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JULIO GTZ
Copyright © 2018 por Jennae Vale
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y recuperación de información, sin el permiso escrito del autor, excepto para el
uso de citas breves en una reseña del libro.
Creado con Vellum
ÍNDICE
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Epílogo
Una nota de Jennae
Agradecimientos
Sobre el Autor
Algunas otras obras más de Jennae Vale
1
—A
andaba mal.
shley, amor —Ojos Grises la estaba llamando—.
¿Dónde estáis? Estoy esperando. Date prisa —
le tendió la mano y sus ojos le decían que algo
1 Nombre gaélico-escocés para referirse a un pequeño puñal que forma parte del
traje tradicional de las Tierras Altas en Escocia.
16
I RENE LOS RECIBIÓ en las puertas del castillo mientras las primeras
gotas de lluvia se desprendían del cielo.
—Habéis llegado justo a tiempo. Ashley, estás temblando de frío.
Ven, siéntate junto al fuego y caliéntate.
Afuera el viento ladraba y la lluvia bombardeaba la fortaleza de
piedra. El mundo podría estar cayéndose a pedazos allí fuera,
pensó Ashley, pero se sentía segura mientras Cailin estuviera cerca.
—Ashley, toma un poco de Uisge Beatha —Irene le tendió una
taza de líquido ambarino y Ashley lo analizó por un par de segundos
sin que se dieran cuenta, para después de olerlo a escondidas.
Bebió un poco y una sonrisa iluminó su rostro. Era whisky.
Irene le tendió una segunda taza a Cailin.
—¿Todo bien en el norte?
—Sí —dijo Cailin, terminando rápidamente la bebida.
—Robert y Cormac volverán pronto, espero —dijo Irene mientras
miraba ansiosa la entrada.
—El tiempo no los mantendrá lejos. Han cabalgado en peores —
le aseguró Cailin a su hermana.
La mirada de Cailin se encontró con la de Ashley y la sostuvo
mientras ella bebió unos tragos de su bebida. Ella maldijo en
silencio por la tormenta que había forzado su regreso, aunque
probablemente se trataba de una desgracia que más tarde traería
suerte. Realmente no debía permitir que la atracción que tenían
sobre el otro fuera más allá. Después de todo, no podía quedarse.
Era así de simple. ¿Lo era?
Minutos más tarde la puerta se abrió de golpe y un Cormac y un
Robert empapados salpicaron al entrar en la habitación. Irene se
apresuró a quitarles sus mantos húmedos para colocarlos cerca del
fuego a secarse. Luego les entregó a Robert y Cormac tazas con
Uisge. Los dos hombres se acurrucaron junto al fuego y bebieron en
silencio, con vapor saliendo de sus ropas empapadas. Robert fue el
primero en hablar.
—Encontramos evidencia de que Sir Richard ha estado en
nuestras tierras —afirmó en tono grave.
—Sí. La casa de Cian y Kate fue reducida a cenizas y ambos
fueron dados por muertos —murmuró con pesimismo Cormac—. Se
las arreglaron para escapar al bosque sin ser vistos por los hombres
de Sir Richard. Los hemos traído a salvo con nosotros.
—Se quedarán aquí hasta que sea seguro para ellos volver a
casa. Kate fue severamente golpeada y necesitará que Ann la cuide.
Las heridas de Cian no son tan graves, pero también necesita
cuidados. He hecho que Helene los acomode en el solar de arriba
del gran salón —agregó Robert.
—Encontraré a Ann y conseguiré alimentos y agua caliente para
que se duchen —anunció Irene mientras se dirigía hacia la puerta.
—¿Puedo ayudar, Irene? —Ashley se ofreció.
—No, muchacha, quédate junto al fuego. Tengo toda la ayuda
que necesito —diciendo eso, Irene salió corriendo de la habitación,
llamando a la servidumbre mientras se iba.
I rene se alegró cuando Ashley pasó la mayor parte del día con
ella. Estaba contenta con la compañía. Se sentaron junto al
fuego y se pusieron a costurar para matar el tiempo mientras
sus visitantes dormían. Al acercarse el mediodía, Irene sacó el tema
de la estancia de Ashley con ellos.
—Ashley, ha sido un placer tenerte aquí con nosotros, aunque
solo haya sido por unos pocos días. Espero que pienses en
quedarte un buen rato más.
—Muy amable de tu parte, Irene, pero necesito volver a casa.
—Eso puede llevar algo de tiempo con los riesgos de viajar con
Sir Richard. He disfrutado de tu compañía, Ashley. Nunca tuve una
hermana, pero si la tuviera, me imagino que sería muy parecida a
vos.
Ashley se estiró y le tocó la mano.
—Aww… qué dulce. Me siento igual.
—Mira, somos hermanas en espíritu. Espero que lo pienses un
poco. Si nos dejaras, sé que no sería la única echándote de menos.
1 Cariño mío.
27
E
perfecta.
sa misma noche y mientras yacían juntos en la cama con
los brazos y las piernas sobre los del otro, Ashley reflexionó
sobre su gozo de haber encontrado finalmente su pareja
—¿Cailin?
—¿Sí, amor? —murmuró, lentamente pasándole los dedos por el
pelo.
—Sé que no hemos hablado de la batalla con Sir Richard, pero
tengo miedo —admitió en voz baja.
Cailin levantó la cabeza para mirarla.
—¿De qué tienes miedo, amor?
Una sola lágrima le recorrió la mejilla, cayendo en el pecho de
Cailin.
—Te amo tanto y soy tan feliz, pero temo que algo pueda pasar y
arrebatarnos todo esto.
—No te preocupes, amor. Pienso volver a ti tan pronto como
pueda —Cailin levantó la barbilla y miró a sus ojos llenos de
lágrimas. Su expresión cambió a seria—. Richard no ganará.
Nosotros estamos bien entrenados, bien armados y no sabe que
iremos —la tranquilizó, limpiándole las lágrimas de las mejillas—. No
me gusta verte de esta manera, cariño mío. No quiero dejarte, pero
debo hacerlo. Richard será derrotado y entonces no habrá más
preocupaciones para ninguno de los dos.
Ashley asintió con tristeza.
—Entiendo.
Y lo hacía, pero no se podía librar de la persistente sensación de
que algo malo iba a suceder. La había acosado durante días. El
mayor problema era que simplemente no estaba acostumbrada a
este tipo de circunstancias. Ahora entendía y compadecía a las
mujeres de su época cuyos maridos y novios eran enviados a zonas
de guerra. Nunca había tenido que pensar en ello, pero ahora se
estaba preparando para enviar a su propio hombre a combatir y era
la cosa más aterradora que jamás había experimentado.
A pesar de las palabras tranquilizadoras de Cailin, no se
encontró completamente convencida, así que él hizo que se olvidara
del asunto de la única manera que conocía. Ashley estuvo más que
contenta de dejarlo hacerlo, tanto que por unas espléndidas horas
abrazó a su futuro esposo y alejó de su mente todas aquellas
preocupaciones.
Gracias a todos los que ayudaron con “Un Puente a través del
Tiempo”. Desde la hermosa portada del libro de Dane en el
Lanzamiento del Ebook, hasta mi editora, Deb Williams; no hubiera
podido hacer esto sin vosotras. Gracias a mi familia por su apoyo
constante y por creer en mí. Y lo más importante, gracias a ti,
querido lector, por arriesgarte con un autor desconocido. Espero que
hayas disfrutado del libro.
SOBRE EL AUTOR