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durante los primeros años de vida, y es muy importante saber detectar la enfermedad mental en
niños y niñas para intervenir cuanto antes para que existan menos probabilidades de que sus
efectos negativos ganen fuerza y supongan una amenaza para el bienestar del pequeño.
A la vez, también hay que tener en cuenta que es normal que los pequeños se sientan mal de vez
en cuando o realicen comportamientos que nos pueden parecer extraños de vez en cuando. Las
probabilidades de que esto tenga que ver con enfermedades mentales tiene que ver con:
1. Tendencia a la autolesión
El hecho de que un niño o niña intente producirse heridas o golpee su cabeza contra objetos duros
es motivo para acudir a un especialista. Sin embargo, es necesario reflexionar antes sobre hasta
qué punto producirse heridas es la intención final de una conducta. Por ejemplo, que un bebé
intente bajar por unas escaleras a gatas no significa que quiera caerse por ellas; simplemente, no
sabe que eso puede resultar peligroso.
La autolesión suele tener que ver con una incapacidad para gestionar el estrés de forma adecuada,
lo cual lleva a provocarse dolor para distraerse de otros pensamientos que en conjunto resultan
aún más desagradables.
Las quejas acerca del propio peso también pueden ser indicios de desórdenes alimenticios en
desarrollo si son persistentes y tienen implicaciones en la cantidad de comida que se admite.
En el caso de los amigos imaginarios, es fácil que el niño o niña rechace admitir que no existe
realmente a pesar de ser consciente de la verdad, simplemente para no romper con la apariencia
de la fantasía. En esos casos es bueno indagar sobre si el amigo imaginario hace cosas que el
pequeño o pequeña encuentra inesperadas, que le causan problemas que no pueden controlarse.
8. Tendencia al aislamiento
Muchos niños y niñas prefieren jugar solos, pero algunos de ellos lo hacen no por timidez, sino
porque se sienten mal si hay gente cerca, en cualquier contexto. Esos casos pueden ser motivo de
consulta psicológica, ya que podría ser un signo de Trastornos del Espectro Autista.
La esquizofrenia infantil, aunque forme parte del espectro de la esquizofrenia, recibe un nombre
específico porque los niños que la padecen manifiestan un cuadro muy homogéneo con un
pronóstico poco favorable que debe ser diagnosticado cuando antes para frenar el
empeoramiento clínico del paciente.
Estos niños, que igual que los adultos sufren alucinaciones y delirios, muestran también
anormalidades cerebrales y factores de riesgo genéticos que explican el desarrollo temprano de la
enfermedad.
Sin embargo, no es el único síntoma que exhiben estos niños y niñas. De igual forma que ocurre
con la esquizofrenia en la edad adulta, el cuadro psicótico de los esquizofrénicos es muy diverso e
incluye diferentes síntomas, tanto psicóticos como desorganizativos.
1. Síntomas psicóticos
La principal causa de alerta para los padres es la presencia de alucinaciones. Las más comunes son
las alucinaciones auditivas como voces desagradables y negativas que le hablan al paciente o le
llaman. Las voces pueden ser masculinas o femeninas, familiares o desconocidas, críticas o
halagadoras. Los sonidos, ruidos o música son considerados como menos frecuentes y severos.
Es posible encontrar también alucinaciones visuales, ver formas, colores o personas que no están
presentes y que incluso pueden tener características religiosas, por ejemplo, ver al diablo o a
Cristo.
De todas las manifestaciones desorganizativas en la esquizofrenia infantil, las que más se ven son
las motoras y sociales. Previamente al diagnóstico, es habitual que los padres hablen de gestos,
muecas o posturas extrañas que anticipan el desarrollo del trastorno. Además, estos niños son
socialmente raros. Puede costarles mantener una conversación con otros niños, expresar ideas,
hablan de temas extravagantes y pierden el hilo del diálogo. En general son descritos como “raros”
por el resto de sus compañeros.
Tener familiares de primer grado con esquizofrenia aumenta la probabilidad de tener este
trastorno, de forma que existe una carga genética en su desarrollo. La presencia de otros
trastornos comórbidos, como trastornos de ansiedad, TDAH o trastorno de conducta suele
acompañar a la esquizofrenia infantil. Se halla también que en las familias de niños con este
trastorno se expresan las emociones con mayor intensidad.
Existen diversos estudios que describen cómo las complicaciones durante el parto pueden llevar a
anormalidades en el desarrollo neurológico y posteriormente a esquizofrenia. Sobre todo, se han
relacionado aquellas complicaciones que impliquen cortar el flujo de oxígeno al cerebro y causen
hipoxia con el posterior desarrollo del trastorno, aunque el mecanismo exacto no está en absoluto
claro.
