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BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE GUATEMALA

Jorge Luján Muñoz


Fondo de Cultura Económica
Guatemala 4ª edición, 2012. 4ª reimpresión, 2019
(Primera edición 1998)
582 páginas

La primera impresión que causa un volumen de 582 páginas calificándose de “breve” en


su título apuntaría a que el autor ha hecho uso de la ironía. Sin embargo, una vez embarcado
en su lectura, de prosa exquisita, el lector se percata de que no hay espacio para la ironía en
la historia y de que calificar este libro como “breve historia” no indica sino el esfuerzo del
profesor Jorge Luján por condensar un trabajo de profunda y detenida investigación en un
texto amable para cualquier interesado en la historia de Guatemala. Detrás de las palabras
escritas se adivina una escrupulosa y profunda investigación en la que no encontramos, y esto
es de agradecer, ánimo de dirigir la opinión del lector, sino la firme intención de producir un
trabajo historiográfico riguroso.
Presenta el autor una selección de los hechos relevantes de la historia de Guatemala
acudiendo para ello a las fuentes disponibles, ofrece también las principales interpretaciones
históricas de dichos hechos y aporta el análisis del autor con el propósito de poner a nuestra
disposición suficientes elementos para comprender la realidad histórica de Guatemala. El
libro, por su minuciosa disposición didáctica, debería estar incluido entre las lecturas
requeridas en la enseñanza secundaria de Guatemala o entre las de los Estudios Generales
universitarios; también puede servirle perfectamente a cualquiera que desee conocer la
idiosincrasia guatemalteca o a quien quiera iniciarse en la investigación y estudio de la
historia de Guatemala.
En realidad, no se trata de una historia contemporánea de Guatemala, sino de una historia
general de Guatemala que explica los acontecimientos históricos contemporáneos. Lo
contemporáneo podemos entenderlo como el periodo que da comienzo con el fin de la
Revolución, esto es, con la caída del presidente Arbenz en 1954, y que concluye con la firma
de la Paz en 1996. El historiador consciente, que busca la historia total, necesita razones que
expliquen los hechos y por esto se obliga a analizar todos los antecedentes que desembocan
en el periodo objeto de estudio.
Obviamente, la perspectiva que ofrece el tiempo nos hace ver la historia más lejana con
mayores posibilidades de análisis, debido al más dilatado trabajo historiográfico que nos
permite seleccionar mejor la información de las fuentes. Cuando la historia se acerca a la
actualidad, la labor del historiador se hace más ardua por la falta de esa perspectiva histórica
y la mayor dificultad en la selección de información, generalmente por exceso. Con la
evidente capacidad y rigor que el profesor Luján tiene demostrados, se echa en falta en esta
ya 4ª reimpresión de la 4ª edición (2012), o en una nueva edición, la revisión del capítulo
XIII, el de la historia inmediata, que termina hace 23 años, durante los que Guatemala ha
vivido tiempo suficiente para hacer ya un recuento a lo realmente inmediato. En estos años
han gobernado en Guatemala siete presidentes, seis de ellos elegidos en las urnas y uno
provisional por la obligada renuncia del general Pérez Molina (2012-2015). Además, la
última parte del mandato del presidente Arzú también merece un estudio que explique cómo
éste posibilitó el abultado triunfo de un candidato departamental, Alfonso Portillo (2000-
2004). La evolución demográfica hace, además, que para muchos de los habitantes de la
Guatemala actual, la época de Álvaro Arzú no resulte tan inmediata.
Por otro lado, el desproporcionado crecimiento, en estos años, del crimen en general y del
narcotráfico en particular está influyendo de manera decisiva en el modo de gobernar y, a
falta de datos, el trasiego de cocaína parece que se ha convertido en un importante
componente de la economía del país, aunque no sea la de los reportes oficiales. Estos nuevos
condicionantes, a los que cabría añadir el encaje del país en un nuevo orden mundial
protagonizado por China merecen un análisis histórico para un mejor conocimiento de la
Guatemala contemporánea.
Se echa, asimismo, de menos un índice de términos y nombres que facilite el manejo más
rápido de la información en el libro. Aunque la organización del libro sea adecuada y precisa
para su objetivo, dicho índice se agradecería. Del mismo modo, sería útil un índice completo
de los acrónimos utilizados.
Sirve, no obstante, este libro como un pequeño y valioso manual de referencia para la
historia general de Guatemala, útil para conocer mejor la Guatemala del siglo XX. Está
