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Charrería

La charrería es, sin duda, uno de los símbolos más representativos del estado de
Jalisco, tiene un inimaginable valor y trascendencia para Jalisco y para todo el
país, pues se posiciona como uno de los grandes referentes culturales a través de
los cuales el mundo entero reconoce a México.

Para comprender la importancia de esta tradición, es importante acercarnos al


complejo universo charro. Hablaremos de su historia, su relación con los animales
y la actividad agroganadera, sus cambios a través del tiempo, sus hombres y
mujeres, las suertes charras, su injerencia en la identidad, sus instrumentos e
indumentaria y las organizaciones regionales y nacionales.

Históricamente, la figura del charro mexicano se remonta a la época de la colonia


cuando las actividades económicas agroganaderas se establecieron en las
comunidades y se introdujeron especies traídas del viejo continente. Se asentaron
los primeros ranchos y haciendas en donde se criaba al ganado y se
resguardaban los caballos. Sin embargo, las políticas iniciales de los
conquistadores eran de reservar la caballería para los españoles. Hasta 1619, los
caballos estaban prohibidos para los indígenas y los criollos, aun cuando eran
ellos los que se ocupaban del cuidado de los animales; fue así que aprendieron a
acarrear caballos, lazarlos, jinetearlos y amansarlos con la reata. El virrey Luis de
Tovar Godínez otorgó, en 1619, el primer permiso escrito para que 20 indígenas
en la Hacienda de San Javier, Pachuca, pudieran montar libremente caballos con
silla, freno y espuelas.

En el siglo XIX la economía rural prosperó predominando la cría de ganado en


enormes haciendas que permitían que los rebaños se multiplicaran rápidamente
en estado semisalvaje. Los ganaderos a caballo reunían a los animales y los
agrupaban para contarlos, repartirlos, marcarlos, etc. Se requería de personal muy
hábil para montar y realizar el trabajo con destreza. Como un tipo de competencia
amistosa entre vaqueros, surgieron los rodeos en los que se retaban y
demostraban sus habilidades y técnicas para atrapar al ganado; estos rodeos
terminaban en celebración por el ganado nuevo y las compraventas.

Durante las dos primeras décadas del siglo XX los rodeos pasaron a llamarse
jaripeos y se volvieron una especie de ritual colectivo en las haciendas. En los
corrales de mayor tamaño se llevaba a cabo la concentración de animales para
iniciar la selección en dos pequeños corrales anexos y realizar las tareas de
conteo, herraje y capazón. Se invitaba a destacados charros, expertos en lazar,
colear y jinetear el ganado. El espectáculo era presenciado por los señores
hacendados, sus familiares y la población ranchera de los alrededores. Se
sacrificaban algunas reses para alimentar a la concurrencia y terminaba la
celebración con música y algunas botellas de tequila.

Abundan los hechos importantes de nuestra historia en los que el hombre a


caballo jugó un papel importante, tanto en las luchas, como en el mantenimiento
de la paz, y gracias a sus hazañas, los charros consolidaron su figura. El Chinaco,
antecedente más directo del charro surgió en la zona del bajío durante la guerra
de Independencia, se les nombraba también “cuerudos” y eran conocidos por su
habilidad con la reata para lazar. Consumada la Independencia, la personalidad
del charro, el varón valiente, aguerrido y poderoso, se instaura como estandarte
de la victoria.
Jalisco ha destacado siempre por un estilo de vida estrechamente vinculado con lo
que fue, durante mucho tiempo, su principal actividad socioeconómica y que
imprimió un carácter cultural específico a sus pobladores: la agroganadería.
Jalisco es conocido como el Rancho Grande y hoy en día todavía mantiene en su
gran urbe cosmopolita ese espíritu ranchero que conjuga un estilo de vida y una
tradición. El charro es el jinete de la región occidente de México.

Durante la época de la Revolución y el reparto agrario, la economía rural decreció


y la tradición ganadera de los jaripeos comenzó también a extinguirse. Los viejos
hacendados con sus vaqueros, en su búsqueda por mantener viva la fiesta y la
tradición, crearon los Lienzos Charros y la Charrería se convierte en deporte
nacional y espectáculo. El 14 de septiembre de 2017, la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoció
este deporte como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por contar con
elementos característicos no vistos en otras disciplinas, como el típico traje
vistoso, el caballo bien entrenado y la soga. Sin embargo, no fue sino hasta el 14
de septiembre de 2019 que la Charrería formó parte del Inventario del Patrimonio
Cultural Inmaterial de Jalisco. El 14 de septiembre fue instaurado como “Día del
Charro”. En todo el país tienen lugar espectáculos ecuestres y musicales para
conmemorarlo. En esa fecha Guadalajara celebra el Encuentro Internacional del
Mariachi y la Charrería. Las calles se engalanan y miles de hombres y mujeres las
recorren ataviados con el traje típico de Jalisco e interpretando música tradicional.

