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INTRODUCCIÓN.
El objeto de este trabajo es el estudio de la seguridad en los establecimientos
penitenciarios………… 
El mantenimiento de la seguridad en los centros penitenciarios constituye una
exigencia para la Administración penitenciaria como consecuencia de la posición
de garante que asume respecto de la integridad física y moral de los internos, así
como de la finalidad de retención.
La Ley Orgánica General Penitenciaria, en adelante LOGP, concede un papel
fundamental al mantenimiento de la seguridad. En primer lugar, en su artículo 1
establece como uno de los fines de las Instituciones Penitenciarias la retención y
custodia de detenidos, presos y penados. En segundo lugar, el artículo 3.4 de
mismo texto normativo establece la obligación de la Administración penitenciaria
de velar por la vida, integridad y salud de los internos.
De este modo, el concepto de “seguridad de los establecimientos penitenciarios”
hace referencia al conjunto de medidas preventivas que la Administración
penitenciaria dispone al objeto de:
a. Asegurar la presencia física del interno en el Centro Penitenciario.
b. Evitar que los bienes jurídicos fundamentales de los internos sean atacados o
puestos en peligro en el interior de los establecimientos, asegurando el buen
orden regimental y la convivencia ordenada dentro de los mismos.
c. Preservar el establecimiento penitenciario de potenciales ataques dirigidos

desde el exterior
Es posible extraer las clases de seguridad del Reglamento Penitenciario, que
regula en el Capítulo VIII del Título III la “Seguridad de los Establecimientos”,
dedicando la sección primeras a la Seguridad exterior, la segunda a la seguridad
interior y la tercera a los medios coercitivos.
Comentaremos a continuación cada una de ellas.

1. SEGURIDAD EXTERIOR
La Seguridad exterior persigue una doble finalidad:
* En primer lugar, evitar las fugas, en este sentido se tiende a proteger a la
 

Comunidad, evitando la evasión de los internos que puedan cometer nuevos


delitos y, tiende también a la realización de la justicia material impidiendo que se
incumplan las sentencias y resoluciones judiciales.
* En segundo lugar, preservar el establecimiento de potenciales agresiones
sufridas del exterior, en esta línea se pretende garantizar la seguridad física del
centro penitenciario de potenciales ataques dirigidos del exterior.
Respecto a la competencia en esta materia, el artículo 63.1 R.P. la atribuye a los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, o, a los Cuerpos de Policía de las
Comunidades Autónomas, quienes recibirán las indicaciones de los Directores de
los mismos.
 Asimismo, en el apartado segundo de este mismo artículo se establece que,
practicado el relevo, el jefe de la guardia exterior deberá presentarse al director o
funcionario que le sustituya para informarle de las incidencias del servicio, al igual
sucederá cuando durante el servicio de produzca algún hecho importante del que
deba tener conocimiento el Director del Establecimiento.

2. SEGURIDAD INTERIOR.
El artículo 23 LOGP regula las medidas de seguridad interior estableciendo la
enumeración de las mismas: “Los registros y cacheos en las personas de los
internos, sus pertenencias y locales que ocupen, los recuentos, así como las
requisas de las instalaciones del establecimiento, se efectuarán en los casos, con

las garantías y periodicidad que reglamentariamente se determinen y dentro del


respeto a la dignidad de la persona.” 
El Estado asume frente a las personas que se encuentran privadas de libertad en
un Centro penitenciario una serie de obligaciones que comprenden: Por un lado,
su protección, para garantizar y amparar aquellos derechos e intereses legítimos
de los internos que reconoce la normativa penitenciaria y, por otro lado, su
seguridad, en el sentido de evitar que la persona retenida sea objeto de ataques a
su integridad física, ello implica, la adopción de medidas tendentes a asegurar que
la vida e integridad personal de los internos no se vea amenazada o puesta en
peligro por las acciones de terceros.
 

