Está en la página 1de 3

Recursos literarios con la violencia:

: “Usted estaba en Lima, pues, mientras su gente moría”

Este fragmento de diálogo es entre Carrión, quien representa a los criollos ayacuchanos y
Chacaltana, representante de los criollos de Lima. En este diálogo se le increpa a
Chacaltana su ausencia, su desinterés por Ayacucho; mientras los ayacuchanos morían a
manos de senderistas, entre 1980 y 2000, el fiscal como otros limeños solo serían testigos
desinteresados de lo que ocurría dentro del país

La madre desaparecida es también un producto de la violencia, como descubrimos en


el desenlace de la novela, a través del autor de los asesinatos misteriosos, el comandante
Carrión : "- Su madre sufría mucho cuando él [padre de Chacaltana] se ponía así...
Sobre todo porque le daba una borrachera... digamos... violenta. (...) Eran demasiados
golpes. Lluvias enteras de hematomas. A su madre llegó a romperle el brazo dos veces.
Usted
estuvo a punto de perder un ojo. Recuerda? (...) Era un chico listo usted. Y las lámparas
eran
de keroseno. O quizá de aceite. Una de esas cosas inflamables que siempre llevan
encendida
una llama." La vida de Chacaltana es una vez más desvelada sin su consentimiento, y el
personaje materno se vuelve una fuente de culpabilidad y arrepentimiento. Si hasta ahí la
madre evocaba tranquilidad y protección, ahora ella se vuelve el recuerdo de múltiples
agresiones, producidas no solamente por el marido alcoolatra, pero también por su propio
hijo: "- Lo disfrutó como yo he disfrutado, Chacaltana? Le gustó? (...) Se da cuenta de lo
que
hizo, Chacaltana? Y de cómo huyó? Ni siquiera volvió al oír los gritos de su madre, ni
siquiera por ella se arriesgó. (...)"

"Nadie quería
hablar de eso. Ni los militares, ni los policías, ni los civiles. Habían sepultado el recuerdo de
la guerra junto con sus caídos. El fiscal pensó que la memoria de los años ochenta era
como
la tierra silenciosa de los cementerios. Lo único que todos comparten, lo único de lo que
nadie habla."

"Chacaltana tomó los papeles y trató de leer. Pero no había


nada que entender en ellos. Sólo incoherencias. Barbarismos. No eran sólo los errores
ortográficos, era todo. En el caos no hay error, y en esos papeles ni siquiera la sintaxis tenía
sentido. Chacaltana había vivido toda su vida entre palabras ordenadas, entre poemas de
Chocano y códigos legales, oraciones numeradas u ordenadas en versos. Ahora no sabía
qué
hacer con un montón de palabras arrojadas al azar sobre la realidad."
Vemos como Chacaltana es afectado mentalmente por la violencia y muerte que habia
vivido
¿Alguna vez se ha sentido
sitiado por el fuego […] Aquí no hubo un grupo terrorista o dos. Aquí hubo una guerra, señor
fiscal. Y en la guerra, la gente se muere”

“–Claro. Si uno mata con bombas caseras se llama terrorismo y si mata con
ametralladoras y hambre se llama defensa” En esta cita, el personaje terrorista
Hernán Durango usa la ironía para referirse a los militares como “agentes de
violencia” que contraatacan a los senderistas. En este comentario se confirma que
ambas fuerzas militares (Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas del Perú) son
“agentes de violencia,”

¿No los ha visto pegándose en la fiesta de la fertilidad? Violentos son. El fiscal


había estado varias veces en esa fiesta. Recordó los golpes. Hombres y mujeres, no
importa. Todos partiéndose la cara, que es donde más sangre. Creían que su
sangre irrigar la tierra. Recordó las narices goteando y los ojos morados. El fiscal
solía tipificar las fiestas como “violencia consentida con motivos de religiosidad”. Se
hacían muchas cosas raras con motivos de religiosidad.

"Félix, hace ocho años, yo salía a la calle y me mataban. Y ya no. Los terrucos
mataron a mi madre, mataron a mi hermano y se llevaron a mi hermana para que
luego la mataran los cachacos." Page 60

"Pero luego, lo que había pensado que eran rocas y tierra fue cobrando una forma
más precisa ante sus ojos. Eran miembros, brazos, piernas, algunos
semipulverizados... formando un montón de desperdicios humanos." Page 86

Clavaron siete puñales en su corazón con precisión perfecta. Todo tipo de cosas:
machetes, navajas de explorador, hasta un cuchillo de carne.(...).Lo destrozaron sin
cortar las principales vías de circulación. (muerte de Justino Mayta)
el medio cuerpo que sobresalía del horno, era el del padre Quiroz. (...) Algo emergía
de la boca del sacerdote. Al llegar a su lado, el fiscal descubrió que era la
empuñadura de un cuchillo(...) Antes o después de la ejecución, el asesino había
vertido ácido sobre la cara y los brazos del sacerdote.

La pequeña habitación estaba casi enteramente pintada de sangre. (...) Cuando el


fiscal se acercó a las sábanas (...) descubrió dos piernas, dos brazos, una cabeza.
Amontonados sobre la cama dejando libre el espacio del tronco, y nada más. Aún
tuvo una esperanza antes de reconocer, entre el rojo absoluto de los miembros, el
diente brillante de Edith

También podría gustarte