 54 - SAMUEL H. SANDWEISS

y Yo quería ser eso…


Cómo puedo ser anandaswarup y premaswarup…
y obtener ananda… y brindar ananda…
y obtener prema… y otorgar prema…
Y a quién tengo que dar ananda
Y a quién tengo que dar prema…
por eso hice esto…
Me separé de Mí mismo y Me convertí en todo esto.

(Sathya Sai Baba)

¿Puede toda la existencia ser una gran obra en la que la con-


ciencia se esfuerza en dominar —por, para y a través del amor—
una ilusión de dualidad autoimpuesta? ¿Somos capaces de reali-
zar una identidad superhumana, un poder y una gloria más allá de
todo lo imaginable? Nadie ha logrado probar mediante el proce-
so mental de la razón que el espíritu es la realidad básica y fun-
damental sobre la que descansa toda la creación. La “prueba” se
realiza en otra dimensión de conciencia donde predominan la fe
y la devoción y llevan a la experiencia directa. Pero, iniciemos
nuestro viaje con tanto entendimiento e inteligencia como sea
posible. Y, para examinar los siguientes conceptos, los fenóme-
nos y la extraordinaria personalidad de Sathya Sai Baba, serán
necesarios tanto una gran apertura como también mucho valor.
El Avatar

CAPITULO CINCO

A lrededor de treinta millones de personas en todo el


mundo consideran a Sathya Sai Baba como un Avatar pleno1: en
términos occidentales, un maestro espiritual de la estatura de
Krishna, Buda o Jesucristo. Sus afamados poderes milagrosos,
muy bien documentados por miles de testigos dignos de credibili-
dad, y su forma de vida, similar a la de Cristo, han atraído la aten-
ción y la adhesión de gran número de científicos y educadores del
mundo entero. Muchos de ellos creen que él es la prueba vivien-
te más evidente de que nuestro potencial humano es ilimitado y
que nuestra identidad humana esencial es espíritu puro, no limi-
tado por el tiempo, el espacio o el cuerpo material. Su mensaje
pone en tela de juicio muchas de las creencias fundamentales
ampliamente sostenidas entre los científicos de la conducta.
El significado de Avatar debe ser enfatizado desde el comien-
zo, porque, para muchos occidentales, el sentido pleno de la pala-
bra resulta difícil de ser captado con cierto grado de credulidad.
Sería un gran error considerar a tal ser simplemente como un
maestro espiritual carismático, un gurú o aun un santo. El Avatar
tampoco es solamente un fenómeno cultural de especial signifi-
cancia únicamente para la India o el Oriente. Después de todo, la
influencia de Jesucristo y Buda ha sido global. La aparición de un
Avatar es un acontecimiento extraordinariamente raro y grandio-
so en la historia de la humanidad; su influjo es universal.

1 Ver la definición de Avatar en la nota 4 de la página 9.


- 56 - SAMUEL H. SANDWEISS

Representa la máxima expresión del potencial del hombre: con-


ciencia sin límites, amor sin fronteras. El es todo poder, todo
amor, capaz de realizar todo lo imaginable, un ser que forja la his-
toria y cuyas actividades benefician a toda la humanidad. Habla
todos los idiomas del mundo; es la fuente de todo conocimiento,
conoce el pasado, el presente y el futuro y está en todas partes,
en todo momento. La vida del Avatar es un signo claro de que la
voluntad, la conciencia y el amor son la fuente de toda la crea-
ción, que el espíritu trasciende la materia. El es la prueba de nues-
tra divina naturaleza interna.
W. H. Mackintosh, un experimentado escritor inglés, descri-
bió la significación del Avatar en un análisis que realizó de mi
libro Sai Baba y el Psiquiatra:

Encontré que es un libro muy inquietante. Cier-


tamente, uno no puede menos que sentirse perturbado al
saber que en este tiempo y edad Dios ha asumido forma
humana. El autor declara que Sri Sathya Sai Baba es un
Avatar, lo que para el hinduismo significa el descenso a la
tierra de un ser divino.
Esta encarnación de la deidad en forma humana es un
raro acontecimiento que ocurre sólo cuando la condición
humana se ha deteriorado a tal punto, que no hay nada
más que la pueda llevar a la redención. No se puede negar
que la situación actual de la humanidad parece exigir la
aparición de un Avatar.
El Dr. Sandweiss, psiquiatra norteamericano, es un
hombre muy de su época. Está entrenado para juzgar el
método científico como el camino más firmemente confia-
ble para alcanzar la verdad y está imbuido de los principios
de la psicología moderna que pone mucho énfasis en la
necesidad de evitar la represión.
Sandweiss, no parece ser gran defensor de la discipli-
na espiritual que rechaza las más preciadas creencias del
materialismo contemporáneo. No obstante, en varias opor-
tunidades ha realizado peregrinaciones a Bangalore para
sentarse a los pies de Sai Baba y participar de la supuesta
sabiduría infinita de este hombre santo. Encontró en Sai
Baba un ser cuya naturaleza y poder eran totalmente
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 57 -

incomprensibles para él. Este no era un gurú común ni un


swami que busca notoriedad, sino un Maestro sobre quien
se contaban historias extrañamente reminiscentes de
Jesús, Buda y Krishna.
¿Es Sai Baba un Avatar? ¿Será una encarnación de
Dios? Esta es una pregunta importante que demanda una
respuesta meditada. Si acaso fuera una encarnación de
Dios, es sin lugar a dudas el ser más sublime en el mundo,
el más grande ser que pudiera posiblemente existir.
Al igual que muchos otros que nacieron y se educaron
en un ambiente humanístico, encuentro la idea escasa-
mente creíble. Me siento aturdido y perplejo por todo lo
que esto implica. He vivido lo suficiente para haber apren-
dido unas pocas lecciones, no muchas quizás, pero sufi-
cientes en número y magnitud como para convencerme de
las limitaciones de mi entendimiento. Conozco demasiado
poco como para afirmar o negar la posibilidad de un mila-
gro, y la encarnación de Dios, sin duda, sería un milagro.
No tenemos derecho a afirmar que la inteligencia infinita
no pueda asumir una encarnación finita de sí misma, pues-
to que si los atributos de la divinidad son omnipotencia,
omnipresencia y omnisciencia, el asumir Dios forma huma-
na, es un simple ejercicio de su poder.
Sin embargo, por mucho que mi escéptico, aunque
limitado intelecto pueda querer rechazar la noción de lo
que es un Avatar, mi percepción más profunda de la reali-
dad proporcionada por la imaginación y la intuición, no me
permite negar que Sai Baba pueda de verdad ser una
encarnación de Dios. Son muchos los que dan testimonio
del extraordinario efecto que sobre ellos tiene la presencia
de Sai Baba. No es sólo la sutil influencia del hombre
embriagado de Dios, sino una emanación mucho más
poderosa y directa y un efluvio de indescriptible bienaven-
turanza que transforma las conciencias de quienes están
presentes.
Puesto que yo no estuve nunca en presencia de Sai
Baba, no puedo juzgar los efectos a los que me he referi-
do. Pero como este libro incluye numerosas citas y extrac-
tos de sus enseñanzas, puedo opinar sobre su contenido y
- 58 - SAMUEL H. SANDWEISS

calidad. El estilo en el que fueron escritas es claro y conci-


so. A medida que las iba leyendo, era consciente de un
impacto directo que parecía penetrar en las profundidades
de mi mente. El énfasis está siempre puesto en Dios y en
su amor inagotable.2

El concepto de Avatar parecerá sin duda increíble, extraño,


quizás primitivo y hasta irreconciliable con el intelecto de muchos
científicos de la conducta. Algunos podrán considerarlo no preci-
samente como un ejemplo de pensamiento reflexivo sino mágico.
Súmese a esto la resistencia que percibo que sienten muchos
hacia la espiritualidad3 en general, en un momento en que somos
seducidos por un gran número de figuras espirituales carismáticas,
tanto de Oriente como de Occidente, que pretenden tener canti-
dad de seguidores y poseer poderes extraordinarios y, sin embar-
go, probaron al mismo tiempo tener pies de barro o algo peor; y
es fácil entender por qué el intelectual sofisticado sería tan escép-
tico de otra pretensión.
No obstante, pido al lector que deje de lado, por ahora, toda
tendencia mental crítica, acaso prejuiciosa, para investigar seria-
mente la posibilidad de la existencia de un Avatar y considerar el
impulso que produciría un ser tal, no sólo en las ciencias del com-
portamiento sino en nuestros propios modos de vida. Para
muchos, abrirse a este material no va a resultar fácil. Hasta hace
poco, los científicos de la conducta prácticamente han ignorado los
descubrimientos profundamente relevantes de santos y sabios: cien-
2 W. H. Mackintosh, nueve veces presidente de la Asociación Espiritualista de
Gran Bretaña, ha escrito artículos y reseñas para numerosas publicaciones. Es
autor de The Essence of Spiritualism y The Unwilling Healer.
El artículo de Mackintosh apareció en el número de Psychic News del 31 de
diciembre de 1977, un periódico de Londres con orientación espiritual.
3 La espiritualidad está definida aquí como aquella dimensión de conciencia
experimentada personalmente o intuida; relacionada con nuestra existencia,
más allá del tiempo y del cuerpo físico, en la cual comprendemos que nuestra
relación más profunda y significativa es con y mediante lo divino, o sea, Dios.
4 Mircea Eliade: Yoga, Immortality and Freedom (Princeton University Press,
1958). T.M.P. Mahadavan, Ramana Maharshi, The Sage of Arunacala
(London: George Allen y Unwin, 1977).
Swami Nikhilananda, The Gospel of Sri Ramakrishna (New York: Rama-
krishna —Vivekananda Center, 1969).
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 59 -

tíficos de la conciencia en el mundo espiritual.4 Pero, arriesgarse a


la apertura puede traer consigo una considerable recompensa.
Este es el desafío de Baba a la capacidad de apertura y cam-
bio de las ciencias de la conducta. Porque si se llega a saber que
es posible que un Avatar exista, que el verdadero potencial
humano abarca nada menos que a la divinidad, será entonces
obvio que los libros que definen nuestra identidad y condición
humanas, tendrán que ser completamente rehechos. En tanto
esto puede representar una excitante posibilidad para los verda-
deros buscadores, puede también ser precisamente causa de resis-
tencia en quienes temen perder la sensación de seguridad cuando
viejos conceptos se derrumban.
Al regresar de mi primer viaje a la India, en junio de 1972,
me pareció que lo primero que debía hacerse era enfrentar esta
resistencia profesional. ¿Pueden imaginarse qué ingenuidad la
mía? Regresaba de aquella visita sabiendo que había experimen-
tado algo profundamente importante acerca de la dinámica de la
conciencia del hombre y sintiendo que todo el mundo estaría
sumamente interesado al respecto. Aquí estaba la evidencia de
que la conciencia y no la materia constituía el fundamento de toda
la creación. Aquí estaba la percepción profunda de cómo la con-
ciencia se expandía, cómo estaba interrelacionada con el amor y
la moralidad… cómo las actitudes y prácticas espirituales como la
meditación, la plegaria, el desapego, el renunciamiento, la devo-
ción y la fe estaban referidas al desarrollo del carácter y cómo las
mismas profundizaban la empatía, la intuición y la creatividad y
podían, por lo tanto, influir en el proceso terapéutico. Y aquí esta-
ba la oportunidad de expandir nuestra conciencia, de considerar
la posibilidad de que vidas anteriores estuvieran influyendo en
nuestra vida presente, o sea, la continuación de la conciencia des-
pués de la muerte.
Y luego, está el problema de Dios: ¿Se lo debe tomar seria-
mente después de todo? ¿Podrá existir un amor y una Conciencia
Universal que crearon el cosmos? Y, ¿somos capaces de realizar
nuestra conexión con esta dimensión superior?

La psicología es principalmente la ciencia de la con-


ciencia… Los psicólogos están volviendo ahora a las cues-
tiones esenciales de nuestra disciplina: ¿Cómo trabaja la
- 60 - SAMUEL H. SANDWEISS

mente? ¿Cuáles son las mayores dimensiones de la con-


ciencia humana? ¿Es la conciencia individual o cósmica?
¿Qué medios existen para expandir la conciencia humana?
Estas preguntas aún no han tenido amplio tratamiento den-
tro de la ciencia académica, habiendo sido descartada toda
investigación durante los últimos sesenta años, por el
modelo dominante.
Sin embargo, existe una evolución científica y cultural,
acaso una revolución en proceso. Los académicos, siendo
miembros de su cultura, reflejan el interés general por los
“Estados Alterados” de conciencia, meditación, estados de
intoxicación por drogas y por las nuevas y antiguas religio-
nes… Existe por lo tanto, una persistente necesidad de res-
tablecer los fundamentos de la psicología y de relacionar las
investigaciones corrientes con las de otros estudiosos de la
conciencia tales como William James y Carl Jung y con las
psicologías “esotéricas” de otras culturas tales como el
sufismo, el yoga y el budismo.5

A poco de regresar a casa, ofrecí una fiesta. Quería relatar a


todos mi asombrosa aventura en la India y eso fue mi ruina.
Fueron invitados trescientos cincuenta amigos y colegas, entre los
que se encontraban oradores persuasivos, médicos, abogados, un
profesor de yoga conocido internacionalmente y prosaicos hom-
bres de negocios. Fue exhibida una película extraordinariamente
emocionante. La reunión fue bien organizada, la comida estuvo
buena, pero algo fracasó. Perdí mi credibilidad y la mayoría de
mis amigos. Fueron consultados psiquiatras residentes a quienes
yo les enseñaba en la Escuela de Medicina, para saber si me había
enloquecido. Fue entonces que empecé a darme cuenta de lo deli-
cado del problema. Lo hubiera reconocido antes, de haber recor-
dado mis propios altibajos, mis propias búsquedas espirituales y
mis resistencias en la India.
En realidad, considerando la situación desde otro punto de
vista, podía ver su lado humorístico. Yo partí a la India como un
exitoso y moderno psiquiatra en pos de una aventura; regresé casi

5 Robert D. Ornstein, Ed., The Nature of Human Consciousness: A Book of


Readings (San Francisco: W. H. Freeman, 1973), pág. XI.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 61 -

en harapos y cubierto de cenizas. Había trabajado en el servicio


de abortos en dos hospitales sumamente respetables y a mi regre-
so renuncié a ellos, en razón de la incompatibilidad del aborto con
mis nuevas creencias espirituales. Era consciente de que me
encontraba en una posición delicada y cómica como en la pelícu-
la “Oh, Dios”. Aquí estaba yo tratando de mantener mi actitud
profesional mientras sospechaba que, eventualmente, terminaría
declarando frente a mis colegas algo así como: “Ayer Dios me
envió un mensaje entre las hojas de un repollo diciendo que El
existe, que quiere que todos sepamos que nos ama y que valore-
mos Su creación”.
Aun así traté obstinadamente de establecer comunicación den-
tro de mi profesión. Propuse ponencias sobre Sai Baba ante las
asambleas anuales de la Asociación de Psiquiatras norteamerica-
nos en 1973, 1974 y 1980 y las tres veces fui rechazado. Los
colegas de mi comunidad se mostraban totalmente desinteresados.
Para mí, esto representaba una resistencia comprensible pero
profesionalmente insostenible respecto de un material de enorme
importancia. Decidí considerar este problema detalladamente, y
arreglé una entrevista con un respetable psicoanalista de San
Diego, a quien yo consideraba representante de la principal
corriente del pensamiento psiquiátrico. Era un hombre sensible,
brillante, experimentado como maestro y administrador, con un
amplio margen de intereses que incluían la psiquiatría psicoso-
mática y hospitalaria. Yo esperaba así definir y examinar las resis-
tencias que él podría sostener en relación a este material.
Después de la entrevista, pidió permanecer en el anonimato.
Resistencia
de la Psiquiatría.
Una Entrevista

CAPITULO SEIS

S andweiss: Los psiquiatras han aprendido mucho acerca del


desarrollo normal de la personalidad y de enfoques de tratamientos
eficaces, estudiando a personas severamente perturbadas. ¿Cree
usted que podríamos obtener una comprensión aun más profunda de
la condición humana, estudiando a gente muy evolucionada, personas
que muestran conocimientos elevados o niveles superiores de con-
ciencia? Por ejemplo, ¿cree usted que la investigación en los más altos
niveles de conciencia mediante estudios profundos de las vidas de san-
tos y místicos, podría ser relevante para la psiquiatría moderna?
Dr. A.: Relevante para mí como persona, sí; como psiquia-
tra, no. Supongo que el fenómeno de los niveles superiores de
conciencia es un fenómeno humano importante, pero como psi-
quiatra no creo que se relacione con mi práctica clínica. Tampoco
lo hacen muchas otras cosas, por supuesto. Puedo pensar en
otras cosas que no entiendo, pero que como persona me intere-
san, desde la percepción extrasensorial, por un lado, hasta la
especulación astronómica, por otro, y que no tienen nada que ver
con la psiquiatría. Sólo las acepto como cosas que no puedo
entender, aunque me interesen como persona.
- 64 - SAMUEL H. SANDWEISS

S.: ¿Tiene la religión algo que ver con la psiquiatría?


Dr. A.: Tiene mucho que ver conmigo como persona pero
nada que ver conmigo como psiquiatra, supongo, o muy poco.
S.: ¿Cuál cree que sea la razón?
Dr. A.: Considero a la psiquiatría como una especialidad clí-
nica que trata de ayudar a gente con comportamiento perturbado
a funcionar mejor, y a otras que no están tan perturbadas a apren-
der algo sobre sí mismas. Cuando se alcanza el así denominado
nivel normal, uno termina con la psiquiatría. La psiquiatría lleva a
la persona, desde menos cero a cero. Para ir de cero a más habrá
que usar otro método.
S.: De modo que usted ve separación entre los campos de la
psiquiatría y de la religión, ¿no hay una interrelación?
Dr. A.: Sí.
S.: ¿Cree usted que ésta es una creencia comúnmente soste-
nida por la psiquiatría?
Dr. A.: No lo sé.
S.: ¿Es algo sobre lo que usted ha meditado mucho?
Dr. A.: No mucho. He especulado sobre ello como ser
humano y al interrogarme sobre el mundo, pero no en un senti-
do clínico, no en el sentido de tratar de relacionar mi conoci-
miento psiquiátrico con la religión.
S.: ¿Por qué piensa que usted, y quizás muchos psiquiatras,
no consideran de qué forma se relaciona la psiquiatría con la espi-
ritualidad?
Dr. A.: Supongo que todo el mundo lo intenta de algún
modo, pero lo encuentra poco provechoso. Sé que lo hice. Otra
gente puede encontrar algún beneficio en investigar una relación
así y por lo mismo la continúa; yo simplemente no pude hacer
nada al respecto. Produjo demasiado cambio en mi estilo de pen-
sar. Así que mantuve los dos campos separados.
S.: Usted dijo que, en un momento, había tratado cierta-
mente de relacionarlos. Exactamente, ¿cómo lo intentó?
Dr. A.: Bien. He reaccionado ante los fanáticos religiosos
ingenuos que dicen cosas como: “Si esta persona sólo tuviera fe,
no sufriría enfermedad mental alguna”. No creo que eso sea ver-
dad. La gente religiosa sufre tanto de enfermedades mentales
como cualquiera otra. Parece que la fe no es ni causativa ni cura-
tiva. Yo asumo que no hay tal relación.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 65 -

S.: Este estado interno llamado “fe”, no ha sido claramente


definido por la psiquiatría, de modo que ¿cómo sabemos de qué
estamos hablando?
Dr. A.: Siento que la fe tiene que ver con la propia explora-
ción personal interna de uno, pero no creo que tenga que ver con
la psiquiatría clínica como yo la aplico. No parece tener relación
con mi práctica clínica.
S.: La fe supone un sentido de esperanza, un sentimiento de
optimismo respecto al futuro. Parecería ser parte esencial de un
tratamiento exitoso.
Dr. A.: Estamos confundiendo la palabra “fe”. Usted la está
empleando como cierto optimismo en relación al proceso del tra-
tamiento. Pero yo veo la fe religiosa no siendo siempre optimista
o positiva. Puede ser espantosa o puede ser muy restrictiva en el
sentido que se manifiesta en el Antiguo Testamento. Implica la
aceptación de lo irracional como parte importante de la vida y
existe un peligro en la actitud de creer “porque tengo fe” y no
“porque tiene sentido”.
S.: Estoy de acuerdo en que algunas personas pueden adop-
tar esta actitud para no asumir la responsabilidad de tomar sus
propias decisiones. Pero, desde luego, eso no quiere decir que la
actitud de fe nunca debe ser confiable, que es una reacción pri-
mitiva que siempre es inapropiada en cualquiera y en todas las
situaciones. Porque existen muchos pensadores sofisticados —
filósofos y científicos— que llegan a la conclusión de que la mente
no puede captar totalmente el mundo en su integridad y sienten,
al igual que los que están orientados espiritualmente, que nuestras
percepciones más profundas acerca del significado de nuestra
existencia son comprendidas intuitivamente y a través de la expe-
riencia del amor, no por medio del intelecto. Creo que es aquí
donde muchos científicos y gente orientada tecnológicamente
sienten resistencia hacia la espiritualidad, cuando la mente inte-
lectual como autoridad suprema es desafiada.
Me gustaría cambiar la dirección porque nos estamos volvien-
do muy cerebrales. ¿Qué supone usted que ocurriría si se encon-
trara con alguien que estuviera claramente en un nivel de concien-
cia superior, que tuviera el poder de materializar objetos y curar a
la gente, que demostrara ilimitada capacidad de clarividencia y
amor piadoso y que estuviera en permanente estado de bienaven-
- 66 - SAMUEL H. SANDWEISS

turanza? ¿Cómo se sentiría si esta persona le dijera que la espiri-


tualidad y la psiquiatría están íntimamente relacionadas y que la
visión de la realidad, desde el punto de vista de la espiritualidad, es
mucho más profunda y abarcante que el de la psiquiatría?
Dr. A.: No sé cómo responder porque nunca me encontré
con una persona así. Usted me está hablando de algo que no he
experimentado, no reacciono ante ello, no sé lo que significa.
Quizás no sea capaz de responder a nadie de este modo. Yo pre-
sumo que usted ha tenido experiencia con una persona así. Sin
embargo, no puedo entenderlo. No puedo compartir o imaginar
sus sentimientos, lo cual me ha sucedido ocasionalmente. Hay
pacientes que me han hablado de una experiencia mística y con-
forme la describían, yo también la sentía, en cierta medida. Pero
no fue expuesta en términos tan elaborados e inverosímiles.
S.: ¿Sería posible considerar, de algún modo, esta situación
hipotética, aceptando que es sumamente improbable? ¿Cuál cree
usted que sería su respuesta si se encontrara con un gran maes-
tro con conocimiento ilimitado e infinitos poderes, que dijera que
la espiritualidad está muy interrelacionada con la psiquiatría?
Dr. A.: Ya estamos en problemas, porque para mí es incon-
cebible que pueda existir ese gran maestro con ilimitado conoci-
miento.
S.: ¿Por qué cree usted que opone tanta resistencia a este
punto? Convenido, esto por cierto está fuera de lo común, pero,
¿por qué no puede usted siquiera suscitar fantasías y pensamien-
tos sobre esa posibilidad?
Dr. A.: Cuando tales personas supuestamente han aparecido
sobre la tierra, sus discípulos no pudieron reconocerlos, y si ellos
no pudieron —gente que vivía y trabajaba con ellos a diario—
¿cómo diablos voy a presumir que yo podría hacerlo?
S.: ¿Han existido personas así sobre la tierra, personas a
quienes otros han reconocido como poseedoras de gran sabiduría
y poder?
Dr. A.: No, no creo que realmente hayan existido tales per-
sonas.
S.: Digamos Jesucristo.
Dr. A.: Los discípulos de Jesús no lo reconocieron por lo que
nosotros lo reconocemos. Judas no pudo verlo en absoluto, y sin
embargo estuvo allí todo el tiempo.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 67 -

S.: ¿Lo reconoció Pedro?


Dr. A.: Hasta cierto punto.
S.: ¿Quiénes cree usted que tuvieron una mejor visión de
Cristo, los discípulos que estuvieron con él a diario o nosotros en
la actualidad?
Dr. A.: Aparentemente nosotros, pero no sé.
S.: ¿No habrán visto los discípulos algo grandioso para seguir
a Cristo, pasara lo que pasara?
Dr. A.: Once hombres lo siguieron contra viento y marea.
Uno ni siquiera sabía lo que estaba sucediendo; lo siguió bastante
y, finalmente, decidió que sería mejor acabar con este sujeto.
Pero la crónica, inadecuada como es, teniendo una antigüedad de
dos milenios, no muestra que ellos realmente reconocieran quién
era. El tuvo que decirles: “Yo soy el camino” y cosas por el esti-
lo. No existe verdadera evidencia de que ellos pudieron compren-
der lo que él les estaba diciendo. Y si lo hicieron, les llevó años y
años entenderlo.
Esta, en realidad no es una idea original; se lee a menudo que
si Jesús apareciera hoy en día, no lo reconoceríamos. Las autori-
dades probablemente lo encerrarían.
S.: Estoy un poquito confundido. Primero dice que no podría
concebir una persona dotada del poder y la sabiduría que los cris-
tianos creen que tuvo Jesucristo, y ahora parece reconocer que
este tipo de grandeza podría existir aun cuando podríamos no
reconocerlo si apareciera hoy.
Dr. A.: Podría extenderme sobre eso. Creo que mi capaci-
dad mental humana es limitada. No podemos evaluar nada, más
allá de nuestro nivel de conciencia.
Nosotros expresamos el universo en función de nosotros mis-
mos. Nos proyectamos en el mundo exterior. Las teorías astro-
nómicas, por ejemplo, pueden no ser más que extensiones de lo
que sentimos y tocamos sobre la tierra y pueden no tener nada
que ver con lo que verdaderamente está ocurriendo en el espacio.
Lo que realmente tenemos es una proyección, probablemente no
mucho mejor que una proyección paranoica de nosotros mismos
sobre lo que observamos.
Sería difícil para mí conceptualizar algo tan lejanamente
remoto de mi propia experiencia como lo es una persona con ili-
mitado conocimiento o puro amor desinteresado. No confiaría en
- 68 - SAMUEL H. SANDWEISS

mi habilidad para evaluar una capacidad que está tan lejos de la


mía. No creo que podría reconocer a una persona así. Ahora
bien, si se pudiera trascender esa limitación… pero, no sé cómo
hacerlo.
S.: Lo que oigo —y corríjame si estoy equivocado— es que
hay un número de conceptos e ideas que usted sostiene a nivel
intelectual y racional que le impiden pensar sobre este tipo de
situación. Usted ha decidido que toda esta temática no puede ser
comprendida por la mente humana, entonces, decide negarse
incluso a considerar posibilidades.
Dr. A.: Creo que he llegado al límite extremo de mi capaci-
dad mental y todo lo que pensara más allá de eso sería como
hacer girar una rueda mentalmente. Hasta cierto punto creo que
los positivistas lógicos, la escuela filosófica vienesa, realmente
suprimieron la metafísica de un plumazo sobre la base de que si
no podemos pensar en ella de una manera lógica, no pensemos
más en ella porque sería una pérdida de esfuerzo humano.
Pensemos en algo que realmente podamos entender con la mente
racional. Este enfoque despierta cierto interés.
S.: Entonces, a su modo de pensar, ¿es pueril considerar la
posibilidad de que exista un hombre-Dios con amor y poder ilimi-
tados?
Dr. A.: Sí, no sabemos si dichas observaciones de un fenó-
meno tan alejado de nuestra experiencia son realmente válidas o
psicóticas.
S.: Esto es muy interesante. Pienso que muchos psiquiatras
sienten lo mismo.
Dr. A.: Es como el interrogante: “¿Qué hay más allá de la
estrella más distante?”.
S.: Recuerdo que en la Universidad, las discusiones respecto
a Dios parecían interminables. Nadie podía probar nada porque no
había ninguna prueba racional de la existencia de Dios. Las discu-
siones parecían sin sentido porque, de todos modos, la gente creía
en lo que quería, en todo aquello que sustentase sus necesidades.
Era como hacer girar una rueda. ¿Es eso lo que está diciendo?
Dr. A.: Sí, ése sería el punto de vista de los positivistas,
según yo lo entiendo. Aunque, sin embargo, creo que se exceden
un poco porque al menos uno puede pasar un buen rato jugando
con estas ideas.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 69 -

S.: Bien, quizás ésta no sea una mala manera de considerar


el misticismo. Pero especular respecto de lo que hay más allá de
la estrella más distante y sostener discusiones abstractas, es muy
diferente de ver lo que en realidad hay más allá de la estrella más
distante. Por ejemplo, consideremos la hipotética situación de
que, repentinamente, tenemos la clara y concreta experiencia de
una luz extremadamente brillante en la habitación, y que de esa
luz se materializara Jesucristo.
Digamos que esto no es justamente un pensamiento o un
argumento abstracto; estamos realmente con el Jesús físico, exac-
tamente aquí y ahora. Y usted y yo lo verificamos e incluso lo fil-
mamos, lo cual lo confirma. Digamos que El le explica que le está
dando una experiencia concreta y trascendental de su amor para
darle a usted una lección, y entonces desaparece. ¿Y qué ocurri-
ría si ambos lo hubiéramos visto y apareciera en la película?
¿Cómo reaccionaría usted? ¿Diría aún, después de una experien-
cia tan concreta, que la mente no puede comprender tales fenó-
menos y que, por lo tanto, sería inapropiado llegar incluso a pen-
sar en ello?
Dr. A.: Mi impresión inicial sería la de estar loco de atar.
Cuánto tiempo me llevaría convencerme, no lo sé. Y el hecho de
que mi colega estuviera también loco, no ayudaría inicialmente,
aun cuando podría ser de alguna garantía más tarde. Creería que
estaba alucinado o al menos engañado por las pruebas consen-
suales. Lo tomaría como psicopatología.
S.: Y ¿qué sucedería si mientras usted estuviera pensando
que se trataba de psicopatía, Jesús volviera nuevamente para
darle otra experiencia?
Dr. A.: Ahora diría que el mundo es parte de mi delirio.
Empezaría a pensar que era una ilusión que Cristo me estuviera
dando otra prueba. Creería que yo estaba enloqueciendo.
S.: ¿Y si no hubiera enloquecido y estuviera todavía normal?
Dr. A.: Si esto me sucediera demasiadas veces, estaría segu-
ro de que estaba loco.
Pero, si ocurriera sólo una vez, podría considerar que no se
trataba de psicopatología, porque no creo que la psicopatología
aparezca como algo aislado en el vacío. Cuanto más a menudo
apareciera, estaría más seguro, supongo, de que se trataba de
psicopatología.
- 70 - SAMUEL H. SANDWEISS

S.: Digamos que usted se dirige al escritorio y, de pronto,


sobre su block de papeles aparece una magnífica imagen de la
visión que acaba de tener, con un mensaje debajo que dice: “Yo
comprendo lo que está pasando en tu mente y las dificultades que
tienes al tratar de resolverlo. Quiero que sepas que esto es real y
no alucinación. Te estoy dando una visión más profunda de la rea-
lidad”.
Dr. A.: Si El realmente quisiera ayudarme, sería mejor que no
hiciera eso. Sería preferible que me dejara luchar con la experien-
cia y no ocuparse demasiado en confirmarla. En otras palabras,
sospecho que mi tolerancia respecto de una idea que está tan sepa-
rada de mi experiencia ordinaria va a ser muy débil; sólo podría
resistir una mínima parte de ella sin asumir que perdí mi capacidad
para separar el proceso primario1 del proceso secundario2.
S.: En este instante estoy percibiendo su resistencia.
Dr. A.: Esto me sucedió a mí una vez. Tuve una breve expe-
riencia religiosa hace unos veinte años atrás. Duró de dos a cua-
tro minutos, supongo. Y mi presunción inicial fue que era psico-
patología. Yo era psiquiatra residente y pensé: “¡Oh, no, final-
mente me ocurrió a mí, me di tantos aires y así es pues!”.
Realmente, transcurrieron algunas semanas antes de que me sin-
tiera más tranquilo. Sucedió que en ese entonces me estaba ana-
lizando y, afortunadamente, mi analista no asumió enseguida que
era psicopatología, así que empecé a aceptarlo como una muy
breve experiencia mística.
S.: ¿Cuál fue la experiencia?
Dr. A.: Le diré… —supongo que es correcto, se lo conté a
mi analista—. Realmente, después de todos estos años, no me
parece un acontecimiento tan maravilloso. Por supuesto que en
aquel momento sí lo fue. Tuvo la característica de una separación,
y la sensación de que yo me transformaba permanentemente y
luego una gran exaltación positiva y el sentimiento de que, en
cierto modo, había podido entrever algo de otro nivel, o como
usted quiera llamarlo. Entonces, después de haber sentenciado
que no me había hecho pedazos, quise repetirlo, pero la repeti-
ción no se produjo. Luego, tuve la sensación de que había sido
permanentemente transformado, lentamente aquietado y en cier-
to modo vuelto a la situación inicial, en un par de meses o algo
así. No fui capaz de repetirlo.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 71 -

S.: ¿Qué sucedió?


Dr. A.: Bien, estaba sentado en la iglesia de Riverside, en
New York, junto a mi esposa, y durante un servicio levanté mi
vista para mirar la cruz, que es muy grande, casi de tamaño natu-
ral. No sé si usted conoce la iglesia de Riverside, es inmensa —
construida por Rockefeller— debe tener cuatro pisos de altura. Es
una enorme réplica de una catedral gótica francesa, un edificio
magnífico. Y tuve la idea de que podía comprender por qué Jesús
tuvo que morir en la cruz para expresar su amor por el hombre,
ya que para mí, esto no tiene sentido en absoluto. Pero, de algún
modo, en ese momento, este fenómeno ilógico —totalmente iló-
gico en lo que a mí concierne— adquirió sentido.
Tenía cierto sentido universalmente importante, y yo mismo
percibí un sentimiento de amor y una especie de cálido resplan-
dor me envolvió. Duró como medio minuto y la inmediata pre-
sunción que tuve fue la de que había enloquecido. Y me sorpren-
dió que pudiera enloquecer, especialmente de un modo religioso;
no había esperado que sucediera de esa forma.
Pero, eso es lo que ocurrió. Y no sucedió de nuevo, sólo una
vez. Sin embargo, acrecentó mi interés en la religión. Desde
entonces supe por pacientes que estas experiencias no son comu-
nes pero que tampoco son raras. Fue una experiencia positiva.
S.: ¿Esto lo volvió a usted más interesado en la religión o
menos?
Dr. A.: Más, mucho más. Siempre me interesó. Yo había
sido esencialmente un cristiano practicante toda mi vida, pero
tuve dificultad con la irracionalidad de la religión y el hecho de que
de algún modo tenía que suprimir mis propias facultades críticas
para poder continuar, porque, como usted sabe, mucho de este
asunto no tiene sentido. Pero en ese momento eso no importó,
yo tenía fe. Supongo que en cierto modo, podría haberla llamado
una experiencia de conversión. Pero no lo fue, porque no cambió
nada de lo que yo pensaba respecto a la religión. Aumentó real-
mente mi interés y mi sensación de que “allí algo hay”, aunque sé
que estamos agobiados por tanta clase de desperdicios y que los
proyectamos a todas partes, de modo que, de hecho, la percep-
ción bien podría estar en un noventa por ciento equivocada. Aún
así percibí que allí había algo.
S.: ¿Quiso repetir la experiencia?
- 72 - SAMUEL H. SANDWEISS

Dr. A.: Sí, pero no se dio. Comprendo ahora que esto pasa
a menudo en el caso de las experiencias místicas. Se hace un gran
esfuerzo para repetirla y la experiencia puede no darse nueva-
mente. Puedo recordar haber leído en la universidad Viaje de la
mente hacia Dios de Saint Bonaventure, que era, según reme-
moro, una especie de receta sobre cómo lograr una experiencia
mística. Incluía el ayuno, permanecer de pie bajo la lluvia y el frío
y toda clase de cosas, como no dormir y debilitarse físicamente.
Parece que él mismo se sometió a algo que viene a ser como una
psicosis tóxica para provocar esta experiencia. Tal vez eso fun-
cionaba para él. Esto ciertamente demostraba cuánto deseaba
repetir la experiencia, para someterse él mismo a estas torturas
con el fin de lograrla nuevamente. Yo no hice eso; sólo esperé.
No sucedió. Y pensando ahora en ello, no estoy seguro —estoy
ambivalente— si deseo que ocurra de nuevo.
S.: ¿Por qué?
Dr. A.: Porque creo que pensaría lo mismo que la primera
vez. Pensaría que probablemente habría perdido el dominio de mí
mismo.
S.: Cuando uno se enfrenta a una experiencia mística pro-
fundamente conmovedora, la respuesta más apropiada debería
ser la devoción. ¿Podría ser que uno teme ser un devoto ya que
ello significaría abandonar su enfoque racional y científico de la
realidad? ¿Siente usted que sentir devoción es peligroso?
Dr. A.: Peligroso, no, incómodo. No sé cómo podría dañar-
me en ese sentido, pero me incomodaría.
S.: Si por sentir devoción usted se abriera a un profundo sen-
timiento de amor, un amor que da gran fortaleza y valor, ¿lo haría
eso sentirse mal? Supongamos que usted sabía que esta expe-
riencia le fue otorgada por amor, como un don de gracia por la
divinidad. Si usted estuviera lleno de bienaventuranza y amor con
reconocimiento, gratitud y devoción hacia Dios, ¿no le agradaría?
Dr. A.: Estoy seguro de que no.
S.: Estoy sorprendido. Porque si esto es así, lo veo resistién-
dose al logro y realización del más alto estado de conciencia des-
cripto por el hombre.
Dr. A.: Sigo volviendo a lo mismo. No confiaría en la expe-
riencia. Punto uno: creo que no es posible para nadie entrar en
un estado prolongado de bienaventuranza; no creo que eso esté
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 73 -

dentro de la capacidad mental de uno. Y punto dos: estaría segu-


ro de haber entrado en algún tipo de psicosis de éxtasis.
S.: Eso es lo que usted piensa, pero ¿puede estar seguro de
que es absolutamente imposible que uno logre un estado de bie-
naventuranza constante: poder ilimitado y amor incondicional?
Dr. A.: Incluso cuando han sido descriptos en las vidas de san-
tos, tal como la de San Francisco de Asís, no puedo recordar nin-
gún caso en el que el estado de bienaventuranza fuera continuo.
S.: Desde mi punto de vista, la cuestión es mucho más que
un ejercicio hipotético, porque yo creo haber visto un individuo
así. Personas distinguidas, respetables y calificados observadores,
gente proveniente de todas partes del mundo, están convencidas.
Si existiera una gran dosis de evidencia que corroborara esta
improbable posibilidad, ¿no cree que los psiquiatras se interesarí-
an? ¿O piensa que algunas de las resistencias de las que estamos
hablando son tan fuertes que deberíamos huir de él y evitar la
entrada del fenómeno a la conciencia?
Dr. A.: Creo que lo dejaría de lado. Diría que se trataba de
una mistificación o que él era un líder carismático pero no genui-
no. Asumiría que no era tal y ni siquiera agregaría: “hasta que se
pruebe lo contrario”, porque entiendo que esto no me lo podrían
comprobar.
Los seres humanos están cambiando permanentemente. Si
usted dijera que alguien está en constante bienaventuranza y que
muestra poder ilimitado —quienquiera que fuera— no sería humano.
S.: Si los científicos más respetables, luego de continuas
observaciones, llegaran a la conclusión de que un ser humano
parece de verdad estar en un estado de constante bienaventuran-
za, ¿le interesaría?
Dr. A.: Permítame plantearlo de este modo. Cuando estaba
en la escuela secundaria, mi respuesta podría haber sido “sí”. Me
encontraba en un punto de mi visión de la cosmología y de la
humanidad en que yo estaba bastante flexible; supongo que
podría haber considerado ese tipo de especulaciones. Pero en
este momento de mi vida, la respuesta es “no”. Creo que median-
do treinta años durante los que no observé un fenómeno así, pre-
sumo que simplemente no existe, y me encuentro en un punto tal
que si realmente viera dicho fenómeno, lo interpretaría como una
aberración en mi observación.
- 74 - SAMUEL H. SANDWEISS

Cuando tenía quince años yo estaba buscando a un hombre


en un caballo blanco que habría de salvarnos a todos, política-
mente o como fuera. Juzgaba a cada candidato presidencial como
si fuera un Abraham Lincoln que nos guiaría a un mundo mejor.
Desde entonces he cambiado. En lugar de buscar dichas cualida-
des en un dirigente, casi pasé al lado opuesto. Si él parece dema-
siado bueno, como el hombre del caballo blanco, votaré en su
contra. Ahora siento que tenemos que librarnos de los hombres
en caballos blancos porque generalmente nos llevan a la destruc-
ción. Las figuras carismáticas terminan usualmente haciendo algo
equivocado, o peor aún. Hitler es un ejemplo.
S.: ¿Cree usted que Cristo y todas las historias sobre su divi-
nidad, son en verdad reales?
Dr. A.: Yo no dudo de que existió un Cristo histórico. Si él
fue Cristo o si nosotros lo hicimos, no estoy tan seguro al res-
pecto. No sé cuánto de lo que le atribuimos ahora se le imputa
debido a nuestra propia necesidad de tener una figura así. Lo que
decimos y describimos respecto a él, en la actualidad, probable-
mente no tiene mucha semejanza con el Jesús histórico.
S.: Si él realmente caminara sobre el agua, ¿despertaría su
interés?
Dr. A.: No lo creería. No daría crédito a mis propios ojos.
S.: Si otros lo vieran y lo documentaran en fotografías, ¿sig-
nificaría eso algo para usted?
Dr. A.: Las fotografías no significan nada para mí.
- 76 - SAMUEL H. SANDWEISS

Mis Queridos:

Llegará el tiempo en que todo este sueño se desva-


necerá. Para todos nosotros llegará el tiempo en el que
se descubrirá que todo el universo ha sido un mero
sueño, cuando encontraremos que el alma es infinita-
mente mejor que lo que la rodea. En esta lucha en
medio de esto que llamamos circunstancias llegará el
momento en que encontraremos que estas circunstan-
cias eran casi cero en comparación con el poder del
alma. Es sólo cuestión de tiempo, y el tiempo no es nada
en el infinito. Es una gota en el océano. Podemos per-
mitirnos esperar y estar tranquilos.

Con bendiciones

Sri Sathya Sai Baba


EL ESPIRITU Y LA MENTE - 77 -

Puntos
de Vista

CAPITULO SIETE

E
¿ s el hombre cuerpo y mente o espíritu? ¿Debe encon-
trarse el propósito y el significado de la vida en la gratificación
satisfactoria de los deseos o en la trascendencia y renunciamien-
to a los mismos? ¿Es el mundo material real o una ilusión, un
mero atisbo de una realidad eterna mucho más extensa?
Por otra parte, ¿qué pasa con la moral? ¿Es relativa y cam-
biante o absoluta, un estrecho camino hacia la salvación? ¿Pode-
mos decir honestamente que estamos en realidad conformes
viviendo en lo transitorio y evanescente? De lo contrario, ¿será,
posiblemente, porque anhelamos la unión con lo eterno para la sal-
vación de la vida y la paz eterna? Dudar de la divinidad ¿es acaso
más realista e inteligente que creer en ella o es esta duda una defen-
sa autodestructiva comprensible contra nuestro miedo mortal?
¿Es Sai Baba auténtico? ¿Podría ser él un vívido reflejo de
nuestra naturaleza infinita, eterna y divina? Y ¿existe un nivel de
amor incondicional, no definido aún en la psicología, que sea sufi-
cientemente poderoso como para disolver todos nuestros temores
y limitaciones y conducirnos a la liberación, a liberarnos total-
mente de la tiranía de la conciencia de sí? ¿El hombre es animal…
o Dios?
Creo que el modo en que el terapeuta y el paciente respon-
den a estas preguntas, afecta en gran medida el enfoque y los
- 78 - SAMUEL H. SANDWEISS

resultados de la terapia. La siguiente es una historia que viene al


caso, y en este capítulo como en los tres siguientes podremos ver
precisamente, con toda claridad, cuán universales e importantes
son las cuestiones espirituales y hasta qué punto y con qué tipo
de enfoques deberán ser encaradas. Los nombres de personas y
lugares han sido cambiados para mantener el anonimato.

EL CASO DE A.T.

En 1979, cuando A.T. inició el tratamiento, era una estu-


diante brillante graduada en Biología, de 27 años de edad, casa-
da. De 1,70 m de estatura, unos 75 kilos de peso, constitución
robusta y atlética, piel tostada, amante del aire libre, de un natu-
ral atractivo, vestía generalmente de sport, con jeans, vestidos o
shorts. Se relacionaba con la gente de una manera interesante,
sensata, sensible, verbal, a veces un tanto excesivamente intelec-
tual. Inteligente, educada, habiendo sobresalido en las mejores
escuelas norteamericanas, admirada y respetada por sus compa-
ñeros que la eligieron presidente del cuerpo de graduados, se unió
en matrimonio feliz con un médico; tenía, pensarán ustedes, todo
lo que la vida podía ofrecerle.
A pesar de que no mostraba una manifiesta debilidad emo-
cional o de personalidad; de pensamiento claro y expresivo de
una amplia gama de emociones, a veces sus ojos tenían una mira-
da extraña y lejana y se quejaba de tener un indefinido vacío en
su vida. Inició el tratamiento quejándose también de una falta de
motivación para aspirar a una vida espiritual. A mi modo de pen-
sar, estaba expresando el anhelo de ponerse en contacto con un
nivel de amor más significativo y profundo, pero estaba bloquea-
da por algún temor.
Conforme el tratamiento progresaba, era evidente que usaba
sus capacidades intelectuales y verbales para controlar sus inter-
acciones con la gente y alejarse cuando se sentía amenazada. La
afectaba demasiado ser sensata y racional y no quería mostrar
sentimientos infantiles porque sentía que éstos expresaban nece-
sidades y deseos “irracionales”. En vez de expresar sentimientos
prefería describir y explicar con detalle acontecimientos, de un
modo que controlaba y aquietaba sus emociones. A veces, cuan-
do aparecía ante mí triste, con las lágrimas a punto de brotar de
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 79 -

sus ojos y con sus labios temblorosos, solía negar este sentimien-
to, diciendo: “No hay razón para estar triste. Vivir en la tristeza
es una satisfacción mórbida que no conduce a nada. ¿Por qué hay
tanta gente triste cuando todo lo que tiene que hacerse es forzar
a la mente en otra dirección?”. Así, junto a su exagerado auto-
control y habilidad para tomar distancia, en ocasiones había tris-
teza. ¿Por qué tenía que ejercer tal control intelectual? ¿Contra
qué se estaba defendiendo?
Para responder a esta pregunta, consideraremos primero
cómo las defensas intelectuales de A.T. tenían que ver con su
infancia y la relación de ella con sus padres y, entonces, averi-
guaremos si existe, quizás, una razón espiritual aun más esencial
para dichas defensas.

INFORMACION SOBRE SUS ANTECEDENTES

A.T. había nacido en una zona rural en las afueras de un pue-


blo tranquilo y pequeño de Massachusetts, en medio de la natu-
raleza, con un arroyuelo que corría cerca de su casa. Era la
segunda de cuatro hermanos, con una hermana mayor, otra
menor, a la que le seguía un hermano menor. Todos crecieron
sobresaliendo en sus estudios universitarios y ejercieron profesio-
nes productivas y de responsabilidad.
Los padres de A.T. eran personas brillantes y creativas. Su
padre, ingeniero electrónico, realizaba tareas de investigación y
desarrollo. Su madre interrumpió sus estudios casi al terminar su
licenciatura en Bioquímica para constituir la familia y ahora había
reingresado al campo profesional realizando investigaciones
como técnica de campaña. La hermana mayor se graduó en una
universidad del Este como Licenciada en Biología; la hermana
menor es psicóloga, doctorada en Filosofía y se desempeña en un
centro de tratamiento diario para niños. El hermano menor es
licenciado en Matemáticas de la Universidad de Yale y asesor en
un laboratorio de investigaciones.
Los primeros recuerdos de A.T. son saludables y agradables.
Se acuerda de su familia como una familia unida y amorosa, libre
de problemas de drogas, de agresividad excesiva o de separacio-
nes de sus padres. Durante sus primeros ocho años la familia fue
firmemente cristiana fundamentalista, pero se volcaron al unita-
- 80 - SAMUEL H. SANDWEISS

rismo cuando el padre de A.T. se sintió incómodo al tener que


enseñar sobre el fuego del infierno y el azufre.
Aunque ambos padres eran emocionalmente sanos, cada uno
estuvo expuesto en su infancia a un elemento de sufrimiento psi-
cológico, que resultó en una cierta estrechez de conciencia.
Posteriormente, el padre expresó esta limitación al descartar
como absurdo cualquier tema que no podía ser claramente con-
ceptualizado en términos de fuerzas, formas y mecanismos.
Aunque su lado espiritual era fuerte, subestimaba la mayor parte
del pensamiento místico como vago, difuso y no merecedor de
atención.
La madre de A.T. había nacido en Japón, donde su padre se
había desempeñado como misionero cristiano. Había vivido sus
primeros años en un ambiente estricto y autoritario y más tarde
desarrolló una osteoartritis que la llevaría a un doble trasplante en
sus rodillas.
A.T. fue siempre brillante, curiosa y creativa. Se graduó en la
escuela secundaria con las más altas calificaciones, y en esos años
mostró una notable sensibilidad ante las necesidades de los
pobres. Alrededor de los quince años, durante el retiro de una
semana realizado por los jóvenes de la conferencia unitaria, ella y
sus amigos se sintieron conmovidos por la Campaña de los
Pobres de Ralph Abernathy. Ayunó tres días y viajó con amigos
a Washington para visitar Tent City y tomar parte en la protesta.
En el siguiente verano brindó su tiempo como voluntaria en un
programa Head-Start.
A la edad de dieciséis años fue alumna de intercambio por
tres meses en América del Sur, logrando fluidez en el uso del
español y manifestando un interés permanente por América del
Sur. A esto le siguió una elevada concientización respecto de los
más grandes problemas del mundo. Se involucró en actividades
por los derechos estudiantiles y en protestas antibélicas, a pesar
de vivir en una comunidad conservadora. A los 17 años, después
de egresar de la escuela secundaria, ingresó en la Brandeis
University, donde se especializó en Biología.
Algunos años después, se casó con su actual esposo, médico
graduado en Brandeis en 1975. Luego ambos se mudaron a un
pequeño pueblo de California donde, durante los dos años
siguientes, ella trabajó como ayudante instructora para un pro-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 81 -

grama educativo de migración, ayudando a los estudiantes migra-


torios de la escuela secundaria a adaptarse al colegio. Su sensibi-
lidad ante los problemas, su fluidez en el español, su inteligencia
e intereses humanitarios la llevaron al éxito y a su participación
en el perfeccionamiento de planes de estudio.
Mientras enseñaba allí, cultivó la amistad de un maestro
suplente quien la inició en nuevas ideas espirituales y le regaló mi
primer libro, cuando ella partió en 1978. Luego, con su esposo
vinieron a San Diego, California, donde él ingresó en la práctica
profesional. Aproximadamente un año más tarde, en 1979, y a
la edad de 27 años, A.T. inició un tratamiento para investigar su
mundo interior y mejorar la comunicación con su marido. No
había historias de abuso de drogas, ni problemas con la ley, ni
depresiones profundas o problemas sexuales.

LOS PRIMEROS AÑOS

Aunque la familia de A.T. era fundamentalmente sana y fuer-


te, había, como en todas las familias, algunos problemas percep-
tibles en la relación entre padres e hijos. El primero de éstos, y del
que A.T. más se quejaba durante la terapia, era su sentimiento de
carencia de amor incondicional y que el amor y la atención pater-
nal los había conseguido mediante sus desempeños intelectuales.
En gran parte, esto estaba bien para ella, ya que, siendo brillante
de nacimiento, podía obtener fácilmente el afecto de sus padres
por su rapidez mental. Pero, la idea de que la estima depende de
los logros intelectuales habría de causarle algún dolor más ade-
lante, en el transcurso de su vida y durante el tratamiento, cada
vez que sus realizaciones intelectuales no eran recompensadas.
Al dudar de la existencia del amor incondicional, se despertó
en ella una gran necesidad de controlar situaciones mediante rea-
lizaciones intelectuales, para asegurarse de que era amada. El
control intelectual le dio una sensación de bienestar.
Por cierto, es siempre agradable sobresalir y sentir que es ella
quien controla, pero A.T. necesitaba esta sensación de control a
tal punto que limitaba su apertura. El no sentirlo, significaba tener
que experimentar la posibilidad de no ser amada. En la terapia,
cuando sus respuestas intelectuales no eran recompensadas, se
sentía amenazada y trataba de recuperar el dominio de sí misma
- 82 - SAMUEL H. SANDWEISS

mediante un exagerado empleo de su intelecto. Solía explicar y


discutir en demasía para impresionarme y ocultar sus sentimien-
tos, y de una sesión a otra olvidaba rápidamente las emociones
dolorosas.
Era también notable su falta de memoria de la primera
infancia y adolescencia. Se preguntaba por qué recordaba
menos que sus semejantes aquellas etapas y empezó a darse
cuenta de cómo ella se escondía de sus propios sentimientos de
cólera y sexualidad, por temor a sentirse fuera del control inte-
lectual y experimentar a partir de allí una sensación de molestia
y vulnerabilidad. Pero, al defenderse contra estos sentimientos,
se mantenía alejada también de otros importantes: profundos
sentimientos de amor por sus padres y por otras personas, así
como de profundos impulsos espirituales. Ahora, quería vencer
estas barreras y parecía dispuesta a exponerse al sufrimiento
para lograrlo.

EL SUEÑO

A.T. se había enterado de Sai Baba al leer mi primer libro,


que le había sido obsequiado por un amigo antes de que ella se
trasladara a San Diego. Aun cuando no habíamos hablado
mucho de Sai Baba, expresó al comienzo del tratamiento, el
deseo de que él la ayudara a encontrar un significado más pro-
fundo en la vida. Poco después de manifestar esto, tuvo el
siguiente sueño:

Me encontraba en un amplio salón de escuela, algo


así como un gimnasio. Creo que era día de inscripción por
el gran alboroto. La gente corría por todos lados y se ali-
neaba tras las mesas como preparándose para matricular-
se en los cursos. Yo me aproximaba a una de las mesas,
con mis libros en el brazo izquierdo. Debajo de mi manga
derecha percibía un objeto raro y después me daba cuen-
ta que llevaba una estatua de madera de Sai Baba.
Pensaba que era extraño, me sentía incómoda y quería
mantenerla oculta de la vista. Mientras esperaba mi turno
en una de las mesas, oía una voz que provenía de mi cos-
tado derecho: “¿Qué tienes en tu manga, A.T.?”. Trataba
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 83 -

de ignorar la voz, pero para sorpresa mía continuaba aún


más fuerte. Y luego por tercera vez repetía “Pregunté
¿qué llevas en tu manga?”.
Yo tenía vergüenza de dejar la estatua al descubierto.
Volviéndome para mirar a la persona que estaba a mi dere-
cha, me asombraba al encontrar que era ¡Sai Baba! Mis
ojos quedaban prendados por una sonrisa que estaba llena
de picardía y júbilo. De inmediato, me sentía ardiendo en
el mismo sentimiento. Con intensa emoción y regocijo él
decía: “¡Soy yo, soy yo, SOY YO!”. Yo quedaba atrapada
en su energía y en una alegría indescriptible. ¡El había veni-
do a mí!

¿Es éste un sueño que revela el oculto amor de A.T. por su


padre? ¿Acaso expresa su transferencia de sentimientos hacia mí?
¿Tiene que ver con el control de sí misma y su temor de mostrar-
se, o con sus ansias de unirse a Dios y la lucha de su mente con
este anhelo? ¿O podría este sueño representar todos estos temas
y, de ser así, cuál debería entonces ser tratado primero?
Aunque, por supuesto, esto está determinado por lo que
específicamente está sucediendo en el tratamiento, la opción de
un terapeuta puede diferir de la de otro, dependiendo de sus par-
ticulares escuelas de pensamiento. Ken Wilber, cuyo pensamien-
to sobre la naturaleza de la angustia he presentado en el Capítulo
4, define diez niveles de conciencia. Trata de las diferencias, de
teorías, enfoques y metas, entre las psicologías freudiana, exis-
tencial y transpersonal1, viéndolas como reflejo de los diferentes
niveles de conciencia a los que cada una apunta. Muestra que el
punto de vista existencial incluye el nivel de conciencia del que se
ocupa el psicoanálisis, y va más allá aún; y que la escuela trans-
personal se aplica a un nivel de conciencia todavía más elevado.
Consideremos los aspectos psicológicos del sueño de A.T.
desde un punto de vista psicoanalítico y examinaremos luego una
posible interpretación espiritual para ver las similitudes y diferen-
cias de estos enfoques y para empezar a apreciar la vasta dimen-
sión de posibilidades y significados sumados a la terapia, amplian-
do su alcance hasta incluir consideraciones espirituales.
1 Ver Apéndice IV, bajo el título La Psicología Transpersonal y el Avatar.
- 84 - SAMUEL H. SANDWEISS

ENFOQUE PSICOLOGICO

El concepto de que, profundizando la propia percepción


interna, expandiendo la conciencia y acrecentando la experiencia
de amor, todo puede provenir de enfrentar y superar las propias
equivocaciones y temores, es común tanto para la psicología
como para la espiritualidad. Freud sabía que la gente se superaba
a sí misma de las partes alarmantes de su yo, protegiéndose de
recordar acontecimientos traumáticos del pasado, utilizando
defensas como la represión y la negación. Pero, por esta seguri-
dad hay que pagar un precio: la conciencia se ve limitada también
en otras áreas.
Para experimentar plenamente el amor, uno debe estar total-
mente abierto como un niño inocente y espontáneo. Si las situa-
ciones temidas dejan de existir y las defensas ante ellas ya no son
necesarias, la meta terapéutica es poner a prueba estas defensas
para disipar cualquier temor residual, permitiendo así que lo
inconsciente se torne consciente. No siendo ya necesario dese-
char ninguna parte del yo, uno experimenta una nueva apertura,
una expansión de conciencia y un nuevo sentido de integridad, un
contacto más profundo con la vida, un mayor sentido de libertad,
más energía para vivir y mayor capacidad para experimentar y
expresar el amor. Este grado de “integridad” no debe ser confun-
dido, sin embargo, con la “unidad” o identidad con todas las
cosas, de las que hablan los sistemas espirituales. La diferencia
crucial está en que los enfoques espirituales no-dualistas apuntan
a trascender todas las fronteras para alcanzar una unidad sin nin-
guna separación ni limitación (ver Apéndices III y IV).
Desde el punto de vista psicológico, la gran escuela que apa-
rece en el sueño de A.T. puede ser vista como representando su
mente con sus fuerzas intelectuales, como así también las defen-
sas intelectuales que la distanciaban tanto del amor humano como
de la unión espiritual. El ajetreo de la gente y la excesiva actividad
indican que su intelecto estaba siendo desafiado, y quizás amena-
zado, por un amor que exigía más apertura, una apertura acom-
pañada posiblemente de miedo y sufrimiento. El sueño puede ser
visto como una lucha entre su deseo de experimentar mayor cali-
dez y amor humanos —quizás surgido inicialmente de la relación
exigente con su padre— y su miedo y su defensa contra esta clase
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 85 -

de amor, porque tal apertura la expondría al sufrimiento y al


temor que existían en esa relación. Creo que el sueño muestra
también que el amor humano y trascendental puede vencer las
defensas y traer mayor significación en las relaciones humanas.

ENFOQUE ESPIRITUAL

Centrándonos en la misma idea —de que la conciencia


expandida y el amor pueden ser realizados venciendo los temores
que impiden el pleno conocimiento del yo real—, los sistemas
espirituales no-dualistas llevan este punto al límite, afirmando que
el hombre debe no sólo volverse consciente de sus temores, sen-
timientos y experiencias reprimidas de la infancia y ser capaz de
reingresar plenamente a ella con toda la inocencia, sino que debe
también vencer su sentido de separatividad de todo lo que es con-
siderado un otro. Tiene que superar la escisión entre sujeto-obje-
to; la dualidad misma. Para esto uno tiene que enfrentar y tras-
cender enteramente todos los miedos, imaginarios y REALES.
Como se abre el niño inocente, espontáneo, sensible, totalmen-
te, debe uno enfrentar el sufrimiento, el dolor, la muerte y el
miedo mortal. La única fuerza suficientemente poderosa para lle-
gar a esta trascendencia es el amor.
En este contexto, entonces, el sueño de A.T. puede repre-
sentar la dinámica espiritual fundamental: la lucha entre la mente
y el espíritu, el anhelo del espíritu de trascender todas las limita-
ciones y separaciones, incluso la dualidad y la mente misma; y el
miedo mortal a la trascendencia y quizás a su propio no-ser como
también la capacidad incondicional, generosa del amor para tras-
cender todos los temores. De esta manera, una posible explica-
ción espiritual del sueño, basada en mi propia experiencia con Sai
Baba, es la que sigue (más adelante se verá la confirmación de
estas dinámicas en el curso de la terapia de A.T.).
He escuchado acerca de muchos sueños con Sai Baba. Todos
parecen tener la misma característica, expresando humor, emo-
ción y siempre Su gran compasión y calidez. No conozco otra
clase de sueño que perdure con un efecto tan resplandeciente y
maravilloso, incluso por varios días. Esta clase de sueños no es
como los sueños simbólicos de realización de deseos con los que
tratan la mayoría de los terapeutas. La aparición de Sai Baba en
- 86 - SAMUEL H. SANDWEISS

un sueño me parece que es una clara expresión real de nuestra


propia conciencia superior, y la personalidad de Sai Baba en la
India concuerda plenamente con esta dimensión de conciencia.
Creo que él está realmente en persona en los sueños y que de
hecho él los forja para enseñar, proteger, brindar amor y ayudar-
nos a vencer los miedos terrenales, como también el miedo mor-
tal de la trascendencia. Estuve presente durante una entrevista en
la cual Sai Baba, no sólo describió un sueño en el que él se le apa-
reció a uno de los miembros de nuestro grupo, sino que también
lo interpretó de una manera de lo más extraña, antes de que el
sueño le hubiera sido relatado.
Para protegerse a sí misma del miedo mortal, A.T. había
sacrificado aparentemente su espiritualidad, alejándola de su
corazón, intentando mantenerla aislada de la conciencia.
Durante el tratamiento y poco antes de su sueño le había pedido
ayuda a Baba para despertar este impulso. El había respondido
al principio sólo con un codazo; su intelecto luchó tratando de
ignorarlo. Pero nuevamente él se impuso, no permitiendo que la
resistencia de ella lo alejara. El amor incondicional prevaleció,
finalmente, anulando todas sus barreras, atravesando todas sus
defensas y temores. Por último A.T. ya no pudo rechazar esta
propuesta íntima y persistente, una irresistible invitación de su
propio corazón.
Literalmente atrapada por algo que llevaba en su manga, ella
tendría que enfrentar sus defensas y temores y revelar la realidad
que estaba oculta en lo más profundo. Cuando intentó alcanzar lo
que supuso sería una estatua oculta, sin vida, encontró en cambio
su verdadero centro, una penetrante y estimulante explosión de
inocencia, amor y felicidad que encendió su corazón y su alma.
Sai Baba desafió a su mente —sus defensas intelectuales y su
miedo mortal—, la transformó en un niño inocente y despertó su
espiritualidad. El amor convirtió el miedo en amor y se manifestó
a sí mismo como supremo.
La creencia de que este sueño representa una visita real de
Sai Baba, quien, según creo, es uno con nuestra propia concien-
cia superior y se manifiesta para despertar nuestro divino amor y
júbilo inherentes, simboliza un verdadero apartarse de la corrien-
te principal del pensamiento psicológico. Esto implica que la
dimensión espiritual es personal y responsable y que nos afecta
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 87 -

concretamente en la vida cotidiana; ese amor trascendental


(representado aquí por la forma de Sai Baba y que es nuestra rea-
lidad más profunda) no está limitado por las leyes de la dualidad y
puede trascender el tiempo y el espacio. El amor incondicional
afecta instantáneamente a otros, sin importar el pasado, el pre-
sente o el futuro, o cualquiera sea la distancia.
Experimentar la omnipresencia de Sai Baba en esta forma lo
convence a uno de la existencia e inmensidad de la dimensión
espiritual y estimula nuestro interés en ella. Y la aparición real de
Sai Baba, al mismo tiempo en la India y en la mente de una joven
en los Estados Unidos significa que, en un nivel fundamental, A.T.
y Sai Baba son uno y lo mismo. Experimentar nuestra vida inte-
rior y el mundo exterior como un todo, en esta forma, aporta una
percepción totalmente nueva al significado de “unidad”. Y en este
sueño vemos la lucha de la mente intelectual racional mientras se
abre a este profundo conocimiento interno.
Si todo esto es verdad, ¡cuán importante es saberlo! Es infor-
mación vital y crucial de primerísimo orden que debe ser integra-
da en todos y cada uno de los aspectos de la terapia.
En Budismo zen y psicoanálisis2, Erich Fromm habla de las
diferencias de objetivos y metas entre los enfoques psicológicos y
espirituales, en este caso, psicoanálisis freudiano y Budismo zen.
Examina las consecuencias y significación de sus diferencias y
enfatiza la importancia de integrar los dos puntos de vista.
Escribe:

La finalidad del Zen es la iluminación: la percepción


inmediata, no reflexiva de la realidad, sin contaminación
afectiva ni intelectualización, la captación de la relación de
mí mismo con el universo. Esta nueva experiencia es una
repetición de la percepción preintelectual, inmediata, del
niño, pero en un nuevo nivel, el del pleno desarrollo de la
razón del hombre, la objetividad, la individualidad. En tanto
que la experiencia del niño, la de inmediación y unidad,
antecede a la experiencia de enajenación y separación
entre sujeto y objeto, la experiencia de iluminación le sigue.

2 D.T. Suzuki, Erich Fromm y Richard De Martino: Zen Buddhism and


Psychoanalysis (New York: Grove Press, Inc., 1963), págs. 134/6. Hay tra-
ducción en español.
- 88 - SAMUEL H. SANDWEISS

El propósito del psicoanálisis, tal como fue formulado


por Freud, es hacer consciente lo inconsciente, reempla-
zando el ello por el yo. Desde luego, el contenido de
inconsciente que había que descubrir se limitaba a un
pequeño sector de la personalidad, a aquellos impulsos ins-
tintivos que estaban vivos en la primera infancia, pero suje-
tos a amnesia. Sacarlos del estado de represión, era el obje-
tivo de la técnica analítica. Además, el sector que debería
descubrirse, aparte de las premisas teóricas de Freud, esta-
ba determinado por la necesidad terapéutica de curar un
síntoma en particular. Había poco interés en recuperar el
inconsciente fuera del sector relacionado con la formación
del síntoma. Lentamente, la introducción del concepto del
instinto de muerte y de eros y el desarrollo de los aspectos
del yo en los años recientes, han producido cierta amplia-
ción de los conceptos freudianos sobre los contenidos del
inconsciente. Las escuelas no freudianas ampliaron mucho
el sector del inconsciente a ser descubierto. Jung más que
nadie, pero también Adler, Rank y los otros autores más
recientes llamados neofreudianos, han contribuido a esta
ampliación. Pero (con la excepción de Jung) a pesar de
dicha ampliación, la medida del sector descubierto ha
seguido siendo determinada por el fin terapéutico de curar
este o aquel síntoma, o este o aquel rasgo neurótico del
carácter. No ha abarcado a la persona entera.
No obstante, si se sigue el fin original de Freud, el de
hacer consciente lo inconsciente, hasta sus últimas conse-
cuencias, hay que liberarlo de las limitaciones impuestas
por la propia orientación de Freud fundada en los instintos
y por la tarea inmediata de curar los síntomas. Si se persi-
gue el fin de la plena recuperación del inconsciente, esta
tarea no está restringida, entonces, a los instintos, ni a
otros sectores limitados de la experiencia, sino a la expe-
riencia del hombre total; entonces, el fin es superar la ena-
jenación y la separación entre sujeto y objeto en la per-
cepción del mundo; el descubrimiento del inconsciente sig-
nifica, entonces, la superación de la contaminación afecti-
va y del pensamiento: significa la des-represión, la aboli-
ción de la separación, dentro de mí mismo, entre el hom-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 89 -

bre universal y el hombre social; significa la desaparición de


la polaridad consciente versus inconsciente; significa llegar
al estado de percepción inmediata de la realidad, sin dis-
torsión ni interferencia de la reflexión intelectual; significa
superar el deseo de aferrarse al yo, de adorarlo; significa
renunciar a la ilusión de un yo indestructible que está para
ser agrandado, preservado, como los faraones egipcios
esperaban preservarse a sí mismos como momias por toda
la eternidad. Ser conscientes de lo inconsciente significa
estar abiertos, responder, tener nada y ser.

Fromm supone que el hombre puede ir más allá de la separa-


ción entre sujeto y objeto y llegar al conocimiento total. Supone
que el camino “incluye un fin ético” —los valores son esencial-
mente importantes— y que los aspectos espirituales son más fun-
damentales que los psicológicos, que deben ser enfrentados y tras-
cendidos para que se efectúe una cura duradera, que el fracaso
dentro de los enfoques tradicionales de Occidente son el resultado
de no enfrentar clara y directamente estos aspectos espirituales.3

Esta finalidad de la plena recuperación del inconscien-


te por el consciente es obviamente mucho más radical que
el fin psicoanalítico general. Las razones para ello son fáci-
les de advertir. Lograr este objetivo total requiere un esfuer-
zo mucho mayor que el que están dispuestas a hacer la
mayoría de las personas de Occidente. Pero, aparte de esta
cuestión del esfuerzo, aun la visualización de este fin es
posible sólo en ciertas condiciones. En primer lugar, este
fin radical puede verse sólo desde el punto de vista de una
determinada posición filosófica. No hay necesidad de des-
cribir esta posición en detalle. Basta con decir que es una
posición en la que no se tiende al fin negativo de la falta de
enfermedad, sino al fin positivo de la presencia del bienes-
tar, y que el bienestar es concebido en términos de plena
unión, de percepción inmediata e incontaminada del
mundo. Este fin no podría ser mejor descripto que como lo
hizo Suzuki en términos de “el arte de vivir”. Hay que
3 Ibíd., págs. 136/8.
- 90 - SAMUEL H. SANDWEISS

recordar que todo concepto como éste del arte de vivir


crece en el terreno de la orientación espiritual humanística,
como la que fundamenta la enseñanza de Buda, de los pro-
fetas, de Jesús, de Meister Eckhart o de hombres como
Blake, Walt Whitman o Bucke. A menos que sea visto en
este contexto, el concepto de “el arte de vivir” pierde todo
lo que es específico y degenera en un concepto que actual-
mente lleva el nombre de “felicidad”. No hay que olvidar
tampoco que esta orientación incluye una finalidad ética.
Aunque el Zen trasciende la ética, incluye los fines éticos
básicos del Budismo, que son esencialmente los mismos
que los de toda doctrina humanística. La realización del
propósito del Zen, como Suzuki ha dejado en claro en las
conferencias incluidas en este libro, implica la superación
de la codicia en todas las formas, ya sea la codicia de pose-
sión, de fama o de afecto; implica superar la autoglorifica-
ción narcisista y la ilusión de omnipotencia. Implica ade-
más, la superación del deseo de someterse a una autoridad
que resuelva el propio problema de la existencia. La per-
sona que sólo quiere utilizar el descubrimiento del incons-
ciente para curarse de la enfermedad, ni siquiera intentará,
por supuesto, realizar el objetivo fundamental que consiste
en superar la represión.
Pero sería un error creer que el objetivo fundamental
de la des-represión no tiene relación con un fin terapéuti-
co. Así como se ha reconocido que la cura de un síntoma
y la prevención de futuras formaciones de síntomas no es
posible sin el análisis y el cambio de carácter, hay que
reconocer también que el cambio de este o aquel rasgo
neurótico del carácter no es posible sin perseguir el fin
más radical de una transformación completa de la perso-
na. Puede muy bien ser que los resultados relativamente
desalentadores del análisis del carácter (que nunca han
sido más honradamente expresados por Freud que en
“¿Es el análisis terminable o interminable?”) se deben pre-
cisamente al hecho de que los fines de la curación del
carácter neurótico no fueran lo suficientemente radicales;
que el bienestar, la libertad de la angustia y la inseguridad
sólo puedan realizarse si se trasciende el fin limitado, es
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 91 -

decir, si se comprende que el fin limitado, terapéutico, no


puede realizarse mientras sea limitado y no se convierta en
parte de un marco de referencia más amplio, humanístico.
Quizás el fin limitado pueda realizarse con métodos más
limitados y que consuman menos tiempo, mientras que el
tiempo y la energía consumidos en el largo proceso analí-
tico se empleen fructíferamente sólo con el fin radical de
“transformación” más que con el estrecho fin de “refor-
ma”. Esta afirmación podría fortalecerse haciendo refe-
rencia a lo dicho más arriba. El hombre, en tanto no ha
alcanzado la relación creativa, cuya realización más plena
es el satori, compensa, en el mejor de los casos, la depre-
sión potencial inherente, con la rutina, la idolatría, la des-
trucción, la codicia de la propiedad o la fama, etc. Cuando
cualquiera de estas compensaciones se rompe, su salud
mental se encuentra amenazada. La cura de la locura
potencial está sólo en el cambio de actitud, de la separa-
ción y la enajenación, a la percepción creativa, inmediata,
del mundo y la respuesta a él. Si el psicoanálisis puede
ayudar de esta manera, puede contribuir a lograr la verda-
dera salud mental; si no puede, sólo podrá contribuir a
mejorar los mecanismos de compensación.
Ustedes sienten que hay algo detrás y más allá de
toda esta fantasía pasajera, algo que persiste a través de
todos los éxitos y fracasos, de todas las lágrimas y son-
risas, de todo este júbilo y este gemir, pero no son capa-
ces de aprehenderlo y darse cuenta de que es la misma
entidad que subyace en todo el universo. Ustedes son
uno con la estrella más distante y con la más diminuta
brizna de hierba; brillan como el rocío en el pétalo de la
rosa y se mecen de estrella en estrella. Ustedes son parte
y parcela de toda esta manifestación.

(Sathya Sai Baba)


EL ESPIRITU Y LA MENTE - 93 -

Capas de temor,
niveles de amor

CAPITULO OCHO

P odemos soñar con entrar en contacto con nuestra felici-


dad, bienaventuranza y amor más profundos —con lo divino
(como en el sueño de A.T.)— pero alcanzarla, es algo diferente.
El camino interno puede ser terrible y solitario, requiriendo de
nuestra apertura y valor cuando enfrentamos una a una las capas
de temor, invocando a profundos niveles de amor para que disi-
pen la oscuridad, hasta que, finalmente, nos damos cuenta de
nuestra realidad esencial: el amor incondicional.
A continuación, se presenta un relato detallado de una sesión
psiquiátrica con A.T., que recapitula, en microcosmos, los dos
años de tratamiento que la precedieron. Quizás, en una terapia
como ésta, orientada hacia la percepción profunda, donde se rea-
liza un descubrimiento sistemático de capas de defensa y sufri-
miento que constriñen la conciencia, podamos ver más clara-
mente las cuestiones psicológicas y espirituales subyacentes, su
importancia relativa y de qué modo la orientación del terapeuta
(sea principalmente psicológica o espiritual) afecta la dirección y
los resultados de la terapia.
Me gustaría aclarar que mi intención no es ofrecer aquí prue-
bas concluyentes de ninguna teoría en particular, sino examinar
aquellas impresiones, recogidas en mis observaciones clínicas,
que insinúen y ayuden a definir una realidad que está más allá de
- 94 - SAMUEL H. SANDWEISS

la mente; y sugerir posibilidades de tratamiento más allá de las


usualmente aceptadas. Porque quiero hablar en el idioma más
conveniente para las corrientes principales de la psicología y por-
que el modelo psicoanalítico ha influido tanto en la conformación
de la psicología moderna, es que hablaré en el idioma y con los
conceptos de la orientación psicoanalítica. Pero pido al lector que
tenga en cuenta la realidad espiritual que abarca todos los tipos de
terapia y todos los aspectos de la vida.
Puesto que habremos de enfocar sus miedos, uno podría
suponer erróneamente que A.T. está “preocupada” más que la
mayoría y que estos temores son inoperantes en la gente “nor-
mal”. Muy por el contrario. Es importante señalar que los miedos
que vamos a examinar no están relacionados sólo con A.T., sino
que son universales y están dentro de todos nosotros. Como
intenté señalar en el Capítulo 7, A.T. es en realidad una persona
singularmente talentosa, creativa, inclinada a la aventura e inteli-
gente. Escogí usar este material en razón de su fuerza —dado que
ella tuvo el coraje de buscar bajo la superficie, de penetrar pro-
fundamente en un mundo interior que todos compartimos, en
zonas que muchos de nosotros tendríamos mucho miedo de tran-
sitar— y porque tuvo la capacidad y el talento para describir con
toda claridad lo que se encuentra allí. A.T. representa un aspecto
de todos nosotros, y la lucha particular que ella expresa, entre su
intelecto y su espíritu, refleja claramente la dinámica del conflicto
que sostiene la psicología con la espiritualidad.

