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El desgobierno en Libia convierte el país en un polvorín

sobre un pozo de petróleo


elpais.com/internacional/2014/03/12/actualidad/1394646479_654787.html

Javier Casqueiro 13 de marzo de


2014

Libia es un polvorín y no hace falta exagerar. El primer ministro fue derribado por una
moción de censura el martes y este miércoles huyó en un jet privado camino de un país
europeo. No está nada clara la autoridad ni la competencia del Gobierno interino ni de
un parlamento diezmado y fuera de plazo. Los rebeldes tienen bajo su mando varios de
los principales puertos del país y en los mismos deciden por su cuenta si los petroleros
internacionales pueden entrar a cargar, o no, al margen de lo que opine el jefe de turno
en Trípoli. La capital sufre secuestros diarios y debate en su propio consejo cómo
expulsar del municipio a los grupos armados que campan a sus anchas.

En los yacimientos petrolíferos, el gran y único maná, la producción ha caído por debajo
de los 250.000 barriles diarios cuando hace tres años, aún bajo el régimen del dictador
Muamar Gadafi, podía llegar a casi 1,5 millones. La crisis afecta a la multinacional
española Repsol, que nutre el 11% de su producción de sus ocho pozos en la zona.

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EL PAÍS

Y para colmo: las armas. Lo resume así el informe de Naciones Unidas sobre el embargo
teórico decretado sobre el país, que se ha conocido esta semana. Los expertos han
viajado en este último año a 15 países, nueve veces a Libia y son contundentes en sus
conclusiones. “La proliferación de armas hacia y desde Libia sigue representando un
grave problema para la estabilidad del país y la región... La mayoría de las armas siguen
estando bajo el control de agentes no estatales y los sistemas de control de las fronteras
son ineficaces”. En suma, “en los últimos tres años, Libia se ha convertido en una de las
principales fuentes de armas ilícitas”, que proporciona suministros a unos 14 países de
forma contrastada, y alimenta así “los conflictos y la inseguridad, incluido el terrorismo,
en varios continentes”.

El informe de la ONU crítica con preocupación la falta de supervisión de las adquisiciones


militares y que, excepto en el Ministerio de Defensa, no se designen coordinadores en
los otros ministerios que compran armas. Y apostilla: “La situación es poco probable que
cambie en un futuro próximo”.

El desgobierno abarca todos los ámbitos del poder pero es especialmente débil en el
terreno político. Se funciona por tribus y con el poder de la fuerza.
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El último primer ministro, Ali Zidán, está en paradero desconocido y perseguido por la
justicia con denuncias de intereses ocultos. Se presume que está en Europa, porque
pasó el martes dos horas en Malta. Y se especula que podría haber recabado en
Alemania, porque fue allí desde dónde volvió a Libia cuando fue derrocado en 2011
Gadafi tras 43 años. Zidán era liberal y durante su mandato no ha conseguido fraguar
una alianza entre los nacionalistas y los islamistas presentes en el parlamento, ahora
llamado Congreso Nacional, que está fuera de plazo desde febrero y al que le faltan 20
diputados por distintas causas. Tampoco fue capaz de conformar unas fuerzas armadas
leales y operativas ni de poner paz en todo el territorio.

Desde el pasado verano un grupo de milicianos armados, comandados por Ibrahim


Jathran, de 33 años, ha tomado bajo su mando cuatro puertos del golfo de Sirte, en la
zona este, en la región Cirenaica, donde se concentra el 80% de la producción de crudo y
para la que exige más autonomía. Sirte es, además, la ciudad original de Gadafi. Los
rebeldes se han permitido el lujo de regular a su antojo la producción y hasta la
exportación del petróleo, en un país clave para la OPEP y cuya inestabilidad produce
inmediatamente alteraciones en su precio, como se ha visto esta semana.

El sábado un buque saudí de bandera norcoreana, el Morning Glory, entró en Es Sider y


fue cargado con unos 200.000 barriles. El Gobierno se encorajinó, prohibió la operación,
dio poderes al ejército para impedirla y amenazó con bombardeos. El petrolero burló con
la escolta de los rebeldes el bloqueo y salió entre tiros a aguas internacionales.

Los parlamentarios estallaron ante la tomadura de pelo y forzaron la censura contra el


primer ministro. Nombraron sustituto al titular de Defensa. Y lo hicieron reunidos en un
hotel, rodeado de manifestantes intentando el asalto. Porque el congreso oficial está
cerrado y en reforzas para reparar los destrozos del anterior intento de invasión, en
enero. Este miércoles ese parlamento le ha dado dos semanas a los rebeldes para que
levanten el bloqueo de los puertos bajo su control.

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