La Charrería está relacionada con la sastrería, sombrerería, platería, zapatería,


fustería, talabartería, curtiduría, fabricación de sarapes, elaboración de reatas,
herrajes, bordados y trabajos en pita. Es esta intrincada red de manifestaciones la
que hace tan especial la charrería. Según lo establece el dictamen en el diario
oficial del estado, la charrería es una tradición ecuestre y un deporte que conlleva
“integración de comunidades urbanas y rurales bajo una misma identidad cultural,
implica el desarrollo de destrezas, habilidades y fuerza por quienes montan el
caballo, además de competencias en el manejo de ganado mayor en las suertes
charras, involucra la producción de indumentaria e instrumentos para
escaramuzas y charros que se relaciona con las artes populares: bordados de
pita, cintos, sombreros, sillas de montar, etc., el diseño y confección de trajes
implica trabajos de sastrería, talabartería, fustería, tejidos y forja de plata y hierro,
finalmente, la cultura musical y dancística que acompaña el carácter festivo de la
charreada forma parte importante de esta tradición deportiva”.

Existen diferentes variaciones del traje de charro que se utilizan según la ocasión,
esta indumentaria ha cambiado también a través del tiempo. En la actualidad, el
traje de charro está conformado por unos pantalones ajustados con adornos en los
laterales en forma de grecas, camisa fina de color blanco que se usa fajada, y un
chaquetín corto a la altura de las costillas con adornos similares a los de los
pantalones y botones generalmente de plata. Por lo general, el traje de charro se
confecciona con lana y gamuza de colores oscuros y se complementa con un
corbatín de rebozo, un sombrero grande de ala ancha, botines de piel y un sarape.
Esta configuración puede incluir otros elementos o modificaciones a los mismos
dependiendo de la ocasión; existe el traje de faena, el de media gala, gala y gran
gala. El traje que se usa para las faenas requiere indispensablemente de
chaparreras y espuelas.
La vestimenta charra debe ser apegada a la formalidad, con telas gruesas que
puedan servir para amortiguar alguna caída o incidente durante la faena. También
tienen medidas específicas como la corbata ‘de hacer’, con 1.47 cm de largo por
siete o 13 cm de ancho, esto con la finalidad de que la prenda puede fungir como
torniquete de las riendas del caballo si llegaran a romperse cuando practique el
deporte nacional de la charrería

Normalmente no llevan botonadura sino bordado, ya sea en canutillo o grecado


con hilo con porcentaje de plata o bordado a mano y en su mayoría con motivos
de la labor del campo que va de herraduras, caballos, toros y grabadas las
iniciales de quien lo porta. El sombrero del charro necesita funcionar como casco
al momento de jinetear y finalmente, los botines deben ser de colores neutros y sin
abrillantado.

En el caso de las mujeres, el traje consta de un vestido largo de cuello alto,


mangas bombachas y una falda amplia con vuelos. Es confeccionado con
popelina de colores brillantes y adornado con listones de colores, encaje y vuelos
en la parte de enfrente del pecho. Las mujeres usan botines de cordones y el
cabello recogido en trenzas o chongos decorado con listones a juego con el
vestido. Los trajes femeninos se dividen en 3 clases: el vestuario de Adelita, el de
China Poblana y el de Charra de Etiqueta.
El caballo también debe de ir ataviado y haciendo juego con su jinete con la silla
charra que es especial y tiene un cuerno más ancho, lo que ayuda a evitar que el
charro se caiga o se cuelgue, además, tiene dos agarraderas en la parte trasera
para facilitar que el jinete se sujete en caso de algún movimiento inesperado. El
caballo es vestido también con una anquera y una gualdrapa. Normalmente se
confeccionan con cuero y llevan adornos llamados higas y cascajos. En este
deporte, los caballos más utilizados son el Criollo y el Cuarto de Milla.

La charrería y todo lo que la envuelve debe cumplir ciertas especificaciones y


cumplir con estrictos requisitos. Resulta importante que sean artesanos locales los
que diseñen y fabriquen la vestimenta y el equipamiento que forman parte del arte
tradicional de los charros con materiales naturales y de la más alta calidad. Toda
indumentaria y equipo debe cumplir con las especificaciones y todos los charros
deben cumplir con la normativa para la práctica de su deporte. Incluso existen
protocolos rigurosos para las celebraciones, reuniones, demostraciones y
competencias.

El evento deportivo sucede con las suertes y destreza de los charros para
realizarlas, si bien es considerada como exhibición, las reglas son estrictas y
detalladas para los participantes. Se llevan a cabo en un lienzo charro que es una
instalación especialmente diseñada para la práctica de la equitación, este es el
escenario donde los charros realizan los eventos de charreadas y jaripeos. Dentro
de la charrería existen diversos movimientos o faenas que realizan los
participantes, las principales son: la calada de caballos, piales en el lienzo,
coleadero, jineteo del toro, la faena de la terna en el ruedo, jineteo de yegua,
manganas a pie, manganas a caballo, paso de la muerte.
Por su parte, la mujer en la charrería interviene en los concursos ecuestres en la
disciplina conocida como escaramuza charra. Consiste en grupos de ocho
amazonas que interpretan coreografías a lomos de sus caballos y al ritmo de la
música. El entrenamiento de la escaramuza charra es muy intenso, ya que deben
ser capaces de controlar con gran destreza a sus caballos, puesto que sus
evoluciones requieren una perfecta coordinación entre todas las integrantes de un
mismo equipo.

Practicar charrería es todo un arte, ya que no solo es necesaria la vestimenta y


equipo, también implica saber hacer las “suertes” de los charros y escaramuzas.

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