MIEDOS CON RESPECTO A LA SALVACION

A.T. regresó fortalecida y bronceada de un viaje en balsa por


el río con su esposo. “Pasar de seis a ocho horas por día en la
naturaleza, en el agua, salvando rápidos en terrenos vírgenes, fue
puro deleite. Solíamos detenernos, encender un fuego, disfrutar
una buena comida y sentirnos en paz con el mundo”, exclamó.
Le gustaba hablar sobre el sentido y la alegría que descubrió
en la naturaleza; su contacto le produjo una sensación de gran
regocijo. Convengamos, la naturaleza es algo atractiva, pero sentí
que A.T. la estaba usando en la terapia para evitar tener que
explorar experiencias internas más profundas donde tendría que
enfrentarse con situaciones más dolorosas.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 95 -

Percibí su distanciamiento y me mantuve en silencio, permi-


tiéndole que lo experimentara más plenamente. Con la toma de
conciencia vendría la opción de quedarse allí o expandirse y reve-
lar más de sí misma.
“Nos detuvimos en San Francisco donde permanecimos con
unos amigos, un matrimonio, un matrimonio de bailarines que
acababa de regresar de una gira. La habían iniciado unos meses
atrás en San Diego. Debido a la escasa promoción previa, asistió
muy poco público y fracasó. Estaban deprimidos y muy preocu-
pados por el dinero.
”Inesperadamente, yo acababa de recibir por correo cuatro-
cientos dólares de una deuda pendiente. Parecían como caídos
del cielo. Se los di a nuestros amigos. Mi esposo se inquietó,
pensó que era una generosidad irreflexiva, inapropiada, pero para
mí fue un espontáneo acto de buena voluntad.
”Cuando los reencontramos en San Francisco, estaban felices
por una gira exitosa. Tuvieron críticas entusiastas dondequiera
que fueron, especialmente por una danza coreografiada por ellos
mismos. Y estaban tan agradecidos por mi obsequio que nos dedi-
caron esta danza a mi esposo y a mí, inclusive lo señalaron en su
programa impreso. Yo no soy capaz de crear una danza por mí
misma, así que me sentí feliz de haber contribuido en esta forma”.
A.T. había sido generosa con sus amigos, lo que fue debida-
mente apreciado. Pero, en otro nivel, me estaba diciendo cuán
doloroso era ser rechazado al expresar sentimientos internos pro-
fundos, como les había sucedido a sus amigos cuando su danza no
fue valorada, y cuán asustada estaba de revelar más de sí misma
por temor a mi desaprobación. Estaba expresando su deseo de
ganar mi aceptación, tal vez deseando simbólicamente que for-
máramos un exitoso elenco de bailarines. En este punto de la
entrevista, nuevamente sentí su alejamiento defensivo, señal tam-
bién de su propio bloqueo ante su experiencia interna y más pro-
funda de amor. ¿Qué era lo que tenía que revelar?
En psicoterapia intensiva de descubrimiento, se alienta al
paciente a una investigación sistemática de áreas eludidas.
Cuando el terapeuta percibe distanciamiento, sospecha que el
paciente se está defendiendo de sus temores y de sus deseos y
anhelos subyacentes. Los primeros indicios de estos miedos y
deseos interrelacionados pueden ser vistos en las asociaciones
- 96 - SAMUEL H. SANDWEISS

libres del paciente (las verbalizaciones no censuradas de todo


aquello que surge espontáneamente en la mente del paciente), en
los sueños, que proporcionan un canal más claro en el incons-
ciente que lo que logra el estado de vigilia, y en sus reacciones de
transferencia (la proyección de sentimientos, pensamientos y
deseos en el analista, quien ha llegado a representar un objeto del
pasado del paciente).
Si el analista demuestra su comprensión interpretando
correctamente la situación y crea una etapa segura de aceptación,
el paciente desarrolla la confianza y el valor para revelar más de
sí mismo y enfrentar el conflicto subyacente. El es aguijoneado
por el deseo de liberarse del dolor emocional de miedo, depresión
y/o angustia que surge de este conflicto, como también del deseo
de encontrar mayor placer y gratificación y experiencias de vida
más significativas.
Cuando las pasadas experiencias reprimidas de la infancia
son traídas a la conciencia, el paciente empieza a revivir la expe-
riencia, regresando a aquel período de la vida en que tuvo lugar
el conflicto. Sus reacciones, sentimientos y defensas se vuelven
características de las tempranas etapas de desarrollo. Por ejem-
plo, en los comienzos del tratamiento, A.T. mostraba indicios de
una lucha que ocurrió durante la etapa edípica, aquella etapa cru-
cial del desarrollo psicosexual del niño, en la que el desarrollo de
sentimientos sexuales llevan a un interés creciente en la gratifica-
ción sexual con el padre del sexo opuesto. Freud describió el com-
plejo de Edipo como:

…el concepto nuclear de la neurosis, que representa


la parte esencial en el contenido de la neurosis. Es el punto
culminante de la sexualidad infantil, la que a través de su
efecto posterior influye decisivamente en la sexualidad del
adulto.1

En cierto momento, A.T. había revelado los sentimientos


sexuales que estaba desarrollando hacia mí, apareciéndose en una
sesión en una diminuta y seductora malla de baile y pantalones
cortos. Tenía fantasías de atraer a otros hombres y de ser sexual-
1 S. Freud: Three Contributions to the Theory of Sex, 1930.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 97 -

mente potente. Junto a la toma de conciencia de este deseo, le


llegó un mayor conocimiento de su temor infantil al posible recha-
zo de su padre o represalias de su madre, y con esto, una mejor
comprensión de por qué había creado su defensa intelectual para
mantener ocultos estos sentimientos.
Su agresividad intelectual le sirvió también para otros propó-
sitos, permitiéndole ser como el padre que ella admiraba y, al
mismo tiempo, ganar su atención, ya que él admiraba esta cuali-
dad en otros. Y su tendencia a competir y dominar era, en parte,
una manera de expresar su cólera hacia él, por no gratificarla ple-
namente y también como una defensa contra un sentimiento sub-
yacente de debilidad y temor a las represalias de su madre, quien
querría mantener a su esposo para sí.
Freud postulaba que las niñas pequeñas temen haber sido
castradas al carecer de pene y, por lo tanto, pueden sentirse infe-
riores y débiles y temen que seguir persiguiendo al padre podría
llevarlas a posteriores mutilaciones. En el tratamiento, este temor
a la castración y a la mutilación fue confirmado en los sueños de
A.T.: un alto edificio derrumbándose, un enorme tigre amena-
zando escaparse de la jaula, o alguien que estaba siendo decapi-
tado y tenía un corazón ruin y corrupto, todos signos de un grado
de angustia de castración.
Se defendía contra este miedo y esta debilidad acentuando
sus capacidades, incluso al ingresar en una carrera dominada por
los hombres, donde ella podía atraerlos, competir con ellos y
desafiarlos. De esta forma, podía tanto ganar la atención de su
padre como también eliminar su enojo contra él y defenderse de
sus temores de sufrir otra castración o mutilación, mostrándose
demasiado dominante y, en lenguaje figurado, castrando a otros.
Conforme A.T. se volvía más consciente de las determinan-
tes edípicas de sus defensas intelectuales, algo nuevo empezaba a
desarrollarse: reacciones que señalaban un conflicto más primiti-
vo aún, característico de la etapa anal de desarrollo. En esta fase
el niño lucha con el padre por el control, él quiere completa liber-
tad y el padre quiere que el joven inquieto se frene a sí mismo de
modo que las respuestas sean socialmente aceptables; el tema
central es, por supuesto, el control de esfínteres.
Un aspecto del amor en este nivel es la comprensión y cono-
cimiento, por parte del padre, del trabajo de crecimiento que el
- 98 - SAMUEL H. SANDWEISS

niño enfrenta. El padre debe ser inteligente y cariñoso, pero


capaz de imponer la disciplina y las reglas adecuadas. Si el padre
es demasiado dominante, manipulador y rudo, el niño puede sen-
tir vergüenza y humillación y quedar con su espíritu deshecho. O
si, por el contrario, los padres no son capaces de imponer la dis-
ciplina necesaria y dar también algo de interés y amor, el niño
puede sentirse descontrolado y no amado.
El niño lucha, eso es parte del proceso natural de crecimien-
to; pero la lucha puede resultar extremadamente complicada y
acentuada si también debe ocuparse del problema de no ser com-
prendido o amado. Puede responder a la pelea negándose a pro-
ducir movimientos intestinales o no respondiendo en alguna otra
forma como los padres quisieran.
Las respuestas y el comportamiento de A.T. revelaban una
lucha con los conflictos anales. Por ejemplo, en cierto punto del
tratamiento, estaba pronta a sentir vergüenza, turbación y humi-
llación, una falta de confianza que la hacía anticipar el fracaso y
la crítica, incluso en tareas fáciles. Esta es una constelación de
sentimientos y de respuestas característicos de la etapa anal de
desarrollo. Por ejemplo, mientras tomaba un curso de computa-
ción, se volvió tan temerosa de cometer algún error que quería
abandonarlo. Y esto, en una mujer que es una estudiante de pri-
mer nivel. Comenzó a vacilar cuando tenía que mostrar enojo,
expresar emociones de cualquier orden, reteniendo como uno
esperaría durante la etapa de control de esfínteres. Como estaba
verbalmente paralizada, yo la alentaba a expresar su enojo física-
mente, gritando o arrojando una almohada. La sugerencia sólo la
hizo sentirse más ridícula y avergonzada y se negó a intentarlo.
A.T. se defendía de estos sentimientos tratando de recuperar
un sentido de dominio y fortaleza con un entrenamiento más vigo-
roso en el gimnasio, vacaciones más frecuentes en la montaña, lle-
gando tarde e incluso faltando a sesiones y permaneciendo en
silencio sin brindar información. Y, a propósito de esto, pude
observar los determinantes anales de sus defensas intelectuales; sus
descripciones, sus explicaciones y sus expresiones verbales caren-
tes de contenido emocional, fueron empleadas aquí para dar una
sensación de dominio, control y fuerza frente a su vulnerabilidad.
Con la creciente conciencia y aceptación de esta constelación
de sentimientos, deseos, temores y defensas y una disminución de
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 99 -

su necesidad de luchar con el conflicto subyacente, A.T. empezó a


experimentar la liberación de valiosos atributos de la personalidad
tales como energía, inocencia, espontaneidad, alegría y amor, ade-
más de una comprensión más clara, más inmediata de la realidad.
Conforme este nivel de realidad se volvía más asequible a la
conciencia y ambos podíamos ver los determinantes anales de sus
defensas intelectuales, empezamos a ver reacciones nuevas que
evidenciaban, incluso, un conflicto anterior. Con mayor profundi-
dad, ella se abrió al conocimiento de la temprana etapa oral de la
experiencia infantil, cuando el niño desvalido depende totalmen-
te de los padres. Al abrirse a este nivel mostró, en lugar de seña-
les de enfermedad, una fuerza inherente, una confianza en su
capacidad de traer a la conciencia la etapa más temprana, la de
mayor desamparo de su vida. Aquí, el niño puede sentirse ate-
morizado, confundido, abrumado y totalmente perdido si los
padres se muestran demasiado distantes, contradictorios, ausen-
tes o manifiestan en este momento falta de comprensión y amor.
Es muy difícil enfrentar abiertamente este nivel de sufrimien-
to oral, y empezamos a ver cómo A.T. usaba su mente para blo-
quearlo y crear la ilusión de estar segura y a salvo. Su mente se
volvió como la de un padre, creando una sensación de protección
y seguridad, proporcionándose alimento al usar las ideas como
nutriente para frustrar la soledad y el desamparo y atraer la aten-
ción, el apoyo y el consuelo de otros.
Este estado de sufrimiento existía con anterioridad al desa-
rrollo intelectual de su mente, y para volver nuevamente a él, tuvo
que tener el valor de deponer completamente todas sus defensas
mentales juntas. A.T. había empezado a reconocer que sus defen-
sas intelectuales, aunque útiles en el pasado, eran pobres res-
puestas para sus necesidades orales insatisfechas, y estaba dis-
puesta ahora a tratar de encontrar la verdadera respuesta, una
solución que sólo puede ser proporcionada por la más profunda
clase de amor y calor humanos. Ahora estaba dispuesta a enfren-
tarse con el terrible sentimiento de separación del niño de sus
padres, y se sintió humillada, confundida y perdida. Este era el
punto al que habíamos llegado en esta sesión, una sesión en la
cual se recapituló el trabajo terapéutico de dos años, mientras nos
movíamos de las posiciones defensivas edípicas, a las anales y
ahora a las orales.
- 100 - SAMUEL H. SANDWEISS

A A.T., la primera toma de conciencia de su conflicto oral le


llegó al reconocer cómo sus defensas intelectuales constreñían la
conciencia. “¿Sabes?, mis amigos bailarines, incluso gente en el
viaje, hablan de otra clase de realidad que a mí me parece muy
extraña. Cuando la gente habla de este modo, me siento exclui-
da. Una noche, en el paseo en balsa, tuve una larga conversación
con una mujer que me contó cómo había reexperimentado su
nacimiento y había adquirido nueva conciencia de tempranos
recuerdos después de ingerir drogas psicodélicas. Luego, se sintió
más abierta a la vida.
”Sé que eso no es para mí, pero me pregunto si es realmen-
te posible tener una experiencia tan poderosamente significativa
que pueda cambiar actitudes respecto de la realidad. ¿Por qué no
tengo yo estas percepciones profundas y estas experiencias que
brindan un hondo significado?
”Mis amigos bailarines y otros hablan de chakras, de centros
de energía que perciben en su cuerpo; esto me suena a griego.
Sin embargo algo de esto debe ser real; todos no pueden estar
simplemente imaginándolo, son personas productivas y creativas.
¿Por qué yo no puedo verlo? ¿Por qué estoy aferrada a esta forma
de ser intelectual y racional?”.
Quedó en silencio. Su cuerpo se aflojó; ya no tenía la mirada
de seguridad en sus ojos. Durante esta entrevista, A.T. había pasa-
do de su defendida posición inicial cuando hablaba intelectual-
mente acerca de su viaje… a expresar sentimientos edípicos y
buscar mi aprobación al repetir la historia sobre sus apreciados
amigos… a ponerse ella misma en guardia contra un sentimiento
de falta de control anal… a una experiencia de pérdida oral en la
que sintió una profunda sensación de separación de otros: “¿Qué
me pasa? ¿Por qué no puedo sentir intimidad y contacto contigo?
¿Por qué soy diferente a los demás?”.
En lugar de discutir a fondo intelectualmente consigo misma
este sentimiento, A.T. se estableció en él. Yo sabía que si se per-
mitía abrirse a este dolor, también se abriría al tipo de calor huma-
no y amor que podrían resolverlo. Mientras tuviera que bloquear la
toma de conciencia de este desamparo y separación, debidos a
una insuficiencia de nutrientes, limitaría también su capacidad de
experimentar la completa inocencia y apertura del niño, como
también su capacidad para recibir el poder total del amor nutritivo.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 101 -

Mientras yo observaba cómo se producía esta reacción, reco-


nocí un notable cambio en la calidad de su expresión, que seña-
laba una experiencia interna de un orden diferente. Era una expe-
riencia más esencial, incluso, que las tempranas experiencias ora-
les con sus padres, o los temores que surgen de algunas relacio-
nes interpersonales conflictuadas. Parecía que ella estaba ahora
comenzando a percibir una dimensión de real separatividad exis-
tencial. Me estoy refiriendo a aquella visión fundamental de nues-
tra soledad real, de nuestra mortalidad, nuestra intuición acerca
de la desintegración del yo y de la mente, del no-ser y de la ilimi-
tada carencia de significación.
Esta visión del miedo mortal, como se la describe en el Capí-
tulo 3, es en la que han insistido reiteradamente nuestras más
espantosas películas de terror, en las que parecemos incapaces de
entender la realidad y nos balanceamos desesperanzados al borde
del aniquilamiento, mientras estamos perdidos en un vasto, ate-
rrador e incomprensible misterio. ¿Quién puede resistir en calma
y en paz ante este momento de auténtica y profunda percepción
espiritual? Es comprensible que deseemos ocultarnos de esta
terrorífica visión, y que intentemos escapar de ella en la fantasía
de un sueño. El escritor norteamericano William Saroyan recono-
ció cuán profundo es este ocultarse, cuando en el momento de su
muerte dijo: “Cuando joven nunca pensé que moriría, y ahora que
estoy muriendo, no sé lo que debo hacer”.
Para la mayoría, esta percepción interna, que es tanto una
visión de terror como una posibilidad de trascendencia, llega sólo
en forma fugaz y queda rápidamente grabada. Puede ocurrir
durante cualquier etapa de cualquier tipo de terapia o en cualquier
momento de la vida en relación con ello. El sufrimiento, el que
más nos hace recordar nuestras limitaciones, parece ser el catali-
zador necesario, que nos abre y nos hace más asequibles tanto al
miedo mortal como al amor trascendental que es su respuesta.
William James señaló que el individuo emocionalmente enfer-
mo tiene experiencias místicas auténticas y positivas más fre-
cuentemente que la población “normal”. Y puede ocurrir que en
el curso de una psicoterapia intensiva de descubrimiento, cuando
las defensas están debilitadas y uno se vuelve más inocente y
abierto, cuando estamos más sensibles a nuestra vulnerabilidad,
entonces, estamos también más preparados para una experiencia
- 102 - SAMUEL H. SANDWEISS

trascendente.
Podemos tener no sólo una visión más clara del miedo mor-
tal, sino también del amor incondicional, un sentimiento de unión
y de confianza con una amorosa omnisciencia trascendental. Y,
como escribe Ken Wilber2, no es la represión la causa de la angus-
tia, sino que es la angustia la causa de la represión. Cuando el
proceso de la represión se debilita, se tiene una visión más clara
del mundo real y es entonces que se experimenta la angustia exis-
tencial normal.
Esto es lo que creo que ocurrió en el caso del psiquiatra que
fue entrevistado en el Capítulo 6, quien en el curso de su análisis
había tenido una profunda experiencia espiritual del amor desin-
teresado e incondicional de Cristo. Para mí esto significó que él
se había vuelto tan abierto durante el curso de su terapia que pudo
identificar dentro de sí un amor como el de Cristo, el cual, según
lo reconoció, había sido el móvil del gran sacrificio de Cristo.
Creo que ésta es la realidad más íntima que todos anhelamos
redescubrir. Pero, para hacerlo, debemos arriesgarnos a mirar
más profundamente en nuestra vida y enfrentar al miedo mortal
de la posibilidad de la muerte de la mente yoica. Debemos estar
dispuestos a transitar el valle de la muerte, como A.T. lo estaba
haciendo aquí. Por terrible que parezca, debemos ser capaces de
tolerar esta oscura visión si algún día podemos verla como lo que
realmente es: una gran ilusión.

2 Ver Capítulo 4, pág. 48.


- 104 - SAMUEL H. SANDWEISS

Después de largas búsquedas aquí y allá, en templos


e iglesias, en las tierras y en los cielos, finalmente han
regresado completando el círculo de donde salieron,
hasta llegar a su propia alma, y encuentran que aquél a
quien han estado buscando por todo el mundo, por
quien han estado llorando y orando en iglesias y tem-
plos, a quien miraban como el misterio de todos los mis-
terios velados por las nubes, en lo más íntimo de lo más
íntimo, es su propio ser, la realidad de su vida, de su
cuerpo y de su alma. Esa es su propia naturaleza.
Afírmenla, manifiéstenla. La verdad y sólo la verdad es
el verdadero amigo, el pariente. Aténganse a la verdad,
transiten por el camino de la rectitud y jamás será daña-
do ni un solo cabello de su cuerpo.
La meditación no es otra cosa que la acción de ele-
varse por encima de los deseos. La renunciación da el
poder para luchar contra las fuerzas del mal y controlar
la mente.

Con amor y bendiciones

Sri Sathya Sai Baba


Un Dilema
Terapéutico

CAPITULO NUEVE

“¿C ómo se siente ahora?”, le pregunté después de un rato.


Mostrándose totalmente vencida, A.T. respondió: “Me siento
muy mal, como si fuera a estallar, a gritar y a vociferar. Y luego mi
mente trata de borrarlo todo, dice que no piense en eso, que me aleje
en la forma que pueda, que no es bueno sentirse tan mal. Pero, ¿qué
puedo hacer? Usted me dice que me abra a estos sentimientos, que
es importante no ocultarse de la realidad. No comprendo el propósi-
to, pero, de cualquier modo, parece ser que no tengo opción alguna,
no podría librarme de esto si lo intentara”. Luego, quedó en silencio.
Hay un momento en la terapia en que la mente se detiene y
nada le llega, porque nada más puede llegarle. Este silencio es la
quietud vacía de la derrota, diferente al silencio tenso de la resis-
tencia. Comparable al efecto profundo del Koan Zen1, es la inmo-
vilidad de una mente que se vuelve humilde ante una visión que
está más allá de su comprensión y que no existe relación terrena
que pueda resolverla. Lo que se requiere es una relación trans-
personal: una relación con la divinidad, que deje margen para
que uno libere su miedo a la nada en un océano de infinito amor,
de modo que la nada sea transformada en amor.2

1 Koan Zen. Paradoja usada en el Budismo Zen como instrumento de meditación,


en el entrenamiento de los monjes, para que abandonen la esperanza de la depen-
dencia final a la razón, y forzarlos a una repentina e intuitiva iluminación.
- 106 - SAMUEL H. SANDWEISS

Yo debía tomar una decisión. Estábamos en una encrucijada.


Sentí que un problema espiritual fundamental estaba cuestionando
aquí los supuestos básicos de mi profesión referentes a la terapia.
Si uno cree exclusivamente en las implicaciones filosóficas de la teo-
ría psicoanalítica —que la dualidad es una característica fundamen-
tal de la realidad y que nosotros en esencia somos mente— enton-
ces, la meta del tratamiento es desarrollar una mayor sensación de
identidad individual separada y mayor capacidad para una gratifi-
cación no conflictiva de pulsiones e instintos animales básicos.
Este silencio, por lo tanto, es visto como la resistencia resul-
tante de conflictos inconscientes, que interfieren con la gratifica-
ción normal de necesidades básicas. El enfoque terapéutico con-
siste en exponer los temores inconscientes de la infancia y los
conflictos interpersonales, mediante el proceso de asociación libre
y de análisis de sueños y transferencia, para que puedan ser revi-
vidos dentro de la seguridad del proceso de tratamiento. Al no
encontrar razón para que persista el miedo, el paciente queda
libre para experimentar una gama más amplia de actividades y
mayor gratificación personal.
Esta, por supuesto, es sólo una forma de conceptualizar la
dinámica de la psicopatología y su tratamiento. Uno puede, tam-
bién, considerar el sufrimiento prolongado como signo de un pro-
blema de patrón de pensamiento, que debe ser tratado mediante
una terapia cognoscitiva, dirigida a desarrollar una perspectiva de
vida más positiva; o como un problema biológico —una depresión
clínica, que debería ser tratada con medicación antidepresiva— o
quizás peor, un problema de descompensación del yo y de la per-
sonalidad, que debe ser tratado con medicación antipsicótica.
Pero, sin importar cuál sea el punto de vista, todos estos métodos
de tratamiento tienen en común la creencia de que la dualidad es
fundamentalmente real, excluyendo así la posibilidad de trascen-
dencia espiritual.
Por otra parte, si aceptamos una realidad más allá de la duali-
dad y vemos a la Conciencia Universal más como esencia que como

2 El proceso de entrega tiene su propia dinámica mediante la cual se abren y


liberan profundos niveles de conflicto e ignorancia. Ver Apéndices III y IV res-
pecto a la organización y a la dinámica del Prana y energía Kundalini y de los
ocho grados de Patanjali. Lo más importante en este proceso es desarrollar
una relación con Dios, cuya compasión acepta a todos los que sufren.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 107 -

mente independiente, si aceptamos que podemos fundirnos en lo


infinito, entonces, podemos ver la posibilidad de un anhelo espiritual
de orden superior para trascender todas las limitaciones y fronteras
y fundirse nuevamente en el océano de la Conciencia Universal.
Podemos aceptar que puede haber un tiempo legítimo en la
terapia en que este anhelo se exprese por sí mismo. Y la prime-
ra señal puede ser el despertar de ese miedo mortal, que refleja
la lucha de la mente con las incomprensibles visiones espirituales
y que también eleva el anhelo de trascender. Los intentos por
encontrar una solución terrenal sólo eluden el problema. Este es
un anhelo de orden superior que está más allá de la gratificación
de pulsiones e instintos, más allá de la etapa de relaciones inter-
personales o de fuerte identidad personal, más allá del placer y el
dolor, más allá del mundo objetivo de los sentidos y más allá de la
mente y de la dualidad misma. Se lo puede aquietar sólo a través
de una experiencia de unidad trascendental.
Lo que se requiere para tratar esta cuestión espiritual, es un
nuevo enfoque revolucionario de la psicología y de la mente, a la
luz del espíritu: el conocimiento de la forma de trascender la duali-
dad, una apreciación de la dinámica de fusión, el proceso de trans-
formar el sufrimiento y la nada en amor, a través del cultivo de la
devoción.3 Señalado por las principales religiones del mundo, este
camino de la trascendencia es brevemente descripto más adelante.
Pero antes permítanme comentar la razón por la cual quiero
ser preciso aquí. Existen muchos terapeutas que reconocen que
esta información es vital y que debe ser comunicada de alguna
manera a sus pacientes, sin embargo, no saben cómo hacerlo. Al
no tener ellos mismos un conocimiento firme del material y al des-
conocer cómo comunicarlo dentro del contexto de la terapia,
optan por no mencionarlo en absoluto. Por lo tanto, he tratado
de presentar el material específico tan clara y francamente como
fue posible, para que los terapeutas tengan alguna fuente de refe-
rencia adonde remitir al paciente, sin tener que tomar plena res-
ponsabilidad por estas ideas hasta tanto no se sientan preparados
para hacerlo. Sin duda, el material causará un impacto en los
pacientes y constituirá la base para la pesquisa y discusión relati-
vas a la relación con sus problemas específicos, ayudando así
3 Idem nota 2 de página anterior.
- 108 - SAMUEL H. SANDWEISS

tanto a los pacientes como a sus terapeutas, a introducirse en


forma más directa en esta área fundamentalmente importante.

VERDAD

Ante todo, debemos tener confianza en la verdad de que la


dimensión espiritual existe; de que la Conciencia Universal existe;
de que el hombre es capaz de fundirse con la divinidad; de que la
dualidad es trascendida a través del amor, y que el amor se cultiva
a través de la moral, la devoción y el servicio. Debemos tener fe en
que hay una dimensión más allá de la mente y que su naturaleza es
amor ilimitado, incondicional; amor, que es mucho más que mera
emoción o sentimiento. El amor del que estamos hablando es el
poder que creó el universo y lo mantiene en equilibrio; la fuerza que
nos sustenta y nos protege; el proceso que nos inspira y nos per-
mite llegar a los demás con compasión, dar sin deseo de recom-
pensa; el camino que nos permite romper las ataduras del ser y fun-
dirnos en el otro y ser uno con el océano infinito de amor que es la
Conciencia Universal. Este es el camino a la trascendencia, con su
propia dinámica y mecanismos para manifestarse.

FE

La fe en este amor, la fe en la divinidad, resulta ser un esco-


llo impresionante para muchos científicos. Por eso, es una gran
dicha tener una experiencia directa de este amor, porque con-
vence e intensifica nuestra confianza en su realidad como ningu-
na otra cosa. Sai Baba puede lograr aquí su mayor impacto, por-
que estoy convencido de que él es la más contundente evidencia
de la Conciencia Universal que se haya visto desde los tiempos de
Cristo. La Conciencia Universal, la compasión y el amor de Sai
Baba son experimentados en forma tan clara, dramática, convin-
cente e intensa que pueden despertar instantáneamente el amor
del otro y llevarlo a una vida de devoción.

DEVOCION

Una vez que se reconoce la verdad de que la dualidad puede


ser trascendida a través de la devoción y el amor, entonces se
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 109 -

comprende cuán importante es que se imparta conocimiento res-


pecto al camino devocional. La devoción es un elemento esencial
en el cultivo del amor inegoísta. Despierta los centros espirituales
más profundos, permitiendo una visión mucho más intensa de la
realidad, que lo que puede proporcionar la mente (y estoy emple-
ando esta palabra en sus dos acepciones). A través de la devoción
se ve al mundo como una expresión sagrada de la grandiosidad
divina; todo es percibido como voluntad de Dios. Esta visión de la
omnipresencia de Dios y de Su manifestación como de toda la
creación, trae consigo la percepción de la unidad en la diversidad,
una visión más profunda de la unicidad de toda la creación.
Existen pasos a tomar definidos y prácticos, en el cultivo de
la devoción. Preparen en su hogar y en su corazón un ámbito
devocional y manténganlo sagrado y limpio. Allí, con reverencia
y respeto, comiencen su relación devocional con Dios —con cual-
quier nombre y forma que les resulte más familiar y agradable—
a través de la quietud y la calma, permaneciendo sentados en
silencio. Levántense y acuéstense con Su nombre en los labios y
repítanlo tantas veces como sea posible durante el día. Lean dia-
riamente las escrituras —de cualquier religión— y busquen su sig-
nificado en el quehacer de su vida cotidiana. Procuren la compa-
ñía de piadosos y de los aspirantes espirituales serios, y pasen el
tiempo juntos en estudio y venerable devoción.

LA MORAL Y EL CORRECTO VIVIR

Lleven una vida recta y moral. Enseñen a sus hijos el signifi-


cado profundo de la vida y la importancia de la moral y la devo-
ción. En alabanza y adoración, canten a Dios con la familia y con
un grupo devocional de su comunidad. Dediquen tiempo sirvien-
do a otros, brindándolo caritativamente con amor. Realicen pere-
grinaciones a lugares santos. Hablen suave y dulcemente y sean
con todos amables y amorosos. Alimenten al pobre. Prepárense
para el momento final, cuando tengan que abandonar este mundo
y se presenten ante Dios, dispuestos a demostrar que conocían el
propósito y el significado más profundo de la preciosa existencia
que se les dio y que emplearon bien su tiempo.
La devoción proporciona la fuerza y la inspiración para cum-
plir la tarea espiritual esencial que lleva a la salvación. Este traba-
- 110 - SAMUEL H. SANDWEISS

jo espiritual consiste en una nueva apreciación y una práctica más


intensa de la moral y en la conducción a una vida justa, en una
forma aún no comprendida por la psicología occidental.
La verdadera práctica de la moralidad significa un conoci-
miento constante de lo que es realmente importante y de lo que
no lo es, y requiere de valor y discernimiento para renunciar a lo
transitorio y trivial, en favor de lo eterno e imperecedero. Es una
lucha entre la autogratificación y el autosacrificio; entre el egoís-
mo y el desinterés. Es en el fragor de esta lucha que son trascen-
didos el sufrimiento, el temor, el deseo, el yo y la dualidad; renun-
ciamos a la autogratificación y a la esclavitud del principio placer-
dolor, en favor del establecimiento de la rectitud y el desinterés.
De aquí que la moralidad y su expresión en servicio desinteresa-
do purifica el carácter, expande el amor y es el camino para tras-
cender la dualidad.
Sai Baba dice que la moralidad y el recto vivir son la expre-
sión del amor en acción.

El amor es lo esencial. El amor en el pensamiento


es la verdad, aquélla que es siempre igual y que está más
allá de todo comienzo y fin. El amor en el sentimiento
es paz, bienaventuranza, es no dejarse afectar por los
pesares o alegrías, ni por los altibajos de la vida. El amor
en el conocimiento es no-violencia y respeto y reveren-
cia por toda la creación. El amor en acción es moralidad
y vida recta, es brindar amor desinteresado a todos los
necesitados, sin deseo de recompensa.

Cuando este amor adopta la forma de servicio desinteresado


y el egoísmo es sacrificado en aras del bien de otros, el amor se
expande y se vuelve uno con todo. “El camino a la inmortali-
dad”, dice Baba, “está en la eliminación de la inmoralidad.”

PAZ Y ECUANIMIDAD

Para experimentar las cualidades sutiles de la paz, la luz y el


amor, la mente tendrá que ser apaciguada de las agitaciones pro-
venientes del mundo exterior. En tanto se purifica y acrecienta la
energía espiritual con las prácticas morales, las posturas de cuer-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 111 -

po y los ejercicios de control de la respiración ayudan a alinear las


energías que nos sustentan y a preparar nuestra dimensión inter-
na para visiones espirituales superiores.4
El foco de atención debe ser llevado al interior, lejos de las agi-
tadas y burdas energías del mundo exterior hacia las regiones más
vastas, sutiles y tranquilas del espíritu donde uno puede vislumbrar
una visión personal del milagro de la existencia. Si se deja que la
conciencia more allí en contemplación, un nuevo sentido de ecua-
nimidad y unicidad intensifica el anhelo de unión con lo divino. La
experiencia interna de la divinidad permite también una visión bea-
tífica en el mundo exterior. Conforme este proceso se profundiza,
el anhelo se vuelve tan intenso que, finalmente, uno estalla más allá
de toda limitación. El pequeño yo “individual” se funde, en supre-
mo triunfo y trascendencia, en la unicidad de la divinidad.

TERAPIA

Estas dinámicas son eternas y universales. Son las verdades


fundamentales que forman la base de todas las religiones del mun-
do. Y yo creo que deben convertirse también en las verdades fun-
damentales de la psicología. Las técnicas y prácticas para ense-
ñarlas —como las descriptas en los Apéndices III y IV— deben ser
desarrolladas en forma tal que al menos sean tan efectivas como
las que se dirigen al crecimiento psicológico mental.
El proceso de crecimiento espiritual debe perder su inmereci-
do estigma de ser una “lección” estéril, opresora, moralizadora y
hasta punitiva, de una escuela dominical religiosa fría y sin vida.
Tenemos que llegar a comprender que el proceso de evolución
espiritual por medio de la devoción, el desapego, el renuncia-
miento, la compasión, el servicio desinteresado, la meditación, la
oración y la moralidad, es tan seductor y apasionante, tan inno-
vador, creativo, desafiante y sofisticado como el proceso del cre-
cimiento psicológico realizado a través de técnicas tales como la
asociación libre, la expresión oral, imaginaciones guiadas, técnicas
de relajación, la de sensibilización, la dramatización de emociones,
la catarsis y el análisis de los sueños, etc.5 El crecimiento espiritual

4 Ver Los ocho grados de Patanjali, Apéndice III, págs. 368/9.


5 Ver nota 2 en pág. 106.
- 112 - SAMUEL H. SANDWEISS

requiere entrenamiento y disciplina en cada nivel de experiencia


humana, incluyendo el físico, el emocional y el mental.

AUTOCONFIANZA

¿Cómo se puede, durante la terapia, despertar esta autocon-


fianza? Ante todo, el terapeuta debe confiar en que la dimensión
espiritual es real y debe comprometerse con esta realidad en su
propia vida. Primero, dice Sai Baba, está la confianza en uno
mismo, la confianza de que existe un ser superior, de que la divi-
nidad existe y que es una presencia real viviente que debe ser
valorada en todo momento del día. Luego, llega la autosatisfac-
ción, la satisfacción y la confirmación que resulta de experimen-
tar verdaderamente la vida superior a través del proceso espiritual
explicado anteriormente. Entonces, cuando el terapeuta adquiere
confianza y fortaleza a través de la práctica espiritual, está prepa-
rado para sacrificarse a sí mismo mediante una práctica mucho
más profunda e intensa de moralidad y renunciamiento a lo falso
y lo trivial. Y entonces… el triunfo final, la autorrealización: la
experiencia directa de la divinidad, de la unicidad.

EDUCACION

Con la confianza en el yo superior y una mayor apreciación


de la moral, surge el valor para desafiar la ignorancia cuando ésta
se presenta en la terapia. La primera responsabilidad del tera-
peuta es la de educador. Esto no es nuevo; en las primeras etapas
del tratamiento, todos los pacientes deben ser educados respecto
al proceso, sea en técnicas de asociación libre, de relajación o de
modificación de la conducta. La educación en las reglas y en la
dinámica de la dimensión espiritual es una tarea constante, conti-
nua, porque es antinatural estar permanentemente consciente del
estado unitivo. Estamos tan atraídos por las poderosas fuerzas de
la mente —sentidos, deseos, placeres, sufrimientos, temores o
necesidades del yo— que creemos que la dualidad es real. Este
falso concepto, cualquiera sea la forma que asuma, debe ser pues-
to a prueba en todas las facetas de la terapia, por medio de méto-
dos integrados a las técnicas psicológicas, empleados para ense-
ñar las verdades de la mente.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 113 -

Sí, la sexualidad y la agresión reprimidas deben ser expuestas


y experimentadas hasta el punto de tener la opción de expresarlas
o no. Y, al mismo tiempo, conforme el trabajo psicológico se va
desarrollando por medio de enfoques psicoterapéuticos compro-
bados a través del tiempo, se deben enseñar también propuestas
espirituales comprobadas a través del tiempo, como la moralidad,
la meditación, la devoción, el servicio y la meta final del renuncia-
miento (el experimentar emociones y pensamientos sin ser afecta-
dos fundamentalmente por ellos). No es cuestión de una u otra dis-
ciplina, es cuestión de que ambas tengan su tiempo y su espacio.
Lo que se requiere, entonces, es integración —una integración
perspicaz, inteligente y apropiada— de los enfoques psicológicos
y espirituales, en relación a la salud, el bienestar, la satisfacción
personal y el crecimiento del individuo; y siempre, siempre recor-
dando la realidad fundamental existente más allá de la dualidad. En
aquéllos que buscan tratamiento, debe ser desarrollada, de muchas
formas sutiles, una visión de las verdades más profundas que sub-
yacen bajo nuestra perspectiva contemporánea de la “realidad”,
inclusive cuando se trata de temores mentales y emocionales. Más
allá de lo falso está la verdad; más allá de la duda, la fe; más allá
de la oscuridad, la luz; más allá de la muerte, la inmortalidad.
Más allá de la gratificación está el renunciamiento; más allá
de lo físico, lo trascendente. Más allá de la agitación del “jogging”,
las posturas del yoga; más allá del llanto, el control de la respira-
ción; más allá de la catarsis está la calma; más allá del mundo
exterior, el mundo interior. Más allá del deseo, la devoción; más
allá de la provocación, el respeto; más allá de la ira, la bondad;
más allá de la violencia, la paz.
Más allá del caos está la moral; más allá de la agitación está
la quietud; más allá de la verborragia, el silencio; más allá de las
lágrimas, la ecuanimidad. Más allá de los recuerdos está la fusión;
más allá de la mente está el espíritu; más allá del egoísmo, el
desinterés; más allá de la esclavitud, la liberación; más allá del
odio, el amor.

“BUEN JUICIO”

El terapeuta mismo debe valorar y practicar la moral en un


nuevo nivel de comprensión. Debe, más allá de la educación ver-
- 114 - SAMUEL H. SANDWEISS

bal, sentar un ejemplo con hechos. Su vida debe reflejar unidad


de pensamiento, palabra y acción, de lo contrario, las palabras se
vuelven vacías e inútiles. Con su conciencia centrada firmemente
en la vida superior, su devoción, ecuanimidad y amor deben refle-
jarse en un carácter justo y moral.
Su carácter y su moral son de suma importancia. A diferen-
cia de lo que hoy en día es comúnmente aceptado en psicoanáli-
sis, su actitud fundamental no debe ser de no juicio, sino la de
buen juicio (discernimiento). Considero como uno de los mayores
objetivos del tratamiento, el desarrollo del buen juicio, en cuanto
a la propia responsabilidad respecto a la moralidad. El desarrollo
del buen juicio moral debe estar en el centro mismo de la terapia,
presentado de una manera no compulsiva, completamente abier-
ta, compasiva, y posible de ser aceptada por el paciente.

DOLOR Y SUFRIMIENTO

También es necesario un planteamiento totalmente nuevo


respecto al dolor y el sufrimiento, experiencias básicas que nos
atan a la dualidad. A través de la fortaleza obtenida por la prácti-
ca de la moral, la devoción y el desapego, el primer paso es man-
tenerse abiertos al dolor y al sufrimiento y no rehuirlos. Sai Baba
nos dice que el dolor y el sufrimiento deben ser bien recibidos
como un apreciado maestro, ya que nos vuelve humildes, nos
sacude del apego al mundo exterior y apresura nuestras ansias de
trascendencia. El dolor y el sufrimiento representan el apego al
cuerpo emocional, a la dualidad, y la única forma de escaparles,
de volverse indiferente a ellos, es a través del renunciamiento y el
desapego.

RENUNCIAMIENTO Y DESAPEGO

El renunciamiento implica resistirse a ser afectado por el


mundo exterior de la dualidad, evitando que la conciencia fluya
hacia él, a través de los sentidos, los deseos y el yo (ver Apéndice
IV, el desafío del chakra 5). No es una negación de toda la crea-
ción, es sólo un resistirse a que los sentidos, los deseos y el yo
influyan en la conciencia. A través de este proceso, el mundo
exterior deja de ser visto como si estuviese compuesto por enti-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 115 -

dades separadas y distintas, sino más bien como un todo glorioso


e indivisible: la encarnación de Dios.
El desapego es bastante diferente de la represión o la nega-
ción. No es un mecanismo de defensa, que oculta sentimientos y
temores al conocimiento de la conciencia. Es el proceso de abrir-
se a los sentimientos y temores pero relacionándose con ellos en
una nueva forma, entregándoselos a Dios a través de la devoción,
de modo de quedar inafectados por ellos.6
Diciendo “sí” al dolor, como hacemos con el placer, no prefi-
riendo a uno por encima del otro, no siendo afectado ni por el
placer ni por el dolor y desapegándose de los frutos del propio
trabajo, ofreciéndoselo en cambio a Dios, en un acto de fe y devo-
ción, nos alejamos del complejo mente-yo y de la dualidad.
No estoy recomendando cortejar con el sufrimiento ni tam-
poco precipitarse en el proceso de desapego del yo, del deseo y
del dolor. Ni estoy tampoco preconizando aquel retiro del mundo
que es, con justicia, criticado como “quietismo”. El proceso de
desapego es lento y requiere paciencia y perseverancia. Es lo
mismo que afeitarse: presiona demasiado fuerte y te cortarás; pre-
siona muy suavemente y no ocurrirá nada. Es de suma importan-
cia conocer la “tensión” adecuada para cada uno de nosotros.
El misterio de la existencia del hombre es que tiene que
vivir simultáneamente en dos reinos: en el del cuerpo y la
mente y en el del espíritu. Al igual que Sai Baba, nosotros tam-
bién debemos transmutar el cielo en tierra (haciendo que la rea-
lidad espiritual se manifieste en la tierra) y la tierra en el cielo
(transmutando el mundo exterior y la mente en espiritualidad).
Debemos tratar de ser felices, de satisfacer nuestras necesida-
des y deseos —lo cual es parte de la naturaleza de nuestra vida
sobre la tierra— pero, simultáneamente, tendremos que traba-
jar para trascenderlos.

VIVIR EN DOS NIVELES

Este vivir en dos niveles es un proceso complicado en la vida


y en la terapia. ¿Cómo trata el terapeuta tanto los temores como
los deseos terrenales que tienen que ver con las relaciones inter-
6 Idem nota 2 en pág. 106.
- 116 - SAMUEL H. SANDWEISS

personales y, al mismo tiempo, con el miedo mortal, si éste apa-


rece simultáneamente? Ambas situaciones requieren atención,
quizás empleando diferentes planteamientos y técnicas. El pro-
blema puede, de hecho, estar más allá de la comprensión de la
mente y sólo puede solucionarlo la conciencia superior, mediante
la meditación y la devoción.

MEDITACION

Es en este punto donde, tanto el terapeuta como el paciente,


pueden beneficiarse con el conocimiento espiritual. En lugar de
depender de un enfoque dualista como la asociación libre psicoa-
nalítica, con su valoración de fantasías y emociones, tanto el tera-
peuta como el paciente pueden beneficiarse con el proceso de
meditación devocional que lleva a la unión. A través de un gran
número de técnicas de meditación, como el control de la respira-
ción o la visualización de la luz, la mente se aquieta.
El desapegarse de todos los deseos y necesidades personales,
así como de los pensamientos, sentimientos, distracciones y pre-
disposiciones, volviéndose un testigo no afectado, abierto a todas
las posibilidades, trae una sensación maravillosa de libertad en la
que florecen la intuición, la creatividad y la ayuda y el amor ver-
daderos. En esta quietud interior la mente es dirigida por la volun-
tad del observador a apoyarse en un aspecto de la divinidad. En
esta forma, uno puede experimentar el amor omnipresente e infi-
nito de Dios y, finalmente, la fusión del testigo con lo atestigua-
do, el “yo” y el “aquello”. Jesús se refirió a esto como “la paz que
supera toda comprensión”.
Nutrida en esta forma, la conciencia penetra y se fusiona
más profundamente con el otro, proporcionando un conoci-
miento expandido del otro. Este modo de escuchar y de ser,
tanto del terapeuta como del paciente, permite desapegarse y
controlar la mente y usarla como herramienta y no al revés: ser
esclavizado por las emociones de la mente. Esto permite un más
profundo y verdadero discernimiento (insight) que intuye clara-
mente cuál de las cuestiones, terrenal o espiritual, debe ser tra-
tada primero, y cómo. Y esto proporciona una paz profunda y
duradera.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 117 -

UNA DECISION A TOMAR

Ahora estamos listos para volver a mi paciente A.T. Yo


debía tomar una decisión: ¿estaba ella enfrentando un problema
psicológico o espiritual? ¿Debía preocuparme por ayudarla a
proteger su psique, encontrando una defensa contra su rígida
visión de finitud? ¿O estaba A.T. suficientemente fuerte ahora
como para ser dejada sola, enfrentada con ella cara a cara, para
aceptarla y abrirse más profundamente a lo divino a través de la
misma?
Decidí que A.T. estaba enfrentando una experiencia espiritual
legítima y que su psique estaba suficientemente fuerte como para
aceptar esta visión y su posible invitación a la trascendencia.
Antes, ya habíamos llegado a este punto, a través de sus miedos
y deseos mentales, a través de nuestras conversaciones sobre
espiritualidad y de mis indicaciones de técnicas y enfoques que
ella pudiera seguir. Habíamos examinado los modos de preparar
a la conciencia para su expansión en la dimensión espiritual.
Para dar el siguiente paso, ella tendría que tomar una decisión
por sí misma. ¿Estaba dispuesta a enfrentar su propio miedo mor-
tal y renunciar a su mente para lograr una posible solución tras-
cendental? ¿Estaba preparada para dejar la seguridad que le
daban sus viejos apegos a la mente, a cambio de la posibilidad de
un instantáneo destello de comprensión de la naturaleza real de la
existencia? ¿Estaba preparada para emprender seriamente el
camino espiritual?
Deben estar libres no sólo del temor sino de la espe-
ranza y de la expectativa. Confíen en mi sabiduría; yo
no cometo errores.
¡Amen mi incertidumbre! Porque no es un error. Es
mi designio y mi voluntad. Recuerden, nada sucede sin
mi voluntad. Manténganse calmos. No quieran enten-
der; no pidan entender. Renuncien a entender. Renun-
cien al mandato imperativo que exige comprensión.
Reflexionen acerca del sentimiento, desde que des-
piertan hasta que vayan a dormir, sabiendo cuán inme-
diato, cuán cercano y cuán profundamente compatible
es. Es el sentimiento de entregarse verdaderamente: el
cuerpo está relajado. También la conciencia se relaja.
- 118 - SAMUEL H. SANDWEISS

Dejen que el sentimiento de Dios los venza como el


sueño.
(Sathya Sai Baba)

Para alguien tan centrado en la mente, éste debe ser un paso


tremendo. Más difícil que entregarse a la técnica de la asociación
libre, más difícil que revelar los secretos y temores de la vida men-
tal, es rendirse a la experiencia del miedo mortal y tomar la deci-
sión de asumir seriamente la vida espiritual para lograr una paz
verdadera. Pude ver la mente de A.T. sacudida por agitaciones,
como en su sueño. Estaba siendo inducida a tomar conciencia de
la devoción que yacía latente en ella y que, literalmente, mantenía
en reserva, como en su sueño. Pero antes tenía que dar un paso
terrible. ¿Estaría dispuesta ahora a conectarse con el amor que lle-
vaba en lo más profundo de sí? Yo esperé, sabiendo que una solu-
ción a esta profunda indagación, no llega fácilmente.
Confirmación

CAPITULO DIEZ

A lgunos meses más tarde, en marzo de 1982, A.T. inte-


rrumpió la terapia. No quería sentirse vulnerable, especialmente
desde que, en general, tenía tanto éxito en la vida. Además, esta-
ba en su sexto mes de embarazo de su primer hijo y quería pre-
pararse para el parto sin tener que preocuparse por la terapia.
Once meses después volvió al tratamiento, feliz con el naci-
miento de un hermoso niño, pero con el problema de tener que
decidir cómo repartir su tiempo entre la profesión y el hijo.
Continuamos como antes, reuniéndonos en una sesión semanal
de cuarenta y cinco minutos de duración. Los temas psicológicos
y espirituales, descriptos en el Capítulo 8, reaparecieron. En ese
tiempo, durante una sesión en el mes de junio, tuvo lugar una
reacción inusual.
En capítulos anteriores, he presentado algunas ideas respec-
to a un miedo mortal que, según creo, afecta profundamente
todo lo que hacemos dentro y fuera de la terapia. Algunos pue-
den cuestionar la validez de tal temor, oculto a la conciencia pero
constriñéndola completamente y ocultándonos de la realidad
espiritual. La siguiente reacción, me parece, apunta a enfocar
este temor en forma intensa y a confirmar decididamente su exis-
tencia.
A.T. relató un sueño en el cual ella se encontraba piloteando
un avión, cuando de pronto éste se daba vuelta y se precipitaba
en picada fuera de control. Impotente y desesperada, no podía
estabilizarlo. Como se había estado ocupando de temas espiritua-
- 120 - SAMUEL H. SANDWEISS

les durante el tratamiento, en cierto nivel el sueño evocaba el


miedo mortal del yo de no ser, si su conciencia se elevaba a una
altura más allá de la mente.
Mientras la escuchaba, tuve el impulso de hablarle de un mila-
gro de Sai Baba ocurrido recientemente, pensando que podría
servir para aumentar su apreciación y su fe en las dimensiones
superiores de conciencia y hasta quizás calmar su temor a explo-
rar estas dimensiones. Pero, después de relatarle la historia, ante
mi sorpresa no reaccionó con tranquilidad y confianza, ni siquie-
ra con curiosidad intelectual, sino con pánico total. Yo no espe-
raba ver este miedo de manera tan vívida. Preparé rápidamente
mi grabador y pude captar su sorprendente reacción inicial.
Seguidamente encontrarán un relato parcial de esta reacción y, a
continuación de la misma, la transcripción de la sesión realizada
una semana después, momento en que pudo hablar del incidente
con un mayor control y con más conocimiento. La transcripción
ha sido levemente corregida para mayor claridad.
Algo más: creo que no es importante el milagro específico
que le relaté. Le había contado antes muchos otros, sin este tipo
de respuesta. Y cuando ella se lo mencionó a su esposo, éste no
tuvo una reacción diferente a la que tuvo al escuchar otros mila-
gros de Sai Baba. Ambos reconocieron que la diferencia estaba
en ella. Por alguna razón, A.T. estaba dispuesta a escuchar de una
nueva manera, habiendo experimentado, al parecer, un cambio
sutil en la conciencia, que la había preparado para esta reacción.

LA REACCION

Viendo a A.T. muda y asustada, le pregunté:


S.: ¿De qué tiene miedo?
A.: No sé qué es lo que temo. Me siento confundida. Es como
si mi mente estuviera en un plano inclinado. No computa nada.
S.: ¿Se sacudió su mente?
A.: Sí.
S.: ¿Puede describir lo que le ocurrió a su pensamiento?
A.: Me sentí suspendida, estaba precisamente sentada allí.
No me estaba moviendo. Mi boca no estaba abierta. No parpa-
deaba, era como si me hubiera detenido en algún punto. Y no
podía moverme hacia adelante ni hacia atrás, ni de ninguna
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 121 -

manera. Era como si todo se hubiera detenido. ¿Ha leído los


libros de Carlos Castaneda, los libros de Don Juan, donde habla
de detener al mundo? Sentí como si el mundo se hubiera deteni-
do…
S.: ¿Se detuvo su mente?
A.: Estaba aterrada. Como esa figura idiomática que usa la
gente —“pararse en seco”— es así como me encontraba: parada
en seco. Estaba adherida al piso (pausa) pero no era como si mi
mente se hubiera detenido. Parecía que corría tan velozmente que
no era posible verla, como una hélice girando tan rápidamente
que bien podría no estar allí.

UNA SEMANA DESPUES

S.: ¿Recuerda algo de la reacción que tuvo la última vez?


A.: Me encontraba en un estado de pánico o de terror. He
estado pensando en esto y realmente no puedo describirlo. No
experimento pánico muy a menudo, alguna que otra experiencia
de terror o algo así —“Oh, Dios mío, no voy a hacerlo bien” pero
no creo haber experimentado nunca antes nada que realmente
podría llamarse terror, es decir, miedo por mi vida o que algo real-
mente terrible estuviera por suceder. Pero la reacción de la sema-
na pasada fue algo más. Fue precisamente un giro mental. Era
más bien la sensación de estar en las garras de algo que no enten-
día, y experimenté eso con temor. Lo experimenté como terror o
pánico o algo similar.
No puedo volver a pensarlo y decir qué era lo que creía que
iba a sucederme, no es como que si hago “x cosa” moriré o seré
aniquilada o algo así; era algo mucho menos específico que eso.
Pero creo que lo que me alucinó tanto fue que fuera tan físico y
tan real y no algo que yo hubiera inventado o que estuviera pro-
bando para causar efecto. Examiné a fondo todas estas cosas en
mi mente durante la semana. ¿Qué estaba yo tratando de demos-
trar? ¿Estaba intentando impresionar a alguien? ¿Estaba tratando
de impresionarlo a usted? ¿Estaba tratando de serle obediente por
alguna razón u otra? Pero no, no creo que fuera algo de eso. Fue
muy real, muy atrapante y muy repentino. Había llegado aquí al
comienzo de la sesión y no paraba de hablar de esto, de aquello
y de lo de más allá y no estaba preparada para lo que sucedió.
- 122 - SAMUEL H. SANDWEISS

S.: ¿Lo experimentó como un miedo semejante a un miedo


del tipo de un daño físico, sintió que estaba en peligro?
A.: Sí, pero repito, no podría especificar en qué peligro.
¿Qué me estaba amenazando? Tengo esta imagen mental de algo
que ocurrió unos años atrás cuando mi hermana se graduó en su
doctorado en Filosofía. Mi padre, mi hermana y yo hicimos un
viaje a Yosemite. Bajamos con nuestras mochilas a Yosemite
Creek por uno de los caminos y al día siguiente marchamos en
excursión hasta la misma cima de las cataratas de Yosemite. ¿Ha
estado allí alguna vez?
S.: No.
A.: Es increíble. ¿Ha visitado el valle de Yosemite, quizás?
S.: No, nunca.
A.: ¡Qué pena! Es enorme. Yo antes había estado en el valle
y uno ve desde abajo las cataratas y el cerro Half Dome y todas
esas montañas rodeándolo. Bien, aquí estábamos mirándolo todo
desde arriba, y este salto, este río que sale disparado justo de esta
garganta y va saltando hacia el espacio. Para ese entonces yo
había ingerido hongos. Mi hermana había traído algunos consigo,
así que ambas entramos en una especie de silenciosa alucinación.
Con los hongos, no se alucina realmente, pero fue definitivamen-
te una droga psicodélica.
Y yo me había encajado en esta pequeña grieta en la super-
ficie de esta pared donde sentía que me encontraba segura, que
no podía caer rodando, de modo que, mientras transcurriera esta
media hora de muy intensa experiencia con la droga, nada me
ocurriría. Allí estaba yo, mirando estas aguas que saltaban hacia
el espacio. Y había golondrinas, estas pequeñas golondrinas de
los acantilados. Pasan rozando el suelo como si se lanzaran sobre
el acantilado para cazar los insectos que, supongo, son traídos por
la corriente. No conozco mucho de sus hábitos alimenticios pero
sí cazan insectos y solían pasar en picada justamente sobre mi
cabeza frente a mi rostro y hacia este abismo. Quiero decir que
hay dos extensas millas de espacio allí frente a ti, es impresio-
nante… y así es en parte como me sentí.
Estaba, en cierta forma, viendo algo que caía a plomo en la
nada, en el espacio, y era aterrador: premonitorio, atrapante. Creo
que me senté allí por una media hora y no me moví. Yo seguramente
casi ni pestañeaba, sólo contemplaba este espacio frente a mí.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 123 -

No lo estaba viendo como un panorama, como gente que


toma fotografías y dice: “Oh, qué belleza todo este paisaje”. No
era un paisaje, era el espacio, y eso fue lo máximo a lo que pude
acceder. No sé si lo he descripto muy bien, pero fue aterrador.
Porque si yo hubiera caído rodando, hubiera muerto instantánea-
mente debido al impacto. Si algo le hubiera ocurrido a una de
estas golondrinas en el aire, hubiera caído a plomo mil metros en
el fondo del valle.
S.: ¿Es ése el tipo de peligro que sintió la semana pasada?
A.: Algo. Pero no era algo que realmente iba a sucederme a
mí. En realidad no tenía miedo de caer. Era más bien tener que
enfrentarme con la enormidad de algo frente a mí, que, de haber
estado yo allí, en el espacio, no hubiera sobrevivido. ¿Entiende lo
que quiero decir? No era tanto que yo estuviera en peligro de que
me forzaran a salir de allí, sino que realmente lo vi por primera vez.
S.: ¿Cree que por primera vez en su vida vio realmente esa
enormidad, la semana pasada?
A.: Sí. La primera vez que puedo recordar. Jamás recuerdo
haber sentido de ese modo. La experiencia con droga es diferen-
te. Es efímera, usted sabe, la mente se acelera cuando se ingieren
esta clase de hongos, o bien, en cierto modo se aquieta y puede
quedarse mirando algo fijamente por mucho tiempo sin darse
cuenta verdaderamente de lo que está viendo. Pero realmente
nunca me aluciné con las drogas. Nunca me entró pánico por
ellas o por cualquier otra cosa. Sólo tuve experiencias que pare-
cen a veces poco profundas.
S.: ¿Consume mucha droga?
A.: No, creo que no.
S.: ¿Con qué frecuencia tomaba alucinógenos?
A.: Oh, por años no los he tomado, por supuesto, desde que
quedé embarazada. ¿Cuándo fue la última vez que comí hongos?
Ni siquiera lo recuerdo, hace mucho tiempo, hace dos o tres años.
S.: ¿Los extraña?
A.: Bien, usted sabe, un poco, pero tengo algo así como un
puñado en el congelador y no los he comido. Es como si preci-
sara el momento justo, y ciertamente no querría hacerlo teniendo
a mi niño cerca. No querría ser responsable de nada.
S.: ¿Cree que la reacción que tuvo fue similar a una expe-
riencia con drogas?
- 124 - SAMUEL H. SANDWEISS

A.: Bien, sí y no. Cuando uno está drogado, al menos cuan-


do yo estoy drogada, siempre sé que lo estoy. Nunca me perdí al
punto de pensar realmente que estaba en otra parte. Pienso que
puede haber gente que entra tan profundamente en una expe-
riencia con droga, que, de verdad, olvida que es una experiencia
con droga. Eso nunca me sucedió a mí. En cierta forma he esta-
do siempre consciente de que todo lo que estaba sucediendo era
a causa de lo que había ingerido o fumado o algo por el estilo.
Esto era diferente puesto que no estaba consumiendo drogas y
algo muy profundo y emocional me había sucedido y allí sólo esta-
ba yo. Allí estaba solamente yo y si había algo más desde afuera,
una suerte de fuerza espiritual, lo que fuera, no es algo que yo
conozca. Algo que llegó a mí, no lo tomé voluntariamente. No lo
tomé deliberadamente como lo hago con la droga. Así que en ese
sentido era muy diferente.
S.: ¿Consideró también que la experiencia con la droga no
es real, que es algo falso y fabricado por la droga misma?
A.: Creo que es real, sólo que diferente. Recuerdo una oca-
sión en que estaba en el desierto de Utah, sentada y contemplan-
do este maravilloso acantilado de arenisca roja, que muestra en su
parte superior estas formas diseñadas por la erosión, debido a la
acción de los elementos químicos. Todo el acantilado se estaba
moviendo, ondulaba, subía y bajaba y el mundo entero parecía
estar vivo. En cierto modo, me hizo sentir una con el universo, sí,
que todo está vivo y que soy parte de esto. Las rocas, aunque no
parecen moverse hacia mí, son parte de un mundo viviente, orgá-
nico, que respira, y pienso que, en cierto nivel filosófico y cierto
nivel real, esto es verdad. No es parte de mi realidad cotidiana. No
trato a las rocas como si estuvieran vivas, pero creo que las expe-
riencias con drogas pueden abrirnos a lo que, probablemente, son
verdades realmente profundas. Pero, realmente, no perduran.
S.: ¿Cuál es la diferencia entre eso y lo que te estaba suce-
diendo? ¿Había mucha diferencia en cuanto a la calidad de la
experiencia o a la sensación de ser real y duradera?
A.: Bien, no lo sé. No he pensado mucho al respecto. Estuve
hablando con Jim (un investigador amigo) acerca de que se puede
aprender mucho de las drogas y que las mismas son desinhibido-
res selectivos que de algún modo, son capaces de activar ciertas
partes de la mente que generalmente son dejadas de lado, y clau-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 125 -

surar partes de la misma que podrían quizás protegerlo a uno de


otras experiencias. Hasta ese punto la experiencia con la droga es
real y no creo que la droga ponga en su mente nada que no estu-
viera ya antes allí. Sólo que… lo ve de modo diferente.
S.: Pero en cuanto a la sensación de realidad, ¿hay diferen-
cia, en cuanto a esta sensación de realidad, entre la experiencia
con la droga comparada con la sensación que usted tuvo? ¿Hubo
en ella una calidad diferente? ¿O eso no parece importante? Le
pregunto porque Sai Baba dice que la experiencia con la droga
parece auténtica pero no lo es, es como uvas de plástico.
A.: No lo sé. La diferencia en calidad estaba en que no podía
culpar por ello a nadie. Es como tener un sueño. Yo tengo mis
sueños y a veces realmente me gustaría echar la culpa a alguien
por ellos. Fue por algo que comí o (risas) yo realmente no soñé
ese sueño, fue algún otro, no fui realmente yo. Pero usted no
puede darse vuelta y decir que la droga puso eso allí o que alguien
me lo sugirió y que por eso vino.
S.: ¿Tuvo algún sueño esta última semana?
A.: Tuve un par de sueños pero nada que persistiera en mí,
excepto un sueño anoche en el que tuve una especie de trabajo-
sa subida a una colina, en patines o en un dispositivo plano y lle-
gaba a una corriente. Y el aspecto que parecía tener —¿no es gra-
cioso?— era la misma imagen de la cascada de la que le acabo de
hablar. Era una cascada que caía a gran profundidad y el agua
corría con mucha rapidez y yo iba como arrastrada por la corrien-
te y caía a plomo sobre la catarata. No recuerdo haber llegado al
fondo, pero el sueño continuó. De algún modo salía trepando por
la corriente e iba a donde tenía que ir.
S.: ¿Recuerda la última parte del sueño?
A.: No, realmente, excepto que creo que las personas que
estaban allí, era el grupo de mujeres con quienes he de encon-
trarme esta noche.
S.: ¿Pensó en esta imagen de Yosemite, el ejemplo que me
relató anteriormente, entre la última vez y ahora, o…?
A.: Me llegó precisamente ahora.
S.: ¿Qué pueden significar estos símbolos respecto a usted?
¿Tiene alguna idea?
A.: Bien, que hay algo respecto a mí, que está precipitándo-
se en un abismo y está a punto de estrellarse en él y, presumible-
- 126 - SAMUEL H. SANDWEISS

mente, yo he sobrevivido. Quiero decir que siempre percibí esta


maravillosa… no identificación exactamente, usted sabe, estas
golondrinas… Si yo tuviera que ser una criatura diferente en este
mundo, pienso que me gustaría ser una de estas golondrinas. Esta
habilidad de simplemente remontarse… pero no se remontan,
bajan en picada, se zambullen, son pequeñas criaturas rápidas,
activas y dominan completamente todo este espacio, porque no
se caen del aire.
S.: ¿Qué hay de la posibilidad de moverse como esta corrien-
te y salir disparado en el espacio y luego de pronto ¡boom! con-
vertirse en el espacio, volverse simplemente infinito? ¿Le asusta-
ría eso? ¿O tiene incluso algún significado para usted?
A.: No, ninguno, es una abstracción. No siento nada cuando
dice eso, excepto como recuerdos de haber tenido sueños de
volar o algo así.
S.: De modo que sólo cree que una vez que se encuentre sus-
pendida en el espacio sin nada que la sostenga, ¿se precipitaría
en picada?
A.: Sí. Supongo. En el sueño, cuando pasaba por encima de
la catarata, no me ocurría nada.
S.: ¿Se recuerda cayendo?
A.: Sí. Recuerdo algo así como si fuera a llegar al borde de
esto. Creo que había allí unos troncos o algo así y yo iba monta-
da sobre uno. Recuerdo que pensaba “Dios mío, voy a andar por
esta catarata, es una gran distancia hacia abajo”. Pero, en ese
momento, no había nada que yo pudiera hacer al respecto. Es
decir, no pasar por encima de la catarata era imposible. No había
nada a qué aferrarse. El río corría mucho más rápido de lo que tal
vez pudiera esperar para nadar y resistir la corriente, así que me
dejé llevar por sobre el salto de agua y dije: “Bien, aquí estoy”.
Y en el sueño… era uno de esos sueños en los que soy cons-
ciente de estar en un sueño. He hecho esto un par de veces, algo
así como decirme a mí misma: “Bien, es sólo un sueño, puedo
atravesar esta catarata porque se trata sólo de un sueño”. Me lo
decía a mí misma y entonces cruzaba la catarata, y eso fue todo.
Como si, de cierto modo, me liberara de mi pánico. Seguí tratan-
do de encontrar salidas como ésas durante toda la semana pasada.
¿Qué me sucedió aquí dentro? ¿Fue sólo “un esto”, fue sólo “un
aquello”, fue una cosa u otra, y no entendí lo que era, sólo…?
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 127 -

S.: Bien, ¿cuáles fueron algunos de estos “sólo”?


A.: Ya los mencioné antes: ¿Estaba yo actuando? ¿Lo había
inventado yo misma?
S.: ¿Para agradarme a mí?
A.: Sí, puede ser. Creo que sobre todo para agradarle. O
para ser dramática, para impresionar.
S.: Pero eso continuó incluso después que usted se fue de
aquí. Jim lo vio.
A.: Oh, sí. Yo conduje hasta mi campo y él estaba más allá,
abajo, en el otro extremo del lugar, mirando algo. Así que me
senté en el suelo y empecé a preparar el grabador y no pude
recordar lo que tenía que hacer. Es como si no hubiera podido
concentrarme en el grabador y recordar qué botones presionar,
cómo colocar la cinta y cómo seguir los pasos para ponerlo en
marcha. Así que simplemente me senté y lo dejé allí. En cierto
modo, me tomé la cabeza entre las manos y sólo traté de recom-
ponerme para poder continuar.
Al llegar a este punto, Jim se acercó y yo levanté la vista para
mirarlo. Me echó una mirada a la cara y dijo: “Estás enojada” —por-
que yo había estado furiosa con él unos días antes—. Y yo le dije:
“No, Jim, no estoy enojada”. El intentó nuevamente: “Eres esto,
eres aquello”, y finalmente yo le dije: “Bien, ¿recuerdas lo que estu-
vimos hablando ayer respecto de tener estas experiencias que, de
alguna manera, sacuden tu mundo? Bien, precisamente, tuve una”.
Y se quedó pensando en eso por un momento, supongo que
dándome la oportunidad de hablar sobre ello si deseaba hacerlo.
“Bien, ¿sentiste esto, sentiste aquello?”. Respondí: “No, nada de
eso”. Le dije que no quería contarle nada al respecto porque
temía parecer ridícula. Quiero decir que suena ridículo a alguien
que no sabe nada de esto. No pude decidirme a contarle.
Jim dijo: “Bien, puedes parecerme todo lo ridícula que quie-
ras, me agradarás lo mismo”. Y yo le dije: “Te lo agradezco pero,
realmente, no podría hablar de ello ahora”. Así que no lo hice, y
continuamos trabajando. Ese día un poco más tarde le pregunté:
“Jim ¿cómo me encontraste cuando llegué esta mañana? ¿Pare-
cía drogada?”. El dijo: “Parecías realmente drogada, nunca antes
te había visto así”.
S.: ¿Cómo le afectó eso a su mente? Usted dice que no podía
concentrarse o presionar los botones apropiados en su grabador,
- 128 - SAMUEL H. SANDWEISS

que su mente estaba en un plano inclinado, que sus pensamien-


tos corrían velozmente, que había una sensación de no poder asir
nada. ¿Son éstas algunas de las formas en que se sintió?
A.: Todo, excepto la cuestión de mis pensamientos que corrí-
an velozmente, todo se detuvo. Me sentí como si estuviera senta-
da en esta silla sin mover un músculo, sin parpadear, sin… esta-
ba atornillada.
S.: La idea de que su mente estaba quieta, ¿qué es eso? ¿No
sabe la mente a donde ir?
A.: No, no sabía a donde ir. Es como si hubiera estado reci-
biendo información, como una especie de programa para la com-
putadora, supongo. Uno le proporciona información programada
que no puede procesar y, por lo general, nos da un mensaje equi-
vocado y luego se detiene. Se lo llama “quedarse colgada”. Se detie-
ne y estará allí indefinidamente esperando más instrucciones (risas).
S.: Bien, ¿se sintió espaciosa?
A.: No, el espacio es infinito. Me sentía como un punto, sentí
todo lo contrario al espacio, me sentí totalmente contraída y enfo-
cada. No existía nada más en el mundo en ese momento.
S.: ¿Los pensamientos no continuaban, quedaron clavados
en aquel momento?
A.: Por un instante, sí; luego, en cierto modo, comprendí lo
que me estaba sucediendo. Dije: “¿Qué estoy haciendo, qué estoy
sintiendo, qué está ocurriéndome?”. Pero el hecho de cuestionar-
me, no lo detuvo. Cuando sentí que no podría subir a mi auto y
dirigirme a ningún lado, me dije a mí misma: “Yo simplemente
puedo salir de esto; simplemente puedo parar, puedo sencilla-
mente detenerlo y ser yo misma y salir de esta oficina”.
Pero no pude, no quise intentarlo. Era como si temiera que si
lo intentaba y fracasaba, entonces, realmente me sentiría como si
estuviera drogada. Me sentí así en muy pocas ocasiones y no por
mucho tiempo, cuando estaba realmente deprimida por algo. Y
solía simplemente sentarme en mi silla y no moverme. Acostum-
braba pensar: “Debería levantarme y hacer algo”. Luego decía:
“¿Y si no puedo? ¿y si intentara levantarme y no pudiera? Me
asustaría”. De modo que seguía sentada allí hasta que ese estado
de ánimo pasaba.
S.: ¿Y esto de lo cual no podía librarse —nuevamente, estoy
sólo tratando de aclararlo— era acaso que su mente quedó atur-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 129 -

dida en aquel momento y permaneció así? ¿Y que incluso cuan-


do tratara de entretenerse, los pensamientos no hacían mucho
impacto en ese sentimiento de estar aturdida?
A.: Sí, sí. Los pensamientos estaban allí y, en cierto modo,
podía verme pensando: “Debo ir, debo estar en el campo, no
puedo permitirme esta indulgencia justamente ahora, ¿qué pen-
sará Sam de mí?”.
S.: ¿Qué debo pensar yo de usted?
A.: Oh, no lo sé. Quiero decir, probablemente usted estaba
tan sorprendido como yo… quizás lo veía venir. Yo no sé, fue
usted quien sacó el grabador.
S.: ¿Cree que pienso peor o mejor de usted?
A.: Bueno, parecía muy complacido con ello. Quiero decir, si
sacáramos de repente el grabador y todo ¿qué tal eso? ¿Qué
podría ser una ayuda más positiva para cualquiera? Después de
tres años y medio de terapia, algo de lo que dije valió la pena de
ser grabado (risas).
S.: ¿Pensó que me causaría agrado con esa reacción?
A.: Bueno. Pensé en eso. Fue una de las cosas que pensé
esta semana.
S.: Después.
A.: Sí, pero no de antemano.
S.: ¿Usted lo evocó?
A.: No creo haberlo hecho. Quiero decir, es posible, supon-
go, pero no parecía una alternativa real.
S.: Estaba asustada, ¿estaba también intrigada por todo esto?
A.: Estaba muy intrigada y pasé el resto del día con una espe-
cie de calma que me envolvía. Parecía un día hermoso y no me
preocupé por tener que terminar con el trabajo y…
S.: Bien, ¿cómo pudo experimentar ambas reacciones: el
temor de atravesar la catarata y, aun así, permanecer en calma?
A.: En lo único que pude pensar fue en lo que habíamos
hablado antes —de lo cual, como siempre lo he dicho, no tengo
experiencia—, que es la entrega. Una vez que comprendí, en cier-
to modo, que no había inventado esto por mí misma, que no lo
había hecho con ningún propósito, solamente me entregué a ello.
Esto simplemente era, y me había levantado y me había tomado.
No había nada que yo pudiera hacer salvo, en cierto modo, entre-
garme a ello. La frase que me aparecía todo el día y toda la sema-
- 130 - SAMUEL H. SANDWEISS

na, es algo que dicen los Cuáqueros: “¿Qué es lo que usted


requiere de mí?”.
Pero era más como “¿Qué es lo que se requiere de mí?”. Sentí
que no tenía respuesta para esa pregunta. Y todo el pensamiento
del mundo acerca de ello no me daría la respuesta. ¿Se me pedía
que fuera a su casa esa tarde para una reunión de Sai Baba? No
podía decidirme a hacerlo, en parte porque hubiera tenido que
cancelar un compromiso con mi esposo. No me sentía capaz de
darle explicaciones. Le hubiera debido una explicación, lo que
hubiese sido muy incómodo, y en parte sentía cierto miedo.
No estaba segura de que ver algo más de eso me causaría
alguna impresión, y quería, de alguna manera, quedarme con lo
que había sucedido y no forzarlo en una u otra dirección. Sentí
que lo que se me pedía era entregarme, haber tenido esta expe-
riencia, tratar de observarla, tratar de no forzarla en ninguna
dirección y ponerla a juicio y permanecer abierta a ella. Eso es
bastante difícil para mí porque no estoy acostumbrada a este tipo
de cosas. Pero era de allí de donde procedía la sensación de
calma: “Esto me ha sucedido a mí; lo he conseguido, no puedo
luchar con ello, no hay nada que pueda hacer con ello. Quizás
simplemente voy a tener que vivir con ello por un tiempo”.
S.: ¿Algo así como resignarse a atravesar la cascada cuando
estaba sobre el tronco durante el sueño?
A.: Algo así.
S.: ¿Acaso pensó: “no más lucha”, porque sabía que luchar
no iba a ayudar dado que la corriente era muy rápida, de modo
que simplemente se resignó a seguirla?
A.: Sí.
S.: ¿Y hubo una calma que acompañó a esa entrega en el
sueño?
A.: No recuerdo; fue demasiado rápido.
S.: ¿Cuánto tiempo le llevó volver a su forma normal de pen-
sar?
A.: Creo que fue hasta que Jim se me acercó y me hizo todas
esas preguntas. De algún modo, traté de expresar algo de todo lo
que pensé que había sucedido, y luego, empezamos con la reco-
pilación de datos. Es todo muy rutinario y requiere concentración
para elaborar los códigos correctos en la computadora. En cierto
modo, me volvió a la realidad.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 131 -

S.: ¿Habló con Jim sobre su experiencia? ¿Le relató lo ocurrido?


