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Capitulo

II

Llevaba tanto tiempo reptando que podía sentir perfectamente como la arena se iba acumulado
entre su ropa, a su vez, la humedad del sudor pegaba la tela contra la piel. Sus músculos se
tensaban y contraían ante todo el castigo que le había dado, cada nervio de su cuerpo le pedía
parar, sus venas bombeaban tanta sangre que podía sentir su presión en las cien y los tímpanos.
Pero aun con todo, sabía que llevaba la delantera. La francotiradora era tan escurridiza que
empezó a sospechar que en efecto sus latidos del corazón le delataban al acercarse. Ya había
gastado un cartucho y medio de los dardos, los cuales estaba seguro de que como mínimo la mitad
habrían dado en el blanco, tendría los suficientes narcóticos en la sangre como para echar a
dormir a toda una familia de osos, pero insistía en continuar su mortal juego de cacería. Reptaba a
la única construcción lo suficientemente en pie como para que ella pudiera ocultarse y tener una
buena visión de todo el entorno, la había detectado gracias al micrófono direccional incorporado a
los binoculares, se preguntó porque tarareaba esa canción mientras apuntaba a la nada. Apretó
sus dientes y controlo la respiración, faltaba muy poco para tenerla en un buen punto de mira,
solo tenía que dispararle sin que le detectara. De repente noto algo. Sintió como en ese momento
ella dejaba a un lado su rifle, se erguía y preparaba nuevamente su cuerpo a la carrera. Estaba en
un buen punto para ver su figura en caso de que dejara la cobertura, pero de nuevo su piel se
había vuelto invisible a su ojo. En su cabeza se hizo una imagen mental de su silueta y la dirección
a la que se dirigiría, el tiempo se detuvo, tomo la última granada que tenía, apunto a unos pocos
centímetros del lugar donde predijo que se movería, oculto su cabeza para no ver la honda de luz,
y sintió el pitido en sus tímpanos. Noto como se hacían pequeños remolinos de tierra en dirección
contraria al estallido, ahora se dirigía al riachuelo. Tomo aire y salió disparado detrás de alguien
que no podía ver, pero si el chapoteo que daban sus pasos…

Sintió vértigo cuando su cuerpo se impulsó arriba antes de volver a caer en el colchón, la línea roja
en la pantalla marco una curva pronunciada en comparación a las otras que le siguieron. Miro al
techo y vio un destartalado ventilador que sufría por moverse en su propio eje. El sol de las 3 de la
tarde le castigo la vista al momento de que dirigió su ojo a la ventana, intentó levantarse, su
cuerpo estallo en muestras de dolor a todo su alrededor. Las intravenosas se habían estirado
preocupantemente a su alrededor antes de volver a recostarse. Sintió un pesado silencio mientras
veía al suero bajar hacía sus venas, por un momento se aterro ante la idea que hubiera vuelto a la
habitación del hospital de Chipre, cerro sus ojos y gimoteo como un niño asustado ante la idea de
tener que volver a vivir los últimos 10 años. Pero el zumbido del Idroid le saco de sus ideas.
Demoro un minuto en ubicarlo alrededor suyo, miro la pantalla holográfica y vio docenas de
notificaciones dando el mismo mensaje, Miller: llamada perdida.

— ¿Qué pasa Kaz, donde me encuentro?


— Boss… Casi me matas del susto, no vuelvas a hacer eso. —Sintió como resoplaba de alivio
mientras intentaba mantener el tono estricto en su voz, no pudo aguantar una leve carcajada
imaginándoselo encerrado en el baño mientras tenía el aparato frente a su rostro.
— Apenas recuerdo lo que paso, refresca mi memoria.
— La misión fue un completo fracaso, lo único que pudimos lograr fue retrasar un poco más la
búsqueda de XOF. Pero no pudimos ni dar con la portadora del parasito del inglés ni tu pudiste
extraer a Chico para sacarlo de ahí. Perdimos a varios de nuestros hombres y uno de nuestros
Walkers. Luego del último informe solo supimos que te encontrabas en un hospital en la
Provincia de Ghor, pero no te vas a creer quien nos dio el aviso.
— Dilo rápido, sabes que no me gustan los misterios.
— Ocelot.
Snake no pudo aguantar un suspiro de mal humor. Hace 4 años, sin que nadie lo notara ni lo
echara en falta. Desapareció sin dejar pistas ni rastros. Cuando lo notaron, hicieron búsqueda
de cualquier información de su paradero, pero terminaron sin dar con nada relevante. Al
momento que dieron cuenta que no había ningún peligro tras su desaparición, fueron
olvidando que alguna vez estuvo entre ellos, suponiendo entre otros tantos, que su tiempo en
la base había finalizado. Unos meses después, mientras ensillaba al potrillo que iba a
remplazar al viejo D-Horse, noto que en la bolsa de su silla había una vieja pistola Makarov
descontinuada por el ejército soviético.

