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La resistencia de Vilcabamba

Se llama "La resistencia de


Vilcabamba" a la presencia de una
Vilcabamba parte de la elite incaica en esta región
Muerte del Inca: del Cuzco que se afincó buscando
implicancias restablecer la organización incaica.
Duró aproximadamente unos 40 años,
Nueva desde la llegada de los españoles al
administración Perú en 1532 hasta los primeros años
de gobierno del virrey Toledo. Esta
resistencia guarda relación con la
desestruturación del mundo andino y
la consolidación del virreinato en
territorio peruano. También se debe
entender que esta rebelión fue la
respuesta de las elites incaicas por
recomponer y alcanzar de nuevo su
poder valiéndose para ello, no solo de
violentos enfrentamientos con los
peninsulares, sino que también se
valieron de la negociación, el
establecimiento de alianzas o la
resistencia pacífica, adecuándose al
nuevo orden, que tras la conquista
española, les tocaba ocupar.

Manco Inca.- de aliado a rebelde


Manco Inca, del Inca Huayna Capac y
Mama Runtu, fue quien recibió a
Francisco Pizarro cuando arribó al
Cuzco en 1533. Al parecer Manco
Inca conversó con la hueste española
y tras intercambiar algunas palabras
convino en acompañarlos en el
ingreso al Cuzco. Esta acción se
entiende primero, por la necesidad
que tenía Manco Inca de tener el
control del Cuzco y restablecer el
orden quebrantado por la guerra entre
Huascar y Atahualpa, así como
eliminar a la fuerza quiteña y por otro
lado porque el inca no sospechaba de
las verdaderas intenciones políticas de
Pizarro.

Manco Inca logró en primera


instancia contar con el respaldo de los
peninsulares. Apenas ingreso al
Cuzco se colocó la Mascapaicha, y
con la presencia de la elite incaica y
curacas importantes se convirtió en
Inca. Sin embargo rápidamente se
desilusionaría de sus aliados, pues el
nuevo inca paso ser tratado como una
figura decorativa que ya no servía
para los intereses peninsulares. Trató
de salir dos veces del Cuzco y fue
apresado, siendo inclusive
encadenado por incumplir su promesa
de alianza. Hacia 1535 Manco Inca
tomó acciones para la reconquista del
Cuzco.

Tras engañar a sus apresores


(diciendo que iba a traer las estatuas
de los gobernantes cuzqueños),
Manco Inca logró salir del Cuzco y
organizar el ataque a la ciudad
imperial. El Huillac Umu, el miembro
más importante del sector religioso
del Tahuantinsuyo, estuvo al lado del
inca en esta difícil empresa. Los
curacas de las poblaciones aledañas y
del valle sagrado acudieron al llamado
y Manco Inca logró formar un ejercito
numeroso de aproximadamente
10,000 hombres. Aprovechando la
ausencia de Diego de Almagro (que
fue junto al Huillac Umu y Paullu,
hermano de Manco Inca a Chile)
Manco Inca sitió el Cuzco durante
nueve meses, asediando
constantemente a las fuerzas
españolas acantonadas en la ciudad
sagrada. Sacsayhuaman fue escenario
importante en las batallas del Cuzco y
precisamente en uno de estos
enfrentamientos murió Juan Pizarro,
hermano del conquistador.

Manco Inca trató de impedir que


desde Lima Francisco Pizarro enviara
refuerzos al Cuzco. Para ello coordino
un ataque a Lima y le encargó la
misión a Quizo Yupanqui, quien hacia
septiembre de 1536 se encontraba en
Lunahuaná, a tan solo 150 kms de la
ciudad de los Reyes. En Ate y Huarco
se libraron batallas entre incas y
españoles, llegando los primeros a
instalarse en los cerros aledaños a la
capital. Alonso de Alvarado logró
detener el avance incaico en
Pachacamac y Lima. Fueron muchos
los indígenas que pelearon al costado
de la hueste española. Se sabe que
fueron los curacas de Huailas los que
colaboraron con los españoles. Sin
embargo es posible explicar esta
conducta si es que se tiene en cuenta
los vínculos de reciprocidad
establecidos entre Francisco Pizarro y
los Huailas, debido a que el
conquistador había tenido dos hijos
con Ines Huailas, hija de Huayna
Capac. Finalmente, derrotadas las
tropas de Quizo Yupanqui, Manco
Inca no pudo evitar que Pizarro
enviara contingentes al Cuzco. Junto a
ellos Diego de Almagro y su comitiva
regresaron a la ciudad imperial y
evitaron la caída de las tropas
españolas en el Cuzco.