 Así, con las medidas de seguridad interior, la Administración penitenciaria


pretende asegurar la presencia física de los internos en el Centro penitenciario y
evitar que los bienes jurídicos fundamentales de éstos sean atacados o puestos
en peligro en el interior de los establecimientos.
Respecto a la competencia, el artículo 64 R.P la atribuye a los funcionarios de los
Cuerpos de Instituciones Penitenciarias, con arreglo a los cometidos propios de
cada uno y a la distribución de los servicios acordada por el Director del
Establecimiento. Sin embargo, como límite a esta competencia, la LOGP
contempla dos supuestos previstos por la Disposición Final primera en los que las
competencias de la seguridad interior son cedidas a las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad:
* En el supuesto de graves alteraciones del orden en centro penitenciario que
obliguen a la autoridad penitenciaria a requerir la intervención de los Cuerpos de
Seguridad del Estado.
* En caso de que los Ministerios de Justicia de Interior acuerden, por razones de
seguridad pública, que la custodia y vigilancia interior de un establecimiento
cerrado o un departamento especial del mismo, corresponda a los Cuerpos de
Seguridad.
Pese a todo lo anterior, la reforma del RP introducida por el Real Decreto
419/2011, de 25 de marzo, ha dispuesto que ante la potencial peligrosidad de
determinados internos, como pudieran ser los pertenecientes a grupos terroristas

o a delincuencia organizada, la Administración penitenciaria podrá constituir


grupos especializados de funcionarios.

* MEDIDAS CONCRETAS DE INTERIOR:


El deber de cuidado y vigilancia que asume la Administración Penitenciaria
respecto a las personas privadas de libertad, se cumple a través de una serie de
medidas concretas de seguridad interior enumeradas en el artículo 65.1 R.P:
* La observación de los internos
* los recuentos de población reclusa,
* los registros,
 

* los cacheos, las requisas, los controles


* los cambios de celda,
* la asignación adecuada de destinos
* las actividades y cautelas propias de las salidas tanto fuera de los módulos como
fuera del establecimiento.

1. La observación de los internos


Se trata de una medida preventiva y constituye la primera manifestación de la
seguridad. Esta medida permite que el funcionario pueda conocer a los internos y
evitar futuras actuaciones de éstos que atenten contra la seguridad y el orden del
establecimiento penitenciario.
 Así dicha medida se basa, como establece el artículo 66 del Reglamento
Penitenciario en: “La observación de los internos estará encaminada al  

conocimiento de su comportamiento habitual y de sus actividades y movimientos


dentro y fuera del departamento asignado, así como de sus relaciones con los
demás internos y del influjo beneficioso o nocivo que, en su caso, ejercieren sobre
los mismos. Si en dicha observación se detectarán hechos o circunstancias que
pudieran ser relevantes para la seguridad del Establecimiento o el tratamiento de
los internos, se elevarán los oportunos informes”. 
Existen además otras normas donde se destaca la importancia que se atribuye al
conocimiento de los internos. Así encontramos, por ejemplo: Entre las

obligaciones del Subdirector de Tratamiento (art. 278.4 Reglamento Penitenciario


Disposición transitoria tercera sobre Servicios, unidades y puestos de trabajo de
los centros penitenciarios) está la de «facilitar a los Jefes de Servicio los datos que
obren en los protocolos de los internos que puedan resultar orientadores para el
trato de cada uno de éstos, y los que puedan afectar a la seguridad del
establecimiento o sean de interés para el mantenimiento del orden y la disciplina».
Entre las obligaciones de los Jefes de Servicio (art. 287.4) está la de «procurar
conocer personalmente...». Entre las obligaciones de los funcionarios de servicio
en «Unidades de servicio en patios» y en «unidades de servicio en galerías» está
«observar la conducta de los internos, procurando conocerles personalmente...».
 

 
2. Los recuentos de la población reclusa
Debemos entender por recuento el acto regimental basado en verificar, mediante
la visión directa de cada interno, el número de los mismos en una dependencia
concreta y a una hora determinada.
La competencia para proceder a este recuento le corresponde a los Jefes de
Servicios que deben comprobar que los funcionarios que de él dependan realicen
los recuentos, como establece el artículo 287.9 Reglamento Penitenciario
Disposición transitoria tercera sobre Servicios, unidades y puestos de trabajo de
los centros penitenciarios.
El Reglamento distingue, en el artículo 67, entre los recuentos ordinarios y los
extraordinarios:
a) Recuentos ordinarios. Vienen regulados en el artículo 67. 1 que dispone: “1. Se

realizarán diariamente los recuentos ordinarios de control de la población reclusa


en los momentos de la jornada regimental que coincidan con los relevos del
personal de vigilancia, que se fijen en el horario aprobado por el Consejo de
Dirección del Establecimiento penitenciario”.  
Los recuentos ordinarios se realizarán diariamente en el momento de relevo del
personal de vigilancia, debiendo fijarse por el consejo de dirección el horario en
que se realizará dicho relevo.
 Así en cada relevo de funcionarios tanto en los de mañana, como los de tarde y

