Está en la página 1de 1

Los límites del deseo

Hombre de celuloide

Hubo pocas sorpresas en Cannes. Östlund recibió la Palma de oro y en segundo lugar empataron Claire
Denis por Stars at Noon y Lukas Dhont por Close. En lo que parece un acto de condescendencia hacia el
“estilo de continuidad” se premió Decision to Leave de Park Chan-Wook. Si uno se fija, solo hay un
nombre insospechado aquí: Lukas Dhont. Para conocerlo busquemos en Netflix Girl del 2018. Girl es una
joya que todo amante del cine debe ver. Lara nació siendo niño. Ahora tiene quince años y quiere ser
mujer, pero no solo. Quiere ser bailarina, una de esas artistas que exaltan lo que ciertas feministas perciben
como “arte machista de dominación.” La contención con la que Dhont relata esta historia es engañosa. En
principio todo parece demasiado fácil de producir. Después de todo, para contar este drama no es necesaria
otra cosa que un bailarín, un departamento de clase popular y un par de actores de reparto ¿no es cierto? El
problema estriba en la elección del protagonista. Lara debe bailar en puntas; su aspecto andrógino debe
crear la ilusión de que los doctores han conseguido inhibirle la pubertad (con miras a realizar, más tarde,
una reasignación de género) y ser, claro, atractiva y buena actriz. Víctor Polster consigue todo ello, aunque
tiene la mala fortuna de ser heterosexual con lo cual se ha producido un revuelo en el mundo de las mujeres
trans. Y es que, a una trans, dicen, sólo puede interpretarla otra trans, todo lo otro es una caricatura. Poco
importa que Polster se sangre los pies para bailar en puntas y que, llegado el momento, presente un desnudo
frontal mostrando esos genitales que la protagonista odia tanto, que, llegado el clímax, se va a cortar. Si
uno ve la película con poca vehemencia descubrirá que Girl es una obra honesta. El film comienza y un
niño de aspecto angelical sopla en el rostro de Lara. Es su hermano. Lara despierta y comienza la rutina.
Lara vive con su padre soltero y por las tardes asiste a un liceo en el que soporta las humillaciones de sus
compañeros “normales.” Más tarde asiste a lecciones especiales de balé. Y es justo en ellas que Dhont tiene
el valor de golpearnos con la honestidad que requiere una ficción como esta. Aquí Dhont, alejado ya de
todo cliché, enfrenta a su protagonista con los límites de su deseo. ¿Puede un cuerpo masculino lleno de
hormonas adquirir la ligereza del cuerpo de una mujer? ¿Basta la voluntad para transformarnos en lo que
deseamos? Trabajado con la delicadeza de un artesano, el guion de Dhont y Tijssen, basado en la historia
real de Nora Monsecour nos enfrenta con la realidad de quien más que mujer desea ser bailarina clásica,
símbolo de lo más femenino que ha producido esta sociedad a quien las feministas desprecian. ¿Y qué
debería hacerse ahora? ¿Prohibir el balé? Lo sórdido del clímax sirve pues para cuestionar la creencia de
que, en el mundo en que vivimos basta desear algo para conseguirlo. Puede que Víctor se cambie de
nombre, que use el baño de sus compañeras de colegio y que tenga un escarceo amoroso con otro chico que
no sabe que de modo artificial a ella le inhibieron la pubertad, pero en el terreno del arte las cosas no son
tan simples. Lo dice la entrenadora de Lara: estos pies tuyos están muy grandes. Y no es tan fácil cortarlos,
¿verdad? Es claro que Dhont aboga por un mundo más incluyente, pero tiene la honestidad de hacernos
pensar en los límites de un deseo que se topa de frente con esta realidad: lo femenino es algo que trasciende
lo genital.

Girl. Lukas Dhont. Bélgica, Holanda, 2018.

Fernando Zamora

@fernandovzamora

También podría gustarte