Los españoles no dudaron en afirmar


que su suerte se la debían a la
intervención divina de la Virgen
María y de Santiago Apóstol,
conocido en España durante las
guerras de reconquista como Santiago
Matamoros. Aquí se le llamó Santiago
Mataindios por la cantidad de
indígenas que lograron vencer ya que
las tropas españolas en el Cuzco no
llegaban ni a doscientos individuos.

Tras estos sucesos Manco Inca y la


elite incaica se refugió en
Vilcabamba, ciudad incaica a 30
leguas del Cuzco, en la vertiente
oriental de los Andes.

A pesar de haber perdido el poder


político, su señorío continúo solo en
algunas poblaciones aledañas a
Vilcabamba.
Los Incas de Vilcabamba
Manco Inca se estableció en
Vilcabamba y a pesar de que los
españoles conocían su paradero no
fueron tras él debido a que se
encontraban en guerras intestinas por
el control político del territorio y
posteriormente por la guerra entre los
encomenderos y los representantes de
la corona española. Los españoles no
le dieron mucha importancia a la
presencia de Manco Inca y su hueste
pues sabían que su accionar era
limitado y su poder de convocatoria
había disminuido.

Así pasaron casi 30 años que en este


reducto incaico pervivió una parte de
la elite incaica. No es posible afirmar
que Manco Inca quisiera establecer un
nuevo estado a partir de esta ciudad
ya que en primer lugar, la elite se
encontraba dividida (unos estaban en
Cuzco buscando legitimación y otros
en Vilcabamba) y segundo, tenía la
capacidad de organizar o estructurar
las relaciones con los distintos
curacazgos, ni siquiera en el ámbito
local. Sin embargo porsiguió con su
hostigamiento por los alrdedores de la
zona de vilcabamba. Por esta razón
Francisco Pizarro mandó fundar San
Juan de la Frontera de Huamanga para
frenar el ataque de Manco Inca, que
por los años 1540 y 1541 acecho los
pueblos cercanos. Pizarro buscó un
entendimiento con el inca, pero su
repentina muerte impidió establecer
las buenas relaciones con el hijo de
Huayna Capac.

Vilcabamba no logró volver a tener


un control organizado de su
hostigamiento o de su resistencia
frente a los españoles. Tras la muerte
de Manco Inca a manos de un grupo
de almagristas a fines de 1544, sus
hijos continuaron al frente del reducto
de resistencia incaica pero su accionar
ya no tuvo la radicalización, ni la
fuerza del movimiento que encabezó
su padre. Desde los primeros años en
que Sayri Tupac tuvo a cargo la
resistencia, buscó establecer
relaciones con Pedro de la Gasca. Sin
embargo el pacificador solo le ofreció
unas cuantos terrenos para aquietar
sus necesidad. Sayri Tupac prefirió
quedarse en su reducto hasta poder
lograr un mejor acuerdo. También
tuvo contacto con el virrey Andrés
Hurtado de Mendoza en 1550 y 1556.
Sayri Tupac logró un acuerdo
beneficioso en 1558 y salió de
Vilcabamba con un repartimiento en
el valle de Yucay. Sayri Tupac
entendió que debía adecuarse a las
nuevas reglas establecidas por los
españoles. La elite incaica era
reconocida de alguna manera y por
ello recibían ventajosos beneficios.

