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Racismo y Discriminación en la Argentina

Autor Víctor Ramos

Capítulo: La noche de los facones largos

Faltaba poco para el amanecer aquel primero de enero de 1872 en Tandil, entonces una pequeña ciudad
de la Provincia de Buenos Aires. Los festejos por el Año Nuevo habían terminado no hacía mucho, pero
ya el silencio era total. La gente dormía profundamente; con seguridad muchos soñaban y quizá algunos
se removían inquietos en sus lechos; ninguna pesadilla, sin embargo, podía asemejarse a la tragedia que
estaban por desencadenarse.
Un estruendo de cascos irrumpió en la noche y se concentró en la calle del juzgado. Una docena de
gauchos ingresó en el edificio, violentando sus puertas. Buscaban armas, que no encontraron. El lugar no
estaba deshabitado: el indio Nicolás, que había pasado la fiesta en soledad, era el único preso del pueblo.
Para su sorpresa, fue liberado por los gauchos, que volvieron a sus caballos y siguieron recorriendo las
calles, hasta que encontraron a un organillero italiano, que arrastraba penosamente su instrumento de
trabajo, quizá de regreso de alguna fiesta lejana. Al grito de "¡muerte a los extranjeros!" y vivas a la
religión, los hombres rodearon al italiano y lo golpearon sin piedad, salvajemente. Cuando partieron,
dejaban atrás un organillo roto y un hombre muerto.
La partida continuó su cabalgata siniestra en dirección a las afueras. Buscaban una caravana de carretas
en las que dormían unos comerciantes vascos, que tenían pensado ingresar al pueblo con las primeras
luces del día. Ahora el grito fue: "¡mueran los gringos y los vascos!".
Salieron a relucir los cuchillos y alguna lanza. Jacinto, un gaucho de mirada recelosa y extraviada, dirigió
el degüello hasta que nueve cadáveres unieron su silencio al de la pampa sin límites. Alguien, sin
embargo, había conseguido sobrevivir, oculto en el fondo de su carreta, bajo una pila de cueros.
La marcha mortal siguió hasta el almacén de otro vasco, quien fue asesinado sin miramiento. Aunque
perdonaron a su mujer, porque era argentina, no pasó lo mismo con el joven peón, hijo de italianos, que
fue descubierto en su escondite y también degollado en el acto.
La partida buscó después un almacén de ramos generales propiedad de un estanciero inglés. Mister
Thompson no sobrevivió más que unos segundos, al igual que sus dependientes, un joven matrimonio.
La primera claridad del amanecer los sorprendió galopando como jinetes fantasmas y en la punta de las
lanzas podía verse la divisa punzó. Más tarde, un testigo dijo que escuchó vivas a la Confederación.
Los asesinos volvieron a detenerse en la casa de Juan Chapar, extranjero que había progresado mucho
desde su llegada a Tandil. Un pequeño de sólo cinco meses de vida fue arrancado de los brazos de su
madre y degollado de inmediato, mientras la mujer, ganada por la locura, reía y aullaba. Una segunda
hija, Paula, de cinco años, murió al recibir varias cuchilladas que entraron entre sus costillas.
Una adolescente corrió la misma suerte, aunque antes fue violada por varios de los criollos enloquecidos,
entre insultos a los extranjeros y a los masones y vivas a la religión católica.
Cuando la partida se alejó del lugar, dejó atrás un tendal de muertos y a un joven agricultor herido, atado
de pies y manos a la rueda de una carreta para que se desangraba. Nuevamente en las afueras del
pueblo, los asesinos descansaron de su macabra faena a orillas del río.
Con el amanecer la noticia de la espantosa matanza recorrió rápidamente toda la ciudad. Mientras
algunos lloraban a sua familiares o amigos masacrados, muchos se prepararon para enfrentar la locura,
sobre todo, los extranjeros, quienes se organizaron como cuerpo armado, tomando a su cargo la
vigilancia en las calles y desplazando a la policía de la provincia, porque se sospechaba que algunos de
sus integrantes habían participado en las matanzas.
Algunos de los asesinos fueron capturados cuando volvían a sus viviendas, pero muchos lograron huir
luego del sangriento, incomprensible raid.
Cuando una patrulla policial al mando del comandante Ramón Gómez --también integrada por vecinos- se
topó con los criminales, el uniformado los increpó:
-¿Porque andan asesinando?
-Andamos matando gringos y masones , porque nos quieren pisar, sacrificándonos y perjudicándonos, fue
la respuesta.
Nadie atinaba a dar una explicación que permitiera entender los motivos de tan salvajes asesinatos.
Durante el juicio fue posible precisar que habían intervenido en las matanzas unas cincuenta personas,
paisanos que hasta las vísperas se reunían pacíficamente en las pulperías y a veces asistían a reuniones
en el rancho de un conocido mano santa, al que llamaban Tata Dios. Muchos eran padres de familia y, en
general, se trataba de gente sin antecedentes violentos que explicaran la orgía de sangre en la que
habían participado, matando a diecisiete personas.
Cuando se realizó el proceso judicial a los acusados tampoco pudieron ofrecer explicaciones atinadas. La
Justicia determinó que se estaba frente a asesinos contumaces e irrecuperables, trastornados por
afecciones psicológicas que escapaban al entendimiento de los jueces.
El abogado defensor, por su parte, quien nunca llegó a hablar con sus defendidos, intentó explicar lo
ocurrido de esta manera: "Los llamados asesinos de Tandil, en su funesto extravío, han creído consumar
una obra meritoria... Este profundo pero inexplicable extravío de su raza inculta permitió a seres
inofensivos hasta entonces, creer que harían obra grata a los ojos de Dios, derramando la sangre de los
que designaban como sus enemigos".
Cuando debieron enfrentar el rechazo y la espantada condena de los habitantes de su propia ciudad,
algunos de los asesinos adquirieron conciencia de la monstruosidad de los crímenes cometidos y se
mostraron abrumados y arrepentidos.
"He cometido un crimen como para que me maten. Degüéllenme", pedía uno de los detenidos.
Pero otro de ellos, próximo a su ajusticiamiento, declaró:
"Yo, señor, lo único que pido es que me de su palabra de honor de que no ha de permitir a ningún italiano
que toque mi cadáver, quiero ser enterrado por hijos del país y no quiero que ningún italiano me toque, ni
aún el chiripá".
Conviene insistir en que, en todos los casos, se trataba de vecinos que hata el día anterior habían
mostrado una vida normal y honesta, sin que nada pudiera hacer prever que en algún momento irían a
protagonizar hechos semejantes.

El diario de la localidad publicó entonces estos comentarios sobre los asesinos:


"Cruz Gutiérrez, hombre de fisonomía franca... era según muchos un peón honrado y trabajador... Casado
y padre de siete hijos, la mayor de catorce años y el menor de siete meses... con un tipo de fisonomía con
todo el exterior de la bondad".

Sobre otro de los inculpados consignó el mismo periódico:


"Sin conocer sus crímenes, la impresión que se hubiese experimentado sería la de una profunda simpatía;
pues lejos de parecer un asesino cruel y cobarde, tenía el aspecto de un mártir resignado a su suerte. En
su frente, siempre levantada, había sin embargo, algo del valor indomable del gaucho porteño..."

Estos hechos ocurrieron luego de que la Argentina experimentara vertiginosos cambios que dejaron atrás
las reglas de juego que habían regido las relaciones económicas y sociales. La desaparición de las viejas
formas de trabajo afectó también a las redes sociales de contención, como las que exigía José Hernandez
desde su periódico El Río de la Plata, cuando reclamaba el cese del reclutamiento forzoso, la
organización laboral en las estancias o el voto directo para elegir a los Jueces de Paz.
El temor al extranjero era alentado muchas veces por los grupos sociales dominantes, quienes veían a los
inmigrantes como gente necesaria para el comercio y la producción, pero a quienes no debía alentarse
para que progresaran en la escala social. Probablemente estas prédicas, "ennoblecidas" por el alcohol,
crearon las condiciones culturales propicias para la matanza de extranjeros.
El propio Hernández documenta este sentimiento xenófobo y racista en más de un pasaje de su obra
maestra.

AQUI CITAS DEL MARTIN FIERRO DEL ITALIANO Y LA MUERTE DEL NEGRO.

Es que conviene tener en cuenta que en nuestro país, presentado no pocas veces en el pasado y hoy
mismo como un "crisol de razas", la discriminación por motivos raciales o presuntamente raciales ha
estado presente a lo largo de su historia, a pesar del impulso a la inmigración masiva, principalmente de
españoles e italianos, dado a fines del siglo pasado y comienzos de éste por los gobiernos
conservadores, con la consigna de poblar y producir.
Los inmigrantes, y sobre todos sus hijos, tuvieron que pelear para conseguir el derecho al voto y la
posibilidad de ocupar cargos en los gobiernos locales y en el gobierno nacional. Se vieron obligados a
disputarle el poder político a la oligarquía tradicional. Lucharon contra la discriminación, y la figura
emblemática de esas luchas por la democracia política es la de Hipólito Irigoyen. No obstante, como
veremos en este mismo capítulo, el fenómeno aún no está por completo erradicado.

Un presidente discriminado
La repetición permanente de actitudes como la discriminación, la xenofobia y el racismo es uno de los
dramas de nuestro tiempo, acciones que dividen a los hombres y a los pueblos y que, en definitiva,
empobrecen la vida humana. La historia de nuestro país y el simple análisis de la realidad actual a través
de las noticias cotidianas nos habla del resurgimiento incesante, en el mundo, incluido el nuestro, de los
fenómenos que nos proponemos analizar.
En las primeras décadas del siglo, a la par de ese ascenso político de las clases medias nacionales, que
ejemplificamos con la figura del presidente Irigoyen, se verificaba el rechazo a las reivindicaciones de
trabajadores industriales, generalmente de origen centroeuropeo y de ideología anarquista y socialista.
La expresión jurídica de ese rechazo es la llamada "Ley de Residencia", una legislación que autorizaba al
Poder Ejecutivo a deportar a los extranjeros que luchaban por humanizar la legislación social. La
tristemente célebre prisión de Tierra del Fuego -donde se confinaba a sindicalistas y militantes
anarquistas y socialistas-- tenía también el objetivo de "separar " del resto de la sociedad a los miembros
que los "bien pensantes" de entonces consideraban nocivos o peligrosos.
Su carácter de "extranjeros" y de amenaza para el "ser nacional" llevó a las sangrientas represiones de la
llamada Semana Trágica y a los fusilamientos de la Patagonia, represión orientada en lo político y lo
ideológico por grupos de la auto proclamada "gente decente", que constituirían en definitiva el "fascismo
criollo".
Otra manifestación extrema de esta actitud de discriminación generalizada por parte de las conducciones
políticas y económicas del país se vivió hacia la mitad de este siglo, cuando el dirigente radical Ernesto
Sanmartino acuñó la calificación de "aluvión zoológico", para designar el ingreso masivo en Buenos aires
de argentinos procedentes del interior, que se convirtieron en obreros industriales en la década del
cuarenta y que fueron el basamento del movimiento político creado por el General Perón. Son los
llamados "cabecitas negras" , mestizos de español e indio, aún hoy considerados en muchos casos como
ciudadanos de segunda categoría, en un conglomerado social ensanchado permanentemente por la
presencia de inmigrantes que vienen de los países limítrofes, bolivianos, paraguayos y chilenos, en la
mayoría de los casos.
Todas esta manifestaciones siguen teniendo en la actualidad una lamentable vigencia. Al respecto, resulta
ilustrativo rescatar la confesión del periodista Bernardo Neustad -que tiene un costado que hoy podría
parecer risueño si no desnudara un sistema de falsos valores que permanece vivo en algunos sectores y
grupos sociales argentinos- acerca de la visión que él tenía sobre Carlos Menem cuando éste era
candidato a Presidente.
"Tuve muchos prejuicios" recuerda Neustad. "A la gente que no lo había votado le produjo asombro, como
a mí, un señor con patillas, negrito, turco y con zapatos blancos. No le creía. Cuando vino a mi programa
antes de las elecciones, lo agredía en los intervalos. Creo que fue la vez que más perdí la consideración".
Interrogado acerca de si su actitud fue de prejuicio o discriminación, el comunicador dijo: "Un poco de
todo. Cuando lo vi entrar, creí que otra vez se me iba el país de las manos, que íbamos a pasar otros
cuarenta años de estatismo, de país cerrado. Con él perdí mi condición de periodista equilibrado. Vuelvo a
ver el programa y me da vergüenza..."
Neustad reconoce que luego Menem hizo muchas cosas buenas y modernizó a la Argentina. "Pero yo lo
alerté", aclara: "Cuidado con los que ahora lo ven alto, rubio y de ojos azules". Con una reacción simétrica
contra su prejuicio inicial, el periodista da a entender que mucha gente, entre las cuales ya no se incluye,
sólo puede aceptar como dirigente del país a un político que sea alto, rubio y de ojos azules, a imagen y
semejanza de los presidentes estadounidenses de las últimas películas de Hollywood!!

Capítulo: El concepto de discriminación

Así como la Argentina fue desde mediados del siglo pasado y durante casi cien años la "tierra prometida"
para los inmigrantes europeos y de Medio Oriente, desde hace unos años lo es para un cada vez más
importante número de personas provenientes de los países vecinos. Esto tiene que ver con la pobreza
reinante en esos lugares, pero también con un trasfondo cultural e histórico común entre nuestros
pueblos. Estos inmigrantes de Bolivia, Paraguay, Chile o Perú consideran natural venir a nuestro país
porque hablamos un mismo idioma, tenemos tradiciones compartidas, una religión que también es la
misma en la mayoría de los casos y un territorio contiguo, en el que las fronteras muchas veces son una
mera línea trazada en un papel. El hecho de que nuestra economía ofrezca un desarrollo más sostenido,
con perspectivas posibles de mejoras en los ingresos y en la calidad de vida, completa el conjunto de
condiciones atrayentes.
Desde el fondo de la historia vienen voces que son más o menos escuchadas de acuerdo con las
circunstancias políticas; las voces (y el ejemplo de sus acciones) de hombres como San Martín, Bolivar,
Sucre, el propio Perón y tantos otros, que lucharon por una común patria latinoamericana.
"Con el Mercosur estamos inmersos en el más importante proceso de integración económica que se haya
impulsado en América Latina desde la guerras de la independencia" . Con éxito innegables en todos los
terrenos, el Mercosur permite generar expectativas hacia la construcción de una nueva Nación. De pronto,
estamos impensadamente en la ruta de San Martín, Artigas y Bolívar. Con el crecimiento económico se
acentuará el proceso inmigratorio en todas direcciones. Seguirán llegando a la Argentina pobladores de
otros países latinoamericanos con su rasgo más visible --su condición de morenos-- a espantar las
"buenas conciencias", que se ven frente a una invasión, a veces denostada, pero siempre aprovechada
con un sentido práctico.
De la misma manera miles de argentinos avanzan hacia San Pablo, Río de Janeiro y Bello Horizonte para
entremezclarse en el verde Brasil.
Pero esta movilidad, de positivo signo desde el punto de vista de la integración, tiene también su costado
oscuro. En los meses de marzo y abril de 1998 hubo una información escasamente valorada por los
medios masivos de comunicación, quizá porque se estaba en vísperas del campeonato mundial de fútbol
de Francia y había otras cuestiones de "política mayor", supuestamente más interesantes. Se había
descubierto la sistemática compra de niños bolivianos de diez a doce años de edad, a veinte pesos por
cabeza, para ser ingresados en la esclavitud laboral.
Las declaraciones de los "asombrados" vecinos de la fábrica donde "vivían" y trabajaban estas criaturas
fueron sorprendentes: afirmaron no haber visto nada raro en el lugar, con lo que no hicieron más que
confirmar aquella afirmación de El Principito, quien decía que "lo esencial es invisible a los ojos".
Y hay otra cuestión para tener en cuenta: donde hay uno que compra hay otro que vende; en este caso
los padres de los niños. Ambos extremos de la operación comercial confirman un alarmante estado de
deshumanización, que de ninguna manera puede presentarse como un hecho aislado.
Como tampoco es casualidad, ya que nos estamos refiriendo a los inmigrantes bolivianos, un hecho
histórico que dejará estupefacto a más de uno: me parece conveniente destacar que el primer presidente
argentino fue un boliviano. Efectivamente, don Cornelio Saavedra, Comandante del Regimiento Patricios
de la ciudad de Buenos Aires, héroe de la resistencia durante las invasiones inglesas y Presidente de la
Junta Revolucionaria de Gobierno del 25 de Mayo de 1810, había nacido en Potosí y estudiado en
Chuquisaca, junto con otros destacados intelectuales de esa época revolucionaria.
Cuando Bolivia quedó excluida de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Saavedra quedó en la
historia interesada que nos han enseñado como un "porteño conservador". Pero se trata de una realidad
muy ilustrativa respecto del pasado común que tenemos todos los pueblos latinoamericanos y que
debería contribuir a que se piense con un poco más de interés en el tema de la Patria Grande. Este
cimiento común de nuestros países tendrá una importancia fundamental en un futuro; si no es compartido,
nuestros países quedarán condenados a un mediocre destino insular, de gente que aspira a ser mera
fotocopia de los ciudadanos de los países llamados "centrales".
A pesar de que esta profunda relación que une a las naciones latinoamericanas es evidente, la "cultura
oficial" se ha empeñado en ignorarla. Es más, por todos los medios se ha tratado de crear la idea
contraria. Hay, por ejemplo, un pensamiento al respecto notoriamente falso, pero que se ha repetido hasta
el cansancio y es considerado como "verdad indiscutible". Se trata de un dicho atribuído a Jorge Luis
Borges: "los argentinos descendemos de los barcos". Pero si pensamos un poco en el asunto, nos
daremos cuenta de que no todos descendemos de los barcos. Hemos hablado de la inmigración
latinoamericana y sabemos que bolivianos y peruanos tienen los mismos problemas para integrarse en
nuestra sociedad que chaqueños o correntinos, o la gente de los pueblos originarios. Los hijos de los que
descendieron de los barcos discriminan en muchos casos a los recién llegados y se olvidan de que todos
integramos esta sociedad, que es la Argentina.
¿Acaso no fueron asiáticos los primeros pobladores de América, que llegaron por el estrecho de Bering?
¿Tiene en realidad importancia quién llegó antes o quién después?
Esta manipulación del pasado y de la realidad actual de nuestros países tiene, es cierto, razones
ideológicas y económicas, pero revela también la existencia de sentimientos discriminatorios y racistas: se
pretende pertenecer a una cultura que se considera superior, aunque no sea la propia.
La historia ha enseñado que estos conceptos discriminatorios son un camino peligroso, porque nunca se
saben dónde terminan. Un ejemplo extremo de hasta dónde pueden llegar fueron las prácticas racistas y
xenófobas que se registraron durante la Segunda Guerra Mundial. Al respecto, escribió Theodor Adorno:
"La exigencia de que Auschwitz no vuelva a ocurrir es el primer principio de toda educación, nos ruboriza
hasta tener que plantearlo, precede necesariamente a cualquier otra, que ni creo ni debo tener que
fundamentar...Tener que fundamentarlo resulta algo monstruoso, habida cuenta de la monstruosidad que
fue. Ahora bien, si esa exigencia y los interrogantes que plantea encuentran tan escaso eco, es señal que
lo monstruoso no ha removido lo más profundo del hombre, es un síntoma de que subsiste la posibilidad
de su repetición, al menos en lo que afecta al estado de conciencia o de inconsciencia del hombre...Se
habla de la amenazante recaída en la barbarie. Pero tal recaída ya lo fue Auschwitz".
Varias décadas después de esa reflexión, las "recaídas" se han multiplicado hasta nuestros días,
ilustradas con el empleo de letales armas químicas en distintos conflictos bélicos: los miles de cadáveres
encontrados en fosas comunes en Sebrenika, a consecuencia de la guerra de Bosnia; matanzas más
recientes en la zona de los Balcanes; muertos y emigraciones masivas en Africa por las guerras tribales;
la violación como arte de la guerra para desmoralizar al enemigo y diluir su identidad racial; hasta el
conflicto entre La India y Pakistán, en el que las partes se amenazan con bombas atómicas...
Estos son sólo unos pocos ejemplos en los que emergen el racismo o la xenofobia en toda su crudeza. Es
una muestra de las distancias que se establecen entre los pueblos y entre los hombres, por el rechazo a
lo que entienden como diferencia de unos respecto de los otros.
Los casos citados, ubicados en el terreno de la tragedia, pueden ser considerados como el peldaño
superior de una escala que comienza en la vida cotidiana de los individuos, con el rechazo al otro, al que
es diferente, al que es distinto, por tener otro origen, otro color de piel, otra contextura física, pertenecer a
una determinada religión o no tenerla, padecer una discapacidad, ser homosexuales o enfermo.
El rechazo a "los otros", en determinadas condiciones sociales y políticas, como caldo de cultivo, puede
dar origen a movimientos masivos de repudio a los "diferentes" o "extraños", con consecuencias de
agresión, violencia y deshumanización generalizada. La lista de víctimas posibles puede volverse
interminable, de acuerdo con las condiciones sociales e históricas concretas de cada país o región.
Pero en el principio de todos estos males está la discriminación.