A.: No, aún no. En realidad no hubo tiempo.
S.: ¿Le contó a su esposo?
A.: Sí, hablé con él al respecto.
S.: ¿Y cuál fue su impresión?
A.: El estaba interesado porque me había sucedido a mí. No le
causó gran impresión. Le describí todo esto y él dijo: “Bueno, sí, es
interesante, pero ya oímos de este tipo de cosas antes”. Dijo que lo
que parece ser diferente entre esta vez y las otras veces, es que
nunca antes sentí como si esto tuviera algo que ver conmigo. Y que,
de alguna manera, esta particular experiencia me impactó más per-
sonalmente que las otras. Le dije: “Sí, me imagino que es así”.
En su casa he visto películas donde Sai Baba parece estar
materializando ceniza desde una gran urna invertida y, de alguna
manera, nunca me impresionó. Mi estado espiritual o psicológi-
co, en este momento, me permitió pensar que esto tenía algo que
ver conmigo. Mi conversación con mi esposo al respecto no le
afectó en absoluto, excepto que de verdad estuvo interesado en
que esto me hubiera sucedido a mí. En realidad, me pareció como
si lo que realmente ocurrió fuera apenas estar en el lugar correc-
to, en el momento correcto. Fue como un estado de gracia. No
se puede andar pidiendo fe o experiencias religiosas o cosas por
el estilo; ello simplemente desciende sobre uno.
S.: ¿Considera eso como una gracia? ¿Considera que eso fue
una experiencia religiosa?
A.: No sé lo que fue.
S.: ¿Está asustada ahora por eso, o se siente contenta de que
haya ocurrido?
A.: B-i-i-e-e-n (risas). ¿Contenta? Mmm, no me preocupa
mucho. Lo que temo es que, de algún modo, se va a evaporar y…
S.: ¿Le gustaría que no se evapore?
A.: Sí. Siento que habiéndolo experimentado, me gustaría
que fuera a alguna parte. Pero creo que eso va a requerir algo de
paciencia de mi parte y esfuerzo para recordarlo, para ponerlo a
prueba realmente y estar consciente. No sé cómo hacer esto,
todo es nuevo para mí.
S.: Hablaremos de esto la próxima vez, si quiere. Ahora justo
se acabó el tiempo y debemos interrumpir.
A.: Muy bien.
- 132 - SAMUEL H. SANDWEISS

ULTIMOS DATOS - 26 DE JULIO DE 1984

Poco después de su profunda experiencia, A.T. tuvo un sueño


notable. Significó para mí un conmovedor ejemplo de lo que Jung
denominó el arquetipo central emergente (Ver Apéndice II), pro-
fundización de la conciencia espiritual manifestándose en la forma
de una figura geométrica, un mandala.
El sueño era el siguiente: Al ejecutar en el piano una cauti-
vante melodía, A.T. reconocía de pronto que no estaba tocando
las notas de una partitura. En su lugar, en el atril frente a ella des-
cansaba dulcemente una hermosa flor de cuatro pétalos. Aunada
con la realidad de esta delicada flor, experimentando realmente
ella misma la completa fusión con sus pétalos, podía transformar
en música su mensaje interno.
Aunque los yoguis describen el chakra del corazón como for-
mado por doce pétalos (Ver Apéndice III), éstos están divididos en
cuatro cuadrantes, y así pues este chakra ha sido descripto por
algunos clarividentes como un loto de cuatro pétalos. ¿Podía este
sueño representar su percepción consciente de que estaba des-
pertando más profundamente al amor en su corazón? El tema era
sorprendentemente similar al de aquel sueño que ella había teni-
do anteriormente durante la terapia, acerca de Sai Baba. El pri-
mero parecía prometer exquisito amor si ella aceptaba la realidad
espiritual. ¿Podría este sueño actual representarla como habiendo
adquirido un elemento de este amor luego de enfrentar su temor
y estar más abierta ahora a su ser espiritual?
Poco después del sueño, el 26 de julio de 1984, A.T. inte-
rrumpió el tratamiento. A medida que se acercaba a la finaliza-
ción, abordaba los mismos temas —fe, confianza, apertura y
entrega— pero ahora a niveles espirituales y mentales más pro-
fundos. Al mismo tiempo que estaba más plenamente en contac-
to con impulsos y tendencias biológicas, se volvía más consciente
de la necesidad de iniciar prácticas espirituales para lograr una
paz más profunda. Siguió alcanzando éxitos en el mundo exterior
en su trabajo y en su familia, como esposa y madre tiene una
maravillosa relación íntima y amorosa con su hijo.
Ahora dedica diariamente un tiempo para sentarse en quie-
ta contemplación y meditación. Está más dispuesta a ser vulne-
rable al compartir sus miedos. Se ha involucrado seriamente en
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 133 -

proyectos de servicio de la iglesia y de la comunidad, y es más


profunda en su búsqueda de significado espiritual y comprensión
profunda de los sueños y la vida diaria. Valora la importancia de
enfrentar la alegría y el sufrimiento, el placer y el dolor con ecua-
nimidad, con apertura y coraje y con fe en la posibilidad de rea-
lización de una grandiosa realidad trascendental en el curso de
esta vida.
Lección
de Muerte

CAPITULO ONCE

A unque la mente es nuestra herramienta más poderosa


para la adaptación al mundo exterior, puede también ser la fuen-
te de nuestro mayor obstáculo para el conocimiento de nuestra
realidad interna. Tiene casi infinito poder para ocultar a la con-
ciencia nuestras más profundas experiencias espirituales y místi-
cas. ¿Por qué es que la mayoría de nosotros no tenemos una
visión de la unidad cósmica, o no podemos captar la realidad y el
impresionante misterio de nuestra muerte inminente, hasta que
no la enfrentamos? ¿Cuántos de nosotros tenemos una visión
clara de nuestra mortalidad finita en un cosmos cuyas desconcer-
tantes dimensiones desafían toda medida?
Para encontrar la inmortalidad debemos enfrentar el miedo
mortal a la aniquilación de la mente yoica, sin prejuicios y con
inocencia. Por temor nos ocultamos durante el breve lapso de
nuestra vida —rehuyendo, resistiendo— hasta que un día, con un
rápido encogimiento de hombros, el sufrimiento y la muerte lle-
gan para sacudirnos del sopor, dejando de lado las hipnóticas ilu-
siones de una mente insignificante para revelar lo insondable.
Porque, ¿qué sabemos de la muerte? Sólo que existe y que, ante
su sobrecogedora realidad, nuestra alma se estremece. Para
enfrentar directa y honestamente este gran misterio, tendremos
que humillarnos, ser deshechos, prepararnos para la posibilidad
- 136 - SAMUEL H. SANDWEISS

de llegar a abrirnos totalmente a todas las posibilidades. Ante ella


todo el mundo físico “real” se disuelve y nos encontramos cara a
cara con la nada… o con Dios.
En octubre de 1978, un mes antes de emprender mi décimo
viaje a la India, recibí una llamada telefónica del Dr. K., respeta-
ble ortopedista de San Diego. El se había enterado de mi proyec-
tado viaje y quería venir conmigo. Me sorprendí; la mayoría de
mis amigos profesionales trataban a Sai Baba con escepticismo y
se mantenían a distancia.
Aunque no conocía bien al Dr. K. fuera del trabajo, lo respe-
taba como profesional y, en ocasiones, nos habíamos derivado
pacientes mutuamente. Era un médico brillante con gran calidez
y de espíritu compasivo. Hacía justamente un año que yo lo había
consultado por un dolor en el pecho que tuvo Sharon, mi espo-
sa. Nunca encontramos la causa del mismo (probablemente fue de
origen muscular debido a un virus) pero su minuciosidad y calidez
fueron reconfortantes y muy apreciadas.
Me encantó saber de su interés y recibí con satisfacción el que
me acompañara. Sin embargo, no estaba todavía absolutamente
seguro, y dijo que volvería a llamarme en una semana con su deci-
sión final.
Pasaron dos semanas antes de su llamada: “Sam, he estado
pensando seriamente en este viaje. Después de mucho luchar
decidí no ir. Tú sabes, en este momento me estoy analizando y
tanto mi psiquiatra como yo, vemos mi interés en este viaje como
un modo de evitar enfrentarme directamente con mi depresión.
Creo que es mejor quedarme y enfrentar el problema. Quizás
pueda unirme a ti en otro momento”.
Yo hubiera deseado tanto decirle: “¿Por qué desechar este
anhelo por Dios como neurótico; por qué considerar la creencia
en El, sólo como una muleta o un narcótico? ¿Por qué tomar tu
depresión tan seriamente, permitiéndole que te niegue la posibi-
lidad de una genuina e inspiradora experiencia espiritual?
¿Dónde está tu sentido de aventura, tu curiosidad, tu coraje, tu
imaginación, tu visión? Por favor, no desestimes tu anhelo por
Dios, tu intuitiva comprensión de lo infinito, tus sueños, tus espe-
ranzas, tus aspiraciones. Por favor, no justifiques estos preciados
aspectos de tu humanidad como conducta evasiva causada por la
depresión”.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 137 -

Pero no le dije nada de esto al Dr. K.; le deseé lo mejor y le


prometí compartir con él mis experiencias a mi regreso.
Dos años más tarde, recibí una llamada de su secretaria.
Estaba muy enfermo. ¿Querría yo visitarlo? El había estado pen-
sando en Sai Baba y se preguntaba si el vibhuti lo ayudaría en su
enfermedad.
Unos meses antes yo me había enterado de que el Dr. K. esta-
ba enfermo, a causa, suponía, de un nuevo desplazamiento de
disco en la zona lumbar. Entendí que sufría de fuertes dolores de
espalda y que debía quitar tiempo a su práctica profesional para
hacer reposo. “¿Es algo más grave que esto?”, le pregunté a la
secretaria.
“Sam, esto es un secreto y como tal no debe repetirse, pero
el Dr. K. tiene un cáncer que ha hecho metástasis y puede ser un
enfermo terminal. Tiene fuertes dolores en la espalda y en la
columna vertebral por la propagación del cáncer y no puede
levantarse. Está deprimido por la enfermedad. El sabe que la
medicina tradicional no puede darle muchas esperanzas y está dis-
puesto a intentar todo lo que pueda ofrecerle algún alivio”. De
inmediato llamé al Dr. K. y concerté una visita.
Pasando el ómnibus Volkswagen de campamento y la bicicle-
ta de niño estacionada en el camino, me acerqué a la entrada de
un amplio parque sombreado por altos e imponentes árboles. La
casa del Dr. K. era una estructura de madera y vidrio moderna y
espaciosa. Su joven familia se había establecido en una zona her-
mosa de la soleada San Diego. Pero dentro de la casa reinaba un
silencio solemne; allí no se escuchaban risas, aunque yo podía oír
el ruido producido por un niño en la habitación de al lado. Ense-
guida, me encontré sentado junto a mi amigo que estaba postra-
do en la cama.
Su barba familiar había desaparecido, sus cabellos eran muy
escasos, habían ido cayendo debido a la toxicidad de la quimiote-
rapia. El Dr. K. yacía tendido e inmóvil a causa del dolor. En sus
dulces ojos pude ver sufrimiento y tensión. Una quietud agobian-
te envolvía la habitación.
“Estoy especialmente triste por haber tenido que separarme
de mis seres queridos y no poder compartir más el amor con mis
pacientes y mi familia”, dijo con una voz ahora débil y estreme-
cida de pena. “Nunca creí que esto me ocurriría a mí. No puedo
- 138 - SAMUEL H. SANDWEISS

creerlo. ¿Por qué yo? ¡Ahora, después de tantos años de estudio


y trabajo, justo en el momento más brillante de mi carrera!
Podría hacer tanto para ayudar a la gente. Podría dar tanto a mi
familia”. Hizo una pausa. Por un momento su mirada se volvió
hacia adentro.
Yo mismo me sentí sacudido por lo imprevisto. La última vez
que había visto al Dr. K. se destacaba como uno de los más com-
petentes médicos de la ciudad. Promediando sus cuarenta años,
era la fuerza y el orgullo de su familia, un líder en su comunidad.
Ahora, yacía débil y frustrado, sintiéndose destruido y humillado
por ser una carga para su familia y se hallaba en constante dolor,
terriblemente deprimido e incapacitado de cuidarse por sí mismo.
“Los médicos de la Universidad no me han dado muchas
esperanzas”, murmuró. “El cáncer primario es de los pulmones.
¡Qué ironía! Siempre había sido tan consciente de mi salud y
jamás he fumado. Veo gente que fuma paquetes enteros de ciga-
rrillos por día sin ningún problema, ¿por qué yo? Mis glóbulos
blancos han bajado; la quimioterapia ha dañado mi médula ósea
y el cáncer probablemente se ha alojado también allí. Sé que
estoy deprimido, pero no puedo superarlo. Sé que no viviré
mucho tiempo más”.
El silencio cayó nuevamente en la habitación. Mis ojos la
recorrieron lentamente, observando los hermosos muebles de
teca, las afelpadas alfombras, el estilo y la elegancia del fino mobi-
liario, la arquitectura y el diseño. Amplias ventanas daban a un
techo de madera y a un espacioso patio abierto lleno de árboles
y flores. Pero la escena carecía de alegría. Un oscuro velo cubría
lo que alguna vez había sido un jardín del Edén.
El Dr. K. se agitó. Con los ojos húmedos y una sonrisa forza-
da, continuó: “Sabes, Sam, tendido aquí, en la quietud, hora tras
hora, no tengo otra cosa que hacer sino pensar y leer si tengo
fuerzas. El mundo parece muy diferente desde aquí. Es muy difí-
cil darse cuenta de cómo se ve el mundo desde el lecho de muer-
te. Cuando estaba trabajando me enfrentaba con la muerte día
tras día, hora tras hora. Estaba constantemente ante mí, cada
minuto, como parte de mi trabajo. Pero aun cuando yo trataba
con ella permanentemente, nunca la vi en realidad con claridad.
Nunca la vi así como la veo ahora. ¡Es tan real, ahora está tan
presente! ¡Tan cercana, tan aterradora!”.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 139 -

Ahora, cara a cara con la muerte omnipresente que nos


puede sacar a cualquiera de nosotros para siempre de este mundo
de sueños, nos detuvimos… mudos. En este sordo silencio, per-
manecimos abiertos y vulnerables frente a la inmensa y sobeco-
gedora presencia de un misterio incomprensible. Ante esta visión
aterradora desaparecen todas las realidades mundanas. Sólo que-
daban el miedo y las infructuosas preguntas: ¿adónde estaré
yendo yo mismo? ¿Ya no seré más? ¿Me perderé para siempre en
la nada? ¿Qué es esta breve existencia en la conciencia? ¿Es ella
un error, un suceso casual sin sentido? ¿Adónde… adónde estaré
yendo?
En este terrible silencio estremecedor, en medio de esta fran-
ca y sufriente vulnerabilidad, nuestras almas se encontraron.
“Sam, no quedan más respuestas en este mundo ¿crees que el
vibhuti me ayudará?”.
El Juicio

CAPITULO DOCE

E l hombre trata de evitar el sufrimiento. Pero ¿podrá el


sufrimiento tener un propósito, jugar algún rol en el movimiento
de la conciencia? Puede ser presuntuoso tratar de comprender el
más profundo significado de esta honda experiencia humana. El
sufrimiento puede ser tan penetrante, tan profundo y total, que
los conceptos y las palabras que tratan de explicarlo se tornan
vacías y sin sentido. Más allá del pensamiento, más allá de toda
comprensión, el sufrimiento llega más allá de la mente, al centro
mismo de nuestro ser. Y quizás esto pueda ser la llave. Así humi-
llada nuestra mente, se destruye la presunción de la “sabiduría” de
la humanidad, ganada al evitar lo insondable. Ello nos obliga a
enfrentar nuestro miedo mortal y nos revela una realidad más
profunda que la mente. Y así podemos encontrar una fuerza sufi-
cientemente grande para calmar ese sufrimiento —trayendo for-
taleza y paz frente al dolor insoportable e incomprensible—
entonces habremos hallado nuestra realidad más profunda.
El gran narrador y filósofo judío Elie Wiesel, que estuvo en los
campos de concentración alemanes de Auschwitz y de
Buchenwald durante la Segunda Guerra Mundial, cuenta esta his-
toria ocurrida en Auschwitz. Aunque el tema proviene del profesor
Wiesel, y el incidente y sus consecuencias existieron realmente, me
gustaría enfatizar y aclarar que relato la historia con mis propias
palabras y con diálogo imaginado. Estoy seguro de que mi inter-
pretación no refleja exactamente lo ocurrido y que no sería ésta la
forma en que el profesor Wiesel hubiera contado esta historia.
- 142 - SAMUEL H. SANDWEISS

Era el tiempo en que los judíos estaban sometidos a las atro-


cidades más absurdas y soportaban los terribles sufrimientos tan
ampliamente documentados en la actualidad. Apiñados como
ganado, hambrientos, golpeados, torturados, abandonados des-
nudos en el riguroso frío del invierno y asesinados, trataron de
resistir y sobrevivir. ¿Quién puede explicar el significado de tal
prueba a aquél que está sufriendo?
Parecía no tener fin el tratamiento inhumano, las mutilacio-
nes y los experimentos extraños y sádicos. He aquí un inconcebi-
ble intento de exterminar toda una raza de seres humanos, ¿y cuál
podía ser la razón? En total, cerca de seis millones de personas
fueron asesinadas en este enorme estallido de maldad y destruc-
ción. Elie Wiesel fue uno de los tantos judíos cultos y sensibles a
quienes dejaron desamparados en estos campos infernales y que
clamaban a Dios horrorizados: “¿Dónde estás, dónde estás? ¡Pon
fin a esta tortura!”.
Entre los prisioneros se encontraban algunas de las mentes
más brillantes de Europa. Distinguidos científicos, eruditos, artis-
tas y profesionales en todos los campos, padecieron juntos esta
carnicería. Juntos se quejaban a gritos de tales atrocidades. Pero,
por más que rogaban, Dios parecía no estar escuchándolos.
Imploraban en su atroz sufrimiento… a algo que más y más pare-
cía no ser otra cosa que un negro vacío sin sentido.
“Oh Señor, Dios de los cielos”, gemían, “¿cómo Tú puedes
hacernos esto? Estamos deshechos y muriendo en una absurda
cámara de horrores. Nos están humillando, persiguiendo y asesi-
nando sin discernimiento ni medida. Cada día trae de nuevo una
lucha desesperada sin alivio, llena de dolor y agonía y la espanto-
sa degradación de vernos convertidos en animales infrahumanos:
dominados por la necesidad de sobrevivir, llenos de sentimientos
de odio, venganza y celos; deseando incluso que nuestros propios
parientes caigan para poder robarles un pedazo de pan duro o un
jirón de sus ropas.
”¿Es éste el cruel plan que concebiste para quien está hecho
a Tu imagen? ¿Por qué razón, oh Señor, nos llevan reunidos en
manada y apaleados como cerdos para ser encerrados y san-
grando por los alambres de púas, en tanto los cortantes vientos
helados nos congelan sin tener nada para protegernos salvo un
viejo trapo gastado sobre la piel desnuda? Oh, Protector nuestro,
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 143 -

¿qué han hecho nuestros inocentes hijos para merecer que los
hagan morir de hambre y les inflijan brutales castigos —ser muti-
lados, aplastados, desgarrados y muertos en cámaras de gas—
para burla y juguete de la furia del demonio?
”Oh Señor, ¿por qué tengo que ver a mi bebé, inocente y sin
culpa, levantado de los talones, balanceado y aplastado, hecho
una sangrante masa sin cabeza? ¿por qué permites que las
muchachas sean violadas y los hombres golpeados hasta que
todos sus huesos se rompan y no puedan ser curados? ¿por qué
permites que nos separen los miembros, que nos pinchen los
ojos, absurda experimentación con carne humana? ¿Por qué no
respondes ante el asesinato, la risa y el sadismo de los torturado-
res, ante el terrible ruido sordo de miles de seres que caen al
mismo tiempo en las cámaras de gas?
”¿Por qué tengo que escuchar los clamores de mis madres y
mis padres ardiendo hasta morir quemados en una hoguera o
enterrados vivos antes de recibir incluso la gracia de una bala en
el entrecejo? Todo el tiempo, maldiciéndote a Ti, oh Dios, día tras
día. ¿Cuál es el propósito de este ejercicio infernal en la desespe-
ración y el sufrimiento sin fin, y la conciencia cargada con la cons-
tante condena de Tu nombre?”.
Al final, todos decidieron enjuiciar a Dios, acusándolo de per-
mitir crímenes imperdonables y descuidar a Sus hijos en los
momentos de más urgente y terrible necesidad. “El debe ser tra-
tado como criminal por el inexcusable e inimaginable pecado de
crueldad”, clamaron. “Y debemos hacerlo con la mayor reflexión
y cuidado para que los que sigan viviendo reflexionen sobre este
día. Ellos deben comprender y considerarnos con seriedad.
Somos inteligentes, sabios, amantes y temerosos de Dios y exac-
tamente conscientes de lo que estamos haciendo. Sí, esto debe
ser llevado a cabo con diligente y paciente cuidado, deliberada-
mente, objetivamente y con una búsqueda de justicia tan honesta
como sea posible”.
Así deliberaron durante tres días y tres noches. Los hombres
más inteligentes de la comunidad judía tomaron parte voluntaria-
mente en la controversia. Estaban aquéllos que consideraban la
inescrutabilidad de Dios más allá de la comprensión humana y que
estaban dispuestos a asumir que, de alguna retorcida manera,
estas atrocidades eran una expresión de Su amor.
- 144 - SAMUEL H. SANDWEISS

Y, por otro lado, la oposición: los que sólo podían llorar con
dolor y rebeldía: “¡No, no, no! Ningún Dios amoroso, ningún
Dios en absoluto podría aceptar o permitir tanta maldad”. Se
presentaron y se estudiaron los argumentos; los puntos fueron
seriamente elaborados y afanosamente debatidos y refutados,
para asegurar que se hicieran todos los esfuerzos posibles para
sondear las más hondas profundidades de este misterio épico e
inexplicable.
“¿Somos culpables de alguna maldad cometida en esta vida?
¿Podría ser éste un castigo por transgresiones anteriores, cuando
los judíos desafiaban su alianza con el Señor? ¿Estaremos sufrien-
do ahora por los pecados de nuestros ancestros? ¿Acaso, de
algún modo, los judíos estamos siendo lavados y purificados o,
quizás, hasta estamos asumiendo sobre nosotros los dolores de
otros y con nuestra muerte se nos otorgará la gracia especial de
vivir con el Señor por siempre jamás en el paraíso?”.
Y el otro bando: “¡No, no, no! Nada puede justificar esta
crueldad, esta manifestación demoníaca sin precedentes”.
“Pero, ¿quién puede comprender los caminos de Dios? Son
misteriosos e inconmensurables, Su omnisciencia nunca puede ser
cuestionada, Su bienaventuranza es tan inmensa que no somos
dignos ni siquiera de pronunciar Su nombre en voz alta. Nuestro
papel es sólo postrarnos ante El y aceptar todo como Su amoro-
sa gracia; aceptar que toda la creación y la evolución son realiza-
das a través de su exquisita omnisciencia, en perfecto orden, y que
Sus acciones y Sus caminos son siempre puros, siempre inefable-
mente correctos, siempre infinitamente perfectos”.
Pero, el otro lado: “¡No, no, no! ¿Qué Dios puede tomar las
plegarias de los desamparados, las lágrimas de los piadosos e ino-
centes y usarlas como el lazo corredizo del verdugo, como un láti-
go, para golpear, estrangular y apagar la vida sin piedad? ¡Ningún
argumento puede justificar una perversidad tan sombría, imper-
donable, penetrante, repugnante, perversa y absurda como ésta”.
“Pero nuestro Dios y el Dios de nuestros padres ha sido mise-
ricordioso para con nosotros en el pasado. El ha llevado antes a
nuestro pueblo a través del valle de la muerte, y en momentos de
sufrimiento ha venido para proteger y traer paz. De alguna forma,
debemos aceptar esta novísima experiencia con gratitud y amor.
No debemos perder nunca la fe, porque El ha estado siempre con
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 145 -

nosotros en tiempos de necesidad, incluso cuando nos sentimos


abandonados, y El debe estar ahora con nosotros. El nos ha saca-
do de Egipto; El nos ha fortalecido y purificado a través de los
tiempos e incluso ahora El debe estar fortaleciéndonos para otra
gran misión en el futuro. Sí, sus designios son incuestionables,
están más allá de nuestro juicio, Su misterio es insondable. Todo
lo que nos es dado debe ser aceptado como un presente bendito
de El.
”La única respuesta que legítimamente tenemos es: ¡Sí, sí, sí!
Lo acepto todo como Tu gracia, sin importar la profundidad del
misterio o el grado de sufrimiento y dolor. Pruébame, oh Señor,
que la prueba sea tan honda y profunda como Tú lo desees. Nada
me ha de desviar de mi amor y alabanza, mi adoración y súplicas
a Ti. Tú eres el creador de todo lo que existe. No somos quiénes
para juzgar o pretender entender ni un ápice de Tu misterio; pero
sí para decir con nuestros corazones abiertos, con plena acepta-
ción: ¡Sí, sí, sí!”.
Pero el grupo permaneció inflexible. “No, no, no, esta per-
versión, este sadismo, este holocausto es una destrucción en Tu
nombre. No existe cantidad suficiente de retorcidas razones que
puedan condonarlo. Es totalmente inaceptable y debe ser recha-
zado, rebatido, desechado, repelido, condenado. Debe ser desa-
fiado con toda la fuerza que la decencia humana pueda reunir.
Este nivel de maldad debe ser barrido de la faz de la creación, sin
importar cuál sea el esfuerzo o las consecuencias; no puede, no
debe y no será aceptado. Esta realidad es el resultado de la ima-
ginación tortuosa y la pesadilla de una mente que ha enloquecido;
debe perecer y no existir más. ¡Dios es culpable de ser no sólo
imperfecto, sino despiadado, cruel e injusto!”.
Durante tres días y tres noches, los ataques, los contraataques
y la defensa fueron examinados punto por punto. Finalmente,
hastiados y exhaustos, los miembros del jurado se reunieron.
Cuando se llegó al veredicto, el juez se incorporó para enfrentar
la sala del tribunal rebosante de espectadores de rostros severos
en silenciosa expectativa. Mirando solemnemente a la audiencia,
leyó: “Después de largas deliberaciones y consideraciones, el jura-
do ha encontrado a Dios… culpable”. Habían encontrado real-
mente culpable a Dios. Tan profundo e impenetrable era su
horroroso récord de sufrimiento, que este grupo de gente erudi-
- 146 - SAMUEL H. SANDWEISS

ta, inteligente y bien intencionada no podía aceptarlo, sin impor-


tar cuáles fueran las circunstancias o explicaciones, sin considerar
la realidad o el significado oculto interno posible.
Culpable fue el veredicto y culpable tendrá que permanecer.
Ahora, extenuado después de la deliberación, el grupo se sentó,
aturdido y a la deriva. Después de un largo silencio, el juez se
levantó nuevamente para dirigirse a la corte.
“Ahora, oremos”, dijo.
El Bhagavad
Gita

CAPÍTULO TRECE

T ratamos de ocultarnos de nuestra mortalidad, pero es en


vano. El sufrimiento y la muerte nos atraparán un día u otro para
enseñarnos su lección. Aunque luchamos, las mentes y los egos
son finalmente abatidos y reducidos, hasta quedarnos vulnerables
y temblorosos como niños inocentes y sinceros. Sólo cuando nos
sacudamos nuestro apego al mundo exterior, podremos pedir
finalmente la fuerza interior para trascenderlo. De este modo han
sido descriptas las dinámicas del nuevo renacimiento, en las escri-
turas de todas las grandes religiones del mundo. Recurramos al
Bhagavad-Gita, la más sagrada de las escrituras indias, para obte-
ner una apreciación más profunda de estas dinámicas.
Los devotos hindúes creen que los Vedas no solamente lle-
garon directamente de Dios, sino que debido a que su mensaje
es difícil de ser entendido por el hombre mortal, han sido más
tarde dramatizados por El, en la vida real, para hacerlos más
comprensibles. El Bhagavad-Gita (el Canto del Señor), conside-
rado por muchos como la Biblia de la India, supuestamente hace
la crónica de este evento. En él, Krishna, que ha sido llamado el
Cristo de la India y Arjuna —la apoteosis del hombre purificado,
listo para una profunda penetración espiritual— son los perso-
najes de un drama histórico en el cual las enseñanzas de los
Vedas cobran vida.
- 148 - SAMUEL H. SANDWEISS

¿Por qué el primer capítulo de este poema épico es llamado


El desaliento de Arjuna? He aquí la escena: dos grandes ejérci-
tos se enfrentan en un extenso campo de batalla. A un lado está
el ejército conducido por los hermanos Pandava simbolizando la
rectitud; en el otro una fuerza demoníaca dirigida por la corrupta
familia Kaurava. Los Pandava, llenos de amor, compasión y
benevolencia, han sido llevados inexorablemente a la guerra por
los actos egoístas y provocadores de los Kauravas. Conforme el
Drama se desarrolla, Krishna, la encarnación de Dios, se aproxi-
ma a los jefes de cada fuerza ofreciéndoles una opción: “Pueden
tener, ya sea la ayuda del poderoso ejército de mis parientes, o
bien sólo la mía, aunque yo mismo no empuñare arma alguna”.
Ambas huestes habían sido testigos de la maravilla y majes-
tad de Krishna, pero los perversos no tan claramente como los
virtuosos. De inmediato, aquéllos optan por el poderoso ejérci-
to en pleno. Los Pandavas, con una visión tan clara y pura
como su carácter, eligen a Krishna. Krishna conducirá el carro
de Arjuna.
Mientras los ejércitos se enfrentan colocándose en posición
de combate, Arjuna habla:

Krishna el Inmutable,
detén mi carro allí en el medio,
entre los dos ejércitos,
donde los guerreros
ansiosos de pelea
enfrentan a su enemigo.
Déjame contemplar
a los hombres allí reunidos
con quienes he de combatir,
esperando la señal
de aquél que es su jefe.
Progenie malvada
del ciego Dhritarashtra:
tales son mis enemigos
en esta guerra que empieza.1
1 Swami Prabhavananda y Christopher Isherwood; traductores del Bhagavad-
Gita (New York: the New American Library Inc. 1944) págs. 30/38.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 149 -

Arjuna se había criado con los Kauravas. Después de la


muerte de su padre el rey Pandu, el hermano de éste, Dhrita-
rashtra, quien lo sucedió en el trono, lo educó a él y a sus cuatro
hermanos. El rey Dhritarashtra era el jefe de la familia Kaurava
y en sus filas, Arjuna los ve ahora como a sus parientes consan-
guíneos, amigos, compañeros y maestros. Mientras visualiza la
escena desde el centro de las dos fuerzas, su espíritu decae. Puede
entrever que miles de sus parientes serán muertos y mutilados. No
importa cuán malvado sea el enemigo. ¿Qué puede justificar la
feroz matanza de las familias de ambos bandos? No, Arjuna no
tomará parte; prefiere morir. Invadido de profunda pena, suplica
a Krishna:

Krishna, Krishna,
ahora que contemplo a esos mis parientes
prestos al combate,
mis miembros desfallecen, mi boca está reseca.
Mi cuerpo tiembla, el cabello se me eriza,
mi piel parece arder,
mi arco Gandiva resbala de mi mano,
mi mente gira y gira en torbellino,
no puedo resistir más.
¡Krishna, presiento vaticinios adversos!
¿Qué podemos esperar de esta matanza de parientes?
¿Qué ansío de la victoria, imperios
o sus goces?
Oh, Govinda,
¿Cómo pueden importarme el poder o el placer,
aun mi propia vida,
cuando todos aquéllos,
maestros, padres, abuelos, tíos,
hijos y hermanos, cuñados,
nietos y primos,
a quienes sólo podría amar,
están listos aquí para arriesgar sangre y riquezas
en la guerra contra nosotros?

Conocedor de todas las cosas,


aunque me mataran, ¿cómo podría yo dañarlos?
- 150 - SAMUEL H. SANDWEISS

No puedo hacerlo:
nunca, nunca,
ni siquiera por ganar el imperio de los tres mundos;
¡cuánto menos todavía por el imperio terrenal!

Krishna, escuchando las plegarias de todos los hombres


dime, ¿cómo podemos esperar ser felices,
si matamos a los hijos de Dhritarashtra?
Por perversos que ellos sean,
peor que los peores;
pero si los matamos, nuestro pecado es mayor.
¿Cómo atrevernos a derramar la sangre que nos une?
¿Dónde hay gozo en la muerte de parientes?

Sus corazones están obcecados por la codicia y ciegos:


no ven maldad en la destrucción de vínculos sanguíneos,
no ven pecado en traicionar a los amigos.
Pero nosotros, con visión clara,
que vemos la ruina de las familias dispersadas,
¿no deberíamos evitar este crimen
oh, Krishna?

Nosotros sabemos qué destino cae


[sobre las familias destruidas:
si se olvidan los ritos,
los vicios pudren el resto, se corrompen las mujeres,
y de su corrupción surge la confusión de castas,
el azote de la vergüenza degrada a las víctimas
y condena a los asesinos.
El arroz y el agua ya no son ofrendados;
los antepasados caen también deshonrados
de su morada en el cielo.
Tal es el crimen de los asesinos de parientes:
lo antiguo, lo sagrado es destruido y olvidado.
Tal es el destino de los perdidos sin ritos de casta:
el infierno, la oscuridad y la duda para siempre.
¿Qué es este crimen que estoy proyectando cometer,
[oh, Krishna?
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 151 -

¡El crimen más odioso, la matanza de hermanos!


¿En verdad codicio tanto la grandeza?

Antes que esto,


deja que los perversos hijos de Dhritarashtra,
arma en mano, caigan sobre mí en batalla.
No lucharé, no los atacaré;
entonces deja que me maten, será mejor.2

El primer capítulo, El desaliento de Arjuna, es el fundamen-


to del Bhagavad Gita.3 El suyo es un tipo especial de desánimo:
un estado mental que tarde o temprano, todos debemos experi-
mentar como resultado del apego a este mundo exterior, que por
naturaleza es frustrante y lleno de injusticia y sufrimiento. Este
desaliento nos hace conscientes de nuestros errores, intensifica
nuestro anhelo de respuesta ante el enigma de nuestra existencia
mortal y de la capacidad para trascenderla. Abatiendo nuestras
mentes y nuestros egos, este desaliento (el temor a la desespera-
ción de Kierkegaard, la ansiedad existencial del hombre moder-
no), nos prepara para nuestro viaje interno. Nos lleva de nuestra
mente a nuestro corazón, esto es, del egoísmo al desapego; de la
soledad al amor; de la separación a la unión. “El Gita que
comienza con desaliento, termina en realización; el desaliento
es la semilla y la realización el fruto”.4
¿Cuál es la base de nuestro sufrimiento?

Quienquiera que sea el individuo, por erudito que se


considere, no puede escapar de la ilusión y por ello está
sujeto al sufrimiento, que actúa como freno en su acti-
vidad. Arjuna, el gran héroe, capaz de grandes renuncia-
mientos y dotado de gran sabiduría, es engañado por las
horrendas necesidades de la guerra, y su sufrimiento
frena también su actividad. Confunde el cuerpo y el yo,
y empieza identificando a ambos. El impone, sobre el yo
real (el atma5, nunca afectada por las características del

2 Ibíd., págs. 31/34.


3 Sathya Sai Baba, El Gita (Ed. Errepar, Buenos Aires, Argentina).
4 Ibíd.
- 152 - SAMUEL H. SANDWEISS

mundo siempre cambiante y en movimiento), la natura-


leza irreal y efímera del mundo y toma esta naturaleza
como verdadera. ¡Esta es la tragedia, no sólo de Arjuna
exclusivamente sino de toda la humanidad!6

(Sathya Sai Baba)

¿Podemos trascender el sufrimiento, sobreponernos a la ilu-


sión de que somos solamente el cuerpo limitado por el tiempo y el
espacio? El Bhagavad Gita enseña un número de actitudes y enfo-
ques para este supremo dilema humano. Las más esenciales son
aquéllas ensalzadas en las principales religiones: las de fe y devo-
ción que llevan a entregarse a la voluntad de Dios, de cuyas diná-
micas somos totalmente ignorantes en las ciencias de la conducta.
Quizás, aunque parezca simple o ingenua para quien tiene una for-
mación científica, la declaración más profunda de Krishna en el
Bhagavad Gita, es también la esencia de las enseñanzas de Cristo.

Fija tu pensamiento en Mí, dedícate a Mí, adórame,


ríndeme homenaje y así me alcanzarás. Yo te declaro esta
verdad, porque tú eres Mi bienamado. Esta es Mi enseñan-
za, Mi gracia. Este es el sendero para llegar a Mí. Renuncia
a todas las acciones y obligaciones menores y ríndete a Mí,
no te aflijas; yo te liberaré de las consecuencias de todas tus
acciones.7

(Krishna)

No nos asustemos de palabras tales como fe, devoción, ado-


ración y entrega. Hay un misterio mucho más profundo que el
que salta a la vista en estas simples líneas. Debemos tomarnos
tiempo para indagar más profundamente en su significado inter-
no si queremos apreciar la relación de este misterio con las cien-
cias de la conducta. Las palabras pueden realmente referirse a un
nivel de realidad que muchos de nosotros equivocadamente subes-
timamos como primitivo o irreal.

5 Ver la cita de la página siguiente.


6 Sathya Sai Baba, El Gita (Ed. Errepar, Buenos Aires, Argentina).
7 Ibíd.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 153 -

En mi experiencia, la comprensión de la dinámica de la


devoción —la relación milagrosamente transformadora entre el
hombre y Dios— lleva a una comprensión más profunda de la
dinámica del amor, de un modo que nada en el campo de la psi-
cología puede igualar. Sí, la declaración de Krishna puede pare-
cer simple al principio: parece así porque nosotros, científicos
conductuales, no hemos aceptado la posibilidad de que la inter-
vención divina efectúa en la conciencia milagrosas transforma-
ciones, a través del proceso devocional. Como ello está más allá
de la comprensión de la mente, la única forma de comprender
esta transformación es a través de la experiencia personal direc-
ta de la devoción y del amor mismo. La devoción y el amor son
el camino… y la meta. Este proceso conduce a un mundo inte-
rior totalmente nuevo de fortaleza y paz y hacia la trascendencia
del mundo material y a la realización de nuestra propia divinidad
interior. La principal corriente de la psicología moderna es en
gran parte inconsciente de esta dimensión interna extremada-
mente sutil, en el mejor de los casos, atisbada fugazmente en las
palabras e imágenes de místicos y santos. En la tradición hindú,
este yo universal asequible, cuyo atributo central es el amor
desinteresado, es llamado atma y es descripto por Sai Baba de
la siguiente manera:

El Atma es la base invisible, la sustancia de todo el


mundo objetivo, la realidad detrás de la apariencia, uni-
versal e inmanente en todos los seres. Está básicamen-
te libre de apegos, es imperecedera, no muere jamás. Es
el testigo, no alterado por todo este cambio en el tiem-
po y el espacio, el espíritu inmanente en el cuerpo, la
fuerza motivadora de sus impulsos e intenciones. Es la
propia realidad recóndita, la propia divinidad, el yo
real: el alma.
El Atma no puede ser captada mediante metáforas
ni ejemplos. Ninguna forma puede contenerla; ningún
nombre puede denotarla. ¿Cómo puede lo limitado con-
tener lo ilimitado; el presente, medir lo eterno; lo capri-
choso comprender lo estable?
- 154 - SAMUEL H. SANDWEISS

El Atma persiste inalterada, sin importar los


muchos cambios que pueda sufrir aquello por ella moti-
vado. Contacta con los sentidos de percepción y afecta
la mente; despierta el intelecto para discriminar y deci-
dir sobre los rumbos de acción. Activa los instrumentos
del pensamiento, de la palabra y la acción, de la expre-
sión y la comunicación. Los ojos ven, pero ¿qué fuerza
los impulsa? Podemos tener oídos, pero ¿quién los dota
del poder de la audición? Las palabras emanan de la
boca, pero ¿qué es lo que nos impulsa y da forma y con-
tenido a la palabra? Esa fuerza actúa como las pilas en
una linterna, que provee la corriente al foco que ilumi-
na. Los médicos saben que el cuerpo está formado de
células, de billones de células vivas y alertas, atareadas,
activas. Cada célula está motivada por el Atma que es
inmanente en todo. El Atma está en cada una de ellas
al igual que en cada punto del espacio. Cuando la com-
prendemos como tal, se la experimenta como luz esplen-
dorosa, total y refulgente: luz infinita, incomparable y
singular.

(Sathya Sai Baba)


Amor Sai

CAPÍTULO CATORCE

L a respuesta al sufrimiento es el amor. Desafortunada-


mente, este concepto ha sido excesivamente simplificado en su
uso diario. ¿Qué es exactamente el amor? ¿Podemos compren-
derlo, podemos asirlo? Es aquí, precisamente, donde la espiritua-
lidad da una profunda lección, porque el amor del que hablan los
sistemas espirituales se extiende más allá de los conceptos de la
psicología occidental.
El yo psicológico dice: “Yo quiero sobrevivir; yo quiero domi-
nar, lograr éxitos; quiero placeres, no quiero sufrimiento ¡yo quie-
ro, yo quiero!”. El ser espiritual dice: “¿Qué es este misterioso
juego, este incesante movimiento fluctuante entre tristeza y ale-
gría, placer y dolor? ¿Qué hay más allá de este mundo en cons-
tante cambio, de este momento transitorio y efímero que pronto
es olvidado? ¿Hay algo acaso más allá de él?”.
Sí. El amor. El amor es constante, inmutable, desinteresado,
trasciende la separación y la dualidad, revela la unidad subyacen-
te y unifica todas las cosas. Es un estado de conciencia en el cual
el dar no requiere recompensa. El amor se extiende hasta envol-
ver al otro. Es la fuente de nuestra intuición, creatividad y empa-
tía. Es la herramienta más esencial y fundamental de todo tera-
peuta, la que nos permite extendernos más allá de nosotros mis-
mos hasta fundirnos con el otro, experimentar el dolor del otro y
disolver finalmente este dolor mediante la fuerza vivificante del
amor. El amor es mucho más que un sentimiento psicológico;
según Baba, es el principio básico de toda la creación, el princi-
- 156 - SAMUEL H. SANDWEISS

pio que crea, preserva y sustenta todo el cosmos. Este principio


básico universal es también nuestra propia naturaleza interna, que
triunfa sobre el sufrimiento y sobrevive a la tumba, nos prolonga
en la eternidad.
La siguiente carta escrita en inglés por Sathya Sai Baba para
los estudiantes de su Colegio de Artes y Ciencias para varones, de
Brindavan, describe en poesía una proximidad no concebida por
la psicología occidental, una forma pura de amor experimentada
como unidad más allá de la dualidad. Esta unidad tiene una fasci-
nante dimensión. Pese a que Sai Baba no recibió educación for-
mal a partir de los trece años de edad y aunque haya pasado toda
su vida en una remota aldea india, los observadores declaran que
habla todos los idiomas del mundo. Sai Baba dice que esto habla
de su unidad con la totalidad del conocimiento.
En este poema comprobamos su profundo dominio del idio-
ma inglés:

My dear boys,
Accept my blessings and love.
The footstep is the token of arrival
and departure:
and every farewell echo rings with expectation.
Wakefulness and slumber lie in the eye together;
and then when blindness comes
deeper grows the vision.
In the mind cohere thing
and nothing both;
and on this bank of blankness
memory tells… beads.
Life is a drawing-in of breath
and a giving-up:
the footstep is the token of…

My boys,
the bird with you,
the wing with me.
The foot with you,
the way with me.
The eye with you,
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 157 -

the form with me.


The thing with you,
the dream with me.
The world with you,
the heaven with me.
So are we free,
So are we found,
So we begin, and so we end,
You in me
and I in you.
Be happy
With Blessings
Study well and be good
God is with you
Baba

Mis queridos muchachos: / Acepten mis bendiciones y mi


amor. / El paso es la señal de la llegada / y la señal de la par-
tida; / y cada eco de despedida resuena con esperanza. / La
vigilia y el sueño yacen juntos en los ojos. / Y entonces, cuan-
do la ceguera llega / se hace más profunda la visión. / En la
mente se abrazan la materia / y la nada; / y en este margen de
turbulencia / la memoria dice… recen la plegaria. / La vida es
un recibir aliento / y exhalarlo. / El paso es la señal de… / Mis
muchachos: / Con ustedes el pájaro, / el ala conmigo. / Con
ustedes el pie, / el camino conmigo. / Con ustedes la vista, / la
forma conmigo. / La materia con ustedes, / el soñar conmigo. /
Con ustedes el mundo, / el cielo conmigo. / Así somos libres, /
Así nos encontramos, / Así comenzamos y así terminamos, /
Ustedes en mí, / Y Yo en ustedes. / Sean felices, / los bendigo. /
Estudien mucho y sean buenos / Dios está con ustedes. /Baba

A fines de diciembre de 1978, durante mi décimo viaje para


ver a Baba, se grabó una entrevista en Prashanti Nilayam, su
ashram en el sur de la India.
El coordinador me preguntó en qué lugar situaba la psicolo-
gía occidental al amor espiritual.
Pregunta: Dr. Sandweiss, en su libro Sai Baba y el psiquia-
tra usted describe en el capítulo sobre psiquiatría, un elemento
- 158 - SAMUEL H. SANDWEISS

nuevo que Sai Baba ha agregado para la comprensión de la natu-


raleza humana: el del amor divino. ¿Puede decirnos algo respec-
to a cómo éste ha influido sobre su trabajo al regresar a los
Estados Unidos?
Respuesta: El amor de Baba nos conmueve tan profunda-
mente y con tanta intensidad, que uno sólo puede describirlo
como omnipresente, incondicional, ilimitado: divino. Es su mejor
presente, el presente que transforma al devoto y estoy seguro de
que transformará también al mundo entero. Mi primera expe-
riencia de su amor fue tan profundamente emocionante, que la
percibí como la fuerza primordial que a todos nos sostiene y nos
sustenta. Desde entonces, he podido ver el trabajo de mi vida
como un intento de purificar mi propia capacidad de amar, de
expresar este amor a quienes se acercan a mí en busca de ayuda
y ayudar a los psicoterapeutas modernos a conocer este amor que
cura todas las enfermedades.
Tal vez pueda empezar describiendo el impacto y el significa-
do de mi primera experiencia de amor Sai. Durante toda mi vida
personal y profesional, he estado buscando la paz mental, cómo
poder conseguirla para mí y con sus logros ayudar luego a otros.
Después de atender a miles de pacientes y de haberme sometido
yo mismo a tratamiento en el curso de mi educación, llegué a la
conclusión de que los problemas básicos no habían sido aún
resueltos por la psicología occidental. Pese a que muchos pacien-
tes salieron con éxito de sus crisis y después se sentían mejor
emocionalmente, había aún incertidumbre, preocupación y sufri-
mientos no resueltos en sus vidas. Quedaban todavía preguntas
espirituales no respondidas tales como: “¿Quién soy yo en la vas-
tedad de este infinito universo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es el
propósito de mi vida? ¿Cómo debo conducirla?”.
Podía percibir que la psiquiatría occidental no conocía las res-
puestas. Ni mis pacientes ni yo teníamos en nuestras vidas la pro-
funda sensación de paz y protección que se podría esperar de una
relación íntima con un Dios amante y solícito. Por cierto, es muy
poco lo que se dice acerca de Dios en la psicología de Occidente;
el preocuparse por la posibilidad de Su existencia es considerado,
en general, como simple fantasía.
Comencé a percibir la confusión reinante en mi esfera profe-
sional, que se hacía evidente en la profusión de terapeutas y en la
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 159 -

multiplicidad de técnicas y enfoques que competían. Muchas teo-


rías psicológicas desarrolladas durante los últimos setenta y cinco
años desafiaban las enseñanzas espirituales más importantes que
habían sobrevivido por milenios. Nuevas terapias aparecían y
desaparecían como modas de adolescentes y pese a que algunas
parecían servir en el momento, ¿cómo habrían de resistir la prue-
ba del tiempo? Empecé a preguntarme si existiría alrededor algu-
na autoridad genuina que realmente lo supiera, algún lugar segu-
ro donde depositar nuestra confianza. ¿Ha visto alguien realmen-
te un milagro?
“¿Ha visto usted alguna vez un milagro?”. La gente a quien
interrogué, simplemente se rascaba la cabeza y, sin duda, me cre-
ían algo desequilibrado. Pero yo estaba buscando seriamente una
señal concreta más confiable que las vacías teorías de eruditos
notables.
No había pasado mucho tiempo desde que empecé a pedir un
milagro, cuando escuché hablar de Sathya Sai Baba. ¡Cuán dulce
es él para responder las genuinas súplicas de sus devotos!
Llegué a la India lleno de energía y entusiasmo y dispuesto a
pedir mi propio milagro personal. ¡Qué sorpresa! No sé cómo lo
hizo, pero enseguida me dejó hecho un trapo deshilachado.
Al igual que mucha gente, llegué a Baba con la fantasía de
que él me reconocería de inmediato, que me recibiría con los bra-
zos abiertos, que me mostraría el sentido de mi vida y, junto con
ello, quizás me revelaría uno o dos aspectos de su divina forma.
Pero lo que uno usualmente encuentra es algo totalmente dife-
rente. Me hizo sentar y esperar; me enojé y me frustré; empecé
a creer que estaba loco por haber hecho todo este viaje esperan-
do un atisbo de Dios. Y, de repente, en el momento de mi dolor
más intenso, vino hacia mí, como el más amoroso de los padres.
Uno de sus atributos es su perfecta regulación del tiempo “tera-
péutico”.
Relaté este incidente en el libro que Baba me permitió escri-
bir sobre él. En resumen, después que comprendí que Baba tenía
la capacidad de materializar objetos, después que presencié mi
propio milagro, empecé a escuchar seriamente lo que él tenía
para decir. Y lo que dijo me perturbó. Baba hablaba respecto del
lugar que ocupan en nuestras vidas la disciplina y la moralidad.
Viniendo de un ambiente donde se valora la permisividad y el
- 160 - SAMUEL H. SANDWEISS

hacer lo que se quiera, fue desconcertante oír decir a Baba: “No


es importante hacer lo que se quiere, sino aprender a gustar de lo
que se tiene que hacer”. Cuando le escuché decir a sus estudian-
tes que no se dejaran atrapar por modas transitorias y sin sentido
—cabello largo, pantalones ajustados, películas sensuales y vio-
lentas— lo malinterpreté como represivo y punitivo. Me sentí pro-
fundamente perturbado por su mensaje de disciplina, control, res-
peto y moralidad.
Una noche después de escuchar hablar a Baba de este modo,
me alejé desanimado y casi destrozado. Me paré a gran distancia
de él y muchos muros, muchas personas nos separaban. Estaba
yo en el momento de mayor dolor, atraído por la inmensa vitali-
dad, el amor y la belleza pura de Baba y aún así queriendo reti-
rarme. Sentía que él desafiaba las bases mismas sobre las que
estaba edificada mi vida. Si lo escuchaba, tendría que cambiar la
dirección de mi vida, mi relación como mi familia y amigos e
incluso el modo de practicar mi profesión. Me imaginé a mí
mismo como un paria sin dinero.
Mientras estaba inmerso en esta oscura nube de dolor, levan-
té mi vista para encontrarme con la luz de amor más preciosa,
tierna y curativa que jamás haya visto. Baba vino directamente a
mí, sonriendo tierna y alegremente, atrapándome en el radiante
estallido de pura bienaventuranza que brillaba en sus ojos. Pronto
me vi envuelto en su gran júbilo y feliz más allá de toda medida.
Hasta este momento, Baba casi no había notado mi presen-
cia; ¿por qué ahora venía hacia mí de esta manera? El había esta-
do con sus devotos y yo me sentía molesto con él; ¿por qué ven-
dría hacia mí y cómo me encontró? Extendió su mano y me dio
un trocito de azúcar candy, pero el regalo espiritual resultó incon-
mensurable. ¡Qué revelación inmensa para mí: su comprensión
de otro ser, más profunda que ninguna que yo hubiera imaginado
antes! En un instante me mostró que él estaba más cerca de mí
que mi propio aliento, que él realmente residía en mi corazón y
lo que es más, que él respondía a mi dolor. Había esperado el
momento justo en que yo estaría listo para poder comprender y
aceptar. En este tierno, íntimo acto de compasión, vi la gloria de
su omnisciencia y omnipresencia, el extraordinario poder trans-
formador y curativo de su amor incondicional. ¡Y él no pedía
nada a cambio!
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 161 -

¿Cómo lograr ese amor, percibirlo en el universo, realizarlo


en nosotros mismos para expresarlo en todo lo que hacemos?
Estas fueron las preguntas que siguieron. Baba respondió: “El
amor es cultivado, purificado y expandido, a través del proceso de
devoción ofrecido al género humano en forma de servicio desin-
teresado”. Es acerca de la importancia de esta realidad que él ha
venido a enseñar.
Qué desafortunado que el proceso de devoción —el amor a
Dios— sea tan pobremente entendido por muchos científicos e
intelectuales occidentales y que sea realmente visto como primiti-
vo y regresivo. Al principio yo también me sentía incómodo fren-
te a mi impulso de postrarme ante él, de tocar sus pies, de dedi-
carle todos mis pensamientos, palabras y acciones, de cantarle y
orarle. Pero su amor lo hizo todo tan natural al permitirme ver
que la expresión de devoción es uno de los impulsos más innatos
del corazón. ¡Qué gran error descartar esta santidad interior,
como un rasgo regresivo! Freud pensaba que la neurosis era cau-
sada por la represión excesivamente dura de los impulsos natura-
les. Pero, cuánto mal se causa con la represión de nuestro más
sagrado impulso natural: el anhelo de nuestro corazón por Dios.
Negar esto es volver la espalda a nuestra propia y preciada libe-
ración.
La psicología clínica moderna ha dado lugar a muchas teorí-
as y prácticas diferentes. Algunas son interesantes y otras, obvia-
mente, no son nada más que una broma, tal como aquélla de muy
corta vida, la “terapia del cosquilleo”, que ganó cierto reconoci-
miento en los Estados Unidos, hasta que su propio creador fue
demandado y perdió credibilidad. (Se confirmó que hacía al clien-
te más daño que bien, a quien se le hacía cosquillas por horas sin
interrupción. Parece que esta ciencia está luchando por encontrar
su centro, un lugar seguro donde amarrar, donde lograr estabili-
dad y fuerza; y no es cosquillas lo que se requiere.)
He llegado a la conclusión de que las ciencias occidentales de
la conducta representan un movimiento espiritual joven, que aún
no ha alcanzado su verdadera identidad. Sus investigadores, tera-
peutas y pacientes parecen ser aspirantes espirituales en pos de
la verdad, pero todavía no son conscientes de la realidad de Dios
o, incluso, de sus propias almas. El rápido crecimiento de tantas
actitudes y técnicas aparentemente opuestas y divergentes,
- 162 - SAMUEL H. SANDWEISS

hablan de la falta de un principio unificador subyacente. Esta


joven ciencia parece percibir la oscuridad y estar ya clamando por
su propio despertar espiritual como en la visión de W. B. Yeats en
su poema “El Segundo Advenimiento”:

Girando y girando en el extenso círculo


el halcón no puede oír al halconero;
las cosas caen a pedazos; no se mantiene el centro;
mera anarquía se desató en el mundo,
tinta en sangre es liberada la marea y en todas partes
la ceremonia de la inocencia es sofocada;
lo mejor carece de convicción, mientras que lo peor
está pleno de apasionada intensidad.

Seguramente una revelación está muy cerca


ciertamente el Segundo Advenimiento está cerca.

En las ciencias de la conducta, tal advenimiento ocurrirá


cuando ésta despierte a la importancia central de Dios, la devo-
ción y el alma. Y Baba ha venido con este propósito: enseñarnos
cómo morar por siempre en el paraíso del amor divino, a través
del amor, por el amor y para el amor.
En febrero de 1977, poco después de Mahashivaratri, día
sagrado dedicado al Señor Shiva y a ganar una visión trascen-
dental de la unidad, acompañé a dos psiquiatras norteamericanos
a ver a Baba. El dijo: “Los veré pronto” y luego nos hizo espe-
rar. Es sorprendente cuán rápidamente Baba puede llegar a la
mente desde atrás. Paciencia, paciencia; sentados, sentados; y
después de dos días estos respetables psiquiatras fueron reducidos
a un mero refunfuñar. Fue entonces que Baba nos invitó a una
entrevista, dándonos otro ejemplo de su impecable habilidad para
regular el tiempo.
Mirándonos con una amable sonrisa dijo: “La psiquiatría no
conoce el camino de la realización en Dios; sólo estudia la
mente. Pero existe una realidad que es ilimitada, que está más
allá del tiempo y es infinita en dimensión. El color de aquello
que no puede ser medido es el azul, como el azul del cielo y el
azul del océano. El azul es frío y sedante; miren, los tres doc-
tores están vestidos de azul”. Todos nos tentamos de risa al
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 163 -

observar que los tres realmente llevábamos camisas azules.


Baba continuó: “Shirdi Baba1 llevaba un anillo en el momen-
to de su muerte. El color de la piedra era azul, el color de lo infi-
nito e ilimitado, y la piedra llevaba grabado el símbolo del OM, la
realidad interna de aquello que es insondable. Vean…” Y hacien-
do un círculo en el aire con su preciosa mano materializó el ines-
timable anillo de Shirdi2. ¡Qué momento maravilloso poder con-
templar —no sólo poder escuchar del mismo Baba sobre su pro-
pia realidad interna, sino ver en la tierna y alegre entrega de este
milagro— que su amor es esa realidad ilimitada! Todos tuvimos la
oportunidad de tocar el anillo, tocar con él nuestro entrecejo y
deleitarnos con la gloria de aquel momento.
Yo ruego llegar a ser un digno instrumento del amor de Baba,
esa realidad ilimitada, insondable y gloriosa que él nos muestra
que somos. Veo el trabajo de mi vida como un intento de expre-
sar su amor al máximo, trayendo su realidad, nuestra verdadera
realidad, a mi trabajo y compartiéndola con mis colegas.
¡Qué encantador desafío! Hace poco di una conferencia en el
hospital psiquiátrico más grande de San Diego y vi a tantos psi-
quiatras sacudiendo sus pies y golpeando la mesa con sus dedos,
inquietos e incómodos al tener que escuchar sobre asuntos espiri-
tuales. Finalizada la charla, al retirarme, dos jóvenes psiquiatras se
me aproximaron y me preguntaron con toda seriedad: “¿Quiere
usted decir que realmente existe lo bueno y lo malo, lo correcto y
lo incorrecto?” ¡Gracias Baba! El ha venido justo a tiempo para
ayudarnos a despertar a la importancia de nuestro rol de soste-
nedores de la moral y la rectitud (dharma).
E incluso percibí, a través de la gente que movía sus pies y
golpeaba la mesa con sus dedos y de su aparente inquietud e indi-
ferencia, la gracia maravillosa que Baba ha venido a dar a sus
devotos en este tiempo. Es el momento más maravilloso para
estar aquí en la tierra. Porque en tanto nuestro Señor no sea toda-
vía bien conocido y bien comprendido en el mundo entero ten-
dremos muchas maravillosas oportunidades de hablar sobre él.
Tenemos la posibilidad de desempeñar algunos papeles menores,
algún trabajo que hacer mostrando su amor al mundo. Y el cono-

1 Un hombre santo indio que murió en 1918 y que fue, según Sathya Sai Baba,
su encarnación anterior.
2 Fotografía del anillo de Shirdi Baba en pág. 336.
- 164 - SAMUEL H. SANDWEISS

cimiento de que él no puede fallar, es emocionante. Aun cuando


haya golpeteo de dedos y movimientos de pies y la indiferencia de
muchos, yo sé que bajo la superficie, muchos corazones están
yermos y claman por la madre que nutre, el padre que los toque
y acaricie y que los vuelva a la vida. ¡Hay tanta gente clamando
por esta gran luz! Y él ha venido para darnos la vida.
El Amor es
Dios1

CAPÍTULO QUINCE

E l amor es el disolvente para el más duro de los corazo-


nes. El amor puede otorgar paz, júbilo y sabiduría; cultiven el
amor, expresen el amor.
Dejen que el amor sea su aliento; dejen que el sol del amor
ayude a florecer el loto de su corazón.
El amor es mi máximo milagro. El amor puede hacerles
recoger el afecto de toda la humanidad.
El amor no tolera ningún acercamiento ni propósito ego-
ísta.
El amor es Dios; vivan en el amor.
Expandan su corazón para que pueda abarcarlo todo. No
lo limiten a un instrumento de amor restringido.
El hombre es la encarnación del amor. Está sediento de
amor y encuentra verdadero deleite en amar y recibir amor
desinteresado. Amen a todos como encarnaciones del mismo
principio divino.
La felicidad que ustedes brindan, el amor que comparten,
sólo éstos constituirán su posesión más duradera.
Amor. Sólo el amor puede unirlos a los otros y a Dios, que
1 Recopilación de los Mensajes de Sri Sathya Sai Baba (Ed. Errepar, Buenos
Aires, Argentina) págs. 78/80
- 166 - SAMUEL H. SANDWEISS

es la encarnación del amor. El amor no conoce el miedo, la fal-


sedad, la ansiedad ni el pesar. Yo soy amor. Yo derramo amor.
Yo comparto el amor; me complazco en el amor; los ben-
digo para que puedan llevar más y más amor a mayor número
de seres.
El amor puede transformar al hombre en un ser divino, lo
ayuda a manifestar lo divino que es su esencia.
El amor puede amansar incluso a la más feroz de las bes-
tias.
Empiecen por irradiar amor a todos los miembros de su
comunidad y expándanlo gradualmente a toda la humanidad,
incluso a las criaturas inferiores.
Embeban cada instante en amor, es decir, en Dios.
Nazcan en amor, mueran en amor, vivan en amor, es decir,
emerjan de Dios y fúndanse en Dios. Sean una ola en el océa-
no del amor.
No deberían morir, deberían fundirse y realizarse. Ese es el
destino, ése es el sino.
Siembren amor; llénense de amor. Si no pueden amar al
hombre, ¿cómo esperan amar a Dios?
El amor debe ver lo mejor que hay en el otro y no lo peor.
El amor no puede ignorar la divinidad en los otros. El amor es
la mayor de las virtudes. El amor es la base del carácter.
Dios es amor y sólo puede ser conquistado mediante el cul-
tivo y ejercicio del amor.
El amor es expansión y la expansión es vida divina.
Siembren amor; florecerá como compasión y tolerancia. Dará
el fruto de la paz.
A menos que cultiven el amor, la tolerancia, la humildad,
la fe y la reverencia, ¿cómo les será posible realizar a Dios?
El amor activa. El amor realiza. Llenen sus corazones con
el agua dulce y fragante del amor. Entonces, cada acto de uste-
des, cada palabra (que es como el agua del tanque, que se
obtiene a través de los grifos de la lengua, del cerebro, de las
manos, etc.) será dulce y perfumada. Si el tanque está conta-
minado, ¿cómo podrá la palabra ser provechosa, el pensa-
miento benéfico o la acción recomendable?
Cuando saben que no son sino una chispa de lo divino y
que todo lo demás es la misma chispa divina, miran todo con
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 167 -

reverencia y verdadero amor. Sus corazones están llenos de


supremo júbilo y el cáncer del egoísmo se torna ineficaz. El
hombre busca bienaventuranza en lugares alejados, en sitios
silenciosos, ignorando que la fuente de felicidad está en su
corazón, el refugio de la paz está en sí mismo. El amor es Dios;
Dios es la encarnación del perfecto amor. De modo que, El
puede ser conocido y realizado, alcanzado y conquistado sólo
a través del amor. Podemos ver la luna sólo con la ayuda de su
propia luz. Podemos ver a Dios a través del rayo de amor.
Una clase de amor se expresa como apego a las cosas,
afecto a parientes y amigos, deseos de objetos. Otra clase reve-
la el amor en las relaciones humanas, reverencia a lo grandio-
so y devoción a Dios. Cultiven el amor y todos sus aspectos
serán alimentados y favorecidos. Sólo hay un camino real para
el viaje espiritual: el amor. Amen a todos los seres como mani-
festaciones de la misma divinidad que es la verdadera esencia
de ustedes. Amen a todos los seres, eso es suficiente.
Vean a Dios en todos; hasta en las personas a quienes con-
sideran enemigos. Practiquen ese tipo de amor pleno, que
todo lo contiene.
Recuerden, cuando se instala el amor en el corazón, no
encontrarán cabida en él, ni los celos, ni el odio, ni la mentira.
La expansión es vida. La expansión es la esencia del amor.
Vivan en amor.
El amor se expresa como servicio. El amor crece a través
del servicio. El amor nace en la matriz del servicio. Y Dios es
amor.
La conducta recta debe surgir del corazón como agua fres-
ca energizada por el amor y la paz.
La meta sólo puede ser alcanzada a través de la purifica-
ción del carácter y del cultivo del amor desinteresado.
Para llegar a Dios, es suficiente el amor. El amor es la llave
para abrir la puerta cerrada por el egoísmo y la codicia.
El amor hacia todo debe fluir espontáneamente del cora-
zón y endulzar todas tus palabras. La mejor disciplina espiri-
tual que puede ayudar al hombre es el amor. Nutran la peque-
ña semilla de amor que se adhiere a “mí” y “lo mío”; déjenla
brotar en amor por el grupo que los rodea y crecer en amor
para toda la humanidad y extender sus ramas sobre los ani-
- 168 - SAMUEL H. SANDWEISS

males, las aves, los seres que reptan y se arrastran; y dejen que
el amor envuelva todas las cosas y los seres del mundo entero.
Vayan de poco amor, a más amor, de amor limitado, a amor
expandido.
Expándanse en amor universal, en ecuanimidad inque-
brantable y en virtud siempre activa. Ese es el camino que pon-
drá de manifiesto a la divinidad que está en ustedes en su ple-
nitud.
La característica innata del hombre es amor divino, su
naturaleza es amor divino, su aliento es amor divino.
Dios es la fuente de todo amor. Amen a Dios, amen al
mundo como la vestidura de Dios, ni más ni menos. A través
del amor, ustedes pueden sumergirse en el océano de amor. El
amor cura la mezquindad, el odio y la pena. El amor desata
los lazos. Salva al hombre del tormento del nacimiento y la
muerte. El amor aúna todos los corazones en una sinfonía
suave como la seda.
A través de los ojos del amor, todos los seres son hermo-
sos, todos los actos consagrados, todos los pensamientos ino-
centes, el mundo es una inmensa familia.

Amen… Amen… amen primero. Amen tanto como dure la


vida.
Mi vida es mi mensaje.
Mi mensaje es amor.

(Sathya Sai Baba)


PARTE II. Los Psiquiatras
Conocen a Baba
Shiva

CAPÍTULO DIECISEIS

U n día, en octubre de 1976, andaba corriendo por la casa


buscando algo que había extraviado. Mirando en el cesto de pape-
les tropecé con un formulario que mi esposa o yo debíamos haber
llenado. Era del Dr. Jules Masserman, quien sería el próximo pre-
sidente de la Asociación Psiquiátrica Americana, informando a los
psiquiatras sobre un viaje a la India del que él y un colega, el Dr.
Schwab, serían copatrocinadores.
Me emocioné. Habiendo querido compartir algún tiempo mi
experiencia con Sai Baba con mis colegas, sentí que este hecho
bien podría ser una señal —una forma elegida por Baba para con-
cederme este deseo— sin importar que las noticias de este acon-
tecimiento llegaran por vía de mi cesto de papeles.
Llamé al Dr. Masserman, avisé a Baba y le solicité permiso
para llevar a los doctores al ashram y me las arreglé para con-
certar una entrevista. Yo tendría que hablar con el grupo cuando
llegara a Nueva Delhi y hacer los arreglos finales con respecto a
cuántos se me unirían en aquel momento. Esto se llevaría a cabo
inmediatamente después de Mahashivaratri.1

Shiva, el Dios de la beneficencia y la compasión


—el renovador, guardián y padre del universo— es
adorado, reverenciado y propiciado y se le implora
misericordia en la víspera auspiciosa de Mahashi-

1 Mahashivaratri: Festividad hindú dedicada a la adoración del Señor Shiva.


- 172 - SAMUEL H. SANDWEISS

varatri. Shiva, el Dios destructivo de la trinidad hindú


(Brahma, el creador; Vishnú, el protector; Shiva, el
destructor), el que se adorna con el manto de piel de
elefante que simboliza los elementales y primitivos
rasgos bestiales que su gracia destruye y los vuelve
impotentes e inofensivos; el que es insensible a la ten-
tación y que siempre se encuentra en perfecto equili-
brio, a él se le implora, se le suplica y se le ruega que
conceda el autocontrol y la ecuanimidad que destru-
ye el deseo, causa fundamental de la ilusión.

(Sathya Sai Baba)

Durante Mahashivaratri, Baba deja ver claramente su unión


con Shiva llevando a cabo dos importantes milagros públicos ante
la presencia de miles de espectadores: el milagro del Vibhuti
Abhisheka2 y el piadoso acto del Lingobhava3, la materialización
del sagrado Shiva Lingam.
Yo iba a ver a Baba por octava vez y en esta ocasión para pre-
senciar la creación del lingam, porque éste y el monumental acto
de su creación tienen un profundo significado espiritual. En ver-
dad, la totalidad del mensaje de Baba está contenido en esta
forma sagrada y el enfoque principal de este libro es un intento
de comprender el significado interno del lingam.
El lingam tiene que ver más con las dimensiones de la con-
ciencia que con su sustancia material. Es el símbolo de la dualidad
emergiendo del uno para fundirse nuevamente en él. La esfera, un
símbolo de unidad, tiene un punto central; pero el lingam, de forma
elipsoidal, tiene dos centros que emergen y se funden el uno en el
otro. O sea, el símbolo de dos (dualidad) saliendo del uno y retor-
nando a él, el uno que es la fuente, el sustento, la base de los dos.
2 La creación milagrosa manifiesta de una lluvia de cenizas materializada desde
una urna vacía e invertida, en el baño ritual de una estatua sagrada. El signifi-
cado interno de este acto se relaciona con la purificación de cualidades perso-
nales internas, libres de egoísmo, que debemos ofrecer al Señor.
3 La materialización milagrosa manifiesta del Shiva Lingam, una piedra ovoide,
considerada como un símbolo de Shiva, que contiene dentro de su forma los
atributos y el poder del Señor Shiva. Este acto es una reconstitución simbóli-
ca de la creación del cosmos por un acto de la voluntad de Dios.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 173 -

El propósito de nuestra vida, dice Sai Baba, es purificar nues-


tro corazón para que el amor expanda y ensanche nuestra con-
ciencia hasta que veamos más allá de la conciencia de dualidad,
más allá de la diferencia de sujeto y objeto, hasta que podamos
ver la unidad subyacente. Debemos no sólo ver esta realidad sino
también fusionarnos con ella a través del amor.

Ustedes han tenido la buena fortuna de contem-


plar la visión divina. También han comprendido el
significado divino del lingam y ello les conferirá la
completa salvación. Por lo que a ustedes respecta,
han logrado la completa salvación y no habrá ya más
renacimientos. Es una gran suerte para ustedes.
Algunos han visto esta manifestación como una
forma específica, otros como una luz y algunos sólo
como un rayo o un destello; pero no importa mucho
en qué forma han visto la generación y manifestación
de este lingam. Lo que han visto realmente es el
secreto de la creación.

(Sathya Sai Baba)

No es de sorprender que uno quisiera presenciar por sí


mismo este gran acontecimiento. Y, como incentivo adicional,
ocurrió que ese año la festividad de Mahashivaratri coincidía con
el aniversario de mis cuarenta años. No hubiera podido pensar en
una mejor manera de entrar en mi nueva década. Yo celebraría
ayunando y cantando hasta la inconsciencia y con suerte me fun-
diría en Dios como un regalo de cumpleaños.
Realicé el viaje impulsado también por el sentimiento de que
ésta podría ser la última vez que Baba presidiera la observancia
pública de este sagrado día. Tantos miles eran los que llegaban a
Prashanti Nilayam para este acontecimiento, que parecía impro-
bable que Baba pudiera continuarlo por mucho tiempo más.
También estaba la razón inicial para ir. Había deseado tanto
compartir mi experiencia con colegas, sabiendo que Baba llegaría
a tener semejante significado para ellos. Por alguna “coinciden-
cia” un grupo de reputados psiquiatras americanos estarían via-
jando a la India en este momento y yo había concertado encon-
- 174 - SAMUEL H. SANDWEISS

trarme con ellos para hablar de Baba y llevar a algunos de ellos a


una visita. No habría momento mejor para realizarla, ya que
Mahashivaratri se refería totalmente a las fuerzas y limitaciones
de la mente. Y a pesar de que las enseñanzas de Baba desafiaban
directamente al pensamiento de la psiquiatría moderna respecto
de la mente, éste sería un tema en el que los psiquiatras tendrían
un gran interés.
Carta
- 176 - SAMUEL H. SANDWEISS

¡Mis queridos! Acepten mis bendiciones y mi amor.


Cada uno nace del ego y envuelto en el ego muere y
viene y va, da y recibe, gana y pierde; pacta con la men-
tira o dice la verdad; con el ego todo el tiempo. El para-
íso, el infierno y las encarnaciones. Ninguno de ellos
está libre de ego. Quienes suprimen su ego, logran la sal-
vación. El Señor es siempre verdadero, es superior a lo
supremo. Pero ustedes deben aplastar su ego y realizar-
lo a El. El está en ustedes, con ustedes y alrededor de
ustedes. Sean Felices.
Con amor y bendiciones

Sri Sathya Sai Baba

(Baba)
La Mente

CAPÍTULO DIECISIETE

L a idea de que podemos existir más allá de la mente, que de


hecho ésta puede ser un obstáculo para la liberación o para alcan-
zar la conciencia cósmica, es por lo general erróneamente vista
por los psiquiatras como una supresión, represión o negación de
nuestra identidad fundamental, como si fuera una actitud nihilista
y autodestructiva. Pero el proceso de desapego por el cual tras-
cendemos la mente, es diferente del proceso de represión o de
negación, tema éste importante que desarrollé en mi último libro.1
Examinemos la actitud y el enfoque de la espiritualidad en
relación a la mente, a través de las enseñanzas de Sai Baba, para
obtener una apreciación más profunda de la limitación de la
mente.

* * *
El estudio de la mente y la ciencia del perfeccionamien-
to de la conciencia no se han desarrollado porque el hombre

1 Ver Sai Baba y el Psiquiatra, Ed. Errepar, Bs. As., Argentina.


La represión es separarse, por miedo, de un aspecto de la propia vida interior.
Así, ciertos deseos y emociones se vuelven inaccesibles a la conciencia antes
de aprender a utilizar y controlar estas energías. Desapego, por otro lado, es
entregar voluntariamente tales deseos y emociones, como parte de este anhe-
lo por continuar evolucionando, después de haber obtenido conciencia de los
mismos y cierto grado de autodominio sobre ellos.
- 178 - SAMUEL H. SANDWEISS

busca la paz y la felicidad en las cosas externas y en los pla-


ceres objetivos. La atención siempre se ha centrado en los
sentidos externos y en los métodos mediante los cuales aqué-
llos pueden ser usados para recoger información y experien-
cias agradables. Las vastas regiones de la conciencia interna
han quedado sin cultivar, se ignora el hecho de que es la
mente la creadora del múltiple mundo de los sentidos.
Cuando entra una espina en la planta del pie, debe ser
quitada con otra espina y luego se tiran ambas. Así también,
el mundo de las cosas que la mente ha proyectado tendrá
que ser negado por la mente clarificada y concentrada y
entonces tanto el universo como la mente desaparecen. La
espina es lo que pincha; es la espina la que remueve la espi-
na. La mente ata; la mente libera.

* * *
Transformen la mente en un instrumento de progreso
para la liberación. La claridad de la mente sólo puede ser
obtenida retirándola de los objetos externos y enseñándole,
por medio de la meditación, a concentrarse en el Uno que
está detrás de los muchos. Cuando ustedes ven al Uno y no
a los muchos, ustedes están liberados de las espirales de la
ilusión. El egoísmo es una doctrina que ata; pero el ego,
como reflejo de Dios en ustedes, libera. Sin embargo, muchas
pruebas y tribulaciones se presentan en el camino, conside-
rándolas como un testigo indiferente, con desapego, y no
permitan que su mente sea afectada. Enséñenle esta actitud
de testigo. El hombre tiene en sí todas las capacidades, pero
no es consciente de su gloria; sólo conoce una fracción de su
poder, e inclusive, de modo vago y vacilante. Se degrada a sí
mismo entregándose a tres tipos de tentaciones: físicas, mun-
danas y escolásticas. La tentación escolástica atrae a los eru-
ditos; los impulsa a la controversia y al exhibicionismo com-
petitivo y los arruina inflándoles el ego. La tentación mun-
dana lleva al hombre a buscar reputación fácil y a obtener
fama y beneficios por todos los medios a su alcance. La ten-
tación física se empeña en embellecer el cuerpo y en recurrir
a artificios que oculten el paso de los años.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 179 -

Fomenten el pensamiento divino; cultiven el desapego;


recuerden la naturaleza efímera de las cosas. Entonces
resultará fácil el trabajo de resistencia. La mente crece en
poder cada vez que ustedes sucumben al deseo. Por eso,
para dominarla y transformarla en una herramienta útil,
reduzcan el deseo.