— ¿Ocelot me saco inconsciente de ahí?


— No lo sabemos, no nos dio más información. Suponemos que aun anda por las cercanías, es
quien me ha mantenido al tanto de tu situación, llevas 3 días inconsciente... —Snake recostó
su cabeza en la almohada, desde hace tiempo se sentía agotado de todo, pero en ese instante
sentía como su propio cuerpo le pesaba. Miro su muñón y noto que le habían retirado su
mano prostética, en ese momento reflexiono todo lo que había vivido hasta ese momento.
— ¿Ahora qué, cual es el siguiente paso?
La voz de Miller se entrecorto en una exclamación a medias, pudo oír que tocaban la puerta.

— ¿Kaz, estas bien? Desde hace unos días andas yendo mucho al baño ¿quieres que vayamos al
médico? Te puedo ir haciendo un té de manzanilla.

La última vez que se vieron frente a frente fue un año antes de que Ocelot desapareciera de la
base. En medio de una misión, mientras esperaba a que pasara el convoy para activar las
detonaciones de las bombas. Miller le comento que deseaba reencontrarse consigo mismo, le
menciono que ya era hora de recordar al hombre que alguna vez había sido alguna vez. Al
momento no le dio mucha atención, se limitó a dar su voto a favor antes de hundir el botón. Al
volver a la base, supo que ya se encontraba en Alazka. Continúo haciendo su trabajo
administrativo en una cabaña apartada de todo y de todos, continuaría llamándole día de por
medio para asesorar sus despliegues e informarle de nuevas misiones. Realmente nunca lo
llego a extrañar, prácticamente era como si siempre hubiera estado ahí. Tuvo la corazonada de
que algún día volvería a la Mother Base, pero en el momento que empezó a salir con Amelía
dejo de pensar en eso.

— No amor, todo está bien, solo me duele un poco la panza.


— No te guardes nada. David acaba de llegar, trajo un Caribu, quiere que le muestres como
destriparlo y a destazarlo. Miller, tienes que enseñarle a ese muchacho a bañarse, está
apestando toda la sala. Me parece increíble la cantidad de barro que pueden llevar sus…

La llamada se cortó antes de saber más, Snake apago la pantalla del Idroid y se quedó
nuevamente en silencio, mirando a la nada. No lo noto, pero en ese momento tenía una
sonrisa enmarcada en su rostro.

Las enfermeras le rogaban que volviera a la cama, pero ninguna intento tener contacto físico con
él. Mientras tomaba su ropa y se vestía, se puso a pensar en el pobre doctor especializado en
fracturas al que le rompió el brazo mientras estaba dormido. Pensó en averiguar quien era y
brindarle una disculpa indirecta con un buen fajo de billetes y alguno de los especialistas de la
base. Dejaron de perseguirle cuando entro a la sala de espera y salió a la calle. Se encontraba en
Afganistán pero no era la ciudad de Kabul. Aun con la cercanía y el nacionalista mutuo, se dio
cuenta que no eran el mismo pueblo. Quizá compartieran país, pero la misma cultura, por uno de
los folletos que tomo del hospital se dio cuenta que se encontraban en Taywarah, las calles eran
un tanto más amplias y de estilo occidental, hacía mucho más frio y notaba cierta desconfianza
más presente en la mirada de los transeúntes.

Mientras veía a la gente fluir tomo un papelito doblado en el bolsillo de su pantalón, estaba
ligeramente perfumado por el tabaco. No el humo, la esencia de las hojas, como sí hubiera estado
resguardado junto a un habano que llevaba bastante tiempo de haber sido curado. Lo desdoblo y
leyó una dirección escrita en letra muy finas, intento que alguien le ayudara a ubicarse hasta que
dio con un niño sin un diente delantero que le señalo donde debía ir

Entro a una elegante recepción con un elevador antiguo, le dejaron pasar como si ya lo conocieran
o les hubieran dado indicaciones que él iba a llegar, le indicaron la habitación y se adentró a la
planta alta a la que debería de ir. A dos pasos de tomar el pomo de la puerta, pudo sentir como
era envuelto en el penetrante aroma de un habano caro y ml añejado. Uno que ya tendría
pequeños puntos de hongo dibujados en el tabaco. Sería algo que fumaría alguien desesperado
por fumar… O alguien que no supiera apreciar el humo del tabaco por lo que es.

Al empujar la puerta, esta rechino, dejando ver a su adentro la figura de un viejo y elegante
hombre que llevaba un fino chaleco y tirantes. Con la mirada arriba y sus ojos cerrados que
acercaba el puro a su boca. El otro extremo del cigarro prendió y apago su ceniza al ser retirado de
sus labios. Acto seguido, dejo liberar el humo de sus labios encorvados ligeramente como
preparados para ser besados. Snake carraspeo su garganta y Ocelot abrió sus ojos con sorpresa,
intento decir algo, pero ahogo con el humo en su garganta.

