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LA DIABLADA

ORIGEN DE LA DIABLADA

La diablada nace en el Virreinato del Perú a mediados del siglo XVI en


Oruro, actualmente Bolivia.
Desde entonces nació el popular baile que según afirman muchos cronistas
fue creado por un grupo de sacerdotes para dar catequesis a los indígenas
de la zona altiplánica. La diablada representa el sincretismo que busca unir
dos culturas distintas, en este caso la indígena con la española.  Se
mezclan los ritmos y la cosmovisión andina del mundo. En la colonia,
cuando todo aquel que no fuese católico era sentenciado a la hoguera, la
diablada dejó de practicarse sin que los españoles pudiesen entender el
aspecto filosófico de la danza.
Después de la independencia, la diablada renació como un acto de los
pobladores dedicados al ganado y a explotar las minas. Ahora es el acto
central de las festividades que se realizan cada febrero en el festival de la
Virgen de la Candelaria, conocida en el mundo andino como Mama Pacha,
en el cual se hace un pago a la tierra.
La música inicia con un suave tono y al pasar de los segundos estalla la
alegría. Los diablos hacen su entrada saltando de un lado a otro. Los
tridentes son lanzados de brazo a brazo, las máscaras se han apoderado
del lugar. Uno de los danzantes grita que para bailar diablada hay que tener
corazón y fuerza. El Diablo mayor se distingue por su máscara roja. Los
grandes saltos que da son la prueba de su liderazgo.

SIGNIFICADO DE LA DIABLADA
La danza escenifica la lucha entre el bien y el mal, el choque de dos
culturas. En 1550 al celebrarse la boda de unos nobles españoles en la
región se representó una ‘farsa’ en la que un grupo de diablos, con Lucifer
como líder, actúan en una lucha coreográfica y verbal contra una banda
alada de ángeles dirigidos por el Arcángel San Gabriel, quienes al final
logran imponerse y desterrar al submundo a los diablos.
VESTIMENTA DE LA DIABLADA

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