* * *
Mahashivaratri está dedicada a la desintegración de las
aberraciones de la mente y, por lo tanto, de la mente misma,
a través de la devoción a Shiva, Dios. Cae en la víspera en
que la luna tiene el menor tamaño del año, porque la luna
menguante simboliza la declinación de la mente.
La luna, tanto como la mente cuya deidad es, tiene die-
ciséis fases. Para la noche de Mahashivaratri han desapare-
cido quince y sólo queda de ella un trazo minúsculo en el
cielo. La luna nueva que sigue, no tendrá ni siquiera ese
trazo visible.
La influencia de la mente también debe ser reducida,
controlada y finalmente destruida para que la ilusión pueda
ser destrozada y la realidad revelada. La mente debe ser
dominada cada día hasta que en el décimoquinto, quince de
sus partes se habrán desintegrado, quedando sólo un trazo
de ella. Entonces, en Mahashivaratri se realiza un esfuerzo
especial de actividad espiritual para reducir a la inconstante
mente a la nada, sometiendo así al engañoso deseo y al
apego al cambiante mundo tentador de la ilusión, con el fin
de ganar la visión divina, alcanzar la liberación (moksha).
Padeciendo los rigores del insomnio, ayunando, orando y
cantando, el devoto clama a Shiva que destruya los obstácu-
los en el camino del regocijo interior, que le conceda la libe-
ración de las ataduras a lo trivial y efímero, que le revele la
visión del yo superior, base de toda esta apariencia.2

2 Tomado de un discurso de Sathya Sai Baba, pronunciado el 2/2/59, titulado:


“La luna y la mente” e impreso en Mensajes de Sathya Sai, Vols. I y IX, Ed.
Errepar, Bs. As., Argentina.
Darshan

CAPÍTULO DIECIOCHO

E
¡ lectrizante! El canto hablaba de un amor y gratitud más
allá de toda medida. El auditorio colmaba su capacidad de veinte
mil personas. Indiferentes al dolor, miles de ellas habían perma-
necido sentadas durante horas sobre el duro y frío piso de con-
creto, absortos en el canto, esperando su aparición. Ahora, una
creciente emoción surgió de la música. Delicada, vibrando con
estremecedora intensidad, atrajo todas las miradas hacia el fren-
te. Allí estaba él, de pie, en silencio, totalmente fusionado con la
música, la túnica anaranjada cubriendo suavemente un cuerpo
fluido, puro amor llenando el corazón de cada devoto.
Todos los ojos estaban fijos en el Maestro ahora, todas las
voces comunicándose con su corazón. El estaba en la música
ahora, embriagando nuestras almas con la impresionante magni-
ficencia del momento milagroso: eso es Darshan.1
Miles de personas habían venido de todas partes del mundo:
el rico, el pobre, el débil y el fuerte. Todos sentados uno al lado
del otro ante la presencia de Sathya Sai. Yo ya había estado antes
en su presencia física; era éste mi octavo viaje. No obstante, me
embargaba una emoción que no podría experimentar en ningún
otro lado sino aquí. No hay forma de describir este encuentro. La
mente no puede captar la visión que el corazón alcanza en este
momento de íntimo contacto. La verdad eterna le es revelada. ¡Yo
soy El, yo soy eterno, yo soy divino!
1 Visión de lo divino.
- 182 - SAMUEL H. SANDWEISS

El empezó a moverse lentamente a lo lejos, como una suave


brisa, entre el flujo y reflujo de brazos extendidos y olas de manos
suplicantes que avanzaban y se retiraban cuando él se acercaba y
pasaba. La humanidad en masa clamando por liberación, supli-
cando ser llevada de la condición animal a la divina. Aquí estaba
él, entre nosotros, en toda su gloria: compasión encarnada, belle-
za y amor más allá de toda descripción, aquí, para darnos paz.
Con voz ahogada empecé: “¡Oh, Baba, estoy tan lejos! ¡Tan-
tos necesitados han venido de tan lejos!, ¿cómo puedo apartarlos
para acercarme yo? Nunca más atraeré tu sonrisa, ni sentiré el júbi-
lo de tu cercana compañía, ni me sentaré a tus pies como parte de
una familia pequeña. Ahora tu familia es toda la humanidad. Nunca
más estaré de nuevo cerca de ti”. Mis ojos se cerraron y me sentí
envuelto en una oscura nube de tristeza y aislamiento y lloré.
El rumor de la muchedumbre se hacia más cercano. Al levan-
tar la vista vi que la gente frente a mí dejaba paso. “¿Es esto un
sueño? Esto sólo pasa en los sueños. El no puede estar viniendo
hacia mí”. ¡Pero lo estaba haciendo!
Haciéndome señas con la mano para que me levantara y
avanzara, dijo: “Sandweiss, ¿cómo estás?”. Llorando de felicidad
respondí: “Muy feliz, Swami”.
Con entrañable, familiar, absoluta intimidad en medio de una
inmensa multitud preguntó con un inocente guiño: “¿Dónde
están los psiquiatras?”.
“Llegarán en una semana, Swami; iré a Delhi para encon-
trarme con ellos y traerlos aquí.”
“¿Cuántos vendrán?”.
Mi mente era un embrollo. Yo no sabía cuántos eran. Más de
cien psiquiatras americanos acompañados por el Dr. Masserman
habían planeado una gira por la India, para visitar lugares intere-
santes y realizar encuentros con colegas indios. Yo había hecho
arreglos para reunirme con el grupo de Delhi a fin de hablarles de
Sai Baba y llevar a una entrevista a aquéllos que se interesaran en
él. Pero yo no sabía cuántos querrían interrumpir sus programas
preparados con anticipación para unirse a mí. ¡Qué embarazoso
era decirle a Baba que sólo se esperaba a unos pocos y vinieran
los cien, o informarle que vendrían muchos y aparecieran sólo
algunos! Yo no podía admitir que me encontraba tan mal prepa-
rado que no lo sabía y, por cierto, éste no era el momento ni el
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 183 -

lugar para discutir el asunto en detalle. Optando por parecer


importante, respondí: “Tal vez lleguen a cien, Swami”.
Dándose vuelta para seguir caminando, Baba me aguijoneó
dulcemente con una intencionada sonrisa: “¡No, no tantos!”.
Durante los días subsiguientes, Baba siguió preguntando por
los psiquiatras. Al principio, me sentí encantado por su interés,
pero luego, después de un tiempo, comencé a cambiar de idea.
En realidad, no había trazado ningún plan específico y no sabía
cómo habría de reaccionar el grupo, especialmente después de un
largo viaje en avión y con escalas. Ahora lo podía ver. No cabían
dudas de que ellos me verían como un fanático religioso dicién-
doles que el Señor había venido y si les gustaría unirse a mí para
visitarlo. Yo podría parecerles un verdadero cabeza de chorlito, y
no sólo a los psiquiatras, sino ¿qué ocurriría con Baba si no vinie-
ra nadie?
Ahora empezaba mi lucha con mi mente de mono. Mis pen-
samientos se volvieron a la forma Nataraja de Shiva2 danzando
sobre el cuerpo niño del deseo, reduciéndolo a ceniza, alentando
el desapego y otorgando paz y ecuanimidad. Estos mismos dulces
pies danzaban en mi mente.

¿Qué les hace pensar que “hacer” es tan importante?


Sean ecuánimes. Entonces no tendrán que preocuparse por
“hacer” o “no hacer”, por el éxito o el fracaso; el equilibrio
no será afectado por ninguno de ellos. Dejen que la ola de la
memoria, la tormenta del deseo, el fuego de la emoción
pasen sin afectar su ecuanimidad. Sean un testigo de ellos.
El compromiso engendra posesión, restricción, limitación.
Estén dispuestos a no ser nada. Dejen que toda dualidad se
disuelva en su neutralidad.

(Sathya Sai Baba)

Finalmente, llegó el día de la partida. Habían pasado siete


días desde Mahashivaratri y Baba se había trasladado de
Prashanti Nilayam a su ashram en Brindavan, en las afueras de
la ciudad de Bangalore. El viaje desde la ciudad a Brindavan fue
2 Ver foto de Nataraja en pág. 168.
- 184 - SAMUEL H. SANDWEISS

una meditación; mi mente se sumergió en la quietud y en la exten-


sión de la dilatada campiña india que estábamos atravesando.
El día acababa de ser lavado por una lluvia nocturna, el sol de
la mañana brillaba en todas partes.
Los pensamientos de mi reciente estadía en Prashanti Nila-
yam volvieron trayéndome una gran paz. Permanecer sentado de
ocho a diez horas diarias en quieta meditación en su divina pre-
sencia, me había dejado la sensación de haberme purificado y de
haber alcanzado una nueva y profunda comprensión. El peso de
mi vida activa y agitada en América parecía haberse esfumado.
Habían desaparecido el impulso de comer en exceso, de trabajar
en demasía o de entregarme a programas de televisión sin senti-
do. Liberado por el momento de apegos familiares y profesiona-
les, del deseo de lujos y cosas materiales, desperté a un senti-
miento que parecía algo familiar y, sin embargo, nunca antes
experimentado en el curso de esta vida. Tan apacible y serena se
había tornado mi vida interior, que parecía más atractiva que el
mundo externo. Me sentía feliz de sólo estar en calma; no había
necesidad de luchar. Podía permanecer aquí para siempre. Baba
me había permitido un breve atisbo de una profunda verdad inte-
rior: la paz perfecta existe realmente dentro de uno.

La gente ignorante busca felicidad y alegría en los obje-


tos externos aunque existan tesoros dentro de ellos mismos.
Estos surgen del Señor quien es inherente a ellos en todas
partes. Bajo la tierra tenemos una corriente de agua potable;
entre nosotros y la corriente hay una espesa capa de tierra.
Esta tierra debe ser quitada mediante trabajo espiritual. Del
mismo modo, la paz y el contento existen en lo profundo de
la conciencia de cada uno, pero están cubiertos por espesas
capas de malas tendencias y hábitos (codicia, odio, lujuria,
deseo, orgullo, celos, apegos al mundo exterior) y entonces,
el hombre tiene que eliminarlos para beneficiarse de esos
tesoros.

(Sathya Sai Baba)

Yo sabía que tenía que regresar a mi hogar, no había dudas al


respecto. Amaba a mi familia y ellos me necesitaban; tenía debe-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 185 -

res que cumplir, obligaciones que concretar. Pero, en este


momento de reflexión, penetré con más profundidad en el miste-
rio de Baba. Porque si a partir de mi conciencia limitada había
empezado a percibir la vida interior como más atractiva que la
exterior, ¿cuál sería la realidad de Baba? El ha de morar en la pura
gloria, ¡en el éxtasis puro! Entonces, ¿qué necesidad tendría él de
este mundo? Sin embargo, él ha venido a curar y a enseñar, a dar
al pobre y al menesteroso, a escuchar los gritos de dolor. El entre-
gó todo su amor, su vida misma, y todo con una sonrisa simple e
inocente. He aquí una vida de sacrificio para el amor, por el amor,
comparable a la vida de Cristo y al sacrificio de Cristo.
La vida es un canto, cántalo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es un desafío, enfréntalo.
La vida es un sueño, realízalo.
La vida es un sacrificio, ofrécelo.
La vida es amor, disfrútala.

(Sathya Sai Baba)

Ahora, en este momento de calma, podía percibir muy clara-


mente que el propósito de la vida, cuando uno se libera y se des-
poja del deseo, es amar al Señor y expresar ese amor en servicio
a los demás.

El mundo puede conferir, en el mejor de los casos, sólo


alegría pasajera. La felicidad, la prosperidad y el poder son
sólo destellos entre las oscuras nubes del sufrimiento, la
pobreza y el fracaso. Los parientes y amigos de quienes nos
enorgullecemos y en quienes depositamos nuestra confianza,
sucumben ante la muerte y parten sin una palabra de despe-
dida. Pero nosotros no aprendemos la lección; nos aferramos
a la creencia de que el mundo exterior es el cofre del tesoro
de la paz y la felicidad.
Casi siempre, el hombre quiere hacer caso omiso de los
defectos y fallas de los objetos que acaparan su atención. Si
sólo lo reconociera, es seguro que los evaluaría correctamen-
te y se comportaría en forma más inteligente. Cuando el hom-
bre se da cuenta de que la cobra es una serpiente venenosa y
- 186 - SAMUEL H. SANDWEISS

que el leopardo es una bestia cruel, los esquiva mantenién-


dose en constante vigilancia. De modo similar, cuando somos
conscientes de la transitoriedad y trivialidad de los triunfos y
posesiones mundanas, podemos separarnos de ellas fácil-
mente y concentrarnos en la riqueza interna y en la visión
interna. Todas las cosas en el mundo exterior de los objetos
están expuestas a cambios. Los objetos temporales sólo pue-
den conferir felicidad temporal al hombre que en sí mismo no
es permanente. ¿Cómo podría ser de otra manera? Sólo la
fuente de bienaventuranza puede conferir bienaventuranza.
Un manantial que fluye vacilante, un manantial que se está
secando y agotando, sólo puede dar felicidad en forma irre-
gular y aun así se secará, se agotará en poco tiempo.
Sólo el Atma3 es la fuente de felicidad siempre llena y
siempre fresca. La energía átmica motiva a todos los seres del
universo: el hombre, el animal, el ave, el gusano, el árbol y
la hierba. Una vez que el hombre se pone en contacto con
ella, es bendecido con la visión universal, el absoluto deleite
y la sabiduría eterna. Todos sienten la sed de realizarla y per-
manecer en ella, pero muy pocos son los que dan los pasos
para alcanzarla. Miles proclaman la gloria del Atma, pero
sólo un puñado se esfuerza por lograrla.
Consideren por un momento el destino de los gobernan-
tes de todos los reinos, de los líderes de ejércitos y naciones,
de presidentes y primeros ministros que emergen del olvido
y se funden en él, ¿alguno de ellos se llevó parte de sus rique-
zas y posesiones al morir? Cuando uno muere otro toma su
lugar; cuando éste muere ya otro está listo para asumir el rol.
Y todos son igualmente olvidados, excepto aquéllos que han
realizado heroicamente al atma y se elevaron al estado divi-
no. Por eso, piensen que la lucha por posición, poder, fama
y riqueza no es en absoluto recomendable. Habiendo sido
bendecidos por esta oportunidad de vivir como seres huma-
nos, tengan como ideal, la realización de la realidad. Las
Upanishads4 les exhortan a seguir su camino en pos de esta
meta. Se dirigen a ustedes como “hijos de la inmortalidad”.
Traten de merecer ese honor, de alcanzar esa altura.
Aprendan a usar todas sus capacidades, toda su inteligencia,
todo su tiempo para alcanzar esa victoria. Ustedes son Dioses
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 187 -

en forma humana, porque únicamente los Dioses pueden ser


inmortales. Son encarnaciones del divino Atma. No degra-
den su vida en afanes ruines. Empléenla en propósitos sagra-
dos, servicio amoroso, acciones desinteresadas y prodigando
dulces palabras de consuelo.

(Sathya Sai Baba)

Baba me había permitido experimentar un momento de


maravillosa paz. Pero ahora, me tocaba regresar al mundo, regre-
sar al drama con mis colegas psiquiatras. Al proyectar mi partida
a Nueva Delhi en el avión de mediodía, iba a presentarme ante
Baba con esperanzas de recibir sus bendiciones una última vez
antes de viajar.
Mientras pensaba en lo que se venía, empecé a sentirme algo
inquieto. “¿Por qué este impulso de compartir mi experiencia de
Baba con mis colegas?”, me pregunté. Seguramente para ellos
sería algo difícil de digerir. ¿Por qué someterse a dar explicacio-
nes, quizás perder la calma y tener que defender o, aún peor,
tener que vender? ¡Qué desagradable llegar a ser un viajante de
comercio de la espiritualidad realizando astutas ventas para Dios!
Entonces, ¿para qué emprender semejante viaje?
“¡Termina lo que empezaste, Sam!”, me dije a mí mismo, y
sentí alivio sabiendo que Baba tendría misericordia si en algún
punto de todo este embrollo de motivos y de payasadas hubiera un
pequeño impulso genuino de llevar felicidad y compartir alegría.
Una plegaria brotó de mis labios: “Baba, susténtame con tu dulce
fuerza: manténme cerca de ti y ayúdame a permanecer como el
testigo desapegado, protegido de las espirales del drama”.
El taxi se detuvo, esperando el paso de un desvencijado tren
rojizo, deteriorado por la acción del tiempo, que marchaba de
prisa con un estridente ruido metálico. Desplazando mi atención
del vaho de madera y ruedas, mis ojos se detuvieron en el costa-
do del camino sobre el rostro sonriente de una rústica mujer india
que ofrecía guirnaldas de flores frescas a la venta. Yo le ofrecería
flores a Baba.

3 El Atma. Ver definición en págs. 151/2.


4 Escrituras hindúes.
- 188 - SAMUEL H. SANDWEISS

¿La llave existe en el mundo externo o en el interno? En


tanto el hombre se involucre a sí mismo en lo “visto”, no
puede ver al “que ve”. En tanto su atención sea atraída por
las flores de la guirnalda, no puede reconocer el hilo que las
mantiene unidas. La indagación es esencial para descubrir la
base que sostiene la guirnalda. Así también sólo la indaga-
ción puede dar a la experiencia humana la base átmica que
sostiene al mundo sensorial objetivo.

(Sathya Sai Baba)

Al llegar al ashram, encontré rápidamente un sitio para sen-


tarme, cerca del lugar por el que Baba pasaría para dar el dars-
han. Una breve espera bajo el tibio sol y luego, un silencio elec-
trizante anunció su presencia. Cuando abrí los ojos, lo vi aproxi-
marse sonriente y de aspecto muy fresco y amoroso esa mañana
radiante. ¡Qué instantánea y espontánea su sonrisa! Se aproximó
y dijo: “Sandweiss, ¿por qué estás todavía aquí? Ve y trae a los
psiquiatras”.
“Parto después del darshan, Swami. He venido para recibir
tu bendición”, respondí ofreciéndole la guirnalda. Alegremente y
con una sonrisa pícara, extendió su mano. Pero en lugar de tomar
la guirnalda, empezó a jugar con mis dedos. Cuanto más trataba
yo de ponerla en sus manos, más la eludía pasándola de un dedo
a otro, jugando ese divertido juego de niños.
“Ve y trae a los psiquiatras”, dijo con una sonrisa, bendi-
ciendo la guirnalda pero sin tomarla. Luego, prosiguió su camino
hacia sus devotos, internándose en el día.
Cuando Baba desapareció en su casa, me incorporé y cami-
né hasta la estatua de Krishna que está en esa área. Aquí estaba
Krishna tocando su flauta mágica, llamando a sus devotos y
envolviéndolos en su música de amor.

Si tienen la capacidad de atraer al Señor hacia ustedes, El


mismo vendrá y se quedará con ustedes. Sean como la flauta
de Krishna: una caña hueca, derecha, liviana, sin sustancia
que obstruya el flujo del aire. Entonces El vendrá y los alzará
de la tierra. Susurrará música divina a través de ustedes,
jugueteando con delicados toques. Asegurará su flauta en su
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 189 -

cinto. Presionará sus labios en ella; la acariciará, la usará con


cuidado y tocará. En su mano, lo infinitesimal se transmutará
en lo infinito; el microcosmos (anu) se convertirá en paraíso
(ghana). Un día, Krishna fingió estar profundamente dormido,
con su flauta caída a su lado como al descuido. Radha (una
gran devota), se aproximó a la afortunada flauta y le pregun-
tó en términos lastimeros: “Oh, dichosa Murali (la flauta de
Krishna), dime ¿cómo ganaste este gran favor? ¿Qué voto
observaste, qué vigilia cumpliste, qué peregrinación realizaste?
¿Qué mantra recitaste? ¿Qué ídolo adoraste?”.
La flauta habló a través de Su gracia: “Me liberé de todo
deseo sensual, de la envidia, la codicia y el ego; eso es todo.
No quedó en mí ningún sentimiento de ego que obstruya el
flujo de su amor a través de mí, hacia toda la creación”.

(Sathya Sai Baba)

Coloqué la guirnalda alrededor del cuello de Krishna y arro-


dillándome a sus pies le supliqué que me transformara en una
valiosa flauta.
So-Ham

CAPÍTULO DIECINUEVE

Sai Baba nos habla de un sagrado mantra llamado hamsa


2
1

o mantra so-ham. Es el sonido constante y automático de alien-


to inspirado y exhalado, que nos lleva a fundirnos en el otro repi-
tiendo, “so-ham, so-ham”, yo soy El, yo soy El. Con cada inspi-
ración El es atraído y se funde “conmigo”, y con cada exhalación,
“yo” soy lanzado hacia El convirtiéndome en “Nosotros”. En esta
forma, los dos nos volvemos uno; y la dualidad es trascendida.
Lo mismo sucede con los sonidos mismos. El sonido separa-
do “so” que sale con cada inspiración y el sonido “ham” que sale
con cada exhalación, se funden uno en el otro y se convierten en
el OM3, al que los hindúes llaman pranava, el sagrado sonido pri-
mordial, la vibración básica en la que descansa toda la creación.

Cada individuo nace con la pregunta Koham (¿quién


soy yo?) en sus labios. Y la respuesta está dada en cada

1 Un mantra es una palabra o fórmula sagrada con gran fuerza de iluminación


espiritual. Cuando se medita en él, tiene el poder de salvar.
2 Hamsa, el cisne celestial, es el vehículo para Brahma, el dios hindú de la crea-
ción. Este legendario cisne de pureza, con plumaje perfectamente blanco, se dice
que tiene el poder de distinguir siempre entre lo correcto y lo incorrecto. Es
capaz de llevar a uno más allá de la dualidad; toda la fuerza creativa del univer-
so descansa en sus hombros. El mantra so-ham es hamsa, venido para salvar.
3 El prístino OM cósmico es la vibración vital que lleva el universo. OM es el
sonido original, el símbolo de Brahman (el omnipenetrante, vasto, inmanente,
sin nombre, sin forma, eterno, absoluto: la Divinidad), la base sobre la que des-
cansa el universo.
- 192 - SAMUEL H. SANDWEISS

aliento so-ham (El soy yo). La inspiración susurra so (El) y


la exhalación ham (yo). Pero la pregunta es dejada de lado
por la mente, impaciente por ingresar en el reino de
juguete, que es como ella describe al mundo. El ego niega
la admisión de la respuesta dentro del entendimiento,
derivando en consecuencia, en placer transitorio. Dense
cuenta de que su respiración está respondiendo correcta-
mente la pregunta y vivan en la conciencia de que ustedes
son una ola de El, que es la conciencia infinita, eso es
Dios. No dejen que la mente tenga olas; manténganla en
silencio, estable, calma, para que el hamsa (el cisne celes-
tial, símbolo del so-ham) pueda luego actuar.

(Sathya Sai Baba)

Durante años he practicado la meditación con el so-ham. Ha


tenido para mí una significación profunda y duradera y ha sido
fuente de gran fuerza. Al principio pensaba que era sólo un simple
ejercicio de controlar la entrada y salida del aire. Pero luego, algo
sucedió; empecé a experimentar una expansión de mí mismo.
Con cada exhalación podía sentir que algo se liberaba dentro de
mí, transformándose en cierta expansión sutilmente percibida,
llena de luz. Y con cada inspiración podía sentir esta energía, esta
luz fundiéndose y energizando mi percepción de mí mismo.
Esta experiencia se tornaba más intensa, cautivando mi con-
ciencia y acercándome siempre más profundamente a la quietud y
a la paz. Naturalmente y consecuentemente me despertaba en las
primeras horas de la mañana, entre las tres y las seis, para meditar
y me sorprendí al enterarme que este momento es considerado por
los yoguis como el más auspicioso para la meditación, momento
llamado brahmamuhurtha. Este llegó a ser un tiempo de gran reju-
venecimiento y de estimulante comunión con Sai Baba. Porque en
este espacio interior de exaltada conciencia y paz yo estaba muy
consciente de la gloriosa presencia de Sai Baba.
La meditación en so-ham me llevaba no sólo a esta dimen-
sión interna de gran paz durante las tempranas horas de madru-
gada, sino que permanecía conmigo durante todo el día. Se con-
virtió en mi constante amigo y compañero, sorprendentemente
más evidente y provechoso durante el tiempo que pasaba con los
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 193 -

pacientes. Con frecuencia, mientras escuchaba a alguno de ellos,


entraba en un profundo estado de meditación. De alguna extraña
manera descubrí que mi reacción interna con los pacientes podía
ser usada para intensificar la meditación con el so-ham; y la medi-
tación a su vez agudizaba mi percepción profunda del paciente.
Parecía ser la fuente de mi intuición que me indicaba a dónde
apuntar, mostrándome lo que era importante y lo que no lo era
en el tratamiento del paciente.
Y más allá de todo esto, lo más importante para mí era ver
que mi mismo trabajo se convertía en devoción: un momento de
elevada conciencia de la magnificencia de la creación y de mi
amor por Dios, a medida que tenía experiencia de El a través de
Sai Baba. El mantra so-ham me mostraba cómo desempeñarme
feliz y eficazmente aquí en la tierra, mientras mi alma se remon-
taba jubilosa a los cielos. Conforme me disponía para el viaje,
sabía que habría de guiarme y protegerme y si me mantenía fiel,
me aproximaría más a la flauta de Krishna.
La siguiente historia relatada por Baba muestra la relación de
esta meditación en la flauta de Krishna, Murali, el poder de este
vehículo para llevarnos al amor del Señor, y la naturaleza de este
amor que lo envuelve todo cuando está desarrollado plenamente
en nosotros. Una vez más Radha es el personaje principal.

Radha, la gran devota del Señor Krishna, había


caído enferma y moría de dolor y pesar por la separación
producida por la partida de Krishna. Aunque El había
enviado noticias por intermedio de un mensajero, las
gopis (pastoras y grandes devotas del Señor Krishna), no
querían escuchar sólo palabras, lo querían a El en perso-
na. Decían: “¿Será posible liberarse de toda la oscuridad
del mundo a través de un simple mensaje acerca de una
brillante luz? ¿Desaparecerá la pobreza de un pobre hom-
bre con sólo enterarse del poder de la riqueza? ¿Se ali-
viará el hambre de un hambriento con sólo escuchar la
descripción del alimento? ¿Se curará el mal de un enfer-
mo si se le describe el poder de varias medicinas?”.
Udhava, el mensajero, descubrió que, a causa del
sufrimiento, la fuerza física de las gopis iba desapare-
ciendo gradualmente porque no se estaban alimentando
- 194 - SAMUEL H. SANDWEISS

ni le prestaban atención a sus cuerpos. Radha, de hecho,


estaba tan débil, que se preparaba para morir, para fun-
dir su vida en Krishna.
En un lugar solitario, con la sagrada intención de
grabar en su mente la figura de Krishna, decía: “Todos
estos días tuve la forma de Krishna en el lago de mi
mente. La estuve protegiendo con lágrimas de amor.
Con el transcurrir del tiempo este lago empezó a secar-
se. Luego mantuve la forma en mis ojos y la nutrí con
mis lágrimas. Incluso estas lágrimas están ahora empe-
zando a escasear. ¿De qué otro modo puedo proteger el
loto de Krishna? El tiempo vuela y puede que pronto
tenga que abandonar este cuerpo. La luz de mi vida
tiene que fundirse en lo divino”.
Mientras así pensaba en Krishna con gran intensi-
dad de sentimiento, Krishna llegó. Ella tuvo sólo un últi-
mo deseo: quería oír al Señor cantar en su Murali.
Mientras escuchaba la flauta, entregó su vida. Desde ese
día Krishna abandonó su Murali que había permanecido
siempre con El, desde los días de su infancia.
Es necesario que reconozcamos la íntima conexión
que existe entre Radha y la Murali. Tanto el cuerpo
humano como la Murali tienen nueve orificios. Radha
era como una Murali y no había lugar en ella para ideas
mundanas. Estaba por encima de todas ellas. Una Radha
semejante salió de la Murali y retornó y se fundió de
nuevo en la Murali. Aquí Murali significa el cuerpo. La
inspiración y la exhalación representan la voluntad divi-
na (Sankalpa). A esto también se lo llama so-ham (Yo
soy El), en la forma de gayatri hamsa (aquello que salva
cuando es repetido). Esto también nos da idea de “yo
soy aquello, yo soy aquello”. La misma idea ha sido tam-
bién descripta en “tat, twam asi” o “tú eres eso”.4 Si
bien todos son idénticos a lo divino, pocos se dan cuen-
ta de ello. Radha, sin embargo, experimentó realmente
y estableció esta gran verdad durante su forma terrenal.
(Sathya Sai Baba)

4 Importante declaración hindú de unidad.


Los Psiquiatras

CAPÍTULO VEINTE

F alta media hora para dar la charla en casa de Sohan Lal,


programada ante aproximadamente mil devotos de Sai Baba. Me
sentía cansado, totalmente exhausto después de mi agitado corre-
tear por Delhi. Profundamente hundido en el blanco y mullido col-
chón recubierto por cubrecamas amplios y voluminosos y con dos
grandes almohadas ocultando mi cabeza, me sentí caer en un
inmenso, seguro y oscuro vacío semejante a un útero. ¿Cómo
habría de encontrar fuerzas para hablar? No había duda, si tenía
que hablar tendría que ser con la fuerza de Baba puesto que de la
mía no quedaba nada.
Recordé los sucesos de los dos últimos días. A mi llegada a
Delhi, fui recibido por el Sr. Sohan Lal, un antiguo devoto Sai,
presidente de la Organización Sai en Delhi y jefe de publicaciones
para la Organización Sathya Sai Baba en la India. Era de baja
estatura, vigoroso, de sonrisa fácil, lleno de vida. Cuando hablaba
de Baba se volvía un niño, riendo frecuentemente cuando descri-
bía sus propios defectos. Era amable y bondadoso y nos hicimos
grandes amigos.
Había muchas comodidades. Yo debía permanecer en una
amplia habitación de huéspedes separada de la casa principal.
Aunque fría, con su pesada construcción de cemento y su piso
desnudo, era más que confortable y maravillosamente tranquila y
privada. A los pies, entre las dos camas cubiertas de mantas,
había un pequeño calentador eléctrico. Yo estaba feliz al descubrir
que los complacientes criados llevaban con frecuencia a mi habi-
- 196 - SAMUEL H. SANDWEISS

tación pomelos frescos, té y tostadas. Sohan Lal esbozaba una


sonrisa amplia cuando hablaba de sus pomelos favoritos que, en
esa época en Delhi, eran un verdadero manjar. Era un perfecto
anfitrión; se sentía genuinamente feliz cuando yo estaba contento
y especialmente complacido cuando me mostró un vivo relato
sobre él y su hospitalidad, publicado en el libro La voz de Asia de
James Michener. Este había visitado a Sohan Lal algunos años
atrás y lo describió como un tipo de hombre brillante, inquieto,
hermoso como un picaflor.
La ceremonia de Mahashivaratri en el ashram de Sai Baba
había sido magnífica aunque me había dejado totalmente exte-
nuado; treinta y seis horas corridas sin comer ni dormir, un día
después de haber viajado durante cuarenta horas desde Estados
Unidos a la India. Estaba exhausto y deshecho. Creí morir allí
mismo. Pero ¡oh, qué maravillosa manera de morir! La zona
sagrada estaba especialmente cargada y vibrante con la adoración
de miles de devotos, todos dispuestos a privarse de comer y dor-
mir para guardar esta especial vigilia. Y luego estaba la extraordi-
naria presencia de Baba y sus dos asombrosos milagros públicos:
el Vibhuti Abhisheka y la creación del Shiva Lingam. Yo debía
relatar estos sucesos en detalle en mi charla, en algunos minutos
más. Sabía que este sagrado acontecimiento era una comunica-
ción muy especial de Dios al hombre, directa, poderosa y signifi-
cativa; un hecho sin duda histórico que sería altamente valorado
y reverenciado en el futuro por innumerables personas.
Al día siguiente de mi llegada, llamé al Dr. Masserman y con-
vinimos en cenar juntos esa noche en el Hotel Ashoka. Se espe-
raba también al Dr. Schwad, presidente del Departamento de
Psiquiatría de la Universidad de Louisville en Kentucky y codirec-
tor de este viaje, el presidente de la Sociedad Psiquiátrica en
Delhi, el guía de turismo y sus respectivas esposas.
Me presenté puntualmente a las 8 p.m. El Hotel Ashoka es
uno de los mejores hoteles en Delhi: una larga y amplia entrada
bordeada de ómnibus de turismo, los porteros con regios unifor-
mes rojos y turbantes; una amplia recepción y vestíbulo revestidos
en madera y mármol hasta una altura de dos a tres pisos; her-
mosas estatuas y pinturas, brillantes obras de arte; y el trajín de
mucha gente proveniente de diferentes países con atavíos inter-
nacionales.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 197 -

Mientras descendía la amplia escalinata alfombrada, en direc-


ción a la estruendosa música y el lejano tintineo de la vajilla, me
pregunté qué me aguardaba allí. Me sentí completamente fuera de
lugar en esta atmósfera de cena formal, en un ambiente de vino,
mujeres, música ruidosa y baile; gente que se estaba embriagan-
do y en el aire el olor a carne recién asada. Mediaba un gran abis-
mo entre esto y la austeridad del ashram. Estaba experimentan-
do el peor tipo de conmoción cultural. Más vale que baje lenta-
mente estas escaleras, decidí, o, al igual que un buzo que sale a la
superficie demasiado rápido, me sobrevendrán calambres y que-
daré fuera de acción.
Y cuando descendía la escalera con lentitud, percibí la prime-
ra señal de buen augurio de la noche. Sabiendo que me esperaba
una cena de muchos platos, busqué mi billetera para tranquilizar-
me y… ¡mis manos regresaron vacías! ¡La había olvidado! ¡No
podía creerlo! ¡Qué posición tan incómoda! ¿Tendría que pedir un
préstamo? ¿Me permitiría el restaurante pagar la cena lavando la
vajilla? ¿Sería ésta una lección de humildad o se había derretido
mi cerebro por tanta meditación en el ashram? ¡Qué violento!
Estaba entrando derecho a la guarida de un león. “¡Baba, por
favor, quédate conmigo; y no estoy bromeando!… Si alguna vez
necesité de tu ayuda, nunca como ahora”.
Sonrientes y animosos nos saludamos y nos sentaron a una
bien servida mesa. Todos pidieron cinco platos y yo quedé en evi-
dencia como un dedo pulgar dolorido, pidiendo apenas un jugo
de naranja. “Oh, realmente no tengo apetito, estoy bajo una dieta
estricta y me alimento con poca frecuencia, etc., etc., disculpe,
disculpe”. Ellos sabían que estaba mintiendo.
Y luego se inició la conversación. Empezaron a hablar de
experimentos con ratas y de ciertas historias clínicas, y yo me sen-
tía a un millón de años luz de distancia. “¿Cómo puedo estar per-
diendo tanto interés en ese nivel de realidad y tan rápidamente?”,
me pregunté a mí mismo. “¿Cómo diablos puedo contarles algo
de Baba?”. No estaban interesados en hablar sobre espiritualidad
y yo parecía estar completamente fuera de todo esto como un
niño del espacio.
No parecían estar ni remotamente interesados en Sai Baba.
Incluso, si por un milagroso giro de los acontecimientos, la con-
versación girara en su dirección, ¿estarían dispuestos a que yo
- 198 - SAMUEL H. SANDWEISS

hablara a todo el grupo? Y de ser así, después de haber viajado


durante cuarenta horas, ¿cómo respondería sobre la presencia de
Dios en la tierra este grupo soñoliento e irritable? Y aun cuando
todo resultara bien y dos o tres personas me acompañaran las mil
millas hasta Bangalore, ¿qué interés tenía yo realmente de hacer
de guía de turismo?
¿Soy yo o eres tú, Baba, soy yo o tú? Porque si soy yo, nunca
lo volveré a hacer, lo prometo. Sé que tengo un gran ego, gracias
por señalarlo. Bien, prometo trabajar sobre él más fuerte que
nunca. Pero, si eres tú, muchacho, estoy fastidiado. No sé qué
decir. Seguramente, tendré más respeto por tu misterio y tu sen-
tido del humor. Si eres tú, y aun cuando no llegue a comprender
el propósito, trataré de hacerlo lo mejor que pueda. Queda muy
poco tiempo para esta dura prueba. Seguiré intentándolo, aun-
que, a decir verdad, ya perdí la esperanza. Si tú puedes cambiar
las cosas, realmente eres omnipresente, omnipotente, omniscien-
te y todo lo demás.
De pronto, mientras estaba sentado totalmente desanimado y
derrotado, alguien se volvió hacia mí pidiéndome alguna opinión.
No con mucho entusiasmo dije: “Sí, y eso es lo bueno de Baba”.
Ellos habían estado hablando de algo, no sé exactamente de qué
y decidí intentar relacionarlo con Baba. “Ustedes saben, lo con-
movedor de Baba es que él puede demostrar a los psiquiatras que
nuestra identidad está realmente más allá de la mente y de las
emociones, que somos algo eterno”.
Y luego me volví hacia el psiquiatra indio como si fuéramos
hermanos, seguro de que comprendería: “Tú sabes, como el
atma”. Y él farfulló algo incomprensible como: “Palabrería…”.
Comprendí que estaba fuera de combate.
Entonces sucedió algo extraño. El guía, levantando su voz,
dijo: “Saben, una vez me encontré con un hombre santo y ellos
pueden hacer cosas que nosotros no podemos ni siquiera empe-
zar a comprender”. Todos se sintieron interesados. ¿Pueden ima-
ginarse? Ni el más mínimo interés en mí, pero cuando comenzó
a hablar se volvieron hacia él con verdadero entusiasmo y dijeron:
“¿Como qué?”.
Y así el guía describió su experiencia con un gurú: cómo
podía predecir el futuro y tener un misterioso conocimiento de
sucesos pasados ocurridos en su vida. El interés se agudizó. El Dr.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 199 -

Masserman se dirigió a mí: “¿Quiere decir que Sai Baba puede


hacer estas cosas?”. Respondí: “Sí, y más aún”. El sacó su lapi-
cera y en unos minutos preparamos un anuncio para el pizarrón,
anunciando mi charla. Yo hablaría alrededor de una media hora.
Sonreí y murmuré para mis adentros: “Baba, no sé cómo lo
lograste, pero fue impresionante, simplemente fantástico. Lo
recordaré por mucho tiempo”.
Luego el Dr. Masserman dijo: “Mi esposa y yo queremos
hacer una recorrida mañana. ¿Conoce usted algunos lugares inte-
resantes para ver?”. Empecé a sentirme importante. Después de
tal giro de acontecimientos a mi favor, imaginé que tenía todo en
mis manos. Y sin haberlo convenido previamente, teniendo en
mente sólo la esperanza de la ayuda de Sohan Lal, dije: “Oh, yo
puedo conseguir un auto y un guía personal”. El Dr. Masserman
preguntó sobre el costo y yo seguí como si fuera un diplomático
indio: “No se preocupe, estoy seguro de que podré arreglar esto
con mi amigo Sohan Lal sin cargo para ustedes. Los buscaremos
a las 8 de la mañana. Y, a propósito, Sohan Lal también lo invi-
ta a usted, al Dr. Schwad y a sus esposas a almorzar”.
Era verdad que Sohan Lal los había invitado a almorzar. El
había organizado un almuerzo para que yo me reuniera con algu-
nos amigos incluyendo a un juez indio de la Suprema Corte y a
un alto experto financiero en asuntos indios. También había invi-
tado a los psiquiatras sabiendo que lo disfrutarían. Pero el almuer-
zo era una cosa y organizar un paseo a estas altas horas de la
noche, era completamente otra cosa.
Regresé apresuradamente a casa de Sohan Lal, entrando en
puntas de pie aproximadamente a las 11.30 hs. No valiendo la
pena despertarlo a esta avanzada hora, planifiqué estudiar el pro-
blema durante la noche con la esperanza de abordarlo temprano
por la mañana. Pero como si el destino lo hubiera decidido, justo
al entrar en la casa, mi anfitrión bajaba a verme. Al enterarse de
mi situación difícil dijo: “No hay problema. Los llevaremos en el
auto grande (un Chevy ‘57) y justamente conozco al conductor”.
En efecto, a la mañana siguiente, viajando con toda pompa y
esplendor, llegamos al Hotel Ashoka en un Chevy ‘57, a las 8 en
punto. El paseo fue maravilloso. Visitamos lugares históricos,
sagrados templos hindúes y bellos jardines y todo sucedió con la
precisión de un reloj. Luego, derecho a la casa de Sohan Lal para
- 200 - SAMUEL H. SANDWEISS

un magnífico almuerzo.
Esta vez se superó a sí mismo. La comida y los invitados, todo
fue excelente. Era estimulante escuchar al juez de la Suprema
Corte hablar sobre sus emocionantes experiencias con Sai Baba.
Ver a gente india respetable y educada hablar de Baba en esta
forma, aguijoneó el interés de los dos psiquiatras, quienes disfru-
taron especialmente de la amistosa hospitalidad y hasta quisieron
sacarse fotografías en el santuario de Sohan Lal. Era demasiado…
pero él seguía complaciente como siempre y los dejaba disponer
de su casa.
Esa noche di una charla sobre Baba a los psiquiatras reunidos
en una sala de conferencias del Hotel Ashoka. La presentación
fue un éxito, considerando que yo estaba tratando de explicar el
concepto de Avatar y de la posibilidad de que este singular acon-
tecimiento histórico estuviera justamente aquí y ahora en la India.
Me sorprendí al encontrar entre los psiquiatras a un ex pro-
fesor mío. Respetado como uno de los más talentosos psicoana-
listas en Detroit, sus apasionantes conferencias sobre casos clíni-
cos habían despertado mi interés acerca de la importancia de las
fuerzas inconscientes que actúan sobre la personalidad. Vestido
siempre con ropa formal y manejándose con cierta aristocrática
elegancia, se lo veía muy correcto y controlado en estas pre-
sentaciones de casos clínicos. Una vez había traído un maletín
de cuero a una conferencia pedagógica, un extremo del cual
había sido seriamente dañado y mordido por su cachorrito. Me
alegró ver este signo de humanidad en alguien que parecía un
tanto distante.
El Dr. S. se acordaba de mí y nos saludamos con una sonri-
sa. El había estado tratando con psicoanálisis a dos pacientes, que
le relataron experiencias logradas en meditación que él no podía
entender en absoluto. “Había allí algo más de lo que el ojo ve”,
dijo, “o algo cultural o un sutil fenómeno intrapsíquico que no
logro comprender en absoluto. Espero aprender algo en este
viaje”.
“Tiene usted una gran oportunidad para hacerlo”, respondí,
“y de observar algo sobre las dimensiones internas del hombre
raramente registradas en toda la historia; y también algo muy
intenso y profundo acerca de la espiritualidad india. Esta es el
área de investigación más fascinante que se pueda encontrar. Esto
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 201 -

resulta sumamente relevante para el psicoanálisis y para nuestra


comprensión de la psicodinámica”.
Traté de explicar el significado de “Avatar”, y la conversación
pareció deteriorarse hasta que llegué a dar la impresión de un
fanático charlatán religioso. Recordé haber sido entrevistado por
el Dr. S., cuando solicité ser aceptado como practicante en psi-
quiatría en el Hospital Sinaí, en Detroit. Gracias a Dios aprobé
esas entrevistas entonces, porque si se basaba en este breve inter-
cambio, estoy seguro de que ahora me hubiera reprobado. De
todos modos me fui diciendo: “Tiene usted que venir. No puede
imaginar lo que habrá de ver sobre la vida interior del hombre y
sus enormes capacidades. Le prometo que no va a lamentarlo”.
Pero él no vino.
Sólo cuatro de setenta personas quisieron ver a Sai Baba.
Aunque eran pocos en número, eran grandes de espíritu; y, en
verdad, personas de mucho talento. Comprendiendo que si sólo
una fracción de lo que yo estaba diciendo era verdad, sabían que
ver a Baba era más importante que salir al día siguiente a visitar
el Taj Mahal.
El Dr. J. y su esposa B. J. pertenecían al movimiento bioe-
nergético de los Estados Unidos. Este enfoque también me había
interesado antes de mi encuentro con Sai Baba y era el que me
había conducido al Yoga. El Dr. J. empezaba a experimentar un
sutil flujo de energía en su cuerpo y una sensación muy peculiar
en su frente, en el entrecejo, como si algo se estuviera abriendo.
“¿Podría estar esto relacionado con el tercer ojo descripto por
los yoguis?”, se preguntaba. Además describió una sensación
borrosa en esta región y pensó si eso sería sólo producto de su
imaginación.
Aunque creían comprender muchos de los factores que los
conducían a este viaje, el Dr. J. y B. J. reconocían también la
posibilidad de una influencia de otra dimensión. ¿Podría ser acaso
que algún maestro hubiera estado influyendo sutilmente en ellos y
que ahora era el momento de tener una experiencia espiritual
más profunda?
El Dr. H. era un psiquiatra de Los Angeles que vino con su
amiga N. S. Había trabajado con los pobres en el sistema de salud
mental de la comunidad de Los Angeles y estaba interesado en
usar el drama como un medio de desarrollar una percepción más
- 202 - SAMUEL H. SANDWEISS

profunda y estimular su crecimiento. Cálido y generoso, se encon-


traba con algunas dificultades relacionadas con la toma de deci-
siones en su profesión y esperaba que este viaje podría ayudarle
a clarificarlas y a darle algunas directivas. N. S. era una mujer
amable, de mediana edad y tenía una hija que sufría de una enfer-
medad emocional. Abrigaba la esperanza de que Baba había ele-
gido a estas cuatro personas. Abiertas, receptivas y sensibles
parecían ávidas de conocimientos espirituales y él parecía estar
acercándolas más hacia sí. Debíamos partir a la mañana siguien-
te temprano, pero antes daría comienzo el programa de la noche.
Mientras me encontraba en un estado profundo como de
éxtasis, podía oír el ajetreo fuera de mi pequeño santuario. Tenía
que estirar las piernas y prepararme para los bhajans (cantos
devocionales) que empezarían en diez minutos, y luego hablar
ante unos mil devotos que se estaban reuniendo ahora. Mis cua-
tro compañeros de viaje estarían entre la concurrencia. Ver la
devoción de los seguidores de Sai Baba profundizaría su com-
prensión y los ayudaría a prepararse para el viaje.
Conferencia
en Delhi

CAPÍTULO VEINTIUNO

A mado Sathya Sai Baba, que es omnipresente y está siem-


pre con nosotros; amable anfitrión, Mr. Sohan Lal; respetables
visitantes y hermanas y hermanos en Sai.1
Me siento privilegiado de tener la oportunidad de hablar aquí
esta noche y de participar en estos encantadores bhajans.
Mientras estaba aquí sentado, inmerso en su vibración de devo-
ción, me estremecí ante la visión de que hay gente en todo el
mundo que está cantando también a nuestro maravilloso Señor
Sathya Sai.
En un mundo tan envuelto en oscuridad, cuán emocionante
es experimentar estos amorosos bhajans que transforman la
oscuridad en luz. Esta debe ser la más potente expresión de amor
de Baba: convocar a la paz al mundo entero. El amor Sai, pre-
sente en los bhajans y nutriendo el constante crecimiento de una
gran familia Sai mundial, es la señal más promisoria de nuestros
tiempos. Me gustaría compartir algunas de mis experiencias más
conmovedoras de este amor Sai.
Hace cinco años llegué hasta Baba como un psiquiatra ególatra
que creía comprender la realidad y escéptico de todo aquello tan
intangible como es la dimensión espiritual. Creía saber quién era yo,
1 Discurso pronunciado el 26 de febrero de 1977.
- 204 - SAMUEL H. SANDWEISS

qué era la vida y había estado incluso engañándome a mí mismo


haciéndome creer que era feliz. ¿Pero cómo podría serlo, sabiendo
que yo era este cuerpo transitorio y limitado —un extraño accidente
de breve existencia entre la vida y la muerte— solo, en un abismo sin
sentido de leyes físicas carentes de emoción que gobiernan un vasto,
frío e insensible universo material? Viniendo de semejante lugar tan
árido y sin vida, ¿cómo puedo ahora, empezar siquiera a valorar el
regalo que me ha dado Baba? Yo soy el atma, yo soy la conciencia
infinita y el amor ilimitado que todo lo penetra y lo sostiene.
“Eso eres tú”, Tat twam asi. Qué glorioso despertar, realizar
el “so-ham, so-ham” yo soy El; y que la conciencia, el amor, el
“yo” y el “El”, son nuestro Señor Sathya Sai. La única manera de
expresar gratitud por tal presente es depositar la propia vida
como una flor a los pies de loto de Baba. Yo le ruego que nos con-
ceda la fuerza de carácter y la plenitud de amor para hacer que
nuestras vidas sean dignas de la ofrenda.
Este es mi octavo viaje a la India y estoy empezando a sentir
como si la India fuera mi propio hogar. Una razón que tuve para
venir esta vez fue la de presenciar con mis propios ojos la fiesta
de Mahashivaratri con Baba. Este debe ser casi el acontecimien-
to más sagrado del año, dedicado a nuestro más profundo anhe-
lo interior: el de fundirnos con Dios. Y qué enorme gracia que el
mismo Shiva ha venido a estar con nosotros en este tiempo
sagrado, mostrándonos a través de la creación milagrosa del lin-
gam, que todo el cosmos fue creado por un acto de su divina
voluntad. ¿En qué momento y en qué lugar se ha llevado a cabo
un suceso tan sagrado? Su regalo está más allá de toda medida.
El lingam ovoide simboliza verdaderamente sus atributos divinos:
aquél, que es infinito, sin principio ni fin; aquél, del cual provie-
nen todas las formas y adonde todas las formas deben volver;
aquél, en el que se funden todas las formas.
Baba nos dice que el vibhuti es la cosa más preciosa en el
verdadero sentido espiritual. Shiva redujo al Dios del deseo a un
montón de ceniza, luego se adornó con ella y así brilló en su glo-
ria como el conquistador del deseo. A través de los atributos del
renunciamiento y el desapego, simbolizado por el vibhuti, el
deseo es destruido y así el amor reina soberano. De modo que es
conveniente que la electrizante ceremonia del Vibhuti Abhisheka
se realice temprano el día de Mahashivaratri. Es a través de este
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 205 -

acto que Baba nos muestra cómo ofrecer a Shiva nuestro triunfo
sobre el deseo que nos atormenta, cultivando actitudes de renun-
ciamiento y desapego.
Yo había visto el milagro del Vibhuti Abhisheka2 en pelícu-
las, pero verlo personalmente es una experiencia en verdad muy
diferente. Primero, Baba materializó un hermoso collar que colo-
có alrededor de la estatua de Shirdi Baba —siendo Shirdi la
encarnación anterior de Baba y también una encarnación de
Shiva—. Conforme los deliciosos bhajans crecían lentamente en
ritmo y emotividad, él lavaba la estatua con agua y leche. Luego,
colocando su mano en una urna vacía e invertida sostenida sobre
la estatua, produjo una lluvia continua de vibhuti que fluía de la
urna, bañando la estatua de plata de Shirdi.
Este baño ritual prosiguió durante unos cinco minutos. Al
estar sentado bastante cerca me vi envuelto en una nube de ceni-
za de dulce fragancia que caía sobre la multitud. Aquí estaba
Baba, el Padre, totalmente al mando de los elementos, trascen-
dental y de otro mundo, mientras traía del espacio insondable la
ceniza espiritualmente rejuvenecedora. El resplandor de Baba y
mi inmersión en el vibhuti materializado y en los exquisitos bha-
jans, generaron una inolvidable experiencia sublime.
Luego, el indulgente y redentor Baba, caminó entre el públi-
co bendiciendo a sus devotos con la bella ceremonia teerth. Con
la mezcla de leche y agua del baño de la estatua de Shirdi, en un
acto de purificación, lavó a sus devotos. Sumergiendo una peque-
ña escobilla de paja en el fluido, caminaba entre los devotos sal-
picándolos con esta mezcla y creando un júbilo inmenso. Todos
sentían sus almas purificadas por el mismo Dios. ¡Qué gracia!
Después de la ceremonia tuve una conversación con el pro-
fesor Kasturi, quien ha estado con Baba alrededor de unos trein-
ta años. El decía que cuando Baba coloca su mano en la urna
vacía, ésta se llena de inmediato y completamente de vibhuti. De
hecho, Baba se inclina para prevenir a la persona que está soste-
niendo la urna, que se prepare para el repentino aumento de
peso. Agita su mano dentro de la urna hasta que ésta se vacía,
luego la reemplaza con su otra mano y se repite todo el proceso,
la urna nuevamente se llena al instante de vibhuti. Esto se repite
2 El milagro de Vibhuti Abhisheka se muestra al final del capítulo.
- 206 - SAMUEL H. SANDWEISS

hasta producir cinco o seis veces la cantidad de vibhuti que la


urna puede contener normalmente.
El profesor Kasturi ha sido lo suficientemente afortunado
como para sostener la urna durante muchas ceremonias de
Mahashivaratri. Dice que el momento es tan espiritualmente
intenso, que él pierde por completo contacto con la multitud y se
colma tan sólo con la presencia de Baba y la santidad del milagro.
Cuando se le preguntó si alguna vez había inspeccionado la urna
para asegurarse de que estuviera vacía antes del milagro, simple-
mente rió y dijo: “¡Por supuesto!”.
El profesor Kasturi me dijo que él, personalmente, reverencia
a Baba como Shiva y que había tenido experiencias maravillosas
con él, que intensificaron su veneración. Una vez que estaban
solos, conversando sobre su aspecto Shiva/Shakti (consorte de
Shiva), Baba dijo: “¡Kasturi, mírame!”. Kasturi relata que al
levantar la vista, lo que vio fue algo sobrecogedor y profunda-
mente emocionante. En lugar del aspecto familiar de Baba, vio a
Nandi, el toro (vehículo de Shiva) en el que iba sentado Shiva
sobre un lado y Shakti en el otro, en una pose característica. La
visión permaneció ante sus ojos por unos segundos y luego se
fundió nuevamente en el Baba que todos conocemos.
“¿Comprendes ahora, Kasturi?”, preguntó Baba dulcemente.
Lo desmesurado de esto simplemente confunde mi mente;
pensar que Shiva mismo ha venido, permitiéndonos acercarnos
más. Tan difícil como esto es de entender, el presenciar el naci-
miento del lingam con nuestros propios ojos ha acrecentado
inmensamente mi comprensión y apreciación de la relación entre
Baba y Shiva. Este admirable acontecimiento fue para mí tan
conmovedor como doloroso.
Alrededor de las ocho de la noche de Mahashivaratri, Baba
estaba pronunciando un discurso en el auditorio Purnachandra.
De pronto, empezó a sofocarse y a balancearse como si tuviera
dolores. Ver a nuestro Señor sufriendo los que, de hecho, son
dolores de “parto”, me hizo derramar lágrimas. Para mí, este
increíble acto representa un sacrificio, el más puro regalo de amor
desinteresado, por el cual el Señor nos invita personalmente a
fundirnos en él. A través del amor que colma nuestros corazones,
cuando nuestros corazones se elevan al maestro supremo, uno
experimenta el anhelo y la bienaventuranza de la fusión.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 207 -

Algunos dice que el lingam se hace con el amor incondicio-


nal, en la región del corazón espiritual de Baba. El nacimiento en
sí mismo es físico en alto grado como también es espiritual. El lin-
gam es llevado a través del esófago y expulsado por la boca en un
divino paroxismo, muy semejante a los espasmos que acompañan
un nacimiento corporal. No sé por qué habría de estar triste, ya
que este sacrificio es tan espléndido que sirve para hacer que el
devoto se decida más firmemente a entregar a Dios más y más de
sí mismo. Sin embargo, ver a Baba en ese estado, no era agra-
dable para mí. Se estremeció, luego tomó un poco de agua. De
pronto, y con un supremo esfuerzo convulsivo, despidió con fuer-
za sobre su mano un resplandeciente y cristalino lingam perfec-
tamente esférico de casi ocho centímetros de diámetro. En este
supremo momento sagrado, el Señor permitió a sus devotos pre-
senciar el misterio de la creación del Universo.
Luego Sai Baba habló y el Dr. Bhagavantam tradujo sus palabras:

El lingam que acaba de ser engendrado lleva por


nombre Prutree Lingam. Están presentes en este
Prutree Lingam las cinco sustancias elementales que
constituyen la creación del mundo. En el pasado, a los
lingams se los denominaba de acuerdo a los diversos
atributos que contenían. Este Prutree Lingam que signi-
fica la creación total, encierra en sí la base de toda la
creación.3

Demasiado misterio para comprenderlo yo; sin embargo,


pude percibir la santidad del momento.
Tomando el exquisito lingam entre el pulgar y los dos prime-
ros dedos, sosteniéndolo en alto para que todos pudieran verlo, el
inocente Baba sonriendo radiante avanzó hacia sus devotos. He
aquí al joven Krishna en éxtasis, con una sonrisa feliz y maravi-
llosamente alegre, que jugaba en su rostro y danzaba en sus ojos.
He aquí al triunfante Krishna mostrando una bola de manteca
extraída de la olla universal. He aquí al amoroso Krishna, tan
feliz, tan feliz, ofreciendo el tesoro de su reino: la inapreciable
3 Ver en pág. 206 el Prutree Lingam, sostenido por Baba, inmediatamente des-
pués de su creación.
- 208 - SAMUEL H. SANDWEISS

visión espiritual que trae paz eterna. Y a la luz de este acto en la


cristalina claridad de este transparente lingam, en este momento
de exquisito amor, yo vi a Krishna y a Shiva —de hecho, todos
los nombres y todas las formas— fundirse.
¡Qué suerte haber estado presente en este Mahashivaratri!
Dar como seguras cualquiera de las actividades de Baba, asumir
que siempre podremos estar tan cerca de él, es un error. No
debemos desperdiciar oportunidad alguna. Antes de realizar este
viaje, pensé: “¿Cuánto tiempo permitirá Baba la observancia de
esta ceremonia pública del Mahashivaratri? Esta podría ser la
última vez”. Desde el año anterior yo había visto crecer tanto el
interés por Baba, que comprendí que él pronto tendría que rela-
cionarse con las vastas muchedumbres, de una forma completa-
mente diferente.
¡Y así sucedió! La mañana en que finalizó Mahashivaratri,
Baba dijo que debía darnos malas noticias. Esta sería la última vez
que Mahashivaratri se celebraba de este modo; las multitudes se
estaban volviendo demasiado ingobernables; algunos devotos fue-
ron lesionados en el tumulto. Por lo tanto, esto presagiaba un ine-
vitable cambio en el cual Baba ya no sería tan fácilmente accesi-
ble en el nivel físico.
Otra razón para hacer este viaje fue la de llevar algunos psi-
quiatras americanos a ver a Baba. Desde que conocí a Baba,
había querido presentarle a mis colegas; de hecho, pienso que su
realidad es tan importante para la psiquiatría, que ésta un día
puede que sea llamada “Sai-quiatría”. Sucede que un grupo de
alrededor de cien psiquiatras americanos y sus esposas se encuen-
tran ahora recorriendo la India y el jefe del grupo pensó que algu-
nos de ellos podrían interesarse en visitar a Baba una vez que
supieran algo de él. Acabo de encontrarme con el grupo y algu-
nos de ellos que irán conmigo mañana a ver a Baba, se encuen-
tran aquí, en esta reunión. Estoy feliz de que hayan experimenta-
do los bhajans de Delhi antes de verlo, pues en ellos su amor es
muy evidente. Los bhajans transmiten más acerca de Baba, al
observador sensible, de lo que podrían hacerlo un millón de dis-
cursos.
Me gustaría decir una palabra sobre el libro que escribí: Sai
Baba y el psiquiatra. Sé que es por este libro que he sido invita-
do a hablar aquí. Me he sentido incómodo por el reconocimien-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 209 -

to, porque sé que sin la ayuda de Baba me hubiera sido total-


mente imposible realizar tal trabajo por mí mismo. Me gustaría
contarles sobre su papel en este proyecto ya que es una hermosa
historia acerca de su misterio y de su amor.
Durante toda mi formación educativa, inglés fue mi peor
materia. En efecto, uno de los profesores de inglés en la
Universidad de Michigan me había dicho que jamás podría apro-
bar la escuela de medicina, ¡tan pobre era mi capacidad de expre-
sión! Y movió su cabeza como si no quedaran esperanzas. Inútil
es decir que me quedé anonadado, y quizás por eso Baba me tuvo
lástima. Además su gran espíritu festivo hace que goce al tomar-
nos en nuestro punto más débil para demostrar que él puede
obtener agua de una roca. Pero, por sobre todo, lo hace por
amor, para ayudarnos a comprender más profundamente que no
somos nosotros, sino él, que es el hacedor. Cuando nos otorga
tan grandioso don, cuando comprendemos qué inverosímil es
esto realmente, estamos menos propensos a envanecernos.
La gracia de Baba me permitió estar en el lugar convenien-
te en el momento preciso; encontrarlo justo antes de que el
mundo occidental empezara a saber acerca de él. Y todos los
sentimientos que tenía por él —la devoción, la comprensión de
la profunda influencia que él ejercería en el mundo— no eran
impresiones mías, eran valiosos regalos suyos. Yo no tenía nada
que ver con la inmensa energía y emoción que fluía de mí. Era
un comportamiento inusual, como si yo no tuviera elección. Me
sentía anonadado, rebosando alegría con la clara visión de la
inmensa importancia de Baba, emocionado de saber que por
miles de años no había vivido nadie como él; de darme cuenta
que, sin lugar a dudas, el mundo entero pronto sabría acerca de
él, que sería adorado y reverenciado por siempre. ¿Cómo podría
yo saber tal cosa, si no fuera porque él me lo permitía ver? Su
gracia es ilimitada.
No sólo me permitió él la visión, sino que me ayudó en forma
muy tangible y práctica a escribirla. Justo en el momento oportu-
no me envió un talentoso editor y un artista consumado. Cuando
le llevé el manuscrito a Baba, después de haber empleado un año
en escribirlo, a pesar de que nunca lo había leído, me demostró
que sabía todo respecto a él. Luego, inesperadamente, me dio
instrucciones para que yo mismo lo publicara.
- 210 - SAMUEL H. SANDWEISS

No sabiendo casi nada acerca de la impresión o publicación


de obras, huelga decir que me sentí desasosegado. Pero el
momento más angustioso llegó cuando envié el libro a la impren-
ta, sabiendo que no tenía dinero. Entonces, Baba, como lo hace
tan frecuentemente, realizó uno de esos maravillosos rescates de
última hora. La forma en que Baba regula el tiempo es perfecta.
La misma semana en que se hacía la impresión, llegó por correo
un cheque por casi la exacta suma requerida. Una vieja inversión,
que yo había considerado irrecuperable, finalmente se había liqui-
dado.
El libro salió de prensa exactamente una semana antes de mi
partida a la India. Estrechándolo contra mi corazón y con una ínti-
ma plegaria de gratitud en mis labios, volé a los pies de loto de
Baba para la celebración de su quincuagésimo cumpleaños.
Por lo menos unas doscientas mil personas se encontraban en
Prashanti Nilayam para la celebración del cumpleaños. “Nunca
estaré lo suficientemente cerca de Baba para entregarle el libro”,
pensé. Parecía una imposibilidad absoluta en este agitado mar de
seres humanos. Había tanta gente que estaba más necesitada que
yo, ¿cómo podía yo reclamar su precioso tiempo? Me sentí per-
plejo. Había gente de todas partes del mundo que podría ayudar
en la distribución del libro, sin embargo, no quise mostrárselos
hasta que Baba no lo aprobara. Entonces, con su propio estilo
dulce, magnífico y misterioso, Baba resolvió mi problema.
Una noche yo estaba sentado en medio de un público de
miles de personas y tenía conmigo el libro. Siempre lo llevaba
conmigo en caso de que, por casualidad, se presentara la ocasión
de mostrárselo. Baba acababa de pronunciar un discurso. Al
levantarme para abandonar el gran auditorio, observé un movi-
miento en el escenario. Algunos estudiantes se estaban prepa-
rando para ejecutar una danza, pero yo estaba cansado y me di
vuelta para salir.
Ante mi sorpresa, observé que una silla se movía lentamente
sobre la multitud, que los estudiantes cargaban por encima de sus
cabezas. ¡Cosa extraña! Parecía dirigirse hacia mí. ¡Sí, lentamen-
te, pero con seguridad, se me acercaba! Y de todas las “coinci-
dencias”, la más inesperada fue que colocaron la silla justamente
a mi derecha. Sai Baba se sentaría aquí para mirar el baile. ¡En
cuestión de segundos, él estaba exactamente a mi lado!
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 211 -

Me sentía aturdido ante este dramático giro de los aconteci-


mientos. Esta era mi gran oportunidad. Pero, aunque ahora podía
aproximarme a él, vacilé turbado al estar en medio de miles de
personas, mientras todas las miradas se volvían hacia él, e incó-
modo por distraer su atención de los estudiantes que bailaban en
su honor.
Pero Baba salva. Simplemente me miró y sonrió. “¿Le rega-
laría ahora el libro?”, me pregunté. Dando respuesta a mis pen-
samientos, Baba fijó su mirada en el libro. ¿Qué podía hacer sino
entregárselo? Amablemente y con gran amor, lo aceptó, empezó
a hojearlo y les mostró las fotografías a algunos de sus estudian-
tes diciéndoles que yo era el autor. Se mostraba feliz con mi
esfuerzo y mi corazón se derritió.
Para terminar, imploro a Baba que nos haga a todos, instru-
mentos de su amor; que llene nuestras vidas de sentido y propó-
sito, que sea feliz con nuestras ofrendas… y que nos permita fun-
dirnos en su océano de infinito amor.
La Primera
Lección

CAPÍTULO VEINTIDÓS

N o había dudas de que nos aguardaba lo inesperado.


Llegamos a Bangalore para encontrarnos con que nuestro equi-
paje se había extraviado. De inmediato, dejé ver lo profundo de
mi espiritualidad, el nivel de mi renunciamiento y desapego,
corriendo por todo el aeropuerto gritando y chillando. Yo no
había traído mucho, pero mis cuatro amigos habían perdido todo
lo que traían a la India. Pensaba que hubiera sido bueno empezar
por lo menos con las necesidades materiales. Mas, ni al vociferar
ni al desvariar lograron traer de vuelta el equipaje. Tendríamos
que esperar ese día hasta más tarde, después que las autoridades
del aeropuerto hubieran tenido tiempo de inspeccionar.
Recuperando mi compostura dije: “Bueno, tomemos esto con cri-
terio filosófico y espiritual. Debe ser una señal auspiciosa: el pre-
pararnos para tomar con ecuanimidad tanto el placer como el
dolor”.
Bangalore es una bella ciudad y el viaje por la zona rural sal-
picada de follaje multicolor, de animales y personas vagando en la
tranquila y prosaica vida pueblerina india nos trajo una grata
calma, luego del impacto del aeropuerto. Pararíamos en el Hotel
East-West, cuyas habitaciones eran cómodas y la comida resulta-
ba agradable para el occidental. Al atravesar la sala de entrada
hacia la recepción, nos sobresaltó un tremendo estruendo.
- 214 - SAMUEL H. SANDWEISS

Volviéndonos en esa dirección vimos que una enorme araña aca-


baba de caer desde el cielorraso a trece metros de altura, estre-
llándose en el mismo lugar por donde acabábamos de pasar
segundos antes. Todos sentimos un ligero escalofrío, y yo —com-
prendiendo ahora el drama— empecé a decir: “¡Y ésta es la
segunda señal auspiciosa de hoy!”. Para entonces, mis compañe-
ros de viaje, abiertos y receptivos, me habían evaluado: Yo era un
religioso fanático delirante.
Sin embargo, me prestaron toda su atención y trataban de
hacer todo lo que yo sugería. Pedí a las señoras que usaran saris.
Aunque ellas no estaban familiarizadas con esta vestimenta india
y no sabían cómo envolverse con los seis metros de género, de
buena gana me acompañaron a la tienda y compraron el mate-
rial; luego, amablemente, dejaron que la recepcionista las envol-
viera de la cabeza a los pies.
Ya era casi mediodía. Planeamos descansar algunas horas y
después tomar un taxi para hacer los 18 kilómetros hasta Brin-
davan, solar del Colegio de Artes y Ciencias para hombres, de Sai
Baba, donde residía en ese momento. El estaría saliendo para el
darshan, caminando entre la gente, dejando que lo vean y tomán-
doles sus notas en las que piden su ayuda. Estábamos todos ner-
viosos por este primer contacto. Lamentablemente, N. S. empe-
zó con calambres abdominales por lo que debió quedarse, con la
esperanza de sentirse mejor al día siguiente. Antes de partir para
el darshan, recibimos la feliz noticia de que nuestro equipaje
había sido encontrado, fue devuelto de su extenso viaje a un
remoto pueblo de montaña.
Al ingresar en el área, vi que la multitud era considerable, más
que lo usual. Los hombres y las mujeres estaban sentados por sepa-
rado, así que le señalamos a B. J. la dirección correcta, le dijimos
adiós y luego buscamos lugares para nosotros. No pasó mucho
tiempo antes que una quietud invadiera a la multitud y todas las
miradas se volvieran en dirección a la casa de Baba. Allí estaba él,
asombrosamente bello. Caminaba como una suave brisa, parecía
flotar lentamente sobre la tierra, hacia el centro del área, para dete-
nerse un momento. Girando en nuestra dirección, hizo su primer
contacto con la muchedumbre justo frente a nosotros. Al aproxi-
marse, sus ojos se encontraron con los míos y sonrió. Haciéndome
señas para que me acercara, dijo: “¿Cuántos psiquiatras?”.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 215 -

Me incorporé con algo de timidez, pensando: “¡Oh, Dios


mío, buena la he hecho! La última vez que vi a Baba le dije que
quizás serían cien, y sólo dos estaban sentados a mi lado”. De-
seando agrandar un poco el número, sumé a las dos mujeres y
dije: “Cuatro Baba”.
“Bien, y ¿cómo está la paciente?”.
Quedé perplejo. ¿Me estaba Baba confundiendo con alguien?
“¿Qué paciente, Swami?”. Entonces, el Dr. H. me tocó el brazo
y murmuró: “Ya sabes, N. S. volvió al hotel”.
Me quedé aturdido. Pese a que muchas veces había visto
pruebas de la omnisciencia de Baba, cuando sucede de improvi-
so, cuando uno menos lo espera, resulta absolutamente increíble.
Parece ser tan semejante a ustedes y a mí que, cuando revela con
toda calma su evidente y asombrosa omnisciencia, es sencilla-
mente abrumador. Me sentí algo desconcertado, trastornado y
empecé a titubear: “Oh, Baba, ella tuvo un problema”.
Con una amplia sonrisa y amorosamente, dijo: “Sí, lo sé, el
estómago”. Materializó vibhuti y lo dejó caer en mi mano. Para
entonces, yo ya estaba desorientado. Dije: “¿Para mí, Baba?”, y
empecé a comerlo.
“No, no”, dijo, “para la paciente. Tráelos a todos mañana
y los veré”.
Quedé totalmente deshecho, aturdido en ese momento.
Después que me senté, el Dr. H. se inclinó hacia mí diciendo:
“Sabes, estuve observándolo muy atentamente. No te lo dije, pero
soy mago y entiendo de prestidigitación. Mas él materializó esa
ceniza exactamente frente a mis ojos y, lo juro, no creo que sea
truco. No sé como lo hizo”.
“Sí, así es”, mascullé.
De regreso en el hotel, encontré rápidamente a N. S. y le
entregué el vibhuti. Se estremeció al pensar que Baba no sólo
sabía quién era ella, sino que se preocupaba por su dolor. Lo
comió de inmediato y a la mañana siguiente estaba bien.
Tuvimos suerte desde el comienzo al ser admitidos en el ves-
tíbulo de la residencia de Baba donde sólo unos pocos son admi-
tidos. Vimos a Baba entrar y salir y recibir a los visitantes, y a
veces se detenía para decir una palabra. Pero, la mayor parte del
tiempo fue esperar en silencio, proyectados nuevamente en nues-
tro propio mundo interior. Yo amo esta espera de puro silencio
- 216 - SAMUEL H. SANDWEISS

cargado del emocionante contacto periódico con Baba. Pero mis


amigos no estaban acostumbrados a este silencio y empezaron a
sentirse algo nerviosos.
Al finalizar el primer día, se nos invitó a la casa principal junto
con algunos alumnos de los colegios de Baba y con algunos anti-
guos devotos. Baba elegía dos o tres estudiantes del grupo para
dar charlas improvisadas. Y siempre temblaba ante la perspectiva
de ser seleccionado. Desde el día que conocí a Baba, me volví
sumamente consciente de mi ignorancia. Me preguntaba: “¿Qué
demonios debo decir?”, y me maravillaba ante estos jóvenes que
daban emocionantes discursos espirituales sin previa preparación
o aviso, simplemente hablando desde el corazón sobre sus expe-
riencias con Baba.
A continuación de las charlas se cantaron deliciosos bhajans
y luego Baba habló:

Es importante para el hombre tener confianza. Un


niño sin confianza en su madre, un esposo sin confian-
za en su mujer, un estudiante sin confianza en su maes-
tro, llevarán una vida miserable. En la India hay mucha
gente que va en peregrinación. Visitan centros sagrados
y templos pero, la pregunta es: ¿con cuánta devoción y
confianza inician su peregrinación?
El resultado de toda acción depende de la cantidad
de confianza con que ha sido realizada. Podemos no
tener confianza o fe en lo que emprendemos y al mismo
tiempo, sin embargo, le estamos pidiendo a Dios gran-
des dones. Si una persona quiere beneficiarse con lo que
está haciendo, debe tener una mente firme y una visión
que no sea fácilmente quebrantable.
Hoy, el hombre ha desarrollado una enfermedad en
sus oídos. Mucha gente presta oídos a toda clase de dis-
cursos espirituales, pero eso no significa que están bus-
cando el máximo beneficio al escucharlos. Muchos se
conforman diciendo que es suficiente con sólo escuchar.
Este tipo de confianza, este tipo de enfoque no es el
apropiado. Escuchamos durante mucho tiempo los dis-
cursos de Swami y sentimos una inmensa felicidad sola-
mente con oírlos. Pero la verdadera pregunta es:
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 217 -

¿Somos capaces de poner en práctica todo lo que oímos?


Si no es así, entonces podemos llegar a la conclusión de
que el sentido del oído se está enfermando. Además de
escuchar, debemos desarrollar la facultad de pensar en
lo que hemos oído y considerar qué es lo bueno y útil de
ello y luego poner en práctica todo lo bueno que hemos
escuchado. Nada se logrará si sólo escuchamos y no
reflexionamos o nos ocupamos de ello.
Un pequeño ejemplo. Comparemos esto con la pre-
paración de comida en la cocina. ¿Satisfacemos nuestro
apetito con la preparación que hacemos en la cocina?
Eso es como escuchar. Luego, llevamos la comida a la
mesa del comedor y la colocamos encima. Pero, ¿el solo
hecho de ponerla sobre la mesa satisface nuestro apeti-
to? Prepararla en la cocina y llevarla al comedor, son las
dos primeras etapas, como el escuchar y el pensar. Pero
ellas no satisfacen el hambre. El comer y luego la ade-
cuada digestión —la acción realizada— eso es lo que
satisface el hambre. De modo que si quieren obtener
fuerza espiritual, deben desarrollar las tres funciones:
escuchar, pensar constantemente en los méritos y luego
ponerlos en práctica. Sin estos tres aspectos no se podrá
conseguir la fuerza espiritual o la bienaventuranza espi-
ritual que le sigue como resultado.
Tomen como ejemplo lo que está ocurriendo ahora
en esta sala. Estamos todos sentados escuchando a
Swami. Pero, después de escucharlo, ustedes abandona-
rán la sala y olvidarán. ¿Qué clase de actitud es ésta?
¿Qué clase de confianza en las enseñanzas de Swami es
ésta? Si ustedes olvidan inmediatamente, entonces, ¡qué
pérdida de tiempo es para todos nosotros! ¡Cuánto
esfuerzo desperdiciado por parte de Swami! Piensen en
lo que están pidiéndole a Swami, en la clase de regalo
espiritual que desean recibir de mí. ¿Tienen confianza,
están dispuestos a prestar atención y realizar la práctica
necesaria para lograr lo que sueñan? Sólo cuando refle-
xionen sobre lo que han escuchado y lo pongan en prác-
tica, por lo menos uno o dos de los puntos sobre los cua-
les Swami está hablando, únicamente entonces, estarán
- 218 - SAMUEL H. SANDWEISS

ustedes consagrando sus vidas y encontrando en ellas


algún sentido al haber venido aquí.

Quedé impresionado por el tiempo que dedicó y el énfasis


que puso Baba en este punto. ¡Qué lamentable es ver que aun
cuando estamos con el Avatar, hemos dejado de valorar la impor-
tancia de sus palabras! Bombardeados por tantos “hombres
sabios”, hemos perdido la confianza en nosotros mismos y en
nuestro enorme potencial propio. En consecuencia, las palabras
entran por un oído y salen por el otro. Pero, ¿cuál fue exacta-
mente el mensaje que Baba quería que escucháramos e hiciéra-
mos algo al respecto? El siguió diciendo:

Debemos desarrollar un sentido de unidad y her-


mandad. Si tenemos que alcanzar la visión de nuestra
realidad átmica, si tenemos que experimentar la unidad
y el amor que es la base de toda la creación, debemos
practicar la hermandad. Pero el hombre ha caído en un
estado lamentable. Dice una cosa y hace otra. Dice que
todos somos hermanos, pero a pesar de eso el hermano
lleva al hermano ante la corte para disputar la propie-
dad y la tierra, luchando uno contra el otro. Para ganar
la bienaventuranza que emana de realizar el atma, uno
tiene que poner en práctica un verdadero sentido de
fraternidad.
Hay cuatro cualidades que caracterizan al ser huma-
no y son: amor, caridad, compasión y tolerancia. A
menos que una persona posea estas cuatro cualidades,
puede ser comparada con un animal. El hombre debe
desarrollar estas cualidades y expresarlas en el mundo
exterior con una actitud de servicio y hermandad.

La tarde fue larga y agotadora. Habíamos estado sentados


todo el día y mis cuatro amigos se sentían débiles e irritables. El
viaje de regreso al hotel en la oscuridad de la noche fue incómo-
do. Hubo largos silencios. Los escasos comentarios daban la sen-
sación general de que la charla de Baba había sido excesivamen-
te simple.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 219 -

Pero esta enseñanza de hermandad estaba lejos de ser sim-


ple, era simple sólo en apariencia. Baba verdaderamente estaba
instruyendo acerca de la visión espiritual más profunda del hom-
bre, el modo de realizar la unión con lo universal. Estaba ense-
ñando acerca de la unidad que existe en todo y cómo realizarla a
través del amor, como Jesús había enseñado en su mensaje de
hermandad: “No hagas a los demás lo que no quisieras que te
hicieran a ti”. El mensaje suena simple, pero ¡qué profunda visión
cósmica está encerrada en estas escasas y sencillas palabras!
Centrados en el conocimiento de que el universo cambiante y efí-
mero está basado y creado por una conciencia eterna e inmuta-
ble, uno comprende que ésta es una grandiosa afirmación de la
realidad de Dios y de nuestra capacidad de fundirnos en él. Quizás
Baba ha capturado mejor la esencia de su enseñanza en las “sim-
ples” frases siguientes, repetidas una y otra vez para beneficio de
sus devotos.

Hay una sola casta, la casta de la Humanidad;


hay un solo lenguaje, el lenguaje del corazón;
hay una sola religión, la religión del amor;
hay un solo Dios y El es omnipresente.