los de noche, sean funcionarios entrantes o salientes, realizarán el recuento


ordinario para comprobar que se encuentran todos los internos de la unidad.
b) Recuentos extraordinarios. Vienen regulados en el artículo 67. 2 que establece:
“También se efectuarán los recuentos extraordinarios que se ordenen por el Jefe
de Servicios, comunicándolo a la Dirección, teniendo en cuenta la situación
existente en el Centro o departamento en que se haya de practicar la medida, así
como el comportamiento de los reclusos afectados por la misma”.  
Este tipo de recuentos tendrán lugar cuando existan movimientos de internos por
las diferentes dependencias del Centro y que sea difícil el control de los reclusos y
por tanto se incrementan los riesgos.
 

 
El procedimiento para la práctica de los recuentos, se encuentra regulado en el
artículo 67.3 RP: “Los recuentos ordinarios y extraordinarios se practicarán de
forma que se garantice su rapidez y fiabilidad y sus resultados se reflejarán en

parte escrito suscrito por los funcionarios que los hubiesen efectuado, que se
dirigirá al Jefe de Servicios”.  
 Así mismo, el artículo 23 LOGP, con respecto al procedimiento,
procedimiento, establece que:
“Los registros y cacheos en las personas de los internos, sus pertenencias y
locales que ocupen, los recuentos, así como las requisas de las instalaciones del
establecimiento, se efectuarán en los casos con las garantías y periodicidad que
reglamentariamente se determinen y dentro del respeto a la dignidad de la
persona”. 
Por último, una vez realizados los recuentos, los resultados se reflejarán en un
escrito suscrito por los funcionarios que los hubiesen efectuado, que se dirigirá al
Jefe de Servicios.
 A modo de interés, podemos destacar que tradicionalmente se exigía que el
interno, a la hora de los recuentos, adoptara una posición firme y en formación y
cuando se realizaba en la celda, el interno debía estar situado al fondo de la
misma.

3. Registros, cacheos y requisas

Por registro se entiende el examen que a fin de encontrar objetos o sustancias


prohibidas son sometidas las ropas y enseres que se encuentran en una celda u
otra dependencia del centro penitenciario.
La sentencia del TC 89/2006, de 27 de marzo de 2006, reconoce que se produce
la violación al derecho a la intimidad del artículo 18.1, si el registro se realiza sin
presencia del interno, porque la intimidad resulta limitada por el hecho de que el
sujeto afectado desconoce el hecho mismo del registro.
La requisa, por su parte, es una medida que tiene como finalidad comprobar el
adecuado estado físico de las dependencias del Centro penitenciario, como
pueden ser, las puertas, ventanas, techos… 
 

 
Por último el cacheo, es una medida orientada a encontrar objetos o sustancias
prohibidas que el interno pueda ocultar bien en su persona o en la ropa que lleva
puesta. Podemos distinguir dos tipos de cacheos, los denominados ordinarios y

los cacheos en que se utilizan además otros medios de control.


* Los cacheos ordinarios: el Reglamento no hable sobre la frecuencia con la que
deben efectuarse dicho cacheos. Sin embargo, algunas instrucciones, como la de
24 de Julio de 1991, atribuyen al Subdirector de Seguridad la obligación de
«elaborar de manera aleatoria y diariamente una relación, tanto de internos como
de dependencias que deberán ser cacheadas» y la de presenciar, también de
forma selectiva, la ejecución de dichos controles.

* Los cacheos con desnudo integral: Se trata de una medida encaminada a la


localización de objetos prohibidos ocultos bajo la ropa, sea adheridos al cuerpo, o
introducidos en cavidades corporales, para su posterior intervención. Así, el
artículo 68.2 del Reglamento dispone que "por motivos de seguridad concretos y
específicos, cuando existan razones individuales y contrastadas que hagan pensar
que el interno oculta en su cuerpo algún objeto peligroso o sustancia susceptible
de causar daño a la salud do la integridad física de las personas o de alterar la
seguridad o convivencia ordenada del Establecimiento, se podrá realizar cacheo
con desnudo integral con autorización del Jefe de Servicios".

