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Evolución de la población y el espacio urbano de la ciudad de San Pedro de Macorís

El origen más remoto que se conoce del territorio de lo que hoy es la provincia de San
Pedro de Macorís, se remonta a la época de los indios Macorix. Estos eran pobladores
de la provincia de Cayacoa o Agueybana, dentro del cacicazgo de Hicayagua o Higuey.
Probablemente su nombre se deba a la existencia de un río cercano al área de lo que
hoy es la ciudad de Santo Domingo, que desemboca en el Mar Caribe y fue denominado
por los indígenas como Macorix, que en lenguaje indígena significaba cuasi bárbaro o
persona extraña. Estos predios eran de gran valor para los pobladores por la fertilidad
de sus suelos para la producción de pan cazabe y la crianza de animales. Esto se
evidencia en la permanencia de diversas cuevas y grutas que fueron refugio de los
nativos pobladores del Cacicazgo de Higuey.
El período colombino marcó el exterminio de estos pobladores nativos de la isla, razón
por la cual estos predios permanecieron despoblados hasta 1800. Hacia 1815,
reaparecen nuevos pobladores a causa del nombramiento del señor Juan Antonio Aybar
como alcalde pedáneo desde Macorís hasta Cumayasa.
Al parecer, las condiciones naturales de la desembocadura del río, con un fondeadero
ancho pero de poca profundidad, incidieron en el establecimiento de dos poblados
localizados en la margen Este del río. Uno de ellos se denominó Mosquito ubicado cerca
de los manglares, donde proliferaban gran cantidad de mosquitos. El otro estaba
localizado en la margen Oeste del río, en la parte conocida como La Punta. Por estar más
expuesto al sol, se lo denominó con el nombre de Sol. De esta manera, el asentamiento
original quedó conformado por dos aldeas que conjuntamente fueron conocidos bajo el
nombre de Mosquitisol, perteneciendo el primero al distrito de El Seybo y el segundo al
de Los Llanos.
El asentamiento Mosquito tenía mayor cantidad de viviendas y habitantes que el otro
poblado. Asimismo, este presentaba mejores condiciones de salubridad y cierta
organización que le proporcionaba mejores perspectivas que su vecino del lado Este del
río. Pero la baja profundidad de las aguas y el gran contenido de sedimentos en su costa,
que impedían el paso de las embarcaciones, lo condenaron al olvido y a su desaparición.
El origen de la fundación de la ciudad de San Pedro de Macorís data del año 1822, a
causa de la invasión y consecuente dominación haitiana del territorio. Parte de la
población de la ciudad de Santo Domingo, emigró hacia aquel solitario lugar y estableció
un pequeño poblado en tres cuartas partes de los terrenos del lugar conocido como la
Yeguada del Sur, jurisdicción de Macorís. Estos terrenos fueron donados al Gobierno por
los señores Vicente Berroa, Juan de Acosta, José Rojas, Luis Valera, Eusebio Pallano y J.
R. Leonor. De esta manera se facilitaron estos predios a los inmigrantes agricultores
provenientes de Santo Domingo.
El 11 de mayo de 1846, el conjunto de aldeas que constituían Macorís fue elevado a
categoría de Puesto Militar. Con ello se lo segregó de la provincia El Seybo, pasando a
formar parte de la común de Hato Mayor. Su primer Comandante de Armas fue el señor
Antonio Molano en 1848. Sin embargo, se cita por primera vez este cambio de jerarquía
de Macorís en forma de ley el 16 de abril de 1852. Esta elevación de categoría marca el
comienzo de un asentamiento pujante, especialmente por los beneficios de una nueva
pero incipiente producción agroindustrial.
