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Rebelión de Manco Inca

Manco Inca inicia la rebelión en 1536. En el Valle Sagrado de los Incas, desde este lugar derrotó a la
expedición de Hernando Pizarro.
Luego inició el ataque a la ciudad del Cusco, ocupando la fortaleza de Sacsawamán. El ataque duró casi
una semana. Los españoles simularon huir en dirección al Chinchaysuyo. Pero regresaron sorpresivamente y
tomaron la fortaleza.
El ejército de Manco, sin agua ni municiones y diezmado en la lucha, no pudo seguir manteniéndola. Muchos
prefirieron morir en el combate; entre éstos destaca Titu Kusi Hallpa, conocido como Cahuide, quien viendo
perdido todo se arrojó de lo alto del torreón. Hernando Pizarro ordenó acuchillar a los mil quinientos soldados
indígenas sobrevivientes.
Mientras esto sucedía en el Cusco, otro ejército de Manco al mando de Kisu Yupanqui luchaba en la sierra
central. Este valiente capitán cusqueño aniquiló sucesivamente a las expediciones del Capitán Gonzalo de
Tapia en Huaytará, a Diego Pizarro en la cuesta de Parcos y a Juan Mogrovejo de Quiñones en el camino a
Jauja. ‘
Posteriormente, con 20,000 soldados pasó a atacar Lima. Era agosto de 1536.
El ataque a Lima duró ocho días, pero no pudieron derrotar a los españoles. En lo que hoy se levanta el
monumento a Pizarro murió luchando el heroico capitán Kisu Yupanqui. El ejército diezmado se retiró una
parte por el valle del Chillón y la otra por Huarochirí hacia el cusco.
En 1538 las fuerzas incas eran aniquiladas en la sierra central. Manco nuevamente pretendió atacar el Cusco,
pero tuvo que retirarse ante la presencia de Almagro quien regresaba de Chile. Ante esta situación Manco Inca
decide retirarse a Vilcabamba, convirtiendo a esta ciudad en la última capital del Tawantinsuyo.
Desde Vilcabamba, Manco desarrolló una serie de campañas; las encomiendas que los españoles habían
formado en Urubamba y Apurímac eran severamente castigadas por el Inca mediante incursiones guerrilleras.
Hacia 1545 Manco fue asesinado, se dice por unos españoles del bando almagrista, a quienes había dado
protección. Muerto Manco, le sucedieron Sayri Thupa, Titu Kusi Yupanqui y Tupac Amaru I, quienes
siguieron afrontando la lucha.
Hacia 1572, el virrey Toledo lanzó sobre Vilcabamba el más poderoso ejército colonial para terminar con la
resistencia. En efecto, este ejército penetró a Vilcabamba,los indios resistían pero al final fueron vencidos.
Tupac Amaru I pretendió huir pero fue apresado por la vil traición del curaca Manarie, del pueblo Momori.
Tupac Amaru I, sus familiares y sus principales colaboradores fueron ajusticiados en la plaza mayor del Cusco
el 23 de setiembre de 1572. Luego de este hecho recién podemos decir que había sido consumada la conquista
del Imperio del Tawantinsuyo.
Resumiendo el proceso de invasión y conquista española podemos decir que éste fue largo y sangriento. Los
incas del Tawantinsuyo no se sometieron fácilmente. Las profundas divisiones y luchas internas favorecieron
al proceso colonialista.
Incas de la resistencia de Vilcabamba
SAYRI TÚPAC

Manco Inca sembró incertidumbre en la zona de Huamanga durante un tiempo. Al


morir, Sayri Túpac tomo la borla. En 1548 el pacificador La Gasca y más tarde, el
virrey Andrés Hurtado de Mendoza, entre los años 1550 y 1556, intentaron que los
incas abandonaran su refugio. Pero solo lograron hasta 1558, cuando Sayri Túpac
dejó Vilcabamba a raíz de un provechoso pacto con los españoles por el que estos le
cedieron un repartimiento en el rico valle de Yucay.

TITU CUSI YUPANQUI

Los españoles tuvieron que reanudar los tratos con Titu Cusi Yupanqui. El
gobernador Lope Garcia de Castro, quien estuvo desde 1564 hasta 1569, intentó que
Titu Cusi se rindiera y diera fin a su rebeldía en Vilcabamba. La negociación que
consiguió el funcionario con el Inca Titu Cusi se conoce como la Capitulación de
Acobamba, por la que se obtuvo el permiso de ingreso de misioneros con la finalidad
de evangelizar a los indigenas, el bautismo del Inca y su familia y la promesa, jamas
cumplida, de abandonar Vilcabamba.