El cacheo con desnudo integral implica la máxima afectación al derecho a la


intimidad personal, en su manifestación del derecho a la intimidad corporal. Su
regulación actual en el RP va a inspirarse en la doctrina constitucional sentada en
STC 57/1994, de 28 de febrero. Por ello, la Dirección General, con fecha de 9 de
marzo de 2005, elaboró un protocolo para la realización de cacheos con desnudo
integral en el que se recogen las garantías que se deben respetar y se establece
que esta medida corresponde adoptarla al Director, al Subdirector de Seguridad y
al Jefe de Servicios, cuando existan razones de urgencia. El acuerdo debe ser
motivado y notificado al interno con indicación de que puede acudir en queja al
Juez de Vigilancia según lo dispuesto en el artículo 76.2.g) de la LOGP. Además,
 

añade el protocolo que el cacheo se practique en el menor tiempo posible.


 Además se debe ponderar de forma equilibrada la gravedad de la intromisión que
el cacheo integral conlleva en la intimidad personal y, por otro lado, si la medida es
imprescindible para asegurar la defensa del interés público que se pretende

proteger en cada situación concreta. “La decisión de practicar un cacheo no puede


tomarse de una manera arbitraria, caprichosa, ni de forma sistemática".
Los Jueces de Vigilancia Penitenciaria a través de sus resoluciones, han
asentando otro tipo de criterios que deben informar a los cacheos integrales. Entre
los que destacan:
a) Fundamentación individualizada: Su práctica debe estar motivada en
situaciones concretas y específicas sin que puedan realizarse con carácter
aleatorio.
b) Imprescindibilidad y subsidiariedad: El cacheo integral debe ser practicado sólo
cuando las circunstancias concretas lo hagan imprescindible, no debiendo
utilizarse cuando exista la posibilidad de adoptar otras medidas menos gravosas
para la intimidad del recluso.
c) Proporcionalidad: Dado que el cacheo supone una intromisión en la intimidad de
la persona su legalidad vendrá subordinada a que tal injerencia sea proporcionada
a la situación que se pretenda resolver.
d) Motivación: Es unánime la jurisprudencia a la hora de indicar la necesidad de
que el acuerdo de cacheo integral sea un acuerdo motivado.

e) Excepcionalidad: Igualmente se entiende que los cacheos integrales no pueden


constituirse en una práctica rutinaria sobre la que se asiente de forma general la
salvaguarda del orden y la seguridad del Establecimiento penitenciario.
f) No carácter disuasorio: El cacheo integral no puede estar fundado en razones
de prevención general, convirtiéndose en un instrumento de disuasión frente a
determinados grupos de internos.
La forma se regula en el artículo 68.3 del Reglamento Penitenciario que determina
que: “El cacheo con desnudo integral se efectuará por funcionarios del mismo
sexo que el interno, en lugar cerrado sin la presencia de otros internos y
preservando, en todo lo posible, la intimidad”.  
 

Finalmente, si el resultado del cacheo con desnudo integral fuese infructuoso y


persistiese la sospecha, se podrá solicitar por el Director a la Autoridad Judicial
competente la autorización para la aplicación de otros medios de control
adecuados, como establece el artículo 68.4 RP.

4. Otros registros y controles


Como ya sabemos, en un centro penitenciario entran y salen diariamente
numerosas personas, vehículos, paquetes y encargos, lo que obliga a adoptar
estos registros y controles entre las medidas de seguridad interna de los centros
para evitar que se altere su devenir ordinario. Entre estos registros y controles
podemos distinguir:
1- Los de las personas autorizadas a comunicar con los internos. Es el caso típico
de los visitantes que pretenden comunicar con los presos, no estando sometidos a
la Administración penitenciaria por una relación jurídica de sujeción especial. Pese
a ello, el artículo 45.7 del Reglamento Penitenciario dispone: “Los cacheos con
desnudo integral de los visitantes únicamente podrán llevarse a cabo por las
razones y en la forma establecidas en el artículo 68 debidamente motivadas. En
caso de que el visitante se niegue a realizar el cacheo la comunicación no se
llevará a cabo sin perjuicio de las medidas que pudieran adoptarse por si los
hechos pudieran ser constitutivos de delitos”. 
2- Los de quienes tengan acceso al interior de los Establecimientos para realizar

algún trabajo o gestión dentro de los mismos, salvo en las visitas oficiales de las
 Autoridades. Éstos deberán pasar por el arco detector de metales, salvo Jueces,
Magistrados, Fiscales y otras Autoridades.
3- Los de los vehículos que entren o salgan del Establecimiento
4- Los de los paquetes que reciban o remitan los internos, conforme a los
establecido en el artículo 50.

