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(1 Corintios 9:24-27)
INTRODUCCION:
El pensamiento que “el mundo es de los triunfadores” tiene
varias lecturas que deben ser dichas.
Por un lado, pareciera ser una frase discriminatoria porque si
usted es un fracasado como que ya no encaja en el mundo.
Al verlo de esta forma nos quedamos con una sensación que
la falta de éxitos en la vida nos baja de categoría.
Pero, por otro lado, si la frase la podemos en otro contexto,
diciendo, por ejemplo, que “el cielo es de los triunfadores”,
aquí no habría discriminación porque los que finalmente
terminan la carrera terrenal y conquistan en el cielo, son los
que alcanzaron la salvación en Cristo, auxiliados por su
santo Espíritu.
Hemos venido hablando del tema “ven y sígueme” como
parte del discipulado cristiano.
Y uno de nuestros énfasis ha estado en el acto de poner
nuestros ojos en Cristo, en el gran estadio donde estamos
compitiendo.
Ahora Pablo nos presenta un extraordinario pasaje donde nos
va a hablar de la mentalidad de un triunfador en una gran
carrera, donde a diferencia de los que compiten en el mundo,
que lo hacen por un premio que se marchita y que solo uno
se lo gana, la nuestra es una carrera donde somos muchos y
los premios serán para todos los que luchan legítimamente.
La analogía de comparar la vida cristiana como la de un
atleta que está enfocado en la meta es un tema que a menudo
se repite en las Escrituras.
Ya el profeta Isaías nos había recordado que "aquellos que
esperan en el Señor renovarán su fuerza ... correrán y no se
cansarán, caminarán y no se desmayarán". (Is. 40:31)
Pablo usa esta comparación en muchas formas (Gál. 2:2;
5:7),
2
Pero subí según una revelación, y para no correr o
haber corrido en vano, expuse en privado a los que
tenían cierta reputación el evangelio que predico entre
los gentiles
7
Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no
obedecer a la verdad?
y cuando va al termino de su vida habla de haber “terminado
la carrera” (2 Tim. 4: 7-8).
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera,
he guardado la fe.
Ahora nos presenta en este texto lo que para él es la
Mentalidad de Triunfador. Qué conoce este triunfador.
I. CONOCE BIEN EL CAMPO DE SU
COMPETENCIA
1. Un campo donde todos participan v. 24.
¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la
24
DISCIPLINA
1. Abstenerse de lo que afecta la lucha v. 25.
25
Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la
verdad, para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible.
Es interesante que Pablo pasa de la carrera a una lucha, pero
manteniendo la misma idea de la competencia olímpica.
Es probable que aquellos Juegos Ístmicos contemplaban
varias disciplinas deportivas, entre las que se incluían las
luchas cuerpo a cuerpo, como el boxeo hoy día.
El asunto es que nadie conoce mejor el rigor de la disciplina
que un competidor olímpico.
Cuando Pablo habla que este luchador “de todo se abstiene”
tenía en mente los ejercicios, las dietas y las dificultades que
enfrentaban antes de la lucha.
El entrenamiento para un atleta griego además de ser intenso
duraba 10 meses. Le seguía a esto una total autodisciplina
con la que tenían que lograr que su cuerpo ni estuviera débil
ni gordo para la competencia.
Todos ellos hacían juramentos de renunciar a la gratificación
de aquellos deseos que pudieran afectar el honor de ser los
atletas que representaban a sus ciudades.
Ningún otro pasaje nos revela tanto el poder del dominio
propio como este. “De todo se abstiene” es una manera de
decir “vigilaré todas las cosas que me hacen fracasar” para
no consumirlas.
2. “De esta manera corro… de esta manera peleo…” v. 26.
Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de
26
PREMIACIÓN
1. Hay coronas que se marchitan prontamente v. 25.
…a la verdad, para recibir una corona corruptible,
Volviendo otra vez a las figuras paulinas en esta
competencia olímpica, la corona por la que tanto luchaban
los deportistas de ese tiempo era de olivo o una guirnalda de
hoja de pino.
Tales coronas pronto se marchitarían. La verdad es que era
bien difícil que los ganadores pudieran conservar esas
coronas como lo hacen hoy los que ganan sus trofeos, que en
su mayoría están estampados en oro.
Esta es la verdad del mundo. Los premios que los hombres
obtienen en sus vidas perecen con el tiempo, se deterioran.
Los premios terrenales serán siempre temporales. Esa es la
figura de aquellas coronas griegas. Jesucristo había hablado
de aquellos que trabajan solo por la comida que perece (Jn.
6:27),
y lo dijo en el contexto de los que le buscaban para que les
siguiera dando el pan material con el que había
recientemente.
Trabajad, no por la comida que perece, sino por la
comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo
del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el
Padre.
La idea de lo que perece pronto es lo que más abunda. Es
muy raro encontrarse con personas que están construyendo
sus vidas a largo plazo.
No son muchos los que buscan trabajar por la comida que “a
vida eterna permanece”. En esto prevale el concepto de
“ganar el mundo y perder el alma”.
En la competencia de esta vida los premios tienen el sello de
lo perecedero, ¿cuál debemos buscar?
2. Hay una corona que permanece incorruptible v. 25b.
… pero nosotros, una incorruptible.
La palabra “corona” que Pablo usa para ambos casos, es la
misma.
Por lo tanto, la corana con la que seremos al final premiado
no será como la que usa un rey, que equivale a “diadema”,
sino que será también una “guirnalda”, pero con la diferencia
que la nuestra jamás se marchitará porque será entregada por
el amado Cristo y su naturaleza será para aguantar toda la
eternidad.
¿Cuántas coronas al final se nos prometen?
Por un lado, tenemos esta corona que es incorruptible de
gloria (1 Pe. 5:4).
Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores,
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