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jóvenes
Marco Teórico
En México fueron los mayas los primeros en fumar las hojas de tabaco, pero su
objetivo era de carácter religioso y ceremonial ya que le atribuían a la planta
propiedades medicinales e incluso mágicas; tiempo después Rodrigo de Jerez, un
español que viajo en las embarcaciones de Cristóbal Colón fue el primer Europeo
en conocer el tabaco por los indígenas, además de ser quien llevó la planta a
España, difundiendo el consumo entre los españoles; su uso recreativo se
popularizo rápidamente entre los ciudadanos por lo que se industrializó la
fabricación de cigarrillos (Jiménez Ruiz & Solano Reina, 2004).
Hasta antes del siglo XX el fumar tabaco era una actividad placentera, sin
embargo en los años sesenta se dio inicio una investigación alrededor de los
efectos del tabaco sobre la salud, por lo que con los años se logró demostrar que
el fumar no era un hábito, sino que la planta generaba una gran adicción en los
consumidores, teniendo como consecuencia efectos terribles sobre la salud de
fumador y en quienes inhalaban el humo del tabaco de otros (Zazo Díaz, 2018).
Por lo que hoy en día el uso del tabaco se ha convertido en una problemática para
la sociedad, ya que no es solo una actividad de adultos, sino también los
adolescentes se han contagiado de ese dañino habito; en el 2007 se realizaron
encuestas, las cuales afirman que casi 60% de los nuevos fumadores eran
jóvenes de menos de 18 años, por lo que es muy probable que estos sufran de
diversas enfermedades asociadas al tabaquismo cuando lleguen a ser adultos
mayores (El tabaquismo y los adolescentes, 2010).
Se estima a nivel mundial que cada año el tabaco mata a 7 millones de personas,
lo cual significa que todos los días 19,000 personas mueren como consecuencia
de dicha planta o por ser expuestos al humo del cigarro de tabaco. La industria del
tabaco contribuye a estas cifras, ya que han usado la tecnología y la
mercadotecnia para fomentar su uso en especial en los más jóvenes, ocultando
los peligros irreversibles de su uso en la salud de las personas, además de que
muchas empresas evaden las políticas de salud, ya que el aumentar la adicción
entre sus consumidores significa aumentar sus ganancias en ventas (Fernández
González & Figueroa Oliva, 2018).
Los adolescente y jóvenes tienden a comenzar con el consumo del tabaco debido
a ciertos factores en su entorno, ya sea por curiosidad debido a la constante
publicidad, por su entorno familiar (padres, hermanos fumadores) o por presión
social; cual sea el motivo la acción de fumar prevalece en estas personas no solo
por los aditamentos adictivitos que contiene un cigarrillo, sino también por la
sensación que genera en el fumador, tal vez como liberador de estrés, relajante,
etc. La mayoría de los adolescentes saben que el consumo de tabaco es dañino
para su salud y puede tener consecuencias graves a largo plazo como la muerte,
no obstante, esto no evita que sigan sumándose jóvenes y adolescentes a la lista
de adictos al tabaco, ya que la mayoría encuentra en su consumo sensaciones
asociadas a la felicidad y el bienestar momentáneo (Los adolescentes y el
consumo de tabaco, 2017).
Una encuesta realizada en el 2019 indicó que ha habido un aumento del uso del
“Vaper” en los jóvenes y adolescentes, se encuestaron a más de 44 mil
estudiantes adolescentes, de los cuales el 37% aceptaron “vapear”, lo cual
representa un aumento del 9% en comparación a encuestas del 2018;
demostrando que los jóvenes se sienten atraídos a la tecnología comercial que
ofrecen los dispositivos de “vapeo", sin darse cuenta ni concientizar de que estos
dispositivos afectan su crecimiento, sus pulmones y el correcto desarrollo de su
cerebro adolescente (El vapeo aumenta entre los adolescentes, 2019)
En México el uso de tabaco entre los jóvenes es una actividad común, en el 2019
se estimó que había 15 millones de fumadores, de los cuales el 5% (684 mil) son
jóvenes de 12 a 17 años de edad que fuman hasta 6 cigarrillos al día. La media de
edad general en la que los mexicanos empezaron a fumar es de 19 años, un dato
alarmante ya que en el 2011 la edad promedio era de 21 años, por lo que cada
vez más adolescentes se interesan por consumir cigarros; entre los jóvenes de 12
a 17 años, la edad en la que empiezan a fumar es de 14 años, expertos aseguran
que entre más joven se empieza a fumar mayor es la adicción y más difícil una
recuperación, además de que el tabaco afecta en gran medida el crecimiento y
desarrollo (Medina Viezca, 2019).
Estos programas ayudan a crear conciencia en los jóvenes sobre los peligros para
la salud el uso prolongado del cigarro, así como los efectos negativos del humo de
tabaco ajeno; es cierto que hoy en día en México hay múltiples programas de
prevención para el uso del cigarro, pero las cifras demuestran que estos no
funcionan, por lo que es necesario de mejores estrategias para la prevención de
su uso, especialmente las restricciones a la publicidad y la promoción de los
productos de tabaco. Diversas evidencias y trabajos previos han demostrado que
los programas de prevención de tabaco, basados en las escuelas son los que
tienen resultados más satisfactorios, debido a que para muchos jóvenes las
escuelas son lugares de protección y que favorecen su libre desarrollo.
Variables
Garrote, A., & Bonet, R. (2002). Tabaquismo y adicción tabáquica. Offarm, 66 - 73.
Obtenido de Tabaco: https://cutt.ly/nZZbagM
Jiménez Ruiz, C. A., & Solano Reina, S. (2004). En Dependencia por el tabaco. El
tabaquismo como enfermedad adictiva crónica (págs. 53 - 69). Madrid:
Ergon. Obtenido de Tabaquismo.