Lamento decir que la psiquiatría moderna no está arraigada


en una visión tan penetrante como ésta. En vez de llevar al desin-
terés, a una visión de hermandad, a la dedicación, al sacrificio por
el bien de la comunidad y al logro de niveles superiores de con-
ciencia, los valores psiquiátricos, que a menudo enfatizan dema-
siado las emociones, frecuentemente llevan a la preocupación por
el propio interés. No parecemos comprender en absoluto lo que
los santos han sabido desde hace mucho tiempo, acerca de la
extraordinaria importancia de la moralidad en la formación del
carácter y de qué modo el carácter influye en el desenvolvimien-
to de la conciencia. Es el carácter, la concreción de la moralidad,
el que determina a qué altura se remonta nuestra visión.
Qué esencial es, para el establecimiento de la paz mundial y
para el más alto grado de evolución individual, que lleguemos a
reconocer y aceptar una moralidad centrada en el conocimiento
de la Conciencia Universal, que lleva al desinterés y a la fraterni-
dad. En lugar de desechar esta visión sagrada, deberíamos pre-
- 220 - SAMUEL H. SANDWEISS

guntar ¿cuáles son precisamente estos valores, esta moralidad que


conducen a la unión y cómo podemos adoptar e incorporar a
nuestro carácter este especial enfoque de la realidad?
La mayoría de las opciones de la vida cotidiana son básica-
mente de naturaleza moral, desafiando nuestra capacidad para
equilibrar nuestra necesidad de gratificación de las tendencias e
impulsos animales, con las aspiraciones humanas superiores y
nuestro anhelo por lo infinito. Estas van desde opciones de nivel
inferior relacionadas con la regulación y control de los sentidos y
tendencias (¿necesito comer tanto?), a opciones de nivel superior
(¿puedo mentir para obtener ventaja personal?), hasta incluso
aquéllas más elevadas con respecto a cómo emplear mejor el
tiempo: para ganancia personal y autogratificación, para el servi-
cio que se realiza sacrificadamente para beneficiar y dar felicidad
a otros o para el cultivo de nuestra relación con Dios.
Las opciones llevan a la acción; la acción forma hábitos; los
hábitos dan fortaleza al carácter. Los santos nos dicen que el
carácter es una concreción de nuestra visión moral y que es esta
estructura la que determina la profundidad de nuestra visión de la
realidad. Si la elección es fuertemente influida por los valores y
aspiraciones superiores, si el carácter se desarrolla a expensas de
la visión espiritual de unidad y hermandad, ello nos conducirá a la
suprema unión con el infinito. Vista desde este aspecto la morali-
dad —como principio que guía al pensamiento, la acción y el
comportamiento— asume una nueva importancia.
Los psiquiatras pueden tener algún problema al considerar la
moralidad desde este nuevo punto de vista. Hemos visto con
demasiada frecuencia que la moralidad excesivamente estricta y
punitiva, lleva a enfermedades psicológicas y a la esclavitud en vez
de llevar a la liberación. Sin embargo, es necesario indagar más
profundamente en la naturaleza de una moralidad inteligente y
equilibrada, comprender su importancia central en la dinámica del
desenvolvimiento de la conciencia.
En psiquiatría, vemos gente cuya conciencia está sujeta o
atrapada por conflictos originados en etapas tempranas de desa-
rrollo. Con frecuencia, el objeto de las terapias es regresar con el
paciente a esa etapa para deshacer, resolver y aprender nueva-
mente. Liberada de las garras del temor, la conciencia queda libre
para avanzar en su evolución hacia niveles superiores. Es enton-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 221 -

ces, cuando el terapeuta, si no se basa en el conocimiento de la


dinámica de los niveles superiores de conciencia, puede, cons-
ciente o inconscientemente, centrarse con firmeza en la gratifica-
ción de las necesidades animales como camino hacia la felicidad
y a un sentido más pleno del individuo.
Pero las grandes personalidades espirituales a lo largo de la
historia han alertado sobre el peligro de este enfoque: que más
importante que la propia gratificación, es el establecimiento de
una moralidad y un carácter que conduzcan a la felicidad verda-
dera y duradera. En este punto, podemos aprender de los santos
la clase especial de trabajo espiritual disciplinado que lleva al desa-
pego de lo temporal y transitorio, el mundo de la dualidad —el
mundo regido por las emociones y por el principio placer/dolor—
para alcanzar así, niveles superiores de conciencia y, finalmente,
la unión con lo divino.
La dinámica de este proceso más o menos es así: En primer
lugar, debemos tener fe en la realidad de una Conciencia
Universal, Dios, que creó todo esto que llamamos cosmos. Con-
forme se profundiza la fe en esta realidad, así también crece nues-
tra estimación por la gloria y grandeza de Su obra. Con esta valo-
ración profunda, llega el conocimiento del amor que impulsó la
creación. A su vez, nuestro propio amor y devoción se encienden
y forman la base para el desarrollo de una conciencia superior.
Uno empieza a percibir en todo la obra y el amor divinos.
Comienza así nuestra visión de la unidad que subyace en toda la
aparente variedad del universo.
Esta visión, puesta en práctica en el mundo exterior en forma
de servicio a otros y actos de confraternidad y realizados con la
actitud espiritual de desinterés sin deseo de ganancia personal o
recompensa, conduce a una visión aún más penetrante y a una
profunda sensación de paz y amor. Desapegándonos, de esta
forma, de los altibajos de una vida regida por el principio pla-
cer/dolor, entramos en un reino de estabilidad emocional y men-
tal, de paz y alegría.
Con las emociones y la mente aquietadas, aumenta la visión
de lo divino y crecen nuestra confianza y fe en esta visión. Cuanto
más profundamente nos centremos en esta realidad, más nos
veremos inducidos a mayores expresiones de sacrificio y entrega
en su nombre. Es este sacrificio por amor, este sagrado acto de
- 222 - SAMUEL H. SANDWEISS

entrega, el que lleva a la experiencia de unión y a la realización


final de que El y yo somos uno. Tal es el misterio de la dinámica
de la trascendencia en las enseñanzas simples de Sai Baba sobre
la fraternidad.
Cuando escucho a los psiquiatras subestimar lo que en la
superficie suena como una simple enseñanza, sólo puedo deducir
que sus conciencias no se han abierto lo suficiente como para
comprender las terribles dificultades del mundo, ni las grandes
posibilidades de nuestro potencial humano. No obstante, debe-
mos tomar estas enseñanzas con la máxima seriedad. El no hacer-
lo es constreñir la conciencia y conformarse con vivir en lo super-
ficial y limitado. Es señal de grave miopía, mala voluntad o inmen-
so temor a enfrentar nuestra mortalidad —o inmortalidad—.
El viaje al hotel fue penoso. En dos escasos días nos había-
mos enfrentado con algo esencial para nuestros vidas; y ahora
debíamos permanecer sentados en la oscuridad y dejarlo asentar.
¡Qué pena si dejamos escapar esta oportunidad: sentarse a los
pies de un Avatar, tener la experiencia directa de escuchar sus
palabras! Qué lástima sería si ahora olvidamos o desechamos su
gran visión de la realidad tan fácilmente como se olvida un viaje a
un simple mercado. Bien, quizás mañana sea mejor.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 223 -

El hombre no es sólo una criatura con


manos y pies y ojos y oídos y cabeza y tronco.
Es mucho más que la totalidad de todos estos
órganos y partes. Ellas son sólo la burda ima-
gen que salió del molde. Luego tienen que ser
trituradas y limadas, pulidas, perfeccionadas,
alisadas, ablandadas a través del intelecto, de
los impulsos elevados y de las intenciones e
ideales puros. El hombre se convierte en el
candidato ideal para la divinidad que es su
verdadero destino. Los impulsos se volverán
puros y las intenciones serán llevadas al más
alto nivel si el hombre sólo decide dedicar
todos sus actos, palabras y pensamientos al
Señor. Para esto: fe en una inteligencia supre-
ma que concibe, conserva y destruye este uni-
verso.

(Sathya Sai Baba)


El
Encuentro

CAPÍTULO VEINTITRES

L legó otro día y pasó… y todavía sin entrevista. Aunque se


nos admitía en la casa, nuestros breves contactos con Baba no
eran suficientes para calmar los desgastados nervios de mis ami-
gos. Ellos se volvieron más y más irritables y, en general, habla-
ban de las incomodidades de sus vidas. Yo era testigo del desaho-
go de todas sus preocupaciones, temores, desalientos y esperan-
zas. Se les estaba haciendo abrir el corazón mediante esa vieja
técnica de Sai Baba: esperar en silencio hasta el momento opor-
tuno. Cuando empezaron a hablar de partir les dije: “Por favor,
sólo esperen un poco más; sé que tendrán una entrevista y enton-
ces todo será más claro. Sólo esperen, tengan paciencia y espe-
ren”. Pero, para entonces, estaban hartos de mis palabras de
aliento y continuaron de todos modos con sus planes. Fue enton-
ces, al final del segundo día, que Baba dijo que los vería a la
mañana siguiente.
Durante los dos días pasados en Bangalore, habíamos tenido
algunas conversaciones interesantes, más aún cuando el calor se
hacía sentir y los sentimientos se agitaban. El Dr. J. era un indivi-
duo sencillo y práctico. Era de constitución atlética y, al parecer,
fue su interés en lo físico lo que lo llevó al movimiento bioener-
gético. Cuando yo estaba interesado en la bioenergética, ocho
años atrás, había asistido incluso a un taller bioenergético que
- 226 - SAMUEL H. SANDWEISS

duró tres días y del cual él había sido el instructor. Ahora, hablá-
bamos sobre la teoría bioenergética y su relación con el yoga.
Wilhelm Reich, fundador del movimiento, descubrió que la
postura, la actitud y modo de andar de un individuo, reflejan lo
que él llamó “coraza corporal”, el mantener en el cuerpo posi-
ciones defensivas dirigidas a detener el libre flujo de energía, para
evitar volver a experimentar sentimientos desagradables relacio-
nados con acontecimientos traumáticos de la infancia. Se pensa-
ba que la “coraza corporal”, al bloquear el libre flujo natural de la
energía, impide el contacto directo total de uno consigo mismo y
con su entorno.
Los psicoanalistas llegan hasta estos sentimientos molestos,
defensivos, amurallados o reprimidos mediante técnicas verbales;
los terapeutas bioenergéticos trabajando con el cuerpo, alcanzan
estas áreas incrementando el flujo de energía en áreas “muertas”,
mediante ejercicios específicos o estimulando posturas o movi-
mientos opuestos. Los terapeutas bioenergéticos toman en consi-
deración el flujo de energía que va desde la cabeza a los pies y al
interior de la tierra. Cuando la energía fluye libremente y sin obs-
trucción, uno se siente “enraizado”. Se cree que un contacto ínti-
mo y sólido con la tierra trae consigo un sentimiento de fuerza y
estabilidad en el carácter.
Sentí que la teoría bioenergética no estaba bien definida ni
era tan amplia como la de los yoguis.1 La teoría bioenergética se
centra en niveles de energía característicos de las etapas inferio-
res del desarrollo físico y psíquico. Se ocupa de algunos de los blo-
queos más burdos al flujo de esta energía —relacionados con per-
turbaciones tempranas en la infancia— y con la energía misma
como energía emocional y de impulso. Se ocupa sólo en forma
limitada del prana sutil o de la energía kundalini.
De este modo, el tratamiento bioenergético puede llevar, sin
duda, a una libertad y potencia más sexual y agresiva, pero si no
se tiene en cuenta el modo en que el prana sutil y kundalini acti-
van los chakras superiores, el tratamiento no llevará a niveles más
1 Ver Apéndice III Prana y Kundalini y Apéndice IV referente a las limitaciones
de las teorías humanistas-existencialistas de energía, comparadas con el cono-
cimiento yogui sobre las dinámicas del prana, de kundalini y de los chakras
y su influencia en el progreso del crecimiento espiritual y elevación de con-
ciencia.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 227 -

elevados de conciencia. Los yoguis, por el contrario, entienden la


dinámica, la organización, el flujo y la función, y acerca de las
energías del muy sutil prana y de kundalini y sus influencias en
los chakras superiores. Estas son las dinámicas del crecimiento
espiritual y de la elevación de la conciencia.
En tanto el sistema bioenergético describe la energía como
descendiendo en la tierra, siendo su verdadera función la de
“enraizarlo” a uno en el mundo real, por decirlo así, los yoguis
describen un sistema de energía ascendiendo a los cielos, cuya
función es permitirle al individuo trascender el mundo material de
la dualidad y la separación. Me parece que tanto la terapia psico-
analítica como la bioenergética limitan su interés a las etapas infe-
riores de organización de la energía y al desarrollo de la persona-
lidad, en tanto que el yoga describe y define la dinámica del
desenvolvimiento de la energía, de la personalidad y de la con-
ciencia del individuo conforme se activan los centros superiores:
los que podrían denominarse partes “transpersonales” del yo.
(Para un detalle más completo de estas dinámicas, remitirse a los
Apéndices III y IV.)
El Dr. J. había sido terapeuta bioenergético por algunos años
y ahora estaba experimentando con nuevas técnicas, pero cues-
tionaba su validez. Esperaba aclaración y también pensaba en una
extraña sensación en su entrecejo, como si su chakra frontal (el
tercer ojo) estuviera abriéndose aunque levemente. Su esposa B.
J. no tenía preguntas. Sentía que su vida era plena y feliz y deja-
ba que sucediese lo que tendría que suceder.
En la mañana del tercer día, cuando estaban totalmente desa-
nimados, nos reunimos para desayunar en el Hotel East-West.
Para entonces mis amigos apenas me dirigían la palabra. Estaban
hartos de mi optimismo y sólo querían ventilar su malestar. El Dr.
H., finalmente, se explayó acerca de su descontento cuando tra-
bajaba con el sistema de salud mental municipal. Como esperaba
una comprensión más profunda y directivas, se sentía desilusio-
nado al no obtener lo que quería de su visita a Baba. Mientras él
se abría a los otros, éstos respondían compartiendo sus propias
preocupaciones y dificultades. La conversación se apartó de
Baba; no parecía que tuvieran idea de la relación de sus vidas con
este momento, aun cuando íbamos a reunirnos con Baba en una
entrevista tan esperada. Yo sabía que éste habría de ser para ellos
- 228 - SAMUEL H. SANDWEISS

un importante encuentro sumamente significativo; pero ellos


habían perdido la esperanza de lograr tal resultado y sus mentes
estaban en cualquier parte. Aun cuando mi relación con ellos era
tensa, pensé que debía intentarlo una vez más.
“Discúlpenme, pero estamos a punto de tener una reunión
realmente importante con Sai Baba. Sería inteligente de nuestra
parte pensar en ello, en lo que querríamos preguntarle y lo que
pretendemos de esta entrevista”.
En el acto cortaron toda comunicación conmigo. B. J. dijo:
“¿Nunca nos dejas en paz? ¿Por qué esta necesidad de traer siem-
pre a tu Sai Baba?”.
Permanecí en silencio durante el viaje en taxi a Brindavan.
Los demás me habían expuesto sus sentimientos con bastante cla-
ridad: pensaban que Baba parecía agradable, a veces encantador,
pero creían que de ninguna manera era divino. El contacto con él
no les había cambiado sus vidas personales. “Ya tuvimos bastan-
te y es tiempo de continuar nuestro viaje”. Yo pensé: “Bien, vea-
mos qué vas a hacer respecto a esto, querido Swami”.
Fuimos conducidos hasta el cuarto de entrevistas. Reconocí a
algunos amigos: Mike Goldstein, médico de Los Angeles; John
Svensson, capitán de barcos petroleros de San Pedro, California,
y el Dr. V. K. Gokak, profesor y ex director de la Universidad de
Bangalore en India. El había traído a un amigo, director de una
Universidad del norte de India. Había también otra gente india.
Cuando entramos en la habitación, Baba rápidamente materiali-
zó ceniza para B. J. y N. S. y un medallón de plata con la forma
del OM hindú para N. S. N. S. rompió a llorar como si hubiera
sido atravesada por un rayo. Estaba perpleja y empezó a llorar
con profundos sollozos.
Baba materializó algunos objetos para la gente india y se
ubicó en su sillón mientras nosotros nos sentábamos en el piso a
su alrededor. Había unas veinticinco personas en la habitación.
Me sorprendió ver al Dr. Gokak. Lo había visitado pocos días
antes en su casa en Bangalore. Habíamos tenido una charla muy
interesante sobre el proceso del crecimiento espiritual. Le había
comentado que el viaje es a veces difícil, que exige gran discipli-
na, perseverancia y voluntad para sobrellevar austeridades y acep-
tar el sufrimiento que nos depara el camino. El Dr. Gokak res-
pondió que los aspirantes espirituales a veces van al encuentro de
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 229 -

las dificultades y describió el proceso en forma poética como más


semejante a una flor que se abre. Requería paciencia y tiempo,
dijo, pero el proceso podía ser tan natural e indoloro como el
abrirse de la bellota para convertirse en un roble.
Después que ambos expresamos nuestras opiniones, nos
miramos como niños inocentes y admitimos honestamente que el
misterio era mucho mayor de lo que ninguno de nosotros podía-
mos comprender. Aquí estábamos: un profesor con muchos años
de experiencia, tan distinguido como cualquier erudito en la India,
y un psiquiatra americano con catorce años de profesión, con-
vertidos en niños pequeñitos. Sonriendo hicimos un pacto:
“Preguntémosle a Baba al respecto y el que lo averigüe primero
que lo comparta”.
Y entonces, como el destino lo disponía, ahí estaba yo, sen-
tado al lado de mi gran amigo y compañero en este drama, qui-
zás a punto de recibir la respuesta en ese preciso instante. Los
devotos de Sai Baba dicen que los presentes en una entrevista en
particular han sido destinados a estar allí, que la ubicación fue pre-
parada por el Señor mismo con muchas vidas de anterioridad. Y
así nos sentamos, quizás por casualidad, quizás no: yo, exacta-
mente frente a los pies de Sai Baba, el Dr. Gokak, detrás de mí,
y ¿quién era éste, a la derecha de Baba, sino mi amigo de San
Pedro, el capitán de barcos petroleros John Svensson?
¡Qué interesante! Me había encontrado con John unos días
atrás en el ashram y había tenido una extraña experiencia con él.
Lamento decirlo, porque muestra mi falta de madurez espiritual,
que en el momento de nuestra conversación yo había sentido que
John era algo ingenuo en su perspectiva espiritual. Era un hom-
bre de unos setenta años, que había llevado una vida plena y acti-
va y era tan dulce como sólo él podía serlo. Pero, por alguna
razón yo tenía el distorsionado sentimiento de que yo era más
sofisticado que él en materia espiritual. John, con un inocente bri-
llo en sus ojos, me había preguntado: “¿Cómo le responderás a
Baba si te pregunta qué quieres?”. Yo le dije que no estaba segu-
ro, tratando de dejar de lado la pregunta, no queriendo discutir
con John.
Pero él continuó: “Oh, yo le pediría autorrealización”. John
era escandinavo y pronunciaba la palabra “realización” con una
cierta entonación que sólo un escandinavo podría darle. Sonreí
- 230 - SAMUEL H. SANDWEISS

ante la pronunciación y con un sentido de superioridad me pre-


gunté si John comprendería lo que iba a pedir. No tenía yo la
menor idea de que Baba habría de darme una gran lección acer-
ca de mi juicio y de mi ego.
Así que aquí estábamos: los psiquiatras, el Dr. Gokak y John.
El drama estaba tomando una excelente forma. Todas las miradas
estaban en Baba y tal como John Svensson había predicho, Baba
se volvió hacia él y le preguntó: “Señor, ¿qué quiere usted?”.
John levantó la vista, con aquellos inocentes ojos y como ya
lo había manifestado, dijo: “Autorrealización”, con esa misma
entonación y vibración escandinava.
Baba lo miró amorosamente y dijo: “¿Y qué es autorrealiza-
ción?”.
“Ahora sí que estás listo, John”, pensé. John empezó a bal-
bucear y tartamudear y entonces Baba continuó: “El hombre es
divino pero no es consciente de su propia divinidad. Errónea-
mente cree que sólo es este pequeño cuerpo. Pero él no es
este cuerpo y no es la mente”. Se detuvo un momento y miró
a los psiquiatras. “Hay algunos psiquiatras aquí. Ellos estu-
dian la mente del hombre ignorando que ésta no es real-
mente lo que el hombre es. El hombre es algo infinito, inmu-
table y eterno, más allá del tiempo, el espacio y más allá de
su cuerpo. Los psiquiatras cometen un error al pensar que el
hombre es su mente. La mente es parte del mundo de la dua-
lidad, el mundo de los muchos nombres y formas. Pero uste-
des están más allá de todo eso. Ustedes están más allá del
universo material, más allá de las diferencias, más allá de la
dualidad. Ustedes son eternos e inmutables, más allá del
tiempo y el espacio”.
Se volvió y señalando a algunas de las personas en la habita-
ción dijo: “Ella dice ‘yo’, él dice ‘yo’, ellos dicen ‘yo’; todos
experimentamos este ‘yo’. ¿Cuál es el significado de esto? Es
que más allá de todos los nombres y formas separadas y dis-
tintas hay una realidad subyacente que es la misma para
todos. Esta experiencia interna de ‘yo’ refleja un fundamento
eterno, universal, del cual todo proviene y al cual todo debe
retornar, una realidad que está más allá del tiempo y el espa-
cio. Esta es la realidad que merece la atención del hombre.
Lograrla, realizarla, es el propósito de la existencia”.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 231 -

Baba se detuvo por un momento. Parecía que el curso de su


pensamiento tomaba otra dirección y continuó con mayor entu-
siasmo. “Shirdi Baba tenía un anillo con una gran piedra azul.
Azul es el color del infinito, el que no puede ser medido, el
que es insondable. Miren”, dijo gesticulando con sus brazos, “el
cielo es azul y el océano es azul. El azul es un color frío. Es
sereno. Miren a su alrededor; los doctores en la habitación vis-
ten todos de azul; éste alivia y calma”.
Ciertamente, cada uno de los doctores en la habitación vestía
camisa azul. Siguió hablando: “Y grabado en el medio de esta
piedra azul está el símbolo OM, OM es la identidad interna de
esta insondable realidad. Es esta realidad interior, conciencia
del infinito, ser universal, lo que debemos aprender a com-
prender”. Y cuando él empezó a hacer círculos en el aire con su
mano, todos quedamos paralizados de asombro, esperando su
creación. En un instante, materializó un gran anillo. “He aquí el
anillo que Shirdi Baba usaba en el momento de su muerte.”2
Baba hizo circular el hermoso anillo con la piedra azul para que
todos lo vieran y lo tocaran. Parecía emanar luz de su centro
haciendo más prominente el símbolo OM grabado en su superficie.
Los occidentales no están familiarizados con Shirdi Sai Baba,
una figura espiritual a quien millones de seres reverencian como un
Avatar en la India. Un objeto perteneciente a esta figura sagrada
sería tan preciado como algo que hubiese pertenecido a Cristo.
Shirdi murió en 1918, después de decir a sus seguidores que rena-
cería ocho años más tarde. Sai Baba nació en 1926. Desde su
temprana adolescencia había dicho a sus devotos que con anterio-
ridad él había sido Shirdi Baba que regresaba nuevamente para
continuar sus enseñanzas. También dice que volverá una vez más
en forma de Prema Sai Baba, poco después de abandonar este
cuerpo a la edad de noventa y seis años. Ahora, al parecer, traía
de vuelta un anillo que había usado en su anterior encarnación.
Las personas de la audiencia que sabían acerca de Shirdi
Baba consideraron este momento como muy sagrado; estaban
perplejos como lo estaba yo. El anillo circuló en la habitación y
todos tuvimos oportunidad de tocarlo y de maravillarnos ante su
belleza. Lo acercábamos a la frente como muestra de nuestro
2 Fotografía del anillo de Shirdi Baba en pág. 336.
- 232 - SAMUEL H. SANDWEISS

deseo de que sus sagradas vibraciones abrieran nuestro tercer ojo


de sabiduría espiritual. Cuando recorrió todo el círculo, Baba lo
tomó en su mano, lo sostuvo un momento y luego, mirando suave
y dulcemente a John Svensson, se lo dio. “Tómalo, es tuyo”, le
dijo, “úsalo.”
Más tarde supe que Baba le dijo a John que ambos habían
estado muy unidos en vidas anteriores y que pronto le revelaría
más acerca de quién fue y del propósito y significado de esta vida.
Yo había elaborado un juicio mezquino de John, subestimando la
profundidad de su espiritualidad y ahora descubría que él y Baba
habían sido viejos amigos en muchas vidas. Esto me sirvió para
profundizar mi apreciación del gran misterio que es la vida. No
tenemos la menor idea de quiénes realmente somos y por qué
estamos representando este drama unos con otros. Durante años
me había preguntado lo que la gente quería decir al describir su
experiencia respecto al drama de Baba: que él era el hacedor. Tal
afirmación había tenido siempre sólo un significado intelectual
para mí. Ahora había experimentado directamente el sentido de
esta realidad.
Baba miró otra vez a los psiquiatras: “¿Desean hacer alguna
pregunta?”.
El Dr. J. empezó: “Tengo la extraña sensación de que mi
venida a la India, el haber encontrado mi camino aquí, no es sólo
un accidente o acontecimiento casual. Debe haber algo más pro-
fundo de lo que yo puedo percibir. ¿Es ello correcto?”.
“Sí, así es”, confirmó Baba. “Hay algo más; tu yo superior,
tu inteligencia superior está dándole forma a la experiencia,
porque ahora estás preparado para ver más profundamente en
cuestiones espirituales”.
El Dr. J. reflexionó un momento y dijo: “¿Sabes?, tengo la
impresión de que éste es un momento muy importante, un
momento de mucha significación en mi vida”.
Y Baba, con gran amabilidad dijo: “Sí, y hay aún más”.
Empezó a hablarle directamente al Dr. J. acerca de las preocupa-
ciones y problemas de los que éste había hablado antes. Era como
si Baba hubiera estado realmente con nosotros durante el desa-
yuno, tomando parte en la conversación. Tocó temas específicos
sobre las preocupaciones y dudas del Dr. J. respecto de los nue-
vos enfoques psicoterapéuticos que estaba probando. Baba le dijo
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 233 -

que no continuara con ellos pero que siguiera en la línea que


había estado usando previamente. Y luego mirándolo directa-
mente a los ojos, le dijo: “Sé que estás empezando a sentir la
apertura de tu tercer ojo, pero ahora está un poco borroso. No
te preocupes, te ayudaré”.
¡Qué momento conmovedor! ver a Baba realmente en con-
tacto con las aspiraciones más intensas de este hombre, hablan-
do con él como un padre protector, asegurándole su ayuda y su
amorosa protección. Un momento como éste, le proporciona a
uno, una gran fe y amor; uno se lleva la sensación de una íntima
relación personal con lo divino.
Baba se volvió luego al Dr. H. “Sé que acabas de suspender
un trabajo”, dijo, “y eso está bien. Te has sentido disconforme
con él y yo te ayudaré. Hablaré contigo en privado”. Luego
materializó una cadena y una gran medalla con la forma de Shirdi
Baba para el Dr. Goldstein y una medalla para uno de los visitan-
tes indios, e indicó que nos vería a cada uno en forma privada en
la habitación contigua.
Así lo hizo; cada uno de mis cuatro amigos salía de la habita-
ción resplandeciente y rebosante de felicidad. Después Baba me
llamó a la sala privada. Radiante, dijo: “Ellos están muy felices”.
“Sí Baba, están muy felices, gracias, gracias. Y yo también
estoy muy feliz”.
Materializó un poco de vibhuti para mí y al extender mi
mano para recibirlo, dijo: “No, abre la boca”. Así que abrí mi
boca como un pajarito mientras él sostenía su mano por encima
de mi cabeza y dejaba caer el vibhuti dentro de ella. No puedo
describirles cuán intenso y conmovedor fue este dulce, dulcísimo
momento.
¡Qué cambio de estado de ánimo en el taxi de regreso a la
ciudad! Todos estaban extasiados y me agradecían profusamente.
El encuentro con Baba había sido profundamente conmovedor y
significativo para todos ellos. Le había dicho al Dr. J. que conti-
nuara con la práctica psiquiátrica con las mismas técnicas que
había estado usando y no investigara otras nuevas. Al Dr. H. le
había dicho en privado que la manera de practicar psiquiatría era
escuchando pacientemente hasta entender y comprender profun-
damente la vida del paciente. “Entonces, cuando tú y el pacien-
te sean uno, podrás enseñarle sobre nuestra realidad”. El Dr.
- 234 - SAMUEL H. SANDWEISS

H. se sintió conmovido por este comentario personal: “Nuestra


realidad”. En cuanto a B. J., Baba estaba de acuerdo en que ella
era feliz y no necesitaba hacer ningún cambio.
La relación de Baba con N. S. pareció ser muy especial. Se
había hecho evidente desde el comienzo, cuando él supo que ella
no podía venir al ashram el primer día debido a su problema esto-
macal. Entonces, durante la entrevista privada, él había demos-
trado su omnisciencia hablándole con conocimiento acerca de su
hija emocionalmente enferma, sabiendo que el Dr. H. había sido
el psiquiatra de la muchacha, y le prometió ayuda. Le dijo que
regresara después a buscar un “vibhuti especial” para que su hija
lo usara como medicina.
Esa tarde cada uno de nosotros siguió caminos distintos.
Cuando nos reunimos más tarde esa noche para nuestra despedi-
da final, N. S. se aproximó con lágrimas en sus ojos. “Me siento
terriblemente mal. No sé cómo ocurrió pero perdí esa hermosa
medallita del OM. No puedo encontrarla por ningún lado. Voy a
rogarle a Baba que la encuentre y me la devuelva”.
“No es frecuente que él haga una cosa así, pero es posible”,
le dije. Luego el Dr. H. dijo en voz muy alta: “Si puede hacer eso,
realmente me convenceré”.
Algunas semanas después de mi regreso a San Diego, recibí
una llamada telefónica de N. S. “Escucha lo que sucedió. Me sentí
abrumada al perder la medalla. Volví a Delhi, seguí viaje con el
grupo y, finalmente, terminamos la gira en Bombay. Todas las
noches le oré a Baba con todo el corazón para que me la devol-
viera. En Bombay cumplí con el mismo ritual rogándole a Baba
por la medalla. ¡La mañana siguiente a mi llegada desperté para
encontrarla en la cama justo a mi lado!
”Experimenté tan profundo contacto con Baba que lloraba y
lloraba, me sentí muy alegre. El Dr. H. estaba perplejo. Es muy
difícil compartir una experiencia como ésta. La gente se pregun-
ta si es sólo imaginación o si se me pasó por alto mientras la bus-
caba, pero yo lo sé. ¡Yo sé cuánto la busqué todos lo días duran-
te la gira! Y sé todo lo que hice para encontrar esa medalla. ¡Que
aparezca justo a mi lado, en mi cama, era un absoluto milagro!
”Le conté al líder del grupo y me pidió que les hablara esa noche
y les relatara la experiencia que habíamos tenido con Baba. Sentí
que era un gran honor y privilegio poder hablarles de Sai Baba”.
Si has obtenido algo que buscabas obte-
ner, aférrate a ello con firmeza y solidez. Si
algo has pedido, aunque pedir no es necesa-
rio, bien, espera hasta que el don sea otorga-
do. Si alguna resolución distrae tu mente,
aunque no sea necesario resolverla, golpea no
obstante la puerta hasta que se abra y tu reso-
lución sea satisfecha. Puede que yo deba con-
cederte lo que anhelas, incapaz de resistir tus
ansias; que tú debas darte cuenta de lo absur-
do y lo audaz y vencer así el anhelo equivoca-
do.

(Sathya Sai Baba)


Formación
del Terapeuta
de la Nueva Era

C A P Í T U L O V E I N T I C U AT R O

C
¿ ómo se entrena un terapeuta en la dinámica del desen-
volvimiento de la conciencia? No sólo debe saber acerca de los
reinos inferiores de la mente dominados por los deseos y place-
res, el sufrimiento y el ego, sino también de los niveles superiores
y aún más allá. Esto significa tener experiencias directas de
dimensiones espirituales más elevadas; en otras palabras, volver-
se él mismo nada menos que un aspirante espiritual. Un terapeu-
ta semejante, mucho más que estar en contacto con los instintos
animales y tener éxito en la gratificación de las necesidades bási-
cas, deberá ser un maestro en el más alto sentido de la palabra,
es decir, una persona verdaderamente moral y justa. Y es quizás
aquí donde el terapeuta se da cuenta de las exigencias más esen-
ciales de su profesión; y es aquí donde surge la mayor resistencia
a la espiritualidad.
Para el terapeuta, al igual que para todos los demás, el cami-
no exige un profundo anhelo de conocimiento espiritual y valor
para enfrentar los desafíos y los temores que hallará a su paso.
Sai Baba ha definido cuatro etapas en el curso del desarrollo
espiritual del hombre: autoconfianza, autosatisfacción, autosacri-
ficio y autorrealización. Estas fases se refieren al mismo proceso
- 238 - SAMUEL H. SANDWEISS

de transición y trascendencia que Wilber describió en términos de


diferenciación, trascendencia (muerte de lo viejo y renacimiento
en lo nuevo) e integración; y Hegel (1949): “Sustituir es al mismo
tiempo negar y preservar”.
Me gustaría examinar estos pasos que se dan en el curso de
una educación espiritual relatando cómo los experimenté en mi
viaje. El viaje, los incidentes y las lecciones recibidas en el trans-
curso constituyen realmente un enigma, un juego íntimo entre el
aspirante y Dios mismo, donde abunda lo inesperado, las pruebas
y tribulaciones, los pesares y alegrías, el humor, las emociones y
el asombro.
Aun cuando nacer a lo nuevo es estimulante y sorprendente,
uno debe tener valor y fe cuando muere para lo viejo. Y siempre
debemos estar abiertos a lo imprevisto, ser capaces de aceptar lo
incierto y estar plenos de constante gratitud y conscientes de la
presencia de Dios como maestro, guía y Señor.

1. Autoconfianza: El desarrollo de la confianza en el yo


superior se inicia con un despertar explosivo. La percep-
ción súbita de que realmente existe una dimensión espiri-
tual superior a la mente es una conmoción: todos los con-
ceptos previos sobre el mundo se derrumban ante ella, la
mente es abatida. El despertar puede ser tan profundo y
conmovedor que la psique queda casi hecha añicos; la
experiencia es comúnmente descripta como una muerte.
Uno tiene que ser “deshecho” para renacer en una nueva
dimensión de la realidad, con una nueva organización o
integración del carácter. Esta es una etapa de gran vulne-
rabilidad por cuanto uno enfrenta los miedos asociados a la
muerte de lo viejo, con la inocencia y franqueza de un bebé
nacido. Se requiere coraje para enfrentar todos los temo-
res, incluyendo el miedo mortal, con una firme visión de lo
divino. Acompañando al proceso puede existir un período
de retraimiento en este nuevo mundo interno para obtener
estabilidad y familiarizarse con él. Es como levantar un
cerco alrededor de una planta joven con el fin de proteger-
la para que crezca y madure de modo que un día, cuando
esté lo suficientemente fuerte, pueda hacer frente por sí
misma a los elementos exteriores e incluso proporcionar
abrigo y protección a otros. Con la creciente confianza
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 239 -

obtenida de la experiencia directa con este yo superior


interno se derrumba la ilusión del viejo y limitado yo.
2. Autosatisfacción: La realidad de la conciencia supe-
rior se estabiliza y solidifica cuando se experimenta una
“satisfacción” profunda: la sensación de paz, bienaventu-
ranza y amor que acompaña todos los actos dirigidos a una
experiencia superior, como los pensamientos, la contem-
plación, la meditación, las prácticas devocionales y el desa-
rrollo de un carácter justo y moral al igual que el servicio
desinteresado al necesitado. El yo superior es percibido
cada vez más directa e intensamente hasta transformarse
en la experiencia de vida más emocionante y significativa:
la fuente de toda intuición, empatía y creatividad.
3. Autosacrificio: El yo superior es desinteresado,
motivado por impulsos morales superiores, compasión y
amor. Conforme uno se centra más profundamente en el
amor desinteresado, la vida se convierte en servicio a los
demás sin deseo de recompensa personal. Este sacrificio
desinteresado que no necesita de ganancia personal, sirve
a su vez para romper más profundamente con las trabas
del principio placer/dolor.
4. Autorrealización: Con el sacrificio del pequeño yo,
que ha sido limitado por el principio placer/dolor, uno rea-
liza el estado desinteresado y universal de unión con lo
divino.

AUTOCONFIANZA Y AUTOSATISFACCION

Muchos de los que entramos en el campo de las ciencias de


la conducta, estamos buscando nuestro verdadero yo superior, y,
en nuestra esfera, dicho interés puede ser visto como búsqueda
espiritual. Y en el curso de nuestro entrenamiento y práctica
muchos de nosotros percibimos una falta de integridad y plenitud
en un campo que identifica al hombre sólo con su cuerpo, sus
emociones y su mente. He resumido en mi primer libro Sai Baba
y el Psiquiatra lo que considero como las fuerzas y limitaciones
de las terapias psicoanalíticas, guestálticas y bioenergéticas. He
llegado a un callejón sin salida. Aun cuando la investigación de los
pensamientos, sentimientos y emociones a través de estos enfo-
ques llevan a una mayor variedad y profundidad de formas de
- 240 - SAMUEL H. SANDWEISS

expresión emocional con otros, igualmente experimenté más


intensamente mi soledad. Ellos me llevaron al borde del “gran
vacío” —“el oscuro abismo”, como lo llaman los existencialistas—
teniendo que aceptar mi limitada, a veces absurda mortalidad
como la realidad última.
Y entonces, la confusión y el temor que debemos enfrentar
en el camino hacia una nueva visión del yo superior. ¿Era acaso
una defensa contra el temor a la muerte mi deseo de trascender
este triste destino? La mayoría de los psicoterapeutas responderí-
an afirmativamente. En El porvenir de una ilusión, Totem y
Tabú y Moisés y el monoteísmo, Freud llegó a la conclusión de
que la religión era una ilusión y que postular un Dios omnipre-
sente constituía una defensa contra los sentimientos de ansiedad
y desamparo.
De modo que, como terapeutas, si buscamos trascendencia,
no sólo ponemos en duda nuestros motivos, debemos también
enfrentar la posibilidad, aun más terrorífica, de tener que aban-
donar los supuestos básicos en los que se apoyan nuestra vida y
nuestra profesión. Temiendo que si rompen con los convencio-
nalismos perderán el sentido de comunidad con sus pares y tam-
bién su prestigio y medios de vida, muchos terapeutas prefieren
afirmar y profundizar su posición tradicional. Muchos se vuelven
obstinados, resistentes, rígidos, cuando se enfrentan con datos
que hacen poner en duda sus presunciones. Y por otro lado están
los psiquiatras que “creen”, y se vuelven renegados, desafiando y
ridiculizando la corriente principal. Dar un salto, mientras se está
tratando de construir un puente entre un sistema y otro, es sin
duda difícil.
Para enfrentar estos retos y temores, uno tiene que recurrir a
una fuente profunda de fuerza interior. Esta me fue proporciona-
da a través de una extraordinaria y monumental experiencia con
Sathya Sai Baba, que me convenció de la realidad de lo divino y
me dio la fuerza para enfrentar los temores que acompañan a la
muerte y al renacimiento.
Cuando visité a Sai Baba por primera vez en mayo de 1972,
él estaba inaugurando un curso sobre cultura y espiritualidad india
en su muy respetado Instituto de Artes y Ciencias de Brindavan.
Llegué allí, un psiquiatra de treinta y cinco años, pensando que
sabía quién era yo y de qué se trataba la vida. Cuando se piensa
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 241 -

realmente en ello, parece absurdo. Millones de años han pasado


y pasarán en una vastedad sin tiempo que sobrepasa toda ima-
ginación, y yo tenía la brillante idea (por cierto no exclusiva) de
creer que lo sabía todo al respecto. Entonces conocí a Baba y,
claro está, él destruye estas ideas muy rápidamente: humildad
instantánea.
En la actualidad, las instalaciones escolares ya están levanta-
das, pero en ese tiempo, los cursos se llevaban a cabo en un audi-
torio provisorio hecho de postes y hojas, con los monos saltando
por todos lados. De cualquier modo, había gran entusiasmo, con
oradores prominentes y estudiantes brillantes de toda la India y de
muchas partes del mundo, convergiendo para este acontecimien-
to inaugural con Baba. Los oradores se sentaron frente al podio
mientras que los estudiantes lo hicieron en el suelo. Yo fui bas-
tante afortunado al permitírseme sentarme con los oradores. Esto
fue sencillamente grandioso para mi ego, ya que eso facilitaba mi
falso concepto de que yo conocía algo de real importancia y que
yo mismo podría incluso ser considerado un maestro. Esperamos
que nuestra primera lección comenzara.
Hubo un intervalo en el programa y yo empecé a conversar
con un americano de elevada estatura y de aspecto distinguido
que estaba frente a mí. Me contó que su hijo, a punto de gra-
duarse en el Harvard Business College, había venido de vaca-
ciones a la India y había escrito a su familia que había conocido a
Dios y que planeaba quedarse aquí. Como cualquier padre preo-
cupado, él había venido para llevarse de vuelta a casa a este joven
atolondrado. Era evidente, por nuestra conversación, que el padre
era muy rico, con exitosos negocios en Occidente medio, inteli-
gente y mentalmente fuerte.
“¿Quién es este Sai Baba?”, nos preguntábamos a nosotros
mismos. “Lo más que yo puedo entender”, dijo, “es que se trata
probablemente de algo así como un Billy Graham indio”. Yo sé
más que eso, pensé para mis adentros, pero esperemos y veamos.
De pronto, se hizo un silencio, y allí a la entrada del audito-
rio estaba Baba. Se movía lentamente de un lado a otro y pare-
cía sereno, hermoso y con gran dominio. Todos los ojos estaban
vueltos hacia él; el silencio era absoluto.
Sonrió y empezó a inundar el ámbito de amor, caminando
entre los estudiantes, deteniéndose para hablar con algunos de
ellos, haciendo que todos se sintieran cómodos rápidamente. Dio
- 242 - SAMUEL H. SANDWEISS

la vuelta lentamente por la sala y empezó a aproximarse a noso-


tros. Al pasar frente a la persona que yo acababa de conocer, pal-
meó su hombro con muestras de aprobación y de repente este
hombre grande y poderoso empezó a llorar tan copiosamente que
me resultaba embarazoso mirarlo.
Sacudido por este imprevisto cambio en los acontecimientos,
pensé: “Oh, Dios mío, ¿para qué estamos aquí?”. Entonces, un
voluntario se acercó al hombre convocándolo a una entrevista con
Baba. Cuando regresó, un momento después, parecía totalmente
cambiado. Inclinándome hacia adelante, le pregunté en un susu-
rro: “¿Realmente puede materializar objetos?”. Eso era lo que me
interesaba en aquel momento: una señal material de un nivel de
conciencia más elevado que el del resto de los cientos de maes-
tros de los que siempre habíamos oído hablar.
Más calmado ahora, contestó: “Sí, puede materializar cosas,
pero lo que es más impresionante es su alegría, su bondad, su
amor”. Desde ese momento permaneció muy callado. Lo vi en el
ashram absorto en contemplación o leyendo algún libro de Baba.
Al parecer, Baba lo había deshecho y rehecho en un instante.
Bien, no había pasado mucho tiempo después de aquel
impacto y de haber presenciado directamente las más extraordi-
narias materializaciones de objetos y de haber escuchado historias
increíbles sobre el poder y la gloria de Baba (descriptos en detalle
en mi primer libro), cuando empecé a darme cuenta cuán extra-
ordinario era Baba. Los oradores podían pararse y hablar, pero
¿qué es lo que sabían? Baba aparecía, se movía con gran amor
entre la audiencia aparentemente con total conocimiento de
todos y de cada uno con extraordinaria energía, paz y equilibrio y
nadie podía quitar sus ojos de él. Estaba muy claro: los oradores,
después de todo, eran simples mortales, pero Sai Baba era algo
más. Es entonces cuando empezó mi fobia a decir discursos.
La confianza en mi antiguo yo y en lo que yo sabía se derrum-
bó: “¿Qué sucedería si Baba me pidiera que hablara a sus estu-
diantes?”, me pregunté. Llegué a darme cuenta de que yo no
sabía tanto como ellos. Realmente debería estar en la fila de atrás
y no aquí sentado con los profesores. Cada uno de los estudian-
tes conocía una realidad más allá de la mía; yo era un bebé en un
bosque. Empecé a temblar: “Oh, Dios mío, ¿qué sucedería si me
dijera que hablara?”. Esto fue mi destrucción. Comprendí que no
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 243 -

sabía absolutamente nada. Me replegué.


¡Qué formidable despertar! Seguro de que lo que estaba
observando era absolutamente real, penetré en otra dimensión de
conciencia. Despojado de todos mis preconceptos respecto de la
realidad, empecé a sentir que todo era posible. Volví a ser nueva-
mente un niño inocente: todo sinceridad y vulnerabilidad, bus-
cando a tientas mi identidad. La realidad había cambiado, era un
juego de pelota totalmente nuevo y yo no conocía todas sus nor-
mas y reglamentos. ¿Cómo tendría que conducir mi vida ahora,
practicar mi profesión, relacionarme con mi esposa y mis hijas?
Aunque perdido literalmente, físicamente sentía que una dimen-
sión interna, expansiva, estimulante, se remontaba más allá de mí
en el espacio y se proyectaba para siempre. Quizás estaba yo
renunciando a teorías y prácticas familiares para obtener a cam-
bio un conocimiento que está más allá del pensamiento, una
experiencia directa de un plano intuitivo superior. ¿Acaso este
sentimiento expansivo representaba verdaderamente una exten-
sión de la conciencia? ¿Y podía éste ser trasladado a una terapia
de mayor empatía, a un conocimiento más íntimo del otro?
Regresé a casa sintiéndome alborozado pero extremadamente
vulnerable. La gente desconfiaba de este cambio ostensible en mí.
Desde su punto de vista yo debo haberles parecido un loco de rema-
te. Pensando cándidamente que todos estarían tan conmovidos
como yo respecto a Sai Baba y a lo que él parecía representar en
términos de conciencia humana, mi esposa y yo abrimos nuestra
casa a una reunión de aproximadamente trescientas personas entre
amigos y conocidos, muchos de ellos colegas de la universidad.
Honorables y prominentes oradores hablaron de sus experiencias
con Sai Baba atestiguando sus cualidades divinas. Estas eran per-
sonas creíbles, equilibradas, decentes y decididas, que ocupaban
respetables posiciones en la sociedad. Pero, he aquí que esa noche
asistía al alejamiento de la mayoría de mis amigos y conocidos.
Todavía me saludan al pasar, pero ahora con mirada algo extraña.
Yo había colaborado en la junta médica de abortos en dos
grandes hospitales de San Diego, incluyendo al University Hospital.
En ese entonces los psiquiatras ayudaban a decidir si una mujer
debía ser sometida a un aborto terapéutico sobre la base de que
su embarazo constituía una amenaza para su salud mental. Antes
de ir a la India, yo era “liberal” y pensaba que todas las mujeres
- 244 - SAMUEL H. SANDWEISS

que querían un aborto debían tenerlo. Mi Porsche y mi motoci-


cleta sucia redondeaban aquella imagen. Ahora la renuncia a la
junta por razones espirituales —“este tipo de decisión respecto de
la vida y de la muerte, debe ser dejada para Dios y no para los
mortales”— significaba un cambio demasiado repentino como
para ser considerado totalmente cuerdo. Vendí el Porsche y la
motocicleta y compré un viejo jeep.
¿Cómo debía manejar el mundo “externo” de las relaciones y
de la profesión cuando todo en mi interior había sido transfor-
mado de este modo? Para recuperar mi equilibrio y mi presencia,
me volví hacia “adentro”, hacia la expansión del espacio, la paz y
el júbilo que había descubierto en la India, aquello verdadero, pal-
pable y experimentado exquisitamente. Sentí necesidad de pro-
fundizar mi relación con Sai Baba para encontrar solaz y protec-
ción al reafirmar todo lo que él representaba.
Y en verdad me protegió, no cabían dudas al respecto. Uno
de sus mayores milagros fue mantener mi clientela. Aun cuando
las fuentes de referencia se habían secado, a pesar de todas las
estatuas y figuras de dioses y diosas hindúes y las fotos de Baba
adornando mi oficina y aun cuando me estaba volcando a la medi-
tación y a las prácticas devocionales, a pesar de todo esto, mi
práctica prosperó. Nunca sabré por qué. Se suponía que un psi-
quiatra de mente liberal, que regresaba de India obsesionado con
Dios, que no podía parar de hablar de un hombre santo, no tar-
daría mucho en arruinarse.
Cuando fui a ver a Baba por segunda vez me llevó aparte y
me preguntó: “¿Cómo va tu clientela?”.
“¿Sabes de eso, Swami?”, repliqué con una sonrisa, “la gente
no entiende”.
Mirándome muy amorosamente, dijo: “Lo sé, lo sé, con el
tiempo lo entenderán. No te preocupes por el dinero. Todo sal-
drá bien”.
Le dije: “Bien, gracias Swami”. Y dejé de preocuparme (aun-
que no demasiado) y él mantuvo mi clientela. ¡Qué maravillosa
sensación la de su protección omnipresente en un momento de
gran vulnerabilidad! Ello cimentó la relación para siempre.
Inmerso en Sai Baba, sentí de pronto el impulso de escribir
sobre mis experiencias con él.
Ahora bien, escribir siempre había sido difícil para mí. Casi
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 245 -

desaprobé mi curso de inglés de primer año en la escuela supe-


rior y nunca logré más de “c” en los otros. No podía escribir dos
palabras juntas correctamente. Pero ahora, de pronto, no podía
parar de escribir.
Tomé posesión de nuestro dormitorio. A mi esposa esto real-
mente le encantó: papeles, lápices, gomas de borrar por todos
lados. Ella apenas podía encontrar lugar para dormir. Las pala-
bras brotaban a raudales y yo no podía pensar en nada más que
en Baba.

EN LA VIDA INTERIOR

El despertar es glorioso, pero aun así, no es fácil el camino.


Al ser desintegrado, uno queda vulnerable como un niño. Es aquí,
en esta etapa vulnerable, donde es tan fácil cometer errores y
parecer simple, donde se siente claramente la protección de
Baba. Porque sin ella de seguro que fracasaríamos. Coraje para
enfrentar el miedo, firmeza, y la protección omnipresente de
Baba: ésta es la receta del éxito. Déjenme contarles de mis erro-
res e inminente ruina para luego ser salvado a último momento,
lo que intensificó la confianza en el yo superior.
Poco después de mi encuentro con Baba instalé una sala
devocional y de meditación en mi consultorio, exactamente al
lado de la sala de espera. Criterio equivocado. Una delgadísima
pared separaba ambas habitaciones. Un día, cuando un paciente
se encontraba sentado en la sala de espera, Indra Devi, una de las
más ardientes devotas de Sai Baba entró como un rayo y, con una
sonrisa radiante, me dijo: “Cantemos bhajans”. “Perfecto, estoy
listo en cualquier momento”, repliqué feliz. Y entonces, adoptan-
do mi mejor y más respetable aire profesional me dirigí a la sala
de espera y dije: “Tardaré algunos minutos, algo ha ocurrido que
requiere mi atención y estaré con ustedes pronto”. Luego, en el
cuarto devocional nos soltamos con tambores y chinchines en
mano, y en el éxtasis cantamos con todo el corazón, palmeando,
gritando y cantando como fervientes devotos fanáticos.
Cuando volví a la realidad y miré mi reloj, vi que habían pasa-
do quince minutos. Tocándole el hombro a Indra Devi, le hice
señas de que era tiempo de terminar. Y cuando abrí la puerta de
la sala de espera, todo lo que pude ver fue una puerta abierta al
- 246 - SAMUEL H. SANDWEISS

exterior y la brisa soplando suavemente a través de una habitación


vacía. Totalmente vacía: desmaterialización.
Un joven estudiante graduado en química vino a verme. Tenía
dificultades de comunicación con sus padres quienes se mostra-
ban fríos y distantes. Como resultado, se había vuelto algo indife-
rente y desafiante a la autoridad, tendiendo a mantenerse alejado
de la gente y por ende propenso a la depresión. Los sentimientos
hacia los padres pueden ser fácilmente transferidos al terapeuta y
un paciente así puede enojarse y volverse obstinado. Era el tiem-
po en que yo empezaba a desarrollar mi relación con Sai Baba y
estaba intentando poner en práctica sus enseñanzas sobre la
meditación con el so-ham. Le había suplicado a Baba que me
enseñara cómo realizar mi práctica devocional para que nunca
me olvidara de él. Yo había logrado algunas técnicas y conoci-
mientos en mis estudios psiquiátricos pero fueron limitados.
Ahora quería sacrificar todo eso y tomar a Sai Baba como mi
único maestro para aplicar sus enseñanzas en todos los aspectos
de mi profesión. No haría más que referirme a los otros maestros
—Freud, Jung, Maslow, Perls— en mi vida profesional, y a Sai
Baba sólo cuando estuviera en casa, en mi cuarto devocional. Era
hora de transformar mi trabajo en adoración para que sirviera
como parte de mi permanente devoción hacia él.
Pero eran los comienzos de mi relación con Baba y yo bus-
caba a tientas y cometía errores. Durante esta hora de sesión con
el estudiante graduado, me sentía distante y elevado a causa de
mis ejercicios de control de la respiración y de la meditación con
el so-ham, y estaba usando la energía de mi cliente para intensi-
ficar la experiencia interna de la meditación. Y así, si él se enfa-
daba o se volvía hostil o desafiante, yo prefería no ocuparme
directamente de dichos sentimientos sino tratar de usar esa ener-
gía para estimular e intensificar la meditación. Estaba encontran-
do la forma de conectar los sentimientos con la respiración, y
aspirar realmente los sentimientos, para energizar la meditación.
Este joven empezó a percibir mi distanciamiento y se irritó. Y
yo tratando de ver el mundo exterior como la ilusión y de ver a
Baba detrás de toda acción y ver todo como energía para inhalar
durante mi meditación, me dije: “¡Oh, qué maravilloso, realmen-
te éste no es un joven que está enojado conmigo, sino tú, Swami,
mostrándome tu amor en otra forma. Déjame usar esta maravi-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 247 -

llosa energía para aumentar e intensificar la meditación”. Me


senté sonriendo. Mi cliente se enfureció: “¿De qué se ríe?”. Otra
vez dije para mí: “¡Oh, fabuloso, quieres probarme, ver si me
quedo atrapado en las apariencias y me olvido de que todo eres
tú! Pero no, no voy a reaccionar; sé que ésta es sólo una forma
encubierta de expresarme tu amor y yo voy a usar esta maravi-
llosa energía de amor para acrecentar mi meditación y sumergir-
me en tu gloria”. Continué sonriendo tranquilamente.
Ahora, al reflexionar, veo que fui ingenuo y tonto, un niño
aprendiendo a caminar y tropezando. De este modo, absorto en
mi mundo interior, había perdido el sentido de la relación más
conveniente con el mundo exterior. Mi paciente, no compren-
diendo mi indiferencia aparente, se enfureció más y más: “¡Usted
es igual a mis padres! ¿Por qué se burla de mí de este modo, no
respondiéndome, sólo riendo? ¿Por qué se conduce así?”. Enton-
ces se levantó y salió dando un portazo. Otra desmaterialización
milagrosa.
Esta temprana etapa de transición es una etapa vulnerable y,
sin la protección del mismo Dios, con seguridad pereceríamos. Y
lentamente, a través de los altibajos, los errores y los triunfos, se
logra la confianza en el yo superior y la satisfacción al experimen-
tar este yo superior nos permite ahondar esta confianza. Estare-
mos entonces preparados para la etapa siguiente: el autosacrificio.

AUTOSACRIFICIO

Tenemos también que prestar atención al mundo exterior.


Cuidar de no transformar nuestro camino espiritual en un acto nar-
cisista y egocéntrico y estar preparados para sacrificar nuestros
propios deseos y placeres para un propósito más elevado.
Debemos equilibrar nuestro mundo interior con el de afuera y ser
sensatos. Después de un breve período de luna de miel, con sen-
saciones de gran acercamiento a lo divino, en el que se nos per-
mite aislarnos del mundo exterior, somos lanzados nuevamente en
él, ahora rehechos en el espíritu. En la presente era, se nos está
permitido retraernos sólo por muy breve tiempo y luego debemos
regresar al mundo externo y espiritualizar allí nuestra tarea.
Ser personas morales y espirituales en el mundo exterior
puede suponer un sacrificio. Sai Baba dice que él puede transfor-
- 248 - SAMUEL H. SANDWEISS

mar el cielo en tierra y la tierra en cielo. A mí me parece que su


mayor milagro es que ha transformado el cielo (la superconcien-
cia, él mismo) en tierra bajo la forma de Sathya Sai Baba, para
transformarnos a nosotros (la tierra) en cielo (en él, la supercon-
ciencia). Es tarea nuestra transmutar nuestra visión de él (el cielo)
en nuestro trabajo sobre la tierra para que ésta se convierta en
cielo. ¡Qué gloriosa transformación!
Y así, a partir de la primera etapa en la que nos replegamos
en nuestro interior para desarrollar mayor confianza en el yo
superior, llega el día en que debemos regresar al mundo externo,
rehechos a la imagen de sus enseñanzas, desarrollando las capa-
cidades para operar en el mundo exterior y transformar este
mundo exterior en cielo. Este volver al mundo exterior, después
de haber estado tan satisfecho con el mundo interior, puede ser
difícil, y en último análisis, es realmente un sacrificio. Porque estar
en el mundo exterior significa estar sujetos a las tentaciones y
atracciones de los elementos inferiores y requiere un recuerdo
constante de la vida superior para evitar ser atrapado. La estrate-
gia ahora está en permanecer en el mundo exterior pero no ser
afectado por él. En cierta etapa de mi desarrollo, empecé a per-
cibir el mensaje de que debía involucrarme más activamente en el
mundo exterior. Un día, estaba caminando en el hospital, cuando
se me acercó una secretaria y dijo: “Dr. Sandweiss, debería parar
ya”. “¿Qué es lo que debería parar?”. Ella dijo: “Sus pantalones
se están cayendo, está demasiado flaco”. Antes de conocer a
Baba yo era un hombre robusto que pesaba alrededor de cien
kilos y después de conocerlo me volví un vegetariano estricto,
observaba períodos de ayuno y había bajado a ochenta kilos. Por
eso mis pantalones me colgaban y estaba llegando al extremo de
que si me ponía de perfil, algunas personas podrían tener dificul-
tad para verme. Ni siquiera mi mejor amigo me habría hablado de
esta “anorexia espiritual” hasta que una amable secretaria me dijo
que parara.
Es así como Sai Baba me ayudó a despertar a mis responsa-
bilidades del mundo exterior. Esto fue en la época que estuve con
Baba en la Navidad de 1978. Yo amo ir a la India, siempre suce-
de algo especial. Lejos de la vida agitada de aquí, las emociones
y la mente se aquietan y yo me traslado del mundo exterior al
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 249 -

interior y a un aparente estado paradójico donde se combina una


gran paz con un profundo regocijo. Es un nivel de conciencia y
una forma de vida que no puedo expresar con palabras, aunque
Dios sabe que de verdad lo he intentado.
El punto focal céntrico de Prashanti Nilayam, el ashram de
Baba, es el templo donde él vive. El entra y sale continuamente y
es así que la gente está constantemente mirando en esa dirección
y reuniéndose allí para verlo y cantarle. Y si uno es tan afortuna-
do como lo he sido de vez en cuando, puede que se le permita
sentarse en la galería justo afuera de la puerta del templo. El área
se carga de maravillosa emoción. Yo percibo allí fuertemente la
presencia de Baba y cuando él aparece en la puerta apenas puedo
resistir, ¡es tan grande la emoción! Los devotos se congregan dos
veces al día alrededor del templo para el darshan, cuando él cami-
na entre la multitud. La visión de Baba, en medio de todos esos
corazones abiertos, es muy hermosa. Me gusta quedarme en el
pórtico y recogerme en mi interior. Podía estar sentado allí de
ocho a diez horas diarias hasta que mis piernas se volvían como
postes y aun así anhelaba permanecer más tiempo.
Yo me entregaba especialmente a la meditación del so-ham.
Según Baba, el aliento mismo es un mantra o sonido muy sagra-
do: so-ham, “yo soy El”. Con cada respiración estamos diciendo:
“Yo soy El, yo soy El”, recordándonos constantemente que somos
uno con Dios. Baba dice que debemos conectar nuestra concien-
cia con cada una de las 21.600 respiraciones que realizamos cada
día, para desafiar constantemente la ilusión de dualidad. El nos
pide tomar tal determinación en nuestras vidas espirituales, y esta
experiencia me dio gran fortaleza.
Estábamos esperando una gran celebración de Navidad con
una obra especial representada por occidentales. Reinaba gran
entusiasmo en el ashram. Las mentes y los corazones de todos
los devotos estaban inundados del exquisito sentimiento del amor
y el sacrificio que Cristo había venido a dar.
Los occidentales habían estado trabajando en su obra teatral
durante semanas. Yo no había intervenido mucho en ella y a esta
altura me encontraba alejado de la mayoría de la gente excepto
de aquéllos que se aproximaban ocasionalmente con problemas
emocionales y necesitaban algo de Thorazine o Valium. Pero tra-
taba de permanecer la mayor parte del tiempo lejos de la gente
- 250 - SAMUEL H. SANDWEISS

que podía distraerme de mi atención en Sai Baba. Había oído


decir que la obra estaba pasando por ciertas dificultades surgidas
a causa de alguna reyerta y existía la posibilidad de que incluso no
se la representara. Pero eso era todo lo que sabía al respecto. Me
quedaba solo, entregado a la meditación y de vez en cuando abría
mis ojos, veía a Baba y me sentía tan regocijado y conmovido que
no deseaba volver más a la tierra.
Una hora antes de la representación, estaba sentado en la
galería con los ojos cerrados en meditación. Un silencio envolvió
a la multitud y escuché: “Sandweiss”. Eché un vistazo con mis
ojos entornados descubriendo, para mi asombro, que allí estaba
Baba llamándome. Así que corrí hacia él como una pequeña lau-
cha diciendo: “Sí, Swami”. El dijo: “Sandweiss, tú estarás a
cargo esta tarde de todas las actividades, de la obra teatral de
Navidad y de todos los números del programa”. Ahora que
estoy más fuerte en el mundo creo que, probablemente, no sería
capaz de manejar tal responsabilidad, pero en ese entonces, cuan-
do era tan vulnerable, me sentí casi impotente. Le dije: “¿Yo,
Swami?”. Y él dijo: “Sí”. Así que todo lo que me quedó por decir
fue: “Gracias”.
Pequeñas gotas de transpiración aparecieron en mi frente.
Simplemente no es fácil, el camino no es fácil en estos tiempos.
De modo que tenía la desagradable tarea de decir a las personas
que estaban a cargo, que ahora el que estaba a cargo era yo. Y
claro está, ellos no sabrían cómo tomarlo.
Muy desagradable. Y me dominó la urgencia de ir al baño. Así
que corrí a mi pequeño departamento y permanecí fuera sólo diez
minutos. Pero cuando regresé, la obra había empezado y vi que yo
no estaba a cargo de nada. Me dirigí al fondo del salón y sólo me
senté y miré a Baba y dije interiormente: “¿Estoy haciendo un
buen trabajo, Swami?”. En ocasiones, el molino de Dios muele
muy lento pero extremadamente bien. ¿Era hora de actuar más
activamente en el mundo pero permaneciendo inafectado por él?

PERMANECER AUN MAS EN EL MUNDO EXTERIOR

Un día, estaba sentado en la galería, inmerso en la medita-


ción del so-ham, realmente absorto, y Baba salió y dijo: “Sand-
weiss”. Levanté mi vista y murmuré: “¿Sí, Swami?”. El dijo: “Ven,
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 251 -

y que tu hermano (que nos acompañaba en el viaje) también


venga”.
Subimos a su auto y nos dirigimos al pueblo de Anantapur
donde él tiene un colegio de mujeres. Fue pura gracia estar con él
en ese viaje que duró una hora. Nos hizo sentir cómodos, como si
él hubiera sido un antiguo compañero de colegio. Cuando nos detu-
vimos en un paso a nivel, toda la gente del camino se acercó
corriendo. Se arrojaban al suelo, elevaban sus manos y sus brazos
en señal de adoración y lloraban e imploraban una mirada o su ben-
dición. Cuando tomé conciencia de que estábamos con el Avatar,
entonces me estremecí. Sólo estar en el auto y presenciar lo que
ocurría a lo largo del camino, era absolutamente sorprendente.
Luego continuaríamos y maya volvería y nosotros habríamos de
creer que estábamos de vuelta con nuestro antiguo camarada.
Viajando con Baba ese día, comprendí la cualidad del desa-
pego en una forma como jamás hubiera imaginado. Realmente
parecía vibrar, la energía parecía fluir de él con increíble intensi-
dad. Gran parte del tiempo parecía estar en otra dimensión.
Miraba a su interior, haciendo movimientos con su mano o se sen-
taba en cierta postura que parecía reflejar un estado que nosotros
no podíamos alcanzar. Luego, de pronto, volvía nuevamente su
atención al auto, nos hacía alguna broma o nos contaba una sim-
ple historia, estaba con nosotros como si fuéramos viejos amigos.
Después, se alejaba nuevamente.
En cierto lugar, el camino doblaba para entrar en una exten-
sa campiña llana. A unos ochocientos metros de distancia cami-
no abajo, pude divisar una pequeña mancha que imaginé sería
una persona moviéndose. Baba se inclinó hacia adelante. “Miren,
¿ven esa mujer? Ella sabe que viene Baba. Esta mujer es ciega
de nacimiento, pero está siempre feliz. Su atención nunca se
apegó al sentido de la vista. Siempre dirigió su mirada hacia
adentro. Si primero hubiera tenido vista y luego la hubiera per-
dido, estaría lamentando la gratificación que ese sentido le
hubiera podido dar. Pero su atención ha estado siempre en su
interior donde aprendió a conocerme. Ella sabe que Yo vengo.
Mírenla acercarse al camino para saludarme. ¿La ven?”.
Conforme nos aproximábamos, la anciana se incorporó emocio-
nada y con dificultad se acercó al camino inclinándose con una
reverencia y una gran sonrisa.
- 252 - SAMUEL H. SANDWEISS

Baba nunca lo hace fácil. Mi hermano Donald y yo compar-


tíamos el asiento delantero e íbamos apretados como sardinas.
El conductor estaba a nuestra derecha, Baba directamente detrás
de nosotros y Mr. Joga Rao, un contratista que había levantado
muchos edificios para Baba, a su lado. Claro está que teniendo
a Baba sentado detrás, no es posible viajar mirando sólo por la
ventanilla del frente; uno no puede quitar los ojos de él. Así que
estirábamos el cuello al máximo mirando por sobre nuestros hom-
bros, nariz contra nariz, como dos grandes perros falderos. Sin
embargo no podíamos seguir así por mucho tiempo. Aun cuando
Baba deja a la gente que lo mire todo el día, día tras día, dejarse
absorber cuando uno lo hace tan de cerca y en forma constante,
es evidentemente embarazoso. Pero aun cuando volvíamos nues-
tra mirada al costado para relajarnos por un momento, de nuevo
retornábamos a nuestro papel de perros falderos con el cuello tor-
cido y la mirada fija.
Alrededor de diez minutos antes de llegar a destino Baba miró
en mi dirección y dijo: “Sandweiss”.
“¿Sí, Swami?”, respondí estirando aún más mi cuello hasta
encontrarme con sus ojos.
“Darás algunos consejos a las muchachas”, dijo sonriendo.
Mi fobia de hablar en público gimió en agonía.
“¿Dar consejos a las muchachas, Swami?”. No se puede decir
que no a Baba; sólo quería estar seguro.
“Sí”.
“¿Sobre qué debo hablar?”.
“De cualquier cosa”, dijo, “dales consejos”.
“¿Cuántas estudiantes?”, pregunté.
“Mil”, replicó.
El resto del viaje fue muy difícil. Gotas de sudor empezaron a
formarse en mi frente mientras me esforzaba en pensar en algo
que decir. Estaba inmerso en esta meditación cuando llegamos a
la escuela. Y entonces todo cambió. La devoción de estas estu-
diantes era sobrecogedora. ¡Qué acontecimiento para presenciar:
los personajes importantes de la región, todas las estudiantes pro-
lijas e impecables, llenas de devoción y disciplina, sentadas tran-
quilamente y cantando; gente postrándose, manos unidas en ora-
ción con actitud reverencial, todos los ojos y todas las almas pues-
tos en Baba!
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 253 -

Es como llegar con la más grande celebridad imaginable.


¡Qué profunda impresión era presenciar tamaña devoción hacia
alguien con quien, sólo unos minutos antes, uno se sentía tan
cómodo como con un viejo compañero de colegio! Fue impac-
tante haber sido devuelto a esta realidad, tomar conciencia otra
vez de que habíamos estado sentados en el auto con el Avatar.
Baba salió y caminó entre la gente derramando amor… amor…
amor.
Nos desplazamos entre la gente y subimos la escalera que lleva
al amplio salón donde habríamos de comer antes de que Baba diri-
giera su discurso. Hojas cosidas juntas formando una esterilla se
alineaban en el piso de la habitación. Estas habrían de ser nuestros
platos. Antes de comer todos nos dirigimos hacia un porche abier-
to circundado por una pared de ladrillo. Estando parados con las
manos extendidas por encima de la pared, llegó alguien con una
jarra y les echó agua que salpicó el suelo. Luego, nos sentamos en
el piso con las piernas cruzadas y todos los ojos se volvieron hacia
Baba que lo hizo en un extremo de la habitación.
Traté de ordenar mis pensamientos para mi charla, pero fui
arrancado de ellos por el ruido que hacía ni hermano zambullido
con frenesí en su arroz. He aquí que el mismo hombre que había
muerto de miedo de pescarse alguna enfermedad en la India,
empujado por el hambre, comía ahora con las manos como un
indio nativo. Incluso lo encontraba divertido, aunque estaba
demasiado ocupado para reírse.
Después de la comida mi hermano y yo fuimos acompañados
a una sala de espera en la planta baja de la escuela. Yo estaba feliz
por el tiempo que tenía para ordenar mis pensamientos. Es difícil
explicar mi temor de hablar en presencia de Baba, pero es más
que miedo de hablar en público. Tiene más que ver con el que-
darse en verdad sin habla al tratar de captar el total significado de
Baba y la realidad que él representa.
En el pasado yo había cuestionado la afirmación de que la
divinidad está más allá de las palabras y de los conceptos. Ahora
empezaba a ver esto como algo más que sólo un concepto abs-
tracto. Cuando uno contempla o experimenta a Baba, algo extra-
ño sucede en los procesos mentales. Estos se vuelven borrosos y
se desvanecen y uno percibe una intensa vastedad interior donde
las palabras y los conceptos simplemente no tienen lugar. Me he
- 254 - SAMUEL H. SANDWEISS

esforzado por expresar esta gloriosa experiencia interna de


expansión e infinitud en ciertos conceptos o descripciones, pero
¡qué intento vano!
Cuando estoy realmente en contacto con Baba, la única
expresión natural es permanecer en silencio, cerrar los ojos y
sumergirme en devoción, regocijo, asombro y gratitud. Sin
embargo, él me había dicho que diera algunos consejos, de modo
que serían consejos los que trataría de dar. Además, pensé, esto
probará lo que escuché describir a otros devotos: cuando les lle-
gaba su turno en situaciones análogas, sólo se paraban, abrían la
boca y Baba hablaba a través de ellos. Ahora, podía comprobar
esto por mí mismo.
Después de un rato, Baba entró en la habitación y la iluminó
con su júbilo. Todos marchamos en fila detrás de él en dirección
al auditorio. Antes de salir, una de las profesoras del colegio me
pidió mis credenciales porque ella tenía que presentarme. Le dije
que era simplemente un devoto. Ella sonrió.
La capacidad del auditorio estaba colmada. Qué espectáculo
maravilloso: estas jóvenes disciplinadas sentadas muy erguidas
con sus rostros irradiando una gran luz de amor. En instantes más
sería mi turno. Me encaminé al podio temblándome las piernas,
abrí la boca y, ante mi gran decepción, Baba no habló a través de
ella. Fui abandonado a mis propias fuerzas; balanceándome y zig-
zagueando como un marino borracho sobre sus piernas insegu-
ras, desamparado en medio de mi fobia. Mareado y aturdido, mi
mente girando, dije mi parte: Baba está enseñando sobre las cua-
tro F*. Esto es: Sigue al Padre; enfrenta al demonio, que en este
caso era mi fobia, un demonio que Baba me hizo enfrentar direc-
tamente y con toda la fuerza; lucha hasta el fin, que era lo que
estaba tratando de hacer parado sobre mis piernas de goma, todo
el tiempo clamando a Baba por su ayuda; y termina el juego, lo
que conseguí hacer con una sonrisa en mis labios. ¡Qué alivio!
Luego Baba dijo su discurso. El sólo mirarlo es una gran fies-
ta, más aún al estar lleno de gratitud por haber terminado mi
lucha con moderado éxito. Pero al observar esta gran figura que
está atrayendo tantas personalidades notables sobre la tierra y vol-
viéndolas hacia la luz y hacia el servicio; al verlo entregar los más
profundos mensajes de todas las escrituras, tan conmovedores y
significativos, enseñándonos con parábolas e historias y sobre
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 255 -

todo al verlo entregar su gran amor y el ejemplo de su vida, uno


se siente henchido de profundo respeto. Sus movimientos, su voz,
sus gestos, su amor ¡fluyen con gran espontaneidad, rapidez e
inocencia! El funde todos los corazones. Ustedes deben presen-
ciar esto alguna vez: el amor fluyendo verdaderamente de su cora-
zón. Cantó para las estudiantes y su amor nos envolvió en olas de
éxtasis.
El habló en telugu. En ese momento, yo estaba sentado cerca
de mi hermano y me sentía tan feliz habiendo ya desempeñado
mi parte y habiendo sido invitado ahora a este discurso divino,
que estaba radiante. Aunque no podía comprender una sola pala-
bra, estaba tan atrapado por los gestos espontáneos de Baba y
por su encanto, que me inundé de amor. Se podía ver, por las
sonrisas en los rostros de las jóvenes, que ellas bebían cada pala-
bra y le devolvían inmensa devoción. Yo sonreía de oreja a oreja
y ante cada uno de sus gestos, asentía con la cabeza y le daba un
codazo a mi hermano con un lenguaje corporal que gritaba: “¿No
es grande, no es maravilloso?”. Finalmente, mi hermano me echó
una mirada y susurró en mi oído: “¡Sam, nunca he visto a nadie
entender telugu tan rápidamente!”.
Al final del discurso, Baba cantó un bhajan tan armoniosa y
dulcemente, que todos nos fundimos en la melodía de su amor. Y
cuando les llegó a las jóvenes el turno de cantarle a él con sus agu-
das voces emocionadas y vivaces uno sentía que estaba disfrutan-
do de un diálogo íntimo entre la divinidad y la inocencia.
¿Por qué Baba, nos llevas de nuestros pensamientos a las
profundidades de nuestra devoción y luego nos pides que traduz-
camos esta gran experiencia de nuevo en palabras? La medita-
ción en el so-ham, el cantar bhajans, el verte ayudando a toda
esta gente, no son ejercicios intelectuales; son ejercicios profun-
damente conmovedores y humildes experiencias espirituales,
modos de obrar más allá de los conceptos y las palabras. ¿Cómo
podemos traducir esta gran visión en palabras? ¿Qué puede uno
decir para comprender tu misterio? Y aun así, Baba, pides a tus
devotos que lo hagan.
Nos pides enfrentar nuestros puntos más débiles y que enfren-
temos y dominemos nuestros temores. Nos sacas del mundo, nos
muestras que es una ilusión y luego nos arrojas directamente de
vuelta a sus traicioneros tentáculos mientras nosotros nos aferra-
- 256 - SAMUEL H. SANDWEISS

mos a tu amor, buscando protección para nuestra vida. ¡Qué juego


increíble! Nos pides que seamos fuertes en el mundo, que no nos
dejemos atrapar por él, pero que seamos útiles, que te usemos
como modelo de actuación. Bien, te suplico que me des la fuerza
para representar bien mi papel para que así pueda conquistar una
sonrisa tuya. Trataré de vivir según tu ejemplo. Yo sé que tú no
necesitas del mundo para nada, ni en lo más mínimo. Tú eres el
amor total, la base de toda la creación; has venido para permitir a
la gente que tire de tu túnica, que te implore, que te pida toda la
cantidad de cosas variadas y extravagantes que nos tientan en el
mundo. Y tú sólo dices ¡Sí, sí, sí! ¿Oh, cómo puede uno siquiera
acercarse a tu divino ejemplo? Pero lo intentaré.
¿Acaso se deleitan cuando les permito
estar cerca de mí? De inmediato yo puedo cau-
sarles el dolor de la separación. ¿Comentan
entre ustedes que Sai se regocija cuando llo-
ran? Enseguida puedo hacerlos desternillar de
risa y seguir prodigándoles alegrías muchas
veces. ¿Sienten una sensación de elevación
porque los alabo un poco? En ese mismo ins-
tante yo puedo pinchar la burbuja por medio
del ridículo. ¿Se sienten seguros después que
les he dado mi gracia? No teman; al siguiente
momento puedo infligirles dolor y mantener-
me en silencio mientras claman por alivio. No
les permito avanzar. Yo enloquezco sus mentes
y sofoco sus egos. Averigüen cómo pueden ale-
jarse del encantador Sai, encarnación del
amor y la Luz. Averigüen la razón por la que
él es indispensable a pesar de su rol dual.