TÚPAC AMARU

Tupac Amaru I
Al llegar al Perú, el virrey Toledo decidió tomar el tema de Vilcabamba como uno de
los prioritarios en su gestión y envió tropas al mando del capitán Martín Hurtado de
Arbieto.
Titu Cusi contrajo una enfermedad que lo mato en 24 horas después de celebrar
rituales en honor a sus antepasados, por eso, quien tuvo que resistir a as fuerzas del
Virrey fue Túpac Amaru. Se produjeron fuertes enfrentamientos, y el Inca fue
capturado junto a otros miembros de la élite.
La llegada de los prisioneros causó revuelo en el Cuzco. Túpac Amaru estuvo
recluido en Sacsayhuamán y luego en Colcampata. Toledo mandó que el juez Gabriel
Loarte dictaminara la sentencia en contra del Inca y cinco miembros de la élite, bajo
los cargos de tiranía y traición al Rey de España.
Los movimientos mesiánicos (Taki Onqoy y Yanahura)
1572 es el año en que los historiadores dan por concluido el proceso de conquista, lo que no quiere decir que los
españoles no tuvieran que sufrir aún un buen puñado de rebeliones indígenas.
En general, la chispa que las provocaba era algún tipo de abuso del que se presentaba la correspondiente queja a
las autoridades sin que éstas atendieran la cuestión, optándose por echarse al monte reivindicando el romántico
pasado perdido.
Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX los historiadores peruanos especializados en el tema recuperaron
de cierto pseudo-olvido un movimiento que, aunando factores culturales y religiosos, servía de poso espiritual para
asentar y explicar esa sucesión de insurrecciones más allá de las causas inmediatas: el Taki Ongoy.
Aunque en un primer momento Pizarro se hizo fácilmente con el control del Perú mediante la captura de
Atahualpa en Cajamarca, con la que descabezó la rígida estructura jerárquica del Tahuantisuyo, ello no significó
en absoluto que el país pudiera darse por dominado.
Ni siquiera la ejecución del Sapa Inca favoreció un punto final, ya que algunos de sus generales, como Quisquis,
Calcuchimac y Rumiñahui, presentaron seria resistencia e incluso el gobernante nombrado por los españoles,
Manco Inca, terminó sublevándose y estuvo a punto de reconquistar Cuzco antes de tener que retirarse y ocultarse
en Vilcabamba.
Durante los años siguientes todo quedó relegado a un segundo plano ante las guerras civiles
que enfrentaron a la Corona con los encomenderos por la aplicación de las Leyes Nuevas, mas, a su término, en
1554, aún quedaban algunos flecos pendientes para que aquel territorio pudiera desarrollar cierta estabilidad.
Manco Inca había muerto en 1545 pero sus descendientes recogieron el testigo: primero su hijo Sayri Túpac, que
recurrió a emboscadas ocasionales aunque al final terminó acordando la paz y convirtiéndose al cristianismo;
luego el vástago de éste, Titu Cusi Yupanqui, que siguió una senda parecida; y finalmente su hermano Túpac
Amaru I, que volvió a proclamar el Tahuantisuyo (el imperio inca) sumiendo al país en un nuevo estado de guerra
hasta ser derrotado y ejecutado en 1572.
A partir de ahí la situación se relajó un poco, como decíamos antes, pero aún habría varias insurrecciones más, por
lo que es interesante echar un vistazo al citado Taki Ongoy. Se trata de una expresión quechua (Taki Unquy, en
original) que significa algo así como canto de las estrellas (taki=canto, ruido, sonido; ongoy= constelación,
estrellas), en alusión a los cánticos y danzas rituales que practicaban los indios poseídos por los dioses antiguos,
que estarían enfadados por la suplantación cristiana, exigiendo la vuelta al culto previo y la restauración del viejo
imperio inca para iniciar un nuevo ciclo cronológico. Hasta entonces habían pasado cuatro de mil años cada uno,
terminados respectivamente con grandes catástrofes, la última de las cuales fue la pérdida del Tahuantisuyo a
manos del invasor; llegaba el momento de iniciar otro y retornar a las costumbres tradicionales, por lo que quien
no colaborase se convertiría en llama o peor aún, acabaría maldito, caminando con la cabeza debajo y los pies
arriba.