¿Qué es discriminar?
Se considera a la discriminación como el comportamiento negativo con respecto a los miembros de un
grupo diferente, hacia el cual se tienen prejuicios y estereotipos determinados. Es razonable pensar que
"en el principio" fue la discriminación lisa y llana el inicio de la escalada, que se alimentó de sentimientos
etnocentristas, xenófobos o incluso racistas, sustentados siempre en los prejuicios. Dice un antiguo
proverbio copto : "si dejas entrar al zorro judío en tu gallinero, te comerá vivo".
La Organización de las Naciones Unidas define a la discriminación como la actitud de negar a individuos o
grupos una igualdad en el trato que ellos desearían disfrutar; por ejemplo, cuando se niega a los
miembros de un determinado grupo el derecho de integrarse a un barrio, ciudad, trabajo, escuela o país.
O de conservar sus tradiciones religiosas y culturales.
En el boletín de noticias de la Comisión Islámica de España, del mes de mayo de 1998, la Comisión
Islámica de Melilla, integrada en la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, denunció al
ministro de Sanidad y Consumo la discriminación que sufren los musulmanes melillenses en el Hospital
público de Melilla, África española, y la falta de respuesta del Director Gerente de dicho centro
hospitalario.
La Comisión Islámica de Melilla (CIM) ha solicitado en repetidas ocasiones a los distintos gerentes del
centro la habilitación de este lugar para la oración, sin haber recibido ninguna respuesta al respecto,
mientras que la comunidad católica dispone de una capilla. Considera la CIM justificada su petición al
indicar que "un buen porcentaje de los enfermos de este hospital son ciudadanos españoles musulmanes
y existe un agravio comparativo importante y una discriminación anticonstitucional ya que los pacientes de
religión cristiana cuentan con una capilla y los musulmanes, no".
La CIM solicita la intervención personal del ministro de Sanidad y Consumo con el objeto de "favorecer el
clima de convivencia y terminar con este trato discriminatorio contrario a la constitución de nuestro país".
Algunos autores europeos consignan la existencia de discriminación, xenofobia o racismo, ejercida en
contra de los residentes provenientes de los países latinoamericanos en Europa y Estados Unidos, si bien
señalan que, para algunos de estos discriminados, las condiciones en que viven en Europa y los Estados
Unidos, son mucho mejores que aquellas en que viven los grupos que sufren discriminación en el interior
de esos mismos países.
En general, se habla en este caso de discriminación respecto de las comunidades indígenas originarias,
un fenómeno muy visible en Latinoamérica. En el curso de este trabajo nos adentraremos en las causas
que permiten la existencia de este fenómenos.

Capítulo: El prejuicio y los prejuiciosos

Algunos antropólogos han definido al prejuicio como una actitud hostil o prevenida hacia una persona que
pertenece a determinado grupo simplemente por el hecho de pertenecer a ese grupo, en la presunción de
que posee las cualidades negativas atribuidas al mismo. La opinión negativa se produce respecto del
grupo despreciado y después incorpora al individuo.
El prejuicio es una evaluación negativa de las personas, una idea preconcebida que se tiene sobre los
otros.
En la mayoría de los casos, se parte de la suposición de que existe una inferioridad natural o genética en
el grupo segregado, o bien una circunstancia cualquiera que establece la inferioridad de sus integrantes.
También es común que se ponga un acento en las diferencias culturales, lo que explicaría la inferioridad
de los otros.
El hecho concreto es que, por medio de unas u otras excusas, siempre hay una evaluación negativa del
discriminado.
El prejuicio de que el pueblo español es bruto e ignorante tiene una clara raíz inglesa. La gran influencia
cultural británica en las clases dominantes de nuestro país instaló aquí el mismo prejuicio. Tan fuerte fue y
es esa prédica negativa, que los propios españoles terminaron creyéndola.
La sociedad argentina acuñó gran número de prejuicios parecidos a lo largo de su historia. Cuando el
prejuicio es remarcado públicamente por ilustres y respetados hombres de la cultura nacional, el arraigo
de este flagelo se hace carne en la sociedad. El daño que se hace es casi irreparable.
No podemos dejar de soslayar la contribución a los prejuicios que han realizado muchos de los grandes
hombres de nuestro pasado histórico. Ellos también, como nosotros, fueron víctimas de los prejuicios y
estereotipos nacionales.
Veremos como curiosidad, que en la ideología dominante de nuestro país, el prejuicio no sólo es contra el
extranjero, sino también contra el criollo.
Entre los ilustres que citaremos a lo largo de esta investigación surgen los prejuicios de Domingo Faustino
Sarmiento, Facundo Quiroga, Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo, Juan Bautista Alberdi y varios mas que
no dejaran de asombrarnos.
Entre ellos, los de Juan José Hernández Arregui, quien alguna vez escribió:

"El país pierde personalidad. La invasión inmigrante y el retroceso de las antiguas tradiciones colectivas
bajo el empuje de contingentes humanos sin arraigo, el vacío asentamiento mundano de la clase
dirigente, crean un clima de hostilidad a la inteligencia. Los núcleos inmigrantes conservan sus antiguas
costumbres, resisten a la asimilación o la aceptan lentamente luego de profanarla idiomáticamente. Al
rechazar la cultura en la que penetran, se mantienen dentro de ella en un lento proceso de
transculturización, como elementos independientes o insensibles, cerrados a todo interpretación de las
conciencias con los grupos locales ".

Coincidimos con el análisis del investigados Juan Carlos Chaneton, cuando se refiere a "la ambigüedad"
en el proceso histórico argentino. ¿Cómo coinciden sectores "oligárquicos liberales" con "nacionales
populares"? ¿En que se parecen Sarmiento y Facundo?

Para abordar los temas del racismo y la xenofobia, es imprescindible despojarse de esos prejuicios
ideológicos que todos arrastramos, y esforzarnos por hacer simplemente un análisis humanista de la
realidad social.
Muchas veces, la ideología disimula o justifica posiciones que poco tienen que ver con aquel marco
ideológico: ¿o acaso Adolf Hitler no recurrió a pensadores de la talla de Hegel, Nietzche, o Schopenahuer
para justificar algunos de sus mas aberrantes postulados?
Atrevámonos a discutir con nuestros próceres, a sacudirles el polvo. Convirtámoslos en seres reales, con
sus inmensas virtudes y defectos. De lo contrario estaremos condenados a no pensar por nosotros
mismos y por consiguiente a la inacción.
Vienen a nuestra memoria los versos de Bertold Brecht:

Primero se llevaron a los comunistas,


Pero a mi no me importó,
Porque yo no lo era;

Enseguida se llevaron a unos obreros,


Pero a mi no me importó,
Porque yo no lo era;

Luego apresaron a unos curas,


Pero como yo no soy religioso,
Tampoco me importó...

Ahora me llevan a mí,


Pero ahora ya es demasiado tarde...

Leemos a Domingo Sarmiento:

"Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos
gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara
(Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriota" .

Y también : "Una Constitución pública no es una regla de conducta para todos los hombres. La
Constitución de las masas populares son las leyes ordinarias, los jueces que las aplican y la policía de
seguridad. No queremos exigir a la democracia más igualdad que la que consienten la diferencia de raza
y posiciones sociales. Nuestra simpatía para la raza de ojos azules" .
La irrupción de las masas en la vida nacional actuó en 1945, de la mano del peronismo, y desató en una
parte importante de la intelectualidad local (cuyo imaginario cultural se nutría en Europa, particularmente
en París y Londres) una reacción prejuiciosa inédita. Escritores cuyo alto valor literario es indudable,
como Jorge Luis Borges o Julio Cortázar, mostraron una veta prejuiciosa de extraordinaria virulencia. A
través de uno de sus personajes, decía Cortazar:

"...-te voy a decir que cada vez que veo un pelo negro lacio, unos ojos alargados, una piel oscura, una
tonada provinciana, me da asco. Y cada vez que veo un ejemplar de hortera porteña, me da asco. Las
"catitas" me dan asco-".

Puede pensarse que ese texto fue entonces el exabrupto de un intelectual que no entendía el proceso
histórico que estaba viviendo el país y, por lo tanto, lo rechazaba. De hecho, el escritor se fue de la
Argentina cuando se producía este ascenso al poder de las masas. Muchos años después, reivindicó esta
posición de inocultable sesgo prejuicioso:

"Publico hoy este viejo relato porque irremediablemente me gusta su libre lenguaje, su fábula y moralejas,
su melancolía porteña y también porque la pesadilla donde nació sigue despierta y anda por las calles. "

Según el autor esta pesadilla era y es el peronismo. Precisamente al novela escrita en 1950 y recién
publicada en 1973, describe el Buenos Aires del período peronista y los sentimientos que le despertaba.

La tolerancia permite aceptar criterios, ideas y opiniones considerándolas incluso erróneas, pero no
rechazándolas como inaceptables.
En una sociedad democrática y tolerante no quedan excluidas las ideas extremistas, sino las acciones
extremistas fuera de la ley, como también la apología de un delito o la incitación a un crimen.
Entendemos por tolerancia, comprender, escuchar analizar, darle entidad a argumentos que no
compartimos e incluso rechazamos.
La tolerancia no es la rendición de nuestros argumentos, ni soportar, ni aguantar al otro sino como
sostiene el jurista español, José Luis Alvarez:

"La tolerancia, en una palabra, no es un desarme intelectual, sino un esfuerzo para la convivencia."

Siempre sorprendiéndonos sobre los prejuicios de los grandes de nuestro país leemos en el artículo
"Nuestro Credo en la cuestión de extranjeros" de Juan Bautista Alberdi, los siguientes pasajes:

"A la Europa debemos todo lo bueno que poseemos, incluso nuestra raza, mucho mejor y mas noble que
las indígenas, aunque lo contrario digan los poetas, que siempre se alimentan de fábula :"

"El gran Moctezuma, al fin, era un gran salvaje, monarca de salvajes como él, sin religión verdadera, sin
ciencias, sin leyes, sin instituciones cultas. El mejor de sus monumentos arquitectónicos, no vale una
cornisa o un arco griego, o un arabesco, de los que debemos a España" .

La escritora Silvina Bullrich se refleja a sí misma y a muchos argentinos o porteños:

"En general, los argentinos se consideran desterrados, me refiero a los porteños y especialmente a las
porteñas, de las capas elevadas de la sociedad; quizás haya en nosotras nostalgia por la tierra de
nuestros abuelos; quizá nuestro ser puje por recobrar las raíces europeas, hace apenas un siglo
arrancadas de cuajo. La angustia del destierro asoma en casa frase. Se envidia al que pudo regresar al
terruño, a la lejana patria espiritual. Esta es la oficina, Europa es el hogar y se sueña con regresar a él ".

"Mi familia fue de estilo europeo. En casa no se supo de esa forma de molicie criolla tan complaciente ".

Un rasgo común de todo prejuicio es que conduce a la elaboración de estereotipos sustentados en


creencias respecto de los rasgos de personalidad, conductas, apariencia física y comportamiento moral,
asociados a un determinado grupo étnico, sexual o de clase. Se trata de una simplificación en el análisis,
producto de las limitaciones que encuentran los hombres y las mujeres para procesar un entorno social
muy complejo y en incesante cambio.
Thomas Merton definía como "alquimia moral" la valoración de conductas a partir del sujeto o del
.......social que las produjera. Para dar un ejemplo, se trata del sujeto para quien el valor tenacidad se
conjuga así:
"yo soy tenaz, tu eres obcecado, él es cabezadura". O, en el mismo sentido, piensa: "yo soy ahorrativo, tu
eres avaro, él es miserable ". La lista sería inteminable.
Estas creencias se expresan, por lo general, mediante exageraciones acerca de ciertas conductas
censurables. Aparecen entonces expresiones tales como:

"los árabes son mafiosos"


"los negros son ladinos"
"los cabecitas negras son vagos"
"los judíos son tacaños"
"los gitanos son ladrones"
"los tucumanos también"
"los italianos fanfarrones"
"los jujeños son cogotudos"
"los chaqueños son peleadores"
"los gallegos brutos"
"los salteños son opas"
"los malvinenses son kelpers"
"los santiagueños perezosos"
"los cordobeses son mentirosos"
"los gordos pachorrientos"
"las mujeres son histéricas"
"los correntinos son cuchilleros"
"los chilenos son carteristas"
"los alemanes son nazis"
"los peruanos usurpan casas"
"los coreanos son explotadores"
"los chinos comen ratas"
"los porteños son chantas"
"los rosarinos son prepotentes"
"los indios son borrachos"
"los mendocinos son pedantes"

Y con desprecio se les llama bolita al boliviano, paragua, al paraguayo y chilote al chileno. En España la
ola de chistes contra argentinos es similar a la que hay en argentina contra los "gallegos". El estereotipo
del argentino queda a la vista en este "chiste":

"Si te roban la cartera es un chileno, si te asaltan con un puñal, es un colombiano y si te estafan, es


un...argentino".

En México para denostar a los venezolanos, a los que visualizan como soberbios, dicen que:

"Los venezolanos, son panameños, que se creen argentinos".

En una entrevista periodística Monseñor Justo Laguna recordaba la definición de una un terrateniente que
le dijo:

"-Yo no contrato criollos, no pierdo el tiempo-".

En un comercio de Santa Rosa, La Pampa, un letrero rezaba:

"La casa se reserva el derecho de admisión al local comercial. GITANOS, prohibida la entrada ".

Aunque es justo señalar que el repudio fue general y se lo retiró en un conflicto suscitado en setiembre de
1994.
Cabe distinguir, además, a los estereotipos y prejuicios étnicos, es decir, aquellos que utilizan la raza y
sus idiomas, religión y costumbres, como base del rechazo.
A su vez, el sexismo es el prejuicio hacia las mujeres, el antisemitismo el prejuicio hacia los judíos, la
homofobia el prejuicio hacia la homosexualidad... y la lista sigue indefinidamente.
Distintos autores coinciden al determinar la función que cumplen estos estereotipos.
En primer lugar, contribuye a proteger la propia personalidad, al mantener la autoestima del sujeto .
Por otra parte, se trata de una grosera simplificación del análisis, de una forma económica de resolver la
incógnita que plantea el contacto con el otro. Es, simplemente, la resolución de un problema complejo
mediante un mínimo esfuerzo del pensamiento.
Además, la aceptación de estereotipos y prejuicios permite inconcientemente a quien los asume fantasear
con la pertenencia al grupo dominante, con ser aceptado por ese grupo y, por lo tanto, reafirmar su
identidad.
Un ejemplo cotidiano ilustra este mecanismo: poco tiempo atrás una señora española llegada al país con
la gran ola inmigratoria de los años 40 se hacía eco de una serie de prejuicios vinculados a los coreanos y
justificaba una eventual expulsión de esa comunidad.
Al recordársele su propio origen inmigrante, y las muchas barreras de prejuicios que sufrió en su
momento, su reacción fue espontánea: "Pero, nosotros ya estamos acá".
En suma, podemos afirmar que el prejuicio es la evaluación, sin datos que la corroboren, que se hace de
un grupo distinto y de sus integrantes. El estereotipo será el componente más claro del problema, las
creencias que se tienen acerca de cómo es y cómo se comportará una determinada persona. Y la
discriminación será la resultante en el plano del comportamiento, en relación con los otros, los evaluados.
Tal vez sea el prejuicio y la intolerancia lo que nos hace tan parecidos y contrapuestos.

Capítulo: Etnocentrístas, descentrados y disparatados

"El etnocentrismo consiste en el hecho de elevar independientemente a la categoría de universales los


valores de la sociedad a la que yo pertenezco. El etnocentrista es , por así decirlo, la caricatura natural del
universalista "

Tzvetan Todorv

La simple experiencia de verificar cómo se asumen grupalmente una serie de prejuicios y estereotipos
sobre "los otros" sirve para identificar el fenómeno llamado etnocentrismo, que consiste en percibir al
propio grupo como la referencia básica en relación a la cual se evalúan a las demás sociedades. En
condiciones de frustración generalizada o ante un clima de gran inseguridad social, estas tendencias
pueden llevar a la aparición de actitudes racistas. Los animales tienen una conducta relacionada con su
sobrevivencia en el propio medio o entorno, al que se encuentra adaptado. El hombre, en cambio no
posee en realidad un medio natural: lo va elaborando y construyendo permanentemente, en relación con
las circunstancias que lo rodean, pero sin verse condicionado solamente por ellas. Como vemos, los
hombres deben emigrar para sobrevivir y asegurar sus condiciones de existencia. Construye entonces las
circunstancias de su vida y va estructurando su cultura, una suerte de segunda naturaleza adquirida que,
en definitiva, establecerá un ámbito de actuación exclusivo, comparable a lo que significa el ambiente
para el resto de los animales. Cuando las condiciones de existencia se hacen muy problemáticas, el ser
humano emprende el viaje que lo ha llevado a ocupar todos los continentes. Se aleja física y mentalmente
de su lugar de nacimiento y se enfrenta con otros hombres y otras culturas. En ese momento está
expuesto a ser víctima de la intolerancia o discriminación en el nuevo sitio al que llegó o, cuando
protagoniza emigraciones masivas, puede ser tentado a desalojar o a dominar a los nativos del lugar. La
historia del hombre es en gran parte la historia de sus migraciones y, en general, es posible afirmar que
en el contacto intolerante con los otros, tiene su origen y desarrollo la llamada cultura bélica. De todo lo
expuesto se desprende que puede haber un camino en sentido inverso, sustentado básicamente en la
capacidad del hombre de transformarse a sí mismo. Es el camino de la tolerancia, de la negociación con
los otros y de su inclusión en el universo propio: un tema fundamental sobre el que volveremos. El artículo
fundamental de la Declaración Universal de Derechos Humanos dice:

"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos ".

El artículo primero de la Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales de la UNESCO en 1978 se
consigna:

"Todos los seres humanos pertenecen a la misma especie y tienen el mismo origen. Nacen iguales en
dignidad y derechos, y todos forman parte integrante de la humanidad" (...) "Es incompatible con las
exigencias de un orden internacional justo y que garantice el respeto de los derechos humanos, toda
distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en la raza, el color, el origen étnico o nacional, o la
intolerancia religiosa motivada por consideraciones racistas".
Estos conceptos pueden ser complementados con los de Federico Mayor Zaragoza Director General de la
UNESCO (1996):

"La diversidad enriquece la vida humana y es motor del progreso moral. El aislamiento y la endogamia
llevan al ocaso y la decadencia. Y lo que es cierto para los organismos individuales, lo es aún más para
las culturas. Los pueblos que no han sido capaces de interactuar, de transmitir y aceptar influencias
enriquecedoras, han declinado ineluctablemente. La exclusión y discriminación -lo mismo dentro de una
sociedad que entre naciones- conduce a la incomprensión y a la violencia".

El antropólogo francés Lévi-Strauss señala en "La mirada distinta" que la xenofobia tiene ciertas virtudes
positivas para la cohesión del grupo y que no hay nada censurable en sostener que una manera de vivir y
pensar está por encima de las demás: sostiene que el etnocentrismo es natural e incluso deseable, y
niega que pueda dar lugar al racismo . Si bien atendible, la teoría de Lévi-Strauss es peligrosa, en tanto el
etnocentrismo es una condición previa necesaria de la xenofobia y ésta se sintetiza en el rechazo al
extranjero, el odio al de afuera. Nada hay de malo en que los grupos destaquen virtudes propias como
forma de consolidar su cohesión: pero nada bueno saldrá de allí si esa cohesión se fundamenta en el odio
o el desprecio hacia los otros. Nada bueno puede esperarse de creer que las costumbres propias son las
únicas naturales y lógicas y considerar las costumbres ajenas como irracionales y hasta salvajes. En un
país en formación, como la Argentina del siglo pasado, estos comportamientos se aplicaron entre
compatriotas: era la época de vigencia de la consigna "civilización o barbarie" de Domingo Faustino
Sarmiento frente a la de "religión o muerte" de Facundo Quiroga. Este último lema muestra por sí sola la
intolerancia de una época donde el derrotado rara vez salvaba su vida, pero apuntemos también la crítica
hacia la "civilización" imperante que se impuso a los caudillos federales del interior. A este respecto es
ilustrativa la expresión de Sarmiento, cuando recomienda a Mitre:

"no ahorre sangre de gauchos, es lo único que tienen de humano ".

En realidad estaba refiriéndose a adversarios políticos, con una idea distinta de cómo debía de
organizarse la Nación, pero la descalificación iba mucho más allá de lo político, probablemente porque la
elite argentina de esos tiempos, la gente "bien pensante" del Puerto de Buenos Aires, estaba influida por
culturas e intereses externos y quería diseñar un país a su imagen y semejanza: o, mejor dicho, a
semejanza de esos otros países, considerados más cultos y avanzados, con el trasfondo de intereses
económicos compartidos. En su libro Las multitudes argentinas, el médico y sociólogo José M. Ramos
Mejía escribió:

"Individuos aislados pululan abundantemente en los pueblecitos miserables de indios y mestizos; en el


alto y bajo Perú y en la Argentina. La Inquisición de Lima los persigue tenazmente con el fuego y el
tormento. Pero ellos le resisten con su audacia de ignorantes, su analgesia de primitivos, y, como si los
animara la confusa visión de un porvenir remoto mucho mejor, continúan su extraña contumacia ".

Hay que decir que los morenos tan denostados pusieron lo suyo para hacer realidad ese porvenir que
vislumbraban, en un conflicto que aún no ha terminado.

Con la atención puesta luego en la cuestión racial, Ramos Mejía estudió el cambio en los rasgos físicos
de los inmigrantes rurales y llegó a conclusiones que seguramente no le habrían valido un premio
científico:

"La primera generación es, a menudo, deforme y poco bella hasta cierta edad; parece el producto de un
molde grosero, los primeros vaciamientos de la fundición de un metal noble, pero todavía lleno de
engrosamientos y aristas que el pulimento posterior va a corregir. Hay un tanto por ciento de narices
chatas, orejas grandes y labios gruesos: su morfología no ha sido modificada aún por el cincel de la
cultura. En la segunda, ya se ven las correcciones que empieza a imprimir la vida civilizada y más culta
que la que traía el labriego inmigrante".

