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Unicervantes

Moral Fundamental
Leonel Uchamocha D.

Artículo Basado en la Carta Encíclica “Veritatis Splendor”, “La elección fundamental y los
comportamientos concretos”.

El Papa San Juan Pablo II, aborda este tema desde una perspectiva del “acto humano” que es el eje
primario y de decisión con el fin de obtener el orden al bien y al “fin último que es Dios”. Desde la
verdad, este orden se alcanza desde la razón en su ser. El hombre, desde una dimensión espiritual,
tiene una inclinación natural, tiene dinamismos y también tiene finalidades, en eso exactamente
consiste los contenidos de la ley natural y del conjunto ordenado de bienes para la persona con una
visión de servicio de la misma persona, del bien que es ella misma y también su perfección, que
para Santo Tomás estos los principales contenidos de toda la ley natural.
Mediante la razón se puede evidenciar la diferencia entre el bien y el mal en los actos humanos, los
actos que no son buenos o mantienen un orden y por eso se establecen que son actos “no ordenables
a Dios”, porque van en contradicción con el buen actuar de la persona, y por eso es que son
“intrínsicamente malos” independientemente de quien los comete e independientemente de las
circunstancias que se presenten, y también con la intención que se quieran hacer. Con respecto a lo
anterior, la Iglesia enseña que existen actos ilícitos que independientemente de las circunstancias
son “gravemente ilícitos por razón de su objeto”, por ejemplo están los casos que van en contra y
atentan contra la vida humana, tal como lo que se opone: el asesinato, homicidio, genocidio, el
suicidio, eutanasia, aborto; también todo lo que quebranta la vida humana como las mutilaciones,
torturas físicas y mentales, violencia psicológica; también está lo que deshonra la dignidad humana,
como las condiciones infrahumanas, encarcelamientos arbitrarios, deportaciones, esclavitud,
prostitución, la trata de personas; también está la vulnerabilidad del trabajador cuando se ve como
objeto de ánimo de lucro y es tratado de cualquier manera, es decir cuando se infringe la libertad y
la responsabilidad del trabajador. Todos estos actos infrahumanos recaen más sobre quienes los
practican que a quienes padecen la injusticia.
A este respecto, me llama la atención a lo que decía Pablo VI teniendo como base a Rm 3,8, que no
estaba para nada bien soportar un mal menor para evitar un mal mayor o para dar como resultado a
un bien más grande, pues no se puede aceptar que por razones muy graves se puede hacer el mal
para conseguir el bien, es decir que de actos desordenados, que son actos “intrínsicamente malos”,
nunca se llegarán a obtener buenos resultados, por eso, hay que partir del buen orden de los actos.
La Iglesia cuando enseña sobre los actos “intrínsicamente malos”, se basa en las Sagradas
Escrituras al tomar el pasaje de 1Co6,9-10; esos actos, de ninguna manera son ordenables a Dios ni
al bien de la persona, pues son pecados muy graves, por esta razón es que las circunstancias o las
intenciones, jamás podrán transformar actos intrínsicamente malos en cosas honestas o justificadas.
Entonces, al tratar el tema del acto humano, San Juan Pablo II distingue claramente entre lo que él
llama “teleología” y los llamados “teleologismos”. Afirma que «la vida moral posee un carácter
'teleológico' esencial, porque consiste en la ordenación deliberada de los actos humanos a Dios,
sumo bien y fin último del hombre, pero contrasta la teleología con el “teleologismo”. Un tipo de
ello identificado por el Papa son las consecuencias, donde se pretende obtener los criterios de la
rectitud de un obrar determinado; solamente del cálculo de las consecuencias que se presienten,
pueden derivarse de la ejecución de una decisión. Otra variante -el “proporcionalismo”, ponderando
entre sí los valores y los bienes que se persiguen, se centra más bien en la proporción reconocida
entre los efectos buenos o malos, en vista del “bien mayor o del mal menor', que sean efectivamente
posibles en una situación determinada. Los que mantienen estas teorías, aportan que resulta
imposible determinar si un acto tradicionalmente asumido por intrínsecamente malo, por ejemplo
uno o varios males incluidos en los campos antes mencionados (los casos que van en contra y
atentan contra la vida humana, lo que deshonra la dignidad humana, lo que quebranta la vida
humana, la vulnerabilidad del trabajador), que son directamente inducidos, son en realidad,
moralmente malos hasta que no se haya considerado, en el caso concreto, el estado de cosas
“premorales” de bien y de mal que ese acto fuese a propiciar. Concluyendo que las proporciones
previstas de bien y de mal “premorales” en las alternativas disponibles, muchas de las veces
justifican, excepciones a preceptos que tradicionalmente son tenidos como absolutos. Cf. N. 75.
San Juan Pablo JI, contundentemente, rechaza estas teorías, declarando que “no son fieles a la
doctrina de la Iglesia, en cuanto creen poder justificar, como moralmente buenas, elecciones
deliberadas de comportamientos contrarios a los mandamientos de la ley divina y natural”. Afirma
el Papa que este modo de evaluar los actos humanos, no es un buen método adecuado para
determinar si la elección de ese comportamiento concreto es, según su especie o “en sí misma”
moralmente buena o mala, lícita o ilícita, porque cada uno conoce las dificultades, es decir, cada
uno conoce la imposibilidad, de valorar todas las consecuencias y todos los efectos buenos o malos
que son denominados premorales de los propios actos.
Por lo anterior, se necesita que el hombre conozca a fondo lo que es bueno, lo que va acorde con lo
moral de los actos y sepa diferenciarlos de los “actos intrínsicamente malos”, pues todo debe ir
línea con la verdad y de las consecuencias o resultados morales que proceden de ellos, eso es lo que
enseña la Iglesia, la cual permanece fiel y firme en la verdad integral del hombre, respetando y
promoviendo su dignidad y su vocación y estará en contra de lo que pueda opacar o pasar por
encima de la verdad, la Iglesia nunca jamás aceptará ni se ajustará a cosas o actos malos a los que la
humanidad o la sociedad los quiera o los quiere catalogar como buenos para obtener buenos
resultados, pues nunca de los actos malos se obtendrán resultados buenos.
El Papa San Juan Pablo II, invita a que además de exhortar, se debe trabajar por ser verdaderos
testimonios de la Verdad Suma que es Jesucristo, y que mediante los buenos actos vivir a
perfección la vocación a la libertad en la obediencia de la Ley Divina que se resume en el amor y
misericordia de Dios, donde el Espíritu Santo va realizando su obra y su acción para poder realizar
los buenos actos y las buenas acciones desde tres pilares fundamentales: el Espíritu de la Verdad, de
libertad y de amor, por eso, con la ayuda de Él hay que interiorizar la Ley, interiorizar lo que Él
manda, percibirla y vivirla desde la verdadera libertad para alcanzar la “Ley a su perfección de la
Libertad”.

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