Hacia 1848, Macorís había sido erigido como Puesto Cantonal, quedando bajo la
dependencia de la provincia de El Seybo. Para esa época el poblado manifestaba un
fuerte indicio de expansión del caserío existente. Entre 1859 y 1861 fueron cedidos
varias porciones de terrenos al Ayuntamiento por parte de algunos ciudadanos
copropietarios de los mismos. Su finalidad fue albergar la futura ciudad de San Pedro de
Macorís que estaba conformándose. De esta manera el asentamiento llego a formar un
pequeño conjunto de cuadras en un área cuyos límites eran los siguientes: partiendo
desde el Caletón, al extremo Oeste de la actual calle Federico Bermúdez, antigua calle
El Retiro, uniéndose en dirección Sur a lo largo de la margen oriental del Rio Higuamo
con Puerta de la Tranca, hoy calle 10 de Septiembre, y desde aquí en dirección Este,
quedando unidos los dos extremos del predio por una recta en dirección Norte-Sur, que
hoy día constituye la actual calle Rafael Deligne hasta el Parque Duarte.
El 1ro de octubre de 1856 se erigió la primera iglesia construida con maderas criollas y
techumbre en yaguas. Fue subvencionada por los mismos habitantes del poblado y
estuvo en servicio hasta su destrucción por un temporal que afecto la parte Este de la
isla en 1865.
Hacia 1862, el Puesto Cantonal fue elevado a la categoría de Común bajo la jurisdicción
administrativa de la provincia de El Seybo, quedando el Ayuntamiento con categoría de
Junta Municipal.
Tras la anexión de la Republica el 18 de marzo de 1861 y la vigencia de una nueva ley
sobre la división territorial del país, Macorís se elevó a la categoría de Comandancia de
Armas. Esto equivalía a la categoría de Común, aunque en 1863 con la Restauración de
la Republica y el retorno de la ley de división territorial en administraciones provinciales
de 1854, San Pedro de Macorís retrocedió de nuevo a su antigua categoría de Puesto
Militar. El 16 de septiembre de 1865, el nuevo Gobierno Republicano promulga el
restablecimiento de las categorías de todas las localidades que habían sido elevadas
durante el periodo de la Anexión, por tanto, Macorís recobro su categoría de Común.
Esta restitución de su categoría se corresponde con un nuevo periodo de desarrollo y
bonanza económica auspiciado por la fundación de varias agroindustrias de mayor
escala y el establecimiento de casas comerciales nacionales y extranjeras. Así, San Pedro
de Macorís comienza a ser el escenario de la llegada de nuevos procesos
agroindustriales, siendo la caña de azúcar el principal producto agrícola que comenzó a
ser explotado con ellos. En 1876, en la parte Norte de la ciudad se instala el primer
ingenio, denominado Angelina, propiedad del cubano Juan Amechazurra, iniciando su
primera zafra el 9 de enero de 1879. Hacia 1880, los resultados económicos de la
producción del ingenio fueron muy favorables. Esta situación y el estado político de
Cuba, agravada por la lucha independentista, fueron fuentes generadoras de un éxodo
migratorio cubano hacia San Pedro de Macorís. A esto se sumó la potencialidad
productiva de estas tierras, su bajo costo y su proximidad a una infraestructura portuaria
que le brindaba facilidades de acceso para la instalación de maquinarias de producción
y de exportación del producto.
A partir de esa época se desato una proliferación de nuevos ingenios azucareros dentro
del territorio macorisano. En 1879 se funda el ingenio Porvenir, en esa época el más
próximo a la ciudad, con la inversión del norteamericano Santiago Mellor. A este le
siguieron los ingenios Consuelo, fundado entre 1881 y 1882 en la sección conocida como
Agua Dulce, y constituido en el primer ingenio central de Macorís; el ingenio Cristóbal
Colón, fundado en los terrenos de la comunidad del Guano, con su primera molienda en
la zafra de 1883 a 1884; el ingenio Santa Fe, que realizo su primera zafra en 1884; el
ingenio Puerto Rico, que inauguró sus operaciones con la zafra de 1885, y por último, el
ingenio Quisqueya, establecido en 1894.
Esta inserción de industrias azucareras de grandes extensiones originó la construcción
de importantes edificaciones en sus bateyes. Junto a ello, una gran extensión de vías
férreas y grandes adelantos para la comunidad macorisana, que ascendieron a una
inversión de 35 millones de pesos. Esto provocó un cambio en 10 años, en los que San
Pedro de Macorís pasó de una simple aldea de pescadores a una de las principales
ciudades del país.
