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SALUD, NATUROPATÍA Y MEDIO AMBIENTE

Javier Hernand Garcés


La Jornada
26 de marzo de 2021

Amor, enamoramiento, hormonas y otros sentimientos

El enfoque de la relación personal de pareja tiene mucha similitud con la que


tuvimos y tenemos con nuestras madres.
Esto es, la simbiosis que vivimos los humanos en el vientre materno, donde la
madre, como el producto no pueden separase a menos que uno de ellos muera,
es, por lo menos, la idea que siempre tuvimos de la simbiosis madre e hijo/a.

En todo caso, la simbiosis en términos psicológicos tiene que ver con la


relación utilitaria, o no, de dos o más personas, tal es el caso de la madre y el
hijo nonato. En esta relación, la madre y el hijo son como una sola persona. La
pareja, al momento de conocerse normalmente, se hacen como si fueran una
sola persona; recrean ese estado madre-hijo nonato. El comportamiento de los
dos (uno en términos psicológicos) es de estar totalmente juntos, se consultan
todo lo que hacen y dejan de hacer.

Desaparece la privacidad, hasta ven como “amor” esa ruptura del espacio
personal. Hasta llega a ser “gracioso” que se busquen en sus pertenencias
personales, que revisen los mensajes del teléfono celular, que pregunten y
juzguen hasta por el más mínimo movimiento. Suelen llamarle “amor” a este
paso de la relación. No hay contradicción más grande llamarle “amor” a la
simbiosis de la pareja. A eso, precisamente se le llama “enamoramiento”, éste
se caracteriza por un sentimiento muy fuerte que, en muchos casos, toma
control de las vidas de los humanos, “un mundo color de rosa”, nada más falso
y pasajero. Es, en realidad, una cascada de neurotransmisores, tal es el caso de
la dopamina, la que se implica en funciones cerebrales, cognición
(aprendizaje) la memoria y un estado de placer que lleva a conductas
repetitivas para continuar sintiendo, precisamente, ese placer. Este
neurotransmisor maneja el sueño, los deseos sexuales y demás. Así que la
dopamina será la encargada de la euforia al sentir el estímulo de ese mal
llamado “amor”.
“La dopamina es una sustancia que, cuando es sintetizada por las neuronas de
nuestro sistema nervioso, cambia nuestra conducta tanto emocional como
física, pues regula la experimentación de emociones y controla los
movimientos de nuestro aparato locomotor” (Médico plus)

La dopamina la obtenemos del hipotálamo humano, afecta el comportamiento,


se le conoce como “la hormona de la felicidad”

Entonces hemos visto lo que ocurre con la cascada de Dopamina; la pareja, al


igual que el bebé con la madre, son inseparables, incluso se llaman “bebé”
entre ellos. Aquí entramos a un estado de “codependencia”; se deja a un lado
la particularidad del ser humano para convertirse en un solo todo hormonal.
En la codependencia se preguntan buscando aprobación “¿qué ropa me
pongo?”. ¿Qué le digo a mis padres?, ¿Qué camino tomamos? Etc.
Recordemos que el bebé cuando nace no es capaz de alimentarse a sí mismo o
de cuidarse a sí mismo; esa misma conducta se recrea en este estado de
enamoramiento.

La toma de decisiones en esta etapa es deficiente, se van a vivir a una “cueva”


mientras exista el “amor”. Únicamente necesitan estar solos, viviendo una
vida simbiótica, son un solo ente, son una roca. Esa época la tienen que librar
y muy pronto, la cruda realidad los va a despertar de ese sueño color de rosa y
los va a llevar a darse cuenta que lo que vale es una “relación amorosa” que
queda muy distante de sus primeros acercamientos a las relaciones de pareja.

Otra hormona conocida como la “hormona del amor” es precisamente la


oxitocina, de ahí se enfilan una serie de hormonas que se presentan en ese
mundo mágico. La testosterona se encuentra en seres humanos y animales, y
no sólo en los hombres, las mujeres manejan una buena parte de esta
sustancia. Los estrógenos en las mujeres llevarán a situaciones donde se
implica el sexo. Las endorfinas, mismas que aparecen cuando hacemos
ejercicios también juegan un papel dentro de esta etapa de la pareja.

La independencia. Este estado surge después de unos días, unas semanas y a


otros en algunos meses, llega inevitablemente. Si no llegara nos
“intoxicaríamos” con tanta hormona; si esta situación fuera permanente
enloqueceríamos a los familiares y amigos del entorno. Luego vendrá la
primera y gran prueba para la pareja: sobrevivir a la independencia y todavía
sentir una atracción sana. La privacidad cobra importancia en esta parte de la
relación, el espacio personal, la idealización de todo lo mío es tuyo, deja de
ser amoroso. En este estado ya no será “cariñoso” leer los mensajes privados
de tu pareja, de escudriñar todos los secretos, de estar juntos todo el tiempo.
“No busques en mis cosas, por favor” le dice ella o él. Esta actitud de querer
tener un espacio propio puede llevar a la pareja a separase, a sentir que la
relación ha cambiado inevitablemente; pareciera que se acabara el universo y
la muerte de ese “amor”. Si la pareja sobrevive a este periodo, seguramente
tendrán una relación saludable.
Hay personas que pasan gran parte de su vida solamente en relaciones
simbióticas, al darse cuenta que la codependencia terminó y que el día
demanda una relación diferente, cambian de pareja y sólo aceptan como
“amor” esa temporada de hormonas. Son unos verdaderos adictos a la
simbiosis y por ende a la dopamina y otras hormonas.

Si la pareja sobrevive a la simbiosis y a la independencia, se encontrarán con


una realidad que requiere de mucha atención: la relación amorosa. Se basa en
el respeto, no hay manipulación, se respeta los espacios, esto incluye las
opiniones en torno a cualquier actividad humana; se hace planes para el futuro
a corto y largo plazo, se plantea la posibilidad de tener descendientes, se
piensa en todo. La economía y finanzas cobra importancia; si se equivoca pide
disculpas, se es amigo primero y después amante. La intimidad es importante
y no es tan frecuente, más vale el compromiso, la seguridad que existe el uno
para el otro en un marco de pasión sana. La confianza será un valor
permanente, sólo así podremos decir que tenemos una relación amorosa.

Javier Hernand Garcés es Licenciado en Derecho, Maestro en Derecho


Ambiental y Licenciado en Naturopatía.

Javierhgarces@gmail.com

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