— Boss… no te esperaba… aun. —Soltó lo último del humo que tenia en sus pulmones con la tos.
Se encorvo ligeramente del asiento mientras apagaba el puro en un cenicero, con algunas
lagrimas en su rostro trato de guardar la compostura como siempre lo había hecho.
— No sabía que fumaras Shalashaska.
— Ah ¿esto? Solo es un viejo ritual personal… algo para recordar a un viejo amigo. —Los ojos de
Ocelot se iluminaron con cierta melancolía. Snake permaneció de pie recostado en el marco
de la puerta, sabía a quien se refería, pero no indago mucho más en ello.
— ¿Qué paso hace tres días Ocelot? No pienso alargar mucho mi visita, espero que no haya
mentiras. —Dio un par de pasos adentro de la habitación, pero Ocelot se levantó rápidamente
del sillón y le saco nuevamente mientras le abrazaba la espalda con un brazo.
— Eso, querido amigo, es algo que tenemos que hablar en otra parte.
Ya se hacía de noche y los dos caminaron entre callejuelas oscuras mientras Ocelot le guiaba,
parecía radiante ante cada paso, como si llevara a caminar a un perro y le emocionara la idea de
aquello que le iba a mostrar. Snake tenía su mano guardada en el bolsillo del abrigo para ocultarla
del frio, la otra, la de metal, la tenía preparada en caso de necesitarla rápido para defenderse.
Ocelot dio con el mismo niño mueco que Snake había conocido en la tarde, le dio un par de
diamantes. Le dijo algo en kurdo y el niño señalo una vieja puertecilla de madera. Al abrirla esta
dio con unas escaleras de piedra cubiertas de arena las cuales ambos tuvieron que bajar con
cuidado, al llegar al fondo Ocelot abrió una puerta de hierro y Snake noto un olor a profundo olor
a orina que le penetro las fosas nasales. El ojo de Snake tuvo que acostumbrarse a la oscuridad
para reconocer a una figura amarrado a una silla de madera. Ocelot prendió una linterna y guio la
luz directamente al rostro de la silueta, era un hombre de rostro moreno y rasgos hindúes,
respiraba con dificultad y su baba caía de sus labios partidos, parecía muy cansado de todo. A
Snake le pareció extrañamente familiar. Ocelot prendió una bombilla y Snake vio el sótano con
claridad, tenía todos los utensilios necesarios para torturar, pero no tenía la acostumbrada batería
eléctrica que siempre usaba para doblegar al que sea lo más rápido posible. Pensó que tal vez en
esta ocasión se las había tenido que ingeniar con imaginación. Ocelot dio una pomposa reverencia
e inclino su mano al hombre de la silla.

— Boss, te presento a Raj Khudadad Kapoor, antiguo comandante de las fuerzas armadas de la
india. Curiosamente andaba pasando unas vacaciones de un par de meses alrededor de
Afganistán, pero ¿qué crees? Todo coincido con los últimos movimientos que las fuerzas de
XOF empezaron a realizar. —En ese instante Ocelot descargo un golpe con la palma abierta a
la oreja derecha del hombre, este se recogió con miedo y apenas pudo sollozar.
— El comandante Kapoor tiene varias historias que contarnos. En su laaarga carrera militar
participio en varias operaciones internacionales en países tan variados como lo son Israel,
Sudafrica, Somalia y Vietnam. ¿Y que crees? En casi todas fuerzas de XOF estuvieron ahí. —
Esta vez el golpe fue a la oreja Izquierda, el hombre sollozaba pidiendo se agito con tanta
fuerza que la silla se desplomo a un costado, parecía tratar de recogerse en posición fetal pero
la parte superior de su cuerpo y sus piernas estaban lo suficientemente amarradas como para
que le permitiera hacer cualquier movimiento.
— Creo que el señor Kapoor no se siente lo suficientemente cómodo. Y me gustaría ayudarlo,
pero no me ha ayudado a saber dónde están sus amigos. —En ese instante Ocelot se arrodillo
cerca de sus pies descalzos, Snake noto que entre varias de sus uñas había alfileres enterrados,
Ocelot tomo la punta de una de estas y la removió con cizaña, provocando que Kapoor soltara
un alarido mientras se mordía el labio inferior.
— Vamos señor Kapoor, solo tiene que decírmelo. —Acto seguido removió con tanta fuerza entre
la uña que esta se despego en su totalidad, dejando manar sangre de su dedo. Kapoor soltó un
último grito, pero pareció aliviado de que se hubiera detenido.
Snake pensó en detenerlo, pero a su mente volvió el rostro de Kapoor con el rostro desencajado y
sádico, con un hilillo de sangre recorriendo el rostro y apuntando una escopeta al suyo. El fuego
del D-Walker le iluminaba la mirada, pudo ver muy claramente las intenciones de lo que deseaba
hacer.

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