El incipiente desarrollo también se evidenciaba por la elevación de categoría político-
administrativa de Macorís. El 10 de junio de 1882 pasó a ser Distrito Marítimo,
equivalente a provincia, siendo ratificado por el gobierno el 23 de junio y entrando en
vigencia a partir del 10 de septiembre del mismo año. La administración de la ciudad
quedó estructurada por el Gobernador, el Comandante de Armas, el Administrador de
Hacienda, el Administrador de Correos y el juzgado de primera instancia con un
Procurador Fiscal y un Juez de Instrucción. Asimismo, fue creado también el cargo de
Interventor de Aduanas con la finalidad de inspeccionar el recién habilitado puerto para
la exportación de diversos rubros. Entre octubre de 1882 y julio de 1883 este fue
habilitado para la importación, debido a las exigencias del incipiente comercio que se
registraba en la ciudad.
La dinámica económica del momento produjo tres flujos migratorios. Uno fue de origen
europeo y asiático, especialmente españoles y libaneses, que llegaron a Macorís
atraídos por las oportunidades económicas que brindaba la pujanza de su comercio.
Otro fue la inmigración forzada para las actividades de labranza y corte de caña de
nacionales haitianos y otros isleños procedentes de las Antillas de cultura anglosajona,
los que fueron denominados ¨cocolos¨. Finalmente un tercer flujo fue el de la
inmigración nacional hacia la zona, procedente principalmente del Cibao y del Este. Para
este periodo, Macorís comenzaba a exhibir ciertas edificaciones de servicio ligadas a las
actividades de exportación e importación. Entre estos se destacaban las oficinas de
aduana y las instalaciones de un nuevo muelle en concreto que sustituía el viejo muelle
de madera.
El crecimiento económico de Macorís hacia fines de 1882, fue el motor generador de
una expansión de la zona urbana. Nuevas calles se alinearon a la trama original y
aparecieron nuevas edificaciones de concreto armado, que paulatinamente fueron
sustituyendo los materiales tradicionales de madera y zinc. Entre las edificaciones más
importantes de la época cabe citar la nueva iglesia, el parque de bomberos, y los teatros
Colón, Restauración, Independencia, República, España y Aurora, que era uno de los más
amplios y elegantes de la época en todo el país. A esto se agregaron otras edificaciones
que alojaban oficinas de bancos comerciales extranjeros, casas comerciales y clubes
recreativos y culturales. Entre estos cabe citar el edificio del Royal Bank of Canada, el
National City Bank of New York, el edificio de la Sucesión Morey, el edificio del Hospital
San Antonio, el consultorio del Dr. Luis E. Aybar, el Centro Recreativo Español Inc., el
Club 2 de Julio, el edificio de la Logia Aurora y el edificio de la Logia Independencia.
Para esta época, como forma de planificación y protección de la ciudad ante los
incendios, los oficiales del Cuerpo de Bomberos dividieron la ciudad en cuatro cuarteles
a partir de la intersección de las calles Duarte y Sánchez. Esta división fue aceptada por
el Ayuntamiento que subdividió la ciudad en cinco barrios: Barrio Oeste que comprendía
las edificaciones antiguas, Barrio Sur o Miramar hacia la costa; Barrio Este sobre la
Ciénaga del Este, Barrio Nordeste compuesto por Villa Velázquez y Barrio Norte que
comprendía las zonas denominadas Villa Providencia y Buena Vista. La ciudad quedó
conformada por estos cinco grandes sectores, que estructuraban 105 calles y más de
3,500 edificaciones, entre las públicas, comerciales y de viviendas.