En fin, quizás el aire de la Capital, pensaba el autor, además de proporcionarles una educación
sarmientina, lograra que se les agrandaran las narices, se les achicaran las orejas y se les afinaran los
labios. En cierto sentido, Ramos Mejía era optimista... En su Facundo, Sarmiento afirma:

"Las razas americanas viven en la ociosidad, y se muestran incapaces, aún por medio de la compulsión,
para dedicarse a un trabajo duro y seguido. Esto sugirió la idea de introducir negros en América, que tan
fatales resultados ha producido. Pero no se ha mostrado mejor la raza española cuando se ha visto en los
desiertos americanos abandonada a sus propios instintos".
En la actualidad, muchas personas suelen afirmar que los argentinos no somos racistas: "aquí no hay
negros", dicen, suponiendo que por lo tanto, no habría peligro de actitudes racistas. Pero, en realidad, ese
prejuicio opera de la misma manera contra los morenos, mestizos de indios y españoles y descendientes
mestizados de los negros que dieron su vida en la primera línea de fuego de las guerras de la
Independencia y, luego, en las guerras civiles. En los discursos de sectores progresistas no existen
negros, pero en la vida real los morenos están a la vista y son discriminados con absoluta naturalidad .
Recordemos simplemente un comentario habitual: "negro tenía que ser". Con semejantes criterios,
siempre vigentes, no puede extrañar a nadie que la "civilización" haya invadido el interior del país, en el
siglo pasado, con la Remington en la mano. Aquella consigna de "civilización o barbarie" volverá en forma
recurrente a través de nuestra historia enarbolada por los extremos de la ideología. Como no podía ser de
otra manera, también la educación quedó impregnada de esta visión intolerante de la realidad. Los
sectores "civilizados" que ejercieron el poder establecieron, con la guía de Sarmiento, los contenidos de la
educación elemental en el país. No puede asombrarnos, que un siglo después persistan con tanta
virulencia los prejuicios contra el criollo, que se siente extranjero en la capital de su propio país. Esta
escuela, con la consigna de "nacionalizar" a los inmigrantes y sus hijos, difundió en las aulas una mixtura
de patriotismo hueco, habitado por deshumanizados héroes de bronce, y la persistencia de actitudes
descalificadoras hacia los hombres de tez morena, hacia los "diferentes" y, en general, hacia todos
aquellos no impregnados por la cultura importada de las metrópolis. Nadie parece haber pensado en
proporcionar a los alumnos una visión global sobre los hechos y los grandes hombres del pasado. Por el
contrario, se fue conformando una visión muy parcializada de la historia y de los próceres,
esquematizándolos en definiciones que todavía hoy perduran. El resultado de esa interesada
manipulación es un panteón de próceres inmovilizados en el bronce: así tenemos a un Manuel Belgrano,
el creador de la bandera, como una especie de inspirado que un día miró hacia arriba y descubrió los
colores azul y blanco, para no hacer después nada digno de mención ; a un Mariano Moreno, simplificado
en su rol de primer periodista; a un Cornelio Saavedra, como un simple militar conservador, y a un José
de San Martín, como un militar invencible, un especie de superhombre de su tiempo. No se profundiza en
el Belgrano pensador de la Revolución y doctor convertido en general; en el Moreno ideólogo de una
expansión de los hechos de Mayo a toda Latinoamérica; en el Saavedra formador de un ejército de
ciudadanos, y en el propio San Martín, estratega de la unidad de la Patria Grande latinoamericana. Fue la
misma realidad quien debió encargarse de suplir estas carencias de una educación pobre de ideas y de
mezquinos objetivos. Como muchos historiadores han señalado, una de las fraguas de la dificultosa
integración nacional se dio, ya en este siglo, en los conventillos de la gran ciudad, donde españoles,
italianos, turcos, polacos, árabes, judíos, musulmanes o luteranos tuvieron que convivir con los criollos,
hacer negocios, aprender y fundar sus familias sin el amparo de la cultura oficial. En los tiempos de
formación del país se ejerció desde las elites gobernantes una suerte de eurocentrismo ligado a las ideas
de raza y de cultura que se tomaron prestadas de las naciones dominantes de la época: se vieron a sí
mismos como forjadores de un país hecho a la medida de las naciones que admiraban... El desenlace de
las guerras civiles impuso las tesis sarmientinas y un etnocentrismo descentrado. Es decir que el centro
no estaba en nosotros mismos, sino afuera. La admiración a lo externo y el desprecio a lo natural o
autóctono, generó una sociedad contradictoria y original cuyo producto es el que tenemos a la vista. El
pensador Arturo Jauretche definía a la intelectualidad oficial como el cipayismo ilustrado . Para Jorge Luis
Borges:

"la lengua española es demasiado pobre. Por ejemplo para decir "sommeil" y "rêve": el vocablo sueño.
¡Que pobreza y además fea".

Borges recuerda con su penetrante ironía un diálogo con Pablo Nerúda, quién le dijo:

-No creo que pueda escribir en castellano-. A lo que Borges respondió: -Por eso no hemos escrito nada.
Pero tengo que aceptar el castellano, es mi destino- ".

Tal vez en este gran poeta argentino encontremos el mejor exponente de la cultura etnocéntrica-
eurocentrada. Para despejar dudas, Borges aclara:

"Quizás sin saberlo siempre he sido un poco británico, en realidad siempre pienso en Waterloo como una
victoria "

Quizás en esta equívoca postura de la cultura dominante haya que buscar una de las causas principales
de la interminable sucesión de desencuentros vividos por los argentinos, con momentos de verdadera
esquizofrenia nacional, que hizo creer a muchos que existía una distancia insalvable entre el "país formal"
y el "país real". El rostro blanco y europeo convive con el moreno aindiado, donde las contradicciones
sociales se entremezclan con las étnicas, en una frontera no siempre estática.
Capítulo: La xenofobia y los rabiosos

"Si la teoría de la relatividad es correcta, los alemanes dirán que soy alemán, los suizos que soy suizo, y
los franceses que soy un gran científico. Pero si la teoría de la relatividad es falsa, los franceses dirán que
soy suizo, los suizos que soy alemán, y los alemanes que soy un judío"

Albert Einstein

"Los inmigrantes son nuestra memoria. Pero tenemos la íntima convicción de que también son nuestro
porvenir. El mundo que viene ya no tolerará países autistas. Por eso cultivamos la esperanza creciente de
un espacio estratégico compartido con nuestros hermanos latinoamericanos del Mercosur"

Carlos Saúl Menem

En las primeras décadas del siglo, a la par de ese ascenso político de las clases medias nacionales, que
comenzó con la presencia de don Hipólito Yrigoyen en el poder, se verificaba también, el rechazo a las
reivindicaciones de los trabajadores industriales, generalmente de origen centroeuropeo y de ideología
anarquista y socialista. La expresión jurídica de ese rechazo es la llamada "Ley de Residencia", una
legislación que autorizaba al Poder Ejecutivo a deportar a los extranjeros que luchaban por humanizar la
legislación social. La tristemente célebre prisión de Tierra del Fuego -donde se confinaba a sindicalistas y
militantes anarquistas y socialistas tenía también el objetivo de separar del resto de la sociedad a los
miembros que la "gente decente" consideraba nocivo o peligroso. Su condición de "extranjeros" y de
amenaza para el "ser nacional" llevó a las sangrientas represiones de la llamada Semana Trágica y a los
fusilamientos de la Patagonia, represión orientada en lo político y lo ideológico por grupos que
constituirían en definitiva el "fascismo criollo". En épocas de conflicto social y crisis económica recurrente,
los prejuicios y estereotipos cobran vigor como consecuencia de la competencia por recursos escasos
que, teóricamente, los inmigrantes vienen a disputar. La inseguridad en los empleos y las dificultades de
la vida cotidiana conllevan un crecimiento de la frustración y fomentan la creación de un contexto en el
cual es muy probable que se produzca un aumento del rechazo al extranjero y a las minorías raciales.
Según la observación de no pocos sociólogos, cuando en los Estados Unidos y en algunos países
europeos se produjo un desplazamiento vertical hacia abajo en el status social, también se verificó una
exacerbación del prejuicio anti-negro y anti-judío. Como ya se consignó, entre nosotros el prejuicio se
ejerce principalmente contra los "cabecitas negras" y, sobre todo, contra la inmigración morena de los
países vecinos. Asimismo, cíclicamente resurgen manifestaciones de antisemitismo, con actos de corte
fascista, pintadas agresivas y destrucción de cementerios judíos, por parte de grupos de ideología
inocultablemente racista. Entre las causas que contribuyen al rechazo del extranjero se encuentran las
dificultades de comunicación -problemas de lenguaje, por ejemplo- y también la falta de conocimiento de
las circunstancias locales por parte de los recién llegados. Cuando los inmigrantes arriban para trabajar
por un menor salario y, a veces, en condiciones de ilegalidad, se establece una competencia más o
menos directa, aunque en la práctica los extranjeros suelen ocupar puestos que van dejando vacantes los
trabajadores autóctonos, movidos por la aspiración de aumentar su status social. En junio de 1958, la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) definió de esta manera el término "discriminación" en el
Convenio sobre la Discriminación y el Empleo: "a) cualquier distinción, exclusión o preferencia basada en
motivos de raza, color, sexo, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen social que tenga por
efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo y la ocupación; b) cualquier
otra distinción, exclusión o preferencia que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de
oportunidades¼" El problema de la discriminación en el campo laboral es resultado de procesos políticos
y económicos que facilitan el desarrollo de rasgos de xenofobia en una sociedad. El fantasma de la
desocupación produjo el retroceso y la pérdida de peso político de los sindicatos como agrupamiento
natural de los trabajadores, tanto en nuestro país como en todo el mundo. A su pérdida de influencia en la
vida económica, se agrega el hecho de que un sindicato es una entidad social y no un agrupamiento de
etnias. Su actividad se orienta hacia la defensa de comunidades cerradas de afiliados, lo cual crea una
suerte de corporativismo, de reivindicación de un único sector laboral. Justamente, las organizaciones
globales de los trabajadores de las diversas ramas de la producción, las confederaciones en nuestro
caso, son las que en la actualidad se han vuelto menos eficaces, por cuanto han perdido buena parte de
su poder de negociación. En sus momentos de expansión, el sindicalismo podía arrastrar a los nuevos
trabajadores e integrarlos paulatinamente al movimiento general, y por lógica, posibilitaban un trabajo
común y la solidaridad consecuente que se establece. Pero en los hechos se advierte que el sindicalismo
no tiene el dinamismo de otros tiempos. Y ante la crisis los sindicatos pueden como han tomado, actitudes
reaccionarias de neto corte xenófobo como el caso del sindicato de trabajadores de la construcción, en
una campaña publicitaria contra la inmigración y los futbolistas agremiados en defensa del cupo, limitando
a los jugadores extranjeros. Si el capital aparece hoy como un bloque presuntamente integrado y sólido
del sector productivo, el proletariado se presenta como algo exterior a las relaciones de producción, una
identidad antagónica menos constituida que tiende a la disgregación permanente. Este fenómeno
reconoce varias consecuencias. Para empezar, la metodología del análisis marxista basado en la lucha de
clases y motor de la historia es una consigna del pasado. El sector asalariado ya no tiene la gravitación de
otros tiempos en el proceso productivo, como consecuencia de los avances tecnológicos y de la tan
mentada globalización de la economía, con grandes inversiones en sectores de baja concentración de
mano de obra. La clase trabajadora clásica ha perdido importancia numérica y, por lo tanto, peso político.
Paralelamente, en todas partes han entrado en crisis las políticas sociales que se relacionaban con el
llamado Estado Benefactor. La desprotección social resultante puede contribuir asimismo al rechazo
xenófobo, al limitarse aún más el acceso a la ayuda estatal. Estos procesos, a su vez, se dan en el marco
de una tendencia casi irresistible a convertir en universal el modelo cultural, económico y político de los
Estados Unidos. En un sentido, resulta entendible que sectores internos de muchos países vivan este
proceso globalizador como una amenaza para la identidad nacional, y ésta es una situación que puede
llevar a prácticas de xenofobia y aislamiento por intentar la defensa de esa identidad.

Los trabajadores temporales En un universo de las características que se han ido señalando, la situación
de los trabajadores temporales, que cruzan la frontera de sus países para buscar fuera de ellos un
paliativo a situaciones de extrema necesidad, es cada vez más complicada. A medida que aumenta el
número de trabajadores migrantes en aquellos países que se encuentran en mejor situación que sus
vecinos, como nuestro propio país, Estados Unidos o la Comunidad Económica Europea, aumentan
también los conflictos. Esos millones de trabajadores de todo el mundo están expuestos de manera
permanente a la explotación y al abuso. Su número se estima en una cifra cercana a las 50 millones de
personas que, con la esperanza de encontrar un buen trabajo, se ven obligados a realizar temporalmente
enormes sacrificios: separarse de sus familias, residir en zonas de alojamiento restringido quedando
abandonados a su suerte, en unas situación de ilegalidad. Aquí conviene recordar que el trabajador
migratorio no es producto de la industrialización ni del Siglo XX. Tampoco su explotación, que en otras
épocas llegó a los extremos de la esclavitud. No de otra manera se construyeron las pirámides de Egipto
y la Gran Muralla china. La diferencia es que, en la actualidad, el número de trabajadores migratorios es
mayor que en cualquier otro período de la historia (probablemente mayor que en todos los períodos
históricos sumados), y no hay ninguna región del planeta que no tenga un contingente en esta
situación. ........Umberto Eco da la medida exacta del problema:

"El hecho es que nos enfrentamos a una migración comparable a las primeras migraciones indoeuropeas
desde Oriente hacia Occidente, o la invasión del Imperio Romano por los bárbaros y a la formación de los
reinos romano-germánicos. El de los inmigrantes del Tercer Mundo no es precisamente un pequeño
problema que se nos plantea. La nueva oleada migratoria cambiará radicalmente la faz de Europa. Puede
que en el transcurso de cien años Europa sea un continente de otro color. Una razón de más para estar
mental y culturalmente dispuestos a aceptar la multiplicidad, a ver bien los cruzamientos raciales, a dar
por buena esa confusión. Si no, será rotundo el fracaso"

Otra característica de nuestra época que contribuye a explicar la salida del propio país y la búsqueda de
trabajo en otro, son los conflictos bélicos, hasta hace poco llamados de "baja intensidad", las guerras
civiles o las persecuciones por motivos raciales, religiosos o políticos. El fenómeno del trabajo temporal
de inmigrantes extranjeros es hoy tan vasto, que cuesta aprenderlo en su totalidad. Pero algunas
estadísticas parciales revelan su magnitud y los cambios que se han producido en los últimos años. En
Canadá, país que tradicionalmente ha privilegiado la inmigración , esto es, la radicación permanente de
extranjeros, se adoptó una política tan restrictiva al respecto que, en los últimos diez años, las visas
temporales cuadruplicaron las emitidas para inmigrantes. La entrada media de trabajadores temporales
en ese período fue de 234 mil personas contra sólo 114 mil inmigrantes. En los Estados Unidos ocurre
algo similar: desde 1990 los trabajadores no inmigrantes aumentan a una tasa anual del 4 por ciento,
desde los 340 mil de 1990, hasta los 413 mil visados en 1995. Australia, otro país receptor de inmigración,
vive una realidad semejante. Lo mismo que Francia y Alemania. En América Latina, México recibe cada
año alrededor de 70 mil trabajadores centroamericanos que se emplean para trabajos de temporada en la
actividad agrícola. ........Estas cifras bastan para comprender que el empleo temporal es la tendencia que
se impone en todo el mundo, con independencia de la zona geográfica o el nivel comparativo de
desarrollo de las economías receptoras. Que trabajen, pero luego se vayan!.

Descenso social y xenofobia La xenofobia se desarrolla habitualmente como expresión del descenso
social y del resentimiento de quienes ven cómo desaparece su modo "natural" de vida, cómo se
desvanece la actividad comunitaria, cómo sus barrios son invadidos por extranjeros, y muchos políticos y
dirigentes sociales mejor acomodados abandonan el barrio ante esta situación. Los antiguos vecinos, se
sienten librados a su suerte. En contraposición, suele ocurrir que los inmigrantes se agrupen en entidades
comunitarias y religiosas que, a los ojos de los vecinos aparecen como una amenaza aún mayor, por su
carácter de centro de acción en beneficio del grupo "extraño" y en desmedro del suyo, lo que no hace
más que fomentar conductas anómalas. Esta expresión de la xenofobia ligada al descenso social de un
grupo determinado se manifestó en ocasión del Campeonato Mundial de Fútbol desarrollado en Francia,
en 1998. Los barrabravas ingleses, los famosos hooligans, protagonizaron incidentes sangrientos en
peleas con la policía e hinchas de otros países. Al respecto, un especialista francés, en el rol del deportes
en la sociedad, afirmó en un artículo periodístico que:

"los hooligans son débiles mentales y afectivos, un producto de la sociedad donde crecieron. Son casos
muy particulares. Por su débil nivel intelectual, existe en ellos una impermeabilidad a los consejos de
moderación y contención"

Los números parecen dar la razón al estudioso francés. Sólo el 13 por ciento de la población accede a la
educación universitaria o superior en Gran Bretaña. "El resto es mano de obra no calificada, pésimamente
educada (muchos no pueden leer ni escribir), sin ideología estructurada, pero con un fuerte sentimiento
intuitivo nacionalista y un carácter insular que no acepta a los extranjeros", señala el analista.
Curiosamente, las autoridades inglesas se habían felicitado por la disminución de la violencia en el fútbol
local durante la última década. Pero es evidente que, al salir al exterior, los hooligans expresaron con
violencia un sentimiento xenófobo muy arraigado en ciertos sectores de Gran Bretaña. Tampoco es casual
que la explosión se haya producido en una tierra que los británicos no perciben precisamente como
amiga, nada menos que Francia, el enemigo histórico que ocupa la costa opuesta del Canal de la
Mancha. Xenofobia quiere decir, etimológicamente, miedo a los extranjeros. Un miedo que encierra un
sentimiento de hostlidad hacia un extraño, que supera al que lo siente. La xenofobia se considera un
problema social cuando va cargada de violencia y agresividad hacia los integrantes de otros grupos
humanos. Y las tendencias xenófobas suelen evolucionar en ese sentido.

Los argumentos de la intolerancia Sigmund Freud estudió el desplazamiento como mecanismo de


defensa responsable de la génesis de las fobias. En lugar del "amigo imaginario" propio de la infancia,
tenemos un "enemigo imaginario" en el cual se puede descargar el resentimiento. Existe un temor
irracional y persistente, inspirado por un objeto determinado, que se manifiesta en estados de ansiedad,
repulsiones, inhibiciones y conductas negativas o de agresión. Algunos autores consideran al racismo
como una ideología y a la xenofobia como una enfermedad colectiva, más que individual. Se advierte la
aparición de una creencia injustificada, adoptada a priori y estereotipada, con un componente afectivo,
sentimientos negativos y disposición de conducta proclive a la acción contra lo que se rechaza. El
prejuicio permite a la mayoría étnica tomar medidas discriminatorias contra las minorías, en un contexto
donde el poder económico, social, político o cultural se encuentra repartido con iniquidad. Generalmente
serán los extranjeros quienes queden en situación de inferioridad. La xenofobia es, entonces, un
fenómeno más amplio y abarcativo que el racismo, menos activo y peligroso, en términos generales,
aunque bajo ciertas condiciones sociales puede crear el marco propicio a una escalada de racismo. Pero,
no necesariamente un fenómeno desembocará en el otro. Si se ponen en juego aspectos culturales, si se
fomenta en la gente el interés por lo distinto, la tolerancia y la educación, si existe una acción decidida de
los dirigentes políticos y sociales, pueden establecerse situaciones de equilibrio entre el sentimiento
xenófobo y otros males mayores. No obstante, en determinados casos, la xenofobia se combina con
sentimientos racistas. La prensa local destacó recientemente un comportamiento discriminatorio contra
brasileños negros en el edificio donde funciona el Consulado General de Brasil en Buenos Aires: se
obligaba a los visitantes de piel oscura a utilizar un ascensor de cargas para acceder a la oficina del
consulado. El tema fue denunciado por el diario Jornal do Brasil e investigado por la Justicia Federal
argentina y el INADI. La opinión del propietario de una de las oficinas del edificio, publicada por el
periódico citado no deja lugar a dudas sobre las características racistas del hecho: "Los brasileños son
negros, sucios y malolientes" . La noticia puede enlazarse con otra, recogida hace algún tiempo por The
New York Times, en un artículo donde se analiza el tema de la discriminación contra los negros en
Brasil. ........En el trabajo se incluyen declaraciones de una ex fiscal negra, Sonia María Nascimento, quien
afirma que se siente obligada a lucir sus mejores ropas cuando tiene que visitar un edificio de oficinas,
porque los porteros, al observar el color de su piel, le indican que debe tomar el ascensor de servicio.
Cuando ella se presenta muy bien vestida, los porteros son ganados por la duda. Se advierte en este
caso una combinación de elementos discriminatorios, entre los que prevalecen el racismo y el clasismo.
La xenofobia pone al descubierto fuertes componentes etnocéntricos y nacionalistas y afecta a
prácticamente todas las naciones, tanto en el plano institucional como social y, en la actualidad, muestra
manifestaciones dramáticas nada menos que en una Europa que busca su unidad y la eliminación de
fronteras. La exacerbación de la xenofobia ha suplantado al discurso del desacreditado racismo biológico
en las expresiones de sectores radicalizados de la extrema derecha europea en Francia, Italia, Alemania,
Inglaterra y España . Aunque el tema adquiere cada vez mayor gravedad, no es nuevo. Un informe de
comisión del Parlamento Europeo, producido en 1984, afirma:

"Un fantasma de nuevo cuño se cierne hoy sobre la Europa política: la xenofobia. Esta palabra es
apropiada no sólo para quienes contribuyen a fomentar los sentimientos xenófobos para explotarlos
políticamente, sino también para quienes, desaprobando las tendencias xenófobas, no dejan de intentar
sacar provecho político de ellas. En los Estados europeos existen elementos racialmente discriminatorios
que se pueden encontrar en la legislación, en la jurisprudencia y tal vez sobre todo en las prácticas
administrativas. Esta situación presenta unas características que permiten hablar a veces de
discriminación racial institucionalizada" .

En una reciente consulta a los ciudadanos, en California, se rechazó con un 60 por ciento de los votos la
idea de estimular una educación bilingüe para los hijos de los latinoamericanos allí establecidos. Esta
política afecta principalmente a los mexicanos, que han sido por mucho tiempo la mano de obra barata
que necesitaba la producción local, razón por la cual se les ha permitido un asentamiento definitivo. Es
que allí la presencia de los extranjeros es una cuestión de hecho. La estrategia apunta a que se
mantengan como comunidades diferenciadas, con sus propios rasgos culturales, su arte, su idioma. No
desean una confluencia de culturas que enriquezca a todos. Por el contrario, el discurso propicia la
"integración forzosa" de los inmigrantes, una posibilidad que, de todas maneras, los mismos xenófobos
resistirán por otros medios. Los argumentos de la intolerancia son los de siempre: que las diferencias
culturales son irreductibles, que no hay perspectivas de intercambio ni de contagios de unas culturas a
otras y que nadie tiene nada que ganar con el intento. Consideran además que existe una suerte de
tendencia innata a preservar una quimérica identidad cultural fijada de una vez y para siempre. No
parecen reparar en que, si eso fuera cierto, si realmente existiera una identidad cristalizada en términos
tan absolutos, ésta resultaría más agredida por los medios masivos de comunicación que por lo que
pueden aportar los inmigrantes. La xenofobia, entonces, reemplaza la argumentación de la raza y la
biología por la de la etnia y la cultura. Pone el acento en la preservación de las diferencias y en la
presunta amenaza que se cierne sobre la identidad nacional, como consecuencia de la inmigración
"incontrolada".

