Está en la página 1de 5

MASACRE DE BARRIOS

ALTOS
La Masacre de La Cantuta, un profesor universitario y nueve
estudiantes de la limeña Universidad Nacional de Educación
Enrique Guzmán y Valle fueron secuestrados y
desaparecidos por el destacamento Grupo Colina,
pertenecientes al Ejército Peruano.
Barrios Altos fue escenario de una de las masacres más
recordadas durante la época del terrorismo. Un escuadrón
de aniquilamiento, “Colina”, acribilló a 16 personas que se
encontraban en una pollada celebrada en una quinta en Jr.
Huanta.
MASACRE DE BARRIOS ALTOS
La noche del 3 de noviembre de 1991 se llevaba a cabo una pollada en
el primer piso del inmueble ubicado en el Jirón Huanta Nº 840 para
conseguir fondos para reparar el servicio de desagüe de la quinta.
Aproximadamente a las 23:30, seis individuos armados y
encapuchados entraron al edificio luego de bajar de dos vehículos,
dispararon con sus fusiles a los asistentes sin mediar explicación.
Los atacantes, todos tenían el rostro cubierto con pasamontañas, al
entrar ordenaron a los asistentes de la reunión a tenderse en el piso,
donde les dispararon indiscriminadamente por cerca de dos
minutos, matando a 15 de ellos incluyendo a Javier Ríos Rojas, un
menor de 8 años de edad, e hiriendo seriamente a otras cuatro
personas, uno de los cuales quedó permanentemente paralítico.
Luego, los atacantes salieron en dos vehículos. Durante la
investigación, la policía encontró 111 casquillos y 33 balas del mismo
calibre en la escena del crimen.
En la madrugada del 18 de julio de 1992, 2 días luego de la explosión del
coche bomba en la céntrica calle miraflorina de Tarata, miembros
del Servicio de Inteligencia del Ejército así como de la Dirección de
Inteligencia del Ejército, muchos de los cuales aparentemente
miembros del recientemente establecido Grupo Colina, entraron a
las residencias de la Universidad Enrique Guzmán y Valle.
Una vez dentro, las tropas forzaron a todos los estudiantes a salir de
sus habitaciones y echarse boca abajo en el piso. Nueve estudiantes,
sospechosos de estar conectados a la explosión de Tarata, fueron
separados de los demás y llevados aparte. Mientras tanto, en las
residencias de los profesores, un grupo de soldados irrumpió en la
casa del profesor Hugo Muñoz Sánchez. Luego de registrar su
dormitorio, se lo llevaron.
En abril de 1993, un grupo de oficiales militares peruanos liberaron
anónimamente un documento detallando los eventos en La Cantuta.
Su documento señalaba que el escuadrón de la muerte había
secuestrado, torturado y asesinado a las víctimas enterrándolas
rápidamente luego. Posteriormente, tal como se señaló durante una
investigación iniciada por el Congreso, las fuerzas armadas
exhumaron, incineraron, y volvieron a enterrar los cuerpos en otra
ubicación. Los "soplones" militares nombraron a los miembros del
Grupo Colina que participaron en el incidente, identificando al jefe de
las operaciones – Mayor Santiago Martin Rivas – y señalaron que el
grupo operaba bajo órdenes directas de Vladimiro Montesinos.
No se investigó más al respecto después del autogolpe de Fujimori al cerrar
el congreso en abril de 1992. Cuando se restauró el legislativo tampoco se
publicó las indagaciones preliminares. La Fiscal de la Nación Nelly Calderón
denunció al expresidente como "co-autor" de la masacre, argumentando
que dicho grupo no hubiera podido cometer crímenes de esa magnitud sin
el consentimiento expreso o las órdenes directas de Fujimori. Como
resultado, el 'chino' fue condenado a 25 años de prisión por delitos de
violación a los Derechos Humanos el 7 de abril del 2009. La sentencia fue
corroborada por la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional.