(Sathya Sai Baba)


Autosacrificio

CAPITULO VEINTICINCO

U na vez estuve con Baba en Bombay mientras él hablaba


a un grupo de educadores, hombres de leyes, científicos y erudi-
tos. La charla fue impartida en el auditorio de un edificio llamado
Bhartya Vidya Bhavan. Todos parecían educados y disciplinados
una vez que atravesaron la puerta principal. Pero, pasar por ella
fue una cuestión diferente. Era una puerta muy pequeña y todos
querían cruzarla de inmediato, en especial porque alguien estaba
allí impidiendo la entrada de algunos. Así, el abrirse paso a los
empellones me recordaba un poco a lo reñido del juego de fútbol
en la línea delantera del San Diego Charger. Pero una vez que la
atravesaron, todo quedó tranquilo. Todos esperábamos con gran
expectativa.
Después de un rato, Baba apareció en el escenario. Todos los
ojos quedaron fijos en él a medida que se movía lenta y graciosa-
mente hacia el centro del estrado, sentándose luego sobre una
alfombra en una posición tranquila. Inclinándose suavemente
sobre su izquierda y descansando sobre un brazo extendido, pare-
cía encontrarse en otra dimensión, en estado de éxtasis e inun-
dando el ámbito de bienaventuranza. Poco tiempo después se
incorporó y empezó a moverse lentamente, sonriente, entre la
audiencia, palmeando aquí juguetonamente a algunos en el hom-
bro, deteniéndose para dar aliento o dirigir allá una palabra opor-
tuna, materializando un poco de vibhuti para algún afortunado,
hasta que todos nos sentimos en profundo e íntimo contacto con
él. Lentamente, regresó al estrado y se dirigió en silencio al micró-
- 260 - SAMUEL H. SANDWEISS

fono y cantó con la voz más dulce y del modo más angelical. ¡Era
tan maravilloso! ¡Pura miel!
Después se entregó de lleno a su tarea. Comenzando lenta-
mente, su discurso —traducido al inglés por un intérprete— ganó
en fuerza y llegó a su culminación cuando abordó sus temas más
importantes y fijó dichos puntos con tal fuerza y autoridad como
lo haría un rey, un soberano, un Dios: “Es muy fácil para el
pobre seguir siendo pobre, comer con los pobres y jugar con
los pobres y asumir los sufrimientos y los problemas de los
pobres. Y es muy fácil para el rico estar con el rico, comer con
el rico, jugar con el rico y olvidarse del pobre. Es muy raro y
muy difícil para el rico vivir con el pobre, comer con el pobre,
asumir los problemas y sufrimientos del pobre. Pero es esto lo
que estoy diciéndoles que hagan. Vayan hacia los pobres, vivan
con los pobres, permanezcan con los pobres, los desampara-
dos, los que sufren y sírvanles”.
Me sentí francamente anonadado ante el poder y la autoridad
de tal declaración. ¡Qué maravilloso el mensaje que se nos trans-
mitió y con qué autoridad fue dicho! Mi hermano nos acompaña-
ba en este viaje y le dije: “Donald, ¿escuchaste eso? ¿Escuchaste
lo que dijo que debíamos hacer?”. Yo me sentía terriblemente
emocionado porque lo tomé muy a pecho. Y mi hermano me
dijo: “Sí, sí, todos los líderes religiosos hablan de ese modo”.
Más tarde, después de regresar a Brindavan desde Bombay,
estuve parado junto a Baba. El debió haber sabido que yo estaba
impresionado con su discurso y yo me preguntaba si tendría la
fortaleza para llevar a cabo sus enseñanzas. Con una amable son-
risa miró en mi dirección y dijo: “¿Te gustó mi discurso?”. Yo le
dije: “Swami, ¡estuviste espléndido!”. Con una amplia sonrisa,
replicó: “Sí, estuve enérgico, ¿verdad?”.
¿Somos tan fuertes como para hacer lo que consideramos
correcto? Y si renunciamos a nuestras riquezas materiales, posi-
ción y comodidades en pos de estos ideales, ¿acudirá el Señor
mismo a protegernos, enseñarnos y ayudarnos? Para entonces,
yo tenía tal confirmación de que Sai Baba realmente entra direc-
ta y concretamente en nuestras vidas si las volvemos hacia él, que
estaba dispuesto a intentar un pequeño sacrificio. Lo que real-
mente quería hacer era levantar todo y mudarme a la India, con
gran alarma de mi esposa. Pero cada vez que le pedía permiso a
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 261 -

Baba, me mandaba de vuelta a los Estados Unidos.


Así que decidí desarrollar las capacidades que podría emplear
algún día si Baba me permitiera vivir a su lado. Decidí adquirir algu-
na experiencia trabajando con los pobres en una clínica y quizás
algún día podría atender o desarrollar un programa clínico de tra-
tamiento externo en el hospital de Baba. Claro está que me pre-
gunté a mí mismo ¿qué necesita un Avatar de un psiquiatra?, pero
aún así, uno debe tener un sueño y quizás este sueño podría hacer-
se realidad. Baba en verdad insiste en que perfeccionemos nuestras
capacidades para el día en que decida permitirnos trabajar directa-
mente con él, como instrumento para llevar a cabo su misión.
De regreso a San Diego, fui a una clínica en una zona caren-
ciada para entrevistarme con la jefa del departamento psicosocial.
Le dije que me gustaría trabajar como voluntario medio día por
semana, y ella se sintió encantada. Me habló sobre el trabajo que
se realiza en la clínica y luego me dijo que tenía una pregunta para
hacerme: “Usted es el primer médico que se ha presentado aquí
ofreciéndose como voluntario. Todos están ganando mucho dine-
ro afuera. Entonces, ¿por qué está haciendo esto?”.
Vacilante comencé: “Bien, si realmente usted quiere saber…”;
yo era todavía bastante ingenuo al pensar que la gente compren-
dería mi experiencia con Baba. Sin importar cuántas veces me gol-
pearon la nariz por abrir apresuradamente mi bocaza, parece que
no puedo parar de hablar de Baba. Así nuevamente “metí la pata”
y dije: “Porque el Señor de toda la creación —si es que usted puede
creer esto— el Señor de todo el cosmos, aquél que ha creado el
mundo simplemente con un pensamiento, ha venido en forma
humana y está vivo en la India. El está realmente aquí, caminando
sobre la tierra, enseñándonos en este preciso momento. ¡Qué gra-
cia extraordinaria! ¡Qué júbilo tan puro e infinito! Y nos indica que
vayamos hacia el pobre, hacia el que sufre y le sirvamos”.
Y el milagro de todo esto fue que aun cuando pareció algo
desconcertada, dijo: “Bien, empecemos la semana que viene”.
Y así, trabajé en la clínica, dedicando mi tiempo en forma
voluntaria, realizando cosas con las que estaba familiarizado y no
sucedió nada nuevo o asombroso. Pero me enseñó que uno tiene
que empezar lentamente y ser paciente. Progresar en el camino
lleva tiempo, perseverancia y firmeza y una gran dosis de pacien-
cia. Así pues trabajé en la clínica alrededor de un año, aunque yo
- 262 - SAMUEL H. SANDWEISS

no parecía ser muy eficaz ni estar aprendiendo demasiado. De


hecho, fue algo aburrido, para decir la verdad. Finalmente, decidí
dejar. Poco después vi un aviso en un periódico solicitando médi-
co-director para un programa de tratamiento externo. Eso era jus-
tamente lo que estaba buscando, un establecimiento donde podría
adquirir experiencia dirigiendo un programa en una comunidad
en desarrollo, para gente mentalmente discapacitada que asistiría
cinco días por semana durante siete u ocho horas diarias para una
experiencia estructurada, enriquecedora, educativa y terapéutica.
Y obtuve el puesto.
No iba a cometer dos veces el mismo error. Me dije: “Sam,
no tienes que hablar del Señor encarnado, no necesitas contar a
todos tus experiencias con Baba. Si simplemente puedes vivir su
mensaje, sé amable y agradable: ésa es la forma. No causes pro-
blemas. Has conseguido un buen trabajo aquí, ahora sólo contró-
late”. Así, con esta resolución, inicié el programa. Ellos me res-
petaban y me tenían simpatía, y a mí ellos me agradaban. Nos
entendíamos perfectamente.
Un día, al mes y medio de haber empezado, el personal y yo
fuimos a visitar un hogar asistencial, un establecimiento residen-
cial estructurado para gente sumamente incapacitada para vivir
independientemente. Queríamos ofrecer nuestros servicios y
proporcionarles algún beneficio. Mientras caminábamos por la
zona de estacionamiento, alguien preguntó: “¿Qué auto usare-
mos? Sam, ¿qué te parece si usamos el tuyo?”.
Respondí: “Está bien”, antes de darme cuenta de lo que esta-
ba haciendo. Yo tenía un jeep pequeño y maltrecho, no de muy
mal aspecto visto desde afuera, pero por dentro, estaba total-
mente cubierto de fotografías de Sai Baba y había varillas de
incienso sobresaliendo por todas partes. Era éste un extraño tem-
plo rodante de la nueva era. Así que empecé a preocuparme.
“¿Qué les parece… no podríamos usar otro?”.
“Vamos Sam, iremos en el tuyo”. Porque querían ver cómo
era el auto de un psiquiatra de buena posición. No tenían la
menor idea de que no soy rico, pero se enteraron cuando vieron
mi auto. Y cuando abrí la puerta: ¡BUM! Creo que fue un impac-
to fantástico. Silencio. Como si nadie hubiese visto nada.
Entonces, el más valiente, preguntó: “¿Quién es?”.
“Oh, es un amigo”, respondí.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 263 -

El misterio de Sai Baba es realmente extraordinario. ¡A qué


pruebas nos somete, a nosotros, pobres criaturas! Claro está, uno
puede decir que es un espejismo, que todo es un sueño, y que yo no
reacciono y que ellos no reaccionan y que en realidad no se sienten
incómodos, que yo soy solamente el “yo”, el eterno testigo. Pero,
ustedes saben, mientras estemos en este cuerpo, reaccionamos en
cierta medida, de modo que yo me estaba sintiendo mal. Alguien,
cortésmente, trató de armar una pregunta: “Alguna vez subes con
el jeep a la montaña?”. “No, no muy frecuentemente”. Esa fue toda
la conversación. Cuando llegamos, yo estaba enfermo.
La junta y el cuerpo asistencial estaban integrados por unas
siete personas y nosotros sumábamos otras cinco. Yo estuve
embotado durante toda la conferencia. Supongo que todos con-
tribuimos un poco, pero no puedo recordar mucho de lo que
sucedió. Después, el jefe del programa nos mostró las habitacio-
nes, nos presentó a algunas de las autoridades y nos hizo recorrer
las instalaciones.
Cuando finalizamos la visita, comencé a sentirme molesto,
anticipándome al viaje de regreso. Terminamos en el frente del
edificio: los constituyentes de nuestro programa y el jefe de ellos,
a quien yo nunca había visto antes y que parecía muy amable.
Entonces, ocurrió algo extraño. Este joven, jefe del progra-
ma, vino a mí, con las manos entrelazadas en el gesto devocional
de plegaria que uno emplea para saludarse en la India. Y con una
amplia sonrisa me preguntó: “¿Es de Swami el anillo que llevas?”.
Señaló el anillo que Baba me había materializado y yo esbocé una
gran sonrisa. ¿Pueden imaginar este giro de los acontecimientos?
Yo antes era un cero a los ojos del personal y ahora era un héroe.
“Swami es también mi gurú”, proclamó lleno de júbilo. Ambos
nos volvimos niños sonriendo ampliamente mientras él me con-
taba sobre su viaje a India, de cómo se enfermó gravemente en el
norte y fue salvado por Baba.
Era maravilloso. Sabemos, que hay diferencia entre ser un
héroe* o un cero*. Donde sí lo hay es en la fe y la tolerancia que
se desarrolla cuando él nos da la gracia de una dulce y amorosa
muestra de su omnipresencia. Cualquiera sea el juego —y el juego
puede ser tremendamente misterioso y difícil— debemos tener fe,
* El autor juega con la similitud fonética entre “zero” y “hero”. (N. de la T.)
- 264 - SAMUEL H. SANDWEISS

perseverancia y paciencia y saber que él está siempre con noso-


tros. Podemos cometer toda clase de equivocaciones y sentirnos
como si fuéramos un cero, pero eso realmente no importa. Si
realmente resistimos lo suficiente y con una fe suficientemente
firme, él nos dará una visión más profunda, ése es su juego. Sólo
esperemos. El salva únicamente en el último momento.
Lo que importa es aferrarse muy fuertemente a él. Entonces,
toma la responsabilidad de enseñarnos y de salvarnos. Sólo debe-
mos desarrollar la fe de que lo que suceda, sin importar cómo se
lo vea desde el mundo material externo, es realmente una gracia
y que a través de ella, está impartiendo la más profunda percep-
ción espiritual. Y a esta percepción no se accede fácilmente. Nos
enseña que para huir del sufrimiento y del dolor debemos anhelar
a Dios con la intensidad con que un niño llora por su madre,
como un mendigo hambriento y lastimoso clama por un bocado
de alimento.
No es una percepción fácil de lograr; el ego debe ser abatido
antes de que logremos una clara visión de lo divino. Pero no nos
preocupemos por esta tarea pavorosa, no temamos, simplemen-
te aferrémonos más fuertemente al borde de su túnica. Y enton-
ces, un día, en un abrir y cerrar de ojos, él vendrá con toda su glo-
ria demostrándonos que ha estado siempre con nosotros. Cuando
transformemos nuestras vidas en una práctica devocional, cuando
lo sacrifiquemos todo por el Señor, él mismo vendrá para mos-
trarnos que ha estado siempre con nosotros y está ahora aquí
para protegernos y salvarnos.

Mi muy amado,1
Tú preguntas cómo sabrás cuándo
yo estoy cerca de ti.
Cuando en una noche sofocante
Todo es caluroso y está calmo,
Y la primera brisa fresca
Roza tus mejillas
Piensa en mí.
Cuando el dolor del hambre es aplacado
Y la soledad es traspasada por la felicidad
1 Carta poética de Sai Baba para un devoto.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 265 -

Piensa en mí.
Cuando tu boca está reseca
Y apenas puedes hablar,
Y con el primer sorbo de agua fresca
Te estoy calmando
Piensa en mí.
Cuando salpico tu rostro con una fresca llovizna
Y riego la tierra, las hojas marrones y secas,
Y con el primer olor a tierra mojada
Te estoy purificando
Piensa en mí.
Cuando el dolor se disipa
Y desaparecen las lágrimas
Piensa en mí.
Cuando los ojos fijos están horrorizados
Por las crueldades de la vida,
Y con el primer destello del silencioso sol poniente
Te estoy confortando,
Piensa en mí.

Luego preguntas cómo sabrás cuándo tú estás


cerca de mí.
Cuando el ardiente sol
Te ha resecado a ti y a la tierra;
Y la arena y el polvo cubren tus ojos
Ni la mínima sombra te rodea
Y tú me amas.
Cuando a la soledad la acompaña el hambre
Y ninguna es satisfecha
Y tú me amas.
Cuando tus labios están agrietados
Tu lengua sabe a arcilla
Tu garganta está cerrada
No hay agua por aquí ni por allá
Ni siquiera un espejismo está a la vista
Y tú me amas.
Cuando el dolor se vuelve intolerable, sonríes
Y me amas.
Cuando me apodero
- 266 - SAMUEL H. SANDWEISS

de tu más preciada posesión,


Y apenas perdida de vista
la oscuridad te envuelve
Y tú me amas.

Porque todo lo que ves, oyes, hueles, gustas o tocas me


pertenece. Por lo tanto, cómo puedes darme lo que yo ya
poseo, sino tu amor. Y eso yo te lo entregué antes del comien-
zo de los tiempos como la posesión de tu alma. Cuando tú me
lo devuelvas, entonces sabré que tú de verdad eres mío y yo
disolveré en mí tu dolor y tu felicidad; siendo aquello, yo, te
situaré por siempre en la bienaventuranza. Porque te amo y
pienso en ti constantemente.
De tu más amante Padre.
El Auditorio Purnachandra es el auditorio sin columnas más
grande del Lejano Oriente. A la izquierda de la pared del fren-
te, de derecha a izquierda, se encuentran las figuras de los cua-
tro maestros más importantes del mundo: Krishna, Jesucristo,
Buda y Zoroastro, y a la derecha, los principales Avatares de la
tradición hindú.
El auditorio Purnachandra es el auditorio sin columnas más grande
del Lejano Oriente. A la izquierda de la pared del frente, de derecha
a izquierda, se encuentran las figuras de los cuatro maestros más
importantes del mundo: Krisna, Jesucristo, Buda y Zoroastro, y a la
derecha, los principales Avatares de la tradicion hindú.

PARTE III. El Maestro del mundo


En este libro me he propuesto demostrar
que Sai Baba puede ser la más perfecta evi-
dencia viviente del principio espiritual más
elevado y de la realidad del Atma, de la pro-
longación de nuestra alma más allá del espa-
cio, del tiempo y de la muerte. He señalado
su relevancia respecto de las ciencias de la
conducta y cómo la comprensión profunda de
su realidad pondrá alma y sustancia en nues-
tra esfera de actividad. Más allá de esto, sien-
to que es primordial considerar la importan-
cia de Sai Baba para la humanidad y su
impacto sobre la conciencia total.
En esta sección examinaremos la posibili-
dad de que Sai Baba pueda ser en efecto un
maestro universal de estatura sin igual. Haré
el comentario de una conferencia mundial de
la Sathya Sai Service Organization llevada a
cabo en Prashanti Nilayam, en el sur de India,
en noviembre de 1980. Después transcribiré
un discurso pronunciado por Sai Baba con
respecto a la naturaleza y significado de sus
milagros. Finalmente, informaré sobre una
entrevista excepcionalmente reveladora con-
cedida por Sai Baba al Sr. Karanjia, editor
principal del periódico Blitz, uno de los más
importantes de India. Aquí Sai Baba da a
conocer y trata algunos aspectos centralmen-
te importantes concernientes al significado de
su vida y de su misión en el mundo.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 269 -

La Conferencia
Mundial

CAPITULO VEINTISEIS

L a Tercera Conferencia Mundial de la Organización Sri


Sathya Sai tuvo lugar entre el 19 y el 21 de noviembre de 1980,
en la pequeña aldea india de Puttaparti. Sai Baba convocó a este
encuentro a los miembros de sus grupos de servicio de todo el
mundo. ¡Qué felicidad asistir a un acontecimiento que demostró
ser tanto un mensaje como una visión, que revelaban señales y
milagros de una verdad espiritual y el alborear de un nuevo orden
mundial centrado en esa verdad! R. N. Goenka, en un artículo
publicado el 16 de noviembre de 1980 en la edición del periódi-
co indio Sunday Standard Magazine, escribió:

Se estima en la actualidad que Sai Baba cuenta con


más de treinta millones de seguidores y que la Organi-
zación Sathya Sai posee hoy en día más de quince mil cen-
tros distribuidos en sesenta y cuatro países. Este movi-
miento parece estar encabezando una revolución que es
más poderosa y persuasiva que ninguna otra conocida por
el hombre hasta ahora. No es ni política, ni económica, ni
científica, ni tecnológica. Es más profunda y fundamental.
Es una revolución espiritual que tiene como medio y fin al
amor y a la compasión. Es la esperanza para la humanidad.
- 270 - SAMUEL H. SANDWEISS

EL LUGAR

Al llegar a la ciudad montañosa de Bangalore, unos 720 kiló-


metros al sur de Bombay, con una población de cerca de un millón
de habitantes, nos encontramos con grandes carteles de bienveni-
da desplegados a la entrada del aeropuerto. Similares pancartas se
desplegaban a los costados del camino durante todo nuestro tra-
yecto de 190 kilómetros hacia la aldea de Puttaparti. El viaje de
tres horas y media fue interrumpido por períodos de descanso en
los cuales los voluntarios Sai servían café, té y galletas.
Prashanti Nilayam (Morada de la Paz Suprema), el ashram
de Sai Baba, es el lugar de peregrinaje de cientos de miles de per-
sonas del mundo entero. Su ubicación justo en las afueras del pue-
blo de Puttaparti, lugar de nacimiento de Sai Baba, habla mucho
de sus valores.
Aun cuando Sai Baba es ahora famoso en toda la India y
pudo haber elegido cualquier otro lugar para su ashram, perma-
nece cerca de la aldea de su nacimiento sirviendo, apoyando y
protegiendo aún a su familia, a los amigos de la infancia y a los
pobladores de la villa. Dice a sus devotos que la amistad debe
madurar y hacerse más profunda con la edad, que “lo viejo es
oro” (old is gold).
Devotos del mundo entero han rogado a Baba que visite sus
países. “Una persona debe tener primero fuerza suficiente para
cuidarse por sí misma”, dice, “y si le restan aún fuerzas, debe-
rá servir a su familia, a su comunidad, a su ciudad, a su esta-
do y luego al país”. Sólo cuando se es capaz de servir a la gente
de este modo, se tiene el derecho de salir de la patria y dar con-
sejos, dice Baba.
Sai Baba parece poseer un atractivo universal acercando a
todas las razas, credos, nacionalidades, religiones e idiomas;
gente de todos los niveles de vida, educación y cultura; gente
generalmente separada por incontables fronteras y diferencias,
reunidas ahora todas como una sola familia, que vino para este
evento en un número estimado de doscientos mil.
Sentado entre esta vasta multitud, experimentando la intensi-
dad del poder, la energía y la emoción que fluye en la gente, uno
se pregunta qué abriga el alma de este ser que así atrae e inspira.
Un niño indio nacido en una oscura y remota aldea india, un ver-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 271 -

dadero campo de pastores, se ve rodeado, en la actualidad, por


una impresionante masa de ladrillos y cemento, de almas y cora-
zones.
La planta física que albergaba a esta multitud era inmensa y
aún estaba en proceso de crecimiento. Cientos de acres de terre-
nos alguna vez vacíos, están ahora ocupados por edificios de
todas las formas y tamaños. Los edificios y las grandes estatuas
de dioses y diosas hindúes que los adornan, brillan con sus suaves
colores pasteles, rosados, amarillos y azules, en un reluciente
escenario de ensueño subrrealista. Los dormitorios que bordean
la periferia del ashram alojan a miles de devotos. En el interior se
levantan el sagrado Mandir (Templo) donde vive Baba, y el
Auditorio Purnachandra —colmado ahora en su capacidad de
veinte mil personas—, que es el auditorio sin columnas más espa-
cioso del Lejano Oriente.
Tras los muros que rodean al ashram, en una superficie aproxi-
mada de 2,50 km2, se levantan cuatro imponentes edificios de
tres y cuatro pisos que forman un complejo educativo integrado
por: una escuela elemental, una escuela secundaria, un Instituto
de Artes y Ciencias para hombres, el Instituto de Estudios
Superiores Sri Sathya Sai, con internado, aulas, auditorios y cen-
tros de trabajo. ¡Tan respetado es este instituto, que es la prime-
ra universidad reconocida por el Gobierno de India desde la inde-
pendencia en 1947! Estas son las manifestaciones, en ladrillo y
cemento, del principal interés de Sai Baba por la educación de los
jóvenes.
El éxito de su programa se mide por la excepcional calidad de
sus estudiantes y por sus ya evidentes contribuciones y logros en
la sociedad india. El Gobierno de la India está tan impresionado
con los resultados del programa orientado a la espiritualidad, que
ha adoptado un aspecto del mismo en todas las escuelas elemen-
tales de la India. Reflejando la orientación de Sai Baba de que “el
fin de la educación es el carácter”, bajo la denominación de
“Educación en Valores Humanos”, el programa enseña los valo-
res fundamentales compartidos por todas las religiones. Se estu-
dian las vidas de los santos y de los grandes espíritus de todas las
religiones, poniendo especialmente el énfasis en el desarrollo de
la fuerza moral y del buen carácter.
- 272 - SAMUEL H. SANDWEISS

PERSONAS Y ACONTECIMIENTOS

Al llegar a Prashanti Nilayam, mi esposa Sharon, nuestras


hijas gemelas Ruth y Rachel de trece años de edad y yo, fuimos
alojados en un edificio circular de seis pisos de altura que acaba-
ba de ser construido. Nuestros vecinos eran hombres muy com-
petentes y respetados en el mundo entero. Ravi Shankar, intér-
prete indio de cítara, mundialmente famoso, exitosos hombres de
negocios de Suecia, Italia, América Central, India y Estados
Unidos —habiendo algunos de ellos renunciado a todo para vivir
cerca de Sai Baba— médicos, científicos, abogados, periodistas,
políticos, generales, todos formando una familia verdaderamente
internacional.
Alumnos y profesores de la Universidad de Sai Baba, todos
vestidos de blanco, inmaculadamente limpios, de excelentes
modales, siempre amables, atentos, humildes y felices, servían
comida occidental a los visitantes. Todo esfuerzo era realizado en
aras de nuestro confort —desde hacer mandados hasta servir a
otros, lavar platos y limpiar el suelo—. ¡Cuán asombroso es
encontrar a estos mismos servidores diciendo profundos y emoti-
vos discursos frente a miles de personas en el espacioso Auditorio
Purnachandra durante el transcurso de la Conferencia! Habiendo
terminado, abandonaban el estrado rápidamente y sin ostenta-
ción, y se apresuraban a regresar a sus lugares de trabajo, no
necesitando demostrar nunca que eran otra cosa más que servi-
dores. ¡Qué lección para mis hijas, qué lección de humildad para
mí!
Las escenas y sonidos embriagadores, las actividades y la
gente, todo era captado por equipos de filmación, fotógrafos y
hombres de prensa. Sai Gita, la elefanta mascota de Baba enjae-
zada de gala, iba a la cabeza de los desfiles y procesiones. Monos,
asnos, perros, cuervos, búfalos, lagartijas y gallos formaban el
variado contingente animal. Gaitas y bandas, tambores, clarines y
trompetas proporcionaban frenéticos sonidos musicales. Ceremo-
nias, rituales, arreglos con cintas y guirnaldas, fuegos de artificio,
representaciones teatrales, consagraciones y discursos, cantos,
danzas y actuaciones de los más prominentes músicos de la India,
llenaban los días de emoción.
Los discursos pronunciados por diversidad de hombres y
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 273 -

mujeres distinguidos, provenientes de diferentes ambientes y paí-


ses nos ilustraban respecto a la extensión y significación de este
movimiento internacional. El Dr. V. K. Gokak, eminente escritor,
poeta, profesor y educador, ex vicecanciller de la Universidad de
Bangalore y ex director del Instituto de Estudios avanzados de
Simla y autor de más de treinta libros en inglés y kannada, pro-
nunció el discurso de apertura. Habló del surgimiento de un
nuevo orden mundial centrado en un sentido de hermandad,
humildad y amor en el cual estaríamos todos involucrados.
Fueron presentados libros de todos los rincones de mundo,
traducciones extranjeras de las enseñanzas de Baba, así como
también sus biografias. Golden Age (Edad de Oro) 19801 es una
compilación de artículos de distinguidos escritores y educadores,
producida por The Kingdom of Sathya Sai (El reino de Sathya
Sai), un grupo de graduados de las universidades de Sai Baba.
Esta mostraba la influencia Sai ya presente en todas las dimen-
siones y aspectos de la sociedad mundial, así como también la
gran estima que se tiene por él en su propio país. En la actuali-
dad, Baba es considerado el hombre santo viviente más respeta-
do y más admirado de India.

EL MENSAJE

Durante esta conferencia Baba pronunció una serie de con-


movedores discursos. Siempre empieza cantando un tema central
o mensaje y después habla durante una hora y media, sin notas,
siempre con naturalidad, con espontaneidad y total fluidez y gra-
cia. Parece estar guiado por alguna visión interna, difícil para
nosotros, mortales, de entender plenamente. Cuando nos mira,
no debemos vernos como cuerpos separados como nosotros lo
hacemos, sino como una refulgente y gloriosa luz, olas oceánicas
de luz que unen un corazón con otro, fundiéndonos en un radian-
te cuerpo de luz y amor. Debe ser así, porque él está siempre
hablando de esta realidad y dice que Cristo también habló de ello
cuando dijo: “Ustedes son todos uno, hijos míos. Sean todos igua-
les”. Fue sobre esta unidad, esta unicidad, esta realidad átmica2
que habló más intensamente, enseñándonos, con una sonrisa
1 Detalle al final del capítulo.
- 274 - SAMUEL H. SANDWEISS

plena de amor y compasión, a ser servidores de todos porque


Dios está en todo.
A veces, Baba realiza repentinos cambios en la dirección de
sus pláticas, como respondiendo a la necesidad de un devoto o
percibiendo que es el momento justo para impartir una determi-
nada enseñanza. Durante un discurso especialmente memorable,
hizo un repentino cambio para revelar algunas interesantes infor-
maciones históricas y espirituales. Quizás se debió a que, por pri-
mera vez, estaban presentes varios grupos de rusos y chinos. De
todos modos, Baba de pronto, empezó:

Alrededor del año 1917, Stalin subía en Rusia. Se


produjo un gran cambio en el orden social. Un hombre
llamado Wolf Messing se acercó a Stalin para hablarle
de la realidad del atma, el fundamento oculto, el yo
real, el aspecto divino, infinito del hombre.
Stalin no fue capaz de entender a Wolf Messing y su
mensaje y lo que siguió fueron dificultades y sufrimien-
tos en Rusia. Wolf Messing se dirigió luego a Viena. Allí
conoció a Freud quien se mostró muy entusiasmado y
quiso estudiarlo, pero Messing no tuvo interés y siguió
su camino. En 1937, cuando este cuerpo contaba con
sólo once años de edad, yo me encontraba caminando
cerca de una estación de ferrocarril. En el andén se veía
a un hombre solo esperando el tren. Había venido a
India a ver a los grandes santos y a encontrar más evi-
dencia de su visión del atma. Cuando me acerqué, sus
ojos se miraron en los míos y se inundaron de lágrimas.
Le invadió una emoción y júbilo más allá de todo límite
y empezó a correr tras de mí. Alcanzándome, dijo llo-
rando: “Te amo, te amo, te amo, te amo”.

Y mientras Baba decía esto, rebosaba de exquisito gozo,


enviando olas de amor y emoción a la audiencia. Nos sentimos
electrizados. Baba continuó:
Este hombre se precipitó sobre mí y tomó mi mano. Se
sentía lleno de alegría, en éxtasis. Mis amigos se asustaron
2 Ver págs. 151/2.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 275 -

pensando que iba a llevarme. Lograron asirme y empezaron a


tirar de mí para arrancarme de sus manos y me sacaron del
andén. Aunque este hombre soltó este cuerpo, sus ojos nunca
dejaron de mirarme hasta que quedé fuera del alcance de su
vista. Era Wolf Messing. El había visto al atma.

NOTA:

Los títulos y autores consultados para este libro, incluyen:


God Fulfills Himself, del honorable Sri V. R. Krishna Iyer, distinguido juez de la
Suprema Corte de la India.
The Sathya Sai Era: Glimpses of a Spiritual Revolution, del Dr. Duane
Robinson, profesor universitario, sociólogo y trabajador social.
What Sri Sathya Sai Baba Means to Me, de Sr. V. K. Narshimhan, periodista
conocido internacionalmente. Fue director adjunto de The Hindu y director del
Indian Express, el más importante periódico de la India y también del Financial
Express y Deccan Herald.
The Second Coming Has Come! de Ron Laing, escritor inglés dedicado a fenó-
menos sobrenaturales.
The Finger of God de Howard Murphet, maestro, periodista y escritor australia-
no. Autor de Sai Baba, el Hombre Milagroso, considerado como el primer libro
occidental más importante referente a Sai Baba. También ha escrito su segundo
libro Sai Baba Avatar.
Grains of Grace de Sri Govind Narain, gobernador de Karnataka.
At His Blue Lotus Feet de Charles Penn, gerente de propaganda de una Editorial
en Los Angeles y editor de diarios técnicos en Australia y Canadá.
An Avatar’s Reality, His Powers and His Mission de Sri Maharajakrishna
Rasgotra, actualmente embajador indio en Francia y ex embajador indio en
Marruecos y Túnez, y alto comisionado en Londres en ejercicio.
The Oneness of Jesus Christ and Sathya Sai Baba del Rev. Robert E. Pipes,
ministro bautista de los Estados Unidos.
Reflections de R. R. Diwakar, actual presidente de la Fundación Gandhi de la Paz.
Brighter Than a Thousand Suns de C. C. Chang, ex profesor de matemáticas en
la Universidad de California.
Preparation for the Boon, del Dr. William M. Harvey, Director del Instituto de
Narcóticos de St. Louis, Missouri. Es profesor en la Washington University en St. Louis.
Baba and His Materializations del Dr. Man Mohan Varma, científico que ha ense-
ñado en las Universidades de Oklahoma, Tuft y Harvard.
All the World’s a Stage de Christopher St. John, productor de cine, director,
escritor y actor.
The Priest and The Avatar del Rev. Canon John Rossner, sacerdote anglicano y pro-
fesor de religiones comparadas, en la Concordia University en Montreal, Canadá.
The Avatar’s Time-Clock del honorable juez Sr. V. Balakrishna Eradi, actual-
mente juez principal en la Suprema Corte de Kerala.
Coming Home de Peggy Masson, talentosa escritora inglesa.
- 276 - SAMUEL H. SANDWEISS

Singular and Plural del profesor N. Kasturi, biógrafo de Sai Baba, notable humo-
rista y profesor de historia.
My Beacon de V. K. Pillay, cirujano ortopedista y profesor de la Academia de
Medicina, en Singapur.
Comunicating Divinity de Richard Bock, notable productor occidental de las
películas de Baba.
A Tribute to Baba del Pandit Ravi Shankar, citarista, compositor y director de
música internacionalmente conocido.
Sri Sathya Sai Baba: The World Phenomenon de Sri J. Jegathesan, director de
Promoción de Inversiones del Malasian Industrial Development Authority de Kuala
Lumpur.
My Spiritual Journey to Sathya Sai Baba de Victor Kanu, ex alto comisionado
de Sierra Leona en Gran Bretaña, Noruega y Suecia.
The International Problem del Dr. John S. Hislop, distinguido académico, hom-
bre de negocios, administrador, filósofo y presidente de la Organización Sathya
Sai en los Estados Unidos.
The Sathya Sai Theory of Education, del Dr. V. K. Gokak, prominente escritor,
poeta, profesor y educador.
One Flower does not Make a Garland, del Dr. Somnath Saraf, actual asesor prin-
cipal del International Institute for Educational Planning de la UNESCO, en París.
The Battle of love de Nityananda Menon, presidente de Kingdom of Sathya Sai
y uno de los primeros graduados de la universidad de Sai Baba en Brindavan.
True to His Nation, del Dr. Erlendur Haraldsson, profesor asociado de Psicología
en la Universidad de Islandia.
Parapsychology and Sathya Sai Baba, del Ing. Karlis Osis, parapsicólogo inter-
nacionalmente conocido y socio de la American Society for Psychical Research.

“Dios representa el principio divino con-


cretizado que es inmanente en el universo. Es
lo que impulsa al rocío a gotear; al loto a flo-
recer; a la mariposa a volar y al sol a elevarse.
Es todo el poder, toda la sabiduría, todo el
amor, todo el milagro que siempre existió,
existe y existirá.”

(Sathya Sai Baba)


Señales
y Milagros

CAPITULO VEINTISIETE

L as materializaciones de vibhuti (ceniza sagrada), de obje-


tos religiosos, talismanes y regalos; de peces y panes para los
pobres; el resucitar a los muertos. ¿Cuál es el significado de estas
señales y prodigios, cuál es el propósito, cuál es su fin? ¿Son
éstos, en verdad, indicios de una conciencia superior quizás uni-
versal? De ser así, ¿puede la conciencia individual del hombre
expandirse y realmente fundirse con esta Conciencia Universal?
¿Cómo puede la conciencia evolucionar hasta esta dimensión?
Sai Baba, en un discurso espiritual pronunciado el día de su
cumpleaños, el 23 de noviembre de 1976, hace referencia a estas
cuestiones. Bajo el título de “Señales y milagros”, habla de con-
ceptos espirituales no comprendidos por la psicología occidental.
Intentaremos captar el significado.

SEÑALES Y MILAGROS

El conflicto entre las personas que aceptan a Dios y las


que lo niegan, y aquéllos que declaran que Dios ha de ser
encontrado en este lugar y las que afirman que no puede ser
encontrado en ninguna parte, nunca termina, ha continuado
a través de los tiempos. Al considerar esta situación, debe-
mos recordar que mientras es innecesario despertar a una
- 278 - SAMUEL H. SANDWEISS

persona que ya está despierta y es fácil despertar al que está


dormido, no podremos, por mucho que intentemos, desper-
tar a quien finge estar dormido. A las personas que saben, se
les puede enseñar por medio de simples ilustraciones aque-
llo que no conocen. Pero quienes poseen sólo la mitad del
conocimiento y se sienten orgullosos de tal adquisición, son
incapaces de recibir más educación.
Los ojos abarcan la visión de una dilatada extensión de
espacio, pero no pueden ver su propio rostro. Los ojos son
importantes instrumentos del cuerpo, pero no pueden ver la
totalidad del cuerpo; la espalda está más allá de su alcance.
Si quieren verse la cara y la espalda, habrán de sostener un
espejo al frente y otro detrás, y en el primero verán la cara y
el reflejo de la espalda. Del mismo modo, cuando deseen
conocer su realidad (el rostro) y su futuro (la espalda), ten-
drán que acomodar al frente el espejo de la autoconfianza
(confianza en que son el yo) y el de la gracia divina, detrás.
Sin ambos, será pura fantasía afirmar que son conscientes de
su verdad o de su destino.
Lo divino está denotado ahora por medio de varias pala-
bras que son moneda corriente en los restringidos vocabula-
rios humanos. Estas palabras describen y proponen un signi-
ficado para lo divino: “milagros”, “magia”, “prodigio”, etc.
Claro está, que los hombres no pueden abarcar con sus men-
tes más de lo que pueden sostener. No pueden expresar con
palabras lo inexpresable. Sólo quienes se han adentrado pro-
fundamente y han tomado contacto con el principio del
amor subyacente en ellos pueden describir lo divino con cier-
ta claridad. La divinidad que yo soy, no ha sido adquirida ni
ganada, no ha sido acrecentada ni revelada hasta después de
un cierto número de años, en el curso de esta vida.
Lo divino ha de revelarse a sí mismo a través de estas
manifestaciones, en gran parte conformadas y modificadas
por la naturaleza de los tiempos, la región y el entorno cul-
tural. A las señales y milagros que yo manifiesto se les da
nombres que no connotan ni el propósito ni el efecto.
Pueden ser clasificados como chamathkar que nos lleva a
samskar; ésta nos impulsa a paropakar, terminando en saks-
hatkar. Chamathkar es cualquier acto que atrae porque no
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 279 -

puede ser explicado. Este aspecto de atracción es inherente


al Avatar. El mismo nombre Rama significa “aquél que causa
agrado o deleite”. Krishna quiere decir “aquél que atrae hacia
sí”. Este atributo de atracción es una característica de la divi-
nidad.
¿Por qué atrae lo divino? ¿Es acaso para engañar o deso-
rientar? No. Es para transformar, reconstruir, reformar; es el
proceso llamado samskar. ¿Cuál es el propósito de la recons-
trucción? Hacer que la persona sea útil y servicial a la socie-
dad, destruir su ego y afirmar en él la unidad de todos los
seres en Dios. La persona que ha experimentado samskar se
convierte en un servidor humilde y humano de quienes
requieren su ayuda. Esta es la etapa de paropakar. Este tipo
de servicio hecho con reverencia y desinterés prepara al hom-
bre para realizar al uno que impregna los muchos. La última
etapa es sakshatkar. Los Vedas proclaman que la inmortali-
dad (la etapa en la que uno se funde en la entidad universal
que no nace ni muere) es sólo factible a través de la renun-
ciación y el desapego y no a través de rituales, descendencia
o riquezas.
Cuando el hombre renuncia a los deseos egoístas, su
amor se expande hasta las más remotas regiones del univer-
so, hasta que se vuelve consciente del amor cósmico que
nutre los cuatro procesos mencionados anteriormente. Es
importante que ustedes conozcan este impulso que subyace
en todo lo que hago.
Examinemos lo que es el chamathkar; acciones que atra-
en y causan admiración. Ustedes ven una flor. Anhelan soste-
nerla en sus manos sólo cuando su color y su fragancia son
atractivas. Entran en el mercado y ven montones de frutas. Si
no son atractivas, no sienten el impulso de poseerlas y bene-
ficiarse con ellas. La atracción es la verdadera naturaleza de
lo divino.
Cuando la persona es atraída, empieza el proceso de
samskar. Sin éste, el hombre se abandona y debilita. No tiene
dignidad ni personalidad. Un acero inoxidable de muy poco
valor, se transforma, mediante manipulación y reconstruc-
ción hábil, en tuercas, tornillos y resortes, en un reloj cuyo
valor es de doscientas o trescientas rupias. Esto es el resulta-
- 280 - SAMUEL H. SANDWEISS

do de samskar, que las transformó en un instrumento útil


para marcar el tiempo. Así también el hombre puede ser
transformado en un miembro de la sociedad, noble, eficien-
te, feliz y disciplinado, al inculcársele buenos pensamientos,
buenos sentimientos, buenas acciones y emociones sanas. El
hombre puede ser transformado en un mahatma (alma gran-
de). Tales personas transformadas se involucrarán espontá-
neamente en la tarea de promover el bienestar de la huma-
nidad. Se convertirán en prometedores de los ideales de la
fraternidad del hombre y de la paternidad de Dios.
Hoy en día, personas que no tienen experiencia o cono-
cimiento de la ciencia espiritual, ni concepción de lo divino,
opinan sobre temas en los cuales se pierden.
El ojo puede ver, pero no puede oír; la lengua puede
hablar pero no oír. El oído puede oír, pero no puede ver ni
hablar. Cada uno debe aceptar sus limitaciones y estar satis-
fecho. Lo divino sólo puede ser comprendido a través del
amor, a través de la fe y de la práctica espiritual (sadhana)
sobrecargada de amor universal. La razón es un instrumento
demasiado débil para medirla. La negación de lo divino no
puede negarlo. La lógica no puede revelarlo. Todas las pero-
ratas que en la actualidad se hacen sobre lo divino, provienen
de los ateos que son oportunistas. Así es que tienen el deber
de preservar su ecuanimidad. Sean sinceros con ustedes mis-
mos y no vacilen. A mí no me afectan ni la alabanza ni la
blasfemia. Mi amor y mi compasión lo envuelven todo; mi
gracia puede ser compartida por todos. Afirmo esto para que
ustedes puedan afrontarlo todo con fortaleza. Cuanto más
profundamente escarben, serán mayores las burlas; cuanto
más alto es el montículo, mayor la alabanza. La gente con
alguna enfermedad en su nariz, no puede apreciar la fragan-
cia de una flor. Quienes no pueden apreciar o reconocer lo
divino, es porque sufren de alguna enfermedad que les impi-
de hacerlo.

(Sathya Sai Baba)


Preguntas
y Respuestas

CAPITULO VEINTIOCHO

L o que sigue es una extensa entrevista otorgada por Sri


Sathya Sai Baba al editor del periódico Blitz de Bombay, Sr. R.
K. Karanjia, en setiembre de 1976.1
P.: Swamiji, para empezar, desearíamos saber algo sobre tu
triple encarnación —pasada, presente y futura—, es decir, desde
Shirdi Baba, pasando por Sathya Sai Baba al Prema Baba que
vendrá, de acuerdo a tu propia profecía.
Baba: Primeramente deben comprender la total unicidad
de las tres encarnaciones de tiempos contemporáneos, con
aquéllas del pasado como Rama y Krishna. Esta es una tarea
difícil. Cuando la gente no puede comprender el presente,
¿cómo puede entender el pasado? Cada encarnación es plena
y completa en relación al tiempo, al ambiente y a la tarea. No
existe distinción entre las diferentes apariciones de Dios como
Rama, Krishna o Sai.
Rama vino a nutrir las raíces de la verdad y la rectitud. Le
siguió Krishna que vino a nutrir la planta de la paz y el amor.
En la actualidad, estos sagrados principios corren peligro de
destrucción total debido a la debilidad humana ante el ataque
violento de las fuerzas del mal, que están venciendo lo bueno,
1 Impresa por cortesía del Sr. Karanjia.
- 282 - SAMUEL H. SANDWEISS

lo espiritual y lo divino que hay en el hombre. Por eso ha veni-


do el presente Avatar, investido con la totalidad del poder cós-
mico para salvar al dharma (rectitud) del antidharma.

¿POR QUE DIOS TOMA FORMA HUMANA?

P.: Al decir “el presente Avatar”, ¿quieres decir Sai Baba?


Baba: Sí, yo encarno de era en era, de tiempo en tiempo
para salvar al dharma del antidharma. Cada vez que la rivali-
dad, la discordia y la desarmonía agobian al mundo, Dios
encarna en forma humana para mostrarle a la humanidad el
camino del amor, la armonía y la paz.
P.: Eso se entiende, pero los escépticos se preguntan por qué
Dios debe asumir forma humana.
Baba: Porque ésa es la única forma de encarnar al Dios
interno del hombre. El Avatar toma la forma humana y se
comporta como los humanos para que la humanidad pueda
sentirse emparentada con la divinidad. Al mismo tiempo, él se
eleva a alturas divinas para que la humanidad también aspire
alcanzar a Dios. La realización del Dios que reside interna-
mente como motivador de la vida es la tarea por la cual los
Avatares vienen en forma humana.
Avatares anteriores como Rama y Krishna, tuvieron que
destruir a algunos individuos que pudieron ser identificados
como enemigos de la forma de vida devota, y restaurar así el
sendero dhármico. Hoy en día, sin embargo, la maldad ha
manchado a tantos que la humanidad misma está en peligro
de ser destruida. Por lo tanto, en mi presente encarnación, he
venido provisto de la totalidad del poder del Dios sin forma,
para corregir a la humanidad, elevar la conciencia humana y
volver a la gente al recto camino de la verdad, la rectitud, la
paz, el amor a la divinidad.

MENSAJE DE LA TRIPLE ENCARNACION

P.: ¿Por qué esta tarea ha tenido que ser dividida en tres
encarnaciones separadas de Shirdi, Sathya y Prema Baba?
Baba: Estas encarnaciones no son “separadas”. Ya mencio-
namos anteriormente la completa unidad de las tres en el obje-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 283 -

tivo final de la misión. Te daré un ejemplo. Toma un kilo de azú-


car. Todo el kilo es dulce. Ahora divídelo en porciones pequeñas.
Cada una de ellas es dulce. Finalmente, divídelas en gránulos
pequeños. Encontrarás la misma dulzura en ellos. Así, la dife-
rencia es de cantidad y no de calidad. Lo mismo sucede con los
Avatares. Las tareas y poderes esenciales difieren de acuerdo
con el tiempo, la situación y el ambiente, pero ellos pertenecen
y derivan del uno y único cuerpo divino o dharma swarup.
Tomemos el ejemplo de la fruta. Se inicia con la semilla
que crece hasta transformarse en un árbol y de él proviene la
fruta. El trabajo puede compararse con la semilla, la devoción
con el árbol y la sabiduría con la fruta.
El Avatar anterior, Shirdi Baba, estableció las bases de la
integración secular y entregó a la humanidad el mensaje de
que el deber es trabajo. La misión del presente Avatar es hacer
que todo el mundo se dé cuenta de que el mismo Dios o la divi-
nidad reside en todos. La gente debe respetarse, amarse y ayu-
darse el uno al otro, sin tener en cuenta el color o las creen-
cias. Finalmente, Prema Sai, el tercer Avatar, promoverá el
evangelio de que no sólo Dios reside en todos, sino que todos
somos Dios. Esta será la sabiduría última que permitirá a cada
hombre y a cada mujer elevarse hasta Dios.
Por lo tanto, los tres Avatares traen el triple mensaje de
trabajo, adoración y sabiduría.

EL HOMBRE DEBE DESARROLLARSE


HASTA SER HUMANIDAD

P.: Entonces, ¿cuál es la sagrada misión y el propósito divino


de esta triple encarnación?
Baba: Unir a toda la humanidad en una casta o familia,
estableciendo la unidad —es decir la realización átmica— en
cada hombre o mujer que es la base sobre la cual descansa por
entero el plan cósmico total. Una vez que esto haya sido reali-
zado, la herencia divina común que une al hombre con el hom-
bre y al hombre con Dios será evidente y el Amor prevalecerá
como el faro que guía al Universo.
En primer lugar, el hombre tiene que desarrollarse hasta
ser humanidad, en la totalidad de su potencial integrado. En
- 284 - SAMUEL H. SANDWEISS

la actualidad, la humanidad como tal está ausente en el


mundo. No hay síntesis entre pensamiento, palabra y acción.
Hoy, el hombre piensa una cosa, dice algo diferente y actúa
justamente lo contrario. De modo que, lo que tenemos es al
individuo confuso, aturdido y bombardeado por pensamientos
contradictorios.
Lo que no vemos en él es la humanidad motivada por bue-
nos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones. Tenemos
que hacer que realice a Dios dentro de sí para que desarrolle
una síntesis correlacionando el pensamiento, la palabra y la
acción.

EVANGELIO DE AMOR Y DEVOCION

Una vez que esta lección fundamental es enseñada en la


familia, en la escuela, en la universidad, en la sociedad, en
las ciudades, en los estados y en las naciones del mundo,
entonces el hombre se volverá consciente del hecho de que
toda la humanidad pertenece a una sola familia. Todos son
uno, al igual que Cristo predicó, sean iguales a todos. La
cuestión vital es la unicidad: una casta, una clase, un credo
de humanidad; y esto puede ser alcanzado solamente por
medio de la entrega del propio yo o ego al puro y desintere-
sado amor y devoción universales. El amor es la base, el
denominador común; y la devoción, la chispa divina, el fac-
tor que consolida, unifica, integra al hombre con el hombre
y al hombre con Dios.
Permíteme darte un ejemplo (Baba extiende su pañuelo en
el piso, entre nosotros.) Aquí tenemos un trozo de tela. Como
puedes ver, está toda hecha de hilos. Tiren de ellos separada-
mente y la tela se debilita. Pónganlos juntos y se vuelve firme
y fuerte. Con la humanidad sucede lo mismo. El Amor la suje-
ta como los millones, billones de hilos de la tela y la devoción
la reúne con Dios. Por eso encarno al amor y lo uso como mi
instrumento para regenerar al hombre y crear la hermandad
de la humanidad con la ayuda de la devoción de este último.
Yo siempre digo: Empieza el día con amor. Llena el día con
amor. Termina el día con amor. Este es el camino más fácil, la
vía más segura hacia Dios.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 285 -

La vida es amor, disfrútalo.


La vida es un reto, enfréntalo.
La vida es una canción, cántala.
La vida es un sueño, realízalo.
La vida es un juego, juégalo.

P.: ¿Anunció realmente Shirdi Baba que él volvería a nacer


ocho años después de su muerte en 1918?
Baba: Sí, lo hizo. Esto fue confirmado por Kaka Dikshit,
así como también por otros devotos que estuvieron con Shirdi
Baba.
P.: ¿Qué es lo que te hace sentir tan seguro de que eres Shirdi
Baba encarnado?
Baba: El conocimiento de mi propia experiencia auténti-
ca, por supuesto. Ya que nadie que conoció a Shirdi Baba vive
actualmente, no existe evidencia alguna, excepto mi propio
conocimiento y experiencia.
El hecho de que cuarenta años atrás yo anunciara que era
Shirdi Baba, cuando apenas contaba diez años y cuando nadie en
esta parte del sur había conocido u oído de Shirdi Baba, lo prueba.

SOLO EL DHARMA PUEDE SALVAR AL MUNDO

P.: La situación existente encaminada hacia la destrucción


por las fuerzas del mal, como correctamente has analizado, pare-
ce sugerir la inevitabilidad de otra guerra del tipo Mahabharata
(poema épico que relata la batalla de Kukukeshethra). ¿Significa
esto que la salvación por la que estás trabajando puede consu-
marse solamente después de una guerra destructiva?
Baba: El mal debe ser y será eliminado antes de que esa
catástrofe tenga lugar. Por supuesto habrá guerras y conflictos
menores; éstos no se pueden evitar en el actual estado de
cosas. De todos modos la guerra del Mahabharata fue un asun-
to diferente. El Señor Krishna la decretó, y en efecto guió a
Arjuna al campo de batalla para liberar al mundo de hombres
malos y de fuerzas impías.
En la actualidad, como les he dicho, el mal está tan exten-
dido que la humanidad toda sería destruida en un holocausto
nuclear en el caso de una guerra mundial. Es para impedir tal
- 286 - SAMUEL H. SANDWEISS

catástrofe que este Avatar ha venido, para elevar la conciencia


humana por encima del síndrome existente de ira, odio, vio-
lencia y guerra y salvar al mundo del desastre. Esto única-
mente se puede conseguir mediante el restablecimiento de la
hermandad de la humanidad a través de los Vedas, Sastras y
todas las religiones con sus evangelios de rectitud, para liberar
a la raza humana de las cadenas del karma (ciclo de naci-
miento y muerte).
Yo siempre digo: “Dejen que existan las diferentes creencias,
déjenlas florecer, dejen que la gloria de Dios sea cantada en todas
las lenguas, en una diversidad de tonos. Este debe ser el ideal.
Respeten las diferencias entre las creencias y reconózcanlas
como válidas, siempre que no extingan la llama de la unidad”.

DIOS ES HOMBRE MENOS DESEO

P.: Por lo que has dicho, parece que no hay mucha diferen-
cia o dicotomía entre Dios y el hombre. ¿Estoy en lo cierto?
Baba: Así es. Dios es hombre y el hombre es Dios. Todos
nosotros tenemos algo de Dios, la chispa divina dentro de
nosotros. Todos los hombres son divinos como yo mismo lo
soy, pero con el espíritu encarnado en carne y huesos huma-
nos. La única diferencia es que no son conscientes de esta
Divinidad. Han venido a esta prisión kármica por los errores
cometidos durante muchas vidas. Yo he tomado esta forma
mortal por mi propia y libre voluntad. Los hombres están ata-
dos a su cuerpo, mientras que yo estoy libre de estas ataduras.
La diferencia principal es que los hombres son empujados de
un lado a otro por el deseo, mientras que yo no tengo deseo,
excepto el único y supremo de hacer que ellos no lo tengan.
Tomemos el arroz a modo de ejemplo. Cada grano está
envuelto en una cáscara. Tienen que quitar esa cáscara para
sacar el grano. Ahora bien, tanto el arroz como la cáscara pro-
vienen de la misma semilla. El arroz es el equivalente a Dios
en el hombre, en tanto que la cáscara puede ser comparada
con el deseo que reduce a Dios a hombre.

VIDA + DESEO = HOMBRE


VIDA – DESEO = DIOS
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 289 -

EL CAMINO HACIA LA AUTORREALIZACION

P.: ¿De qué modo puede la vida, exenta de deseo, transfor-


mar a los hombres en dioses?
Baba: La vida sin deseo constituye la realización del yo
puro y genuino que es el atma. Atado al deseo, el yo degenera
en egoísmo. El atma se convierte en ego. El camino hacia la
autorrealización consiste en purificar al yo de este egoísmo.
Entonces se llega a un estado de conciencia que está más allá de
la mente o el intelecto, revelando al verdadero yo que es Dios.
La mente es como una tela que envuelve y ahoga la conciencia
y cuyos hilos son los deseos. Si renunciamos a los deseos, los
hilos caen y la tela desaparece, revelando nuestra verdadera
naturaleza. Esto es lo que quiere significar el Vedanta (poema
épico de antiguo conocimiento y sabiduría) cuando ordena que
nos liberemos del ego para realizarnos a nosotros mismos.
P.: ¿Quieres decir que es la mente del hombre la que crea
barreras entre él y Dios?
Baba: Sí, uno debe distinguir entre la mente, que es el
ego, y el yo real, que es conciencia. Esta nos ayuda a cruzar las
fronteras del ego-mente y volvernos conscientes de uno mismo
como testigo de la verdad. Normalmente, el científico de la
mente mira afuera aquello que puede ser percibido por los sen-
tidos que están en el mundo de la mente, para preguntar ¿qué
es esto? El científico de la conciencia, por el contrario, siem-
pre mira hacia adentro, a lo que está más allá de los sentidos
o del alcance de la mente, para preguntar ¿qué es aquello?
Por lo tanto, uno debe elevarse por encima de la mente,
hacia la conciencia, para lograr la autorrealización. Para alcan-
zar el atma infinita y universal, el yo encarnado debe escapar de
su endeble, finita y pequeña prisión de individualidad. El deseo
pertenece a los sentidos, al cerebro, a la mente; al liberarse del
deseo, uno realiza el yo, atma, conciencia, iluminación y se vuel-
ve uno con el poder cósmico. La autorrealización es la realiza-
ción de Dios. De este modo, el hombre alcanza a Dios.
P.: ¿Cuál es el significado del vibhuti (ceniza sagrada) y las
materializaciones que realizas y regalas a la gente? ¿Tiene necesi-
dad un hombre-Dios de mostrar tales milagros que cualquier
mago puede practicar?
- 290 - SAMUEL H. SANDWEISS

Baba: En lo que mí respecta, esto es evidencia de mi divi-


nidad. No es de ninguna manera una exhibición de la divini-
dad. Todos los trucos de magia, como todos ustedes saben se
hacen con fines de lucro. Estos son ardides del oficio del
mago. Constituyen un tipo de engaño legalizado, la transfe-
rencia de un objeto, de un lugar a otro, por medio de un juego
de manos que pasa desapercibido. No involucran ningún
poder oculto (siddhi) o milagroso.
Lo que yo hago es un acto de creación totalmente diferen-
te. No es ni magia ni poder fenoménico. Por un lado, no busco
recompensa; por otro, no engaño a las personas cambiando de
lugar los objetos, simplemente los creo. Repito, no hago esto
por ninguna necesidad de ganar dinero o por deseo de exhibi-
ción de mis poderes. Para mí es como una tarjeta de visita para
convencer a la gente de mi amor por ella y asegurar su devoción
a cambio. Como el amor no tiene forma, yo uso la materializa-
ción como prueba de mi amor. Es solamente un símbolo.
P.: Todavía no comprendo por qué materializas anillos, bra-
zaletes, relojes y esa clase de objetos.

TALISMANES DE PROTECCION

Baba: La mayoría de la gente desea talismanes como sím-


bolos de mi protección. Por eso se los doy. Cuando se encuen-
tran en problemas, presionan el anillo, el brazalete o el reloj
para recordarme y llamarme en su ayuda para que yo los
pueda auxiliar. Por otra parte, si les doy algo que no pueden
usar, es muy probable que lo guarden y se olviden de él.

Lo más importante es que estos amuletos o talismanes, o


como quieran llamarlos, dan a la gente una sensación de segu-
ridad y protección que necesitan en momentos difíciles o de
crisis, y crean un lazo simbólico que abarca las largas distan-
cias entre ellos y yo. Cuando el devoto me precisa, estos obje-
tos transmiten el mensaje como si fueran inalámbricos e ins-
tantáneamente yo vengo en su ayuda.
P.: Swamiji, siento insistir tanto, pero un reloj Omega o un
HMT, ¿no es un acto de defraudación a la compañía o una infrac-
ción de su patente?
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 291 -

Baba: Te aseguro que no hay tal cosa. Sería un caso de


fraude a la compañía el uso de su patente si yo transfiriera el
reloj de un lugar a otro, pero yo no transfiero objetos. Yo los
creo totalmente. Lo que yo quiero, instantáneamente se mate-
rializa. No tengo noticias de ninguna compañía que se haya
quejado del uso de su patente.

SIGNIFICADO DEL VIBHUTI (CENIZA SAGRADA)

P.: ¿Qué me puedes decir del vibhuti que materializas? Nos


gustaría conocer su importancia, porque tus críticos tratan de
desacreditarlo enviando magos que lo reproducen con exactitud.
Baba: Lo que yo materializo es una manifestación de la
divinidad con un poderoso significado y también con un sim-
bolismo. Simboliza la naturaleza cósmica, inmortal e infinita
de todas las formas de Dios, el atma o el espíritu, esto es, lo
que queda cuando todo lo mundano, transitorio y cambiante
se ha desvanecido.
Les he hablado de lo imperativo de una vida sin deseos.
Cuando Shiva quemó al Dios del deseo, Kama, y lo convirtió
en un montón de cenizas, se adornó con las cenizas para bri-
llar como el conquistador del deseo. Al ser destruido Kama,
Prema reinó como la Diosa del amor. Tal es el significado de
la ceniza.
En primer lugar, simboliza el ciclo de vida y muerte en el
cual finalmente todo se reduce a cenizas. “Porque sois polvo y
en polvo os convertiréis”. Ceniza o polvo es la condición final
de todas las cosas. No puede sufrir ningún cambio ulterior. En
el contexto espiritual, la ceniza constituye para el que la reci-
be, una advertencia de que debe abandonar los deseos, que-
mar todas las pasiones, ataduras y tentaciones y volverse puro
de pensamiento, palabra y acción.
Es para que aprendan bien esta lección, que materializo
ceniza para aquéllos que vienen a mí con amor y devoción. Al
igual que las otras materializaciones, ésta también actúa como
un talismán curando al enfermo y dando protección a quienes
la necesitan. Es el símbolo de la divinidad, muy diferente de
los trucos de los magos, que has mencionado.
- 292 - SAMUEL H. SANDWEISS

MILAGROS DE SANACION

P.: Existe la creencia de que has realizado curas milagrosas


hasta el punto de haber resucitado muertos. Se ha informado de
casos en que has salvado gente que se estaba ahogando y de otros
accidentes en lugares distantes. Médicos expertos han atestigua-
do operaciones quirúrgicas controladas a distancia realizadas por
ti. ¿Cómo puedes hacerlo?
Baba: Por mi propia voluntad y poder divinos. Como
Avatar, este poder es intrínseco, inherente, total y natural a mi
voluntad y decisión. No preciso de mantras (fórmulas místicas)
ni sadhana (práctica espiritual) ni tantras (escritos sagrados) ni
tampoco de yantras (peregrinaciones), para llevar a cabo los así
llamados milagros que son naturales a mi estado. Mis poderes
son simplemente la expresión o declaración de la naturaleza
divina que me funde con todos en todas partes, en todo tiem-
po y lugar. Los milagros pertenecen al poder ilimitado de Dios.
Ahora, volviendo a los puntos principales de tu pregunta,
este fenómeno de sanación tiene dos aspectos. Puedo curar,
salvar, incluso resucitar a personas, siempre y cuando ellos se
encuentren en una condición espiritual receptiva. Es como las
corrientes eléctricas positiva y negativa. Mi capacidad de curar
se puede comparar a la corriente positiva. La devoción de uste-
des hacia mí es la corriente negativa. Una vez que las dos se
unen, la devoción trae consigo lo que se llama el milagro de la
curación.
Es la mente del hombre la que verdaderamente es respon-
sable de su enfermedad o salud. Es el hombre mismo el cau-
sante o motivador de ambas. Así, cuando se trata de curación o
sanación, la fe necesaria tiene que ser creada dentro de su
mente para este propósito. Todo lo que yo hago es darle la con-
fianza, la voluntad y el poder de curarse a sí mismo. Es mi abun-
dante amor, que encuentra reciprocidad en la intensidad de la fe
del devoto hacia mí, el que produce el resultado deseado.

NI SIDDHIS NI TRUCOS MAGICOS

P.: ¿Entonces, no son siddhis (poderes ocultos) o trucos de


magia como sugieren tus críticos?
- 294 - SAMUEL H. SANDWEISS

Baba: No son ni trucos ni siddhis, que puede conseguir cual-


quiera mediante una disciplina y ejercicios de yoga apropiados,
sino que mis poderes para proteger, curar, salvar personas y
materializar objetos, se originan en Dios y solamente pueden ser
usados por un Avatar. No están de ningún modo concebidos o
desarrollados, sino que surgen del poder cósmico.
P.: Algunos dicen que ordenas a espíritus invisibles, que pue-
den transferir objetos de un lugar a otro cuando tú lo mandas.
Baba: No tengo necesidad de mandar a espíritus invisi-
bles, ya que mi propia voluntad divina materializa los objetos.
Yo soy todo, estoy en todas partes, soy omnisciente, omnipre-
sente y omnipotente; así que todo lo que yo quiera sobreviene
de inmediato. Al igual que las cualidades de la verdad, el amor
y la paz, éstos son atributos que generan las fuerzas átmicas o
cósmicas del universo.
P.: Tus seguidores de la India, como también los del exterior,
proclaman la positiva evidencia de la presencia de Baba en lo pro-
fundo de sus corazones. Algunos te describen como su Dios inter-
no. ¿Cuál es la explicación de este fenómeno?

EL DIOS INTERNO

Baba: Esta es la gracia engendrada por mi amor por


ellos, en reciprocidad a su devoción. Después de todo, como
he repetido tantas veces, todos pertenecemos al mismo prin-
cipio divino. La divinidad que está presente en cada uno como
una pequeña chispa, existe en mí, como la llama completa, y
mi misión es desarrollar esa pequeña chispa de Dios en cada
uno de ustedes hasta convertirla en la totalidad de la llama
divina.
El primer imperativo en este desarrollo es que el que reci-
be la gracia, también proporciona de su parte la devoción nece-
saria para la consumación de la misma. Quienes llevan a Baba
en sus corazones, como el Dios que mora en ellos, pertenecen
a esta clase de devotos. Ellos vienen a mí, me ven y me oyen,
experimentan mi amor por ellos y lo reciben con devoción. De
este modo, se convierten en una parte de mí y de mi divinidad.
A los que dudan o están confundidos, les doy este ejem-
plo. Los que quieren obtener perlas del océano, tienen que
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 295 -

bucear profundamente para conseguirlas. De nada les sirve


nadar en la superficie, cerca de la costa y decir que el mar no
tiene perlas y que todas las historias acerca de ellas son falsas.
De igual manera, si una persona quiere ganarse el amor y la
gracia de este Avatar, tiene también que bucear y sumergirse
en Sai Baba. Sólo entonces se volverá uno conmigo y me lle-
vará en lo más profundo de su corazón.
P.: Los críticos de Swamiji se preguntan por qué Sai Baba no
ayuda a la gente en desgracia trayendo lluvias en tiempos de
sequía o creando alimento donde hay hambre, por medio de su
poder divino, la energía universal. ¿Acaso no puede un Avatar
ayudar a la humanidad controlando las fuerzas naturales y preve-
nir calamidades tales como terremotos, sequías, inundaciones,
hambre y epidemias?
Baba: Esto es precisamente lo que estoy haciendo al
encarnar al Dios que habita en el hombre a fin de que supere
tales calamidades. Existen dos maneras con las cuales un
Avatar puede ayudar a la gente: una solución instantánea en
contraposición de otra a largo plazo. Cualquier solución ins-
tantánea iría contra la cualidad fundamental de la naturaleza
misma, así también contra la ley kármica de causa y efecto. La
mayoría de la gente vive en el mundo material de sus deseos y
apegos que está gobernado por esta ley. Ellos cosechan los fru-
tos de sus acciones. Esto acarrea su evolución o su involución.
Si el Avatar interviene para resolver instantáneamente sus pro-
blemas, detendría toda acción, todo desarrollo e incluso la
evolución. Esta es una solución que debe ser desechada porque
niega totalmente las leyes naturales.
La segunda y más efectiva alternativa presenta una solu-
ción a largo plazo, mediante la cual el Avatar conduce a las
personas mismas a un más elevado nivel de conciencia para
permitirles comprender la verdad de las leyes espirituales y
que de esta forma, puedan volverse hacia la rectitud y trabajar
resueltamente para lograr las mejores condiciones. Esto las
relacionará de nuevo con la naturaleza y la ley kármica de cau-
sación. Trascenderán entonces el ciclo de causa y efecto, en el
cual están hoy involucrados como víctimas y así tendrán el
mando y control sobre las fuerzas naturales para poder evitar
las calamidades que mencionas.
- 296 - SAMUEL H. SANDWEISS

ELEVANDO AL HOMBRE HACIA DIOS

P.: ¿Quieres decir que en el presente estás elevando la con-


ciencia de la humanidad a una condición divina, para hacerla
capaz de controlar su propio destino?
Baba: Exactamente. Se convertirán en partícipes de mi
poder divino. Tengo que trabajar a través de ellos, despertar
en ellos el Dios interno y hacerlos evolucionar hacia una rea-
lidad más elevada para que sean capaces de dominar las fuer-
zas y leyes naturales. Si curara todo instantáneamente, dejan-
do a la gente en su actual nivel de conciencia, pronto echarí-
an a perder las cosas y estarían de nuevo peleando unos con-
tra otros, con el resultado de que se produciría la misma situa-
ción caótica en el mundo.
Los sufrimientos y las calamidades son actos inevitables
del drama cósmico. Dios no decreta estas calamidades, pero el
hombre las atrae como forma de retribución a sus propias
malas acciones. Este es un castigo correctivo que induce a la
humanidad a dejar el mal camino y retornar al camino recto
para poder experimentar la condición divina de sat-chit-anan-
da, o sea, una existencia de sabiduría y bienaventuranza. Todo
es parte de la gran síntesis en la que los negativos sirven para
glorificar los positivos. Así, la muerte glorifica a la inmortali-
dad, o la ignorancia glorifica a la sabiduría, o la tristeza glori-
fica a la felicidad, la noche glorifica al amanecer.
Así que, en resumen, si el Avatar pone fin inmediato a las
calamidades que mencionas —lo cual puedo hacer y hago
cuando hay una gran necesidad— todo el drama de la creación
con su ley kármica (su deber universal e ineludible) se desplo-
maría. Recuerda que estas calamidades no ocurren por lo que
Dios ha hecho del hombre, sino realmente por lo que el hom-
bre ha hecho del hombre. Por lo tanto, el hombre tiene que ser
deshecho y rehecho, con su ego destruido y reemplazado por
una conciencia trascendente, a fin de que pueda elevarse por
encima del ciclo kármico, para dominar la naturaleza y evitar
sus calamidades.
P.: ¿Has tenido éxito, Swamiji, en alcanzar esta síntesis,
especialmente con las clases poderosas y pudientes?
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 297 -

FUSION DEL RICO CON EL POBRE

Baba: Yo no he llegado a todos ellos como clase, pero en


la medida en que puedo ponerme en contacto con ellos en
forma individual, los resultados son muy alentadores. La clase
rica y poderosa, claro está, constituye un problema difícil en lo
referente a la transformación. Necesitan un acercamiento
especial. Por el contrario, las personas más pobres son muy
colaboradoras. Comprenden, aprecian y cooperan en mis pla-
nes e ideas.
P.: ¿Cuál es tu solución al creciente conflicto entre la riqueza
y el poder por un lado, y la pobreza y la debilidad por el otro?
Baba: La transformación de ambos en una sola herman-
dad cooperativa en términos de igualdad, sin competencia ni
conflicto. Esto solamente puede producirse mediante la ver-
dad y el amor. El asunto principal es la fusión de ambas cla-
ses, para que formen una sola. El problema, sin embargo, con-
siste en unirlas sobre una base o plataforma común. Las per-
sonas ricas viven aisladas, en cierto estado o condición. Los
pobres están también aislados en forma similar, pero en otro
estado o condición. ¿Cómo las unimos?
Yo lo hago de muchas maneras sutiles, derribando las barre-
ras entre la riqueza y la pobreza y creando un sentimiento de
igualdad y de unidad entre el pobre y el rico. En este ashram
(comunidad espiritual), verás a personas de ambas clases viviendo
y trabajando juntas, más aún, realizando trabajos domésticos, en
términos de una completa igualdad. Aquí no existe distinción
alguna, ni se le otorga ninguna facilidad especial al rico. Ellos
viven, comen, trabajan, duermen y realizan sus prácticas religio-
sas igual que los pobres. Todos viven como una comunidad de tra-
bajadores que comparten las mismas austeridades del ahsram.

PAZ MENTAL MAS ALLA DE LA RIQUEZA

A pesar de nuestra disciplina rigurosa, los hombres de


negocios y los industriales quieren venir aquí. ¿Por qué?
Porque aquí logran una paz mental que va más allá del bie-
nestar físico, paz que no puede comprar o proveer ninguna
riqueza ni poder sobre la tierra.
- 298 - SAMUEL H. SANDWEISS

De este modo, abrimos ante ellos un nuevo mundo mara-


villoso de tesoros espirituales y ellos deben sacrificar necesi-
dades y comodidades materiales. Mi misión es mostrarles el
camino hacia la paz mental que tanto el pobre como el rico
desean. En ese proceso de evolución espiritual, el buscador
aprende que este estado de gozo no puede ser comprado con
dinero en un negocio ni le puede ser regalado a nadie, sino que
lo debe obtener uno mismo. Esa paz sólo puede provenir de la
fuente universal de la divinidad, el Dios que mora dentro de
nosotros, que abraza al pobre y al rico por igual.
Este concepto crea un sentido de compañerismo común,
una hermandad de dar y recibir entre ricos y pobres. Aquéllos
que poseen demasiado se ven obligados a renunciar a sus pose-
siones innecesarias, mientras que aquéllos que tienen muy
poco ven sus necesidades satisfechas.
Después de todo, en términos espirituales, toda la huma-
nidad pertenece a una única y misma clase, casta o religión.
Los principios divinos en cada uno y en todos se derivan de un
solo y mismo Dios. Esta unidad fundamental tiene que hacér-
seles manifiesta a través del contacto directo con las realida-
des espirituales y el poder persuasivo y expansivo del amor,
hasta que todos ellos se vuelvan parte de la religión universal
de trabajo, culto y sabiduría.

LA RIQUEZA MATERIAL ES POBREZA ESPIRITUAL

P.: Todo esto constituye un evangelio sencillo y bienvenido


para el pobre, porque ellos no tienen nada que perder y sí mucho
que ganar de su filosofía, pero ¿qué pasa con los ricos que ten-
drían que perderlo todo si la siguen?
Baba: Aquí está el quid del problema. Ellos simplemente
tienen que perder, renunciar y enterrar sus falsos valores si
desean mi gracia. Mientras las personas sigan siendo esclavas
de sus definiciones materialistas de riqueza y pobreza, no
puede haber ninguna solución. Por lo tanto, trato de convertir
sus mentes y corazones para que posean valores y verdades
espirituales.
Después de todo, ¿quién es el hombre más rico? ¿El que
tiene mayores necesidades y, por lo tanto, más dificultades y
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 299 -

preocupaciones? ¿O el que se satisface con las necesidades más


elementales de la vida y, por lo tanto, está más o menos caren-
te de deseos y es comparativamente feliz? A juzgar por este cri-
terio de la felicidad, los pobres son espiritualmente ricos,
mientras que los ricos son espiritualmente pobres. No es la
satisfacción material sino la espiritual la que hace, a la larga,
que la vida sea digna de ser vivida.
Como he dicho antes, la vida sin deseo, trae al hombre la
divinidad, y aquéllos que buscan mi gracia, deben despojarse
de todo deseo y codicia. Las riquezas generan una tentación
fatal. Son la fuente y la causa de la esclavitud humana. El
deseo de mejorar el nivel de vida nunca puede quedar satisfe-
cho. Nos conduce a la multiplicación de necesidades y, conse-
cuentemente, a dificultades y frustraciones.

NO OBTENDRAN LA GRACIA SIN SACRIFICIO

La solución está en poner énfasis en la calidad y no en el


nivel de vida, tener elevados pensamientos y una vida modes-
ta. La mente es el caballo y el cuerpo es el carruaje; para
lograr paz mental se debe poner al caballo de pensamientos
elevados delante del carruaje de la comodidad.
P.: Esta es una filosofía sólida, pero ¿cómo puedes imple-
mentarla y ponerla en práctica?
Baba: Tanto el rico como el pobre vienen a Sai Baba bus-
cando amor, paz y liberación de sus problemas o dificultades.
Mi receta es no ser egoísta y no tener deseos. Para el pobre,
ésta es una condición o estado natural. De manera que mi
amor fluye hacia ellos para abrazar su devoción. Y así, ellos
obtienen mi gracia.

LA MENTE DE MONO QUE ESCLAVIZA

Por otra parte, los ricos no pueden conseguir esta gracia sin
renunciar a su actitud materialista y a sus apegos egoístas. De
esta manera, se hace obligatorio para ellos el sacrificar su codi-
cia materialista para recibir la gracia espiritual. Yo les digo:
El ego vive recibiendo y olvidando.
El amor vive dando y perdonando.
- 300 - SAMUEL H. SANDWEISS

De esta manera cambio su actitud mental. Transformo sus


mentes de mono, en mentes amorosas que dan y perdonan.
P.: ¿Mentes de mono, Baba? ¿Qué quieres decir?
Baba: Es la clase de mentalidad que usan los campesinos
para atrapar y destruir a los monos. Cuando el campesino
quiere atrapar a un mono, usa un recipiente grande con una
boca estrecha como trampa. En su interior coloca el alimento
que le gusta al mono. Este encuentra el recipiente y mete la
mano para agarrar todo lo que puede de su contenido. Una
vez que lo hace, no puede sacar la mano por la boca estrecha
del recipiente y se imagina que hay alguien dentro sujetándo-
le la mano, entonces lucha e intenta escapar con el recipiente
sólo para fracasar y ser atrapado. Nadie está sujetando al
mono; él mismo se ha atrapado debido a su codicia. Si sim-
plemente soltara lo que ha agarrado con su mano, podría libe-
rarse de su atadura.
De la misma manera, digo a los ricos que el hombre cae en
la tentación por la riqueza, los placeres y los deseos del
mundo. Cuando se pierde entre tanto apego y sufre las conse-
cuencias de su codicia, cree que algo lo está sujetando, captu-
rándolo y destruyéndolo. No se da cuenta de que él mismo es
el responsable de su esclavitud. Desde el momento en que
renuncie a su riqueza material y a sus deseos, estará libre. Yo
lo ayudo a darse cuenta de su esclavitud a la “mente de mono”
y a que él mismo se libere.