En Europa también se consigue.

Volviendo al caso de Europa, no se advierte una conexión tan directa entre xenofobia y propuestas
políticas de alcance regional o nacional en el caso de Inglaterra, aunque, paradójicamente, en las calles
de Londres pueden escucharse unos 150 idiomas y dialectos. Sin embargo, el hecho de que haya
numerosos grupos que practican la xenofobia, como los ya mencionados hooligans, demuestra que
existen condiciones favorables para su aparición y desarrollo.

"Ahora abrán visto lo que está ocurriendo en Europa. Aún en España has ocurrido asesinatos. En
alemania han aparecido neo nazis con la cabeza rapada y los sesos en iguales condiciones. Se han
manifestado fenómonos recientes de un racismo discriminatorio y, en ocaciones homicida, que se creían
extinguidos para siempre ".

Los casos de xenofobia marcan hitos que, aunque parezcan pintorescos, lejos de ser inofensivos,
expresan una flagrante violación de los derechos humanos y expresan el miedo que define al término.
Algunos ejemplos tomados de la prensa española serán suficientes para ilustrar este punto.

"Un hostelero bilbaíno prohibe la entrada de negros a su pub "porque trafican con drogas. Limita el
acceso a cinco personas de color para dar ambiente caribeño al local" (El Correo de Bilbao, 8 de enero de
1997).

"En Vallalodid se niegan a alquilarle un piso porque es negro". (El Mundo , 19 febrero de 1997)

"Un skin-head ataca en Madrid a una pareja de marroquíes. La policía lo detuvo como presunto autor de
amenazas y lesiones por motivos racistas. El detenido cuenta con antecedentes por hechos similares".
(ABC, 9 de marzo de 1997).

"Aeropuerto de barajas: la organización no gubernamental, S.O.S. Racismo denuncia expulsiones


arbitrarias de extranjeros por motivos 'racistas y xenófobos'. Según las mismas fuentes, muchas personas
que llegan procedentes de países subdesarrollados son devueltos a sus países, sin permitirles la entrada
en España". (El Mundo, 22 de marzo de 1997).

Un despacho del periodista español, Juan Manuel Costoya, titulado "De Ceuta a Berlín pasando por
París" dice así: "No puede generalizarse, ni hacer causa común entre los atentados xenófobos de
Alemania, el terrorismo islamita del metro de París y los inmigrantes subsaharianos que intentan
establecerse en Europa para escapar del fantasma de la guerra y el hambre que azota sus países. Sin
embargo, una cosa es evidente: la frontera Sur ofrece cada día motivos de sobresalto a los gobernantes
occidentales. Denegar visados o construir murallas no son sino parches mal colocados que en modo
alguno evitan que la mitad de la humanidad muera de enfermedad y miseria a las puertas de una Europa
que no sabe qué hacer con sus excedentes de carne y mantequilla" . El resurgimiento en Alemania y
Francia de grupos neo nazis con presencia electoral importante pone de manifiesto el peligro latente. Para
completar el panorama no está de más recordar que en España los latinoamericanos son llamados por
amplios sectores "sudacas" o "judacas", a la desgracia de ser latinoamericano, se le agrega la de ser
judío.

El Ministerio del Interior de España viene expulsando inmigrantes todos los años, muchos de ellos
argentinos. El gran escritor de la América Criolla, Gabriel García Márquez, ha formulado en México
declaraciones que no era posible omitir:

"-jamás volveré a España porque pronto van a exigirnos el visado, y eso no ocurría ni en tiempos de
Franco. La Comunidad Europea ha decidido hacer de España el portero de Europa y empiezan por cerrar
la puerta a los latinoamericanos-".

"-Los primeros españoles que vinieron a América lo hicieron sin visado y dando tiros por todos lados; se
amancebaron con las mujeres que encontraron aquí y se llevaron el oro. Y los seguimos queriendo. ¿Por
qué nos hacen esto ahora-? "

La amenaza de la pobreza "La pobreza en cualquier parte constituye una amenaza para la prosperidad en
todas partes", dice una expresiva consigna que acuñaron funcionarios de las Naciones Unidas que, en un
informe del PNUD, se complementa así : "La amenaza real en los próximos años es que la pobreza
mundial empiece a desplazarse, sin pasaporte, de muchas formas desagradables: drogas, enfermedades,
terrorismo, migraciones...". En las condiciones actuales le resultará muy difícil a los países desarrollados
controlar el fenómeno de las migraciones que hoy se orientan principalmente hacia Europa Occidental,
Estados Unidos y Canadá. Además del incentivo que significan las condiciones económicas del Norte, hay
otros factores para la aceleración de las migraciones, como son el aumento de la velocidad en las
comunicaciones y el transporte. Tampoco es ajeno a este proceso el hecho de que, en la prensa del
mundo, la globalización tenga, por lo general, la impronta de lo que se piensa y se hace en los Estados
Unidos. Por el contrario, en los medios del país del Norte y de Europa, las culturas de otros países tienen,
cuando aparecen, el carácter de divulgación educativa de costumbres exóticas. En el caso de la
Argentina, como ya hemos señalado, la inmigración procede de los países limítrofes, y si bien no se
puede decir que exista en el país una reacción xenófoba generalizada contra estas personas, se han
registrado muchos casos de discriminación, e incluso, de agresiones. Una encuesta realizada entre
estudiantes de colegios del Gran Buenos Aires dió como resultado un mayoritario rechazo a la presencia
de niños y jóvenes extranjeros, sobre todo de los bolivianos . El rechazo implica, desde luego, una
conducta discriminatoria, toda vez que la discriminación es el ejercicio de una conducta sistemáticamente
injusta contra un grupo humano determinado. Pero existen, discriminaciones más sutiles que también
constituyen situaciones de flagrante injusticia. Nos referimos específicamente a la discriminación
lingüística que se practica en las escuelas. En un artículo titulado "La lengua como arma cultural", el
periodista español José Luis Pérez Óvilo afirma que en los países europeos se obliga a los hijos de los
inmigrantes de los países pobres a aprender los idiomas locales en desmedro de los suyos, que son
tildados de dialectos o jergas. ¿Será necesario recordar que, en términos generales, es lo mismo que
sucede con los niños de las comunidades originarias latinoamericanas, desde México a nuestras escuelas
rurales o de frontera? Al mismo tiempo y contradictoriamente el idioma es un elemento integrador, sin
aprender la lengua del país donde se llega, el inmigrante queda condenado al aislamiento. En América del
Norte, el ingles fue un factor esencial que contribuyo a la integración de los estados. Aquí se verifica el
choque entre personas procedentes de una cultura campesina y/o indígena con una cultura urbana que a
su vez asimila conceptos importados. Esta última probablemente estimule la superficialidad en el análisis
de la realidad, la adopción de modas sucesivas, el criterio imitativo y el consumismo. Un proceso en cuyo
liderazgo están obviamente los medios masivos de comunicación. Frente a esta situación cobran singular
importancia una política educativa adecuada, la acción oficial contra la xenofobia y las prácticas positivas
que puedan a llevar a cabo organizaciones no gubernamentales, inspiradas en una acción en favor de la
convivencia, la tolerancia y el enriquecimiento mutuo que genera el contacto entre diversas culturas.
Conviene recordar a este respecto palabras del escritor español Fernando Savater:

"A veces suele decirse que todas las culturas son igualmente válidas y que no hay unas mejores que
otras. Creo que no es verdad. Una cultura es tanto mejor cuanto más capaz de asumir lenguas,
tradiciones y respuestas diferentes a los innumerables problemas de la vida en comunidad. La cultura que
incluye es superior en civilización a la que excluye; la cultura que respeta y comprende me parece más
elevada que la que viola, mutila y siente hostilidad ante lo diferente; la cultura en la que conviven formas
plurales de amar, rezar, razonar o cantar tiene primacía sobre la que se atrinchera en la unánime y
confunde armonía con la uniformidad."

Los prejuicios y estereotipos están muy arraigados, y los discursos poco claros contribuyen a despertar un
impuso anti-inmigrante en una batalla de pobres contra pobres. Como señalara en una entrevista con el
autor, Rosendo Fraga dijo que: "los inmigrantes no compiten con la economía formal sino con la informal".
En ese sentido podríamos concluir que el sistema económico se fortalece con el trabajo en blanco o legal,
sean los trabajadores extranjeros o argentinos. Estamos ante un debate que ya es viejo antes de
empezar. Nos estamos integrando con los países vecinos irreversiblemente en un nuevo espacio geo
político que es el Mercosur.

"Nada pasó mas importante en América Latina desde las guerras de la Independencia al presente, que la
firma del Mercosur" .

¿Como podemos estar debatiendo sobre los papeles de los paraguayos o bolivianos si estamos a un
paso, según el propio Presidente Carlos Menem, de la moneda común, la ciudadanía común y el
parlamento latinoamericano? Nuestro pasaportes ya dicen "Mercosur". Avanzamos hacia un nuevo país:
La Nación Latinoamericana, de la misma manera el mundo se está regionalizando, y en ese sentido nada
puede detenernos. ¡Que no se equivoquen los políticos, los periodistas, ni los funcionarios!

Capítulo: El racismo y el antirracismo.

"Pero yo lo alerté. Cuidado con los que ahora lo ven alto, rubio y de ojos azules!".

Bernardo Neustatd

" Cuando uno va a la cancha con complejo superioridad, pueden llegar unos cuantos nigerianos, o unos
cuantos paraguayos, y ponerte en tu sitio"

José María Aznar

Después del fracaso de España en el Mundial de Francia:

El termino "racismo" es ambiguo . Los primeros clasificadores, como Linneo sostuvieron que hay cuatro
razas: la blanca: europea; la negra: africana; la roja: americana y la amarilla: asiática. Posteriormente
varios antropólogos y estudiosos propusieron distintas clasificaciones basadas en combinaciones de
caracteres llegando a encontrar veintinueve razas. Actualmente algunos autores señalan tres grandes
grupos humanos: caucasoides, mongoloides y negriodes que se descompondrían en en multiples razas y
sub razas. Por nuestra preferimos el criterio étnico y no racial para clasificar al hombre y su
comportamiento social. Dijo el Presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, y compartimos plenamente
este concepto:

"Hay una sola raza. La raza humana".

La repetición permanente de actitudes como la discriminación, la xenofobia y el racismo es uno de los


dramas de nuestro tiempo, en tanto implican acciones que dividen a los hombres y a los pueblos y que,
en definitiva, empobrecen la vida humana. La historia de nuestro país y el simple análisis de la realidad
actual a través de las noticias cotidianas nos habla del resurgimiento incesante, en el mundo de los
fenómenos que nos proponemos analizar. Una manifestación extrema de esta actitud de discriminación
generalizada por parte de las conducciones políticas y económicas del país se vivió hacia la mitad de este
siglo, cuando el dirigente político Ernesto Sanmartino acuñó la calificación de "aluvión zoológico", para
designar el ingreso masivo en Buenos aires de argentinos procedentes del interior, que se convirtieron en
obreros industriales en la década del cuarenta y que fueron el basamento del movimiento político creado
por el General Perón. Eran los llamados "cabecitas negras", mestizos de español e indio, aún hoy
considerados en muchos casos como ciudadanos de segunda categoría, en un conglomerado social
ensanchado permanentemente por la presencia de inmigrantes que vienen de los países limítrofes,
bolivianos, paraguayos y chilenos, en la mayoría de los casos. Del racismo no se salvó ni el Presidente
Carlos Menem. Todas esta manifestaciones siguen teniendo en la actualidad una lamentable vigencia. Al
respecto, resulta ilustrativo rescatar la confesión del periodista Bernardo Neustatd -que tiene un costado
que hoy podría parecer risueño si no desnudara un sistema de falsos valores que permanece vivo en
algunos sectores y grupos sociales argentinos- acerca de la visión que él tenía sobre Carlos Menem
cuando éste era candidato a Presidente.
"Tuve muchos prejuicios" recuerda Neustatd. "A la gente que no lo había votado le produjo asombro,
como a mí, un señor con patillas, negrito, turco y con zapatos blancos. No le creía. Cuando vino a mi
programa antes de las elecciones, lo agredía en los intervalos. Creo que fue la vez que más perdí la
consideración".

Interrogado acerca de si su actitud fue de prejuicio o discriminación, el comunicador dijo:

"Un poco de todo. Cuando lo vi entrar, creí que otra vez se me iba el país de las manos, que íbamos a
pasar otros cuarenta años de estatismo, de país cerrado. Con él perdí mi condición de periodista
equilibrado. Vuelvo a ver el programa y me da vergüenza..."

Neustatd reconoce que luego Menem hizo muchas cosas buenas y modernizó a la Argentina.

"Pero yo lo alerté. Cuidado con los que ahora lo ven alto, rubio y de ojos azules!".

Con una reacción simétrica contra su prejuicio inicial, el periodista da a entender que mucha gente, entre
las cuales ya no se incluye, sólo puede aceptar como dirigente del país a un político que sea alto, rubio y
de ojos azules, ¡¡a imagen y semejanza de los presidentes estadounidenses de las películas de
Hollywood!! ¿Somos todos culpables? En su libro Racismo y Occidente, Christian Delacampagne
distingue al etnocentrismo y la xenofobia del racismo: "A diferencia de éste, el etnocentrismo -actitud que
consiste, para un individuo, en considerar su etnia, o sea su entorno sociocultural, superior a cualquier
otra- y la xenofobia--actitud vecina de la anterior que consiste, para un individuo, en despreciar a los
miembros de otra etnia en razón de su inferioridad sociocultural- no implican en profundidad ninguna
afirmación de orden biológico y en consecuencia ninguna referencia a una ciencia o seudociencia, sea la
que fuere". Esta diferenciación es oportuna porque ayuda a comprender que, cuando se afirma la
causalidad entre lo biológico y lo cultural y se atribuye al grupo juzgado un carácter de peligro inminente
para la supervivencia de la "civilización superior", el paso siguiente es justificar la transformación de la
xenofobia en racismo y en prácticas violentas, con consignas como la de "solución final" de los nazis para
el "problema judío" o de "limpieza étnica" en los Balcanes de nuestros días. A más de medio siglo de la
finalización de la Segunda Guerra Mundial, se sigue discutiendo sobre la responsabilidad del pueblo
alemán en la exterminación de judíos por parte del nazismo. En su libro "Los verdugos voluntarios de
Hitler; los alemanes corrientes y el Holocausto", el historiador norteamericano Daniel Goldhagen sostiene
que los alemanes en su conjunto fueron cómplices de la masacre. El trabajo ha provocado no pocas
discusiones en Europa y los Estados Unidos y ya han aparecido tres libros para polemizar con su autor.
Goldhagen afirma que la "solución final" había sido aceptada inconscientemente por el pueblo alemán
mucho antes de que Hitler llegara al poder con la difusión permanente de ideas racistas. "La matanza de
los judíos no fue el acto de una minoría fanática, sino un proyecto nacional, respaldado sólidamente por el
sentido común alemán", sostiene. Entre los argumentos que esgrime el autor, está la actuación del
Batallón 101 de Policía, que se desplazó por el este de Polonia aniquilando a la población judía. Ese
batallón no estaba integrado por nazis seleccionados sino por hombres elegidos al azar, en general de
mediana edad o jóvenes sin familias, que no habían ingresado en el ejército por diversas razones. Se
trataba de alemanes "comunes y corrientes". Según Goldhagen, con su actividad criminal, estos hombres
habrían hecho realidad un deseo profundo alojado en el inconsciente de varias generaciones de sus
compatriotas. Los críticos de Goldhagen refutan el argumento señalando que el propio autor señala un
comportamiento "más equilibrado" en el trato a los judíos por parte de los miembros de las SS. De esta
manera, los asesinos del Batallón 101 resultarían individuos con estados mentales alterados, un grupo de
personas que, reunidas circunstancialmente, liberaron crueles instintos de destrucción, pero que no serían
representativas del conjunto del pueblo alemán. Otros autores alemanes, en cambio, han elogiado al libro
de Goldhagen porque sirvió para sacudir el conformismo de aquellos que afirmaron no conocer el alcance
real de la "solución final" y que, en términos generales, no compartían todas las políticas del nazismo. No
faltan, por último quienes ven en el trabajo del historiador norteamericano un intento de levantar el
prestigio del sionismo y del Estado de Israel, frente a las críticas a la actuación de los israelíes en los
territorios árabes ocupados. Por nuestra parte, no compartimos el criterio absolutista de Goldhagen, pero
nos parece importante subrayar que una manifestación de racismo violento y en gran escala no puede
responder al simple extravío de unos pocos. Tiene que existir una base cultural, una actitud resuelta por
parte de los grupos dominantes, una ideología justificatoria y una tradición apropiada que avalen las
acciones racistas y que arrastren al resto de las voluntades, como también una derrota previa de los
sectores democráticos. El racismo es una mascarada de los grupos oligárquicos que ven peligrar sus
tradicionales privilegios y están dispuestos a todo para mantenerlos. Racistas Criollos Una banda de
"skinheads" (cabezas rapadas) agredió a un joven de apellido Salgueiro en la presunción de que "se
trataba de un judío". La respuesta de la sociedad fue terminante: los neonazis criollos fueron rápidamente
juzgados y condenados . Con la ley antidiscriminatoria y sus variantes judiciales se puede reprimir y
condenar, pero de ninguna manera se podrá terminar con el racismo y sus variantes activas. La represión
y la presión no terminará con estos grupos. Sin una política cultural adecuada la represión corre el riesgo
de actuar como un disparador de estas conductas. A diez días de la condena a los agresores del joven
mencionado, treinta nazis con sus camisas negras, sus brazaletes y los brazos en alto saludando al estilo
hitleriano desafiaron a los jueces y a la policía que miraba el espectáculo. Es verdad que estamos
refiriéndonos a una minoría cuyas ideas e intereses no son conciliables con los de otras minorías ni,
desde ya con los de las mayorías.

"Las leyes son capaces de reprimir las medidas mas sangrantes, pero son impotentes frente a la
generalización de los prejuicios racistas" .

Se han observado vínculos de estos grupos, como no podía ser de otra manera, con sectores retirados de
las Fuerzas Armadas ligados al ex almirante Emilio Massera. Siguiendo la fundamentación de Freud en
"El malestar de la cultura ", podría afirmarse que en estos individuos predomina la "pulsión de muerte"
sobre la pulsión de vida. Los mueve el odio racial y la convicción ilusoria de que forman parte de una
"raza superior" a la que no pueden siquiera definir, en un país como la Argentina y una ciudad como
Buenos Aires, donde la característica demográfica dominante ha sido la integración armónica de los
inmigrantes que han llegado a constituir la propia clase social a la que pertenecen estos "skinheads". Se
trata, en realidad, de meras copias de fenómenos europeos, que se expresan a través de cierta música,
cierta vestimenta, una vocación por el aislamiento y un determinado aspecto personal, con la calvicie
autogestionada. De todos modos, ni las autoridades ni los ciudadanos deben pasar por alto estas
manifestaciones de intolerancia. Por el contrario, es necesario estar alertas ante el desenvolvimiento de
minorías agresivas, que ya pasaron de lo pintoresco. En cierto sentido, podría decirse que los "skinheads"
criollos son también una consecuencia no querida de la globalización, un subproducto del capitalismo
excluyente con las tara autóctonas sustentadas con enérgica imbecilidad. Como señaló un agudo
pensador: "no hay nada mas peligroso que la ignorancia activa". Se torna difícil debatir con racistas
confesos, porque no nos encontramos ante una ideología racional o con algo que se parezca a una
doctrina seria: nos encontramos con individuos que actúan por impulsos. "Por eso no puede ser criticada
y mantenida a raya con argumentos racionales".

Los "peores "y los "mejores" Guy Sorman, en su reciente y fundamental libro "El Mundo es mi tribu", cita
escritos de Charles Darwin (cuadernos editados en Londres en 1838), en los que el investigador describe
a los indios fueguinos (yámanas):

"Las criaturas más abyectas y miserables que jamás viera" (...) "embadurnaban de blanco sus rostros
repelentes, su piel era sucia y grasosa, sus cabellos una maraña, sus voces eran disonantes, su idioma
inarticulado, sus gestos violentos, carentes de dignidad" (...) "su instinto merece ser comparado con el del
animal".

Reconocía, eso sí, que eran hábiles para la caza y la pesca. Después de citar alguna otra capacidad de
los indios aceptada por Darwin, Sorman consigna:

"Estas fórmulas ambiguas suponen que su naturaleza profunda sigue siendo distinta a la del europeo.
¿Dos especies por tanto? Darwin observa la

"notable capacidad de los indios para imitar los gestos de los ingleses y repetir sus frases".

