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El 15 de julio de 1821, 300 de los principales vecinos de Lima firmaron el Acta

de Independencia del Perú. Pero fue recién el sábado 28 de julio de 1821, en


una ceremonia pública, cuando el general San Martín proclamó la
independencia del Perú en la Plaza Mayor de Lima.

Según testigos de la época, aproximadamente 16.000 personas presenciaron


la ceremonia en la cual el Libertador, con la flamante bandera peruana en la
mano, exclamó:

"Desde este momento el Perú es libre e independiente


por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de
su causa que dios defiende. ¡Viva la Patria!, ¡Viva la
libertad!, ¡Viva la independencia!".
En un principio el general se había negado a aceptar el cargo de Protector de
Perú, pero el clamor popular y los consejos de su amigo y secretario Bernardo
de Monteagudo, le hicieron dar cuenta que el peligro realista estaba latente; su
presencia era imprescindible para terminar con el dominio español.

Los días previos


 El 6 de julio, el virrey José de la Serna abandona Lima con 6.000
hombres.

 El 8 de julio entran en Lima los emisarios de San Martín.


 El 9 de julio, en horas de la noche, ingresa a Lima una división de la
caballería patriota.

 El 10 de julio, San Martín entra en Lima y se aloja en casa del marqués


de Montemira.

 El 12 de julio, San Martín recomienda al general Arenales no


comprometer su división en combate mientras no tuviera la seguridad
completa de vencer.

 El 14 de julio, San Martín dirige un oficio al Cabildo de Lima destacando


la conveniencia de convocar una junta general que, representando al
común de los habitantes de la capital, expresase si la opinión general
estaba decidida a proclamar la Independencia. El Cabildo responde, de
inmediato, en sentido afirmativo al día siguiente.

 El 16 de julio, La Gaceta de Lima publica un homenaje a San Martín:

“¡Gloria al ínclito varón, al libertador general del


Perú, guerrero esforzado, que vino a romper
nuestras cadenas (…) La presencia del general
San Martín embotó las armas del enemigo
obstinado en perpetuar nuestra opresión.
¡Esfuerzo inútil! (…) Lima respira finalmente
sostenida por sus virtudes patriotas; y no
teniendo ya nada que temer, recibe dentro de sus
muros pacíficos a su libertador”.
 El 17 de julio, Antonio José de Sucre sofoca un levantamiento realista en
Guayaquil. Ese mismo día, San Martín emite un bando en el que
dispone la supresión de escudos de armas en los edificios públicos;
aunque permite el uso de los escudos particulares y emite otro en el que
se dispone sean castigados los atropellos e insultos contra españoles.
Empero, dos días después, en un nuevo bando dispone que el comercio
español debe abrir sus puertas, caso contrario será sujeto a
confiscación. El día 24 prohibirá, asimismo, la utilización de distintivos
realistas.

 El 18 de julio se reanudan las actividades públicas de Lima.

 El 19 de julio, San Martín le escribe a O’Higgins anunciándole que los


realistas han abandonado Lima y que percibe un gran entusiasmo
popular por la noticia.
 El 25 de julio, San Martín emite un bando en el anuncia a los peruanos
que el sábado 28 se proclamará solemnemente la Independencia.

“Y para que se haga con la solemnidad


correspondiente, espero que este noble
vecindario autorice el augusto acto de la Jura,
concurriendo a él: que adorne e ilumine sus
casas en las noches del viernes, sábado y
domingo; para que con las demostraciones de
júbilo se den al mundo los más fuertes
testimonios del interés con que la ilustre capital
del Perú celebra el día primero de su
independencia y el de su incorporación a la gran
familia americana.”
 El sábado 28 julio, la dura, extensa y sacrificada campaña da su mejor
fruto al producirse la jura de la independencia del Perú. San Martín lanza
una proclama cuyas palabras

“(…) permanecerán esculpidas en el corazón de


todo peruano eternamente: El Perú es desde este
momento libre e independiente por la voluntad
general de los pueblos, y por la justicia de su
causa que Dios defiende.”

San Martín, Protector del Perú


El gobierno independiente le otorgó a San Martín el título de Protector del Perú,
con plena autoridad civil y militar. Una de sus primeras medidas fue decretar la
libertad de los esclavos nacidos desde la Independencia:

“Una porción numerosa de nuestra especie ha sido hasta


hoy mirada como un efecto permutable, y sujeto a los
cálculos de un tráfico criminal: los hombres han
comprado a los hombres, y no se han avergonzado de
degradar la familia a la que pertenecen vendiéndose unos
a otros. Las instituciones de los pueblos bárbaros han
establecido el derecho de propiedad en contravención al
más augusto que la naturaleza ha concedido”.
Durante su gobierno, debió enfrentar graves dificultades financieras y continuar
la guerra contra los realistas, que seguían resistiendo en el centro y el sur del
Perú.

Pero también estuvo comprometidos con los contenidos educativos y su


eficiencia:

“Los gobiernos interesados en el progreso de las letras


no deben cuidar solamente de que se multipliquen las
escuelas públicas, sino de establecer en ellas el método
más fácil y sencillo de enseñanza que produzca un
completo aprovechamiento para la adquisición de otros
conocimientos”.
En cada ciudad liberada fundaba una biblioteca. Algunos libros de su colección
personal fueron donados a la Biblioteca Nacional de Lima y en su primer
testamento de 1818 destinó sus libros para la biblioteca de Mendoza. En este
sentido, la Universidad de San Marcos de Lima le concedió el primer título de
Doctor Honoris Causa, el 20 de octubre de 1821.

"Los días de estreno de los establecimientos de


ilustración son tan luctuosos para los tiranos como
plausibles a los amantes de la libertad. Ellos establecen
en el mundo literario las épocas de los progresos del
espíritu. La Biblioteca Nacional es una de las obras
emprendidas que prometen más ventajas a la causa
americana. Todo hombre que desee saber, puede
instruirse gratuitamente"

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