En estos niños se agrandan los ventrículos laterales del cerebro. Además, van perdiendo sustancia
gris progresivamente en las regiones frontales y temporales del cerebro, de forma parecida a
como lo hacen los adultos. De esta forma, los pacientes con esquizofrenia infantil tienen un menor
volumen cerebral que la población normal.
Pronóstico y tratamiento
La edad en la que debuta la esquizofrenia es un predictor muy potente de su severidad y
pronóstico. Aquellas personas que desarrollen una esquizofrenia más pronto tendrán una mayor
afectación y por lo tanto un peor pronóstico. Se espera que estén más deterioradas a nivel de
pensamiento, lenguaje, motricidad y conducta social que aquellos que han debutado más tarde.
Por esto, la esquizofrenia infantil predice un mal pronóstico para quien la sufre a no ser que se
diagnostique a tiempo. Esto hace que la evaluación de una posible esquizofrenia durante la
infancia sea una carrera contrarreloj donde el profesional deba ser exhaustivo, pero no ir
demasiado deprisa y marcar a un niño de por vida.
Una vez se determina que efectivamente el niño sufre una esquizofrenia de inicio en la infancia, se
comenzará la terapia farmacológica con antipsicóticos de inmediato para amortiguar todo lo
posible el deterioro que provoca el trastorno. Además será necesario formar a los padres en qué
tipo de síntomas pueden esperar, cómo se manejan y qué necesidades especiales podría tener el
niño más adelante.
De forma paralela, se abordan de forma psicológica los delirios y alucinaciones enseñando al niño
a reconocerlos como tal. Frecuentemente, los síntomas psicóticos son precedidos de estados de
ánimo negativos y es posible darse cuenta de cuándo se está en un período vulnerable. Además,
es imperativo enseñar a estos pacientes a realizar interpretaciones alternativas de los hechos para
salir de la rigidez que caracteriza los delirios.
Finalmente, es posible abordar la conducta social del niño con esquizofrenia a través del
entrenamiento en habilidades sociales para enseñarle a relacionarse de una forma normal con los
demás y que sea capaz de establecer vínculos significativos con sus compañeros de clase.
Investigaciones recientes muestran que los niños y adolescentes padecen depresión con síntomas
a veces parecidos a los de los adultos, y también con otros síntomas específicos y diferentes según
la edad.
Hay varios tipos de trastornos del humor que pueden afectarles, como la depresión mayor, la
distimia (un estado de depresión ligera pero de larga duración), y la llamada enfermedad maniaco-
depresiva (o bipolar).
En este punto juegan un papel fundamental los enfermeros especializados en salud mental, ya que
son los encargados de proporcionar atención y apoyo a las personas que sufren dichos tipos de
trastornos. Los cuidados de enfermería en salud mental, hacen que los enfermeros ayuden a sus
pacientes a aceptar la enfermedad que padecen y los enseñan a cómo convivir con ella, así como
también a identificar cuando se encuentran en una situación de riesgo, por ejemplo; hacerse daño
a ellos mismos o a terceros.
En la actualidad, ya la salud mental no es un tema tabú y muchos suelen conocer cuáles son las
afecciones graves que la afectan. Un número reducido es el que acude a solicitar ayuda, para
comenzar tratamientos o cuidados de enfermería psiquiátrica. Los enfermeros de salud mental ,
trabajan con pacientes de todas las edades, por lo tanto su formación requiere de una
especialización.
Los cuidados de enfermería en salud mental, hacen que hoy día los enfermeros trabajen en
establecimientos públicos como también en hogares. Pueden trabajar con pacientes particulares
como de clínicas públicas y privadas.
Por otro lado, los enfermeros en salud mental, forman parte de un equipo amplio de salud y
atención social, debido a que trabajan con la colaboración de psicólogos, psiquiatras, terapeutas
ocupacionales, trabajadores sociales, entre otros. Con ayuda de todo este equipo de
profesionales, los cuidados de enfermería en salud mental, son guiados por los expertos que
deben examinar y analizar al paciente, para luego preparar un plan de acción del diagnóstico y así
garantizar la recuperación de los pacientes.
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El diagnóstico debe realizarse mediante entrevista clínica. Deberán emplearse técnicas específicas,
tanto verbales como no verbales, debido a la existencia de limitaciones cognitivas y de
verbalización en este grupo de edad.
Para completar la evaluación psicopatológica, es imprescindible la información aportada por los
padres y por el entorno escolar.
Tras escuchar a los padres, evaluar al niño y realizar las pruebas complementarias necesarias, el
equipo de médicos, psicólogos y enfermeras llega a un diagnóstico utilizando la metodología más
moderna y actualizada disponible.
La frecuencia de la depresión es igual en los niños y las niñas antes de la pubertad, pero a partir de
la pubertad, las chicas tienen más riesgo de sufrir depresión.
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