INTERVENCIONES
El Reglamento Penitenciario de 1996 incorpora como novedad, entre las medidas
de seguridad interior, las intervenciones -art.70-. Entre las intervenciones
 

contempladas por el Reglamento, se encuentran cinco categorías de objetos que


deben ser intervenidos obligatoriamente:
* dinero,
* objetos de valor (como pueden ser joyas o alhajas),

* objetos peligrosos (como por ejemplo, un cuchillo o una navaja),


* objetos prohibidos (como por ejemplo, alcohol),
* objetos de ilícita procedencia, y
En general cualesquiera que puedan comprometer a seguridad y la convivencia
ordinaria del Establecimiento.

Los objetos peligrosos para la seguridad se consideran objetos prohibidos por las
normas de régimen interior y deben ser intervenidos procediéndose a su retirada.
Respecto a los objetos de valor de lo que se trata es de actuar preventivamente
para evitar conductas perturbadoras de la normal convivencia que podrían darse si
de admite la libre circulación de estos bienes en el centro penitenciario.

Con los objetos intervenidos se procede de la siguiente manera:


a) Si se trata de dinero, alhajas, joyas u otros objetos de valor, éstos se retienen y
custodian conforme a las normas previstas en el art. 317 del Reglamento
Penitenciario
b) Si se trata de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas,

objetos de dudosa procedencia o de otros objetos prohibidos en general, éstos se


remitirán a la Autoridad Judicial competente y
c) Si se trata de objetos peligrosos o prohibidos se procederá a su intervención y
retención.

FICHERO DE INTERNOS DE ESPECIAL SEGUIMIENTO (FIES)

Dentro de las medidas de seguridad, tanto en el interior como en el exterior de los


centros penitenciarios no podemos olvidarnos del controvertido Fichero de
especial seguimiento.
 

 
1. Concepto
Es una Base de datos de carácter administrativo dirigida a disponer de una amplia
información de determinados grupos de internos de atención al delito cometido, su

trayectoria penitenciaria, su integración en formas de criminalidad organizada u


otros aspectos relacionados con los delitos cometidos, la repercusión social de los
mismos y la pertenencia a bandas organizadas y criminales.

2. Finalidad
El objetivo de esta Base de datos es conseguir
c onseguir una adecuada gestión regimental
del sistema penitenciario para garantizar la seguridad interior y exterior de los
Centros penitenciarios y prevenir incidentes en los mismos, ejerciendo un control
adecuado frente a posibles fórmulas delictivas altamente complejas y
potencialmente desestabilizadoras del sistema penitenciario.

3. Contenido
Para la consecución de estos objetivos el fichero almacena una serie de datos
sobre: filiación, datos penales, datos procesales, datos penitenciarios, incidencias
protagonizadas, actividad delictivas, comunicaciones con el exterior, etcétera.

Los grupos del Fichero de Internos de Especial Seguimiento son los siguientes:

* FIES-1 CD (CONTROL DIRECTO). Internos Especialmente conflictivos,


protagonistas e inductores de alteraciones regimentales muy graves que hayan
puesto en peligro la vida o integridad de Funcionarios, Autoridades, otros internos
o personal ajeno a la institución tanto dentro como fuera con ocasión de salidas
para traslados, diligencias u otros mismos.
* FIES-2 DO (DELINCUENCIA ORGANIZADA).
* FIES-3 BA (BANDAS ARMADAS). Internos ingresados por vinculación a bandas
armadas o elementos terroristas, y aquellos que, a través de informes de la Fuerza
de Seguridad, colaboran o apoyan a estos grupos.
* FIES-4 FS (FUERZAS DE SEGURIDAD Y FUNCIONARIOS DE
 

INSTITUCIONES PENITENCIARIAS). Internos que pertenecen o han pertenecido


a estos colectivos profesionales, al exigirse durante su internamiento
determinadas cautelas, 8 de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado conforme a lo prevenido en el artículo.

* FIES-5 CE (CARACTERÍSTICAS ESPECIALES). Internos con un historial


penitenciario de alta conflictividad; autores de delitos muy graves que hayan
generado gran alarma social, pertenecientes a grupos violentos de carácter racista
o xenófono: Internos condenados o procesados por terrorismo islamista o que
destaquen por su fanatismo radical, por su afinidad al ideario terrorista y por liderar
o integrar grupos de presión o captación en el Centro Penitenciario; condenados
por el Tribunal Penal internacional; Colaboradores de la justicia contra bandas
terroristas u otras organizaciones criminales.