El año 1887 marcó la llegada y ensamblaje del nuevo templo macorisano, realizado en
madera y cubierto de tejas, que tenía una extensión de 60 pies de ancho por 120 pies
de largo y una torre de 120 pies de altura. Fue destruida por un incendio en 1896, fecha
en la que la ciudad ya contaba con un cuerpo de bomberos. No obstante para el mismo
año, Macorís contaba con una ermita techada de zinc y construida en maderas
extranjeras. En 1910 se construyó un nuevo templo de concreto armado de estilo gótico-
ingles, sobre las mismas bases del templo destruido por el incendio. Para esa época
existían también otras iglesias como la Moroviana, Presbiteriana, Anglicana, Evangélica
y Adventista.
En un período de menos de 20 años, la producción de azúcar para exportación y las
diversas actividades mercantiles y de intercambio que se desarrollaban en Macorís,
convirtieron la ciudad en una de las más prósperas del país, no solo en su aspecto
económico, sino también en lo cultural y social. A este período de bonanza económica,
comprendido entre 1876 y 1930, se le conoció como ¨la danza de los millones¨.
Es precisamente en esta época cuando Macorís despierta como una comunidad
laboriosa y progresista, marchando al ritmo de aquellos tiempos. Los avances que se
registraban en el suelo petromacorisano eran similares a los de los centros urbanos más
avanzados. Entre ellos cabe citar el sistema ferroviario de transporte para la caña de
azúcar, imprentas, automóviles, telégrafo, teléfono, letras y artes, periódicos, libros,
teatros, bibliotecas, escuelas, clubes sociales, hospitales, logias y un floreciente
comercio que ofrecía todo lo que la industria o artesanía producía. Como colofón de ello
surgía una arquitectura que moldeó todas las funciones de una floreciente comunidad.
En 1920, la ciudad registraba un total de 14,431 habitantes distribuidos en una superficie
de 217 hectáreas, con una densidad poblacional de 66 habitantes por hectárea.
En el período intercensal 1920-1935, la población pasó de 14,431 habitantes a 18,617
habitantes. Esto representó un incremento del 29% en un periodo de 15 años,
equivalente a un crecimiento anual de un 1.9%, lo que significó la incorporación de 279
nuevos habitantes cada año.
En la década de 1920, la ciudad desempeñaba un papel preponderante en la economía
nacional sobrepasando a ciudades como Santo Domingo y Santiago de los Caballeros.
Esto se debía básicamente a los altos precios del azúcar en el mercado internacional a
raíz de los efectos de la Primera Guerra Mundial. De esta manera se auspiciaba una
incipiente economía y una consecuente expansión de la ciudad. Estaba considerada
como la provincia más urbanizada del territorio nacional.
La expansión urbana de esa época, estructuró la ciudad en 15 sectores, entre los que
cabe citar: La Arena, La Barca, Placer Bonito, El Silencio, Villa Providencia, Villa
Velázquez, Moño Corto, La Aurora, Miramar, Buena Vista, Pueblo Nuevo, entre otros. La
mayoría de ellos se ubicaban en dirección Norte-Sur.
En ese momento, la ciudad contaba con 80 firmas o casas comerciales dedicadas a la
importación, 11 firmas de negocio de exportación, 30 industrias diversas, 8 centrales
azucareros, una escuela normal superior, una escuela normal primaria superior, 8
escuelas de instrucción pública urbana, 14 escuelas rurales y 11 escuelas particulares.
En 1935, la ciudad registraba un total de 18,617 habitantes distribuidos en una superficie
de 250 hectáreas, con una densidad poblacional de 75 habitantes por hectárea.
En el período intercensal 1935-1950, la población pasó de 18,617 habitantes a 19,876
habitantes. Esto representó un incremento del 6.5% en un periodo de 15 años,
equivalente a un crecimiento anual de un 0.43%, lo que significó la incorporación de 84
nuevos habitantes cada año.