SOCIALISMO ESPIRITUAL DE BABA

P.: Baba pareciera estar recetando cierto socialismo espiritual


basado en la conversión de la riqueza en una administración fidu-
ciaria, para acabar con la pobreza.
Baba: Sí, una administración basada en el amor, en la coo-
peración y en la hermandad. ¿Qué otra cosa puede hacer uno?
El cambio debe partir del corazón, no puede ser impuesto
desde afuera. Ninguna de las doctrinas materialistas ha podi-
do operar una transformación real. No hay igualdad en nin-
guna parte. Sólo una transformación espiritual que lleve al
hombre a una mentalidad carente de deseos puede realizar
una revolución imperativa en la conciencia humana, por la
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 301 -

cual podrán obtenerse los cambios deseados.


Necesitamos transformar la sociedad, cambiando los fal-
sos valores por reales. Tenemos que convencer a la gente de
que el ideal de un alto nivel de vida es equivocado. Este debe
ser reemplazado por una forma elevada de vivir y de pensar
sobre la base de la humildad, la moralidad, la compasión y el
desapego y desechar la actual voracidad de lujos competitivos
y de un consumo exagerado. Hay que convencer a la gente de
que la única forma de despertar la divinidad latente en ellos,
es por medio del dominio de los deseos y de la conquista de la
codicia de placeres y lujos, en vez de ser un esclavo de estos
falsos valores materialistas.

EL CAMINO SAI HACIA EL DHARMA

P.: Entonces, debo entender que las diferentes organizacio-


nes educativas y de servicio social dirigidos por Baba —unas tres
mil en total— ¿han sido establecidas con el propósito de crear los
cuadros necesarios para producir el cambio socioeconómico dese-
ado, por medio del amor y de la persuasión?
Baba: Estas organizaciones tienen el propósito de llevar a
la nueva generación al camino Sai de verdad, rectitud, paz,
amor y no violencia. Su lema: “El trabajo es adoración y el
deber es Dios”, trata de implantar el nuevo orden social rela-
cionado con Sathya, vale decir, con la verdad y con dharma,
esto es, con la acción correcta.
P.: India ha sido descripta como un país rico de gente pobre.
Tenemos la riqueza del mundo en el seno de nuestra buena tierra.
Y sin embargo, la gente se mantiene económicamente pobre y atra-
sada. ¿Tienes alguna solución para rehabilitar nuestra economía?

SINTESIS SOCIOECONOMICA

Baba: Tu análisis es correcto. La solución al problema que


has planteado está en trabajar duro y aumentar la producción
sobre una base de cooperación. Para alcanzar este fin, uno
tiene que liberar a las personas de la enfermedad de la indivi-
dualidad, de la avaricia y del egoísmo. A cada individuo se le
debe enseñar a pensar y a trabajar con el concepto más amplio
- 302 - SAMUEL H. SANDWEISS

de la sociedad y de sus necesidades. Una vez que esto se logre,


se hablará menos y se trabajará más.
Nuevamente, vemos aquí que es el sendero espiritual el
que puede salvar a este país y al mundo de los errores de un
orden materialista. Lo que necesitamos es una síntesis de los
aspectos materiales y espirituales de la vida. Esto le propor-
cionará al hombre la conciencia social y el espíritu imperioso
de cooperación para la creación de la riqueza y prosperidad
nacional a través del trabajo desinteresado y cooperativo.
P.: Muy buen consejo, Swamiji, pero el problema está en que
toda la riqueza creada por el trabajo parece encontrar su camino
hacia los bolsillos de una minoría rica y poderosa. ¿Tienes alguna
receta espiritual para esta injusticia?

EL DESEO DEBE SER IGUALADO

Baba: Es indudable que la distribución no se está reali-


zando adecuadamente. Las doctrinas existentes sobre la igual-
dad, el socialismo, etc., no han tenido éxito en lograr equidad
en la distribución de la riqueza y de la propiedad. La dificul-
tad reside en que se puede igualar la riqueza, la tierra y la pro-
piedad mediante la ley, pero ¿puede la ley igualar los deseos
de la gente? Esto requiere el toque sanador de la espirituali-
dad.
En primer lugar, uno debe curar el deseo y sus malsanas
consecuencias. Debemos persuadir a los ricos de que el deseo
y la satisfacción de sus necesidades materiales es un aspecto
de la “mente de mono” que sólo puede dañarlos y esclavizar-
los. Sólo eso resolverá el problema de la desigualdad y de una
mala distribución.
Los ricos deberán renunciar a sus deseos extravagantes;
los pobres obtendrán lo necesario y algo más y este proceso
traerá consigo una distribución más equitativa.
P.: Para concluir con este tema, ¿podría Swamiji resumir cuáles
son las causas principales del atraso social y económico de la India?
Baba: Desde un punto de vista puramente materialista, es
una cuestión de oferta y demanda. Debido a la excesiva vali-
dez que nuestra sociedad atribuye a lo material, la demanda
crece más y más, mientras la oferta permanece igual o dismi-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 303 -

nuye. Obviamente, la solución está en aumentar la oferta o


disminuir la demanda. Luego, por supuesto, existe el proble-
ma de la creciente población. Esta cuestión triangular del
desequilibrio económico requiere ser espiritualizada si se desea
encontrar una solución efectiva.

MENOS EQUIPAJE: MEJOR VIAJE

Y es aquí que nuestra existencia en una vida carente de


deseo, en la que las necesidades humanas son reducidas al
mínimo, viene al rescate como la única forma posible de res-
taurar el equilibrio económico y social. Controlen sus deseos,
reduzcan sus necesidades, vivan en austeridad espiritual y el
material disponible será suficiente para toda la humanidad.
Más aún, se disolverán las tensiones de un sistema socioeco-
nómico competitivo y la paz mental será restablecida.
La vida es como un viaje en un vehículo, entre el naci-
miento y la muerte. El cuerpo es el vehículo en el que están
viajando hacia la muerte. Cuanto menos equipaje lleven,
mejor. ¿Por qué sobrecargarse con riquezas mundanas y como-
didades materiales cuando pueden tener que cambiar el
rumbo, incluso sufrir algún accidente y, sea como fuere, al
final del viaje tendrán que abandonar todas sus posesiones con
excepción de su alma? ¿No será mejor preocuparse por el espí-
ritu inmortal en vez de desperdiciar el tiempo que se está ago-
tando, en obtener riquezas y comodidades?
Esta es la lógica de la espiritualidad con la que busco cam-
biar la actitud de la gente.

¿POR QUE NI CALABAZAS NI PEPINOS?

P.: Baba ya ha aclarado la mayoría de los puntos que fueron


planteados por el Dr. Narasimhiah y otros críticos. Algunos, sin
embargo, han quedado sin respuesta. Narasimhiah pregunta por
qué no materializas una calabaza o un pepino, o un reloj con una
marca que lo distinga para probar que es de tu creación y no una
transferencia de lo fabricado por otros.
Baba: Las calabazas y los pepinos se pueden materializar
tan fácilmente como los anillos y otros objetos. Pero son pere-
- 304 - SAMUEL H. SANDWEISS

cederos y lo único que importa de la materialización, como ya he


explicado antes, es su permanencia. Esta es la razón por la cual
los anillos y los relojes sirven mejor como talismanes o medios
de contacto y comunicación entre el Avatar y sus devotos.
El punto al que ellos se refieren es que objetos grandes
como las calabazas no pueden ser transferidos mientras que
cosas pequeñas como los anillos, sí. Pero, como he dicho en
repetidas ocasiones, no llevo las cosas de un lugar a otro
mediante un juego de manos, las creo como talismanes.
Ahora, en cuanto a tu pregunta sobre el anillo o reloj con
una marca distintiva que pruebe que es de mi propia creación;
¿te gustaría que materializara algo para ti?

EL MILAGRO DEL ANILLO

P.: Sí, Swamiji, en verdad me gustaría.


Baba agitó su mano en el aire y produjo un anillo de plata con
la inscripción del “Om” en el centro y las marcas “Sai Ram” a los
lados. Tomó mi mano derecha para colocarme el anillo en el ter-
cer dedo. Calzó perfectamente, y era precisamente lo que yo que-
ría de Baba.
P.: Gracias, Baba, has contestado a mi pregunta maravillosa-
mente. Ahora hay un punto expuesto por Narasimhiah que no ha
sido contestado y que tiene que ver con el falso Sai Krishna o
Pandavapura, que fue desenmascarado por su comité como un
impostor y un tramposo. El alega que el muchacho tenía tu pro-
tección.

NINGUN CONTACTO CON EL IMPOSTOR

Baba: Puedo asegurarles que no hay absolutamente nin-


guna relación entre él y yo. Su gente ha tratado varias veces
de concertar un encuentro entre nosotros, pero siempre les
hemos negado su pedido. Claro está que miles de personas,
como habrás visto esta mañana, vienen aquí para el darshan.
Hay otras que se hacen pasar por mis discípulos o hacen dine-
ro usando mi nombre. Como esto no solamente sucede aquí,
sino en otros estados, e inclusive en el extranjero, no podemos
hacer nada al respecto. Pero tarde o temprano se ponen al des-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 305 -

cubierto, como pasó con ese muchacho. No tengo absoluta-


mente ninguna relación ni conexión con tales personas.
P.: El comité del Dr. Narasimhiah quería investigar científica-
mente tus milagros, bajo condiciones “controladas”, según pro-
puso. Rechazaste la propuesta. ¿Tienes algún comentario que
hacer acerca de esta controversia?
Baba: ¿Cómo puede la ciencia, sujeta como está a un punto
de vista físico y materialista, investigar los fenómenos trascenden-
tales que están más allá de su alcance, comprensión o ámbito?
Esto en sí es una falacia. Una pertenece al plano material y la otra
al espiritual. La ciencia debe limitar sus investigaciones a las cosas
que conciernen a los sentidos humanos, ya que la espiritualidad
los trasciende. Si necesitas comprender la naturaleza del poder
espiritual puedes hacerlo por el camino de la espiritualidad y no
por el de la ciencia. Lo que la ciencia ha podido desentrañar hasta
ahora ha sido solamente una fracción de los fenómenos cósmicos,
tiene la tendencia, sin embargo, a exagerar su contribución.
P.: Esto es verdad, Swamiji, pero la ciencia se está desarro-
llando todo el tiempo, de manera que la metafísica de ayer se con-
vierte en la física de hoy.

LA LUCIERNAGA EN LA LUZ

Baba: Así es, pero todavía permanece ciega al vasto e invi-


sible mundo de la conciencia. El hecho mismo de que la cien-
cia está cambiando continuamente, prueba su incapacidad
para investigar la suprema y absoluta verdad. Hace algún tiem-
po, los hombres de ciencia aseguraban que el átomo no se
podía dividir pero, recientemente, han conseguido hacerlo.
Todavía ignoran las realidades de la fuerza pránica del átomo,
que es el menor de sus componentes.
La ciencia es una mera luciérnaga comparada con la luz y
el esplendor del sol. Es verdad que puede investigar, descubrir
y recolectar mucha información acerca de la naturaleza y sus
funciones materiales y usarla para el desarrollo de las cosas
mundanas. La espiritualidad, por otra parte, reina sobre el
campo cósmico donde la ciencia no tiene cabida. Por esto,
algunos descubrimientos de la ciencia son útiles mientras
otros pueden ser desastrosos.
- 306 - SAMUEL H. SANDWEISS

Como he dicho antes, el Dr. Narasimhiah y su equipo son


como la gente que habla telugu y va al cine a ver una película
en tamil. Ellos verán solamente el baile, la pelea y la violen-
cia, los héroes y los villanos, la estrella con una bella cara y
todo este tipo de cosas superficiales, pero perderán los aspec-
tos más sutiles, tales como la música y la poesía, el argumen-
to, el diálogo, los chistes y otras cosas.

ESPIRITU Y ENFOQUE APROPIADOS

Sin embargo, como he dicho una y otra vez, aquéllos que


quieran comprenderme son bienvenidos aquí. Es el espíritu
que anima la investigación, lo que importa. Aquí han venido
parapsicólogos extranjeros y me han examinado con espíritu
constructivo y positivo. Ustedes han conocido sus informes.
Ellos no escriben cartas ni hacen demandas públicas.
La manera en que Narasimhiah me abordó fue impropia y por
eso le negué su petición. Si se hubiera comportado de otra mane-
ra, hubiera sido bienvenido. Yo no llamo a la gente aquí para que
se inclinen ante Dios. Yo quiero que vengan, vean, escuchen, estu-
dien, observen, sientan y se den cuenta de quién es Baba. Sólo
entonces podrán comprenderme y apreciar al Avatar.
P.: El Dr. Narasimhiah sostiene que, de acuerdo con la cien-
cia, “nada puede ser creado de la nada”. Evidentemente, tú has
negado esta ley de la ciencia con una fórmula trascendental para
controlar la energía cósmica y producir poderes paranormales.
¿Puedes aclararnos este misterio?

LO QUE YO QUIERO, SUCEDE

Baba: La fórmula de que “nada puede ser creado de la


nada”, es apropiada cuando se trata del limitado campo de la
ciencia y de sus dimensiones. No es aplicable al campo tras-
cendental y a las dimensiones de la espiritualidad. En este últi-
mo campo, todo puede ser creado por la voluntad suprema.
Todo lo que existe puede hacerse desaparecer y todo lo que no
existe puede hacerse aparecer.
Nuestra historia y tradiciones, tanto las escrituras como la
literatura, están llenas de incidentes a los que llaman mila-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 307 -

gros. Las leyes y fórmulas materiales, simplemente no se apli-


can a la divinidad. Para mí, esto no es misterio ni misticismo
alguno. Lo que quiero, sucede. Lo que ordeno, se materializa.
P.: El vicecanciller parece querer ridiculizar tu declaración de
que “Dios existe en todos nosotros”. El pregunta: “¿Acaso no es
esto puro escapismo? ¿Cómo puede Dios estar tan inseguro de Sí
mismo?”. Por favor, respóndenos.

DIOS EXISTE EN TODOS NOSOTROS

Baba: Tus preguntas contradicen la base misma de la filo-


sofía india, al igual que a la de la mayoría de las religiones.
Todas nuestras escrituras afirman que Dios está presente en
cada uno de nosotros. Según Vivekananda, “Dios está presen-
te en todo”. Lo único que se manifiesta, y es común a todo el
mundo, y de hecho gobierna y dirige el universo entero, es la
divinidad. Nada existe realmente excepto la divinidad.
Lo mío no es escapismo sino la verdad fundamental y eter-
na. No digo esto porque esté inseguro de mi propia divinidad.
Es mi confianza en su absoluta y total autenticidad lo que me
hace afirmarlo. Son los hombres de ciencia los que están tan
inseguros de sí mismos, que se entregan a esas teorías esca-
pistas.
Por ejemplo, ellos dicen que no hay vida en la luna.
Simultáneamente, sostienen que toda materia está constituida
por átomos en movimiento. Ahora bien, ¿no es acaso la luna
también un conglomerado de estos mismos átomos en movi-
miento? Entonces, ¿cómo puede carecer de vida? No hay mate-
ria que no esté constituida por átomos, electrones, neutrones
y protones, que están todos en constante movimiento. Esta
energía también es Dios.
De igual manera no existe ningún ser humano en quien no
more la divinidad. Decir que Dios no reside en el hombre, es
como decir que no hay átomos en la luna o en cualquier frag-
mento de materia. La omnipresencia de Dios se ha descrito en
nuestras antiguas escrituras de la siguiente manera: “Dios es
una pequeña partícula en la más pequeña de las partículas, y
una gran masa en la más grande de las masas”. En este contex-
to, ¿cómo puede uno decir que Dios no está en el hombre?
- 308 - SAMUEL H. SANDWEISS

NINGUNA PREFERENCIA POR LA RIQUEZA


O EL PODER

P.: Otro asunto que plantean tus críticos es que demuestras


preferencia por las personas ricas y poderosas, y olvidas al pobre
y al débil en cuanto a regalos divinos, curas milagrosas y entre-
vistas individuales. ¿Es verdad esto? Si es así, ¿por qué?
Baba: Esto es un error. Yo nunca veo ni hago distinción
alguna entre el rico y el pobre. Sólo observo a las personas
desde el punto de vista de su devoción, de sus deseos, del
sacrificio que están dispuestos a hacer y de sus problemas. Tú
estuviste aquí esta mañana y viste cientos de personas, algu-
nos ricos, la mayoría eran pobres. ¿Me has visto hacer alguna
distinción? Todos los que traje conmigo a este cuarto eran
pobres y débiles, enfermos o angustiados.
Desde mi punto de vista, aquéllos que aparecen ante el
mundo como ricos o poderosos, realmente me traen sus cora-
zones angustiados y sus mentes enfermas. Yo los curo, pidién-
doles que renuncien a la riqueza y el poder, por la paz espiri-
tual y la gracia.

(Fin de la primera parte de la entrevista)

EL CAMINO HACIA DIOS


(Comentarios del Sr. Karanjia)

¿Cuál es, en síntesis, la misión de Sathya Sai Baba? La reali-


zación de Dios a través de la autorrealización, contestó él. En
esta serie de entrevistas, Baba ha demostrado que el camino a la
realización de Dios es sat-chit-ananda, es decir, existencia, cono-
cimiento y bienaventuranza absolutos.
Según Baba, todo hombre o mujer puede lograr este estado
superior de conciencia o iluminación una vez que ha sido capaz
de romper la esclavitud del ego, es decir, el cuerpo y la mente,
para realizar el verdadero yo, o sea, jivatma, la morada del Dios
interno en el hombre, la esencia encarnada del paramatma, el
espíritu cósmico.
La misión del Avatar, según Baba, es ayudar a la humanidad
a derribar la barrera del ego y la mente, para que el jivatma
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 309 -

encarnado pueda fundirse con el paramatma universal —el pode-


roso océano de néctar divino— como él lo describe, para elevar
a la humanidad a una raza de Dioses y Diosas.
Baba busca resolver el problema universal de la alienación del
hombre con el hombre, con Dios y con la naturaleza, mediante la
filosofía Sai del puro amor espiritual.

ESCAPANDO DEL TERROR DE LA EXISTENCIA

Ruth Nanda Anshen, editora de los libros Religious Pers-


pectives, considera a ésta como la más seria crisis de nuestra
época apocalíptica: “La crisis del hombre separado del hombre
y del hombre separado de Dios, que es el fracaso del amor”, y
la encuentra responsable de la “oscuridad, del frío y de la gla-
cial miseria espiritual de los tiempos actuales”. Ella evoca la
imagen del homo cum Deo (el hombre con Dios) para exigir
“una nueva fórmula de colaboración del hombre con el proce-
so creativo y la única que puede proteger al hombre del terror
de la existencia”.
Sathya Sai Baba nos proporciona la fórmula deseada: Sólo la
evolución a un plano superior de conciencia puede salvar al
hombre de este terror, de esta oscuridad y frío, de esta glacial
miseria espiritual.
La fórmula surge de la experiencia de Baba respecto a la
ciencia de la conciencia y de su conocimiento de las dimensiones
cósmicas de la naturaleza de la realidad. Los científicos, por
supuesto, se burlan del énfasis que pone Baba en la espiritualidad.
Sin embargo, los más nobles de ellos como el Dr. Bhagavantam
y el Dr. J. J. Rao legitimizan la supremacía de esta última.
El Dr. Rao es un afamado geólogo, que preside el Departa-
mento de Geología de la Universidad de Osmania. El fue testi-
go de la transmutación de un trozo de roca en Dios. Baba tomó
en sus manos un trozo duro de granito y le preguntó al Dr. Rao
qué era lo que contenía dicho trozo. El geólogo mencionó algu-
nos minerales. Baba insistió: “No, no me refiero a eso, sino a
algo más profundo”. Rao respondió: “Bueno, hay moléculas,
átomos, electrones, protones”… Baba no quedó satisfecho:
“No, no, no. Penetra aún más profundamente”. Rao confesó
su ignorancia.
- 310 - SAMUEL H. SANDWEISS

SI LA ROCA PUEDE VOLVERSE DIOS…

Luego, Baba tomó la piedra de manos del geólogo, sopló


sobre ella y se la devolvió a Rao. El geólogo quedó pasmado, pues
la roca se había transformado en una estatua de Krishna tocando
la flauta divina. Baba lo reprendió: “Ya ves, más allá de tus áto-
mos y de todo lo demás, estaba Dios en la roca. Y Dios es dul-
zura y deleite. Rompe el pie de Krishna y pruébalo”.
Rao no encontró dificultad en romper la estatua de granito y
saborear el pie. Era caramelo, con toda su propia dulzura. No es
de extrañar que Rao confesara a Howard Murphet, biógrafo de
Baba: “La ciencia sólo pronuncia la primera palabra; la última es
únicamente conocida por el gran científico espiritual que es Sai
Baba”.
…ENTONCES, ¿POR QUE NO EL HOMBRE?

Si Baba puede transformar la roca en Dios —y tenemos la


palabra del Dr. Rao respecto a este milagro— entonces, ¿por qué
no puede hacerlo el ser humano, cargado ya de inspiración divi-
na o conocimiento impartido por la divinidad? Además de su pro-
digiosa imagen espiritual propia que abarca a millones de devo-
tos, Baba utiliza a las tres mil o más instituciones espirituales, edu-
cativas y de servicio social Sai de todo el país, para divulgar su
evangelio, con el fin de transformar a la gente común en una raza
de hombres-Dioses iluminados.
Por controvertidas que puedan parecer algunas de las aseve-
raciones de Baba, el sistema integrado de educación y de servicio
social desarrollado por él, constituye un modelo en su género.
Ayuda a comprender la naturaleza total del hombre y su evolu-
ción. Aquí, la filosofía Sai, con sus cinco pilares de verdad, recti-
tud, paz, amor y no violencia, no sólo es enseñada, sino que se
pone en práctica a través de la transmisión de conocimiento, des-
trezas, equilibrio y visión, a miles de estudiantes y trabajadores.
De esta manera, Baba proyecta atraer a toda la comunidad, así
como a la nación, a su imperio de amor y cooperación. No abri-
ga expectativa de recompensa para sí. Vengan a mí con las
manos vacías y se las llenaré con mi amor y con mi gracia.

LA AUTORREALIZACION ES LA REALIZACION DE DIOS


EL ESPIRITU Y LA MENTE - 311 -

Esto es suficiente para presentar al lector la última entrega de


la entrevista. Dejemos que Baba continúe hablando sobre sí mismo.
P.: Por lo que has dicho hasta aquí, Baba, parece que tu
misión es capacitar a la humanidad para redescubrir y encarnar
su perdida divinidad. ¿Estoy en lo cierto?
Baba: Tienes razón. Cuando el hombre se repliega en su
interior para realizar su verdadero yo, entonces Dios se le
manifiesta. La autorrealización es la realización de Dios. En
palabras sencillas, es la comprobación de que tú no eres sólo
un cuerpo y una mente con órganos físicos, sino que dentro de
ti existe un yo —el atma que es Dios— distinto de estas cosas
perecedoras. Este yo es omnipotente, omnisciente y omnipre-
sente. La comprensión de esta verdad los pone en el camino
adecuado para la realización de Dios.
Una
Ofrenda

CAPITULO VEINTINUEVE

T odo el mundo estaba reunido en el espacioso Auditorio


Purnachandra y yo me encontraba solo en la galería del templo.
Algunas mujeres estaban reparando la zona que está frente al
mismo. Salpicaban con polvo multicolor los diseños, que marca-
ban a la luz vacilante de pequeñas lámparas de aceite, transfor-
mando la capa de tierra que rodeaba el templo, en una llamativa
y glaseada torta de cumpleaños; el templo, en tonos pastel, coro-
naba la cúspide. El sol se estaba poniendo rápidamente.
La conferencia mundial había llegado a su fin, era la víspera
del 55 cumpleaños de Baba. Durante días yo había esperado
pacientemente para presentarle los libros editados en su honor el
año anterior por nuestra Birthday Publishing Company. Una y
otra vez parecía desviar su mirada de la mía. Haciendo un último
y valiente intento para verlo, y sacrificando mi oportunidad de
tener un lugar en el Auditorio, me estacioné en la galería del tem-
plo, cerca de la puerta por donde él debía pasar para dirigirse al
auditorio.
Pero fracasé. Vestido con la blanca túnica de cumpleaños y
rodeado por algunos de sus estudiantes, Baba se dirigió al gran
auditorio sin siquiera dirigirme una mirada. Sentado en una gran
juela (columpio) de plata, rodeado de almohadones y flores, se
mecía a los sones de una música celestial interpretada por los
- 314 - SAMUEL H. SANDWEISS

mejores músicos de India; una visión digna de ángeles y dioses.


Pero, para mí, demasiado tarde para verlo. El auditorio esta-
ba colmado en su capacidad de veinte mil personas, y yo estaba
afuera, solo, algo distante, en una noche quieta y oscura. Sólo
desde lejos podía oír los alegres sones de la celebración.
Parado al borde de la galería, mirando por sobre el terreno
cuidadosamente decorado e inmerso en la noche oscura, todo lo
que podía ver era mi soledad. Ya no habría más dulces momen-
tos en su presencia antes de mi partida.
Recuerdos de mis últimos días aligeraron mi espíritu. Junto a
otras doscientas mil personas, mi esposa, mis hijas gemelas y yo,
habíamos presenciado un despliegue multidimensional de grande-
za, raras veces visto en el curso de una vida. Además de los gran-
des acontecimientos que involucraban a enormes muchedumbres,
estaban también los gratos momentos con Baba, como aquél, en
el que por primera vez hizo contacto con mis dos pequeñas de
trece años. Durante días, sentadas al sol, entre la gran multitud,
habían esperado pacientemente una sola de sus miradas o una de
sus sonrisas; ¡qué emoción cuando finalmente se les acercó! Al
pasar frente a ellas, Sai Baba, inesperadamente, se volvió y las
llenó de deleite cuando les materializó caramelos que amorosa-
mente arrojó en sus faldas.
Luego, aquella vez, cuando nos sentamos con él, como en
familia, discutiendo respecto de la educación de nuestras hijas y
del trabajo que debíamos realizar en el futuro. El había girado
repentinamente hacia mí y con un guiño en sus ojos había toma-
do el anillo materializado cuatro años atrás. Sosteniéndolo entre
sus dedos, para que lo viera mi familia, preguntó suavemente:
“¿Lo quieres de oro?”. Sorprendido y titubeando respondí: “No
necesariamente, Swami, sólo tu amor”. “No, no, de oro”, repli-
có. Llevó el anillo a sus labios. Sopló tres veces con deliberada
lentitud; y en un instante milagroso y deslumbrante, se transfor-
mó en un brillante y resplandeciente anillo de oro con su figura
en la superficie1. Era un anillo totalmente nuevo. Ante mi sor-
presa, no lo colocó en el dedo izquierdo donde había estado el
otro, sino en el derecho, en el que calzó perfectamente. Descubrí
luego que era muy grande para mi dedo izquierdo. El hizo el ani-
llo específicamente para el dedo derecho por alguna razón des-
conocida.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 315 -

Sí, tuve recuerdos maravillosos, como cuando obsequió tres


hermosos saris a mi esposa y mis dos hijas. Su aliento, su amor,
su atención personal; la certeza de que era una parte íntima de
nuestra familia, todo esto me llenaba de júbilo.
Pero ahora yo sufría ante la limitación de mi conciencia per-
sonal que no me permitía estar presente en el Auditorio Purna-
chandra con mi amado Baba, sino que mantenía atado mi cuer-
po físico aquí, en la galería, rodeado por lo que yo consideraba la
soledad de mi realidad personal. Había llegado la noche y yo esta-
ba solo en un oscuro vacío, en la callada quietud, separado y apar-
tado, totalmente solo.
De pronto, no sé de dónde, apareció un profesor de la uni-
versidad. “Deja los libros aquí y ven rápido”, murmuró. A toda
prisa lo seguí a través de cincuenta metros de arena blanda, hasta
la entrada posterior del Auditorio Purnachandra. En segundos
me sentó entre bastidores junto a unas treinta personas, mirando
la parte posterior de la juela de plata, de donde sobresalía una
negra y chispeante masa de cabellos, que indicaban con precisión
la ubicación de Baba. En un instante, el silencio y la callada sole-
dad se transformaron en una regocijante celebración del naci-
miento divino; y yo estaba en su centro.
Los músicos tocaban y entonaban cantos alusivos a la vida del
Señor Rama. Unos pocos afortunados estaban sentados detrás de
la juela meciendo lentamente a Baba al compás de la melodía de
Rama. Y la multitud se embriagaba con la gloriosa visión del reco-
nocido como rey de reyes que recibía el dulce y puro néctar de la
devoción de la humanidad.
Nuevamente, mi inesperado amigo se acercó, indicándome
que me aproximara a la juela y que participara moviéndola. Y así,
me fui acercando. Lentamente, alcancé el columpio de plata y
sentí que su leve resistencia me liberaba en la maravillosa danza
de movimiento y música. De aquí para allá, todos estábamos
meciéndonos ahora con Sathya Sai, con el canto celestial de la
historia de Rama y su exquisito éxtasis interno. No había, ahora,
ni silencio ni oscuridad, sino su gracia, pura bienaventuranza,
asombro y amor.
Esta sección está dirigida al estudiantes de psicología serio y puede
resultar un tanto teórica y ténica para el lector corriente.
Apéndice I: es un glosario de términos relacionados con la conciencia.
Apéndice II: resume parte de la historia y el trabajo actual que se realiza
en el campo de la física y algunas de las tendencias actuales de la psi-
cología orientadas hacia la espiritualidad.
Apéndices III y IV: comparan los conceptos científicos de Occidente
respecto de la mente y la conciencia con los conceptos espirituales de
Oriente, de manera tal —según creo— que agrega y profundiza nuestra
comprensión de ambas.

PARTE IV. Apéndices


Apéndice I

GLOSARIO DE TERMINOS
ACERCA DE LA CONCIENCIA

L a principal corriente de la psicología occidental ha asumi-


do que la conciencia es función o producto de la mente, que se
origina en el cerebro físico. Los términos y definiciones relacio-
nadas con los diferentes aspectos de nuestra conciencia reflejan
esta actitud. Por ejemplo, el glosario del Comprehensive
Textbook of Psychiatry/III (Libro de texto completo de psiquia-
tría) (1980, pág. 3318), respecto al término “conciencia” dice
“ver sensorium” y luego define “sensorium” como:

Hipotético centro sensorial en el cerebro al que le con-


cierne la claridad del conocimiento de sí mismo y del entor-
no de una persona, incluyendo la capacidad para percibir y
procesar acontecimientos actuales a la luz de experiencias
pasadas, opciones futuras y circunstancias presentes. A
veces es usada en lugar de conciencia.

Sin embargo, muchos nuevos hallazgos en las ciencias de la


conducta desafían la presunción de que la conciencia es una fun-
ción de la mente vinculada al cerebro. Como afirma el Dr.
Kenneth Pelletier en Hacia una ciencia de la conciencia, la con-
ciencia puede no “ser atribuida adecuadamente a un epifenóme-
1 Kenneth R. Pelletier, doctor en Filosofía, Toward a Science of Consciousness
(N. York: Dell Publishing Company, 1978), pág. 241.
- 320 - SAMUEL H. SANDWEISS

no de procesos neurofisiológicos y bioquímicos únicos del cerebro


humano…1 La conciencia está siendo reconocida como más fun-
damental que la mente y, de hecho, puede haberla creado como
así también a todo el cosmos.
La confusión respecto a las definiciones y a las cualidades de
la conciencia está generalizada.

Tras un silencio de más de medio siglo en las ciencias


conductuales, los psicólogos americanos empezaron, a par-
tir de 1960, tímidamente al comienzo, a retrotraer la con-
ciencia a su antigua posición de interés principal. A causa
de este largo período durante el cual no se permitió el uso
del término, perdimos contacto con las raíces históricas de
las numerosas definiciones de conciencia, diferentes pero
legítimas. Hoy en día encontramos que psicólogos de orien-
taciones muy diversas, están usando esta palabra y asumen
que su significado es para otros el mismo que para ellos.2

Así surge la necesidad de nuevas acepciones que reflejan


nuestro conocimiento. Propongo las siguientes:
1) Conciencia: En su sentido más amplio, es nuestra capaci-
dad de conocimiento. En su estado más puro y fundamental, la
2 Jack R. Strange: “A search for the Sources of the Stream of Consciousness”,
The Stream of Consciousness, ed. Kenneth S. Pope and Jerome L. Singer
(New York: Plenum Press, 1978), pág. 9.
3 Reflejando el creciente respeto que siente el pensamiento científico moderno
por la importancia de la visión oriental respecto de la conciencia, un impre-
sionante informe originalmente emitido por el Stanford Research Institute pro-
pone una combinación de los enfoques de Oriente y Occidente. Producido por
el personal y especialistas del Center for the Study of Social Policy, Changing
Images of Man, tuvo por autores a notables pensadores y renombrados mitó-
logos como Joseph Campbell y Willis Harman científico social en S.R.I.
International y Presidente del Institute of Noetic Sciences, entre otros. El infor-
me dice:
Ha llegado ya el tiempo para una nueva visión y es natural preguntarse si…
será encontrada en una “epistemología del ser” tal como la que domina en
Oriente… Esto no significa sugerir que la ciencia moderna debiera sí o sí adop-
tar totalmente todas las nociones orientales de conciencia, sino más bien que
ellas podrían ser ventajosamente adoptadas y sintetizadas por los tradicionales
métodos científicos occidentales para dar lugar a la etapa siguiente en el avan-
ce evolutivo del hombre.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 321 -

conciencia es infinita, absoluta, eterna y universal (ver 12,


Conciencia Universal). El hinduismo define a la conciencia como
uno de los tres atributos fundamentales de la divinidad, siendo los
otros dos, la verdad absoluta y la bienaventuranza.3
Si la conciencia es más esencial que la mente, no puede ser
asida por la mente en forma total. En consecuencia, desde el
comienzo tenemos que aceptar una ambigüedad fundamental que
refleja la incapacidad de la mente para captar plenamente la pro-
funda realidad espiritual. Para ser preciso con respecto al tipo,
aspecto, orientación y calidad de un estado de conciencia limita-
da, es necesario un calificativo que lo acompañe, como en los tér-
minos que siguen.
2) Conciencia consciente: Conocimiento inmediato: percep-
ciones e impresiones que requieren atención inmediata.
3) Conciencia inconsciente: En psicoanálisis, término que se
refiere a una dimensión de la psique o mente en la que toda la
materia mental no es fácilmente accesible al conocimiento de la
conciencia por medios ordinarios. Si asumimos que existe un
reino más allá de la mente, tendríamos que agregar: “toda mate-
ria mental y supramental (más allá de la mente)” que no es fácil-
mente accesible al conocimiento consciente por medios comunes.
El tener conciencia de lo inconsciente se infiere de su aparición
en los sueños, en los lapsus linguae y en la formación de sínto-
mas.
4) Conciencia testigo: El conocimiento de estar consciente,
ese aspecto que separa al hombre del resto del reino animal. El
testigo que sabe, el “observador” que es consciente, se encuentra
fuera de la mente y representa la conciencia supramental (más
allá de la mente).
Este aspecto supramental, comúnmente experimentado
como el “yo”, tiene profunda significación. Llegar a centrarse, a
identificarse con este testigo a través de una indagación seria y
dedicada en la pregunta: “¿Quién soy yo?”, puede llevarnos a la
total conciencia consciente sin limitación. (Ver Conciencia Uni-
versal.)
5) Conciencia mental inferior (psique): Conciencia orientada
predominantemente hacia una de las etapas psicosexuales del
desarrollo, como son descriptas por Freud (ver Cap. 2). Esta es
característica de ciertos tipos de personalidad que están “fijas” o
- 322 - SAMUEL H. SANDWEISS

adheridas a pensamientos de las etapas inferiores del desarrollo


(oral, anal, fálica, genital). El comportamiento está motivado por el
deseo de autogratificación y es predominantemente egocéntrico y
egoísta.
6) Conciencia psíquica (ESP): Las percepciones de la con-
ciencia psíquica pueden dividirse en tres clases generales. Aunque
los investigadores psíquicos comprenden que pueden existir coin-
cidencias significativas, ellas incluyen “la telepatía, que es la
comunicación mente a mente; la clarividencia, percepción de
sucesos corrientes, de objetos o personas que están ocultos a los
cinco sentidos conocidos; y la precognición, el conocimiento de
acontecimientos futuros que no pueden ser percibidos por ningún
medio conocido.4 Estas impresiones pueden estar más allá del
tiempo y/o lugar y son expresiones de la mente inferior (como
sentir el dolor de otro a distancia) o de la mente superior (tal como
“conocer” una cura que trae salud y felicidad).
Los textos espirituales advierten respecto a no dejarse atraer
demasiado por esta dimensión de conciencia, ya que puede lle-
varnos a un exaltado sentido de vanidad y poder, distrayéndonos
de la meta espiritual primordial de lograr la libertad plena o
Conciencia Universal.
Los milagros de Sai Baba son de una naturaleza diferente, ya
que son manifestaciones de la Conciencia Universal (Ver 12 en
esta sección y Discurso en Parte III). Respecto a su capacidad para
materializar objetos y acerca de otros poderes Sai Baba ha dicho:
Swami crea algunos objetos exactamente de la
misma forma que ha creado el universo material. Otros
objetos tales como relojes, son traídos de reservas exis-
tentes. No hay seres invisibles que ayuden a Swami a
traer las cosas. Su sankalpa, voluntad divina, trae el
objeto al instante. Swami está en todas partes. Sus cre-
aciones pertenecen al poder natural ilimitado de Dios y
no son de ningún modo producto de poderes yóguicos
como los de los yoguis o mágicos como los de los magos.
El poder creativo no es de manera alguna limitado o
desarrollado, sino que es completamente natural… Re-

4 Russell Targ y Keith Harary: The Mind Race (N. York: Villard Books, 1984),
pág. 53.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 323 -

cuerden que no hay nada que el poder divino no pueda


llevar a cabo. Puede transmutar la tierra en cielo y el
cielo en tierra. Dudar de esto es demostrar que son
demasiado débiles para captar las grandes cosas, la
grandeza del Universo.

7) Conciencia mental superior (psique): Conciencia predo-


minantemente orientada hacia la expresión de las necesidades
más elevadas del hombre, tal como la define Maslow (ver Cap. 2).
El comportamiento es más desinteresado y motivado por la
empatía, la compasión y el amor.
8) Conciencia inteligente (budhi): El razonamiento más ele-
vado y el pensamiento abstracto característico de la inteligencia
más altamente evolucionada. Se emplean opciones de juicio y
percepción.
9) Conciencia sabia (vijnana): Conocimiento superior: la
capacidad de visualizar metas espirituales y el propósito y signifi-
cado esenciales de la vida, la capacidad de discernimiento de cali-
dad superior entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo,
lo real y lo irreal, lo eterno y lo temporal. Este aspecto de la
mente superior dirige nuestra inteligencia y pensamientos por el
camino adecuado de la indagación y determina el objetivo de la
vida del individuo. Es la percepción espiritual completa que visua-
liza las cosas en su esencia y totalidad.
10) Conciencia: Un aspecto de la sabiduría: la capacidad de
distinguir lo correcto de lo incorrecto y los elevados impulsos de
la conciencia supramental hacia la rectitud. Es la capacidad para
experimentar la absoluta santidad de la creación y de elegir estar
en armonía con ella, incluso a expensas de tener que sacrificar los
deseos inferiores.
11) Conciencia supramental (trascendental): Impresiones,
intuiciones y visiones de un orden superior, más allá de las pala-
bras y de los conceptos, que representan conocimiento de dimen-
siones más allá de la mente. Estas percepciones pueden ser terri-
bles como las del miedo mortal que llega con el sentimiento de
nuestra mortalidad, con el humillante misterio de la muerte y de
la posibilidad de la no-existencia. O bien, pueden ser estimulantes
como cuando se ve realmente la sobrecogedora grandiosidad de
la creación; al sentirse conmovido por el abrumador sentimiento
- 324 - SAMUEL H. SANDWEISS

de la presencia de Dios; al sentir el prodigio y la santidad de la


existencia; al percibir la realidad de la verdad absoluta; al experi-
mentar profunda reverencia, compasión y amor desinteresado
por todos; al lograr la paz y la felicidad profunda, eterna e ina-
movible. Puede incluir la experiencia unitiva de una relación total
con todo lo que existe. Se han referido a ella como experiencia
cumbre, samadhi, satori, una oceánica unicidad con todo.
12) Conciencia universal: Conciencia consciente sin limita-
ción: “La dicotomía sujeto/objeto es trascendida y surge una
experiencia omnidireccional de unicidad, que reúne todas las
otras formas de conciencia”.5 Es omnipresente, omnipotente,
omnisciente; amor ilimitado, infinito, eterno, conciencia absoluta.

5 John R. Battista: “The Science of Consciousness”, The Stream of Cons-


ciousness, ed. Kenneth S. Pope & Jerome L. Singer (N. York: Plemum Press,
1978), pág. 61.
Apéndice II

PERCEPCIONES PASADAS Y PRESENTES


ACERCA DE LA CONCIENCIA

L os datos acumulados provenientes tanto de las ciencias


duras, como la física, como de las ciencias blandas, como la psi-
cología, desafían los conceptos comúnmente sostenidos acerca de
la materia, la conciencia y la identidad fundamental del hombre.
Estos hallazgos suponen que nuestra identidad humana puede
extenderse más allá del tiempo, el espacio y el cuerpo físico detec-
tado por nuestros sentidos. Han contribuido en gran medida a
estimular el creciente resurgimiento general del interés por la
espiritualidad en la sociedad occidental, no obstante la resistencia
de la corriente principal de la psiquiatría. Lo que sigue es un resu-
men de algunos de estos hallazgos.
A comienzos de 1900, Carl Jung introdujo el concepto del
inconsciente colectivo y la idea de que podemos perfectamente pro-
yectarnos más allá del espacio y el tiempo y constituirnos, finalmen-
te, en parte de una dimensión de la realidad superior a aquélla repre-
sentada por el mundo físico. Creía que nuestra conciencia podía
conectarse con esta realidad superior y extraer de ella profunda per-
cepción creativa e intuitiva, sabiduría y orientación. Este inconscien-
te colectivo, que más recientemente ha sido denominado la psique
objetiva, era, según Jung, la capa más profunda del inconsciente y,
generalmente, era inaccesible al conocimiento consciente.
Constituía, con mucho, el área mayor de la mente y su contenido no
provenía de las experiencias de la vida de la persona sino de toda la
raza humana, la historia completa del funcionamiento psíquico.
- 328 - SAMUEL H. SANDWEISS

Jung creía que el inconsciente colectivo representaba la sabi-


duría de los tiempos, un conocimiento muy superior al de un indi-
viduo. Sus contenidos o arquetipos y su representación simbólica,
imágenes arquetípicas, fueron expresados en las imágenes y
temas básicos de todas las religiones, mitologías, leyendas y cuen-
tos de hadas de todas las épocas. Los arquetipos también emer-
gían a través de sueños y visiones, en casos de análisis psicológi-
co profundo, en experiencias subjetivas profundas y en los desór-
denes mentales más importantes.
El trabajo de Jung con arquetipos amplió en gran medida
nuestra visión del yo, al haber encontrado estratos de conciencia
que trascendían el tiempo y el espacio y eran comunes a todos los
hombres, una memoria interna de toda nuestra existencia como
seres humanos. Estas imágenes arquetípicas son tan variadas y
numerosas que se resisten a ser incorporadas en una lista que las
incluya a todas, pero han sido descriptas cuatro amplias categorí-
as que se resumen a continuación: el arquetipo de la gran madre;
el del padre espiritual; el de la transformación (que corresponde
al proceso psíquico de crecimiento, cambio y transición); y el
arquetipo central, el Yo que expresa un todo o totalidad psíquica.
El arquetipo central emergente que representa un conocimiento
espiritual profundo, puede manifestarse en la forma de una figu-
ra geométrica especial llamada mandala. En su forma más simple,
un mandala es un círculo cuadrado, que combina los elementos de
un círculo con los de un cuadrado, una cruz o cualquier otra
expresión de cuatro lados. El mandala representa un principio
unificador e integrador básico ubicado en las raíces mismas de la
psique. En el análisis junguiano parece que un mandala totalmen-
te desarrollado emerge, por lo general, en los sueños de un indi-
viduo después de un largo proceso de desarrollo psicológico.
Puede estar acompañado de un sentimiento de liberación de un
conflicto de otro modo irreconciliable, y puede transmitir una con-
ciencia expandida de la unicidad de toda la Creación.1
Los progresos de la psicología en los últimos veinte años, al
principio imprecisamente unificados bajo el título general de “La
1 C. G. Jung: “Concerning mandala Symbolism” en “The Archetypes and the
Collective Unconscious”, Collected Works, Volumen 9 (1), Bollingen Series
XX (New York, Pantheon, 1959), págs. 355/84.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 329 -

Nueva Psicología” y, más recientemente, de “Psicología Huma-


nística”, han explorado la posibilidad de expandir la conciencia
para incrementar la creatividad y revelar un significado y un pro-
pósito más profundo en la vida.
Patrocinada por Abraham Maslow, la psicología humanística
se introdujo en el movimiento del potencial humano y, en 1973,
fue aceptada por la Asociación Psicológica Americana, como su
rama más reciente. Maslow fue el primer psicólogo americano
más importante que postuló que el hombre es una criatura evo-
lutiva cuya naturaleza superior busca su realización, tal como lo
hace sin duda su naturaleza inferior, y que la enfermedad surge
cuando esta evolución ascendente, esta necesidad de autorreali-
zación es bloqueada. “La naturaleza superior”, decía Maslow,
“incluye la necesidad de trabajo significativo, responsabilidad,
creatividad, de ser honesto y justo, de hacer lo que vale la pena
y hacerlo bien”. Esto contrasta con la naturaleza inferior del
hombre que busca gratificación egoísta en los impulsos e instin-
tos animales.
Términos de esta nueva psicología tales como experiencias
“cumbre” y de éxtasis, autotrascendencia y autorrealización, flujo
de energía y campos de energía, amor, conciencia, dimensión
espiritual, crean un lenguaje similar al de los aspirantes místicos y
espirituales. Los investigadores creen que se pueden obtener
datos de valor experimentando estados alterados de conciencia
como los que se encuentran en la meditación, la hipnosis y la pri-
vación sensorial.
Como se mencionó en el Capítulo 2, Maslow describió un
estado trascendental intenso al que denominó “experiencia cum-
bre”, en la cual la persona experimentaba una sensación de ele-
vada claridad y comprensión noética, intensa euforia y una apre-
ciación de la naturaleza holística, unitiva e integrada del universo
y de nuestra unidad con él. El esperaba que los estudios de expe-
riencias cumbre ayudarían a tender un puente entre lo relativo y
lo absoluto y establecer una base científica para experiencias de
unidad y eternidad.
Más recientemente, los investigadores han demostrado un
creciente interés en el estudio de los fenómenos psíquicos. Stanley
Krippner escribe: “Es probable que la publicación de libros sobre
parapsicología haya llegado a su apogeo durante los años 1974-
- 330 - SAMUEL H. SANDWEISS

1976….2 En su bibliografía, enumera noventa y tres libros, bajo


catorce títulos, algunos de los cuales incluyen: “Medicina, Psiquia-
tría y Parapsicología”, “Parapsicología y otras Ciencias”, “Filoso-
fía y Parapsicología” y “Religión y Parapsicología”.
Las preguntas respecto de la naturaleza de la conciencia y la
relación del cerebro con la conciencia, tienen siglos de antigüe-
dad. Immanuel Kant, profesor prusiano del siglo XIX, de lógica y
metafísica, declaró: “Ninguna experiencia me dice que estoy
encerrado en algún lugar de mi cerebro”. Charles Darwin, por
otra parte, se preguntó: “¿Por qué el pensamiento, siendo una
secreción del cerebro más maravillosa que la gravedad, es pro-
piedad de la materia?”. Algunos, confundidos por esta cuestión
podrían haber tomado el asunto como la idea de un autor de sáti-
ras: “¿Qué es la mente? No importa. ¿Qué es la materia? No inte-
resa”*. Schopenhauer calificó como este “nudo del mundo” a la
dificultad insuperable que existe entre la mente y la materia.
En el campo de la física y de las neurociencias, el tema de la
relación del cerebro con la conciencia ha sido planteado en tér-
minos de mente y cerebro, o mente y materia. En este libro yo
asumo la posición de que la conciencia es más fundamental que
la mente y el cerebro y que la mente es, en magnitud, como una
burbuja comparada al océano de la conciencia; es la conciencia
realmente la creadora de la mente y el cerebro. Como los ante-
riores observadores no fueron claros en establecer diferencias
entre conciencia y mente, quizás podríamos sustituir más venta-
josamente en sus declaraciones la palabra “conciencia” por
“mente”. En mi opinión, son las propiedades de la conciencia y
no las de la mente las que decidieron a los observadores a afirmar
que no eran atribuibles al cerebro.
El Dr. Wilder Penfield, notable investigador del cerebro y neu-
rocirujano, trabajó durante más de cincuenta años para probar
que el cerebro respondía a la mente (conciencia). Los problemas
involucrados en el intento de explicar la conciencia, lo llevaron al
fin a esta perspectiva: “Finalmente llego a la conclusión de que no
2 Advances in Parapsychological Research. 1. Psychokinesis (New York and
London: Plenum Press, 1977), pág. 191.
* What is Mind? No matter. What is matter? Never mind. Juego de palabras
intraducible. Literalmente: ¿Qué es la mente? No es materia. ¿Qué es la mate-
ria? Nunca mente. (N. de la T.)
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 331 -

hay una evidencia clara, a pesar de los nuevos métodos, tales


como el empleo de electrodos estimulantes, el estudio de pacien-
tes conscientes y el análisis de ataques epilépticos, de que el cere-
bro por sí solo pueda realizar el trabajo que realiza la mente. Creo
que es más fácil racionalizar el ser del hombre sobre la base de
dos elementos, que sobre la base de uno solo”.3
La Dra. Candace Pert, de la rama de Psiquiatría Biológica del
Instituto Nacional de Salud Mental, cree que pronto llegará el día
en que la neurociencia estará capacitada para hacer un mapa del
cerebro, codificado en color. Sin embargo, niega que tal diagra-
ma pueda dar cuenta de la conciencia. “Así como una persona
puede entender totalmente un aparato de televisión —desarmán-
dolo y armándolo— pero no entender nada de radiación electro-
magnética, nosotros podríamos estudiar el cerebro como un
mecanismo de entrada y salida; entrada por los sentidos, salida
por el comportamiento. Dibujamos mapas, pero no debemos
confundir nunca el mapa con el territorio. He dejado de ver al
cerebro como el final de la línea. Es un receptor, un amplificador,
un pequeño minirreceptor de la realidad colectiva”. Y ¿qué pasa
con la conciencia? “La conciencia”, asegura Pert, “está antes que
el cerebro, creo. Muchos creen en la vida después de la muerte,
y el cerebro puede no ser necesario a la conciencia. La concien-
cia puede ser proyectada a diferentes lugares. Es como tratar de
describir lo que ocurre cuando tres personas sostienen al mismo
tiempo una conversación increíble. Es casi como si estuviera allí
una cuarta o una quinta persona; el todo es mayor que la suma
de sus partes”.4
Por fin la investigación de la conciencia está despertando
gran consideración en Occidente. En el Annual Review of Neu-
rosciences (Revista Anual de Neurociencias, 1981), el laureado
3 Wilder Penfield, The Mistery of the Mind (New Jersey: Princenton University
Press, 1975), pág. 114.
El Dr. Wilder Penfield (1891-1976), uno de los más grandes investigadores y
neurocirujano del cerebro, fue fundador del Instituto Neurológico de Montreal.
Ubicó diversas zonas funcionales de la corteza cerebral humana, en el desa-
rrollo del tratamiento quirúrgico de la epilepsia. Penfield descubrió que la esti-
mulación de la corteza interpretativa activaba el registro neuronal de expe-
riencias pasadas; desarrolló, consecuentemente, la hipótesis centrocefálica del
control de la memoria.
4 Entrevista, “Candace Pert”, Omni, febrero, 1982, págs. 64 y 112.
- 332 - SAMUEL H. SANDWEISS

Roger Sperry, famoso por su trabajo sobre el funcionamiento


hemisférico del cerebro, dice:

Los conceptos actuales sobre la relación mente-cere-


bro, implican una ruptura directa con la doctrina materia-
lista y conductista, largamente establecida, que ha domina-
do a la neurociencia durante muchas décadas. En vez de
rechazar o ignorar la conciencia, la nueva interpretación
reconoce plenamente la primacía del conocimiento cons-
ciente interno como una realidad casual… Una vez que la
ciencia modifica su tradicional posición materialista-con-
ductista y comienza a aceptar en teoría y a influir en la
práctica, dentro de su dominio casual, a la totalidad de las
experiencias internas, conscientes y subjetivas (el mundo de
las humanidades), entonces, la verdadera naturaleza de la
ciencia misma cambia… Los recientes desarrollos concep-
tuales en las ciencias de la mente-cerebro, que rechazan el
reduccionismo y el determinismo mecánico por un lado y
los dualismos por el otro, despejan el camino para un enfo-
que racional de la teoría y de la prescripción de valores y
para una fusión natural de la ciencia y la religión.5

El conocimiento directo nos lleva a la verdad incontrovertible


que sostenemos respecto del universo que habitamos, el de la
conciencia humana. La ciencia occidental busca ahora compren-
der más sobre esta conciencia que durante tanto tiempo constitu-
yó la base de sistemas especulativos. Muchos físicos como Eugene
Wigner6, consideran esencial la inclusión de las investigaciones de
la conciencia para una ulterior expansión de la comprensión cien-
tífica. Y, como concluye el físico Sir Arthur Eddington: “Al reco-
nocer que el mundo físico es enteramente abstracto y sin ‘reali-
dad’ —aparte de su vínculo con la conciencia—, reintegramos la
conciencia a su posición fundamental, en lugar de representarla
5 Citado en The Mind Race (New York: Villard Books, 1984, pág. XV) de
Russeli Targ y Keith Harary.
6 Eugene Wigner, eminente físico conocido por su trabajo sobre las implicancias
filosóficas de la mecánica cuántica, ha sido honrado con los premios: The
Atoms for Peace Award, en 1960; Premio Nobel en física, en 1963 y el pre-
mio Albert Einstein, en 1972.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 333 -

como una complicación no esencial encontrada, ocasionalmente,


en medio de la naturaleza inorgánica, en una etapa tardía de la
historia evolutiva”.7
En la revista australiana Gazette (diciembre, 1984, pág. 14),
el profesor Brian Mc Cusker, profesor de física nuclear en la
Universidad de Sidney (Australia), notable investigador en radia-
ción cósmica, sostiene que la mecánica de los quantum, que
demostró experimentalmente ser la descripción más exacta del
universo físico aún válida, exige que éste sea considerado una
entidad única, total, indivisible y consciente, de la cual el obser-
vador es una parte esencial. La implicancia lógica de esto —argu-
ye—, es que para estudiar debidamente el universo, un científico
debe estudiar su propia conciencia.
Aunque su propia investigación produjo evidencia de un
“quark” libre —supuestamente, un bloque básico de construcción
de materia física—, ahora afirma en un nuevo libro La búsqueda
de los quarks, publicado por la prensa de la Universidad de
Cambridge, que el enfoque materialista del universo simplemente
no se corresponde con los hechos, como fue demostrado median-
te experimentos, y que una búsqueda del bloque básico de cons-
trucción es infructuosa. “Está claro que no existen tales cosas:
después de los quarks, habría aún otra proliferación de partícu-
las… El materialismo es como jugar con trenes de juguete: la
mejor diversión del mundo cuando uno tiene seis o siete años de
edad, pero ¿cuando se tiene cuarenta?”.
El profesor Mc Cusker declara: “Los tests del teorema de
Bell8, completados en París hace dos años, han demostrado que
el universo no es un conjunto de cosas separadas con espacios
vacíos entre ellos, sino algo interconectado, y la forma en que las
cosas se influirán entre sí depende de su historia pasada, inde-
pendientemente de cuál se piense que es la distancia que las sepa-
ra”. Llega a la conclusión de que la levitación, la percepción extra-
sensorial, las cartas de Tarot y muchos otros fenómenos psíqui-
cos, son científicamente válidos.
El campo de investigación de la conciencia humana se ha
desarrollado en el área de la investigación psi. En 1969, la Aso-
7 Arthur S. Eddington, The Nature of the Physical World (Cambridge University
Press, 1931), pág. 332.
- 334 - SAMUEL H. SANDWEISS

ciación Americana para el Avance de la Ciencia admitió en sus


filas a la Asociación de Parapsicología. Durante más de diez años
el gobierno de los Estados Unidos ha invertido en un programa
multimillonario en SRI International en Menlo Park, California. El
programa incluye la exploración de técnicas de una capacidad de
percepción denominada visión remota. La visión remota es un
tipo de funcionamiento psi o psíquico, que le sucede naturalmen-
te a mucha gente en el curso del acontecer diario. Se refiere al
conocimiento de lugares, acontecimientos y objetos imposibles de
ser percibidos por los sentidos conocidos, debido particularmente
a la distancia. Como informara el Comité de Ciencia y Tecnología
al Congreso: “Los recientes experimentos en visión remota y
otros estudios en parapsicología sugieren que existe una ‘interco-
nexión’ de la mente humana con otras mentes y con la materia…
Lo que se infiere de estos experimentos es que la mente humana
puede ser capaz de obtener información independientemente de
la geografía y el tiempo”…9
Aunque Freud rechazó inicialmente los fenómenos psi, cam-
bió completamente de opinión en sus últimos años. Era miembro
de las Sociedades Británica y Americana para la Investigación
Psíquica. Convencido de la comunicación telepática entre el analista
8 Estos tests, que se relacionan con un aspecto de la paradoja de Einstein Podolsky
Rosen, parecen confirmar un fenómeno predicho por la matemática de Bell: la
forma en que uno mide una de las partículas de un par que han interactuado una
vez —aún estando separadas por una gran distancia— instantáneamente afecta
el comportamiento de la otra de un modo no entendido por las actuales leyes de
la física. Esto sugiere un grado de interconexión entre los objetos, mucho más
íntimo de lo que era posible imaginar previamente en el campo de la física.
Einstein se sintió perplejo ante tal posibilidad, por cuanto esta instantánea reac-
ción refutaba su creencia de que un objeto no puede transmitir información a
otro objeto separado, a una velocidad superior a la velocidad de la luz en el vacío.
Algunos físicos sugieren que este fenómeno al igual que los fenómenos místicos
y los fenómenos psi, son aspectos de un sistema de inteligencia no subatómico
y no obstante universal, que recibe, integra y transmite información a un nivel
mucho más profundo que las apariencias sensoriales a las que nosotros deno-
minamos espacio, tiempo y separatividad. Y así surge ahora en la física el serio
problema de si el universo está construido a partir de objetos separados y dis-
tintos o si es fundamentalmente un todo unificado, la expresión de una infini-
ta conciencia subyacente.
9 Committtee on Science and Technology (U.S. House of Representatives)
Survey of Science and Technology Issues and Future, junio, 1981.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 335 -

y el paciente, Freud postuló que éste era un modo arcaico de con-


tacto, posteriormente reemplazado por la comunicación sensorial. En
1924 le escribió a Ernest Jones sobre su intención de “prestar el
apoyo del psicoanálisis al tema de la telepatía”. Aparentemente
Jones, temiendo el descrédito del psicoanálisis, lo disuadió de
hacer pública su declaración. Jones también lo había persuadido
de que no presentara su trabajo titulado “Psicoanálisis y
Telepatía” en el Congreso Psicoanalítico Internacional, en 1922.
El ensayo fue publicado después de la muerte de Freud.10
Stanley R. Dean, doctor en Medicina, profesor clínico de psi-
quiatría en las Universidades de Miami y Florida, fundador de la
Fundación para la Investigacion de la Esquizofrenia y la Asociación
Americana de Metapsiquiatría y autor de casi cien trabajos, preco-
niza la ampliación de los horizontes médicos, mediante la explora-
ción de los fenómenos psíquicos. La metapsiquiatría, un término
propuesto por él por primera vez en 1971, está hoy incluida en el
glosario oficial de la Asociación Psiquiátrica Americana y de la
Enciclopedia Internacional de Neurología, Psiquiatría, Psicoanálisis
y Psicología. El expresa en un artículo publicado en el periódico
profesional M.D., de diciembre de 1978, titulado “Metapsiquiatría
y Futurología Psicosocial”11: “La Metapsiquiatría es un término
semánticamente congruente que nació de la necesidad de dar
nombre a la importante superficie de contacto entre la psiquiatría
y el misticismo, que hasta ahora se encuentra sin clasificar. No es
sinónimo de parapsicología, pues incluye todo el alfabeto de los
fenómenos psíquicos desde aura hasta zen… Puede ser concep-
tualizada como la base de una pirámide, cuyos lados son la psi-
quiatría, la tecnología, la parapsicología y el misticismo”. (El mis-
ticismo puede ser definido como “cualquier creencia en la existen-
cia de realidades más allá de la comprensión perceptiva o intelec-
tual pero fundamentales para el ser y accesibles a la conciencia”.)
“En mi opinión”, escribe el Dr. Dean, “la investigación psí-
quica es la legítima ocupación de la psiquiatría, la especialidad
médica más competente para investigar los fenómenos, estimar
su validez y exponer las falacias en asuntos de la mente. No hay
10 Arthur Koestler, The Roots of Coincidence (New York: Random House,
1972), pág. 101.
11 Stanley R. Dean, M.D., “Metapsichiatry and Psychosocial Futurology”, M.D.
22 (12), págs. 11/13.
- 336 - SAMUEL H. SANDWEISS

duda de que el resultado sería un alto grado de esclarecimiento


recíproco, si la psiquiatría prestara su experiencia académica y
taxonómica a las especulaciones religiosas y filosóficas que se han
adueñado del campo”.
El Dr. Dean insinúa que la psiquiatría llega naturalmente a
este campo, recordándonos que “un psiquiatra, el Dr. Maurice
Bucke, en un interesante libro publicado en 1898, Conciencia
Cósmica, desarrolló la teoría de que una conciencia superior, apa-
rentemente milagrosa al aparecer esporádicamente a través de los
tiempos, sería más un fenómeno natural latente en todos noso-
tros que un fenómeno oculto, y que era de hecho un proceso evo-
lutivo que llevaría finalmente a un nivel superior de existencia para
la humanidad”.
En su artículo, el Dr. Dean afirma: “Así gran parte de la aten-
ción en la literatura se ha centrado en las descripciones de los
fenómenos psíquicos, pero no lo suficiente en sus propósitos; por
lo tanto, quisiera no sólo preguntar ‘¿Qué son los fenómenos psí-
quicos’ sino también ‘¿Para qué sirven?’.” Continúa enumerando
una cantidad de posibles propósitos, incluyendo, en la percepción
extrasensorial, una función de preservación de la vida similar al
mecanismo de huida o lucha y al mecanismo autorreparador de
trauma y enfermedad. Se refiere al Dr. William Tiller como “un
escrupuloso investigador de la Universidad de Stanford, que es
optimista con respecto al futuro útil de la fotografía Kirlian como
sistema de monitoreo de la energía vital. (La fotografía Kirlian es
una técnica fotográfica que, supuestamente, revela vibrantes cam-
pos de energía emitidos por todas las formas de vida, y que, pre-
sumiblemente, es capaz de interactuar con otros campos de ener-
gía del pasado, del presente y del futuro.) Sería entonces posible
desarrollar un sistema de monitoreo confiable, que revelara el
tono físico, emocional y mental de los seres humanos; desarrollar
sistemas para determinar las condiciones óptimas de los partici-
pantes en actividades exigentes de equipo; y desarrollar los obje-
tivos comunes tan necesarios para la investigación y la terapia psi-
quiátrica”.
Apéndice III

PSICOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD

P odemos entender mejor la relación entre psicología y


espiritualidad si vemos estos campos como enfoques diferentes
para el estudio de la conciencia en evolución. Joseph Campbell1,
Ken Wilber2, escritores que incursionan en el campo de la Psico-
logía Transpersonal, y yo mismo3, hemos señalado de qué modo
las etapas del desarrollo psicosexual de Freud se corresponden
íntimamente con las etapas inferiores de conciencia descriptas
por los yoguis. Y Wilber ha demostrado la eficacia de considerar
todos los niveles del desarrollo psicológico, en términos de evolu-
ción de la conciencia. El traza paralelos entre las etapas de desa-
rrollo de la mente en la psicología occidental y los niveles de con-
ciencia definidos por los filósofos, teólogos, místicos y maestros,
provenientes de muchas tradiciones espirituales, como también
con los estados sutiles de conciencia estudiados por los yoguis.
Cada uno de estos niveles es definido por toda una constela-
ción de sentimientos, estilos, formas y contenido de pensamien-
tos, modelos conductuales y motivacionales y su relación con tem-
pranos determinantes ambientales y clases de experiencias —
tanto interpersonales como intrapsíquicas— necesarias para pro-

1 Joseph Campbell, Myths To Live By (New York: Bantam Books, 1978), págs.
108/116.
2 Ken Wilber, Journal of Humanistic Psychology, Vol. 22, Nº 1, Invierno
1982, págs. 57/90.
3 Samuel H. Sandweiss, Sai Baba y el Psiquiatra, Ed. Errepar, Bs. As.,
Argentina.
- 340 - SAMUEL H. SANDWEISS

mover la evolución desde un nivel al siguiente (más acerca de este


último). Además, algunas de las técnicas espirituales empleadas
para ayudar a avanzar a la gente desde las etapas inferiores a las
superiores, son similares a las técnicas psicológicas y viceversa.
Reveamos algunos de los conceptos psicológicos y espiritua-
les básicos para ver si podemos encontrar algunas interrelaciones
sobre las cuales basar la práctica de una psicología espiritual. Y
mientras desarrollamos las bases teóricas, tengamos presente una
muy importante observación empírica que señala la compleja
relación entre espiritualidad y psiquiatría.
Gente de alto nivel de desarrollo psicológico no manifiesta
necesariamente un elevado grado de percepción espiritual, y gente
con severos problemas emocionales puede tener un muy alto grado
de percepción espiritual. El poderoso ejecutivo de un banco puede
sentir muy poco interés en temas espirituales y mostrar muy pocas
cualidades espirituales como compasión, desapego y devoción. Por
otra parte, un alcohólico severamente incapacitado puede tener una
auténtica percepción espiritual y hasta profundas experiencias mís-
ticas. Puede interpretar en forma distorsionada los temas y senti-
mientos espirituales, al estar demasiado atento a la espiritualidad
como una defensa y un modo de evitar problemas psicológicos;
pero puede, no obstante, tener auténticas experiencias.
William James señaló que en realidad el enfermo psicológico
tiene experiencias místicas auténticas, más frecuentemente que la
población normal. Cristo, por supuesto, dijo: “El de corazón
humilde heredará la tierra”, y “Es más fácil que un camello pase
por el ojo de una aguja, que un rico alcance el reino de Dios”.
En forma constante, observo que, cuando hablo a la gente
respecto de mis experiencias con Sai Baba, nunca puedo prede-
cir, sobre la base de la fortaleza psicológica o el éxito en el mundo
exterior, quién responderá con lágrimas y asombro y quién per-
manecerá completamente impasible; quién parece comprender a
un nivel profundo y quién no. ¿Entonces, no están relacionadas
estas dos dimensiones? Los debates contemporáneos entre los
que creen que el hombre se desarrolló a través de un proceso evo-
lutivo sin intervención de un poder superior, y los que creen que
Dios participó de algún modo, demuestran la dificultad que tene-
mos en aceptar la posibilidad de una interrelación entre las dimen-
siones espiritual y material.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 341 -

CONCEPTOS PSICOLOGICOS

TEORIAS DE LAS ETAPAS EN PSIQUIATRIA

Los conceptos sobre evolución son comunes a la psicología y


la espiritualidad. Fundamentalmente, afirman que cada etapa de
desarrollo progresivo en la vida de las plantas y de los animales se
basa y es consecuencia del desarrollo de la etapa precedente. Se
puede suponer que ciertas funciones humanas genéticamente
determinadas se cumplen independientemente de lo que sucedió
en las etapas precedentes, siendo poco influidas por factores
ambientales o psicológicos; pero en la mayoría pareciera que la
adaptación en los niveles inferiores de desarrollo, influye signifi-
cativa y profundamente, en la forma en que un organismo se
manifiesta, se desarrolla y evoluciona.
En el reino animal, por ejemplo, el embrión en su desarrollo indi-
vidual vuelve a efectuar el proceso evolutivo, pasando de las etapas
inferiores de formas de vida hasta alcanzar la configuración caracte-
rística del cuerpo de su fílum y especie: la ontogenia recapitula la filo-
genia. Este mismo esquema de evolución, de lo primitivo y menos
diferenciado a lo más complejo y de funcionamiento superior, se ve
en nuestro desarrollo psicológico. El desarrollo de la mente y los par-
ticulares modos en los que el organismo relaciona sus necesidades
congénitas con las demandas y condiciones ambientales se describe
en psicoanálisis en términos de etapas de desarrollo. Por ejemplo, el
desarrollo de las relaciones de objeto se divide en cinco etapas:

PSICOANALISIS FREUDIANO

(1) Autoerotismo, desde el nacimiento hasta alrededor


de los tres años de edad; (2) narcisismo, desde los tres a los
seis años de edad; (3) homoerotismo, desde los seis hasta
la pubertad; (4) heteroerotismo, durante la adolescencia; (5)
aloerotismo, etapa de madurez.

Al desarrollo de las vicisitudes, o cambios de los impulsos y


tendencias innatas en relación con la realidad, se lo describe
como ocurriendo en tres etapas:
- 342 - SAMUEL H. SANDWEISS

(1) Sexualidad pre-superego, desde el nacimiento hasta


alrededor de los seis años de edad, incluyendo: a) fase oral,
desde el nacimiento hasta los dos años, b) fase anal, desde
los dos años hasta alrededor de los cuatro años y c) fálica,
desde los cuatro hasta alrededor de los seis años; (2) laten-
cia, desde los seis años hasta la pubertad; y (3) genitalidad.

ERIKSON

Erik H. Erikson definió “Ocho etapas del hombre” o del desa-


rrollo psicosocial del hombre. Asimismo, desde las etapas más
primitivas a las más desarrolladas son:

(1) Confianza versus Desconfianza, que se extiende


durante el primer año de vida y corresponde a la fase oral
de Freud;
(2) Autonomía versus Duda, durante el segundo y el
tercer año (fase anal de Freud);
(3) Iniciativa versus Culpa, cuarto y quinto año de vida
(fase fálica de Freud);
(4) Laboriosidad versus Inferioridad, desde los seis a los
once años (período de latencia de Freud, cuando el niño
aprende a razonar deductivamente);
(5) Identidad versus Confusión de rol, adolescencia:
aproximadamente desde los doce a los dieciocho años,
período de pronunciado cambio en la actividad mental, con
la aparición del pensamiento más abstracto y una profun-
da apreciación de la complejidad de la vida. El individuo se
vuelve más autoconsciente, se preocupa por lo que los
demás piensen de él y desarrolla el sentido de quién es él,
de dónde viene y adónde va. Puede también comparar su
propia familia dentro de la sociedad con lo que él concep-
tualiza como la familia o la sociedad ideales;
(6) Intimidad versus Aislamiento, desde la adolescencia
a la temprana edad media;
(7) Productividad versus Ensimismamiento, edad
mediana. En esta etapa, el individuo se interesa por otros
fuera de su familia inmediata y por la naturaleza de la
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 343 -

sociedad y del mundo en el que vivirán las futuras genera-


ciones;
(8) Integridad versus Desesperación, ancianidad.

PIAGET

Piaget describe cuatro etapas principales del desarrollo cog-


noscitivo:

(1) Etapa sensoriomotriz, que se extiende desde el naci-


miento hasta los dieciocho meses, en que el niño empieza a
desarrollar las capacidades de razonamiento, cuando el
ensayo y error mentales reemplazan al ensayo y error en
acción. Cerca de los ocho o nueve meses, el niño empieza
a retener en su memoria la imagen mental de un objeto.
(2) Etapa preoperacional, desde los dieciocho meses a los
siete años; se desarrolla el pensamiento simbólico, pero el
niño todavía es incapaz de razonar lógica y deductivamente.
El pensamiento se caracteriza por egocentrismo (egoísmo),
yuxtaposición y razonamiento transductivo, en el que los
sucesos y los objetos están asociados por vínculos lógicos pri-
mitivos tales como estar presentes uno al lado del otro más
bien que en clases lógicas y jerárquicas. Las respuestas se for-
man con lo que más llama la atención en el entorno más bien
que a través de la comprensión. El juego simbólico, la imagi-
nación gráfica, la imaginación mental y el lenguaje se conso-
lidan generalmente entre los dos y los cuatro años.
(3) Etapa de las operaciones concretas: desde los siete
a los once años de edad, cuando el niño ya no está cons-
treñido por sus percepciones de un determinado momento
y puede aplicar el razonamiento.
(4) Etapa de las operaciones formales, desde los once
años en adelante, en la que el adolescente puede ahora usar
hipótesis, experimentar, hacer deducciones y manipular ideas.

FE Y MORALIDAD

Los educadores y los psicólogos han vuelto también su aten-


ción a las etapas de desarrollo de los aspectos superiores del hom-
- 344 - SAMUEL H. SANDWEISS

bre, tales como el desarrollo de sus valores, la moralidad y la fe.


Laurence Kohlberg, por ejemplo, quien ha establecido reciente-
mente un Centro para el Desarrollo Moral, en la Escuela de Educación
para Graduados de la Universidad de Harvard, ha definido seis
etapas de desarrollo del sentido de la moralidad del hombre, rela-
cionándolas con la profundización de su conciencia social y con
su capacidad para el pensamiento intuitivo, abstracto y lógico.
James W. Fowler, doctor en Filosofía de la Escuela Harvard
Divinity, define seis etapas en el desarrollo de la fe que se corre-
lacionan con las etapas cognoscitivas de Piaget, las morales de
Kohlberg y las psicosociales de Erikson.
Cada una de las etapas de desarrollo puede ser definida por
una serie de parámetros, que incluyen edad del acontecimiento;
asociación con determinado lugar del cuerpo; problemas carac-
terísticos del desarrollo tales como dependencia, confianza y
autonomía; tendencias, necesidades y deseos específicos; opera-
ciones necesarias como el caminar, el control intestinal y la socia-
lización; determinadas constelaciones de sentimientos y emocio-
nes, temores y aspiraciones y sus relaciones con influencias
ambientales (familiar, social, cultural y económica); nivel de
madurez de mecanismos reguladores como las defensas del yo,
el superyó y el ello; fuerza y potencial para la evolución; conflic-
tos y obstáculos característicos; técnicas y enfoques específicos
para la trascendencia.
El establecimiento apropiado y pleno de cada etapa de desa-
rrollo presupone un desarrollo saludable y completo de la etapa
precedente, con resolución de sus desafíos, problemas y conflic-
tos. Si hubiera algo incompleto de una etapa precedente, conti-
nuaría en la siguiente como un conflicto no resuelto que aún
requiere atención. Por lo tanto, un individuo puede mostrar en
cierto momento, conflictos, emociones y motivaciones caracterís-
ticas de un número de diferentes etapas de desarrollo. Puede exhi-
bir diversos niveles de madurez e inmadurez correspondientes a
los éxitos y fracasos experimentados durante el desarrollo.

LIMITACIONES

Las teorías psicológicas contemporáneas no pueden mostrar


las relaciones existentes entre muchas de nuestras prácticas tera-
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 345 -

péuticas. ¿Cuál es la relación de las terapias habladas orientadas


hacia lo mental de la psicología moderna, por ejemplo, con las
posturas físicas y las prácticas de respiración del yoga, o con las
corrientes de energía sutil de la acupuntura o la bioenergética, o
de las prácticas devocionales no clínicas, pero de ningún modo
menos terapéuticas, de los sistemas espirituales?
Los sistemas espirituales afirman que la dinámica de la mente
—el aspecto de la conciencia de la que se ocupa la psicología—
no se refiere totalmente al espíritu más vasto y fundamental del
cual emerge la mente. Muy bien, entonces el adoptar una pers-
pectiva espiritual, no significa necesariamente abandonar las teo-
rías y técnicas de la psicología, sino que de hecho ofrece la posi-
bilidad de hacerlas más efectivas, relacionándolas dentro de un
sistema más comprensivo para entender la conducta humana.
Examinemos dicho sistema espiritual. A continuación se pre-
senta la visión que tiene el hinduismo en cuanto a la dinámica
interna de la conciencia. Al principio las palabras e ideas pueden
parecer algo extrañas, el material quizás difícil de aceptar. Los invi-
to, empero, a acercarse a él con una mente abierta ya que pronto
encontraremos algunas conexiones importantes e interesantes.

