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Los elementos más importantes para el crecimiento de las plantas son los
macronutrientes (nitrógeno, fósforo y potasio) y deberían ser suministrados a las
plantas a través de fertilizantes, mesonutrientes (calcio, magnesio y azufre) y
micronutrientes u oligoelementos (hierro, manganeso, boro, zinc, cobre y molibdeno)
que están generalmente presentes en el suelo en cantidades suficientes y las plantas
los necesitan en dosis menores.
El nitrógeno en el suelo
Más del 95% del nitrógeno del suelo está en forma de materia orgánica, cuya
fracción menos susceptible de sufrir una descomposición rápida es el humus. El
nitrógeno inorgánico está fundamentalmente como NH4+, del cual sólo una pequeña
parte está en la solución del suelo y en las sedes de intercambio, pues nitrifica
rápidamente, el restante está en forma difícilmente cambiable formando parte de los
silicatos.
La cantidad de nitrógeno disponible para las plantas depende del equilibrio entre
mineralización (conversión del nitrógeno orgánico en nitrógeno mineral, ya sea por
aminización, amonificación o nitrificación) e inmovilización (proceso contrario). Esta
mineralización depende, entre otros factores, de la temperatura del suelo, siendo muy
activa con temperaturas altas.
El fósforo en el suelo
El potasio en el suelo
Mezcla de Fertilizantes
Son tres las características generales que distinguen a los fertilizantes usados
en fertirrigación, las cuales se describen brevemente a continuación.
Fertilizantes líquidos
Estos productos también pueden ser simples (ej. Ácidos nítrico y fosfórico),
binarios, NPK ácidos, y NPK neutros. Estos fertilizantes pueden adquirirse en el
mercado como trajes a la medida para el cultivo, teniendo un equilibrio adecuado; o
en su caso, pueden ser preparados a partir de fertilizantes sólidos solubles con
equilibrios definidos.
Consideraciones importantes
En la preparación de soluciones de nutrientes es imprescindible contar con
análisis químico del agua, donde se determinan sus posibles aportes de nutrientes,
presencia de bicarbonatos, toxicidades, etc. Teniendo como base esta herramienta,
lo siguiente es calcular adecuadamente las cantidades de cada uno de los distintos
fertilizantes, siguiendo las demandas propias del cultivo. Asimismo, deben revisarse
las posibles incompatibilidades entre los fertilizantes y con los elementos presentes
en el agua de riego.
En el suelo es donde las plantas terrestres desarrollan sus raíces, con las que
absorben el agua y los nutrientes imprescindibles para su vida. Al mismo tiempo les
sirve de anclaje para poder sostener toda su parte aérea, con la que realizan la
fotosíntesis.
Por lo tanto, las propiedades del suelo que más van a influir en el desarrollo de
las plantas terrestres serán las que determinen la disponibilidad de agua y de
nutrientes, así como el crecimiento y expansión de las raíces.
Las distintas especies de plantas, como todos los demás organismos vivos,
necesitan unas determinadas condiciones ambientales para desarrollarse y
reproducirse. A esto se debe el que determinadas especies de plantas puedan
crecer de forma natural, o puedan ser cultivadas, en unos determinados países,
comarcas o localidades, y en otros no. En el caso de las plantas terrestres los
principales factores ambientales que determinan su supervivencia son las
temperaturas y el agua disponible, los cuales vienen determinados en primer lugar por
el clima de la región. Por lo tanto, el clima es el factor que más influye sobre la
distribución de las plantas y de los distintos tipos de vegetación, y es el que determina,
en mayor medida, sus límites de distribución. Por este motivo los grandes
ecosistemas terrestres o biomas (las selvas lluviosas tropicales, la taiga, el matorral
mediterráneo) están determinados por el clima y definidos por una vegetación
característica.
Mientras que hay plantas que parecen crecer casi en cualquier parte, hay otras
que viven de forma exclusiva, o predominantemente, en ambientes determinados y
fácilmente reconocibles. Así, dependiendo del tipo de sustrato, podemos hablar de
plantas acuáticas (dentro del agua), rupícolas (sobre las rocas), arenícolas o
psamófilas (sobre arenas), saxícolas (entre las rocas). Si viven preferentemente
sobre suelos con características especiales podemos referirnos a
plantas halófitas (suelos salinos), gypsófilas (suelos con yeso), calcícolas (suelos
con calcio), nitrófilas (suelos ricos en nitratos). Por lo tanto, algunas plantas se
pueden considerar como buenas indicadoras de ciertas propiedades del suelo, por lo
que podemos utilizarlas para conocer algunas características del terreno sobre el que
nos encontramos.
CONCLUSIÓN