MASACRE DE LA CANTUTA
En la madrugada del 18 de julio de 1992, 2 días luego de la explosión del coche bomba
en la céntrica calle miraflorina de Tarata, miembros del Servicio de Inteligencia del
Ejército así como de la Dirección de Inteligencia del Ejército, muchos de los cuales
aparentemente miembros del recientemente establecido Grupo Colina, entraron a
las residencias de la Universidad Enrique Guzmán y Valle.
Una vez dentro, las tropas forzaron a todos los estudiantes a salir de sus
habitaciones y echarse boca abajo en el piso. Nueve estudiantes, sospechosos de
estar conectados a la explosión de Tarata, fueron separados de los demás y
llevados aparte. Mientras tanto, en las residencias de los profesores, un grupo de
soldados irrumpió en la casa del profesor Hugo Muñoz Sánchez. Luego de registrar
su dormitorio, se lo llevaron.
En abril de 1993, un grupo de oficiales militares peruanos liberaron anónimamente
un documento detallando los eventos en La Cantuta. Su documento señalaba que el
escuadrón de la muerte había secuestrado, torturado y asesinado a las víctimas
enterrándolas rápidamente luego. Posteriormente, tal como se señaló durante
una investigación iniciada por el Congreso, las fuerzas armadas exhumaron,
incineraron, y volvieron a enterrar los cuerpos en otra ubicación. Los "soplones"
militares nombraron a los miembros del Grupo Colina que participaron en el
incidente, identificando al jefe de las operaciones – Mayor Santiago Martin Rivas – y
señalaron que el grupo operaba bajo órdenes directas de Vladimiro Montesinos.
LAS FOSAS DE CIENEGUILLA
El 8 de julio de 1993, a pocos días de que se cumpliera un año de desaparición, los
periodistas de la revista “Sí”, dirigida por Ricardo Uceda, anunciaron una revelación.
Habían recibido un mapa de unas fosas ubicadas en una quebrada de Cieneguilla.
Convocaron a la prensa, excavaron y encontraron huesos. Ahí detuvieron la
investigación hasta la llegada de los fiscales.
Los restos estaban a un metro y medio de profundidad, se hallaron casquillos de
calibre 9 milímetros, partes de antebrazo, cartones, telas, cabellos y huesos sueltos.
Dos manojos de llaves, los que luego ayudarían a comprobar que los restos sí eran de
los estudiantes de La Cantuta; también un cráneo de una mujer de unos 25 años
aproximadamente, una cadena con un dije de motivo prehispánico y trozos de tela.
No se investigó más al respecto después del autogolpe de Fujimori
al cerrar el congreso en abril de 1992. Cuando se restauró el
legislativo tampoco se publicó las indagaciones preliminares. La
Fiscal de la Nación Nelly Calderón denunció al expresidente como
"co-autor" de la masacre, argumentando que dicho grupo no
hubiera podido cometer crímenes de esa magnitud sin el
consentimiento expreso o las órdenes directas de Fujimori. Como
resultado, el 'chino' fue condenado a 25 años de prisión por delitos
de violación a los Derechos Humanos el 7 de abril del 2009. La
sentencia fue corroborada por la Corte Suprema y el Tribunal
Constitucional.
EL PRIMER ENTIERRO
Los especialistas habían determinado que los restos humanos
habían sido incinerados pero antes enterrados en otro lugar.
También, por los vestigios hallados, que habían sido asesinados a
balazos. Mientras las investigaciones de las fosas de Cieneguilla
continuaban, los periodistas de “Sí” recibieron un nuevo dato, el
primer entierro y el lugar donde ultimaron al grupo estaba en el
kilómetro 1.5 de la autopista Ramiro Prialé, en Huachipa.
El 4 de noviembre de 1993, en el descampado de la Prialé se encontraron prendas
de vestir, pero también unos boletos con el logo de la Universidad La Cantuta,
uno de ellos con el nombre de Bertilia Lozano. Se realizaron varias
exhumaciones, una de las más significativas fue la del 20 de noviembre, en la que
se halló un “esqueleto humano casi completo”. Para esa fecha, los restos
encontrados en Cieneguilla y Huachipa sumaron los de cuatro personas. Días
después harían otros hallazgos, como el de un cráneo, dos pies en cal viva, entre
otras piezas.
Sólo 5 detenidos de La Cantuta han sido plenamente identificados, los otros 5
aún continúan en calidad de desaparecidos. Pero, a la actualidad, sus familias
han podido encontrar justicia a sus muertes tras la condena de 25 años al ex
presidente Fujimori y todos los implicados en el asesinato de los estudiantes y el
profesor.
Conclusión
En el caso La Cantuta, el proceso de la opinión pública cumplió un papel
importantísimo pues todas las repercusiones que tuvo, tanto en el fuero civil como
en el militar, no se hubieran realizado si los medios y la presión interna de los
familiares -y la sociedad en general- no hubieran empujado al sistema a revelar los
verdaderos hechos.
El caso Barrios Altos un caso muy indignante que se suscitó en los años noventa en
el transcurso de la violencia interna que ocurrió en el Perú que duro 20 años
aproximadamente y que trajo un numero excesivo de victimas que fueron
torturados y matados cruelmente por senderistas y la mayoría del grupo colina y
el ejercito del Perú.
Los culpables de estos hechos ya están sentenciados por el Estado Peruano por que
en ese acto se violo tales derechos al no respetar las vidas de seres humanos en la
mayoría inocentes, pobres, humildes de la sierra selva y costa del Perú.

También podría gustarte