CONCEPTOS ESPIRITUALES

LAS KOSAS

El concepto Vedántico4 de Kosas (envolturas de la concien-


cia del hombre) tiene en cuenta tanto las observaciones occiden-
tales como orientales respecto de la psicología y la espiritualidad
del hombre. El hombre vive en un cuerpo y tiene sentimientos y
pensamientos, pero su identidad esencial es vista como Con-
ciencia Universal eterna llamada atma.
En este sistema hay cinco niveles de conciencia que deben ser
recorridos para llegar al océano del verdadero yo, el estado de
total unidad. Cada nivel es considerado como una capa que cubre
un nivel más sutil que se encuentra por debajo. Mediante la con-
templación constante de estas Kosas o envolturas, el aspirante
4 Vedanta: sistema de filosofía hindú fundado en los Vedas, escrituras sagradas
del hinduismo.
- 346 - SAMUEL H. SANDWEISS

espiritual logra la discriminación para avanzar de un nivel al que


le sigue, hacia un conocimiento cada vez más profundo de la rea-
lidad. Poco a poco abandona una capa tras otra hasta que, final-
mente, puede disolverlas a todas para lograr el conocimiento de
su unidad con lo divino.
Desde la exterior hasta la más sutil, ellas son:
(1) Annamayakosa: El cuerpo físico formado a partir del ali-
mento; es el nivel de la química y la fisiología, el foco principal de
la medicina occidental moderna.
(2) Pranamayakosa: La esfera de los cinco sentidos, de las
emociones y de la energía sutil llamada prana (luego se verá más
al respecto).
(3) Manomayakosa: El cuerpo mental inferior compuesto de
pensamientos. Esta es la llamada envoltura causal con su trama
de deseos, motivos y resoluciones que forman el complejo lla-
mado mente. El pensamiento es más sutil que las emociones o el
prana. Con el desarrollo de nuestra habilidad para manipular
ideas y obtener mayor dominio sobre el mundo exterior, con el
mayor potencial para gratificar nuestros deseos de fama, poder
y sexo, heredamos también el potencial acrecentado para ser
seducidos y quedar encerrados en esta envoltura.
Este es el gran desafío del hombre moderno: ver más allá de
esta etapa de desarrollo y lograr trascenderla con ayuda de una
percepción más penetrante, proporcionada por la etapa que le
sigue. Más adelante consideraremos la naturaleza de la lucha por
escapar de la esclavitud de este nivel para alcanzar aquéllos que
están más allá.
(4) Vijnanamayakosa: El cuerpo mental superior compuesto
de inteligencia, discriminación, intuición y capacidad para escoger
de acuerdo a ideales más elevados. Este es el aspecto dominante
de la mente, cargada con las tendencias caprichosas que la
gobiernan, sus apetencias por lo pasajero y transitorio. Este es el
aspecto que puede discernir los principios morales más elevados,
que puede ver lo universal y contemplar lo eterno más allá del
individuo aislado.
(5) Anandamayakosa: La etapa de la constante bienaventu-
ranza más allá de los sentimientos, pensamientos y mente.
Y más allá de esta quinta envoltura está el atma, descripta
por Baba como:
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 347 -

La base invisible, el verdadero yo, la propia divini-


dad, el alma que es la realidad que está dentro de las
cinco envolturas, de las cuales, la más externa es el cuer-
po. Es la chispa del Dios interior, nuestra más íntima
realidad. Es la sustancia de todo el mundo objetivo, la
realidad tras la apariencia, lo universal e inmanente en
cada ser. Está intrínsecamente desprovista de apego. No
tiene conciencia de entidad, ni de sus propias necesida-
des, naturaleza o posesiones. Carece de yo (yo o mío).
La memoria es una función del intelecto, no del atma.
El atma es imperecedera. No muere como el cuerpo y la
mente. Es la realidad esencial del individuo, el testigo
inafectado por todo este cambio en tiempo y espacio; es
el espíritu inmanente, y el cuerpo, la compleja morada;
el misterio que está más allá de ese complejo, la fuerza
motivadora de los impulsos y las tensiones y las inten-
ciones de ese complejo.

PRANA

C. W. Leadbeater, en su fascinante libro Los Chakras, define


tres fuerzas principales que los yoguis han descripto como ener-
gizantes de los cuerpos “denso” y “sutil” del hombre. El llama
“energía primaria” o “de vida” a la primera y la describe como
una corriente divina que se derrama en nuestro cuerpo desde
afuera para combinarse con la energía kundalini que se origina
dentro. A esta combinación, se suma una tercera fuerza llamada
prana o vitalidad, que los yoguis aseguran que proviene del sol
como luz y calor y es absorbida por cierta boca de energía del
cuerpo que Leadbeater llama chakra esplénico. Esta energía
puede ser realmente visualizada como minúsculos puntos de luz
danzando en todas direcciones cuando uno mira el cielo azul.
Cuando el prana es llevado hasta el centro de fuerza del chakra
esplénico, supuestamente se divide en rayos de energía de dife-
rentes colores que de acuerdo a Leadbeater pueden ser percibidos
por clarividentes:

Un rayo azul violeta se dirige hacia la garganta, donde


el azul energiza el centro de la misma y el violeta sube hasta
- 348 - SAMUEL H. SANDWEISS

el cerebro. Un rayo amarillo se dirige al corazón y uno


verde, al abdomen, centrándose en el plexo solar y vivifi-
cando el hígado, los riñones, los intestinos y el aparato
digestivo. Un rayo rosado circula por todo el cuerpo a lo
largo de los nervios y es claramente la vida del sistema ner-
vioso. Esta es la vitalidad especializada que un individuo
puede dar a otro que la tenga deficiente. Si los nervios no
están totalmente provistos de esta luz rosada, se vuelven
sensitivos e intensamente irritables. Un individuo de salud
vigorosa absorbe y especializa mucho más de esta vitalidad
de lo que realmente su cuerpo necesita, por lo que está
irradiando de continuo un torrente de átomos rosados, y de
esa manera, inconscientemente infunde vigor en los más
débiles que lo rodean sin que él mismo pierda nada. Esta
vitalidad es el alimento del doble etérico y es para él tan
necesaria como el sustento material para el crecimiento del
cuerpo físico. Un rayo anaranjado fluye a la base de la espi-
na dorsal y luego a los órganos de la generación con los
que está íntimamente relacionada una parte de su funcio-
namiento. Este rayo estimula los deseos carnales y parece
que también penetra en la sangre y ayuda a mantener el
calor del cuerpo. Si el hombre rechaza los incentivos de su
naturaleza inferior, este rayo puede, mediante prolongados
y deliberados esfuerzos, desviarse hacia el cerebro, provo-
cando la intensificación de las facultades del intelecto y un
notable incremento del amor inegoísta, al mismo tiempo
que aviva la parte espiritual de la naturaleza humana.5

El prana supuestamente puede ser regulado mediante con-


centración mental y a través de “pensamientos y sentimientos
correctos”, para que el cuerpo físico pueda así incrementar su
capacidad de asimilarlo y lo emplee para intensificar su vitalidad
y fuerza física, emocional, mental y espiritual. Y cuando se lo
enfoca en una cierta dirección, puede despertar otra fuerza de
energía latente y poderosa, la kundalini, que según se dice, juega
un papel crucial en el desarrollo de la naturaleza espiritual del
5 Editado y resumido por C. W. Leadbeater, The Chakras (Londres: The
Theosophical Publishing House, 1969). Hay traducción en español.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 349 -

hombre. Aquí vemos, entonces, todo un nuevo sistema energéti-


co regulado por posturas corporales y ejercicios de respiración,
que aún no ha sido integrado a la principal corriente de la teoría
psicológica occidental, aunque parece estar relacionado con la
acupuntura y la bioenergética. De hecho, Wilhelm Reich, el crea-
dor de la bioenergética, describió una energía similar que él llamó
energía del orgón. En el Apéndice IV me referiré con más detalle
al hecho de que una apreciación más profunda de la dinámica del
prana llevará no sólo a una mayor efectividad terapéutica, sino tam-
bién a comprender cuál es la conexión entre la psicología y la espi-
ritualidad.
Ahora bien, de acuerdo a la teoría de kosas, cada envoltura
tiene su propia dinámica y modo de operar. Por ejemplo, las teo-
rías y prácticas relacionadas con el cuerpo son de una dimensión
diferente de las que se relacionan con la mente, tan diferentes,
dicen, como el lenguaje de la química y la hipnosis. El aumento
del dominio de un nivel, llega a un mejor control de los otros, es
decir, la curación del cuerpo trae fortaleza a la mente y viceversa.
Sin embargo, el control total y el dominio sobre nuestra existen-
cia terrenal no ocurre hasta que el hombre realiza su identidad
como Dios, con todos los poderes de omnisciencia, omnipresen-
cia y omnipotencia que le acompañan.
Como esto raramente sucede, el enfoque terapéutico relacio-
nado con este modelo de conciencia implicaría, normalmente, tra-
bajar sobre un número de diferentes niveles al mismo tiempo, tales
como nutrición, medicación, ejercicios y relajación (nivel corporal);
acupuntura, Rolfing, bioenergética y ejercicios de respiración (nivel
pránico); relaciones interpersonales, aprendizaje cognoscitivo e hip-
nosis (psicológico/mental); prácticas devocionales, servicio desinte-
resado, observancia moral y meditación (espiritual) usando diferen-
tes técnicas para cada nivel, al tiempo que se trabaja para un obje-
tivo común como es el acrecentamiento de la fuerza del cuerpo o el
desarrollo del control de las emociones y la mente.

KUNDALINI

Las dinámicas de desenvolvimiento de la conciencia y la forma


en que uno pasa de un nivel de conciencia a otro, pueden ser
mejor comprendidas a través de los conceptos del yoga respecto
- 350 - SAMUEL H. SANDWEISS

de la evolución de la energía kundalini6, un sistema de energía en


el hombre muy poco conocido en Occidente, pero que ha sido
estudiado por los yoguis de Oriente desde hace milenios. Rela-
cionado con el desarrollo espiritual del hombre, incluye también
una profunda comprensión del desarrollo psicológico del hombre
y puede ayudarnos a ver la relación de las etapas de desarrollo de
Freud, Erikson y Piaget con la naturaleza espiritual del hombre.
Las dinámicas de kundalini son reconocidas por todas las
escuelas de Yoga en la India: raja, karma, jñana, hatha y bhak-
ti yoga. Las teorías de este sistema de energía, tienen en cuenta
las etapas de desarrollo y las configuraciones de la personalidad
descriptas en la psicología occidental y proceden luego a definir
otras más. Coinciden con la psicología occidental en que la per-
sonalidad inicialmente indiferenciada y primitiva en su organiza-
ción, se vuelve sumamente organizada con el crecimiento perso-
nal normal. Las personalidades muy evolucionadas son conside-
radas como representativas de los estados superiores de concien-
cia a partir de la satisfactoria maduración y de la evolución de
niveles inferiores, dejando margen a una interacción más libre,
versátil y creativa entre la realidad interna y externa, lo que equi-
vale a una expansión de la conciencia.
Pero mientras la psicología se concentra en aquellas cualida-
des de la personalidad que permiten adaptarse con éxito al
mundo exterior percibido a través de los sentidos, el sistema kun-
dalini de los yoguis describe además el desarrollo de aquéllas que
son necesarias para el dominio del mundo interior del espíritu y
para trascendencia final de los reinos material y psicológico.
Describiré aquí el sistema kundalini con cierto detalle, para
que podamos comenzar a valorar los elementos de nuestra per-
sonalidad y el potencial humano del que, generalmente, en Occi-
dente no nos ocupamos y que, sin embargo, puede gravitar pro-
fundamente en la evolución de nuestra conciencia.
Se dice que kundalini está latente en el cuerpo en la base de
la espina dorsal. Dentro, dicen los yoguis, se encuentra un canal
central llamado sushumna, con otros dos canales, ida y pingala,
6 Los trabajos disponibles en inglés acerca de kundalini incluyen The Serpent
Power traducido por Arthur Avalone; The Shatchatkara Nirupana y Thirty
Minor Upanishads, traducido por K. Narayana Swami Ayrar; y V. Shiva
Samahita, traducido por Sri Chandra Vidyarnava.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 351 -

el primero a la izquierda y el segundo a la derecha, enroscados


alrededor de la columna como las serpientes que circundan el asta
en el familiar símbolo de la medicina, el caduceo. En efecto, el ca-
duceo de Mercurio, anterior a la mitología griega, puede haber
sido originalmente el símbolo de kundalini o “fuego serpentino”,
que representa el antiguo secreto para lograr la trascendencia del
cuerpo y del ego.7
Cuando kundalini despierta, fluye por los tres canales. En el
yogui bien evolucionado, el principal flujo se realiza a través del
sushumna, el canal central. Los yoguis creen que la voluntad y el
deseo son los aspectos superior e inferior del mismo atributo;
para que la poderosa fuerza kundalini sea dirigida adecuada-
mente, deberá ser cultivada la voluntad. Al principio, el deseo diri-
ge el flujo de energía, pero conforme se desarrolla la conciencia
del individuo y se activan los centros espirituales superiores, cuan-
do su carácter se fortalece y su intuición trasciende, la energía es
dirigida y controlada más bien desde “arriba” que desde “abajo”,
por la voluntad, más que por el deseo. Si tales atributos superio-
res no se desarrollan y el individuo es un esclavo del deseo, su
intención puede ser fácilmente perturbada y puede perder el con-
trol de esta poderosa energía. La literatura sobre kundalini siem-
pre incluye advertencias respecto del despertar prematuro de este
asombroso poder, antes de que se logre el control moral necesa-
rio para dirigirla por el camino correcto.

Si kundalini es despertada prematuramente antes


de que se logre el control moral, existe el peligro de que
se estimulen los aspectos negativos. Se dice que verda-
deramente es mucho mejor que kundalini permanezca
latente en la base de la espina hasta que el individuo
haya realizado determinados progresos morales, que su
voluntad sea lo suficientemente fuerte para dominar la
energía y que los pensamientos sean suficientemente
puros como para enfrentar sin daño ese despertar.
Porque si kundalini es despertada prematuramente y sin
controles internos apropiados y sin la fortaleza moral, la
energía puede fluir descontroladamente excitando las

7 Ver símbolo de kundalini en pág. 354.


- 352 - SAMUEL H. SANDWEISS

pasiones más perniciosas y agitándolas e intensificando


sus efectos hasta tal punto que al hombre le es imposi-
ble resistirlas. Puede intensificar todo en la propia natu-
raleza y alcanza a las más bajas y malignas cualidades
más fácilmente que a las buenas. Por ejemplo, en el
cuerpo mental se despierta muy rápidamente la ambi-
ción y pronto llega a un increíble grado de intensidad.
Probablemente, acrecentará grandemente el poder del
intelecto, pero al propio tiempo engendrará un anormal
y satánico orgullo, tal que es completamente inconcebi-
ble para el hombre común. En el Hathayoga Pradipika
se lee: “Libera al yogui y esclaviza al tonto”.8

PATANJALI

Patanjali, en sus Yoga Sutras o Aforismos del Yoga, escrito


alrededor del siglo IV d.C. y traducido al inglés en 1852, define
los ocho pasos (grados) necesarios para recorrer el camino espiri-
tual con toda seguridad.

1. Observancia moral, dominio de sí mismo (yama).


Las cinco reglas morales básicas son consideradas requeri-
mientos mínimos: verdad, no-violencia, no-codicia, casti-
dad y no-aceptación de bienes ajenos.
2. Virtud personal, disciplina (niyama). Los cinco hábi-
tos esenciales son: pureza (de pensamiento, palabra y
acción), contento, abnegación, estudio de las escrituras,
devoción a Dios.
3. Actitudes y posturas del cuerpo (asanas). El cuerpo
es adiestrado para sentarse en forma apropiada, que facili-
te el flujo de energía, de modo que no interfiera sino que
estimule la meditación.
4. Control de la respiración (pranayama). La respira-
ción adecuada purifica el sistema nervioso, regula el flujo
de energía y aquieta la mente para la meditación.
5. Retracción de los sentidos del mundo exterior (pra-

8 Editado y resumido por C. W. Leadbeater, The Chakras (Londres: The


Theosophical Publishing House, 1969). Hay traducción en español.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 353 -

tyahara). La conciencia es llevada al interior, lejos de la dis-


tracción de los sentidos y hacia estados internos superiores
de conciencia.
6. Concentración (dharana). La conciencia es enfo-
cada en un objeto usado como vehículo para la meditación.
Puede ser una parte del cuerpo como el corazón o la zona
del entrecejo, un sonido como el OM o el nombre de Dios
elegido por nosotros, una forma visual o una luz como la
llama de una vela.

7. Meditación (dhyana). La meditación es descripta


como un flujo constante e ininterrumpido de la mente —
como el flujo del aceite trasvasado de un recipiente a
otro— hacia el objeto de la meditación. Esto requiere la
exclusión de toda otra corriente de pensamiento.
8. Fusión y trascendencia (samadhi). El estado unitivo
más allá de la mente.

Es importante observar que lo fundamental de este enfoque,


es el establecimiento de una fuerte estructura moral y un código
de conducta. Nuevamente, vemos la relación entre la moral, las
posturas, la respiración, el control de los sentidos y el control de
la mente para lograr estados espirituales superiores de conciencia.

KARMA

Y a estos conceptos agregamos otro, el de karma, que afir-


ma simplemente que cosechamos lo que sembramos. Para inte-
grar plenamente las teorías espirituales y psiquiátricas debemos
abrirnos a la posibilidad de que las situaciones particulares de
nuestra vida, los desafíos, los obstáculos, los éxitos y fracasos
están influenciados por otras fuerzas además de las limitadas a
esta vida presente. Existe la posibilidad de que nuestra conciencia
haya existido con anterioridad a esta vida terrenal y que conti-
nuará después de ella y que esta vida está en gran medida deter-
minada por vidas anteriores.
La ley del karma, de causa y efecto, afirma que nacemos
para completar ciertos trabajos incompletos del pasado. Las fuer-
zas y debilidades con las que nacemos y que nos aseguran el éxito
- 354 - SAMUEL H. SANDWEISS

o nos llevan al fracaso, están relacionadas con la forma en que


hemos llevado nuestras vidas anteriores: las opciones que hemos
hecho, nuestros logros y equivocaciones, nuestras acciones
correctas o incorrectas. Nuestra genética específica y el entorno
en el que nacemos constituyen el conjunto de condiciones que
hemos obtenido, establecidas ahora para proporcionarnos el
marco en el cual vencer los fracasos del pasado, así como tam-
bién beneficiarnos con los méritos ganados mientras viajamos
hacia la trascendencia de nuestra existencia terrenal.
Desde nuestro nivel de conciencia terrenal, podemos no estar
capacitados para deducir si una condición de vida está en realidad
relacionada con un karma bueno o malo. Por ejemplo, el hecho
de nacer en el seno de una familia adinerada y dotado de fuerza
física, puede no ofrecer las mismas posibilidades de crecimiento y
aprendizaje que haber nacido físicamente débil y en una familia
humilde, aunque la mayoría de nosotros con seguridad elegiría-
mos lo primero.
Es interesante observar aquí que Baba nos dice que solamen-
te en el plano terrenal, la conciencia tiene la posibilidad de evolu-
cionar hasta el punto de fundirse con la Divinidad. Agrega que
existen infinidad de dimensiones de la realidad, pero que sólo en
la tierra la conciencia puede realizar semejante salto evolutivo:
desde los niveles inferiores dominados por necesidades animales,
a la conciencia superior en la que el individuo puede fundirse con
lo universal. Es por esta razón que los yoguis ponen gran énfasis
en la purificación del carácter y en el dominio del deseo, impi-
diendo que la conciencia sea atraída por el mundo sensorio y
material. El desarrollo de un carácter altamente moral es el ingre-
diente esencial en el camino del yoga para elevar la conciencia.

LOS CHAKRAS

Se cree que un individuo puede liberar su kundalini median-


te disciplinadas prácticas morales, posturas y ejercicios físicos,
prácticas de control de la respiración o pranayama (el aliento de
la vida), concentración interna, cantos de mantras o sonidos
sagrados, meditación en símbolos espirituales y en experiencias
internas y prácticas devocionales. Conforme esta energía ascien-
de, se van despertando a su vez, ciertas zonas a lo largo de la
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 355 -

columna vertebral llamadas chakras, que se convierten en centros


de sistemas energéticos organizados. Estos centros sirven como
puntos de contacto entre las energías internas y externas (William
Tiller, físico de Stanford, las llama transductores), y determinan la
calidad de conciencia regulando el desarrollo del individuo en
todos los niveles, incluyendo los niveles biológico, emocional,
mental, moral y espiritual.
Aun cuando los yoguis hindúes han escrito sobre los chakras
durante milenios, más recientemente los místicos y clarividentes
de Occidente han afirmado ser capaces de ver estos campos de
fuerza energética ubicados, no en el cuerpo físico, sino en el eté-
rico, conjeturando que coinciden con su contraparte física. Este
sistema de energías ha despertado también la atención de cientí-
ficos notables como el Dr. Tiller. El incluye los chakras en su
modelo científico de cómo evoluciona el cuerpo humano en res-
puesta a la radiación de energía e información del medio ambien-
te. Se refiere al cuerpo etérico como la “estructura negativa del
cuerpo en tiempo y espacio”, y ve a cada cuerpo actuando como
un “circuito armónico” con el cual uno puede extraer energía del
cosmos y comunicarse con otro aspecto de sí mismo. En Abrirse
a la creatividad, la Dra. Shafica Karagulla, neuropsiquiatra de
Los Angeles, describe los chakras con fascinantes detalles, tal
como fueron vistos por “sensitivos” con quienes ella trabajó,
gente con poderes sensoriales o extrasensoriales altamente desa-
rrollados.
Como se mencionó anteriormente, kundalini es una energía
distinta a la energía primaria de vida o al prana (vitalidad).
Leadbeater compara la diferencia entre prana y kundalini del
modo siguiente:

Kundalini es un fuego terrorífico y abrasador de las


entrañas de la tierra. Esta terrible energía, como se la llama
en La Voz del Silencio, es en verdad como un fuego líqui-
do que precipita por todo el cuerpo cuando ha sido des-
pertada por su propia voluntad. En tanto la vitalidad perte-
nece al aire, a la luz y a los grandes espacios abiertos, el
fuego que viene desde abajo se compara con la fuerza y
energía que se encuentran en el centro de la tierra, que es
una concentración de calor y fuerza de tremenda intensi-
- 356 - SAMUEL H. SANDWEISS

dad. Se dice que es la fuerza, el poder y la energía de lo


divino, que ha creado el universo material y que está cons-
tantemente evolucionando y desarrollando nuevos elemen-
tos y formas. Se la describe como un ardiente y terrorífico
fuego proveniente de las entrañas de la tierra, mucho más
material que la vitalidad, como el candente metal enrojeci-
do al fuego. Si despierta espontáneamente o de modo
accidental, generalmente trata de ascender por el interior
del conducto medular y puede ocasionar gran dolor debido
a que los canales no están preparados para ello, y tendría
que abrirse camino consumiendo completamente gran can-
tidad de escoria etérica. Si este movimiento ascendente no
puede ser detenido por un esfuerzo de la voluntad, kunda-
lini probablemente saldrá por la cabeza escapando hacia la
atmósfera circundante y muy probablemente no provocará
otro daño más que una ligera debilidad o pérdida temporal
de conciencia. Sin embargo, existe un aspecto terrible de
esta tremenda fuerza. Los peligros realmente espantosos
están relacionados no con su embestida ascendente, sino
con la posibilidad de su retorno hacia abajo y hacia dentro.
Da la impresión de descender más y más profundamente
en la materia, con lenta pero irresistible progresión e
implacable seguridad.9

Cada chakra está asociado con una cantidad de símbolos,


colores y sonidos esotéricos que definen y describen sus dinámi-
cas particulares y su influencia en los diferentes niveles del indivi-
duo. Por ejemplo, cada chakra está asociado con una cierta ubi-
cación en el cuerpo, una glándula endócrina, un plexo nervioso,
un elemento (tierra, agua, fuego, aire, éter), un símbolo geomé-
trico que tiene especial significación, un color, un sonido y una
flor de loto con cierto número de pétalos. El número y color de
los pétalos corresponden al verdadero color de los chakras como
han sido vistos por clarividentes, aunque las descripciones de
color y número de pétalos pueden variar entre las diferentes
escuelas de yoga y los observadores individuales. Leadbeater
declara: “No es de sorprender que diferencias como éstas deberí-
9 Ibíd.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 357 -

an estar registradas, ya que indudablemente existen variantes


incuestionables en los chakras de diferentes pueblos y razas, así
como también en las facultades de los observadores”.
Los dibujos de los chakras trazados por los yoguis hindúes
incluyen una forma geométrica, una letra del alfabeto sánscrito,
un animal y dos deidades, una masculina y una femenina. Ellos
representan una manera taquigráfica de comprender las ense-
ñanzas espirituales, las prácticas devocionales y los ritos y cere-
monias que cada chakra sugiere. Además, están asociados con
los niveles de madurez psicológica del individuo tales como las
reacciones emocionales predominantes, los problemas y preocu-
paciones psicológicas, estilo y contenido de pensamiento, nivel de
pensamiento abstracto, apreciación de los principios morales y el
potencial para la percepción espiritual. Cada chakra encierra
dentro de sí las fuerzas y los potenciales para la evolución, como
también los conflictos y obstáculos característicos; cada uno
requiere técnicas y enfoques específicos para la trascendencia.
Siete chakras han sido definidos y descriptos. Pueden dividir-
se en tres grupos: inferior, medio y superior y se puede referir a
ellos respectivamente como: fisiológico, personal y espiritual.
El primer y el segundo chakras —supuestamente relaciona-
dos respectivamente con las glándulas suprarrenales y gónadas
del sistema de glándulas endócrinas— están ubicados en la base
de la columna vertebral, cerca del coxis y en la parte baja de la
pelvis a nivel de los genitales. Parecen responder a la observación
hecha por Freud de que las zonas anal y genital del cuerpo están
muy relacionadas con el desarrollo de la temprana personalidad.
Además, Leadbeater declara que a estos dos primeros chakras les
concierne, principalmente, recibir dos fuerzas que penetran en el
cuerpo a sus niveles: kundalini de la tierra, a través del primer
chakra y la vitalidad del sol a través del segundo chakra o esplé-
nico. (Debería señalarse que el chakra esplénico de Leadbeater,
ubicado cerca del bazo, en el cuadrante izquierdo inferior del
abdomen, no se corresponde con el segundo chakra de los
yoguis, que está ubicado en la zona genital y cuya función pare-
ce estar más relacionada con el desarrollo de la energía sexual.)
Los dos primeros chakras, entonces, regulan el desarrollo
biológico y físico y los tempranos aspectos de la personalidad. En
esta etapa, la capacidad mental del hombre es totalmente primi-
- 358 - SAMUEL H. SANDWEISS

tiva y quizás está mejor descripta en la primera etapa sensomotriz


de desarrollo cognoscitivo de Piaget. Al primer chakra se lo deno-
mina muladhara, raíz, sostén o chakra básico. El segundo, lla-
mado swadhisthana por los yoguis, que significa “tu propia
morada u origen” y está situado en la zona de los órganos de la
generación, es descripto por los hindúes como la fuente de nues-
tro potencial creativo.
Los mecanismos psicológicos, las dinámicas y los aspectos
relacionados con el desarrollo de estos dos chakras pueden estar
relacionados con las etapas oral, anal y fálica de Freud y las eta-
pas de confianza básica versus desconfianza (1), autonomía versus
vergüenza y duda (2) e iniciativa versus culpa (3) de Erikson. Los
resultados del desarrollo se centran alrededor de la adquisición de
un sentido básico de seguridad en el niño, logrado a través de la
lucha que el niño mantiene con sus padres, conforme él o ella va
adquiriendo más movimiento y se vuelve más voluntarioso. Este
sentido de autonomía es influido por la actitud y la conducta de
los padres en esta etapa de desafío.
El modo en que estos dos chakras se desarrollan afecta supues-
tamente la estructura, la dinámica y los mecanismos de la psique y
el funcionamiento de los mecanismos reguladores del yo.10 Si los
chakras están funcionando de modo anormal, esto se correspon-
dería con una marcada inestabilidad en la personalidad, evidencia-
da por una falta de coherencia y firmeza, facilidad para la regresión
y la desorganización de la personalidad, o una falta de tolerancia a
la frustración y una predisposición a la ansiedad y la culpa.
Los chakras tres, cuatro y cinco están asociados con el desarro-
llo de la personalidad humana característica: en relación con las
kosas, el desarrollo de las emociones superiores y la capacidad men-
tal. Se pueden trazar paralelos entre estos tres chakras y las etapas
altamente desarrolladas definidas por Erikson y Piaget, como tam-
bién con las jerarquías de necesidades de Maslow, en las que él defi-
ne dichas necesidades humanas superiores como la necesidad de un
trabajo significativo, de responsabilidad, de creatividad, de ser impar-
cial y justo y de hacer lo que vale la pena y hacerlo bien. Esto con-
trasta con la naturaleza inferior del hombre, tan bien definida por
Freud, que busca la gratificación de los impulsos e instintos animales.
10 El yo de la psicología freudiana.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 359 -

El tercer chakra está ubicado supuestamente en la zona abdo-


minal justo por debajo del ombligo y se llama manipura, que signifi-
ca “la ciudad de la radiante joya”. Está asociado con la cualidad psi-
cológica de expansión, de poder y de expresión de la propia perso-
nalidad. Puede ser comparado con la voluntad de poder de Adler. El
interés en el poder, en este nivel, es diferente del que se encuentra en
la etapa anal, donde la lucha por el dominio y el control se produce
en reacción al sentimiento de debilidad y vulnerabilidad y es ante todo
una defensa para no ser manipulado, controlado y humillado.
El poder establecido a este respecto tiene que ver con el impul-
so de expresar el verdadero poder que está dentro de uno, como el
que se encuentra en los importantes generales y en los reyes. Es la
fuente de poder en la que los maestros de las artes marciales enfocan
sus conciencias para lograr el sexto sentido que poseen en combate.
Los aspectos psicológicos de los tres primeros chakras esta-
blecen, entonces, la naturaleza emocional inferior del hombre y
constituyen el área de enfoque de la psicología moderna. Y no es
sino a nivel del cuarto chakra que se despiertan las cualidades
específicamente superiores de la personalidad. Este es el nivel del
cual hablan los temas religiosos y que dan origen a los símbolos
religiosos y a los arquetipos.
El chakra número cuatro se llama anahata, que significa “aque-
llo que es siempre nuevo”. Este centro de energía cuyo símbolo es
el círculo, está ubicado a nivel del corazón y la principal cualidad psi-
cológica asociada a él es el amor. El comportamiento, las motiva-
ciones, las características de la personalidad y los modelos de pen-
samiento relacionados con este chakra son aquéllos que se obser-
van en los santos, quienes están dedicados al servicio desinteresado
y actos de compasión, un nivel de conciencia manifestado quizás en
su forma más pura en la vida de Cristo. Esta es una etapa de desa-
rrollo sumamente importante, cuya dinámica parece ser el centro
de la propuesta de la psicología humanística contemporánea.
A continuación examinaremos con más amplitud los símbo-
los asociados con este chakra, para ayudarnos a apreciar la pro-
fundidad de la indagación realizada por los yoguis sobre cada uno
de estos centros. También tendremos una idea respecto del núme-
ro de las diferentes técnicas y enfoques que podrían influir en su
desarrollo. En el futuro, cuando se conozcan los misterios más
profundos de estos símbolos, nos podrán llevar a nuevos enfoques
- 360 - SAMUEL H. SANDWEISS

en la investigación y tratamiento y brindarnos una comprensión


más profunda del desarrollo humano. La fuente de la mayor parte
de este material se encuentra en Los Chakras de Leadbeater. (Un
diagrama del cuarto chakra se encuentra en la próxima página.)11
El loto de este cuarto centro tiene doce pétalos de un tinte
anaranjado-carmesí. Se ha sugerido que cada uno de los diferen-
tes pétalos de este loto representa una cualidad moral y que el
desarrollo de esta cualidad pone al centro en actividad. Por ejem-
plo, en la Dhyanabindu Upanishad, los pétalos del chakra del
corazón están asociados con cualidades aparentemente disímiles
como la devoción, la pereza, la ira y la caridad.
El mantra o sonido sagrado de este centro es so-ham. Está
asociado a la octava vértebra cervical y al plexo cardíaco-simpáti-
co y relacionado con el timo. Su cualidad psicológica preponde-
rante es el amor puro que vibra hacia afuera como el círculo siem-
pre expandido que es el símbolo de este centro.
Leadbeater dice que existen discrepancias en cuanto al núme-
ro de pétalos en el loto, aunque afirma que esto no es importan-
te. Indica, por ejemplo, que en la Yoga Kundalini Upanishad se
describen dieciséis pétalos en vez de los doce pétalos usuales. La
Dhyanabindu Upanishad declara que el loto del corazón tiene
ocho pétalos, pero, según Leadbeater, este trabajo se refiere pro-
bablemente a un chakra secundario del corazón.
Hay una peculiaridad más importante respecto a este chakra
que Leadbeater señala:

En el centro del loto del corazón o chakra cardíaco


está dibujado un trikona o triángulo invertido. Este no es
un rasgo de todos los centros sino sólo del fundamental, del
cardíaco y del frontal. En estos tres, hay granthis especia-
les o nudos, a través de los cuales se ha de abrir paso kun-
dalini en el curso de su viaje. Al primer nudo se lo suele lla-
mar el nudo de Brahma; al segundo el de Vishnú; al ter-
cero el de Shiva. La idea que este simbolismo parece deno-
tar es que la penetración de estos chakras requiere, de
algún modo, un cambio especial de estado.12

11 Este diagrama del cuarto chakra es de The Chakras, de Leadbeater, pág. 70.
12 Ibíd., pág. 79.
Diagrama del cuarto chakra
- 362 - SAMUEL H. SANDWEISS

El granthi o nudo asociado con el centro del corazón, repre-


senta un gran desafío para la psicología contemporánea. Obsta-
culiza la evolución de la conciencia al próximo nivel y para atra-
vesarlo se requiere una total y nueva orientación hacia la realidad
interior y exterior. En efecto, el tema de este libro es la naturale-
za de esta obstrucción —la ignorancia y los temores que nos ape-
gan a la dualidad— y la dinámica de su trascendencia que nos
lleva a un maravilloso vuelco en la conciencia y en nuestra capa-
cidad de intuición, creatividad y empatía.
En síntesis, debemos despertar a la realidad de que el hombre
es divino y que la dualidad es una ilusión, y apartarnos de una
existencia básicamente egoísta y egocéntrica que gira alrededor
de la autogratificación de los sentidos, los deseos y el ego, y
empezar una existencia de servicio desinteresado y amor sin
deseo de recompensa. Y como se describe en la Parte I de este
libro, para ver a la divinidad o no-dualidad, debemos tener el valor
para enfrentar el miedo mortal, enfrentar la muerte física y la
verificación de que nuestro propio ego es insignificante.
A pesar de que la principal corriente de la psicología es poco
consciente de la dinámica de esta clase de trascendencia, hay
escritores y terapeutas contemporáneos que sí lo son. Volvamos
nuestra atención al campo de la psicología transpersonal13 y al
trabajo de Ken Wilber.

13 Anthony Sutich, en el primer número del Journal of Transpersonal Psy-


chology (Periódico de Psicología Transpersonal, primavera, 1969) define la psi-
cología transpersonal como: “El título dado a una fuerza que emerge en el
campo de la psicología a partir de un grupo de psicólogos y hombres y muje-
res profesionales de otros campos, que están interesados en esas ‘supremas’
capacidades y potencialidades humanas, que no tienen un lugar sistemático en
las teorías positivistas o conductistas (primera fuerza), en la teoría psicoanalítica
clásica (segunda fuerza) o en la psicología humanista (tercera fuerza). La psico-
logía transpersonal emergente (cuarta fuerza) se ocupa específicamente del estu-
dio científico ‘empírico’ y de la implementación responsable de los que serán
hallazgos relevantes y necesidades trascendentales del individuo y de la especie,
valores supremos, conciencia unitiva, experiencias cumbre, valores B, éxtasis,
experiencia mística, asombro, existencia, autorrealización, esencia, bienaventu-
ranza, milagro, significado último, trascendencia del yo, espíritu, unidad, con-
ciencia cósmica, sinergia individual y de la especie, máximo encuentro inter-
personal, sacralización de la vida diaria, máxima conciencia sensoria, sensibili-
dad y expresión, y conceptos, experiencias y actividades afines”.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 363 -

Apéndice IV

LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL
Y EL AVATAR

C uando empieza a despertar el cuarto chakra, el cuerpo


mental se ha convertido en la fuerza predominante del individuo.
Esta es la etapa de las operaciones formales de Piaget, con la
capacidad de razonamiento deductivo y la manipulación de ideas
abstractas. El empleo de símbolos, la creciente intensidad y com-
plejidad de las comunicaciones sociales, una mayor capacidad
para gratificar las propias necesidades e instintos y ganar el domi-
nio del mundo exterior, todo lleva a una gran confianza y respeto
por esta avanzada etapa de evolución.
Con nuestras maravillosas mentes podemos ahora llevar a
cabo, a través de experimentar con el pensamiento, aquello que
para ser descubierto requirió gran energía a través del método de
ensayo y error. Pero, para que el nivel del quinto chakra llegue a
establecerse completamente, uno debe trabajar a través del desa-
fío del nudo del cuarto chakra, lo que supone dejar de confiar en
la mente y en la seguridad proporcionada por un falso sentido de
un fuerte yo independiente (y separado). Este es un importante
momento crucial en la evolución de la conciencia, momento en el
que se opera un marcado cambio cualitativo en nuestra orienta-
ción hacia el mundo exterior. Para entender mejor la dinámica y
el significado de este grandioso salto, examinamos el trabajo de
Ken Wilber.
En El Proyecto Atman, Wilber1 bosqueja con brillante clari-
dad alrededor de unos veinte niveles de conciencia, desde el nivel
- 364 - SAMUEL H. SANDWEISS

de la materia hasta el de la unión última con lo divino. Su trabajo


pone en claro la relación entre las etapas inferiores y superiores
de desarrollo: en particular, la dinámica de trascender el punto
crucial de transición o “nudo” del cuarto chakra, para despertar y
establecer el quinto chakra.
En un artículo2 publicado en el Journal of Humanistic
Psychology (Diario de Psicología Humanística), en 1982, resume
estos diez niveles de conciencia. La esfera subconsciente: materia-
pleuroma, reptil-uroboros y corporal-mamífero; la esfera auto-
consciente: persona, ego y centauro; y la esfera superconsciente,
transpersonal o universal: psíquica (reino de los poderes siddhi y
psi), sutil (morada de los arquetipos y deidad personal), causal (el
vacío no manifestado) y suprema (espíritu). Estas etapas describen
en detalle la evolución general desde materia a cuerpo a mente a
alma a espíritu.
Las etapas quinta y sexta de Wilber, ego y centauro, corres-
ponden a los chakras tres y cuatro respectivamente. Llegó a com-
prender estos dos niveles estudiando las diferencias entre las psi-
cologías del yo y las humanístico-existenciales. Al hacerlo, combi-
na tanto las ideas de la psicología como las de la espiritualidad.
Vemos aquí la interrelación y la fusión de estos dos campos: la
comprensión creciente que cada una puede brindar a la otra.
Wilber escribe:

Las psicologías del yo parecían aspirar a “volver consciente lo


inconsciente” o integrar al yo con los aspectos de la psique que
habían sido separados a causa de complicaciones pasadas en el
desarrollo o de dobles vínculos (“Donde estuvo el ello debería
estar el yo”). Usando términos junguianos conceptualizo esto
como: La persona (o autoimagen fraudulenta) puede ser reunida
con la sombra (o inconsciente personal reprimido) para permitir
que emerja el yo total (o autoimagen precisa, fuerza adecuada del
yo, etc.). Teóricamente era tan simple como: persona + sombra
= yo.
1 Creador en psicología transpersonal, cuyos deslumbrantes trabajos incluyen
The Spectrum of Consciousness (1977), No Boundary (1979) y Up from
Eden (1981).
2 Ken Wilber: “Odyssey: A Personal Inquiry into Humanistic and Transpersonal
Psychology” (Journal of Humanistic Psychology, Volumen 22, § 1), págs. 57/90.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 365 -

Las terapias humanístico-existenciales no negaban esta ecua-


ción; de hecho, muchas hicieron uso explícito de ella (Perls, por
ejemplo). Pero de algún modo, parecían también ir más allá de
esa ecuación y hablar de los potenciales del organismo total,
potenciales que sobrepasaban a cualquiera de sus partes, ya sea
persona, yo, ello o superyó. Rollo May (1969), por ejemplo decía:
“Ni el yo, ni el inconsciente, ni el cuerpo pueden ser autónomos.
La autonomía por su naturaleza misma sólo puede situarse en el
yo centrado. Tanto lógica como psicológicamente debemos
remontarnos más allá del sistema yo-ello-superyó e intentar com-
prender el ser al que estas expresiones pertenecen”. Obsérvese
que May no niega la existencia del yo, ni del ello, ni del superyó;
simplemente las ve como expresiones de una unidad o de un yo
más profundo, el ser total… El organismo total abarca el yo, el
ello y el superyó, pero no a la inversa. Por lo tanto, a este nivel
más profundo, comencé a llamarlo “centauro” (término mitológi-
co primeramente usado por Benoit, 1955, para indicar una uni-
dad total de mente-humana y cuerpo-animal).
Si luego tuviéramos que enunciar el objetivo general de las
terapias humanístico-existenciales en una frase, ésta podría ser:
“Ellas apuntan a resucitar y actualizar completamente el yo cen-
táurico. Como revela el estudio de James Broughton, las perso-
nalidades más altamente desarrolladas veían tanto a la mente
como al cuerpo como experiencias de un yo integrado”, y ese yo
integrado, fue precisamente el paradigma de las terapias huma-
nístico-existenciales (Loevinger, 1977). Más tarde yo habría de
subdividir estas terapias en dos clases: noéticas y somáticas, sea
que se aproximaran al centauro predominantemente a través de la
mente (Rollo May, Binswanger) o a través del cuerpo (yo, Rolfing).
Pero el punto fundamental persistía: unir el yo-mente y el cuerpo-
soma para resucitar una identidad total con el centauro. Como lo
expresó Perls (1951): “El objetivo es extender los límites de lo que
uno acepta como sí mismo para incluir todas las actividades orgá-
nicas”. La ecuación aquí era: yo + cuerpo = centauro.
Estas fueron por supuesto, las más simples de las generaliza-
ciones; sin embargo, como sucede con las generalizaciones, resul-
tan sumamente útiles. Por ejemplo, yo ya podía apreciar la dife-
rencia entre la angustia de culpa neurótica y la angustia de culpa
existencial; la primera era causada por la aprehensión de la som-
- 366 - SAMUEL H. SANDWEISS

bra, la segunda por una aprehensión de la condición del mundo


de ser otro (su “otredad”). La primera era causada por un desdo-
blamiento dentro del sujeto; la segunda, por una separación pre-
via entre el sujeto y el objeto. (Y así, para terminar nuestro infor-
me con Freud, ambos puntos de vista son parcialmente correctos:
La angustia primaria es existencial y dada y es esta angustia pri-
mordial la que, finalmente, causa la represión de la sombra, pero
la represión de la sombra lleva entonces a un exceso de angustia,
a un superávit de angustia o angustia neurótica “per se”). Además
estas generalizaciones simples me habían señalado también tres
importantes niveles del ser o la conciencia tan sólo dentro de la
esfera personal: el nivel persona, el nivel ego y el nivel centauro-
existencial.
A partir de este punto, era muy corto el trecho que faltaba
para llegar a comprender cómo las tradiciones místicas se ajusta-
ban al esquema total. El psicoanálisis tendía a integrar a la perso-
na y a la sombra para revelar un yo pleno y saludable: profundi-
zando algo más, las terapias humanísticas apuntaban a unir al yo
el cuerpo, para revelar al centauro total. Justamente así, las tra-
diciones místicas iban aún más lejos y aspiraban a integrar al cen-
tauro y al cosmos para revelar una Identidad Suprema, una “con-
ciencia cósmica”, como lo expresa Bucke.3

Wilber hace una importante distinción entre la psicología del


yo y las psicologías humanístico-existenciales al definir lo que él
denomina la etapa centauro, la unión de mente y cuerpo animal.
Pero, ¿qué es este “cuerpo” que cuando se integra con el yo, la
persona y la sombra, permite una experiencia más profunda de
uno mismo? No es el cuerpo físico, ni siquiera el cuerpo emocio-
nal, ya que la integración de estos elementos ha sido siempre el
objetivo de la medicina y la psicología tradicionales.

Lo que diferencia a las terapias humanístico-existenciales de


las otras es su apreciación, aunque limitada, del prana más sutil
y/o del cuarto chakra. Ellas son conscientes de la importancia de
los tipos de trabajo corporal como el Rolfing, la acupuntura y el
yoga, que ponen a la conciencia en contacto con la sutil energía
3 Ibíd., págs. 64/5.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 367 -

prana; y de que el prana afecta la apertura del corazón del hom-


bre, su experiencia humana más profunda, su cuarto chakra aso-
ciado con las cualidades humanas superiores de compasión, asis-
tencia, autosacrificio, servicio desinteresado y el anhelo de llevar
una vida buena y justa.
Pero incluso el conocimiento del movimiento humanístico-
existencial está todavía completamente limitado en lo que se refie-
re a la dinámica de trascendencia del cuarto chakra. Es aquí pre-
cisamente que el yoga, con sus efectos curativos y energizantes
sobre el cuerpo, las emociones y la mente, y su conocimiento del
origen, evolución y dinámica de la energía prana —como también
la interrelación entre prana, kundalini, chakras y elevación de la
conciencia— puede brindar a la psicología occidental una dimen-
sión de entendimiento totalmente nueva.
Wilber vuelve su atención al entendimiento de la dinámica de
la trascendencia, y agrega comprensión al complejo problema de
la trascendencia del cuarto chakra, que él denomina complejo de
Apolo:

…el complejo más significativo y difundido hoy en día no es


el complejo de Edipo o la dificultad de transformación del cuerpo
en mente, sino lo que podríamos denominar complejo de Apolo,
la dificultad de transformación de la mente en alma, o de pasar
los reinos personal, mental, yoico a los reinos transpersonal, sutil
y suprayoico. El complejo Vishnú —la dificultad de transforma-
ción del alma en espíritu— ocurre en un nivel tan evolucionado,
que sólo angustia a meditadores avanzados.
La naturaleza de estos complejos superiores, como los de
Apolo y Vishnú, se me tornó dolorosamente obvia en mi propia
meditación. Cuando yo había terminado de escribir No Boundary
(Wilber, 1979), mi práctica de meditación, aunque no estaba pre-
cisamente adelantada, ya no se encontraba en la fase del princi-
piante. El dolor de mis piernas (por la posición de loto) era tole-
rable y mi conciencia iba creciendo en su capacidad para mante-
ner una postura alerta aunque relajada, activa aunque desapega-
da. Pero mi mente era, como dicen los budistas, la de un mono:
compulsivamente activa, obsesivamente inquieta. Y allí, me
encontré cara a cara con mi propio complejo de Apolo, la difi-
cultad de transformación de la esfera mental en la esfera sutil. La
- 368 - SAMUEL H. SANDWEISS

esfera sutil (o alma, como los místicos cristianos emplean el tér-


mino), es el comienzo de los reinos transpersonales; como tal es
supramental, transyoica y transverbal. Pero para llegar a esta
esfera, uno debe (como en toda transformación) “morir” para la
esfera inferior (en este caso, la mental-yoica). El fracaso al hacer-
lo o la incapacidad para ello es el complejo de Apolo. Así como
la persona con complejo de Edipo permanece inconscientemente
apegada al cuerpo y a su principal placer, también la persona con
complejo de Apolo permanece inconscientemente apegada a la
mente y a su principio de realidad. (“Realidad” significa aquí ‘rea-
lidad institucional, racional, verbal’, la cual, aunque tradicional-
mente sea bastante real, es, sin embargo, sólo una etapa inter-
media en el camino al Atman; es decir, es simplemente una des-
cripción de la verdadera Realidad en sí misma, y así, si uno se afe-
rra a ella, impide eventual y finalmente el descubrimiento de esa
verdadera Realidad.)
La lucha con mi propio pensar obsesivo/compulsivo —no
pensamientos obsesivos precisos, como los de una neurosis espe-
cífica (que con frecuencia son indicadores de vestigios de un com-
plejo de Edipo), sino con el fluir mismo de pensamientos— fue
una tarea tan ardua como jamás habría podido manejar. Fue la
batalla más difícil que jamás enfrenté; de haber sido un 1% más
difícil, hubiera fracasado miserablemente (Un excelente informe
sobre estas luchas iniciales fue presentado por Walsh, 1977,
1978.) Tal como estaban las cosas, tuve la suerte de realizar algu-
nos progresos, para poder elevarme finalmente por encima de las
fluctuaciones de las contracciones mentales y descubrir, aunque
inicialmente, un reino incomparablemente más profundo, más
real, más saturado del ser, más abierto a la claridad. Este reino era
simplemente el reino sutil, que se revela, por así decirlo, después
de superar el complejo de Apolo. En este reino, no es que nece-
sariamente cesa el pensamiento (aunque a menudo sucede, espe-
cialmente al comienzo); es que, aun cuando el pensamiento surja,
no disminuye este amplio trasfondo de claridad y conciencia (ver,
por ejemplo, el informe cristalino de John Welwood, 1977, sobre
esta “zona transpersonal”). A partir de lo sutil, uno ya no “se pier-
de en pensamientos”; más bien, los pensamientos ingresan en la
conciencia y se marchan de la misma forma que las nubes cruzan
el cielo: con suavidad, gracia y claridad. Nada se adhiere, nada
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 369 -

roza, nada presiona. Chung Tzu: “El hombre perfecto emplea su


mente como un espejo. No toma nada; no rechaza nada; recibe,
mas no guarda”.4

Wilber habla de cambios en la experiencia de la mente y de


lo que está más allá de la mente, cuando se trasciende lo que él
denomina complejo de Apolo. Me gustaría hacer aquí una adver-
tencia. En el momento actual de la ciencia y de la alta tecnología,
algunos enfoques orientados espiritualmente, en un esfuerzo por
hablar en términios científicos, pueden describir dimensiones
espirituales superiores en términos de conciencia, energía, fuer-
zas, leyes universales y equilibrio, por más que la física parezca
hablar de un cosmos insensible desprovisto de compasión. Los
estados superiores de conciencia pueden ser tratados en términos
de calidad, clase, ritmo y contenido de pensamientos e imágenes
experimentados durante la meditación, en detrimento de aspectos
más sutiles y profundos como moralidad, devoción, relación per-
sonal de Dios con el hombre y de Su eterno gran amor que tras-
ciende todas las leyes y todas las fuerzas.
Esta última dimensión de espiritualidad no puede ser enfati-
zada en demasía. Así como la práctica espiritual de la meditación
lleva a una experiencia interna que está más allá de la mente, a
no tener ningún pensamiento, a la expansión, la paz, la luz y la
bienaventuranza, del mismo modo, las prácticas de moralidad,
devoción y servicio desinteresado llevan a experiencias internas
igualmente importantes (si no más) de profunda compasión y
amor. Las expresiones espontáneas de desinterés y sacrificio
hacia nuestros semejantes conllevan un profundo sentimiento de
la omnipresencia de Dios y de su relación personal con nosotros.
Hacemos hincapié en este punto para llevar algún equilibrio
en lo que podría ser el excesivo énfasis que Occidente ha puesto
en lo científico, a riesgo de desplazar a Dios de la escena; y tam-
bién porque el anhelo del hombre de fundirse con Dios, adqui-
riendo Sus cualidades de virtud, verdad, rectitud, paz y desintere-
sada entrega de amor que sostiene a toda la humanidad, es el
camino a la trascendencia que Sai Baba enseña. Se puede expe-
rimentar a Dios en estados meditativos mediante el desapego al
4 Ibíd., págs. 79/80.
- 370 - SAMUEL H. SANDWEISS

pensamiento, o “aquí en la tierra” por amor y a través de él y del


servicio desinteresado, realizado en una actitud de desapego a los
frutos de la propia labor. Creo que la percepción del chakra cua-
tro implica que los estados superiores de amor desinteresado, del
que este tipo de servicio es una expresión, no sólo influyen y desa-
rrollan la conciencia, sino que son una condición previa necesaria
en el proceso de fusión con la Conciencia Universal.
Wilber denomina Apolo y Vishnú a los dos puntos superio-
res de transición. Yo preferiría llamarlos Vishnú y Shiva, respec-
tivamente, ya que éstos son los nombres que los yoguis dan a los
granthis o nudos asociados con los chakras cuatro y seis.
Además, Vishnú es aquel aspecto de la Deidad hindú (la trinidad
de Brahma, Vishnú y Shiva) que se manifiesta en forma humana
como Avatar, para ayudar a la humanidad a alcanzar la concien-
cia del cuarto chakra y más allá. El enseña el camino del amor y
del servicio desinteresado y su vida ejemplar sirve como un
modelo perfecto. Sai Baba dice que el Avatar encarna de era en
era, cuando la conciencia del hombre declina y la oscuridad ago-
bia al mundo: “Para conceder paz, felicidad y un sentido de ple-
nitud a los buscadores que se han esforzado durante tanto tiem-
po; para promover la rectitud (dharma); para suprimir la maldad
y aplastar al malvado. El descenso de Dios a la tierra, la encar-
nación con forma de lo sin forma, es la concreción del anhelo de
los buscadores”.
Las encarnaciones como las de Cristo, Buda y Krishna, tie-
nen el poder de modificar el curso de la historia ya que elevan la
conciencia humana más allá del egoísmo, hacia el desinterés; más
allá de la dualidad, hacia la divinidad.

CHAKRAS CINCO, SEIS Y SIETE

La conciencia expandida de quienes han alcanzado el cuarto


chakra percibe claramente que el mundo de la dualidad conduce
al sufrimiento y a la muerte, a la esclavitud. También brinda expe-
riencia directa de un amor divino interno que trasciende la duali-
dad. De aquí emana un anhelo intenso de no apegarse a la duali-
dad del mundo exterior, para fundirse plenamente con el amor
divino. Esta es la etapa del renunciamiento y desapego, el desafío
del quinto chakra.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 371 -

El quinto chakra está ubicado a nivel de la laringe y se lo


denomina chakra bishuddsha, que significa purificación. Está vin-
culado a la tercera vértebra cervical, al plexo simpático faríngeo,
a la glándula tiroides y al sentido del oído. Simbolizado por un
óvalo, supuestamente es de color malva y su elemento es el éter
o el espacio. Tiene un loto de dieciséis pétalos de una tonalidad
purpúrea ahumada. El yogui que es capaz de activar este centro,
está en proceso de dejar atrás el arte, la religión, la filosofía y aun
el pensamiento. Se está preparando para una profunda visión
interna de lo divino.
Con la activación del quinto chakra, el aspirante espiritual
impide que la conciencia fluya al mundo exterior de la dualidad a
través de los sentidos, de los deseos y del ego. Por el contrario, la
conciencia es dirigida de nuevo hacia el interior y purificada
(como lo indica el nombre de este centro) a través del acto del
renunciamiento, para intensificar el apego a Dios, percibido
ahora como una experiencia interna viva y vibrante. Surge así una
nueva apreciación de la moralidad —el control de los deseos, no
impuesto por fuerzas externas, sino adoptado ahora volunta-
riamnte, como un medio para trascender—.

Los Vedas declaran que la inmortalidad (la etapa en


que uno se funde en la entidad universal que no nace ni
muere) es sólo posible a través de la renunciación y el desa-
pego y no a través de los rituales, los antepasados o las
riquezas. Cuando uno renuncia a los deseos egoístas, su
amor se expande a las más remotas regiones del universo
hasta que se vuelve consciente del amor cósmico.
(Sathya Sai Baba)

Una advertencia. El aspirante muy entusiasmado puede erró-


neamente pensar que renunciamiento significa negar la existencia
misma del cuerpo y de todo el mundo exterior. Sai Baba enseña
que tanto el cuerpo como el mundo exterior, han sido divina-
mente creados, de hecho, son divinidad misma. El renunciamien-
to no es negar el universo creado y no tener nada que ver con él,
sino que es impedir a la conciencia que se relacione con la crea-
ción a través de los sentidos, los deseos y el ego, que anhelan con
vehemencia la gratificación egoísta y, en consecuencia, nos atan
- 372 - SAMUEL H. SANDWEISS

a la dualidad. Más bien, la conciencia es llevada internamente


hacia Dios a través de la meditación, para fortalecer nuestro vín-
culo con El y, externamente, hacia la humanidad y la creación a
través del servicio desinteresado. En este acto de renunciamiento,
el amor del hombre se expande “a las más remotas regiones del
universo hasta hacerse consciente del amor cósmico”, dando ori-
gen a una nueva percepción del mundo exterior como una encar-
nación de Dios, siendo divino cada ser humano. Así la creación
se convierte en el vehículo para la trascendencia.
Los centros sexto y séptimo, según Leadbeater, están sepa-
rados del resto, entrando en acción sólo después que se ha lleva-
do a cabo un cierto desarrollo espiritual. Estos centros están
conectados con el cuerpo pituitario y la glándula pineal respecti-
vamente. El sexto chakra ubicado a la altura del entrecejo es lla-
mado ajna, que significa dominio, control, y es el “tercer ojo” de
la sabiduría interna. Leadbeater afirma:

El ajna parece estar dividido en dos mitades: una en la que


predomina el color rosado, pero con mucho amarillo a su alrede-
dor, y otra en la que prevalece un azul purpúreo, concordando
íntimamente, por otra parte, con los colores de los tipos especia-
les de vitalidad que lo vivifican. Quizás ésta es la razón por la que
este centro es mencionado en los tratados indios como compues-
to sólo de dos pétalos, aunque si contamos las ondulaciones aná-
logas a las de los ckakras anteriores, encontraremos que cada
mitad está subdividida en 48, que suman 9 en total. Este brusco
salto de 16 a 96 y, por otra parte, la aún más asombrosa varia-
ción de 96 a 972 radios entre éste y el siguiente chakra, nos
demuestra que ahora nos estamos manejando con centros de un
orden totalmente diferente de los hasta aquí considerados.5

Cuando este centro se despierta, nos volvemos conscientes


de nuestra existencia como el eterno testigo más allá del comien-
zo o el fin, del nacimiento o la muerte. Podemos tomar contacto
con los fenómenos psi o poderes siddhi descriptos por los yoguis,
o tener experiencias tan asombrosas y profundas del reino sutil
como percibir deidades arquetípicas o a nosotros mismos como
una luz ilimitada, expansiva y maravillosa. Esto se corresponde
con la etapa de la bienaventuranza o anandamayakosa, de las
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 373 -

kosas; pero aunque magnífica y etérea como es, todavía repre-


senta la dualidad, de la cual, la etapa de testigo es el último vesti-
gio.
Existe todavía una etapa más, donde el testigo, aquello que es
atestiguado y el proceso de atestiguar se funden todos en uno: la
etapa de la unión final con la energía universal, la experiencia de
nuestra propia divinidad. Esto es el atma, el nivel del chakra siete,
conocido como la corona o chakra coronario, ubicado en la parte
alta de la cabeza y llamado sahasarara por los yoguis, el loto de
los mil pétalos. Cuando este chakra coronario despierta total-
mente, uno supuestamente tiene la capacidad para abandonar el
cuerpo y experimentarse como amor y conciencia puros sin limi-
tación, siendo uno con el atma:

El más refulgente de todos, pleno de indescriptibles efectos


cromáticos, vibra con rapidez casi inconcebible. Parece contener
todos los matices del espectro, aunque en el conjunto predomina
el violeta. Este chakra es, generalmente, el último en despertar. Al
principio es del mismo tamaño de los demás, pero conforme el
individuo progresa en el sendero del perfeccionamiento espiritual,
crece constantemente hasta cubrir toda la coronilla.6

* * *

La aparición de un Avatar tiene un inmenso significado. El


constituye la videncia extraordinaria de que el sistema de creci-
miento psicológico y espiritual, representado por los chakras, es
real y que la conciencia limitada del hombre puede fundirse con
la Conciencia Universal. Es un ejemplo conmovedor de cómo se
muestra el hombre cuando su séptimo chakra está totalmente des-
pierto.
Y él significa aún mucho más que esto. En tanto el sistema de
chakras representa el ascenso del hombre desde una conciencia
limitada hasta la divinidad, el Avatar representa el más extraordi-
nario de los hechos, cuando la divinidad desciende en forma
humana. Respondiendo a las plegarias de sus devotos, El apare-
5 Los Chakras de C. W. Leadbeater, pág. 28.
6 Ibíd., págs. 29/30.
- 374 - SAMUEL H. SANDWEISS

ce de era en era en tiempos particularmente sombríos, no sólo


para demostrar que la humanidad es divina, sino también para
enseñarnos el camino de la trascendencia. Induciéndonos a des-
pertar, a evolucionar, a ascender, El nos muestra el camino de la
eterna libertad, el camino que va del egoísmo al desinterés, de la
dualidad a la unidad, del hombre a la divinidad.
Y la senda, el camino, el proceso, los medios y la meta son
el amor. Sai Baba dice que el amor es su forma y que la concien-
cia se expande por y a través del cultivo, del fomento, de la expe-
riencia y de la expresión del amor. Enseñando el amor por el
amor, para el amor y mediante actos de amor puro, incondicional
y desinteresado, los Avatares conceden la fuerza, la inspiración y
la fe para alcanzar el cielo y aquel estado glorioso, unitario, que
está más allá.

Dejen que existan las diferentes creencias. Déjenlas flo-


recer. Dejen que la gloria de Dios sea cantada en todos los
idiomas y variedad de tonos. Ese debe ser el ideal.
Respeten las diferencias entre las creencias y reconózcan-
las como válidas en tanto no extingan la llama de la unidad.
No he venido para hablar en favor de ninguna religión par-
ticular. No he venido con ninguna misión de publicidad de
ninguna secta, credo o causa. Ni he venido a conseguir
adeptos para ninguna doctrina. He venido a hablarles de
esta fe universal y unitaria, de este camino de amor, de este
deber de amar, de esta obligación de amar…

La totalidad de la energía divina ha venido a la huma-


nidad como Sathya Sai, para llegar a todos y a cada uno,
para despertar la divinidad dormida de cada ser humano.
Aun cuando en tu somnolencia o tu debilidad por dormir,
refunfuñes, te quejes o gimas; patees, critiques, pelees o
llores, no te abandonaré, no permitiré que tu divinidad se
duerma. Una madre nunca abandona al hijo que lleva en
brazos, ni deja que se caiga, aun cuando el niño muestre
resentimiento y se enoje con ella. He venido para ayudar-
los, acompañarlos y guiarlos. Nunca los abandonaré.
Nunca dejaré de cumplir mi deber para con mis hijos y
agradeceré a cada hijo mío que ayuda en mi tarea.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 375 -

Despierten hijos míos: despierten a la aurora del cono-


cimiento; despierten a sus divinos deberes; despierten a su
derechos divinos y despierten a su realidad divina.
(Sathya Sai Baba)
Glosario
Abhisheka: Ablución, lavado ritual. Atma: El Alma. El aspecto más sutil del
propio ser; aquél que es inmutable,
Advaita: Punto de vista en que la con- inmodificado, inafectado, eterno.
ciencia puede trascender la dualidad,
en que el hombre puede fundirse con Atma shakti: Fuerza, poder del Atma.
Dios.
Avatar: Una encarnación de Dios.
Ahimsa: Rechazo a la injuria, abstención
de violencia, inofensividad. Avatara: Curso de la vida encarnada del
Avatar.
Akasha: Eter o espacio. El primero de
Avedena: Anhelo por el Señor.
los cinco elementos desarrollados de
Brahman; la forma más sutil de la Baba: Padre.
materia.
Bangalore: Ciudad del sur de la India, a
Amrita: Néctar de los dioses, un líquido unos 25 kilómetros del Colegio Sri
ambrosíaco materializado a veces por Sathya Sai Baba de Artes, Ciencias y
Baba. Comercio para varones.
Ananda: Bienaventuranza, alegría. Se Bhagavad-Gita: La “Biblia” hindú. Esta
considera que la bienaventuranza es renombrada escritura de la India, que
la sustancia misma de Dios (Dios es significa “El canto de Dios”, es parte
bienaventuranza, no que tiene biena- del gran poema épico Mahabha-
venturanza). ratha. Contiene las enseñanzas dadas
por el Señor Krishna a Arjuna y, a
Anandaswarup: De la forma o natura-
través de él, a toda la humanidad.
leza misma de la bienaventuranza;
ananda. Bhagavad: Señor, Dios.
Anantapur: Ciudad de Andra Pradesh, Bhajans: Un canto en alabanza a Dios.
en el sur de la India, donde se encuen-
tra el colegio Sri Sathya Sai de Artes Bhakta, bhakti: Un bhakta es un devo-
y Ciencias para mujeres. to, el que tiene bhakti: virtud, auto-
control, fe, devoción.
Arjuna: Discípulo del Señor Krishna a
quien éste reveló la verdad de la exis- Bharat: La India, la tierra que tiene rathi
tencia humana precisamente antes de o apego a Bha o Bhagavan, el Señor.
la batalla inicial de la Guerra de Brahma: El Dios creador en la trinidad
Mahabharatha. El discurso divino es hindú; los otros dos son Vishnú y
conocido como el Bhagavad-Gita. Shiva.
Asana: Postura para sentarse, fácil y Brindavan: Lugar donde Sai Baba resi-
cómoda. Postura de Hatha yoga. de con frecuencia, cuando está ausen-
Ashanti: Pesar, ansiedad (ausencia de te de Prashanti Nilayam, su ashram.
paz). También, el nombre de un pueblo
asociado con la niñez de Sri Krishna
Ashram: Ermita, monasterio. a orillas del río Jamuna.
- 378 - SAMUEL H. SANDWEISS

Buddhi: El intelecto, la inteligencia o con fines de bienestar físico y para des-


facultad discriminadora. pertar los centros espirituales.

Chakra: Centros o “lotos” de energía Indra: El rey de los dioses.


potencial colocados en orden ascen-
dente en el hombre, desde la base de Jagath: El mundo objetivo, transitorio,
la espina dorsal hasta la parte supe- no verdadero.
rior del cerebro. Japa, japam: Recitación o repetición
Darshan: Ver a una gran persona y por del nombre del Señor.
ello recibir su bendición, literalmente, Japamala: Collar religioso de 108 cuentas.
“respirar el mismo aire que”.
Jivanmukthi: Persona realizada en Dios
Dasara: Festival que celebra la victoria y en quien sólo la visión divina está
del bien sobre las fuerzas que se resis- activa. Tal persona no tiene ya identi-
ten al avance hacia la luz. ficación alguna con el cuerpo físico.
Dharma: Rectitud, deber, código de con- Jñana: El sendero del yoga en el que se
ducta. Uno de los cuatro fines que la da mayor énfasis al conocimiento y a
humanidad trata de lograr. la discriminación que conduce a la
Dharmaswarupa: De la misma forma o sabiduría y a la realización de la iden-
naturaleza de la rectitud, dharma. tidad de uno con lo divino.

Dhyana: Meditación. Jñani: Que tiene conocimiento de Dios,


obtenido por el razonamiento y la dis-
Ganesha: Nombre de Dios con cabeza criminación.
de elefante, hijo de Shiva. Deidad que
preside el primer chakra. Jyoti: Luz y forma de una llama.

Ganapathi: Idem al anterior. Kailas: Un pico de los Himalayas que se


considera la morada sagrada de Shiva.
Ganga: El Ganges.
Kali: Un nombre de la madre divina; la
Gopas: Los niños vaqueros de Brin- energía primaria.
davan, compañeros de juego de Sri
Krishna. Karma: Acción; la ley que gobierna toda
acción y sus inevitables consecuencias
Gopis: Las doncellas lecheras de que rebotan sobre el que las lleva a
Brindavan, compañeras y devotas del cabo. La ley de causa y efecto.
Señor Krishna.
Kosas: Las cinco envolturas del cuerpo.
Gunas: Características primarias del ser
humano: pacífica (satva), activa Krishna: Un Avatar de Vishnú. “Aquél
(rajas), indolente (tamas). que atrae por medio de la felicidad
que imparte”.
Gurú: Maestro, guía para la liberación
espiritual. Kshema: La preservación de lo que uno
ha adquirido.
Hanuman: Uno de los más devotos de
los bhaktas de Rama, representado Kundalini: La energía espiritual que
en parte como mono, en parte como yace dormida en todos los individuos.
hombre; se lo menciona en el Rama- Lila: Juegos de Dios.
yana.
Mahatma: Un alma grande.
Hatha yoga: Una escuela de yoga; la
práctica de asanas o posturas yóguicas Mahima: Poder suprahumano, milagro.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 379 -

Manas: La mente. Premarasa: El sabor de prema.

Mandir: Salón de oración. Templo. Pura: El cuerpo físico.


Mantra: Palabras sagradas o fórmula Purana (s): Libros de mitología hindú.
sagrada.
Purusha: El principio de la conciencia
Marga: Sendero, camino, vía, curso. eterna; el alma.
Maya: La ignorancia que oscurece la Puttaparti: El pueblo tranquilo y remoto
visión de Dios; la ilusión primaria, en la India Meridional, donde nació
seductora, que aparece como la duali- Sai Baba (el 23 de noviembre de
dad llamada mundo; apego. 1926) y donde ahora tiene su ash-
ram, Prashanti Nilayam.
Moksha: Liberación o emancipación
final del alma de la dualidad y de las Radha: La amada de Krishna.
ataduras
Rajásico: El aspecto activo, pasional de
Mukti: Igual significado. la naturaleza.
Nagara-sankirtan: Cantar bhajans en Rama: Un Avatar de Dios, un ser divino;
un grupo mientras se camina lenta- Un Avatar cuyo nombre significa “el
mente por las calles; se hace en las que agrada”; el que llena de ananda
horas tempranas, antes del alba. (bienaventuranza).
Narada: El antiguo “rishi” o vidente que Ramakrishna Paramahansa: 1836-
escribió el clásico del bhakti yoga, lla- 1886; un gran santo de Bengala.
mado “Narada Bhakti Sutras”.
Rishi: Un sabio, el que lleva una vida sin
OM: El sonido primordial mediante el deseos, con apego sólo al atma. Un
cual Dios sostiene el cosmos. vidente de la verdad.
Pandit: Erudito. Saadrishya: Adquirir la naturaleza divina.
Paramatma: El atma visto en su aspec- Saalokya: La existencia en Dios.
to universal de Dios.
Saathi: La tranquilidad de los sentidos,
Patanjali: Nombre del antiguo sabio que las pasiones, las emociones.
escribió la guía básica para el Raya
Yoga, que se conoce como “Los Sadhaka: Un aspirante espiritual empe-
Yoga Sutras de Patanjali”. ñado en vencer su egoísmo y codicia,
el sentido del “yo” y de lo “mío”.
Prakriti: La naturaleza primordial que,
en asociación con Purusha (el princi- Sadhana: La disciplina o práctica espiri-
pio de la conciencia eterna), crea el tual por medio de actividades como la
universo. meditación y la resucitación de los
nombres santos.
Prana: El aliento vital que sostiene la
vida en el cuerpo físico. Sadhu: Un hombre santo; se usa gene-
ralmente al referirse a un monje.
Prashanti Nilayam: La morada de la
paz interior imperturbable. Nombre Sai: La madre divina de todos.
del ashram de Sai Baba.
Sakhya: Una de las cinco actitudes que
Prema: El amor divino de la clase más aprecia el adorador respecto a su
intensa; el amor universal, incondicio- ideal escogido: la actitud de un amigo
nal, sin tacha. hacia otro.
- 380 - SAMUEL H. SANDWEISS

Samadhi: La ecuanimidad perfecta, des- Shakti: El divino poder creador; un


provista de altos y bajos, no tocada nombre de la divina madre; aspecto
por la alegría ni la tristeza. Comunión femenino de Dios que representa Su
con Dios. poder y Su energía.

Samkhya: Uno de los seis sistemas de la Shanti: La paz, la paz imperturbable.


filosofía hindú ortodoxa. Una bendición que a menudo se repi-
te tres veces después de las oraciones
Samsara: El mundo sensorio que cauti- védicas.
va la mente y da lugar al deseo insa-
ciable, la codicia y el sufrimiento. Shirdi Sai Baba: Santo indio de quien
Sai Baba de Puttaparti dice ser la
Samskara: Las tendencias inherentes encarnación.
que provienen de los nacimientos
anteriores. Shiva: El Dios destructor de la trinidad
hindú, los otros son Brahma y
Sanathana dharma: La antigua sabidu- Vishnú.
ría. El camino eterno hacia la rectitud.
Siddha, siddhi: Un siddha es el que ha
Sanathana Sarathi: El eterno conduc- alcanzado siddhis (poderes ocultos).
tor. Nombre de la publicación men-
sual de Prashanti Nilayam. Sri Aurobindo: 1872-1950. Su ashram
en Pondicherri, en la India Meridional,
Sankalpa: Voluntad o resolución de fue convertido en una comunidad de
Dios. buscadores espirituales de todo el
Sankirtan: Recitar o cantar con alegría. mundo, llamada Auroville. Escritor
prolífico, sus obras incluyen la Vida
Sanyasi: Asceta hindú, aspirante espiri- Divina, Ensayos sobre el Gita, La
tual que ha adoptado la vida monásti- síntesis del yoga, y muchas otras.
ca y célibe.
Sri Meher Baba: 1894-1969. Su
Saris: Traje tradicional femenino que se escuela se llamó Meherabad. Observó
usa en casi toda la India. un voto de silencio durante muchos
años; viajó por Europa y América;
Sastra: La escritura que ilumina, el códi- escribió Discursos de Meher Baba y
go moral. Dios habla.
Satchitananda: El estado supremo; Sri Ramana Maharshi: 1879-1950. Fue
generalmente se traduce como exis- un rishi iluminado de la India
tencia, conocimiento, bienaventuran- Meridional; enseñó la no-dualidad por la
za. autoinvestigación. Uno debe preguntar-
Sathya: La verdad. Aquello que es lo se constantemente: “¿Quién soy yo?”.
mismo en el pasado, el presente y el Su ashram estaba ubicado en una coli-
futuro. na sagrada llamada Arunachala.

Satsang: Estar en compañía con los Sudarshana: La visión santa.


buenos, con gente espiritual. Swami: Señor, preceptor espiritual.
Satva, rajas y tamas: Las tres gunas o Swarupa: Forma, cuerpo.
características de los seres encarna-
dos; se traduce burdamente como Tamásico: La cualidad densa o inerte.
apacibilidad, actividad e inercia.
Tapa: Austeridad religiosa, sacrificio, asce-
Sátvico: Puro, bueno, piadoso; el princi- tismo practicado para debilitar la con-
pio de equilibrio o sabiduría. vicción de que el hombre es cuerpo.
EL ESPIRITU Y LA MENTE - 381 -

Telugu: Idioma nativo de Sri Sathya Sai Védico: Lo que deriva de los Vedas.
Baba. La lengua de Andra Pradesh.
Vibhuti: Ceniza sagrada (materializada
Treta Yuga: La segunda de las cuatro con frecuencia por Baba).
yugas o ciclos o períodos del mundo.
La mitología hindú divide la duración Vishnú: El Dios conservador de la trini-
del mundo en cuatro yugas: Sathya, dad hindú; los otros son Brahma y
Treta, Dwapara y Kali. La primera Shiva.
se conoce como la Edad de Oro, ya
que en ella hay una gran preponde- Whitefield: Una ciudad a trece millas de
rancia de la virtud entre los hombres; la ciudad de Bangalore, donde se
pero en cada yuga sucesiva la virtud encuentra Brindavan.
disminuye y el vicio aumenta. En la
Kali Yuga hay un mínimo de virtud y Yaga: Actividad dirigida hacia afuera;
un gran exceso de vicio. Se supone sacrificio.
que ahora estamos en la Kali Yuga.
Yasada: Nodriza de Krishna.
Upadesa: Instrucción espiritual.
Yoga: La unión del alma individual con el
Upanishads: Una categoría de las escri- alma universal; también el método
turas indias. por el cual realizar esta unión. Es el
término general para los varios tipos
Vahini: Corriente, torrente, río.
de práctica devocional que son disci-
Vandana: La reverencia hacia la vida. plinas para controlar la mente y trans-
formarla en un instrumento para rea-
Veda: Conocimiento.
lizar a Dios.
Vedanta: Uno de los seis sistemas de la
Yogui: El aspirante espiritual que busca
filosofía hindú ortodoxa, formulada
por Vyasa (recopilados de los Vedas.) la unión con Dios por medio de una o
más disciplinas mentales y físicas
Vedas: Las escrituras más sagradas de la específicas que son tradicionales y
religión hindú, consideradas como conocidas con el nombre de yoga.
revelaciones a grandes videntes y que
no serían de origen humano. Hay cua- Yugas: Las cuatro fases por las cuales la
tro Vedas: el Rig-Veda, el Yajur-Veda, vida se mueve para completar un
el Soma-Veda y el Arthava-Veda. ciclo del mundo (ver Treta Yuga).
Índice
INTRODUCCION ..................... 5 19. So-Ham ............................. 191
20. Los psiquiatras .................... 195
PARTE I. Conciencia 21. Conferencia en Delhi........... 203
Universal 22. La primera lección .............. 217
23. El encuentro ....................... 229
1. La burbuja y el océano ........ 17
24. Formación del terapeuta
2. Supuestos básicos................ 25
de la Nueva Era .................. 241
3. Miedo mortal ..................... 37
25. Autosacrificio ...................... 263
4. La importancia del miedo
mortal ............................... 45
5. El Avatar............................ 55 PARTE III. El Maestro
6. Resistencia de la psiquiatría. del mundo
Una entrevista..................... 63
7. Puntos de vista.................... 77 26. La conferencia mundial........ 273
8. Capas de temor, niveles de
27. Señales y milagros............... 281
amor .................................. 93
28. Preguntas y respuestas......... 285
9. Un dilema terapéutico ......... 105
10. Confirmación...................... 119 29. Una ofrenda ....................... 319

11. Lección de muerte............... 133


12. El juicio .............................. 139 PARTE IV. Apéndices
13. El Bhagavad Gita................ 145
14. Amor Sai............................ 153 I. Glosario de términos
15. El amor es Dios .................. 163 acerca de la conciencia ........ 337
II. Percepciones pasadas y
presentes acerca de la
PARTE II. Los psiquiatras
conocen a Baba conciencia .......................... 343
III. Psicología y espiritualidad..... 355
16. Shiva ................................. 169 IV. La psicología transpersonal
17. La mente............................ 175 y el Avatar ........................ 379
18. Darshan............................. 181 Glosario ................................... 393

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