Sayri Tupac murió en 1561 y es su


hermano Titu Cusi Yupanqui quien
tomó el control de la resistencia
incaica. Este nuevo "inca" se declaró
enemigo de los intereses españoles,
organizando en un primer momento
expediciones de hostilización a las
poblaciones cercanas a Vilcabamba.
Al mismo tiempo se contactó con el
gobernador Lope García de Castro,
tratando de llegar a algún acuerdo
beneficioso para los rebeldes. Firmó
la capitulación de Acobamba en 1566
y en dicho tratado se ponía fin a las
hostilidades y se perdonaban los actos
cometidos por los rebeldes. Una de las
medidas del la capituluación fue el
bautizó de Titu Cusi Yupanqui y su
familia en 1568, hecho que no fue
bien visto por los curacas más
radicales. El inca murió
repentinamente de una extraña
enfermedad. Los misioneros agustinos
que lograron entrar tras la
capitulación fueron vistos como
responsables de la muerte, ya que en
su afán de ayudar le dieron brebajes
que los andinos pensaron era veneno.
El misionero Diego Ortiz fue
encontrado culpable siendo torturado
y ajusticiado posteriormente. Los
españoles y mestizos que se
encontraban en Vilcabamba también
fueron ajusticiados. La elite buscó un
sucesor y fue así que su hermano
Tupac Amaru empuñó el cetro y se
ciñó la mascapaycha a comienzos de
1571.

Muerte de Túpac Amaru I y fin de la


resistencia
Cuando el virrey Francisco de Toledo
asumió el virreinato una de sus
primeras acciones es acabar con el
reducto de Vilcabamba. Por su parte,
Tupac Amaru cerró las fronteras de
Vilcabamba y destruyó el puente de
Chuquichaca preparando a su
pequeño ejercito por si atacan la
guarnición. El virrey envió un
negociador diplomático justo poco
tiempo después de la muerte de Titu
Cusi Yupanqui. Atiliano de Anaya, el
enviado del virrey, fue visto como
espía y muerto a manos de los
indígenas rebeldes. Ante esta
respuesta el virrey Toledo le declaró
la guerra al Inca de Vilcabamba en la
semana santa de 1572. El capitán
Martín Hurtado de Arbieto y Juan
Alvarez Maldonado estuvieron al
frente de la expedición, pero fue el
capitán García de Loyola quien lo
capturó junto a otros miembros de la
elite incaica, no sin antes entablar una
feroz lucha con los naturales.

Una vez capturado el inca fue enviado


al Cuzco, donde ingresó en calidad de
preso, pero en medio de una algarabía
general en la que incluso participó el
mismo virrey.

Sin perder tiempo se le abrió un juicio


por la muerte de los sacerdotes
agustinos y el el negopciador Anaya,
y el escribano Martín de pando. Tupac
Amaru I fue condenado a la pena
capital junto con otros 5 miembros de
la resistencia quechua. Autoridades,
miembros del clero y de las ordenes
religiosas y los principales vecinos del
Cuzco exhortaron al virrey para que
se retracte y no ajusticie al inca. El
virrey irresoluto no cambió de parecer
y ordenó la muerte definitiva del inca.
El 22 de junio de 1572 Tupac Amaru
fue decapitado en medio del clamor
de casi toda la población cuzqueña.
Las pompas fúnebres fueron sentidas,
inclusive a la misa de honras acudió
en riguroso luto el virrey Toledo. Los
indígenas y miembros de la élite
cuzqueña también se mocharon ante
el cuerpo del inca muerto,
arrancándose cejas y pestañas
siguiendo la usanza andina.

Al inca se le enterró en la catedral del


Cuzco pero al ver las autoridades que
esto podría causar inconvenientes
(pues el cuerpo o momia del inca era
considerado Huaca) se retiró
silenciosamente su cuerpo y enterrado
en otro lugar no conocido.

Se cree que de la muerte de Tupac


Amaru nació el mito de Inkarri, que
establecía que a partir de la cabeza
enterrada del inca crecería
nuevamente el cuerpo del inca que
restauraría el imperio y le daría a las
cosas su ordenamiento natural
anterior a la llegada de los españoles.

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