Pero imitar no es aprender y remite, al igual que el instinto, al animal, más que al humano. Nace el
racismo moderno con pretensiones científicas; en adelante sus prejuicios se fundarán sobre una base
"científica" concluye Sorman. Nada menos que el autor de la teoría de la evolución, un investigador que
revoluciónó los conocimientos científicos de su época, y a quien Carlos Marx dedicó su obra fundamental,
El Capital, condenaba en sus estudios a los indios como una suerte de "subespecie" destinada
probablemente a desaparecer. Dicho sea de paso, los indios que Darwin estudió se extinguieron, pero ese
acontecimiento tuvo más que ver con la acción de los conquistadores en esas tierras que con las
supuestas debilidades biológicas de los autóctonos. La conquista de América ha sido motivo de debate.
Hay una gran controversia ideológica e historiográfica sobre el rol que tuvieron los conquistadores y la
acción de la Iglesia. Desde sectores del marxismo tradicional y aún desde ciertas posturas cristianas, se
sostiene que la Conquista fue un genocidio racista y discriminador. La "Leyenda Negra" inglesa contra
España dejó mucha documentación al respecto. Pero, como enseñó Aristóteles, la virtud debe buscarse
en el justo medio. Ni la "Leyenda Rosa" del hispanismo ni la versión imperial británica fueron
absolutamente ciertas. Distintos autores coinciden en señalar que el racismo considera legítima la
subordinación, explotación y rechazo de ciertos sectores, mediante el argumento de que el grupo
despreciado es biológica, genética y culturalmente inferior. Se entiende que hay una relación directa entre
lo genético y la capacidad intelectual de los individuos, condición compartida por todos los integrantes del
grupo en cuestión. Ese razonamiento permite entonces establecer una jerarquía entre las razas, en base
a la "calidad" del patrimonio genético, autorizando "naturalmente" a subordinar a sus intereses e ideas a
las menos favorecidas. Pero, desde la antropología se ha subrayado que en el seno de la humanidad las
razas no existen. Los investigadores prefieren suprimir el término raza, por su contenido difuso,
suplantándolo por el concepto de etnia, más ligado a lo cultural. A su vez, infinidad de investigaciones de
psicólogos hechas sobre diferentes pueblos no han encontrado ninguna característica inherente a alguna
de las llamadas razas. Buscaron y buscaron, pero no encontraron pruebas de mentalidades innatas en
negros, judíos o japoneses. De todas maneras, no hace mucho un cable periodístico, de una fuente
indescifrable, informaba al mundo que:

"grupos fundamentalistas islámicos están preparando una bomba químico-genética que eliminaría sólo a
judíos".

Muchos diarios serios de Buenos Aires publicaron la noticia.

La UNESCO sentó doctrina:

"Los grupos nacionales, religiosos, geográficos, lingüísticos y culturales no coinciden necesariamente con
los grupos raciales y los aspectos culturales de estos grupos no tienen ninguna relación demostrable con
los caracteres propios de la raza ".

Se define entonces la identidad étnica como una versión no biológica de la identidad racial: se trata, en el
caso de los individuos, de una actitud personal positiva de integración con un grupo con el cual se
comparten características socioculturales y lingüísticas. Los estudios biológicos han destruido todas las
concepciones "científicas" del racismo. Aunque todavía quedan muchos exponentes de esas teorías que
se niegan a ver la realidad.

"Yo no soy racista, pero nuestra doctrina considera que los negros son seres que tienen ese color de piel
debido a su imperfección. Cuando se vayan purificando irán volviéndose blancos. Del mismo modo, los
blancos que no son buenos se reencarnan con la piel oscura, incluso completamente negra."

La curiosa tesis pertenece a Jeff Hanks, un misionero de una comunidad de la iglesia Mormona de
Estados Unidos . Pero en la mayor parte del mundo han quedado de lado las ideas simplistas sobre
"razas humanas puras", el determinismo genético de los caracteres raciales, una escala de jerarquías
raciales y la idea de que el mestizaje produce degradación física y moral. En la actualidad, las
argumentaciones para justificar las prácticas agresivas hacen hincapié en las diferencias culturales. Sobre
la base de esas diferencias culturales se persigue a grupos cuyas formas de vida, tradiciones y
costumbres se consideran incompatibles, más salvajes o inferiores que las del país receptor de
inmigrantes o del grupo dominante en una sociedad respecto de grupos minoritarios. Las actitudes
segregacionistas y xenófobas terminan por confundirse en la práctica con el racismo propiamente dicho,
con el mismo sustento de las diferencias culturales. El racismo se entremezcla hoy con la xenofobia de
acuerdo con las necesidades de los sectores dominantes. El racismo es la punta de lanza actual del
neocolonialismo. Una consigna del neonazi francés, Jean Marie Le Pen lo explicita:

"El racismo es hoy el patriotismo francés"

Sobre Le Pen y los dirigentes del Frente Nacional, señala Edgardo Cozasrinsky que:

"no cabe esperar que saquen sus conclusiones, pero de quienes los votan (clase baja, desempleados de
larga data, ex sindicalistas, comunistas ávidos de protección estatal, un resto de la derecha tradicional
que apoyó al régimen de Vichy) alguno, desde el fondo del resentimiento y el desamparo ante la
mundialización, piense que tal vez Francia, finalmente ha logrado la Copa de Oro del Campeonato
Mundial de Futbol, se lo debe a los inmigrantes ".

Los racistas, los neonazis, los intolerantes, aparecen generalmente como la expresión irracional y brutal
de un sistema basado en la exclusión de un gran número de personas de los beneficios del progreso
económico y cultural: los "diferentes" no merecen estar dentro del sistema. La vigencia de una figura
histórica como la de Adolf Hitler no es casual. Declararlo demente es una ingenuidad peligrosa, ya que se
trató del emergente monstruoso de un sistema que también se basaba en la exclusión de sectores de su
propia sociedad y de las sociedades que pretendió conquistar. Un criterio sobre la exclusión que llevaba al
extermino liso y llano de los "distintos". El personaje murió hace más de cincuenta años pero aún lo
estamos discutiendo. Y aparecen discípulos en distintos países del mundo, como Alemania, Francia o
Rusia, donde incluso tienen estructuras electorales poderosas y encierran un riesgo potencial para esas
naciones. Nunca es ni será ocioso explicar lo que fue el Holocausto. Si, con el paso del tiempo,
terminamos por considerar esas matanzas como una fábula judía o, simplemente relativizando su
magnitud, estaremos alentando, por omisión, el resurgimiento de nuevas formas de nazismo. Racismo
pos moderno Todos los extremos parecieran juntarse: tal podría ser el caso de ciertos antirracistas que,
por preservar las identidades y particularidades a toda costa, no hacen mas que intentar rescatar "la
pureza original". Nos referimos a sociólogos y antropólogos que cada tanto descubren un grupo indígena
aislado en la inmensa selva amazónica o en las lejanas fronteras del Congo o Sudáfrica y se alistan
entuciastamente tras las banderas de la conservación de su pureza frente a las "contaminaciones" del
mundo exterior. "Hoy día no faltan disecadores de identidades. Incluso cuentan con la ayuda de los
exluidos, que se excluyen a sí mismos en nombre de sus particularidades" "¿Serán los antirracistas de
hoy los racistas de mañana?" pregunta Ariane d¨Appollonia. Si las razas no existen desde el punto de
vista científico, ¿cómo clasificar a los hombres? Una repregunta ¿por qué catalogarlos? Si todos somos
distintos. Convengamos que somos iguales, en que somos distintos. Si tan científicos y precisos
deseamos ser, que nos vemos obligados a buscar categorías, seamos exigentes y busquemos una para
cada ser humano. Ni clonándolos saldrán dos iguales. Nunca un estudio genético pudo distinguir a un
negro, de un indio, de un blanco, de un árabe, de un amarillo, de un judío, de un pelirrojo o de un
esquimal. Las razas no existen pero si existe el racismo. Si como vemos, éste no es científico, entonces
es cultural. Por lo tanto sostener la preservación de la pureza cultural ¿no es también racismo? A los
grupos étnicos que conservan sociedades cerradas es tan malo invadirlos, naturalmente, como rodearlos
para intentar preservarlos. Los procesos deberían ser naturales: de conocimiento, pérdida del miedo y
finalmente la aceptación de lo nuevo y distinto. Las experiencias del pasado que podemos analizar son
fundamentalmente de invasión, colonización o exterminio. Podemos percibir embrionariamente formas de
neoracismo pacífico, incluso alegre, que en lugar de denigrar o menoscabar al "racializado" lo enltece,
defiende su folclore e insiste en preservarlo de los males de la sociedad. El debate recién empieza.
Ernesto Laclau sostiene que:

"La afirmación de un particularismo puro no es ninguna solución para los problemas que encaramos en
las sociedades contemporaneas...()...Yo puedo defender el derecho de las minorías sexuales, raciales o
nacionales en nombre del particularismo; pero si el particularismo es el único principio válido, tengo
también que aceptar los derechos de la autodeterminación de todo tipo de grupos reaccionarios
dedicados a prácticas anti sociales "

Capítulo: Mujeres. Entre el cielo y el infierno

Cuando ellas, las mujeres excluidas del interior llegaron a Buenos Aires, no sólo desempeñarían un papel
político y social decisivo en la historia de la Argentina, sino que los sociólogos hubieran podido decir, sin
incurrir en error, que el número de mujeres rubias había aumentado en la capital. Cuantas más chinitas
llegaban, más rubias aparecían. ¿Qué científico entendería al peronismo sin las mujeres de negro que
llegaron a ser rubias? Eva les tocó el corazón y ellas fueron su fuerza, energía poderosa que había
atravesado muchas generaciones en silencio y ahora hablaba a gritos" .

Jorge Abelardo Ramos

"Surgió una loca y perversa demencia por los derechos de la mujer, con toda su secuela de horrores a lo
que las inclina su pobre y débil sexo, haciéndoles olvidar todo sentido de femenino recato".

Reina Víctoria de Inglaterra.

Para abordar este capítulo sería interesante encontrar las definiciones de lo que entendemos por la voz:
"mujer" y la voz: "hombre", y determinar cuáles son los estereotipos que se han ido fijando en cada uno de
nosotros. En el diccionario, encontramos esta sorpresa. Reproducimos lo que expresa el Diccionario
Enciclopédico Salvat, pero la consulta al de la Real Academia Española conlleva lamentablemente los
mismos resultados.

Mujer.Persona de sexo femenino. La que ha llegado a la edad de la pubertad. La casada, con relación al
marido.Ser mujer. Haber llegado una moza a estado de menstruar.Tomar mujer. Casarse o contraer
matrimonio.Mujer de digo y hago. Mujer fuerte, resuelta y osada.Del arte, de la vida aireada, del partido,
de la mala vida, de mal vivir, o de punto. Ramera. de su casa. La que se preocupa de las cosas de su
casa y familia con mucha exactitud y diligencia. Fácil. La que se considera abordable sexualmente. Fatal.
Tipo convencional de mujer que por su conducta o su aspecto llamativo se suponía irresistible para el
hombre. Fue popularizada fundamentalmente por el cine, en cuyo lenguaje peculiar se la denomina
vampiresa o vamp. Fuerte. La que se describe en el capítulo XXXI de los proverbios de Salomón como
hacendosa, fiel y caritativa. Mundana, perdida, ramera.Mujercilla: Mujer de poca estimación. Mujer
perdida, de la mala vida. HombreSer animado racional. Bajo esta acepción se comprende a todo el
género humano. Esta palabra designa, según el contexto, a los dos sexos humanos no solo al masculino,
al varón.El que ha llegado a la edad viril. Entre el vulgo, MARIDO.Buen hombre pero mal sastre expr. del
que se dice de las personas de buena índole o genio pero de corta o ninguna habilidad. Como un solo
hombre, loc que expresa la unanimidad con la que proceden muchas personas sin previo acuerdo. De
hombre a hombre, exp. De igual a igual. De hombre a hombre no va nada, expr. Fam. Con la que se
denota arrojo, valentía y nada de temor. Gentil hombre. GENTILHOMBRE. Gran o grande hombre, el
ilustre o eminente en una línea. Hacer a uno hombre. Protegerle eficazmente. ¡Hombre! Interj. que indica
asombro. Se usa como muletilla en la conversación.Hombre al agua!: se usa para avisar que alguien ha
caído al mar. No ser uno hombre de peléa. Carece de ánimo resolución y habilidad para empresas
varoniles o negocios de importancia. Pobre hombre: el de poco talento e instrucción. El de poca
instrucción o habilidad o sin vigor ni resolución. Ser uno hombre al agua, No dar remedio ni esperanza en
su salud o en su conducta. Ser uno hombre para alguna cosa. Ser capaz de ejecutar lo que dice u ofrece.
Tener las calidades y requisitos convenientes para el desempeño de lo que se trata. Ser uno muy hombre.
Ser valiente, varonil. Ser uno otro hombre, haber cambiado mucho en sus cualidades, ya físicas o
morales. Ser uno poco hombre, carecer de las calidades necesarias para el desempeño de un oficio,
cargo o comisión.Hombre bueno, el mediador de los actos de conciliación.. De armas tomar. El que es
resoluto. De Barba. HOMBRE DE BIGOTES. De bien. El que es bueno y honrado. De bigotes. El que
tiene entereza y severidad. De buena capa. El de buen porte. De buenas letras, el versado en letras
humanas. De cabeza, el que tiene talento. De ciencia, el que se dedica a actividades científicas. De
corazón, el valiente y generoso. De Dios, el que es bueno y sencillo. De dos caras, el que en presencia
dice una cosa y en ausencia dice otra. De edad, el viejo o próximo a la vejez. De Estado el que tiene
aptitudes para dirigir los negocios políticos de una Nación. ESTADISTA. De letras., Literato. Del pueblo, el
que pertenece a las clases consideradas inferiores. De mar, el que ejerce su profesión en el mar. De
mundo, el que por su trato con gentes de diversas clases o países sabe manejarse en las mas diversas
circunstancias. De negocios, el que se dedica a ellos. De paja, el que responde y da la cara por otro. De
palabra, el que cumple lo que promete. De pelo en pecho, el fuerte y valiente. De pro o de provecho,
HOMBRE DE BIEN. De veraz, el que es amigo en la realidad y la verdad. El serio y enemigo de burlas.
De verdad, el que siempre la dice y tiene opinión y fama de eso. Hecho, el que ha llegado a la edad
adulta. Instruido o versado en una Facultad. Mayor, el anciano, el de edad avanzada. Público, el que
interviene públicamente en los negocios políticos. Rana, persona provista del equipo necesario para
efectuar trabajos submarinos. (El texto del diccionario continúa largamente hablando loas de l hombre
desde el punto de vista filosófico).

Notamos cierta desproporción, pero no por lo largo del texto sino en los calificativos y voces: Para la
Mujer, 12 conceptos positivos contra 22 negativos. Para el Hombre, 80 positivos, 5 neutros y sólo 9
negativos.

La discriminación de la mujer se hace evidente por una cuestión central: su trabajo no es reconocido
socialmente. Que lave, planche, cocine, atienda a los hijos, al marido y a los abuelos, realice las compras,
se levante primero y también a la noche, cuando los chicos lloran, es considerado como algo natural,
normal, que le corresponde. O como dice el diccionario cuando no la trata de prostituta: "La que se
preocupa de las cosas de su casa y familia con mucha exactitud y diligencia". Y la propia mujer se
desconsidera cuando le preguntan: -Señora ¿usted trabaja? -No, soy ama de casa. Pareciera que la
sociedad divide a las mujeres en dos, las amas de casa y las prostitutas. La discriminación de la mujer en
razón de su sexo se ejerce históricamente sobre el 50 por ciento de la población mundial. "La mujer,
invisible ante la historia ", pertenece a ese grupo social que de manera continua y por más tiempo ha
debido soportar actitudes discriminatorias que, hasta hace un par de décadas, en muchos países se
encontraban avaladas por sus respectivas legislaciones, especialmente en el derecho de familia, que las
consideraba -al igual que a los menores- relativamente incapaces para manejar sus propios asuntos.

"Como buen aragonés defendía a sus mujeres de los peligros del conocimiento teórico ".

En la Argentina, la mujer adquirió los derechos políticos y civiles durante el primer gobierno peronista y un
liderazgo emblemático que encarnó Eva Duarte de Perón. Nuestro país es, por consiguiente, uno de los
que tiene mayor presencia parlamentaria femenina en el mundo: incluso está a la vanguardia con
respecto a Europa en relación al funcionariado. La modificación del estatuto de los funcionarios de la
Unión Europea incluye la posibilidad de aplicar la discriminación positiva para garantizar la igualdad entre
los sexos. Las mujeres son actualmente el sexo menos representado en la función pública europea. La
discriminación positiva ha sido introducida por un reglamento adoptado a mediados de 1998, que modifica
el estatuto de los funcionarios de la Unión Europea. Esta modificación consiste en considerar la
posibilidad de adoptar medidas que ofrezcan ventajas concretas, destinadas a facilitar al sexo menos
representado el ejercicio de actividades profesionales o a evitar o compensar desventajas en sus carreras
profesionales. En los últimos 15 años se duplicó la presencia de mujeres en cargos gerenciales de la
Administración Pública Nacional en nuestro país: tres de cada diez cargos gerenciales son ocupados por
mujeres, y la mitad del personal es de sexo femenino. Pese al significativo aumento del empleo femenino,
los estudios señalan de esta área estatal señalan que:

"Son muchas las mujeres que ejercen empleo en el sector público, pero a niveles de función, muy
inferiores en relación a los hombres. Es muy poco frecuente encontrar mujeres en puestos de
responsabilidad, las probabilidades de acceder a los niveles superiores aumentan si el trabajador tiene
concluido el nivel terciario, pero especialmente si es de sexo masculino".

En el ámbito de los negocios son muy pocas las mujeres que ocupan cargos superiores: rara vez superan
el 2 por ciento de los puestos gerenciales de gestión. En 1993, las mujeres ocupaban sólo el 1 por ciento
de los cargos de presidente ejecutivo en las empresas de los Estados Unidos; la situación mejoraba en
administradores superiores, pero sólo con un 2 por ciento. Una recorrida por el ordenamiento jurídico
internacional indica que, en este sentido, la Argentina fue un país pionero. En efecto, aunque la protección
de los derechos de las mujeres se desprende de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
1948, que se supone aplicable a todas las personas, sean éstas mujeres u hombres, sólo en 1952 las
Naciones Unidas aprobaron un documento específico sobre el tema: la Convención sobre los Derechos
Políticos de la Mujer. Recuérdese que en la Argentina se obtuvo el sufragio femenino en 1947, y se hizo
efectivo en las elecciones de 1951. Las mujeres representan un tercio de la fuerza laboral del planeta,
pero reciben a cambio menos del 10 por ciento del ingreso salarial, y son poseedoras del 1 por ciento de
la propiedad .

Un dudoso privilegio No obstante, y a pesar de los progresos verificados en los últimos años en materia
económica, la crisis mundial también golpea en los hogares argentinos y crea situaciones de penuria que
impactan fuertemente en la sociedad y principalmente en las mujeres. Se advierte también aquí el
fenómeno de una creciente oferta de trabajadoras mujeres, de baja calificación y con poca experiencia
laboral, que intentan ingresar en el mercado del trabajo para mejorar la situación de sus familias. Esto
ocurre generalmente en todos los países considerados en vías de desarrollo, donde la tendencia es que
la mayoría de los pobres sean mujeres, en un proceso que se suele mencionar como "feminización de la
pobreza". Este no es el único dudoso privilegio que las estadísticas reservan a las mujeres. Hay más
datos de la realidad que hablan con elocuencia de una discriminación sistemática En las denominadas
economías en desarrollo las mujeres concentran alrededor del 80 por ciento del total de la producción y
comercialización de productos alimentarios y dirigen y administran el 70 por ciento de las medianas y
pequeñas empresas. Es innegable entonces que la mujer cumple un rol esencial en la economía mundial
y, sin embargo, no se le reconoce la importancia de su papel y no gana por su esfuerzo el porcentaje que
justamente merece. Al contrario, su trabajo no es apreciado, por lo general, y lo común es que perciba
-por igual tarea- salarios o emolumentos sensiblemente inferiores a los del varón. Las mujeres constituyen
el 51 por ciento de la población total del país. Los hogares a cargo de mujeres son el 32,1 por ciento del
total, lo que incluye a sectores considerados "estructuralmente pobres", pero también a sectores de la
llamada "clase media". Por otra parte, la mitad de esas "jefas de familia" integran el grupo de trabajadoras
marginales.

La casa y el trabajo El primer ámbito de discriminación contra la mujer es el doméstico, como


consecuencia de patrones de conducta propios de otras épocas. Se manifiesta en hechos que van desde
la violencia sexual hasta la negación lisa y llana de sus derechos más elementales. No se tienen en
cuenta sus deseos ni sus necesidades ni sus motivaciones; no se respetan su libertad, ni su cuerpo ni su
sexualidad. Según datos del Consejo Nacional de la Mujer, una de cada cinco sufre alguna clase de
violencia doméstica. Dentro de un esquema donde el varón concentra el poder social y familiar, y ejerce
los derechos inherentes a la ciudadanía, resulta obvio que la mujer pierde su indentidad. En las
sociedades latinoamericanas y en buena parte de las europeas, por ejemplo, lo común es que las mujeres
cambien el apellido de su padre por el del marido y la maternidad será también el momento en que pierde
para siempre su herencia y su historia: sus hijos integrarán el grupo familiar paterno y será ese el apellido
que portarán. No son los mismos tiempos de cuando, en la vieja república romana, el padre podía
repudiar a su mujer y aún tenía sobre ella y sus hijos derecho de vida o muerte, pero convengamos que,
en materia de igualdad de derechos, la mujer es todavía un ser discriminado. El problema es muy antiguo.
Una crónica periodística de principios de siglo refleja las diferencias de salarios:

"En las 35 fábricas (de la Capital Federal) trabajan 804 hombres, 403 mujeres y 322 menores de ambos
sexos. Suman 1.529 personas. "Para los hombres, el horario varía entre 8 y 10 horas diarias; para las
mujeres, entre 8 y 9. Los menores tienen la misma jornada que las mujeres. "Para los hombres, el salario
máximo es de 8 pesos por día y el mínimo de 2 pesos, para los oficiales. Los medio oficiales, entre 4 y
2,80. El de los capataces de 7,50 a 13 pesos y el de los peones de 1,80 a 4,20 pesos diarios. "La
remuneración de las obreras: envolvedoras de 0,60 a 3 pesos por día, y llenadoras, de 0,90 a 1,40 pesos
diarios" .
Como podemos ver la inserción de la mujer en el terreno laboral, en la cultura, en la ciencia y en otros
ámbitos es un proceso caracterizado por las dificultades su aceptación en un plano de igualdad con el
hombre. Las encuestas realizadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), revelan que
la brecha salarial entre varones y mujeres no ha disminuido en la actualidad, sino todo lo contrario: sobre
un universo de 4.5 millones de personas con trabajo, ya sea en relación de dependencia o por cuenta
propia, en la Capital Federal y el conurbano bonaerense, las mujeres reciben sólo 72 pesos por cada 100
que ganan los hombres, cumpliendo las mismas tareas. En algunas ramas de la actividad económica la
diferencia es mayor: en 1996, una trabajadora de la industria ganaba un 67.5 por ciento del salario de un
hombre, y en el comercio, apenas un 65 por ciento del salario de un varón. Entre los graduados
universitarios o de institutos terciarios, la brecha no disminuye. Una universitaria graduada ganará casi
500 pesos menos que un varón en las mismas condiciones. El Banco Mundial afirma que esta diferencia
no se justifica, por cuanto "la mujer no es menos confiable ni más propensa a mostrar tasas más elevadas
de ausentismo o retiro que el hombre". Eva Perón sostuvo que las mujeres debían conquistar todos sus
derechos como un paso necesario:

"para tener el gran derecho de ser simplemente mujeres y poder cumplir así, en forma total y absoluta, la
misión que como mujeres debemos cumplir en la humanidad".

