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Desaparece la privacidad, hasta ven como “amor” esa ruptura del espacio
personal. Hasta llega a ser “gracioso” que se busquen en sus pertenencias
personales, que revisen los mensajes del teléfono celular, que pregunten y
juzguen hasta por el más mínimo movimiento. Suelen llamarle “amor” a este
paso de la relación. No hay contradicción más grande llamarle “amor” a la
simbiosis de la pareja. A eso, precisamente se le llama “enamoramiento”, éste
se caracteriza por un sentimiento muy fuerte que, en muchos casos, toma
control de las vidas de los humanos, “un mundo color de rosa”, nada más falso
y pasajero. Es, en realidad, una cascada de neurotransmisores, tal es el caso de
la dopamina, la que se implica en funciones cerebrales, cognición
(aprendizaje) la memoria y un estado de placer que lleva a conductas
repetitivas para continuar sintiendo, precisamente, ese placer. Este
neurotransmisor maneja el sueño, los deseos sexuales y demás. Así que la
dopamina será la encargada de la euforia al sentir el estímulo de ese mal
llamado “amor”.
“La dopamina es una sustancia que, cuando es sintetizada por las neuronas de
nuestro sistema nervioso, cambia nuestra conducta tanto emocional como
física, pues regula la experimentación de emociones y controla los
movimientos de nuestro aparato locomotor” (Médico plus)
Javierhgarces@gmail.com