El Tanki Ongoy nació hacia 1560 en Huamanga (Ayacucho), una localidad andina que la mitología identificaba
con el lugar donde Viracocha habría descansado dando de comer a un halcón (la etimología del nombre sería
Guaman ka, o sea, «Toma, halcón») y que históricamente fue sucesivamente ocupada por varios pueblos
diferentes, desde los huarpa originales a los incas, pasando por los wari, pocras, chancas y muchos más.
Desde allí, el movimiento fue saltando de ciudad en ciudad, de aldea en aldea, dotando de una inspiración mesiánica
común a quienes se fueron levantando en armas contra los españoles en repetidas intentonas, en lo que se ha dado en
conocer como la Rebelión de las Huacas. Una huaca era una manifestación sagrada proyectada sobre cualquier cosa,
fuera ésta un lugar, un objeto, un cuerpo celeste o incluso un animal, si bien hoy designan fundamentalmente a
templos y rincones de culto. Pero el Tanki Ongoy aportaba una novedad en ese sentido, pues las huacas se
encarnarían en los cuerpos de los insurrectos, dotándolos de espíritu divino, que se manifestaba en la posesión o
trance en el que entraban con las pinturas corporales, la música y el baile ceremoniales.
El responsable de la creación del movimiento fue un indígena llamado Juan Chocne, un visionario que difundió
personalmente su ensoñación predicando de forma ambulante junto a dos mujeres que se hacían llamar Santa
María y María Magdalena. La aparición de un profeta que vaticina un cambio de era, animando a rebelarse contra
el poder y prometiendo la invulnerabilidad de los guerreros forma parte de la parafernalia habitual de este tipo de
situaciones y hay numerosos ejemplos en la Historia, como el hermano de Tecumseh intentando unir a todas las
tribus contra los blancos o la hechicera Nehanda en el levantamiento de los shona africanos, por citar un par de
ejemplos.
En cualquier caso, si bien Chocne no incitaba a tomar las armas y su mensaje era fundamentalmente religioso (los
dioses se encargarían de resolver las cosas), dio más base a la rebelión ya mencionada de Titu Cusi Yupanqui, que
se autoproclamó Sapa Inca y lanzó ataques esporádicos y sorpresivos contra pueblos, ciudades, haciendas y
caminos, obteniendo un rico botín. Pero el gobernador Lope García de Castro llegó a un acuerdo de paz plasmado
en 1566 en el Tratado de Acobamba, por el que Yupanqui aceptaba ser bautizado y admitía la presencia de
misioneros y un corregidor en Vilcabamba a cambio de vastas propiedades inmuebles, una importante renta anual,
una encomienda sobre los indios a su cargo y un matrimonio de alcurnia.
Túpac Amaru I quiso vengar su presunto asesinato (en realidad parece que murió de pulmonía,
pero se acusó a los religiosos de envenenarlo), rompiendo el tratado. Sin embargo, Chocne falleció también en
1570 y el virrey Francisco de Toledo envió una expedición al mando de Martín Hurtado de Arbieto que, tras tomar
Vilcabamba y apresar al inca, lo llevó a Cuzco para su ejecución y posterior descuartizamiento preceptivo.
Paralelamente, la resistencia espiritual fue vencida a lo largo de aquellos dos años por el
visitador eclesiástico, Cristóbal de Albornoz (entre cuyos ayudantes figuró el célebre cronista indígena Felipe
Huamán Poma de Ayala), que obligó a los participantes en el movimiento a abjurar públicamente, multando a los
curacas que colaboraron y enclaustrando a las mujeres en conventos.
No obstante, el mesianismo perduró en el recuerdo y quedaría subrayado posteriormente, hacia el siglo XVIII, con
la aparición de un curioso personaje folklórico llamado Inkarri (nombre resultante de contraer las palabras inca y
rey), del que hay diversas versiones debido a que pervivió exclusivamente por tradición oral; sintetizaba en una
misma figura al engañado Atahualpa, al martirizado Túpac Amaru II y a las divinidades andinas prehispanas.
Hoy es un mito popular limitado a fiestas y arte, especialmente en las regiones de Ayacucho,
Huancavélica y Apurímac, siendo su manifestación más típica la Danza de las Tijeras, Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad desde 2010.

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