El gran auge económico de Macorís comenzó a disminuir a finales de la década de 1920,
debido a la fragilidad del mercado del azúcar. Los precios del crudo descendieron
drásticamente en el mercado norteamericano, al cual se le vendía casi la totalidad de la
producción de los ingenios petromacorisanos. Otro factor que contribuyó a ello está
estrechamente vinculado con la fuerte depresión a nivel mundial por los efectos de las
guerras. Por último, influyó también la implantación del régimen dictatorial de Trujillo
en 1930. Desde ese momento, todos los ingenios pasaron a conformar la Corporación
de Ingenios Estatales, al igual que otras industrias. La concentración de toda la actividad
económica, política, cultural de la nación se volcó hacia la ciudad de Santo Domingo,
capital del país. Esto generó un flujo migratorio hacia Santo Domingo y hacia el exterior
del país, provocando un estancamiento total de la economía y el crecimiento lento de la
ciudad hasta finalizado el régimen dictatorial con la muerte de Trujillo.
Hacia 1950, la ciudad registraba un total de 19,876 habitantes distribuidos en una
superficie de 290 hectáreas, con una densidad poblacional de 68 habitantes por
hectárea.
Para el período intercensal 1950-1960, la población urbana pasó de 19,876 habitantes a
21,820 habitantes. Esto representó un incremento del 9.75% en un período de 10 años,
equivalente a un crecimiento anual de un 0.975%, lo que significó la incorporación de
194 nuevos habitantes cada año.
En 1960, la ciudad registraba un total de 21,820 habitantes distribuidos en una superficie
de 400 hectáreas, con una densidad poblacional de 55 habitantes por hectárea. A partir
de 1960, la dinámica poblacional de la ciudad experimentó variaciones significativas.
En el período intercensal 1960-1970, la población pasó de 21,820 habitantes a 42,473
habitantes. Esto representó un incremento del 94.7% en un periodo de 10 años,
equivalente a un crecimiento anual de un 9.47%. Este cambio se observa en los 2,065
nuevos habitantes que se incorporaron anualmente a la ciudad, 20 veces más que el
período anterior. Este incremento estuvo directamente relacionado con los cambios y
ajustes en la política económica del país, implementados después de la caída del
régimen trujillista, lo que dinamizó el crecimiento de la población urbana.
Hasta 1961 la ciudad estaba conformada por el casco fundacional y dos barrios
consolidados en el período trujillista. Sus límites eran al Norte los barrios Restauración,
Mejoramiento Social y la Urbanización Evangelina Rodríguez; al Este la Urbanización
John F. Kennedy y el Barrio Sarmiento; al Sur los barrios Miramar y Japón y al Oeste la
margen Este del Rio Higuamo.
El período post dictadura se caracterizó por los cambios y ajustes en la política
económica del país, lo cual dinamizó nuevamente el crecimiento de la ciudad. Se
revitalizo el crecimiento poblacional impulsando la expansión de Macorís hacia fuera de
los límites de su casco fundacional. Surgieron nuevos barrios y se consolidaron otros
como Urbanización Evangelina Rodríguez, Mejoramiento Social, Barrio Restauración,
Urbanización Presidente John F. Kennedy, La Filipinas, Japón, entre otros, todos ellos
ubicados en dirección Norte-Este. Esta expansión de un periodo de 10 años duplicó su
población.
En cambio, en 1970 la ciudad registraba un total de 42,680 habitantes distribuidos en
una superficie de 700 hectáreas, con una densidad poblacional de 61 habitantes por
hectárea.
Los límites de la ciudad paulatinamente fueron superados por la continua expansión
urbana en las décadas de los 70 y 80, que se produjo especialmente en las zonas Norte-
Noreste y Sureste de la ciudad.
Para el período intercensal 1970-1981, la población urbana pasó de 42,473 habitantes a
82,473 habitantes. Esto representó un incremento del 93.2% en tan solo un período de
11 años, equivalente a un crecimiento anual de un 8.5%, lo que significó la incorporación
de 3,617 nuevos habitantes cada año. Este incremento se relaciona con las inversiones
en industrias, turismo e infraestructura que se realizaron en esta época.
La década de 1970 marcó el comienzo de una serie de inversiones que estimularían el
crecimiento de la ciudad. Se creó el primer Parque de Zona Franca del país, la Fábrica de
Cementos Nacionales, se fundó la Universidad Central del Este (UCE) y se construyeron
diversas obras de infraestructura tales como la rehabilitación de la antigua carretera
Sánchez, que comunicaba San Pedro de Macorís con la ciudad capital; la construcción
del tramo carretero costero que comunica la ciudad con Juan Dolio, Boca Chica y Santo
Domingo, el Puente sobre el Rio Higuamo y las avenidas de circunvalación, 27 de Febrero
y la del Malecón de la ciudad.