El sufragio femenino no fue una concesión obtenida del entonces presidente Juan Domingo Perón: éste
planteaba el problema de la discriminación en un sentido amplio, que englobaba a vastos sectores
marginados de la sociedad. El era partidario de una redefinición del rol de la mujer, tanto en el seno
familiar como en el ámbito laboral. Se trataba de garantizar el acceso de la mujer al mercado laboral y de
consumo tanto como a todos los niveles de la educación, no meramente declarativo, sino con medidas
concretas para superar los esquemas que limitaban su inserción social y mantenían los cuadros de
opresión, o por lo menos de subordinación, en lo doméstico y lo privado. En 1944, antes de llegar a la
presidencia, el entonces coronel Perón, creo un organismo: la División de Trabajo y Asistencia a la Mujer
-posteriormente una Dirección- en la órbita de la Secretaria de Trabajo y Previsión. Fue ésta la primera
iniciativa de este tipo en la República, significó un quiebre en las reglas de juego de la sociedad.
Retomando esa política diseñada en los primeros gobiernos peronistas, bajo el gobierno de Carlos
Menem se promulgó la Ley 24.012, aprobada por el Congreso en 1991 -Ley de Cupos, como se la
conoce-, que fijó un mínimo del orden del 30 por ciento para la

participación femenina en las listas de candidatos de los partidos políticos. Son pasos en un camino que,
seguramente, será largo, y que muestran que hay posibilidades de mejoramiento y avances hacia la plena
equiparación de los sexos.

Salario para las Amas de Casa En su libro, "La razón de mi vida", Eva Perón sostiene que las mujeres
deberían tener un salario por su labor de Amas de Casa, ya que trabajan todo el día, sin vacaciones ni
horario ni descanso. Sus palabras fueron éstas, y la audacia de su propuesta aún no fue del todo digerida
por nuestra sociedad:

"Pienso que habría que empezar por otorgar para cada mujer que se casa una asignación mensual desde
el día de su matrimonio. Un sueldo que se pague a las madres de toda la Nación y que provenga del
ingreso de todos los que trabajan en el país, incluidas las mujeres".

"Nadie dirá que no es justo que paguemos un trabajo que aunque no se vea, requiere cada día del
esfuerzo de millones y millones de mujeres cuyo tiempo, está ocupado en lavar la ropa, servir la mesa,
criar los hijos...etc. Aquella asignación podría ser inicialmente la mitad del salario mínimo y así la mujer
ama de casa, señora del hogar, tendría ingreso propio ajeno a la voluntad del hombre... Yo solamente
lanzo la idea. Será necesario darle forma..."

Evita fundamentaba su original idea en que, para garantizar la atención de una familia y el efectivo
reconocimiento del trabajo realizado, se debe pagar un salario. Muchos años después, el Papa Juan
Pablo II sostuvo la misma tesis de que a la mujer le corresponde cobrar por el trabajo que realiza y no se
le paga. En las ideas de Eva Perón y la bendición de Juan Pablo II aparece un punto de partida para una
acción revolucionaria, que ni las más osadas feministas se han planteado jamás.

"Hace siglos que las mujeres han servido de espejos dotados de la virtud mágica y deliciosa de reflejar la
figura del hombre, dos veces agrandada. Sin ese poder el planeta sería todavía ciénaga y selva...Por eso
Napoleón y Musolini insisten con énfasis en la inferioridad de las mujeres, porque si ellas no fueran
inferiores, ellos no serían superiores. Eso explica en parte lo necesarias que son las mujeres al hombre ".
Virginia Woolf
Capítulo: El problema de los pueblos originarios

"Sin el menoscabo de los adelantos económicos y sociales significativos realizados por el indio
norteamericano, su progreso no ha sido suficiente como para permitirle compartir completamente nuestra
vida nacional"

Senado de los Estados Unidos Prop. S N1816

Las actuales poblaciones indígenas son los descendientes de los habitantes originarios de nuestro
planeta. Se estima que hay, en la actualidad, unos 300 millones de aborígenes distribuidos por todo el
mundo, en más de 70 países. Contra lo que muchos suponen, hoy en día muchas naciones están
integradas por una mayoría de indígenas. Tanto es así que el 60 por ciento de la población de Bolivia es
aborígen, al igual que casi la mitad de los habitantes de Guatemala y Perú. Es más, China y la India
suman juntas, algo más de 150 millones de indígenas.. Según datos no oficiales, la población indígena de
nuestro país supera las 550.000 personas: el pueblo más numeroso lo constituyen los kollas, cuyos
150.000 descendientes se distribuyen en las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca. En Tucumán vive la
comunidad más grande de los diaguitas calchaquíes, que suman algo más de 90.000 personas en todo el
país. También son muchos los tobas -suman casi 80.000, que viven en Chaco, Formosa, Salta, Santa Fe
y algunos barrios del Gran Buenos Aires. Los mocovíes son unos 15.000, según los últimos censos, y se
distribuyen no sólo en la provincia de Santa Fe, sino también en grandes sectores de la provincia del
Chaco. Los mapuches tienen, en la actualidad, sus principales asentamientos en las reservas de Ruca
Choroi, Auca Pan y Atreuco, en donde viven algo más de 35.000 indígenas: en estos lugares los hombres
se encargan de las tareas de pastoreo y las mujeres de labores de tejeduría, que les posibilita vender sus
productos y obtener el dinero de su subsistencia. Fuera de estas tres reservaciones existen otros 30.000
mapuches, distribuidos en las provincias de Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro y el sur de Buenos
Aires. Por su parte, los onas casi han desaparecido del sur argentino, y se cree que en la actualidad no
son más de un centenar, la mayoría de ellos mestizados. Hay, por último, algo más de 300 tehuelches que
aún habitan en el sur de Buenos Aires, Chubut, Río Negro y Santa Cruz. En general, los censos, estudios
y estimaciones se refieren a los indígenas que viven en comunidades, pero excluyen a los que han
emigrado a las grandes ciudades y habitan generalmente las villas y barrios carenciados. En este caso,
los inmigrantes quedan sometidos a una discriminación por parte de la sociedad a la que quieren
integrarse, a veces lo hacen sus propios vecinos que suelen ser mestizos pero se consideran a sí mismos
"blancos" en contraposición a "los indios" recién arribados.

"La ciencia universitaria sigue siendo colonial. Hay profesores que no son sino colonos de la Sorbona y
esto es precisamente sensible cuando el profesor americano está dominado por el problema "de los tres
cuartos": cuando tiene una cuarta parte del blanco y tres cuartos del mestizo. Para éste, valorar,
sobrestimar, exaltar su pobre cuarto europeo viene a constituir un pequeño drama que se resuelve
humillándose ante lo ultramarino ".

Estos inmigrantes, en una obvia actitud de autodefensa, suelen negar su origen y afirman en cambio su
identidad de "provincianos", con lo que se verifica rápidamente la pérdida de rasgos culturales propios y,
en general, de las tradiciones de sus etnias. Las asociaciones indígenas que actúan en Buenos Aires
desarrollan una lucha titánica para conservar esas culturas, con resultados muy inciertos por la
desproporción entre la debilidad de sus organizaciones y un entorno social abrumador que les niega su
existencia y su idioma. Los niños, en efecto, olvidan su lengua original tras su paso por la escuela ,
porque los padres no la fomentan en el hogar, privilegiando el castellano como una herramienta que les
permitirá integrarse socialmente; algo similar a lo que ocurre con los mexicanos y sus descendientes en
los estados del Sur y Oeste de los Estados Unidos. En su artículo citado precedentemente el profesor
José Luis Pérez Óvilo señala:

"Quienes con unción educativa hablan de formar en la solidaridad, en el respeto y en los derechos
humanos; quienes tienen por tarea formar hombres íntegros con capacidad de crítica; y quienes
combaten la discriminación por razón de raza, nacionalidad, sexo, ideas... ¡No pueden seguir fomentando,
alentando, propiciando ni tolerando la discriminación lingüística!".

Una lengua es una manera de percibir la realidad, de dividirla en aspectos diferentes: cada una ignora lo
que otro idioma pone de relieve y advierte lo que aquellos olvidan. Los idiomas conforman aspectos
capitales de la vida humana porque no analizan la realidad del mismo modo.
"Mi idioma -decía Unamuno- "es la sangre de mi espíritu".

Como vimos anteriormente, para muchos intelectuales argentinos formadores de opinión el idioma propio
es un instrumento vergonzante. Por su parte, hay comunidades indígenas que continúan con su
tradicional estilo de vida, en colectividades aisladas de los centros urbanos, se rigen con sus propias
pautas culturales, con sus antiguos métodos de subsistencia, la caza, la pesca, la agricultura y la
artesanía: su principal reivindicación es el acceso a la propiedad de la tierra, de la cual se consideran sus
poseedores legítimos, porque han vivido en ella desde siempre. Si bien se han registrado avances en una
legislación protectora de estas comunidades, con sus derechos reconocidos en el texto constitucional
aprobado recientemente, y con institutos indígenas creados en algunas provincias, se puede afirmar que
subsiste un no reconocimiento del derecho de estos pueblos a una existencia autónoma. Más allá de los
esfuerzos legislativos de distinto signo político, la sociedad en general los ignora y los aísla,
abandonándolos a la desigualdad y la pobreza, con consecuencias nefastas de mortalidad infantil y
persistencia del analfabetismo, entre otros padecimientos . Si en la creación de los Estados Unidos hubo
una política activa de exterminio de los indígenas, en nuestros países de América Latina la extinción ha
sido más lenta, fruto de una distancia social que se estableció entre indios y no indios y que perdura hasta
nuestros días. En el país del Norte, cuando hubo que pensar en los indios sobrevivientes, se decidió
recluirlos en reservas, o "apartheid indio" que, desfavorece toda forma de integración. El proyecto no
supone ningún futuro para estos pueblos, sólo propone esperar una lenta extinción. Curiosamente, los
diarios han recogido últimamente noticias sobre un aspecto paradójico de estas reservas. Como en ellas
no entra el Fisco, se han establecido casinos para que concurran los blancos a gastar su dinero. La
reserva cobra un canon y exhibe a algunos de sus miembros en las mesas de juego. El asunto se ha
mencionado recientemente por la pretensión de algunos de esos casinos, por ejemplo en Idaho, de recibir
apuestas por medio de Internet, pretensión rechazada por distintas autoridades, locales y nacionales.
Pensamos que en nuestro país no debe alentarse esa política de formación de reservas indígenas, que
perpetúan el aislamiento. Hay que reconocer el derecho de estos pueblos a conservar su cultura, pero, a
la vez, buscar formas paulatinas de integración, favoreciendo el acceso a la propiedad de la tierra,
estimulando la educación bilingüe y apoyando micro-emprendimientos económicos que permitan una
mejora en las condiciones de vida. Propiciamos un intercambio de experiencias y formas de ver la vida
entre estos compatriotas y los otros, productos del mestizaje y ..."de los barcos". En tiempos en los que
son notables los avances en las comunicaciones y en los medios de transporte, se puede acortar la
distancia social y geográfica que nos separa de "nuestros paisanos, los indios", como les llamaba José de
San Martín. Una muestra de que se puede avanzar hacia un trato equitativo y una mayor integración de
los indígenas lo da el accionar del gobierno argentino. A fines de noviembre de 1998, se formalizó la
entrega de tierras y otros subsidios a diversas comunidades aborígenes del país, a través de la firma de
distintos convenios que fueron rubricados por las autoridades del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas:
los convenios favorecen a comunidades de Jujuy, Santa Fe, Tierra del Fuego, Tucumán y Río Negro.
Entre los beneficiados estuvieron los kollas, ya que un grupo de sesenta familias de esta comunidad que
habitan en la Puna jujeña serán destinatarios de títulos de propiedad sobre una región que tiene casi
25.000 hectáreas. Quedó establecido también que la comunidad de Amaicha del Valle cederá tierras al
asentamiento Quilmes, ambos de la provincia de Tucumán, y se firmaron convenios para la mensura y
regularización dominial con la comunidad ona de la localidad de Rafaela Ishton, ubicada en Tierra del
Fuego: estos dominios tienen una extensión de 36 mil hectáreas y serán para 40 familias. Otro de los
acuerdos, suscripto con el Ministerio de Gobierno de Río Negro, contempla la realización de cinco
reuniones con el fin de implementar el proyecto ``Fundación de la Coordinación del Parlamento del
Pueblo Mapuche'' y la financiación del programa ``Capacitación para el conocimiento indígena de la
provincia de Río Negro''. Además, quince comunidades indígenas del norte santafesino están siendo
capacitadas para la "gestión de sus derechos'', en tanto que a más de 200 familias mocovíes se les
financia la compra de tierras. Como señalábamos anteriormente, son múltiples los pronunciamientos
legislativos y gubernamentales, pero insuficientes para mantener el equilibrio de preservar las tradiciones
culturales y dar un salto social y económico. La discusión abierta en el siglo XVI acerca de la condición
humana de los indígenas no tienen comparación con ningún otro proceso de conquista de la historia de la
humanidad. El debate sobre la conquista de América presenta dos puntas irreconciliables: la Leyenda
Negra y la Leyenda Rosa. No intentaremos dilucidar este problema que lleva exactamente 500 años, pero
tampoco vamos a soslayarlo. Junto a los crímenes cometidos, también surgieron valientes voces de
alarma y de defensa hacia los más desprotegidos. Voces que encontraron eco en España y produjeron la
histórica polémica de Fray Bartolomé de las Casas y Sepúlveda en las Juntas de Valladolid. Matanzas y
denuncias, tal era el conflicto. Explotación y Universidades para los indios, como la primera de América en
Santo Domingo. Desarraigo y las Misiones Jesuíticas, ejemplo de integración social y respeto. Luego
destrucción y muerte... La labor intelectual de sacerdotes como Fray Bartolomé de las Casas Francisco
de Victoria o Antonio de Montesinos fueron estableciendo con claridad los derechos de los aborígenes y
"la injusticia de hacerles la guerra y despojarlos de sus bienes ". Ante las sistemáticas advertencias de
estos sacerdotes y otros españoles en la América, el Rey Carlos V de España, se emitió la siguiente
resolución en 1530:
"Considerando los muchos e intolerables daños que, en servicio de Dios y nuestro, de ello se han seguido
y siguen de cada día por desenfrenada codicia de los conquistadores y otras personas que han procurado
de hacer la guerra y cautivar a los dichos indios muchos esclavos, que en la verdad no lo son...han
cautivado muchos de dichos indios y naturales que estaban en paz, que no han hecho, ni hacen guerra a
nuestros súbditos, ni otra cosa alguna por no merecieren ser esclavos ni perder la libertad que por
derecho natural tenían y tienen ".

En 1674, el Consejo de Indias volvió a adoptar su vieja tesis según la cual bajo ningún pretexto era lícito
esclavizar a los indios .

Dijo Fray Dominico Montesinos en el sermón del domingo en 1511:

"-Todos estáis en pecado mortal, y en el vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas
inocentes gentes. Decid ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a
questos indios?- "

La mujer india La mujer india sigue siendo discriminada. Ya no solo por mujer, sino por el agravante de ser
india. En las culturas pre-colombinas no le iba mejor y hoy debe romper tanto el machismo hispánico
como el machismo indio. Doble esfuerzo. En muchos rincones de América Central a las mujeres no se la
registra con partidas de nacimiento y sus derechos de propiedad sobre la tierra finalmente parecen
cuestionados. Según denuncias de varios organismos de derechos humanos, la mujer es un objeto de
intercambio en la sierra mexicana del Estado de Guerrero. Las carencias económicas finalmente la alejan
de la educación y la información. Las enfermedades en el aislamiento rural hacen estragos en la mujer
que desconoce su propia situación, convirtiéndose en seres excluidos de la sociedad, expuestas a sufrir
permanentes violaciones a sus derechos.

Capítulo: Discriminación urbana: Buenos Aires un caso paradigmático

"No nos mata la oscuridad, sino la indiferencia"

Miguel de Unamuno

"La ley, en toda majestuosa igualdad, prohibe a los ricos, igual que a los pobres, dormir debajo de los
puentes, mendigar por las calles y robar el pan".

Anatole France.

Cuando las diferencias de la calidad de la vida y el acceso a los recursos propios de la vida urbana
contemporánea entre los habitantes de distintos sectores de una ciudad -servicios sociales, espacios
verdes, escolaridad, habitantes por metro cuadrado de construcción y otros- es tan brutal que las
estadísticas parecen el trazado de un paralelo entre dos ciudades diferentes, estamos en presencia de
una realidad discriminatoria. Esto es algo habitual en muchas de las grandes ciudades del país y de
Latinoamérica, en las cuales es posible percibir a simple vista una desigualdad que el "pintoresquismo" de
los barrios bajos no consigue disimular. En efecto, resulta chocante ver a grupos de turistas que registran
con sus cámaras el colorido pero dramático paisaje de las favelas cariocas, los alrededores de la calle
Convención, en Montevideo, el Barrio Alto, en Lima, o algunas zonas de la Boca, en nuestra Capital
Federal. Pero el fenómeno está lejos, de ser algo aislado o excepcional: en realidad, se trata de un hecho
bastante común en la vida de las ciudades. Sin necesidad de epidemias u otras catástrofes, como ocurrió
en Buenos Aires con la fiebre amarilla del siglo pasado, las áreas abandonadas por los sectores más
pudientes -por cualquier razón- tienden, al cabo de un tiempo, a ser ocupadas por inmigrantes, ya sea
extranjeros o provincianos, y/o por familias de escasos recursos. Con la mudanza de sus antiguos
moradores y la llegada de los primeros "foráneos", estos barrios o urbanizaciones pierden status, bajan
los avalúos de los bienes raíces y el nivel de los servicios públicos; las mansiones se transforman en
inquilinatos y, en síntesis, comienza la degradación urbana. Aquí se inicia un fenómeno curioso,
semejante al que da origen al racismo europeo, alrededor del Siglo XVI. Así como entonces fue necesario
justificar moralmente la esclavitud y se decidió que los negros eran inferiores (por lo tanto perseguirlos y
esclavizarlos a lo sumo constituía un mal menor), ahora se decide que esos extranjeros o provincianos
"no saben vivir en forma civilizada". Las actitudes discriminatorias aparecen como un sistema de
nostálgica defensa ante la invasión y consiguiente ruptura de los lazos de convivencia y solidaridad de
poblaciones que crecen en número, se expanden geográficamente y experimentan cambios en los
términos tradicionales de las relaciones sociales. La falta de trabajo aunado con las bajas remuneraciones
que perciben aquellos que lo consiguen, la carencia de políticas educacionales adecuadas, la ausencia de
servicios asistenciales y de salud, en fin, completan un círculo degradatorio que termina cerrándose con la
aparición de la delincuencia, la prostitución y el tráfico de drogas. Como conclusión, la conducta
discriminatoria parece la consecuencia de un juicio "normal" para englobar a estos grupos, que, gracias a
un retórico artilugio, aparecen como creadores de la situación y no sus víctimas. HISTORIA DE DOS
CIUDADES Pero Buenos Aires es, sin duda, una de las urbes del continente en las cuales estas
diferencias entre las partes "rica y pobre" se verifica con mayor nitidez. La capital argentina está partida
en dos por un eje que hace del Norte y del Sur, de su complejidad edilicia y social, dos realidades
separadas por mucho más que la ubicación respectiva en la escala socioeconómica y cultural de sus
habitantes. Buenos Aires presenta para muchos de sus habitantes un sinúmero de dificultades atribuibles
a una actitud discriminatoria, que se prolonga desde antiguo, pero que las convenciones de la vida social
contemporánea hacen inadmisibles. No es un problema reciente ni de fácil solución, y los esfuerzos
realizados en el último decenio por recuperar para la ciudad extensas zonas abandonadas durante
muchos años, algunas por generaciones, no alcanzan para revertir la situación. Por otra parte, justo es
decirlo, las autoridades no han hecho demasiado para eliminar esta distorsión, y hasta podría
sospecharse que muchas de las políticas implementadas por los sucesivos gobiernos comunales, han
acentuado esta disparidad. Sólo recientemente, y merced a la iniciativa de las instituciones vecinales se
ha comenzado a desarrollar un movimiento destinado tanto a crear conciencia sobre el fenómeno de la
discriminación urbana en Buenos Aires, cuanto a objetivar la realidad de dicha discriminación. En el marco
de esta inquietud colectiva, distintas organizaciones vecinales, con apoyo oficial, organizaron un
Congreso sobre la discriminación urbana en Villa Lugano y un segundo encuentro, a mediados de
noviembre del mismo año, en San Telmo . Las jornadas tuvieron, como primer objetivo, que las
organizaciones no gubernamentales involucradas en el problema y los vecinos de la urbe estrenaran un
espacio de reflexión y trabajo, que asegurara en lo sucesivo un desarrollo urbano con equidad. Con el
título de El Sur también existe la declaración señala:

"La decadencia de la zona Sur comenzó en 1871, con el abandono de sus viviendas por parte de la
población de mayores recursos, como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla. Ha desaparecido la
peste, han aparecido nuevos modos de producción, han pasado revoluciones, han caído ideologías, ha
pasado más de un siglo y aún ahora no se ha podido, no digamos revertir, sino equiparar la situación de
este territorio con los barrios que florecieron en la zona Norte. "El atraso que implicó el abandono de la
zona Sur se convirtió en una creciente fuente de pobreza, donde tuvieron su desarrollo toda clase de
acciones marginales, una realidad a la que se ven sometidos diariamente 800.000 habitantes. "La
existencia de ciudadanos de primera y de segunda categoría está marcada por la línea divisoria de la
Avenida Rivadavia. Esto se manifiesta en la calidad de la educación, la salud y los servicios para la
población. La ciudad comenzó siendo una y terminó partiéndose por la injusticia. Los indicadores de la
región Norte se equiparan a las ciudades del 'Primer Mundo', en tanto que los de la zona Sur se asemejan
a las regiones más pobres".