4. Regulación legal y jurisprudencia

1º Regulación. Actualmente se legaliza en Orden INT/3764/2004, de 11 de


noviembre, por la que se adecuan los ficheros informáticos del Ministerio del
Interior que contienen datos de carácter personal a la Ley Orgánica 15/1999, de
13 de diciembre, de protección de datos de carácter personal y se crean nuevos
ficheros cuya gestión corresponde a dicho Ministerio.

2º Jurisprudencia. Como reciente jurisprudencia más relevante, debe citarse la


STS de 17 de marzo de 2009 (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 5),
que analiza la Instrucción 21/1996, de 16 de diciembre, de la Dirección General de
Instituciones Penitenciarias: normas de control y prevención aplicables a los
internos muy conflictivos y/o inadaptados: imposibilidad de regularlos a través de
reglamentos organizativos; concluye la vulneración del principio de jerarquía
normativa con consecuencias anulatorias.

Es igualmente relevante la STS de 17 de septiembre de 2009 (Sala de lo


Contencioso-Administrativo, Sección 5), que rechaza la competencia del orden
 

 jurisdiccional contencioso-administrativo para entrar a conocer la pretensión de


exclusión del fichero de un determinado ciudadano internado en un Centro
Penitenciario, de donde se colegiría la competencia de los Juzgados de Vigilancia
al respecto.

PRINCIPIOS GENERALES DE ESTAS MEDIDAS


Para permitir la convivencia adecuada en los Centros Penitenciarios se establecen
los principios de seguridad, orden y disciplina, tal y como dice el artículo 76.1 del
Reglamento Penitenciario. Así, como principios estas medidas de seguridad se
deben adoptar siguiendo los siguientes principios, que se recogen en el artículo 71
del Reglamento Penitenciario:
a) Necesidad: la restricción o limitación del derecho constitucional no puede ser
suplida por otro medio que no restrinja los derechos fundamentales afectados y
obtenga el mismo resultado. De cualquier modo, si los efectos secundarios son
superiores a ese resultado, no resulta necesaria.
b) Proporcionalidad: se debe realizar una ponderación entre el interés individual
lesionado y el interés colectivo perseguido, que es conseguir la seguridad, el
orden y la disciplina en el centro penitenciario. Es por ello, que el medio y la
finalidad no puede ser desproporcionado.
c) Respeto a la dignidad y a los derechos fundamentales: sobre todo cuando las
medidas de seguridad se lleven a cabo sobre la persona. Así, se establece que la

intensidad de dichas medidas se deben ajustar a la peligrosidad de los internos a


las que se apliquen, respetándose siempre el resto de principios.
d) Preferencia: se indica una preferencia por lo medios electrónicos cuando pueda
optarse por la utilización de distintos medios de igual eficacia. Así, cuando los
funcionarios detecten alguna anomalía regimental o cualquier hecho indiciario de
una posible perturbación de la vida normal del centro penitenciario lo pondrán
inmediatamente en conocimiento del Jefe de Servicios, sin perjuicio de que se
haga uso de los medios coercitivos de los que hablaremos más adelante.
e) Control judicial: respecto de cualquier medida de seguridad interior en interno
afectado puede formular quejas ante el Juez de Vigilancia penitenciaria y ante el
 

resto de las Instancias de control (Inspección, Defensor del Pueblo, Ministerio


Fiscal), y denunciar penalmente los hechos si a su parecer fueran delictivos.

MEDIOS COERCITIVOS

En primer lugar, es necesario mencionar que existe una prohibición general de


malos tratos, sin embargo hay ocasiones en las que está legitimado el uso de la
fuerza. Definimos medios coercitivos como medidas de fuerza cuya utilización
permite el ordenamiento penitenciario en supuestos excepcionales con el fin de
restablecer la normalidad y se utilizan para impedir o reprimir conductas que por
su gravedad no se pueden impedir o reprimir de otra forma menos gravosa.
En cuanto a los supuestos que legitiman su aplicación el artículo 45 de la Ley
Orgánica General Penitenciaria establece la posibilidad de la utilización de los
medios coercitivos que se establezcan reglamentariamente en los siguientes
casos:
* Para impedir actos de evasión o de violencia de los internos
* Para evitar daños de los internos a sí mismos, a otras personas o cosas.
* Para vencer la resistencia activa o pasiva de los internos a las órdenes del
personal penitenciario en el ejercicio de su cargo.