En 1981, la ciudad registraba un total de 82,473 habitantes distribuidos en una superficie
de 900 hectáreas, con una densidad poblacional de 92 habitantes por hectárea.
Para el período intercensal 1981-1993, la ciudad continuó con un ritmo ascendente en
su crecimiento poblacional. De 82,473 habitantes en 1981, pasó a 124,735 habitantes
en 1993, significando un incremento de un 51% en un lapso de 12 años. Esto representó
un incremento anual de un 4.25%, lo que significó la incorporación de 3,521 nuevos
habitantes cada año. Este crecimiento poblacional se vincula directamente con el inicio
de la industria turística en 1985; con la consolidación del parque de Zona Franca de la
ciudad y con el crecimiento y ampliación de empresas macorisanas y nacionales
radicadas en la ciudad.
Estas inversiones aceleraron un nuevo proceso de urbanización, incentivando flujos
migratorios desde otras localidades de la Subregión Sureste y de otros puntos del país.
A pesar de este incremento demográfico, la situación económica se agravó y por
consiguiente las condiciones de vida de los habitantes de la ciudad. Comenzaron los
problemas de contaminación ambiental producidos por las grandes empresas
establecidas cerca de las márgenes del rio y la arrabalización de los sectores más pobres
de la ciudad.
A partir del 1985 se impulsó el aprovechamiento de los recursos naturales del municipio
con fines turísticos, al tiempo en que la producción azucarera empezaba a disminuir. En
una franja de unos 12 kilómetros de playa entre Guayacanes y Juan Dolio, se
desarrollaron varios complejos hoteleros que han consolidado la zona paulatinamente
como una de las mejores del país y del Caribe. Esta actividad es una fuente de empleo
para un porcentaje considerable de la población petromacorisana. No obstante, la
principal fuente generadora de empleos de la ciudad y su entorno lo constituyen sus dos
parques de zona franca. Esta nueva dinámica económica provocó la llegada de grandes
flujos inmigratorios desde otras partes de la provincia, de la Subregión Sureste y del
resto del país.
En 1993, la ciudad registraba un total de 124,735 habitantes distribuidos en una
superficie de 1,400 hectáreas, con una densidad poblacional de 89 habitantes por
hectárea.
Para el período intercensal 1993-2002, la población urbana pasó de 124,735
habitantes a 191,084 habitantes. Esto representó un incremento del 53.2% en tan solo
un período de 9 años, equivalente a un 5.9% anual, lo que significó la incorporación de
3,921 nuevos habitantes cada año.
En este período se observa una tendencia de crecimiento que consolidó los sectores
periféricos de la ciudad. Desde 1993 hasta 1999 se agregaron 432 nuevas hectáreas
urbanizadas, abarcando la ciudad un total de 1833 hectáreas aproximadamente. Esta
expansión supone la incorporación de 72.13 hectáreas por año entre 1993 y 1999.
Bajo esta tendencia, las áreas más densificadas son las zonas Noreste y Este de la ciudad,
con 166 y 135 habitantes por hectárea respectivamente y la zona Oeste con 110
habitantes por hectárea. En orden decreciente le siguen la zona central de la ciudad, con
71 habitantes por hectárea y la zona Sur con 60 habitantes por hectárea. Las densidades
más bajas solamente se registran en la zona Norcentral y Noroeste con 39 habitantes
por hectárea y 24 habitantes por hectárea respectivamente. Esta última no se
corresponde con la cantidad de población que allí se concentra, ya que esta densidad
está influenciada por el tamaño que posee toda esa zona.
En 2002, la ciudad registraba un total de 191,084 habitantes distribuidos en una
superficie de aproximadamente 1,850 hectáreas, con una densidad poblacional de 103
habitantes por hectárea.