Muestra de esta indiferencia sistemática por la suerte y el bienestar de la mitad de los habitantes de la
ciudad es ese vergonzoso manchón llamado Riachuelo. Problema de largo arrastre y respecto al cual
nunca se realizaron avances concretos. Una muestra basta para constatar la antigüedad de esta situación
injusta y discriminatoria. Hace más de medio siglo publicaba el vespertino La Razón:

"Diariamente se vierten en el Riachuelo 30 millones de litros de aguas cloacales, infringiendo así


elementales principios de higiene pública. Por obra y gracia de las autoridades sanitarias, que para
resolver el problema técnico de la eliminación por vía fluvial del exceso de residuos cloacales, no
encontraron otro procedimiento mejor que el de hacer caso omiso de la técnica y de los intereses de la
salud pública; las aguas del Riachuelo han quedado convertidas en verdaderos caldos de cultivos de
elementos altamente dañinos y capaces de originar en cualquier momento un brote epidémico de carácter
tifoideo o de otra peste de igual o de mayor gravedad" . En 1998 no hay control sobre las 32 toneladas
diarias de residuos tóxicos y patológicos que producen los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires,
buena parte de los cuales son retirados sin mayor control por las empresas concesionarias existentes, o
por otros transportes, sin que pueda saberse exactamente dónde se arrojan o cómo se manipulan.

Las estadísticas de la vergüenza Los datos que siguen permiten realizar una radiografía de la
discriminación que padecen los habitantes de los barrios del Sur de Buenos Aires, que representan
aproximadamente un 30% de la población de la ciudad. En estas áreas se producen el 50% de los delitos,
sin olvidar que unos tres millones de personas viven, a ambas márgenes del Riachuelo, en condiciones
deplorables de salubridad y soportando periódicas inundaciones de aguas contaminadas. En los barrios
del Sur de la ciudad hay nueve veces más habitantes en villas de emergencias que en el norte de la
ciudad. El número de ratas por habitante es también mucho mayor en las áreas del Sur que en los barrios
acomodados del Norte. Cantidad de personas por centro de atención médica: en Barrio Norte, 659; en
Zona Sur, 16.949. Cantidad de escuelas: 23 en San Cristóbal; 104 en Caballito Deserción escolar en el
secundario: 75 % en Lugano; 32% en Barrio Norte. Mortalidad infantil: 5 por mil en Caballito; 20 por mil en
Barracas, Pompeya, San Cristóbal y Lugano. Espacios verdes por habitante, en metros cuadrados: 0.81
en Almagro; 3,86 en Villa Pueyrredón. Viviendas en las que se vive en condiciones de hacinamiento
(conventillos, hoteles, edificaciones tomadas por los "sin techo": 45 % están en la Boca y Barracas; 10%,
en Palermo y Belgrano. Comisión de delitos: 10% en Villa Soldati; 4% en Recoleta. Muertes a causa de
Sida: 8 % en Lugano; 1,5% en Núñez. Cantidad de escuelas: 740 en la Zona Sur; 960 en la Zona Norte.
Alumnos que repiten curso: 5,5% en la Zona Sur; 3,5% en la Zona Norte. Necesidades Básicas
Insatisfechas: 11,5% en la Zona Sur contra un 4,5% en la Zona Norte Hay 9 mil camas en hospitales en la
Zona Sur y, 14 mil en la Zona Norte Pero no sólo de cifras se nutre esta verdadera "enfermedad urbana".
Esa disparidad que surge de los números determina condiciones de vida que un simple repaso a los
reclamos vecinales permite situar en una perspectiva justa. Las condiciones ambientales son desastrosas.
Hay casas tomadas, ocupación de edificios industriales en desuso y asentamientos bajo las autopistas,
donde la gente vive en degradantes condiciones de hacinamiento y promiscuidad y sin servicios
esenciales como agua y luz. No se recogen los desperdicios, que se convierten en nauseabundos focos
infecciosos. Esos lugares terminan transformados también en basurales y depósitos de coches
abandonados, muebles y otros materiales de fácil combustión. Hay 130 vaciaderos clandestinos de
basura en la zona ribereña, de la Boca a Puente de La Noria. No existen redes cloacales o son
insuficientes e inadecuadas. Casi todas las villas de emergencia de la Capital se encuentran en esta
zona. Un gran número de personas vive en conventillos, que cobran un precio abusivo a sus ocupantes y
no les brindan las mínimas condiciones de higiene, seguridad y confort. En materia de infraestructura y
servicios, las cosas no son mejores. Existe una alta proporción de calzadas y veredas en estado de
abandono que constituyen un peligro para personas y vehículos. Faltan semáforos en cruces de alta
peligrosidad. Hay áreas con iluminación pública deficiente. Existen zonas que carecen de hospitales,
bancos, escuelas secundarias y jardines de infantes. Las salas de primeros auxilios cierran a las 3 de la
tarde. Los edificios escolares son obsoletos y les falta mantenimiento. La capacidad de las escuelas es
limitada. En contraste, el nuevo código de edificación urbana no pone coto a la hiper construcción en la
zona Norte, ni la orienta hacia las áreas del Sur. La presentación de un proyecto a la Legislatura para la
modificación de esta realidad irritante es una atribución y una obligación del Estado. Hay menos líneas de
colectivos y sus paradas son muy espaciadas. Sigue aumentando la circulación de carros con tracción a
sangre, algo que está expresamente prohibido por disposiciones comunales. Se encuentra ampliamente
difundido el cirujeo y la mendicidad. Los residuos de bitúmenes asfálticos cubren los suelos cuando baja
el nivel de aguas pluviales o de desbordes. Los depósitos abandonados con tanques de reserva de
fluídos derivados del petróleo y otros desechos son arrojados al Riachuelo, cuyas orillas se usan para
asentamientos precarios. Esta incompleta enumeración de desigualdades puede comprobarse con una
simple recorrida por La Boca, Barracas, Pompeya, Boedo, Lugano y otros barrios ubicados al sur de la
avenida Rivadavia, pero algunos casos puntuales dan la medida de la desidia. En la avenida Pedro de
Mendoza hay desagües de baños improvisados con cañerías de PVC. Fue necesario colocar bajo el
Puente Pueyrredón cañerías y redes para retención de basura bajo el agua. En la Vuelta de Rocha los
fluidos líquidos son de un alto poder contaminante y en la Vuelta de Badaracco, bajo el Puente Bosch, hay
vertederos clandestinos. En el muelle de la Boca hay buques abandonados próximos a hundirse. La Zona
V, que comprende Villa Lugano y Villa Soldati, es la única en la que no se privatizó la recolección de
residuos y el servicio se brinda sólo dos o tres veces por semana. Otro ejemplo de discriminación: la traza
del subterráneo Línea H de Retiro a Pompeya se comenzaría (según el plan oficial) a realizar desde
Retiro y no desde el extremo sur. Los fríos datos analizados en el congreso de Villa Lugano pusieron en
evidencia una realidad a la cual muchos habitantes de La Reina del Plata vuelven la espalda. Fondo de
Reparación histórico Se evaluó en el congreso la diferencia de tratamiento por parte del actual gobierno
municipal respecto de las zonas Norte y Sur de la Capital Federal -se lee en el Boletín del INADI-. Se
calculó estimativamente en no menos de 1.500 millones de pesos la suma de inversión que permitiría,
rompiendo la iniquidad actual en relación con las zonas citadas, revertir este cuadro de injusticia en un
plazo de 10 años. "Teniendo en cuenta las dificultades para reunir esa suma de una sola vez, se planteó
la sugerencia de aplicar esos fondos a lo largo de una década, con lo que el monto destinado a esta
equiparación representaría apenas el cinco por ciento del presupuesto anual de la ciudad". Porque, eso
quedó bien claro en las deliberaciones, "se destacó el hecho de que el impuesto municipal se cobra igual
en todos lados, pues es el valor de construcción lo que se considera y no el precio del mercado. A la hora
de pagar todos pagan, aunque los del Sur tienen menor capacidad económica y sus propiedades son de
menor valor". En relación con los objetivos del Fondo propuesto en el congreso de Lugano, se subrayó la
necesidad de lograr mayor homogeneidad en los servicios de infraestructura, salud, educación, empleo y
vivienda en toda la ciudad. Una de las consecuencias inmediatas del encuentro de Lugano fue que el
Gobierno de la Ciudad debió reconocer que hay una situación "de olvido" del Sur, y que no existe un plan
estratégico para las áreas más postergadas . Esta carencia de planes para desarrollar las zonas
olvidadas se comprueba en la insistencia en aprovechar al máximo otras áreas, atendiendo sólo a sus
potencialidades comerciales. Es lo que sucede, por ejemplo, con la recuperación de Puerto Madero. Es
obvio que este cuadro de situación desnuda un injustificable abandono de funciones por parte de los
gobiernos comunales, que deja librado el planeamiento urbano al capricho de los inversores inmobiliarios
y deriva parte sustancial del presupuesto a favorecer estas inversiones en lugar de dirigirlas hacia
sectores de la ciudad postergados, de modo tal que cesen las situaciones discriminatorias para un tercio
de los habitantes y Buenos Aires se encamine hacia un crecimiento armónico y equitativo. Destacamos
las conclusiones de este Congreso y la originalidad del mismo. Estamos frente a un caso inédito: estudiar
a las ciudades desde un punto de vista discriminatorio. Los pobres de un lado, los acomodados del otro y
un desequilibrio fiscal que no parece componerse nunca. Tan sencillo y tan injusto que despierta
unanimidad en la indiferencia.

Capítulo: La responsabilidad de los medios de comunicación


(Entre la hipocresía y el amarillismo)

"A pesar de que la investigación demuestra que los lectores no se limitan simplemente a copiar sus
opiniones, es razonable suponer que la prensa influye poderosamente sobre las opiniones prevalecientes
acerca de los temas étnicos".

Teun A. Van Dijk.

Uno de los efectos de la globalización es que los medios de comunicación han ido adquiriendo una
importancia creciente en la vida de todas las sociedades, cualquiera sea esta. Podría decirse que a partir
del episodio conocido como Watergate, que terminó con la destitución del presidente norteamericano
Richard Nixon como resultado de la investigación de dos periodistas del diario The Washington Post, la
prensa escrita y audiovisual ha ido aumentando en forma permanente su capacidad de influir en la opinión
pública y en los acontecimientos políticos y sociales. Si bien esa influencia creciente de la prensa es
positiva porque contribuye a que la población esté informada de lo que sucede en todas las áreas de la
vida cotidiana y también desempeña el papel de contralor del honesto y buen desempeño de los
funcionarios de turno, el fenómeno tiene sus riesgos. En lo que hace a la temática que nos ocupa en este
trabajo. Podría decirse que los medios de comunicación constituyen la caja de resonancia de todas las
actitudes discriminatorias, xenófobas y racistas que hemos ido analizando. A veces, la prensa está
también en el orígen del prejuicio y puede ser, al menos en parte, responsable de su formación. LOS
DIARIOS El especialista holandés, Teun A. Van Dijk., que centra este análisis en la prensa de Gran
Bretaña, Alemania y Austria, afirma también que hay:

"periódicos mayoritarios, entre los que se cuentan los más progresistas, que no siempre contribuyen
positivamente a nuestras sociedades multiculturales. Muy por el contrario y a veces con sutilezas,
contribuyen a la reproducción social de una imagen negativa de los inmigrantes, refugiados y minorías,
creando o exacerbando los prejuicios étnicos y racistas entre la población en general"

Sucede que la tradición colonialista de muchos países de Europa Occidental ha dejado una huella
indeleble en el sentimiento de una parte importante de la población, y muchos medios de comunicación se
muestran encantados de encarnar esos sentimientos. Nos referimos, naturalmente, a una concepción
discriminatoria y racista con respecto a los nativos de las viejas colonias o de regiones vecinas a ellas.
Diarios ingleses de gran popularidad, como The Sun o el Dayly Mail , son responsables de verdaderas
campañas contra los inmigrantes y refugiados de la India, Pakistán o Sri Lanka. Muchos periódicos de
Holanda expresan sin tapujos una muy mala opinión de los tamiles, a quienes sindican como delincuentes
y narcotraficantes. Lo mismo sucede con algunos periódicos de Francia respecto a los magrebíes, en
particular los argelinos, y de España, con los tunecinos, marroquíes y sudacas, es decir, los nativos de
sus antiguas colonias americanas. Justo es reconocer que no es común que la prensa argentina adopte
actitudes discriminatorias de esta gravedad. Por lo general, los medios de comunicación locales juegan un
papel positivo en materia de integración de los inmigrantes. Aunque no faltan excepciones, en particular
en las zonas de frontera, donde los periódicos, la radio y la televisión expresan sentimientos de xenofobia
hacia los habitantes de determinados países vecinos. Eso pasa en el sur con los chilenos y en el norte
con los bolivianos, paraguayos y brasileños. Quizá porque el tema "vende", con frecuencia también los
jóvenes tienen en la prensa un trato prejuicioso: los menores presuntamente responsables de un delito
desatan casi siempre en los medios un lamentable festival de excesos. Un robo, un homicidio o una
violación cometidos por un menor de edad asumen en la prensa una importancia mayor que si el autor
fuera un adulto: mediante el sensacionalismo en la radio, la gestualidad intencionada en televisión o el
manejo de negritas y otros recursos gráficos en los periódicos, las transgresiones infanto juveniles
adquieren una dimensión desproporcionada. La semióloga Leonor Arfuch aborda el tema en un trabajo
publicado por Unicef: "¿Qué tratamiento reciben los niños o jóvenes inculpados de delitos en el espacio
discursivo de la prensa? Podríamos anticiparlo: casi el mismo que los adultos, si nos atenemos a las
expresiones condenatorias típicas (homicida, asesino, criminal, violador, etc.), pero con el plus que deriva
de la condición de "menor" . El delito cometido por un menor es a nuestros ojos aún mas horrendo. Si se
es un criminal precoz, ¿Qué podrá esperarse para la madurez?. Los jóvenes afirman su identidad
conformando grupos y mucho se teme al accionar, da las bandas, barras o patotas. Pero hay otro aspecto
del prejuicio en el cual los medios de comunicación tienen una responsabilidad directa: en el que se
refiere al papel de la mujer en la sociedad y a los modelos de belleza que discriminan a, por lo menos, la
mitad de la población femenina. No corresponde al presente trabajo ahondar en las causas y razones que
determinaron, a lo largo del último tercio del Siglo XIX y en forma acelerada después de la Primera Guerra
Mundial, el establecimiento de los patrones de belleza física que hoy predominan. Parece indudable que
al menos una parte de la instauración de los nuevos moldes, se debe a las corrientes migratorias
europeas -individuos de mayor estatura, de piel pálida, ojos y cabellos claros- cuyo progreso en lo
económico tuvo pronto un correlato en la vida social y en los centros de poder de la sociedad. La
influencia del cine en color, a partir de los años treinta y, tres décadas después, la televisión policromática
universalizaron como patrón apetecible el estereotipo del estadounidense rubio de ojos azules como
modelo sin contrapartida en el imaginario popular. LA ESTETICA DOMINANTE A partir de los años 50 el
proceso de globalización cultural impone sobre buena parte del mundo la estética dominante, que
proviene de los Estados Unidos y a la que se suma, luego del éxito del Plan Marshall para la
reconstrucción de las economías europeas, la del Norte de Europa, que obedece a los mismos o
parecidos cánones de belleza fìsica: cuerpos estilizados, altos, rubios. Los medios de comunicación
populares, en un principio las denominadas "revistas del corazón", aquellas dedicadas al cine y luego a la
televisión -todas ortientadas al público femenino- terminaron de imponer estos modelos transculturales,
especialmente los referidos a la belleza física de las mujeres. Una larga lista de "estrellas" de la pantalla,
que arranca en el cine mudo con las "bañistas de Sennet" y llega hasta la escuálidas siluetas de nuestros
días, imponen los límites de lo que se considerará aceptable como patrón de perfección y belleza. Que
Marilyn Monroe tuviera originalmente el cabello negro no altera en lo sustancial lo aseverado: siempre
actuó y fue retratada con el pelo oxigenado. La concentración del poder político en Buenos Aires, hecho
que sentará las bases del desenvolvimiento institucional y económico del país, hace de la ciudad capital y
de sus habitantes un paradigma difícil de combatir en las provincias: estas conservarán ciertas
costumbres, hábitos, folklore, instituciones políticas locales, etcetera, pero no podrán sustraerse al
impacto de las modas que les llega desde la Capital Federal. Buenos Aires, por su parte, se divide en dos
ciudades: aquella donde viven los actores protagonistas de la vida política, cívica, cultural y de negocios,
eje que se desplaza sin pausa hacia el norte de su territorio desde el último tercio del Siglo XIX, y aquélla
al Sur, donde viven los pobres e inmigrantes de provincia y de países limítrofes. Esto origina una fuerte
tendencia a la discriminación social, por la apariencia física y los modales, de aquellos que no cumplen
con los requisitos que exige la elite local. El Norte de Buenos Aires se torna rubio; el Sur es
mayoritariamente moreno. El Norte se vuelve cosmopolita y sofisticado; el Sur mira esa cosmopolitización
e imita la sofisticación del espejo de las revistas y la televisión. Los unos reflejan modelos aprendidos en
el extranjero; los otros se aferran a la caricatura de aquéllos, emitida por los medios de comunicación.
Hemos señalado en este trabajo la actitud arrogante de los sectores acomodados de Buenos Aires ante la
irrupción en la vida ciudadana del habitante de provincia cuando los días previos al 17 de octubre de 1945
y la llegada del general Perón a la Presidencia de la República. La segunda mitad del siglo "padece" el
auge de las "divas del teléfono blanco" en mansiones que se resuelven en un escalera imperial que
parece conducir a ninguna parte: los límites del "gran mundo" se establecen y acotan. Un antiguo slogan
publicitario cambia de sentido. Ya no seremos bien recibidos si estamos bien vestidos. No basta el ropaje,
ahora se exige algo más: según cómo seamos, seremos recibidos. Y debemos ser rubios, altos, delgados,
indolentes y, a la vez, alertas. Tras muchos experimentos editoriales, finalmente, algunas publicaciones
resumen y concretan el nuevo patrón del éxito y la belleza. Lo que puede parecer un espacio frívolo para
el goce de unos cuantos, se transforma en una fuente inagotable de actitudes discriminatorias para
aquellos que no calzan en el modelo propuesto. Las muchachas cuyos organismos "no dan" el aspecto
exigido, caen en la anorexia y en la bulimia intentando conseguirlo: ambas enfermedades pueden
ocasionar y han ocasionado la muerte de sus víctimas. Los adolescentes, por su parte, que no entran
tampoco en el modelo, son humillados en los lugares de diversión -donde también se los agrede- y sus
posibilidades de encontrar un primer trabajo disminuyen. El INADI recibe abundantes denuncias en tal
sentido, propiciando en cada caso la investigación de los hechos y la respectiva acción judicial. Las
reformas económicas llevadas adelante en la década del 90 permitieron el acceso al consumo y al crédito
a sectores medios y medio-bajos. Muchas publicaciones y programas de televisión compiten por mostrar
casas, vestuario, cirugías estéticas y correctivas: una carrera sin medida ni mesura que contribuye
poderosamente a fijar moldes y patrones de comportamiento y apariencia, y que potencia actitudes
discriminatorias sobre aquellos que se ven diferentes a los que viven en la "cúpula dorada de la Tv".
Impulsados por la voracidad comercial, hay medios de comunicación social que estimulan conductas de
"todo vale" para estar dentro del marco de los "ricos y famosos" y que ayudan a la despersonalización de
la juventud y, en no pocos casos, a la ejecución de actos poco solidarios y discriminatorios. Nada escapa
a esta falta de equilibrio y de reflexión del emisor (los medios) sobre el efecto que tendrá el mensaje en el
receptor (la gente). En diciembre de 1998, por ejemplo, un anuncio de publicidad promueve un
determinado paquete vacacional mediante la imagen de una familia que, supuestamente, goza de las
delicias de la playa. Sobre la lona en la arena, se puede apreciar una botella de champagne, una de
tequila, varias latas de cerveza y algunos manjares que, obviamente, no son productos habituales en la
dieta de los argentinos ni de ninguna familia tipo en el mundo. La representación de conductas
fantasiosas para promocionar un servicio o un producto es un recurso tan antiguo como la publicidad y no
se discute, pero al analizar globalmente el anuncio a que hacemos referencia, constatamos la insistencia
en divulgar como posibles, hábitos y conductas improbables, que además son protagonizados por
personas que obedecen al estereotipo vigente. Lo grave del asunto es que ni los creativos de las
agencias publicitarias, ni la dirección de los medios gráficos donde se publica el anuncio parecen advertir
la carga discriminatoria de la pieza. Ya no basta con vestirse bien o parecerse a algún modelo: es
necesario, además, comportarse como ese modelo, cueste lo que cueste. Sin ánimo de censurar, no
estaría demás que los medios de comunicación y las agencias publicitarias asumieran alguna otra
responsabilidad social que la rentabilidad de sus accionistas. Sería deseable que no se empeñaran tanto
en modelar a golpe de hierro un sistema ideológico excluyente y por ende discriminatorio, en la búsqueda
insaciable de un mejor resultado económico.

Capítulo: Colectividades discriminadas

"Plan de Acción de Gobierno: incremento y mejoramiento del potencial humano argentino, facilitando el
desarrollo de una inmigración selectiva, desde los países que han conformado la realidad actual de
nuestra población, por su raza y creencias".