En el artículo 72 del Reglamento Penitenciario establece las clases de


d e medios
coercitivos:

1. Aislamiento provisional.
2. Fuerza física personal.
3. Defensas de goma.
4. Aerosoles de acción adecuada.
5. Esposas.

 Aunque este artículo sólo nombra estos medios la Instrucción 18/2007 justifica la
utilización en vez de esposas de las correas de sujeción mecánica que permiten
inmovilizar, sujetar y contener mecánicamente los movimientos del interno y al
mismo tiempo resulta menos lesivo, sobre todo cuando la inmovilización no sea
 

instantánea y se prevea la necesidad de prolongarla en el tiempo.


Para la aplicación de estos medios coercitivos se deben seguir una serie de
principios informadores:
* Uso proporcional al fin pretendido.

* Prohibición de su utilización como sanción encubierta.


* Empleo de los medios coercitivos exclusivamente cuando no exista otra forma
menos gravosa para conseguir la finalidad perseguida.
* Empleo de los medios coercitivos por el tiempo estrictamente necesario.
* Visita diaria al médico de los internos a quienes se aplique la medida de
aislamiento provisional.

Existen límites a la aplicación de estos medios coercitivos. Así no podrán ser


aplicados a las internas gestantes, a las mujeres hasta seis meses después de la
terminación del embarazos, a las madres lactantes y a las que tengan hijos
consigo, y a los enfermos convalecientes de enfermedad grave, salvo en los casos
en los casos en los que de la actuación de ellos se derive un inminente peligro
para su integridad o la de otras personas.
Distinguimos dos procedimientos para la aplicación de estos medios:
1º. En los supuestos normales: la utilización de los medios coercitivos será
autorizada previamente por el Director, tal y como dice el artículo 45 de la Ley
Orgánica General Penitenciaria.

2º. En los supuestos de urgencia: se pondrá en conocimiento del director que


comunicará inmediatamente al Juez de Vigilancia la adopción y cese de los
medios coercitivos, con expresión detallada de los hechos que hubieran dado
lugar a dicha utilización y de las circunstancias que pudieran aconsejar su
mantenimiento.
En este sentido los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria deben ejercer un control
real de la legalidad dada la trascendencia que puede tener tanto para el interno
como para la Administración Penitenciaria la aplicación de estas medidas
coercitivas.
 Así, este control se llevará a cabo del siguiente modo: si se considera que la
 

medida no se ajusta a la legalidad caben las siguientes medidas:


a) En primer lugar, cese de la medida aplicada si estuviera vigente:
b) En segundo lugar, el Director debe avisar para que se adopten medidas a fin de
que no se reitere la aplicación del medio en la forma aplicada en supuestos

análogos que puedan producirse en el futuro.


c) En tercer lugar, informar al Secretaría General de Instituciones Penitenciarias a
los efectos de su constancia y posible responsabilidad disciplinaria.
d) En última instancia, traslado al Juzgado de Guardia por si los hechos revistieran
caracteres de infracción penal.

Es necesario decir, que todo esto no excluye la posibilidad de queja del interno
ante cualquier instancia de control, judicial o no, ni la denuncia en el orden penal.

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[ 1 ]. manual
[ 2 ]. Jurisprudencia Penitenciaria 1984 – 1995. Ministerio del interior Dirección
General de Instituciones Penitenciarias Madrid, 1996. Abel Téllez Aguilera. Página
29.
[ 3 ]. Autos de los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria de Soria de 15 de mayo de
1994, Valladolid de 21 de febrero de 1990, Madrid nº 1 de 13 de junio de 1991 y
29 de abril de 1994.

[ 4 ]. Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Málaga de 16 de noviembre


de 1989.
[ 5 ]. Autos de los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria de Málaga de 11 de
noviembre de 1991, y 15 de marzo de 1994.
[ 6 ]. Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de 21 de febrero de 1990 y Auto
de la Audiencia Provincial de Cádiz de 28 de diciembre de 1994.
[ 7 ]. Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de La Coruña de 9 de marzo de
1995.
[ 8 ]. Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de La Coruña de 8 de marzo de
 

1995
[ 9 ]. Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de 31 de julio de 1995.  

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