Para el período intercensal 2002-2010, la población urbana pasó de 191,084 habitantes
a 195,307 habitantes. Esto representó un incremento del 2.2% en un periodo de 8 años,
equivalente a un 0.28% anual, incorporándose a la ciudad 528 nuevos habitantes cada
año.
En este período, la ciudad exhibió un crecimiento físico no planificado, que se orientó
hacia la parte Norte y Nordeste, donde anteriormente se registraban grandes
extensiones de caña de azúcar. Surgieron barrios pobres que en su gran mayoría
presentan problemas en la dotación de servicios básicos y precariedad en las viviendas.
También se observa un fenómeno de sustitución de áreas residenciales acomodadas que
abandonan el casco fundacional y se insertan en el perímetro Sur de la avenida Amiama
Tió, evidenciándose la transformación paulatina del sector céntrico hacia una zona
comercial y de servicios.
La ciudad aún continúa la expansión hacia las zonas Norte y Este a un ritmo acelerado.
Esto se produce en ambas márgenes de los ejes viales principales que conducen hacia
otras localidades como Consuelo, Hato Mayor y El Seybo hacia el norte, a Ramón
Santana hacia el Noreste y a La Romana hacia el Este. Esto ha generado el surgimiento
de áreas urbanizadas que aún no presentan las condiciones mínimas de infraestructura
de servicios.
Hacia el Sur la ciudad tiene como límites el Mar Caribe y una zona inundable detrás del
Parque de Zona Franca en proceso de consolidación urbana. Mientras que hacia el Oeste
tiene como límite natural el Rio Higuamo, que también ha sido traspasado, en las
proximidades de su margen Oeste, por industrias y viviendas precarias en la zona
denominada La Punta.
El desarrollo de nuevos proyectos viales está orientando la creación de nuevos límites
urbanos. En este sentido se observa que el empalme de la antigua carretera Sánchez
con la Autopista Duarte (en el tramo Santo Domingo-San Pedro de Macorís) y el actual
proyecto de autovía Norte de la ciudad (que pasa por el extremo Norte del Ingenio Santa
Fe y empalma con la carretera que conduce a La Romana) desde ya puede considerarse
como el nuevo límite urbano por el Norte, Este y Oeste de la ciudad. Mientras que por
el Sur, la ciudad seguirá teniendo como límite natural la costa. En este sentido, se
necesita naturalmente de una nueva vía que empalme la prolongación de la avenida del
Malecón, en dirección Sur-Noreste con la carretera que conduce a La Romana.
Actualmente la ciudad presenta, como unidades territoriales administrativas, un centro
o casco fundacional más 67 barrios o sectores residenciales. Estos están reconocidos por
el Ayuntamiento Municipal en la cobertura de los servicios municipales y comprenden
58 barrios, incluyendo los bateyes, y 9 urbanizaciones. Además de estos sectores, se
encuentran en construcción 3 nuevas urbanizaciones en la zona Norte.
En el 2010, el IX Censo Nacional de Población y Vivienda refleja una tasa de desempleo
ampliado de un 28.8% para el municipio. Estimando la población actual (2017) de la
ciudad en 184,000 habitantes, se espera una disminución del 4.5% respecto a 2010. Esto
representa el 0.64% anual, equivalente a la salida de 1,615 habitantes fuera de la ciudad
cada año. La disminución proyectada se debe a que una parte considerable de la
población se ha trasladado al Distrito Nacional y a los municipios Verón, La Romana y
Guayacanes en busca de empleos en el área comercial, industrial y de servicios como el
turismo. (Gráfico de población urbana).
A partir de estos datos se puede concluir que en los últimos 50 años, San Pedro de
Macorís presentó una alta tasa de crecimiento promedio anual, aunque ha disminuido
la velocidad de dicho crecimiento. En términos absolutos, la población urbana casi se
quintuplicó en el período de 1970 al 2010, pasando de 42,473 habitantes para el censo
de 1970 a más de 195,000 habitantes, lo que equivale a aproximadamente una
población 10 veces mayor a la que había después de la caída del régimen trujillista en
1961.

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