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Los derechos sociales no son suficientes.

Lecciones de democracia con Pablo


Iglesias… ¿O quizás de demagogia

Dom 14/06/2020 18:32

 
Lecciones de democracia con Pablo Iglesias… ¿O quizás de demagogia?

La pasada semana tuvimos el privilegio de recibir una lección de democracia impartida por
el Profesor Iglesias en el Congreso de los Diputados. La clase magistral surgió a raíz de una
interpelación en la que se solicitaba al vicepresidente del ejecutivo que explicase si estaba
utilizando el estado de alarma para debilitar “los fundamentos de la democracia”. Pablo
Iglesias aprovechó la ocasión para “tratar de explicar con toda la humildad los fundamentos
de la democracia” a la diputada que formulaba la pregunta. En efecto, la explicación,
aunque de aquella manera, la dio. La humildad, si es que algún día la tuvo, se la dejó en
casa.

Desde el punto de vista del Profesor Iglesias “los fundamentos de la democracia son las
bases materiales que constituyen los derechos sociales”. Esta frase tan rimbombante no deja
de ser un eufemismo utilizado para afirmar algo mucho más grave: para Pablo Iglesias los
fundamentos de la democracia residen en la igualdad material entre los ciudadanos, es decir,
en la igualdad de resultados. Esta igualdad, que para Iglesias equivale a democracia, pasa
necesariamente por la intervención omnipresente del estado en materia económica, como
expone a lo largo de su argumentación. Además, Iglesias tacha en su discurso de
antidemócrata a todo aquel que niegue esta verdad absoluta, es decir, a todo aquel que
cuestione su definición sesgada y excluyente de democracia.

De acuerdo con su definición, la democracia no tiene absolutamente nada que ver con la
forma de elegir a los gobernantes, como tampoco tiene que ver con la división de poderes,
ni con la igualdad ante la ley, ni con la libertad de expresión, ni mucho menos con la
independencia judicial. Estos conceptos que algunos ignorantes creíamos indispensables
para considerar que un sistema era verdaderamente democrático son para Iglesias cuestiones
secundarias, nimiedades, en ocasiones pueden llegar incluso a suponer un obstáculo para
lograr el verdadero objetivo de la democracia: la igualdad material conseguida a través de la
ubicuidad del estado.

Afirma también Iglesias que aquellos que no defienden la titularidad estatal en la prestación
de los servicios sanitarios, educativos y de pensiones no pueden ser considerados, de ningún
modo, demócratas. Ésto no es sólo grave porque esté planteando que no pueda existir
debate alguno sobre estas cuestiones en una democracia, sino porque de hecho está
afirmando que países como Alemania o Corea del Sur, en los que el sistema sanitario es de
provisión privada con garantías estatales de universalidad, no son democracias. Tampoco
serían demócratas, en atención a las palabras del vicepresidente, aquellos que defienden el
copago sanitario, o sea, que la gran mayoría de países europeos, en los que existe alguno u
otro sistema de copago, no son en absoluto democracias. La de cosas que se aprenden con
este profesor.

Pues bien, lo cierto es que los fundamentos de la democracia han sido objeto de estudio y
debate en la filosofía desde los tiempos de la Grecia Clásica. Se trata de un concepto
controvertido, no existiendo un consenso generalizado. Podemos recurrir a distintas
definiciones de diversos autores, algunas más amplias, otras más acotadas, algunas más
neutrales, otras más parciales. En concreto, lo que hace Pablo Iglesias es adoptar un
concepto de democracia muy restringido, adueñándose del término y excluyendo a todo
aquel que no comulgue con sus ideas. Ahora bien, eso que Iglesias define como democracia
dista mucho de lo que la mayoría entendemos como tal: sistemas políticos en los que los
gobernantes son elegidos por los ciudadanos, existe separación de poderes, igualdad ante la
ley y respeto por los derechos humanos. Debemos resaltar aquí que estas condiciones solo
se han dado en aquellos países en los que existe algo que Pablo Iglesias detesta: la libertad
económica traducida en el libre mercado como uno de los ejes sobre los pivota la
organización social. Y es que, como apuntó el premio nobel de economía Milton Friedman,
“la historia habla con una sola voz de la relación entre la libertad política y el libre
mercado”. No hay ni ha habido nunca democracia en aquellos países cuyos dirigentes han
renegado rotundamente de las fuerzas del mercado.

En definitiva, dado el particular concepto que sostiene el Sr Iglesias, creo yo que a lo que
asistimos la semana pasada fue más bien a una lección de demagogia, que es, como nos
enseñó Aristóteles, la más absoluta corrupción de la democracia

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