organizado en trece capítulos de relato histórico y análisis y un último capítulo con
“Reflexiones finales”, donde encontramos las consideraciones y los deseos personales del
autor, aquí no tanto como erudito historiador, sino como un ciudadano guatemalteco bien
informado.
En los cuatro primeros capítulos el profesor Luján, con una disposición de ideas muy
organizada, que siempre se agradece, repasa los rasgos básicos de la población de
Centroamérica en la etapa precolombina y la diversidad de pueblos existente que determina
las peculiaridades del proceso colonizador. Da cuenta, asimismo, el autor, de la organización
política durante el periodo colonial, su economía y la adaptación social, esto es, la
configuración y adaptación de los grupos sociales y étnicos en la colonia, punto este
importante puesto que, sin duda, determinará las especiales características de un país
particularmente diverso y dividido desde la conquista en una heterogénea sociedad indígena
subordinada a un poder no indígena que no elimina la población nativa, sino que la desplaza.
Los capítulos V al IX están dedicados al primer siglo de la independencia de Guatemala
(1821) que, en un principio, incluía las provincias de Centroamérica, unidas primero al
imperio mexicano y formando luego la República Federal de Centroamérica. De gran interés
son los análisis sobre las traumáticas tensiones sociales y territoriales que desembocan en la
disgregación de unos estados en los que, aun independientes, todavía se conserva un deseo
común de reunificación que reaparece disperso, pero con cierta frecuencia a lo largo de la
historia de Centroamérica. Son muy apreciables en este libro las explicaciones o propuestas
de explicación de los acontecimientos, como la que se propone, por ejemplo, sobre el fracaso
de la federación centroamericana en el capítulo VI. Asimismo, es de gran utilidad la
presentación de los principales rasgos económicos de Guatemala, que se muestra como un
país eminentemente agrario en las dos “repúblicas”, la indígena y la no indígena, y de
estructura latifundista, dependiente en exceso de monocultivos desde la época colonial, ya
fuera cacao, añil, cochinilla o café. Esta segunda parte culmina con un rápido comentario
sobre el gobierno de Rafael Estrada Cabrera (1898-1920), arquetipo del dictador
latinoamericano.
En el capítulo X se analizan, en primer lugar, las presidencias de los epígonos de Estrada
Cabrera hasta la llegada al poder del general Jorge Ubico y se estudia la repercusión en
Guatemala de un nuevo orden mundial y del interés intervencionista de las primeras
potencias, particularmente de los Estados Unidos y de Alemania. A continuación, el capítulo
se centra en el gobierno de Ubico (1931-1944), las transformaciones para la modernización
en Guatemala bajo un gobierno autoritario y anticomunista que, a pesar del empeño en una
correcta administración, terminó aglutinando una amplia oposición duramente reprimida que,
con diversos frentes, desde el comunismo hasta un liberalismo moderado, conformaría el
apoyo necesario para la Revolución de 1944.
El capítulo XI está dedicado a la década revolucionaria de 1944 a 1954. Se trata de un
capítulo fundamental, sin cuya explicación no podría comprenderse la Guatemala
contemporánea. Quedan claramente definidos los puntos clave que determinan las
actuaciones de los gobiernos revolucionarios y su posterior derrocamiento. Las medidas que
facilitaron unas mejoras sociales necesarias, pero que perjudicaron la inversión en el país, no
fueron quizá tan determinantes para la caída de Árbenz como las decisiones de carácter
estratégico por parte de los Estados Unidos en una reacción, probablemente equivocada, de
rechazo al incremento de la influencia soviética en Centroamérica. Se analizan en este
capítulo los dos gobiernos de la revolución, los de los presidentes Juan José Arévalo (1945-
1951) y Jacobo Árbenz (1951-1954) y se destacan sus diferencias, ya que parece necesario
tener en cuenta que, a pesar de proceder de un proyecto común, las personas que rodearon a
los presidentes y las circunstancias históricas internas y externas que éstos vivieron fueron
diferentes y motivaron tanto el desarrollo de la revolución como su abrupto derrocamiento.
Se detiene el historiador en algunos llamativos acontecimientos de este periodo como, por
ejemplo, la muerte, todavía envuelta en sospechas, de Francisco Javier Arana, Jefe de las
Fuerzas Armadas. Su calificación de militar “chafarote” contrasta con la de Árbenz, al que
se le describe con un perfil más “de escuela”.
Resultan muy ilustrativos de esta etapa, en primer lugar, el análisis de la Ley de Reforma
Agraria, cuyo desarrollo fundamentó gran parte del descontento entre los influyentes