General Juan Carlos Onganía Presidente de la Nación.

Hacia 1850, las márgenes del Plata presentaban un panorama étnico y de costumbres único en
Latinoamérica: a los habitantes más antiguos, descendientes de los españoles que conquistaron y se
asentaron en el lugar desde el Siglo XVI, se suman otros europeos y luego los africanos juntamente con
los aborígenes de los pueblos originarios. No era infrecuente, además, una interrelación social y familiar
entre los componentes de las diferentes etnias. Cuando se cumple un centenario de la independencia, el
paisaje ya había variado: Buenos Aires, se convierte aceleradamente en un centro industrial y comercial
de primer orden en el continente y, en la práctica, es la única ciudad de América que puede mirarse en el
espejo de las europeas sin desmedro de su realidad edilicia y su desenvolvimiento cultural. Respecto de
la diversidad humana de Buenos Aires, ésta no sólo no ha disminuido: ha aumentado con nuevas
corrientes migratorias. Para hacer frente a esta realidad, el 25 de enero de 1906 se inició la construcción
del nuevo edifico para el Hotel de Inmigrantes, en el predio de los arsenales de la Marina de Guerra. Era
necesario atender la llegada masiva de personas provenientes de Europa. En enero de 1913 se
informaba que, durante el año anterior, habían ingresado al país nada menos que 322 mil almas . Estas
cifras son las más altas registradas en América Latina durante los siglos XIX y XX. Sólo Estados Unidos,
en América del Norte, recibe una inmigración parecida. Las comunidades extranjeras más importantes por
el número de sus miembros serán desde entonces la española -un flujo que no cesará sino hasta entrada
la segunda mitad del Siglo XX- y la italiana. Pero las dos que le siguen son semitas. Una, con raíces
árabes, proveniente en su mayor parte de las provincias occidentales del Imperio Otomano en
descomposición, del Líbano, Palestina y Siria, y otra de origen judío, que proviene del centro de Europa y
de las comunidades sefardies, descendientes de aquellas familias expulsadas de España en la época del
descubrimiento de América. De todas maneras, hubo inmigrantes de todos los orígenes, en particular
europeos. Entre estos predominaron -luego de italianos, españoles- alemanes, suizos, ingleses y
franceses, también llegaron importantes contingentes de Europa Central, en particular polacos, húngaros,
checoslovacos y yugoslavos. No le resultó sencillo a esta variada población adaptarse a la nueva tierra y
hacerse aceptar por los inmigrantes que habían llegado antes o por los nativos que descendían de
inmigrantes llegados algunas generaciones atrás. La tentación discriminatoria estuvo siempre a la orden
del día y en cada recién llegado se percibía a un peligroso competidor por los sitios y las riquezas
imaginarias que se querían para sí. Ese extraordinario lector de los sentimiento populares argentinos que
fue José Hernández registró reiteradamente estos arrestos discriminatorios y xenófobos de los criollos en
su obra maestra.

Quedó allí aliviao de peso Sollozando sin consuelo; Había caído en el anzuelo, Tal vez porque era
domingo, Y esa calidá de gringo no tiene santo en el cielo.

Era un gringo tan bozal, Que nada se le entendía, ¿Quién sabe de ande sería! Tal vez no juera cristiano,
Pues lo único que decía Es que era pa-po-litano (...) Cuando me vido acercar: "¿Quien vívore...?"
preguntó; "¿Qué vívoras?, dije yo. "¡Ha garto!, me pegó el grito, Y yo dije despacito: "¡Más lagarto será
vos!"

Desde entonces, los italianos serán "tanos", una peyorativa denominación con casi seguras raíces en la
condición de napolitanos de gran parte de los italianos llegados durante la segunda mitad del Siglo XIX.
Durante décadas, sus dificultades de lenguaje, su ignorancia de todo lo que tenía que ver con la nueva
tierra, sus limitaciones culturales -al fin y al cabo, se trataba de campesinos y trabajadores urbanos de
baja condición social y con escasa educación, muchos de ellos analfabetos-- los harán blanco de burlas
de inocultable contenido discriminatorio. Este fenómeno tuvo tanta amplitud que quedó registrado en la
producción literaria, el sainete y la música popular, particularmente el tango. Aunque la inmigración
española se inició en el momento mismo de la conquista y prácticamente no cesó a lo largo de cinco
siglos, los inmigrantes de ese origen también debieron padecer situaciones discriminatorias. Nos
referimos a ese estereotipo que atribuye condición de bruto e ignorante a los españoles, todos los cuales,
además, caen a partir del siglo pasado bajo la denominación de "gallegos". Es cierto que casi todos los
países tienen "su" gallego, es decir, el extranjero depositario del desprecio y el prejuicio general. Sucede
con los polacos en los Estados Unidos y los belgas en Francia. Pero aquí se agrega el efecto de la ya
mencionada "leyenda negra" contra España acuñada por los británicos. En el interior argentino, los
inmigrantes centroeuropeos llegados durante la Segunda Guerra y en el período inmediatamente
posterior eran llamados "gringos" para diferenciarlos no sólo de los nativos sino también de las corrientes
migratorias mayoritarias. Las "tías del campo" de la década del 40 acostumbraban aconsejar a sus
familiares, que en verano llegaban de la ciudad para pasar un tiempo en contacto con la naturaleza, de
qué manera debía tratarse a la gente con la cual se cruzaban en el camino: "Salude, que son criollos" o
"mire para otro lado, que son gringos", solían ser las sugerencias.

La cuestión judía A las penurias económicas en sus países de origen que alimentan la mayor parte de las
corrientes migratorias, se suman en el caso de los inmigrantes judíos las persecuciones y progroms de
principios de siglo en Europa. La constitución, a fines de los 30, del Tercer Reich en territorios alemán,
austríaco y checo, junto con el inicio de la segregación, expulsión y confinamieno -en definitiva, el
Holocausto- impulsan otro proceso migratorio que recala, parcialmente, en el país. De hecho, cuando se
funda el Estado de Israel, en la Argentina vivía la segunda comunidad judía del mundo, en cuanto a
número de integrantes: la primera residía en los Estados Unidos. La demencia racista y homicida del
nazismo, condujo a la humanidad a su hora más oscura y costó la vida a 6 millones de judíos,
masacrados sin piedad en el genocidio más grande de la historia. En parte de la sociedad subyacen
semillas aletargadas de antisemitismo y a veces se manifiestan en la reaparición de grupos neonazis y en
actitudes xenófobas y racistas. Suelen reaparecer episodios execrables como las profanaciones de
tumbas en los cementerios judíos, o agresiones como la de los skinheads al joven Claudio Salgueiro o los
horrendos atentados que se perpetraron en Buenos Aires: la voladura de la Embajada de Israel y la AMIA.
No hay explicación posible para comprender semejante barbarie. Cuando en 1492 llegó Cristobal Colón a
América, eran los tiempos de la expulsión de los judíos de España. El camino hacia el Nuevo Mundo fue
emprendido por muchos de ellos, a pesar que también se les tenía vedado. Y hasta hoy 500 años
después, con altibajos, no ha cesado el flujo migratorio. Durante el Medioevo la justificación del
antisemitismo fue de carácter religioso. Ruth Benedict dejó sentado que en este período las
persecuciones no tenían carácter racial o étnico, sino que su fundamento era puramente religioso. No
obstante, con el correr del tiempo el concepto erróneo de "raza" reemplazó al de religión, y los judíos
comenzaron a ser segregados y discriminados por cuestiónes presuntamente raciales: se los atacaba no
por lo que hubieran hecho, sino por lo que se suponía que hicieron sus ancestros: responsables, de la
muerte de Jesús, esta línea de pensamiento varió a lo largo del Siglo XIX para hacerlos responsables en
bloque de los horrores de la explotación capitalista, sin considerar que -en Gran Bretaña o Estados
Unidos, por ejemplo, la mayor parte de los judíos eran trabajadores fabriles, tan pobres y explotados
como sus perseguidores . El antisemitismo fue una herramienta para ocultar determinadas lacras del
propio sistema. Nuevamente vemos el racismo como una mascarada. De estos prejuicios también se
nutre el antisemitismo en la Argentina. Y también de ese atávico temor que despierta lo desconocido,
sean lugares, acontecimientos o personas. El movimiento sionista, de carácter mutualista, de defensa y
solidario, pero también con firmes connotaciones políticas, al propiciar el regreso judío a la Tierra Santa
despierta suspicacia y contribuye a visualizar a la comunidad como extranjera, y ya conocemos el
estereotipo del extranjero: "del que se debe desconfiar ". Las acciones y la prédica antisemita no son una
constante de la vida cotidiana de los argentinos. No hay aquí un partido como el Frente Nacional, de
Francia, que atraiga al más del 20 por ciento del electorado y que acceda a gobiernos comunales y hasta
regionales. Aunque los inmigrantes de origen árabe padecieron en el pasado idénticas situaciones de
discriminación, sólo en los últimos años se ha verificado una exacerbación de este sentimiento en algunos
sectores de la sociedad argentina. Con ese estilo peyorativo y simplificador que caracteriza la relación de
los argentinos nativos con los inmigrantes, así como a los españoles se les llamó genéricamente
"gallegos", a los italianos "tanos" y "rusos" a los judíos, los llegados de Siria, Líbano y otros lugares
vecinos fueron denominados "turcos". La explicación que los historiadores dan a este distorsión es que
los inmigrantes de ese origen llegaban con pasaportes otorgados por el Imperio Otomano en decadencia.
-"¿Qué es ser judío? -se pregunta Jack Fuchs, sobreviviente de los campos de concentración de
Auschwitz y Dachau- Pertenecer a un mismo credo. Pero... hay muchisimos judíos ateos. No, es tampoco
una comunidad de intereses políticos. Cuando vivía en Polonia había 20 partidos políticos judíos.
Tampoco es ser sionistas. Hay judíos que no comparten nada con el Estado de Israel. Tampoco hay una
único patrón cultural, hay innumerables ramas culturales... En realidad ser judío es una desgracia" . Con
cruel ironía, Fuchs sintetiza el dolor judío. Arabes: católicos y musulmanes La investigadora Gladys
Jozami señala que el grueso de la inmigración árabe se instala en el país entre finales del Siglo XIX y la
segunda década del siglo siguiente. "Después -señala-hay una inmigración constante con algunos picos
que ascienden y descienden, pero el grueso prácticamente se instaló desde 1897 hasta 1916 ". Los
mayores referentes de la inmigración árabe no son, como podría pensarse de religión musulmana, sino
cristianos de algunas vertientes del catolicismo oriental, como la Iglesia Copta: cálculos estimativos
permiten inferir que sólo un 30 por ciento de los inmigrantes árabes son musulmanes. Hacia mediados del
Siglo XX la corriente migratoria prácticamente ha cesado de llegar a Argentina. La inmensa mayoría se
inserta en de nuestro país, integrándose sin mayores dificultades. Sólo una pequeña parte de esa masa
preservó su religión islámica, constituyéndose, de todas formas, en una minoría dentro de su grupo
cultural. La mayor parte de los inmigrantes de origen árabe han llegado de Siria y El Líbano. Respecto de
sus creencias religiosas, ha quedado dicho que casi en sus tres cuartas partes no profesan el islamismo.
Los árabes musulmanes son mayoritariamente sunnitas, corriente que también es preponderante en sus
países de origen. La comunidad chiíta, con fuertes lazos religiosos con Irán, país no árabe donde la
vertiente es mayoritaria conforma una pequeña y pacífica minoría en Argentina. La comunidad árabe se
asentó preferentemente en algunos barrios de la ciudad de Buenos Aires -como San Cristóbal y Villa
Crespo, donde conviven con la colectividad judía- y en el norte del interior del país. Las provincias del
Noroeste han visto prosperar a los descendientes de los viejos vendedores ambulantes, que iban de
pueblo en pueblo con sus carromatos o sus valijas cargadas de mercaderías, que abandonaron sus
costumbres nómades y que terminaron formando familias e instalándose de manera permanente. Durante
décadas, el matiz discriminatorio no pasó de la peyorativa denominación de "turco" señalada y en atribuir
a los miembros de esa colectividad ciertas mezquindades en el terreno comercial que compartían con los
judíos. Pero, desde la elección de Carlos Menem a la Presidencia de la Nación -cuya ascendencia siria no
es un secreto-, el sentimiento antiárabe ha adquirido mayor virulencia en algunos intelectuales de la
oposición. El periodista Orlando Barone, en una nota publicada en el diario La Nación, asume la posición,
sin ninguna duda discriminatoria, de estos intelectuales, afirmando:

"En la Argentina, la proporción de personas de origen árabe que la habitan -un 1 por ciento- adquirió un
número aviesamente desproporcionado de escándalos: Al Kassar, Pharaon, Saadi, Rodríguez Saa,
Seineldín, Falak, Ibrahim, Yoma, Yabran, etcétera. También es desproporcionado el nivel de abundancia
que tienen en puestos de la mayor importancia en los tres poderes del Estado" .

Pocas veces se percibe con tanta nitidez un caso de discriminación hacia toda una colectividad o, diría
más, hacia toda una cultura. La actitud del periodista, por la forma en que fundamente sus apreciaciones,
es propia de un discriminador consciente, que está a un paso del racismo. Por otra parte, resulta muy
peligroso que desde un medio de comunicación se incentiven conductas tan prejuiciosas. Agravios de
esta naturaleza, que pretenden manchar a toda una comunidad, están animados de algo más que de la
intención de servir en una lucha política. Su propósito es innegablemente discriminatorio. Y no deja de
tener, su costado ridículo. El periodista cree necesario establecer cupos por origen migratorio. De ser así,
los funcionarios de los tres poderes de la Nación se tendrían que repartir, por ejemplo, con un 27 por
ciento para los descendientes de Italia; 33 por ciento a los provenientes de España; 18 por ciento a los
aborígenes; 8 por ciento bolivianos y un 0,5 por ciento a los nietos de polacos y así hasta completar todas
las colectividades. Pero lo más grave es que posiciones como éstas desconocen los mecanismos
unificadores de la democracia. Olvidan que la población de nuestro país está integrada por las más
variadas y enriquecedoras corrientes migratorias. Y que cada una de ellas ha traído sus tradiciones y
cultura y que, entre todos, formamos algo formidable, novedoso y auténtico. Estamos llegando al final de
un milenio que se caracterizó por su grandeza y sus miserias: porque si en su transcurso el hombre dio
enormes saltos hacia un futuro más prometedor, también se sumió en las horas más oscuras de su
historia. Un fantasma común estuvo detrás de la mayor parte de las desdichas: la intolerancia.
Deberíamos aprender de las lecciones del pasado. Despertar en la población la animadversión hacia
determinadas comunidades, es ejercer peligrosamente la libertad. Nadie tiene el derecho de invocar los
oscuros sentimientos de violencia que suelen anidar en el corazón de los hombres. Es verdaderamente
canallesco asociar, como lo hacen las series televisivas y algunos irresponsables medios de prensa, al
terrorismo con el islamismo. Si todos los que profesan la religión islámica fueran terroristas no habría
piedra sobre piedra en el mundo. Hoy visualizamos a la colectividad árabe, ofendida con quienes la
vinculan con la violencia, cuando se trata de una de las colectividades mas pacíficas y laboriosas que hay
sobre la tierra.
Capítulo: La difícil vida cotidiana.
Los estigmas.

En los actos de discriminación que se producen en la vida cotidiana observamos la elaboración de


estigmas en relación con personas o grupos de personas. Se señalan características que, presuntamente,
desacreditarían a los individuos que las poseen y, por lo tanto, harían imposible su aceptación por parte
de la sociedad. Puede establecerse una relación con las deformidades físicas, obesidad, discapacidades,
amputaciones, o problemas de "carácter", en el caso de la homosexualidad, las enfermedades mentales,
la drogadicción y otras. Estas personas suelen ser consideradas algo menos que humanas, como
consecuencia de rasgos que se juzgan anormales. El caso de la homofobia es paradigmático: el
"culpable" es tratado como alguien que se ha desviado de lo que es correcto para la vida de la sociedad.
Se discrimina al homosexual en las relaciones laborales y se lo ridiculiza incluso en medios de
comunicación que suelen considerarse a sí mismos "progresistas". No hace mucho, cuando la discusión
del código de convivencia urbana, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Legislatura local fueron
de contradicción en contradicción a la hora de tratar el tema de los travestis: parecía que tenían una brasa
en sus manos. En los papeles, se reconoce a los travestis el derecho a la diferencia, pero no se sabe
dónde ubicarlos o esconderlos. Detrás de las polémicas está el tema de los votos, hay más vecinos que
travestis: por lo tanto, el proclamado "progresismo" choca con el interés electoral de algunos partidos
políticos. Entramos de nuevo en la esquizofrenia, el discurso por un lado y las soluciones "prácticas" por
el otro. Si se mira el asunto desde un sentido común elemental, hay que decir que una cosa es la libre
elección del objeto amoroso y otra muy distinta la práctica del comercio sexual, cualquiera fuera éste. Es
necesario separar ambas cuestiones, advirtiendo que la vida democrática demanda reconocer la dignidad
de todos y de cada uno de los integrantes de la sociedad, a la par que exige -del mismo modo- igual
sometimiento ante las leyes. El concepto básico de la democracia es el de pluralidad, que supone
renunciar a todo hegemonía, a toda imposición basada en la fuerza o en el desprecio. La experiencia
histórica demuestra que nada hay más perjudicial para el pluralismo que la arrogancia cultural o el
dogmatismo ideológico, que las concepciones racistas y la tendencia a discriminar por origen, sexo,
nacionalidad, religión o por cualquier idea y valor propios de cada comunidad. La dignidad humana no se
puede reducir a una característica que se asienta sobre las relaciones interpersonales. El respeto a la
naturaleza de la persona y el reconocimiento de las diferentes identidades que la constituyen engendran
el pluralismo y la tolerancia. La democracia supone, por tanto, encontrar ese delicado balance entre la
identidad propia y la del otro, entre las creencias y valores propios y los ajenos. El poder ejercido por la
mayoría, entonces, reconocerá con tolerancia los límites de su voluntad: ejercicio tanto más noble cuanto
mayor sea la distancia cultural que separa a unos y otros. Una de las deformaciones más terribles y
peligrosas de nuestro siglo es la tendencia a transformar los dramas de la historia en números, en cifras
deshumanizadas que hacen olvidar demasiado a menudo que detrás de las cantidades hay personas
concretas y singulares. Las estadísticas pueden hacer que las grandes tragedias de nuestro tiempo se
despersonalicen y pierdan su condición humana de los contradictores. Hoy será un grupo, y otro mañana;
hasta que los individuos que integran esos grupos dejen de tener identidad y se olviden no sólo los rostros
y las voces, sino también las pequeñas historias familiares, el testimonio de los trabajos y los sacrificios,
de las penas y las alegrías de que se nutre la vida de la gente. Si se observa con cierta atención el tejido
social, es posible verificar una permanente relación entre el rechazo a los homosexuales y el que se
manifiesta respecto de los grupos raciales y sociales considerados inferiores. La homofobia es más
común en personas de bajo nivel educativo y social o de origen campesino o residentes en ciudades
pequeñas en las que tiene una mayor vigencia la llamada "familia tradicional". Estas actitudes se
potencian por un conjunto de creencias tradicionalistas y autoritarias, sustentadas en prejuicios que
parecen inmutables a pesar del paso del tiempo y de las constantes transformaciones culturales. En el
caso de los discapacitados, en cambio, la actitud más común hacia ellos es la indiferencia. La mayoría de
la gente suele mirar hacia otro lado cuando se cruza con uno de ellos, en un ejercicio práctico de
deshumanización del otro. Un conflicto común que se observa en forma reiterada tiene por escenario a los
edificios de departamentos donde viven discapacitados: los propietarios se niegan a considerar la
construcción de rampas para las sillas de ruedas. Como el problema no les afecta directamente, prefieren
no verlo, no asumirlo. Es algo que le pasa a otros y ellos no tienen por qué hacerse cargo de la cuestión.
Este hábito de la indiferencia está tan incorporado a la sociedad que tiene incluso aberrantes
confirmaciones institucionales. Unos años atrás, el Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires
aprobó una ordenanza que obligaba a los edificios que tenían ascensores con puertas tijeras a instalar
protectores en las mismas para evitar accidentes. Ni los legisladores de entonces ni el actual Ejecutivo
comunal, que se esmeró en hacer cumplir la ley, pensaron en que esa reforma tendría como resultado un
achicamiento del espacio en las puertas que impediría el paso de las sillas de ruedas. Simplemente
ignoraron el problema. En nuestro país, los discapacitados motores, visuales, auditivos e intelectuales
suman 3 millones de personas, es decir casi el 10 por ciento de la población. Sin embargo, cruzar la calle,
tomar un tren, subir a un colectivo o ingresar en una estación de subte son actividades de muy difícil
realización. Subsisten las barreras arquitectónicas, urbanísticas y del transporte, a pesar de la vigencia de
una Ley de Discapacidad que obliga, en el caso de los edificios, a hacerlos accesibles a los
discapacitados. Hay un plazo para la adecuación de los edificios públicos, pero evidentemente las obras
están demoradas en todas partes. Un ejemplo: en el Palacio de Justicia de la Capital Federal se cuenta
incluso con planos aprobados para llevar a cabo las obras, pero no hay tareas a la vista. Una abogada
que se moviliza en silla de ruedas logró un pronunciamiento judicial favorable para el cumplimiento de la
norma en el ámbito citado. Últimamente se han remodelado estaciones de subterráneo y no se pensó en
instalar facilidades para el ingreso de discapacitados. Tampoco en los hospitales se cumple la disposición
que obliga a contar con personal especializado en discapacidades. Es obvio que existe responsabilidad
del Estado y de los funcionarios en estas cuestiones, pero también conviene tener en cuenta que, si
queremos hacer realidad la igualdad de oportunidades en la vida cotidiana, deberíamos trabajar para que
el conjunto de la sociedad haga suyo el problema.

"Racismo y Discriminacion en Argentina"

Editorial Catálogos Buenos Aires 2000

Editorial del Congreso NAcional de México 2001

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