latifundistas y, en segundo lugar, el estudio de los factores que provocaron el fin del periodo
revolucionario, a saber, los propietarios perjudicados por la reforma agraria y,
particularmente, la United Fruit Company que, además, acudió al gobierno de Estados
Unidos como medio de presión para obtener una indemnización, el propio gobierno de los
Estados Unidos, representado por un nuevo embajador, John Peurifoy, desconocedor de la
idiosincrasia guatemalteca, pero experto valedor del empeño norteamericano por confrontar
la amenaza comunista, el coronel Carlos Castillo Armas en representación de una creciente
facción de mandos militares, la iglesia católica, factor de mucho peso en sus intentos por
encontrar su espacio de influencia en el país y, finalmente, el entorno internacional de la
Guerra Fría y, especialmente, los recelos de los gobiernos de dos países vecinos, la Nicaragua
de Somoza y la República Dominicana de Trujillo, ambos totalitarios, anticomunistas e
interesados en ser aceptados por el gobierno de los Estados Unidos.
Los Capítulos XII y XIII se dedican primero al periodo contrarrevolucionario, también
llamado de liberación, y posteriormente a los gobiernos que, aun asentados muchas veces en
fraudes electorales, llevaron desde 1974 a una mayor apertura internacional del país y,
finalmente, a la firma de la paz durante el gobierno de Álvaro Arzú, después de una larga
guerra civil (1960-1996). El autor distingue dos diferentes etapas en la guerra civil, una
primera en que la subversión mantuvo dos principales focos de acciones insurgentes, en la
capital y en el oriente del país, y una segunda, a partir de 1976, en la que se intensifican las
acciones bélicas en el altiplano occidental, región con mayoría de población indígena. La
distinción es importante, ya que una de las conclusiones en el análisis de la historia más
reciente es el incremento en la participación, por medio de diferentes organizaciones y
partidos políticos, de la población indígena guatemalteca, que había permanecido ajena a las
discusiones y decisiones políticas del país prácticamente desde la Colonia.
En relación con el periodo contrarrevolucionario, inmediatamente posterior a la caída de
Árbenz, se destacan las medidas políticas de ruptura con la Revolución, como la derogación
de la Constitución y de la Reforma Agraria, aunque se mantuvieran algunas de sus reformas
sociales, como la normativa laboral y de seguridad social. Son asimismo destacables, y así
lo hace el autor, las acciones de represión anticomunistas, tanto en la lucha militar contra la
guerrilla en sus áreas de expansión, principalmente rurales, como en la represión urbana.
Sobre dichas acciones se explica la influencia que, progresivamente y hasta tiempos mucho
más recientes, fue tomando el ejército, incluso como un órgano de poder paralelo al gobierno.
En cuanto a la historia más inmediata, el autor selecciona y analiza los principales hechos
que han perfilado la realidad de la Guatemala contemporánea, como el inesperado gobierno
del general Kjell E. Laugerud, que tuvo que gestionar la reconstrucción del país después de
un devastador terremoto en 1976; el desplazamiento, ya mencionado, de la lucha guerrillera
al altiplano occidental, de mayoría indígena; los desencuentros con el gobierno de los Estados
Unidos, bajo la presidencia de Jimmy Carter, que obligaron a Guatemala a buscar otras
alianzas internacionales, los gobiernos surgidos de golpes de estado de Efraín Ríos Montt
(1082-1983) y Óscar Humberto Mejía Víctores (1983-1986), o la inestabilidad persistente
durante todos los gobiernos y que fue disminuyendo progresivamente hasta la firma de la paz
en 1996.
Califica como los más destructivos de la historia reciente de Guatemala los años de 1979
a 1982, durante el gobierno del general Romeo Lucas García (1978-1982), en que se llevan
a cabo duros enfrentamientos con la guerrilla, y asesinatos y secuestros selectivos y se
produce, con una gran repercusión internacional, la ocupación y la quema de la embajada de
España en Guatemala (1980). A la inestabilidad social y política de esos años se unió la
renuncia, en 1980, del entonces vicepresidente de la república, Francisco Villagrán Kramer,
quien, desde su posición privilegiada, contribuyó notablemente a la investigación de la
historia reciente de Guatemala con su “Biografía política de Guatemala”.
Esta “Breve historia contemporánea de Guatemala” ofrece, en conclusión, un excelente
trabajo en el que el lector encuentra suficientes elementos para descubrir las razones y los
hechos que han conformado la Guatemala actual.

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